MONAGAS
Luis Emeterio González
SISTEMA NACIONAL de IMPRENTAS REGIONALES colección ensayo
Jesús Rafael Zambrano
Jesús Rafael Zambrano ilustrado e ilustre
comunista monaguense
JesĂşs Rafael Zambrano ilustrado e ilustre comunista monaguense
Luis Emeterio GonzĂĄlez
JesĂşs Rafael Zambrano ilustrado e ilustre comunista monaguense
Sistema Nacional de Imprentas Regionales, Monagas, 2007 © Luis Emeterio González © Fundación Editorial el perro y la rana, 2007 Edición Consejo Editorial Corrección Domingo Rogelio León - Víctor Rojas - Luís Segundo Renaud Diagramación Miguel Beaumont Diseño de portada Miguel Beaumont Operario Rafael Ilich Mendoza Hecho el depósito de ley ISBN 978-980-396-805-2 LF 40220079204435 Complejo Cultural de Maturín, calle Bermúdez, entre calle Carlos Möhle y 8, nivel Sótano Maturín-Venezuela, 6201 correo electronico: imprentaregionalmonagas@gmail.com
El Sistema Nacional de Imprentas Regionales es un proyecto editorial impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objetivo fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. El sistema de imprentas funciona en todo el país y cuenta con tecnología de punta, cada módulo está compuesto por una serie de equipos que facilitan la elaboración rápida y eficaz de textos. Además, cuenta con un Consejo Editorial conformado por un representante de la Red Nacional de Escritores de Venezuela Capítulo Estadal. El director estadal del gabinete y el especialista del libro y lectura del mppc en la entidad.
JESÚS RAFAEL ZAMBRANO Doctor en Ciencias Políticas y abogado de la República, escritor y periodista. Uracoa – Monagas 1925
Maturín – Monagas 2002
a la Maestra Antonieta, ejemplo de amor filial y maternal por Jesús Rafael. a Beltrán, Amado y Suppini, amigos compartidos con Zambrano. a Humberto Rojas, Lira Sosa, Sáez Mérida y J.A. Oropeza Ciliberto, quienes deben estar reunidos con el gordo en la eternidad. a las Delia dueñas de mi vida.
Jesús Rafael Zambrano ilustrado e ilustre comunista monaguense Luis Emeterio González
Algunas IDEAS Sobre el socialismo:
El hombre, en el nuevo mundo socialista, superadas ya las opciones de clases, no es el eupátrida esclavista, ni el señor feudal, ni el propietario capitalista, sino un ser liberado de las ataduras de las clases, el miembro de una asociación de productores libres. El marxismo, por ende, contrariamente a lo que manifiestan sus críticos, no hace tabla rasa del pretérito cultural de la humanidad. Muy al contrario, conserva y reelabora todo cuanto pueda servir para el mejoramiento de la nueva sociedad. (1966) El socialismo triunfante, con criterio creador y sentido crítico, se aprovecha, para sus propósitos constructivos, de todo lo positivo, de todo lo que puede servir a la causa del pueblo.
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Sobre la cultura:
El intelectual no puede descuidar la guardia, no puede deponer su actitud de denuncia ante las injusticias sociales, ante la miseria de los pueblos.
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El poeta no se margina de la vida. No cultiva un arte deshumanizado. Su recia fibra se ha forjado al contacto con la naturaleza y con los hombres… …El poeta es el alma del pueblo y el pueblo es su poesía. Él mismo se adivina como intérprete de su naturaleza y de su vida. (1949) Sólo los condenados por la historia necesitan evadirse de la realidad. Los intelectuales que saben que la evolución de la humanidad es su mejor aliada, son insumisos y descontentos ante el mundo herido de muerte. (1967) En el orden cultural, lo contemporáneo se empalma con el ayer, ya que no existen rupturas totales en el proceso histórico; el nuevo mundo no nace de la Nada, sino que es la concreción de la acción creadora de las generaciones pasadas elevada a un plano cuantitativamente superior. (1973) La herencia cultural – para decirlo en términos forenses- la aceptamos a beneficio de inventario. (1977)
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Sobre las leyes:
No somos partidarios de las constantes derogaciones y enmiendas de la legislación positiva, por ser ello manantial de inseguridad jurídica y de desconfianza ciudadana en la virtualidad de la Ley. Sobre la historia: 15
Todo valioso legado del pasado, así como lo positivo del presente, deben rescatarse para la dignificación del hombre. Sólo en comunión con los otros puede vivir el hombre. Las humanidades inter-relacionan y favorecen la concordia entre los humanos. Es misión propia de los hombres que sienten apasionadamente el destino y la causa de Venezuela, evocar a sus más altos valores, rescatarlos del penumbroso olvido para su renovado conocimiento de las presentes generaciones Mi mayor preocupación es que, dentro de mil años, nadie me recuerde
Fragmentos de algunas ideas del Dr. J. R. Zambrano, extraídas de fuentes diversas
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Introducción Afirmar que el siglo XX significó el declive del pensamiento humanista podría parecer pretencioso, porque cada siglo transcurrido dio sus aportes paradigmáticos a la cultura y nada parece indicar que los venideros dejarán de darlos tras la luz que inaugura el presente milenio. Lo que sí se puede asegurar, por los rastros retrospectivos que nos lega el pasado, es que durante el siglo anterior ocurrieron los acontecimientos políticos y sociales más convulsivos que hayan podido suceder en todas las eras civilizatorias, desencadenando aceleradas transformaciones que provocaron derrumbes paradigmáticos, pudiendo llevar al planeta a catástrofes impensables. Durante el siglo XX se derrumbaron estructuras erigidas por milenios, los extremos se tocaron para generar monstruos como el fascismo que intentó implantar, mediante el terror, la superioridad de una cultura sobre las demás. También insurgió en este tiempo el fallido ensayo soviético que rompió las cadenas del feudalismo zarista, postulando una vanguardia social que se desmoronó por el peso de su burocratismo totalitario. Otro modelo establecido con más éxito durante esta centuria fue el Capitalismo, erigido como alternativa a los modelos totalitarios. Tras la
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bandera del anticomunismo se consolidó, hasta hoy, como fuerza hegemónica imperial con base en los Estados Unidos, su accionar ha sido más nefasto que aquellas ideologías que combatió. La evidencia más antigua de esta práctica la padecieron los pueblos de Hiroshima y Nagasaki, con el horror sembrado por sus bombas atómicas. Desde Estados Unidos se diseñan las fórmulas consumistas que se exportan, a través de la seducción mediática y el terror militar, para someter a los pueblos del mundo. No se puede dejar de reconocer que el XX fue un siglo que propició el ensayo de las utopías, en él se practicaron algunas ideas guardadas por siglos, producto de la imaginación o las dudas de pensadores fundacionales como Aristóteles, Platón, Cristo, Mahoma, Tomás Moro, Maquiavelo, Washington, Bolívar, Marx y Engels. Seguidas o rechazadas por políticos, estadistas y militares entre quienes destacan Mao, Lenin, Hitler, Mussolini, Ghandi, Nasser, Luther King, Gorbachov, Mandela y otros. Algunas de estas teorías sobreviven a costa de grandes sacrificios, mientras que otras fueron derrotadas por sus propias prácticas o por las fuerzas del imperio, tal es el caso de Vietnam, Chile, Grenada e Irak. Aunque su espíritu sobrevive en los liderazgos de Ahmadineyab, Kadafi, el Comandante Marcos, Castro y Chávez. Sin embargo, también resurgieron movimientos nefastos que, solapada o expresamente, cumplen roles retrógrados contra la humanidad, como los neonazis europeos o los sionistas judíos de Israel o desde Wall Street. Variadas ideologías se manifestaron de forma renovada en expresiones múltiples y con mayor o menor cuota de poder convulsionan el planeta provocando confrontaciones y guerras para imponer su
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hegemonía, hicieron revoluciones, contrarrevoluciones y revisionismos, facilitando el terrorismo de Estado y contra el Estado y la resurrección del fundamentalismo religioso y los extremismos como respuesta al intervencionismo. También ese siglo tuvo movimientos reivindicativos de comunidades rechazadas tradicionalmente como los homosexuales, las mujeres, el ambiente, los grupos étnicos, la defensa de especies animales en vías de extinción y los movimientos antirraciales, promovidos por medios cada vez más sofisticados, con la Internet a la vanguardia. A través de la diplomacia de las armas los dueños del poder lograron dividir pueblos hermanos, generaron enemistades provocando nuevas guerras, amenazando con armas de destrucción masiva a los negados a obedecer su orden. Las grandes potencias erigen y derrumban muros sociales, económicos y fronterizos según sus intereses, diezman a centenares de miles de habitantes del planeta por el único delito de ser diferentes. Cierto es que por siempre existieron miserias, injusticias y guerras, pero no es menos verdad que, en el transcurso del siglo pasado, se desbordaron las desigualdades a nombre de la libertad y el progreso. Todo lo cual lo constatan sin pudor las numerosas pantallas gigantes de video de cualquier centro comercial de las metrópolis. La globalización industrialista acorraló al siglo XX entre enfermedades laborales y virus de laboratorios, inundó de industrias farmacéuticas adictivas al planeta, masificó las chatarras tecnológicas que al entrar al mercado ya están devaluadas, patentó la manipulación genética y el turismo interplanetario para ociosos millonarios que gastan el dinero obtenido al explotar la pobreza. Un reino de artificios bajo el falso supuesto de mejorar la condición humana, cuando en
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realidad nos montan obedientes en el tren del consumismo, rumbo al Imperio Capitalista que, a nombre de la libertad, crea ficciones de realidad. Sobre los escombros del Muro de Berlín se levantó el Capitalismo neoliberal, utilizando como consigna la caída del sistema socialista. Los vencedores erigieron su paraíso productivo valiéndose de los massmedia y la promoción fantasiosa del “Sueño americano”. Abusando del poder hegemónico de sus empresas, el imperio Norteamericano explota indiscriminadamente las riquezas naturales de los pueblos subyugados o “arrollados”, como los califica el escritor Eduardo Galeano, utilizando toda forma de dominación que incluye las invasiones bélicas, emulando a sus viejos maestros, los imperios europeos. Todo con el respaldo celestino de la ONU, que los ayuda a fundar su reino de libertad… de consumo, sobre las cenizas de las ciudades devastadas y los cadáveres de los vencidos, niños, mujeres y ancianos, en su mayoría. A este fenómeno de dominación directa o subliminal se oponen frontalmente grupos minoritarios de líderes con sus pueblos, enarbolando consignas humanistas. Al tiempo que practican opciones alternativas en varios países del planeta, sobre todo en los que tienen menos que perder. Algunas propuestas han logrado moderados espacios de aceptación, reivindicando los sueños de quienes aún padecen la frustración por la derrota del socialismo. Señalando que otro mundo es posible. Hoy en Venezuela sus líderes le buscan un perfil a esta opción. Desde el Gobierno revolucionario se apuesta al Socialismo del Siglo XXI como posible construcción de una ideología con perfiles propios de cara al futuro. Aún otros gobiernos progresistas de la región no se atreven
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a definirlo como modelo, tal vez por temor a las etiquetas o por cierta pacatería. Lo que no puede dudarse es que el presente siglo posibilitará las utopías por las que lucharon y murieron tantos seres humanos, ya no como ensayo, igual que sucedió en el pasado siglo, sino por ser una necesidad de la raza humana ante el peligro real de su propia extinción. Uno de estos luchadores utópicos fue Jesús R. Zambrano, un monaguense universal que defendió firmemente la creatividad individual, la justicia colectiva, la solidaridad y el amor por la vida, por ser instrumentos para la libertad y el verdadero progreso, vivió íntegramente convencido de que estos ideales eran alcanzables, aunque le tocó nacer y tuvo que vivir en un tiempo y un país donde la práctica habitual fue contraria a sus ideales, con altas esferas minoritarias gobernando a su antojo, excluyendo a las mayorías, sumidos en el fanatismo partidista y la promoción de la ignorancia. II
Conocí al Dr. Zambrano siendo yo un adolescente, cuando mostraba mis pinturas estudiantiles en los pasillos del Concejo Municipal de Maturín que fungían de sala de arte, en una ciudad donde la posibilidad de una galería municipal estaba muy lejana. Fue una mañana de mayo en 1972 cuando se inauguraba una exposición colectiva de los alumnos de la Escuela de Artes Plásticas Eloy Palacios. Lo vi observar mis cuadros con interés mientras anotaba algunas cosas en su agenda. Tímidamente lo abordé para presentarme con respeto, lo conocía por la prensa y a través de algunas actuaciones públicas. Me correspondió con afecto, invitándome a visitarlo en su bufete para continuar hablando sobre pintura y mostrarme su colección y sus libros de arte.
Jesús Rafael Zambrano ilustrado e ilustre comunista monaguense Luis Emeterio González
Mientras le acompañaba a recorrer la exposición me sentía orgulloso de su presencia y sobre todo por su invitación. Recuerdo que fue un domingo cercano al mediodía cuando llegué hasta el bufete del reconocido abogado para asistir a la cita acordada. Seguramente me pidió que le hablara de mis cuadros y de las motivaciones que me indujeron a estudiar arte. No logro recordar qué le dije, aunque seguramente le hablé de mi cercanía con la familia de Andrés Chópite, su camarada y del estímulo que provocó en mi vocación, el ver a su hijo Andrés pintando en su casa los cuadros que llevaba a la Escuela de Artes Plásticas donde estudiaba. Al mediodía me pidió que lo acompañara a almorzar en un restaurante cercano. Fuimos caminando en amena conversación. Era la primera vez que entraba en un restauran lujoso para almorzar quesos importados con jamón serrano y otros embutidos exóticos. La comida se acompañó de vino tinto, seco, lo que para mis abstemios quince años significó un fuerte impacto. A pesar de la diferencia de nuestras edades y de tan distintas vivencias, aquel domingo comenzó una sólida amistad que duraría hasta su muerte, fortalecida cada vez más por el recuerdo de las múltiples vivencias compartidas, amistad de la cual me siento inmensamente honrado, por ser éste un insigne intelectual, sin duda el más importante de Monagas durante siglo XX. Ese domingo también fue el inicio de mi afición por la buena mesa, en amena compañía, aderezada con una conversación inteligente.
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La realidad venezolana no fue indiferente a los acontecimientos mundiales producidos durante el pasado siglo, aunque éstos a veces repercutieran tibiamente en nuestro país, como voces apagadas proyectadas en un cinematógrafo. Esta sería la razón por la que algunos historiadores aseguran que Venezuela se incorporó tarde al siglo XX, a pesar de su protagonismo en el siglo XIX durante la Guerra por la Independencia; la gesta libertadora más heroica y trascendente en el continente americano. La llegada de Juan Vicente Gómez al poder y su mandato omnímodo durante veintiséis años, generó diversas reacciones en los jóvenes intelectuales y estudiantes de la época. Algunos optaron por el exilio dorado o forzado, según las opciones sociales o políticas de sus padres, mientras otros lo combatieron hasta entregar su vida en los oscuros calabozos de las cárceles, o en las temidas persecuciones de la hueste oficialista. El ejemplo heroico y las actuaciones públicas de aquellos jóvenes que fundaron partidos, imprimieron periódicos clandestinos e inauguraron instituciones para estimular el pensamiento crítico y la reflexión, inspiraron a las generaciones sucesoras para sumarse a las luchas por la libertad y la justicia. Entre quienes levantaron el estandarte de la lucha por los ideales revolucionarios estuvo Jesús Rafael Zambrano, iniciado en la ideología comunista, según sus propias palabras, gracias a las lecturas de Pablo Neruda: “La poesía de Neruda vigorizaba la fe en la causa universal del comunismo, afirmaba nuestra asombrada admiración hacia la Unión Soviética y la seguridad en el desmantelamiento del antro fascista”.
Jesús Rafael Zambrano ilustrado e ilustre comunista monaguense Luis Emeterio González
Gracias a la poesía se nutrió de esta filosofía, abrazando el comunismo de la mano de sus veteranos camaradas Jesús Farías y los hermanos Eduardo y Gustavo Machado, líderes de la lucha antigomecista y fundadores del Partido Comunista de Venezuela. Desde sus inicios en el Partido, Zambrano sostuvo la filosofía de luchar con las ideas, desechando, junto a otros líderes, la opción de las armas, sin que por ello dejara de reconocer su necesaria función, si las circunstancias lo obligaban. Por esta razón, desde la trinchera de las leyes, apoyó a quienes tomaron esta opción, defendiéndolos a costa de su propia seguridad y hasta con su libertad, cuando la adversidad los llevaba a la cárcel. Como político, Zambrano asumió roles de gran trascendencia dentro del Partido, atendiendo altas responsabilidades dentro de su estructura regional y nacional. También mantuvo roles de conducción clandestina mientras su partido permaneció ilegalizado. Como intelectual y abogado, escribió importantes ensayos criticando las abusivas violaciones a las leyes por parte de los representantes del poder político y defendió a los detenidos del régimen, acarreándose muchos inconvenientes, entre ellos la cárcel, al final de la dictadura perezjimenista. Como escritor publicó importantes libros sobre historia, temas jurídicos y ensayos literarios, además produjo numerosos artículos políticos publicados en diferentes medios de comunicación. Como ciudadano, fue paradigma de juventudes, dedicando parte de su vida a divulgar los valores revolucionarios entre sus numerosos discípulos. Jesús Rafael fue un digno representante de su siglo, estudioso del pasado, defensor incansable de la libertad con justicia social, profundo pensador, amante del arte y de la
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vida intensa. Protagonista de su tiempo que supo aprehender la esencia de un humanismo agonizante, sin perder la esperanza de revivirlo. IV
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Murió en vísperas del paro petrolero. Fue en octubre, cuando la derecha golpista comenzaba a montar las guarimbas que paralizaron al país a finales de 2002 y principios del 03. Lo vencieron los diversos dolores del cuerpo y del espíritu, el más fuerte de ellos le partió el corazón, fue el golpe del 11 de abril. Y el paro petrolero promovido por el fascismo opositor, a través del golpe mediático, terminó de matarlo. Igual que Neruda, quien no pudo sobrevivir la ruptura de su sueño chileno tras el golpe de Estado de 1973, Zambrano tampoco tuvo fuerzas para soportar el odio fascista que caía sobre su país. Mientras velaban su cuerpo en una funeraria, muy cerca, sin que muchos supieran que su líder yacía en una urna, jóvenes militantes del Partido Comunista y otras fuerzas progresistas manifestaban en la plaza del Estudiante, exigiendo respeto por la soberanía del país. Portaban banderas rojas y un gran mural con el rostro de Zambrano como símbolo de dignidad. Lamentablemente el retrato desapareció de la plaza ese día sin que nadie supiera quién lo tomó. Tal vez este acto fuera presagio de la tragedia que se avecinaba en el país, porque en la televisión privada, encadenados, el máximo representante de la Central Obrera de Venezuela, se sentaba junto al presidente de la cúpula empresarial (Fedecámaras) para anunciarle al país el inicio de una huelga general nacional indefinida, contra el gobierno.
Jesús Rafael Zambrano ilustrado e ilustre comunista monaguense Luis Emeterio González
Las rutas iniciales El 24 de octubre de 1925 nació Jesús Rafael Zambrano en el seno de una familia campesina en Uracoa, capital del distrito Sotillo, en el estado Monagas. Fue el tercer hijo de Toribia Zambrano, nativa del lugar y del margariteño Jesús Gómez Marcano, de cuya unión nacieron también Flor de María y María Antonieta, las dos mujeres fundamentales en la vida de Jesús Rafael, después de la muerte de su madre. El carácter rural de aquel pueblo tan apartado del progreso, unido a la pobreza material de la familia Zambrano, hacían presumir que Jesús Rafael estaría predestinado, como tantos otros lugareños, a conformar la peonada de algún hato del sur de Monagas, ya que este poblado (fundado a finales del año 1785 por el Padre José de Manzanera, con el nombre de Nuestra Señora de Guía, en el caño de Uracoa, después de reducir a los indios Warao, sus habitantes ancestrales). Durante siglos permaneció aislado de la capital del estado por ser un lugar distante e inaccesible en la geografía monaguense, a causa de los caudalosos ríos que se cruzan en su ruta y el agreste paisaje de sabana que lo circunda. Hasta bien entrado el siglo XX, durante el invierno, sólo se podía llegar a él sobre el lomo de las bestias, pernoctando en el camino cuando crecían los ríos.
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El único hijo varón de Toribia y Jesús Gómez mostró una temprana inclinación hacia los estudios. Gracias a su madre aprendió a disfrutar la lectura desde pequeño y por empeño de sus hermanas inició el primer grado de primaria en la escuela Mixta “Monseñor Durán” de su pueblo natal, al cumplir los nueve años. En 1934 la empresa Standard Oil Company se instala en los alrededores de Uracoa para iniciar la extracción de petróleo, generando gran expectativa de progreso entre los pobladores, quienes celebraron con júbilo su llegada. Pero la realidad fue muy diferente, porque en vez de procurar el bienestar, sólo trajo ingentes males a la zona. Para esa fecha su hermana Flor María contrajo matrimonio con el joven militar Julio César Milano y decidió llevarse al hermano a vivir con ellos a Barrancas, para continuar sus estudios en la escuela “Rafael Villavicencio”. La secuencia del joven Jesús Rafael en las aulas escolares fue muy accidentada, debido a los frecuentes traslados de la pareja por distintos lugares del país, ocasionados por los compromisos del marido de Flor en el cumplimiento de sus deberes militares. El niño mantuvo una escolaridad intermitente en diferentes planteles del país, pero su hermana y su cuñado nunca dejaron de enviarlo a las aulas, aunque muchas veces sus idas y venidas escolares eran interrumpidas por nuevos viajes. En Ciudad Bolívar pasó por las escuelas “Heres” y “Moreno de Mendoza”; en la capital de la República lo hizo en la escuela “Ramón Isidro Montes”, logrando aprobar el tercer grado. Acababa de cumplir quince años cuando otro traslado de su cuñado lo devolvió a la capital de su estado natal, donde permanecería durante sus primeros años juveniles. En Maturín el
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joven se incorporó al alumnado de la Escuela Federal “Monagas”, donde cursó el cuarto, quinto y sexto grados. Al segundo año de su nueva residencia regresa a Caracas, pero esta vez lo hará para participar en un desfile con motivo de los actos conmemorativos del centenario de la traída de los despojos de El Libertador al Panteón Nacional, por ser un estudiante destacado de la Escuela Federal. José Segundo Aristimuño, en relación a este viaje de su amigo desde la juventud, en el prólogo de su libro “Selección de Ensayos”, publicado por la Biblioteca de Autores Monaguenses en 1983, escribe: “En esa ocasión aprovecha para presentarse, con credenciales cifradas, a la alta dirigencia del Partido Comunista, en el cual ya milita, representado entonces por Ernesto Silva Tellería, Rodolfo Quintero y Juan Bautista Fuenmayor”. En una entrevista ofrecida al diario “El Sol de Maturín”, con motivo de su 50 cumpleaño y, por cumplir 25 de su graduación como abogado, Zambrano, entre sus recuerdos infantiles, evoca con reverencial cariño a su cuñado, de quien expresa: …de los Castillos de Guayana fue enviado a Uracoa para vigilar a Santa Clara (1) el subteniente Julio César Milano, quien contrajo matrimonio con mi hermana mayor, Flor de María Zambrano. La presencia del subteniente Milano y su matrimonio con mi hermana tuvo un rol decisivo en la configuración de mi suerte vital, y ese acontecimiento, si se quiere fortuito, tuvo su motivo desencadenador con la muerte de Juan Vicente Gómez. Por eso podría decir que dos factores se conjugaron inicialmente en mi vida Thanatos (la muerte) y Eros (el amor)” (24, 10, 1975). (1) El Santa Clara era un hato perteneciente al presidente Juan Vicente Gómez, ubicado entre Barrancas de Orinoco y Uracoa, en Monagas que, tras la muerte del dictador, fue reclamado por los pequeños criadores colindantes con el latifundio, quienes habrían sufrido despojos y humillaciones por parte de los capataces de la hacienda durante años.
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Cuando “el gordo” -cómo le apodaban familiares y amigos por su gruesa y rolliza figura, adquirida durante la lejana adolescencia- inicia su bachillerato, ya frisaba la mayoría de edad. Mientras que sus condiscípulos aún estaban en la pubertad, lo que le otorgaba al joven una jerarquía sobre ellos, no sólo por la diferencia cronológica, sino por sus amplios conocimientos y la generosidad en transmitirlos. Cuando llega Zambrano a Maturín, aún no ostentaba los gruesos bigotes que lo caracterizaron durante todas sus andanzas futuras, ni calzaba sus fieles lentes oscuros de carey que matizaban su fotofobia, indumentarias inseparables de su rostro redondo y caucásico que le otorgaban la identidad de intelectual profundo y bondadoso, que se correspondía plenamente con su personalidad. Durante la década de los 40, el “Miguel José Sanz”, más que un liceo, se convirtió en una Acrópolis ateniense para los estudiantes que compartieron aulas con Zambrano. César Suppini daba sus primeros pasos como poeta, José Lira Sosa incursionaba en el boxeo, mientras escribía sus primeros versos de amor, Humberto Rojas Mújica compartía con Zambrano la redacción del periódico estudiantil, mientras que Simón Sáez Mérida se iniciaba en la política y escribía sus primeros cuentos. Cada uno rubricaría con el tiempo, líneas fundamentales en las páginas socioculturales y políticas del siglo XX en Monagas y el país, siendo orgullo para muchos en el presente, transitar las mismas rutas que ellos inauguraron. Pero si los estudios en el “Sanz” fueron fundamentales en la formación de estos jóvenes, se debió en buena parte a la presencia y estímulo que le inyectaron dos jóvenes docentes que se mudaron a Monagas junto a sus ideas renovadoras: Juan Sánchez Peláez, un inédito poeta recién llegado de
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Chile, que había formado parte del grupo “Mandrágora” en ese país, que iba a publicar poco después su poemario Elena y sus elementos, pieza fundacional de la vanguardia poética nacional. El otro joven era Ignacio Burk, un novel pedagogo de las ciencias puras que, al transcurrir los años, sería reconocido internacionalmente por su libro “La Ciencia, su método y su Filosofía”, una Biblia para entender la grandeza de la ciencia para varias generaciones de estudiantes venezolanos. Entre las anécdotas que sus amigos recuerdan de aquella época estudiantil, hay una que exalta a Jesús Rafael Zambrano como alumno brillante, distinguido entre todos sus compañeros por sus amplios conocimientos que lo hicieron merecedor del respeto de todos. La anécdota es la siguiente: En sus clases de literatura, el profesor Juan Sánchez Peláez descubrió que el alumno Zambrano poseía conocimientos más completos y profundos que los suyos sobre variados temas literarios, lo cual evidenciaba sus carencias. Fue entonces cuando Sánchez Peláez se decidió a nombrar al joven como su asistente personal en el salón, dejándolo dar las clases mientras él, sentado en un pupitre como un alumno más, disfrutaba de sus magistrales enseñanzas.
Por las precariedades del sistema educativo nacional que alcanzó la primera mitad del siglo XX, en Monagas el bachillerato sólo se podía cursar hasta el cuatro año, generando gran frustración entre los jóvenes, debiendo la mayoría, principalmente los de menos recursos económicos, conformarse con la limitada meta alcanzada, la cual, hay que reconocerlo, no dejaba de ser significativa para la época,
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ya que servía para ocupar algunos cargos oficiales dentro de la estructura política del Estado. Pero los alumnos del Sanz que tenían la firme disposición de culminar su bachillerato y continuar estudios superiores, debían hacerlo fuera de Monagas. Unos optaban por irse a Cumaná para, luego de culminar su bachillerato, poder continuar en la Escuela Normal y egresar como maestros. Mientras que los más osados o quienes contaban con apoyo económico familiar, partían hacia Caracas para culminar el bachillerato e ingresar a la Universidad Central de Venezuela o, en menor número, hacia Valencia, Mérida o Maracaibo. Entre los audaces que partieron hacia Caracas iban José Lira Sosa, César Suppini, Humberto Rojas, Segundo Aristimuño y Zambrano, entre otros. Zambrano desde su llegada dio muestras de su talento, destacándose en el liceo “Andrés Bello”, donde culminó meritoriamente su bachillerato. En aquel convulsivo año de 1948, cuando se inauguraba la última dictadura que padeció nuestro país durante el siglo XX, consumada por el coronel Marcos Pérez Jiménez tras derrocar al presidente Rómulo Gallegos, Zambrano entra a la Universidad Central de Venezuela para estudiar en la Facultad de Derecho, con el firme propósito de ser abogado. Allí tiene la fortuna de contar con una plantilla docente de primera línea, conformada por Rafael Pizani, Rafael Caldera, Jóvito Villalba, Edgar Sanabria y José Rafael Mendoza, entre otros, de quienes obtiene importantes conocimientos y hacia los cuales, siempre conservaría gran respeto y agradecimiento. Durante estos años, el inquieto Zambrano mantuvo una intensa actividad política como miembro del Partido Comunista, enfrentando a la dictadura perezjimenista, sin
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que por ello dejara de lado sus estudios y el periodismo, colaborando frecuentemente con revistas y periódicos nacionales y del oriente del país. Las aulas forjaban sus conocimientos en el estudio del Derecho y le servían además para cimentar su ideología a través de la discusión permanente en intensas controversias con sus condiscípulos, camaradas y profesores, siendo éste el norte que lo guió durante el ejercicio profesional. Alguna vez el doctor Zambrano refirió que, en sus años de estudiante, lo invitaban con frecuencia a foros académicos y políticos junto a destacadas personalidades del país, cultivando una sólida amistad con muchos de ellos y que, lamentablemente, cada día encontraba menos personas con quienes debatir ideas en Maturín, por eso disfrutaba tanto el encuentro con los jóvenes camaradas de su partido, nutriéndolos de pedagógicas enseñanzas, pero defendiendo con vehemencia su ortodoxia entre sus amigos. El 15 de octubre de 1954, pocos días antes de cumplir sus 29 años, tras presentar su tesis de grado “El Petróleo en la Historia de Venezuela” ante un exigente jurado, culmina su carrera universitaria, recibiendo por ella un Diploma de Honor y la recomendación de su publicación, (la cual aún permanece inédita) y el título de Doctor en Ciencias Políticas. Aquel año, el 19 de octubre, el Juzgado Superior Primero en lo Civil y Mercantil de la Primera Circunscripción del Distrito Federal le expide el título de Abogado de la República. Integra la Promoción “Rafael Pizani”.
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Zambrano: periodista y escritor Jesús Rafael Zambrano inicia su vocación periodística en 1941, mientras estudia quinto grado de primaria en la Escuela Federal “Monagas”. Desde esa década su actividad es intensa y constante, dejando su rúbrica en la mayoría de las publicaciones impresas en Monagas hasta finales de ese siglo. Juan José Ramírez, en su libro Cien años de Periodismo en el estado Monagas, reconoce esta cualidad cuando en casi todas sus páginas reseña incontables veces su nombre entre los fundadores, columnistas o colaboradores de periódicos y revistas regionales. Vamos, cuyo lema era “Por una nueva generación culta y laboriosa”, fue el impreso donde Zambrano inició esta aventura. Era el órgano de difusión del Centro Cultural de la Escuela Federal “Monagas”, a través del cual Zambrano se inaugura como periodista. En este periódico aprenderá el rigor de la escritura como redactor y pondrá a prueba sus conocimientos y su liderazgo al ser nombrado director, con la asesoría de sus compañeros Gilberto Aristimuño Palacios, Octavio Cabello, Celestino Zamora Montesdeoca y Leo Urbina, quienes habían alcanzado la secundaria. Por aquellos días tempranos comienza a publicar en “Sagitario”, decano de la prensa
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regional dirigido por Ramón Zaragoza, donde escribió hasta su desaparición a principio de la década de los 80, y con Octavio Cabello y Celestino Zamora Montesdeoca formó parte del Consejo de Redacción de “Yacaré”, vocero de la Sección Clandestina Juvenil Comunista de Monagas. En agosto de 1943 se funda en Caracas el diario “El Nacional” y Jesús Rafael Zambrano fue su corresponsal en Monagas a solicitud del escritor y periodista Antonio Arráiz, quien era su director. Algún tiempo después, su amigo y colega, Miguel Yilales, funda “El Diario”, en Maturín y Zambrano aparece entre sus colaboradores. Numerosas revistas y periódicos que circularon en Monagas, a partir la década de los 40 y durante el resto del siglo XX, tuvieron a Zambrano entre sus más firmes plumas. Nunca mezquinó compartir su escritos entre los monaguenses y en gran parte de la región oriental. Siempre estuvo dispuesto a publicar en cualquier medio que solicitara su colaboración, sin recibir por ello remuneración alguna. La crónica certera, la crítica ponderada y los más enjundiosos y profundos ensayos, los publicó en la “Revista Comercial Maturín”, “El Maturinés”, “El Monaguense”, en la Revista del Colegio de Abogados del Estado Monagas, donde publicó ensayos históricos y jurídicos. Así como en las revistas “Profundidad”, “La tinta Fresca” y tantas otras. Mientras cursaba en la universidad compartió sus afanes estudiantiles con la colaboración periodística en la “Cuarta página” y el “Papel Literario” del diario “El Nacional”, dirigidos por Juan Liscano. En “Tribuna Popular”, órgano del Partido Comunista de Venezuela, sostuvo durante largo tiempo una columna diaria titulada “Historia Viva”.
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El poeta y periodista Jesús Sanoja Hernández, al referirse a los años 1948-1950 de “Tribuna Popular” comenta: …tanto colaboré en “TP”, que cuando el camarada Jesús Farías criticó a los intelectuales por su apatía frente al órgano del partido, excluyó a Jesús R. Zambrano y a mí, recién ingresados al PCV, como excepciones ejemplarizantes. 34
También publicaba en “El Periodista”, vocero nacional de la “Asociación Venezolana de Periodistas”; en “Cultura Universitaria”, de la Dirección de Cultura de la Universidad Central, dirigido por el poeta y crítico musical Israel Peña; en Cruz de Sur, patrocinado por Violeta Roffé; en Gaceta Universitaria, dirigida por Luis Aníbal Gómez; en el diario La Calle, dirigido por el escritor Juan Uslar Pietri y en el diario El Nacional, donde antagoniza con reconocidos intelectuales que escriben en la misma página de opinión de ese diario, por defender sus ideas. Así ocurrió en 1949 con el insigne humanista Mariano Picón Salas, cuando éste publicó un artículo sobre los problemas del país, donde expresaba que “la salvación nacional sólo podría conseguirse a través de la cultura, entendida ésta como cultura ánimi, como cultivo de las facultades interiores”. A lo que el joven Zambrano respondió en otro artículo, que “la superación del subdesarrollo y la dependencia se conseguirían mediante la afirmación de nuestra autarquía económica y una política soberana y la liquidación de la arcaica estructura latifundista”. A los pocos días de ser publicado su artículo, a solicitud de la revista “Cruz del Sur”, participó en la Mesa Redonda “La Nacionalidad y sus Símbolos”, celebrada en La Casa del
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Escritor, en Caracas, compartiendo escenario con Arturo Uslar Pietri, Miguel Acosta Saignes, Ramón Lozada Aldana, otro destacado estudiante universitario como él, y junto a Mariano Picón Salas. La participación de los ponentes apareció en las páginas del segundo número de esa revista. Al finalizar la Mesa Redonda, refiere Zambrano en su ensayo “Mariano Picón Salas, humanista humano”, que don Mariano se le acercó y en amable plática le expresó: 35
-Zambrano, leí su artículo en El Nacional, en el que rebate mis conceptos sobre la cultura como factor del progreso nacional. Usted hace de mí una especie de discípulo de Stefan Zweig, en la tesis que expone en su libro La curación por el espíritu. El tópico es de grande interés. Hablemos con Violeta para que organice una próxima Mesa Redonda, donde Ud. y yo actuemos como ponentes… (pp, 163)
Zambrano termina la cita expresando con orgullo que: La Mesa Redonda sugerida por el amable humanista no llegó a realizarse. No obstante, su sugerencia es una palpable exteriorización de su espíritu generoso, reñido con la soberbia y la egolatría. No tuvo reparos en invitar a una discusión pública a un joven situado a una distancia abismal de su renombre y autoridad. (pp,164)
Desde Caracas colaboraba con la revista “Surcos” que dirigía en Maturín el poeta y periodista J. A. Oropeza Ciliberto. Además era columnista del diario “El Tiempo”, de Puerto la Cruz y colaborador de la “Revista de Oriente”.
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Cantaclaro: Literatura y revolución En Caracas, Jesús R. Zambrano funda el grupo Literario “Cantaclaro” con Miguel García Mackle y José Francisco Sucre Figarella, en 1950. Fue codirector de la revista del mismo nombre, cuyo primer y único número circuló subrepticiamente en Caracas y en el extranjero, pues parte de la edición fue incautada por agentes de la Seguridad Nacional y prohibida su circulación. Sin embargo, este único número es una referencia inevitable al estudiar los movimientos literarios venezolanos del siglo XX. Entre otros integrantes del grupo “Cantaclaro” figuraban Jesús Sanoja Hernández, Rafael José Muñoz, Guillermo Sucre Figarella, Francisco Pérez Perdomo y Manuel Trujillo. En un trabajo aparecido en la revista “Zona Franca”, Juan Liscano, al trazar los rasgos ideológicos y característicos de los integrantes de “Cantaclaro”, asevera: …el Manifiesto que insertamos tiene un carácter nuevo, inédito: acepta de manera irrestricta el compromiso político. Con ello se inicia una actitud que, en la actualidad, determina a gran parte de la nueva generación literaria. Pero Cantaclaro precisa también otra orientación: la aceptación de la tradición nacional, el americanismo creador”. (“Zona Franca”. septiembre – octubre 1970).
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El mismo Juan Liscano, en un saludo al grupo “Cantaclaro” publicado en la revista, expresa que Jesús R. Zambrano “Es el racional del grupo, intenta encontrar en la captación de los hechos históricos, la clave de una interpretación justa y, a lo mejor, esa conciencia histórica que por lo general nos falta”. Zambrano cultiva con preferencia el ensayo histórico y literario; junto a Pompeyo Márquez y al profesor Federico Brito Figueroa, dirigió el Centro de Estudios Históricos “Francisco de Miranda”, fundado en 1950 por el Partido Comunista de Venezuela para divulgar el Materialismo Histórico aplicado al estudio de la problemática histórica nacional. Este Centro dejó de funcionar cuando el PCV fue ilegalizado nuevamente. Por más de tres décadas fue miembro de la Asociación Venezolana de Periodistas y posteriormente miembro del Colegio Nacional de Periodistas hasta su muerte. En efecto, el 2 de agosto de 1946, en acto de inauguración realizado en Maturín con la presencia del Dr. Francisco J. Ávila, en ese tiempo dirigente nacional de la AVP, ingresó a ese gremio conjuntamente con Ramón Zaragoza, director de “Sagitario” y el procurador Juan de Dios Urbaneja, director del periódico “Horizontes”. En 1953 fue consultor Jurídico de la AVP, Seccional Anzoátegui. A comienzo de ese mismo año fue cofundador y presidente de la “Asociación Cultural Cajigal” de Barcelona, que contribuyó a intensificar la preocupación por la cultura en la región. En 1968, de nuevo residenciado en Monagas, presidió la “Asociación de Escritores Venezolanos” (Seccional Monagas) y era Secretario General de la “Asociación Venezolana de Periodistas” del Estado. Entre otras
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designaciones llegó a detentar la Secretaría de Cultura y fue Miembro del Tribunal Disciplinario de la misma Seccional monaguense. Su intensa actividad política desde las trincheras del Partido Comunista y su compromiso profesional, en defensa de las reivindicaciones de numerosos obreros y trabajadores, no le hicieron descuidar su accionar como periodista y, en 1969, recibió el premio como Mejor Columnista de la Prensa Regional, creado por el Ejecutivo del estado Monagas. En el veredicto emitido por el jurado, se manifiesta: Se otorga el título de Mejor Columnista de la Prensa del Estado y el Diploma de Honor, al periodista Jesús Rafael Zambrano, cuyas brillantes columnas aparecen con regularidad en el periódico local “El Monaguense”, constituyendo tales trabajos periodísticos un enjundioso e invalorable aporte a la cultura regional, ejemplo del periodismo edificante, muestra de elevado pensamiento y cátedra de erudición y buen decir.
Por decisión de la Comisión Organizadora, fue admitido en el Colegio Nacional de Periodistas, según consta en “Gaceta Oficial de la República de Venezuela”, N° 1859 (Extraordinario) del 9 de marzo de 1976. Ese mismo año fue escogido como presidente del Tribunal Disciplinario del CNP-Monagas acompañado por Benicio Ramos Figueroa, como Relator y Tommy Freites Palencia, como Secretario. En las elecciones del Colegio de Periodistas Seccional Monagas, para la escogencia de la Junta Directiva y el Tribunal Disciplinario correspondiente al período 1977-78, fue designado Presidente de la Comisión Electoral, primero; y luego, Secretario de Organización. Las votaciones tuvieron lugar el 9 de junio del 1977.
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Para el período 1979-80 fue electo Secretario General del CNP-Monagas y reelecto para el período siguiente 1980-81. En los comicios gremiales celebrados en junio del 81 fue designado presidente del Tribunal Disciplinario de la Seccional. El Jurado Calificador, encargado de otorgar, en 1982, el Premio Regional de Periodismo, le concedió a Jesús R. Zambrano el Premio Mención Investigación. En la misma ocasión le fue entregada una “Mención Honorífica” correspondiente al Premio Municipal de Periodismo. Aunque el Dr. Jesús Rafael Zambrano había mantenido una intensa actividad desde su juventud como periodista y escritor, habiendo recibido reconocimientos oficiales, y prologado importantes libros de autores nacionales, publicado folletos y participado en ediciones colectivas, fue en julio de 1983 cuando publicó su primer libro. La Red de Bibliotecas Públicas del estado Monagas, a través del Fondo Editorial Biblioteca de Temas y Autores Monaguenses, editó Selección de Ensayos, que recoge trabajos sobre temas literarios, impresiones de viajes, esbozos crítico-biográficos de escritores y artistas nacionales y extranjeros y comentarios sobre libros. El prólogo contiene un profuso estudio crítico y biográfico sobre el autor y su obra del escritor José Segundo Aristimuño, con diseño de portada e ilustraciones de Luis González. El 8 de junio de 1984, el jurado del Premio Anual de Periodismo “Ramón Zaragoza”, otorgado por el Concejo Municipal del distrito Maturín, le concedió a Jesús R. Zambrano una mención especial como “accésit” a la Mención Impreso.
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En junio de 1984, Jesús R. Zambrano fue nombrado presidente de la “Asociación de Escritores Venezolanos” (Seccional Monagas), la cual fue reconstituida después de varios años sin funcionar. En acto celebrado en el auditórium de la Casa del Periodista (Urb. Las Brisas), el 25 de julio del mismo año se instaló la nueva directiva con la presencia del Dr. Thibaldo González, en representación de la Directiva Nacional de la A. E. V. y Jesús R. Zambrano leyó un ensayo sobre Rómulo Gallegos. Los días 19 al 22 de julio de 1984, Zambrano asistió con el Lic. Juan Martínez, a la V Convención Nacional de Periodistas, celebrada en Valencia, como delegados por la Seccional Monagas del Colegio Nacional de Periodistas. El 26 de noviembre de 1986, en la “Casa del Periodista”, fue bautizado su libro “Vargas, ejemplo de civismo”, editado por el Núcleo Monagas de la Universidad de Oriente (UDO). Esta obra trata sobre la concepción doctrinaria y la actividad política del Dr. José María Vargas. Del 26 al 29 de noviembre de 1986, asistió como Delegado al XII Simposio de Docentes e Investigadores de Literatura Venezolana, realizado en la sede del Instituto Universitario Pedagógico Experimental Libertador de Maturín (IUPEM), con la ponencia “El centralismo político cultural en Venezuela”. En diciembre de 1988 entró en circulación el libro “La Nueva Mentalidad revolucionaria” (Enfoque venezolano de la Perestroika), en el cual se reúnen las intervenciones en el coloquio “La nueva mentalidad políticas, los problemas actuales de la humanidad”, celebrado en Caracas los días 25 y 26 de septiembre, realizado en el auditorio “Cantaclaro” de la sede del Partido Comunista. En libro recoge veinticinco ponencias, siendo “Coexistencias pacíficas y lucha de
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clases” el título del ensayo de Jesús Zambrano. Ya antes, el 27 de junio de ese mismo año, había sido galardonado con la Mención de Honor del premio de periodismo “Ecos de Maturín” otorgado por la Asamblea Legislativa del estado Monagas. El 13 de mayo del 1989 aparece en Maturín el primer número de “El espejo y el agua”, suplemento literario del diario “El Oriental”, coordinado por Zambrano junto a otros intelectuales locales. El último número apareció el sábado 30 de julio de 1990, con un suplemento dedicado al político, escritor y poeta Eduardo Gallegos Mancera. Allí Jesús R. Zambrano publicó el artículo “Eduardo Gallegos Mancera: la moralidad política”. En 1989 es editado su libro «Apreciaciones Jurídicas» editado por el Colegio de Abogados del estado Monagas, con diseño e ilustración de Luis González. Esta publicación está conformada por un conjunto de estudios jurídicos y reflexiones sobre el texto constitucional, de gran utilidad para los estudiantes del Derecho. En 1992 Zambrano inicia una interesante polémica sobre temas arabistas a través del diario «El Oriental», con el historiador árabe-venezolano Ahmad Abusaid, a raíz de la publicación de su libro «Crónicas del Mundo Árabe», como respuesta a varios aspectos de su contenido. La UPELIPM recoge estos testimonios y edita el libro «Historia Viva, Crónicas del mundo Árabe II», cuyo prólogo es una joya ensayística del historiador monaguense Simón Sáez Mérida, quien desde él, interviene en la discusión enriqueciéndola. El diseño pertenece a Luis González. Tras su muerte, Jesús R. Zambrano deja inéditos diversos libros de críticas, ensayos literarios e históricos, estudios jurídicos, crónicas y biografías, también numerosos
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tomos que contienen las vivencias de su recorrido por el mundo, que son verdaderos tratados sobre arte, historia y análisis de la realidad política y cultural de los pueblos extranjeros que visitó, de amigable prosa y profunda información en su contenido. En diciembre de 2005, tres años después de su muerte, la Red de Bibliotecas Públicas del estado Monagas editó un folleto de su autoría, dedicado a la vida del artista plástico Efraín Villarroel Moya. Mínima muestra de las muchas crónicas testimoniales y ensayos que el Dr. Zambrano escribiera sobre sus amigos, paradigmas y personajes históricos, que esperan por su publicación.
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El profesional humanista y el político Desde sus años escolares Zambrano evidenció preocupación por las cuestiones sociales y políticas. Perteneció a la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), Seccional Monagas, que cumplió un importante rol en las lides políticas de la República tras la muerte de Juan Vicente Gómez. Fue miembro fundador del centro juvenil “Vanguardia” de Maturín, afiliado a la Confederación de Jóvenes de Venezuela, y fue su presidente. También presidió del Centro Cultural del liceo “Miguel José Sanz”. Adolescente aún, ingresó al Movimiento Marxista Leninista Venezolano, debido a que, por estar en vigencia el parágrafo 6° del Artículo 32 de la Constitución Nacional, el Partido Comunista no podía asumir beligerancia pública con su propio nombre. Cuando el presidente de la República, Isaías Medina Angarita, legaliza el PCV, el 9 de octubre de 1945, Zambrano ingresa a sus filas (aun cuando, desde antes, mantenía militancia clandestina) y junto al doctor Juan José Núñez Morales y el panadero Pedro Cedeño, lo dirigen en Monagas.
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Al egresar de la universidad, Zambrano inició su ejercicio profesional en Barcelona, estado Anzoátegui, donde vivió ocho años de intensa actividad política e intelectual. Sus vivencias de esa época quedaron registradas en su libro Anzoátegui en mi vida, que espera su publicación a través del Fondo Editorial del Caribe. Durante su permanencia en Barcelona, Zambrano formó parte activa del gremio de abogados, siendo designado como delegado por el Colegio de Abogados de Anzoátegui al VI Congreso de Abogados de la República, en Ciudad Bolívar, entre el 1ro. y el 6 de septiembre de 1956, y presidió el Colegio de Abogados de esa entidad durante el período 1958-1959. A la par de sus actividades profesionales, el joven abogado se destacó por su lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez, yendo a parar a la cárcel de Puerto la Cruz como prisionero político. Allí pasó varios meses, logrando salir en libertad el 23 de enero de 1958 para incorporarse a la Junta Patriótica en Anzoátegui. Durante los regímenes de facto presididos por el contralmirante Wolfgang Larrazábal y el Dr. Edgar Sanabria, ejerció el cargo de Segundo Vicepresidente del Concejo Municipal del distrito Bolívar de Anzoátegui. También fue Consultor Jurídico del Concejo Municipal del distrito Sotillo de ese estado, además de ser miembro del Comité Regional por el Partido Comunista y dirigente del Comité Local de Barcelona. En las elecciones de 1958 el PCV lo postula como candidato a la Cámara del Senado, a la Asamblea Legislativa del estado Anzoátegui y al Concejo Municipal del Distrito Bolívar de dicha entidad. Cuando Rómulo Betancourt entronizó su política represiva, capituladora y antinacional,
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Jesús R. Zambrano estuvo varias veces preso en Barcelona y Puerto la Cruz. A causa de la persecución política, a fines de 1962, debió regresar a Maturín, donde continuó compartiendo la actividad jurídica con el quehacer periodístico y la creación literaria, intensificando su participación político-partidista mientras ayudaba a los grupos que estaban en la resistencia contra el régimen, apoyando legal y económicamente a los presos políticos y a sus familiares. Durante la represión betancourista fue defensor de algunos de los acusados de participar en la rebelión cívicomilitar de «El Carupanazo», ocurrido el 4 de mayo de 1962. Su vocación de justicia y su formación marxista lo motivó a defender siempre a la clase obrera, a campesinos y a sus camaradas del PC urgidos de justicia. En el ejercicio de su profesión nunca vio a sus clientes como fuentes de lucro personal, para él su misión estaba en el cumplimiento de un deber patriótico y un ejercicio ético. Por su desprendimiento hacia los bienes materiales, siguiendo fiel a sus principios comunistas, Jesús Rafael Zambrano murió carente de bienes de fortuna, aunque fue un exitoso y destacado profesional del Derecho que ganó numerosos casos legales y alcanzó la estatura de Juez Accidental de Maturín. En los últimos años de su vida contó con los desvelos y la amorosa dedicación de María Antonieta, quien terminó siendo, más que su hermana, una madre y una enfermera para él, no sólo cuando su vida estaba por apagarse, aquejado de graves dolencias, sino durante buena parte de su vida adulta, al compartir su hogar y sus preocupaciones con él, toda vez que Zambrano nunca contrajo matrimonio ni dejó descendencia.
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Según sus propias palabras, su estado seglar obedecía a que, de haber asumido compromisos con mujer e hijos, no hubiera podido entregarse al estudio ni a la política con el ahinco con que lo hizo, enfrentando a los nefastos gobiernos que sometían al pueblo, arrodillados al Imperio capitalista. Pero su lucha no era con fusiles, por ser un humanista pacífico, sino con las armas de su intelecto, las leyes y el ejercicio del periodismo. Junto a otros camaradas fundó y alcanzó a presidir el partido Unión para Avanzar (UPA) en Monagas. En septiembre de 1968, la Dirección Regional lo designó delegado a la Convención Nacional de esa organización, celebrada en Caracas: “donde fueron escogidas las recomendaciones que los plenos IX y X del Comité Central (PCV) formularon en cuanto a la lucha por la legalidad y la política electoral”, como lo expresara Jesús Farías en el informe que a nombre del Comité Central (PCV) presentó ante el IV Congreso del Partido. En las elecciones de ese año fue nominado como primer candidato para la Cámara de Diputados, por UPA, en Monagas, una agrupación partidista que le sirvió de pantalla legal al Partido Comunista que estaba ilegalizado. En 1969, durante el primer año de gobierno de Rafael Caldera, el Partido Comunista de Venezuela recobra su legalidad. Este logro de las fuerzas políticas progresistas del país sirvió para encauzar una parte de las actividades revolucionarias por el sendero democrático, aunque muchos grupos insurgentes no se integraron en ese momento y asumieron posturas más radicales, quedándose en las montañas. Otros formaron grupos paralelos al PC, dividiendo al partido, creando movimientos que terminaron plegados al sistema imperante. Entre el grupo
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disidente destacan Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff, que detentaron carteras ministeriales en los gobiernos que habían combatido durante su juventud y donde perdieron la vida tantos venezolanos, traicionando sus ideales revolucionarios, hoy son defensores del libre mercado. Ese año J. R. Zambrano es electo Miembro de Comité Regional del PCV en Monagas, pasando a formar parte de la estructura del partido por más de treinta años, ocupando diversos cargos. Su actividad como directivo del PC, por Monagas, le ofreció la oportunidad de vincularse con las más importantes personalidades políticas de la izquierda nacional e internacional y sus instituciones, comprometido a participar en todos los eventos que programaba el Comité Central. Por tal motivo fue convocado como Delegado por Monagas al IV Congreso del Partido Comunista de Venezuela, esto del 23 al 27 de enero del 1971, celebrado en Caracas, donde participaron representantes del Partido Comunista de otros países con quienes Zambrano estableció importantes contactos. Este Congreso fue el primero en efectuarse después que el PC recuperó su legalidad Su destacada participación al frente de su partido en Monagas, su amplio dominio de la filosofía marxista y su capacidad organizativa, fueron avales para ser designado como Secretario General del Comité Regional del Partido Comunista en el estado Monagas en octubre de 1974 y fue delegado al V Congreso del PC, celebrado en Caracas del 1º al 5 de noviembre de ese año. En ese evento lo nombraron Suplente del Comité Central del PCV. Durante el II Pleno del Comité Central, realizado en Caracas del 23 al 25 de enero del siguiente año, se crea la Comisión de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista, presidida por Eduardo Gallegos
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Mancera, siendo Jesús Rafael Zambrano uno de sus miembros principales. En su condición de suplente del Comité Central, fue Delegado Nato a la VI Conferencia Nacional del Partido Comunista, efectuada en Caracas los días 8 al 10 de agosto de ese mismo año. En ella se hizo un amplio análisis de la labor del Partido en las masas obreras, campesinas, femeninas, juveniles y los trabajadores de la cultura. Por las tareas de las diferentes comisiones, por la densidad y el número de las intervenciones y las conclusiones aprobadas, en las palabras de clausura el doctor Gustavo Machado, presidente del Partido, calificó la VII Conferencia “como uno de los sucesos más trascendentales en la vida del PC, desde su fundación el 5 de marzo de 1931”. En el proceso electoral de 1978 encabezó las planchas del Partido Comunista para la Cámara de Diputados y la Asamblea Legislativa de Monagas. En marzo de ese mismo año fue designado miembro de la Comisión de Cultura del Colegio de Abogados del estado Monagas y el 6 de julio del siguiente año lo nombraron Coordinador del Comité de Solidaridad con Nicaragua, constituido en Maturín y miembro de la Comisión de redacción de la revista “Ideología”, órgano ideopolítico de la Dirección Nacional del Partido Comunista. Lo anterior demuestra la importancia de este personaje monaguense que, más allá de sus evidentes convicciones políticas, gozó del respeto y la admiración de la mayoría de sus contemporáneos, incluyendo sus adversarios. Por eso, cuando cumplió veinticinco años de haber obtenido la borla de Doctor en Ciencias Políticas y el título de Abogado de la República, importantes instituciones y gremios del Estado le rindieron homenajes. Una de estas instituciones fue el Instituto Universitario Pedagógico de Maturín
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(IUPEM), a través de sus autoridades rectoras, quienes le entregaron una Placa de Reconocimiento, en acto público realizado en la Sala Múltiple del Instituto. Cabe destacar que el Dr. Zambrano fue invitado en varias oportunidades para impartir clases en esa institución, aceptando gustoso la convocatoria con la condición de ser ad honorem. Al júbilo por la celebración de sus 25 años de titulado, se unió hasta la cúpula empresarial monaguense, por ello recibió una placa del Comité Ejecutivo de la V Cena de la Confraternidad Empresarial, en la sede del Colegio de Médicos de Maturín, el 4 de diciembre de 1979. Así como se le respetaba en el ámbito regional, también lo hacían las máximas autoridades del PCV, lo que se demostró en la VI Conferencia Regional del PCV en Monagas, los días 19 y 20 de julio de 1980, a la que concurrió el Dr. Eduardo Gallegos Mancera, Secretario de Relaciones Internacionales del Partido, en representación de la Dirección Nacional. Con la asistencia de veintitrés delegados efectivos y diez fraternales, Jesús R. Zambrano quedó reelecto por unanimidad, Secretario General del Comité Regional de Monagas, correspondiéndole ser delegado por Monagas al VI Congreso del Partido Comunista efectuado en el balneario Los Caracas, del 8 al 11 de agosto de 1980. Ocasión en la cual fue electo Miembro Principal del Comité Central, máximo organismo de dirección del Partido. Cuatro años después obtendría la nominación por el PCV para optar a una curul a la cámara del municipio Maturín, en la consulta electoral de ese año. Resultando elegido como primer suplente en una plancha unitaria integrada por el MAS, el PCV y el MIR, encabezada por el locutor y luchador social Mauro Marcano, trágicamente fallecido en octubre de 2005, a manos de un sicario de
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la droga perteneciente a un cártel internacional, por su denuncia constante del tráfico de estupefacientes, que involucraba a algunos funcionarios militares de la región oriental. En su carácter de Miembro Principal del Comité Central del Partido Comunista, Zambrano asistió como delegado al VII Congreso realizado en Caracas entre los días 23 y 27 de octubre de 1985. Allí fue ratificado en su cargo. El 20 de septiembre de 1989 su nombre vuelve a ser tomado en cuenta para las elecciones regionales. Esta vez debe optar, como candidato, a la Gobernación de su estado natal, con el respaldo del Partido Comunista, de la Democracia Popular e Independientes. Es Delegado por el Comité Regional – Monagas al VIII Congreso del PCV, la inauguración se realiza en la sala “Cantaclaro”, el 22 de agosto del año 1990. En este histórico evento fue nombrado Secretario General, Trino Meleán y Sub-Secretario, José Manuel Carrasquel; Pedro Ortega Díaz y Héctor Mújica, fueron escogidos para compartir una presidencia dual, alternándose en su ejercicio. Aunque Zambrano nunca logró una curul destacada en la estructura del poder político en Monagas, por ser un disciplinado militante Comunista estuvo siempre dispuesto a concurrir a los acontecimientos políticos donde era requerido, a sabiendas de las condiciones adversas de su participación, por la convicción democrática que lo acompañó durante toda su existencia.
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Ciudadano del mundo Al estudio, la política, la solidaridad, la justicia social y la amistad, ejercidas con pasión por Jesús Rafael, durante el transcurso de su madurez intelectual y política, se le unieron otras pasiones: el amor por el Arte y el sibaritismo. Por el Arte sintió un gran respeto, incorporando entre sus afectos a jóvenes y consagrados artistas, dándoles apoyo en la promoción de sus obras y adquiriendo sus creaciones. En sus viajes siempre incluyó la visita a los museos y el recorrido por los monumentos históricos y artísticos, quedando, como testimonio, numerosas fotos donde aparece escoltado por alguna escultura monumental. La presencia de numerosos discos y casetes acumulados en su oficina y en su habitación, evidencian su estrecha comunión con la música, confirmando su melomanía. Pocos monaguenses lograron coleccionar una discografía tan exquisita y amplia como él, y difícilmente alguien tuvo una presencia tan constante en las galas musicales realizadas en Maturín mientras vivió en esta ciudad, igualmente lo hizo en los conciertos nacionales o internacionales donde tuvo oportunidad de asistir. El mismo caso se aplica al teatro y el cine. Al subir el telón y encender la luz, siempre estaba Zambrano aplaudiendo con fervor, mientras que, durante
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los intermedios, en su agenda hacía anotaciones críticas y referenciales, para después transferirlas a sus voluminosos diarios de viajes, o convertirlas en crónicas que posteriormente aparecerían publicadas en la prensa regional. En Monagas apoyó con su amistad y sus consejos a muchos jóvenes estudiantes de la Escuela de Artes Plásticas Eloy Palacios, fundada por su amigo y camarada Efraín Villarroel Moya en 1955. En su bufete conservaba cuadros y pequeñas esculturas adquiridas en exposiciones o para ayudar a los artistas populares que lo visitaban para venderle sus obras. También poseía numerosos retratos y caricaturas de sí mismo, para los que modeló en las plazas y centros artísticos del mundo y de nuestro país. Zambrano nunca tuvo veleidades de coleccionista profesional, ni adquirió obras de arte como lucro patrimonial. Zambrano cultivó el hedonismo como un placer discreto. El sibarita prefería la mesa acompañada de buenos vinos y exquisiteces gastronómicas que devoraba con deleite, haciendo de este goce un culto eventual, porque también sabía disfrutar de los platos humildes y del sabor de una hamburguesa, una arepa rellena o un falafel callejero cuando la situación lo imponía. Otra de sus debilidades fue como degustador de dulces, chocolates y caramelos, los cuales siempre mantenía en los bolsillos del paltó para compartirlos con los hijos de sus amigos o con cualquier niño que encontraba en la calle. Comer bien, según su criterio, no es un rezago burgués en la conducta de un revolucionario, ya que no todo lo que la burguesía disfruta le pertenece, ni tiene que ser malo o desechable. Por el contrario, son placeres que las masas tienen derecho a disfrutar por ser derechos humanos. Bajo esa premisa, Zambrano disfrutaba con frecuencia de sus
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deleites, como también era un apasionado de los viajes y de admirar la belleza femenina, sentado en una plaza o desde un café. Aunque en lo concerniente a las mujeres, afirmaba que él nunca había tenido suerte en el amor, al punto que desconfiaba de su existencia. Por eso prefería los amores de alquiler y los disfrutaba en cada lugar por donde iba, (incluso tras la Cortina de Hierro, donde estaban prohibidos durante la Guerra Fría) porque esos, como los buenos vinos, dejan sólo recuerdos placenteros. Seguramente esta situación tuvo su origen en una timidez escondida entre su obesidad sedentaria que le acompañaba desde la infancia, haciéndole emanar una condición paternal hacia las del sexo femenino. O quizás obedecía a las huellas de una honda herida sentimental que nunca logró curar, causada por una joven llamada Altagracia, quien fuera su novia mientras estudiaba en el liceo Miguel José Sanz, que le entregó una promesa de matrimonio al partir a estudiar para Caracas. Sucedió que, como Zambrano carecía de recursos para viajar frecuentemente para Maturín, se debía conformar con alimentar sus amores por correo. Pero al transcurso del tiempo sus cartas se fueron quedando sin respuestas. Hasta que un día, la novia le confesó que estaba comprometida con otro hombre y que pronto iban a casarse. La noticia produjo tanto abatimiento en el joven estudiante, jurando no enamorarse nunca más de otra mujer. Siendo fiel a esa promesa hasta su muerte. Como vestigio residual de aquel amor fracasado, una gris fotografía desteñida por el tiempo, quedó adherida bajo el vidrio protector de su escritorio, junto a su máquina de escribir del bufete-estudio-biblioteca que, durante la última década del siglo, habitara Zambrano en la calle
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Simón Rodríguez de Maturín, propiedad de su hermana Antonieta. En la foto se observa el torso de una bella mujer de tez blanca, exhibiendo una leve sonrisa, en una pose de ¾, característica de la primera mitad del siglo XX. En la parte posterior de la foto alguna vez hubo una dedicatoria, pero ya no será posible leerla por la adherencia del papel con la madera por los años de quietud. Su pasión por los viajes pudo surgir entre lecturas de las historias de Dickens, Verne o Salgari, en su pueblo natal, reforzada en su errante adolescencia con su hermana Flor de María, por los traslados militares de su esposo, cuyo itinerario lo llevó a conocer Barrancas, Ciudad Bolívar, Caracas, Maturín... despertando en él la necesidad de renovar su cultura en el encuentro con nuevos escenarios reales. Lo cierto fue que si Zambrano se propuso conocer el mundo y visitar lugares con historia para su fortaleza intelectual, lo logró con creces. Por eso, cuando en 1968, al ser seleccionado por el Partido Comunista para participar en el IX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, a realizarse en Sofía, capital de la República Popular de Bulgaria, entre julio y agosto, debió sentir una gran expectativa ante la posibilidad de visitar Europa, y ver cumplidos sus sueños trashumantes. Bulgaria sería el primer destino de Jesús Rafael en un peregrinaje constante que lo haría testigo presencial, por momentos, en distintos lugares de Europa, Asia y América, adquiriendo experiencias que impactarían su sensibilidad y su conciencia revolucionarias. Aquel viaje lo condujo además por Austria, Checoslovaquia, Francia, Inglaterra y Portugal. En 1972 emprenderá su segundo viaje a Europa del Este. Esta vez se dirige a la República Socialista Soviética
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de Uzbekistán, específicamente a su capital Tashkent, como Delegado Nacional, durante los días 16 al 19 de octubre, con motivo de la conmemoración del cincuentenario de la creación de la URSS, por invitación del Primer Congreso de los Soviets de la URSS, en acuerdo con la Dirección Nacional del P. C. Además conoció Samarkanda, Moscú, Madrid, Ávila, Segovia, Toledo, El Valle de los Caídos, El Escorial, La Granja, Illesca y Aranjuez. En el foro de Tashkent presentó la ponencia “Algunos problemas del Movimiento de Liberación Nacional de Venezuela”, con asistencia de doscientos delegados por cincuenta y dos países, además de los representantes de las diversas Repúblicas Socialistas Soviéticas. En las deliberaciones participaron ciento veinte delegados. Pero las inquietudes de Zambrano tenían escenarios más cercanos, necesitaba conocer la realidad de los pueblos latinoamericanos y la mayor expectativa, entre los comunistas del continente, estaban en Cuba, la tierra de Martí. Necesitaba presenciar los frutos de la revolución cubana protagonizada por Fidel Castro, el Ché Guevara y tantos otros héroes de la Sierra Maestra. Por eso cuando el Instituto de Prevención Social del Periodista (IPSP) patrocinó este viaje, Zambrano, sin pensarlo dos veces, se incorporó, tocando el aeropuerto de la isla antillana mayor, el 18 de febrero de 1974, y en un recorrido que duró diez días, tuvo la oportunidad de conocer sitios históricos y turísticos relevantes y compartir con personalidades intelectuales de gran prestigio. Éste fue uno de los primeros viajes autorizados por el gobierno nacional en los días postreros de la gestión presidencial del doctor Rafael Caldera después que la OEA suspendió las vinculaciones diplomáticas y económicas con el régimen revolucionario de Fidel Castro.
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Al año siguiente, durante los días 3 al 23 de septiembre, Zambrano tiene la oportunidad de volver a Europa del Este, respondiendo a una invitación del Scinteia, órgano del Comité Central del Partido Comunista en Rumania, en representación del periódico Tribuna Popular. En este viaje hizo un extenso recorrido por ese país socialista, visitando importantes centros industriales, culturales y agrícolas, además sostuvo entrevistas con relevantes personalidades de las diversas facetas de la vida rumana. En 1976 decide conocer América Central para llenar un vacío en su itinerario latinoamericano, para ello emprende un recorrido por varios países de esa importante geografía de nuestro Continente, desde el 20 de agosto hasta el 14 de septiembre. En Panamá estuvo en su capital, para continuar hacia Las Esclusas de Miraflores y desde allí partir hacia Tobago y Colón. De Panamá viajó hasta Costa Rica donde visitó San José, Cartago, Heredia, Alajuela, Puntarenas. Luego siguió hasta El Salvador para conocer la ciudad de San Salvador y visitar el Balneario Apolo en el Lago Ilopango. Guatemala fue parte de su recorrido, pernoctando en La Metrópoli para continuar hacia las ruinas Mayas de Tikal, en el departamento de Petén, y visitar Guatemala Antigua y Chimaltenango. Continuando hacia Honduras contempló las riquezas culturales de Tegucigalpa, Coma, Yagüela y Comayagua. En ese viaje no pudo incluir a Nicaragua porque el Consulado de ese país en Costa Rica le negó la visa, al encontrar en su pasaporte los sellos de sus viajes por países socialistas y considerar sospechosa su visita. Otra razón para esta negativa debió estar relacionada con la reciente prisión de la joven Adriana Kover Knost, venezolana detenida por la policía política nicaragüense, cuando ingresaba desde México.
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En su itinerario centroamericano Jesús R. Zambrano visitó sitios históricos, museos, teatros y salas de conciertos; se proveyó de una selecta bibliografía sobre la problemática de los países visitados y alternó con personalidades y gente del pueblo. Agosto y septiembre eran las fechas del calendario propicias para que Zambrano planificara sus salidas al exterior, debido a la poca actividad profesional que tenían los tribunales y otras instituciones públicas por asueto vacacional. Por tal motivo las agencias de viajes programan para esa fecha sus paquetes turísticos. 1980 no fue la excepción y la agencia “ICARO”, dependencia de la Confederación Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV) programó un plan turístico con destino a Europa Oriental, con salida desde Caracas el 15 de agosto y regreso para el 23 de septiembre. Zambrano se embarcó en este tour visitando Ámsterdam (Holanda), Checoslovaquia, Polonia, la URSS (Moscú), Ucrania (Kiev), Bielorrusia, (Minsh), y Leningrado. Finalizando el tour, Zambrano decidió permanecer en suelo europeo, y junto a un amigo, el médico maturinés Ramón Canelón Pérez, visitó Inglaterra (Londres) e Italia (Roma, Nápoles, Isla de Capri, Sorrento y Florencia). Como en todos sus viajes recorrió museos, castillos y palacios, lugares históricos y monumentos a los héroes que rindieron la vida en la lucha inmortal contra las hordas fascistas. Se entrevistó con personalidades, preferentemente con dirigentes sindicales.. Entre el 17 de julio y el 4 de septiembre de 1981, Zambrano vuelve a subir a un avión para volar a la República Democrática Alemana (RDA), permaneciendo en Berlín para pasar una temporada de reposo en la Casa de Huéspedes en Baabe, balneario del mar Báltico en la isla de Rugen,
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provincia de Rostok. El reposo era alternado con visitas a las poblaciones vecinas: Binz, Sellin, la cooperativa de Poseritz, Saasanitz, Stransund, para conocer las fábricas y los astilleros más importantes de esa parte de Europa. También mantuvo conversaciones informativas con delegaciones francesas y mongolas que coincidieron en los lugares recorridos. En ese viaje volvió a desembarcar en España, su país preferido de toda Europa, permaneciendo unos días en Madrid para disfrutar de una temporada de zarzuela, pasando posteriormente a Cuenca para conocer los jardines colgantes y por Andalucía, disfrutando de la herencia musulmana, atesorada por los árabes por más de setecientos años. De España pasó a Marruecos, donde visitó las ciudades de Fez, Marrakech, Casablanca, Monhamedia, Rabat y Tánger; sitios cargados de gran relevancia histórica, cultural y económica. La Unión Soviética significó para Zambrano un paradigma de desarrollo humano, La Meca de su ser revolucionario. Aunque para el año 1983, cuando realiza su primer viaje por motivos de salud hacia este inmenso territorio, ya comenzaban a sentirse los estragos en su cuerpo y, paradójicamente, también se mostraban los síntomas de la decadencia del sistema socialista soviético entre sus habitantes, pero los visitantes, en su mayoría invitados oficiales del gobierno, no lo percibían por la gruesa costra burocrática que protegía al sistema. Buscando recuperar la salud, hasta allá llega Zambrano, el 26 de junio, para ser sometido a tratamientos médicos, pasando una temporada en el sanatorio “Frunze” del balneario Sochi, en las márgenes septentrionales del mar Negro. Una vez restablecido dedica su tiempo a actividades sociales, políticas y culturales y recorre los lugares históricos
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y artísticos de Moscú, asistiendo a representaciones teatrales y de ballet, para regresar a Venezuela el 1 de septiembre del 83. Su último viaje, fuera del país, lo realiza en 1986 y nuevamente tiene como destino la URSS y como motivo, nuevos problemas de salud. Desde el 1° de junio al 18 de agosto permaneció internado en el Hospital Clínico Central de Moscú, situado en el suburbio de Kúntsvo. Fue sometido a dos operaciones y a tratamiento médico intensivo. Zambrano presentía que ese viaje sería el último, pero se mantuvo aferrado a la idea de ir a Cuba para que lo trataran los especialistas de la Isla, pero su salud se deterioró dramáticamente y los médicos no recomendaron el traslado. Tenía la convicción de que en la tierra de Martí le curarían de todos sus males, devolviéndole los movimientos que había perdido tras un accidente cerebro vascular. Con la enfermedad, Zambrano no sólo había perdido parte de su motricidad, sino que desaparecieron muchos de sus recuerdos debido a una amnesia parcial y se vio imposibilitado de leer y continuar escribiendo. Afortunadamente para el registro de la historia contemporánea monaguense, Zambrano fue rigurosamente disciplinado con su producción intelectual por su gran conciencia histórica. Por eso, acopió, documentó y ordenó gran parte de sus vivencias, sus reflexiones históricas, jurídicas, sociopolíticas y literarias, quedando dispuestas por su propia mano para su divulgación por las instituciones competentes, a fin de mantener viva su memoria como legado patrimonial para las generaciones venideras.
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El intelectual y sus méritos Durante toda la historia republicana, pocos han sido los monaguenses que han recibido amplios reconocimientos de todos los segmentos de su población como los recibiera en vida el doctor Jesús Rafael Zambrano. Organismos privados y públicos, gremios profesionales, partidos políticos, organizaciones comunitarias e instituciones académicas regionales y nacionales le reconocieron públicamente, en numerosas oportunidades, su contribución al desarrollo socio-cultural del país. Esto demuestra el respeto del cual gozó el doctor Zambrano por cada compromiso que asumió en el transcurso de su vida pública, convertido, gracias a sus innegables méritos, en un auténtico paradigma del estado Monagas. Pero tales reconocimientos no llegaron durante su juventud, cuando las medallas pueden hacer estragos en la vanidad humana o por el contrario, ser acicates para forjar el compromiso de los ideales. Debieron pasar muchos años de desasosiego, cárceles y auto-destierros para que las instituciones oficiales se percataran de sus méritos personales. Acababa de cumplir cincuenta y cuatro años cuando el Concejo Municipal del Distrito Maturín le confirió
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el primero de los tantos reconocimientos que recibiría en adelante, condecorándolo con la Orden Ciudad de Maturín en Segunda Clase, con motivo de la celebración de los 219 años de la fundación de la ciudad capital de Monagas el 7 de diciembre. La Orden le fue impuesta en sesión solemne realizada en el auditórium del Palacio Municipal. En esa oportunidad el Dr. Zambrano pronunció el discurso de orden, que fue publicado como folleto con el título Sesión Solemne, en marzo de 1983. De igual manera recibió el respaldo de su gremio profesional en reconocimiento a su meritoria labor como abogado, y el 23 de junio de 1982, con motivo de la celebración del “Día del Abogado”, fue condecorado con la Orden al Mérito “Lic. Miguel José Sanz”, instituida por el Colegio de Abogados del estado Monagas, el 13 de abril de ese año. Además de Zambrano, la Orden también le fue otorgada a los doctores Ezequiel Monsalve Casado, Presidente de la Corte Suprema de Justicia y a Jacinto Ramírez Rausseo (post mortem). El 19 de enero de 1987 fue admitido en la Academia Venezolana de la Lengua Española como Miembro Correspondiente por el estado Monagas. En esa fecha el secretario, doctor Luis Beltrán Guerrero, le participó: “Tengo el gusto de notificar a usted que la Academia Venezolana de la Lengua, correspondiente a la Española, en la junta ordinaria del 20 del mes en curso, por proposición de los académicos Don Mario Briceño Perozo, Doña Lucila Palacios y Don Pascual Venegas Filardo, lo han elegido a usted, por unanimidad de votos, Miembro correspondiente en el Estado Monagas”.
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La noticia de su incorporación a la Academia de la Lengua, causó gran regocijo a muchos de sus coterráneos, recibiendo por ello numerosas felicitaciones durante ese año, entre las que destacan el homenaje que le tributó el Colegio de Abogados del estado Monagas, el 13 de febrero de 1987, en el auditórium de su sede. En ese acto recibió una placa como reconocimiento a sus méritos y el 9 de mayo de 1987, en acto público celebrado en la plaza Bolívar de Uracoa, bajo la sombra de una Ceiba centenaria, en la cual acampó Bolívar, según la tradición, fue proclamado “Hijo Ilustre del Municipio Autónomo Sotillo”. El 28 de agosto de 1987 se efectuó una Cena homenaje en su honor. El doctor Héctor Mújica, a nombre de la Dirección Nacional del PCV, fue el Orador de Orden. En el acto Zambrano leyó parte del ensayo titulado “El Marxismo-Leninismo, una cosmovisión universal y venezolana”. A petición del Comité Regional del PCV-Monagas, la Dirección Nacional del partido hizo imprimir el trabajo, con el título de “El ideario socialista en la Venezuela del siglo XIX”, circulando en abril del año siguiente. El ensayo está precedido del discurso pronunciado por Héctor Mújica en ocasión del homenaje. Los años siguientes fueron de reconocimientos a su obra. Por ello, el 1 de julio del 88, en el instituto privado “Rómulo Gallegos”, fue inaugurada la biblioteca escolar Dr. Jesús Rafael Zambrano y el 22 de junio de 89 la Federación de Abogados de Venezuela le confirió la Orden al Mérito “Arminio Borjas” en Primera Clase. El acto de imposición de la condecoración se realizó en el salón de la Escuela de la Judicatura del Palacio de Justicia, en Caracas. A este conjunto de eventos celebratorios en reconocimiento al ilustre monaguense, en octubre de 1990
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se le uniría el Consejo de la Orden “José Tadeo Monagas”, perteneciente al Ejecutivo del estado Monagas, escogiéndolo para ser condecorado en Primera Clase, en el acto cívico a celebrarse el 28 de ese mismo mes en la avenida“Las Palmeras”, frente al busto del héroe epónimo del Estado. Pero el 23 de octubre, en comunicación a la Secretaría Ejecutiva de la Orden, Jesús R. Zambrano declinó aceptar el galardón, por objetar que ese reconocimiento se le había otorgado con anterioridad a pillos y truhanes de la política y el comercio, algunos de ellos con antecedentes criminales contra la cosa pública. Sin embargo, cuando fue notificado que las autoridades de la Universidad Pedagógica Libertador - Pedagógico de Maturín acababa de crear el Botón “Maestro Prieto” para reconocer a las personalidades locales de la cultura y la pedagogía, cuya contribución era innegable, y que la comisión encargada lo había distinguido con este galardón, aceptó gustoso. Y el 9 de diciembre del año 1993 fue a recibirlo en el auditórium del Colegio de Médicos del estado Monagas. Tras la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del Sistema Socialista Soviético que provocó la Prestroika (apertura), instaurada por el presidente ruso Mijail Gorbachov, dejando al descubierto la mayor crisis política mundial que se conozca en la historia, los líderes de los partidos de izquierda en todo el mundo sufrieron un duro revés que provocó un fuerte trauma entre ellos por la imposición hegemónica del imperialismo capitalista. Las palabras revolución, izquierda y comunismo, pasaron a ser palabras en desuso, parecía que la única ruta a seguir sería la de un mundo unipolar, pautado por los Estados Unidos de Norteamérica.
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Para Zambrano la Unión Soviética era sólo un espejismo que nunca más regresaría. Lejanos quedaron sus encuentros con la vieja Leningrado, ya no serían posibles sus encuentros en el Pravda ni las visitas al mausoleo de Vladimir Ilich Lenin. Pareciera que sus ideales se esfumaban de repente y una dura verdad se anunciaba ante sus ojos: el Imperio Yanqui había triunfado y sus sueños habían muerto. Inundado por la desazón, sus males afloraron de pronto debilitando su salud. Aunque esta tesis nunca fue confirmada, quienes conocimos a Zambrano sabemos cuánto afectó este acontecimiento su espíritu, afectando, en consecuencia, a su salud. Por eso, cuando ocurre la asonada militar del 4 de febrero de 2002, liderada por el teniente coronel Hugo Chávez contra el presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, reaparece en Zambrano el entusiasmo, reiniciando una serie de actividades públicas donde participa, junto a otros trabajadores culturales, en la creación de FUMCULTURA, asumiendo la responsabilidad de ser su asesor legal y miembro fundador, publica al alimón con al escritor arabista Ahmad Abusaid el libro Historia Viva: Crónicas del mundo Árabe II y prepara sus ensayos para el libro Apreciaciones jurídicas. Con la asunción de Hugo Chávez al poder, el doctor Zambrano siente un gran entusiasmo, pero sus fuerzas físicas ya no pueden acompañarlo y cifra sus esperanzas en la juventud de su partido, con la convicción de que hayan asimilado sus enseñanzas. En el año de 1999, a raíz de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por el presidente de la república Hugo Chávez, y aprobada en Referendo Aprobatorio Nacional, la Asamblea Legislativa del estado Monagas cambia su denominación por Consejo legislativo,
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asumiendo su conducción un grupo de constituyentes locales, designados para asumir la transitoriedad. Entre los nuevos parlamentarios se encuentra un destacado número de dirigentes políticos progresistas, quienes entre otras reformas aprueban rebautizar el auditorio del Palacio Legislativo que hasta esa fecha se denominaba “Rómulo Betancourt”, y cambiarlo por el de “Jesús Rafael Zambrano”. Al ser consultado sobre esa propuesta, Zambrano aceptó con gusto, no por ser él quien recibiera tal honor, sino por que al fin comenzaban a borrarle el nombre del presidente que tanto daño le había hecho al pueblo de Venezuela y en particular a los comunistas. “Con tal que le quiten el nombre de Betancourt, hasta el mío sirve”, nos dijo un día, sonreído. Pocos políticos monaguenses han poseído el talento para dirigirse a sus seguidores con el fervor y la sabiduría como el Dr. Zambrano. Sus arengas públicas siempre eran escuchadas con atención y admiración por sus camaradas, sacando provecho de ellas por la riqueza de sus ideas y la vehemencia con que eran pronunciadas. Por su formación académica, el ilustre intelectual prefería escribir sus discursos, algunos de los cuales fueron publicados en folletos o se divulgaron como extractos en la prensa local, pero la mayoría de ellos aún se conservan inéditos, ordenados entre sus archivos. Sin duda estos discursos, como la mayoría de sus escritos, son verdaderas joyas literarias que aún esperan su publicación, no sólo para enaltecer la memoria de su autor, sino más bien para divulgar y resaltar la memoria política y socio-cultural de una generación. Como un reconocimiento a la espesura de su oratoria, desde sus años juveniles Zambrano era invitado con frecuencia a dictar conferencias y formar parte en foros y
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debates de discusión política y cultural. Después, cuando la madurez de los años le otorgó el reconocimiento colectivo, era invitado a participar como orador de orden en distintos escenarios políticos e intelectuales. Fue así como el 17 de diciembre de 1980, el Comité Central del PC lo designa Orador de Orden en la conmemoración del sesquicentenario de la muerte de El Libertador Simón Bolívar, en sesión realizada en el teatro “Cantaclaro” (Caracas). El discurso de Jesús R. Zambrano fue incluido en la revista “Ideología” N° 1. Con motivo de la conmemoración del 25 aniversario del 23 de enero de 1958, fecha ésta en que la conjunción cívico-militar derribó al dictador Marco Pérez Jiménez, fue designado Orador de Orden en los actos celebrados en la plaza Bolívar de Maturín, el 23 de enero de 1983. Posteriormente, el 4 de noviembre de ese mismo año, fue Orador de Orden en la Sesión Solemne celebrada conjuntamente por la Asamblea Legislativa del estado Monagas y el Concejo Municipal del distrito Sotillo, en el auditórium del liceo “Ildefonso Donner” de Uracoa, con motivo de la celebración del bicentenario de la fundación de su pueblo natal. En aquella ocasión el prestigioso pintor Mateo Manaure, oriundo del pueblo, fue nombrado “Hijo Ilustre”. En la sesión solemne, Jesús R. Zambrano recibió una placa de reconocimiento otorgado por el Concejo Municipal del distrito Sotillo. En el Colegio de Abogados del estado Monagas, Zambrano era invitado con frecuencia a compartir sus conocimientos con las nuevas generaciones de abogados inscritos en el Colegio. Aniversarios, promociones y reconocimientos gremiales, tuvieron siempre a Zambrano entre las figuras más destacadas. Por ello, cuando la enfermedad le imposibilitó para continuar ejerciendo su
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profesión, la junta directiva de su gremio le otorgó una pensión vitalicia que agradeció, junto a su familia, hasta el último día de su vida, ya que éste era el único sustento que recibía en este duro período de convalecencia, salvo esporádicas ayudas oficiales y el apoyo puntual de sus familiares y algunas amistades íntimas. El reconocimiento a sus méritos, no sólo surgió del ámbito político o gremial, ni de las máximas autoridades institucionales, también fue objeto del respeto y la admiración de numerosos jóvenes que vieron en él un paradigma. Por eso, a los múltiples reconocimientos públicos se le unieron diversas solicitudes para apadrinar promociones estudiantiles, tanto del sector universitario, como de liceístas. Fue padrino de la especialidad de Historia de la VIII Promoción del Instituto Universitario Pedagógico de Maturín (IUPEM), cuyo acto de graduación se efectuó el 29 de mayo de 1982, en el auditórium de la Asamblea Legislativa del estado Monagas. Ese mismo año, el 25 de septiembre, fue designado como Padrino por los graduandos de las promociones V y VI, en Ciencias y Humanidades, del Liceo Ildefonso Donner de Uracoa, su pueblo natal. En ese acto fue Orador de Orden.
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Un tesoro para la ciudad Una de las principales virtudes del Dr. Zambrano, fue atesorar el conocimiento. Desde niño lo absorbió a través de la lectura, más tarde sería el estudio y los viajes, pero, en todos ellos se valió de los libros como complemento esencial, adquiriéndolos y leyéndolos por donde quiera que fuera. Numerosas ediciones de los clásicos de la literatura universal y nacional fueron poblando los estantes de su biblioteca, junto a gruesos tratados jurídicos, ensayos sobre filosofía, gramática, arte, sociología y política y numerosas revistas, todos rigurosamente leídos y clasificados, conviviendo sin mezquindad con las incipientes obras de los jóvenes escritores locales que le llevaban su opera prima al Maestro, esperando, ansiosos, su crítica. Así conformó su biblioteca personal, adquiriendo volúmenes en las famosas librerías de todo el planeta, en las ferias que tenía la oportunidad de visitar o en los simples mercados de libros usados, donde alcanzaba a “pescar” algunas joyas poco conocidas, muchas veces autografiadas por los propios autores. Zambrano sentía gran admiración por quienes cultivaban cualquier manifestación de la cultura artística, era un devoto del talento y la inteligencia sin importar su procedencia ideológica.
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Muchas de sus amistades intelectuales no comulgaban con sus ideas marxistas y en algunos casos hasta las adversaban. Entre quienes fueron objeto de su respeto y admiración, sin compartir su ideología, están Benito Raúl Losada, Arturo Úslar Pietri, Rafael Caldera, Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos y José Ángel Oropeza Ciliberto, a quien le dedicó su última disertación pública recogida en un ensayo que insertamos al final de este libro. Igualmente compartía sin rencor con ex-camaradas desertores del Partido Comunista. Tanta era la amplitud de Jesús Rafael. Por otra parte, admiró con reverencia a Miguel Otero Silva, de quien decía que poseía una inteligencia superior, capaz de construir creativamente un discurso coherente y profundo, a su venerado profesor Edoardo Crema, el intelectual más destacado de su generación que, sin embargo, no obtuvo el reconocimiento que merecía y a Eduardo Gallegos Mancera, su mentor político y admirado poeta, siempre postergado por las urgencias políticas. Tales eran los conceptos que, sobre estas personalidades, ponderaba Zambrano cada vez que encontraba ocasión. La biblioteca personal de Zambrano es una de las más completas y mejor dotadas del estado Monagas. Consta de más de 30.000 volúmenes bien conservados, además de poseer materiales hemerográficos, folletos, catálogos de exposiciones y otros eventos artísticos, leyes y revistas de gran valor documental. Rodeado por ellos permaneció Zambrano la mayor parte de su vida, atendiendo a los urgidos de asesoría legal y, principalmente, a la juventud estudiosa, a la cual apoyaba en sus investigaciones de forma desinteresada y solidaria. La primera sede de su biblioteca estuvo en la calle Piar de Maturín, en un anexo de su bufete, ubicado frente a la residencia de su hermana
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Antonieta, donde él vivió desde su regreso a Maturín. Pero con el tiempo, el espacio destinado a la biblioteca se hizo insuficiente por el aumento indiscriminado de los libros, que parecían reproducirse promiscuamente en cada viaje por el mundo y que venían entre sus maletas como polizontes, llegando a invadir todos los lugares de su vida, como en “La casa tomada” de Cortázar. A principio de los 90, Zambrano comenzó a sufrir fuertes dolores en sus piernas, atribuidos, inicialmente, al sedentarismo producido por permanecer sentado largas horas en su bufete y debido al sobrepeso. Las terapias y los medicamentos no lograron hacer desaparecer estas dolencias, teniendo que recurrir a un médico cubano especialista en acupuntura y fisiatría que logró notables avances en un corto período, pero con el diagnóstico de la irreversibilidad de su mal, al descubrir que la causa provenía de una fractura del fémur mal tratada, ocasionada durante su infancia, al caer de un caballo. Seguidamente aparecieron los síntomas de extremo agotamiento físico y las dificultades respiratorias ligadas a su viejo hábito de fumador empedernido y su nula afición hacia las actividades deportivas durante su juventud. Finalmente llegó el colapso, generándole trastornos cerebrales que le ocasionaron una parálisis corporal y la pérdida parcial de la memoria, obligándole a guardar reposos y a desplazarse en silla de ruedas, imposibilitado para leer y escribir,terminando así su productividad intelectual. A causa de su envolvente enfermedad sus escasos recursos económicos pronto se agotaron. Fue por eso que Zambrano decidió aceptar la oferta de la Gobernación del estado Monagas de adquirir su biblioteca y ponerla a disposición de la comunidad. Este proyecto se consumó
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durante la gestión del gobernador Luis Eduardo Martínez (1995-1998), pero los múltiples y engorrosos trámites burocráticos que tardaron varios años en concretarse, causaron grandes perjuicios sobre el monto total de la negociación por la devaluación vertiginosa que sufrió la economía del país en esa época, convirtiendo en irrisoria la suma convenida, absorbida rápidamente entre el pago de las consultas médicas y los medicamentos. Después de su muerte, la biblioteca fue trasladada, en custodia, a la Red de Bibliotecas Públicas para realizar los procesos técnicos y los trabajos de conservación, pasando luego al Complejo Cultural de Maturín donde permanece sin abrirse al público, aunque existe la promesa de las autoridades de que este cierre será transitorio, a fin de dar cumplimiento a la voluntad de su conformador, quien accedió a desprenderse de su preciado patrimonio por el compromiso adquirido por las autoridades del Estado, de colocar su biblioteca en un lugar apropiado, con el objetivo de ponerla a disposición de la comunidad, además de divulgar el pensamiento humanista, destacando la filosofía marxista a través de conferencias, documentales políticos y culturales, foros de arte, historia y asuntos jurídicos, investigaciones sociales, antropológicas, etc. Un espacio cultural cuya motivación fueran sus libros y algunos objetos de su colección adecuados para el lugar, al tiempo que motorice la publicación de sus numerosos originales, los cuales atesoran ideas y reflexiones vigentes sobre la revolución, que sin duda servirían para el diseño del Socialismo del Siglo XXI y su construcción.
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Sus últimos años Los noventa del pasado siglo marcaron la definitiva consagración de la obra de Zambrano, en esa década tuvo la oportunidad de recibir altos reconocimientos por sus méritos intelectuales y su verticalidad moral. Todos esos logros los obtuvo sin declinar sus principios, ni hipotecar sus ideales revolucionarios. Por mérito propio fue el primer escritor monaguense designado como Académico de la Lengua Española, correspondiente a Venezuela. Este alto sitial de honor intelectual posteriormente lo alcanzaría también el poeta José Ángel Oropeza Ciliberto, quien falleció un año después que Jesús Rafael. En 1995 Zambrano fue nombrado Hijo Ilustre del estado Monagas. Designación que, luego de un concienzudo estudio de credenciales, recibió a manos del gobernador Luis Eduardo Martínez, quien, desprejuiciado de los moldes políticos imperantes, supo ver la dimensión de este ilustre e ilustrado monaguense más allá de la miopía partidista de la derecha venezolana, a la cual J. R. Zambrano siempre se opuso. Entre los reconocimientos que le trascendieron están: la biblioteca que lleva su nombre ubicada en el Colegio de Abogados del estado Monagas en su sede de la urbanización Juanico de la capital Monaguense.
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La Cátedra de Investigación Social «Dr. Jesús Rafael Zambrano», instituida por el Instituto Pedagógico de Maturín como un aporte reivindicativo a su contribución pedagógica directa e indirectamente a esa institución. También la Fundación de Acción Cultural Municipal de Maturín (FuMcultura) hizo su aporte creando la Cátedra Libre del Pensamiento Crítico que lleva su nombre, en reconocimiento a sus méritos intelectuales y como una forma de agradecimiento a su confianza hacia esta institución a la que enalteció siendo miembro fundador, asesor Legal y redactor del documento constitutivo. Igualmente el Consejo Legislativo del estado Monagas le tributó su reconocimiento al rebautizar el auditorio del Palacio Legislativo en su honor. Pero el mayor homenaje que pudo recibir el Dr. Zambrano, lo constituyó el triunfo del teniente coronel Hugo Chávez Frías, como presidente Constitucional de Venezuela, durante los comicios de diciembre de 1998. En este triunfo Zambrano vio el comienzo de la concreción de sus sueños y el premio a sus sacrificios revolucionarios y se lamentaba por no poder serle más útil a la revolución bolivariana, debido a las múltiples enfermedades que minaban su cuerpo, endurecido por la arterosclerosis que lo mantuvo atado a una silla de ruedas y, principalmente, por varios accidentes cerebro-vasculares que le paralizaron algunas funciones a su cerebro. En el refugio de su habitación J. R. recibía la visita de los escasos amigos que dedicaban algunos minutos para compartir con él. Aunque su corazón no conocía de odios ni resentimientos, las carencias económicas le golpeaban como un fuerte martillo. A pesar de su prestigio y su historia, Zambrano no tenía más apoyo que el recibido del Colegio de
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Abogados, consistente en una magra pensión que para poco alcanzaba, y de la incondicional dedicación de su hermana y sus sobrinos hacia quienes sentía un afecto infinito. Sin embargo se sabía relegado por sus camaradas del PCV y le preocupaba la desaparición de sus discípulos de su entorno. Se sentía traicionado al darse cuenta que muchos de ellos gozaban las mieles del poder que él ayudó a construir, con actuaciones, escritos y sacrificios personales y, en vez de seguir sus enseñanzas, repetían las execrables prácticas de la “Cuarta República” que tanto decían combatir. La tristeza lo embargaba cada vez que tenía noticias de algunos desmanes contra la cosa pública, cometidos por la nueva generación de camaradas de su Partido y por otros que habían compartido sus enseñanzas. Se abrumaba pensando cómo se esfumaban sus esfuerzos de líder y maestro. Hasta su propio patrimonio personal fue perjudicado por uno de los pupilos que él más había apoyado, llamado José Salas. A este sujeto Zambrano le brindó toda su confianza cuando él ya no podía asistir frecuentemente a su bufete-biblioteca. Le entregó el cuidado de su patrimonio, al punto de permitirle vivir en su sede como gesto solidario, cuando Salas le manifestara no tener donde pernoctar. Pero ese gesto paternal de Zambrano lo traicionó abusivamente el inquilino, cuando presuntamente le extrajo varias cajas de libros de su biblioteca haciéndolas desaparecer sin dejar rastro, desvalijando su patrimonio para defraudar al amigo y al Estado. Tales pérdidas se constataron al comparar los inventarios hechos por los funcionarios de la Red de Bibliotecas Públicas del estado Monagas a la colección, cuando fueron trasladados para los depósitos de la sede bibliotecaria.
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Entre tanto, por sus vínculos con la dirigencia oficialista, Salas fue investido de un alto cargo burocrático con poder y gran manejo de recursos económicos, y, aunque el cargo le concedía las facultades para ayudar a su bondadoso mentor, éste se olvidó por completo de las penurias que padecía el jurista, aunque las llaves del bufete-biblioteca continuaban en su poder. Otros casos como el anterior padeció Zambrano en los múltiples vaivenes de su vida con pupilos díscolos y amanuenses traidores; pero esto no melló la calidad humana del intelectual, más bien fueron episodios para bruñir su espíritu. Entre soledades y sufrimientos físicos, pero con mucha tranquilidad espiritual, murió Jesús Rafael en Maturín el 9 de octubre del 2002, cuando faltaban pocos días para su cumpleaños. Se fue con la convicción de saber que partía hacia la inmortalidad, por haber vivido fielmente apegado a los principios éticos que forjó durante su juventud. En su lecho de moribundo, su hermana Antonieta, mujer bondadosa alineada en los dogmas de la iglesia católica, le suplicó aceptar la presencia de un sacerdote, aún sabiendo su convicción comunista. Jesús Rafael, más como último regalo para la abnegada hermana, que como una señal de abdicación a su ateismo, forjado en el estudio científico del materialismo histórico, aceptó conversar con el representante de la iglesia, despidiéndose de todos sus allegados antes de cerrar para siempre sus ojos, que presenciaron el milagro de la creación humana y sus miserias en sus múltiples formas durante setenta y siete años. Todos los premios y reconocimientos que Jesús Rafael obtuvo por su actividad pública los recibió con humildad, aunque siempre le fueron otorgados en actos de justicia y
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por eso los aceptó. Muchos de ellos le fueron conferidos por la oficialidad que él antagonizaba políticamente. No fue hombre de acumular odios, rencores ni retaliaciones. Fiel a su ideario comunista y consecuente con sus principios, confrontó en el terreno de las ideas a quienes no pensaban como él, manteniendo siempre un lenguaje de altura en cada ocasión, actuando con hidalguía tanto en su vida cotidiana, como en la palestra pública. Por eso no tuvo tiempo de cultivar enemigos sino adversarios, quienes al final de la contienda se sintieron honrados por tener a tan alta figura como contendiente. Como una semblanza sintética del tamaño de su dimensión humana, cerramos este respetuoso homenaje biográfico dedicado al ilustre e ilustrado Comunista monaguense Dr. Jesús Rafael Zambrano, con un fragmento del prólogo escrito por José Segundo Aristimuño a su libro Selección de ensayos, fechado en mayo de 1982: No puede perderse de vista que Jesús Rafael Zambrano es un monaguense de una lealtad profunda a sus ideas, un hombre honesto y un ciudadano de nobilísimas ejecutorias que por una misma circunstancia hemos de calificar de ejemplar. En su obra como en su vida todo está claro como recto el camino andado. Él es una palabra de dignidad y decoro, sobre la evolución de su conducta, quienes le conocemos ratificamos la admiración por un coterráneo que eleva en dignidad el nombre de Maturín. (p.p. 29)
Palabras que suscribimos en su totalidad.
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José Ángel Oropeza Ciliberto, poeta, periodista, hombre público,académico de la lengua Ensayo de J. R. Zambrano Este texto fue el último ensayo del Dr. Zambrano poco antes de padecer un accidente cerebro-vascular que le paralizó importantes funciones corporales. Con motivo de un homenaje para su amigo, el poeta José Ángel Oropeza Ciliberto, organizado y realizado en la sede de Fumcultura, Zambrano escribió estas palabras de reconocimiento intelectual para pronunciar un discurso durante el acto, pero no pudo concluir su lectura porque la emoción y los síntomas de su avanzada enfermedad se lo impidieron. La voz se le apagó, y debió, con mucha pena, concluir la lectura a mitad de su alocución.
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En José Ángel Oropeza Ciliberto la preocupación por las letras podría decirse que tiene un origen ancestral. Su madre, Rosario Ciliberto de Oropeza, era una poetisa de delicado numen. Desde la temprana adolescencia se inclinaba José Ángel por el amoroso trato con las Musas, con preferencia con Polimnia, la deidad griega de la poesía lírica. Pero, por lo voraginoso del momento político que le tocó vivir en la mocedad, preferentemente se consagró al periodismo y a la militancia partidista. Se identificó con “Unión Republicana Democrática”, que tenía como imán aglutinador al verbo dantoniano del Doctor Jóvito Villalba, partido fundado después que fue abatido el régimen democrático del General Isaías Medina Angarita, por el golpe del 18 de octubre de 1945. En 1943-45, cuando aún vadeaba el cabo de las tormentas de la inquieta adolescencia, dirigió “Maturín Deportivo”, asociado a los fraternos Humberto Rojas Mújica y Luis Beltrán Martínez, luego exponentes fundamentales de nuestro periodismo. En un mitin urredista celebrado en un barrio de Maturín, durante una refriega entre parcialidades, enardecidas por la pasión partidaria, pereció un hermano del Gobernador de la época. El homicidio, ocurrido en un fogoso desafío colectivo, le fue imputado al joven Oropeza Ciliberto. La atmósfera política le era francamente adversa. Todo pronosticaba que le esperaba un prolongado cautiverio. Hasta un tío suyo, luego descollante líder y alto funcionario público, en una visita informal que le hiciera a la cárcel de esta ciudad, le anunció agoreramente, como una Casandra, obnubilado por el sectarismo:
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”Sobrino, su permanencia aquí va a ser larga. No se olvide que nuestro partido está llamado a permanecer mucho tiempo en el poder”. Para fortuna del joven prisionero, no se cumplieron los tenebrosos vaticinios del descomedido arúspice. El 24 de noviembre de 1948, los mismos que los habían aupado, echaron del poder a los correligionarios del inoportuno visitante. Como el propio Oropeza Ciliberto lo expresa en el umbral de su último poemario “Memoria de la Noche”: “Seis años,/ diez meses,/ veinticinco días,/once horas/ y catorce minutos/ duró la noche de la prisión. Dio muestra de admirable estoicismo y de una incontrastable confianza en el porvenir, durante la reclusión carcelaria. Su celda maturinesa era, para recordar a José Enrique Rodó, su “Mirador de Próspero”, lugar propicio para el cultivo de las superiores cualidades del espíritu, para la meditación creadora y para magnificar sus congénitas condiciones de poeta y periodista, que son piezas esenciales de su ser. Desde su Mirador irradiaba una intensa labor cultural y atalayaba el encrespado discurrir de las escaramuzas callejeras. Además de artículos informativos, mantenía simultáneamente en “Sagitario”, cuyo gobernalle empuñaba nuestro estimado Ramón Zaragoza, una columna semanal de crítica literaria, la cual duró cuatro años. Fue José Ángel fundador y director del radioperiódico “Rutas de Monagas”, transmitido cotidianamente por Radio Monagas, que ostenta el decanato de la radioemisión en nuestro Estado. En 1950 se encargó de la sección literaria de “Yarúa”, revista que dirigiera el incansable y ubicuo amigo Ramón Zaragoza.
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En 1951 José Ángel dio a la estampa “Musgo y Naufragio”, su poemario primerizo, prologado por el Doctor Jacinto Ramírez Rausseo, esclarecido hombre público, poeta parnasiano-modernista y elocuente orador. Sobre este poemario escribí en “El Oriental” (Maturín, 28 de marzo de 1989): “Musgo y Naufragio” se abre con “Mis pasos sonámbulos”, poema en prosa de franca inspiración vanguardista. Sus poemas abrevan en las corrientes literarias en boga, pero sin desdeñar a los modelos que siguen la perceptiva tradicional, como lo testimonia el “Soneto a Luxindia”... Su prístina poesía está transida de sentimientos de soledad, melancolía, angustia, tristeza, doliente amor. Sentimientos dominantes en un joven apenas salido de la adolescencia, encerrado entre rejas, añorante de libertad. De esa época, sólo “Musgo y Naufragio” vio la luz. Han permanecido inéditos, tal vez inacabados algunos, los poemarios “Espacio de la Espera” y “Cuaderno de Amor” , “Perfil del Trópico” (Cuentos) y “Rostros” (relatos del presidio). Su estro poético durante varios años permaneció al margen de las candilejas publicitarias; pero estuvo en constante actividad, así como en ininterrumpido estudio y meditación de las figuras aplicables de la poesía nacional, americana y universal. Una de las labores más relevantes y significativas de José Ángel, durante su estancia carcelaria, fue la fundación de la revista “Surcos”, la cual dirigía, por razones obvias, con el nombre interpuesto de Armando Montenegro. Los números iniciales tuvieron como redactor-jefe a Edgar Galbaldón, luego contó entre sus redactores a Elba Rosa Albertini, José Jesús Morales Espíndola, Segundo
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Aristimuño Betancourt y Diógenes Caballero. El jefe de publicidad era el periodista Héctor Collins. Entre sus colaboradores especiales podían nombrarse al Dr. Jacinto Ramírez Rausseo, al destacado periodista Heraclio Narváez Alfonso, Gobernador del estado Nueva Esparta, al Dr. Benito Raúl Losada, uno de los poetas más notables de nuestro Estado, Alberto Sanabria y Francisco N. Castillo. “Surcos” entró en circulación cuando yo cursaba Ciencias Políticas en la Universidad Central. Publiqué varios trabajos en ella: “José Luis Ramos y la educación de su época”, “José Luis Ramos el periodista”, “Don Simón Rodríguez, primer socialista de América”, “El 24 de enero de 1848”. Con José Ángel me carteaba y le enviaba publicaciones caraqueñas en las que yo incluía ensayos. Manifestaba perplejidad por lo que él llamaba mi “frialdad, esa espantosamente helada imparcialidad. Creo, naturalmente, que los asuntos históricos deben enfocarse como lo haces tú: imparcialmente, pero no de una manera fría. Hay que poner pasión”. (Carta fechada en Maturín, el 11 de febrero de 1954). Tenía y tiene razón José Ángel, en su observación que sobre mi hiciera hace 42 años. Hoy, como ayer, no he podido librarme de esa suerte de atonía pasional que me caracteriza, esa como ataraxia o imperturbabilidad en mis planteamientos: entendiendo ataraxia, en el sentido que le confieren Epicuro, Demócrito y Lucrecio. En 1954 Oropeza Ciliberto publica “Félix Antonio Calderón”, antecedido por un estudio biográfico-crítico, acerca de la dispersa obra poética del bardo caripero. Gracias a José Ángel, Félix Antonio Calderón tuvo un renacimiento en los, para la época, reducidos cenáculos poéticos de Monagas. Su obra estaba casi olvidada. Sólo
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contados coterráneos de antigua estirpe conocían su nombre y podían recitar fragmentos de sus inspirados versos. El volumen de Oropeza Ciliberto fue el primero correspondiente a la serie Publicaciones Culturales del estado Monagas. Esa serie se debió a la iniciativa del Ejecutivo Regional, a cuyo frente estaba el doctor José Domingo Colmenares Vivas, como consta en decreto del 13 de mayo de 1954. Además, en ese periódico también se publicaron “Obras completas”, de nuestro máximo novelista Julián Padrón (1957); “Historia de la Tierra de Monagas” (1956), del investigador J. A. de Armas Chitty. Asimismo circularon varios números de la excelente “Revista del estado Monagas”, con colaboraciones neohistóricas y poéticas de destacados intelectuales nacionales y regionales: Marco Aurelio Villa, Félix Armando Núñez, J. A. EscalonaEscalona, Manuel Rodríguez Cárdenas, etc. Es inmensurable, lo digo sin incurrir en convencional hipérbole, la labor periodística de José Ángel. Después de salir en libertad, se radicó en Nueva Esparta, invitado por su amigo Heraclio Narváez Alfonso. Como lo apunta Efraín Subero: “Dirigió el semanario insular “El Margariteño” y los hermosos cuadernos de literatura que imprimían en la imprenta del Estado”. (Estudio prologal al poemario “Memoria de la Noche”). Pasado el tiempo, en Puerto La Cruz, fundó otro periódico. En Caracas ha realizado una fecunda labor: Dirigió “Elite”, venerable revista, testigo de un prolongado tramo de la vida nacional. Además de los atareos inmanentes al cargo de director, insertaba un meditado y esclarecedor análisis de lo acontecido en el ámbito político.
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Desde comienzos de 1948, con laudable tesón, mantiene en el cotidiano capitalino “El Universal”, la columna política “La Quinta Paila”. Parte de sus agudas observaciones la recogió en el libro homónimo, que subtitula “Crónicas sobre el descalabro nacional, la corrupción y la complicidad, la decadencia y la cobardía”. Connotados personajes de la política nacional se expresan encomiásticamente sobre las crónicas semanales del autor: Rafael Caldera, Ramón J. Velásquez, Luis Herrera Campins, Ramón Escovar Salom y D. F. Maza Zavala. El enjuiciamiento crítico del Dr. Caldera pone de relieve las características de la columna de Oropeza-Ciliberto: “Todos los domingos “La Quinta Paila”, en “El Universal”, es algo grato de leer; ameno en su estilo y sustancioso en su contenido, porque José Ángel Oropeza Ciliberto reúne las virtudes de un fino escritor y de un experimentado periodista, a la vez que un crítico independiente, muy imbuido en el conocimiento de la realidad venezolana. Los temas tratados, por lo demás, no son nada ligeros. Cuando cree que debe hundir el escalpelo lo hace con delicadeza, pero con profundidad. Estimo que a un diario como “El Universal”, que se presenta cada vez más completo, le luce bien esta interesante columna semanal” Como hombre público, Oropeza Ciliberto ha tenido una vasta actuación. En 1964-1969 fue concejal, vicepresidente y encargado, en varias ocasiones, de la Presidencia del Concejo Municipal de Caracas, diputado al Congreso Nacional por Trujillo (1969-1974), y por Anzoátegui (19841989). Ha desempeñado altas investiduras diplomáticas: Embajador y Asesor para Asuntos del Caribe y Cónsul General en Curazao (1979-1983)
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El 5 de febrero de este año fue recibido en la Academia Venezolana de la Lengua, como miembro correspondiente por el estado Monagas. En esa solemne ocasión pronunció un discurso con el título “Breve panorama de la poesía del estado Monagas”. En armonía con el título, es, en efecto, una abreviada exposición sobre la creación poética de nuestro Estado, partiendo del clásico Ildefonso Núñez Mares hasta las cifras juveniles que dan los primeros pasos. Creo no incurrir en el feo pecado de inmodestia, si recuerdo que, con el espaldarazo de los académicos Lucila Palacios, Pascual Venegas Filardo y Mario Briceño Perozo, en la sesión ordinaria del 15 de diciembre de 1986, fui admitido por unanimidad como miembro correspondiente de nuestra Academia de la Lengua, por el estado Monagas. El diploma acreditativo, suscrito por Pedro Díaz Seijas (Presidente) y Luis Beltrán Guerrero (Secretario), lleva fecha de 19 de enero de 1987. El último poemario de Oropeza-Ciliberto es “Memoria de la Noche”, editado en diciembre de 1987, precedido por emotivas reflexiones de Efraín Subero, entrañable amigo del autor y, como él, miembro de la Academia de la Lengua. “Memoria de la Noche” ostenta un lenguaje de implacable factura formal, en el que se topan auténticos hallazgos poéticos, como el quinteto que puede hallarse en el poema “Dimensión de la Hora”. Era el instante lánguido del perro/ a la orilla del rastro recostado/ y de la elipse abrupta de la espuma/ y del requiebro audaz del colibrí,/ insaciable vampiro de las rosas. La poética de nuestro admirado bardo está entreverada entre poemas herméticos, de no fácil intelección, y otros que no ofrecen obstáculos insuperables para ser descifrables, por supuesto que libremente, porque el intérprete nunca puede desentrañar la intención esencial del creador.
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No está demás recordar que la poesía, como producto cultural, no es portadora de un sentido univoco, sino que se presta a multitud de interpretaciones, de acuerdo con la conveniencia del lector. Lo mismo podría decirse de un lienzo, de una sinfonía, de una escultura, los cuales inspiran diferentes sugerencias al espectador y al oyente. Esas disímiles y a veces antagónicas interpretaciones, todas son válidas, siempre que despierten una emoción estética. Mientras más insondables e insólitas sean los elementos comparativos que utiliza el poeta, mayor contenido estético suele palpitar en su obra. Evoquemos la ya clásica proposición del Conde de Leautreamont. “Bello como el encuentro fortuito sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y de un paraguas”. “Memoria de la Noche” son soterradas vivencias del largo lustro que duró el enmuramiento carcelario del autor, de las cuales parte para efectuar una incursión por el itinerario de su existencia pletórica de andanzas y desafíos, en una sociedad preñada de agresividad como la nuestra. Su ánimo viril salió airoso de la experiencia que vivió en plena mocedad. Su enclaustramiento fue una compulsiva pasantía, como la vivida por un elevado índice de venezolanos, por razones políticas. Viene a la memoria una anécdota relatada por el inminente Ángel Rosenblat, en “Buenas y Malas Palabras” “Hace años un industrial venezolano conversaba con hombres de negocios de Estados Unidos. En el curso de la tertulia, manifestó el venezolano: “cuando yo estaba preso...” “¡Cómo! ¿Ha estado usted preso? ¡Oh! sí le contestó echándose a reír. En mi tierra se necesita ser muy sinvergüenza para no haber estado nunca preso”. (Ediciones Edime, Caracas-Madrid, 1960. Segunda serie, Pág.113).
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En nuestro acontecer de pueblo, para muchos compatriotas, la prisión ha sido una insuperable aula universitaria, cuando se está dotado de espíritu de superación y vocación por el estudio. El ocio carcelario, debidamente canalizado, se presta para la dilatación del horizonte mental del preso. Cifras connotadas de la inteligencia nacional han tenido la cárcel como centro de estudio y fructífera meditación: Juan Vicente González, durante la Guerra Federal, bajo la dictadura de José Antonio Páez, Tomás Ignacio Potentini, Rufino Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra, Alfredo Arvalo Larriva, Leoncio Martínez (Leo), Francisco Pimentel (Job Pim)... Muchos de los poemas de “Memoria de la Noche” son piezas henchidas de emoción que, necesariamente, habrán de perdurar. “Entonces” es un canto a la libertad. Cuando el poeta volvió a ver de frente la deslumbradora luz del sol, cayó en un como éxtasis panteista: “Entonces, oh Dios,/ yo era el universo,/ las alas del viento,/ lucífero rastro,/ luciérnaga en celo,/ciervo sin barreras./ silbo sin paredes,/ río sin muralla,/ boca sin mordaza,/ cúpula invencible,/ navío en el filo/ de las marejadas,/ gaviota pescando/ los blancos azules/ del cielo rendido/ entonces, oh Dios,/ yo era simplemente/ libre, libre, libre!”.
“Memoria de la Noche” está tachonada de una depurada expresión, poblada de hermosas y originales imágenes. Veamos un cuarteto del poema “La Trampa de la Noche”: El viento era apenas un susurro,/ tan delgado como un susurro primigenio/ perdido entre los espacios grávidos,/ entre las finas túnicas de las sombras”. La segunda parte del poemario lleva por titulo “Del amor
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torturado”. Los más de estos poemas están escritos en forma de sonetos, catorce versos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. Desde mi prisma particular, pareciera percibirse una vaga resonancia de la poética erótica de Luis Pastori, Francisco Luis Fernández y Juan Beroes. Oigamos el poema “Para decir mi pena por tu ausencia”, que lleva a evocar a algunos sonetistas clásicos: Para decir mi pena por tu ausencia/ la voz se me arrodilla en la penumbra/ y un soterrado fuego me deslumbra/ la espiga adormecida en tu querencia. Para decir mi pena por tu ausencia/ apágase la brasa que me alumbra/ y en la vasta orfandad de la penumbra/ la voz de soledades se silencia/ para decir la pena que se anuda/ como un ronzal a mi heredad desnuda, / desnúdanse los sueños soledosos../ La lágrima a su túnica renuncia/y la palabra ausencia se pronuncia/ con derrumbado acento de sollozos”.
Cultiva nuestro homenajeado el romance, como está presente en “General de pelo en pecho” y “Muerte al amanecer” entre otros. El capítulo siete es motejado “De la tierra amada”, devota ofrenda a sus progenitores, “la poetisa Rosario Ciliberto de Oropeza, fragua la luz, y el Coronel Manuel Antonio Oropeza, yunque de hombría”. “De la tierra amada” es una lírica remembranza de sus infantiles vivencias en la encantada Guanaguana de su oriundez, de los tradicionales juegos de muchacho del medio rural:
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Evoco reverente, conmovido,/ la infancia en brevedad intorturada:/ los rezos iniciales, balbucidos,/ la ronda de los juegos, desatada./ el volador al techo azul asido/ la primera palabra pronunciada,/ las cabriolas del trompo, sin sentido,/ sobre la abierta mano levantada... Y en el umbral del tiempo recobrado/ de nuevo en la memoria prisionero/ la casona natal, el juego amado/ ardiendo en sus costados, tesonero, / y sobre el musgo denso del pasado/ la sombra vertical de tus aleros”.
Un rasgo singular de la poesía de Oropeza Ciliberto, muestra de su virtuosismo y conocimiento de la métrica castellana, es el poema cuyos versos constan de una sola palabra. Esa no es una usanza generalizada entre los cultores de la gaya ciencia. Algunos alternan versos de dos palabras con una sola, como en “Los Duendes”, del patriarca de nuestras letras, Don Andrés Bello, imitación de una pieza de Víctor Hugo: “No bulle/ la selva/ el campo/ no alienta./ Las luces/ Postreras/ despiden/ apenas, / destellos. (Tomo I de Obras Completas, “Poesías”, Caracas, Venezuela, 1952, pág. 229). El rapsoda de “Memoria de la Noche” es de un espartano laconismo. En el poema “sexo” todos los versos son de una sola palabra, como lo apreciamos en la muestra fragmentaria que sigue: “gruta/ árbol/ gruta, / baja, / sube, / sube, / baja, / muerde / orina...” El apego de Oropeza Ciliberto a ciertas formas poéticas de diuturna tradición, no riñe con las audacias magníficas de la vanguardia. Siempre he profesado la idea de que la genuina obra artística no es doblegada por el discurrir del
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tiempo. Conserva su olímpica vigencia y siempre tendrá apasionados degustadores. La poesía de Jorge Manrique, Garcilazo de la Vega, Luis de Góngora, Pablo Neruda y Francisco Lazo Martí, santuarios paradigma, permanecerá como patrimonio artístico, que nietzscheanamente está “más allá del bien y del mal”. En la convulsionada vida moderna, consumista y economicista, hay la tendencia a echar pronto en olvido los aportes de los que nos han antecedido: En EEUU, después de ser literalmente devorados los libros de narrativa y de poesía, por un público alienado y embrutecido por la propaganda, pasan de moda y se considera un anacronismo el volver a leerlos. Viene a cuento una anécdota relatada por un catedrático de la Facultad de Letras en la Central. En una universidad norteamericana se libró un corto diálogo entre un profesor de Literatura y una alumna: Señorita, Ud. ¿Ha leído “Viñas de Ira” de John Steinbeck? Profesor, esa novela hace como treinta años que fue publicada. —Señorita, ¿qué me dice Ud., entonces, de la “Divina Comedia”? Denota “Memoria de la Noche” que Oropeza Ciliberto no es tributario de modas circunstanciales, para estar a tono con el fugitivo momento que pasa. Su obra hunde sus raíces en los autores clásicos, que yacen olvidadas por muchos, pero que se mantienen incólumes ante las injurias del tiempo. Oropeza Ciliberto ha ofrendado a la bibliografía poética nacional una obra de elevados quilates. “Memoria de la Noche” perdurará...
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Índice Algunas ideas Introducción Las rutas iniciales Zambrano: periodista y escritor Cantaclaro: literatura y revolución El profesional humanista y el político Ciudadano del mundo El intelectual y sus méritos Un tesoro para la ciudad Sus últimos años José Ángel Oropeza Ciliberto, poeta, periodista, hombre público, académico de la Lengua
13 16 25 32 36 43 51 60 68 72 77
los 400 ejemplares de este tĂtulo se imprimieron durante el mes de noviembre de 2007 en el sistema nacional de imprentas regionales en MĂĄquina RISOGRAPH en papel bond 75g/m² Monagas, Venezuela
LUIS EMETERIO GONZÁLEZ Nació en Guarapiche, población del estado Sucre, el 16 de septiembre de 1956. Pintor y trabajador cultural. R ealizó estudios e n la Escuela d e Artes P lásticas E loy Palacios de Maturín (1969- 1974) y participó en Cursos Monográficos de Grabado y Escultura en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Fundador de importantes instituciones de acción cultural: Fumcultura ( 1993), l a Casa d e la P oesía “ Félix A rmando N úñez” ( 1996) y la Fundación Claudio Perna de Arte y Ecología de Caracas. Fue creador del concepto editorial de la Biblioteca de Temas y Autores Monaguenses, que ha editado m ás d e cincuenta títulos. D iseñó libros y desplegables p ara la fundación “Antonio Tejera del Toro”, del Club Español de Maturín, y de las colecciones Cada Día un Libro y Premios Nacionales de Cultura, del CONAC. En 2006 la Fundación Editorial “El perro y la rana”, del Ministerio de la Cultura, publicó su biografía sobre M ateo M anaure. Mantiene inéditos v arios libros de c rónica, cuentos y poesía.
COLECCIÓN ENSAYO
JESÚS RAFAEL ZAMBRANO