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Visita a la manufactura de Omega

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Un buen año

Un buen año

Como amante de la relojería desde mi más tierna infancia, siempre he estado interesado en conocer todos los detalles de la fabricación de nuestros queridos relojes. A lo largo de los últimos años he tenido la oportunidad de visitar algunas de las más prestigiosas manufacturas relojeras. La más reciente ha sido la de Omega, que es sobre la que os voy a contar mi experiencia.

Cuando visitas una manufactura, no importa la marca, realmente empiezas a valorar el trabajo de investigación, desarrollo e innovación que se lleva a cabo, además del tiempo y la dedicación que hay tras un guardatiempo, desde que el relojero tiene la primera idea hasta que llega a las muñecas de sus propietarios. En resumen, empiezas a valorar mucho más la relojería. Además, para los verdaderos amantes de la relojería, siempre digo que es como si a un niño lo llevas a un parque de Disneyland. El mayor disfrute posible. Hace unas semanas, gracias a la relojería Rabat de Madrid, a Esteban Rabat su propietario y a Jon Arteche, su director, tuve el honor y la oportunidad, junto a un pequeño grupo de aficionados a la relojería, de ser invitado a visitar una de las gran- des manufacturas relojeras: Omega.

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Volamos a Zurich y desde allí fuimos hasta la pequeña población de Biel/Bienne, donde se encuentra ubicada la manufactura suiza.

El módulo lunar

Nada más llegar a sus instalaciones, lo primero que te llama poderosamente la atención es que frente a ellas, y junto a la entrada del Museo Omega, hay una réplica a escala 1:1 del modelo lunar que fue utilizado en la misiones desde el Apollo 11 al 17 y que aterrizó en la Luna en 6 ocasiones. Tiene aproximadamente unos 7 metros de alto por unos 4 de diámetro.

En una placa junto al módulo podemos leer que “durante la dramática misión del Apollo 13, sirvió de bote salvavidas y ayudó a hacer posible el

Raynald Aeschlimann, CEO de Omega, enla fotodelaizquierda junto a Alfonso Escámez, en la visita al museo. Arriba, el exterior de la manufactura retorno a la tierra sanos y salvos de los astronautas, que usaron sus cronógrafos Speedmaster para medir la ignición de sus cohetes, ayudando a convertir la fallida misión en un éxito”.

Este módulo lunar fue colocado ahí en 2019 justo para conmemorar el 50 aniversario de la llegada del hombre a nuestro satélite. El modelo Speedmaster que los astronautas llevaban encima de su traje cumplió una labor fundamental y además lo convirtió en uno de los relojes más famosos de la historia.

Omega tiene en el Speedmaster una de las colecciones que, probablemente, más atraen el interés de los coleccionistas, independientemente del interminable número de ediciones limitadas que han presentado.

Tras las obligatorias fotos delante de la réplica, procedimos a iniciar la visita a las instalaciones. A la entrada nos esperaba Mariano, un encantador argentino de nacimiento, que ha trabajado toda su vida en la manufactura. Desde hace algunos años su labor se ha centrado en organizar y presentar las instalaciones de la marca.

Atmósfera sin apenas oxígeno Lo primero que pudimos ver fue una maqueta de las instalaciones en la que nos fue mostrando que tipo de labores se llevaban a cabo en ese edificio. Desde una zona elevada pudimos observar el almacén, en el que se acumulan todos los componentes de los diferentes modelos de la marca que se ensamblan allí. No todos los relojes se montan en este edificio. Este almacén se mantiene con una atmósfera con un contenido de oxigeno inferior al del aire que nosotros respiramos habitualmente para reducir todo lo posible el riesgo de un incendio. Brazos robotizados están constantemente en movimiento para recoger las miles de cajas en las que se encuentran los diferentes componentes.

En su completa explicación, nos contó que prácticamente hoy en día ninguna marca puede considerarse una manufactura y ser capaces de fabricar en sus instalaciones todos los componentes de un reloj.

En el caso de Omega, al formar parte del inmenso Grupo Swatch, se proveen de los componentes que la propia Omega no fabrica, como pueden ser las espirales de Nivarox, algunos calibres de ETA o los rubies y zafiros de Comadur, entre otras.

Todas ellas empresas del Grupo Swatch.

A continuación, procedimos a visitar la zona quizá más interesante que es donde los relojeros ensamblan los diferentes componentes de los calibres hasta su montaje en las correspondientes cajas.

Es cierto que sorprende un poco, quizá es desde el inicio de la COVID, que todo lo tienes que observar desde detrás de una zona acristalada por lo que no puedes acercarte a ver en detalle la des- treza de los relojeros en el montaje de los calibres

Certificado Master Chronometer

Por último, en esta parte de la visita, pudimos comprobar cómo afectan los campos magnéticos a los movimientos de nuestros relojes. Un gran imán es capaz de parar totalmente y desajustar el movimiento de un reloj y se nos mostró cómo esto no ocurre en los calibres de los modelos de Omega que llevan el certificado Master Chronometer.

En 2013 Omega presentó el primer reloj no solo resistente a bajos niveles de magnetismo, sino totalmente inmutable, incluso ante los campos magnéticos más potentes. Los calibres Master Chronometer Coaxial de Omega son capaces de soportar campos magnéticos de hasta 15.000 Gauss.

A partir de 2013 Omega decidió que un organismo externo certificara la resistencia de sus calibres a estos campos y acudió al Federal Institute of Metrology (METAS) de Suiza, para desarrollar una serie de pruebas que pudieran verificar y acreditar esas resistencias. El METAS prueba cada reloj durante diez días completos, en ocho áreas clave que incluyen tres pruebas sobre resistencia al magnetismo. De las dos primeras, una se realiza con solo el movimiento, cuando ha vuelto de las pruebas del COSC (una certificación de cro- nómetro otorgada por el independiente Control Oficial Suizo de Cronómetros) y la otra, con el movimiento ya integrado en el reloj.

Durante estas pruebas, los movimientos y después los relojes se colocan en un túnel ensamblado con trescientos imanes permanentes, que generan un campo magnético de 15.000 Gauss. Cada prueba se realiza dos veces, con los movimientos o los relojes en diferentes posiciones cada vez. La precisión de marcha durante las pruebas se mide mediante un micrófono, que compara el compás del sonido del escape durante 30 segundos, para comprobar la más mínima variación. En la tercera prueba referente al magnetismo, todo el reloj se desimanta y se vuelve a comprobar tras 24 horas, para confirmar que la precisión diaria no ha variado. Esto demuestra que no hay diferencia entre un reloj sometido a flujo magnético durante una prueba del METAS y después de haber sido sometido a desimantación. Si el reloj supera estas y las demás pruebas, incluidas las de estanquidad y reserva de marcha, obtiene el título de Master Chronometer.

El Museo Omega

Para acabar el día tuvimos la suerte y el honor de visitar el Museo Omega de la mano de su consejero delegado, Raynald Aeschlimann, que nos contó todo los detalles de la historia de la marca. El Museo es quizá uno de los lugares más interesantes de la visita y que ningún aficionado a la relojería debería perderse. Puedes ver desde los primeros modelos que comenzó a fabricar la marca hasta los más recientes.

Disfrutar de todos los relojes y elementos que Omega ha fabricado para los Juegos Olímpicos de los que son cronometradores oficiales desde 1932.

Curioso ver cómo hasta las pistolas y todos los elementos de “photo finish” en las competiciones son realizados también por Omega. Es más, tiene hasta dos calles en las que puedes correr y comprobar tu tiempo.

Emociona ver también los modelos del Speedmaster que fueron a la Luna, el “buggy” que recorrió el suelo lunar e incluso una réplica del traje de Neil Armstrong.

Nuestro primer día terminó con una animada cena en la que pudimos comentar todos los detalles de la visita y dormir en un precioso y muy recomendable hotel llamado Palafite, en el que algunas habitaciones están situadas encima del agua del lago Neuchatel.

Segundo día, visita a ETA Comenzaba nuestro segundo día y nos despla- zamos hasta la pequeña población de Villeret para visitar la fábrica donde ETA, S.A. Manufacture Horlogère Suisse, perteneciente también al Grupo Swatch, y que realiza algunos calibres para Omega.

En estas instalaciones pudimos ver cómo se fabrican esos calibres y cómo los relojeros organizan su trabajo por turnos para ensamblar los diferentes componentes y que su trabajo no se convierta en monótono al estar montando siempre las mismas partes.

Al final de nuestra visita a ETA, una relojera nos hizo una demostración de cómo se montan determinadas partes de un calibre y nos divertimos comprobando nuestra incapacidad para montar de una manera apropiada y en tiempo esos mismos componentes.

Por último, retornamos a la manufactura de Biel/Bienne para ver las últimas novedades de la marca, además de conocer todos los detalles de cada uno de los modelos de las colecciones Cons- tellation, Speedmaster e incluso el recientemente presentado Seamaster Diver 300M 60 aniversario de James Bond.

Hasta aquí llegó nuestra visita a una de las más prestigiosas marcas relojeras del mundo y desgraciadamente tuvimos que coger el tren en dirección a Zurich para tomar nuestro avión de vuelta a Madrid.

Fue una grata experiencia que quedará grabada en nuestra memoria por la oportunidad que tuvimos, gracias a Rabat, de conocer todos los detalles de una manufactura como Omega, por el cuidado con el que todo se nos explicó y respondió a nuestras preguntas y sobre todo por la amistad que ahora tenemos entre todos los aficionados que fuimos a ese viaje.

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