Cenizas
quedan...
Colima, Col., jueves 12 de diciembre de 2013
El momento en que don Quijote conoció el mar, el mundo dio testimonio de las grandes experiencias. En una mano, por ejemplo, cabía la inmensidad del océano y en los dedos se extendía la dolencia de una orilla. Desde entonces aquí y allá se erigen fronteras horizontales, otras sólo son reconocidas con los pies descalzos. Sobre esto, hay quienes encuentran refugio en este tipo de horizontes. Pero hay quienes, al final del viaje, regresan su mirada al Centro desde la periferia. Alguien más resbala en lágrimas como parte del extraño y necesario ritual que consiste en despedirse de los lugares. Podemos describir los matices que tiene el adiós, el volumen de las cenizas en el aire, la esperanza de que algo de ese rastro brota de nuevo con gran elogio a la vitalidad. Fue en Barcelona, por fin, donde el océano pectoral de don Quijote encontró su desembocadura.
Núm. 162
Gracián de Hierro Genie del Carmen Ceceña Ayala Colaboradora de fotografías en este número
(07 de Mayo de 1982, Colima) Estudiante de la Lic. en Música, especialidad en Canto en el Instituto Universitario de Bellas Artes. La vida me llevó desde pequeña, gracias a mi abuela materna, de la ciudad al campo, de ahí no pude escaparme, de la contemplación de los pequeños misterios que rodean los ojos de una niña, aunque Colima ya era desde entonces una ciudad de muchos matices. Esta combinación, y crecer en un ceno familiar lleno de música, de color, de fiesta, de folclor, influyeron la forma en que ahora veo la vida. Lo que viste una imagen que es capturada con una cámara no es otra cosa que la mirada de cada ser humano ante otro que danza en su vida cotidiana.
R. Frank
En la circunferencia del lago por la silueta del río donde tus pasos donde tu caballo donde nosotros en tu fecha de nuevo montar revivimos el frío damos un paso al manantial de donde se alimenta nuestro sauce pestañas que alzan el vuelo ahora descansan suaves son escalones de muros de roca y nieve bebemos de la provincia vecina espumosa luz de llamas nuestra infusión aceitosa manantial cafeto cebada Ojo de agua al hielo mineral ¿Dónde los ríos los conducen locomotoras?
Tengo 31 años y desde pequeña tengo el gusto de capturar momentos sin darme cuenta también estaba capturando emociones.
Universidad de Colima Facultad de Letras y Comunicación Director: Carlos Ramírez Vuelvas Consejo Editorial: Ada Aurora Sánchez, Hilda Rocío Leal Viera, Víctor Gil Castañeda, Gloria Vergara, Krishna Naranjo y Fernanda Fernández.
Coordinación: Abelina Ladín Vargas Diseño y contacto: Mario Valencia, Rafael Olivares, Karina Sánchez, Sofía Haro, César Avila Fotografías Genie del Carmen t Impreso en el periódico “El comentario“
Daniel Peláez Carmona Director t
página web destellosfalcom.blogspot.mx contacto destellosfalcom@hotmail.com
la opinión aquí expresada es responsabilidad de los autores
Ciudad de los Túneles Edmundo Torres Redentor optométrico,
En aquel inquietante espejo
que tu binaria posición
se encontraban, por aquel entonces,
libere corolas adustas.
Arreola y el Che, que era Guevara. entre boina y biciclo transitas
ventana pulmón aspira ciudad
cuerpo e/s-p.ora palmea ventrículo
Un hombre hace malabares con la C J A E J J E E T A
de
las palabras
se dejan tentar
vienen u n a
en
u
n
a
para que las palpes para que las tientes con tus manos para que las tientes
T
A
y hagas de ellas, Pecado
T
las torres A
al pie de los abetos
la ciudad me a r t i ll a A L D A A P R habla la ciudad Los son donde su voz se escucha T L E S Ú N E
salen lanzadas El ámbar recorre la noche y los caminos que se vaya consumiendo la d e s p e d i d a
Cómo empieza un Cervantino Cristina Gaona 30 de abril de 1967. Un fraude electoral, conflictos por el petróleo, masacres en el norte y hambre fueron los motivos para que, después de un golpe de estado y varias batallas, Odumegwu Ojukwu anunciara en el parlamento la secesión de la región del sudeste de Nigeria, proclamando la República de Biafra como estado independiente. Dos meses y seis días después, Nigeria dio comienzo a las maniobras bélicas para recuperar el territorio de Biafra, lo que daría inicio a la Guerra Civil de Nigeria. El 19 de mayo de 1968 los nigerianos lograrían un importante avance sobre el territorio biafreño, lo que les daría la oportunidad de realizar sobre el nuevo estado independiente un cerco no solo territorial, sino político y económico, un cerco que acentuaría la sed, el hambre, las infecciones, las llagas, la pus. Las fotografías de niños esqueléticos con vientres inflamados comenzaron a difundirse por todo el mundo. La ayuda humanitaria comenzó a llegar, pero el afán de neutralidad hizo mella en las posibilidades de intervención internacional: nadie quería ser responsable de asumir ninguna postura. Y así, durante tres años, un millón y medio de vidas se perdieron en medio de la masacre y la inanición provocadas por Nigeria, hasta que Biafra bajó las manos y se rindió ante la expectación del público internacional. Publico que no dejaba de condenar la miseria en África sin atreverse a hacer algo por impedir o menguar el sufrimiento. Miércoles 9 de octubre de 2013. El Festival Internacional Cervantino (FIC) es el evento más esperado del año en Guanajuato. Lo es, ya sea porque se disfrute o porque se sabe de las incomodidades que trae consigo y que hay que tomar precauciones al respecto. El FIC da inicio con una larga fila que comienza en el acceso a la Explanada de la Alhóndiga en la calle 28 de septiembre, da vuelta por la calle Mendizábal y
llega hasta la avenida Juárez. La cercanía que se puede tener al escenario es proporcional a la hora en que llegue uno a formarse. Formarse a las 4 de la tarde y mantenerse tres horas y media en la fila prácticamente garantiza uno de los mejores lugares gratuitos que se pueden obtener. Después de esta larga fila, de gente que logra conseguir un lugar en ella y horas de espera, comienza el acceso regulado por policías que buscan armas e indican dónde debe uno sentarse. Después, es sólo esperar más hasta que una voz al micrófono anuncia la tercera llamada para dar comienzo al primer espectáculo del 41 Festival Internacional Cervantino. Justo cuando los últimos rayos del sol se vislumbraban en el horizonte, Rubén Rada y sus siete músicos aparecen sobre el escenario, provocando los aplausos y los gritos del público. Acordé con la temática del FIC de este año sobre la violencia, la primera canción interpretada dentro de marco del festival fue “Biafra”, cuya letra llama la atención a la humanidad sobre su indiferencia a los conflictos sociales, específicamente a la desaparición de Biafra, país africano que solo existió como tal tres conflictivos años . Así comienza la catarsis del hombre moderno, de los Guanajuatenses y los turistas de la ciudad que buscan en el arte el alivio o el olvido. Porque es innegable que quieres acuden a los eventos culturales buscan una satisfacción que la vida común y la rutina no ofrecen, una satisfacción que sólo el arte puede proporcionar. Rubén Rada hizo latir los corazones de la Alhóndiga con su música, uniéndose así a la cadena de importación del candombe, ritmo africano que nació en Agola y que se convirtió, durante muchos años, en el medio de comunicación entre los africanos que fueron llevados a Montevideo con el fin de ser esclavos. Durante la época
Sísifo Martín Ibarra Ceja colonial, dichos esclavos encontraron en este ritmo el medio de conexión con su tierra y con su espíritu. A través del candombe sobrevivió su identidad, víctima de la represión y avasallamiento del que eran objeto, hasta que su música, antes ceremonial, se convirtió en parte de la identidad de Uruguay. Así, los asistentes de la Inauguración del FIC se convirtieron en el último eslabón de esta cadena que comenzó con la solemnidad de los ritos religiosos africanos, continúo con un medio de sobrevivencia al dolor, luego con un Patrimonio Cultural Intangible declarado por la UNESCO y, al final, una actividad recreativa. Rubén Rada logró interactuar con el público enseñándoles los coros de sus canciones e invitándolo a cantar con él. La gente no sólo fue espectadora, sino que se convirtió en parte del concierto con sus aplausos, silbidos y gritos, que fueron integrándose a los instrumentos de la banda. En pleno apogeo de la fiesta, los juegos pirotécnicos amenizaron la celebración llenando de colores el cielo y provocando el éxtasis sensorial de los presentes que luchaban por mantener el equilibrio y observar la pirotecnia sobre las barras metálicas de las gradas. Y así, con este esplendoroso final, Rubén Rada se despidió de su apasionado público, de las personas que lo aceptaron y se aceptaron a través de sus canciones que llevan, en el fondo, la enseñanza de que el amor está en todas las formas y todas las situaciones. Y como llegaron, las personas se fueron retirando en largas filas por las entradas de la Alhóndiga a sus respectivos destinos: beber, comer o dormir. Todas ellas sin imaginar que lo que oyeron, vieron y vivieron fue creado en medio de la miseria, de la tristeza y la tragedia. Así es el arte: un medio para sobrevivir, la catarsis del dolor. *Estudiante de la Universidad de Guanajuato
Una tarde como cualquier otra transcurría en la central “de los foráneos”. Ese momento entre las cinco y las siete cuando el andén está casi vacío y sin camiones. A lo lejos, sobre la barda, un autobús apareció, serpenteó por la bajada y a paso lento se dirigió hasta posarse bajo el viejo letrero de color verde que decía “17”. El sonido que hace el aire de la suspensión al apagarse el motor sacó de ese trance morfeico a aquella figura avejentada que, tras levantarse de la jardinera en que se hallaba sentado, sacudió el desánimo de su camisa; la palabra MALETERO se formó cuando la estiró. Tomó su oxidado y mal soldado diablito y caminó hacia cualquier posible trabajo. Arrastraba el artilugio detrás de él a la velocidad justa que le dictaba la época. Con el nuevo milenio ya nadie viajaba cargado de equipaje. La gente bajaba del vehículo y desfilaba frente a la mirada escudriñadora del hombre que buscaba cliente. A unos diez metros de su destino notó la escena que no encajaba. Una muchacha jalaba con una mano dos belices del doble de su tamaño y en la otra un bolso del tamaño de una maleta, o una maleta que parecía un bolso. Apretó los ojos para ver mejor y cuando confirmó que era
real lo que veía, aceleró el paso El viejo sentía que no avanzaba. Por más rápido que se movía notó que la distancia no disminuía. La muchacha forcejeaba no tan lejos de él. El hombre casi corría, sus piernas daban zancadas largas, las ruedas del diablo chillaban, pero no lograba acercarse. ¡El piso! ¡El piso se alargaba! Ya no eran diez metros sino cincuenta los que los separaban. La muchacha avanzaba muy lento pero se movía. Gotas de sudor salían por la frente del viejo y se colaban entre sus patillas de insurgente. Finalmente sintió que avanzaba. Apenas corrió quince metros, un laberinto de personas surgió del suelo. –¡Cómper, cómper, compermicito! –decía agitado–. ¡Mija, mija, yo le ayudo! ¡Péreme! –Gritó un par de veces hasta salir de la maraña de pasajeros. Tras un gran esfuerzo logró alcanzarla a unos cuantos metros de la entrada al edificio. –Mija, pásemelas, yo le ayudo –dijo al mismo tiempo que estiraba la mano para tomar los belices y ponía su herramienta frente a él con un ágil movimiento. –¡No, yo puedo! –Le contestó la muchacha. El viejo se petrificó. La muchacha cruzó el umbral junto a un “Bienvenida” que dijo el guardia sentado junto a la puerta.
*Estudiante de Letras Hispanoamericnas
¿Sabes de dónde vienen las palabras que usas? Diana G. Cisneros, Adriana A. Rivera y Saraí Solís Todo comenzó desde tiempo atrás cuando en 1492 se hizo presente el descubrimiento de América; ahí inició un intenso intercambio cultural, en el cual las lenguas indígenas se enriquecieron con vocablos castellanos, al mismo tiempo que el castellano incorporaba cierto número de nuevos vocablos de las lenguas indígenas. Por ello, hoy en día se consultan los diccionarios monolingües españoles para averiguar si se registra el vocablo “americanismo” y estudiar su definición. En ellos se observa que, en general, la voz y el concepto lingüístico están relacionados casi exclusivamente con Hispanoamérica y no con España, como comúnmente se creería. De esta manera se ve a los americanismos como “voces usadas por los pueblos hispanohablantes, surgen como resultado de la más genuina expresión de su origen e idiosincrasia, con aportes de dialectos y lenguas aborígenes que dan su aporte a la lengua que nos une, y a la vez, estos giros y usos diferencian al español americano del español peninsular”. (1) Para referirnos a este tipo de vocablos, nos parece pertinente citar a Gútemberg Bohórquez, quien considera americanismo por origen lo siguiente: todo elemento léxico español de procedencia indígena, o creado por hispanohablantes americanos sobre elementos propios del español general. [Y] Conforme a este criterio se puede clasificar los vocablos americanos según la difusión y la procedencia de la voz (Bohórquez, 1984, págs. 104-108).
Desde otra perspectiva, la Real Academia Española ha admitido “americanismo” en el Diccionario de la lengua española
como: ´vocablo, giro, rasgo fonético, gramatical o semántico peculiar o procedente del español hablado en algún país de América'. Parafraseando al Diccionario de Mexicanismos (en la introducción de Concepción Company Company), obra de la Academia Mexicana de la Lengua, las rutinas y los hábitos lingüísticos nos otorgan la identidad del mexicano; esto mismo sucede con los americanismos pues, sin duda, han sido de gran ayuda en lo que se refiere a vocablos nuevos que se incorporaron a nuestro léxico, que ahora es impensable no tenerlos en nuestra cotidianidad, ya que –como bien lo dice la lingüística– se vuelven hábitos lingüísticos. Algunos ejemplos que aporta México a los americanismos son los siguientes: aguamielero, ahuizotada, ambulantaje, brujez, cajetear, aunque algunos de ellos han caído en desuso. Otros ejemplos que provienen del náhuatl, lengua de los aztecas aún con gran vitalidad en nuestro país, son: aguacate, zoquete, petaca, petate, chocolate, cacao, tomate, coyote, hule, tiza, chicle y cacahuate. Del taíno (2), lengua de una comunidad indígena que se habló en una zona de las Antillas Mayores (Puerto Rico, República Dominicana, Haití y Cuba) antes de la llegada de los españoles, provienen vocablos como: ají, barbacoa, batata, bejuco, cacique, canoa, carey, caimán, caoba, ceiba, cuba, entre otros. Tal y como mencionó Ferdinand de Saussure en su "Curso de Lingüística General", a propósito de los conceptos de lengua y habla, la lengua es un sistema de signos, pero el habla es el uso individual de ese sistema. Y es el hablante, con el uso que hace de esa lengua, quien modifica y agrega usos y formas, cuando esos mismos usos y formas llegan a ser utilizados por mayorías o grupos cultos. Por ello, tomando como referencia esta distinción primor-
dial, los lingüistas hispánicos e hispanoamericanos han propuesto varias definiciones teóricas de “americanismo”. Sin entrar en una exposición detallada, diremos que la discusión se ha centrado en discernir si “americanismo” es un término que deba definirse tomando el criterio del uso exclusivo en Hispanoamérica o, por el contrario, si se debe considerar que se trata exclusivamente de voces que tienen su origen en el continente americano. De esta manera, nosotras, como futuras lingüistas opinamos que los americanismos forman parte de nuestro ente como mexicanos pues, sin duda, los concebimos como nuestros a pesar de que llegaron de otras tierras y vinieron para quedarse; hemos adoptado ya estas voces no como algo extraño, sino como algo común. A partir del descubrimiento de América se desencadena todo este fenómeno, luego se inicia la comercialización y el intercambio de mercadurías, por eso muchos de nuestros vocablos fueron y otros llegaron, así como la humedad, que está en todas partes. En una encuesta realizada a estudiantes, se les preguntó si consideraban que ciertos vocablos que usamos con frecuencia, por ejemplo, barbacoa, ceiba, brujez o cajetear eran de México. La mayoría respondió que sí, sin pensar que, en realidad, no fueran mexicanismos de origen. Sin embargo, al término del cuestionamiento, se les dijo que en realidad eran americanismos, pues eran palabras que se habían incorporado pronto a nuestro léxico, provenientes de lenguas que ya se hablaban en alguna parte del continente americano. Muchas veces es impensable no ver más allá de lo que consumimos, hablamos o lo que vestimos; no nos detenemos a pensar que las palabras que usamos no son exclusivas de México. Tal como lo hemos venido diciendo, es muy rico el léxico que tenemos, como apapachar o cacahuate, entre muchas otras más muy familiares para nosotros, pero también voces como huracán, cancha o cigarro, interesantes en sí mismas por su origen, a pesar de que no las distinguimos como americanismos. Así que ahora ya sabes de donde provienen las palabras que usas con frecuencia y que desconocías, cuyo origen se dio donde menos te imaginaste pensar. (1) Educar. (s.f.). Recuperado el 17 de octubre de 2013, de http://www.educar.org/americanismos (2) Etimología de Chile. (s.f.). Recuperado el 22 de Octubre de 2013, de http://etimologias.dechile.net/?tai.no *Estudiantes de Lingüística
Comentario en torno a Dichosos como una piedra de Avelino Gómez Mario Note Valencia No es que las piedras sean mudas; sólo guardan silencio. Humberto Ak’abal La construcción de los lugares tiene mucho que ver con el sentido de la permanencia; a veces, la necesidad de permanencia desemboca en el acto de nombrar. Dichosos como una piedra de Avelino Gómez es un lugar al que, como lector, lo nombro para su estadía espacial y temporal en mi biblioteca. El sentido evocador de las grandes y pequeñas cosas tiene la suficiente voluntad de memoria (con su follaje natural) para traer al presente hechos significativos. A más de uno le ha pasado que cierra el día con el nombre. La primera línea de la novela de Dichosos como una piedra ya de por sí es contundente: “Decidí ir a Tonaya por motivos más o menos terapéuticos: por aquellos días el mundo no me quería y yo tampoco a él”. El narrador desplaza los hechos de la memoria, como en un rompecabezas, como si le importara en realidad llevar a la superficie las imágenes del pasado que incumben al hecho de ir a Tonaya, con motivo de un Festival de Poesía. El motivo de asistencia permea a Tonaya, abre la auténtica narración de esta historia. En cambio, el narrador no dice “Decidí ir a un Festival de Poesía en Tonaya…”, y se entiende. ¿Acaso los lugares no son configurados, en primera instancia, por el recuerdo que tenemos de ellos? Es Tonaya y las coordenadas sensibles de la historia; es Tonaya y la tensión entre la experiencia vital y la literatura (no menos vital, por cierto); es Tonaya y el desdoblamiento de Avelino Gómez para desprender del mundo la permanencia de los lugares. En la agradable edición gráfica, visual, que el consejo editorial de la Universidad Autónoma del Estado de Méxi-
co realizó para Dichosos como una piedra, aparece en la contraportada un comentario de Pablo A. Galerna en la que afirma cómo Avelino, desde su estancia en Argentina, escribió esta novela. El comentario, sin duda, no nos habla del argumento de la novela, pero sí mucho de las evidencias textuales que abogan por la correspondencia, otra vez, entre la literatura y la experiencia vital. ¿Cómo, desde el extranjero, Avelino fue habitado por la configuración memorial de Jalisco y Colima? Me parece que no en mucho tiempo Avelino Gómez contará con una línea en su biografía que mencione este efecto, quiero decir, del escritor habitado por los lugares. En la escena de la literatura nacional persisten los escritores que, sin forzar el acto, encuentran en los espacios, los auténticos lugares, el sentido de permanencia; se sabe que hay a quienes les parece que las ciudades metropolitanas no terminan de construirse, hay a
quienes fuera de México reciben el espasmo del recuerdo y les trabaja la literatura. Hay que mirar hacia ellos, hay que mirar hacia quienes, sin ser cronistas, abordan los espacios de las ciudades, las provincias, y con el acto de narrar nos dicen más que los fotógrafos fanáticos o sociólogos de ciudades invisibles. Hay que mirar, entonces, las fisuras con que nos asombra la literatura de quien la escribe. La convocatoria que hace el narrador acerca de Tonaya está desprovista, sin duda, de vicios voyeristas. En el acto de nombrar encontramos el sentido auténtico de la evocación, de convocar a los objetos del mundo. Es la presencia de la literatura, en tanto su correspondencia con la experiencia vital la que, por cierto, deja der ser cada vez menos cotidiana afortunadamente. Agradezco la lectura de Dichosos como una piedra; a Avelino Gómez la composición de esta novela. Abogo, sobre todo, por la permanencia de esta literatura.