4 minute read

TINTERO Desesperes de Mamá / Es una GROMITA

Next Article
YERBASANTA

YERBASANTA

* Aida GAXIOLA*

El humor siempre ha sido la directriz de esta columna; no hay mejor manera de afrontar la realidad (desde mi perspectiva). Sin embargo, descubrir las líneas sutiles que existen en ello, dónde deja de ser broma y se vuelve verdad o, peor aún, confesión, es un arte. Cuando se tienen niños necesitaras de toda tu sabiduría y paz para poder mantenerte cuerda, feliz, pero sobre todo libre (léase sin homicidios).

Advertisement

Entonces, estás en esos sábados que para ti son de goce y alegría, pero para tus hijos son de aburrición extrema porque no hacen NADA, y la verdad nunca has entendido esta ironía, porque en la semana no quieren y no hacen NADA, pero no fuera sábado porque su energía, ánimo y ganas hacen acto de presencia. Pero bueno, estás ahí en el sillón de la sala y tus hijos están pasándose el celular y aguantándose la risa, escena que asemeja unos cochis tratando de comer y estornudar al mismo tiempo. Ya con la curiosidad al límite, estiras la mano en dirección del celular en cuestión y con solo los ojos exiges dicho aparato. Tus hijos te ven con cara de sufrir. Lo primero que piensas es “Están viendo mujeres encueradas” o, peor aún, “Están viendo mujeres conocidas encueradas”. A tus ojos se les añade una sentencia de una palabra “AHORA”. Como se lo pediste al más pequeño, no tuvo más remedio que darte el celular. Ves que la foto que estaban viendo eres TÚ. No entiendes hasta que revisas más detenidamente y parece ser que han editado un videíto (un tick tock), en el cual a modo de fotos y animaciones se nota cómo regañas, gritas, te desesperas y, sobre todo, cómo ejerces la mirada Vargas (caramba ¿y el respeto?). Empezabas a ponerte roja, a sentir cómo el humo salía por las orejas cuando de pronto checas los views; ¡A caray! Tiene más de mil vistas. El hecho de sentirte famosa, calma la olla express. Y solo dices “Perfecto, me han usado para su diversión, así que, por regalías y uso de imagen, el dinero de su semana quedará como mi pago”. Ni sabes por qué están tristes, con tus nuevas ganancias les vas a comprar helado de todas maneras.

*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, Madre, Yogui. Fascinada por las historias que florecen, pero sobre todo, de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com

*Soy fotográfa y cuentista. Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail.com *Jasmina HARTIANA*

Hoy he reconocido la envidia que vive en mí. Después de mofarme de todas las formas en que puede envidiar un hombre, debo confesar que algunas me parecieron bastante infantiles cuando aquella tarde uno de mis amigos confesó que sentía ese rencorcillo al descubrir más virilidad entre los de su especie. Recuerdo que en aquella amena charla me jacté en broma y en serio de ser cero envidiosa.

Pues resulta que soy bastante humana. Hacía mucho tiempo que no sabía de esta amiga en particular, aquella que se fue al extranjero en parte a probar suerte y en parte para curar su corazón partido. La oreja ya se empezaba a calentar tras el teléfono después de hora y media, y también los sentimientos. Lo peor es que me llamaba para pedir un consejo. Esto es terrible, me dije. Ahora ya se siente lista para salir de ese país y cerrar de alguna forma ese ciclo en su vida, solo que no desea regresar a casa. Con la alegría de las heridas cicatrizadas, ahora, tiene en mente recorrer el mundo en busca de aventuras. Y saben, la envidio, mucho, por esa libertad de elegir a dónde querer ir, aunque de antemano sé que los viajes son incómodos, lo ven ahí, está dándose a notar la envida, por qué no. Pero, en tiempos tan turbulentos, quién no quisiera tener su suerte, y sobre todo eso; no tener las ataduras para emprender hacia un destino desconocido y redescubrir el mundo.

Claro que le aconsejé que no volviera a casa, incluso engrandecí los conflictos por los que pasa nuestro país en este momento. Y me aseguré que entendiera la parte de la necesidad de tener un lugar seguro a donde regresar. Sus planes me parecieron geniales y le advertí que era hora de hacer la parte b y c, sobre todo, para evitar alguna que otra frustración.

Le deseo lo mejor del mundo. Pero, de dónde viene esa envidia. No hay que meditarlo demasiado. Mi vida desde la pandemia se ha vuelto monótona; casa-trabajo, trabajo- casa. Qué me ata a mi propia rutina, bueno yo creo que mis viejas adicciones para ser sincera. En primer lugar, encontramos a la señora controladora, sí, porque en medio de este caos es necesario alguien que aparente con reloj en mano tener bajo control la vida diaria, y así los cambios parecen no darse a notar, sobre todo, los que duelen. Y luego encontramos mi otra afición al trabajo. Mantener mi mente ocupada me aleja de la ansiedad que luego se convierte en un círculo vicioso porque trabajo de más, me estreso y quién creen que viene a visitarme; el pánico.

Me consuelo pensando que cuando llegue a vieja haré todo lo que no quiero o puedo hacer en este momento, esperanza estúpida. Antes de dormir vuelvo hacer planes para ese viaje. Deslizo el pie fuera de la sábana para sentir el aire frío que se cuela por la abertura de la ventana. En realidad, necesito acumular la energía suficiente para dentro de dos meses.

This article is from: