13 minute read

COLIBRIZURDO Cosas guapas de museos / ¡Escándalo! Arte robado

Next Article
LA FILMOTECA

LA FILMOTECA

Cosas guapas de museos: ¡Escándalo! Arte robado en los museos

Claudia SAGREDO*

Advertisement

Es sin duda una realidad que vivimos en un mundo en el cual varios individuos son amantes de lo ajeno, pero ¿cómo funciona el hurto en un museo?, ¿Recuerdan los grandes robos en los museos? La Mona Lisa siendo recuperada y ganando popularidad entre su gremio al ser recuperada dos años después de haber sido robada en un lunes parisino, de lo cual en mi opinión fue una gran estrategia de marketing, sin duda, se volvió una de las piezas más famosas del mundo y más custodiada, pero es, es otra historia.

Con lo anterior quiero llegar al punto de la postura de un museo ante un acervo que se presume robado. Para ello debemos comprender lo siguiente, un museo o la mayoría de los museos tienen lo denominado “acervo” y esto no es más que una serie de obras de artes de distintas disciplinas que le pertenecen a un museo, cómo llegaron a pertenecerle varía, puede ser desde la donación, como cuando te donaban la ropa de tu hermana mayor; la compra, esta se daba de particulares, casas de subastas o galerías y en comodato, esto se refiere a que un coleccionista le “presta” una pieza al museo por un tiempo determinado. Ojo, este tiempo puede ser mucho muy largo, he leído que hay piezas en préstamo por 100 años … toda una vida.

¿Hasta aquí todo bien? Ahora, una pieza como cualquier producto o servicio que compras tiene unas credenciales, en el caso de las piezas es de procedencia y autenticidad, es la historia de la pieza, entre más antigua, más interesante -en mi opinión-, ya que puedes conocer en qué taller se hizo, si perteneció a una familia de la aristocracia, si se vendió o se heredó… etc. Y así la credencial de identificación de una pieza vive en los archivos del propio museo y aquí va construyendo nuevos datos, como: si fue restaurada, si se tomó un verano en Europa en préstamo para una exhibición, etc.

Ahora viene lo interesante, ¿cómo puede saber un museo si la pieza es falsa o se adquirió de forma ilícita? En teoría su tarjeta de identificación te lo diría, pero la realidad es que hay grandes escándalos en el mundo del arte de piezas que expertos determinaron que eran originales o que fueron compradas legalmente y terminan con los trapitos al Sol. La realidad es que hay más elementos para determinar si es una pieza falsa, debido a la tecnología en donde raspan partes del óleo de la pieza o lo someten a rayos X, etc., que para determinar si una pieza es original o no, actualmente hay expertos no solo en los artistas sino en las firmas de los mismos.

Dicho esto, enfoquémonos en el punto importante, ¿cómo saben los museos que una pieza fue extraída ilegalmente? La realidad es que, si sus credenciales no contienen datos que pudiese entrever que son piezas sustraídas de formas sospechosas, difícilmente lo sabrán. Lo que es una realidad es el cómo reaccionarán ante esta situación, uno de los casos más importantes en la restitución de obras es la de Gustav Klimt (“Retrato de Adele Bloch-Bauer”) que en los 2000 sostuvo un litigio entre Austria y su original dueña Altman en donde Austria tuvo que devolver las piezas, mismas que se trasladaron a Los Ángeles y, posteriormente, se vendieron a un coleccionista en NYC quién las mantiene SIEMPRE en exhibición en la Neue Gallery.

* Mercadóloga y gestora cultural enfocada en autogestión de recursos y relaciones públicas

Edgar SAAVEDRA*

Durante el periodo de la Guelaguetza el arte se volvió a activar en su más amplio panorama. Se inauguraron una veintena o más de exposiciones. Pero como en todo, a veces el bosque no deja ver los árboles. Algunos ejemplos de exposiciones pictóricas que valieron mucho la pena fueron: Ofrendas ocultas, de Fernando Aceves Humana, en el Centro Cultural San Pablo; GOLEM, de René Almanza en La Máquina, y De la Figuración al Caos, una colectiva sobre el dibujo de la plástica oaxaqueña contemporánea (José Villalobos, Luis Zárate, Luisa Adelfio, Jonathan Barbieri, Shinzaburo Takeda, Fernando Aceves, Manuel de Cisneros y María Rosa Astorga) realizada en dos secciones, una en la Biblioteca Pública Central “Margarita Maza de Juárez” y la otra en la Galería 1450 Estación de las Artes. En la presentación de esta última compartieron la mesa de diálogo Jonathan Barbieri, Luisa Adelfio y Susana Wald. Entre ellos hubo puntos en común y divergentes. Para Barbieri el dibujo siempre tiene una intencionalidad, y, por otro lado, refirió que no todo lo que el artista dibuja debe exponerse, pero sí contener la calidad de ser siempre “exponible”. Para Wald el “dibujo aparece hasta en la salsa”, refiriéndose al movimiento y los efectos visuales que se perciben. Susana Wald compartió el siguiente fragmento sobre la técnica del dibujo: «Hay semillas pequeñas y grandes. Entre las pequeñas están las semillas de la zanahoria o las de la jacaranda, no mayores que un grano de arena. Y hay semillas muy grandes como una que tuve hace muchos años que pesaba varios kilogramos. Lo vivo que nos rodea en nuestros campos o en montañas, sea árbol o zanahoria, parte de una semilla. Ese punto de partida es la forma y el origen de toda vegetación. En las artes visuales, se dan formas pequeñas como el grabado que aparece en una moneda o un edificio como la torre del Empire States en Nueva York. Esas formas, sean monedas, pinturas, esculturas o torres, tienen su punto de partida en dibujos. Los dibujos son el lenguaje visual con el que primero expresamos ideas, exploramos sensaciones, formulamos propuestas para todo lo visual. La semilla de las artes visuales es el dibujo».

Los siguientes fragmentos sobre algunos participantes son de Alejandra Bustamante (la ideóloga de la muestra) y Cuauhtémoc Peña.

MARÍA ROSA ASTORGA: El gran gesto del trazo mínimo.

“¿Puede un par de trazos convertirse en una obra o es necesario que el artista trabaje desde un orden formal o conceptual para lograrla? ¿Es una línea gestual parte de esta formulación o es nada más un accidente? En la propuesta plástica de María Rosa Astorga descubrimos la libre exploración del dibujo que tiene como base la experimentación del trazo suelto. Nos referimos a gestos breves o largos, mudos o estridentes; una vuelta de página al canon del arte occidental y a sus múltiples escuelas (Beaux-arts) que privilegian lo figurativo. Una renuncia al equilibrio óptico, la belleza filosófica y la armonía matemática de la cultura clásica griega (Kalokagathia), retomada y perfeccionada por el Renacimiento, para adoptar la cualidad expresiva del impulso que no necesariamente requiere ser explosivo”.

JONATHAN BARBIERI: El dibujo como campo de batalla.

“De entre las entrañas de su obra artística surgen epopeyas que describen el actuar de nuestra estirpe. En la unión de la materia –fondo y forma- con el contenido, se crea el objeto artístico que a nosotros nos muestra su campo de batalla”.

JOSÉ VILLALOBOS: El estudio de los elementos, la abstracción.

“Su proceso artístico, consistente en desgloses de color, apuntes de texturas, concentración del objeto o ideas divididas, a veces disgregadas en muy pocas líneas-, reúne realidades orgánicas que viven en el lienzo o el papel. Estas obras, desacatos de la formalidad figurativa, son un juego de sumas y restas –recordemos que la ciencia matemática se expresa en la geometría–, donde se plasman capas internas y externas que observa y configura el artista. El detalle aislado, el valor intrínseco que cada elemento posee, hace de su arte un estudio del tiempo, una fuga de la estructura tangencial y dogmática de la composición. Acaso el arte abstracto de Villalobos nos permita sentirnos más cercanos a las corrientes filosóficas de Oriente que de Occidente, es decir, encontrar en su obra más meditación que plegaria, más hoja suelta que roca inamovible, e invite desde la libertad al encuentro de lo que aun teniendo solidez provoca por su continua transformación e incandescencia”. LUIS ZÁRATE: Creación o poiesis.

“En el trayecto creativo y creacional del trabajo de Luis Zárate, la manera de abordar el objeto y la forma mitológica presente que lo acompañan se expresa en un trazo casi táctil, gobernado desde dentro. El dibujo inmediato, no falto de desenvoltura y cuerpo, está cargado de múltiples elementos: vigor, autoridad y resistencia. De nuevo, en medio de la contienda, el uso de colores vivos, primarios o cargados de texturas, sirve como herramienta de choque y unión de las emociones entre el arte y el artista. Quizá hemos llegado a resolver una pesquisa, en estas obras hay una lucha –se gane o se pierda– que conversa con los cimientos de la poiesis en donde la singularidad del arte revuelve o entremezcla sus posturas.

LUISA ADELFIO: Materialidad.

“Un elemento (…) a destacar en los dibujos de Adelfio es el uso del color y las sombras que emergen desde su opuesto, lo fulgente. Es notorio un blanco matizado, casi imposible de encontrar en el estado natural de la figura, que a veces la sustrae y otras la alimenta, en un entorno que se modifica en ese eco de luz –como en el caso de sus vasos o cafeteras, objetos cristalinos que se enriquecen con un carácter brillante y traslúcido–. Quizá sea esta vertiente en donde la escultora y la dibujante se encuentran, tal vez sea la artista convocando al observador a encontrar una nueva cualidad lumínica-material en nuestro mundo”.

*Periodista cultural. edgarsaavedra@outlook.com

*Es periodista cultural, estudiante de la ENAH y la

UNAM, desde los 14 años colabora en diarios y revistas locales, ha publicado 5 libros sobre temas oaxaqueños, en 2021 recibió el Premio de la Juventud de Oaxaca de Juárez y es miembro corresponsal del Seminario de Cultura Mexicana. En redes: @UrieldeJesús02 Uriel SANTIAGO*

CDMX.- Qué rico y desesperante es el misterio, ¿no?, cuántos no hemos disfrutado de aquellos cuentos detectivescos donde hay un crimen o un secreto inconfesable…sin duda, es un sabor que solo puede darnos la astucia de lo que no comprendemos. De la información vedada, de todo lo que parece confuso. Y de ello el mundo del cine, el arte, la literatura y en general las narrativas están plagadas. La vida misma es un misterio.

Pero en esta ocasión no voy a escribirles nada ficticio, hablaremos de La biblia de los códigos secretos (Planeta/ 2022) de Hervé Lehning un interesante texto de 427 páginas, que funciona a ratos de manual, anecdotario y descifrador histórico. Se trata de un libro que reúne una gran cantidad de información sobre los métodos cifrados que se han utilizado en la historia moderna. Sí, aquellos que descifró Sherlock Holmes o Hércules Poirot en la ficción y que utilizaron los grandes espías como Mata-Hari, Sidney Reilly o Markus Wolf en la vida real.

Pero bueno, vamos, primero, a tomar en cuenta que al hablar de códigos secretos nos referimos, a palabras, números, gestos, sonidos, símbolos o acciones que se utilizan para encriptar mensajes, de tal forma que no caiga cierta clase de privilegiada información en manos equivocadas, sino únicamente en la persona destinataria. Estos han sido utilizados con igual fervor y afán tanto por gobiernos, grupos de combate o enamorados que se mandan mensajes de amor encriptados. Todos tenemos códigos que entendemos únicamente entre familiares o amigos. Solo que los que aparecen en este libro han tenido una trascendencia.

Desde el famoso manuscrito Voynich del siglo XV, hasta los célebres mensajes de la radio londinense, pasando por archivos de la Revolución Francesa, los mensajes de María Antonieta, o los utilizados en la Primera y Segunda Guerra Mundial; es más hasta el abanico que por siglos ha sido sinónimo de coqueteo y mensajería.

Pues los códigos secretos son procedimientos que desde la antigua Grecia Homero ya utilizaba y que ahora nosotros, sin ser conscientes del todo, utilizamos con nuestras tarjetas de crédito o celulares. Los propios emojis o stickers son una forma de comunicación en clave. Por eso la importancia de conocer los códigos a lo largo del tiempo, pues como dice el autor Hervé Lehning “la descodificación de los mensajes del pasado ha llevado a la sofisticación de las técnicas de cifrado y por ello mismo a una lucha incesante entre codificadores y descodificadores”.

BIBLIOTECA DE SOMBRAS La revancha memoriosa

Ernesto LUMBRERAS*

GUADALAJARA, JAL.- Leo las Memorias (2003, 2019) de Helena Paz Garro con inevitable curiosidad morbosa. Por lo visto, estas páginas pasaron de noche frente a los ojos de la crítica especializada. ¿Desinterés e indolencia? ¿Abulia de volver a una polémica estéril? En su género, el libro es una pieza sobresaliente, valioso por el entorno vital y cultural, que revela minuciosamente sobre dos figuras protagónicas de la literatura mexicana, Elena Garro y Octavio Paz. Aunque, claro, hay que ir con los pies de plomo de las dudas y las reservas. Por ejemplo, me entero de ciertos cuestionamientos respecto a su autenticidad escritural, no tanto de la verosimilitud del mar de recuerdos que se hilvanan capítulo a capítulo con delectación. ¿Trabajaría la autora con un equipo de escritores fantasmas? ¿La autobiografía se realizó, gracias a una serie de entrevistas? Deshecho esas hipótesis. Después de concluir el volumen confirmo que Paz Garro es la autora del libro, el estilo y la construcción del personaje narrador acreditan su titularidad. Otro dilema será la escurridiza “verdad histórica” o el examen psicológico de la autora.

Los retratos de sus padres son despiadados o, vistos con otro humor, francamente cómicos. Especialmente el que pinta de Octavio Paz, un hombre voluble, edípico, inseguro, cruel, narcisista, controlador de los afectos… El de Elena Garro es la contraparte ineludible de un matrimonio tóxico, mujer sumisa, infantil, deprimida, enferma, real e imaginaria, cobarde, pero al mismo tiempo brillante, seductora, ecuánime… La liberalidad sexual de la pareja, por lo que revela y corrobora Paz Garro, fue un veneno conyugal impostado —tolerado con culpas, chantajes y recriminaciones— que sumaba paletadas de carbón a su infierno cotidiano. ¿Qué tanto de fabulación y vendetta hay en estas recordanzas donde la que cuenta la historia se asume como una voz objetiva, equilibrada, sensata y madura en todos los pasajes del libro?

Pasé el detector de mentiras por las páginas de estas memorias y creo que superó la prueba. Tristemente, relatan la historia que arruinó la vida de la hija del Premio Nobel y de la novelista de Los recuerdos del porvenir. La voz de la narradora es una creación literaria que mezcla la psiqué de Ana Frank, la de Alicia del País de las Maravillas, Simone de Bauvoir y Marilyn Monroe. Una galería de recuerdos de una niña y de una adolescente —a ratos chocante e inverosímilmente madura— que sobrevive a la guerra conyugal de sus progenitores. Pese a algunas pinceladas de ternura y admiración, la figura de Octavio Paz queda muy mal parada frente a los ojos de la hija. ¿Ajustes de cuentas? ¿Puñaladas al cadáver paterno? En general, el retrato de sus padres es de un trazo expresionista en la estética del esperpento. Hay cierta simpatía por la parentela materna, aunque no se guarda ningún apunte para describir sus miserias y mezquindades. Las infidelidades de los padres de la autora son parte sustantivas de la autobiografía. El romance de Elena Garro y Adolfo Bioy Casares es de una “tristeza reaccionaria”, rosario de cobardías, laberintos mentales y complicidades perversas. El cinismo donjuanesco del poeta de Libertad bajo palabra de tan aberrante, se torna una caricatura boba. Los pasajes que lo muestran pusilánime ante el talento de su mujer me dejan dudas, pero también, perplejidades: Paz implorando a su mujer —en los tempranos cuarenta— que queme sus escritos extraordinarios porque lo van a humillar y claro, ella obedeciéndolo porque en primer lugar está la carrera del poeta de la familia o la ocasión que ruega a “Helenitos” que escriba un artículo atacando La región más transparente de Carlos Fuentes donde aparece un personaje que lo caricaturiza, misión por supuesto llevada a cabo. El relato de las Memorias concluye, deduzco, a principios de 1959 con el inminente divorcio de los padres.

Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966). De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es

This article is from: