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ESPECIAL RSE

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CEO CLUB

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Por. Karla Echavarría Barrantes

Componentes de la mejor estrategia de RSE

La pandemia planteó desafíos a nivel global que han puesto a prueba la resiliencia y la capacidad de adaptación de las empresas. Hoy más que nunca la RSE se enfoca en modelos de negocio sostenibles.

Ante el momento actual que vivimos demanda una estrategia de negocio que coloque a la Sostenibilidad como el eje central de las operaciones de una empresa u organización, de manera que genere impacto en sus tres dimensiones: social, económica y ambiental.

“En América Central, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) atraviesa un momento de transformación. El Istmo apunta hacia un modelo de Capitalismo Consciente, cuyo fundamento principal es que el bienestar de las personas permita el desarrollo sostenible de los países. El reto inmediato que identificamos es continuar fortaleciendo ese modelo en el sector empresarial del país, hasta que llegue a su consolidación”, detalla Gisela Sánchez, una de las fundadoras de la organización Colectivo Empresarial de Costa Rica.

De acuerdo con Sánchez, una de las principales lecciones que ha dejado la pandemia es que las organizaciones que cuentan con una RSE mejor integrada dentro de la estrategia de negocio, son las que han respondido de forma más acertada a situaciones de incertidumbre y han mostrado mejor capacidad de adaptación a los problemas económicos y sociales que han demandado una mayor responsabilidad y atención durante la pandemia.

Pablo Rojas Wang, asesor regional de la Cooperación Alemana, agrega que la RSE está en constante transformación y evolución, y en un contexto tan complejo y cambiante como ha sido la pandemia y la reactivación post pandemia, las empresas también tienen que ajustarse a los nuevos tiempos.

“Aquellas empresas que seguían pensando que la RSE era algo ‘accesorio’ y que podían seguir haciendo sus actividades tal cual lo hacían antes, solo que en paralelo tenían algunas actividades a las que llamaba responsabilidad social, la pandemia les ha demostrado que era la forma incorrecta de plantearlo”, agrega.

Para los expertos, las empresas que han integrado la sostenibilidad como algo intrínseco dentro del modelo de negocio, son organizaciones que se han vuelto más resilientes y han logrado adaptarse a esta nueva situación.

María Gómez, socia de Sostenibilidad Deloitte Latin America.

RSE en el ADN

Para que una empresa integre la RSE en su ADN es relevante comenzar por determinar cuáles son sus partes interesadas y cuáles son los impactos que genera en esas partes interesadas tanto positivos como negativos en la dimensión social, económica y ambiental. A partir de ahí, puede identificar cuáles son las áreas y temas en los que puede empezar a trabajar.

“En Colectivo Empresarial creemos que es fundamental mantener muy claro el crecimiento consciente, y considerando los 10 Principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas y los 17 Objetivos del Desarrollo Sustentable (ODS), los cuales son una guía clara de acción sobre la cual se pueden basar modelos de negocio sostenibles”, enfatiza Sánchez.

Una buena estrategia de Sostenibilidad tiene que fortalecer la resiliencia empresarial, sobretodo hoy en día se debe pasar por un análisis de riesgos y responder al mismo.

“Hay que saber leer muy bien el entorno, el contexto, dónde están las fortalezas de la organización y además cómo se pueden potenciar. Las empresas que han sabido cómo potenciarse y diferenciarse con estos modelos de negocio sostenibles son aquellas que justamente van a poder pensar a más largo plazo y adaptarse”, explica Rojas Wang.

Un claro ejemplo es el de Coca- Cola. Una compañía que ha sabido avanzar y liderar en temas de RSE y así llevar adelante modelos de negocio sostenibles y rentables.

“Para Coca-Cola, la sostenibilidad está en el centro de todo lo que hacemos y es parte de nuestro propósito, actuamos para crear un futuro más sostenible y mejor compartido. Marcamos la diferencia en la vida de las personas, las comunidades y nuestro planeta haciendo negocios de forma correcta. El éxito a largo plazo de nuestra empresa depende de tener en cuenta todas las diversas perspectivas. Sólo entonces podremos realmente ingeniar nuestro negocio para agregar valor duradero al mundo. Como empresa líder mundial en bebidas, entendemos que tenemos responsabilidad con diversos públicos en todo el mundo: clientes, proveedores, defensores de la salud pública, ONGs, nuestros socios embotelladores y colaboradores. El respeto por el medio ambiente y las comunidades es parte del ADN de nuestra empresa”, afirma William Segura Zamora, gerente de Asuntos Públicos, Comunicación y Sostenibilidad para Coca-Cola Centroamérica.

De acuerdo con Segura, los beneficios para cualquier compañía al adoptar políticas sostenibles son innumerables. Contribuye al cuidado de los recursos naturales necesarios para la subsistencia del ser humano y de las empresas, además hoy los consumidores son más selectivos a la hora de elegir un producto y servicio, y esperan que los negocios sean responsables y tengan un impacto positivo con el ambiente y las comunidades.

“Se busca una estrategia de RSE de la cual los colaboradores se sientan parte y la consideren como propia, que esté alineada a los objetivos estratégicos y de negocio y que a su vez pueda generar ahorros operativos, en costos y que genere además, una imagen y reputación que produzcan una mejor competitividad a través de valor. Todos son componentes para una mejor estrategia de RSE dentro del contexto actual de pandemia”, agrega María Gómez, socia de Sostenibilidad de Deloitte Latin America.

Para el 2015 existían 600 empresas que trabajaban temas de RSE en la región. Para el 2020, ese número era de 900.

Retos para nuestros países

En muchos de nuestras naciones centroamericanas, la RSE sigue sin ser una prioridad y se considera como un gasto. En temas de cambio climático, por ejemplo, muchos de los CEO brindan un bajo o casi nulo apoyo a los riesgos de índole climático considerando los altos costos de transformación o dificultad para medición del impacto ambiental.

Tampoco se consideran en la mayoría de las situaciones, el ahorro a mediano y largo plazo en el uso de los recursos y materias primas, la disminución del desperdicio en procesos operativos a través de la economía circular, la disminución de huella hídrica/ambiental y el impacto social directo e indirecto que puede generar una estrategia de RSE.

Los conocedores reconocen que las oportunidades de implementar la RSE en la región son importantes, además de ser necesarias, considerando a la zona centroamericana como una de las más vulnerables a nivel mundial ante las consecuencias del cambio climático, donde a su vez, se encuentran zonas urbanas con una alta densidad poblacional y un índice de pobreza y pobreza extrema significativa, sumado a migraciones asociadas a efectos climáticos, incluyendo sequías, inundaciones y deslizamientos. Esto a su vez pone en vilo la seguridad alimentaria y sanitaria.

“Cabe aclarar que la aceptación e implementación de RSE en la región va en aumento. Para el 2015 existían 600 empresas que trabajaban temas de RSE, mientras que, para el 2020 la Integración Centroamericana y del Caribe por la Responsabilidad Social Empresarial registra más de 900 empresas trabajando en RSE”, enfatiza la experta de Deloitte.

Las empresas que quisieran incluir temas de RSE en su ADN deben empezar por entender y definir el valor que quieren generar a través de la RSE, donde preguntas como: qué estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo, a dónde queremos estar y cómo queremos llegar, se convierten en imperativas para iniciar procesos de RSE.

LA RSE DEBER IMPACTAR SUS 3 DIMENSIONES: AMBIENTAL, ECONÓMICA Y SOCIAL

DATOS PARA REFLEXIONAR

A partir de datos del Banco Mundial del 2021, podemos afirmar que la pandemia ha generado una contracción económica regional de un 6,7%, en promedio y la expectativa de crecimiento del 3% va a aplacar poco el rezago directo e indirecto que vino a generar la pandemia en términos de educación, generando un descenso en el acceso a mejores trabajos y condiciones económicas.

Adicionalmente, la contracción está generando un avance muy paulatino en la consecución de las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus indicadores ambientales y sociales. Según la Cepal, existe un retroceso de 10 años en el PIB de Centroamérica y República Dominicana por efecto del Covid, con un aumento en la pobreza. Pasó de 186 millones de personas a 231 millones en condiciones de pobreza por efectos de la pandemia; es decir, 45 millones más. Es a partir de las necesidades de potenciar nuestras economías donde la Responsabilidad Social Empresarial tiene un rol de mucha relevancia, siendo una herramienta que puede generar un impacto positivo y regenerativo de mucho valor para nuestras comunidades y entornos sociales-ambientales. Sin embargo, es indispensable que la RSE sea congruente con el tipo de negocio para que puedan perdurar en el tiempo, generando un valor tangible, medible y creíble.

A partir del contexto de la pandemia, donde muchísimas empresas disminuyeron sus operaciones significativamente con tal de sobrevivir durante más de 18 meses, la RSE ha sido un tema poco prioritario, aunque se pueda alinear a temas de reputación, continuidad de negocio y riesgos ambientales, sociales y económicos.

Una estrategia de RSE de la cual los colaboradores se sientan parte y la consideren como propia, que esté alineada a los objetivos estratégicos y de negocio y que a su vez pueda generar ahorros operativos, en costos y genere además, una imagen y reputación que produzcan una mejor competitividad a través de valor, son componentes para una mejor estrategia de RSE dentro del contexto actual de pandemia.

¿QUÉ ES EL CAPITALISMO CONSCIENTE?

Es un enfoque empresarial que busca la creación de valor y bienestar. Es un nuevo paradigma propuesto por John Mackey y Raj Sisodia que invita a las empresas a pensar más allá de la rentabilidad económica, para actuar desde nuevos niveles de consciencia, liberando el que ellos denominan “el espíritu heroico de los negocios”.

Es un nuevo pensamiento empresarial más consciente de su propósito superior, de su impacto en el planeta y de las relaciones que tiene con todos los implicados.

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