Armando Palacio Valdés y El Maestrante
Chelo Veiga. Bibliotecaria-Documentalista
Table of Contents SU VIDA
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SU OBRA
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CARACTERÍSTICAS GENERALES PRODUCCIÓN LITERARIA
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EL MAESTRANTE
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ESTRUCTURA PERSONAJES CRÍTICA
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BIBLIOGRAFÍA
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Su vida Autor un tanto olvidado y desconocido con pocas críticas rigurosas todavía de su obra y del que carecemos de una buena bibliografía. Armando Palacio Valdés fue uno de los novelistas más leídos y traducidos de su tiempo que tuvo una vida apacible, cómoda y sin demasiados sobresaltos y que sintió por Asturias un amor entrañable a lo largo de toda su vida. Nace el 4 de octubre de 1853 en Entralgo, Laviana, en una típica casona asturiana o casa solariega perteneciente a una familia rica de clase media. Fue inscrito como Armando Francisco Bonifacio Palacio Valdés. Su padre, Silverio Palacio Cárcaba, natural de Oviedo, fue abogado de profesión, hombre afectuoso, inteligente y sensible; su madre, Eduarda Rodríguez Valdés, de Entralgo, perteneciente a una aristocrática familia avilesina, enérgica y activa aunque de naturaleza enfermiza. Fue el mayor de tres hermanos y sobrevivió a los dos. “El cielo me concedió una madre solícita y tierna, un padre sensible, noble, ilustrado.”1
Figure 1 Casa natal
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Armando Palacio Valdés, p. 13
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Figure 2 Casa natal en Entralgo, hoy Centro de Interpretación
Seis meses después de su nacimiento se trasladan a Avilés, a la calle Rivero, ciudad en la que estudió sus primeros estudios mayoritariamente en la escuela pública de Don Juan de la Cruz, maestro a la antigua usanza que combinaba erudición con ternura. Avilés será la ciudad de su infancia. No será hasta los seis años cuando vuelva a la aldea de su nacimiento. “Avilés guardaba en aquel tiempo mas de una semejanza con Atenas. Porque reinaba la alegría y el decoro y el amor al arte como en la ciudad de Minerva, y además se vivía en una dulce ociosidad que permitía consagrarse enteramente a los placeres del espíritu.”2 Su infancia y adolescencia transcurren entre la aldea y la villa, tierra adentro y junto al mar, mundos que aparecerán frecuentemente reflejados en sus novelas como en José o en La aldea perdida. “Mi infancia y mi adolescencia se pasaron en dos medios bien diferenciados: en las ásperas montañas de la más abrupta provincia española y en las riberas del mar (…) Siempre he tenido dos naturalezas: una campestre y otra marítima.” 3 En 1865 inicia sus estudios de bachillerato en Oviedo instalándose en la casa familiar de su abuelo paterno. Tras los primeros seis meses, se trasladan al segundo piso de una casa recién construida sobre la antigua muralla, casa que todavía hoy resiste en el centro de la ciudad a la sombra de la catedral y cerca de la plaza mayor. 2 3
La novela del novelista, p. 160 Armando Palacio Valdés, p. 15
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La casa era la típica de las clases medias y bajas de la sociedad ovetense y convivía con un vecindario de albañiles y canteros que tenían en los bajos de sus casas los negocios. Vivió durante este tiempo (cinco años) con su familia paterna, su abuelo y tres tías viejas solteronas como el mismo Palacio Valdés las definía. “Me encontraba, pues, en Oviedo a las mil maravillas. Las clases del Instituto eran menos largas y penosas que en la escuela de don Juan de la Cruz; me dejaban libre casi toda la tarde. Además, se respiraba en los claustros de la Universidad, por donde paseábamos, un ambiente de libertad, de emancipación que me hechizaba.”4 Aunque las primeras impresiones no fueron demasiado buenas, Oviedo fue una ciudad importante tanto en su vida personal como en su formación literaria. Su primera novia; es testigo del anuncio de la proclamación de la Primera República en la Plaza de la Constitución bajo el Himno del General Riego (siempre se declaró Palacio Valdés republicano); su primo le inicia en el mundo de las lecturas literarias; en su tercer año de bachiller conoce a Clarín, con el que entabla ya una gran amistad que durará a lo largo de toda su vida, y a Tomás Tuero; se aficiona al teatro formando un grupo con compañeros de estudios y acude con frecuencia al viejo teatro de la ciudad (Casa de las Comedias, hoy Biblioteca de Asturias “Ramón Pérez de Ayala”. No aprecia demasiado el paisaje urbano de Oviedo, pero estima extraordinariamente el paisanaje.5 (Diferencia el cuerpo y el alma de la ciudad) “La capital de Asturias no ofrece apenas, en su aspecto material, nada que pueda fijar la atención y hacerla interesante (…) Pero esta fea, además de su espléndida caballera (se refiere a la Torre de la Catedral), tiene atractivo y gana con el trato. ¿Cuál es su atractivo? La sonrisa; una sonrisa alegre y cordial, franca y picaresca.” 6
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La novela del novelista, p. 255 Oviedo en los libros, p. 184 6 La novela del novelista, p. 224 5
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Los veranos los pasaba con su familia en Luanco, aunque él recuerda como su mejor verano el que pasó en su aldea natal “cuando mi alma se puso en contacto con la naturaleza.”7 “Recuerdo la profunda impresión que me causaba en mi niñez el mar. Cuando me acercaba a él todo mi diminuto ser de estremecía.”8 Publica en 1869 su primer artículo periodístico en el diario El Eco de Avilés, un artículo en defensa de Florentino Mesa quien se había atrevido a traducir a Ovidio y recibía por ello numerosas burlas. En octubre de 1870 se traslada a Madrid a realizar sus estudios universitarios de Derecho en la Universidad Central que finalizó en 1874. “Por fin llegó el momento de la partida. Era, si no recuerdo mal, el día primero de Octubre, cuatro antes de cumplir los diez y siete años. Mi padre me acompañó hasta Oviedo. La silla de posta salía por la noche de la plazuela de la Catedral donde se hallaba la casa del Correo.”9
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La novela del novelista, p. 311 La novela del novelista, p. 17 9 La novela del novelista, p. 322 8
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La marcha a Madrid significó el fin de su dulce infancia y su adolescencia soñada según nos relata el propio autor. En Madrid, compartió piso con Tuero y Clarín y con ellos frecuenta numerosas tertulias literarias y funda el seminario “Rabagás” que solo vería 5 números. “Nos reuníamos una docena de literatos en la Cervecería Inglesa de la Carrera de San Jerónimo. Después nos trasladamos a la Escocesa de la calle del Príncipe, donde el propietario nos habilitó un local independiente. Soplaba en esa tertulia, no hay que negarlo, el viento de la maledicencia, pero sólo de un modo ocasional. Las brisas reinantes eran las del buen humor y donaire.” 10 Se convierte en asiduo del Ateneo, donde pasa de ocho a diez oras diarias dedicadas al estudio y la lectura. Allí conoce, entre otros, a Luis Navarro que le encarga una reseña para la publicación que dirigía Revista Europea sobre un libro que acababa de publicar Canalejas sobre Estudios de Filosofía Religiosa, y sobre el que se sospechaba de plagio. Este es considerado como el origen de la carrera periodística-‐literaria de Palacio Valdés, aunque sus inclinaciones por entonces iban más hacia la Filosofía que hacia la Literatura. Años después también entablará amistad en el Ateneo con el escritor Galdós. Finalizados sus estudios vuelve a Oviedo donde comienza a trabajar como periodista en la sección de extranjero del periódico de Luis Navarro. Entre 1875 y 1879 es redactor-‐jefe de la Revista Europea y posteriormente es nombrado redactor de El cronista. Durante esos años escribe importantes obras de crítica: Los Oradores del Ateneo (1878), Los novelistas españoles (1878), Nuevo viaje al Parnaso (1879), La literatura en 1881 (1882), esta última en colaboración con Clarín y dedicada “a los escritores que no queden satisfechos”. Se trata de una crítica entretenida basada sobre todo en su impresión y gusto personal. Estos libros de crítica suponen la 10
Armando Palacio Valdés, p. 23
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antesala a sus grandes novelas, faceta en la que se estrenará en 1881 con El señorito Octavio una novela ambientada en su Laviana natal. En 1883, año en el que publica su novela Marta y María, contrae matrimonio con Luisa Maximina Prendes Busto de tan solo 16 años. La ceremonia se celebra en Gijón. A partir de entonces se vuelve un hombre hogareño abandonando la vida social y la presencia en tertulias. Tan sólo año y medio después fallece su esposa tras haber tenido un hijo, a quien dirigirá el prólogo de El idilio de un enfermo publicada en 1884. Contrae segundas nupcias en 1899
“Armando Palacio Valdés tenía un porte distinguido, que conservó hasta el final de su vida; era apuesto y sus ojos, de un azul intenso, llamaban la atención. (…) Sin duda en el ambiente bohemio del Madrid de su tiempo, aquel joven provinciano, afable, de opiniones moderadas, cuyas rentas le permitían vivir sin trabajar, que escribía por afición y obtenía éxitos notables, y que tenía, para colmo, los ojos azules, debía de provocar una tremenda irritación”.11 Fue un escritor muy reconocido y homenajeado en vida, no sólo en España, también en Europa y Estados Unidos, con gran éxito en la venta de sus obras. Llegó a ser considerado, tras la muerte de Galdós, el Patriarca de las Letras Españolas, aunque también fue objeto de duras críticas por los jóvenes escritores de la época, 11
MENDOZA, Eduardo, p. 110
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el propio Baroja en sus memorias escribe: “Palacio Valdés es muy pobre, de los peores de su tiempo. Siempre vacilante, ramplón y, sobre todo, vulgar.”12 En 1906 se le hace un homenaje en Oviedo. Ese mismo año y tras la muerte de José María de Pereda, es nombrado académico de la Real Academia Española, aunque no leerá hasta 1920 el discurso de ingreso. “Y así me explicó que Palacio Valdés sea uno de nuestros escritores más gustosos, de los de hoy el más gustado tal vez, en países donde es una verdad efectiva la vida del hogar y donde los hombres saben recogerse en él mejor que nosotros. Otra cosa me encanta en Palacio Valdés, y es la serena dignidad.”13 En 1916 la Europa democrática lo distingue con los más altos honores, le concede el galardón de Oficial de la Legión de Honor, un hombre que no había sido radicalmente progresista en ningún momento. Dos años después se daba una conferencia sobre el autor en la Real Sociedad de Literatura de Londres a cargo del profesor Gerthwohl. Estuvo nominado por dos años consecutivos 1927 y 1928 al Premio Nobel de Literatura. Sigue siendo un hombre muy hogareño y sistemático en costumbres. Fija a partir de 1908 su residencia de verano en la localidad francesa de Capbretón, localidad costera que causó muy buenas impresiones al escritor. El resto del año lo pasaba mayoritariamente en Asturias. Se ha caracterizado también a Palacio Valdés por su sensibilidad musical, la música forma parte de su vida cotidiana y aparecen muchas referencias musicales a lo largo de su obra, aunque él se jactaba de que le gustaba la música mala. 12
MENDOZA, Eduardo, p. 104 Palabras de Miguel de Unamuno con motivo del homenaje en Oviedo. En: Asturias vista por viajeros románticos extranjeros y otros visitantes y cronistas famosos. Siglos XV al XX. Gijón: Trea, 2001. p. 505 13
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“Cuando Olmet le pregunta por sus entretenimientos favoritos la respuesta que obtiene es: -‐
El paseo, la lectura y el hogar.”
Añade “Hace treinta años que voy a la misma zapatería, a la misma peluquería, al mismo sastre. Lo que me rodea me parece parte de mi propio ser.”14 En 1920 se inaugura el teatro que lleva su nombre en Avilés y se le impuso la Gran Cruz de Alfonso II.
Figure 3 Teatro Palacio Valdés, Avilés, hacia 1900 15
Dos años después muere su hijo y su nuera. Poco después su escepticismo, desesperanza y los problemas de salud lo alejan de la ilusión por la Literatura Muere el 29 de enero de 1938 en Madrid en su casa de la calle Maldonado, n. 25. En 1945 y respetando los deseos del autor, sus restos se trasladan al cementerio municipal de La Carriona, en Avilés, donde descansan bajo un mausoleo, obra del escultor Jacinto Higueras. Curiosamente tras su muerte su fama decae y su obra comienza a ser ignorada.
14 Armando Palacio Valdés, p. 42 15
Foto: http://patrimonioarquitectonicodeasturias.blogspot.com.es/2012/07/manuel-‐del-‐busto-‐ delgado-‐arquitecto.html
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“Durante el curso de mi vida Dios me ha ofrecido a manos llenas los medios de ser un santo; pero ¡ay! siempre he desperdiciado la ocasión.”16
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La novela del novelista, p. 112
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Su obra “Armando Palacio Valdés puede asegurarse que escribe para el extranjero, para ser traducido. Su clientela está en Londres, en Nueva York, en Boston, no en Madrid. (…) No se señala ciertamente por calidades de estilo, y se conoce que no tiene grandes preocupaciones de arte; pero narra con verdad y color y sobre todo es un gran técnico, un constructor de primer orden. “17
Características generales
Aunque conocido preferentemente por sus novelas, Armando Palacio Valdés, tal y como hemos dicho con anterioridad, tiene numerosos artículos periodísticos, críticas literarias, obras de ensayo, cuentos y novelas cortas, aunque su preferencia ha sido siempre por las novelas de longitud media de las que escribió 24. Los críticos suelen definir a Palacio Valdés como un autor realista. En sus obras ofrece detalles del ambiente físico y de la vida cotidiana de las pequeñas ciudades asturianas o de la sociedad burguesa de Madrid, “descuella en breves retratos-‐estampas-‐, en los que satiriza las flaquezas y excentricidades de la clase media provinciana”18 con una alta carga de crítica social. Palacio Valdés describe su mundo, tal cual él lo ha visto, con su limitaciones y sus ventajas.
17 Palabras de Rubén Darío. En: Asturias vista por viajeros románticos extranjeros y otros visitantes y cronistas famosos. Siglos XV al XX. Gijón: Trea, 2001. p. 526 18
DENDLE, p. 57
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No hay un criterio unánime para señalar las etapas que se dan en la obra narrativa de Palacio Valdés, aunque la mayoría de la crítica literaria acepta la división de su obra en dos etapas: la primera desde 1881 hasta 1898, relatos ideológicos con cierta carga de crítica social; y la segunda centrada en la defensa de su moral personal. En algún momento el propio escritor, dividió su obra entre “novelas de costumbres” y “novelas”. ROCA FRANQUESA apunta a dos etapas separadas por la publicación de Los majos de Cádiz (1896), y que aunque no difieren, según el estudioso, en razones estilísticas sí lo hacen en lo referido a las ideológicas. La primera va más en la línea del naturalismo de moda, se centraría en los problemas del individuo y de la sociedad, mientras que la segunda estaría cargada de una intención moralizante. Según apunta ROCA el cambio se relaciona con una crisis religiosa, personal que experimenta Valdés en los años 90 Joaquín de ENTRAMBASAGUAS sostiene que la producción literaria de Palacio Valdés pasa por tres etapas diferentes: o Años 80, predominio de las ideas que van definiendo a los personajes, escasa presencia del naturalismo; novela ideológica o Años 90, se acentúa el realismo y la crítica social o Siglo XX, predominio del idealismo y se suaviza la crítica social. Según el estudioso BAQUERO GOYANES, Palacio Valdés pertenece a lo que él denominó “Escuela de narrativa asturiana” caracterizando las obras por su humor, ironía, simpatía hacia los seres débiles, exaltación de lo vital e identificación con la naturaleza. ROCA FRANQUESA en esta línea incluye entre las novelas asturianas: El señor Octavio, Marta y María, El idilio de un enfermo, José, El cuarto poder, La fe, El Maestrante, La aldea perdida, Santa Rogelia, Sinfonía pastoral. A las que se sumarían sus novelas madrileñas: Riverita, Maximina, La espuma, El origen del pensamiento, Tristán o el pensamiento, Papeles del Doctor Angélico, La hija de Natalia; una valenciana: La alegría del capitán Ribot; y las novelas andaluzas: La hermana San Sulpicio, Los majos de Cádiz, Los Cármenes de Granada.
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“La obra novelística de Palacio Valdés tiene diversas facetas: un narrador frecuentemente irónico, estampas realistas y afectuosas de la vida provinciana, cierta comicidad, luchas titánicas entre el bien y el mal, (…) a veces – y en eso Palacio Valdés supera a los otros novelistas españoles de su generación, con la posible excepción de Valle-‐Inclán-‐ sus novelas se escapan de los límites del Realismo o de la novela popular para entrar en otro universo, mágico, inconsciente y onírico.”19 La vida cotidiana es la base de la novela para Palacio Valdés, en lo que coincide con la escuela naturalista20 francesa, aunque discrepa en algunos aspectos de su extremismo. Según el autor asturiano todo en la vida puede ser novelado. Todo lo real puede ser convertido en ficticio. Para el escritor asturiano la novela tiene dos finalidades, una de carácter estético y otra de carácter social, es un hombre preocupado por los problemas que reinan en el país, no sólo por entretener. Según las propias palabras del escritor, un novela tiene que conmover a los lectores. Es un creador de conflictos que suelen estar construidos en base a la oposición de los caracteres de los personajes y que sirven para estructurar la novela y configurar la trama de la misma, pero sin romper el equilibrio buscado siempre por Palacio Valdés. Palacio Valdés atribuye a la novela un gran valor significativo, la creación novelística dependerá del medio social e ideológico en que se gesta y de la persona que la escriba. El escritor debe observar atentamente lo que ve y después escribir. En el camino del Realismo, busca que los mundos de ficción se conexionen con el mundo real que los genera. No cabe la fantasía, la literatura debe ser objetiva.
19
DENDLE, p. 60 El naturalismo es un estilo artístico, sobre todo literario, basado en reproducir la realidad con una objetividad documental en todos sus aspectos, tanto en los más sublimes como los más vulgares. 20
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“El novelista, a juicio del escritor asturiano, debe valerse de la imaginación para mostrar con imágenes vivas y expresivas, tal vez de una manera impresionista, los rasgos fundamentales de un personaje o los elementos claves de una situación.”21 Algunos estudiosos apuntan a reflejos de las características del folletín en la novela de Palacio Valdés (exageraciones, personajes muy dramático…) Sus descripciones, especialmente tras sus primeras obras, son minuciosas y pormenorizadas con el fin de reflejar de manera muy detallada. El ambiente en el que se desenvuelven sus personajes, por defender la relación existente entre el entorno y el comportamiento de los personajes. El paisaje se convierte en un protagonista más que actúa sobre los personajes, logrando también que el lector se incorpore al escenario. A juicio de ROCA la clave de la novelas de Valdés es el equilibrio que se da entre la descripción y la acción. Sus personajes tiene un alto carácter simbólico. En general los sectores populares aparecen como símbolo de honradez y sinceridad frente a la corrupción de la élite. Procura huir del carácter colectivo de los personajes, tan claros en el naturalismo del momento. Palacio Valdés sigue la tradición clásica y sus personajes son figuras individuales, aunque en obras como José y La espuma si encontramos ejemplos de personajes colectivos. Difiere también respecto al naturalismo en la forma de caracterizar a sus protagonistas, él defiende y utiliza el diálogo como forma de hacerse con ellos, las acciones y discursos son los que hacen el comportamiento de los individuos, aunque la primera aproximación a los mismos la hace a través del retrato tanto físico como social, intenta ser objetivo presentándolos también con cierta independencia del narrador. Aunque nos presenta a los personajes en un momento dado, siempre nos da datos sobre su pasado, para ponernos en situación. Suele construir la trama de su novela en torno a los personajes femeninos Utiliza Palacio Valdés un narrador omnisciente, situado fuera del mundo de ficción, ajeno a la historia que cuenta en tercera persona del singular permaneciendo en la distancia tanto respecto del mundo novelado como del lector. Cuenta de 21
GOMEZ-‐FERRER, p. 141
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manera fría, sin emitir juicios, no interviene, está fuera. Invisible pero que lo conoce todo, el pasado, el presente y el futuro. Un elemento importante en sus obras es el humor que utiliza con ternura y que forma un componente esencial de su crítica social, además de un recurso estilístico. Los estudiosos de su obra lo ven como influencia del humor inglés, alemán e incluso algunos de su estancia en Oviedo a la que el escritor ve como una población llena de este componente. Para el escritor asturiano el desenlace de la novela, feliz o desgraciado, es un elemento fundamental, con el se resuelve la problemática planteada. Según el autor habrá optimismo en el final cuando el mundo presentado, sus valores, sean plenamente compartidos por él. Los desenlaces trágicos cree el autor “solo se justifican para producir un sentimiento elevado, es decir, para depurar las pasiones que agitan el alma del espectador o lector, y para restablecer el equilibrio universal.”22
Gusta Palacio Valdés de un estilo sencillo, espontáneo, lo que no implica que
no esté preocupado por conseguir una composición armoniosa, equilibrada y bien definida. Se hace eco de los cánones estéticos de la época en la que escribe habiendo logrado con todo ello crear un estilo propio. “Mis libros no son más que burbujas de agua que se mantienen un instante sobre la corriente y desaparecen; leve sonido que el aire produce al penetrar casualmente en una flauta. Si se me despojase de lo que pertenece a los grandes maestros que me han precedido, quedaría desnudo” 23 22 23
ROCA, p. 432 Carta dirigida a doña Trinidad Jove de Laviana, 11 de julio de 1915. En ROCA boletín p. 31
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Producción Literaria “¿Quién dudará que el libro es algo imprescindible y de suprema utilidad dentro de nuestra civilización? Pero los alimentos más sanos, cuando se abusa de ellos, producen indigestiones. Hay quien supone que el mundo padece en estos momentos una indigestión de libros. Sin embargo, estas indigestiones no ofrecen peligro. Más perniciosas son las borracheras políticas. (…) Los libros ayudan a la naturaleza como los médicos, pero no curan la tontería. (…) El libro que no hace bailar nuestro pensamiento debemos soltarlo inmediatamente.”24 El 22 de julio de 1869 publicó su primer artículo en el diario de El Eco de Avilés en defensa del poeta Florentino Mesa. Según el propio Palacio Valdés su labor en la Revista Europa le llevó a su afición por la literatura Como ya se ha señalado, sus libros de crítica configuran la antesala de su faceta novelística en la que se estrena en 1881 con El señorito Octavio, obra en la que se critica el caciquismo y la corrupción política situada en el espacio asturiano que le vio nacer, en medio de una relación de adulterio y que termina, como no podía ser de otra forma, en un desenlace trágico. En 1883 publica su segunda novela, de gran éxito y traducida al francés, inglés, ruso, checo y sueco, Marta y María novela situada en Nieva (Avilés) donde las protagonistas representan dos posiciones antagónicas en la vida: acción frente a meditación y en la que se describen las tertulias de las familias aristócratas y que le sirve para hacer una seria condena por no actuar en los graves problemas que se dan en España. Para algunos se trata de una novela psicológica, para Valdés, dentro del realismo, ahora llamado naturalismo.
24
PALACIO VALDES, Armando. Los libros. En: Álbum de un viejo viejo. p. 482-‐285
17
En 1884 publica El idilio de un enfermo con un prólogo dedicado a su hijo, tras la muerte de su madre y esposa. Es una novela breve, que narra la estancia durante un verano de un joven poeta madrileño en los valles próximos a Laviana. “Fue Palacio Valdés un asturiano hasta lo más profundo de su ser, y aunque gran parte de su vida la pasara fuera de su país natal, su obra artística ha quedado profundamente marcada por la impronta del terruño.”25
En 1884 publica Aguas fuertes colección de escenas costumbristas. En 1885 aparece José novela de ambiente marinero con una historia clara
de amor. Delicadeza de los sentimientos frente a la rudeza en la vida de los pescadores.
En 1886 publica Riverita y un año siguiente su continuación, Maximina obra que gustó mucho entre sus amigos Clarín o Unamuno. Ambas obras ofrecen una visión pesimista de la condición humana. Estas dos obras han sido 25
GÓMEZ-‐FERRER MORANT, Guadalupe. Palacio Valdés y la civilización de su tiempo. [En línea] http://www.palaciovaldes.com/documentos/actas/actas01/gomez_ferrer.pdf [consulta 4 noviembre 2012]
18
consideradas por algunos críticos como autobiográficas, algo que el autor negó, diciendo que sólo había extraído algunas escenas de su vida para la primera y de la mujer que tenía a su lado, para la segunda. Se puede afirmar que aunque no sean autobiográficas, las obras, en general, de este escritor tienen muchos elementos de su propia vida, de sus recuerdos y de sus experiencias.
En 1888 aparece El cuarto poder novela ambientada en Sarrió (Avilés)26 y que muestra el panorama de las luchas caciquiles. Al año siguiente publica La hermana San Sulpicio una de sus novelas más conocidas y con la que inicia una serie de novelas que muestran la periferia de España y donde la protagonista parece ser una monja que conoció durante su estancia en el balneario de Marmolejo en 1884 donde acudió a causa de su enfermedad estomacal.
26
Algunos estudiosos como es el caso de Dendle identifican este Sarrió con Gijón.
19
A partir de los 90 los críticos hablan de la madurez de Palacio Valdés que se inicia en 1891 con La espuma novela situada en Madrid y donde hay una clara crítica las altas clases de la sociedad del momento y a la corrupción de los dirigentes y en la que satiriza la vulgaridad, la hipocresía y la inmoralidad de ambos.
En 1892 aparece La fé desarrollada en Peñascosa, nombre supuesto de Luanco en la que plantea como tema principal si se puede alcanzar a Dios a través de la razón. Ha sido clasificada esta novela como de tesis o doctrinal por algunos de sus estudiosos. En 1893 se publica El Maestrante calificada como la obra más naturalista del autor. Historia desarrollada en Lancia (Oviedo) en los años 50 del siglo XIX. 1894 aparece El origen del pensamiento; en 1896 Los majos de Cádiz En 1903 se publica La aldea perdida, una defensa del mundo campesino tradicional en un momento en que la industrialización amenazaba con acabar no solo con la naturaleza sino también con las costumbres tradicionales.
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En 1917 publicó Páginas escogidas y La Guerra injusta una recopilación de artículos en torno a la Gran Guerra publicados en El Imparcial. En 1921 publica su libro autobiográfico La novela de un novelista A partir de aquí sus obras entran en cierto declive: Cuentos escogidos (1923); La hija de Natalia (1924); El pájaro en la nieve y otros cuentos (1925); Santa Rogelia (1926), : Los cármenes de Granada (1927); Testamento literario (1929); Sinfonía pastoral (1931); El gobierno de las mujeres (1931), un libro de ensayo; Álbum de un viejo (1940) obra que se publica con carácter póstumo y que es una especie de continuación de La novela del novelista. El propio Valdés era consciente de su decandecia y así escribía: “Dentro de poco aparecerá mi novela27. La exceptación que ha despertado me inquieta. Un árbol tan viejo no puede dar ya sabrosos frutos”.28 Muchas de sus novelas han sido llevadas a la gran pantalla, e incluso la version cinematográfica de La Fé de 1947 fue censurada y prohibida su exhibición.
27 Ser refiere a Santa Rogelia
28 MENDOZA, Eudardo, p. 66
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El Maestrante Escribe Palacio Valdés El Maestrante en 1883 y comienza la historia en una noche de temporal en una ciudad, Lancia, nombre imaginario de Oviedo, que si bien no aparece dormida sí se nos presenta inalterable, poco activa y bastante desolada. Es considerada su obra más naturalista. Se refleja el Oviedo de mediados del siglo XIX, y aunque cambia los nombres de las calles, lo palacios, las iglesias todo resulta claramente identificable en la ciudad redonda del momento. Es el Oviedo que Palacio Valdés conoció en sus años jóvenes, en su época de estudiante de bachiller.
Figure 4 Edición de 1918
Estructura En casa del Maestrante, se celebran todas las noches una tertulia donde se reune lo más selecto del pueblo de Lancia. Una noche, es abandonada una niña en las puertas de su casa y deciden tenerla a su cuidado como si fuera propia... Así es el inicio de esta novela que se estructura en quince capítulos cada uno, tal y como solía gustar Palacio Valdés, con su título propio que nos permite ponernos en situación de lo que va a acontecer: I La casa del Maestrante. Nos presenta la casa, sus aposentos, y sus moradores con sus antecedentes II El hallazgo. Antes de llegar al bebé, nos presenta a todos los protagonistas de la novela que en esos momentos estaban en la tertulia de los Quiñones de León 22
III La cita. Nos pone en antecedentes de quién es el Conde de Onís antes de meternos de lleno en las relaciones ocultas entre él y la mujer de El Maestrante IV Historia de aquellos amores. Los antecedentes de la familia de Amalia y de Amalia, sus amores y estrategias de conquista. Como siempre el autor se detiene en contarnos el pasado de sus personajes. Declaración del conde Onís a Amalia. Le comunica su embarazo tras cinco meses de relación. Plan sobre la niña. V Las bromas de Paco Gómez. Convencen a Granate que declare su amor al padre de Fernanda a sabiendas que este le echaría de su casa. VI Las señoritas de Meré. Presentación de las dos damas y los corrillos y bromas que se daban en sus tertulias, incluido la murmuración sobre quiénes eran los padres de la niña recogida VII El aumento del contingente. Nombre que le dieron en Lancia al matrimonio de Emilita con el capitán. Se celebra en La Granja. Aparecen personajes nuevos, dentro de los invitados: Consuelo, teniente Rubio. VIII El vino de Fernanda. La amargura de Fernanda, cómo espía al conde y Amalia. Se emborracha y juega con Granate IX La mascarada. Depresión de Fernanda, se va a Madrid. Vuelve a Lancia y se acuerda su matrimonio con Granate. Mascaradas y algarabías de los jóvenes de Lancia que llegan incluso a León donde se escapa la pareja. X Cinco años después. Oviedo no ha cambiado. Ha muerto el padre de Fernanda y ella no ha venido al entierro. Había tenido una niña que se murió a los cuatro meses. Se ha quedado también viuda. El conde de Onís triste. Vuelve a Lancia por causa de un pleito por la herencia de su marido tras una estancia en París. El matrimonio de Emilita un desastre, su marido se dedicaba al juego, bebida y mujeres. Fernanda vuelve espléndida y se presenta de sorpresa en la tertulia de los Quiñones. Conoce a la pequeña Josefina XI La cólera de Amalia. La nueva relación entre Luis, el conde, y Fernanda hacen que Amalia vuelque todo su odio y venganza en la pequeña Josefina que acaba huyendo una noche atemorizada por los golpes. Aquí empieza el clímax de la novela. XII La justicia del barón. El barón de los Oscos y Fray Diego encuentran a la pequeña niña, la curan y la llevan de vuelta a la casa de los Quiñones. Aunque el barón iba dispuesto a poner las cosas claras, después ante Amalia pierde poderío XIII EL martirio. Los crueles castigos sobre la pequeña Josefina. Micaela que se presenta en la casa de los Quiñones, pone en conocimiento de estos hechos al conde Luis, que confesándose a Fernanda escribe una carta a Amelia rogando clemencia. XIV La capitulación. Amalia exige al conde que rompa su compromiso con Fernando para no seguir maltratando a la niña.
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XV Josefina duerme. El conde se lleva a su hija de casa de los Quiñones. Pero la niña no sobrevive. Críticas Se suceden escenas cómicas, ligeras, trágicas en una ciudad con una sociedad aburrida y cursilona, Lancia, en los años cincuenta del siglo XIX. “La Lancia del Maestrante es un pueblo de adulterio, de rencores, de bromas crueles, de ruin venganza, de odios, de hipocresías, de murmuraciones”29 La novela presenta un desarrollo lineal con algunos flashbacks (los antecedentes, el pasado de los personajes) con un salto temporal. A mitad de la misma. Cada capítulo deja cierto misterio en el aire, hasta llegar a los últimos plenamente dentro de la corriente naturalista con una esmerada narrativa desde el punto de vista estilístico. Los espacios forman parte de la trama de la novela; los interiores (salones, cafés) son los lugares de las murmuraciones, de los foros de discusión, de las bromas e incluso de actividades celestinas; los externos marcan las también a los personajes, La Granja, serenidad, sosiego frente a la oscura ciudad. Se dejan ver muchas ideas afines a Palacio Valdés, su antimilitarismo reflejado en el personaje de Cristobal Mateo; crítica a la nobleza a través de los indianos petulantes (Don Santos) o a través del débil conde Onís; su tolerancia hacia la homosexualidad; la fortaleza de las mujeres representada con Fernanda frente a Amalia Podemos concluir diciendo que estamos ante una novela concebida como planteamiento-‐nudo-‐desenlace con un carácter moral que presenta una resolución del conflicto difícil de aceptar.
29
DENDLE, p, 70
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Figure 5 Edición de 1915
Personajes La historia la protagonizan toda una serie de personajes sombríos que representan a una aristocracia decadente e hipócrita y que aparecen claramente retratados desde los primeros capítulos de modo que el lector tiene pleno conocimiento de su naturaleza. Hay un narrador omnisciente. “Palacio Valdés pone en la picota a una recua de parásitos socio-‐mentales atrapados en la tela de araña e sus propias miserias morales, elevando el autor una sañuda sátira contra el mortecino deterioro de le eticidad y la impasible contemplación del libre albedrío del engaño, las traiciones revertidas y la insinceridad traducida en comportamientos diletantes y grotescos”30 Luis, conde de Onís: Hombre alto, corpulento; de treinta a treinta y dos años de edad; fisonomía dulce y facciones correctas; gastaba el pelo cortado a punta de tijera y la barba luenga, rubia y sedosa; excesivamente sensible y tierno; carácter débil, fantástico, sombrío, tímido, dominado por su madre; su padre el coronel Campo, acusado de traición. Amalia: Mujer de veintiocho a treinta años; menuda de cuerpo; rostro pálido y expresivo; ojos y el cabello muy negros, boca pequeña y nariz ligeramente aguileña. 30
CAMPAL, p. 13
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Pedro de Quiñones: De cuarenta y seis a cuarenta y ocho años; enteramente imposibilitado para moverse (ataque acoplético); corpulento, de rostro moreno, facciones bien acentuadas, enérgicas; el cabello y la barba blanqueados; ojos negros y hundidos de mirar imponente; expresión de orgullo y fiereza; extravagante en el vestir; se consideraba superior al resto de mortales. Se casó con señorita en Sarrió; murió su esposa al año, a consecuencia del parto, tres años después contrajo matrimonio con Amalia. Fernanda Estrada-‐Rosa: La más bella y elegante de la ciudad; hija del más rico banquero; alta, metida en carnes; morena oscura; facciones correctas y enérgicas; ojos grandes, negrísimos; imponente, gallarda figura, la envidia de las niñas de la población; tierno pimpollo. Manín, el criado: Hombre zafio, vestido con el traje labriego del país, calzón corto con medias de lana, chaqueta de bayeta verde, y ancho sombrero calañés. María Josefa: El rostro era repulsivo, de facciones incorrectas, hinchado por la erisipela y desfigurado a menudo por algunas llamaradas rojizas que le subían a las narices; fealdad de su figura; cuarenta años; pasión por el baile; poseía lengua acerada, espíritu sagaz y malicioso, dotada de un don para herir a cada persona; solterona. Cristobal Mateo: Jubilado; porte militar; bigotes blancos; ojos saltones, cejas espesas; velludas manos; ideas contrarias a la milicia, aborrecía al ejército. Cuatro hijas: Jovita, Micaela, Socorro y Emilita (compromiso con capitán ejército), ni hermosas ni feas, ni jóvenes ni viejas, ni tristes ni risueñas, ni graciosas ni desgraciadas. Manuel Antonio, el marica de la sierra: Frisaría los cincuenta; peluca, dientes postizos, poco de negro en las cejas, carmín en los labios; mucho patchouli, traje de fantasía; alto, esbelto, delgado, cabellos rubios con bucles. Pero de todo esto solo quedaba una sombra, aunque el espíritu permanecía como cuando tenía los diez y ocho. Ser amable creado para el amor. Hazmerreír de las jóvenes generaciones. Don Santos: Indiano, con fama de avariento, con apodo Granate; le faltaba contraer matrimonio con una mujer de categoría; oso colorado. Paco Gómez: Joven flaco, alto hasta tropezar con el dintel de las puertas; cabecita menuda como una patata; el espíritu más humorístico de la población Jaime Moro: Guapo joven de barba recortada, facciones correctas, ojos rasgados sin expresión, tez sonrosada; afición a todos los juegos; amaba más a Mercurio que a Venus; dulce Barón de los Oscos: hermano de condesa de Onís, madre del conde; no llegaba a los cincuenta años; célibe; de genio y carácter sombrío, excéntrico; rostro espantable; inspiraba temor en la población, un verdadero ogro para los inocentes de Lancia. Las Meré: Doña Carmen y Doña Anunciación; dos señoritas que pasaban de los ochenta y no llegaban a los cien años; sin familia en Lancia; pasión por la sociedad;
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vestidas como del siglo XVIII; alegría inagotable; ecibían en su casa de noche a la juventud de Lancia. Jacoba: mujer de más de cincuenta años, obesa, con un vientre colosal, embotada por la grasa, suma discreción, protegida de la señora Amalia. Sr. Saleta, magistrado de la Audiencia Don Enrique Valero, magistrado de la Audiencia, andaluz Dª María Ganoso, hija del barón de los Oscos, madre del Conde Onís. Fray Diego
Figure 6 Edición de 1993. Introducción José Luis Campal
Crítica
Según numerosos críticos esta novela dista mucho de ser de las mejores de
Palacio Valdés y la ven como una de las que han tenido menor repercusión, aunque piensan que tendría mejor consideración si no existiese La Regenta de Clarín con la que ha sido comparada en numerosas ocasiones. Carmen RUIZ-‐TILVE la define como una novela de estilo arcaizante y afrancesado en la que describe una sociedad decadente e indolente en una ciudad palaciega y oscura.
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José Luis CAMPAL dice que El Maestrante representa un compromiso naturalista, con matices distintivos respecto al patrón francés pero intensivos en comparación con los modelos realistas, y que se acerca a los aspectos psicológicos del naturalismo. En esta obra se mezcla el naturalismo que explica el comportamiento de los personajes con la aparición de otros elementos pertenecientes al nuevo horizonte cultural de los años noventa: por ejemplo, el papel que asigna a la conciencia, algo totalmente novedoso. ROCA FRANQUESA habla de El Maestrante como “un auténtico melodrama: historia de adulterio que se sitúa en Lancia (Oviedo), señala el momento más bajo de Palacio Valdés como novelista y el punto más alejado de su tradicional técnica y procedimientos”31 enraizándola con el género folletinesco. Según DENDEL El Maestrante es un ejemplo del folletín, “el narrador juega cruelmente con las emociones del lector, quien observa horrorizado los sufrimientos de una niña torturada hasta la muerte.”32
31 32
RUIZ-‐TILVE, p. 354 DENDEL, p. 59
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“Son los habitantes de Oviedo muy sensibles al arte de la música. Lo son siempre, pero muy particularmente, es inútil añadirlo, cuando han ingerido algunos vasos de sidra, el licor predilecto de la región cantábrica” 33
33
La novela de un novelista, p. 299
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