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Vulnerabilidad ambiental: Restricciones y oportunidades
son problemas sanitarios que afronta, en especial: prevalencia de enfermedades no transmisibles relacionadas con hábitos alimentarios poco saludables; inactividad física; obesidad; consumo de tabaco y alcohol, y uso inadecuado de servicios preventivos de salud.
Vulnerabilidad ambiental: Restricciones y oportunidades
El Caribe es la segunda región del mundo más propensa a sufrir desastres ambientales. Los desastres naturales son los principales retos ambientales, junto con problemas relacionados con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, factores antropogénicos causantes de estrés hídrico y fuentes terrestres de contaminación. La industria turística, que es el principal sector exportador de la economía, también ha ejercido presión sobre los ecosistemas naturales. Sin duda, una economía próspera y una alta calidad de vida en el Caribe dependen de un medioambiente saludable, que también constituye la base de toda actividad humana.
Los complejos retos ambientales requerirán la coordinación de políticas económicas, sociales y ambientales, así como marcos congruentes de gobernanza. Algunos de estos retos se relacionan con la adaptación al cambio climático, los recursos hídricos y la gestión de residuos sólidos, la transición energética y el transporte sostenible.
Adaptación al cambio climático
Las características geoecológicas de las pequeñas islas del Caribe —por lo general, pequeña superficie terrestre y grandes áreas marinas—, combinadas con la distribución de su población y su actividad económica, las colocan en una situación particularmente vulnerable ante los impactos ambientales y económicos externos. Por ejemplo, la concentración de la población en la costa aumenta su exposición a los efectos de los fenómenos naturales, sobre todo los huracanes.
Se anticipa que el cambio climático causará efectos importantes en el Caribe. Una de las implicaciones de este cambio para los PEC es el aumento de entre 1 °C y 5 °C de las temperaturas anuales promedio que se proyecta para 2080. Otros cambios se manifestarán en la mayor variación de los niveles de precipitación; en tanto que en algunas áreas lloverá más, en otras lloverá menos. Se espera también que los niveles del mar aumentarán, lo cual provocará pérdida de franjas costeras. Otros eventos ambientales pueden relacionarse con la influencia del fenómeno de la Oscilación del Sur-El Niño, movimientos de las placas tectónicas y actividad volcánica, y variaciones en la frecuencia o intensidad de eventos climáticos extremos (CEPAL, 2011, BID 2014; Mimura et al., 2007).
El Caribe deberá resolver varios problemas para poder adaptarse con eficacia al cambio climático; entre ellos, la deficiente capacidad institucional, la limitada disponibilidad de datos e información, la falta de planificación ambiental a largo plazo, políticas inadecuadas y gobernanza incongruente. Asimismo, los responsables de la formulación de políticas necesitan aprovechar las sinergias entre las tareas de adaptación y mitigación del cambio climático, y la gestión de riesgos de desastre.
Gestión de recursos hídricos y residuos sólidos
Factores como el crecimiento demográfico y la escasez de recursos hídricos plantean un reto al enfoque tradicional de gestión del agua. Según las proyecciones, la región del Caribe se tornará considerablemente más seca debido al cambio climático. La gestión adecuada de los recursos hídricos es sumamente importante para la conservación de los ecosistemas marinos y las aguas subterráneas. Si bien la mayoría de los países dicen tener 95% de acceso a agua, la sostenibilidad del agua potable podría quedar en riesgo debido al ineficiente uso del líquido por parte de los sectores centrales de la economía; la
falta de gestión de aguas residuales y planificación a largo plazo, y la ineficaz supervisión de los marcos regulatorios.
Algunas alternativas clave que podrían resolver los retos relacionados con los recursos hídricos son: i) captación del agua de lluvia en los hogares individuales; ii) uso de procesos de desalinización para suministrar agua potable; iii) diseño y desarrollo de sistemas de riego que optimicen la captación y utilización de aguas subterráneas, aguas superficiales y agua de lluvia; iv) reciclado y reutilización; v) gestión de aguas residuales (GWP, 2014).
La gestión de residuos sólidos no ha sido una alta prioridad ambiental en el Caribe; sin embargo, datos recientes muestran el importante impacto que estos residuos causan en el mar. Según la evidencia, 85% de las aguas residuales que llegan al mar Caribe no es tratada y 51.5% de los hogares carecen de conexiones de alcantarillado (Cashman, 2014). La descarga de aguas residuales ha contribuido en gran medida a la pérdida de más de 80% de los corales vivos en el Caribe durante los pasados 20 años (Villasol y Beltrán, 2004).
Hay estrategias fundamentales para mejorar la gestión de aguas residuales en el Caribe, entre ellas: i) poner en marcha sistemas plenamente integrados para manejar los residuos sólidos; ii) promover el uso de abono orgánico a nivel nacional; iii) promover el reciclado; iv) revisar las estructuras de tarifas para la gestión municipal de residuos sólidos; v) reforzar los marcos institucional y regulatorio para la gestión municipal de residuos sólidos; vi) promover alianzas público-privadas para la gestión de dichos residuos (Phillips y Thorne, 2013).
Transición energética
La demanda de servicios de suministro de energía en el Caribe aumentó considerablemente en la última década y la subregión depende aún mucho de los combustibles fósiles. Solo cuatro países PEC producen combustible: Barbados, Belice, Surinam y Trinidad y Tobago. No obstante, recientemente se encontraron grandes depósitos de petróleo de alta calidad frente a las costas de Guyana, en tanto que Granada encontró petróleo y gas en enormes cantidades comerciales (CEPAL, 2018).
Puesto que aún hay margen de mejora, la mayoría de los países apuntan a mejorar la función de las energías renovables, pero la aplicación de regulaciones se ha calificado como lenta. Trinidad y Tobago se comprometió a elevar el porcentaje de fuentes de energía renovable en su suministro general de energía a 10% para 2021; Granada se propone lograr una contribución de 20% de energías renovables en todo el consumo doméstico de energía para 2020. De todas maneras, el Caribe aún necesita alcanzar la diversificación energética (McIntyre et al., 2016) (Gráfico 6.2).
La subregión del Caribe tiene un gran potencial para hacer la transición a una matriz energética más sostenible. Algunas dificultades que impiden la modernización de los sistemas energéticos incluyen restricciones fiscales, vacíos de información, falta de capacidades locales, mercados locales débiles y marcos de gobernanza incompletos o inadecuados.
Transporte sostenible
El transporte es el principal consumidor de energía en el Caribe; representa 36% de la energía primaria total consumida en la subregión (FMI, 2016). Esto destaca la importancia de incrementar la eficiencia energética en el sector del transporte como una de varias estrategias para mejorar el consumo de energía sostenible. Sin embargo, las iniciativas para hacer la transición hacia energías renovables en los sistemas locales de transporte