VIVIR AGRADECIDO - Sample Session

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La alegría de la corresponsabilidad

VIVIR AGRADECIDO

La alegría de la corresponsabilidad

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Los pasajes de la Escritura vienen de la Biblia Dios Habla Hoy © 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. Sociedades Bíblicas Unidas. Todos los derechos reservados.

NIHIL OBSTAT

Rev. Christopher Ciccarino, S.D.L., S.T.D.

IMPRIMÁTUR

W. Joseph Cardenal Tobin, C.Ss.R. Arzobispo de Newark

Diseño de portada e interior por Linda Eberly

ISBN: 978-1-62063-217-8

RENEW International 1232 George Street Plainfield, NJ 07062-1717 www.renewintl.org

RENEW International es una organización 501 (c) (3) sin fines de lucro.

Impreso y encuadernado en los Estados Unidos de América

Prólogo

Sesión 1: Ver con nuevos ojos

Sesión 2: Abrir el corazón, la mente y las manos

Sesión 3: Jesús llama. ¿Vas a responder?

Sesión 4: Descubrir tu llamado único

Sesión 5: Vayan y den fruto

Sesión 6: Vivir el misterio

Sesión 7: Llamado a cosas mayores.

Sesión 8: Quitar los obstáculos

Sesión 9: Responder a la belleza

Sesión 10: Tomar tu lugar

Sesión 11: Ser agradecido, vivir generosamente

Sesión 12: Hacer un compromiso

Sobre la Autora

Colaboradores

estructura y el flujo de una sesión

Acerca de RENEW International

Recursos de RENEW

Prólogo

La buena administración (en otras palabras, la corresponsabilidad) se menciona en más de 2,300 versículos de la Biblia, una indicación de lo importante que es en nuestra fe cristiana. Uno de esos versículos, en la Primera Carta de Pedro, resume muy bien el concepto:

“Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido” (1 Pedro 4, 10).

El autor de ese versículo nos llama tanto a la gratitud por lo que Dios nos ha dado como a una respuesta generosa. La corresponsabilidad, o ser buen administrador, en el sentido bíblico, se refiere a alguien a quien se le confía el cuidado de algo que no le pertenece. En ese sentido, el título se aplica a cada uno de nosotros, porque a cada uno de nosotros se nos ha confiado el cuidado de alguna parte de la creación, incluyendo nuestro ambiente físico, cualquier bien material que poseamos y a otras personas. Todo viene de Dios y somos responsables ante Dios de nuestra corresponsabilidad.

Para los católicos, la corresponsabilidad se practica a menudo en la parroquia, incluso mediante el apoyo económico al personal, los programas y la propiedad. Sin embargo, como explicó el Obispo W. Shawn McKnight de la Diócesis de Jefferson City: “También significa ser acogedor con todas las personas, dentro y fuera de la parroquia; hacer de la oración una experiencia central de la vida cotidiana; invitar a otros a la oración y al culto; crecer continuamente en el conocimiento y la comprensión del Evangelio; y contribuir con nuestros dones, talentos y habilidades para servir al bien común en el hogar, en la Iglesia y en el mundo en general. Ser corresponsables significa llevar a cabo estas responsabilidades de formas que van más allá de lo conveniente”.

Vivir agradecido: La alegría de la corresponsabilidad brinda la oportunidad de pensar en lo agradecido que estamos por los dones de Dios, cómo expresamos nuestra gratitud y cómo podríamos expresarla en el futuro, solo y con los demás. Esto puede suceder a través de la oración, la Escritura, los comentarios de la autora Leisa Anslinger, la reflexión personal, el compartir la fe en su pequeña comunidad y un nuevo compromiso con la acción.

Oramos para que Dios los acompañe e inspire a lo largo de esta experiencia.

Suyo en Cristo, G. Gregory Tobin Presidente y Director Ejecutivo de RENEW International

Sesión 1:

Ver con nuevos ojos

Enfoque: ¿Qué estás buscando en tu vida?

Oración

Oren juntos:

Dios de amor, fuente de todo lo que es bueno, te damos gracias y te agradecemos por estar con nosotros aquí reunidos para compartir nuestra fe. Te pedimos que nos concedas la vista libre de distracciones y obstáculos que nos impiden ver tu gracia a nuestro alrededor. Dirige nuestras mentes y corazones hacia tu visión de nuestro mundo y prepáranos para compartir nuestros dones para dar vida a tu visión.

Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.

Presentarse

Líder: Permita unos momentos para que los miembros del grupo se presenten.

La Palabra de Dios

Líder: Puede leer el pasaje de la Escritura usted mismo o invitar a alguien del grupo a leerlo.

Lector: Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

Todos: Gloria a Ti, Señor.

Llegaron a Jericó. Y cuando Jesús ya salía de la ciudad, seguido de sus discípulos y de mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. Al oír que era Jesús de Nazaret, el ciego comenzó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más todavía: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Entonces Jesús se detuvo, y dijo: “Llámenlo”. Llamaron al ciego, diciéndole: “Ánimo, levántate; te está llamando”. El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, que le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, quiero recobrar la vista”. Jesús le dijo: “Puedes irte; por tu fe has sido sanado”. En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino. (Marcos 10,46-52).

Lector: Palabra del Señor.

Todos: Gloria a Ti, Señor Jesús.

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¿Qué palabra, frase o imagen de la lectura de la Escritura toca tu corazón o le habla a tu vida? Comparte con el grupo si lo deseas.

Reflexión

Líder: Puede pedirle al grupo que revise en silencio la reflexión durante unos minutos o leer la reflexión en voz alta.

“Maestro, quiero recobrar la vista”. Jesús preguntó qué quería Bartimeo que hiciera, y en ese momento, Bartimeo soltó lo que más deseaba. La vista. Poder ver. La capacidad de ver el mundo y ser parte de él. Al poder ver, Bartimeo se podría haber alejado a buscar el tipo de vida que probablemente soñó durante muchos años. En cambio, con nueva visión, Bartimeo siguió a Jesús. Al ver a Cristo ante él, Bartimeo vio claramente y eligió el camino de Jesús, el camino del amor, la misericordia y la paz, el camino del discipulado. Nosotros también nos enfrentamos a una elección: participar en la Misa dominical, pero dedicar el resto de la semana solamente a nuestros propios intereses y deseos, o ser discípulos que hacen todo lo que está a nuestro alcance para difundir activamente el Evangelio con nuestras palabras y obras.

Bartimeo se convirtió en discípulo por lo que había recibido de Dios a través de Jesús, por la gracia divina, el don gratuito del amor de Dios. Su respuesta fue distinta a la de los nueve leprosos que fueron sanados por Jesús, pero no se detuvieron a asimilar la enormidad de lo que habían recibido (Lucas 17, 11-19). Antes incluso de considerar las formas en que podemos responder a la gracia de Dios mediante actos de generosidad y justicia, ¿qué tal si tomáramos tiempo para evaluar las formas en las que Dios ha estado y estará obrando en nuestras vidas?

Puede que no seamos físicamente ciegos; sin embargo, como Bartimeo, la mayoría de nosotros necesitamos una nueva visión. Necesitamos ver la vida con claridad, sin obstáculos por las distracciones que tan a menudo bloquean nuestra vista. Necesitamos la visión, para ver con ojos de admiración y reverencia, para percibir a Jesús, nuestro Salvador y Hermano, que camina con nosotros, mientras vemos todo lo que necesitamos hacer para compartir el amor de Cristo en el mundo. Necesitamos escuchar a Jesús preguntarnos: “¿Qué quieres que haga por ti?” y confiar en la bondad, la misericordia y la gracia del Señor. Necesitamos un “rayo de luz - una manera de ver” mediante la cual vemos el mundo y nuestra

Sesión 1: Ver con nuevos ojos

relación con él de una manera diferente y nueva. (La Corresponsabilidad: Respuesta de los Discípulos, en adelante CRD, carta pastoral de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, 1991, p. 39).

A medida que crecemos en ser corresponsables, comenzamos a ver la vida de manera diferente. Nos vemos a nosotros mismos, a los demás y al mundo que nos rodea como la obra de Dios, y reconocemos la gracia de Dios en las circunstancias diarias de nuestra vida, incluso cuando los tiempos son desafiantes. Al ver la mano de Dios en nuestras vidas, no podemos evitar estar agradecidos. Y la gratitud lo cambia todo.

Como Bartimeo, cuya vida se transformó cuando Jesús le dio la vista, nosotros cambiamos cuando vemos la gracia de Dios en medio de nosotros. De hecho, la corresponsabilidad, nuestra respuesta agradecida como seguidores de Jesús, es “una expresión de los discípulos con el poder para cambiar la manera como entendemos y vivimos nuestra vida” (CRD, Introducción).

¿Qué es la corresponsabilidad y cómo puede tener un impacto tan poderoso en nuestras vidas el abrazar la corresponsabilidad? En pocas palabras, alguien que es corresponsable se preocupa por la propiedad, los recursos o los asuntos de otro. Pensemos en el mayordomo de un viñedo, por ejemplo. El mayordomo no es el dueño del viñedo, pero está encargado del cultivo y cuidado de las vides y de la recolección de la uva. Los mayordomos son responsables de todo lo que se les ha confiado. Este principio se aplica a muchas actividades de la vida contemporánea. Si estamos empleados, por ejemplo, ya sea como cajeros o como directores ejecutivos, somos responsables ante el dueño por cualquier parte del negocio que esté a nuestro cuidado. Si cuidamos niños, somos responsables ante los padres por el bienestar de sus hijos.

Cuando aplicamos el significado de la corresponsabilidad a nuestras vidas, entendemos que todo lo que somos, tenemos y seremos nos ha encomendado Dios. El cristiano corresponsable “recibe los dones de Dios con gratitud, los aprecia y los cuida de manera responsable y moderada, los comparte en justicia y amor con los demás, y se los devuelve al Señor con creces” (CRD, p. 9). Si bien el llamado a ser corresponsables viene con responsabilidad, el camino de los corresponsables no es pesado. De hecho, muchos que viven intencionalmente y crecen en la corresponsabilidad se sienten llenos de alegría.

Exploraremos muchos aspectos del estilo de vida de la corresponsabilidad en las sesiones que siguen. Por ahora, reflexionen y compartan juntos, utilizando las preguntas a continuación como punto de partida.

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Tómense unos momentos de silencio para reflexionar sobre las siguientes preguntas. Luego compartan sus respuestas.

• Tómate un momento para reflexionar sobre las formas en que has recibido la gracia de Dios, amor incondicional, a lo largo de tu vida. Comparte estos signos del amor de Dios con el grupo.

• No serías miembro de este grupo si no fueras discípulo de Jesús. ¿Cómo vives como discípulo todos los días? ¿Cuándo eres o has sido cristiano corresponsable?

Perspectiva

El don de la vista

Desde que tengo uso de razón, he tenido un miedo irracional a quedarme ciego. Nunca ha sido una obsesión debilitante, pero ha sido constante a lo largo de mi vida. Cuando me operaron de cataratas en ambos ojos hace un par de años, tenía miedo de la cirugía, pero estaba más que dispuesto a hacer lo necesario para prevenir la ceguera que temía mucho más.

¿Por qué tengo miedo a la ceguera? Creo que es porque reconozco lo precioso que es el don de la vista. La vida misma es el don más maravilloso que Dios nos ha dado, y poder ver, oír, saborear, oler y tocar la magnífica creación de Dios es la cereza en el pastel. A través de nuestros sentidos nos maravillamos. Especialmente con nuestros ojos, podemos contemplar la belleza de todas las cosas y nos sentimos abrumados por la luz, los colores, las formas y los diseños que enriquecen la obra de Dios.

Por otro lado, el don de la vista nos permite ver el horror y la brutalidad de la vida. Pero esto también puede ser algo bueno: podemos identificar señales de que el peligro está cerca y de que debemos proceder con precaución. Esto se puede decir tanto de la vista literal como de la espiritual, porque la vista espiritual nos ayuda a saber cuándo tener cuidado y no ir a donde el mal nos llama. Es la vista espiritual la que nos impide tropezar en la oscuridad. Nos muestra los caminos correctos, los que están iluminados por la bondad y la amabilidad de quienes se preocupan por nosotros y buscan mostrarnos el camino.

El hombre ciego que le dijo a Jesús “quiero recobrar la vista” hablaba por mí. Puede que nunca haya estado ciego físicamente, pero hay muchas ocasiones en las que he estado ciego espiritualmente, negándome a ver mis faltas, mi egoísmo

1: Ver con nuevos ojos y mi pecado. Con demasiada frecuencia no logro ver cuánto se me ha dado como cristiano corresponsable de la generosidad de Dios. Con demasiada frecuencia, estoy ciego ante mis responsabilidades de cuidar y compartir con los demás los magníficos dones que he recibido de un Dios bueno y misericordioso.

La corresponsabilidad cristiana me invita a estar agradecido por el don de la vista y a utilizar este don de manera que comparta la belleza de la creación con los demás. Cuando Jesús me pregunta qué quiero que haga por mí, espero tener la valentía y la sabiduría para responder: “quiero recobrar la vista”, para poder compartir generosamente con los demás las maravillosas vistas, sonidos, sabores, olores, y caricias que hacen de mi vida una gran bendición.

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• Si le dijeras a Jesús: “quiero recobrar la vista”, ¿qué tipo de vista estarías pidiendo?

Invitación a actuar

Reunirse y compartir en una pequeña comunidad católica fomenta el crecimiento de nuestra fe y nuestra espiritualidad. Sin embargo, ningún compartir comunitario está completo sin un compromiso serio de poner nuestra fe en práctica.

En esta sesión, hemos establecido las formas en que la corresponsabilidad nos brinda una visión nueva y más clara como seguidores de Jesús. ¿Cómo te inspira esto a actuar? Aquí hay algunas posibilidades.

1. Oración: Haz una pausa al final de cada día y reconoce cualquier bendición inesperada que hayas experimentado. Escríbelos y mantén la lista en un lugar visible como recordatorio. Di una oración de gratitud por estas y todas tus bendiciones.

2. Comunidad: Piensa en las personas o grupos dentro de tu parroquia, vecindario, o lugar de trabajo cuyo cariño y participación te inspiran a vivir más plenamente como un discípulo cristiano. Envíales una nota o un correo electrónico o llámales por teléfono para expresarles tu gratitud.

3. Servicio: Sé consciente de los talentos o habilidades que se te han otorgado. Observa cómo estos dones te ayudan a contribuir positivamente en el hogar, el trabajo o la escuela, en tu parroquia y en el mundo en general. Consideraremos esto con mayor profundidad en sesiones futuras. Por ahora, comprométete a usar tus dones en pequeñas formas a medida que surjan oportunidades.

4. Formación: Santa Isabel Ana Seton dijo: “Estate preparado para encontrar tu gracia en las circunstancias diarias de tu vida”. Reflexiona sobre esto en tu propia vida. ¿Cómo encuentras la gracia de Dios? ¿Cuál es tu respuesta a “tu gracia”?

Orar

Oren juntos:

Dios, Padre nuestro, nos has formado a tu imagen y has llenado nuestras vidas de abundantes bendiciones.

Nos pides que cuidemos de los dones que se nos han dado, - todo lo que tenemos, somos y seremos; nuestras vidas, talentos, fe y recursosy nos llamas para usarlos sabiamente y bien.

Jesús, Salvador y Hermano, nos muestras perfectamente el camino de ser corresponsables, comprometidos a buscar y seguir la voluntad de Dios, dispuestos a dar generosamente, a mostrar misericordia y a compartir compasión, a sacrificarnos para llevar tu amor a nuestro mundo.

Espíritu Santo, Fuego de Amor, inspíranos ahora. Fortalécenos mientras decidimos vivir más plenamente como discípulos y crecer en la corresponsabilidad buena y fiel.

Que te demos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Mirando hacia el futuro

Para prepararte para la próxima reunión, lee el pasaje de la Escritura y la reflexión en la Sesión 2.

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