Escrituras Aneconómicas. Revista de Pensamiento Contemporáneo Año I, N° 2, 2012. Crisis y problematización de las hegemonías contemporáneas ISSN: 0719-2487 http://escriturasaneconomicas.cl/
“A TRAVÉS DEL ESPEJO”: ¿MARXISMO ANALÍTICO? Hekatherina Delgado Universidad de la República heka1713@gmail.com
Resumen: El pensamiento de Marx ha sufrido diversas lecturas. Curiosamente, algunas de estas interpretaciones, se autoreferencian públicamente como “marxistas”, pero sus desarrollos teóricos son difícilmente conciliables –sino francamente contradictorios– con la obra de Marx. El denominado “marxismo analítico” en particular, expresa la necesidad de articular al marxismo con otro paradigma de gran influencia en las Ciencias Sociales: el individualismo metodológico. El resultado de ésta combinación es un desarrollo teórico que trastoca, o directamente invierte, el sentido del pensamiento de Marx: un marxismo “a través del espejo”.1 En efecto, ¿tiene sentido denominar “marxismo” a un pensamiento que relega algunos de los postulados centrales del pensamiento de Marx, como la teoría del valor-trabajo y el materialismo histórico?, ¿qué consecuencias tiene esto sobre la teoría de la explotación, y con ello, en el potencial emancipatorio del marxismo? Las presentes líneas indagan respecto a la consistencia teórica del “marxismo analítico” al momento de articular nuevos elementos a la obra de Marx, y cuestiona si el resultado final de ésta operación puede ser razonablemente considerado un “marxismo”. Palabras Clave: Marxismo - Explotación – Trabajo. *** Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo. Karl Marx, Tesis sobre Feuerbach.
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Parafraseando a Lewis Carroll. (1872).
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1. Punto de partida La maleabilidad con la que se ha dispersado el pensamiento de Marx ha permitido todo tipo de lecturas, incluso lecturas absurdas o, peor aún, lecturas que no son tal cosa. Más allá que las intenciones académicas sean las de adaptar al pensamiento de Marx a la actualidad, existe una diferencia cualitativa entre la adaptación y el abandono. La teoría de la explotación y del valortrabajo son elementos centrales del pensamiento de Marx (en términos lakatosianos conforman el núcleo firme del programa de investigación marxista, con todo lo que esto significa), necesariamente forman parte substancial de todo planteo que legítimamente pretenda llamarse marxista. A la interna del “marxismo analítico” comúnmente se producen inconsistencias a diversos niveles cuando sus autores se encaminan en filas de cierto liberalismo igualitarista criticando el concepto de trabajo como sustancia de valor. A partir del análisis de la experiencia denominada “socialismo real”, John E. Roemer ha cuestionado la teoría de la explotación y del valor-trabajo de Marx. Este desarrollo encuentra su sustrato normativo en una concepción política de la justicia emparentada con el liberalismo político de Rawls y se imbrica con la opción epistemológica por el individualismo metodológico. A este respecto, Roemer plantea que el “marxismo analítico” es la “(...) combinación de metodología neoclásica y calendario de investigación marxista” (Roemer, 1986: 150). Sin embargo, el marxismo no permite la incorporación teórica de componentes propios de la economía neoclásica, pues epistemológica y filosóficamente es incompatible con ella. Para Roemer la alienación es inherentemente injusta, sólo si se da en “condiciones de desigualdad de bienes y oportunidades”. También las transferencias de plusvalor sólo son objetables si provienen de una “distribución desigual de bienes o de ingreso”, que sería consecuencia del “acceso desigual a la propiedad privada” de los medios de producción (Roemer, 1982). De esta manera, se puede observar como en el pensamiento de Roemer subyace una concepción liberal reificada de la alienación (Lukács, 1984).
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El abandono metodológico del materialismo histórico se produce debido a que dentro de los planteamientos del “marxismo analítico” la sociedad es reductible a sus componentes individuales (lo que para Marx sería inaceptable). De esta manera, el planteo se funda en relevantes incompatibilidades epistemológicas que luego permitirán el cuestionamiento de la teoría de la explotación y del valor-trabajo, raíz del análisis marxista de la sociedad. El desarrollo teórico expuesto en la obra “Teoría general de la explotación y de las clases” (Roemer, 1982), lleva a configurar a la propuesta teórica de Roemer como la imagen “a través del espejo” del pensamiento marxista, pues si bien éste autor no construye directamente un discurso explícitamente legitimador del sistema capitalista, lo apuntala indirectamente con un desarrollo teórico que denomina “marxista”. Allí se funda la visión a “través del espejo” ya que, dado su sustrato epistemológico y filosófico-político, éstos planteos son diametralmente opuestos a los supuestos básicos del pensamiento de Marx. Es decir, en su teoría se reflejan características constitutivas del pensamiento liberal, el reflejo es el inverso del desarrollo conceptual de cualquier pensamiento marxista tout court. 2. De las incompatibilidades Para Roemer el “marxismo analítico” es la “(...) combinación de metodología neoclásica y calendario de investigación marxista” (1986: 150). Sin embargo, el sistema conceptual marxista no permite la incorporación teórica ecléctica de componentes propios de la economía neoclásica. Para elucidar esto, baste señalar que por más esfuerzos que se realicen los métodos neoclásicos son intraducibles a un esquema marxista, pues no miden las mismas cosas, sus ámbitos de referencia son radicalmente distintos.2 La opción por el individualismo metodológico y la teoría de la elección racional coloca al “marxismo analítico” en las antípodas del pensamiento holista de Marx. Encuentra su lógica partiendo de explicaciones desde el nivel micro hacia el nivel macro-teórico (Roemer, 1982),
Esta intraducibilidad curiosamente no implica incomunicabilidad, el discurso marxista puede reproducir postulados neoclásicos, pero no puede aceptarlos como principios válidos de análisis. 2
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caracterizándose por optar por el individuo como unidad analítica. Es decir, la unidad mínima explicativa pasa a ser la decisión estratégica, dando como resultado el mecanicismo formal y la defensa de la intencionalidad en la construcción de conjeturas que hagan inteligible la explicación fundamental. Este razonamiento parte de la hipótesis del comportamiento racional en las explicaciones intencionales, la lógica se encuentra en la interacción entre individuos desigualmente dotados de recursos, preferencias, información y la utilización de la teoría de juegos a nivel de la formulación. La clase social deja de ser el objeto de explicación ocupando su lugar el individuo, mientras que las leyes dejan su espacio a los mecanismos. Según Jon Elster (1985) el individualismo metodológico plantea la hipótesis de que todos los fenómenos sociales (su estructura y cambio) son explicables, en principio, en una forma que incorpora sólo a los individuos, sus propiedades, relaciones, objetivos, creencias y acciones. Esta posición conlleva una presunción de la racionalidad y la acción egoísta, aunque no se hace referencia a rasgos de la naturaleza humana. Cabe preguntarse ¿es posible aceptar el planteo de Elster desde un esquema en el que las mezquindades particulares de los individuos no son la raíz de las desigualdades sociales sino producto de éstas? Ahora bien, si en la descripción individual es posible la referencia a otros, puesto que existen características inherentemente relacionales (ser explotado) y mi condición material es su consecuencia, es pensable una mejor explicación desde una óptica holística cuya base no son individuos aislados generalizables sino colectivos de actores (Cf. Latour, 2008). Descartar el holismo propio del pensamiento de Marx no permite explicitar a nivel agregado que mi condición material es inherente a un proceso relacional. Es decir, aquellos que compartan la relación a nivel macro, compartirán su referencia descriptiva (condición material), por tanto, habrá una identidad descriptiva compartida que se subyugará en el “marxismo analítico” a favor de diferenciaciones basadas en la concepción de popperiana de la no actuación colectiva. Dentro del desarrollo teórico de los “marxistas analíticos” no hay ninguna reformulación de los principios del individualismo metodológico que lo adapte a un esquema holístico como el marxista, en el que la sociedad excede a la mera suma de individuos. Estos autores han aplicado la metodología liberal por excelencia sin modificación alguna. Por otro lado, la insistencia del
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“marxismo analítico” en realizar su análisis conceptual con independencia de la génesis material histórica3 marca su orientación contraria a la explicación funcional-holista propiamente marxista. Según Lukács “teoría marxista” es aquella que nace de una reflexión integral sobre la totalidad de las partes que conforman la vida social, lo que lleva a un movimiento dialéctico que supera la parcialidad propia del conocimiento burgués4. 3. “A través del Espejo” La propuesta teórica de Roemer trata de responder respecto a si un hombre tiene derecho a no ser forzado a ejecutar más trabajo alienado que otro. Para Roemer la alienación es inherentemente injusta sólo si se da en condiciones de “desigualdad de bienes y oportunidades” (Roemer, 1982). También las transferencias de plusvalor sólo son objetables si provienen de una “distribución desigual de bienes o de ingreso” consecuencia del “acceso desigual a la propiedad privada” de los medios de producción. Entonces, cabe preguntarse ¿en una sociedad de propietarios no existiría alineación? Para Marx la alineación desaparece sólo cuando aparece la propiedad social. Es importante distinguir entre “propiedad social” y “sociedad de propietarios” pues, si bien pueden parecer lo mismo, son horizontes utópicos diametralmente opuestos dado que la “propiedad social” implica la disolución del concepto liberal mismo de propiedad, algo es de todos lo que es exactamente lo mismo que decir que no es de nadie. En cambio, la “sociedad de propietarios” implica una
Marx plantea que toda la historia de la humanidad se puede explicar mediante una inversión de la dialéctica hegeliana “(…) no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”. Marx realiza ésta inversión al convertir su punto inicial de un concreto de pensamiento (gedankenkonkret) a un concreto real (realkonkret). 3
Al respecto Lukács escribía: “The self-knowledge, both subjective and objective, of the proletariat at a given point in its evolution is at the same time knowledge of the stage of development achieved by the whole society. The facts no longer appear strange when they are comprehended in their coherent reality, in the relation of all partial aspects to their inherent, but hitherto unelucidated roots in the whole: we then perceive the tendencies which strive towards the centre of reality, to what we are wont to call the ultimate goal. This ultimate goal is not an abstract ideal opposed to the process, but an aspect of truth and reality. It is the concrete meaning of each stage reached and an integral part of the concrete moment. Because of this, to comprehend it is to recognise the direction taken (unconsciously) by events and tendencies towards the totality. It is to know the direction that determines concretely the correct course of action at any given moment – in terms of the interest of the total process, viz. the emancipation of the proletariat” (Lukács, 1984a). 4
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generalización (distribución equitativa en Roemer) que no hace otra cosa más que reforzar el concepto mismo de propiedad liberal. En contraposición, Lukács realiza el redescubrimiento de la idea en la que el mercado, como construcción social, se presenta a los sujetos como una necesidad natural que impone una forma de vida que no son capaces de resistir. De ahí, la tendencia contemporánea a concebir la alienación como una objetivación externa de la objetividad humana: The important role increasingly played in this ideology by ‘man’ as a value, an ideal, an imperative, accompanied, of course, by a growing ‘insight’ into the necessity and logic of the actual economic process, is only one symptom of this relapse into the reified immediacy of the bourgeoisie. For the unmediated juxtaposition of natural laws and imperatives is the logical expression of immediate societal existence in bourgeois society (Lukács, 1984b).
Denomina a este proceso “reificación”, es decir, la transformación de una institución (la propiedad, en este caso) o ideología creada por el hombre en una fuerza que controla a los seres humanos. En este marco, Roemer banaliza uno de los puntos clave de análisis marxista de la sociedad, la alienación, al reducirla a que la explotación es formalmente lógica cuando es consecuencia distributiva de "(…) una desigualdad injusta en bienes y recursos" (Roemer, 1982). Este lugar normativo que subyace a Roemer es de claro cuño rawlsiano, puesto que trasluce una concepción de la justicia como imparcialidad y desideología, en donde se obliteran los intereses de clase y, al obliterarlos, se reduce la desigualdad a una desigualdad de oportunidades o de acceso, es decir, el discurso liberal por excelencia. Roemer plantea que “antes” era “aproximadamente” válido que la clase obrera “(…) 1) constituía la mayoría de la sociedad, 2) producía la riqueza de la sociedad, 3) era la parte explotada de la sociedad, y 4) era la parte necesitada de la sociedad. Además, la clase obrera: 5) no tenía nada que perder con la revolución"; Sin embargo, actualmente " (…) no es ya una buena aproximación a la realidad decir que la clase obrera se caracteriza por los rasgos que van del (1) al (4) (…) sin duda (5) es falso” (Roemer, 1995). En vista de esta afirmación, cabe preguntarse ¿hasta qué punto esta aceptación solapada de la idea de contrato social neokantiano de Rawls (justicia como imparcialidad) que subyace a los “marxistas analíticos” no es otra forma de enmascarar el verdadero origen y sustancia del capitalismo?
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Marx comienza el desarrollo de “El Capital” planteando que el valor producido en el trabajo por el hombre es apropiado por el capital. Es decir, del valor producido por el trabajo una parte sirve para pagar el salario y el resto pasa a integrarse a la mercancía que vende el capitalista: el valor es apropiado desigualmente. En este marco, siempre hay conflictos de clases pero no se hacen explícitos, puesto que no están presentes en el escenario de manera que interrumpan el desarrollo del modo de producción. De manera que se entiende al materialismo histórico como una teoría holista para la comprensión de la historia de la humanidad a partir del principio de la lucha de clases, las que objetivamente se desarrollan a partir de los que se apropian y de los que no se apropian del excedente5. La relación entre la teoría del valor-trabajo y la construcción de las clases sociales para Marx parte de que una clase está constituida por quienes pueden apropiarse de los medios de producción y por aquellos que tienen su fuerza de trabajo para vender, es decir, la burguesía y el proletariado. Marx demuestra que no hay ninguna razón económica que exija la necesidad de la propiedad privada de los medios de producción, que es del nivel de las relaciones sociales de producción no de las fuerzas productivas. Ergo, la existencia de propiedad privada es consecuencia de la norma jurídica liberal, no de una necesidad económica. Este punto no se ha reafirmado por el desarrollo teórico del “marxismo analítico”, es decir, la disolución misma de la propiedad privada no ha sido retomada por estos autores. El desarrollo histórico de las fuerzas productivas involucra la explotación, es decir, la relación social que se caracteriza por una transferencia forzada de plusvalor social por parte de los trabajadores hacia los propietarios y controladores de los medios de producción. Los trabajadores son expropiados del producto de su propio trabajo y forzados a trabajar adicionalmente de lo que necesitan para reproducir su fuerza de trabajo, pues no tienen otra opción que venderla para proveerse de subsistencia.
“Las relaciones sociales en las que los individuos producen, las relaciones sociales de producción, cambian, por tanto, se transforman, al cambiar y desarrollarse los medios materiales de producción, las fuerzas productivas. Las relaciones de producción forman en conjunto lo que se llaman las relaciones sociales, la sociedad, y concretamente, una sociedad con un determinado grado de desarrollo histórico, una sociedad de carácter peculiar y distintivo. La sociedad antigua, la sociedad feudal, la sociedad burguesa, son otros tantos conjuntos de relaciones de producción, cada uno de los cuales representa, a la vez, un grado especial de desarrollo en la historia de la humanidad” (Marx, 1849). 5
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La desigualdad y falta de libertad en el sistema capitalista es generada como consecuencia de la explotación que hace al sistema, es decir, como consecuencia de la propiedad privada. La existencia del plusvalor (gracias a la existencia de la propiedad privada de los medios de producción) fundamenta que la burguesía quiera que se reproduzcan las relaciones sociales de producción y el proletariado busque su eliminación (sociedad sin clases y propiedad social). El objetivo del proletariado es crear conciencia para hacer explícita la existencia del plusvalor, el objetivo de la burguesía es ocultarlo para que el sistema se reproduzca como “un orden natural”. La ideología “borra” el plusvalor porque apela al hombre como individuo, como ciudadano, pero no como productor, dando lugar a una ideología donde la diferencia de clase desaparece al suponer que todos los seres humanos son iguales y que actúan bajo parámetros racionales comunes. Esta concepción deliberadamente deja de lado que la lucha para la clase dominante se torna más fácil, dado que se puede aumentar el salario, pero lo que no se puede entregar es el poder, es decir, que no puede estar en disputa la propiedad privada de los medios de producción, exactamente lo que no ponen en disputan los “marxistas analíticos”. Engels observa que el “socialismo científico” existe en el momento que se descubre el plusvalor, dado que a partir de su descubrimiento se puede entender la explotación. La teoría de la explotación, con el plusvalor incorporado, es la que permite desarrollar científicamente la teoría de la existencia de las clases sociales en lucha por el poder6. Los presupuestos teóricos del “marxismo analítico” son contrapuestos con los conceptos centrales de la teoría marxista y llevan a configurarlo en su imagen “a través del espejo”. Roemer no genera explícitamente un discurso de legitimación del capitalismo, su intención es la de generar una justificación teórica del accionar político de la socialdemocracia europea. Es allí donde se funda la visión a “través del espejo”, ya que en su sustrato epistemológico y político se reflejan
Las clases sociales se diferencian por su capacidad de apropiación o no del producto excedente. Marx demuestra que esto no responde a ninguna ley de la economía, sino a relaciones de orden político y jurídico que establecen la propiedad privada. Unos pueden ser propietarios de sus medios de producción y otros tienen que vender su fuerza de trabajo. De esta manera las clases sociales no son estáticas, sino que conforman un modo de producción estando en permanente enfrentamiento, es decir, en la lucha de clases. El proletariado pretende no sólo beneficiarse frente a la burguesía en la lucha salarial para reducirle su tasa de ganancia, sino tomar el poder del Estado para establecer una sociedad sin clases. 6
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características constitutivas del pensamiento liberal, el reflejo es el inverso de cualquier desarrollo conceptual propiamente marxista. En lugar de construir un discurso legitimador de la ideología dominante, simplemente legitiman el discurso hegemónico con el desarrollo de un aparato teórico cuya fachada pretenden contraria. 4. Igualdad vs distribución Elster intenta desterrar el horizonte emancipatorio del marxismo planteando que el principio de contribución “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades” (Marx, 1968) otorga un criterio menos que óptimo para determinar las condiciones de igualdad en la primera fase de transición a la sociedad comunista pues, según dicho autor, este principio asegura que "nadie ganará un ingreso sin trabajar" y entonces no se obtiene una medida clara del espectro de desigualdades compatibles con dicho principio (Elster, 1985). En los “Grundrisse” Marx plantea que el contenido del modo de producción es determinado por el trabajo y la forma es determinada por la propiedad. Solamente las condiciones de la formación del capitalismo pueden hacer surgir la figura del trabajador7. El capitalismo representa la aparición inédita de un tipo de devenir social por medio de la separación entre la existencia humana activa y las condiciones orgánicas de ella. Su contradicción radica en la doble necesidad que tiene del trabajo propiamente humano, como de someterlo y reducirlo a su mínima expresión8. En el modo de producción capitalista la condición de ciudadano y de propietario están separadas y la economía determina a la política. La materia es impregnada por la forma: el capital (forma) se apodera de las manifestaciones de la base material, imponiéndoles cambios constantes. La historia es, por un lado repetitiva porque la eficacia de la forma comunitaria hace que ella se repita en las formaciones precapitalistas y permanezca indefinidamente si no es destruida por factores externos, y por otro lado, es evolutiva porque se da un pasaje de la forma precapitalista a la capitalista. 7
A este respecto dice Marx: “En esta sociedad de libre competencia el individuo se aparece separado de los vínculos naturales, etc., que en períodos históricos previos hacen de él un accesorio de un conglomerado humano definido y limitado” (Marx, 1858). 8
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Las técnicas y las condiciones de las fuerzas productivas no dejan de transformarse: el límite es inmanente. El capitalismo es la absorción de toda exterioridad, nada exterior puede destruir su realidad que es la contradicción por la que se define su imposibilidad de identidad. Su presupuesto es la separación de todos los momentos del proceso de trabajo (entre individuo y sociedad, estructura y superestructura, esferas de la superestructura). Es el modo de producción de la no-identidad, por eso “todo lo que es sólido se desvanece en el aire”. La forma capitalista termina cuando una identidad aparezca, cuando la contradicción sea llevada a su punto extremo y el proceso de negación de la negación (revolución) ponga fin a la contradicción y establezca la identidad. En “El Capital” el trabajo surge como una necesidad natural y constituye el ámbito de la no-libertad. Marx plantea que en la sociedad comunista existirá el trabajo como un aspecto de nolibertad que permanecerá a la manera de un fondo inamovible. Sin embargo, en los “Grundrisse”, gracias a la idea de posindustria y el desarrollo de la ciencia, el trabajo material ya no seguirá siendo necesario pues lo harán los autómatas: el significado del trabajo se supera y pasa a ser la creación, la automanifestación del hombre en el saber y en las artes. La formula “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades” no es distributiva como puede equivocadamente entenderla una lectura simplista. Tampoco es referente al igual bienestar, sino efectivamente emancipatoria. La emancipación no se trata de justicia distributiva, de transferencias económicas, de acceso a los recursos, de efectivización de derechos, ni de aplicación de principios liberal-igualitarios de cuño rawlsiano, se trata de la automanifestación de las personas.
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