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CULTURA

ARQ. LUIS REyNOSO TERÁN*

*Colegios de: Dibujo y Modelado y Estudios Técnicos Especializados

Arq. José Villagrán García. Fuente: http://www.podiomx. com/2015/02/digitalizan-cuadernos-de-arquitectura.html

Semblanza del arquitecto José Villagrán García, autor del plantel 9

Edificio de Escuela de Arquitectura y Museo de Arte de la UNAM, Ciudad Universitaria, México DF 1954 . Fuente: http://unavidamoderna.tumblr.com/ post/50370452814/edificiode-escuela-de-arquitectura-y-museo-de

José Villagrán García fue uno de los principales arquitectos mexicanos del siglo XX. Es primordial destacar su figura, para conocer la importancia y trascendencia que tuvo como profesionista en el ámbito de la teoría y la práctica arquitectónica; y la influencia que mantuvo en las generaciones posteriores de arquitectos en nuestro país.

José Villagrán García nació en la Ciudad de México

el 22 de septiembre de 1901. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en 1923 obtuvo el título de arquitecto. En 1924, se hizo cargo de la cátedra de teoría de la arquitectura, en la Escuela de Arquitectura de la Antigua Academia de San Carlos; iniciando con ello la transformación de la práctica y difusión de un nuevo concepto de arquitectura, tendiente a cambiar radicalmente los valores academicistas tradicionales de épocas anteriores.

Hay que tener en cuenta que durante el Porfiriato nuestro país tuvo gran influencia académica especialmente de Francia; negando con esto valores propios de nuestra identidad nacional. Consumada la Revolución Mexicana, el país entró en una etapa de consolidación a través de un proyecto nacionalista emanado de los regímenes revolucionarios. En el ámbito de la arquitectura se dio como pauta a seguir el estilo llamado neocolonial, que rescataba aspectos formales de la época de la Colonia, ya que se decía que durante esa etapa histórica, el país se había conformado como nación, a través de la sociedad criolla novohispana con todas sus facetas culturales. Un ejemplo muy significativo de este estilo lo encontramos en las ampliaciones efectuadas al antiguo edificio de la Escuela Nacional Preparatoria, en la calle de Justo Sierra 16, en el Centro Histórico de nuestra ciudad.

José Vasconcelos, al ser ministro de Educación Pública durante el gobierno de Álvaro Obregón, diseñó un vasto programa de acción que incluyó la alfabetización, la difusión de la cultura y la participación popular dentro de las actividades artísticas; todo esto encauzado hacia un designio social, para exaltar el nacionalismo como doctrina cultural de la Revolución. Tanto en la arquitectura del Estado como en la privada, el estilo neocolonial fue determinante, dado que era la imagen más próxima a los valores estéticos del nacionalismo y, además, era como el nuevo adjetivo artístico de la Revolución.

Si bien la doctrina vasconcelista del nacionalismo procuraba la consolidación de un arte capaz de congregar a la sociedad mexicana en torno a la reconstrucción revolucionaria, la arquitectura neocolonial no logró formar un verdadero proyecto que sustituyera al academicismo porfiriano, ya que en el fondo el neocolonial seguía manteniéndose fiel, aunque con diferente fisonomía, a la misma teoría arquitectónica historicista del siglo XIX. En contraparte a esta situación, las primeras respuestas a favor de un nuevo orden compositivo las dieron principalmente José Villagrán García y Carlos Obregón Santacilia, representantes de una nueva generación de arquitectos mexicanos.

José Villagrán, desde que era estudiante, se familiarizó con los tratadistas europeos de arquitectura, particularmente J.N.L. Durand, Leonce Reynaud y Julien Gaudet. Cuando egresó de la carrera compartió su ejercicio profesional con la docencia, lo que le mantuvo cerca de los libros y las revistas especializadas del ramo. Fue de los primeros en enterarse de los cambios que comenzaron a producirse en la arquitectura europea después de la Primera Guerra Mundial y sobre las ideas que los animaban.

Luego de un breve periodo de asociación con Carlos Obregón Santacilia –autor del Monumento a la Revolución– Villagrán proyectó varios edificios de atención a la salud, como el Instituto de Higiene y la Granja Sanitaria en Popotla (1925), y el Hospital para Tuberculosos en Huipulco (1929); siguiendo siempre un riguroso procedimiento programático: primero esclarecía en detalle los requerimientos a los que debían responder los espacios y, sólo entonces, comenzaba a

Arq. CArlos Obregón Santacilia. Fuente: https://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2012/12/lacasa-de-campo-de-la-familiaobregon.html

José Vasconcelos. Fuente: http:// www.academia.org.mx/JoseVasconcelos

CULTURA

Semblanza del arquitecto José Villagrán García, autor del plantel 9

Fabrica ASEA de México. Arqs. Ricardo Legorreta y José Villagrán García. Fuente: https://www.tumblr.com/tagged/ jos%C3%A9-villagr%C3%A1n-garc%C3%ADa

proyectarlos. A partir de ahí los resultados de su arquitectura fueron, a lo largo de toda su trayectoria, siempre sobrios, escuetos, sin concesiones al decorativismo, a la libertad plástica o al alarde tecnológico. Cierto es que, como conocedor que era del panorama internacional, su obra fue reflejando los cambios que se daban en las tendencias mundiales. En sus primeras obras racionalistas se perciben influencias de Tony Garnier. Después las recibiría de Le Corbusier, de Walter Gropius –el fundador de la Bauhaus– y otros; pero siempre, reinterpretándolas con acentos propios.

Esta arquitectura “racionalista” de Villagrán tuvo connotaciones de modernidad y progreso en la arquitectura latinoamericana entre los años 20 y 70 del siglo pasado, no sólo por su obra material; sino sobre todo, por su contribución ideológica que tanta influencia ejerció en varias generaciones de arquitectos.

Los racionalismos de todas las épocas se nutren de conceptos teóricos. Es en ese campo en que Villagrán hizo su aporte más importante a la cultura arquitectónica: siempre afirmó que la arquitectura es un quehacer constructivo que persigue finalidades complejas; en el que además, la inspiración o la intuición dejan un mar-

Edificio de estacionamiento “Gante” México, DF, 1951 Arq. José Villagrán García. Fuente: https://es.pinterest. com/pin/89579480066660545/

Iglesia en Jardines del Pedregal, Ciudad de México. Arq. José Villagrán

gen aprovechable para el ejercicio riguroso de la razón. En aporte a esta última, fue construyendo un edificio teórico, en parte original, y en parte empleando conceptos prestados de la filosofía, la estética y la antropología; que ya en los años treinta ejercía una influencia notable sobre la mayoría de sus alumnos, pero que a partir de los cuarenta y hasta finales de los sesenta, fue la teoría a la que la mayoría de los arquitectos mexicanos recurrían para explicar su quehacer profesional.

Su punto de partida, predominantemente idealista y su adhesión a la axiología de Max Scheler, hizo que convirtiera el tema de “los valores en arquitectura” –útiles, lógicos, estéticos y sociales–, en el eje central en torno al cual gira el resto del esquema villagraniano. Hoy es posible discrepar de algunos de esos conceptos y sus consecuencias metodológicas, pero no se puede negar esa coherencia constante entre el pensamiento y la acción, entre teoría y obra, que siempre lo caracterizaron.

Dentro de la labor profesional construyó muchos edificios, entre los que sobresalen el Instituto Nacional de Cardiología (1938), el Centro Universitario México (CUM, 1945), el estacionamiento Gante (1947), la Escuela Nacional de Arquitectura (ahora Facultad de Arquitectura) de la UNAM (1951), el conjunto Cine de Las Américas (1952), la iglesia de La Santa Cruz del Pedregal (1958), los edificios de las escuelas preparatorias de la UNAM: de Tacubaya, Coyoacán, La Viga, Mixcoac e Insurgentes Norte (1960-1965), el hotel María Isabel (1963) y el Conjunto ICA (1970). Además, formó parte de quienes formularon los primeros programas nacionales de construcción de hospitales y escuelas, con los que se dio inicio, en la década de los 40, a la extensa planificación y construcción de esos géneros de edificios con los que ahora cuenta nuestro país.

El aspecto formal de los edificios obedece al diseño propio de Villagrán, en los que podemos apreciar una solución sobria, simple; sin dar paso a la decoración o elementos superfluos. Esta arquitectura tiene su fundamento en los conceptos racionalistas y funcionales que él tanto pregonó y aplicó, para resolver, los problemas planteados por el programa arquitectónico: el lugar, las circunstancias y el tiempo.

A manera de esbozo, se pueden citar algunos de los cargos que ocupó; así como de premios recibidos: director de la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM (1933-1935); miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM (1953-1970); académico emérito (desde 1979); miembro de la Sociedad de Arquitectos de México, y presidente de la misma (1926); miembro del Colegio de Arquitectos de México (desde 1955); miembro fundador de la Academia de Artes (1968); miembro honorario de The American Institute of Architects, de Estados Unidos; arquitecto del Departamento de Salubridad Pública (1924-1935); consejero del Departamento de Hospitales de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (1943-1945); arquitecto asesor en la obra de Construcción de Escuelas (1949-1981); consultor por Iberoamérica en materia de Hospitales de la Organización Mundial de la Salud (1951).

Premio de la Bienal de Arquitectura de Sâo Paulo, Brasil (1955); Premio Nacional de Arte (1968) y Premio Nacional de Arquitectura de la Sociedad Mexicana de Ingenieros y Arquitectos (1981). Además, publicó artículos en las revistas: Arquitectura (1939-1955) y México en el Arte (1950-1959).

La obra de Villagrán fue tan importante, que en cierto modo es comparable a la de Le Corbusier, porque dio las bases conceptuales para la arquitectura moderna en nuestro país. Su deceso acaeció el 10 de junio de 1982 a los ochenta años en la Ciudad de México.

Bibliografía De Anda, Enrique X. Historia de la arquitectura mexicana. Gustavo Gili, España, 2002. José Villagrán García. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Arquitectura, México, 1990. La arquitectura mexicana del siglo XX. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Lecturas Mexicanas, cuarta serie, México, 1996.

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