Retales de masonería – Nº 112 – Octubre 2020 una supresión de la consciencia y una regresión a estados infrahumanos, cosa “realmente” muy perniciosa para sus practicantes, que en sus roles como entidades “pasivas”, normalmente no se hacen consciente de tal daño.
.·. Un reciente acercamiento a la etimología latina derivada de “grex” y que significa “rebaño” se le ha venido asignando falsamente al termino “egregor”, esta aproximación hace ver al iniciado (con relación al egregor) en una postura “pasiva” como en el medio de una entidad psíquica autónoma o “mente colectiva de grupo”, capaz de influir en los pensamientos de todos los demás. Esta creencia es contraria a la postura eminentemente “activa” que debe ser propia de todo iniciado que se encuentra en Vía de Realización, distinta a la de una “oveja” en medio de un rebaño donde el pastor sería el egregor, el cual se podría comparar – inclusive – a una especie de “ego” colectivo. Los iniciados no se reúnen en el Templo alrededor de ningún egregor o “ego” colectivo, sino en nombre de su Creador o Dios, recordemos lo descrito en el evangelio de Mateo 18-20, que textualmente reza: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, fíjense que la sentencia “...en mi Nombre…” es correlativa o es lo mismo que decir, en nombre de la Divinidad. Es propicio destacar, en el entendido de dejar en claro que se trata es de un aspecto de “Espiritualidad Pura”, que esta frase del Evangelio de Mateo citada, es referencia en la Oración de Apertura de los Trabajos de las Logias Operativas. “¡Muy Santo y Glorioso Dios El Shaddai, Gran Arquitecto del Cielo y de la Tierra, Dispensador único de todos los bienes y las gracias! Te imploramos humildemente nos bendigas en nuestros Trabajos, que serán abiertos en Tu Nombre y bajo la protección de Tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, Quien ha prometido que allí donde tres o más se reúnan en Su Nombre, Él estará entre ellos”. En este mismo sentido, un buen ejemplo lo representa una invocación que era parte del ritual masónico y era leída en la apertura de una Logia. Esta invocación estaba impresa en las Constituciones de Pennell, publicadas en Dublín en 1730, y que textualmente se expresaba de la siguiente manera: “SEÑOR DIOS, el más Santo y Glorioso, tú, Gran Arquitecto del Cielo y de la Tierra, que eres el Dador de todo buen Don y Gracia; y que has prometido que cuando dos o tres estuvieran reunidos en tu Nombre, tú estarías en medio de ellos; en tu Nombre estamos reunidos, muy humildemente te rogamos que nos bendigas en todas nuestras Empresas, que nos des tu Espíritu Santo, para que ilumine nuestras Mentes con Sabiduría e Inteligencia, para que podamos conocerte, y servirte rectamente, para que todo lo que Hagamos pueda ser para tu Gloria, y para la Liberación de nuestras Almas”. Como podemos observar, no se trata de un “alma colectiva” como muchos también denominan a este “egregor”, lo mental desaparece ante la presencia “Real” de Dios en el mundo manifestado, y el Alma del iniciado se eleva en su presencia superando “las formas” e iluminando el caos de las potencialidades indiferenciadas del mismo iniciado. El “Rito” opera como portador de una Influencia Espiritual, no como portadora de influencia psíquica. No obstante, es este mismo “Rito”, el que ha sido objeto de una multiplicidad de modificaciones “humanas” causando la degeneración del mismo, obteniéndose las versiones degradadas más sorprendentes posibles, las cuales son admitidas habitualmente, pues, tanto quienes modifican al Rito como aquellos que son los receptores de estas alteraciones, están afectados por una misma falta de discernimiento. Es así como vemos con cierto asombro a algunos supuestos “instructores espirituales”, a quienes algunos incluso consideran revestidos de condiciones excepcionales, escudarse tras “las ceremonias” que no son más que “ostentaciones superficiales” y rechazando o modificando -al mismo tiempolos ritos; cercenando todo lo que tiene un origen espiritual y dando paso – así – a toda la multiplicidad del mundo psíquico o intermediario. Los iniciados se vinculan a los aspectos trascendentes y espirituales a través del rito y a los de orden psicológico a través de la ceremonia, siendo esta última no más que un mero adorno que en el mejor de los casos servirá de “apoyo moral” para el individuo que participa del Rito, pero sin añadir nada esencialmente a éste.
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