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mujeres / YOLANDA AGUIRRE
DES CEN DER DE SIER TO
¥ VIOLETTA RUIZ
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EL ESCRITOR MEDIEVAL ALTHA’LABI, 1 ESCRIBIÓ UNA SUERTE DE PRESAGIO: “QUE EL CIELO NOS PRIVE DEL DÍA, CUANDO LAS HIJAS DE EVA, QUE FALTAN DE UNA COSTILLA, SE CONVIERTAN EN POETAS… Y ADVIERTAN EL PELIGRO DE QUE SEAN INVADIDAS POR LA LOCURA”.
1 Referencia en el texto de Amir-Hussein Radjy para el New York Times (2019): Overlooked No More: Forough Farrokhzad, Iranian Poet Who Broke Barriers of Sex and Society. En: https://www.nytimes. com/2019/01/30/obituaries/forough-farrokhzad-overlooked.html L a poesía, ese canto iluminado por los demonios o las musas, flujo de conciencia que se intuye extracorpóreo y más allá de lo humano, pertenece quizá al mismo universo que lo femenino. Nuestro impulso tan temido y húmedo, reino nocturno, oculto, relegado a la domesticidad.
Forough Farrokhzad fue una de las primeras escritoras en revelarse en el contexto social de Irán de los años cincuenta. Su pasión por la poesía –se formó en artes– la llevó a elegir una vida independiente, lejos de su hijo y su marido. Una marca distintiva de su escritura es su sensualidad transgresora que la posicionó como referencia obligada entre las poetas jóvenes contemporáneas. Y siguiendo el sino de la palabra, Farrokhzad cumplió el presagio medieval
tras ser hospitalizada por una crisis. Como otras genias poetas, melancólicas, pagó su cuota con terapia de electrochoque.
En este contexto desobediente aprendemos a confluir y germinar, morir y dejar nuestro rastro como tapias para habitar una casa en la memoria. En noviembre de 2019 Rocío Cárdenas montó la exposición Confluencias V. La idea de habitar. Germinar, mortalidad y memoria. La curaduría incluyó 27 obras de Miriam Medrez, Mayra Silva y Karla Leyva, cuyos desplazamientos y formas de configurar la idea de la domesticidad, y el atuendo o máscara que es el cuerpo femenino, las une a una genealogía de artistas y escritoras que retratan su proceso artístico desde su hábitat y espacio de resistencia.
De la exposición recuerdo en particular uno de los vestidos invertidos de Miriam: su cuerpo bulboso cuya confección me recordó al dibujo de algún órgano vegetal, la tela a cuadros rojo y blanco que podría ser un mantel para picnic o el atavío de una campesina. Mirar en su concavidad como ensanchándose en fractales redondeados, la prenda invertida es un acto violento, se rebela y examina qué aspectos elementales de lo doméstico se configuraron más allá de nosotras mismas. Así también, las esculturas de una casa móvil fragmentada y la aparente dama de hierro reflexionan desde y hacia lo doméstico como impostura: invitan a buscar alternativas de auto representación.
Respecto a la narrativa del espacio interior, vuelvo a mirar a las piezas de Mayra Silva. No es la primera vez que ella conecta con la palabra poética, o con la personalidad melancólica de una escritora audaz y transgresora: ha trabajado ya con la obra de Sylvia Plath, quien análogamente tuvo una experiencia desoladora respecto a la vida doméstica que le impidió entregarse con la potencia que ella hubiera deseado a la vida creativa. MONTERREY, LA CIU- Estos contrapuntos entre el lenguaje poético DAD DONDE CONVER- y la escritura de Mayra GEN MEDREZ, SILVA Y se concatenan con la LEYVA ES UNA AFRENinterrogante sobre cómo y cuándo producir cuando TA MISMA A SER MU- uno es mujer, ya sea en la JER, SOBRE TODO A soledad o en el bullicio del espacio doméstico. UNA QUE CUESTIONA Monterrey, la ciudad DE FORMA SAGAZ E donde convergen Medrez, Silva y Leyva es una IRREVERENTE EL STA- afrenta misma a ser mujer, TUS QUO. sobre todo a una que cuestiona de forma sagaz e irreverente el status quo. Hay que recordar la serie de Mayra In a desert I descend, una instalación en donde los textos toman lugar y posición sobre otras palabras, esbozan la idea de la edición de la memoria como proceso en construcción constante del ser. Descender al desierto es mirar a la primera casa, el cuerpo; y a la segunda, sus alrededores en la extensión posible de sus brazos. Para poetas como Forugh o Plath, esas visiones podrían ser desgarradoras. Intuyo que para Mayra son más bien melancólicas, amarradas a la nostalgia de las preguntas que se multiplican, de los textos y las imágenes que se hilan sin fin. En el poema Deevar (La Pared) Forugh celebra las transgresiones carnales con un intimismo y sensualidad violentos, comparando al pecado con una manifestación extática de gozo, parecida a la febrilidad con que los filósofos griegos describían a los arrebatos espirituales durante la creación artística. Aunque Forugh trataba de definir a su poesía como un acto de escritura sin género, habitar un cuerpo femenino le ha permitido a artistas como ella acceder a un mundo mítico sin los límites de lo enteramente racional. Descender al desierto y habitar en el silencio: repetir el poema como un mantra infinito, es propio de las hechiceras, esas transgresoras que le dan forma al mundo con sus tejidos, sus plantas y sus palabras.
¥ YOLANDA AGUIRRE
El feminismo es un movimiento social, cultural, político y económico que pugna por la erradicación del sexismo y por la igualdad, pero también es una corriente de pensamiento que explica la realidad y la transforma. Las mujeres queremos libertad y ser visibilizadas en todas las áreas del conocimiento, y no ser discriminadas ni violentadas a causa de nuestro género.
Soy feminista: Me gusta pensar que nací en un año emblemático. Desde que supe la efeméride, me encanta decirla. Nací en 1975, Año Internacional de las Mujeres decretado así porque se realizó la Primera Conferencia Internacional de las Mujeres en México. Veinte años después, la Cuarta Conferencia Internacional de las Mujeres en Beijín daría auge al tema de los derechos de las mujeres y a la institucionalización de la perspectiva de género desde el Estado.
En mis primeros años de vida me enseñaron a ser femenina: vestido, calcetas rosas, y me gustaba mucho. Sin embargo, lo que nunca acepté fue la desigualdad. La rebelión inicia cuando sientes un trato diferenciado y que la explicación simple es tu condición de mujer. Desde pequeña fui muy observadora de la vida de las mujeres. Me llamaba la atención que cada verano que iba a visitar a mis abuelos al rancho, me encontraba con la novedad de que las niñas con las que había jugado antes ya se habían casado, y yo me preguntaba, pero ¿cómo?, ¿por qué no terminó la escuela? No sabía qué era ni cómo se llamaba, pero mi feminismo comenzó en esos tiempos.
En la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UANL conocí el feminismo y sus conceptos. En el Colegio de Sociología, la maestra Lídice Ramos nos compartió sus conocimientos y nos presentó a otras feministas de Monterrey, mujeres valientes que aun siguen en pie de lucha: Sandra Arenal (QEPD), Maricruz Flores, Mariaurora Mota, Norma González, Irma Alma Ochoa, Ludivina Lozano, Juany Nava; Guadalupe Elósegui; Guadalupe Cruz, Reyna Ramírez, Cecilia Reyes, María Elena Chapa, entre otras muchas más. Mi reconocimiento a todas ellas porque aprendí mucho, siempre fueron sororarias con su conocimiento y experiencia.
El Centro Universitario de Estudios de Género (CUEG) se fundó en 1999 en la FFyL, con la finalidad de ser un punto para la reflexión, difusión y promoción del feminismo, del género, de la igualdad y la diversidad. En sus más de veinte años, con Lídice Ramos al frente, ha formado a muchas estudiantes feministas entre las que me encuentro. En el CUEG se han hecho infinidad de publicaciones, cursos y seminarios, y han estado grandes personalidades del feminismo. Recuerdo en especial al grupo “Las Reinas” dirigido por la Dra. Graciela Hierro (QEPD), filósofa feminista de la UNAM. En sus talleres aprendí, entre otros temas, de la ética feminista y sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres.
A finales de los noventas, las feministas en la FFyL éramos muy pocas, al menos las que abiertamente nos llamábamos así. Siempre ha habido resistencias y malos entendidos de lo que significa ser feminista. Quizá viene de gente que no quiere perder privilegios y de mentalidades conservadoras. Me gusta mucho que ahora cada vez hay más jóvenes que se autodenominan