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Flora

F L O R A

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La vegetación era escasa en Mesopotamia pues las partes meridionales, al sudoeste, y occidentales se envolvían en desiertos. Contaba con pocos árboles, a excepción de la fecha cultivada, de la palma y del álamo.

Las palmeras, por ejemplo, poseían

un abundante haz de raíces delgadas y alargadas que les nacían directamente de la base del tronco. Crecían continuamente y podían llegar a los dos metros de profundidad y a varios metros de largo. Se diferencian de las de los demás árboles en que no existe una raíz principal que va aumentando de tamaño todos los años y de la que nacen otras, sino que formaban un grueso haz de raíces muy similares en longitud y grosor, lo que les sirvió para anclarse muy bien al terreno y evitar los arrancamientos por la acción de los fuerte temporales de viento que a veces había que soportar. De la misma forma, el álamo blanco, álamo común o chopo blanco fue una especie originaria de Marruecos, habiéndose distribuido a través de la península ibérica por toda Europa central (norte de Alemania y Polonia) hasta Asia central. Todavía crece en lugares húmedos, a menudo junto al agua, en regiones con veranos calurosos e inviernos frescos.

Este árbol corpulento de forma redondeada y rápido crecimiento, de hasta 30 m de altura y 1 m de diámetro, de forma ancha y columnar, de grueso tronco y sistema radical fuerte, con numerosas raíces secundarias largas que emiten multitud de renuevos. Corteza lisa, blanquecina, gris, fisurada, con las cicatrices negruzcas de antiguas ramas.

El álamo blanco todavía puede encontrarse en el antiguo territorio.

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