70 ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE TERUEL
AUTORES: Laura Allueva, Carmen Cisneros, Jesús Ángel Juste, Vega Latorre, Cristina Martín, Beatriz Moreno, Daniel Plumed, Rocío Reyes, Selma Rubio, Fernando Tortajada y Pedro Joaquín Vicente. Alumnos de Literatura Universal 2º Bachillerato IES Salvador Victoria Monreal del Campo, Teruel
INDICE 0- PRESENTACIÓN ..................................................................................................... 3 1-EL DESARROLLO DE LA BATALLA .................................................................. 4 1-1 PRIMEROS DÍAS DE GUERRA EN TERUEL ............................................. 4 1-2 DICIEMBRE 1937: CONQUISTA REPUBLICANA. OBJETIVOS DEL ATAQUE .................................................................................................................... 6 1-3 COMIENZO DE LA BATALLA ...................................................................... 6 1-4 ENERO-FEBRERO 1938: CONTRAATAQUE REBELDE. RECUPERACIÓN DE LA CIUDAD POR EL BANDO FRANQUISTA ........ 9 2-LA BATALLA DE TERUEL EN LA LITERATURA .......................................... 12 2-1 MAX AUB .......................................................................................................... 13 2-2 ANDRÉ MALRAUX.......................................................................................... 17 2-3 JUAN BENET .................................................................................................... 20 2-4 LEONARDO SCIASCIA................................................................................. 25 2-5 DANIEL PELEGRÍN........................................................................................ 29 3- FOTÓGRAFOS Y CORRESPONSALES EN LA BATALLA DE TERUEL.. 33 3-1 KATI HORNA .................................................................................................. 34 3-2 AGUSTÍN CENTELLES.................................................................................. 36 3-3- ROBERT CAPA ............................................................................................... 40 3-4 ERNEST HEMINGWAY................................................................................. 43 4- HUELLAS EN LA MATERIA .............................................................................. 45 4-1 PLACAS CONMEMORATIVAS Y MONUMENTOS ............................. 46 4-2 TRINCHERAS Y FORTIFICACIONES ....................................................... 51 4-3 EDIFICIOS Y CALLES .................................................................................... 55 5-HUELLAS EN LA MEMORIA.............................................................................. 58 5-1 PLACAS FUNERARIAS Y MONUMENTOS A LA MEMORIA............ 59 5-2 TESTIMONIOS ORALES Y ESCRITOS ..................................................... 64 5-2-1 MEMORIAS DE UNA GUERRA........................................................... 64 5-2-2 TESTIMONIO SOBRE LA REPRESIÓN EN OJOS NEGROS........ 65 5-2-3 TESTIMONIO DE TOMÁS MORA SOBRE LA RENDICIÓN DE TERUEL A LOS REPUBLICANOS ................................................................. 67 5-2-4 TESTIMONIOS DE LOS DÍAS DE LA BATALLA EN TERUEL.... 69 5-2-5 TESTIMONIOS SOBRE LOS PRIMEROS DIAS DE LA GUERRA EN MONREAL DEL CAMPO.......................................................................... 71 6-CONCLUSIÓN ........................................................................................................ 73 7-BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 74
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0- PRESENTACIÓN La Guerra Civil española (1936-1939) ha sido el acontecimiento histórico que ha tenido una mayor y más inmediata influencia sobre el tiempo que nos ha tocado vivir. Esta contienda, que tuvo su origen en la sublevación militar de julio de 1936, acabó con el primer intento serio de instaurar en España un sistema democrático y culminó con una dictadura que duraría cerca de cuarenta años. Resultaría difícil no encontrar una sola familia en este país que no hubiera resultado afectada por aquella guerra de cualquier forma posible, que no hubiera sufrido física o moralmente alguno de los terribles efectos de la guerra. El golpe militar, que fracasó en muchas zonas de España, dio lugar a una larga guerra que se prolongaría durante tres años, una guerra devastadora que causó cerca de medio millón de muertos y otros tantos exiliados, que influyó negativamente en el desarrollo de la población y que arrasó la economía española hasta el punto de necesitar casi dos décadas para recuperar los niveles que había alcanzado antes de la contienda. La provincia de Teruel, como casi todo el territorio aragonés, fue una de las que vivieron con más intensidad los avatares de la guerra. El triunfo de la sublevación en la mitad de su territorio, incluidas las tres capitales de provincia, la llegada de las columnas de milicias, y el desarrollo de batallas tan cruentas en sus frentes, entre las que destacan Belchite o Teruel, marcaron decisivamente la vida de muchos aragoneses. Por eso, el conocimiento de aquella etapa de nuestra historia se convierte en un ejercicio de estricta justicia que debemos a la memoria de nuestros padres o abuelos, y en una lección de la que cabe sacar enseñanzas provechosas sobre el respeto de determinados valores y la tolerancia que exige la convivencia democrática.
Alfonso Casas Ologaray, autor de Lugares de la guerra
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1-EL DESARROLLO DE LA BATALLA 1-1 PRIMEROS DÍAS DE GUERRA EN TERUEL El 18 de julio de 1936 se produjo el intento de golpe de estado contra el gobierno de la República, que supondría el inicio de la Guerra Civil. Pero, ¿qué sucedió en Teruel? Teruel era una ciudad de provincias en la que las derechas tenían gran fuerza. La capital tenía poca presencia militar, una caja de reclutas con siete soldados al mando del teniente coronel Mariano García Brisolara. Éste recibió el 19 de julio un telegrama desde Zaragoza, donde triunfó tras una corta resistencia la rebelión militar, en el que se le ordenaba declarar el estado de guerra. Ante su desconcierto e indecisión, su segundo, el comandante Virgilio Aguado se posicionó en el bando rebelde. El día 20 de julio se decidía definitivamente el triunfo de la sublevación militar en Teruel. Ante esto, se proclamó una huelga general en la ciudad que duró 5 días con una gran represión a los obreros y secretarios sindicales, por ejemplo, el fusilamiento del Director del Instituto de Segunda Enseñanza y Presidente provincial del partido de Azaña, Joaquín de Andrés, a cargo de sus propios alumnos. Otro episodio de la represión tuvo lugar el 26 o 27 de agosto. Una banda de música condujo a la Plaza del Torico a quienes paseaban por las calles adyacentes. Unos falangistas cerraron las calles para que estos “espectadores” no pudiesen escapar. Entonces hicieron bajar de unos camiones a 13 detenidos. Se les obligó a cruzar la plaza y al final recibían un tiro en la cabeza. El público aclamó los fusilamientos, y después, tras retirar los cadáveres, se hizo baile en la plaza. Sometida la capital, los sublevados intentaron extender su dominio hacia otras localidades, tropezando con la oposición de las milicias anarquistas que invadían tierras turolenses recuperando algunas poblaciones. También llegaban varias columnas de milicias republicanas (voluntarios y militares) organizadas desde las ciudades fieles al Gobierno. Durante los primeros meses de la guerra la provincia quedó dividida en dos zonas, al igual que el resto de Aragón: una republicana, la oriental y otra nacional, la occidental, incluyendo la capital. Hasta diciembre de 1937, hubo varios intentos por los dos bandos de recuperar o conquista terreno, pero será a mediados de diciembre cuando tendrá lugar una de las más terribles y decisivas batallas de la guerra.
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Tanques gubernamentales en la Plaza de Toros de Teruel -AgustĂn Centelles- (ExtraĂda de Historia ilustrada de la provincia de Teruel, ed por Diario de Teruel, Teruel 2002
Plaza de Toros de Teruel en la actualidad
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1-2 DICIEMBRE 1937: CONQUISTA REPUBLICANA. OBJETIVOS DEL ATAQUE Para entender el porqué de la Batalla de Teruel hay que situarla en el desarrollo general de la guerra. Hacia finales de 1937, pese a las iniciativas del bando gubernamental, el equilibrio de fuerzas estaba inclinado del lado de Franco. La conquista de la zona norte republicana en otoño, permitió a los nacionales controlar por primera vez buena parte de la industria española, privando así a la República de recursos económicos y de una importante fuente de reclutamiento. Franco estaba alcanzando una paridad con las fuerzas republicanas, ayudado por italianos y alemanes. Parecía el momento de atacar Madrid, la capital que permanecía sitiada por los rebeldes, pero ofreciendo una tenaz resistencia. Franco preparó una ofensiva decisiva en la zona centro para los últimos días del año que tenía por objetivo flanquear Madrid por el noroeste y obligar a la ciudad a rendirse. Si la operación tenía éxito, podrían aniquilarse las fuerzas republicanas del centro y acelerar el final de la guerra. El plan fue conocido por el bando republicano, cuyo jefe del Estado Mayor, el general Vicente Rojo, preparó una ofensiva preventiva en el extremo oriental del frente. Se eligió Teruel como objetivo principal debido a su ubicación y a que se pensaba que sus defensas eran débiles, como era en realidad. La ofensiva se inició el 15 de diciembre de 1937, pocos días antes de la planeada por Franco más hacia el Oeste. El objetivo era desviar el ataque franquista de Madrid. El plan republicano consistía en tomar Teruel, y desde allí atacar Zaragoza. En los días anteriores a la batalla los republicanos acumularon hombres y materiales en torno a la capital turolense. En el ataque participaron varias divisiones, mandadas por Enrique Líster, García Vivancos, Menéndez, o Etelvino Vega, entre otros. Una de las divisiones fue la 40, al mando de José Nieto. Las fuerzas que defendían la ciudad (unos 7000 hombres) estaban mandadas por el coronel Domingo Rey d´Harcourt.
1-3 COMIENZO DE LA BATALLA En la primera parte de la batalla, los atacantes se hicieron con todo el saliente hasta 10 Km al oeste de Teruel, y sobre la marcha comenzaron a cerrar la ciudad. La batalla se desarrolló en medio de una gran helada y con nieve, que harían legendario el frío de Teruel. El 19 de diciembre las fuerzas republicanas alcanzan los arrabales de la ciudad, pero los nacionales se refugian en varios edificios y ofrecen una fuerte resistencia, por lo que se pelea en las calles, casa por casa. Franco había enviado refuerzos para socorrer a los sitiados, al mando de los generales Varela y Aranda. Franco ordenó a los defensores de la ciudad resistir a toda costa. Los nacionales terminaron por refugiarse en dos puntos de la ciudad, un grupo, al mando del coronel Barba, se encierra en el Seminario y en el convento de Santa Clara. Rey d´Harcourt se hace fuerte en la sede del
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Gobierno Militar, Hospital de la Asunción y edificios adyacentes (Plaza de San Juan). Se produce una situación extraña: mientras los republicanos luchan, ya en la ciudad, por rendir los dos focos de resistencia, son atacados por la espalda por Aranda. Todo esto con 18º bajo cero.
Soldado en un paisaje gélido. (Archivo de la Biblioteca Nacional). El frío de batalla se convertiría en legendario, y, además de endurecer las condiciones de los combatientes, influyó en el desarrollo de la batalla.
Así, el 31 de diciembre, cunde el pánico entre las fuerzas gubernamentales, que abandonan prácticamente la ciudad. Sin embargo, esa misma noche vuelven a entrar en la ciudad y van reconquistando posiciones. Una de las divisiones que vuelven es la 40. Por fin, el 7 de enero se rinde el coronel Rey d´Harcourt. La resistencia era insostenible. El 8 de enero cae el Seminario, en el que había 1500 personas, entre ellas el obispo de la ciudad, Anselmo Polanco. La toma de la ciudad por los republicanos se convierte en un éxito no sólo militar, también de propaganda. Fue la única capital de provincia recuperada por los gubernamentales en toda la guerra. La batalla había concentrado numerosos corresponsales de guerra, y el gobierno republicano explotó al máximo su victoria, cuidando mucho el trato a los prisioneros, para mejorar su prestigio internacional. El mando republicano daba por concluida la batalla, pero no Franco.
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Portada del periódico La Vanguardia, 23-12-1937. Ambos bandos se atribuían la victoria en la Batalla cuando el desenlace aún no estaba claro. Se trataba de una guerra de propaganda.
Brigadas Internacionales en diciembre de 1937. (Foto extraída de Internet)
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1-4 ENERO-FEBRERO 1938: CONTRAATAQUE REBELDE. RECUPERACIÓN DE LA CIUDAD POR EL BANDO FRANQUISTA La segunda parte de la batalla la protagoniza el contraataque franquista, que comienza el 17 de enero. Ahora son los republicanos los que defienden la ciudad y los rebeldes los atacantes. La batalla es tan encarnizada como lo había sido en diciembre. El ejército republicano no se resigna a perder sus posiciones, y lanza a su vez varios ataques. En esta situación, va a ser definitiva la maniobra del Alfambra. El 5 de febrero, las tropas franquistas inician un movimiento desde el norte, siguiendo el río Alfambra. Entre otras tropas, avanza la Caballería del general Monasterio, que se lanza a galope sobre los llanos de Visiedo, en lo que se ha llamado “la última carga de caballería”. El ejército republicano, con signos de agotamiento, no puede parar el ataque. Las tropas franquistas avanzan rápidamente desde Vivel del Río hasta Villalba la Baja, ya muy cerca de Teruel. Desde allí lanzarán el ataque definitivo que les permitirá reconquistar la ciudad.
Plaza de San Juan durante la Batalla. (Extraída de Historia ilustrada de la provincia de Teruel, ed por Diario de Teruel, Teruel 2002). En los edificios de la Plaza estuvo uno de los dos focos de resistencia de los nacionales. El otro estuvo en el Seminario.
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Plaza de San Juan hoy
Teruel, que había sido evacuada por las autoridades republicanas, se hallaba en ruinas y defendida por la 46 División republicana. La nieve retrasó el ataque franquista hasta el 17 de febrero. Tras fuertes bombardeos, el día 19 los nacionales ocupan las posiciones de Valdecebro, El Mansueto y Santa Bárbara, y se cortan las comunicaciones con Valencia, de donde podían llegar refuerzos republicanos. Vicente Rojo intenta un contraataque los días 21 y 22 de febrero, pero éste no llega a producirse. En la noche del 21 al 22 de febrero de 1938 los últimos defensores republicanos abandonan Teruel, cruzando el Turia. En la mañana del 22, las fuerzas de Aranda entran en Teruel. Ha terminado la Batalla. La ciudad ha quedado derruida tras dos meses de combates y bombardeos.
Plaza de la Catedral después de los bombardeos. (Extraída de-LA GUERRA DE ESPAÑA 1936-1939 Editorial EL PAIS) La destrucción que sufrió la ciudad hizo que formara parte, en los años 40, del plan de Regiones Devastadas.
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1-5 CONSECUENCIAS DE LA BATALLA La batalla de Teruel fue uno de los acontecimientos más importantes durante la guerra. La República tuvo muchas derrotas en el norte pero conquistó a ciudad de Teruel, demostrando la capacidad organizativa de su ejército. La conquista de Teruel constituyó un éxito inicial para las tropas gubernamentales, incrementado por el fracaso de la primera contraofensiva de Aranda y Varela. Por el contrario, aquella victoria causó mella en la moral de ejército franquista, poco acostumbrado a las derrotas. Pero la reposición de fuerzas en una batalla de desgaste, como es la de Teruel, unida a la superioridad artillera y al dominio de su aviación, va decantando el triunfo final del lado Franco. Tras la batalla, Franco desencadenó un ataque hacia el este partiendo de la ciudad, la Batalla de Aragón, que terminó con un gran retroceso de las fuerzas republicanas. Para la ciudad, las consecuencias fueron terribles. La destrucción física fue descrita en 1941, cuando se abordó la reconstrucción de la ciudad en el proyecto de Regiones Devastadas, de la siguiente manera: “ La tercera parte de los edificios de la población quedó reducida a escombros, otro tercio sufrió daños graves, y puede decirse que ninguna casa quedó sin rasguño”1. La destrucción moral que sufrieron sus habitantes es más difícil de cuantificar. La Batalla de Teruel dejó numerosas huellas en la literatura de la época, y también en la posterior, hasta nuestros días. Sin duda, esa pervivencia indica hasta que punto la Guerra Civil ha condicionado nuestra historia y también nuestra intrahistoria.
Tropas nacionalistas en la Plaza del Torico tras la reconquista por los rebeldes, en febrero de 1938. Archivo de Heraldo de Aragón. (Extraída de Historia ilustrada de la provincia de Teruel, ed por Diario de Teruel, Teruel 2002)
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Fornier , Julian F. “La reconstrucción de Teruel”, citado en el catálogo de la exposición La reconstrucción de Teruel 1939-1957, Teruel, 2005
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2-LA BATALLA DE TERUEL EN LA LITERATURA La batalla de Teruel aparece en numerosas obras literarias de autores españoles y extranjeros, desde los años 40 hasta la actualidad. También aparece en algunas películas. Aquí ofrecemos algunos fragmentos de novelas en las que la Batalla de Teruel tiene relevancia, en algunas es el lugar principal del argumento. No pretendemos, ni mucho menos, presentar un inventario completo. Los autores que mencionaremos son, por orden cronológico, André Malraux, Max Aub, Leonardo Sciascia, Juan Benet y Daniel Pelegrin.
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2-1 MAX AUB
Campo de Sangre
Max Aub, dramaturgo y narrador español, nació en París en 1903, hijo de padre alemán y madre francesa que se instalaron en Valencia en 1914. Dirigió entre 1935 y 1936 el teatro universitario "El búho" perfilándose como uno de los escritores jóvenes influido por la Revista de Occidente y José Ortega y Gasset. Durante la guerra civil colaboró con André Malraux en la filmación de L'Espoir (1937). Republicano, cruzó la frontera en 1939 y fue internado en un campo francés. Deportado a Argelia, consiguió escapar en 1942 y se trasladó a México, donde publicó la parte más significativa de su obra literaria. A pesar de sus comienzos esteticistas y de vanguardia, resulta ser un escritor de carácter realista y de fuerte contenido sociopolítico. Antes de la guerra civil había publicado Los poemas cotidianos (1930), Teatro incompleto (1930), Espejo de avaricia (1935) y Yo vivo (1936). A finales de la década de 1960 se atrevió a regresar a España, para comprobar el desconocimiento absoluto de su persona y de su obra entre los españoles, y poco después escribió La gallina ciega, diario español (1971) en la que recogió sus amargas impresiones. Publicó revistas muy personales: Sala de Espera (1960) y Los 60. Su obra narrativa comprende las novelas del ciclo El laberinto mágico (Campo cerrado, 1943; Campo de sangre, 1945; Campo abierto, 1951; Campo del moro, 1963; Campo francés, 1965; y Campo de los almendros, 1968); varios volúmenes de cuentos y, entre otras novelas, Juego de cartas (1964).
El novelista Max Aub
Campo de sangre El fragmento siguiente corresponde a Campo de Sangre, una de cuyas partes se desarrolla en la Batalla de Teruel. Max Aub cuidó mucho la documentación de sus novelas sobre la guerra, para ello habló con testigos directos de los hechos que narra, cuando no los vivió él mismo. En Campo de Sangre aparecen varios personajes que se cuestionan a veces los enfrentamientos internos y las mezquindades que minaban la retaguardia del bando republicano. Aun así, se muestra comprometido siempre con este bando. Destaca el lenguaje, cuidadísimo y de gran riqueza literaria, que le sirve para transmitir una visión muy poco épica de la contienda, con la que consigue transmitirnos la destrucción y el caos que ocasiona la guerra, tanto en los lugares como en las personas. 13
1 – Teruel 3 de enero de 1938
[...]Los sillares, arpados de metralla; los canceles desmenuzados; los muros, apedreados de viruela; la lechada, caída como ronchas de sarna; el mortero aboqueteado de cráteres rojos del ladrillo herido. Despeinados todos los postes, los hilos de metal retorciéndose caídos al aire de su peso. Tres dedos de polvo sobre todo. Una celosía, tumbada en medio de la calle, enjaula una birreta. En un silencio se oye el cañón, por el Concud. -En la Muela no se han movido hoy. Retiembla todo el aire. -El vientecillo le entra a uno en barrena.-Piensa Miguel Jiménez, pasmado de frío. Desde allí ven el recuesto nevado del otro lado del voladero y la cinta oscura de la carretera de Valencia. La mañana clara, con un frío quieto que lo carcome todo: sangre, paredes, cielo. -¿Sobre qué tiras?- le preguntan al disparador. (De la Diputación no contestan ahora) -Pa calentarme. Chamberlain se dejó ayer un dedo en el gatillo. (Chamberlain: uno alto.) ¡Por aquello de no desperdiciar un tiro! Yo no desperdicio dedos. El acero caliente y los fachas fríos. Los otros dos siguen respaldados en el muro picado de muerte: arrecidos. Encima de ellos pende, vertical, un balcón, sostenido sólo por un pie. Enfrente las casas
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derrumbadas con sus esqueletos de madera al aire. Las que quedan, trepanadas. Una casa de tres pisos da, casi, seis metros de escombros: sobreviven paredes abriendo ventanas del cielo al cielo; de la mampostería, el cascote grueso; de los canceles, el yeso; de las paredes, los ladrillos; pero lo prodigioso es el número de vigas. Miguel Giménez, acostumbrado a ver casas bombardeadas en los pueblos, donde no se salva nada –una pared aserrada-; o en las ciudades, donde sólo permanece sobresaliente el alma delgada de hierro retorcido por la explosión y el derrumbamiento, se queda absorto ante el número de los maderos. Astíllanse, pero no se doblan. En esta muerte no hay curvas. Las casas partidas no le añaden conocimiento: las mismas celdas blancas con sus trepas verdes o coloradas, los mismos palanganeros, los mismos calendarios milagrosamente colgados sobre el vacío; las mismas cañas de los cielos rasos. A los cargadores del compañero contestan, de pronto, con fuego nutrido. Retumban tres explosiones violentas. Los tres levantan la nariz al cielo; puro de aviones. - Por el Óvalo. Ellos se habían corrido por la Ronda de Amberes -Allá abajo debe de haber un estanco. (¿Cómo no ha de haber un estanco cerca del Gobierno Civil?) Lo malo era que el Gobierno Civil estaba en poder de los rebeldes.
Calle de San Juan al término de la batalla (donde transcurre parte de la escena de la novela)
Calle San Juan en la actualidad
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-Tira, ya llegaremos. -Por ahí han dicho que no. -Tú, calla. Todos los que habían entrado en la ciudad los días anteriores, por San Julián y el Arrabal, por la calle del Pozal, la Plaza de la Judería, tenían tabaco: toda la parte alta de la ciudad fumaba. Ellos tres lograban enfurecer al mandamás. -¡Por ahí que no se meta nadie! ¿Cuántos son? Nadie lo sabía. Únicamente desde San Julián avisaban que hacIa la Diputación avanzaba gente nuestra. -¡Que se retiren! ¡Quince minutos! Dentro de un cuarto de hora empezaremos a bombardear el Gobierno Civil. No quiero a nadie por los alrededores inmediatos. ¿Entendido? La Diputación, vecina del Gobierno Civil. -¿De qué brigada? -Supongo que de la ochenta y nueve, mi general. -¡Esos tenían que ser! ¿Creen que van a tomar el Gobierno a cuerpo limpio? -No sé, mi general. Eran tres. En la Diputación había guardias civiles, algunas mujeres, algunos niños y los locos. -Oye, ¡quítate de ahí! -¡Déjame en paz! - Vamos a intentar por las casas, a ver si podemos ir adelantando al través. Por la Ronda nos cazarían como conejos. -Tal como están –arguyó su compañero- tiene que ser fácil. Un poco de gimnasia. Hechas miga, lo que se dice miga. Se les había olvidado el tabaco. Había que adelantar.
Max Aub, Campo de sangre, Barcelona, Punto de Lectura, 2004 (1ª Ed. 1945)
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2-2 ANDRÉ MALRAUX La esperanza (L´espoir) André Malraux nació en París en 1901 y murió en 1976. Fue novelista aventurero y político francés. Personaje representativo de la cultura francesa que giró en torno al segundo tercio del siglo XX, en su vida se confunden los elementos novelados del escritor con la expresión del hombre público, la propaganda del político y la realidad de los hechos históricos que vivió. Su obra más célebre es La condición humana (1933), novela con un importante contenido ético. Malraux estuvo en la en la Guerra Civil española junto a los republicanos e intervino en combates aéreos con las Brigadas Internacionales. Fruto de esa experiencia fue la novela épica La Esperanza (1937), de la que al año siguiente hizo una adaptación cinematográfica. La Esperanza está protagonizada por un grupo de aviadores republicanos de varias nacionalidades, que, entre otros escenarios, transitan por la Batalla de Teruel. La adaptación cinematográfica de esta novela fue la película Sierra de Teruel, en cuyo guión colaboró Max Aub. La película es una interesante mezcla de documental y ficción. En 1939 se estrenó en Francia y hubo que esperar hasta 1977 para verla en una pantalla española.
La esperanza (L´espoir)
Magnin había tan a menudo combatido en ese frente de Teruel, alargado hacia el sur en península malaya, que lo llevaba en él y no navegaba sino por conciencia. Desde que ametralladores y mecánicos, tensos como siempre antes del combate, dejaban de mirar hacia Teruel, volvían hacia el campesino una nariz furtiva, y sus ojos
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encontraban la cresta de papagayo de una cabeza pertinazmente gacha entre los cascos, o, de pronto, una cara angustiada cuyos dientes se mordían los labios. Las baterías enemigas no tiraban: los aviones estaban protegidos por las nubes. En tierra, sin duda, ya era completamente de día. Magnin observaba, a la derecha, el Pato suelto, dirigido por Gardet, a la izquierda, el multiplazas español del capitán Moros, ambos un poco hacia atrás, ligados al Marat como dos brazos a un cuerpo, en línea de vuelo en la inmensidad tranquila, entre el sol y el mar de nubes. Cada vez que una bandada de pájaros pasaba por debajo del aparato, el campesino levantaba el índice. Aquí y allá sobrevolaban los montes negros de Teruel y, a la derecha, el macizo que los aviadores llamaban la montaña de nieve, de una blancura deslumbrante bajo el sol de invierno, por encima del banco más mate de las nubes. Magnin se había acostumbrado ahora a esa paz del comienzo del mundo por encima del encarnizamiento de los hombres; pero, esta vez, las nubes no eran vencidas. El indiferente mar de nubes no era ya más fuerte que esos aviones que habían partido ala contra ala, que volaban ala contra ala hacia un mismo enemigo, en la amistad como en la amenaza oculta por doquier bajo ese cielo tranquilo; que esos hombres que aceptaban todos morir por algo ajeno a ellos mismos, unidos por el movimiento de los compases en la misma fatalidad fraterna. Sin duda Teruel estaba a la vista bajo las nubes; pero Magnin no quería bajar para no dar la alerta. “Atravesaremos en seguida”, gritó en el oído del campesino; sentía que éste se preguntaba cómo podía dirigirlos si no veía nada. Hasta la lejana barrera deslumbrante de los Pirineos, se sucedían manchas alargadas, como lagos sombríos en la nieve, que venían hacia ellos: la tierra. Una vez más, bastaba esperar.
Aviadores republicanos Los aviones daban vueltas, con la amenazadora paciencia de los aparatos de guerra. Ahora, eran las líneas enemigas. Por fin, una mancha gris pareció deslizarse sobre las nubes. Algunos tejados la atravesaron, deslizándose ellos también de un extremo a otro de la mancha, como inmóviles peces rojos; después venas: senderos, todo eso sin volumen. Después algunos
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techos y un enorme círculo descolorido: la plaza de toros. Y en seguida, amarilla y rojiza bajo la luz plomiza, una vasta capa de tejados llenó el agujero de las nubes. Magnin agarró al campesino por el hombro: - ¡Teruel! El otro no comprendía. -¡Teruel!- le gritó Magnin al oído. La ciudad aumentaba en el agujero gris, sola entre las nubes que cabrilleaban hasta el horizonte, entre su compañero, el río y sus senderos cada vez más nítidos.
André Malraux, L´espoir. Sierra de Teruel Barcelona, Edhasa, 2001 ( 1ª edición 1937)
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2-3 JUAN BENET Madrid, 1927-1993. Al comienzo de la Guerra Civil Española muere, fusilado en la zona republicana, su padre, el abogado Tomás Benet, y marcha a San Sebastián con su familia a refugiarse hasta que en 1939 regresa de nuevo a la capital. En 1944 termina sus estudios de bachiller y en 1948, entra en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Frecuenta la tertulia del Café Gijón donde conocerá a quien será gran amigo, Luis Martín Santos, entre otros autores de la época. En 1967 publica su novela Volverás a región, novela que crea un territorio mítico, Región, en el que se desarrollarán buena parte de sus narraciones, al estilo de su maestro Faulkner y al igual que otros grandes escritores del momento, como García Márquez, Onetti o Rulfo. La obra de Benet junto a las de autores como García Márquez, Vargas Llosa u Onetti, el conocido como "boom" hispanoamericano que estalla también en los años sesenta, suponen la renovación de la literatura escrita en español hasta entonces. Juan Benet es, sin duda, uno de los escritores más influyentes de la literatura española, de lectura difícil pero apasionante. El tema de la guerra civil está presente en todas las novelas de Benet, que era un gran conocedor del tema. Además, es autor de la obra Qué fue la guerra civil, pequeño ensayo de divulgación publicado en 1977. La presencia de la Batalla de Teruel en la obra de Benet se hace explícita en algunos fragmentos de Herrumbrosas lanzas (1983-1986), del que ofrecemos un breve fragmento. Herrumbrosa lanzas, novela que Benet dejó sin concluir, es un recorrido por la guerra civil en el territorio inventado de Región.
Herrumbrosas lanzas
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Teruel había supuesto el desmantelamiento de la cuarta ofensiva sobre Madrid, a costa de una concentración de recursos, de los que la República no andaba ni mucho menos sobrada, y de la activación de un frente sobre el que –por el carácter represor del enemigo- pronto caerían las unidades nacionales más competentes. Todo estratega sabe que una vez iniciada una movilización no será fácil zafarse de sus consecuencias; y como para ciertos Estados Mayores la movilización será siempre la etapa más premiosa y exigente de una campaña, una vez realizada no tendrá sentido no prolongarla con la ofensiva, su consecuencia natural, a menos que un acontecimiento inesperado obligue a suspenderla para dar paso a otra movilización –hacia la que ciertos Estados Mayores se hallan siempre en buen estado de ánimo- en otro sentido o en otro sector. Agotado el ímpetu republicano en Teruel, detenido su avance, controlados por enemigo los accesos a la ciudad recién conquistada y asediada por tres de sus costados, nadie dudaría de la inminencia de una ofensiva de revancha pensada y decidida para volver a izar la bandera de dos colores sobre sus afiligranadas torres. De ser un alivio, había pasado Teruel a convertirse en un abceso en el que estaba comprometido y empeñado todo el Ejército de Saravia y, con él, toda la estabilidad del frente de Aragón, al que, en contraste con el de Madrid, nadie podría venir a socorrer, por falta de transportes, por falta de reservas, por carencia de puntos débiles en el flanco enemigo y por falta de tiempo.
Juan Benet, Herrumbrosas lanzas, Madrid, Alfaguara, 1998 (1ª edición, 1983)
Soldados republicanos camino de Teruel en diciembre de 1937. El fotógrafo anónimo quedó retratado en la sombra. (Extraída de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004).
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Qué fue la Guerra Civil
En Teruel el EMC repitió la táctica de las pinzas ensayada contra Zaragoza pero a menor escala, con una mucho menor abertura del compás, como si fuera consciente de que no se podía proponer grandes objetivos, conformándose con la captura de la ciudad y el desbaratamiento de los planes invernales del adversario. Los republicanos atacaron el 15 de diciembre con unos 100.000 hombres, sin apoyo artillero ni aéreo a fin de sorprender al enemigo. Dos cuerpos de Ejército, el XVII (Heredia) y el XXII (Ibarrola), avanzaron simultáneamente al norte y al sur de la ciudad, cruzaron el Guadalaviar, cortaron la carretera y el ferrocarril y realizaron el enlace entre la ubicua IIª División de Líster y la 34ª División de Vega, completando el cerco de la ciudad cuyos defensores – unos 4000 hombres al mando del teniente coronel Rey d´Harourt- tuvieron que abandonar las alturas de la Muela para aprestarse a la defensa dentro del casco. El 18 empezaron los combates callejeros, encomendados a la División de El Campesino por su experiencia y probado arrojo en este tipo de lucha. La temperatura había descendido a 19º bajo cero –uno de los inviernos más inclementes del siglo- y hacia Navidad los defensores –con Rey d´Harcourt y el obispo Polanco- habían quedado reducidos al hospital, el seminario, el convento de las clarisas y el Gobierno Civil. El 29 comenzó la contraofensiva nacional, encomendada a los Cuerpos de Ejército de Galicia y Castilla bajo la protección de la Legión Cóndor ahora bajo el mando de Volkmann que había sustituido a Sperrle; aunque llegaron a avanzar hasta San Blas no lograron romper el frente republicano –mantenido por una fuerza disciplinada y capaz- por lo que en algún momento se debió decidir abandonar los defensores a una suerte que ya era desesperada, carentes de víveres y auxilios médicos, obligados a beber el hielo fundido entre las ropas. El hielo y la nieve llegaron a provocar una tregua –miembros amputados, motores reventados, la aviación paralizada en tierra, enormes columnas de vehículos inmovilizados en las carreteras de ambos bandos- pero el día de Nochevieja se rindieron 22
los pocos defensores del hospital y el convento, unas docenas de hombres. EL 8 de enero depuso las armas Rey d´Harcourt que –a pesar de haber aguantado más de lo comprensible- aquella noche fue tildado por Queipo de “canalla traidor”, ocho días después de que Franco declarase que un año de victoria se cerraba con el “broche de Teruel”.
Vista general de la Andaquilla y el Seminario antes de la batalla. Archivo Mora. (Extraída de Historia ilustrada de la provincia de Teruel, ed. por Diario de Teruel, Teruel 2002)
Vista de las ruinas del Seminario, uno de los focos de resistencia nacionales, desde la ribera del Turia. (Extraída de Historia ilustrada de la provincia de Teruel, ed. por Diario de Teruel, Teruel 2002)
El ejército nacional, reforzado con el Cuerpo de Yagüe, la 1ª División de Caballería de Monasterio y la 5ª División de Navarra de Bautista Sánchez, así como con la artillería pesada del CTV, reanudó su ofensiva el 17 de enero pero en lugar de presionar frontalmente por La Muela, emprendió una maniobra de flanco –semejante a
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la republicana del mes anterior- cruzando el río Alfambra al norte de Teruel y dirigiéndose por su orilla derecha hacia el sur para dar origen a un nuevo cerco de la ciudad por los contraataques –escalonados y precisos, con un estilo que denunciaba un exacto conocimiento de la conducta enemiga- lanzados por Sarabia con la IIª División de Líster y la XI Internacional de Heiner permitieron sostener el frente a pesar de la pérdida de La Muela. El 7 de febrero un nuevo ataque en el río Alfambra tuvo más éxito cuando la caballería de Monasterio –tal vez la última acción eficaz de esa arma en la historia- rompió el frente en un punto y permitió a las unidades de Aranda y Yagüe ocupar con rapidez una banda extensa en la margen derecha, capturando numerosos prisioneros y un extenso botín. El último estadio de la batalla se inició el 17 –a los dos meses de iniciada- cuando Aranda logró rodear completamente la ciudad. Sarabia pudo salvar la mayor parte de su ejército pero aun así dejó unos 15000 prisioneros y abundante material. Entre los que se vieron cercados por el rápido movimiento figuraba el propio Campesino quien con sus hombres logró romper el cerco y alcanzar las líneas propias acusó a Líster y Modesto de haber procurado se pérdida intencionada y alevosamente.
Juan Benet Qué fue la guerra civil, Barcelona, la Gaya Ciencia, 1976
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2-4 LEONARDO SCIASCIA Escritor italiano que destaca por sus novelas sobre el poder y la corrupción en Sicilia. Nació en Recalmuto, Sicilia, el 8 de enero de 1921. Fue profesor en varios colegios de Caltanissetta entre 1949 y 1957, y de Palermo desde 1957 a 1968, a la vez que publicaba sus novelas, narraciones cortas, obras de teatro y ensayos que, según el propio autor, formaban un solo cuerpo de obras cuyo tema era el trágico pasado y el no menos trágico presente de su isla natal. Entre sus obras destacan Las parroquias de Regalpetra (1956), El día de la lechuza (1961), A cada uno lo suyo (1966) y Todo modo (1974), que reflejan las investigaciones policiales sobre la mafia. A partir de 1978, el autor escribió sobre todo ensayos sobre literatura y política y, como miembro que fue del Partido Radical, resultó elegido tanto para el Parlamento Europeo como para el Italiano en 1979. El 20 de noviembre de 1989 murió en Palermo. Sciascia era un buen conocedor de la literatura española, en particular del Quijote.
Los tíos de Sicilia (1958 y 1961) es una de sus primeras obras, una colección de relatos. El que nos interesa es El antimonio, que trata de un minero italiano que se alista, obligado por la miseria, como voluntario para luchar en España en apoyo de Franco. Mussolini envió tropas y material en apoyo de los franquistas, y ofrecía una buena paga a los soldados y oficiales. El relato narra el paso del minero por varios frentes, el último el de Teruel. Constantemente el protagonista constata las semejanzas entre la vida en España y en su Sicilia natal. Pronto es consciente de que está peleando en el bando equivocado, contra sus semejantes españoles. El fragmento narra un episodio de la batalla protagonizado por soldados anónimos, ni siquiera sabemos el nombre del narrador. Sólo conocemos el
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nombre de Ventura. Son soldados que, como dice el autor, ofrecen lo mejor y lo peor de sí mismos.
Bombardeo de la artillería franquista al norte de Teruel. (Extraída de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004).
El antimonio El 28 de diciembre atacamos a Líster con numerosas fuerzas, la ofensiva se estrelló contra las posiciones de Líster como una pelota contra un muro; pero tuvimos noticias de que en la parte opuesta los republicanos cedían. Los periodistas, que daban vueltas entre nosotros mirando Teruel con los prismáticos, empezaron a escribir en sus periódicos que Franco había reconquistado la ciudad: la guerra de España me enseñó a no creer en los periodistas, es un oficio de charlatanes, un pedregal te lo convierten en un jardín y un caballo de matadero te lo pintan como si fuese el de Astolfo. Teruel fue recuperada a finales de enero de 1938, no sé exactamente qué día, es seguro que hasta el 18 los republicanos resistieron, después del 18 dejé el frente de Teruel y para siempre la guerra española.[...]
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Tropas nacionalistas en la Plaza del Torico, tras la recuperación de la ciudad. Archivo de Heraldo de Aragón,. (Extraída de Historia ilustrada de la provincia de Teruel, ed. por Diario de Teruel, Teruel 2002)
Un par de horas después una patrulla regresó con dos prisioneros; pensé “ahora el mayor les disparará”, pero el mayor preguntó si habían sido hechos prisioneros con las armas en la mano, pues Franco había prometido, ya en tiempos de Guadalajara, respetar la vida de los rojos que fueran capturados desarmados; pero los dos habían sido capturados con el fusil en las manos. El mayor buscó con la mirada al teniente, lo miró como si le dijera que era por su bien, que necesitaba habituarse a ciertas cosas, le ordenó llevarse a los prisioneros y liquidarlos, y de paso que los enterrase. El teniente por un momento se mantuvo al borde de la furia, después dijo “Sí, señor”, llamó a cuatro de nosotros, los más cercanos, y con los prisioneros delante nos alejamos. Ventura no estaba entre los seleccionados, pero vino con nosotros. Teníamos tanto miedo en el cuerpo los seis italianos como los dos prisioneros: eran dos muchachos, habían comprendido que iban a morir, tenían el llanto silencioso de los niños cuando están cansados de llorar con la voz y calladamente sollozan. Con la pistola en la mano, el teniente temblaba, gotas de sudor le corrían por la cara como lágrimas, nos miraba turbado y miraba a los prisioneros; después de unos cien metros se detuvo y dijo: Aquí.- Nos paramos, uno de ellos preguntó -¿Qué hora es?- Ventura miró el reloj y dijo: -Las once y cinco, y después añadió- más adelante- y al teniente- más adelante- el teniente le obedeció, de nuevo nos movimos. Ventura dijo a los prisioneros –calma: nada que temer- los prisioneros, sin entender, con ojos de animal que sufre lo indecible, lo miraron. - Alto- dijo Ventura en un determinado punto: estábamos detrás de una elevación, había zarzas cubiertas de nieve, el teniente y Ventura se miraron a los ojos, luego Ventura se volvió a los prisioneros y dijo- con cuidado, a la izquierda- con la mano izquierda, les indicó que podían irse. Los prisioneros lo contemplaron con incredulidad y esperanza al mismo tiempo, pero no se movieron. - A vuestras casas- dijo Ventura- adiós. Los muchachos se miraron, se entendieron, echaron a correr hacia la izquierda volviéndose continuamente para mirarnos, nosotros estábamos quietos como estatuas;
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desaparecieron detrás de un seto. Ventura le cogió la pistola al teniente y disparó cuatro tiros en la nieve, le devolvió la pistola y el teniente mecánicamente la metió en la funda. - Fumemos- dijo Ventura.
Nieve en el frente de Teruel, foto extraída de Internet. La escena relatada por Sciascia se desarrolla en un paisaje similar a éste. En medio de la crueldad de la guerra, el soldado italiano Ventura conserva su humanidad, que le lleva a perdonar a los dos prisioneros.
Al día siguiente Ventura desapareció: lo dieron por muerto, siempre hay alguno que dice- yo lo he visto caer- pero yo lo busqué mirando los muertos uno por uno, y no lo encontré. Tal vez murió de verdad, o acabó prisionero, o consiguió reunirse con la 15 Brigada, la de los americanos, sin embargo pregunté a todos los sicilianos de América que conocí después, ninguno supo nunca decirme nada de Ventura. Espero que esté vivo, entre los suyos, en el Bronx, que sea gángster o venda cerveza y helados, como se prometía a sí mismo y a mí, espero que esté vivo y feliz.
Leonardo Sciascia, Gli zii de Sicilia, (1º edición 1958)
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2-5 DANIEL PELEGRÍN Daniel Pelegrín (Murcia, 1973) estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Estragos es su primera obra publicada, en 2000 . En ella se reconstruye la Batalla de Teruel desde varios puntos de vista. La novela comienza en los años 70, cuando un antiguo combatiente regresa a Teruel, enfermo y cansado, en busca de una casa y de una mujer.
ESTRAGOS
En la novela Estragos de Daniel Pelegrín, se narra la Batalla de Teruel desde varios puntos de vista. Uno de ellos es el de Julia, joven que vive con su familia en “una pequeña calle en la que hay o hubo una casa que recuerdo amarilla, con dos cabezas de león (o de tigre; felinas, en cualquier caso, no recuerdo bien) a cada lado del umbral y aldabas de forja en la figura de un dragón.” (Estragos, 23). La familia de Julia es simpatizante del bando rebelde, por lo que con la llegada de las tropas republicanas a la ciudad, en diciembre del 37, y ante la evacuación de los civiles, deciden esconderse en el sótano de su casa. Muchos civiles pasaron la batalla en los sótanos de la ciudad o bajo la plaza del Torico. He aquí un fragmento del capítulo 2, titulado Los topos. El narrador en primera persona se dirige a un “tú”, Julia, rememorando los acontecimientos que vivió la joven y también sus pensamientos y sensaciones.
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Soldados republicanos evacuan a un anciano tras la toma de la ciudad en enero de 1938. (Extraída de-LA GUERRA DE ESPAÑA 1936-1939 Editorial EL PAIS)
Cavan, caváis. Os veo blandiendo la azada, los cuchillos cavando frenéticos en el sótano de vuestra casa, mientras tu abuela pasa con mano temblorosa las cuentas del rosario, oración tras oración. Tus hermanos han tomado esta tarde la iniciativa. Los golpes de la azada de Emilio se confunden con su jadeo rítmico y con los disparos lejanos. Alfonso, calado por su propio sudor, apuñala la tierra helada como un criminal sádico y gime a cada embestida, mientras tu padre despeja el hoyo que durante seis noches se ha ido abriendo bajo vuestros pies y en el fondo de vuestro miedo. El hoyo es la salvación y es la condena. Estáis solos los cinco: la cocinera y la criada os abandonaron el mismo día en que los republicanos tomaron el Arrabal. Ahora caváis. También tú has acuchillado el suelo, como si ansiaras no ya un refugio seguro, sino alcanzar el reverso del mundo, la misma ciudad al otro lado de la guerra. ¿Es posible escapar de la muerte sin huir?, te dices, más como una súplica que como una pregunta. Ahora es Alfonso el que toma la azada, mientras iluminas con el candil la progresión lenta del refugio. La cabeza de tu hermano menor se inclina mecánicamente bajo tus pies, la azada asciende y desciende, abriendo la oscuridad y la dureza del suelo, con ese gemido intermitente que ya no nace de Alfonso, sino de la propia fatiga o de la tierra compacta y gélida que rehúsa ser horadada.
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Ametralladoras republicanas. Foto de Robert Capa. (Extraída de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004)
Cadáveres a las puertas de Teruel. Foto de Robert Capa. (Extraída de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004)
Una explosión detiene el fragor de los brazos de tus hermanos. Los muros de la casa tiemblan y la tierra se desprende del agujero. “Eso ha sido cerca”, murmura tu padre, “seguid cavando, hijos, seguid cavando.” El silencio. Más disparos, arriba y afuera, en la calle. Emilio aparta la tierra y los pedruscos que la explosión ha arrojado a sus pies. Siguen cavando. Callada esperas tu turno.
“Casa de los leones” o Casa Escriche, en la Calle Temprado. En los sótanos de esta casa sitúa Daniel Pelegrin su novela. Cuando el protagonista regresa a Teruel en los años 70 busca el emplazamiento de esta casa, hoy en bastante mal estado.
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Tú les das la luz: es tu tarea en esta tarde que se va muriendo hacia la noche. “Mañana los rojos pasarán a por nosotros para llevarnos a San Julián y luego más lejos”, dice tu padre, que ahora apila las tablas que volverán a cubrir el agujero. “No nos van a evacuar. A nosotros no, os lo juro”, dice, buscando los ojos de su madre, de su hija. Es entonces cuando empieza a toser con violencia, sin freno, y cada tos agrava la siguiente acometida que le nace del pecho, obligándole a escupir y a contraerse, quebrado sobre sí mismo. “Padre”, murmuras. No te atreves a gritar ni a moverte, pues sumirías a tus hermanos en la oscuridad y sabes que es preciso terminar el hoyo esta noche. Tu abuela trata en vano de incorporarse de la desvencijada silla que le habéis bajado, quiere auxiliar a su hijo, pero es un inútil amago que cesa cuando el achaque del hombre se atenúa. Sientes los ojos quemándote, ardiendo, sí, en ese cubil helado al que nunca bajabais y del que ahora apenas si os atrevéis a salir, por miedo a que los republicanos os lleven al Arrabal, por miedo a que una bala perdida, de unos o de otros, os atraviese de parte a parte. La muerte tiene la mueca del sargento republicano que en la calle remata a los heridos, tiene la máscara de odio de los cinco falangistas que asesinaron a la María. Sabes, sin embargo, que la muerte no tiene faz ni se oculta bajo una máscara. Sabes que la muerte e otra cosa, tal vez más apacible. Esto es asesinato. Cualquiera puede matar o morir a manos de otro aquí donde el odio y la injusticia se han recreado con especial perseverancia. En el otro lado, en el reverso de la guerra, el odio no ofrece lance al dolor ni al crimen. Así lo quieres imaginar, pero no logras esbozar una idea coherente, la imagen imposible de lo que pudiera hallarse al otro lado.
Daniel Pelegrín, Estragos, Madrid, Calambur Narrativa, 2000 ( Con la colaboración del Instituto de Estudios Turolenses)
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3- FOTÓGRAFOS Y CORRESPONSALES EN LA BATALLA DE TERUEL La Batalla de Teruel fue centro de interés periodístico durante los dos meses que duró. Hubo una guerra de propaganda entre los dos bandos, que se atribuían la toma de la ciudad en la prensa que les era favorable. Periodistas y reporteros gráficos de renombre mundial que cubrían la guerra estuvieron en Teruel. La guerra civil puso, en palabras de Alfonso Casas, a Teruel en el mapa mundial. Entre los numerosos nombres, hemos seleccionado a tres fotógrafos y a un escritor y periodista. Los fotógrafos son Agustí Centelles, Robert Kapa y Kati Horna. El escritor es Ernest Hemigway, pero hubo muchos más. Aunque no en calidad de periodista, también estuvo en Teruel el poeta Miguel Hernández, cuya foto ilustra estas líneas.
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3-1 KATI HORNA Kati Horna, (Hungría,1912- México,2000). Aprendió las técnicas de la fotografía en Budapest. En 1932 se trasladó a París donde completó su formación y realizó varios reportajes para la agencia francesa Agence Photo. De esta época son trabajos sobre la realidad, de reportera gráfica, pero también son famosos sus trabajos creativos próximos al surrealismo. En 1937 la Guerra Civil Española iba a convertirla casi en una leyenda, uniendo la fotografía y el compromiso político a favor de las libertades, junto a otras famosas fotógrafas que vinieron a trabajar a España en esa época como Gerda Taro o Tina Modotti. Horna recibió de parte del gobierno republicano el encargo de realizar trabajos que fueran útiles para tareas de propaganda. En Barcelona trabajó para organismos y publicaciones republicanas. También fotografió la vida cotidiana en diferentes pueblos en este tiempo de guerra. En España también conocería a su futuro marido, el pintor y escultor José Horna, de quien tomaría el apellido. Ambos huyen luego a París, llevándose un montón de negativos que no saldrían a la luz hasta 1979, cuando ya restablecida la democracia en España, Kati Horna los puso a disposición del Ministerio de Cultura. Kati Horna siguió trabajando en París, pero la invasión nazi de Francia hace que tenga que volver a huir, esta vez a México, como tantos otros artistas y refugiados en general. Allí colaboró en las más importantes publicaciones. Además fue profesora en la Universidad Iberoamericana y realizó a lo largo de los años multitud de reportajes que le dieron una merecida fama, Las escenas que recoge durante la guerra civil, tomadas en Teruel, Frente de Aragón, Valencia y Cataluña, principalmente, documentan la contienda mostrando la vida cotidiana tanto en los frentes como en la retaguardia. Sus tomas son básicamente testimonios de la población civil durante la guerra. En esta línea están sus fotos de Teruel, tras la toma por el ejército republicano: aparece una ciudad fantasmal, lejos de triunfalismos. Son muy conocidas sus fotos de la Plaza del Torico.
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Plaza del Torico, enero 1938. Ambas fotos fueron tomadas nada mĂĄs ser tomada la ciudad por los republicanos. La Plaza aparece completamente desolada(ExtraĂda de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004).
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3-2 AGUSTÍN CENTELLES Agustín Centelles (1909-1985) se formó como fotógrafo en Barcelona durante los años 20 y 30, retratando acontecimientos deportivos y oficiales. Como para otros fotógrafos, fue decisivo su descubrimiento de la cámara Leica, que por su poco peso y rapidez de enfoque permiten al fotógrafo mucha más movilidad. Con este instrumento de trabajo Centelles realizar fotos mucho más espontáneas. Un camino parecido estaba siguiendo Robert Capa. Por la viveza de su trabajo publicaba con regularidad en Diario Gráfico, La Humanitat, Ultima Hora, Diario de Barcelona, La Vanguardia, La Rambla, La Publicitat, L'Opinión... El 19 de julio de 1936 fue el único reportero que salió a la calle a cubrir información. Realizó algunas de las fotos más famosas de la guerra civil. Marchó al frente de Aragón con las milicias populares en calidad de informador gráfico.
Juego de niños, 1936. Espeluznante fotografía de niños jugando a los fusilamientos.(Extraída de Agustí Centelles. Biblioteca de Fotógrafos Españoles. Madrid, PhotoBolsillo, 1999) En septiembre de 1937 se hizo cargo, al haber sido movilizado, de la Unidad de Servicios Fotográficos del Ejercito del Este. Recorrió todos los frentes desde el Pirineo aragonés hasta Teruel. Se jugó la vida muchas veces, unas sabiéndolo, otras inconscientemente. Sus imágenes transmiten la violencia del combate, el cansancio de los soldados, la espera y el dolor de la población civil.
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Frente de Aragón 1937. (Extraída de Agustí Centelles. Biblioteca de Fotógrafos Españoles. Madrid, PhotoBolsillo, 1999)
En enero de 1939, Centelles recibe la orden de evacuar el material fotográfico que estaba bajo su custodia. A principios de febrero, cargado con su inseparable Leica y una enorme maleta de cuero a sus espaldas, pasaba a pie la frontera con Francia, dejando a su familia en Barcelona. En la maleta van cerca de cuatro mil negativos que condensan gran parte de la historia gráfica realizada por Centelles. Centelles fue internado en el campo de refugiados de Argelès. Allí, gracias a la ayuda de unos amigos, consiguió salvar su maleta de los continuos robos que había en el campo de concentración. Las duras condiciones de vida quedaron recogidas en algunas fotografías de Centelles. Tras muchas peripecias, consiguió salir del campo de concentración con la maleta del material fotográfico. En 1944, con Francia ocupada por los nazis, Centelles embaló sus negativos en cajas de madera y los entregó en custodia a un matrimonio de campesinos de Carcassonne. Había nacido la leyenda de la historia de una maleta. Regresó clandestinamente a Barcelona y vivió en la clandestinidad durante dos años, hasta que decidió presentarse a las autoridades. Juzgado y condenado a 12 años de cárcel por haber sido corresponsal de guerra y por su afiliación al 37
PSUC, se le conmutó la pena por la de libertad condicional. Sin embargo tuvo que sufrir la depuración como informador gráfico y su inhabilitación para el ejercicio de su profesión. Abrió un estudio dedicándose a la fotografía industrial y publicitaria, pero nunca volvió a ser reportero de calle. A principio de 1976, viajó a Francia para recuperar sus negativos, que le fueron devueltos por los hijos de aquellos campesinos de Carcassonne en las mismas cajas en que enterraron el archivo-tesoro. Este archivo abarca tres épocas distintas en el trabajo de Centelles: el periodo republicano (1931-1936), los treinta meses de la Guerra Civil española (1936-1939) y lo seis años de exilio en Francia (1939-1944). Ese mismo año el nombre de Centelles vuelve a ser inscrito en el Registro Oficial de Periodistas del Ministerio de Cultura. Centelles pudo, antes de morir, realizar varias exposiciones y recoger algunos premios, como el Premio Nacional de Artes Plásticas por cubrir un espacio importante en la historia de la fotografía española y haber sido uno de los pioneros mundiales del nuevo concepto de reportaje gráfico. Las fotografías de Centelles, aun siendo un hombre profundamente comprometido con la causa republicana, retratan los “desastres de la guerra”. Sus fotografías ilustran numerosos libros sobre la guerra civil, y en Teruel realizó algunas de las más conocidas, como las de la Plaza de Toros.
Evacuación de la población civil de Teruel, diciembre 1937 (Extraída de Agustí Centelles. Biblioteca de Fotógrafos Españoles. Madrid, PhotoBolsillo, 1999)
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Combate en torno a la Plaza de Toros de Teruel. Una fotografía que refleja el ambiente fantasmal de la ciudad (Extraída de Manuel Tuñón de Lara La batalla de Teruel, en Cartillas Turolenses. 1986)
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3-3- ROBERT CAPA Endré Friedman más conocido como Robert Capa (Budapest, 1913Indochina, 1954), desde muy joven estuvo comprometido en causas de izquierdas, lo que le llevó a tener que abandonar Hungría, entonces ya bajo un gobierno fascista, a los 18 años. Tras su paso por Alemania, donde comenzó en la fotografía, viaja a París. Allí consigue un trabajo como reportero gráfico en la revista Regards para cubrir las movilizaciones del Frente Popular. En París conoce también a la que sería su novia, la fotógrafa alemana Gerda Taro (Gerda Pohorylles). Es entonces cuando adopta el nombre de Robert Capa, ideado por él y por Gerda Taro como una forma de vender mejor sus fotografías.
Robert Capa con su cámara
Al estallar la Guerra Civil Española en julio de 1936, Capa se traslada a España con su novia para cubrir los principales acontecimientos de la contienda. Implicado en la lucha antifascista y con la causa de la República, estuvo presente en los principales frentes de combate, desde los inicios en el frente de Madrid hasta la retirada final en Cataluña. En 1937 muere en Brunete Gerda Taro, en un accidente durante una retirada republicana. Capa se hallaba en París. Regresó a España para realizar un reportaje sobre la Batalla de Teruel. En el frente coincidió con Ernest Hemingway, al que le realizó varias fotografías. Capa cubrió también principales episodios de la II Guerra Mundial. En 1954, fue llamado por la revista Life para reemplazar a otro fotógrafo en Vietnam, durante la Primera Guerra de Indochina. En la madrugada del 25 de mayo, mientras acompañaba a una expedición del ejército francés por una espesa zona boscosa, pisó inadvertidamente una mina y murió, terminando así una azarosa vida profesional, guiada por una frase que popularizó: Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no te has acercado lo suficiente.
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Robert Capa es el fotógrafo de guerra por excelencia. Ha realizado las fotos más famosas de la Guerra Civil española, algunas de ellas en Teruel. Es un hombre comprometido con la causa republicana, pero en sus fotos predomina el retrato de los sufrimientos que la guerra ocasiona, no esconde los efectos de las balas, vengan de donde vengan.
Robert Capa, soldado leal muerto tendiendo líneas telefónicas en Teruel diciembre de 1937. (Extraída de Robert Capa/Fotografías, Madrid, Aperture, 1996
Robert Capa, víctimas civiles en Teruel 2112-1937 (Extraída de Robert Capa/Fotografías, Madrid, Aperture, 1996).
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Robert Capa, soldados leales en el palacio del gobierno civil, el último y mayor bastión de la resistencia antifascista en la ciudad, enero de 1938. Una de las fotos más conocidas de la Batalla de Teruel (Extraída de Robert Capa/Fotografías, Madrid, Aperture, 1996).
Combatientes de la 84ª Brigada republicana retratados por Capa en el interior del Gobierno Civil después de que el fotógrafo viviera con ellos el asalto al edificio. Esta Brigada tendría un final trágico, narrado por Pedro Corral en el libro que citamos. (Extraída de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004).
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3-4 ERNEST HEMINGWAY Novelista estadounidense (1899-1961) que ejerció una gran influencia en los escritores estadounidenses de la época. Hemingway trabajó como reportero desde muy joven. En 1916 se alistó como voluntario para conducir ambulancias en Italia durante la I Guerra Mundial, resultando herido de gravedad. Después de la guerra fue periodista en EEUU hasta que se marchó a vivir a París. A partir de 1927 pasó largas temporadas en Florida, en España y en África. Volvió a España, durante la Guerra Civil, como corresponsal de guerra, cargo que también desempeñó en la II Guerra Mundial. Su vida aventurera le llevó varias veces a las puertas de la muerte: en la Guerra Civil, en la II Guerra Mundial y en 1954 cuando su avión se estrelló en África. Murió en 1961, disparándose un tiro con una escopeta. Hemingway describe en sus libros a dos tipos de personas. Por un lado, hombres y mujeres despojados por la guerra de su fe en los valores morales en los que antes creían, y que viven despreciando todo de forma cínica excepto sus propias necesidades afectivas. Y por otro, hombres de carácter simple y emociones primitivas, de los que describe sus valientes y a menudo inútiles batallas contra las circunstancias. Entre sus obras destacan Hombres sin mujeres (1927), Fiesta (1926), que narra la historia de un grupo de estadounidenses y británicos que vagan por Francia y España, y que hizo famosas en el mundo las fiestas de San Fermín. Adiós a las armas, (1929), que se desarrolla en Italia durante la guerra. Siguieron Muerte en la tarde (1932), artículos sobre corridas de toros, y Las verdes colinas de Africa (1935). El paso de Hemingway por la Guerra Civil se reflejó, además de sus crónicas como corresponsal de guerra, en la novela Por quién doblan las campanas (1940), y en la obra de teatro La quinta columna,1938. Su última gran novela es El viejo y el mar, de 1952. En 1954 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. La actitud del escritor en la Guerra Civil española es de claro compromiso con el bando republicano. Durante la Batalla de Teruel, junto con otros corresponsales extranjeros como Herbert L. Matthews y Robert Capa, siguió paso a paso el avance de la ofensiva republicana y entró en la ciudad con las primeras tropas. Las fotografías que acompañan este texto le fueron tomadas por su amigo Robert Capa. Hemingway nunca pasaba desapercibido, y hacía ostentación de sus simpatías republicanas. Su ejemplo sirve para ilustrar la labor de numerosos periodistas extranjeros que dieron noticia al mundo de una guerra que muchos consideraban una lucha contra el fascismo, aunque no todos eran tan “espectaculares” como Hemingway.
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Hemingway en El Mansueto arreglando el fusil a un soldado. (Extraída de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004).
Pedro Corral, Si me quieres escribir, Hemingway (escritor norteamericano) retratado por Robert Capa con soldados de la Cuarta División. (Extraída de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004).
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4- HUELLAS EN LA MATERIA La Guerra Civil ha dejado numerosos rastros en construcciones bélicas, placas conmemorativas, nombres de calles... La dictadura franquista que siguió a la guerra decidió perpetuar los nombres de algunos sucesos y personas en la denominación de edificios y calles, así como en placas y monumentos a los caídos. El sentido de estos monumentos conmemorativos implica, en la mayoría de los casos, el reconocimiento a figuras del bando nacional, y el olvido de los combatientes del bando republicano. Con la llegada de la democracia, algunos símbolos franquistas han sido retirados o está previsto que se retiren próximamente. El recuerdo de la Guerra Civil no debe desaparecer, pero debe ser ecuánime y recordar a todos los que padecieron el desastre bélico y sus consecuencias. Hemos recogido dos tipos de elementos, por un lado, los recuerdos directos de la contienda, que en la provincia de Teruel son numerosos: las trincheras y restos bélicos. Por otro lado, los nombres de calles, edificios, placas conmemorativas etc. que el régimen franquista dejó, muchos de los cuales todavía se conservan. Todas las fotografías que aparecen en este capítulo han sido realizadas por los autores de esta exposición.
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4-1 PLACAS CONMEMORATIVAS Y MONUMENTOS Placa en honor de los caídos en la fachada de la iglesia de Monreal del Campo. Estas placas recogen a todos los fallecidos, civiles y militares, del bando nacionalista. Había una en todos los pueblos de la provincia (y de España) que tuvieron víctimas de este bando. En la actualidad, todavía se conservan muchas de ellas en su emplazamiento original. Algunas han sido retiradas o trasladadas a los cementerios. Todas ellas contienen la dedicatoria “A los caídos por España”, como ésta o “A los caídos por Dios y por la Patria”.
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Cruz y placa dedicada a los ca铆dos del bando nacionalista en la iglesia de Ojos Negros. Como vemos, el dise帽o y dimensiones de estas placas variaba, pero no su intenci贸n, ni tampoco el lugar de colocaci贸n.
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Placa dedicada a los caídos del bando nacionalista en Torrijo del Campo. En muchas de estas placas se incluía en primer lugar el nombre de José Antonio Primo de Rivera (fusilado por los republicanos en 1936), y a continuación el listado de muertos de la localidad. La palabra “Presentes” solía cerrar la lista. La intención era mantener el recuerdo de los caídos de este bando. Para ello, se elaboraron cuidadosamente las listas de víctimas de la represión republicana y de los muertos en combate.
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Cruz dedicada a los caídos del bando nacionalista en la Plaza Pérez Prado (del Seminario), en Teruel. El emplazamiento del monumento está en uno de los lugares en los que se mantuvo la resistencia más encarnizada contra el ataque republicano, el Seminario.
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4-2 TRINCHERAS Y FORTIFICACIONES Línea de trincheras de Rubielos de la Cérida, en ziz-zag. Los restos de esta localidad permiten distinguir con claridad las líneas republicanas y las franquistas.
Fortificación en las trincheras de Rubielos de la Cérida. El estado de conservación de estos restos bélicos es bastante bueno, aunque es previsible su deterioro si no se actúa. Desde asociaciones como ABATE (Asociación Batalla de Teruel) se ha propuesto la creación de un Museo sobre la Guerra Civil en Teruel, que permitiría preservar el patrimonio existente y recordar nuestra historia.
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Interior de una fortificaci贸n de Rubielos de la C茅rida. El orificio servir铆a como ventilaci贸n de la trinchera y como chimenea.
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Exterior visible del tubo de ventilación y chimenea. Es fácil imaginarse la dureza de la vida en estas trincheras, donde, además de los peligros de la guerra, había que sufrir las inclemencias del tiempo, frío y calor extremos.
Interior de una trinchera fortificada de Rubielos de la Cérida. El pequeño hueco en la piedra servía para apoyar el brazo al disparar.
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4-3 EDIFICIOS Y CALLES Placa de la calle Ronda Liberación, en Teruel. El nombre de la calle alude a la reconquista de la ciudad por las tropas franquistas en febrero de 1938. En la ciudad, sin embargo, no hay ninguna calle que se llame “Batalla de Teruel”.
Instituto Ibáñez Martín, en Teruel. José Ibáñez Martín, de origen turolense, fue Ministro de Educación durante el franquismo. Recientemente el Consejo Escolar del centro decidió cambiarle el nombre por el de Vega del Turia.
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Calle Generalísimo en Caminreal. Todavía quedan nombres de calles dedicadas a Franco. Su retirada o mantenimiento son en algunos casos polémicos. La Ley de la Memoria Histórica impulsará su retirada.
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Hogar Comandante Aguado, en Avda. Zaragoza, Teruel. El Comandante Virgilio Aguado fue decisivo en los primeros días de la guerra en Teruel. Su intervención contribuyó a que las pocas fuerzas militares de la ciudad, cuyo jefe estaba indeciso, se sumaran a la rebelión militar del 18 de julio de 1936. Aguado murió en una escaramuza con fuerzas republicanas el 12 de agosto, muy cerca de Sarrión. En el lugar de su muerte existe una cruz con una inscripción conmemorativa dedicada a Aguado, tal y como recoge Alfonso Casas en su libro Lugares de la guerra. Además, le fue dedicado el asilo para huérfanos de Teruel, la antigua Casa de la Beneficencia. Hoy en día el edificio está en desuso. Está previsto instalar en él el Museo Nacional de Etnografía. El letrero con el nombre “Hogar Comandante Aguado” ha desaparecido de la fachada.
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5-HUELLAS EN LA MEMORIA Las consecuencias de una guerra no son sólo físicas. A la destrucción de vidas, ciudades y pueblos, a la miseria y falta de libertad que siguieron a la Guerra Civil española hay que sumar las consecuencias morales. Los supervivientes tuvieron que seguir viviendo asumiendo la destrucción moral ocasionada por los hechos que presenciaron o en los que participaron como víctimas o verdugos: fusilamientos, represión, combates... El trauma de la guerra ha estado presente en la memoria de los que la vivieron y de sus hijos durante décadas. Ofrecemos testimonios recogidos directamente por los autores de este trabajo (los fusilamientos en Ojos Negros), o extraídos de libros cuyos autores utilizan sobre todo fuentes orales para reconstruir episodios vividos por personas que participaron en los hechos que narran: Si me quieres escribir, de Pedro Corral, del que ofrecemos dos testimonios de la entrada de las tropas republicanas en Teruel y de la lucha casa por casa, y Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, de Ronald Fraser, que cuenta la rendición del obispo Polanco a los republicanos. El testimonio sobre los fusilamientos en Monreal del Campo está sacado del estudio sobre el poeta monrealense Lucas Yuste. Para cerrar esta parte citaremos las palabras de un escritor que vivió la Guerra Civil y sus consecuencias, Antonio Buero Vallejo, palabras que reflejan el espíritu y la intención que han animado este trabajo:
Durante siglos tuvimos que olvidar, para que el pasado no nos paralizase; ahora debemos recordar incesantemente, para que el pasado no nos envenene. Antonio Buero Vallejo, El tragaluz
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5-1 PLACAS FUNERARIAS Y MONUMENTOS A LA MEMORIA Monumento conmemorativo en los Pozos de Caudé, situado en la carretera nacional de Teruel a Zaragoza. En este lugar se enterraron las víctimas de la represión en zona franquista, y también se produjeron fusilamientos. El número de víctimas que están enterradas aquí es objeto de discusión, algunos estudiosos hablan de 1000 hombres y mujeres.
Detalles de los Pozos de Caudé. El lugar ha sido mejorado notablemente en los últimos años, y se han acondicionado los accesos desde la carretera. Existe una asociación denominada Pozos de Caudé, que organiza actividades como la localización y señalización de enterramientos de víctimas de la guerra o el desarrollo de actividades de divulgación (conferencias, jornadas...)
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Placa existente en el cementerio de Albarracín, dedicada a las víctimas de la represión republicana.
Placa que señala un enterramiento colectivo de la represión franquista, en la carretera Gea de Albarracín – Albarracín. La placa contiene los nombres de los fusilados, su edad y la fecha del fusilamiento.
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Tumba dedicada a un combatiente catalán del bando franquista en el cementerio de Albarracín. En la lápida figura el nombre del caído y la fecha 2 de enero de 1936, en el frente de Teruel. Se recogen también las frases típicas de las placas dedicadas a los caídos en las iglesias: “Caído por Dios y por España” y ¡Presente!, aunque en este caso la lápida fue costeada por la familia, y tiene carácter privado.
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Letrero en papel situado en el cementerio de Albarracín, en una de las tumbas. Recuerda a las víctimas de la represión franquista.
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5-2 TESTIMONIOS ORALES Y ESCRITOS 5-2-1 MEMORIAS DE UNA GUERRA
Ataque republicano sobre Albarracín, octubre de 1936
Existen numerosos testimonios de supervivientes de la guerra civil en Teruel. Algunos han publicado sus vivencias, otros las han dejado escritas, aunque sin publicar, o las han transmitido de forma oral. El fragmento siguiente pertenece a una obra escrita por Daniel Herranz Puerto, periodista que cuenta los combates acaecidos alrededor de Albarracín. Narra uno de los ataques republicanos sobre Albarracín y la defensa de los nacionales. Destaca el dramático episodio de la evacuación del convento de las monjas de Santo Domingo. En las primeras horas de la mañana, se extendió en la ciudad una babilónica confusión con el constate ir y venir de mujeres y niños, enfermos, inútiles y ancianos que cogidos a las faldas de las madres o de alguna hermana mayor, buscaban refugio en la colegio de los Padres Escolapios. Aterradas las pobres mujeres,- algunas de ellas ya sin hijos, hermanos o esposos- asustados los pequeñines, corrían con la indicada confusión en busca de solar para el cuerpo y el espíritu, pues si no hay tranquilidad en el cuerpo no hay sosiego en alma. El tableteo de las ametralladoras se oía perfectamente y las balas silbaban en todas las direcciones. El mortero, reducía a escombros el Cuartel de la Guardia Civil que debido a su escasa resistencia física, fue pronto un verdadero montón de escombros sepultando enseres, documentos y armamento. Las bombas de mano y canciones enemigas anunciaban la cercanía del asaltante y copo de las posiciones. En algunas de ellas, así fue, pero en otras no se amilanan sus defensores y se baten como cristianos de buena sangre y ofrendan sus vidas- que allí dejaron- en aras de la Causa Nacional. Figurarse puede la congoja de las madres, esposas e hijos que sabían perfectamente quienes eran los defensores que ocupaban las posiciones que habían caído o seguían defendiéndose. A las primeras horas de la tarde, la única laudable posición que se batía era la Bandera. Sus defensores resistían como único eslabón de salvación, roto éste el enemigo bajaría a la ciudad. Tan abnegada era la resistencia, que los rojos dirigieron allí el fuego central de sus morteros que paulatinamente iba acabando con la resistencia de la trinchera. Por los de un sector, se ordena o se solicita del común la retirada, mas hay quien no lo oye, hacía rato que dormía en el sueño del Señor, el obús había silenciado su vida. Ellos murieron, y los que quedaron portan la horripilante noticia al último baluarte de resistencia ¡El Colegio de Padres Escolapios! (...) Al compás de esta defensa, un grupo de hombres se deciden ir al convento de las Monjas Dominicas con el objeto de ponerlas a salvo.
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Difícil empresa, el enemigo, dueño de las posiciones de Bandera y Murallas bate con precisión el convento. Ni las balas ni la proximidad de los atacantes, relajó el valor de estos hombres. Llegaron a él, y sacaron a las monjas que todas angustiadas se reunían en torno de sus salvadores y de su madre Carmen. Buscando los refugios naturales del terreno, abandonaron con el correspondiente pesar el convento y todos sus enseres. Milagroso fue el que pudiese salvarse de la situación, pues fieles a su religión, no consistieron quitarse el hábito, que blanco en el campo, ofrecía segura puntería al enemigo. Aquellas pobres monjitas de tez blanca y hermosa, ojos adormilados por la penumbra del convento, hermosura que resaltaba al contraste de la cristiana toga, se ven obligadas a abandonar su dulce mansión. Lástima profunda sentían sus liberadores al verlas dejar aquel rincón sagrado en el que habían pasado parte de su vida dedicada por entero a las cosas de Dios. (...) Aprovechando la hondura del barranco, iban caminando lentamente. Los fornidos brazos de los hombres sostenían y ayudaban a las de edad avanzada que no podían adelantar sino con arreglo a sus decididitas fuerzas por el paso de los años. Con la ayuda de Dios fueron ganando terreno hasta llegar al Quitado, y una vez allí, buscaron la carretera de Teruel. Al llegar a Santa Croche, estos hombres se quedan atónitos, en la carretera había camiones; en ella había un capitán dando órdenes; allí están las fuerzas nacionales; ¡helas aquí las banderas cristianas con sus pendones desplegados!
Daniel Herranz Puerto(Inédito) 5-2-2 TESTIMONIO SOBRE LA REPRESIÓN EN OJOS NEGROS Pregunta: O sea, que pasaste mal la guerra Respuesta: Pasé la guerra, fatal. P: Pero, ¿pasaban tanques y aviones? R: No, no, ni tanques, ni aviones, pero venían muchos militares P: ¿Alemanes e italianos? R: No, alguno, pero españoles, y yo les arreglaba los capotes. Dábamos entonces cunas para los hijos. La Falange... P: Los de Franco R: Yo era falangista. Aquí mandaban los franquistas. Para los chicos pequeños les dábamos ropa.(...) P: ¿Y fue la Guardia Civil alguna vez a tu casa? R: Nunca. Murió mi padre ya, que ya sabes cómo murió, que no quiero decir cómo murió. P: Yo ya lo sé. R: Te contaba la historia, cuando veía al criminal, cómo lo ponía. Entonces también hubo 11 fusilamientos en Ojos Negros. Viejecicos de 80 años P: Claro y tu padre les avisaba, como era Secretario... R: No, eso se reunió el Ayuntamiento. Se había ido el tío Marcos a los rojos, cogieron a su mujer de 80 años y la fusilaron. Aunque lo diga...
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P: ¿Gente del Ayuntamiento? R: Los que eligieron a quien tenían que fusilar. P: ¿Tenían una lista? R: Tenían una lista. Y es que ese tío Marcos se fue a los rojos, el tío Cabrera que le decían también se fue, y por irse el tío Cabrera, eso lo sabrá tu madre...tu abuela, tu tío Pascual (...) Como resulta que se fue el tío Cabrera, pues fueron a por su suegro, y lo fusilaron también, a una mujer que se le fue el hijo también la fusilaron... fusilaron a 11. P: ¿Y por la noche también fusilaban? R: Ya lo creo. Había unos que iban cogidicos de la mano, dos parejas, y cuando fueron al Ayuntamiento, y mi padre los miró e hizo así... y ellos, los llevaban ataos la Guardia Civil, cuando vieron que mi padre hizo esa mueca, dice, “ Andrés, el secretario con la vista nos ha dicho que nos van a fusilar”. A los otros ya se los habían llevao. P: O sea, les hicieron el”paseíllo”, el famoso paseíllo. R: Y resulta, que estos, el uno hace poco que se murió, ellos se fueron desatando, y al llegar al cementerio, que los llevaban al cementerio, hicieron una fosa común, allí los echaron a todos. P: ¿Vivos? R: No, no, mataos, pero estos se fueron desatando poco a poco, y ya se desatan y se van corriendo al monte, y los guardias civiles, la pareja, detrás, pero no, se fueron vivos. Y llegaron al otro sitio y no sabían si eran rojos o los otros. Total, que eran rojos y no les pasó nada. Pero la otra pareja, al ver que los otros se habían escapao... P: También quisieron hacer lo mismo. R: Y lo hicieron, se escaparon. Que el uno era el tío Curro, el que se escapó P: ¿Ya ha muerto? R: Ya, ¡ay!, me apreciaba a mí... El tío Ángel Lucas, el otro, el marido de la Milagros, y el otro cuál era, no me acuerdo... y tenía 70 años y también se escapó. Bueno, eso pasó en Ojos Negros.
(Fragmento de una entrevista realizada en 2005 a una informante natural de Ojos Negros por P. J. Vicente)
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Calendario con las fotos de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera. Todavía hoy es fácil encontrar objetos que reivindican la dictadura franquista.
5-2-3 TESTIMONIO DE TOMÁS MORA SOBRE LA RENDICIÓN DE TERUEL A LOS REPUBLICANOS
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Tomás Mora, que era comisario-inspector del ejército del Este, estuvo a punto de dimitir cuando leyó los “trece puntos” de Negrín. ¿Quién iba a creérselo después de lo que ya había pasado? ¿Quién era, por ejemplo, que la libertad religiosa sería permitida en la zona republicana? ¡Propaganda! Un clérigo salvado de la muerte valía más que toda la propaganda del mundo. Mora había acompañado a Hernández Saravia, su jefe militar, a ver a Prieto para decirle que la captura de Teruel sería un objetivo relativamente fácil para el Ejército Popular. “Hombre, me llenan ustedes de optimismo”, había dicho Prieto. Desde el punto de vista militar, la ofensiva había tenido éxito. Ejecutada con rapidez, había cogido por sorpresa a las reducidas fuerzas del enemigo. Pero el éxito inicial no había sido aprovechado. Mora se preguntaba si sería también por culpa de la falta de maniobrabilidad del Ejército Popular a excepción del general Rojo, la república carecía de buenos estrategas militares, así como de buenos mandos intermedios,(...) En medio de la batalla, cuando se rindieron los defensores nacionalistas que llevaban un par de semanas resistiendo en casas aisladas de la ciudad, recibió orden de sacar con vida al obispo de Teruel (obispo Polanco), que compartía la suerte de los defensores. Cuando le llevaban en su coche, preguntó al prelado si no había tenido en cuenta la posibilidad de aconsejar a los militares que aceptasen la oferta hecha antes por los republicanos para que se rindiesen y de esta forma ahorrar sufrimiento s los defensores civiles, especialmente a las mujeres y niños. “Sí, puede que tenga usted razón”, replicó, “pero debe tener en cuenta que nadie se resigna fácilmente a la derrota.” No me pereció una respuesta demasiado apropiada para un hombre de la iglesia. Cuando llegamos al tren que estaba preparado para él y los demás prisioneros prominentes, se pensó en preguntarle, en nombre del general Rojo, si estaba dispuesto a redactar una declaración sobre el trato que había recibido de los republicanos. Se mostró conforme y escribió: “a petición de su excelencia, el general Vicente Rojo, jefe del estado mayor, declaro que durante mi traslado de Teruel a…“¿dónde estamos?” “En Mora de Rubielos”- he sido tratado con toda consideración y respeto por los responsables de velar por mi seguridad…”. Cuando informamos a Rojo, el general se puso furioso, ya que parecía que la declaración hubiese sido escrita bajo coacción. Se pidió al obispo que la modificase, cosa que hizo eliminando las primeras palabras, que resultaban incriminantes…” Mora creía que semejante declaración valía por tantos puntos de Negrín como se quisiera, toda vez que gracias a ella la opinión mundial veía que la República se había esforzado para salvar la vida de un obispo. La propaganda de los hechos siempre sería superior a la retórica de los castillos en el aire. Lo que hacía falta eran más hechos como éste.
Tomás Mora, Ayudante de farmacia (Teruel). Testimonio recogido en Ronald Fraser , Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.Historia oral de la guerra civil española
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Fotos tomadas en el frente de Huesca. En los archivos de fotografías familiares es posible encontrar testimonios gráficos de la vida en el frente y en la retaguardia durante la guerra. Son otras imágenes de la guerra, distintas a las de los fotógrafos famosos, pero que nos ofrecen otra visión “privada” de la contienda. (Fotos cedidas por C. Martín)
5-2-4 TESTIMONIOS SOBRE LOS DÍAS DE LA BATALLA EN TERUEL El avance de las tropas republicanas en el interior de Teruel dio lugar, a partir del día 22 de diciembre, a una de las luchas urbanas más encarnizadas de la Guerra Civil. Se combatía calle por calle, casa por casa, piso por piso, habitación por habitación. Las escenas de los asaltos a la bayoneta de un edificio a otra, incluso de una estancia a otra, se repetirían por toda la ciudad. Dentro de las casas se abrían a pico grandes boquetes en las paredes o en los suelos de las habitaciones, a través de los cuales se disparaba y se arrojaba bombas mano contra los defensores de la habitación contigua o del piso inferior. Aquella lucha puso a prueba el dominio y la humanidad de los contendientes por la presencia de los miles de civiles que, a pesar de las órdenes de evacuación, se encontraron cogidos entre dos fuegos en los combates dentro de la ciudad. “Uno no se puede hacer a la idea de lo que es aquello si no lo ha vivido. Luchar así es una cosa muy seria”, dice Domingo Cebrián Castelló, el viejo barbero de Escorihuela, que recuerda el aspecto caótico de las calles de Teruel: “Había muchos cadáveres de caballos y mulos. Las calles estaban llenas también de uniformes de militares y de guardias civiles, que sus dueños habían abandonado para mezclarse con la gente que íbamos evacuando”. (...) Otro episodio de aquellos días ha quedado marcado en la memoria Blas Alquézar, con tintes también dramáticos: “A medida que íbamos cogiendo calles y casas, teníamos orden de mandar a la plaza del Torico a los paisanos, que eran sobre todo mujeres y niños. Estaba con nosotros un chico de Castellserás, que cuando vio salir a una mujer con dos niños pequeños, le dijo que le ayudaba a llevarlos a la plaza. Se cogió una criatura en cada brazo, y cuando empezaba a marchar por la calle, pam, le pegan un tiro
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en la cabeza. Cayó de bruces al suelo con los niños debajo de su cuerpo, que no podían salir. Nos pusimos todos a los lados de la calle para protegernos, y veíamos a los niños llorando, pero no podíamos hacer nada, porque los de enfrente tenían cubierta la calle. Así que nos pusimos a ver de dónde tiraban y vimos que era de una casa al otro extremo de la calle. Monté el fusil ametrallador y empecé a disparar contra la casa, papapá, para cubrir a unos compañeros mientras sacaban a los niños de debajo del cadáver de aquel chico de Castellserás”. La mayoría de los turolenses se había refugiado en los sótanos de sus casas al comenzar la ofensiva del Ejército Popular. Al peligro de los bombardeos de la aviación y de la artillería se sumó a medida que los republicanos estrechaban el cerco, el de las balas perdidas llegadas de primera línea. La vida en las casas había quedado expuesta a la entrada de todo tipo de proyectiles por ventanas y balcones, mientras las calles quedaban cegadas por los escombros de los edificios destruidos. Algunas familias llegaron a comunicar sus sótanos con los de los vecinos de las casas de al lado para compartir las muchas penurias y los escasos víveres, la angustia de los días y las noches de encierro. Los turolenses vivieron interminables días sin agua y sin luz, combatiendo las heladas en los sótanos con humildes hornillos de carbón, mientras los proyectiles de artillería y las bombas de aviación hacían temblar los cimientos o los tableteos ensordecedores de las ametralladoras taladraban las esquinas. María Antonia Rivaherrera de 77 años nos relató de viva voz episodios de los que fue testigo desde el sótano de su casa junto a la plaza del Torico donde se encontraba refugiada, cuando contaba 9 años, junto con sus padres y varios vecinos al resguardo de los tiroteos y los bombardeos. Allí pasaron varios días hasta que fueron evacuados el día de Noche Buena por las fuerzas republicanas, que los hicieron marchar a pie hasta el Puerto de Escandón, a 14 kilómetros al este de Teruel. Fueron días de incertidumbre y miedo, en los que los mayores aprovechaban la noche para subir a las casas a coger mantas, latas, velas y todo cuanto les ayudara a hacer más llevadera la tensa espera, mientras la ciudad era escenario de los combates.
Testimonios extraídos de Pedro Corral, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2003
Burros muertos en las calles de Teruel (Extraída de Tuñón de Lara, La batalla de Teruel, Cartillas Turolenses 1986)
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5-2-5 TESTIMONIOS SOBRE LOS PRIMEROS DIAS DE LA GUERRA EN MONREAL DEL CAMPO. Poco a poco van saliendo a la luz testimonios de hombres y mujeres que vivieron lo que fue la Guerra Civil y la represión franquista en la provincia de Teruel. Así mismo, en Monreal del Campo, salieron a la luz varios testimonios. Uno de ellos es el de Lucas A. Yuste Moreno, un poeta de Monreal del Campo que relata en su libro Raíces de soledad y de silencio cómo vio el fusilamiento de su padre. Otro testimonio muy dramático es el de Adoración Yuste Moreno, que relata desde otro punto de vista lo acontecido en Monreal del Campo el 12 de septiembre de 1936, los primeros fusilamientos del pueblo. Resulta aterrador leer cómo los vecinos del pueblo denunciaron a personas inocentes y se desató el terror colectivo. Estos testimonios nos permiten apreciar la destrucción moral que supone una guerra civil también en los supervivientes. El poeta Lucas A. Yuste Moreno en uno de sus poemas hace referencia a estos hechos, puesto que le tocaron muy profundamente, por ser su padre uno de los fusilados. Doce fueron los fusilados este 12 de septiembre de1936 y a estos doce les hace homenaje en el poema Doce fusilados.
Desfile de la victoria en Monreal del Campo, en 1939. Aparecen numerosas mujeres ataviadas con el uniforme de la Sección Femenina, perteneciente a Falange. (Foto cedida por P.J. Vicente)
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DOCE FUSILADOS Doce pechos: doce fuentes formando un río de sangre. Doce espigas abatidas. Doce lamentos al aire. Doce miradas últimas que se pierden en la tarde doce gritos desgarrados doce silencios de muerte. Doce viudas en sus lechos vacíos de sus amantes aún aguardan que la noche lo diga lo que presienten. Como gacelas en celo otean el horizonte doce esperanzas frustradas caídas verticalmente. Allí cerca algunos chopos que alargándose un instante van a cubrir con su sombra los doce cuerpos yacentes. El cielo gris, las campanas mudas, sus lenguas de bronce estáticas sin tañido para expresar lo que siente. Cuanto llanto mis pupilas lloraron aquella tarde Estaban las dos Españas Mirándose frente a frente.
Extraído del libro Lucas A. Yuste Moreno,Poeta de Monreal del Campo.
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6-CONCLUSIÓN La idea de este trabajo surgió por el 70 aniversario de la Batalla de Teruel. Esta batalla es recordada por ser una de las más duras de la Guerra Civil, y no debe relegarse al olvido. Hemos querido recordarla con esta investigación porque ocurrió en nuestra provincia y es conocida por mucha gente, pero no todo el mundo sabe lo que realmente allí ocurrió. Este estudio a nosotros nos ha aportado un mayor conocimiento sobre lo que sucedió y cómo lo sentía la gente que lo vivió. Además vamos a contribuir a que este hecho no quede en el olvido. Esperamos que os guste. Muchas gracias.
ALUMNOS DE LITERATURA UNIVERSAL DEL I.E.S SALVADOR VICTORIA Laura Allueva, Carmen Cisneros, Jesús Ángel Juste, Vega Latorre, Cristina Martín, Beatriz Moreno, Daniel Plumed, Rocío Reyes, Selma Rubio, Fernando Tortajada y Pedro Joaquín Vicente.
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7-BIBLIOGRAFÍA Para realizar este trabajo hemos utilizado las siguientes fuentes:
LIBROS DE CONSULTA: - Benet, Juan. Qué fue la guerra civil. Barcelona, Editorial la Gaya Ciencia 1976 - Casas Ologaray, Alfonso, Lugares de la guerra, Teruel, Tirwal, 2004
- CAPA, Robert FOTOGRAFIAS (Prólogo de Henri Cartier-Bresson. Introducción de Richard Whelan). Editorial Apertura - Casas Ologaray, Alfonso Lugares de la guerra, Teruel , Tirwal, 2004 -AGUSTÍ CENTELLES. Introducción de Chema Conesa. Editorial PhotoBolsillo, colección de fotógrafos españoles. - Corral, Pedro, Si me quieres escribir, Barcelona, DeBolsillo, 2004 - Fraser, Ronald, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española, Barcelona, Crítica, 2001
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- Hernández Benedicto, José, Lucas A. Yuste Moreno, Poeta de Monreal del Campo, Zaragoza, Centro de Estudios del Jiloca, 1998 - Madridejos, Mateo La guerra de todos, Barcelona, El Periódico de Cataluña, Primera Plana 1999. - Maldonado, José María, El Frente de Aragón la Guerra Civil en Aragón (19361938), Zaragoza, Mira editores, 2007 - Martínez de Baños Carrillo, Fernando, Guerra Civil Aragón, Zaragoza, DELSAN LIBROS, 2004
- Solano Sanmiguel, Valentín, Guerra Civil Aragón Tomo III Teruel, Zaragoza , DELSAN LIBROS, 2006 - Tuñón de Lara, Manuel La batalla de Teruel, en Cartillas Turolenses. Teruel, 1986
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-VVAA, LA GUERRA DE ESPAÑA 1936-1939 Editorial EL PAIS - VVAA, Historia ilustrada de la provincia de Teruel, (Capítulo a cargo de Alfonso Casas) Teruel , Encuadernaciones Guillén, Diario de Teruel, 2002. - Fornier , Julian F. “La reconstrucción de Teruel”, citado en el catálogo de la exposición La reconstrucción de Teruel 1939-1957, Teruel, 2005. PÁGINAS WEB: http://www.nodo50.org/pozosdecaude/libros%20y%20revistas.htm http://www.sbhac.net/Memoria.htm http://www.jornada.unam.mx/1999/10/04/sem-angelica.html http://www.mcu.es/archivos/CE/ExpoVisitVirtual/kati_WAI/exposicion.ht ml http://members.fortunecity.es/jberruezo3/fotos4.htm http://www.terueltirwal.es/teruel/batalla_teruel.html
OBRAS DE FICCIÓN (NOVELAS) - Aub, Max, Campo de sangre, Barcelona, Punto de Lectura, 2004 (1ª Ed. 1945) - Benet, Juan, Herrumbrosas lanzas, Madrid, Alfaguara, 1998 (1ª edición, 1983) - Malraux, André, L´espoir. Sierra de Terue lBarcelona, Edhasa, 2001 (1ª edición 1937 - Pelegrín, Daniel, Estragos, Madrid, Calambur Narrativa, 2000 (Con la colaboración del Instituto de Estudios Turolenses) - Sciascia, Leonardo, Los tíos de Sicilia ,Barcelona, Tusquets, (1º edición 1958)
ADEMÁS, HEMOS CONTADO CON LA COLABORACIÓN DESINTERESADA DE VARIOS INFORMANTES QUE NOS HAN PRESTADO FOTOS Y SUS TESTIMONIOS. A ELLOS LES DAMOS LAS GRACIAS.
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