...
Un amigo, muy aficionado a la filosofía, aboga por la necesidad del retorno. De acuerdo con él, Destellos ha regresado más de una vez con respecto de quienes cada año asumen la coordinación de este suplemento. Se trata, sin embargo, de un retorno necesario.
En la primera clase de Siglo de Oro, el mtro. Juan Diego Suárez Dávila nos explicó que una persona cambia en cuanto lee un libro: «Lea lo que lea, no vuelve a ser la misma». Su aptitud frente a la literatura nos contagió hasta el punto de recibir El Quijote como la obra que hablaba de nosotros, los amantes de la literatura, y nuestra relación con el mundo. Ah, cuánto nos encariñamos de un supuesto hidalgo cuyo nombre era Alonso Quijada, o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben)… Así se nos escapaba la desmesurada inquietud de aprehender página por página. No olvidaremos nunca cuando don Quijote conoció el mar, así como no olvidaremos el curioso y definitivo encuentro con el Caballero de la Blanca Luna. ¡Cuántos caímos a su lado!
Núm. 160
Colima, Col., lunes 23 de septiembre de 2013
Persiste la necesidad del retorno, del mismo modo que persisten las cosas que nos esperan y valen la pena. En nuestro viaje de ida nos esperan los aposentos que siempre, por quedarse, permanecen: ¡cuánta gracia y verdad hay en eso de saber dónde caerse muerto! Pero antes, la huella, el registro de nuestro paso vagabundo, y tu llanto por el mundo, porque sos pueblo te quiero. Ah, Benedetti, usted también regresa.
Fotografía: Karla
Solorio
con ella leímos literatura novohispana
volver
a la maestra Hilda la apreciamos quienes la conocemos
,
el libro que usted ha puesto en mis manos acerca de los jesuitas
¿también recuerda ese día?
más de uno se ha desbaratado por contar y hacer público el modo en el que fue linda, hemrosa, con ellos
volver
gracias, maestra...
Y
C
Destéllico mural
o n t e n i d o
Es que somos muy pobres... Asiste al “Camino de la redacción” - martes y miércoles de 5 - 7 pm - Facultad de Letras y Comunicación. Informes: destellosfalcom@hotmail.com
Tecuitini. Palpita C3
Anahí González Hernández
Monólogo de la ausencia C3 Roma
Plural y singular en las abreviaturas C4 Montserrat Díaz
Hambre C5
Diles que no me maten... Y consigue uno de los últimos ejemplares de “Mercado de cuentos cortos”. $35.°° Servicio a domicilio sin costo (es en serio). También a: destellosfalcom@hotmail.com Luvina... Envía tu mensaje cultural y te lo publicamos. Ándale, ahí viene Macario.
Krishna Naranjo Zavala
Entrevista a Guillermo Vega Zaragoza C7 Mario Valencia
Read and think, please “Dreams and facts” by Bertrand Russell Los del Feca llegaron ya... C8 Charlie Chancro
C8
Universidad de Colima Facultad de Letras y Comunicación Director
Carlos Ramírez Vuelvas
Consejo Editorial
Ada Aurora Sánchez, Hilda Rocío Leal Viera, Víctor Gil Castañeda, Gloria Vergara, Krishna Naranjo, Fernanda Fernández
Coordinación
Abelina Ladín Vargas, Nélida Sánchez Ramos
Diseño y contacto
Mario Valencia, Rafael Olivares, Karina Sánchez, César Ávila, Sofía Haro
Fotografías
Karla Solorio
S
Impreso en el periódico “El Comentario” Daniel Peláez Carmona director
S
e
página web g
destellosfalcom.blogspot.mx e
contacto g
destellosfalcom@hotmail.com la opinión aquí expresada es responsabilidad de los autores
2
Tecuitini. Palpita
Monólogo de la ausencia
Anahí González Hernández*
Roma*
Tengo duda en mi pecho, mi corazón está en confusión, Noyollo conmati, arde.
Desde el abismo de la incertidumbre hablo a la sombra de aquél que espero con la paciencia desesperada de los amantes.
Sentir la espina, ¿dónde está clavada? Mi cuerpo lo resiente todo, pero mi corazón se quema de ardor, tecuitini. ¡Que salga la espina en donde arde! Yollotli, nemoani.
*Estudiante de Letras Hispanoamericanas
La gravedad me arraiga a esta tierra de etiquetas y máscaras mientras mi mente se eleva al viaje abstracto del amor y mi corazón, sostenido en medio de todo y nada, late al ritmo de siempre, de nunca. Y te miro en los rostros ajenos pero de reojo, porque mirar al suelo es más seguro, pero también es vano. Dime, pues, si es que quieres algo de mí. No eres tú en realidad, ¡es ésta mía necedad de creer en tu proximidad!... En mi salvación. Afirmar tal inquietud es reconocer que por más gritos de libertad aún no estoy salvada. ¿Salvada de quién? ¿De qué? De mí. ¿Parece poco? Quise decir, de mis egos, apegos, frustraciones… Hasta parece que me he tragado un libro de superación. Y entonces te pregunto: ¿para qué? Y tú, sin palabras ni miradas, sólo respondes: Para esto, para estas letras que renuevan tu piel para recordarte el gris de la existencia.
*Estudiante de Letras Hispanoamericanas
3
Plural y singural en las abreviaturas Montserrat Díaz Estos dos términos gramaticales los usamos inconscientemente en nuestra vida diaria. Son muy fáciles de identificar: por lo general, las palabras plurales en español las reconocemos porque la gran mayoría terminan en –s o –es. Pero, desgraciadamente, nunca nos enfocamos en ello, a pesar de que es algo tan simple que nos enseñan desde la primaria. Ahora veamos brevemente el plural dentro de las abreviaturas. ¿Qué es una abreviatura? Una abreviatura es la representación gráfica reducida de una palabra o grupo de palabras, obtenida por eliminación de algunas de las letras o sílabas de su escritura completa y que siempre se cierra con un punto. Se puede obtener por el truncamiento extremo de esa misma palabra, ejemplo: de departamento tenemos depto. o dpto., y puede cambiar según la región. Si la palabra en cuestión se refiere a varios miembros del mismo género, entonces es allí cuando el plural se expresa, duplicando la letra conservada, por ejemplo: la abreviatura de la frase Fuerzas Armadas sería FF.AA. Este procedimiento de duplicar las letras para formar el plural de las abreviaturas formadas por acortamiento extremo se aplica en aquellas abreviaturas que corresponden a expresiones complejas en las que sólo se pluraliza el elemento nuclear. Así, el plural de las abreviaturas E.S. (“estación de servicio”) es EE.SS. (“estaciones de servicio”), no EE.S., independientemente de que la palabra servicio se mantenga en singular en la expresión completa. En cambio, las expresiones singulares que contienen un elemento en plural no lo consideran en su formación; por ejemplo, la abreviatura correcta para la frase “asociación de vecinos” es A.V. y no A.VV. Para aplicar el plural en las abreviaturas depende en gran parte su método de formación, pues si la abreviatura se obtuvo por contracción, se aplican las reglas generales de formación del plural según sea la terminación, admones. por administraciones. Aunque como excepción, tenemos Ud. (usted) forma el plural en -s: Uds. (ustedes). El plural de las abreviaturas con letras voladas debe representarse con este mismo tipo de letras: n.os por números. Si la abreviatura corresponde a una forma verbal, para el plural se usa la misma forma que para el singular: cp., se utiliza como abreviatura de compárese y de compárense; D. E. P. puede abreviar tanto Descanse en paz como Descansen en paz. Y si pensaban que la ortografía no está presente aquí, pues lamento decepcionarlos, ya que las abreviaturas mantienen la tilde en caso de incluir la vocal que la lleva en la palabra desarrollada: pág. por página, íd. por ídem, C.ía por compañía. En general, las abreviaturas se escriben con mayúscula o minúscula según corresponda a la palabra o expresión abreviadas; así, se escriben con inicial mayúscula las abreviaturas de aquellos nombres o expresiones que se escriben de este mismo modo cuando se desarrollan: Bs. As. por Buenos Aires, mientras que las abreviaturas de nombres comunes se escriben normalmente con minúscula (salvo si van después de punto o al principio de un enunciado): pág. por página, c. e. por correo electrónico.
4
Por último, un dato muy importante que no quiero dejar pasar es que la abreviatura nunca debe quedar como único componente de una línea de texto; en esos casos, debe escribirse la palabra completa: En las librerías se venden libros, carpetas, bolígrafos, etc. Lo adecuado es: En las librerías se venden libros, carpetas, bolígrafos, etcétera. Ahora sí, ya no hay pretextos para no utilizarlas, sólo recuerden todas las reglas que se deben de seguir referente a éstas, pues aunque parezca difícil, es muy sencillo, y si lo ponen en práctica poco a poco se irán familiarizando hasta llegar al punto de hacerlo sin ningún esfuerzo. gdiaz1@ucol.mx
Hambre Krishna Naranjo Zavala Hay libros que por momentos gritan o susurran verdades obtenidas por experiencias hondas donde participa la carne, el espíritu y la materia. Una de ellas es el hambre: falta de pan, ausencia, deseo, imposibilidad; extraña conjunción de sensaciones. Al estar vacío se es más receptivo. Es falso que los copiosos almuerzos den vitalidad, por el contrario, amodorran, ya que la energía se concentra en el proceso digestivo. Pero todo tiene un límite, si se prolonga un ayuno —voluntario o no— se suele llegar a un estado especial, quiero llamarlo ánimo de un lirismo efervescente. Dicen los expertos en materia de salud que ayuno no es lo mismo que inanición. Lo primero es considerado un arte milenario, mientras que lo segundo es la privación de alimento de manera forzada. Sin embargo, durante los primeros días de abstención, quizá sobrevienen los mismos o similares síntomas como limpieza de las vías respiratorias, hipersensibilidad ante cualquier estímulo externo, cierta sensación de nerviosismo (como la que provoca el café cargado), agilidad física, por mencionar algunos.
Estoy pisando un terreno que no me corresponde pero el asunto del ayuno y la inanición surgió a propósito de una lectura que me atrajo lo suficiente para pensar en los estómagos desiertos de algunos literatos, porque han captado con una lucidez avasalladora verdades que están en el aire, volando por ahí, al alcance de ojos agudos y de almas sensibles. Hoy me refiero al escritor noruego Knut Hamsun (1859-1952). Vale la pena leerlo, reivindicarlo como una de las extraordinarias voces de la literatura universal y de paso entender la razón por la que obtuvo el Nobel de literatura en 1920. También he de advertir la probable confusión (o decepción) que puede llevarse el lector respecto de la postura a favor del nazismo de parte del noruego. Pero centrémonos en el verdadero objeto de interés, la obra literaria. El escritor padeció hambre, experimentó la miseria, la falta de techo, de rumbo. Su novela Hambre, publicada en 1890, contiene pasajes autobiográficos: un escritor vive en paupérrimas condiciones y anda a la deriva en Christiania, Noruega, con la esperanza de recibir unas cuantas coronas por sus artículos, a la vez que se enfrenta con el rechazo de un periódico que le reprocha su lejanía con el lenguaje popular. Su exceso de orgullo no lo dejó pedir ayuda a sus allegados a pesar de que el hambre se agudizaba hasta debilitarlo. Las calles de la ciudad noruega no tenían nada que ofrecerle, sólo panaderías utópicas que cristalizaban su imperioso deseo por saborear un grueso bocadillo, además de los escenarios de sus cavilaciones que demostraban varios temperamentos gracias al hambre: desesperación, angustia, ira, hasta una especie de religiosidad cuando arrojaba —como quien lanza una botella al mar— un mensaje para un dios que no alivia ni siquiera con una modesta sopa de verduras. Sin duda, lo de este personaje no era ayuno sino inanición, provocándole a ratos, ciertos arrebatos místicos: El hálito silencioso de la noche daba un rumor quedo; todo estaba silencioso, todo. Sólo arriba, en lo alto, palpitaba el canto eterno, el aliento del mundo que nunca cesa. Yo percibía tan profundamente este rumor de las cosas eternas, que acabó por empavorecerme. Era, sin duda, la sinfonía de los moles estelares, de la rotación de los astros milenarios, que se derrumbaba sobre mí como un canto de estrellas… (1983, p. 32). La novela, de corte intimista o psicológico, nos revela la introspección de un escritor que-a manera de monólogo- trasluce cómo el estómago desierto va poblando la mente y el espíritu de experiencias delirantes y aterradoras, cuyo resultado, querámoslo o no, es la ágil conciencia humana pulida por la locura del hambre. El personaje desfila por este camino de penurias encarando circunstancias disímiles: la dignidad amenazada, un amor repentino que parece mitigar su soledad, personajes extraños que son tomados en cuenta gracias a los ojos del observador hambriento que no tiene un rumbo fijo o algo que defender, excepto una inmediata necesidad fisiológica. Entonces cada elemento del escenario callejero es un todo que el aventurero famélico desentraña. Existe un abanico amplísimo de expresiones populares que
5
registran creencias compartidas a propósito de esta dolorosa necesidad. Selecciono algunas: “El hambre es la compañera del perezoso”, “quién no es para más, de hambre en su tierra perecerá”, “es más listo que el hambre”, “quien de esperanzas vive, de hambre muere”, “el hambre es mala consejera”, “cuando el hambre entra por la puerta, el hambre sale por la ventana”, “el hambre y la guerra, para verlos a cien leguas”, “el hambre agudiza el ingenio”, “en mi hambre mando yo”. A menudo se relaciona el hambre con la pereza. ¿Pero qué ocurre cuando la escasez es un trueno que confina a la angustia deliberadamente, sin tomar en cuenta los esfuerzos humanos por sobrevivir? ¿No pretendí un puesto de tenedor de libros, e insistentemente ingresar en el Cuerpo de Bomberos? ¿No me esforcé cuánto pude por proporcionarme una colocación, escribir artículos? ¿No dediqué mi juventud al estudio más afanoso, leyendo y estudiando como un monomaníaco? (…) ¿Vivía acaso en un hotel confiado en un mañana incierto para saldar mis obligaciones? En un sotabanco vivía, en un desván abandonado, en el que el pasado invierno Dios derramó su bendición anegándole de blanca nieve. En verdad y sinceridad de espíritu, el rigor de mi destino me era cada vez más incomprensible (p. 45).
6
Las citas ponen en contraste dos (de varias) reacciones desencadenadas por el hambre que adquieren a lo largo de la novela, diversos matices. En la primera, el sujeto casi erige una poética alucinada sobre la atmósfera nocturna desde un rincón del bosque donde pudo guarecerse a falta de hogar, mientras que la segunda ofrece una serie de interrogantes dignas de un tipo preocupado, con los pies en la tierra, ofuscado ante las encrucijadas de la existencia (preguntas que nos resultan vigentes). Desde luego que este lirismo efervescente propiciado por el hambre no se coloca sólo en los personajes de Hamsun, encontramos en novelas que tienden a lo biográfico, estampas de miseria, marginación, vagabundez, hambre. Conciencias que desprovistas de recursos materiales se proponen paladear una rebanada de pan y tocar las estrellas: errabundos con tímidas luces de esperanza, veredas tortuosas que al final conducen a una introspección y generan experiencias relevantes. Ahora le toca al lector recuperar esos personajes hambrientos que como nosotros padecen, buscan y preguntan.
Referencia bibliográfica Hamsun, Knut (1983), Hambre. Pan, México, Editorial Porrúa.
«Poeta es aquel que, hasta cuando hace la lista del super, le sale lo poeta»: Guillermo Vega Zaragoza Fotografía de su cuenta en facebook
Mario Valencia
Primero, gracias por aceptar esta entrevista informal. Empecemos por adentrarnos a tu ámbito creativo; para ti, ¿qué significa la poesía? Para mí. la poesía es el intento, a veces infructuoso, de tratar de capturar un instante de existencia en un conjunto de palabras entrelazadas de una manera original y única. M: Al aludir la existencia, se relaciona sin duda con la “experiencia cotidiana”; ¿estás de acuerdo con que el poeta deba experimentar para conocer aunque, digamos, siempre se quede en el “tratar de capturar instantes”? G: Nunca se pueden capturar del todo los “instantes” a través de las palabras. Sólo acercarse. Los grandes poetas se acercan mucho más que los demás. Ahora, la existencia implica tanto lo cotidiano como los grandes momentos de la vida del poeta. En rigor, para el poeta todos los momentos, incluyendo los cotidianos, pueden ser grandes momentos que ameritan el ser capturados a través de la poesía. M: Podríamos decir que el poeta no vive advertido pero sí atento siempre a lo que sucede alrededor: experimenta, prueba, analiza, corrige, crea, y entrega una solución, una muestra de todo lo que queda del proceso creativo. ¿Qué piensas de que el poeta sea un laboratorio? G: En ese sentido, soy rimbaudiano y nietzscheano. Creo que el poeta tiene que experimentar todo: todos los sentimientos, todas las emociones, y llegar a un ordenado
Guillermo Vega Zaragoza (D. F., 1967) es maestro universitario, periodista y escritor. Su literatura abarca el cuento y la poesía. Ha colaborado en diversos suplementos literarios de México, y su creación literaria ha formado parte de antologías publicadas en el extranjero. A diferencia de su Antología de lo increíble (2004) y Desde la patria del insomnio (2007), Vega Zaragoza publicó su poemario Sinsaber de manera independiente. La presente conversación que se sostuvo el día 16 de mayo de 2012, a través de una plataforma en internet, sólo fue publicada en el blog personal de Guillermo: http://ombloguismo.blogspot.mx/
y concienzudo desarreglo de los sentidos, como dice Rimbaud en la famosa Carta del vidente, con drogas o sin drogas, no importa. Por otro lado, como dice Nietzsche, el artista, el poeta, tiene que estar siempre borracho, pero de vida, de ganas de vivir, de experimentar, de que no se le escape nada. ¿Cómo se puede capturar un instante que no se ha vivido, que no se ha experimentado? Y sobre todo: ¿cómo se puede capturar en palabras lo no vivido y transmitirlo en forma de poesía? A mí me interesan más los poetas, digamos, vitalistas, que los poetas de lenguaje. El equilibrio en esos dos elementos da como resultado a los grandes poetas.
«El poeta tiene que llegar a un ordenado y concienzudo desarreglo de los sentidos» M: Tocaste el punto esencial que separa lo que es poesía y lo que no puede ser. Como poeta, ¿cómo clasificas tus poemas?, quizá has reescrito varios poemas, y eso no significa que dejen de ser poemas. ¿Qué piensas al respecto? G: Yo identifico dos etapas en lo que he escrito de poesía: la primera, en la que no tenía muy claro ni lo que quería decir ni había identificado mi voz poética. Fue una época muy intuitiva, muy de andar a tientas, pero sobre todo de aprendizaje y de
unas ganas bárbaras de decir, lo que fuera, pero decir. Ya la segunda, que me aconteció hace apenas unos tres o cuatro años, fue donde, primero, identifiqué mi voz, dije: “así es, éste soy yo”. Y segundo, me desentendí de todo lo aprendido y asimilado y asumí una libertad absoluta donde lo importante, además de la forma, es la “verdad poética”, que el poema diga lo que verdaderamente tiene que decir, incluso si parece que está mal dicho, o que se podría decir de mejor manera. En ese sentido, no trabajo mucho los poemas ni los corrijo mucho después de escritos. Ya salen como deben de salir. Y si no salen bien, pues es que no les tocaba ser poemas. Claro que sé de composición, métrica y esas cosas, pero ya está tan interiorizado que no pienso mucho en ello. Lo que me importa es que los poemas suenen a poesía. A lo mejor no sé explicar esto muy bien, pero si un poema suena a poesía es que es poesía, y si no, pues no. M: Creo que resumes el gran escollo de los críticos por explicar el fenómeno de la identidad poética. Antes del cierre oficial, ¿te gustaría agregar algo, Guillermo? G: Nada más decir que, aunque a veces me mencionen así, yo no me considero poeta, ése es un título inmerecido. Yo escribo versos y, a veces, algún poema medio bien hecho, que transmite algo a quien lo lee. Poeta es aquel que hace poesía hasta cuando no quiere hacer poesía, que hasta cuando hace la lista del super, le sale lo poeta.
7
Read and think, please Dreams and Facts (Fragment)
Los del Feca llegaron ya... Charlie Chancro*
by Bertrand Russell The influence of our wishes upon our beliefs is a matter of common knowledge and observation, yet the nature of this influence is very generally misconceived. It is customary to suppose that the bulk of our beliefs are derived from some rational ground, and that desire is only an occasional disturbing force. The exact opposite of this would be nearer the truth: the great mass of beliefs by which we are supported in our daily life is merely the bodying forth of desire, corrected here and there, at isolated points, by the rude shock of fact. Man is essentially a dreamer, wakened sometimes for a moment by some peculiarly obtrusive element in the outer world, but lapsing again quickly into the happy somnolence of imagination. Freud has shown how largely our dreams at night are the pictured fulfilment of our wishes; he has, with an equal measure of truth, said the same of day-dreams; and he might have included the day-dreams which we call beliefs. [...] Men’s personal and group dreams may be ludicrous, but their collective human dreams, to us who cannot pass outside the circle of humanity, are pathetic. The universe as astronomy reveals it is very vast. How much there may be
beyond what our telescopes show, we cannot tell; but what we can know is of unimaginable immensity. In the visible world, the Milky Way is a tiny fragment; within this fragment, the solar system is an infinitesimal speck, and of this speck our planet is a microscopic dot. On this dot, tiny lumps of impure carbon and water, of complicated structure, with somewhat unusual physical and chemical properties, crawl about for a few years, until they are dissolved again into the elements of which they are compounded. They divide their time between labour designed to postpone the moment of dissolution for themselves and frantic struggles to hasten it for others of their kind. Natural convulsions periodically destroy some thousands or millions of them, and disease prematurely sweeps away many more. These events are considered to be misfortunes; but when men succeed in inflicting similar destruction by their own efforts, they rejoice, and give thanks to God. In the life of the solar system, the period during which the existence of man will have been physically possible is a minute portion of the whole; but there is some reason to hope that even before this period is ended man will have set a term to his own existence by his efforts at mutual annihilation. Such is man’s life viewed from the outside.
Es bien conocida la polémica, acarreada desde hace varios años, sobre las becas federales para la creación literaria en México. Los contendientes que no son seleccionados para recibir este apoyo (bien o mal pagado), son quienes por lo general escudriñan el régimen institucional, lo desbaratan con un tercer ojo que nace después del rechazo; en sus artículos de opinión al respecto nunca falta el qué bueno que no me metí en eso; es bien conocida, por supuesto, que dentro llevan el alma asceta de un poeta guanajuatense para decir: que no nos den las becas «para no llorar de amor». Ya que estamos con el cocodrilo de la ciudad de los túneles, por qué no sugerir, en boca de los llorosos rechazados, una adecuación a sus versos; diríamos, entonces: «uno no sabe por qué primero llega la beca y después las creaciones». Un colega mío cuestiona no con menos sarcasmo: «En Colima, ¿a las cuántas constancias se hace uno poeta? ¿A las cuántas lecturas y fotografías? ¿A los cuántos likes en Facebook podemos decir que lo que se publica es literatura?». Pero este joven chimpancé, colaborador de Destellos, nos dice que sabe hacer palomitas y que, cuando no, escribe poemas. Al menos ahí hay un acto de sinceridad, de disposición auténtica a la creación literaria. Espero, si se puede esperar, que los nuevos becarios utilicen el beneficio económico que no mira, por cierto, de dónde o cómo llega el taco a la boca en los municipios que rodean a la capital, los cuales, sobre todo, tienen palmeras genuinas. *Estudiante de Letras Hispanoamericanas
§ visita §
destellosfalcom.blogspot.mx
§ publica §
destellosfalcom@hotmail.com
8