Revista 12 duelo

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Ediciรณn No. 12 - Octubre de 2011

ES HORA DE HABLAR DEL

DUELO LOS GRUPOS DE APOYO EN LA ELABORACION DEL DUELO

EL DUELO DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA



Por Fernando Arango Madrid Presidente Junta Directiva

Los continuos episodios de violencia en Colombia han provocado que nuestra sociedad viva en un constante duelo. Las historias contadas por los abuelos de los abuelos, las letras de canciones viejas y nuevas, desde bambucos de antaño hasta el regueton de hoy, hacen alusión a la muerte, los pesares y los vacíos que dejan las despedidas definitivas. El duelo se ve en la cara de las víctimas, en las sonrisas “a medias” de quienes han perdido sus seres queridos, lógicamente esa tristeza es más acentuada cuando las causas del fallecimiento no son naturales. El dolor como el óxido carcome; carcome la energía, la esperanza, las ilusiones. El duelo, como la soledad, deprime y entristece. El duelo, como cualquier enfernedad, exige atención especializada, un diagnóstico y un tratamiento para sanar el alma. Históricamente las empresas de rituales exequiales no hemos tenido tan claro o, no nos hemos dado cuenta, que nuestro objeto social si va más allá del culto, del homenaje y de las representaciones funerarios por aquello de que nuestra obligación principal es ayudar a vivenciar los rituales y así socializar la muerte y el dolor de las personas por la pérdida de un ser querido, ayudarles con ello a dar el primer paso en ese largo proceso de elaboración del duelo y su recuperación psíquica. Hace algunos años, los funerarios no hubiéramos imaginado nuestro protagonismo en la atención a los dolientes, quizá no teníamos clara la importancia de ese primer contaco de los familiares desmoronados con la muerte, la trascendencia de una actitud cordial, de un abrazo, del acto humano más sencillo… escuchar. En 2010 Remanso se compromete en la creación de un escenario académico – humano para socializar experiencias de atención al duelo; el I Congreso, que se raelizó en Medellín, fue un abrebocas que permitió despertar la sensibilidad y el interés del sector funerario por conocer más sobre estos procesos. En 2011 el reto es mayor, nuestro compromiso es ahondar en el cómo estructurar, aplicar y mantener las Unidades de Duelo en el contexto funerario. Un evento que además abrirá los micrófonos a los asistentes para lograr un diálogo que nos permita enriquecer el dircurso y multiplicar las experiencias. En la medida que más funerarios adopten esta propuesta de atención al doliente más contribuiremos a la recuperación de las personas que se encuentran en tristeza por la pérdida de un ser querido.


CONTENIDO 30

PAG.

ES HORA DE HABLAR DEL DUELO

10

DUELUM

16

El día que la muerte olvido la guadaña

39

DUELO QUE NO SE RITUALIZA SE COMPLICA

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EL DUELO Y LA ASISTENCIA PSICOLOGICA

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DEL TRABAJO PSIQUICO DEL DUELO A LA DIMENSION SOCIAL DE SU ELABORACION

30

LA REANIMACION PISICOLOGICA DEL DUELO

36 60

LA VISITA DE LA HERMANA MUERTE

39

LA EXPERIENCIA EMOCIONAL DEL DUELO EN CASOS DE SUICIDIO

42


PAG. EL DUELO DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

48

RESOLVER LA VIDA CON INTENSIDAD ?

54

PERSPECTIVA MEDICA DEL DUELO

56

LOS GRUPOS DE APOYO EN LA ELABORACION DEL DUELO

60

EVENTOS REMANSO

70


Respaldo de Portada Pag. 3 Pag. 4 Pag. 5 Pag .7 Pag. 9 Pag. 13 Pag. 14 Pag. 15 Pag. 17 Pag. 19 Pag. 20 Pag. 21 Pag. 23 Pag. 25 Pag. 29 Pag. 31 Pag. 33 Pag. 35 Pag. 37 Pag. 40 y 41 Pag. 43 Pag. 45 Pag. 46 Pag. 47 Pag. 49 Pag. 51 Pag. 52 Pag. 53 Pag. 55 Pag. 57 Pag. 58 Pag. 59 Pag. 62 Pag. 63 Pag. 65 Pag. 66 Pag. 67 Pag. 68 Pag. 68 Pag. 72 Pag. 74 Respaldo de Contraportada Contraportada

La Aurora Funeraria La Milagrosa Funeraria San Bartolomé Funeraria La Esperanza Funeraria La Colina Organización San Francisco Funeraria Páez Funeraria San Vicente Funerales del Valle Funeraria Juan Pablo Funeraria y Floristería de la Costa La Esperanza Parque Cementerio Rincón Casa de Funerales Casa Funeraria Baranoa Funeraria Central Funeraria y Parque Cementerio Campos de Paz Inversiones Fúnebres Alvís Rodríguez Ltda. Funeraria Imperial Girasol E.U. Funeraria Santa Marta Funeraria La Asunción Montesacro Funeraria San Antonio Funerales San Martín Funerales La Piedad Funerales Descanso Eterno Servicios Funerarios San Bartolomé Funeraria A. Moya Osorio Funeraria Suroeste Antioqueño Funerales San Agustín LER Servicios Funerales Integrales Inmaculada Concepción Funerales La Ermita Velaciones Santa Cruz del Llano Grupo Obelisco Jardines Las Orquídeas Funeraria Gómez El Divino Rostro Funeraria y Sala de Velación Funerales y Pre-exequial San Martín La Basílica Funerales Funeraria García Funerales y Proexequiales San Martín Funerales San Pedro Disanchez San Nicolás Funeraria San Vicente S.A.



REVISTA REMANSO No. 12 Remanso, Corporación Nacional de Funerarias Cra. 13A No. 43 - 55 Oficina 304 Bogotá, Colombia PBX (57- 1) 701 7310 corporacionremanso@gmail.com Facebook: corpo remanso DIRECCIÓN GENERAL María del Pilar Rojas Bustamante mariadelpilar.remanso@gmail.com JUNTA DIRECTIVA Luís Fernando Arango Madrid Pedro Nel López Forero Néstor Tabares Hernández Jorge Iván Ospina Isaza Siervo Tulio Molano Bautista Jaime Ceballos Ospina Marcia Liliana Monge Rafael Díaz Pedraza Luis Fernando Díaz Ortiz Trinidad Henao Romerín

COLUMNISTAS Diana Liberman Alonso Correa Cataño Noelia Iraida Espinel Victoria Eugenia Díaz Faciolince Paulo Daniel Acero Rodríguez Diana Gisela Ríos Fernández Juan Paulo Cardona Isabel Cristina Arango Cristian Camilo Arbeláez

COLABORADORES Mayra Alejandra Rojas Benítez Natalia Conta Jaramillo Natalia Torres Melo Martha Lucía Urbina DISEÑO Francisco Camacho

Estimada Pilar Después de la grata experiencia en el Congreso de Duelo, no tengo más que agradecerte tu trato, hospitalidad e invitación y por este conducto aprovecho para reconocer la excelente organización del evento, de los detalles en todos sentidos que hicieron del evento lo que fue. De lo agradable que estuvimos durante esos dos días. Te agradezco extender la felicitación a toda tu gente y tu equipo ya que estoy segura que su trabajo de meses se vio reflejado esos días en el Congreso. Por supuesto al señor Arango por su labor y sensibilidad frente al tema y su excelente calidad humana y profesional. Me es muy grato el recuerdo de toda la gente colombiana por su trato cálido. Estoy segura que este camino hacia el servicio a los demás en temas de duelo y muerte no será fácil pero estos foros nos motivan y ayudan para seguir hacia delante. Gracias por ello y hasta pronto. Mil y mil gracias. Claudia Villareal

María del Pilar Estaba pendiente de escribir desde hace varios días pero solo hasta hoy tuve un segundo de respiro! Como sabes me voy a Madrid y estoy en el proceso de cerrar mi vida aquí! Como diríamos en Dharma estoy viviendo una pequeña muerte!!! Igual desde el primer contacto contigo me he sentido muy agradecida y afortunada de conocerte, conocer Remanso y hacer parte del Congreso! Aprendí como no tienes idea! Yo si que viví esa experiencia desde el alma!!! Me voy llena de herramientas y preciosas joyas para enfrentar la vida, el día a día! Mucho más humana ante el dolor y sobre todo con una visión más global, desde el otro lado!!! Admiro tu labor y quedo a tu disposición !!! Un gran abrazo lleno de amor y gratitud. Tais Triviño



SALUDO DE LA DIRECTORA EJECUTIVA No podemos ocultar la alegría e inmensa satisfacción que sentimos en Remanso, toda la familia Remanso -sus corporados, la Junta Directiva, los funcionarios del área administrativa- cuando nos encontramos con el interés que despierta el tema de Atención al Duelo en la comunidad y más, cuando vemos las caras de admiración de los académicos y los profesionales de la salud mental al enterarse que esta tarea está siendo liderada por el sector funerario. Detrás de ello podemos hacer varias lecturas: una de ellas es que los funerarios empezamos a compenetrarnos con la comunidad a la cual nos debemos y empezamos a ofrecer un servicio que además de hacernos mejores como empresa también nos ayuda a ser mejores como “personas”… dejamos ver la sensibilidad que nos caracteriza a pesar de dedicar nuestros días a la tragedia que significa la muerte. Y este sentido de pertenencia a nuestro entorno y sus buenos resultados ha motivado a otros funerarios de Colombia y el exterior a copiar el modelo, lo que en otras palabras llamamos benchmarking. El tema de las Unidades de Duelo va creciendo como bola de nieve, entendidas no como una gran infraestructura sino como el servicio de atención al doliente que podemos prestar sin hacer inversiones importantes pero sí con el sentido de la responsabilidad y profesionalismo que ello requiere. Es un factor diferenciador que hace algunos años sólo tenían algunos pocos y quizá –sin temor a equivocarme- únicamente en Antioquía y siendo más exactos, sólo en Medellín. Hoy por hoy ha tomado tanto interés y tanta fuerza que quien no la tenga va perdiendo; va perdiendo mercado, va perdiendo imagen, va perdiendo terreno, va perdiendo contacto con la gente. Cuando entendamos que la vivencia del ritual de despedida definitiva - el ritual funerario- es fundamental para empezar un buen proceso de duelo, todos volverán a las velaciones, el llanto que se disimula o se reprime detrás de unos lentes oscuros escondiendo el sentimiento, volverá a ser espontáneo y los encuentros familiares para los rezos, novenarios o ceremonias de cada religión o creencia volverán a tomar importancia, es el acompañamiento en los momentos de dolor, es el abrazo que se multiplica cada día por el número de personas que acuden a este ritual. Al hablar de abrazo no olvidemos que es la mejor terapia para el desahogo, es la energía y la fuerza que se transmite, es el hombro donde podemos reposar para descargar una lágrima y el infinito dolor. Un abrazo, Dios los bendiga María del Pilar Rojas Bustamante



Amor, nos hace tan humanos como divinos, nos otorga sentido inmortal. Rabino Sergio Bergman

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Es hora de hablar del

DUELO

Del dolor de la muerte, al amor a la vida Diana Liberman

Diana Liberman nos propone que es hora de hablar del duelo. El libro sobre la muerte que se abre ante tus manos es un desafió para que tus manos inscriban un libro de vida. Diana propone un amoroso, valiente y necesario camino del dolor de la muerte al amor a la vida. Un camino que desde su ciencia terapéutica que despliega con saber profesional, abre espacios de conciencia espiritual en la que no solo comparte contigo como lector la inteligencia del conocimiento del ser social, sino lo que es tanto más valioso, comparte la sabiduría de hacernos humanos en el devenir del duelo. El duelo como experiencia de dolor que aun siendo tan negada, rechazada y no querida, no la hace menos relevante para que sea aceptada, integrada y aprendida como experiencia de humanidad que se articula en el límite entre la vida y la muerte donde siendo finitos, mortales, y concientes abrimos puentes culturales con lo trascendente. El duelo se plantea desde una experiencia existencial de aquello que duele por la perdida que impone la muerte. Duelo del dolor que no puede cesar y que como una sombra siempre contigo estará. Un camino de aceptación en la que no se trata de la resignación sino una resignificación de que hacer con el dolor. Dolor que duele y que carga en la mochila de la vida sobre tus espaldas, un peso inimaginable con el que sentís en el primer instante que no vas a poder ya levantarte ni caminar. El duelo del dolor que pesa tanto, y que por ello todos aquellos que quieren compartir tu peso, te dan su pésame, su vocación de repartir el pesar, para alivianar, aligerar tu carga, tu imposibilidad de transitar. Solo aquel que tiene la experiencia del dolor sabe que el duelo es íntimo y propio, que es necesario el consuelo, pero que la mochila es de uno y que nadie carga con el peso ni el pesar de uno. Necesitamos del aliento, el amoroso apoyo, pero cada uno a su debido tiempo y por caminos que serán tan desconocidos como misteriosos, uno encontrara las fuerzas aun con la sombra del duelo que llevaremos siempre, para ponerse de pie y fortalecer los músculos del espíritu para cargar el peso del dolor y volver a la vida a caminar, por nosotros en el duelo y por ellos en la bendición de sus memorias por las que dedicamos nuestros mejores esfuerzos para continuar la marcha en la vida a pesar del pesar, con el dolor del duelo, pero fundamentalmente con el amor que no muere. La muerte se presenta entonces como una experiencia de vida.

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En este valioso libro podemos recorrer de la cálida mano de Diana un camino para el encuentro con las sensaciones de dolor que desplegamos ante la perdida de seres queridos. Escuchamos también su amorosa voz que dice no solo aquello que viene de la sabiduría de las experiencias de vida de la práctica terapéutica, sino que enriquecido por el conocimiento científico de la academia hace una síntesis en lo que llamo sabiduría universal de la espiritualidad humana. El espíritu del ser humano, es la energía y la potencia que nos permite hacernos y devenir humanos en la construcción cultural y social de sentido. Las tradiciones y religiones han desarrollado en su contribución al acervo de la civilización humana, una rica simbología, rituales, contenidos y tradiciones que han acompañado por generaciones nuestra humanidad. Sin embargo, la muerte tan antigua como nuestra propia existencia humana que es mortal, no deja de ser una irrupción nueva y súbita frente al mundo que hemos construido, principalmente en occidente a partir de la artificialidad de nuestra representación lineal del tiempo y nuestra soberbia ilusión de soberanía del espacio. Sabemos de la muerte, pero al mismo tiempo la negamos. La muerte entonces sabida y negada simultáneamente siempre esta oculta y cuando se nos manifiesta irrumpe, brota, sacude, desarma, desorganiza la lógica y el sentido de un mundo que sin ser real, hemos construido como inmortal, un mundo en el que la muerte no tiene lugar, y por lo tanto su irreverente presencia genera la frustración, la bronca impotencia y rebelión de nuestra razón argumentando las preguntas mas intimas de sentido de la existencia frente a la que la muerte no solo mata al ser que parte, sino que nos mata la razón para toda respuesta y destroza el corazón sin reparación ni enmienda. En la propuesta de Diana Liberman el término resiliencia abre un abordaje hermenéutico y terapéutico para interpretar y guiar un camino hacia la recuperación emocional que no es otra que restituir la integridad espiritual de nuestra experiencia de ser humanos. La muerte es una experiencia de vida. Nos hace humanos en el limite tanto mortal de imponernos como verdad inexorable que lo mas preciado y querido, quienes amamos, parten sin razón destrozando el corazón, y sin justicia desintegrando la linealidad de la razón. Causa y efecto quedan fuera de la lógica en la que vida y muerte son una unidad indivisible, hermanadas en el origen mismo con la única certeza que en lo humano nos hacemos: finitos y mortales, venimos a este mundo y lo único certero es que de este mundo partimos. El paréntesis entre la eternidad de la que venimos y a la que nos dirigimos, es el tiempo otorgado como bendición que llamamos vida, pero que tiene inscripto, encriptado y no siempre decodificado el signo de la muerte que vamos desplegando simultáneamente cuando vivimos. Entendida de esta forma la muerte, ella estará integrada a la vida misma, y aun con nuestros ojos ciegos a su sombra siempre presente, la negaremos reiteradamente hasta que se haga presente con la contundencia de lo irreductible, entonces y solo entonces tendremos en nuestra vida experiencia de la muerte. Para transitar el duelo que la muerte impone, ninguna anticipación teórica disminuye el dolor, ni asegura un camino. No hay atajos, ni recetas, ni consejos sabios que no sean aquellos que ayuden a caminar con dolor en la sombras de la oscuridad del duelo hasta encontrar la luz que no cancela ni el dolor ni la muerte, sino que permite ver su sombra, e integrar en el recuerdo y en la construcción de la memoria aquello que nos hace humanos y al mismo tiempo tan finitos como eternos, el amor, con el que hemos amado y fuimos amados por aquello que lloramos, pero que sus existencias en ese amor que continua no se extinguen totalmente con sus cuerpos.

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El termino psicoanalítico de resiliencia, es en el trabajo espiritual equivalente a hacerse humano frente al dolor que la muerte impone, aceptando que frente al absurdo de la muerte no es la razón para entender el porque sino el corazón para afirmar el amor lo que nos permite responder existencialmente a la perdida con la trascendencia del ser que ya partió. Hay una parte de cada uno de nosotros que muere con los que parten como así también hay una parte de quienes parten que no muere ya que vive en nosotros. Este intercambio de existencias lo hace posible el amor y en este amor se construye la trascendencia. Quienes somos creyentes, le pedimos a Dios que nos ilumine en este camino, pero no es una tarea divina, sino humana, social, cultural, un dedicado trabajo espiritual para hacerlos eternos y transformar la maldición de la muerte como perdida en la bendición del amor construyendo sus memorias.


La recuperación que Diana Liberman propone cuando afirma que es hora de hablar del duelo, es aquella que afirma con valor y coraje, que hablar es poner en palabras aquello que aun sin ser nombrado totalmente nos permite estar comunicados, articulados, conectados en códigos compartidos y aun estando partidos por el dolor y la ausencia de palabra que diga el sentir, arriesgar la palabra como acto de reparación. Una reparación que no es restitución de la pérdida, sino reconstrucción de sentido frente al desconsuelo de la muerte. La perdida no es reparable, el consuelo no llega, y el sentido se ha perdido. La muerte desarraiga toda la existencia y por ello la muerte es una experiencia de vida. La transitan los sobrevivientes ya que quienes mueren entran al misterio de lo que sucede luego de la muerte y este campo del saber ya no es humano ni social, es de la soberanía ya no de lo que sabemos sino de aquello que creemos. así se nos pide frente a la muerte que no nos aferremos a los cuerpos, sino que afirmemos la raíz de nuestras creencias hasta que una suave y silenciosa paz vuelva a nuestro corazón. Pero para afrontar lo que sucede en la experiencia de lo real, las creencias, la cultura, lo social, las ciencias y la conciencia son recursos para reconstruir y reparar el sentido del vivir que la muerte también aparenta destruir. Es frente a la muerte que no solo se revela el absurdo del morir sino que pierde también sentido la vida. En la hermenéutica y la terapéutica que en el libro de Diana Liberman se propone, ni la muerte ni la vida tienen sentido, es nuestro desafió humano y existencial otorgarle sentido tanto a la vida como a la muerte.

Funeraria Páez “ Mas allá de sus exigencias”

Cra. 12 No. 8 - 72 Tel.: (7) 5624814 - 5623477 Cel.: 315 850 5377 funpaez@hotmail.com

Ocaña, Norte de Santander


La acción espiritual de reparación se recorre en los diferentes capítulos del libro presentándonos topologías y casos frente a los distintos tipos de duelo en diferentes circunstancias de muerte y como en cada una de ellas pueden desplegarse estrategias para abordar los tiempos sus duelos y las características especificas de cada uno de estos contextos. Se hace referencia también a los mitos del duelo y sus verdades latentes encontrándose en este punto una confluencia entre lo que las ciencias sociales han desarrollado en sus encuadres sistémicos como terapéutica y las tradiciones espirituales abordan desde sus tradiciones culturales. El entramado que abre el libro es un inicio, una apertura en el tiempo pro la cual muchos nos sentimos llamados a contribuir a una conversación multicultural e interdisciplinaria que nos convoca a diferentes abordajes de aquello que nos hace a todos humanos por el igual, el desafió de integrar la muerte a nuestras vidas y dar una respuesta de sentido trascendente. Es en este punto donde finalizo con mi presentación, ya que es en realidad donde debemos comenzar. Es hora de hablar del duelo. Frente a la experiencia de la muerte tenemos dos opciones, preguntarnos las razones y el porque, sabiendo desde el principio que aun cuando nuestras preguntas fueran contestadas nuestro dolor no cesaría, o bien en lugar de preguntar el porque trabajar el duelo para reparar de las preguntas sin respuestas a una respuesta sin pregunta. Responder a la muerte desde el amor que no muere y desde esta experiencia que nos hace definitivamente humanos. Es cierto con dolor de duelo aprendimos que ser humano es ser mortal, pero también en el duelo descubrimos que ser humanos es amar y ser amados, así se nos devela que la muerte no mata el amor. El amor es la experiencia humana que nos hace eternos viviendo ya no solo en un cuerpo sino en el alma de los demás, por amor venimos a este mundo, por amor aun cuando partamos de este mundo en quienes amamos nos podremos quedar.

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Tomado de la entrevista de Marcos Huanambal a la Dra. Diana Liberman

DUELUM El día que la muerte olvido la guadaña

La psicoterapeuta Diana Liberman desde su centro para la recuperación emocional de la pérdida Duelum, en el barrio de Belgrano, aconseja y responde interrogantes sobre un tema tan delicado como es atravesar un duelo. La seguridad y la claridad de sus palabras se complementan con sus expresiones acogedoras y receptivas. Como respaldo cuenta con 15 años de especialización en el tema y es autora del libro “Es hora de hablar de duelo”. Colaboró desinteresadamente con diversos grupos, entre ellos el de los padres de las víctimas de Cromagnon. Es formadora de terapeutas en el país y coordinadora del Centro Duelum en donde trabaja junto a una colega y una médica psicoterapeuta. No tienen por pacientes a los que no quieren pensar ni emocionarse, ni a los que solo quieren que les pase el dolor, según dice. Tampoco a los terapeutas killer.

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“Como trabajamos con terapias breves, cuando pescamos a los que vienen a decirte: vas a ver que no me vas a poder ayudar... les digo: ¡ya me ganaste!; ¡me ganaste hoy!, no te voy a poder ayudar. Mejor tomate tu tiempo. Son los que triunfan al fracasar”, explica.


Liberman mantiene una línea muy particular en la que, a diferencia de otras terapias en las que hay que cortar el vínculo para seguir adelante, ella dice: ¡no! Y es que tiene otra visión del desapego: Significa que no te podes apegar a las cosas como si fueran objetos tuyos, como una posesión. El amor es otra cosa. “la ausencia está siempre presente”. Nosotros no hablamos de desapegarse del amor. Te tenés que conectar para desconectarte. Y eso es lo paradójico. ¿Si yo quería a esa persona por qué la voy a dejar de querer? ¿Porque no está? Analiza. Tiene experiencia en todo tipo de duelos incluyendo muertes por violencia, padres que perdieron a sus hijos, pérdidas en las que el vínculo era enfermizo, en las formas más variadas. Opina que en otras culturas la muerte no es un tema tabú y goza de otro grado de aceptación. En los grupos está la sensación de que la vida es buena y la muerte es mala. En realidad es una construcción, porque nadie volvió para contarlo. Si vos pensás que el que no está, no está mal, te alivia un montón. Si pensás que la muerte es parte del proceso de vivir, y que estar muerto es lo que le toca a cada uno en algún momento. ¡Me dejó a mí. No te dejo a vos, Se murió! Vos tenés, en todo caso, que aceptar una realidad que si bien crees que es nueva, existía, la conocías. Pero, ¿cómo aplicar una terapia cuando alguien esta hipnotizado por el dolor y la pérdida? Cuando vos perdés a alguien, el dolor y la persona que perdiste están pegados. Dejar el dolor es dejar al otro. El primer vínculo que tenés con una persona que querías y no está es el dolor. Al principio lo que quiere la persona es recuperar lo que perdió. No quiere nada más. Por eso fallan tantas terapias que no se especializan en el tema. Eso se tiene que legalizar lo más claro: yo sé que lo que vos querés es a Pepe, pero yo no te lo puedo devolver. Podemos charlar pero vos en este momento lo que querés es eso. Y todo lo que se dice en el acompañamiento tiene que tener el sentido de la oportunidad. Lo que te digo en la sesión 10, no te lo puedo decir en la 1. El trabajo es: “transformar el dolor en amor”. En realidad la ecuación es amor - dolor - amor. Si vos tenés amor por alguien y lo perdés sentís dolor. Hay gente que se queda en ese lugar. Luego sigue amar en ausencia. Sería: lo amo en presencia, me duele porque no lo tengo y no me conforma nada. Hago el proceso de duelo y la culminación es vuelvo a amarlo “a pesar de” el enojo y de todas la cosas negativas que se atravesaron. Es un proceso que para que madure, trabajándolo, tarda de uno a dos años. El tiempo en el duelo es neutral. El tiempo pasa. Mientras alguien está llorando su pérdida la vida sigue. Si vos te quedas en una situación de parálisis o negatividad, el dolor en vez de aquietarse, aumenta.


-¿La mayoría de las personas atraviesan ese proceso solas, como pueden, que opinión tenés al respecto? Hay mucha gente que no pide ayuda, y las situaciones son muy diversas. Mucha de esa gente que se pone bien, porque tiene recursos y un grupo que la apoya. Hay gente que viene acá y me dice “ay… no sabia qué hacer, entonces prendí una velita y le puse una foto y empecé a hablarle”, y yo les digo: espectacular! Porque eso tiene que ver con un buen vínculo y un buen proceso automático. Hay gente que se suicida que sería lo peor. La situación más complicada de un duelo es que la elaboración termine en la muerte del deudo. Una persona también puede tener un duelo crónico, puede enfermarse porque como no puede canalizar el dolor, entonces lo hace en el cuerpo. Yo no he visto a nadie de los que estuvimos acompañando en un proceso de duelo y que luego se enferme. ¿Cuándo es mas oportuno encarar una terapia? Sabemos que cuanto antes le das un buen cause a tus emociones es mejor. Cuando ese dolor es vivido en tiempo y forma, hay toda una red social que sostiene al deudo. Si no queda fuera de tiempo. Porque cuando el deudo ya está “bien”, los demás siguen con su vida y después es muy difícil acompañarlo. Hay gente que dice: no... Hay que esperar, ¿Qué hay que esperar?. Está la persona que es muy omnipotente y dice: yo puedo... y está bien que se lo plantee. Hay que ver cuánto tiempo se lo plantea y si lo que plantea es de verdad; o se adapta a una situación en la que es imposible estar adaptado. El dolor no se esfuma. A algún lado vá, o lo sacás o lo guardás.

¿Cómo ves el nivel de conocimiento del proceso de duelo es la sociedad? Pasa que el conocimiento racional de un hecho es totalmente distinto al conocimiento emocional. Yo me enteré que pasó esto pero no lo procesé. Un proceso puede tardar 2 años y el otro tal vez tardó 10 minutos. Por eso cada pérdida y su proceso depende de muchas variables y está muy ligada no sólo al vínculo que había, sino a la personalidad e historia de la persona antes de la pérdidas. Hay gente que supera situaciones súper violentas, se recupera, puede continuar su vida en una forma creativa y hay gente a la que se le cae el vaso de leche y le agarra un ataque.

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Otra situación muy interesante es la “resiliencia” que ahora está con mucho desarrollo. Donde se ve que hay por ejemplo chicos que han sido muy carenciados y han tenido una vida con un montón de perdidas; resulta que están mejor capitalizados para aceptar una nueva pérdida que uno que no las ha tenido. No todos son resilientes. Pero la resiliencia dice que con los golpes uno se hace más fuerte. Las situaciones son mejor procesadas. ¿Qué relación tienen con la espiritualidad y lo creativo como terapéutico? Yo no trabajo con la gente haciendo reuniones espirituales. Yo tengo un grupo trabajando en duelo con psicoterapia clásica sistémica. Yo no hago psicoanálisis. Pero se cruzan cosas espirituales y hablamos de cosas que la muerte trae como tema. Nosotros tenemos una línea donde si un paciente dice: ya estoy mejor, me drogo, tomo alcohol 2 litros por día y estoy mejor; lo enviamos a un psiquiatra que lo medique. Pero si no todo lo que haga una persona para estar bien, aunque yo no lo haga, bárbaro. Que yo no lo haga no significa que a vos no te sirva. Con el arte pasa que si por ejemplo alguien era un artista plástico y sufre una pérdida, en general – no siempre es así- no puede seguir pintando y la mejoría es cuando puede volver a pintar. ¿Cuanto más se puede complicar la elaboración a una persona muy estructurada? Hay personas para las que cualquier cosa que se mueva en un lugar es un caos. Pero hay situaciones de vida que rompen las leyes y son una oportunidad para: uno aceptar la pérdida y otra para hacer un cambio como persona. Porque esas personas tienen 2 opciones: o siguen agarrados a la estructura y no se bajan; o se bajan para ver qué pasa fuera de la estructura. Y cuando se bajan se dan cuenta que la vida fuera de la estructura es más relajada y “compran” eso nuevo. Por eso decimos que la crisis puede ser una oportunidad de crecimiento ya que mucha gente “se hizo mejor persona después de la pérdida”. Es como decir: “si no cambias en ésta, no cambias más” -Hay gente que dice: bueno lo acepto, pero no podría haber sido un año más, 2 años más...


Eso le pasa a la persona que esta por morir y lo sabe y le pasa a la persona que queda. Eso está porque en el juego de aceptar la pérdida se juega la omnipotencia y la impotencia. La omnipotencia es: yo podría haber hecho todo para que esto no sucediera. Y la impotencia es: me siento mal porque yo no pude hacer nada, si yo no pude salvar la vida de... no puedo nada…se siente culpa. Y lo que hay que trabajar es llegar a la potencia. El: “yo puedo todo o no puedo nada, ¡no! Ni podes todo ni podes nada...unas cosas podes y otras no”. Hay gente que dice: ¿si lo hubiese llevado a otro médico se hubiese curado y les digo: lo que vos decís es incomprobable... no es mejor pensar que hiciste lo máximo que pudiste y que lo máximo no fue suficiente? Recuerdo el caso de una amiga que me decía que hubiese preferido que la muerte se lleve al padre aunque la relación era buena, que a la madre, que era la que más quería. Ese pensamiento es muy cruel pero en general lo tienen los padres que perdieron hijos. Y eso lo percibe el que queda. Acá hay que trabajar la omnipotencia porque obviamente que no puede hacerlo. Pero pensar que podría…. “La creencia de que esto es negociable” son momentos donde uno no entiende que hay cosas que no las puede definir uno. Todo lo que da incertidumbre e impotencia hace que la autoestima decaiga totalmente. Esta ligado a pensamientos como: que hice de malo... asociarlo a te portas bien te van a pasar cosas bárbaras. Te portaste mal te pasa algo terrible. Que la muerte se meta donde quiera y no te pida permiso genera mucho enojo y tristeza. Tristeza y enojo son 2 caras de la misma moneda. ¿Cuándo es el momento para perderlo? ¡Jamás! ¿Si a vos te dijeran cuándo querés perder un ser querido? Y… ¡nunca! O en todo caso lo mas tarde que sea... no es tanto que sucedió cuando uno no lo esperaba… uno no quería que suceda. Y cuando ocurrió uno dice: ¿y por qué ahora? Pero en realidad, lo que uno quería es que no suceda. ¿Y por qué no ahora? preguntaría yo. ¡¿Por qué no ahora?!

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DUELO que no se ritualiza se complica El porqué, para que y a quien ayuda el ritual funerario.

“El decaimiento de las estructuras rituales funerarias acerca nuestra sociedad moderna a la barbarie” R.D.B Por: Alonso Correa Cataño. Gerente Mercadeo Funeraria San Vicente.

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CASA FUNERARIA

BARANOA

En otro momento se hablaba del hombre de Neanderthal y en este artículo es necesario volver sobre el aporte de nuestro ancestro ya que fue un ser interesante por muchos aspectos, entre ellos se destaca que ya cuidaba a los ancianos, formó estructuras sociales y practicaba curaciones en huesos fracturados; pero el rasgo que lo ha destacado es su capacidad de ritualización fúnebre, este homínido inició la práctica de sepultar a los muertos, con unos componentes materiales especiales: una cama de flores y objetos cotidianos. En la zona francesa de La Ferrassie los arqueólogos hallaron una tumba que contaba con una piedra tallada en forma de cazuela de las usadas para la alimentación. Y en Shanidar, en el Kurdistan iraquí, descubrieron una sepultura en la que se habían depositado claveles, jacintos y malvas, como en las exequias actuales. Los especialistas consideran que aquello que llevo al Neanderthal a sepultar a su ser querido fue lo que se conoce como el segundo y tercer miedo: miedo a la muerte del otro y miedo a que los muertos regresen. Estas dos manifestaciones se unen para generar el ritual, pues el miedo a la muerte del otro se materializa en el cadáver que se descompone y que debe ser correctamente dispuesto para exorcizar la contaminación que genera, desde lo biológico y desde lo simbólico; el miedo a que los muertos regresen se ve contrarrestado con los elementos materiales para mantenerlo a raya y evitar que perturbe el mundo cotidiano.

Calle 16 No. 19 - 101 (5) 878 9686 313 574 5626 fbaranoa.remanso@gmail.com

BARANOA


Sin ser consciente de lo que hacía, el Neanderthal estaba inaugurando el oficio funerario y la intervención en el duelo, en ese momento se partía la historia de la humanidad en Antes de la Conciencia de Muerte y Después de la Conciencia de Muerte. La inhumación empieza, entonces, hace unos 300.000 años y desde este mismo momento el ser humano no se ha detenido en el que se debe considerar el oficio más antiguo de la historia: los sagrados menesteres del ritual funerario.

En la actualidad el ritual agoniza, está amenazado por un no sentido de la muerte entre la sociedad occidental, que se autoproclama moderna, pero que en realidad lo único que busca es no enfrentar la realidad de morir cara a cara; el recurso es el de la desritualización y las consecuencias se exteriorizan en la no elaboración del duelo, por lo tanto estamos hablando de un problema de salud pública, nos referimos a un tema que es asumido por los funerarios desde tiempos ancestrales en beneficio de la comunidad. Somos seres rituales y marcamos nuestros ciclos vitales por medio de ceremonias que acentúan un cambio de status; este cambio es no solo para un individuo sino también para quienes le rodean que se ven afectados de una u otra forma. Los rituales ayudan porque están cargados de símbolos y los símbolos son un lenguaje eficaz que llega al subconsciente, el mensaje es apaciguador, tranquilizador, paliativo, sereno y esperanzador, para el caso del duelo. Un funeral está cargado de solemnidad, orden, respeto y significado porque precisamente transmite el mensaje de pérdida, separación y aniquilación de un individuo, un status, una relación y una biografía individual y colectiva. El papel del ritual funerario es el de servir de elemento paliativo para el duelo, mediante los elementos de eficacia simbólica que dan sentido al antes, durante y después que constituyen la columna vertebral de la construcción ritualistica. Al conjunto de elementos materiales e inmateriales que componen el ritual funerario se denomina funebria y constituyen una categoría especial del análisis simbólico ya que cada elemento es especifico y no tiene aplicación en otra área de las conmemoraciones sociales, además de estar dotado de un sentido enfocado a la mitigación del dolor para la continuación de la existencia de los sobrevivientes.

LAS UNIDADES DE DUELO EN EL TIEMPO DE HOY En la época actual el duelo ha sido tratado de forma especial por las condiciones excepcionales en las cuales se producen las muertes, ya no solo se habla del ritual sino que se le agrega el componente de la Unidad de Duelo, como una ayudantía para el sobreviviente. La primera fase del trabajo del duelo la ejecuta la funeraria por medio del dispositivo ritual y posteriormente la Unidad de Duelo interviene para reforzar el mensaje del ritual de separación. Las Unidades de Duelo son la materialización de la vocación de servicio que caracteriza al funerario, ya que van más allá de la mera responsabilidad de la disposición final del cuerpo; se entiende que el sobreviviente está afectado, que el ritual ha servido, pero que falta más y eso es lo que se ofrece a quien llamamos enduelado, palabra que no existe en el diccionario pero que define de manera exacta la condición de quien ha perdido a un ser querido, esta condición lo sitúa en un escalafón de vulnerabilidad frente al resto de la población, lo lleva a un lugar al cual no quisiera haber ido nunca. Si hacemos una analogía podemos decir que el doliente es uno de los 33 mineros atrapados en la oscuridad de un agujero del desierto chileno: hay ira, dolor, desconcierto, desconsuelo, tristeza, abatimiento, miedo e impotencia; entonces la Unidad de Duelo es la capsula que baja y los trae de vuelta a la vida cotidiana, los pasa de la oscuridad a la luz.

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Los beneficios de la Unidad de Duelo son tripartitos: el doliente pasa a ser paciente y luego adoptante en recuperación, la funeraria muestra su espíritu altruista y el facilitador del proceso de recuperación, una satisfacción de connotaciones casi espirituales, como afirma un colega norteamericano: “No es tan difícil enterrar un cuerpo, lo que es más que difícil pero posible, es ayudar a una persona a enterrar sus penas.” Aparte de todo lo anterior las Unidades de Duelo son un elemento poderoso en el mercadeo emocional, aunque no fueron creadas ni son elementos estratégicos de mercadeo, su efecto es innegable en el público objetivo en la decisión de compra , ya que seducen, enamoran, fidelizan, crean lealtad y necesidad. Por eso las Unidades de Duelo son el eslabón perfecto en la cadena de la excelencia del servicio funerario.

“La mayor recompensa de nuestra labor no es lo que nos pagan por ella, sino aquello en lo que nos convierte”

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Por Noelia Iraida Espinel Cรกrdenas

EL DUELO y la asistencia psicolรณgica Una responsabilidad social que marca diferencia

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En la constante transformación de la forma en que las emociones son asimiladas por el ser humano, lo que antes era importante hoy quizás ya no lo es y el valor del tiempo ha adquirido un nuevo eje representativo; el hombre de hoy ante la muerte no es tan distinto al de hace siglo atrás, el sentimiento es el mismo, pero la forma de representarlo, asimilarlo y exteriorizarlo es diferente. El mundo de hoy corre a prisa y pareciera que ya no queda tiempo para llorar, para sentir y muchas personas en su afán de solventar la pérdida de un ser querido escogen diferentes salidas: abstraer el dolor, descargarlo con sustancias o rencor, entre otras tantas maneras de sobrellevar la pérdida; dentro de ese contexto la intervención psicológica en los momentos de crisis se ha hecho aún más valiosa, como una condición para brindar estabilidad emocional y equilibrio personal a quienes de otra forma podrían dejarse llevar por el sufrimiento y afligirse constantemente a sí mismos y a los demás. La Organización San Francisco, es un grupo empresarial que siempre se ha caracterizado por la cercanía a sus procesos hacia la comunidad, brindando siempre un servicio de alta calidad en todas sus cedes, con los más altos estándares de atención, es por ello que sus líderes, propietarios y gestores, preocupados por el bienestar de la comunidad boyacense, han consolidado la Unidad de Atención al Duelo, con personal capacitado, formando a todo su recurso humano en Primeros Auxilios Psicológicos para ofrecerlo en el momento oportuno; de igual forma se mantiene la continuidad de un proceso de ayuda para que quienes en ese lapso cumbre de crisis, como lo es la pérdida de un ser querido, encuentren una verdadera mano amiga, tal como reza el eslogan de Funeraria San Francisco, convirtiendo este servicio en su programa de Responsabilidad Social y erigiéndolo como un modelo a seguir.

Impacto de esta ayuda en la comunidad: “En las situaciones de duelo , que a diario vivimos, muchas personas necesitan de una intervención urgente que les ofrezca unos “primeros auxilios psicológicos”, y/o la Intervención en Crisis, puesto que es el proceso que sirve para ayudar a una persona, familia o grupo, a aceptar un hecho traumático, de modo que la probabilidad de efectos debilitantes (estigmas emocionales o daño físico) se minimice y la probabilidad de crecimiento (nuevas habilidades, perspectivas y opciones en la vida) se maximice”. Este valor agregado simbolizado en el apoyo psicológico ha tenido efectos realmente concluyentes; dentro de las experiencias significativas están las consultas personalizadas, las terapias con familias, grupos de apoyo, charlas preventivas y de sensibilización en colegios y empresas públicas y privadas, entidades de socorro como los Bomberos, invitando a la detección y prevención del suicidio y a la atención inmediata de casos que requieran una atención al duelo, en cualquiera de sus manifestaciones. La Oficina de Atención al Duelo, ha tenido gran acogida debido a que es la única ORGANIZACION que presta este servicio en el departamento de Boyacá, trayendo un aumento en el sentido de pertenencia de los usuarios y la comunidad con la Organización y sus distintas dependencias, y ha generado un incremento en el cuerpo social de afiliados que acoge Servicios Funerales Integrales San Francisco. “Teniendo en cuenta el objetivo del programa se sensibiliza al doliente a dar pasos concretos hacia el afrontamiento de la crisis, incluyendo el manejo adecuado de los sentimientos y el control de los componentes subjetivos de la situación, la recuperación de su nivel de funcionamiento emocional equilibrado, que tenía antes del incidente que precipitó la crisis, y potencializar su capacidad creativa para superar el momento crítico” (Worden). Aunque la mayoría de las personas afligidas se recuperan de sus pérdidas sin ninguna asistencia profesional, el conocimiento de las fases del duelo, con sus manifestaciones particulares, posibilita que pueda prestarse la ayuda idónea, facilitar su congoja, identificar sus reacciones y poner en marcha de forma precoz, distintas estrategias para disminuir la probabilidad de complicaciones futuras o patrones disfuncionales.

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Algunas personas encontrarán consuelo acudiendo a su consejero espiritual de confianza, a sus amigos, al ejercicio físico o aumentando sus horas de trabajo diario; para otros podrá ser útil estar en un grupo de ayuda mutua o acudir a los especialistas en duelo. El alcohol o las drogas no son la forma más sana o apropiada de encontrar consuelo; esto solo añade más problemas y prolonga el proceso. De allí la importancia de este tipo de asesorías desde la Organización San Francisco. A continuación se plantean cuatro etapas del proceso de Primeros Auxilios Psicológicos que pueden ser brindadas en el momento requerido: 1. Realización del contacto psicológico: Es importante la empatía o "sintonización" con los sentimientos de una persona durante una crisis. La tarea primaria es escuchar cómo la persona en crisis visualiza la situación y se comunica cualquiera que sea el entendimiento que surja. 2. Analizar las dimensiones del problema: La indagación se enfoca a tres áreas: pasado inmediato, presente y futuro inmediato. “El pasado inmediato remite a los acontecimientos que condujeron al estado de crisis. La indagación acerca de la situación presente implica las preguntas de "quién, qué, dónde, cuándo, cómo"; se requiere saber quién está implicado, qué pasó, cuando, etc. El futuro inmediato se enfoca hacia cuáles son las eventuales dificultades para la persona y su familia”. 3. Sondear las posibles soluciones: Se refiere a identificación de un rango de soluciones alternativas tanto para las necesidades inmediatas como para las que pueden dejarse para después, identificadas de manera previa. 4. Asistir en la ejecución de pasos concretos: Ayudar a la persona a ejecutar alguna acción concreta, para tratar con la crisis por ejemplo: exteriorizar con palabras escritas o verbales sus emociones y sentimientos. Es realmente importante no dejar a un lado los seguimientos para verificar el progreso; esto implica el extraer información. El seguimiento puede suceder mediante un encuentro cara a cara o por teléfono. El objetivo es ante todo completar el circuito de retroalimentación, o determinar si se lograron o no las metas de los primeros auxilios psicológicos: el suministro de apoyo, reducción de la mortalidad y cumplimiento del enlace con fuentes de apoyo.

Cyrus M. Copeland expresó: “Un gran epitafio es tanto arte como arquitectura – un puente entre la memoria entre los vivos y los que ya no están, entre la memoria y la eternidad” La invitación de Copeland es sin lugar a dudas que los epitafios sean una despedida no traumática y que la manera de decir adiós sea lo más apacible que se pueda, para que así la aflicción no sea una eterna carga. Ese es el objetivo de la Organización San francisco y su Unidad de Atención al Duelo, brindar la ayuda necesaria y prevenir el duelo infinito potenciando la posibilidad del manejo de las emociones para así afectar a la comunidad de manera positiva, convirtiendo un hecho de crisis en un instante para el autoconocimiento y para la reflexión.

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FERNANDO SÁNCHEZ TULLA Director de Marketing de Grupo Mémora www.memora.es

Del trabajo psíquico del

DUELO

a la dimensión social de su elaboración El duelo como trabajo psíquico

Victoria Eugenia Díaz Facio Lince Psicóloga, Magíster en Ciencias Sociales Profesora Universidad de Antioquia Medellín, Colombia

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El duelo fue definido por Sigmund Freud en su escrito “Duelo y melancolía” como la reacción emocional ante la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente, como la libertad o un ideal. De esta definición se deriva que el duelo emerge no sólo tras la pérdida definitiva del ser amado, sino de todo aquello que ha sido significativo para el sujeto. Es éste un proceso que moviliza una serie de procesos psíquicos, somáticos y culturales necesarios para el curso de su elaboración: sentimientos como la tristeza, la rabia, la culpa; efectos físicos como la inapetencia o el insomnio; crisis en el entorno familiar y social, son manifestaciones que comúnmente se encuentran en el doliente. La teoría psicoanalítica propone la noción de “trabajo de duelo” y lo define como un proceso, no como un estado, cuyo curso es fluctuante y depende de la labor que hace el psiquismo para tramitar la pérdida. Así, el sujeto en duelo debe realizar una serie de movimientos, muchas veces de forma inconsciente, para elaborar la pérdida. Esto se opone a la creencia general de que es el tiempo el que cura el dolor. El tiempo es un factor importante en el proceso de elaboración pero no basta para que éste se movilice.


INVERSIONES FUNEBRES

ALVIS RODRIGUEZ Ltda. En relación con los movimientos del trabajo de duelo, Freud sitúa un primer momento donde la prueba de realidad le informa al sujeto que su objeto amado ya no existe y le demanda la renuncia a él; esta prueba puede ser material cuando, tras la muerte, el cadáver del ser querido se convierte en dato irrefutable de la pérdida. Sin embargo, la prueba no es siempre material, lo que se constata en casos de pérdidas menos tangibles como las de un ideal o una relación amorosa en donde, de igual forma, el sujeto se ve exigido a aceptar que su objeto amado ya no está para él y debe renunciar a los vínculos que los ligaban. Ante la prueba de realidad, el sujeto usualmente responde con la negación pues se resiste a aceptar la verdad de la pérdida. Durante la negación hay un mantenimiento de la esperanza del reencuentro con lo perdido: el doliente cree encontrarlo en cualquier lugar, espera sin saberlo la llamada del amado que ha muerto, se descubre anhelando su regreso. En los casos de separación amorosa esta negación puede ser más fuerte porque el objeto está presente en la realidad material y su presencia dificulta asumirlo como perdido de forma definitiva.

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En un segundo movimiento, posterior a la negación, empieza el doliente a aceptar la realidad, a asumir la renuncia al objeto amado, lo que implica un gran gasto de tiempo, de energía psíquica y de sentimientos dolorosos. Este proceso produce una inhibición del yo que genera múltiples manifestaciones, como la falta de energía y la inmensa tristeza, y empuja al doliente a tramitar los afectos que la pérdida le produce; por esto habla y llora su dolor, su rabia, su culpa, su anhelo, en un intento de recuperarse del vacío dejado por el otro. Durante este movimiento perdura la existencia psíquica del objeto amado y se va transformando la relación con él; cada recuerdo, cada esperanza, cada lugar o representación que enlazan al sujeto con el objeto se sobrecarga de afecto y se hace de cada uno de ellos un duelo particular. Esto significa que el duelo no sólo se hace al objeto concreto, sino a todo aquello que lo evoque: los lugares, las fechas, los momentos significativos…

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En el movimiento final hay una transformación del vínculo con el objeto, un consentimiento con su pérdida, que no conduce al olvido o al desamor, sino a una resignificación de la relación que se tenía con él lo que le permite al doliente, progresivamente, vincularse nuevamente con la vida.

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Pero hay otras respuestas posibles ante la pérdida de lo amado: a veces, tras la pérdida, lo que aparecen son respuestas de angustia o de dolor. La angustia se despierta ante la amenaza de la pérdida del objeto y el dolor se produce por la carga insatisfecha de anhelo generada tras una pérdida consumada. Siempre que hay duelo, entonces, hay dolor por la carga de anhelo; pero no necesariamente ocurre lo contrario: a veces se vive un gran dolor sin que ello implique que se haga un proceso de duelo. En esta vertiente, la carga de anhelo puede convertirse en el principal contenido del vínculo del sujeto con el objeto y el dolor se afianza como forma de conservar el lazo con él; por ello, renunciar al dolor implicaría perder el vínculo, cortar el lazo con lo perdido. De esta forma, encontramos que la confrontación del sujeto con el vacío que deja en su vida la pérdida del otro implica una elección entre permanecer aferrado al dolor como última forma de amar o apostar por una nueva posición que sea compatible con la vida.

La dimensión social del duelo Pero el duelo no es únicamente el trabajo intrapsíquico en el cual está concernido el sujeto que ha perdido a alguien o algo amado; se emplea el concepto de duelo para referirse también a los procesos sociales que acompañan a los individuos y a las comunidades afectados por la pérdida y que son fundamentales para la tramitación del dolor. Las psicoanalistas argentinas Rousseaux y Santacruz afirman: “El duelo es un reacción afectiva que se produce ante la muerte de un ser querido […] e incluye tanto el aspecto penoso del dolor y sus expresiones […] como los ritos funerarios, que son el modo en que lo público está presente en el duelo”. Estas autoras enfatizan que la inscripción pública del dolor es condición misma del proceso de elaboración y proponen la dimensión social del duelo a partir de un recurso simbólico esencial, el ritual, como acto público que aporta a la resolución del duelo tanto de los individuos como de las sociedades. El antropólogo Louis-Vincent Thomas plantea que todas las sociedades humanas han realizado diferentes formas de ritualización de la muerte y propone que el rito funerario coincide con la aparición misma de la humanidad. El autor define estos ritos como "los comportamientos variados que reflejan los afectos más profundos y supuestamente guían al difunto en su destino post mortem; tienen como objetivo fundamental superar la angustia de muerte de los sobrevivientes". Plantea que el culto social a los muertos cumple una doble finalidad, una de ellas manifiesta y la otra latente: en el plano manifiesto se realiza el rito con el fin de aportar simbólicamente al muerto mediante ciertas acciones que varían en las distintas culturas y que asignan al difunto un lugar y una función que sea benéfica para el grupo; en el discurso latente, el ritual tiene como objetivo la cicatrización de la herida de los sobrevivientes, movilizando a la comunidad alrededor de quienes han sufrido la pérdida.

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La función que Thomas atribuye al ritual coincide con la meta que Freud propone para el trabajo de duelo. Plantea el antropólogo que "su función fundamental, tal vez inconfesada, es la de curar y prevenir, función que por otra parte presenta múltiples aspectos: aliviar el sentimiento de culpa, tranquilizar, consolar, revitalizar". Así los rituales, apoyados en los símbolos determinados por cada cultura, oscilan en dos direcciones: por un lado están todos los actos que tienen que ver con el arreglo y el destino del muerto; por otra parte, se orientan a una serie de acciones más o menos estereotipadas que, dirigidas a los dolientes y a la comunidad, buscan organizar la experiencia del duelo. En esta vertiente, el culto a los muertos instala el sufrimiento de los individuos en la escena pública y cumple importantes funciones de solidaridad y de cohesión social a través de la participación colectiva en los rituales fúnebres. Vemos entonces que la dimensión social del duelo moviliza el trabajo que los individuos y las comunidades deben realizar tras la pérdida del ser amado: facilitan la aceptación de la pérdida y la despedida; cumplen con la función de permitir la expresión del dolor y suscitar la solidaridad y el acompañamiento de la comunidad, brindan al doliente y al grupo un tiempo y un espacio necesarios para reubicarse en un mundo donde falta el ser amado, y permiten la reintegración de los individuos y las comunidades después de haber realizado el doloroso proceso de elaboración. El duelo encuentra entonces en los rituales una vía simbólica propicia para el proceso de la elaboración de los diversos afectos que la pérdida de los seres amados impone.


Pero si las costumbres y rituales funerarios de todos los tiempos han ayudado a las comunidades heridas por la pérdida y les han permitido una vía simbólica para la elaboración de su dolor, la supresión de las manifestaciones públicas que acompañan al duelo, dice Thomas, “conduce a una tensión insoportable que multiplica las depresiones entre aquellos que han sido tocados por la muerte del ser querido, reprimiéndose toda posibilidad de una expresión liberadora del sufrimiento”. La supresión de la ritualización del duelo obedece a lo que el historiador francés Philippe Aries llamó “la muerte prohibida” que se refiere a cómo en el discurso de la Modernidad, regido por el sistema capitalista y por la ciencia positivista que busca la inmortalidad del cuerpo, la muerte aparece como el principal interdicto. La negación contemporánea de la muerte se despliega para atacar todo lo que la insinúe, como el duelo, que prohibido, desmitificado y desritualizado, se torna clandestino. Así, los rituales de duelo tienden a desaparecer o a simplificarse, a la neutralidad en la expresión de las emociones, a la relegación del difunto en beneficio de la comodidad del vivo. Se exige ahora la ocultación de lo que antes era obligatorio exponer por lo que el doliente tiene que mostrarse valiente para que la productividad y el bienestar no se vean interrumpidos por causa de la muerte. Pero la prohibición que se cierne sobre las manifestaciones de dolor y la desritualización progresiva de la muerte, no es consecuencia de la indiferencia o la insensibilidad de los dolientes; por el contrario, éstos sufren profundamente y pueden tardar largo tiempo en rehacer su vida. Esto permite concluir que las costumbres rituales de todos los tiempos protegían al hombre herido por la muerte del ser amado y le posibilitaban una vía simbólica para la elaboración de su dolor. Por su parte, la supresión de las manifestaciones que acompañan al duelo “conducen a una tensión insoportable que multiplica las depresiones entre aquellos que han sido tocados por la muerte del ser querido, reprimiéndose toda la posibilidad de una expresión liberadora del sufrimiento” Al respecto Aries, citando a Geoffrey Gorer, se pregunta si gran parte de la patología social contemporánea tiene su origen en el destierro que se ha hecho de la muerte fuera de la vida cotidiana y en la interdicción del duelo y del derecho a llorar a los muertos.

Bibliografía:

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ARIES, Philippe, La muerte en occidente, Barcelona, Argos Vergara, 1982. BLAIR, Elsa, “La dimensión social del duelo o del registro público de tramitación de la muerte”, en Memorias del II Encuentro sobre atención en duelo, Medellín, Cátedra Fernando Zambrano, 2002 Díaz, Victoria, “Del duelo ritualizado al destierro del dolor”, en Revista Utopía Siglo XXI, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Antioquia, vol. 1, Nº 5 junio de 2000. FREUD, Sigmund, "Duelo y Melancolía" en Obras Competas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1981 THOMAS, Louis-Vincent, La muerte. Una lectura cultural, Barcelona, Paidós, 1991.


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La Reanimación Psicológica del

Duelo

un proceso para sanar el alma herida

Paulo Daniel Acero Rodríguez Psicólogo, experto en Duelo y Trauma, Resiliencia y Crecimiento Postraumático Contacto: paulodanielacero@gmail.com

Autores como Bowlby (1983) y Worden (1997) proponen que el afrontamiento de las dificultades que la pérdida de un ser querido altamente significativo a nivel emocional representa, sobre todo si esta se produce de manera repentina o violenta, implican que las personas afectadas deban realizar una serie de tareas que constituyen el trabajo o proceso de duelo. Estas personas requerirán que se les provea de un apoyo psicoterapéutico con características especiales, que en nuestros libros Ante las Penas de la Vida y Del Dolor a la Esperanza, publicados por la editorial San Pablo, hemos denominado Reanimación Psicológica. Cuando se habla de Reanimación Psicológica, no nos referimos al simple hecho de intentar “subir el ánimo” a las personas entristecidas por la pérdida, sino al reconocimiento de que, dado que quien vive la experiencia de la muerte de un ser querido, siente que el mismo ha perdido el sentido de su vida y que su alma (“anima” en el griego) está en una especie de agonía, por lo que se requiere de un proceso de intervención similar al que necesita una persona que ha sufrido un paro cardiorespiratorio.

SOBRE EL PROCESO DE DUELO

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Cuando sucede la muerte de un ser querido y, en consecuencia una situación de duelo, la totalidad de las personas afectadas experimentan, como reacción a las pérdidas que de la muerte se derivan, (vidas humanas, materiales, relacionales, etc) un proceso de duelo que requerirá una intervención desde la psicología, la cual permitirá iniciar el proceso de elaboración para restablecer el equilibrio emocional.


Worden propone que en ese proceso de elaboración del duelo, los afectados deben concentrarse en el cumplimento de 4 tareas: 1. Confrontarse y Aceptar la realidad de la pérdida. 2. Reconocer y experimentar las emociones que surgen tras la pérdida. 3. Adaptarse a la vida sin la presencia de las personas o cosas que se perdieron. 4. Reinvertir las energías emocionales en un nuevo proyecto de vida que lleve a las persona a concentrarse en la vida y en los vivos.

Protección exequial.

Si la persona enfrentada a una situación de violencia y guerra no se permite la realización de estas tareas, o no recibe la atención profesional que posibilite su cumplimiento con certeza se encontrará inmersa en situaciones de tipo patológico como una depresión.

LA REANIMACIÓN PSICOLÓGICA COMO MODELO PARA AFRONTAR EL DUELO Se ha considerado que para el contexto Colombiano, seguir el Modelo del proceso de Duelo es la manera más pertinente y útil para superar las pérdidas, por cuanto bajo esta orientación teórica y terapéutica se está considerando que las reacciones de duelo son una experiencia normal que presentan los individuos ante el acontecimiento doloroso de la pérdida de alguien o algo muy significativo emocionalmente y la necesidad de realizar las tareas de duelo harían necesaria la participación de la “víctima”, mientras que, en el modelo de “trauma” se asimila al sujeto en duelo como un enfermo que no deja de evocar la condición de paciente (pasivo). Quizá sea esta una de las razones por las cuales el trabajo con estas poblaciones se torne lento, largo y con muy pocos resultados positivos en el tiempo. (En la práctica particular no es raro encontrarse casos que tras 3,5,7 e inclusive 11 años de haber sufrido la pérdida, aún no han restablecido el equilibrio psicoemocional y transitan de consultorio en consultorio - en el mejor de los casos- esperando que el profesional los “cure”). Adicionalmente el adoptar el modelo de trabajo de duelo coloca al Terapeuta en una situación en la que el trabajo no se restringirá a una única pérdida (la última) sino que implicará un proceso en el que se afronten diversas pérdidas a las cuales no se les ha hecho frente, pues dejará, en evidencia posibles pérdidas anteriores no resueltas que se constituyen en sí mismas como obstáculos para resolver las más recientes. Por otra parte, el modelo de proceso de duelo concebido bajo la propuesta de tareas da la posibilidad de situar y entender la función de distintos elementos (recursos psicológicos, entorno interpersonal, contexto cultural, social, etc) a lo largo de un proceso y es una herramienta preferente para estructurar intervenciones en poblaciones afectadas por eventos de violencia y guerra.

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NECESIDADES DE LOS SUPERVIVIENTES DE UNA SITUACIÓN DE DUELO Calderón Ocampo, en concordancia a lo propuesto por Bowlby, señala los siguientes aspectos como los principales que requiere una persona involucrada en una pérdida, vivida como catástrofe: 1- Comprender lo que pasó de modo que pueda conservar su autoestima y satisfacer su búsqueda de significado (acusarse, sentir ira, superar la negación). 2- Tener la oportunidad de expresar sus sentimientos (tristeza, ira, pena, desesperación, soledad, ansiedad, abandono). 3- Que se le aliente la expresión emocional (verbalizar el Dolor). 4- Que se le escuchen y validen sus pensamientos y planes. 5- Que se le plantee una respuesta social (se deben identificar y alentar los sistemas de apoyo). Una experiencia tan impactante como un asesinato, un suicidio o la muerte repentina de un ser querido, sobre todo si este era una persona joven, se verá reflejada en la totalidad del contexto de la vida de quien la sufre, en razón de las pérdidas sufridas y el significado específico que ellas tienen. Obviamente que un evento violento cobrará un significado diferente para cada una de las personas que lo vivan (o lo sobrevivan). Las personas entrarán en una situación que implicará la intervención de múltiples factores que requieren del psiquismo un esfuerzo adicional y que, en palabras de Calderón Ocampo, presentan una compleja conjunción de circunstancias que inciden en la salud y en el enfermar. Desde el punto de vista del humanismo el duelo es un proceso de base emocional razón por la que tiene que ver con la manera en que las personas dan forma a los acontecimientos que les suceden. Esa forma y ese sentido que se le dé a los acontecimientos, estaría en directa relación con respecto al conjunto de creencias y valores propios de la cultura. Así las cosas, el duelo es el proceso con base en el cual quien lo vivencia asume la reconstrucción de sí mismo y del mundo sin la presencia física del ser querido que ha perdido. En ese sentido el proceso de duelo implicaría poder asignar un nuevo sentido a los elementos (materiales y humanos) con los que la persona ha quedado. Worden (1997) plantea que ese proceso integra cuatro acciones a saber: 1- Construir un mundo sin el objeto perdido. 2- Poder dar un sentido a los sentimientos asociados a la pérdida e integrados a la propia biografía.

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3- Reasignar las funciones que estaban asignadas al objetosujeto perdido. 4- Recolocar la energía emocional que antes teníamos puesta en el sujeto/objeto perdido, en otras personas u objetos que tengan para nosotros significado. Es preciso que los terapeutas y el círculo cercano a los afectados por la muerte de un ser querido, revisen algunas ideas y presupuestos profesionales y culturales que rigen la manera de acercarse a los dolientes, con el propósito de que se quite el excesivo énfasis en la intervención individual y la tendencia (Deformación académica) a patologizar las reacciones ante las pérdidas que no parecen encajar en un marco que se considera como normal. Sin dejar de reconocer que, gracias a sus recursos y fortaleza personal (Resiliencia), muchas personas no requerirán de apoyo profesional, es necesario reconocer que toda perdida repentina, violenta y vivida en soledad, afecta de tal manera al grupo familiar y cercano del fallecido, que no pocas veces será necesario el apoyo profesional especializado, apoyo que inicia con la presencia cálida de un ser querido cercano, con el permiso que las personas se den de apoyarse en un profesional de la salud mental y con el acercamiento de las personas a un nuevo sentido de su propia espiritualidad. Siempre es preciso recordar que, tan trascendental como lo que nos sucede es la manera como reaccionemos y le hagamos frente a lo que nos sucede, de manera que si, afrontamos las adversidades como parte de la existencia humana y las tomamos como maestros de vida, esas experiencias nos transformaran a largo plazo en mejores seres humanos, más sensibles, que valoremos más lo que tenemos y suframos menos por lo que no tenemos.

REFERENCIAS Acero R. Paulo D. Ante las Penas de la Vida, Editorial San Pablo, Bogotá, 2004 Acero R. Paulo D. Del Dolor a la Esperanza, Editorial San Pablo, Bogotá, 2008 Boss, Pauline. La Pérdida Ambigua. Gedissa, México, 2001. Bowlby, Jhon. La Pérdida Afectiva. Tristeza y Depresión. Buenos Aires, Paidós, 1983. Calderón Ocampo, J. “Los desastres: Reacciones Psicológicas y Psicosociales” en “la Salud Mental en situaciones de desastre”. Editorial Universidad de Antioquia. 1993. Worden, William. “El tratamiento del Duelo. Asesoramiento Psicológico y Terapia. Buenos Aires, Paidós. 1997.


La Visita de la hermana muerte Por: María del Pilar Rojas Bustamante

Algunas veces suenan cantos entrecortados; la música es distorsionada; las voces parecieran llorar; los movimientos de la danza tienen hilos invisibles; las coreografías no corresponden a los ritmos. Todos caminamos, corremos y respiramos quizá porque la pila aún no se agota, como se agotó aquella mañana de noviembre en el corazón de mi madre. Ya conocíamos su rostro, la muerte nos había visitado arrebatando la vida de quienes apenas alcanzaron a respirar; era la vida de los seres que Dios tenía destinados para engrosar sus coros de ángeles y guardas de la humanidad. Un día cualquiera regresó… tal vez el sol ardía o quizá el cielo lloraba… La noticia es un recuerdo que jamás saldrá de mi mente. La inmensa soledad que se apodera poco a poco del ser; es una sensación indescriptible, un lazo se revienta, un vínculo se prolonga hacía la eternidad, es como si mi madre hubiera soltado el hilo que siempre enredó en sus dedos dando forma a mil tejidos que como la más fina filigrana dio calor, cubrió los cuerpos extendidos, decoró ventanas y dejó un sello sobre la mesa donde se comparte el pan nuestro de cada día. Sólo queda esperar que ese hilo se entreteja nuevamente y hale mi vida como unos brazos extendidos que me reciban y recostarme en tu pecho como lo hacía cuando sentiamos la fragilidad.

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La Experiencia Emocional del

DUELO en casos de suicidio

Ps. Paulo Daniel Acero Rodríguez Psicólogo Universidad Nacional de Colombia Formación en Trauma y Resiliencia Universidad Hebrea de jerusalem Contacto: paulodanielacero@gmail.com

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Por encima del tabú y del incomprensible pero aún presente miedo del contagio del acto suicida, es necesario que aceptemos hablar claramente de la que, en la actualidad es la segunda causa de muerte en el mundo entre los 15 y los 30 años según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud. Razón adicional para hacerlo, es que el mismo y respetable organismo pronostica que para el año 2020, la depresión, que no siempre pero frecuentemente se correlaciona con el intento y el acto suicida, pasará a ser la segunda causa de incapacidad en el mundo y la primera causa de baja laboral en los países desarrollados. En Colombia, las estadísticas del Instituto de Medicina Legal, señalan un promedio de 6 suicidios diarios. Según las mismas estadísticas, publicadas en Forensis 2009, por cada mujer que se suicida hay cuatro hombres que también lo hacen. Los suicidios se presentan con frecuencia entre los 15 y los 30 años de edad, pero la mayor frecuencia se presenta en el rango de edades comprendido entre los 20 y 24 años, se presenta continuamente en las personas sin vínculos familiares y aislados. Los métodos mas utilizados el ahorcamiento, ingerir tóxicos, empleo de armas de fuego y lanzamiento al vacío. El suicidio no puede tacharse de correcto o incorrecto, de acto pecaminoso o de obra del mismísimo demonio. Para poder acercarnos a tan misterioso fenómeno e intentar develar sus orígenes es necesario superar los prejuicios que nos impiden hablar de el, a pesar que muchos continúen considerando que hacerlo es dar ideas o afianzarlas en quien ya las tiene. En nuestros días, se ha descubierto que es una enfermedad que se puede tratar y prevenir. El psicólogo Thomas Joiner vivió la muerte por suicidio de su padre y, movido por ese antecedente, gran parte de su trabajo en la universidad de Florida está dedicado a la comprensión y la prevención de los comportamientos suicidas. En este apartado y con base en los aportes de Joiner, queremos discutir y reflexionar sobre lo que se esconde detrás del acto autodestructivo y sobre las acciones a poner en práctica para luchar contra este grave fenómeno.


Una estadística que nos mueve a adentrarnos en este misterioso fenómeno y que clama por nuestra intervención profesional, es que cada 40 segundos una persona en el mundo se quita la vida, lo que equivale a un millón de personas al año. En otras palabras, las muertes por suicidio, son más que todas las víctimas de conflictos armados y superan a las muertes que se producen por accidentes de tráfico. Estudios serios, señalan que por cada mujer que se suicida 4 hombres mueren por el mismo motivo, pero por cada hombre que intenta suicidarse 4 mujeres hacen la tentativa. En los países asiáticos esta tendencia se invierte y mueren más mujeres que hombres por suicidio. Rusia y algunos de sus países órbita Lituania, Bielorrusia, Latvia y Ukrania tienen los índices más elevados. En la mayoría de los países las tasas de suicidios aumentan con la edad. El índice de suicidio más elevado se produce en personas mayores de 65 años llegando a cifras 4 veces más altas que las de adolescentes. Por otro lado, de acuerdo a las estadísticas que se vienen haciendo sobre el fenómeno, por cada suicidio que se consuma hay 20 o 30 personas que ponen en juego su vida para cambiarla, entonces es en estos casos en los que se puede prevenir la mortalidad por suicidio. El plan en síntesis sería coordinar las Instituciones Sanitarias, es decir el médico tratante, el psiquiatra, cualquier persona que atiende en servicios sociales a un sujeto que puede tener ideación suicida o riesgo suicida. Lo importante es aprender a identificar a aquellos que, dada su personalidad y su historia, caben dentro de los perfiles que, se sabe, intentaran suicidarse, aprender a detectar qué señales se han de tener en cuenta y de que manera debemos actuar en caso de tener a alguien cerca con esta problemática. Sobre este particular, nunca esta demás reiterar que los que hablan de suicidio, en general, son los intentaran suicidarse. Lo que pasa es que normalmente tendemos a negar la posibilidad. Si se quiere hacer algo en prevención, lo que hay que hacer es permitir que la gente hable del suicidio, de sus ideas y escucharles y acompañarles a que se acerquen a un profesional que les pueda tratar, les pueda cuidar y en ayudar, en un principio, para aplazar la decisión. Con la persona en crisis, lo primero que hay que hacer es validarle las razones que expone, no llevarle la contraria ni cuestionar sus deseos de muerte, sino invitarle a que postergue la decisión, diciéndole algo como “… siempre puedes hacerlo mañana, ahora primero busquemos soluciones”.

No falta quien argumente que no hay que intentar revocar la decisión suicida, pues este es un ejercicio del derecho a la libertad y que la idea del suicidio es un acto libre. Este argumento deriva de un concepto romántico de la libertad de los individuos, pero en nuestra experiencia, no hemos visto nunca libertad en el suicidio; siempre, en el acto suicida lo que se vislumbra es dolor, desesperación, pudiera decirse que es una de las muertes más desoladoras.

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Ahora bien, cuando trabajamos estos temas, siempre se nos pregunta cuales son las personas que tienen más riesgo de suicidarse. Al respecto se puede señalar que hay un acuerdo entre todos los especialistas a nivel mundial en que hay 5 factores de riesgo. El primero es la enfermedad mental, sobretodo la depresión, la psicosis y lo que se deriva del consumo de tóxicos. En segundo lugar, el que tiene algún tipo de ideación, el que lo piensa, el que ha hecho algún tipo de intento de suicidio. Luego están aquellos que o bien tienen una enfermedad médica crónica que curse con dolor o acontecimientos vitales que supongan una gran crisis en la adaptación del sujeto, en este sentido la causa primera la más frecuente hasta el 60% de los casos es la ruptura de la relación amorosa; aún las personas se siguen suicidando por amor. En cuarto lugar, en riesgo están quienes con frecuencia viven problemas del entorno familiar y otros problemas laborales y económicos, y, en quinto lugar, el quinto factor es el aislamiento social, el desarraigo, el no tener vínculos afectivos significativos con sus semejantes


Afrontando la turbulencia emocional por el suicidio Lamentablemente y a pesar de todos los esfuerzos para evitar esta tragedia que cobra visos de pandemia, en no pocos casos experimentaremos, de cerca o lejos el dolor producido por la determinación de alguien de poner fin a su vida por sus propios medios. En esos casos, un difícil proceso de duelo será el reto a enfrentar. Pero, con una profunda convicción en los recursos humanos de cada individuo, para sobreponerse, queremos enfatizar que es posible aprender a vivir con la pérdida, la tragedia, los recuerdos y el enorme agujero en el tejido de la propia vida, que deja la partida de un ser querido de esta manera tan abrupta e incomprensible. Sabemos, por nuestra experiencia que, no hay cierre total, y, en muchas ocasiones, tampoco se quiere hacer. Se quiere recordar al ser querido toda la vida, vivo: la risa, el olor en sus prendas, en su cama, sus momentos de alegría, su humildad y su integridad. Si se ha perdido a alguien por suicidio, lo primero que se debe saber es que no somos los únicos, ni estamos solos frente a esta experiencia. Cada año más de un millón de personas en todo el mundo mueren por suicidio, en Colombia un promedio de 1600 - la familia devastada y amigos que dejan atrás se conocen como

"supervivientes". Hay millones de supervivientes que, como usted, están tratando de hacer frente a esta pérdida desgarradora. Los supervivientes suelen padecer una amplia gama de reacciones de duelo, incluyendo algunos o todos los que se describen a continuación:

¿Qué hacer ahora? De acuerdo a lo expuesto por la American Foundation for Suicide Prevention, algunas de las pautas que pueden ser útiles al enfrentar este doloroso evento son: Muchos supervivientes lucha con la necesidad humana de comprender las razones que llevaron a su ser querido a quitarse la vida y adicionalmente con la carga que implica afrontar el hecho de tener que anunciarlo a los demás. La pregunta que ronda, como se señaló anteriormente es: ¿Cual le decimos a los demás que fue la causa de la muerte? ¿Como informárselo a otras personas? Aunque se debe lo que más le haga sentir a uno bien, la experiencia ha mostrado que la mayoría de los supervivientes han encontrado que lo mejor es reconocer simplemente que sus seres queridos murieron por suicidio.


Un buen número de supervivientes ha reportado encontrar ayuda o valioso en su proceso, el hecho de acercarse a los familiares y amigos. Debido a que algunas personas pueden no saber qué decir, es posible que sea el superviviente quien deba tomar la iniciativa para hablar sobre el suicidio, compartir sus sentimientos, y pedir su ayuda. Aunque parezca difícil, el hecho de mantener contacto con otras personas es importante, especialmente durante los primeros meses de tensión tremenda tras el suicidio de un ser querido. Tenga en cuenta que cada persona tiene su propia manera de expresar su dolor y que cada proceso de duelo es diferente dado que cada persona tenía una cercanía diferente al ser querido. Por ejemplo, algunas personas visitan el cementerio semanalmente; a otros les resulta demasiado doloroso ir. Lo importante es que lo que se realice contribuya al fortalecimiento emocional y el procesamiento de la rabia y la culpa. Cada persona también debe encontrar su propio ritmo para hacerle frente a la aflicción; esto es, no hay un único ritmo establecido o una línea de tiempo para la curación, pero hay que estar atento a que no se esté estancado en el pasado, en lo que pasó, sino en lo que debe hacer parte de la reconstrucción de nuestro proyecto de vida sin el ser querido. Los aniversarios, cumpleaños y fechas especiales en las que se compartía intensamente con el ser querido, pueden ser especialmente difíciles, así que sería bueno pensar en si se debe continuar con las viejas tradiciones o crear otros espacios nuevos de recordación. Las personas pueden experimentar olas inesperadas de tristeza, que son una parte normal del proceso de duelo. La experiencia de los sentimientos de dolor por la muerte de un ser querido, en el caso de los niños, suele ser muy dura para los adultos. Adicionalmente, hay que comprender que los niños son particularmente vulnerables a sentirse abandonados e incluso culpables. Hay que acercarse especialmente a ellos para enfatizarles que la muerte no fue culpa de ellos. Es necesario escuchar sus preguntas y tratar de ofrecer, de manera honesta y directa, las respuestas apropiadas a su edad. Algunos supervivientes manifiestan encontrar consuelo en la comunidad, en la realización de actividades religiosas o espirituales, incluido el hablar con un miembro de confianza del clero. Hay que aprender a ser amable con uno mismo. Cuando las personas se sienten listas, comienzan a ir adelante con sus vidas. Con el tiempo es posible empezar a disfrutar de la vida de nuevo, sin sentir que ello es una traición a su ser querido, sino con la confianza de que esto más bien una señal de que hemos empezado a sanar. Finalmente, invitamos a tener en mente que nuestra experiencia nos ha ido enseñando que más trascendental que lo que nos sucede, es la manera en que interpretamos y enfrentamos lo que nos sucede. Extractado de Sobrevivir al Suicidio. 2011. Acero R. Paulo D; Maffiol A. Luz C. Bogotá, Editorial Broker.

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FUNERALES DESCANSO ETERNO SALAS DE VELACIÓN

Casa Funerales

Ltda


EL DUELO desde una perspectiva Clínica Diana Gisela Ríos Fernández Esp Psicología Clínica

Las condiciones sociales donde está presente la violencia, los accidentes de tránsito, el suicidio y todas las pérdidas súbitas, además de las falsas creencias que la cultura promueve, dificultan la recuperación como tal. Ante estos factores es importante que un programa asistido por profesionales en el área clínica promuevan y fortalezcan conocimientos que fomenten una cultura de duelo y favorezca la salud mental de las personas que están en esta condición. Los servicios de la Unidad están orientados a ser integrales, desde lo corpóreo, lo mental y social, cuando hay una pérdida significativa usualmente conlleva a pérdidas secundarias, esto genera cambios; reacciones emocionales; físicas; cognitivas; familiares; espirituales, laborales; que requieren apoyo profesional.

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La IPS (Institución Promotora de Salud) pretende promover conocimientos básicos de salud en duelo que propicien la recuperación de quien este afligido, a través de espacios vivenciales que favorecen el fortalecimiento personal y que el deudo continúe con sus proyectos personales (proyecto de vida) de una forma más saludable.


Para prestar un servicio de asistencia en salud en duelo se requieren de tres aspectos básicos: 1. Querer dar este apoyo a los usuarios. 2. Contar con un espacio que permita hablar sin interrupciones. 3. Tener una persona con un perfil idóneo para hacerlo. Para entender esta perspectiva es importante definir las palabras duelo y clínica: El duelo Freud (1917), se refiere al dolor que se siente cuando se pierde lo que es importante y significativo, en este caso particular, el fallecimiento de un ser querido, ello exige un trabajo en el proceso adaptativo en lo personal, familiar, social, espiritual y económico. Cuando se habla de psicología clínica, Goldenberg (1973) señala: Se puede definir como la rama de la psicología que investiga y aplica los principios de esta ciencia a una situación exclusiva típica de cada cliente, con el objetivo de reducir sus tensiones y ayudarlo a funcionar de forma eficaz y con mayor sentido. Al mirar parte de la historia de la psicología, Davidoff (1989) señala, esta adquiere el nombre de ciencia, en el año 1879 con Wilhem Wunt quien realiza el primer laboratorio en la Universidad Leipzing Alemania donde sus investigaciones se centran en las operaciones mentales. De forma lenta y paulatina la psicología clínica fue adquiriendo el reconocimiento social de su aporte y utilidad. Ardila (1993) referencia, En nuestra realidad Colombia, los años 50´s se da los inicios en Colombia frente a la intervención clínica mental con la psiquiatría, en los 80´s se abre la especialidad en clínica muy focalizada a diagnosticar y la aplicación de test. En siglo XXI se ve más amplio el proceso de intervención y tratamiento, a pasar de lo nueva que es esta área en nuestro medio, la clínica abre un abanico de posibilidades además de la atención de consultorio. En el presente la clínica tanto médica como psicológica tienen la posibilidad de servicios complementarios para las personas que están en duelo, promoviendo así la salud mental, aspecto que favorece a fortalecer los lazos familiares, sociales y la productividad laboral. En la actualidad existen grupos y espacios de apoyo para el duelo en diversas empresas funerarias del país y Latinoamérica, pero las necesidades sentidas de nuestra sociedad muestran que se que requieren de más espacios para el acompañamiento, seguimiento, educación y facilitación a la recuperación de quienes viven una pérdida significativa por muerte.


La clínica tiene varios campos de acción, atención individual, familiar, grupal y comunitaria en, el contexto de la IPS Unidad de Duelo, es así, paso por paso: 1. Evaluación: en el contacto inicial de la consulta individual, se recolecta la información básica para comprender la realidad del paciente y esta información es útil para diagnosticar e intervenir. Se registra en la historia clínica los siguientes datos: Datos generales, que permitan identificar y continuar el contacto con el usuario. Motivo de consulta, que lo lleva a buscar la asistencia clínica. Información del fallecido: tipo de relación, edad, fecha y forma de morir, tipo y participación de los rituales efectuados. Muertes previas. La evaluación se hace de forma continua, es decir hace parte del proceso de interveción, ya sea con cuestionarios de duelo o psicológicos, o a través del discurso del usuario, para estar al tanto del proceso de recuperación de la persona en duelo y percibir la eficacia del tratamiento, es importante que el clínico desarrolle habilidades a través de la observación que le permitan ir mas allá para comprender el pronóstico del consultante. Esta información tiene un manejo confidencial y las historias clínicas están custodiadas, según la reglamentación de la Dirección Seccional de Salud de cada departamento en este caso Antioquia

Crónico o prolongado: Duración excesiva y no llega a conclusión satisfactoria, la persona es consciente que su duelo no acaba. Retrasado: posibles causas, tuvo sus reacciones pero no fueron suficiente; el sentir que la situación es desbordante y retrasa el duelo; la pérdida actual desencadena una pérdida previa. Exagerado: La persona siente que se desborda y recae en una depresión clínica, ansiedad generalizada, ataques de pánico, fobias, abuso de alcohol y sustancias psicoactivas, estrés postraumático cuando la pérdida es en circunstancias traumática. La persona es consciente de ello y busca ayuda. Enmascarado o reprimido: Hay conductas y síntomas del duelo que causan dificultades pero no están conscientes que son por la pérdida ocurrida, pueden desarrollar síntomas médicos. Algunos Diagnósticos que se presentan: Depresión inexplicable, hiperactividad, conductas delictivas y otras conductas desadaptativas. Tiene manifestaciones de un duelo Normal, según Worden (1997) SENTIMIENTOS: Tristeza, enfado, culpa y autoreproche, ansiedad, soledad, fatiga, impotencia, shock, anhelo, alivio e insensibilidad. SENSACIONES FÍSICAS: Vacío en el estomago, opresión en el pecho y/o garganta, hipersensibilidad al ruido, sensacion de despersonalizacion (nada parece real), falta de aire, debilidad muscular, falta de energía y sequedad en la boca. COGNICIONES: Incredulidad, confusión, preocupación, sensación de presencia del fallecido, alucinaciones (visuales y auditivas). CONDUCTAS: Trastornos del sueño, trastornos alimentarios, conducta distraída, aislamiento social, soñar con el fallecido, evitar recordatorios del fallecido, buscar y llamar en voz alta, suspirar, desasociego, llorar, visitar lugares relacionados con el fallecido y atesorar objetos que recuerdan al fallecido.

2. Diagnóstico: Después de Identificar como se está elaborando el duelo, se toman decisiones, si se requiere, asesoría, tratamiento, apoyo de otro profesional o remisión a otro profesional. Además esto permite comprender como va el proceso del duelo y que tratamiento en especial se requiere. Algunas tipologías a tener en cuenta: Duelo anticipado: Dolor que se siente antes de la pérdida real (Worden 1997), ejemplo paciente en con enfermedad: cáncer, sida, entre otras, complicaciones neurológicas. Complicado, tiene cuatro apartados (Worden, 1997)

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Se habla de que el duelo está resuelto, cuando la persona tiene la atención centrada en sí mismo y no en el fallecido, retoma el control y el sentido por la vida, hay reestructuración de la identidad y está interesado en retomar las relaciones que le quedan o nuevas, la angustia reduce de forma significativa, aunque puede tener momentos de tristeza en fechas o eventos nuevos pero la persona no se queda en ese estado por mucho tiempo como lo era antes. La aceptación por la pérdida se da de forma integral tanto racional como emocional, Sanders C.M (1985).


3. Tratamiento: Se basa en el diagnóstico para emprender la intervención que requiere el consultante, según las circunstancias en que se encuentre la persona en duelo. La Intervención puede ser individual, al Grupo familiar, a la pareja. Remisión a los grupos de apoyo en duelo que ofrece la Unidad (padres que han perdido hijos, viudos y viudas, familiares que mueren por suicidio o mixto personas que fallecen de cualquier vínculo afectivo y forma de muerte, para niños, aflicción anticipatoria y espacios complementarios cine-foro, terapia ocupacional y talentos compartidos). El tratamiento depende de los factores individuales y relacionales en los que la persona en duelo está inmersa, es decir que favorece o dificulta la calidad del proceso de adaptación en el duelo. Por síntomas físicos que interfieren en el duelo como dificultades con el sueño, la alimentación y todos aquellos síntomas que trae el estrés de la aflicción, se requiere intervención médica Consultoría: Orientación a las personas en duelo; acompañantes para mejorar la condición actual en pro de las personas afligidas; se presta el servicio a instituciones educativas o empresariales que tienen personas afligidas. La Duración del tratamiento depende si hay factores contenedores personales y sociales ello puede llevar a solo unas asesorías o un tratamiento de corta duración o si tiene muy pocos aspectos que faciliten la recuperación la ayuda se puede dar hasta por años. 4. Investigación: Actividad orientada a la obtención de nuevos conocimientos, para dar solución a interrogantes que se presentan en el que hacer clínico, esta información es transmitida a la comunidad en general. Estrategias en la actualidad: Rastreo bibliográfico, de forma continua e intercambio entre los profesionales. Semilleros y líneas de investigación de la Universidad de Antioquia. Investigación actual: procesos resilientes en niños y niñas en duelo por muerte de un ser querido Análisis de casos a profundidad con el equipo de profesionales. Posibilitar a las universidades de la ciudad de Medellín que requieren investigar al respecto.


5. Prevención y Promoción: Prevención es la acción o el efecto de prevenir, es la disposición que se hace de forma anticipada para minimizar el riesgo. A través de la educación en Medios de comunicación (radio, T.V, prensa, revistas, internet), conferencias, consultas asesorías a las instituciones educativas, empresas, estudiantes en formación de áreas humanas, y profesionales. Promoviendo conocimientos de duelo de quien acompaña y quien lo vive. La promoción de la salud en 1986 según la Carta de Ottawa consiste en proporcionar a la gente los medios necesarios para mejorar la salud y ejercer un mayor control sobre la misma. En los medios posibles de contacto con la comunidad se da a conocer el portafolio de servicios para que las personas nos tengan como referente de apoyo para quien tiene un duelo por muerte. Toda la intervención siempre está en pro del bienestar de las personas que están en duelo y tengan una mejor calidad de vida. 6. Administración: área institucional: Comprende la parte administrativa que tiene la dirección de los profesionales en la obtención de los objetivos de la IPS Unidad de Duelo, a través de un seguimiento, control, capacitación, comunicación y motivación. Dirección ejecutiva: Es el encargado de máxima autoridad de la gestión y dirección administrativa de la organización. Sus funciones están en auditar, evaluar y valorar el desempeño de los profesionales. Dirección científica: Se tiene a cargo de dirigir el conocimiento a través de capacitación, el acompañamiento a los profesionales desde la fundamentación teórica, la dirección de la investigación tanto interna como externa y la divulgación del conocimiento a la comunidad.


CONCLUSIONES La psicología tiene 132 años de experiencia como ciencia y el gremio funerario como contribución al balance social está haciendo parte de la historia con el acompañamiento clínico que se realiza a las personas afligidas por la muerte de un ser querido, ello exige hacerlo con, responsabilidad y compromiso. Ante el sufrimiento que se vive por la pérdida de un ser querido es esencial que las empresas que acompañan en tales circunstancias aporten semillas que sean el bálsamo ante las adversidades, con espacios constructivos que favorezcan la salud mental, la felicidad y la productividad. Cada sociedad tiene Creencias que interfieren en la recuperación del duelo y ello exige promover más espacios de reflexión, para que las personas adquieran conciencia frente esas posturas de como repercuten y recargan a quien vive una pérdida. El objetivo primordial está en la promoción de la salud mental. Cuando no se resuelven los duelos estos tienden a patologizarse y se manifiestan a través de depresiones clínicas; trastornos de ansiedad; somatización del duelo es decir manifestaciones por enfermedad física; las adicciones: sustancias, acumuladores de cosas de forma indiscriminada, jugadores compulsivos, entre otros. Cada proyecto que se realice por pequeño o grande que sea requiere de compromiso, conocimientos básicos, orden, evaluación, seguimiento, responsabilidad, entrega, control y unos objetivos claros que permitan obtener buenos resultados. ¡Esto es más que responsabilidad social, es bienestar mental y entregar una sociedad más saludable!

Bibliografía Ardila, R. (1993). Psicología en Colombia: Contexto Social e Histórico. Santafé de Bogotá: Tercer Mundo. Bernstein, D & Nietzel, M. (1988). Introducción a la Psicología Clínica. México: Mc Graw Hill. Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud (Canadá.1986) Davidoff, Linda. (1989). Introducción a la psicología. Tercera edición. México: Mc Graw Hill. Freud, Simund. (1917) “Duelo y melancolía”, Obras Completas, Tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu Editores. Sanders CM, Mauger PA, Strong PN. (1985). A manual for the Grief Experience Inventory. North Carolina: The Center for the Study of Separation and Loss. WORDEN; J. William. (1997). EL TRATAMIENTO DEL DUELO. ASESORAMIENTO PSICÓLOGICO Y TERAPIA. New York. Impreso y traducido en España: Paidos.

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Resolver la vida con intensidad? Dr. Juan Paulo Cardona

Dicen que si uno quiere escuchar las carcajadas de Dios, basta con hacer planes…. Si claro, imagino cómo nos verá Dios o cualquier imagen de ser superior que tengamos, o como nos veremos inmersos en ese universo de físicos y agnósticos tratando de armar un rompecabezas que por demás ya está resuelto , sea por designios divinos o por leyes universales ( no aplican las creencias como factor excluyente), debemos ser catalogados mínimo como ilusos, quiméricos, romanticoides o simplemente desubicados. Podemos creer que somos capaces de cambiar el destino y quien sabe si lo podemos hacer o podemos resignarnos a lo que “nos tocó” y entonces nunca sabremos si se podía cambiar, pero existe un punto medio que es muy atractivo: intentar cambiarlo (para bien, en lo posible), no hay nada que perder….. al contrario: si lo logramos… LA HICIMOS!! Si no…. pues…….era lo que nos tocaba…. Pienso que la salsa de la vida está en intentarlo. Quien sabe, a lo mejor se nos da. Todo esto, por que si mis planes se hubieran realizado, yo sería ahora un pediatra neonatólogo prestigioso y con uno o dos premios Nobel en el bolsillo (escucho risas). Pues nada mas lejos de ese sueño es mi realidad. Ese destino del que hablamos me llevó a no ser considerado en el grupo de elegidos para iniciar pediatría en mi universidad del alma y en cuestión de segundos mi vida y los planes que la sostenían, se derrumbaron. Desgastado, abrumado, incrédulo…. La vida me dio una buena bofetada y me abrió apenas en algunas horas la inmensa puerta de la oncología. Pues entré. Que mundo maravilloso! Que enseñanzas de vida!!, que ejemplos de fortaleza!!, que luchas por sobrevivir!! Y yo que pensaba que tenía problemas…

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Si la vida no me hubiera atropellado de la manera que lo hizo me hubiera privado de conocer seres extraordinarios, llenos de fuerza interior, de deseos de vivir, de ganas de deshacerse de pérfidas vanidades, de envidias, de odios. Me hubiera privado de la tanatología, del ser humano en camino de muerte y me hubiera apartado de la inmensa tranquilidad de un moribundo. Si la vida me hubiera llevado por otro camino jamás habría conocido a la mujer que amo.


Pues bien, gracias a ese atropello de la vida me encuentro de la noche a la mañana en el majestuoso Instituto Nacional de Cancerología de México, situado en medio una de las ciudades mas pobladas del mundo. 24 millones, si, 24 millones de alma que van y vienen cada dia por esta urbe que se absorbe todo . Allí conocí a Lupe ( lo escribo sin temor a violar el secreto profesional porque cuantas lupes habrá en México). Guadalupe era una mujer joven, con apenas 36 años ya sabía que era padecer un cáncer de mama durante 4. Había enfrentado múltiples esquemas de quimioterapia, muchos campos de radioterapia y agotado todas las líneas de hormonoterapia. Durante todo este tiempo la enfermedad solo conoció una dirección: La progresión. Una vez declarada en escapatoria terapéutica, una condición en la que ya no se da mas medicamento oncológico, su único tratamiento estaba orientado a mitigar los dolores que le ocasionaban, entre otros, las múltiples metástasis óseas. Una madrugada de abril, Lupe es ingresada al servicio de urgencia del Instituto porque en un esfuerzo por toser, se fractura 2 costillas, tal era la fragilidad de sus huesos. Buscando solo acompañar, es visitada por una voluntaria del grupo de apoyo de pacientes con cáncer de mama. La consuela, la reconforta y le pregunta de manera dirigida: que podemos hacer por usted? En que podemos servirle? Ella dice en vos baja y trémula: quiero llevar a mi hija a Disney World !!! Pero que desfachatez es esta, piensa la voluntaria, a quien se le ocurre??. Sin embargo, de manera diligente, trasmite la inquietud al grupo y esto genera una especie de frenesí solidario y prende al máximo el entusiasmo del resto de las voluntarias quienes de inmediato se ponen a trabajar en el asunto, sabiendo que el reloj esta en su contra. En tiempo record la aerolínea Mexicana de Aviación les da los pasajes de ida y regreso. Un compatriota mexicano le ofrece los pasaportes a los parques y el alojamiento y muchas almas generosas le ayudan con la ropa y demas. Quedaba el obstáculo mas grande: las visas. Todavía me estoy preguntando como hicieron, pero en 2 semanas tenían a Lupe y Amanda (su hija de 11 años) en Orlando, Florida, USA.. Vimos los videos. No dejaron de lanzarse por cuanto tobogán había !. las montañas rusas las repitieron hasta el cansancio. Comieron toda la chatarra que encontraron y viendo esos videos, no hay la mas mínima duda de que la pasaron espectacular, felices, compartiendo todo el tiempo y dándose de madre a hija TODO EL AMOR que puede caber en un ser humano, y tal vez mas. Dos días antes de terminar el viaje planeado para 10, Lupe hace una crisis de disnea, es internada con gran dificultad respiratoria, rápidamente es trasladada al distrito federal en avión ambulancia y fallece 48 horas después… hasta ahora, todos los que hablamos del caso volvemos al mismo tema….. la sonrisa de satisfacción que reflejaba su alma. Es indudable, Lupe resolvió su vida y encontró su felicidad mas fácil con intensidad que con tiempo.


Perspectiva Médica del

DUELO

En las facultades de Medicina, la relación entre formación médica y duelo, pérdida y muerte es más bien poca, el médico es formado para la vida, para ayudarla, preservarla y fomentarla. Dra. Isabel Cristina Arango

Un duelo como situación clínica, en general, es negado, omitido o relegado debido a que se da poca importancia a las situaciones no físicas que presentan los pacientes, demostrando que se actúa bajo un modelo reduccionista. Desde los planteamientos de R. Descartes (1662), Julien Offroy de la Mettrie (1748) y Claude Bernald (1865), el acercamiento a la salud, parte de la creencia de que el hombre es una realidad dual (mente cuerpo) y la lógica que acompaña este planteamiento, es que la salud es producto del óptimo funcionamiento de las piezas del organismo.

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Aunque durante el siglo pasado se realizaron esfuerzos para superar esta mirada y se adelantaron hipótesis sobre la concepción de un hombre que actúa como una totalidad antropológica, biológica, social, histórica y psicológica, éstos no lograron materializarse por la dificultad de expresar sus postulados en un código bioquímico, que es el lenguaje inteligible de la ciencia médica. No obstante, sirvieron de soporte teórico para la constitución de la Psiconeuroinmunoendocrinología, es decir, la interacción entre el sistema nervioso, el sistema endocrino, el ámbito psicológico y el sistema inmune. Siendo este conocimiento relativamente nuevo, explica por qué el manejo de las situaciones de duelo dentro del contexto de la atención en salud, hasta ahora, permanece limitado al manejo del síntoma, es decir, “bajar la fiebre pero no buscar la causa de la enfermedad”. Si bien, tener una pérdida no es una enfermedad, sí es una situación de estrés, entendido como una reacción de ajuste en la que hay cambios fisiológicos del organismo para afrontar una condición que se percibe como amenazante. En este aspecto, existe un gran volumen de investigaciones que demuestran que si esta situación es prolongada, como en el duelo, se traduce en una amplia gama de alteraciones de los componentes bioquímicos y celulares del organismo, que son responsables de muchas de las manifestaciones físicas que se presentan en relación con la pérdida: hiperactividad o inhibición psicomotriz, disminución de la concentración o sensación de tener la mente en blanco, palpitaciones, sudoración, temblores, suspiros, sequedad de boca, dificultad para respirar, sensación de ahogo, dolor o malestar en el pecho, náuseas, sensación de mareo, inestabilidad o desvanecimiento, sensación de irrealidad (desrealización) o de estar fuera de sí mismo (despersonalización), sensación de perder el control o de enloquecer, miedo a morir, sofocos, escalofríos, sensaciones de entumecimiento u hormigueo, tensión muscular, dolores, inquietud o dificultad para relajarse, disminución de la líbido (deseo sexual), sentimiento de estar al límite, nudo en la garganta, dificultad para tragar, respuesta exagerada a pequeñas sorpresas, sobresaltos, irritabilidad persistente, insomnio y disminución en el rendimiento intelectual, entre otros. De otro lado, diversos estudios señalan que los pacientes comunican sus quejas psicológicas por medio de somatizaciones, es decir, el cuerpo “habla” por ellos. Dado que el médico está preparado, habilitado e interesado por las enfermedades del cuerpo, los pacientes comunican su sufrimiento a través de síntomas que “interesan”, como por ejemplo, dolores de cabeza, lumbagos y dolores abdominales.

guadalupe


Específicamente, en las pérdidas, las emociones se inscriben en el cuerpo como síntomas somáticos, por ejemplo, el miedo se expresa vinculado más al sistema digestivo con dolores gástricos o colónicos; la rabia aparece como jaquecas, dolores en el cuello, dorso y región lumbar. Existe, entonces, una inobjetable relación duelo – enfermedad física y mental. Se disminuye la capacidad de adaptación física y psicológica, se alteran las diferentes funciones de los sistemas y órganos del cuerpo, situación reforzada por las consecuencias del comportamiento inadecuado común en las personas que afrontan la pérdida, como el tabaquismo, el abuso de alcohol y las alteraciones en los hábitos alimenticios que contribuyen a empeorar las condiciones que la tensión biológica ha provocado. Hipertensión arterial, aumento de la glucosa en sangre, elevación del colesterol y triglicéridos sanguíneos, enfermedades cardiovasculares, asma, dermatitis, obesidad, trastornos mentales de tipo afectivo como la depresión, el trastorno afectivo bipolar, los trastornos de ansiedad, el trastorno por estrés postraumático, el abuso y la dependencia de alcohol y drogas, se encuentran entre las enfermedades más comunes que se pueden desarrollar o exacerbar en personas que afrontan un duelo. Una vez conocemos esto, justificamos aún más la promoción de la recuperación de las personas y se hace necesario tener como objetivo, generar “cultura de duelo” que permita reconocer la gran afectación del ser humano entendiéndolo como una entidad integral desde sus aspectos biológico, psicológico, social y cultural, que promueva un abordaje más acertado, ético y cálido de las personas en situación de pérdida de seres queridos.

Previsión,

mas que una palabra, una necesidad Cra. 20 No. 34 - 66 Veinte de Julio Tel.: 635 1237 Cel.: 313 870 0343 - 320 844 5570 - 311 521 6935

Yopal, Casanare velacionessantacruz2011@hotmail.com



Los

Grupos de Apoyo en la elaboraciรณn del duelo

Psicรณlogo Cristian Camilo Arbelรกez

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Para hablar de un grupo de apoyo para personas en duelo es importante, primero que todo, aclarar a qué nos referimos cuando decimos duelo. Esto porque en el mundo hay miles de grupos distintos que varían de acuerdo a su enfoque: alcohólicos anónimos, neuróticos anónimos, víctimas de minas antipersonales, personas separadas, hemofílicos, pacientes de VIH, cáncer u otra enfermedad crónica, etc. La mayoría de las personas (por no decir todas) en algún momento de sus vidas han perdido algo o a alguien, lo que se hace con lo que genera esa pérdida (dando por sentado que lo perdido era muy importante y amado) se llama duelo. Freud en su texto “Duelo y Melancolía” lo define como “La reacción ante la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente como la patria, la libertad, un ideal, etc.” Otros autores como Worden, Pinard, Domingo; coinciden en agregar que el duelo no sólo se trata de las reacciones físicas y emocionales sino que también alude al proceso de adaptación a esa pérdida. Dice el primero de ellos que los significados posibles para esta palabra son: Indica la experiencia de la persona que ha perdido a un ser querido El proceso por el que pasa una persona al adaptarse a la pérdida de un ser querido La pérdida a la que la persona trata de adaptarse Según su etimología la palabra duelo proviene del latín dolus que quiere decir dolor, pero también de la palabra duellum que significa combate entre dos. En el caso de la muerte de un ser querido, que es el tipo de duelo al que nos referimos en este escrito, ambos significados son válidos; su pérdida en sí, como lo habíamos dicho, es generadora de un intenso dolor, pero el proceso de duelo corresponde también al enfrentamiento entre el sobreviviente y su dolor.

Algunas personas nombran la experiencia de duelo y su posterior recuperación como “el elefante que trató de aplastarme y no pudo” o como ese amigo indeseado que viene a ocupar el lugar del ser querido fallecido, amigo en cuanto hay que aliarse a él para que no lo destruya a uno; en palabras de las personas que asisten al grupo “el dolor del duelo se cura con el mismo dolor”. Hay quienes logran recuperarse por si mismos del dolor de la pérdida, pero hay otros que requieren de una ayuda externa, siendo la familia la principal fuente de apoyo para superar el duelo, a veces no comprende la intensidad de las emociones que el otro está sintiendo y lo dejan solo. También es posible que la familia se sienta impotente al no saber qué decir o hacer y por el afán de “proteger” y “protegerse” de la tristeza, absteniéndose de llorar frente a los otros, generando así mayor tristeza y soledad.

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Jardines Las Orquídeas S.A.S.

Frente a esta situación, los profesionales y servicios de salud no siempre están disponibles y son lo suficientemente preparados para dar abasto y responder a la variedad y complejidad de las necesidades que emergen a partir de la muerte de un ser querido. Los grupos de apoyo para personas en duelo surgen como una alternativa para encarar la angustia y la soledad. “El grupo representa un lugar para salir del aislamiento, de la depresión, del victimismo. Un lugar donde encontrar comprensión y sanar el corazón herido” (Pangrazzi, 2003).

La Celia: Calle 6 No. 1- 21 Frente al hospital Cel.: 316 287 8719 Belén de U: Calle 6 No. 9 - 15 Tel.: 352 7911 Mistrato: Calle 5 No. 4 - 25 Tel.: 352 6193 Cel.: 316 287 8719 Santuario: Calle 7 No. 6 - 37 Cel.: 316 287 8719 Guática: Cra. 5 No. 15 - 31 Cel.: 316 287 8719 La Virginia: Cra. 9 No. 6 - 01 Tel.: 367 9068 Pueblo Rico: Calle 8 No. 4 - 38 Cel.: 316 287 8719 Apía: Cra. 8 No. 10 - 13 Cel.: 316 287 8719 Tel.: 326 3507

Las personas que asisten a los grupos por primera vez y que no tienen ningún conocimiento de cómo enfrentar el duelo con frecuencia piensan que se están volviendo locos porque hablan con la persona fallecida o su fotografía, se angustian porque la gente les dice que regalen o boten a la basura todos los objetos de esa persona que porque no lo deja ir, no lo dejan descansar o porque traen malas energías, pero el doliente los quiere conservar. Les preocupa la pérdida de la memoria, los terrores nocturnos, la culpa y la rabia. Se sienten ahogados porque les impiden llorar o se les reprocha cuando lo hacen, se les juzga porque pasan largas horas en el cementerio afirmando que allá sienten a sur querido más cerca o porque no salen de la casa, ni se levantan de la cama. Participar en un grupo de personas en duelo brinda la oportunidad al doliente de expresar estos pensamientos y sentimientos frente a otros que están viviendo una situación similar y comprender que eso por lo que está pasando es “normal”. La persona en un grupo de duelo tiene la oportunidad de preguntarle a los demás qué hicieron para superar esas dificultades y considerar que esas experiencias pueden ser de ayuda en este momento o tal vez no; darse cuenta que todas las personas no actúan de la misma forma ante el dolor, que no todos se recuperan de la misma manera y que cada pérdida es distinta de acuerdo a quien la padece. “Hay siempre una experiencia positiva cuando se sale del propio caparazón del dolor, escuchando las vivencias de otras personas y dándose cuenta de los diversos tipos de pérdidas y modos de vivirlas” Pangrazzi.

“Calidad, Experiencia y Sentido Humano, hacen la diferencia”

La finalidad de un grupo de apoyo para personas en duelo no se reduce únicamente a aprender cosas, también se asiste para compartir experiencias, expresar emociones, estrategias y dificultades en la elaboración del duelo. Participar de un grupo es tal vez una de las experiencias más íntimas que puede experimentar una persona, ya que se trata, en palabras de los participantes, de “desnudar su alma ante unos desconocidos”. A través de la expresión de los sentimientos y la sensación de que los otros comprenden lo que se está sintiendo, surge la confianza; sostenida, además, por la sensación de apoyo que muchas veces se expresa a través de una escucha desprejuiciada y atenta.


satisfactorio, desempeño de roles sociales, recursos religiosos y expectativas éticas 7. Tensiones actuales Sin ser los grupos de apoyo la solución a todas las dificultades que se experimentan en el duelo, son un espacio donde la persona puede compartir sus emociones con otros que viven una experiencia similar. Sin embargo, los grupos de duelo necesariamente no son para todos, hay personas muy sensibles al dolor de los otros, se sienten incómodos hablando en público o no están de acuerdo con los objetivos del grupo o el estilo del coordinador. El propósito de los grupos de apoyo es principalmente, como su nombre lo indica, que las personas encuentren el apoyo emocional que están buscando, apoyo que la sociedad no ofrece por el rechazo, tan común en la actualidad, de la muerte y la exigencia de que un duelo debe estar resuelto en el menor tiempo posible ya que el ritmo de la vida no da pie para detenerse frente a la pérdida de un ser querido.

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1. Cómo era la persona 2. La naturaleza del apego: la fuerza del apego, la seguridad del apego, la ambivalencia en la relación., los conflictos con el fallecido, relaciones de dependencia 3. Manera de morir 4. Antecedentes históricos 5. Variables de la personalidad: edad y sexo, estilo de afrontamiento, estilo de apego, estilo cognitivo, fuerza personal-autoestima y eficacia personal-, Mundo de supuestos.-Creencias y valores-

6. Variables sociales: disponibilidad de apoyo, apoyo

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Es importante resaltar que el logro del trabajo del duelo depende en gran parte de los distintos recursos psíquicos con los que cuenta la persona. Esto quiere decir que la única forma de superar un duelo no es participando de un grupo de apoyo, como se dijo anteriormente, hay quienes cuentan con todas las capacidades individuales para superar la pérdida; recursos internos como la personalidad, la experiencias previas, la espiritualidad, la capacidad intelectual, etc., y recursos externos como la familia, los amigos, el trabajo, el deporte, los grupos de apoyo entre otros. Sólo que en ocasiones esto no es suficiente, y la recuperación se dificulta debido a lo que Worden (2004) llama “mediadores del duelo”:

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En el trabajo grupal también se encuentra apoyo social al compartir, conectar y expresar emociones y sentimientos; no es extraño que al atravesar por una experiencia de duelo la persona se aísle y desconfié de los demás. En los grupos se escucha que las personas en duelo digan: “en mi familia ya estaban pensando en llevarme al manicomio o al psiquiatra”. Es importante resaltar que el duelo no es una enfermedad, por lo que no necesita medicación salvo cuando la salud de la persona está en riesgo, por ejemplo cuando no le es posible conciliar el sueño. El encuentro con otros que están atravesando por una situación similar permite reconocer que no se es el único que está pasando por eso y que no se está solo. El que ninguna pérdida sea igual a otra y que nadie pueda sentir lo que se está sintiendo no quiere decir que se tenga que soportar solo, los grupos de apoyo son una manera de “aligerar la carga”. La presencia de otras personas que comparten un sufrimiento similar crea vínculos de solidaridad, abre espacios de esperanza, mejora la propia habilidad comunicativa e interpersonal, favorece un clima de positividad y apoyo que ayuda a volver a vivir y a proyectarnos hacia el futuro”. Pangrazzi Por otro lado, los grupos de apoyo son también un espacio de escuela en el que se pretende aclarar dudas, transmitir información y comprender diversos temas. “Se aprende de los otros y los otros aprenden de mí” ya sea por imitación, por exploración o por poner en práctica las estrategias para superar los problemas que se comunican en el grupo. Una manera de resumir el objetivo inherente al trabajo de los grupos de apoyo para personas en duelo, es como lo propone Pangrazzi: “El objetivo es el de favorecer que el encuentro con los demás promueva la confianza personal, permita tomar control de la propia vida, tomar conciencia de las propias necesidades y emociones, estimule a asumir aquellas iniciativas y a tomar los riesgos que sacan a la luz las propias potencialidades escondidas, a lanzarse con realismo y coraje en el mar de la vida”.

Otra ventaja de los grupos de apoyo además de propiciar un espacio para la expresión y elaboración de la experiencia del duelo, es poder trabajar en conjunto las diferentes tareas del duelo, que de acuerdo con Worden son: Aceptar la realidad de la pérdida: “Cuando alguien muere, incluso si la muerte es esperada, siempre hay cierta sensación de que no es verdad. La primera tarea del duelo es afrontar plenamente la realidad de que la persona está muerta, que se ha marchado y no volverá”. Al inicio de las reuniones generalmente se dan unas palabras de “bienvenida” destacando el hecho de que las personas se decidieron a asistir a un lugar donde se habla de un tema que generalmente es rechazado en otros espacios, reconocer la decisión, que en ocasiones no es fácil, de enfrentarse con el propio dolor. Quien acepta participar de un grupo de apoyo para personas en duelo, es porque, tal vez, se está dando la oportunidad de una vida distinta a la del dolor que le genera la pérdida, y si se está en un grupo de duelo es porque alguien ha muerto. Desde la misma presentación, ya se está reconociendo la pérdida: Mi nombre es X y mi ser querido murió, lo mataron, se suicidó, etc. Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida: “Es necesario reconocer y trabajar este dolor o éste se manifestará mediante algunos síntomas u otras formas de conducta disfuncional”. Hay muchas emociones que se generan tras la pérdida de un ser querido que con frecuencia generan confusión, temor o vergüenza y que si no se expresan pueden aplazar la recuperación en el proceso de duelo.

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Siendo el grupo un espacio en el cual se autoriza la expresión de las emociones sin ser criticadas o juzgadas, es posible que las personas puedan superar la rabia o la culpa que éstas le generan. Con frecuencia se puede escuchar que las personas digan que están enojadas con Dios, decepcionados con la sociedad o disgustados con sigo mismos o con el fallecido porque se suicidó. Alguien decía: “después de la muerte de mi esposa tiré el Cristo al bote de la basura” “ojala hubiera sido un mal esposo, quizás yo no lo estaría extrañando tanto”. Escuchar que otros pensaron igual confronta la creencia de que se es “una mala persona”. Poco a poco al expresar las emociones estas se ordenan y ocurre que se puedan interpretar de otra forma al mismo tiempo que su intensidad se dosifica. Algunos psicólogos con poca experiencia sobre la terapia del duelo recomiendan que es mejor que la persona evite los recuerdos, los lugares y las cosas relacionadas con su ser querido que le causan dolor. Es sabido que cualquier cosa que se haga para evitar el dolor de la pérdida, finalmente lo que logra es prolongarlo. Así como hay personas que se mudan de vecindario porque no soportan los recuerdos, hay otras que están más cómodas en la casa donde compartieron con su ser querido. Una actividad grupal que propicia la expresión de las emociones relacionadas con el fallecimiento, es la presentación biográfica del ser querido en donde uno de los integrantes del grupo le expone a los demás quién era esa persona, el trabajo ya no se centra tanto en el cómo murió de la primera tarea, sino en el cómo vivió. Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente: “Existen tres áreas de adaptación que se deben abordar tras la pérdida de un ser querido. Estas áreas son: 1) las adaptaciones externas, es decir, cómo influye la muerte en la actuación cotidiana de la persona; 2) las adaptaciones internas, es decir, cómo influye la muerte en la imagen que tiene de sí misma; y 3) las adaptaciones espirituales, es decir, cómo influye la muerte en las creencias, los valores y los supuestos sobre el mundo que abriga la persona”. Al perder a un ser querido se presentan muchos cambios, no es sólo adaptarse a su ausencia, también es resolver la economía, la crianza de los hijos, el preparar una lonchera cuando antes eran dos, “El que los vecinos pongan la basura al frente de la casa, cosa que no hacían cuando el esposo estaba vivo”. Muchos de los retos que impone el duelo se deben superar de manera individual, pero la participación grupal en muchas ocasiones aporta elementos que facilitan la toma de decisiones y se comparten estrategias para la solución de problemas.

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En general los grupos de apoyo para personas en duelo tienen un efecto positivo en esta tercera tarea en cuanto que ayudan a fortalecer la confianza en sí mismos al darse cuenta de que “si son capaces de superar la pérdida” y el explorar descubrir e incrementar potenciales que hubieran quedado desconocidos a no ser por el duelo. En este momento del trabajo del duelo es factible pasar que las personas le den un sentido nuevo a su dolor “Un para qué” de la pérdida y a partir de su experiencia se comprometan a ayudar a otros. Claro, no es que las cosas siempre pasen “para que” se aprenda; sino que de las adversidades es posible aprender cosas y madurar. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo: “Encontrar un lugar para el difunto que permita a la persona superviviente estar vinculada con él, pero de un modo que no le impida continuar viviendo”. Muchas personas logran recuperarse de su pérdida, expresan que precisamente encontraron un lugar para su ser querido “yo sé que mi hijo está siempre conmigo, lo llevo en mi corazón”; “Para rezarle a mi esposo lo puedo hacer desde mi casa, no tengo que ir al cementerio”; “al principio pensaba que mi padre se había muerto demasiado pronto, pero luego entendí que fue el tiempo suficiente para enseñarme a ser un hombre y cualquiera que hubiese sido el momento de su muerte seguiría siendo demasiado pronto”. Al principio del duelo, el sobreviviente piensa constantemente en su ser querido, pero poco a poco el tiempo que ocupa en recordarlo es menor, lo que no quiere decir que lo haya olvidado, o que deje de importarle, es solo que su atención ahora se ocupa de otras cosas, de otras personas.

uele, d e t o t n á emos cu ocación d n e t n e e Porqu bajamos con v tra arte para ayudn tu pérdida. arte e ñ a p m o c a y Cuando las palabras sobran…. La presencia acompaña.

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Este es el tiempo de decir adiós al grupo, el cual en ningún momento tuvo la intención de que sus participantes fueran dependientes de él, partiendo de la idea de que el duelo tiene una resolución se espera que los participantes en algún momento abandonen el grupo ya que como el duelo no tiene porque ser para siempre, su permanencia en el grupo tampoco lo debe ser. Las puertas quedan abiertas y los participantes se llevan los aprendizajes adquiridos, las nuevas relaciones de amistad y la oportunidad de acompañar a otros. En caso de que ocurra otra pérdida y consideren que el grupo los puede ayudar, ya que ninguna pérdida es igual a otra, pueden regresar. Es importante tener en cuenta que asistir a un grupo no quita el dolor por sí sólo, hace falta tener disposición para confrontar el dolor propio y acompañar el de los demás. Aunque no es fácil escuchar el dolor de otros ni compartir la intimidad del propio dolor, el trabajo del grupo no tiene como intención “meter el dedo en la llaga”; se trata de retirar los velos que recubren el dolor. Cuando se acompaña a otros cambia, por un momento, el foco de atención del propio dolor que acapara todo nuestra atención y que inunda todo nuestro ser, por escuchar de manera compasiva el dolor del otro. La experiencia de grupos de apoyo para personas en duelo que se tiene en Medellín es de grupos abiertos, lo cual tiene sus ventajas y desventajas. Distinto de los grupos cerrados en los que todos sus miembros comienzan y terminan juntos un número determinado de reuniones, en las que se desarrollan diferentes temáticas propuestas por el coordinador, los grupos abiertos siempre están preparados para recibir personas nuevas y para que otras, más antiguas, se vayan. El desarrollo de las sesiones de los grupos abiertos se orienta principalmente con base en la experiencia de los participantes, sus necesidades y preguntas. No cuentan con un número limitado de sesiones y las personas nuevas se pueden adaptar fácilmente a las actividades que se desarrollan, a la vez que se encuentran con miembros más antiguos que son una evidencia de que el duelo se puede superar.


No obstante, no todo lo relacionado con los grupos de apoyo para personas en duelo es positivo, también experimenta complicaciones y desventajas. Puede ocurrir que se presente un exagerado control por parte del coordinador o alguno de los miembros del grupo (sentarse en la palabra, ponerse en el lugar del saber o ejercer un liderazgo imaginario), que se desarrolle dependencia del grupo, que se perpetúe el dolor, que se caiga en una exagerada religiosidad, que se tienda a idealizar o rechazar el trabajo grupal. Estas situaciones son parte de la dinámica grupal y es función del coordinador identificarlas e intervenir sobre ellas. Con todo esto el grupo de apoyo no deja de ser una alternativa positiva frente a la demanda de atención de personas en duelo y un espacio para construir con otros la posibilidad de la recuperación; testimonio de ellos son las frases que dicen las personas sobre los grupos:

“Es la parte donde puedo hablar, puedo llorar” “Mi pastilla para el duelo es venir acá” “Primero Dios y después el grupo” “Lo mejor para un duelo es venir acá y rezar bastante” “Si las penas se quedaran como empiezan, nos moríamos” “El grupo es la medicina que me alivia la depresión, la ansiedad” “Cuando no vengo me siento inestable” ”Hice amistades, nos llamamos, salimos a llorar” “Yo me hubiera enloquecido, muerto del dolor si no hubiera encontrado este lugar”

Cuando aprendí a saber sobre mis emociones, hablar de mí y saber de mí, entonces encontré la libertad.

Bibliografía FREUD, S. (1917). Duelo y melancolía. En: Obras completas. Tomo XIV. Argentina. Amorrourtu. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. En: Obras completas. Tomo XVIII. Argentina. Amorrourtu. MEJÍA, O. (2008). La muerte y sus símbolos. Muerte tecnocracia y posmodernidad 3 ed. Medellín. Editorial Universidad de Antioquia. PANGRAZZI, A. (2003). Los grupos de mutua ayuda en el duelo. Bogotá: San Pablo. WORDEN, J. W. (2004). El tratamiento del duelo. Asesoramiento psicológico y terapia. Barcelona: Paidós.

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EVENTOS REMANSO

RECONOCIMIENTO A TODA UNA VIDA JOSÉ MARÍA GÓMEZ GÓMEZ Son merecedores a este reconocimiento los corporados que han dedicado su vida al desempeño de la labor funeraria, proyectando su trabajo a las nuevas generaciones como garantía de profesionalización y mejoramiento de la actividad, siendo ejemplo de progreso en su comunidad. JOSÉ MARÍA GÓMEZ GÓMEZ nació en Marinilla el 1 de mayo de 1942, hijo de Mauro Gómez Noreño y Margarita Gómez Castaño. Bachiller del Colegio Marco Fidel Suarez y Abogado de la Universidad de Medellín. Formó su hogar hace 34 años con la señora Luz Elena Giraldo y de cuya unión hay cuatro hijos Margarita María, José Daniel, Claudia y William. Desde su niñez se distinguió por ser un hombre emprendedor, siempre estuvo acompañando a su padre que con el ejemplo y apoyo le mostro el camino de los negocios. Se ha caracterizado por ser un hombre abierto al cambio, buscando nuevas oportunidades y generando empleo en su comunidad.

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Ahora quiere dejar como legado a sus hijos estos valores para que continúen trabajando por la organización FUNERARIA GOMEZ que cumple 40 años de servicio a la comunidad y mas que una empresa, es un ejemplo de vida, de familia, de amor por lo que se hace, por la buena actitud, por el buen comportamiento, por la responsabilidad de sacar adelante más familias que son miembros activos y forman parte de esta familia.


CONVENCION

2011

LOS DIEZ MANDAMIENTOS PARA COMPETIR EN EL MUNDO FUNERARIO

En el marco de la Convención Anual de Remanso se presentó el Seminario Taller Los diez mandamientos para competir en el mundo funerario. Flordeli Álvarez, gerente de Funerales La Basílica de Florencia –Cáquetá-; Olga Patricia Ariza, gente de Funerales El Señor Resucitado de Villavicencio –Meta-; Luz Elena Perdomo, Gerente de Funeraria San Antonio de Sabanalarga –Atlánticoy Lilibeth García, Gerente de Funeraria Nesa Gaviria de Riohacha –La Guajira- acompañadas del conferencista Juan Carlos D Pabloz.

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Fernando Arango Madrid, Presidente Junta Directiva de Remanso y Gerente de Funeraria San Vicente de Medellín; Isabel Cristina Arango Isaza, Directora de la Unidad de Duelo de la Funeraria San Vicente; Jesús Gil Jérez, Gerente de Funeraria La Inmaculada Concepción de Samacá; Juan Manuel Herrera, Gerente de Funerales del Valle de Cali y Edgar Feijoo, Gerente de La Aurora del Tolima de Ibagué, entre otros.

Funerales

San Pedro El servicio siempre humano

Calle 3 No. 17 - 40 Barrio El Carretero Tel.: (5) 565 0487 - 565 0330 Cel.: 315 7480330 - 314 5354283 fsanpedro.remanso@gmail.com

Aguachica, Cesar


Medellín fue sede del I Congreso Internacional de Duelo convocado por Remanso, Corporación Nacional de Funerarias, institución gremial del sector funerario en Colombia. Con la asistencia de 286 personas entre psicólogos, sociólogos, estudiantes, profesores universitarios, gerentes de funerarias y facilitadores de duelo entre otros se abordó el tema que puede convertirse en la bandera de la responsabilidad social empresarial para el sector funerario; la atención al duelo se convierte en la proyección de las empresas funerarias con su comunidad viéndose reflejado en fidelización de sus clientes y fortalecimiento de imagen institucional. El acompañamiento a un doliente, a una familia, a un ser humano que atraviesa por uno de los momentos más difíciles de la vida hace parte de la esencia que debe caracterizar al sector funerario, no solo como empresas sino como seres solidarios. Fue la invitación a un escenario para compartir experiencias de la Unidades de Duelo que partieron de la Funeraria San Vicente de Medellín y hoy se ha implementado en ciudades como Bogotá, Armenia, Pereira, Cali, Cuenca –Ecuador- y México entre otras.

Entre los asistentes grupo de trabajo de Funeraria La Esperanza de Medellín.

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Entre los conferencistas, Claudia Villareal de México.

María Fernanda Vintimilla de Ecuador en compañía de Fernando Arango Madrid, Gerente de Funeraria San Vicente y Presidente de Remanso

Hilda Restrepo, experta en biodanza como terapia para atender Duelo, en compañía de Siervo Tulio Molano B.

Entre otros Lucía Isaza, Oliva Zapata y Javier Mariaca.

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