Nota "Ciencia para Todos" -Revista Tercer Sector (2013)

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NOTA DE TAPA

Energías alternativas, integración de personas con discapacidad, gestión de residuos… Cada vez se desarrollan más experiencias que desde ámbitos científicos y técnicos apuntan a resolver demandas sociales de la comunidad. ¿La clave del éxito de muchos de esos proyectos? El trabajo coordinado entre universidades, Estado y OSC.

Ciencia y tecnología para todos TEXTOS LUCIANA ROSENDE

a ciencia que no sale del laboratorio se desvanece. O queda congelada en un artículo académico. El invento tecnológico que no apunta a resolver una problemática concreta, no trasciende el stand de una exposición. Pero la ciencia y la tecnología orientadas a atender las necesidades reales y cotidianas de las comunidades más vulnerables se convierten en poderosas herramientas de cambio. Desde la producción de un alimento más nutritivo, hasta el desarrollo de

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dispositivos de aprovechamiento de energías alternativas, pasando por la mejora de la infraestructura o el incremento de la productividad en la económica local, cada aspecto de la vida de una comunidad o grupo social puede verse favorecido por el aporte científico-tecnológico. Claro que, para ello, es necesario el desarrollo de políticas públicas y una academia que salga al barrio, se empape de los conocimientos y tradiciones regionales, y ponga sus saberes a disposición de la gente de a pie. En cada rincón del país, de Ushuaia a La Quiaca, hay distintas problemáticas que pueden

La ONG 500 RPM lleva energía eólica a comunidades sin conexión eléctrica.

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NOTA DE TAPA

encontrar soluciones en desarrollos científico-tecnológicos: desde necesidades que tienen que ver con la falta de acceso a los recursos básicos como el agua, hasta situaciones dadas por particularidades geográficas como la importancia de implementar a la vida cotidiana el uso de energía eólica en ciertos lugares de la Patagonia. Un sinnúmero de situaciones podrían ser mejoradas o transformadas radicalmente con la participación de la ciencia, a través del Estado, las organizaciones sociales y, por qué no, el sector privado. A pesar de que existen numerosas experiencias que ya están dando frutos, todavía hay mucho camino por recorrer. En un intento por dar respuesta a la “gran fragmentación” y la “débil integración interinstitucional” de las iniciativas de investigación y desarrollo tendientes a resolver situaciones de exclusión social, nació la Red de Tecnologías para la Inclusión Social (RedTISA), que se propone “organizar, articular e integrar un conjunto de instituciones y organizaciones públicas y privadas (universidades, ONGs, cooperativas de trabajo, centros de investigación, entre otras) con el propósito de contribuir al desarrollo sostenible del país mediante la comunicación, formación y fomento de la difusión y reaplicación de tecnologías para la inclusión social (TIS)”. La Red –que comenzó a gestarse en

La aplicación uSound fue desarrollada para beneficiar a alumnos con problemas de audición.

2009 y fue formalizada hace dos añostiene como actores principales al Instituto de Estudios sobre la Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), la Fundación Plurales, el Movimiento Agua y Juventud Argentina, cooperativas de trabajo, cátedras de la Universidad Nacional de Córdoba e institutos del Conicet. Además, cuenta con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCyT). “La necesidad de repensar las soluciones tecnológicas y cognitivas para que sean adecuadas a los problemas locales y a los recursos existentes es sin duda EL desafío”, enfatiza Paula Juárez, coordinadora de la RedTISA e investigadora del Instituto de

Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología de la UNQ. Otra de las organizaciones que se formó en los últimos años con metas semejantes es Ingeniería sin Fronteras Argentina. “El objetivo es acercar las tecnologías a comunidades que no tienen el acceso, pero con un doble sentido: que los actores poseedores y conocedores puedan hacer circular ese saber con estas comunidades, y que los sectores tecnológicos también participen en esos espacios”, explica su presidente, Adán Levy. Esta OSC cuenta con un equipo de más de 160 profesionales que aportan sus conocimientos a través de una docena de iniciativas desarrolladas en cinco provincias.

Soluciones concretas

Por más conexión n el marco de la promoción de la tecnología con carácter inclusivo, resulta crucial el programa Conectar Igualdad, que entregó más de tres millones y medio de computadoras portátiles a alumnos de escuelas públicas de todo el país, con la premisa de una “inclusión digital de alcance federal”. Para potenciar sus enormes efectos, la Cámara Argentina de Internet (Cabase) lanzó el programa de Responsabilidad Social Empresaria Puentes a Internet, que invita a docentes de nivel secundario de pequeñas y medianas localidades de todo el país a presentar proyectos de impacto comunitario a partir del uso de internet y las notebooks. Así, cada docente recibirá el asesoramiento de un profesional del sector para aprender a utilizar las herramientas online disponibles, así como también conexión gratuita en sus hogares, para explorar, contactarse con otras experiencias y aprovechar todos los recursos del portal Educ.Ar.

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La creación de una cocina solar de caja con doble vidriado fijo para su uso en zonas frías de la Patagonia donde era escasa la extensión de la red de gas natural y la fabricación de cocinas solares parabólicas familiares en el norte del país –a manos de una cooperativa de Tilcara, Jujuy, y con la provisión de materiales y la supervisión técnica de Fundación EcoAndina- son apenas un par de las más de 30 iniciativas reunidas en el marco de la RedTISA. A la hora de determinar qué propuestas impulsar, Paula Juárez -coordinadora de la Red- destaca la necesidad de generar estudios orientados a resolución de problemáticas sociales concretas. “Las empresas, cuando quieren largar un nuevo producto al merca-


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do, hacen investigación; indagan la mejor manera de que la iniciativa sea rentable. ¿Por qué no hacer lo mismo cuando hablamos de proyectos de desarrollo?”, se pregunta. Con ese fin, la Redtisa lanzó la Usina de Investigación y Desarrollo, que hoy trabaja en el Programa Sed Cero-Agua para el Gran Chaco, entre otras áreas. En tanto, uno de los trabajos de mayor envergadura que lleva adelante Ingeniería Sin Fronteras es el que realiza en Colonia Dora, Santiago del Estero, donde construyó dos puentes en parajes rurales que estaban aislados. Inicialmente, el plan era otro, pero el vínculo con la comunidad les mostró que el mayor problema venía por ese lado. “Fuimos allá para instalar filtros y, en las entrevistas con la población, nos encontramos que la prioridad era el acceso. Torcimos el plan y generamos el proyecto de tener un puente por donde pasen los camiones con agua, para facilitar el desarrollo de las economías locales y el ingreso de las ambulancias”, relata Levy. ISF procura que, además de las autoridades estatales, las universidades regionales se sumen a cada proyecto. El uso de energías alternativas es uno de los aspectos que requiere mayores avances para dar solución a necesidades concretas, especialmente en las comunidades más aisladas y vulnerables. “¿Cuántas revoluciones podés

Las tecnologías para la inclusión pueden generar soluciones concretas y nuevos puestos de trabajo.

hacer en un minuto? ¡Nosotros 500!”. Así se presenta la ONG 500 RPM, que se dedica a la fabricación e instalación de molinos eólicos en comunidades rurales sin acceso a la energía eléctrica, como así también a la capacitación para su construcción. “Contactamos a escuelas rurales que no tie-

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plementar y gestionar tecnologías orientadas a resolver problemas sociales y ambientales, generando dinámicas sociales y económicas de inclusión social y de desarrollo sustentable”. La coordinadora de la red insiste en que “es el Estado quien puede y, en mi opinión, debe generar las señales necesarias para que las

“El objetivo es acercar las tecnologías a comunidades que no tienen el acceso para que los actores conocedores puedan hacer circular ese saber con estas comunidades”, explica Adán Levy, de Ingeniería sin Fronteras Argentina. nen energía y a organizaciones que trabajan con ellas, para fabricar juntos un molino eólico que luego es instalado en la escuela. Utilizamos un diseño de aerogenerador que puede construirse manualmente y con materiales locales. Enseñamos a la gente a fabricar el molino, trabajando con madera, metal, sistemas eléctricos, resinas, entre otros”, detalla la organización coordinada por Luciana Proietti, que ya instaló aerogeneradores en Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Santa Cruz, Mendoza y San Luis. Juárez –de la RedTISA– define a las Tecnologías para la Inclusión como “formas de diseñar, desarrollar, im-

instituciones de I+D (investigación y desarrollo), las universidades, los académicos y otros actores se vean instados a trabajar en la resolución de problemas sociales locales”.

Hacia el desarrollo “La clave es cómo trabajar con las distintas comunidades para lograr que se sientan parte del desarrollo. Que no sea una tecnología que llega del centro a la periferia, sino construida conjuntamente desde el sector científico y las comunidades”, plantea Ruth Ladenheim, Secretaria de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Este desafío implica interdisciplinariedad, trabajo colectivo y fusión de saberes locales con innovaciones técnicas. Como resultado de este tipo de articulación, desde el Estado son promovidos distintos consorcios públicoprivados. Uno de ellos, por ejemplo, está destinado al aprovechamiento de la fibra fina de camélidos en distintas regiones del país. Es así que, a través de mejoras e innovación tecnológica, en la Patagonia, se impulsa un circuito socio-productivo de fibra fina de guanaco, en el marco de la economía social. “Hasta ahora se exportaba la lana muy en crudo y los otros pasos se realizaban fuera del país. Uno de los objetivos es generar estos eslabones dentro del país y en la zona donde se produce el recurso”, grafica Ladenheim, quien detalla que experiencias similares se están llevando adelante en Malargüe,

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Mendoza, Jujuy, Catamarca y Salta. El aporte científico-tecnológico a una comunidad puede ser de gran envergadura y vistoso, como la construcción de un puente. Pero también puede darse de forma más silenciosa, casi imperceptible, como en la producción de un yogurt. El proyecto surgió en Tucumán, y ya se replicó en seis provincias. Se llama Yogurito y contiene bacterias lácticas que refuerzan las defensas naturales de los chicos y chicas en edad escolar, y disminuye la incidencia de infecciones respiratorias e intestinales. “Nos empezamos a movilizar en el 2003, cuando Tucumán sale a la palestra de la información con casos muy profundos de desnutrición, y, desde nuestro rol, pensamos de qué manera podíamos aportar algo a la sociedad”, recuerda la bioquímica María Pía Taranto, miembro del Centro de Referencia para Lactobacilos (Cerela), que forma parte del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). A partir del estudio de un microorganismo con propiedades benéficas para la salud, el equipo de científicos presentó el proyecto al Gobierno de Tucumán y desarrolló el producto a través de una empresa local, Cerros Tucumanos. Los resultados obtenidos en las pruebas fueron óptimos, por lo que el Estado provincial reemplazó la copa de leche en escuelas públicas de las zo-

“Lo primero que tenemos que entender como científicos es cómo funcionan las comunidades locales, cuáles son las lógicas que intervienen. Si no, va a ser muy difícil que esa solución aporte a la inclusión”, Irene Velarde, ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de La Plata.

En Ingeniería sin Fronteras dicen que su objetivo es acercar las tecnologías a comunidades que no tienen el acceso.

na de las estrategias para tender puentes entre la academia y la sociedad en materia de desarrollos tecnológicos son las premiaciones a los mejores inventos e investigaciones. No sólo por el reconocimiento al trabajo científico sino porque, en general, implica la financiación de la iniciativa, convirtiendo una maqueta para exhibir en una solución de alcances reales y concretos. Entre las distinciones de este año del Concurso Nacional de Innovaciones (Premios Innovar), organizado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, se cuenta un propulsor eléctrico de rescate para guardavidas, una heladera solar y un mecanismo de producción de biodiésel a partir de aceite vegetal usado. Por su parte, en los premios Sadosky 2013, que entrega la industria tecnológica argentina, la distinción de oro fue para Proyecto Nahual, que apunta a la contención y la integración, al convertir la programación informática en una salida laboral para jóvenes de bajos recursos.

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nas más vulnerables por Yogurito. Pero la transferencia tecnológica no terminó allí. Ante la dificultad de acercar un producto que necesita permanente refrigeración a las comunidades más alejadas de la provincia, los especialistas de Cerela produjeron un polvo con iguales propiedades benéficas, que puede incorporarse a la leche o al jugo. “Con los impuestos se sustenta nuestro aparato científico, y es nuestra motivación resolver los problemas de la sociedad. Ése debería ser siempre nuestro objetivo final: volcar a la sociedad lo que ella nos da”, reflexiona la bioquímica. Así, mientras aumenta el número de nenas y nenes tucumanos que reciben Yogurito en la escuela, se estudia la posibilidad de generar un alimento similar para adultos mayores.

Desde la base

Premios como incentivos

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Tanto para la detección y comprensión de las problemáticas de cada comunidad o región, como para el desarrollo de las soluciones científicotecnológicas, el rol de las universidades y centros de investigación estatales tienen un rol fundamental. Y son muchos los científicos que reconocen que acortar la brecha entre los centros de altos estudios y la sociedad es uno de los principales desafíos. “Los académicos y sus instituciones son realmente el mayor problema. La realidad es que la mayoría está más interesado en escribir artículos en revistas internacionales que en resolver problemas de su población. Pero eso tiene que ver con las señales estatales: el sistema de evaluación de investigadores públicos castiga a aquellos que trabajan en proyectos tecnológicos y más si son sociales (la extensión universitaria no cuenta para nada). Actualmente se están intentando rever los mecanismos de evaluación para cambiar esa tendencia”, consigna Juárez, de la Redtisa. Desde la Universidad Nacional de La Plata, la ingeniera agrónoma y miembro del Departamento de Desarrollo Rural Irene Velarde coincide en esta mirada crítica: “Estamos muy lejos de lograr el objetivo de acercar la ciencia a la realidad porque se parte al revés, con una visión difusionista de la ciencia: primero investigar y después acercar las soluciones. Lo primero que



El proyecto Yogurito surgió en Tucumán y ya se replicó en seis provincias y contiene bacterias lácticas que refuerzan las defensas naturales de los chicos en edad escolar.

tenemos que entender como científicos es cómo funcionan las comunidades locales, cuáles son las lógicas que intervienen para que las cosas se realicen de determinada manera y, después, problematizar el tema; si no, va a ser muy difícil que esa solución aporte a la inclusión”. Si bien Velarde advierte que todavía falta mucho para lograr una cien-

Opinión

cia inclusiva, destaca que desde las áreas de extensión universitaria se están haciendo avances en ese sentido. De hecho, el proyecto en el que trabaja surgió en el marco de una investigación de la Facultad de Ciencias Agrarias en la zona rural de Berisso, donde, realizando trabajo de campo, se conoció la actividad de los viñate-

POR EDUARDO WOLOVELSKY ✱

Un debate necesario La ciencia, con su enorme complejidad teórica, instrumental e institucional es uno de los más destacados hilos del entretejido de fuerzas que empujan y modelan nuestro devenir histórico. Este hecho, que se nos hace evidente cuando consideramos los logros técnicos que afectan a nuestras vidas particulares, nos obliga al entendimiento, a un debate público, para pensar la viabilidad de nuestra sociedad que ha logrado, a través de la propia ciencia, una mejora incomparable en las condiciones de vida pero que también ha promovido, en palabras del filósofo Reyes Mate, el riesgo de la inhabitabilidad del planeta. La ciencia ha desplegado un enorme potencial que demanda una reflexión sobre sus posibilidades y sobre sus propios límites. Por ello, el debate abierto y plural sobre los significados de la actividad científica es tan relevante como lo son los propios descubrimientos. Este debate público parece ocurrir pero, lamentablemente, sólo se constituye, muchas veces, en una simulación que predica la ignorancia dado que no es diálogo lo que propone, sino un divertimento sostenido en el chismorreo de temas irrelevantes, de argumentos falaces, de información de cuestionable legitimidad que, incluso, llega a promover actos que implican maltrato y crueldad.

✱ Biólogo-Coordinador del programa de comunicación y reflexión pública sobre la ciencia del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas-UBA. 12

ros de la costa, que producen uva en un humedal aprovechando las crecidas periódicas del Río de la Plata. “Esto no estaba documentado, formaba parte del mundo cotidiano, era parte de la tradición”, cuenta la ingeniera agrónoma. Fue así que, desde la universidad, desarrollaron aportes para mejorar la organización y productividad de esos viñedos. “Trabajamos recuperando los conocimientos locales y poniéndolos en circulación. En ese diálogo de saberes entre científicos y productores siempre surgen innovaciones, entendidas como construcción social, no como productos transferibles de la universidad al medio”, define Velarde. Adán Levy, presidente de Ingeniería Sin Fronteras Argentina, también encuentra en el vínculo academia-sociedad uno de los principales obstáculos a vencer. “Muchas veces se consume mucha energía haciendo trabajos prácticos y tesis que no resuelven problemas concretos en barrios –cuestiona–. La mirada del ingeniero se orienta a procedimientos, eficiencia, y hay pocas materias humanísticas en la carrera”. La interpelación sobre la formación de los ingenieros fue uno de los aspectos que decidió a un grupo de profesionales a crear esta organización a principios de 2012, con una modalidad de trabajo que incluye a Estados, universidades y actores locales. Pero lo cierto es que muchas veces el ámbito académico se convierte en la plataforma de partida para la solución de una problemática social. La aplicación uSound fue desarrollada a partir de una situación que se daba en un aula de la Universidad Católica de Santiago del Estero, en la sede de San Salvador de Jujuy. Allí, en la carrera de Ingeniería en Informática, un grupo de seis estudiantes veía con preocupación las dificultades que enfrentaba un compañero con problemas de audición para acceder al conocimiento que se impartía en cada clase. “Prefería irse antes que sentarse al final del aula y no comprender nada. Al final, terminó abandonando la facultad y, entonces, nos propusimos investigar cómo la tecnología podía ayudar a las personas como Ariel a educarse y comunicarse normalmente”, narra Eze-


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“En ese diálogo de saberes entre científicos y productores siempre surgen innovaciones, entendidas como construcción social, no como productos transferibles de la universidad al medio”, define Velarde. quiel Escobar, uno de los creadores de uSound y de NewBrick, la empresa gestada junto a sus compañeros. La aplicación fue diseñada aprovechando la capacidad de procesamiento de los smartphones: el usuario debe ingresar los datos de su audiometría y uSound se configura ajustando el audio de salida del móvil en función del nivel de audición de cada oído de una persona. “Además, permite utilizar auriculares Bluetooth, lo cual resulta muy común y hasta estético en los jóvenes, que muchas veces se rehúsan a utilizar audífonos. Además, la aplicación está

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pensada para ser una alternativa súper económica en comparación con los audífonos digitales”, describe Escobar. Para diseñar uSound, los especialistas en informática se acercaron a las entidades que trabajan con las problemáticas concretas, para conocer sus necesidades. Realizaron pruebas en el Instituto Helen Keller, que atiende a niños y jóvenes con problemas de audición, y en la Fundación para Hipoacúsicos Alas del Alma. “Nosotros estamos seguros que se puede mejorar muchísimo la calidad de vida de las personas que más lo necesitan aprovechando los avances de la tecnología, y es a lo que nos queremos dedicar”, afirma el joven de Tilcara. Los integrantes de Mana Desarrollos también eran estudiantes cuando comenzaron a gestar su proyecto de tecnología inclusiva. Se formaban en la Universidad Tecnológica Nacio-

Entrevista a Ruth Ladenheim

“El desafío es lograr un abordaje participativo”

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uth Ladenheim es secretaria de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Según su mirada, resulta vital contar con la participación de los actores locales para garantizar el éxito en la implementación de tecnologías inclusivas. –¿Cuál considera que es o debería ser el rol de la ciencia y la tecnología en la construcción de una mayor inclusión social? –Hay distintas maneras de enfocar el tema; hay diferentes conceptos en el mundo y, muchas veces, involucran a ONG y organismos internacionales. La particularidad de Argentina es que el Estado es el principal vector para atender estas demandas, tomando como eje la lógica de los derechos ciudadanos. –¿Cómo llega la demanda social al Ministerio de Ciencia y Tecnología? –Puede llegar desde los municipios, pero también desde el sector científico, por ejemplo desde el Conicet, que es un excelente articulador. Tenemos el privilegio de contar con investigadores (biólogos, antropólogos, sociólogos, economistas) que publican y están muy

vinculados con estos temas que son interdisciplinarios. –¿En qué medida las políticas públicas que apuntan al desarrollo tecnológico con inclusión involucran a las universidades? –La interacción con las universidades es permanente. Todos los años abrimos convocatorias a proyectos que atienden demandas sociales. Cada año se duplican los proyectos y en ellos se involucran centros del Conicet o universidades. Las empresas también son importantes, por ejemplo, para integrar consorcios público-privados. –¿Cuáles serían hoy los principales desafíos o deudas pendientes en materia de desarrollo de ciencia y tecnología inclusivas? –Lograr que el abordaje de la adopción de las tecnologías con impacto social sea participativo. Paradójicamente, esto no es un desafío tecnológico de las ciencias duras sino de las blandas, como la Sociología o la Antropología, que tienen mucho que ver porque hay experiencias en las que las tecnologías parecieran ser el remedio pero, si no son trabajadas por los actores sociales, no tienen resultados positivos y terminan siendo abandonadas. 13


Ingeniería Sin Fronteras construyó puentes en parajes rurales aislados en Santiago del Estero.

nal, allá por 2006. “Teníamos ganas de desarrollar un proyecto que mejorase la calidad de vida de la gente y no fuese algo meramente comercial. Se nos ocurrió hacer un mouse que se controlaba con movimientos de cabeza”, cuenta Nahuel González, uno de aquellos estu-

Opinión

diantes, hoy ingeniero electrónico y director de Mana. Ese primer diseño ganó los premios Innovar y Sadosky, y se convirtió en la punta de lanza de una batería de dispositivos para beneficio de las personas que padecen esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

POR DIEGO GOLOMBEK ✱

En pie de igualdad En la relación entre la ciencia y la tecnología en Argentina con las necesidades sociales se está haciendo mucho, pero queda mucho por hacer. Hay un cambio mundial en cuanto a la orientación de políticas de ciencia y tecnología que apuntan a dar visibilidad a las aplicaciones de la ciencia para el contexto local, para la parte productiva, la salud, la energía, y en nuestro caso argentino, con mejoras agropecuarias, y por supuesto, con cuestiones endémicas como el mal de Chagas y otras enfermedades. Falta mucho por hacer, porque hay poca tradición en Argentina de interacción entre lo público y lo privado. En ese sentido, la creación del Ministerio de Ciencia de la Nación patea el tablero, porque pone a la ciencia, ya desde el plano simbólico, en un pie de igualdad con la Justicia o la Educación, pero además, tiene planes completamente novedosos que incluyen fomentar que el sector privado invierta con riesgo, pero también con un colchón de ventajas económicas. En la historia de la ciencia, de las áreas menos esperadas surgen aplicaciones útiles. Describiendo a un bicho o cierto proceso fisiológico por ahí aparece una posible aplicación. Mi laboratorio es de ciencia básica, pero a veces surgen hallazgos que, sorprendentemente, pueden ser aplicables en la sociedad. Más allá de investigaciones tradicionales (como cáncer y sida), también hay que apuntar a cuestiones endémicas como el Mal de los Rastrojos o el Chagas, o temas como las napas de agua o la biodiversidad local. Otro punto interesante es trabajar con las inequidades regionales y buscar, por ejemplo, sistemas más eficientes e innovadores de distribución de energía.

✱ Diego Golombek-Doctor en Ciencias Biológicas-Investigador del Conicet. 14

“Empezamos a trabajar no sólo desde lo técnico sino también con terapistas ocupacionales y fonoaudiólogos, haciendo un relevamiento para conocer cuáles eran las necesidades y ver posibles soluciones”, cuenta González, y aclara que su equipo trabaja con la llamada Metodología DCU: Diseño Centrado en el Usuario. Así le dieron forma a dispositivos para hacer ‘clic’ en la computadora con la pera o por soplido, y hoy se abocan a “tratar de facilitar la comunicación en el caso de personas que están muy avanzadas en ELA, que sólo tienen movimiento de los ojos”.

Respuesta natural La problemática energética y la necesidad de recurrir a fuentes alternativas requieren soluciones cada vez más urgentes. Se trata de un ámbito donde hace falta tanto incrementar el conocimiento como desarrollar tecnologías específicas, y, sobre todo, generar conciencia y capacitación para lograr un cambio de paradigma. Para los especialistas en la materia, tanto en las esferas políticas como en las académicas, hay un arduo trabajo por delante. De esto se ocupa el área de Energías Renovables del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti). El coordinador, Gustavo Gil, cuenta que trabajan en esa línea desde el 2007, con especial énfasis en “energías distribuidas en potencias menores”, es decir, hacia las pymes. En ese marco, se las orienta, capacita y asiste para el mejor aprovechamiento de las energías eólica, solar, hidráulica, biogás, residuos sólidos y biocombustibles. “El mayor desafío es entender que no es una tecnología del futuro sino una oportunidad del presente y, muchas veces, la única opción. Para esto es fundamental una clara decisión política”, subraya. Uno de los principales objetivos del trabajo del Inti es lograr “cerrar ciclos productivos”, explica Gil. Por ejemplo, en una zona del Chaco, donde hay aserraderos y carpinterías que generan residuos a montones que son incinerados indiscriminadamente –con sus consecuentes problemas ambientales y enfermedades respiratorias- se trabajó para producir combustible a partir de esos residuos, lo que redundó a su vez en la generación de


empleo local. “La planta de gasificación cierra un círculo virtuoso, dando trabajo y mejorando el ambiente”, resume Gil. Por su parte, la ingeniera agrónoma Laura Ferreras da cuenta de otra experiencia de aprovechamiento de los recursos naturales disponibles en el ámbito urbano en beneficio de los más necesitados. Se trata del “Proyecto de transformación de la tierra urbana en Suelo Cultivable para la inclusión social en Rosario: una propuesta de Apoyo Técnico Agroecológico”, en que confluyen la Municipalidad de Rosario, el Centro de Estudios de Producciones Agroecológicas Rosario y Pro-Huerta (del Inta). Juntos crearon el Programa de Agricultura Urbana (PAU), que procura desarrollar acciones que incrementen la agricultura citadina. El proyecto fue gestado en el 2001, cuando la crisis impulsó a los académicos de la región a buscar soluciones. “Existen sectores de la ciudad identificados como suelo ‘no construible’, considerados como espacios remanentes que se encuentran en condiciones de fragilidad y degradación. A través del desarrollo de estrategias de recuperación y mejora mediante la práctica de la agricultura urbana, estos sectores se transforman en suelo cultivable”, explica Ferraras. Así, tras una instancia de capacitación, huerteros de familias vulnerables de Rosario aprenden a producir sus propios alimentos y vender los excedentes. “Como beneficio adicional, se produce un saneamiento de sectores contaminados por basurales o terrenos cubiertos por escombros y/o malezas, el aprovechamiento de residuos orgánicos y aguas grises en insumos para la produc-

CÓMO CONECTARSE

Centro de Referencia para Lactobacilos (0381) 431 0465/1720 crl@cerela.org.ar www.cerela.org.ar Departamento de Desarrollo Rural de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata (0221) 423-6758 www.agro.unlp.edu.ar Ingeniería Sin Fronteras Argentina 4861.6014 info@isf-argentina.org www.isf-argentina.org Instituto Nacional de Tecnología Industrial 4724-6200 consultas@inti.gob.ar www.inti.gov.ar Mana Desarrollos 2070-5145 info@manadesarrollos.com.ar http://www.manadesarrollos.com.ar Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación 4899-5000 info@mincyt.gob.ar www.mincyt.gob.ar Newbrick (0388) 424-1829 newbrickweb@gmail.com www.newbrick.com.ar Programa de Agricultura Urbana (Rosario) (0341) 4802444 int. 131/133 Red de Tecnologías para la Inclusión Social Argentina 4365- 7100 (int. 5851) info@redtisa.org www.redtisa.org 500rpm 15-4088-2381 info@500rpm.org www.500rpm.org

ción; convirtiendo espacios degradados en ámbitos productivos y estéticamente agradables”, concluye la especialista. Y las innovaciones generadas a partir de esta articulación resultan más ricas cuando, al tener más arraigo local, las poblaciones se apropian de ellas y pueden aprovechar mejor los recursos disponibles y, a su vez, ir construyendo colectivamente respuestas a otros déficits. La experiencia de un grupo de vecinos de viviendas sociales del partido bonaerense de Moreno da cuenta de eso. Allí, fue implementado el uso de calefones solares generados en el marco del área de energías renovables del Inti. “La gente hace un muy buen uso de ellos. Se trata de demandas concretas que requieren productos diseñados especialmente para el Estado, que necesita construir la mayor cantidad de viviendas con el menor costo posible”, explica Gustavo Gil. En este sentido, destaca que el beneficio no sólo se traduce en la posibilidad que tienen las familias de contar con una ducha con agua caliente, sino también en la responsabilidad que despierta en los usuarios. “Si uno piensa que cada uno puede generar parte de la energía que consume, se da un cambio de paradigma –resalta Gustavo Gil, del Inti– La inclusión también implica responsabilidad: cuidar la fuente, ya no es ‘no me importa qué pasa detrás del enchufe’, sino que la comunidad toda se involucra en el tema.” Por eso es clave el trabajo mancomunado entre la universidad, el Estado, algunas empresas y las organizaciones sociales. En pos de un mismo objetivo: el beneficio de las mayorías.

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