Escrituras Aneconómicas. Revista de Pensamiento Contemporáneo Año II, N° 3, Santiago, 2013. Democracia: aneconomía, partición y acto político ISSN: 0719-2487 http://escriturasaneconomicas.cl/
EL HORIZONTE DE LA PHRÓNESIS: HEIDEGGER Y LA PRÂXIS ORIGINARIA ANÍBAL VEGA CIFUENTES
avega1@uc.cl Pontificia Universidad Católica de Chile Resumen: En sus Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles [1922], Heidegger transforma la concepción aristotélica de prâxis, poíesis y theoría, interpretando ontológicamente el libro VI de la Ética Nicomáquea. En este contexto, mostraré que dicha apropiación también tiene un interés existencial en la noción de proaíresis. Esto implica exponer que no sólo el ámbito práctico del trato con el mundo objetivo de las cosas es más ‘originario’ para interpretar el fenómeno de la vida fáctica, sino que el primado que Heidegger otorga a la prâxis conlleva un potenciamiento de la proaíresis, formalizada en clave ontológico-existencial: el Dasein siempre se 151
ve lanzado a decidir sobre su modo de existir. Desde esta perspectiva, la filosofía ya no arranca primariamente, como afirma Aristóteles, de la contemplación y más allá de la prâxis de la existencia humana, sino que los razonamientos parten y se sustentan en la experiencia misma de las acciones de la vida. Palabras clave: Aristóteles - Dasein – prâxis - phrónesis - proaíresis.
I. Introducción Si viviera en nuestro siglo, Aristóteles no se quedaría ni en Oxford, para discutir con Sir Jonathan Barnes, ni en Padua, para estar con los aristotélicos de allá. Más bien preferiría ir a la Selva Negra para dialogar con un pensador de su tamaño: Martin Heidegger Volpi, Franco. Ser y Tiempo: ¿Una versión moderna de la Ética Nicomáquea?
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La importancia de Aristóteles es algo conocido de sobra. Sus contribuciones sobrepasan el ámbito de la disciplina filosófica, pese a ser concebidas desde ella: la historia cultural y científica de Occidente se ha nutrido de la obra de este autor en campos tan diversos como ontología, biología, física, psicología, ética, política, estética y teoría literaria. Por esta misma razón, la influencia del griego es decisiva a la hora de entender el temprano planteamiento de Heidegger. Pero no fue hasta la publicación de las primeras lecciones del joven profesor en Friburgo y Marburgo, bajo el margen de la Gesamtausgabe, y gracias a los comentarios de Gadamer (1996), que se empezó a hablar de la relación de Heidegger con Aristóteles. Más bien, no sólo una relación, sino un verdadero trabajo de reapropiación de la filosofía práctica del Estagirita: “De ahí el interés que suscita el intento de comprender cómo Heidegger asimila y transforma productivamente ciertos temas aristotélicos con el fin de ir perfilando una doctrina propia […]” (Escudero, 2001: 182). Por este motivo no es coincidencia que autores como Gadamer, Arendt, Bröcker, etc., -todos alguna vez estudiantes de Heidegger-, tomaran conciencia de la filosofía práctica de Aristóteles y llevaran a cabo sus propias investigaciones apartándose de la posición de la vida humana (ser-ahí) fáctica y la situación hermenéuticofenomenológica en la cual Heidegger interpretaba al griego en los años anteriores a Sein und Zeit. Este breve artículo intenta mostrar cómo Heidegger en su Informe Natorp tras la ontologización1 y primado de la noción de prâxis (obrar; acción; ejecución) aristotélica, se deja ver con ella también, suplementariamente, una preponderancia de la noción de proaíresis (‘decisión deliberada’) que igualmente juega un rol fundamental en la interpretación del joven profesor. Esto no ocurre en un sentido “moral”, sino formalizando y destacando ontológicamente (i.e., a partir de la eminente relación del ente Dasein con el ser, en cuanto él es el ente comprensor del ser) el carácter “decisional” de la existencia, comprendida en términos de “vida fáctica”. Tal cosa ocurre no solo en el ámbito práctico del trato con el mundo de las cosas [Umwelt] –que Heidegger señala como ‘más originario’ para interpretar el fenómeno de la
Es evidente que la lectura que Heidegger lleva a cabo en la Ética a Nicómaco “no es de carácter 'ético' ni 'moral', sino ontológica”. Por esta razón Volpi (1996: 48, 57; 2007: 156), ha señalado con razón, que Heidegger en su transformación de las virtudes, lleva a cabo una ontologización de las virtudes dianoéticas. Esto significa que las virtudes ya no son vistas como hábitos (héxis), sino como verdaderas estructuras de la existencia humana. Pero ontologización significa también, según Heidegger, que las virtudes dianoéticas son modalidades de una ‘auténtica custodia del ser en la verdad’. En este sentido, lo que se des-oculta (a-létheia) en las virtudes dianoéticas es el ente que en cada caso está en juego: “esto significa que con la interpretación de estos fenómenos se da la posibilidad de determinar el ente en cada caso custodiado según el modo en que es inteligido y, con ello, también se da la posibilidad de delimitarlo con respecto a su genuino carácter ontológico” (Heidegger, 2002a: 61). 1
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vida humana en su facticidad-, sino también y más radicalmente, como intentaré mostrar, en el hecho de que en la primacía que Heidegger otorga a la phrónesis (sabiduría práctica) sobre la sophía (sabiduría teórica) podría leerse, parejamente, una preponderancia entregada a la decisión (proaíresis), pero en el sentido preciso de una formalización de tipo ontológico-existencial. Dicho de otro modo, veremos que Heidegger está interesado en mostrar que la vida fáctica, en tanto que cuidado –que representa el sentido ontológico fundamental de la movilidad de la vida-, está siempre arrojada, lanzada, expedida a tomar una decisión, a decidir sobre su modo propio de existir; sobre su propio ser. Una vez establecido el planteamiento anterior, será posible afirmar que la filosofía ya no es una tarea que parte de la mera contemplación –como en Aristóteles-, sino que ella, al partir de la prâxis, hace que los razonamientos partan y se sustenten en la experiencia misma de las acciones de la vida. II. El informe Natorp El eje temático donde se enmarca la discusión recién planteada es la interpretación 153
heideggeriana de la determinación aristotélica del ser del hombre. Bajo la guía de los textos ‘filosófico-prácticos’ de Aristóteles, Heidegger ve de manera clara la idea del hombre y de la existencia en su carácter inmediato y auténtico, esto es, pre-reflexivo y a-teorético. Este planteamiento se refleja en el manuscrito que Heidegger envió a Paul Natorp en 1922, intitulado interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles. Indicación de la situación hermenéutica [Informe Natorp]. En este manuscrito, Heidegger presenta su proyecto como una “investigación que quiere contribuir a la historia de la ontología y de la lógica” (2002a: 29), y que, en calidad de investigaciones que determinan la interpretación y comprensión, es necesario que sean siempre una apropiación que esclarece la situación de un pasado viviente. En este sentido, el objeto de la investigación es el Dasein humano en tanto que se le interroga acerca de su carácter ontológico (2002a: 31). La característica ontológica principal de este ente es preocuparse por sí mismo incluso cuando huye de sí mismo 2. Esto debe comprenderse como una aprehensión explícita de una actividad fundamental de la vida fáctica. El sentido fundamental
Esta idea aparecerá cristalizada en SuZ, en dónde Heidegger explica que el Dasein no es un ente más entre otros, sino que ‘a este ente le va en su ser este mismo ser’, esto significa que este ente se auto-comprende y se encuentra abierto para él mismo. “la comprensión del ser es, ella misma, una determinación de ser del Dasein” (2003: 12). 2
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de esta actividad es el cuidado [Sorge]3, y la actividad del cuidado es el trato4 que la vida fáctica mantiene con su mundo. Ahora bien, en la familiaridad que el trato tiene con el mundo ‘las cosas se nos dan como ya significando esto o aquello’; “la vida fáctica opera (siempre) en el marco específico de ese estado de comprensión previa que le es transmitido por su inherente ser-en-el-mundo” (Escudero, 2001: 186), pues el mundo le sale al encuentro como algo que está presente en la vida y para ella (2002a: 38), pero no sólo como algo mentado y observado. Ahora bien, ocurre también que hay una cierta inclinación a quedar absorbido por el mundo, que es una tendencia de la vida a alejarse de sí misma provocando su ruina existencial y que es un modo intencional de la vida fáctica –aunque la vida no se da cuenta de este movimiento. La inclinación a dicha caída [Verfallen] (2002a: 40) es responsable de que la vida fáctica se mueva en un término medio que es el de la publicidad, donde la vida fáctica es vivida por el impersonal uno [das Man], pero nunca por el individuo mismo. Incluso esta característica se presenta en el modo en que evitamos la muerte. Pero esta se presenta como el objeto del cuidado, como un modo inminente de la vida misma. Para Heidegger, asumir la muerte, ‘tener la muerte’, es un elemento constitutivo ontológico de la facticidad y que tras asumir su certeza, se hace realmente presente la vida poniendo de relieve la temporalidad del Dasein humano, pues la muerte evidencia su presente más propio y su pasado y en este sentido nos libera de la totalidad del impersonal público. Por lo tanto, la facticidad al remitir a la existencia propia de cada ser-ahí [Dasein] concreto, este ente tiene la capacidad de decidir sobre las posibilidades que determinan su existencia. En este sentido, la existencia se presenta en un doble movimiento, el de la caída y también como el contra-movimiento a dicha caída. En este último, la vida fáctica se elige a sí misma, cada vez de nuevo para escapar del uno público. Ahora bien, como la característica de este ente es preocuparse por sí mismo, esto supone un auto-comprenderse, una auto-reflexión acerca de sus posibilidades para decidir a través de un rodeo; indirectamente a través del contra-movimiento (2002a:43) el tipo de vida que desea vivir. III. El horizonte de la phrónesis
El cuidado es el modo en el que la vida a través del trato presta atención a las vivencias del mundo objetivo de las cosas, es decir, al mundo circundante [Umwelt]. 4 El trato [Umgang] es el modo esencialmente práctico y familiar en el que el Dasein se relaciona originariamente (de manera primaria) con el mundo propio [Selbstwelt], el mundo social compartido [Mitwelt] y el mundo circundante [Umwelt]. 3
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Bajo el presupuesto anterior se enmarca la discusión que llevamos a continuación. ¿En qué sentido se relaciona la noción de proaíresis con la de prâxis en el planteamiento de Heidegger? ¿De qué manera se vincula este pensador con Aristóteles? Estas preguntas deben ser respondidas en torno a la interpretación que Heidegger lleva a cabo de Et. Nic. VI 5, donde cree encontrar una fenomenología de los distintos modos de comportamiento humano que Aristóteles presenta con el rótulo de ‘virtudes dianoéticas’, bajo el carácter común de que son disposiciones en las que el alma da o está con la verdad (cf. Et. Nic. VI 3, 1139b15-20). De hecho, el hilo conductor de su interpretación será la verdad (Alétheia) en tanto que desocultamiento, porque “el ser-ahí, al estar determinado ontológicamente por la verdad, permite la apertura del mundo y el desvelamiento del ser” (Escudero, 2001:203). A grandes rasgos, en esta interpretación se ve que Heidegger rebaja el primado ontológico de la theoría 6 a nuestro juicio por dos motivos: 1) la theoría no se encuentra acreditada fenomenológicamente, esto es, su trato con el mundo es completamente derivado y subordinado porque comprende un primado ilegítimo7, en tanto que el ente teórico y la actividad de la pura contemplación (sophía), son proyecciones a partir de la producción de instrumentos y 2) por este motivo sólo un modo –pero no el más importante- del trato con el mundo. A la base de este planteo se 155
encuentra la idea de que la actitud teorética, precisamente en tanto que actitud [Verhalten], es
Evidentemente, las limitaciones de espacio y contexto no nos permiten extendernos en una cuenta acabada acerca de la totalidad de la interpretación heideggeriana de Aristóteles, cuyo alcance rebasa en varios puntos nuestro asunto. De acuerdo con esto, nos concentramos específicamente en los pasajes referidos directamente al tema que analizamos. 6 Cf. Et. Nic. X 6-9. 7 Sobre la crítica de lo teórico hecha por Heidegger, hay que remitir sobre todo a su primer curso del semestre de posguerra [Kriegsnotsemester] de 1919 en Friburgo: “La idea de la filosofía y el problema de la concepción del mundo” donde la cuestión de lo teórico es el tema central, mediante un debate con la teoría y lo teórico intrínsecamente vinculado a la elaboración por parte de Heidegger de una 'ciencia originaria' de la vida, diferenciándose del neo -kantismo vigente. La preocupación inmediata del debate con lo teórico en las lecciones es la determinación de la filosofía como una “Urwissenschaft” (2005: 4). La filosofía como Urwissenschaft es interpretada como una “forma de vida genuina y fundamental” (2005:5). Para que la filosofía se convierta en forma de vida, lo teórico tiene que conservarse distinto de ella. El problema que debe ser abordado, según Heidegger, que requiere que la filosofía se convierta en Urwissenschaft en el sentido de una forma de vida, es la experiencia vivida del mundo circundante [ Umwelt] en particular, y su carácter intrínseco de acontecimiento [Er-eignischarakter]. Como ciencia a-teórica, la filosofía es una forma de vida precisamente a causa de este su “objeto”. Heidegger observa que “hay que acabar con este predominio de lo teórico”. Si la filosofía ha de convertirse en Urwissenschaft, el dominio de lo teórico, en el neokantismo por ejemplo, tiene que ser superado, “pero no con el propósito de proclamar un primado de lo práctico o de introducir otro elemento que muestre los problemas desde una nueva perspectiva, sino porque lo teorético mismo y en cuanto tal remite a algo pre-teorético” (2005:70). En la búsqueda de una filosofía genuina, hay que acabar con el privilegio de lo teórico, porque este mismo es solo un fenómeno derivado. Privilegiarlo es apegarse a algo secundario. 5
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también una modalidad determinada de la prâxis8. Es con vistas a esta crítica que Heidegger dirige la mirada hacia una ontología orientada hacia la prâxis. De este modo la relación primaria en que el mundo sale al encuentro es la esencial relación que se da entre la prâxis y la poíesis (producción), es decir, el contexto operativo-productivo en el que se manifiestan las cosas. Una vez dado este planteamiento, Heidegger está en posición de afirmar que la manera primaria y esclarecedora de acceder del ente al mundo es en el trato que se lleva a cabo en la prâxis9, incluso que el trato productivo se ve subordinado a la autorrealización práctica. Justamente por este motivo la prâxis es originaria, porque ella es la experiencia fundamental a la cual se dirige la ontología 10. Esta característica queda notificada en el saber que le corresponde a la prâxis, la phrónesis. La sabiduría práctica, o dicho en clave heideggeriana, “la circunspección propia de la solicitud” (2002a:61), es el horizonte en que se despliega el trato que la vida humana mantiene consigo misma, así como el modo de llevarlo a la práctica. O como dice Escudero: “La prâxis describe una acción orientada al éxito bajo la guía de la prudencia” (2001:203), no sólo de lo que es bueno y malo para el hombre en un sentido ‘particular’, “sino para vivir bien en general” (cf. Et. Nic.VI 5, 1140a25). Aquí se encuentra el Dasein en cada caso propio, que realiza su modo de ser en el cuidado. Y justamente la phrónesis11, “en tanto que esclarece el trato con el mundo, contribuye al despliegue temporal de la vida en su ser” (2002a:68). Por lo tanto, la prâxis, al inscribirse en una esfera de relaciones sociales preexistente, caracterizada por la ambigüedad e imprevisibilidad, o dicho de otro modo, sujeta a la contingencia y el cambio, se convierte en el centro de la hermenéutica de la facticidad que Expresamos nuestro acuerdo, a propósito de este asunto, con la interpretación ofrecida por J.F. Courtine, quien, proyectando la continuidad de estos análisis tempranos de Heidegger en Ser y Tiempo, afirma: “El carácter secundario de la Vorhandenheit se encuentra entonces acentuado por la determinación del ‘conocimiento del mundo’ como ‘modo fundado’ del ser-ahí, y en particular por lo que uno podría llamar ‘la reducción epistémica’ de la cosa, o mejor, del ente en uso. La ‘realidad’ aprehendida en la actitud teorética a título de ‘nada otro que’… [nihil aliud quam], es el resultado de un proceso de abstracción que arranca la cosa de su contexto, al sistema de reenvíos que la inscriben de golpe en un mundo circundante determinado” (Courtine, 1987: 29). Véase también Volpi (1996: 56): “Además, contra la concepción tradicional, Heidegger sugiere la idea de que la theoría no es la disposición primaria del vivir humano, sino que deriva de una modificación de la disposición poiética (precisamente siguiendo los fenómenos de la Aufälligkeit, de la Aufdringlinchkeit y de la Aufsässiggkeit)”. 9 La misma opinión tiene Escudero, quien sostiene lo siguiente: “Las cosas y las situaciones de la vida fáctica aparecen primariamente –como ya indicara Aristóteles- en el contexto de nuestro acceso rutinario y práctico a nuestro entorno inmediato” (Escudero, 2007: 22). 10 Y en la cual Heidegger interpreta que, al hablar de Aristóteles, debe buscarse el problema del ser, toda vez que Heidegger afirma que para Aristóteles, “ser” es “ser-producido.” 11 Pienso nuevamente en los análisis de Escudero, cuando sostiene que: “El concepto aristotélico de la prudencia sirve para cuestionar el ideal de evidencia que gobierna los rendimientos cognitivos de un sujeto desgajado del mundo de la vida. La incorporación del saber práctico que encierra la prudencia permite contrarrestar el aséptico orden matemático que el yo de las ciencias modernas impone a la realidad, abriendo así la posibilidad de salir del callejón sin salida de la filosofía de la conciencia” (Escudero, 2007: 20). 8
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abre un espacio de libertad y autodeterminación en el que la vida tiene que habérselas consigo misma 12. IV. La proaíresis: decidir la existencia En la discusión anterior despunta la relación entre proaíresis y prâxis y, parejamente, puede señalarse el alcance de la apropiación interpretativa que Heidegger hace de Aristót eles. Como la phrónesis contribuye a la apertura temporal de la vida en su ser y el trato que guía la acción de la prâxis, en este mismo sentido, la proaíresis, para Aristóteles, se presenta como una apertura hacia un horizonte temporal que le da acceso (al agente racional) a sus propias posibilidades por poseer conciencia del tiempo (cf. De An. 433b5-10). Estas lo ponen ante una representación de la vida como un todo, en donde se juega su propio ser total. De la misma manera, en el modo de tener la muerte, en el cual se hace presente la vida, se nos provee de cierta visión de la misma que nos coloca ante la temporalidad de nuestro presente y pasado. De este modo la muerte es el modo por antonomasia en que se pone en juego nuestro ser. Justamente en tanto que contra-movimiento de la caída, revela la finitud del Dasein. Bajo esta perspectiva, 157
asumimos aquí que Heidegger formaliza la noción de proaíresis en un sentido existencial. La vida fáctica, en tanto que decide una relación propia consigo misma –entendida como poderser, debe decidir, tomarse a sí misma y en cierto modo “arrancarse” de ese estado en que huye cotidianamente de sí misma, es decir, afrontar su propio ser y ‘tomarlo entre manos’. De hecho, el propio Heidegger aclara que su interés está centrado en la consideración del modo en que Aristóteles conecta el estilo de vida (Bíos) con la decisión: “Bíos, no Zoé: bíos como ‘existencia’, ‘vida’ en el sentido anteriormente enfatizado de hombre, la cual se toma a sí misma en la proaíresis” (2002b: 247. Trad. mía).13. Como contra-movimiento frente a la tendencia a la caída [Verfallen], la existencia debe elegirse a sí misma, cada vez de nuevo, como modo de sacudirse del uno [das Man] público, momento que no se da sólo una vez, sino constantemente 14. En dicho movimiento de lucha contra la pérdida en el uno, el Dasein se A propósito de lo dicho acerca de la “esfera de relaciones sociales”, el propio Heidegger advierte en otro lugar este importante aspecto: “el ser humano es un ente tal, que es un zoón politikón, que tiene en su estructura la posibilidad de un conformado ser-en-la-pólis” (2002b: 64-65, Trad. mía). 13 Bíos, nicht zoé: bíos als “Existenz”, “Leben” in dem betonten Sinne des Menschen, das in der proaíresis sich selbst ergreift. (2002b: 247). 14 Aunque Heidegger advierte que el uno no es un movimiento puramente negativo, sino que “el uno tiene algo ciertamente positivo, no es sólo un fenómeno de abandono, sino en cuanto tal un cómo del existir fáctico”. (1998: 36). 12
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asume como posibilidad de ser, y esto ocurre de modo eminente en el hacerse cargo de la muerte, donde se patentiza la finitud de su existir. Por los motivo descritos, el Dasein se comprende a sí mismo como un poder-ser que existe fácticamente proyectándose en posibilidades de ser. Y justamente porque la decisión ( proaíresis) tiene que ver con el futuro y el horizonte de proyectar las posibilidades temporalmente, juega un papel preponderante en la interpretación heideggeriana. Ésta muestra que el Dasein fáctico no se encuentra plenamente realizado en su presente actual, sino que siempre debe decidir en la temporalización de su ser.
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