Ese instante turbio - Miguel Antonio Guevara

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Ediciones de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora "UNELLEZ"



Miguel Antonio Guevara

Ese instante turbio

Colecci贸n Cuadernos de Discusi贸n Sociopol铆tica


Queda rigurosamente prohibida la reproducción parcial o total de este libro, bajo cualquier medio audiovisual o escrito, sin la previa autorización del editor.

Ese instante turbio

© UNIVERSIDAD EZEQUIEL ZAMORA Colección Cuadernos de Discusión Sociopolítica Barinas - Venezuela, 2012 DEPOSITO LEGAL: ISBN: Unidad de Producción Diagramación: Armando De Luca Diseño de Portada: Gustavo Quintana Fondo Editorial UNELLEZ Todo los Derechos Reservados Telefax: (0273) 5331872 Correo Electrónico: Feduez95@hotmail.com Impreso en Venezuela Printed in Venezuela


Al valiente pueblo Haitiano, que resiste tras lo turbio y sus ausentes



Y sentí que somos momentáneos como nubes Juan Antonio Calzadilla Arreaza



De la vocaci贸n

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En lo urbano, perplejo La rebeldía, la palabra que se atasca en la imposibilidad del decir. Un día en la agenda para observar postes, otro para tomar una ruta diferente y así poder apreciar cada espacio en donde habitamos en el tránsito, la agotable continuidad.

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De lo m铆nimo y sus l贸gicas Enceguecidos bajo el sol nos encontramos a la hostilidad tendida largo a largo en el concreto, junto a lo prematuramente enumerado que de cualquier modo se nos fija. Hay que disponernos al acto m铆nimo: rearmar los restos del hallazgo. Hay verdades verdaderas y l贸gicas implacables: bajo tierra nada puede romperse, y el florecimiento fugaz de algunas cosas.

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Chequeo hermenéutico Hoy son aceras reventadas de raíces donde ocupamos nuestro espacio, mañana la escultura - abandonadadirá lo que pensamos. A través de los cuerpos esperamos lo violento, el impulso inesperado anhelado en nuestros sobrantes de hastío.

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Para ser atendido Que cada uno de nosotros tome su fila sin ningún tipo de contratiempos: la espuela ausente del talón sin espanto, la inocente caída de las oscilaciones internas sin nombres. Llámese náusea, llámese angustia, llámese nombre o guarida

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De lo frรกgil El cuerpo como simple oportunidad, al tiempo en que reconocemos lo infranqueable Vibremos entonces mientras la suerte nos toca.

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De la vocación En medio de todas y de todos, de la razón de ser ¿cuándo llegamos y concluimos en la razón solitaria quién realmente explica su presencia? Todo árbol, todo cuerpo -sólo por nombrar algunas cosascada instante ha sido derribado cada cosa que aventura en los desfiladeros. Unos nacen con la firme vocación de ser ausentes.

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En lo instant谩neo Gritemos todos juntos antes de que el tiempo nos BORRE Uno dice: ya se ha corregido hasta la dicha Otro trago: no arrugues la cara, es s贸lo agua

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Manual para cuerpos Sálvense de la prisa de este círculo enciclopédico eviten la grafía enigmática de los médicos sientan lo ingrávido, las fuerzas, la náusea que se presenta en los combates

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La pregunta ÂżQuiĂŠn ha dicho que no podemos trastabillar a plena luz, gritar en recintos abiertos nuestra inconformidad, para luego reĂ­r y ser celebrados por nuestras decepciones?

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Lanzarnos sin asombro Precisamos develar secretos que residen en la crepitaci贸n de las cosas. Orfandad que obedece a nuestra mera condici贸n transe煤nte. Todo se acelera, incluso la arquitectura es la culpable. Esperemos una palabra para lanzarnos sin asombro y al final o铆r una frase inentendible

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De los oráculos ¿Cómo no preocuparnos del tiempo vacío que ha pasado de tanta gestualidad obvia, tantos rodeos todas las vueltas al asunto? para terminar sabiendo lo que piensan unos y otros de tanta expectativa compartida, clarividencia de golpes, visión de lo viejo y de lo nuevo del antes y el ahora

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Ese instante turbio En términos de realidad suspendida (o pausada, todo lo que sea posible para observar el más mínimo detalle) -llámese pensamiento y lo que habita en su interiorEs necesario, para estar tranquilos con nosotros mismos la certeza de haber sido escuchados -por la palabraLa palabra (como la vida misma) Ese instante turbio

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Señales a la piara Agitémosle los brazos a la concentrada marcha a la multitudinaria actitud circense. Sacudamos los pensamientos del tedio que se atora, que nos sigue mirando desde la apatía y el desinterés de todas las cosas. Aunque por este cuerpo en movimiento sólo se vea el pasto seco flamígero, una que otra roca y los cambiantes montículos de arena

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De la franqueza Se saca la mano, se aplaude, se miran los dedos desconfiando que sigan siendo los mismos y repetimos que no queremos seguir experimentando diĂĄlogos de telenovela extranjera o peor aĂşn, al villano contando su plan macabro que con tanto deseos queremos lleve a cabo.

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Apelar ciertos instantes Hay de los que inclinan el oĂ­do mientras el vecino cuenta sus malas rachas. Por lo general cuando escuchamos apretamos los dientes inconformes como infantes insultando a sus mayores. Comencemos nuevamente, pretendamos vivir nuevamente; la vida aunque aparentemente se extienda e insista en las formas circulares, exorciza su olor a dĂ­a feriado. No es raro pensarlo, pues hay cuentos que especulan la muerte verdadera de la sed y dicen que vivir consiste en apelar ciertos instantes, a la memoria y si da chance a las fabulaciones colectivas.

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Aquiles no tiene nada que ver con esto Seguir pensando en las idas y venidas, en lo que ha sido completamente memorizado en los hรกbitos. Seguir pensando que es mรกs importante el anzuelo que el pez y convertirlo todo en una llave que nos conduzca a la alfombra roja del boqueo a pisar ese animal que se escabulle entre la masa de lona para los pies, nauseabunda cosa que quiere masticar callos de talones. Aquiles no tiene nada que ver con esto.

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Para escurridizos Los instantes de tregua terminan avancemos sin corregir el error oportuno. No hay manera, encontremos la forma de escapar son muchísimas las razones. Ya viene la nostalgia, esa cuerda que nos ciñe alrededor recordándonos que la luna no es un defecto y tampoco un adorno. Hay que limitarse a dejar la astronomía a un lado; no se trata de un experimento de ciencias naturales mucho menos de un ensayo afrodisíaco.

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La condición ignorada Se nos han negado infinitas posibilidades de acercarnos y hacernos uno, en medio de la impaciencia y nuestro eterno odio a la lentitud a todo aquello que suene a bajas velocidades. Después del espacio vacío en los intersticios del tacto sólido y hostil hay una sensación interior, constante de posguerra asumiendo por completo la tarea de definirnos. Queda de nosotros curar la incertidumbre (y en un yo, pero tuyo mío y nuestro –literalmente-) de una vez por todas aceptar asumiendo la franqueza necesaria. Estamos multitudinariamente solos.

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Del inventario de instantes

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Ojos, manos y pies como ejemplo Y ahora que todos los complejos han alcanzado la cima más alta procuremos rechazar lo que venga en pares ojos, manos y pies como ejemplo. No es que se trate esta actividad de un sacrificio, puesto que la inmolación ya fue realizada con anterioridad detrás de un bulto de gente que reclamaba los primeros puestos. No alcanzó en un momento dado tantos nombres, tanto aliento al parecer -aunque se ignoreya habíamos advertido que la voluntad es una sola “Otro caso de suicidio colectivo” dictaron los diarios de los días siguientes

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De los orígenes y las naturalezas Olvidemos lo dicho. Ahora liberaremos todo lo que sea de origen animal y que no se produzca extrañeza en su partida. Aun guardamos el mejor secreto, y es que todo tiene su sello: las intenciones que guardan los dedos, la memoria olfativa, la receta del consomé de la abuela, hasta Anselmo López; el se sabe la trampa de la uña. Para seguir convenciéndonos de los orígenes y las naturalezas probemos con lanzar un fósforo sin ninguna preocupación esto no es Hollywood en donde todo, absolutamente todo es volátil. Olvidemos lo dicho, que se limitaba solamente a agujas, hilos y botones.

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Las nuevas instrucciones para el cuerpo Hemos prescindido del manual en donde aprendimos a compensar la nĂĄusea de las luchas. Rezan de esta manera las nuevas instrucciones para el cuerpo: el ser en este atado puĂąado de huesos obliga a no encender la linterna de la vida; la gastadera de pilas es tan inĂştil como biblias en braille

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Del inventario de instantes Disimular las zonas parpadeantes, en los pálpitos, en el súbito, los cálculos ajenos. Boulevard rítmico regalo abierto juguetes rotos.

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Sobre el instante y el oficio Aléjense, no habrá artificio para mantenernos atados lámparas cortas de las horas invoquen –será el mantra a repetirqueda sortear la monótona prisión, ese asunto serial que nos mantiene obligados. Y viene un encuentro bizco, miope sin dar un golpe de ceguera serán pocas las interrogantes (pero interrogantes al fin): ¿quién al final ofrecerá sus vísceras? ¿quién conducirá y tirará de los hilos?

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Otro inventario Precisamente esto es lo que va: nada de obituarios on line, el grito de emoci贸n, la alegr铆a de volver a la luz, saborear placeres, encender un cigarro a oscuras, arrastrar los zapatos en la calle aprovechando que es domingo y nadie nos ve.

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Lo inevitable Cerremos el grifo, ya no m谩s exclusa abierta ni desaparici贸n de prestidigitador el instante es obra de la multitud ilusionista, el instante es lo turbio, la gestualidad obvia, el agradecimiento por el calor que nos mantiene unidos, la llamada telef贸nica no atendida, la fundici贸n, lo inevitable. El instante es el espacio y dios en los abismos.

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