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ESPECIAL - CRÉDITOS VERDES
Por Arturo Castro Barrantes
Créditos para un mundo mejor
Verdes como el color de la esperanza, del monte tropical, de la vida y de la naturaleza. Así se les designa a los créditos destinados a financiar proyectos que contribuyan con la sostenibilidad ambiental, mediante acciones específicas para la conservación del medioambiente, la mitigación de la huella ambiental y la adaptación al cambio climático.
Las entidades bancarias han destinado una línea de créditos especiales, denominados “Créditos Verdes”, para inversiones en proyectos de eficiencia energética, instalación de sistemas de energía renovable (como la iluminación solar), transporte eficiente, reducción del impacto ambiental de las actividades humanas que representen ahorros importantes en el consumo de los recursos hídricos y eléctricos y la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero, entre otros.
De acuerdo con Giorgio Trettenero Castro, secretario general de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), los servicios financieros examinan el uso de los recursos de los solicitantes, analizan el propósito de los créditos y de las inversiones y los categorizan de acuerdo a su finalidad.
“De manera amplia, se habla de créditos de orden temático donde caben criterios ambientales, de reconversión industrial, de género o de alto impacto social. Un demandante de crédito solicita recursos y explica que tiene un proyecto que impactará positivamente alguna de estas variables, sumado a los criterios normales de otorgamiento de crédito, donde se tiene en cuenta la capacidad de pago y la historia crediticia. Entonces, el proceso de crédito, su estudio y su otorgamiento entran en un tipo de línea que puede diferenciarse del resto”, explica.
Trettenero señala que, desde el punto de vista financiero, algunas entidades han creado líneas de crédito específicas de acuerdo con las necesidades del mercado, en las cuales se pueden tener en cuenta criterios de cofinanciación -es decir, completar el financiamiento
del proyecto con la participación de otras entidades que asuman riesgos, plazo y tasas de interés-, pero está muy relacionado con el prestigio y los beneficios más allá de las ventajas financieras que se generan. “Por ejemplo, empresas y proyectos muestran una mejor huella de carbono y menos contaminación o el uso de fuentes de energía alternativas. En general, una menor generación de lo que la teoría económica denomina como las externalidades negativas”.
“Para el sector bancario, las finanzas verdes se definen como productos y servicios que incluyen factores ambientales en las decisiones de préstamos relacionados con la promoción de inversiones ambientalmente responsables, que estimulen tecnologías bajas en carbón, proyectos, industrias y negocios relacionados, al mismo tiempo que incorporan toda forma de inversión o préstamos que tienen en cuenta el impacto ambiental y fortalecen la sostenibilidad del medioambiente”, asegura el análisis Intercambio entre bancas de desarrollo en América Latina y el Caribe para un gran impulso ambiental, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ).
En ese sentido, los créditos verdes constituyen una herramienta para garantizar la sostenibilidad del negocio, a través de la construcción de una imagen positiva y la generación de recursos a través del ahorro por concepto de pago de servicios de energía, al mismo tiempo que protegen el medioambiente y luchan contra el calentamiento global que amenaza con destruir al planeta.
IMPACTO SOCIAL DE LOS CRÉDITOS VERDES
El secretario general de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), Giorgio Trettenero, considera que el impacto social de los créditos verdes es un tema que apenas se está empezando a medir; sin embargo, asegura que tiene un alcance económico, social y ambiental, entre otros.
“El primer paso es el reconocimiento de este tipo de proyectos, su correspondiente financiamiento mediante algún tipo de línea específica y el debido seguimiento que exige. Al respecto, hace algunos años se vienen construyendo metodologías de trabajo que permitan hacer inferencias estadísticas sobre los beneficios que la financiación de estos proyectos trae. Insisto en que una cosa es la evaluación financiera desde los criterios tradicionales del banquero (morosidad y rentabilidad) y otro aspecto diferente es la mirada que se le dé desde el punto de vista social y ambiental”, dice Trettenero.
La Cepal afirma que la Agenda 2030, impulsada por la Organización de las Naciones Unidas, trazó los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde 86 de un total de 169, corresponden a materias medioambientales. “Cuidar el planeta constituye un aspecto estratégico. En el caso de América Latina y el Caribe es preciso destacar la alta dependencia de sus economías con respecto a productos primarios y naturales y el hecho de que cubre el 40% de la diversidad del planeta y un área total de bosques de 869,5 millones de hectáreas”, dice la Cepal.
La entidad destaca que las políticas públicas con frecuencia afectan el desarrollo sostenible cuando se amplía la frontera agrícola, mientras que la contaminación del aire, agua y suelo tienen efectos nocivos sobre la salud humana. “De ahí la importancia de descarbonizar el planeta, de garantizar la conservación de áreas protegidas y desarrollar amplios programas y proyectos que consoliden la reducción de los gases efecto invernadero e impulsen proyectos productivos que garanticen el crecimiento verde. El impulso de una economía baja en carbono y con crecimiento verde requiere de financiamiento adecuado de proyectos especializados en el manejo ambiental en sus distintas dimensiones y el acceso a fuentes de financiamiento con este propósito. Aunque este financiamiento ha sido creciente, es limitado con respecto al tamaño de las necesidades de los países”, dice la Cepal.
CRÉDITOS VERDES, EN NÚMEROS
El análisis Intercambio entre bancas de desarrollo en América Latina y el Caribe para un gran impulso ambiental, elaborado por la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ), asegura que las principales fuentes de financiamiento verde para financiar proyectos por parte de los bancos de desarrollo de América Latina y del Caribe son los fondos climáticos internacionales, los mecanismos bilaterales y los recursos de la banca multilateral que redistribuye fondos globales y recursos propios, así como la emisión de bonos verdes.
“Entre el 2011 y el 2018, la banca multilateral comprometió recursos para financiamiento verde una cifra acumulada de US$237.000 millones. En el 2018, el total de recursos comprometidos por la banca multilateral de todos los países ascendió a US$43.101 millones, destinando el 65% a proyectos de mitigación, el 22% a proyectos de adaptación y el 13% a proyectos de doble propósito. Estos recursos corresponden al 29% del total del financiamiento de los bancos multilaterales. El 20% del total de recursos corresponde a asignaciones en América Latina. Estos se asignan a su vez en un 15% a proyectos de adaptación y 25% a proyectos de mitigación”, asegura el estudio de la Cepal.
En el caso específico de Costa Rica, país que destaca en el tema, datos de la Asociación Bancaria Costarricense (ABC) indican que, entre el 2010 y el 2017, el Banco Nacional, Banco Promerica, Banco de Costa Rica, BAC, Banco Popular y Davivienda otorgaron más de 900 nuevos créditos verdes, por un monto total de US$270,87 millones.