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NEGOCIOS

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Por Marco Alvarado*

Convierta sus ideas en negocios reales

El emprendedor suele tener entre 22 y 45 años, que es cuando crea, innova e implementa.

Emprender es, predominantemente, un acto intencional del individuo.

Es argumentativamente justo pensar que la acción emprendedora surge de la necesidad, o bien de la oportunidad; sin embargo, la voluntad del sujeto define siempre la acción de hacer un ejercicio deliberado de crear o innovar, respondiendo a un estímulo del entorno.

El emprendedor promedio duerme menos, es frecuentemente inquieto, tendiente a hiperactivo y racionalmente inclinado, pero emocionalmente secuestrado por sus percepciones.

Destaca por una alta adaptabilidad cognitiva, o sea, sus habilidades de aprendizaje y aplicación son bastante elásticas y actúa de forma emprendedora.

De acuerdo con una referencia que nos comparte Robert Hisrich y otrosde McGraw-Hill en su 11va edición 2021, del texto Emprendimiento, el emprendedor suele tener entre 22 años y 45 años de edad, periodo en el que suele crear e implementar.

Son personas con un alto apetito al riesgo, aversos a los miedos y paradigmas del mercado, así como a sus factores y variables.

Una investigación que publiqué en el 2019, en el International Journal of Business Environment, titulada Export diversity and the relevance of different forms of market experience, destacó un alto nivel de significancia sobre aquellos emprendimientos con muy alta capacidad exportadora de quienes tienen altos niveles universitarios en su educación.

Un factor clave que a través de los años he logrado validar por medio de la investigación y el acompañamiento a proyectos exitosos, es lo importante de una buena problematización del proyecto. ¿Qué busca, persigue, resuelve, capitaliza, contribuye, descarta o aprovecha, su propuesta al buyer-persona? Hay muchos otros factores y variables que se alinean de forma coherente en fomentar acercarnos al éxito; sin embargo, una asertiva problematización y justificación se vuelve un factor determinante en la ideación del producto o servicio.

Hoy en día, una cuarta revolución industrial nos moviliza, sumados a insaciables fuentes de IA (inteligencia artificial) e información, a veces poco confiable, hacia la impredecibilidad.

Las fuerzas del mercado están siendo impactadas irremediablemente por LLM (large language models), buscando que una inteligencia artificial regenerativa sustituya una alta proporción de nuestros quehaceres, necesidades y problemas. Simultáneamente, dispara otra gran cantidad de factores de mayor complejidad y sofisticación.

LOS EMPRENDEDORES SON PERSONAS CON UN ALTO APETITO AL RIESGO, AVERSOS A LOS MIEDOS Y PARADIGMAS DEL MERCADO, ASÍ COMO A SUS SUS VARIABLES

Las destrezas que más pesan en la validación de emprendimientos exitosos se definen por altas dosis de habilidades blandas: empatía, comunicación, liderazgo, pensamiento creativo, adaptabilidad, positivismo, trabajo en equipo y gestión del cambio, entre otras, exquisitamente mezcladas con habilidades duras.

Algunos de estas emprendimientos, denominados de alto impacto por su éxito, por haber conquistado una cuota significativa del mercado (marketshare) o por su valor en su IPO (initial public offering), o bien incluso como lo destacara The Economist en su más reciente edición del 20 de setiembre, con un artículo que habla sobre cómo la inteligencia artificial resolvió exitosamente la creación de un nuevo antibiótico, dan pie a pensar que IA nos trae esperanza también y más que amenazas, desplazamiento o corrupción.

Pensar aspiracionalmente en una propuesta única de valor en un proyecto, me ha apropiado recomendar que una fina escogencia de las más reconocidas metodologías ágiles, que son tendencia en la formación didáctica de la innovación y combinadas con tradicionales y rigurosas metodologías científicas de investigación, nos introduce con algunas inmunidades al conocido “valle de la muerte” (primeros dos años) del ciclo de vida de los emprendimientos.

Finalmente, sugiero alinear estos dos cuerpos anteriormente citados a los evolucionados procedimientos de la administración de proyectos, que a la postre produce procesos trazables, ágiles, científicamente respaldados y genuinamente elásticos a las más inmediatas contorciones del mercado.

Marco Alvarado, Decano de Ciencias Empresariales en la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (ULACIT).

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