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Las mujeres en la política // Óscar Tamez Rodríguez

EN LA HISTORIA de México la política ha sido un oficio de hombres, donde las mujeres son excluidas, lo cual no significa que no participen ni dejen de ser factores determinantes en diversos momentos del acontecer político. Es a partir de 1943 que inicia la visibilidad jurídica de las mujeres en política y con ello en otros ámbitos de la vida productiva fuera del hogar.

La historia de México está llena de casos aislados con mujeres actoras en la política nacional. Podemos remontarnos a 1519 donde Marina, mal apodada la Malinche, fue protagonista principal en la conquista de México. Ya en la etapa independentista tenemos a Josefa Ortiz de Domínguez, a Leona Vicario y a la Güera Rodríguez, entre otras mujeres quienes influyeron determinantemente en el rumbo que tomó la política de su época.

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Malinche, conocida también como Malinalli, Malintzin o doña Marina.

Durante la revolución carrancista, Hermila Galindo, secretaria del jefe del ejército constitucionalista, envió una iniciativa al constituyente de 1916-1917 para que en las reformas político-electorales se incluyeran los derechos de las mujeres, pero su voz fue enmudecida. En 1918 participó en la elección para diputados por el 5° distrito federal en la ciudad de México y aunque ganó en votos, no se le reconoció su participación. Sin embargo, siembra la semilla y años más tarde, en 1952, logró ser la primera mujer electa como diputada federal. Así, junto a Elvia Carrillo Puerto, Elvia González Caballero y otras mujeres de su época, contribuyó para lograr la universalidad del voto en el país.

En la reforma constitucional del 12 de febrero de 1947, se otorgó a las mujeres el derecho a votar y ser votadas en elecciones municipales; pero fue hasta la reforma del 17 de octubre de 1953 cuando se les otorgó la ciudadanía, así como su derecho a participar pasiva y activamente en los comicios electorales locales y federales.

Doña María Josefa Ortíz de Domínguez, Centro Patriótico Nacional Mexicano.

La elección del 3 de julio de 1955, hace 65 años, se convirtió en la emblemática elección donde las mujeres acudieron a sufragar, además de poder participar como candidatas. Las primeras cinco décadas fueron de poca o nula inclusión de las mujeres en los cargos de elección popular, sin embargo, los avances en materia de derechos humanos, así como las transformaciones sobre la equidad e igualdad entre hombres y mujeres, permitieron la inclusión plena y por ley de las mujeres en la política.

A partir de los años 50 del siglo XX, la sociedad mexicana evolucionó, la migración a las ciudades facilitó el cambio de paradigma respecto al rol de la mujer en la familia y la sociedad. La industrialización, resultado de la Segunda Guerra Mundial, trajo desarrollo económico en las ciudades y, con ello, las familias urbanas crecieron. De este modo, en 1950 se alcanzaron 10 millones 983 mil personas habitando en zonas urbanas, contra 14 millones 807 en las regiones rurales.

El crecimiento poblacional urbano fue desbordante; para los años 60 eran 17 millones de habitantes en las urbes como en el campo; en los 70 se invirtió la pirámide, 28 millones 300 mil habitantes en las urbes, contra 19 millones 900 mil en el campo. Así siguió a tal grado que para 2010, el 79 % de los mexicanos habitaban en espacios urbanos.

En México, la migración ha sido un factor preponderante en el desarrollo de la mujer dentro de la política. Gracias a ella, accede a la planta laboral en fábricas y oficinas, tiene mayores espacios de acceso a la educación y la cultura, cuenta con mayores recursos para informarse de los problemas nacionales y puede tener mayores espacios de desarrollo personal, incluyendo el acceso a la política. Para fines del siglo XX la profesionalización era una realidad, lo que implicó escalar en el mundo laboral y exigir los espacios correspondientes en la política.

Leona Vicario, Benemérita Madre de la Patria.

Los partidos políticos, quienes desde la reforma constitucional de 1946 tienen la hegemonía en la postulación de candidatos, radicalizan cada vez más su aristocracia, la prebenda de espacios, la venta de posiciones, el nepotismo y los compadrazgos surgidos de corruptelas. La sociedad demanda cambios y en ellos las mujeres luchan por abrirse espacios en partidos, cargos de elección y puestos en los gobiernos. En contraparte, les juegan el dedo en la boca, pues pocas son las mujeres quienes ascienden en el masculino mundo de la política.

El siglo XXI llega con transformaciones en las leyes político-electorales, la elección del 2000 es calificada por un organismo ciudadano, se debate sobre la democracia participativa, los jóvenes y las mujeres exigen sus cuotas en la política. Surge el discurso retórico sobre las cualidades de la mujer en política, se les ubica en espacios donde los cuestionamientos por corrupción laceran a los gobiernos. Esto se justifica bajo el falso argumento de que son más honradas y honestas que los hombres, pero la experiencia dirá lo contrario, pues los valores no dependen de asuntos de la sexualidad o del género de las personas.

La lucha de las mujeres por alcanzar los espacios que les corresponden, consigue que algunos partidos postulen, por estatutos, el 30 % de mujeres en el total de las candidaturas. Aunque posteriormente esta disposición se convirtió en ley, las cosas siguieron manipulándose. Las mujeres aparecieron en espacios seguros de derrota, sólo quienes cumplían con alguno de los requisitos de compadrazgo, nepotismo, influyentismo, prebendas o corruptelas arribaba a las candidaturas potencialmente triunfadoras, por supuesto, siempre las honrosas excepciones quienes a base de músculo y poder político conseguían construir una carrera política.

Lo que fue una exigencia por su legítimo derecho, se vuelve una aberración. En las elecciones de 2021, por ley, los partidos deben postular 50 % de hombres y 50 % de mujeres en igualdad de espacios potencialmente triunfadores y de peso político. Los partidos no pueden ceder a un solo sexo los puestos más codiciados. La disposición llega a los poderes ejecutivo y judicial, se exige que haya paridad de sexos en los puestos de gobierno.

La lucha se mutó, hoy las mujeres tienen cuotas en la política sin importar capacidades, potencialidad, perfiles; se deben llenar las candidaturas y los sitios de gobierno en equidad de género o sexo y eso es lo único importante; incluso, se ha llegado a la aberración de violentar la democracia representativa y retirar el triunfo a un hombre para cederlo a la mujer que quedó en segundo o tercer lugar, sólo por el hecho de ser mujer.

Entrando en la tercera década del siglo XXI, es urgente la profesionalización, la democratización y la igualdad de oportunidades, terminar con las cuotas por imposición y transparentando las reglas políticas de tal forma que quien arribe a los cargos públicos o políticos, sea la persona más capaz, competente y con el perfil adecuado al puesto.

...en las ELECCIONES de 2021, por ley, los partidos deben postular 50 % de HOMBRES y 50 % de MUJERES...

Han transcurrido 65 años desde que subieron el primer peldaño las mujeres en la justa lucha por el reconocimiento a sus capacidades. El triunfo llegó y rebasó la equidad, hoy podemos ver cómo los derechos de las mujeres están por sobre los de los hombres en igualdad de circunstancias. Es tiempo de migrar a una sociedad igualitaria, justa y en donde no se conmemoren fechas que recuerdan lo retrógrada de una sociedad, lo injusta e inequitativa; en donde no se tenga que celebrar el día en el cual la mujer vio como igual al hombre, políticamente hablando. Entonces ese día, seremos la sociedad deseada por las y los luchadores de los derechos humanos.

Índice de ilustraciones

Pág. 4 Recuerdos de la Historia (Diciembre 2015) Fotografía tomada de: https://navegandoenelrecuerdo.blogspot.com/2015/12/malinalli-malinche-dona-marina-o-el.html

Pág. 4 Pinterest/ 3 Museos / Fotografía tomada de: https://i.pinimg.com/originals/ab/73/8f/ab738feb149af6ce37d7454c0cb90c09.jpg

Pág. 5 La Redacción / Proceso (Diciembre 2019) Fotografía tomada de: https://www.proceso.com. mx/610589/el-2020-sera-el-ano-de-leona-vicariobenemerita-madre-de-la-patria

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