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COLIBRIZURDO

Título: Humildad fuerte Técnica: Mixta Medidas: 45 cm x 65 cm Precio: $12,000.00 pesos

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/ Obra Reciente

Título: Fortaleza de mujer Técnica: Óleo s/papel Medidas: 72 cm x 51 cm Precio: $15,000.00 pesos

Al terminar su gestión como promotor cultural, Eloy Pérez Aquino se enfrenta con la realidad del arte oaxaqueño y la evolución de sus contemporáneos, establece su taller en Xoxocotlán y dedica su tiempo a producir, a retomar contactos, participar en exposiciones y recuerda las palabras del gran Rufino Tamayo en generar una propuesta sólida, que se diferenciara a lo que ya existía.

“Instalé mi taller aquí en Xoxocotlán y empecé a pintar con más ganas, me dediqué a producir enfocándome en los rostros de manera semiabstracta, mi oficio parte del dibujo, es la consecuencia de mi andar y trayectoria en la pintura, de dominar las técnicas como el óleo, betún, acuarela, acrílico, chapopotes, grana cochinilla, lápiz y carboncillo. Considero que un pintor no puede pintar siempre lo mismo de joven y de maduro, la pintura tiene que evolucionar y sacar a flote lo que uno busca aportar y dejar como huella de su existencia.

Sigo en la búsqueda de la tónica, del color, de las figuras sin perder la esencia que son los rostros y su movimiento.

Plasmo mi admiración al ser humano con los rostros, soy muy observador hacia las expresiones del ser humano, y su crecimiento social, he tomado conciencia del proceso natural que vivimos y si lo acompañamos con un oficio que disfrutes y vivir con lo que más te guste y no caer en lo que el otro hace”.

Sin duda, Eloy Pérez Aquino es un artista completo, vive y disfruta cada trazo que realiza en los lienzos en blanco y en los diversos tipos de papel, experimentando con materiales, con pasos firmes sigue consolidando su trayectoria en el mundo del arte.

“La pintura es mi mejor terapia, uno se olvida de todo al rayar, manchar, crear una figura, cuando se termina una obra te regala una gran satisfacción y cuando por consecuencia esta obra se vende, todo eso me motiva a seguir. Lo importante es vivir bien con su quehacer artístico, quererlo, alimentarlo, dedicarle tiempo, seguiré disfrutando cada pincelada hasta donde me dé la vida”.

/ Colibrízurdo

Uriel SANTIAGO*

Bell: La vida es puro cuento

Hace unas semanas el escritor jalisciense Brandon Portillo Sandoval, quien firma sus textos como P.S. Brandon, me escribió para contarme de su primer libro “Bell: la vida es puro cuento” que publicó en 2020 la editorial Portable, sin embargo, como desafortunadamente llega a ser común entre editoriales, a los jóvenes autores los dejan a la deriva. Este fue su caso y aunque ahora trabaja en una segunda edición del texto con otra casa editorial, busca agotar el primer tiraje de su obra prima, ya casi lo logra.

Desde chico ha sentido afinidad para la escritura, seguramente los libros formaron temprano parte de su vida; por ello fue natural que en cuanto pudo participar en los concursos escolares, lo hiciera; con uno de sus relatos ganó siendo estudiante el concurso de cuento “cuéntamelo todo”, después se fue por el camino de la comunicación y ha colaborado con diferentes medios impresos y digitales de Guadalajara. Este libro de 293 páginas, no sé cómo definirlo, a ratos tiene tintes de novela, pero por su estructura da halos al cuento, digamos, pues es una serie de cuarenta y tres relatos breves divididos en cuatro capítulos en los que Bell, el protagonista, nos cuenta fragmentos de su historia y las de sus amigos. Inspirado en los clásicos cuentos de hadas, pero con dos considerables excepciones, uno se trata de cuentos homoeróticos y los finales no son los “vivieron felices para siempre”.

*Es periodista cultural, estudiante de la ENAH y la

UNAM, desde los 14 años colabora en diarios y revistas locales, ha publicado 5 libros sobre temas oaxaqueños, en 2021 recibió el Premio de la Juventud de Oaxaca de Juárez y es miembro corresponsal del Seminario de Cultura Mexicana. En redes: @UrieldeJesús02

El primer capítulo es una especie de relatos de fantasía donde el protagonista cree aún en los cuentos y la vida rosa, sin embargo, hay momentos en donde el lector podrá tener problemas para empatizar con él; no es sino hasta avanzado el libro donde finalmente se revela lo que Bell vivió y su pequeña tragedia juvenil con las clásicas rupturas, rechazos y momentos gris, con los que sí se llega a empatizar porque en determinado momento todas y todos llegamos a conocer lo que es un corazón roto. El protagonista de este libro es una especie de contador de historias, si quieren una comparación, una especie de Scheherezade (de Las Mil y Una Noches) que nos sumerge en historias, pero en su versión drama juvenil. El autor me compartía los comentarios que recibe por parte de sus lectores e incluso una similitud con el clásico “El vampiro de la colonia Roma” de Luis Zapata, personalmente pienso que si bien se dan sus puntos de conecte con la novela picaresca, es más bien una serie de relatos que saben combinarse.

El protagonista de esta historia me da la impresión de ser alguien en exceso vanidoso, déspota y hasta blasfemo (como Pita Amor), pero bueno, si tratamos de entender la psicología del personaje, solamente se fue al otro lado extremo de la personalidad. Es como un diablillo que puede llegar a herir y luego se justifica, pero bueno, las villanías resultan también divertidas, en fin, aunque a ratos llega a parecer acartonada, pues, la historia cumple con la misión de los libros y más de los juveniles que es entretener. Enhorabuena.

Cosas guapas de museos: Creando un museo

Claudia SAGREDO* ¿Nunca se han preguntado quién crea, conceptualiza y produce un museo? O tal vez son de generación espontánea, un día no estaban y al siguiente aparecen en tu colonia con una exposición sobre los secretos de las estampillas. ¿Quién define qué es importante para exponer? ¿qué es relevante en nuestra sociedad?, ¿Qué tan disruptiva debería de ser la línea de exposiciones de un espacio cultural? O ¿cuál deberá de ser su arquitectura?

Pues hoy les quiero hablar muy claro, ¿no? Este “santuario” tiene la tarea de adquirir, conservar, investigar, comunicar, exponer o exhibir, con propósitos de estudio y educación, colecciones de arte, científicas, entre otros, siempre con un valor cultural. Esta sería una definición literal, creo que actualmente los museos tienen la capacidad de ser flexibles y dejarse “educar” por cada uno de sus públicos, de evolucionar y eso es parte de lo que los creadores de museos buscan, dar inicio al diálogo.

Ahora, sabemos que hay muchas personas que trabajan en el día a día de un museo, los custodios, que son el personal de seguridad que se dedica a hacer cumplir las reglas del recinto: ¡Señorita, aléjese de la pieza!, ¡Por favor, fotos sin flash!, etc. Los mediadores, que son aquellas personas que crean un plan educativo que dialoga con la exposición, seguramente los has visto explicando piezas dentro de las salas; el equipo de difusión que funge como comunicador de todas las actividades y es un trabajo que va más allá de “hacer tiktoks”. Hasta los curadores o gestores de una exposición, que en lo personal me gusta verlos como aquellos eruditos del tema que marcan línea de la estructura de una muestra. ¿Qué tienen en común todos ellos? Que gestan y explotan el museo posterior a su creación y que, sin duda, su labor es magnífica, es a posteriori y en este artículo queremos conocer a las mentes maestras que generan museos y para ello necesitaremos conocer el significado de una palabra “museografía”: este concepto rebuscado y bien entendido por pocos, yo a veces lo entiendo a medias, se encarga de crear museos. Oh, sí, MUSEOS, ¿te imaginas tener ese poder? Les digo, son como dioses del Olimpo… así que Eros apártate un poco que ya llegaron los museógrafos. Ahora, iniciemos con su significado, se define como la figura práctica o aplicada de la museología, es decir, el conjunto de técnicas desarrolladas para llevar a cabo las funciones museales, y particularmente las que conciernen al acondicionamiento del museo, la conservación, la restauración, la seguridad y la exposición. Todos entendimos ¿cierto?, bueno, en palabras menos rebuscadas esta técnica es la encargada de materializar los sueños, o al menos, a mí me gusta pensarlo así. Tiene el conocimiento de las obras de arte, su relevancia histórica y lo que se quiere transmitir en las salas de exposición y/o en los recintos. Así que, estos hacedores de sueños se vuelven maestros en el arte del convencimiento, ya que tienen que conjuntar todas las piezas para crear un espacio, un recinto que albergue por un tiempo indefinido o determinado la historia.

Así que ahora, cada vez que llegues a un museo, pregúntate ¿quién fue el responsable de esta creación?, ¿Qué mente maestra confabuló para aterrizar este sueño?, ¿Quién nos enseñó que el arte y la historia deben ser promulgadas? Porque dicen por ahí que el arte es para todos, pero pocos lo saben.

Hoy quisiera despedirme con un mensaje muy especial a esos museógrafos que se han topado en mi camino y en especial al profesor, no diré que fui muy allegada porque sería mentir, pero tuve la dicha de conocerlo, de escucharlo y de ser tocada por su avidez de conocimiento. Hoy despedimos a un grande del Olimpo, en mi parecer a uno de los últimos hacedores de museos. ¡Buen viaje querido profesor!

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* Mercadóloga y gestora cultural enfocada en autogestión de recursos y relaciones públicas

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Integraciones hiperbólicas Trabajos artísticos de Ricardo Sanabria Medina

Edgar SAAVEDRA*

I

Es probable que la primera vez que estamos ante una pintura de Ricardo Sanabria (Toluca, 1983) veamos solo figuras amorfas (distorsión emotiva) de todo pelo. ¿Por qué? Porque los estereotipos y criterios de valor tanto del espectador como del historiador de arte, por mencionar dos actores, suelen tener intereses, visiones e influencias diversas.

Con relación a la pintura que en la actualidad se realiza en algunos lugares del mundo, México, digamos, hay que agregar al análisis aquellas concepciones que rayan en un esnobismo galopante pero que se visten de “original” y que algunos atribuyen su éxito a una especie de transición o arista del movimiento moderno del arte. También sobran eufemismos cuando se dice que es necesario un cambio de paradigmas en la pintura ,dadas las necesidades actuales en su mercado. Lo cierto es que su infraestructura económica suele ser siempre piramidal, casi inamovible, mientras que la corriente del arte es permanentemente fluctuante, sino caótico. Los verdaderos intereses están en la cúspide. Y de ahí bajan los dictados.

No se puede negar, no obstante, que algo está sucediendo en el actual sistema de cosas humano. Se han trastocado las fibras más sensibles de los valores –entre otros– y el arte no ha quedado impune. Es por eso necesario hasta donde sea posible ubicar la dirección por donde circula el artista en particular. Es una labor de síntesis. Si tenemos pistas y hoja de ruta qué mejor. Una aclaración: la pintura no es un tratado matemático, aunque las incluya en su manufactura. Por otro lado, su interpretación tampoco debe desbocarse bajo el pretexto quisquilloso del libre albedrío aunque se sepa que la arbitrariedad interpretativa es omnívora. Encontrar el equilibrio entre los argumentos de valorización (tiempo histórico, intencionalidad del autor, subjetividad del espectador, interpretación crítica, etc.) permitirá una conexión de vasos comunicantes más efectivo en su exégesis. Dicho lo anterior y para dirimir de forma más neutral posibles dilemas me adhiero en principio a lo que Ida Rodríguez Prampolini (catedrática de Filosofía y Letras de la UNAM) proponía desde la segunda mitad del siglo XX sobre las artes plásticas. Básicamente establecía dos corrientes preponderantes: la destructiva, que se sirve de un nuevo arte de obvio mensaje expresivo y vulgar, con carácter de crítica social, y la constructiva, que busca la integración formal con el diseño de una nueva vida.

Desde la perspectiva de este ensayo, Integraciones hiperbólicas, el proyecto artístico de Ricardo Sanabria se ajusta al segundo precepto que como piedra de toque nos hace cuestionar el endeble concepto de los “nuevos paradigmas” que responden a meras estrategias de mercado. Lo anterior arroja luz para comprender la reproducción ad nauseam de

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elementos, iconografías, técnicas y artefactos decorativos en el arte. En Oaxaca, por ejemplo, existe la reproducción masiva de ciertas imágenes (árboles, elefantes, sandías, rinocerontes, canoas) que en términos irónicos ensancha el gran circo de la pintura. ¿Es el guión escenográfico del maistream?

II

Allá por 1956 el creador del constructivismo Antonio Pevsner, escribía: «La creación de monstruos y de figuras grotescas, no hace sino sembrar la inquietud. El hombre necesita ser calmado; está fatigado y, por lo mismo, nadie debe presentarle monstruos. Nada, en mi obra, puede resultar una fuente de conflictos o de angustias. Una obra de arte tiene el deber de aportar la armonía y la paz; deformar por el placer de deformar, no es crear”. Excelente reflexión de un personaje de entres guerras que vio en primera línea a los verdaderos monstruos del llamado «Siglo del Diablo», nuestro Siglo XX, cuando dos guerras mundiales habrían matado “alrededor de 2500 personas por día, o sea, cien por hora, las veinticuatro horas del día durante noventa años”. Los ejemplos de verdaderas monstruosidades de aquel siglo sobran por montón que pareciera que el «Jardín de las delicias» de El Bosco (que apuntaba a las “deformaciones éticas de su época”) fuera un ingenuo jardín de niños apenas desquiciados. A través de sus expresiones el arte manifiesta el pulso de su tiempo y de los individuos, aunque también se extravía en imposturas, oportunismos y gastadas vueltas de perro. El arte puede ser vehemente y brillante cuando lo inspiran vacíos metafísicos, religiosos o existenciales y que hacen del abismo un espíritu inquisitivo. Ejemplo de lo anterior la obra D’où venons-nous? Que sommes-nous? Où allons-nous?* pinturas que Paul Gauguin realizó antes de morir. Dicho sea de paso, las preguntas siguen vigentes. Con todo, en la intimidad de su oficio el pintor jamás deberían olvidar la primicia de Ortega y Gasset: «La felicidad es una dimensión de la cultura». Siendo la pintura una manifestación de la cultura debe proponer en esencia un sentido y un significado en lo que produce y en ese vértice nos convenza que el arte es un reflejo de los más altos intereses del espíritu. Nada menos.

III

Derivado de nuestras largas conversaciones con Ricardo Sanabria tengo ahora la certeza que su filosofía como autor/creador tiene como característica la practicidad conceptual. El argumento es transformado visualmente bajo los recursos de la pintura. Aún más, veo en su trabajo inteligencia poética y una resolución técnica que caminan a la par, que enriquecen su proyecto de gran manera. Si bien la pintura es el ejercicio de una profesión, es decir, pretende una remuneración, su deber fundamental es establecer un diseño para una nueva narrativa de vida como bien lo cavilaba Ida Rodríguez. Poéticamente es la rebeldía del hombre frente al destino incierto. Recordad a Gauguin.

IV Ricardo Sanabria no pinta figuras fantasmagóricas o azarosas, más bien, su obra lleva la tesitura de fibras interiores; a veces son aquellas escenas tan simples como complejas de su experiencia como ser. ¿Qué somos? Seres humanos que preguntan, que buscan, individuos en sus laberintos ordinarios que buscamos un templo para respirar con fe como titanes domesticados, y aun pletóricos de contradicciones. Cuando termine el jornal será lo mismo. Volveremos al polvo. En el ínterin, Sanabria ha decidido crear su mundo donde podemos caber muchísimos. Identificarnos, como mínimo. A estas siluetas que, como si de un acto de pareidolia se tratara, que se le encuentran formas de personajes en extraña colectividad o solitarios apenas avizorados, quizás no son más que la traspolación –fuerte y delicada– de sus más cercanos semejantes convertidos hoy en alter ego, la externalización de un drama de familia a través de la exploración artística. Arte puro e intención genuina. No está concebido a la manera de aquel vómito espiritual que significó la «pintura–acción» respondiendo a actos de desesperación –por lo menos en sus orígenes– y que marcaron con inédita intensidad toda una época después de la Segunda Guerra Mundial. Hasta que desvarió. Tampoco es la llamada «distorsión emotiva» aludida al principio como aquellos mudos gritos de Munch. En la pintura de Ricardo Sanabria se respira paradójicamente un control de las emociones y sentimientos mientras el pincel, brochas y rodillos recorren con parsimonia la topografía del lienzo… como una tierra que antes era de nadie y ahora se le ha clavado en su neuralgia el estandarte de un testimonio vital. (Primera parte; el complemento de este ensayo se irá integrando en las sucesivas hojas de presentación, textos de sala, catálogos, etc.)

*Periodista cultural.

edgarsaavedra@outlook.com

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BIBLIOTECA DE SOMBRAS

Un viaje a la

Ernesto LUMBRERAS* Perla Tapatía

Guadalajara, Jal.- Al duranguense Xavier Icaza (1892-1969) se le identifica con el movimiento estridentista, autor conocido especialmente por su novela Panchito Chapopote. (Retablo tropical) publicada en 1928. No sé si los guadalajarólogos tengan en sus fichas la novela breve, Mitote de la Toloacha aparecida en una edición modesta en 1955 con dibujos de Tisner; el libro cuenta la historia de una pareja de proxenetas arrepentidos, la Toloacha y el Charifas, quienes vivían en la Ciudad de México organizando rifas de muchachas en un tugurio del centro; con la intención de cambiar de giro profesional, viajan a Guadalajara para conocer a un hierbero y una curandera que los introducirán en el oficio de las hierbas medicinales y la brujería.

Con tal pretexto, los protagonistas toman el tren y viajan a la capital de Jalisco. Cumpliendo sus compromisos laborales, aprovechan la visita y conocen la ciudad, así como sus alrededores, hospedándose en el Hotel Gallo en las inmediaciones de San Juan de Dios, barrio afamado por su comercio y por su zona de tolerancia. En calidad de anfitriones, los pasean Lola Cuentas y el profesor Cardona, director del y bulliciosa de Xavier Icaza. Para vanidad del terruño, el también genial caricaturista dejó una vista de la Catedral de Guadalajara desde una de las fuentes de la Plaza de la Liberación —recién concluida en 1952, obra del arquitecto Ignacio Díaz Morales— y otra más del Santuario de Zapopan en plena fiesta de la llevada de la Generala. Xavier Icaza fue amigo y discípulo de los principales escritores de la generación del Ateneo de la Juventud, especialmente de Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y Julio Torri, destacado abogado, juez de la Suprema Corte de Justicia de la Nación durante el periodo cardenista. Su obra literaria pasa actualmente por una estancia indefinida en Limbo. Escribió novela, cuento, ensayo y poesía. Entre los escritores que dedicaron páginas de su literatura a las prodigios, misterios y contradicciones de Guadalajara, el Mitote de la Toloacha pone un acento particular de inocultable picaresca, un cuadro de época que retoma el color local, tan explotado por el cine mexicano, para construir episodios de viva mordacidad, eficaces paradojas que ponen en entredicho el paisaje de las postales de supuesta belleza ineluctable.

Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966). De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es museo. Pienso que los modelos de los personajes son la cuentista Lola Vidrio y el pintor Ixca Farías. ¿O será José Guadalupe Zuno? La Toloacha y el Charifas van a San Pedro Tlaquepaque, Tonalá, Zapopan y San Juan de los Lagos, quedando pendiente Talpa pues anhelaban visitar los tres santuarios de la tríada de vírgenes veneradas del Occidente de México. Cumplidos sus compromisos de trabajos, sus deberes espirituales y sus antojos del cuerpo, la singular pareja regresa a la capital para instalar su changarro de plantas y conjuros por el rumbo del mercado de la Merced.

La mirada de Icaza sobre la Perla Tapatía es rápida y turística, irónica y locuaz, permeada de hedonismo y desenfado. En algún momento de su estancia salta el nombre del muralista Orozco, pues Lola Cuentas — Lola Vidrio fue amiga del pintor y directora de la Casa-Estudio Orozco a comienzos de los años cincuenta— quiere “desasnar” a sus invitados, quienes realmente sólo están interesados en asuntos mundanos como el tequila, el mariachi, la birria de chivo, la belleza de las tapatías… Estos sibaritas pueden prescindir, sin culpa, de la culta cultura. Los dibujos de Tisner, seudónimo del artista catalán Avel lí Artis-Gener, empatan a la perfección con la prosa coloquial

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