Reflexiones sobre el diseño universal y el aprendizaje I E. Edith Velasco Miranda Dirección de Fortalecimiento Profesional
El diseño universal cada vez se hace más presente en nuestro entorno cotidiano, aunque no necesariamente somos cons cientes de su presencia y, sin embargo, nos beneficiamos de su existencia. ¿Alguna ocasión te ha ocurrido que al utilizar el transporte público, cuando los asientos ya están ocupados, es difícil sostenerte de las barras horizontales sujetadas al techo? ¿De qué depende esto? ¡Claro!, de la estatura del usuario. Si somos de estatura baja, seguramente dependeremos en gran medida de la existencia de las barras verticales situadas en dis tintos puntos del trasporte, o bien, de las barras que se colocan en los respaldos de los asientos, que permiten la sujeción del usuario. Hay personas que alcanzan sin dificultad las barras horizontales y pueden viajar cómodas sujetándose de ellas… Ahora bien, ¿una persona en silla de ruedas puede utilizar el mismo transporte? En este punto es cuando empezamos a notar que nuestro entorno no ofrece todas las posibilidades de uso e interacción para todas las personas, independientemente de su condición o de su edad. Es importante preguntarnos, ¿cómo hace una persona ciega o con baja visión para saber que ha cambiado la luz del semáforo, o quien padece la enfermedad de Parkinson para lograr llevarse alimento a la boca? Estas situaciones de vida cotidiana y la dificultad que representa la interacción con el entorno inspiraron a Ronald L. Mace para iniciar la discusión de un mejor ambiente para todos. Ronald L. Mace fue un arquitecto estadounidense, quien en su infancia se enfermó de poliomielitis y por esta razón pasó el resto de su vida en silla de ruedas. Durante su vida universi taria encontró limitaciones de acceso a diversas áreas del cam pus; esta vivencia le llevó a involucrarse de manera profunda en torno a la defensa del derecho a la accesibilidad en el diseño de los edificios, incidiendo en la legislación que procura garan tizar que las personas con discapacidad usen sin restricción espacios públicos o, bien, que en la cotidianidad alcancen una vida independiente al tener una vivienda que les permita esa posibilidad. Es así como nace la idea de diseño universal. A medida que envejecemos, necesitamos espacios que nos permitan la movilidad, la comunicación o la comprensión de lo que nos rodea. El diseño universal, si bien tiene su origen