• MARZO 2014 • AÑO 2 • • NUMERO 15 • • PRECIO $ 30.00 M.N • • WWW.451efe.mx •
PERIODISMO NARRATIVO DE HIDALGO
Una vida en el Valle del Mezquital Melina González Guzmán * DANIEL FRAGOSTO TORRES: Acercamiento al concepto de la muerte *GERARDO BORBOLLA GONZÁLEZ: Islam, una minoría no tan conocida *TOMÁS ELOY MARTÍNEZ: ¿Qué ha sido del periodismo? *CRISTÓBAL ROJAS MILLÁN: Alcoholismo y mitomanía *LUIS TONATIUH PÉREZ ORDOÑEZ: Vida *AGUSTÍN RAMOS: La lucha por el partido *ALMA SANTILLÁN: Técnicas de supervivencia 1
TRABAJADORES DEL IMSS SON EJEMPLO DE VOCACIÓN SOCIAL Y DE SERVICIO: FRANCISCO OLVERA Pachuca fue la sede del XXIII Consejo Seccional Ordinario de la Sección XXII del SNTSS.
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urante la Clausura del XXIII Consejo Seccional Ordinario de la Sección XXII de Hidalgo, del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), el jefe del Ejecutivo, José Francisco Olvera Ruiz, consideró que los trabajadores del sindicato del IMSS son ejemplo de vocación social y de servicio en favor de la sociedad mexicana. Durante su intervención, el gobernador Francisco Olvera, destacó que al igual que la educación; la creación de empleos formales, son la base del desarrollo social, político y cultural del estado. Asimismo, el mandatario resaltó que se debe trabajar de manera coordinada y en unidad con el Instituto Mexicano del Seguro Social, para fortalecer y crear acciones que permitan a los derechohabientes tener una mejor calidad de vida. Ante trabajadores y representantes de las 37 secciones del país dependientes del SNTSS, Francisco Olvera
puntualizó que existen nuevos proyectos en el instituto, los cuales se darán a conocer próximamente, para ofrecer mejores servicios de salud a los hidalguenses y a los mexicanos. Por su parte José Alfredo Jiménez Juárez, secretario General de la Sección XXII, Hidalgo, reconoció el trabajo, dedicación y compromiso por parte de los trabajadores, ya que son un activo importante dentro de la organización sindical. Asimismo, José Luis Humberto Garza Ibarra, secretario General de la Sección II de Nuevo León, expuso que sindicato e instituto son un solo ente que requiere de reformas estructurales para dar un mejor servicio. Al tomar la palabra, María de Lourdes Osorio Chong, delegada estatal del Instituto Mexicano del Seguro Social, recordó que se han realizado diversas acciones en el estado como lo es: la modernización del consultorio dental del Hospital General de Pachuca, la remodelación del Centro de Seguridad
Tula-Tepeji, así como la construcción de unidades médicas en diferentes regiones de Hidalgo, solo por mencionar algunas. Lourdes Osorio afirmó que la seguridad social es un derecho fundamental de las mexicanas y mexicanos, al tiempo que reconoció la sensibilidad, apoyo y compromiso por parte de la administración que encabeza Francisco Olvera para fortalecer al instituto y otorgar un sistema de salud adecuado e integral. En representación de Manuel Vallejo Barragán, Secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social; Cándido León Montalvo, destacó que durante 70 años se ha transformado el IMSS para la atención adecuada y permanente de sus derechohabientes. Asimismo agradeció el trabajo de las autoridades estatales y del sindicato por crear acciones permanentes en beneficio del Instituto Mexicano del Seguro Social en Hidalgo.
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Carta del
• MARZO 2014 • AÑO 2 • • NUMERO 15 • • PRECIO $ 30.00 M.N • • WWW.451efe.mx •
PERIODISMO NARRATIVO DE HIDALGO
Una vida en el Valle del Mezquital Melina González Guzmán * DANIEL FRAGOSTO TORRES: Acercamiento al concepto de la muerte *GERARDO BORBOLLA GONZÁLEZ: Islam, una minoría no tan conocida *TOMÁS ELOY MARTÍNEZ: ¿Qué ha sido del periodismo? *CRISTÓBAL ROJAS MILLÁN: Alcoholismo y mitomanía *LUIS TONATIUH PÉREZ ORDOÑEZ: Vida *AGUSTÍN RAMOS: La lucha por el partido *ALMA SANTILLÁN: Técnicas de supervivencia 1
Directorio Director JAVIER PERALTA ZAMORA Director Editorial MIGUEL ÁNGEL HERRERA HERNÁNDEZ Edición TANIA PERALTA ZAMORA ARTE EDITORIAL LDG. VIANEY TOLENTINO SÁNCHEZ Colaboradores permanentes: AGUSTÍN RAMOS, LUIS CORRALES VIVAR, CRISTÓBAL ROJAS MILLÁN, JULIA ELENA CASTILLO, JORGE VALERIO ÁVILA GÓMEZ, ARTURO TREJO VILLAFUERTE, FEDERICO ARANA, MELINA GONZÁLEZ, ABIGAIL HERNÁNDEZ Ventas, publicidad y suscripciones: 451efe@gmail.com 7711569625 y 7711371878
* 451EFE, publicación mensual* Marzo de 2014* Año 2 Número 15* Editor responsable: Javier Peralta Zamora* Número de certificado de reserva: 04-2013-111313471300-102, expedido por el Instituto Nacional del Derecho de Autor* Certificados de licitud de título y contenido en trámite* Publicado y Distribuido por Consorcio SABINO de Comunicación y Educación, S.A. de C.V. *Domicilio de la publicación: Arcos del Padre Tembleque 130 Fraccionamiento Los Arcos, Pachuca, Hidalgo 42083 *Teléfono 7711569625 y 7711371878* Impreso por Lito Impresos Bernal S.A., Cerrada Bulevar Everardo Márquez s/n Km 2.5 carretera Pachuca Ciudad Sahagún, Pachuca, Hidalgo, CP 42090* Precio $30.00 * Dirección de Internet: http//www.451efe.mx. Prohibida su reproducción parcial o total.
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Melina González Guzmán de nueva cuenta lleva la delantera en este número, por la sencilla razón de que su texto, “Una vida en el Valle del Mezquital”, lo merece. Narradora de excelente factura, Melina nos adentra en la realidad aquí a la vuelta de la carretera, que se vive todos los días, que se repite hasta el infinito en una tierra yerma y siempre necesitada, donde Pina tendrá que morir por una cesárea practicada de manera innecesaria. Cristóbal Rojas Millán nos sorprende con el recuerdo de lo que el alcohol puede provocar en personas queridas, pero al final del tiempo seres transformados en miserables por una enfermedad que día con día crece. Agustín Ramos nos ofrece el adelanto de su libro “La Gran Cruzada”, que reaparecerá en abril de este año bajo el sello del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo. Como nunca necesarias, Alma Santillán presenta Técnicas de Supervivencia para todo aquel y aquella que urgentemente debe aplicarlas, porque en esto de la vida sin una guía para como no vivirla, o vivirla, es muy posible que uno acabe en callejones sin salida. Gerardo Borbolla González, una vez más se suma a la embarcación, para darnos noticia del Islam en un país como el nuestro. Daniel Fragoso, desde su Puerto de Llanes, ensaya algo sobre la muerte, y en fotografía le presentamos con gusto a Luis Tonatiuh Pérez Ordoñez, para que mire a través de sus ojos. ¿Qué ha sido del periodismo?, se pregunta el maestro Tomás Eloy Martínez, en un texto que amablemente nos ha permitido reproducir para usted. Así que las posibilidades son amplias, y el gusto por la lectura mayor. Bienvenido, bienvenida, es el mes de marzo y el año es 2014.
¿Cómo se diferencia un texto narrativo de uno informativo?
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Estilo
tivos describen acciones que llegan a un clímax en el cual se resuelve el conflicto central. Dentro de esos principios básicos, el escritor narrativo tiene mucha libertad para expresarse a sí mismo.
os textos narrativos poseen un estilo artístico. El lenguaje pomposo, las metáforas ricas y el profundo simbolismo son comunes a los textos literarios. Los textos informativos a menudo tienen un tono neutral, tal como el que encontrarías en un artículo periodístico. El lector de un texto informativo nunca debería sentirse confundido acerca de lo que lee. Aunque un texto informativo se esfuerza por llegar a un punto, un texto narrativo puede tener muchas capas de significado que se revelan en modos sutiles. Los lectores a menudo reaccionan de modo diferente a la misma narrativa. Sin embargo, debajo de la riqueza literaria, los grandes textos narrativos requieren de una mano habilidosa y cuidadosa atención al detalle.
Los lectores típicamente encuentran al texto narrativo en distintos lugares que al informativo. Una novela, un cuento corto o una no-ficción creativa son los contextos normales para la escritura de estilo narrativa. El texto informativo pertenece a libros de texto, ensayos, manuales de instrucción y otros contextos que confían más en hechos que en estilos. Ambos textos pueden ir acompañados de ilustraciones. Sin embargo, las ilustraciones en los textos narrativos son más artísticas.
Elementos
Propósito
Los textos narrativos incluyen elementos comunes a todas las formas de ficción. Un texto narrativo generalmente tiene un personaje principal y otros de reparto. A menudo describe un entorno vibrante con ricos detalles. Los textos informativos consisten de una introducción, un cuerpo y una conclusión. Dentro del cuerpo, el lector encuentra hechos y cifras y un argumento desarrollado lógicamente. En este tipo las listas y ejemplos son comunes. Los narra-
El objetivo del texto narrativo es generalmente entretener al lector, mientras que el informativo desea comunicar un hecho. A pesar de que el narrativo contiene información, es menos inmediata, tiene menos uso práctico para el lector. Un buen escritor narrativo puede capturar la imaginación de sus lectores, transportándolos de sus situaciones actuales. Los textos narrativos a menudo, pero no siempre, contienen algo de sabiduría que se revela al final.
Contexto
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A
POR:DANIEL FRAGOSO TORRES
Acercamiento al concepto de la muerte en
Ha llegado el momento
El Puerto de Llanes l grupo de Contemporáneos 1 también le interesó el teatro, el cual encontró eco en las voces creativas de Salvador Novo, Xavier Villaurrutia y Gilberto Owen, quienes en 1928 formaron una especie de compañía que llamaron “Teatro de Ulises”, preocupada por dar a conocer en México lo que la vanguardia teatral del mundo dictaba. Para efectuar estas representaciones, fueron patrocinados por Antonieta Rivas Mercado con un local en la calle de Mesones de la Ciudad de México en el que cabían cincuenta personas de público. Además de escribir teatro, los creadores del grupo dirigían la puesta en escena, traducían obras extranjeras recientes de Cocteau, O'Neill, Roger Marx, Vildrac, Lord Dunsany y Claudel, y algunas veces actuaban. Las esceno-grafías y los vestuarios los diseñaban Montenegro, Rodríguez Lozano, Castellanos y Lazo. En los elencos sobresalieron actrices como Clementina Otero e Isabela Corona, que luego tuvieron largas carreras teatrales. Las obras del grupo principal tienen extensiones diversas. Las más numerosas son las de Torres Bodet y Novo, con alrededor de cincuenta libros cada uno; las de Pellicer y Villaurrutia tienen extensiones medias, con unos quince títulos cada uno. A esa quincena de títulos de dramaturgia de Xavier Villaurrutia se inscriben las obras dramáticas breves escritas de 1933 a 1937 y que vieron la luz bajo el nombre de “Autos profanos”—volumen de cinco obras en un sólo acto: “Parece Mentira”, “¿En qué piensas?”, “Ha llegado el momento”, “Sea usted breve” y “El ausente”—, publicadas en 1939 y cuyo título es una evidente alusión a la irreverencia vanguardista en vista
de la oposición a los “autos sacramentales” de la tradición española, y que a su vez pueden vincularse con el surrealismo y con el dadaísmo. En las obras de Villaurrutia hay cierta tendencia a presentar situaciones vacuas y ciertos problemas existenciales que colindan con la noción del teatro del absurdo, aunque todavía no se plantea la evasión por medio del suicidio, como lo propone Albert Camus en El mito de Sísifo2 (1942), más bien como sucede en “Ha llegado el momento”, el suicidio que el matrimonio, Antonio y Mercedes, ha decidido como evasión de su situación inaceptable ante la perdida del amor y, con éste, de la razón de vivir, se convierte en la posibilidad de eludir la realidad. Sin embargo, no están precisamente convencidos, lo cual se destaca al final de la obra. Ella ha decidido tomar una alta dosis de veronal, mientras que Antonio ha decidido ultimarse con el revólver. El viaje que han estado presentando a sus invitados, el antiguo amante de Mercedes, Luis y su amada, Fernanda, no es otro sino la muerte. No llega a gestarse el suicidio; sin embargo, ya estamos ante la propuesta que abre el famoso ensayo de Camus, posterior en dos años a la publicación de “Autos profanos”: «No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de que se la viva es responder a la pregunta fundamental de la filosofía» Villaurrutia nos
presenta el momento preciso en que se resuelve la tensión del ser humano ante la vacuidad de la vida, pero no lleva a sus personajes al límite de lo absurdo. Se mantienen en vilo, como en espera de que suceda algo inesperado para que resurja la esperanza. Lo irónico de la obra es que no ha llegado el momento aún para la muerte como evasión del mundo asfixiante, sino el suicidio como el motor de apego a la vida3. Es propicio señalar que al igual que en las otras obras que componen este volumen de piezas dramáticas, en “Ha llegado el momento”, observamos que Villaurrutia utiliza una serie de juegos lingüísticos que evidencian la incapacidad de los seres humanos de comunicarse. La premura del tiempo, la imposibilidad de dominarlo y la inhabilidad de los seres humanos para comprenderse entre sí, son las materias que priman sobre la acción dramática. Tal como lo apuntaba Frank Dauster, estas obras de Villaurrutia constituyen «dramatizaciones de problemas de la realidad y de la existencia, son profundamente agarradores en su sentido de la angustia del hombre por un destino ignorado», dicho destino, ineludible per se, es el de la muerte, que en este caso, es buscada en pos de la depuración de una relación fracturada pero a su vez sólida. De esta manera, la muerte es buscada como una citación que ha de cumplirse, pero que en la obra no es consumada. A partir de esta toma
de conciencia la muerte se hace una problemática seguidamente inquietante. Pues se presenta como una naturalidad a la que todos están destinados. Los personajes del drama están ciertos de que si el ciclo del sol no falla jamás, ni el de la luna, ni el de las estaciones, los hombres no pueden ser la excepción a ese ritmo generacional, y una vez devastados por sus situación deciden adelantar su final por medio del suicidio. Así, a pesar de que su certeza del futuro es aparentemente no razonada, tampoco es irracional, pues ambos protagonistas, Antonio y Mercedes, intuyen que la muerte es todo y más del ciclo universal. El destino fatal e ineluctable, la muerte, es un tema que preocupa en demasía a Villaurrutia, pues está tácitamente descrito en la obra poética del Contemporáneo, esto puede palparse en los célebres poemas “Invitación a la muerte” y “Nostalgia de la Muerte”, este último escrito en 1938, y más específicamente en el “Nocturno en el que habla la muerte”, en estos poemas, al igual que en “Ha llegado el momento”, lo que subsiste es el sueño con la muerte y el estado de vigilia con la única esperanza de morir, para así terminar el ciclo iniciado y alcanzar ese período de gracia que aparece durante todo el drama. Logrando así una estadía ideal en la cual, la angustia por ocupar un espacio en la tierra ha quedado atrás para dar paso a una verdad ampliamente deseada.
1 Los Contemporáneos es el nombre de un grupo de jóvenes intelectuales mexicanos, agrupados en torno a la revista Contemporáneos, que se encargaron de difundir muchas de las innovaciones del arte y la cultura en la sociedad mexicana de la primera mitad del siglo XX; la revista, cuya publicación comenzó en 1928 no contaba con un programa definido o un manifiesto generacional, aunque sí era evidente que todos aquellos que publicaron en ella compartían un afán por modernizar no sólo la literatura, sino una buena parte de los aspectos más significativos de la cultura. 2Martínez José Luis, «El momento literario de los Contemporáneos». México: Letras Libres, Marzo, 2000. Edición digital: http://www.letraslibres.com/index.php?art=6242. 3Náter, Miguel Ángel, Los demonios de la duda. Teatro existencialista hispanoamericano. Isla Negra Editores, pág. 40.
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Una minoría
no tan conocida GERARDO BORBOLLA GONZÁLEZ
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on pocos pero hay, se dedican a las mismas actividades que el resto de la población, la mayoría de ellos son mexicanos, otros pocos son extranjeros, cinco veces al día tienen la obligación de hacer oraciones y sí, también es común que los hombres lleven barba y las mujeres usen velo. Aunque el origen de su llegada es incierto, en México se tiene registro de una comunidad islámica. Aquí también hay musulmanes. La cultura islámica cuenta con una gran tradición e historia, que en muchas partes del mundo es sinónimo de terrorismo por una mala y errónea asociación a partir de diversos acontecimientos, el más destacado es el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York en el 2001. Este importante grupo de la población mundial, en varios países, principalmente en África y Medio Oriente, sufre carencias en vivienda, salud y comida. En otros, como Turquía, Marruecos, Jordania y los países de la Península Arábiga, los dueños de los países, por llamar de alguna forma a los empresarios, jeques y reyes que con sus inversiones hacen crecer al país, practican esta misma religión. Al ser una comunidad con prácticas y tradiciones tan antiguas y diferentes a las de México debe ser difícil para los miembros que la conforman adaptarse a uno de los países con más fieles al catolicismo en todo el mundo. En últimos años se asocia, incorrectamente, a todo aquél que profesa la religión islámica con el terrorismo, la guerra y la violencia, esto debido a la gran cantidad de grupos terroristas con fundamentos en la religión islámica y en la “Yihad” o “Guerra Santa”, que según El Corán dicta que “se hará y procurará la guerra a todos los infieles y que estén en contra de Alá”, comenta Percy Moranchel Bugarin, arquitecto y tercero en jerarquía de la organización Vive islam, “aunque también es un término que se ha mal entendido y descontextualizado” puntualiza sobre el tema. Algunos de los grupos terroristas por los que es mal y erróneamente asociado a los miembros de la comunidad islámica con la violencia y los ataques terroristas son Hezbolá en Líbano, Hammas en Palestina, Al-Qaeda en Pakistán y Afganistán y grupos separatistas en el Cáucaso. Esta
discriminación hacia los musulmanes y asociación con la violencia se vio fortalecida a partir del año 2001 cuando el grupo Al- Qaeda, liderado en ese entonces por Osama Bin-Laden y ahora supuestamente muerto, se adjudicó los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York. Contrario a lo que se pensaría que pasó después de los atentados del 2001, en México dice el Arquitecto Percy Moranchel, la gente se mostró más interesada por la religión islámica y en el periodo entre 2001 y 2009 es cuando más conversiones al islam se registraron, “hay entre 4 800 y 5000 musulmanes en México, solamente 1 500 son extranjeros, el resto son mexicanos conversos”, comenta Percy Muranchel, esto con base al último censo de población del INEGI y a los datos recabados por su propia organización. Algunos de los estados que muestran la mayor concentración de población musulmana son Puebla, Jalisco, Chiapas y el Distrito Federal. El Arquitecto Percy Muranchel Bugarín es mexicano, de tradición y herencia católica pero convertido al islam desde hace 13 años. “Conocí el islam cuando estudiaba la carrera en la UAM mientras hacía un proyecto sobre arquitectura islámica, desde ahí me comencé a adentrar e interesar en el tema, ahora es mi religión y forma de vida”, comenta sobre su acercamiento a esta milenaria religión. México es un país católico por excelencia, por tradición y por historia, con tradiciones y costumbres sumamente arraigadas, tanto que marcan una pauta e influyen durante la vida diaria. Esta es una de las pocas dificultades que el Arquitecto Percy Muranchel ve al habitar y ser parte de la sociedad mexicana. “Procuro hacer mis oraciones en el momento que tienen que hacerse, pero estoy consciente de que no es un país musulmán y hay ocasiones donde no me es posible por cuestiones de trabajo”, comenta al respecto. Según los datos y registros de la organización Vive islam, han sido pocas las denuncias de discriminación hacia los miembros de la comunidad islámica, las pocas que se han presentado han sido de mujeres que denuncian burlas sobre el uso del velo o “burka”. Otra de las dificultades con las que se encuentra la comunidad islámica en
el país es la falta de centros de oración, mezquitas, propiamente construidos y que cumplan las características para poder llamarlas así. “En México hay pocas mezquitas, la más importante puede ser la que fue construida por Omar Weston en Tequesquitengo. Lo que hay aquí son “musalás”, que son más bien casas o edificios que se rentan o se construyen con aportaciones de los miembros”. Para que sea llamada propiamente mezquita debe ser construida en su totalidad por un musulmán, esto quiere decir que aporte todos los recursos. Posteriormente para su mantenimiento se realiza la “saddaka”, que sería un equivalente del diezmo católico, realizada por los miembros que acuden a la mezquita. “Estas son algunas, sino es que las únicas dificultades con las que se encuentran los musulmanes en México”, en palabras del Arquitecto Percy Muranchel. Al preguntarle sobre si los conflictos en el Medio Oriente y la llamada Primavera árabe -que incluye las revueltas en Egipto, Túnez, Libia, Yemen, Siria, entre otros- tienen alguna repercusión o influencia en la comunidad islámica en México, comenta que “solamente hay una repercusión sentimental con los originarios de esos países, por el sentimiento y significado que tiene”, aunque menciona que Egipto, al ser el país más proactivo apoyando al islam en México, durante el conflicto que lleva ya más de tres años, vio retrasada y obstruida por ciertos eventos su aportación a México, aunque al final todo se arregló y se mantiene como antes. La comunidad islámica en México es pequeña. Es un país de mayoría católica y también se cuenta con una comunidad judía relativamente amplia –más grande por influencia y poder económico que por cantidad de miembro- pero aun así el grueso de la población está regido e instruido bajo la religión católica. Al contrario de países donde las minorías religiosas son causa de conflictos llegando a la guerra y exterminios masivos no parece ser el caso de México donde la comunidad islámica, por pequeña que es y el bajo perfil que muestra, parece haber encontrado un lugar en la sociedad fuera de la discriminación, los prejuicios y las falsas etiquetas.
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¿Qué ha sido del
periodismo? POR: TOMÁS ELOY MARTÍNEZ
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ace tres décadas, durante el apogeo de la investigación de The Washington Post sobre el caso Watergate, lo que ya entonces se conocía como nuevo periodismo alcanzó su punto de máxima influencia y credibilidad. Se puede disentir con lo que después hicieron Carl Bernstein y Bob Woodward, autores de aquellos memorables relatos impecablemente investigados, pero no con la decencia, la tenacidad, la eficacia en la información y la calidad en la narración que exhibió el Post al anudar los hilos de aquella historia. Desde entonces, el periodismo narrativo ha tropezado y ha caído más de una vez, en los Estados Unidos y en otras latitudes, acaso por haber olvidado que narración e investigación forman un solo haz, una alianza de acero indestructible. No hay narración, por admirable que sea, que se sostenga sin las vértebras de una investigación cuidadosa y certera, así como tampoco hay investigación válida, por más asombrosa que parezca, si se pierde en los laberintos de un lenguaje insuficiente o si no sabe cómo retener a quienes leen, la oyen o la ven. Solas, una y otra son sustancias de hielo. Para que haya combustión, necesitan ir aferradas de la mano. Los problemas que afectan la calidad del periodismo, sea o no narrativo, son más o menos los mismos tanto en este continente como al otro lado del Atlántico. Desentrañar por qué han sucedido y pueden seguir desencadenándose es el tema de mi reflexión. Mal podré exponer de dónde venimos si no reconozco primero el camino hacia donde vamos. Véase lo que sucedió con la historia de Watergate, en la que dos periodistas jóvenes, en pocos meses, alcanzaron
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notoriedad universal al desatar algunos nudos de corrupción y abuso de poder. Todo empezó por algo en apariencia insignificante: un robo en las oficinas del partido político de oposición. Y terminó con un hecho notable: la renuncia forzada del presidente de los Estados Unidos. El punto de partida era ínfimo; el resultado, en cambio, fue espectacular. Una lectura superficial de ese fenómeno hizo que muchos llegaran a conclusiones también superficiales. Si un incidente pequeño podía, por obra y gracia de los medios, transfigurarse en una historia mayor, entonces —pensaron algunos— había que salir en busca del escándalo. El periodismo narrativo parecía perfecto para alcanzar ese fin. Los dramas bien contados podían conmover e hipnotizar a millones. En cuanto a la investigación, se llegó a pensar que era legítimo tejer trampas aquí y allá, corregir sutilmente la dirección de ciertos hechos, agrandar otros, inventar testigos, multiplicar las gargantas profundas. Así fue convirtiéndose en mercancía lo que es, esencialmente, un servicio a la comunidad. Se confundió a los lectores, espectadores y oyentes con una muchedumbre de alfabetos a medias, cuya inteligencia equivalía a la de un niño. En ese juego, el periodismo perdió mucha de su credibilidad y casi toda su respetabilidad. Me di cuenta por primera vez de que algo grave estaba sucediendo cuando, en el Festival de Cine de Cartagena de Indias de 1997, un periodista novato, empuñando un micrófono como si fuera la pistola Beretta de James Bond, se acercó a Gabriel García Márquez y le preguntó si era verdad que iban a filmar en Hollywood su último libro. “¿Cuál libro?”, preguntó García
Márquez con genuina curiosidad. “Pues cuál va a ser, el último”, dijo el jovencito. “¿Y cuál es el último?”, insistió el autor que meses antes había publicado Noticia de un secuestro, a sabiendas de que se venía lo peor. “Pues cuál va a ser: ese que llaman Cien años de soledad”, explicó el muchacho, con un aplomo que nunca vi en Norman Mailer ni en Tom Wolfe. No he sabido más del interrogador, que fue enviado aquella noche de regreso a la escuela, pero todos los días veo a muchos que se le parecen en las pantallas de televisión de mi país, Argentina, o en las radios que cazo al vuelo cuando doy vueltas por América Latina. Suele evocarse con melancolía y con la admiración que se siente por lo que no se tiene aquel periodismo revolucionario de los tiempos en que empezó todo, hacia fines de los años cincuenta. Creo decididamente que ese periodismo no era tan bueno como el que se podría hacer ahora, porque hay más talentos que entonces y, los que hay, están intelectualmente mejor preparados. Lo que sucede es que hemos caído, todos a la vez, en las trampas de la fiesta neoliberal, y no solo van quedando pocos lugares donde publicar lo que se quiere escribir, sino que a la vez (y lo uno va con lo otro) cada vez hay menos empresarios dispuestos a arriesgar la paz de sus bolsillos y la de sus relaciones creando medios donde la calidad de la narración vaya de la mano con la riqueza y la sinceridad de la información. Informar bien cuesta mucho dinero, porque requiere invertir un tiempo para el que a veces no basta una sola persona, e informar con honestidad roza con frecuencia intereses ante los que se preferiría estar ciego. A diferencia de lo que sucedía hace un siglo, el periodismo es un árbol con más ramas de las que se ven. Hace ocho décadas nació, incipiente, el periodismo de las radios, hace medio siglo el de la televisión y hace poco más de una década el periodismo de internet. Casi durante el mismo tiempo se ha pronosticado la decadencia y caída del periodismo gráfico, que ha ido asumiendo formas inesperadas, como para desmentir los vaticinios fúnebres de las encuestas. En la reunión que celebró la Asociación Mundial de Periódicos en Seúl, a fines de mayo pasado —donde la preocupación
central fue la proliferación de los webblogs como ejercicios descontrolados de periodismo—, se examinó una predicción sobre la muerte de los medios masivos publicada por The Wilsonian Quaterly, una revista de la Universidad de Princeton. Allí se sostenía que, dado el acelerado avance de la revolución tecnológica, el periodismo tradicional sucumbiría en el año 2040. Con sorna, el presidente de la compañía de The New York Times, Arthur Sulzberger, respondió: “Ya que tratamos de ser precisos, ¿por qué no somos todo lo precisos que el periodismo nos permite? ¿Por qué decir que moriremos en el 2040? Digamos, más bien, que moriremos el 16 de abril de 2040, y que eso sucederá a las seis de la tarde. ¿No les parece?”. Lo que está enfermando a la profesión periodística es una peste de narcisismo. Lamento coincidir en ese punto con el australiano Rupert Murdoch, que tanto daño ha causado comprando medios solamente para degradarlos y venderlos después, pero el narcisismo —del cual el propio Murdoch es un buen ejemplo— se advierte ahora casi a cada paso. Una inmensa parte de las noticias que se exhiben por televisión están concebidas solo como entretenimiento o, en el mejor de los casos, como diálogos donde las preguntas no están sustentadas por información. Y entre las radios y los periódicos se ha creado un atroz círculo vicioso, que empieza —o termina, puesto que se trata de un círculo— con entrevistas que las radios hacen a personajes destacados por los periódicos, para que estos publiquen, a su vez, las reacciones de esos personajes, y así hasta el infinito. La fiebre exhibicionista ha creado escándalos como el de Janet Cooke, la periodista que ganó un Pulitzer en 1981 por una serie publicada en el mismo Washington Post del caso Watergate por contar la historia de un niño de ocho años que se inyectaba heroína con el consentimiento de la madre. La historia era falsa y Janet Cooke tuvo que devolver el premio, pero ya había cometido el grave daño de contarla muy bien, con lo que sembró la semilla de una plaga que dio muchos frutos desde entonces. En 1998 el semanario The New Republic despidió a Stephen Glass, su editor principal, porque lo descubrió inventando
datos, citas o personas en veintisiete de sus cuarenta últimos artículos. El más famoso y letal de todos fue el fruto que nos dio a comer Jayson Blair, reportero estrella de The New York Times, quien entre los años 2002 y 2003 investigó por todos los Estados Unidos una docena de noticias apasionantes sin moverse de su escritorio, plagiando el trabajo de otros o rellenando los huecos informativos con delirios de su propia invención. Al afán de la gloria fácil Blair unió el pecado de la pereza, que es el pecado capital de todo buen periodista, y con el solo arte de su indolencia descabezó de un soplo a la plana mayor de editores de su periódico. El periodismo narrativo les parece a muchos el atajo más fácil y productivo hacia la fama y quién sabe cuántos Jason Blairs de este mundo caen en la tentación de hacerlo como fuera mal o peor, para progresar rápido en la profesión, pero también hay que advertir que esos orgullos individuales prosperan porque suelen estar alimentados por la codicia de editores que los estimulan para aumentar las cifras de venta o los ratings de audiencia o los favores del mercado. A veces los editores no caen por codicia sino —aunque suene extraño— por ingenuidad. Les llega una pequeña historia en apariencia bien contada, pero llena de tics que son imitación de cronistas con un lenguaje propio, y la publican para cumplir con la cuota obligatoria de narración, sin verificar si esa historia refleja una tragedia mayor o se reduce, simplemente, a una anécdota que aspira a ser pintoresca. Eso también aleja a los lectores, porque en el fondo es entretenimiento trivial, medalla para saciar el narcisismo de alguien que ha soltado en ese relato sus gotitas de talento imaginario, sin averiguar en qué contexto social suceden las cosas, o si lo que está narrando sucede a la vez en muchas otras partes. Las cinco o seis W del periodismo convencional no tienen ya que ir en el primer párrafo, pero tienen que aparecer en alguna parte, porque son la columna vertebral de todo buen texto: dónde, cuándo, cómo, para qué, por qué, quién. Por supuesto, hay periodistas brillantes a los que nadie les ha encontrado mancha alguna. Para mí, un modelo a imitar es el de Seymour Hersh, escritor del semanario The New Yorker, que fue el primero en
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desenmascarar las atrocidades del ejército norteamericano en Vietnam al contar la matanza de los aldeanos de My Lai y el primero también en sacar a la luz los abusos de la cárcel de Abu Ghraib. Seymour Hersh ha salido airoso de todos los intentos por desprestigiarlo, y ha demostrado, una vez y otra, que el mejor periodismo narrativo se fundamenta en la investigación. Esa señal de eficacia superlativa solo es posible cuando los textos se trabajan con tiempo y con recursos. Con esa filosofía están creciendo en influencia periódicos como The New York Times, Los Angeles Times, El País de Madrid, The Washington Post y el Guardian de Londres, que publican por lo menos siete a doce grandes piezas de relato todos los días, y entre ellas no cuento las de las páginas de deportes, donde casi todo está narrado. Los diarios de América Latina son, en su mayoría, reticentes a ese cambio mayúsculo. Conozco a empresarios que se afanan en competir con la televisión e internet, lo que me parece suicida, publicando píldoras de información ya digeridas u ordenando infografías para explicar cualquier cosa, como si tuvieran terror de que los lectores lean. Ese esquema ni siquiera tiene éxito en los diarios gratuitos, que son el gran éxito comercial de la última década. Metro internacional, como se sabe, lanza 56 ediciones en 16 lenguas, y se distribuye en 17 países y 78 ciudades, con una distribución total diaria de 15 millones de ejemplares, pero ha fracasado en Buenos Aires porque todo lo que decía ya estaba desde un día antes en la televisión. El experimento funciona bien donde más narración hay, como sucede en los Metro de Londres y de Fráncfort. La necesidad de cortejar a los poderes de turno para asegurar el pan publicitario ha convertido a muchos periódicos que nos hicieron abrigar esperanzas de cambio en meros reproductores de lo que dicen los edictos de los gobiernos u ordenan las empresas de propaganda. Crear una agenda propia es otra de las obligaciones fundamentales del periodismo como acto de servicio a la comunidad, pero hasta The New York Times se olvidó de esa lección elemental cuando empezaron los abusos de la cruzada contra el terrorismo, y las historias de muertos en Iraq o de torturas en Abu Ghraib y en Guantánamo fueron
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lavadas por muchas aguas antes de saltar desde sueltos menudos en la décima página a crónicas bien informadas en la primera. Quisiera concentrarme ahora en el periodismo escrito, porque es allí donde nació un oficio que, a pesar de tantos embates, todavía está impregnado de pasión y de nobleza. Un periodista que confía en la inteligencia de su lector jamás se exhibe. Establece con él, desde el principio, lo que yo llamaría un pacto de fidelidades: fidelidad a la propia conciencia y fidelidad a la verdad. Alguna vez dije que a la avidez de conocimiento del lector no se la sacia con el escándalo sino con la investigación honesta; no se la aplaca con golpes de efecto, sino con la narración de cada hecho dentro de su contexto y de sus antecedentes. Al lector no se lo distrae con fuegos de artificio o con denuncias estrepitosas que se desvanecen al día siguiente, sino que se lo respeta con la información precisa. El periodismo no es un circo para exhibirse, ni un tribunal para juzgar, ni una asesoría para gobernantes ineptos o vacilantes, sino un instrumento de información, una herramienta para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta. Hacia comienzos de los años noventa, cuando mi país, la Argentina, navegaba en un océano de corrupción, la prensa escrita alcanzó un altísimo nivel de confianza al denunciar con lujo de pruebas y detalles las redes sigilosas con que se tejían los engaños. Eso convirtió a los periodistas en observadores tan eficaces de la realidad que se confiaba en ellos mucho más —y con mucha mayor razón— que en los dictámenes de los jueces. Pero la carnada del éxito atrajo a cardúmenes voraces, y casi no hubo periodista novato que no se transformara de la noche a la mañana en un fiscal vocacional a la busca de corruptos. Los focos de corrupción aparecieron por todos lados, por supuesto, pero la marea de denuncias fue tan caudalosa que los episodios pequeños acabaron por hacer olvidar a los grandes y el sol quedó literalmente tapado por la sombra de un dedo. Disimulados entre los ladrones de diez dólares, los grandes corruptos se escaparon con facilidad por los
agujeros que había abierto el ejército de improvisados fiscales. En América Latina nació, como dije más de una vez, la crónica, que es la semilla del periodismo narrativo, pero salvo la tenacidad de unas pocas revistas valientes, esa herencia amenaza con quedar postrada en la negligencia y el olvido. La historia de la crónica comienza con Daniel Defoe y su Diario del año de la peste, pero el origen de la crónica contemporánea está en los textos que José Martí enviaba desde Nueva York a La Opinión Nacional de Caracas y a La Nación de Buenos Aires en la década de 1880. Está, casi al mismo tiempo, en los estremecedores relatos de Canudos que Euclides da Cunha compiló en Os Sertoès, en los cronistas del modernismo, como Rubén Darío, Manuel Gutiérrez Nájera, Julián del Casal, y en los escritores testigos de la Revolución mexicana. A esa tradición se incorporarían más tarde los reportajes políticos que César Vallejo escribió para la revista Germinal, las reseñas sobre cine y libros de Jorge Luis Borges en el suplemento multicolor del vespertino Crítica, en los aguafuertes de Roberto Arlt —que elevaron la tirada del diario El Mundo a medio millón de ejemplares cuando la población total de la Argentina era de diez millones—, los medallones literarios de Alfonso Reyes en La Pluma, los cables delirantes que Juan Carlos Onetti escribía para la agencia Reuter, las minuciosas columnas sobre música de Alejo Carpentier y las crónicas sociales del mexicano Salvador Novo. Todos, absolutamente todos los grandes escritores de América Latina fueron alguna vez periodistas. Aunque los Estados Unidos han reivindicado para sí la invención o el descubrimiento del nuevo periodismo, de las factions o de las “novelas de la vida real”, como suelen denominarse allí los escritos de Truman Capote, Norman Mailer y Joan Didion, es en América Latina donde nació el género y donde alcanzó su genuina grandeza. Y es en América Latina, sin embargo, donde se insiste en expulsarlo de los periódicos y confinarlo solo a los libros. Tal vez hay una confusión sobre lo que significa narrar, porque es obvio que no todas las noticias se prestan a ser narradas. Narrar la votación de una ley en el senado a partir de los calcetines de un senador
puede resultar inútil, además de patético. Pero contar algunas de las tribulaciones del presidente pakistaní Pervez Musharraf para entenderse con sus hijos talibanes mientras oye las razones del embajador norteamericano, o describir los disgustos del presidente George W. Bush errando un hoyo de golf en Camp David mientras cae una bomba equivocada en un hospital de Jalalabad es algo que se puede hacer con el lenguaje escrito mejor que con el despojamiento de las imágenes. Por último, no quisiera dejar de lado un principio que los profesionales de estas latitudes suelen olvidar con frecuencia: el valor y la importancia que tiene la defensa del nombre propio. Por lo general, un periodista no dispone de otro patrimonio que su nombre, y si lo malversa, lo malvende o lo pone al servicio de cualquier poder circunstancial, no solo se cava su fosa sino que también arroja un puñado de lodo sobre el oficio. Volví a leer no hace mucho, en un periódico de Buenos Aires, una historia de juventud que había olvidado y que, sin embargo, fue la brújula inesperada que rigió, desde entonces, mucho de lo que he hecho en la vida. En marzo de 1961 yo era el responsable principal de las críticas cinematográficas en el diario La Nación y muy pronto, por el rigor que trataba de poner en mi trabajo, me gané el resentimiento de un sinfín de intereses creados. Llevaba ya dos años en esa tarea cuando el diario decidió que, dada la presunta combatividad de mis textos, yo debía firmarlos para demostrar que era responsable de ellos. Primero lo hice con mis iniciales, luego con mi nombre completo. Un año después, los distribuidores de películas norteamericanas decidieron retirar al unísono sus cuotas de publicidad de La Nación, exigiendo, para devolverlas, que el diario pusiera mi pellejo en la calle. La Nación no hacía esas cosas, por lo que al cabo de resistir valientemente la sequía durante una semana, el administrador del periódico me convocó a su despacho. “Usted sabe que es un empleado”, me dijo. “Por supuesto”, le respondí. “¿Cómo se me ocurriría pensar otra cosa?” “Y, como empleado, tiene que hacer lo que el diario le mande.” “Por supuesto —convine—. Por eso recibo un salario quincenal.”
“Entonces, a partir de ahora, uno de los secretarios de redacción le indicará lo que tiene que escribir sobre cada una de las películas.” “Con todo gusto —repliqué—. Espero que retiren entonces mi firma.” “Ah, eso no —dijo el administrador—. Si retiramos las firmas, parecería que el diario lo está censurando.” Hubiera tenido cien respuestas para esa frase, pero la que preferí fue una, muchísimo más simple. “Entonces, no puedo hacer lo que usted me pide. Mi trabajo está en venta, mi firma no.” Al día siguiente me enviaron a la sección Movimiento Marítimo, en la que debía anotar los barcos que entraban y salían del puerto. Tres días más tarde me di cuenta de que no servía para contable y renuncié. Durante un año entero estuve en las listas negras de los propietarios de periódicos y tuve que sobrevivir dando clases en la universidad. En esa época había los trabajos alternativos que ahora están borrados del mapa. Volví a La Nación como columnista permanente en 1996. Tres años después, a instancias de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano di una charla de mediodía a todos los redactores de ese diario en el que había comenzado mi vida profesional. Habría dejado caer en el olvido todo lo que dije si, al día siguiente, el jefe de la redacción, a quien le comenté el incidente de 1961 cuando ambos éramos corresponsales en París, no me hubiera alcanzado un resumen de doce puntos con el que quisiera terminar este monólogo. Ya imaginan ustedes cuál era el primer punto: I) El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un texto insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo. II) Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto. III) Hay que defender el espacio que necesita un buen texto contra la dictadura de los diagramadores y contra las fotografías que cumplen sólo una función decorativa. IV) Una foto que sirva sólo como ilustración y no añada nada al texto no pertenece al periodismo. A veces, sin embargo, una foto puede ser más elocuente que miles de palabras.
V) Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en el que todos deben compartir sus hallazgos y sus fracasos, y en el que todos deben sentir que lo que le sucede a uno les sucede a todos. VI) No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza. VII) Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificar cada dato y establecer con claridad el sentido de cada palabra que se escribe. No siempre, sin embargo, los diccionarios son confiables. Dos de los mejores que conozco, el de María Moliner y el de la Real Academia Española, sólo corrigieron en 1990 la vieja definición de la palabra día. Hasta entonces, seguían dándola como si aún viviéramos bajo el imperio de la Inquisición. Día, se podía leer, es el espacio de tiempo que tarda el sol en dar una vuelta completa alrededor de la Tierra. VIII) Evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero. IX) Las clases política y empresaria y, en general, los sectores con poder dentro de la sociedad, tratan de impregnar los medios con noticias propias, a veces añadiendo énfasis a la realidad. El periodista no debe dejarse atrapar por las agendas de los demás. Debe colaborar para que el medio cree su propia agenda. X) Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve, o en siete. XI) Encontrar el eje y la cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia, y pensando en el interés del lector más que en el lucimiento propio. XII) Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. El periodismo es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro.
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Bar Mirador
Alcoholismo y Mitomanía “Beto”, la historia de un hombre que pudo, pero no quiso ser ¡Cuéntame una vida!
POR: CRISTÓBAL ANTONIO ROJAS MILLÁN
A
Beto lo conocí en la preparatoria nocturna Benito Juárez, de las calles de Mesones, allá en la ciudad de México. Su figura me recordaba mucho al Quijote de la Mancha. Alto, delgado, un tanto desgarbado. Era fumador empedernido. En clases era participativo. Por lo regular acertado en sus respuestas a los maestros. Tal vez Beto hubiera pasado desapercibido en mi vida si no hubiera sido porque cierta vez (1981) coincidimos en el bar del Deportivo Nader (ubicado exactamente enfrente de nuestra preparatoria, al que acudíamos a tomar una copa, tan pronto faltaba un maestro). Después de integrarse a la mesa del grupo de amigos con quien yo me encontraba, y poco antes de la tercera
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copa, Beto me pidió le consiguiera trabajo, “Soy tornero. En la fábrica hubo recorte... tengo dos meses sin trabajo. Se que tú eres jefe de Contabilidad, échame la mano. No se mecanografía, no se usar sumadoras, ni calculadoras, pero soy de los que aprenden pronto”. Sus palabras eran emotivas, convencedoras. Siempre me quedaré con la duda si aquel encuentro fue casual o provocado. El caso es que en mi oficina uno de mis auxiliares me había anunciado que tan pronto concluyera el mes renunciaría, pues iba a radicar en Baja California. -¿Sabes algo de contabilidad Beto? Nada sé, dijo Beto, “nada de libros ni asientos contables, pero te prometo que seré buen alumno. No te defraudaré”.
Ya Convencido, le dije que no se preocupara, que yo le enseñaría lo necesario para que pronto fuera un contador exitoso. “Déjalo en mis manos”... dije con aire bromista. Para acortar la narración debo comentar que al otro día presenté a Beto a mi jefe inmediato para que diera su autorización de que Beto se incorporara a nuestro equipo. (A Lalo, mi jefe, le mentí haciéndole suponer que Beto tenía experiencia). Así fue como una semana después de estos hechos, mi amigo de preparatoria ya estaba en el escritorio de mi izquierda, dando “sus primeros pasos” en una nueva carrera. Enfrentando a sumadoras, calculadoras y asientos contables de nuestra oficina.
Efectivamente aprendía pronto. En agradecimiento Beto me invitó un par de veces a incursionar en su mundo nocturno. Los cabarets de su barrio, La Merced. Me pude percatar de que era muy conocido en esos lugares. Tan pronto llegaba las chicas corrían a saludarlo. Eran los años románticos en que las chicas de la noche estaban vestidas. No como ahora que con aquello del Table Dance las chicas reciben a sus clientelas prácticamente desnudas. En esos cabarets Beto se sentía en su reino. Algunas veces mirándome con ojos pícaros me decía sin recato: “Te gusta una… te la disparo”. Varias veces estuve a punto de aceptar su propuesta. Pero mi orgullo juvenil de no pagar por amor, me impedía dar rienda suelta a mis instintos. Volviendo a la vida diurna. Todo iba bien, excelentemente bien. Tanto que Beto me comentó que ahora con trabajo ya podría casarse. “Mi novia quiere que vivamos juntos. El viernes me caso, aunque sea sólo por lo civil. Mientras tanto, en la preparatoria concluimos el año y llegó el periodo vacacional. Beto ya había cumplido cinco meses en su nuevo empleo. De pronto, dejó de asistir un lunes y martes. El miércoles disculpó telefónicamente su inasistencia: “Disculpa que no haya ido a trabajar. He pasado días terribles. Mi madre falleció. Hoy es el sepelio”. Ante una noticia como éstas, cualquiera se cimbra. Eso me ocurrió: “Lo siento mucho Beto. Tómate la semana, yo acá me embronco con el jefe. Estoy seguro que entenderá”. Cuando días después se presentó a trabajar, muchos de nuestros compañeros ya sabían lo de su irreparable pérdida. Tan pronto lo vieron llegar muchos corrieron a consolarlo con un abrazo fraterno. Y así pasaron varias semanas. Nada pareció enturbiar la tranquilidad de
nuestras vidas. Era el trabajo y la preparatoria. Sin embargo, otra vez en lunes, Beto volvió a faltar... en una repetición del esquema, el miércoles se reportó para con voz sollozante para asegurar que su padre no había resistido, “la ausencia de la compañera de toda su vida. El domingo sufrió un ataque al corazón... Hoy lo enterramos”. De casualidad cuando tomaba ese telefonema, el director de contabilidad (mi jefe inmediato) estaba conmigo, por lo que de primera mano se enteró de la tragedia de Beto, por lo que me pidió le pasara la bocina: “Reciba las condolencias de la empresa Beto... usted debe estar destruido... por el trabajo no se preocupe. Preséntese a la oficina cuando termine sus diligencias y cuando ya se sienta recuperado del golpe”… Beto se tomó 10 días. Días después, reintegrado de nueva cuenta al trabajo, Beto me dijo que en el siguiente ciclo no se apuntaría a la Preparatoria. A pesar de lamentarlo lo entendí. Tal vez era lo mejor. A las pocas semanas Beto volvió a faltar al trabajo. Igual que las anteriores ocasiones Beto habló al tercer día para avisar que ahora era su abuelo paterno el que había fallecido además de un aborto de su esposa, con la que recién había contraído matrimonio. A estas alturas, le pedí que mejor se comunicara con nuestro jefe, que según después supe, le concedió una semana para recuperarse de ese “nuevo dolor”. Ese día y el siguiente, todos quienes éramos compañeros en el almacén de ropa y Novedades “Al Puerto de Veracruz”, comentábamos la mala racha por la que atravesaba Beto. Fue por esos días que recibí una inesperada llamada telefónica. De quien menos lo hubiera pensado… Les juro que fue escalofriante: “Señor Rojas. Habla la mamá de Beto. Hablo sólo para preguntar si mi
hijo ya no trabaja con ustedes, porque desde hace días lo veo tomar mucho, además de descuidar su arreglo personal. Ahí lo veo en las escaleras de la vecindad. Tirado” -Pude dominar mi asombro y comentarle a la señora que Beto había recibido permiso de faltar una semana, por el reciente fallecimiento de su abuelo y el aborto de su esposa (nada le dije que, según Beto, ella también ya había fallecido). Las siguientes palabras resultaron más que esclarecedoras: “Mire señor Rojas...no nos hagamos tontos... Beto no es casado... Afortunadamente, en la familia, tenemos más de 10 años sin ningún fallecimiento. Me preocupa que Beto nuevamente esté siendo presa del alcohol. El siempre ha sido muy mentirosillo. Por favor le pido que interceda por él ante su jefe para que lo obliguen a reincorporarse a sus labores. Gracias a ese trabajo él se había retirado del alcohol”. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue pedirle que le dijera a Beto que el jefe lo buscaba. Que por favor se comunicara con él. En seguida acudí con el jefe de contabilidad para contarle las novedades sobre Beto.
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El jefe aparentemente, lo tomó con filosofía: “así es que nos ha estado engañando... aparentemente tiene problemas con el alcohol, y eso es lo que lo está orillando a tanta mentira... castigarlo una semana sería como darle unas vacaciones que aprovecharía para tomar... correrlo sería hundirlo más... y eso lo lamentaríamos toda la vida ¿no cree lo mismo Cristóbal?”, me dijo Lalo, –asentí con la cabeza. Más tarde me enteré que cuando Beto se comunicó telefónicamente, el jefe le exigió se presentara al otro día a trabajar; una promesa de Beto de que acudiría a Alcohólicos Anónimos y la promesa de no volver a dejarse llevar por su vicio. Lalo hizo el milagro de vencer cualquier argumento en contra. Desde entonces la cercanía de Beto con mi jefe se hizo más estrecha. La vida continuó. Beto se casó con la novia de varios años y dejó inconclusos sus estudios de preparatoria. Pocos meses después nació la primera hija de Beto. Y así, mientras que para finales de 1982 yo iniciaba la aventura en pos de la licenciatura en la escuela de perio-
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dismo Carlos Septién García, Beto se entregó al empeño de conseguir una jefatura en la empresa, siendo muy solícito con nuestro jefe, con los jefes de otras áreas, con el gerente dueño francés, con la jefa de personal mexicana, etcétera y más etcéteras. Para la consecución de esa jefatura, no le importaban lo medios, incluso el echar tierra sobre quien en el pasado había hecho posible su ingreso en esa empresa. Recuerdo que sólo una vez le reclamé su proceder. Su respuesta me pintó la clase de persona que siempre había sido: “Llega un momento, Cristóbal, en que los amigos no importan, sino tu propio futuro... tu familia. Con voz críptica y enronquecida me dijo: Un amigo no te da dinero... un buen puesto sí”. Yo lo único que alcance a espetar fue que mi manera de pensar era diferente a la que él manejaba: “yo doy prioridad a los amigos... un trabajo no te da un amigo... un amigo sí te da un trabajo”. A partir de esta plática me cuidé más de Beto. Procuraba estar atento de
sus cuchicheos con el gerente-dueño. De sus sonrisas burlonas de intercambio con otras personas cuando yo pasaba. Así pasaron los meses. En 1984 Beto consiguió por fin una jefatura en la empresa. Fue nombrado jefe del departamento de muebles. Con lo que sus ingresos por salario más comisiones por la venta de salas, comedores, recámaras, etcétera, se hizo bastante respetable. Para desgracia de Beto eso duró sólo unos meses, pues en el Día de Muertos de 1984 “Al Puerto de Veracruz”… (“La tienda que atiende bien”, según decían los comerciales”) se incendió totalmente. Las perdidas se calcularon en varios miles de millones de pesos. El 30 de noviembre de 1984 liquidaron a todos los empleados. Una larga cola de gente llorosa por el empleo perdido esperaba su pago de tantos años de servicio. Ese día, por cierto, me llamó la atención la ausencia de Beto. Esta ausencia se me hizo lógica cuando muchas personas me preguntaban por él: “¿No lo haz visto... no se ha comunicado contigo... hablamos a
su casa y nadie contesta... dónde puedo encontrarlo?” Tanta insistencia me llenó de curiosidad, por lo que le pregunté a dos de mis amigas el por qué de su ansiedad para ver a Beto. Vaya sorpresa me llevé con sus respuestas: “Lo que pasa es que Beto vendía los muebles, hasta un 60 por ciento más baratos de los que “Al Puerto de Veracruz” los ofrecía. Creo que el llegó a un acuerdo con algunos fabricantes para que él fuera el único intermediario entre los compradores y la fábrica. Así todos tenían un poco de ganancia: la fábrica, el comprador y Beto. Todo esto, obviamente, sin que se enteraran los funcionarios de “La tienda que atiende bien”. Supe que en pocos meses Beto recibió miles de pesos de anticipo para la realización de esas anómalas transacciones. Esa era la razón de que muchos ahora ex compañeros y clientes estaban preocupados de perder su dinero. Meses después me enteré que a mi ex amigo no le alcanzó el importe de su liquidación para regresar su dinero a toda esa gente, por lo que tuvo problemas graves con varios de ellos. Algunos pensaron en demandarlo pero la seducción de Beto los convenció de esperar a que tuviera dinero para recuperar su inversión. Años después, en 1997 un amigo, ex compañero de la preparatoria Benito Juárez me contó que un día en la vida lo encontró tirado en la calle, con la barba crecida, con un traje de varios días de
no lavarse: “Todo un teporocho”, me comentó. Mi amigo, (quien era administrador de varios edificios lujosos del periférico sur de la ciudad de México) me comentó que semanas después Beto se había comunicado con él y que le había pedido trabajo, “de lo que sea... prometo no fallarte”. En ese momento yo no tenía vacantes, dijo mi amigo, “pero si sabía que una de las oficinas necesitaba un office boy por lo que no tuve empacho en recomendarlo”. Mala decisión, me dijo, “tan sólo estuvo un par semanas trabajando. De pronto, después de cobrar su quincena, dejó de asistir. Me metió un problema porque le encargaron unos documentos que debía entregar en el Seguro Social, y estos nunca llegaron... Ya me comunique a la casa de sus padres, que es la dirección que él presentó en su solicitud de empleo y ellos me dijeron que tienen años de no verlo, y que ya no quieren saber nada de sus problemas. Ahora sus antiguos jefes me reclaman a mí, pues yo lo recomendé”. Ese era Beto: Genio y figura. En 2001 lo encontré en la esquina de una calle de la ciudad de México, en un puesto semifijo, vendiendo ropa de mujer. Me dijo que el puesto no era suyo, “es de un amigo que me da 100 pesos diarios por atenderlo, espero que pronto pueda pagarle el traspaso de este puesto”. Platicamos mucho. Me dijo que tenía un hijo. Que se había divorciado.
Que después se juntó con alguien que después de meses le resultó hombre (¿?) –a este respecto note cierta reticencia para profundizar en el equívoco-. Me dijo que el mejor trabajo que había tenido en su vida había sido el de “Al Puerto de Veracruz”... En esa plática me dijo bajando la mirada: me equivoqué: “Tienes razón, un trabajo no te da un amigo... pero un amigo sí te da un trabajo”. Días después, pase por la esquina donde había encontrado a Beto. Ya no estaba. Ahora atendía un señor a quien le pregunte por mi ex compañero de la preparatoria. Créeme lector que la respuesta no me sorprendió: “Lo quise ayudar en su problema de alcohol, pero Beto me traicionó, se fue con la venta de una semana... Unos 25 mil pesos. Tan pronto lo encuentre sabrá que de mi nadie se burla”. Beto no daba oportunidad de ayudarle para resolver su problema de alcohol. Hace 10 años reflexionaba que Beto parecía una luciérnaga de la vida aparecía y desaparecía por meses. A veces por años, pero mientras sus amigos preferidos sean el alcohol y la mitomanía... cada vez será menos la gente que pueda y quiera extenderle la mano. Quise contarles esta historia, porque tristemente me enteré que Beto murió por congestión alcohólica allá en las calles que caminó gran parte de su vida: las del mercado de la Merced. Esta vez no pudo engañar a La Parca.
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uis Tonatiuh Pérez Ordoñez originario de la Ciudad de México, hijo del escultor y pintor Luis Pérez Sánchez y de la pintora y dibujante autodidacta Nohemi Ordoñez de Anda. Un primer curso de fotografía en la Escuela de Artes en la ciudad de Pachuca le despierta el interés por dicha disciplina; más tarde ingresa a la universidad en el Estado de Veracruz donde se integra a los talleres libres de la Facultad de Artes y a la actividad artística-cultural de la ciudad de Xalapa. En el año 2007 se integra al Taller de “Dibujo” impartido por el Mtro. Per Anderson. De marzo del 2007 a marzo del 2008 se desempeña como Asistente de la fotógrafa Catalina Mesa Zamudio, Becaria por el Instituto Veracruzano de Educación y Cultura para la realización del proyecto ”El color del Cielo”, taller de Fotografía para niños de la aldea MECED del DIF estatal. A partir de ese momento, siempre con cámara en mano, dedica gran parte su tiempo a recorrer la parte sur del país (Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo); trabajando en distintas comunidades indígenas como voluntario en diversas actividades de agricultura y capacitación en proyectos de paradores ecoturisticos; de tal manera que su pasión por la fotografía y su desarrollo como artista en tal disciplina es prácticamente autodidacta. Tras 4 años de estancia en Xalapa, regresa a la ciudad de Pachuca para trabajar con su padre colaborando en el armado de la estructura y el modelado de una escultura monumental denominada “La Familia”, sin abandonar el trabajo propio, con el cual en 2011 realiza una exposición individual llamada "Cotidianidad Huasteca" en el museo del Rehilete en Pachuca, exposición que también es llevada al conocido Café Radioexpress y al Café 4 elementos. En 2012 presenta otra exposición individual, esta vez en la Galería C.V. (Creatividad y Visión) Producto de un proyecto foto documental, llamado "Mirada y Canto en el Valle del Mezquital", en el mismo año, monta una exposición permanente en las oficinas de DIF municipal de la ciudad de Pachuca, parte de la primera serie "Mirada y Canto en el Valle del Mezquital" a petición de la Directora General del DIF Municipal, la Contadora Gabriela Castañeda. Un trabajo más realizado durante ese año, fue la aportación de imágenes al colectivo de artistas independientes Arte Norte en la Ciudad de México, a petición del Director General Gustavo Medina Jaramillo. También publica una serie de desnudo en la revista cultural de Xalapa Veracruz, Válvula Magazine. En 2013 trabaja en la fotografía del material discográfico del pianista pachuqueño Leoncio Medina Nava y su hija, la violinista Frida Medina Funes. En enero de 2014 participa en una exposición colectiva de fotografía e ilustración llamada “Hábito”, con más de 10 artistas de Xalapa, Hidalgo, Distrito Federal, Eslovaquia y Chile. Actualmente vive en Real del Monte, Hidalgo, sitio donde tiene su estudio y colabora como fotógrafo en la agencia de publicidad, diseño y galería “TYNDALL”. Luis Tonatiuh Pérez Ordoñez https://www.facebook.com/Tonatiuh.PO http://www.flickr.com/photos/tonatiuhpo/ http://www.flickr.com/photos/estudiotyndall/ Móvil: 771 260 25 42 Telefono Estudio: 79 71 600
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La lucha por el partido* POR: AGUSTÍN RAMOS
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Los alborotos por el partido? De eso hacía mucho, cuatro años casi. Y lo que son las cosas. De lo mismo me estaba platicando La Alcaldita, cuando llegó por ella el comisario. ¿Me creerías si te dijera que esa noche hacía calor aquí en el Real? Fue entre abril y mayo, aunque no precisamente aquí en el Real sino en El Manzano, donde tenía su casa La Alcaldita. Ella qué se iba a imaginar que la vendrían a coger, si estaba re entretenida platicándonos que en uno de los últimos días de la primavera, allá por la Cruz de los Ciegos, en la subida de Pachuca para acá, donde se juntan dos veredas, la que viene de la Plaza grande y otra que la hicieron las recuas o la dejaron las lluvias, se encontraron el bachiller José Espinoza y el ademador de la Purísima. No fue chisme ni confesión. Por qué confesión si no era pecado. No, más bien fue por decir cualquiera cosa, de esas ocasiones en que la gente se queda callada y se siente la obligación o la necesidad de hablar de esto o aquello, que el muchacho le comentó del asunto ese al bachiller. -¿Cómo van esos negocios de la mina. muchacho? -Ahí tirando, padre. No muy bien con eso del partido. -¿Cómo está eso? –dijo el bachiller Espinoza sin dejar de seguirle el paso a unos muleros que iban adelante. -Ya no trabajo ahí, sirvo en el rancho de Las Navajas. –El ademador apuntó, por el lado contrario de las mulas, a las montañas que todavía no comenzaban a ponerse rojas. Un cuarto de legua adelante, por el rancho de Brito, los alcanzó El Tabernero, uno ya de mi edad. Ése fue el que lo contó todo al bachiller. Le dijo que con el pretexto de que le estaban haciendo chanchullo al amo, los mandones se inventaron la revoltura, para mezclar el metal del partido con el de la cuenta. A nosotros, explicó, nos imponen una cuenta. Venía el capitán y decía, a ver, la labor está así o así de dura o de blanda, y sobre eso disponía cuántos costales nos tocaban de cuenta. Que
aquí el terrero es gabarrudo, sácate tres costalitos, aquí como está blando ponle cinco. Bueno, pero eso fue cuando yo era joven, en tiempos del amo don José Alejandro Bustamante, porque ahora a cualquiera lo nombran capitán, aunque ni entienda ni baje con su cuña y su barreta a probar lo fácil o difícil del plan donde se ha de laborar. No, qué esperanza, ahora nomás grita: cuatro costales de cuenta allá, cuatro más allá. Y eso es la dichosa cuenta. Pero si alguien quería ganar más, y todos queríamos porque los cuatro reales del jornal de nada sirven, seguía llenando costales, y de eso la mitad era para el amo y la mitad para uno. Entonces, cumplida la cuenta y entregados los cuatro costales, le seguíamos hasta llenar otros dos, un costal para mí, otro para el patrón. Y todos felices. Pero eso se acabó, impusieron la revoltura, que porque los costales de la cuenta traían puro tepetate y los del partido traían el mejor metal. Y la verdad, así era. Porque las tres velas que nos dan no alcanzan para alumbrar las doce horas de la tanda y nosotros tenemos que poner las que faltan, a tanto la vela de sebo, a razón de una en tres horas, imposible, ni cuidándolas mucho. Más aparte la pólvora, que también nos dan poca, así que una de dos, o nos agenciamos más o le tupimos recio para sacar con barreta y cuña al plan lo que de rigor exige cuete. Entonces, ¿qué nos viene quedando? Y conste que no cuento la comida. ¿O a poco vamos a aguantar sin bocado? La tanda de doce horas se va en el puro tequio y todavía tenemos que buscar la ganancia del partido. No hay de otra. Así que nos cayó la revoltura y, órale, a vaciar los sacos del partido y de la cuenta en un solo montón, a revolverlos y a llenar parejito los seis sacos antes de separar dos y partirlos, éste para ti, éste para el señor Terreros. Pero ese fue nomás el comienzo. El bachiller Espinoza que no era de aquí, se interesó en el embrollo y se agarró a pregunte y pregunte. Y El Tabernero a conteste y conteste sin pa-
rar, hasta la vuelta del Aguatoche donde agarró para su negocio. El bachiller se siguió de largo, cruzó el cementerio y llegó a la sacristía, donde el señor cura doctor Díaz estaba en la sacristía escribiendo o leyendo sabrá Dios qué. -Ah sí, dijo el doctor Díaz, algo del partido me han contado. –Y no habló más porque no quería hacer mayor aprecio del problema. Pero en mala hora el bachiller volvió a insistirle que el partido esto y el partido lo otro. -A ver –dijo el cura quitando los ojos de sus papeles para clavarlos en Espinoza–, quiero saber exactamente qué ocurre. -No, pues no sé. -Pues llévame ahora mismo con quien sí sepa. Al Tabernero le cayó de extraño que viniera el cura tan de sopetón y como alebrestado. No porque no acostumbrara frecuentarlo sino porque nunca lo hacía de esa manera, y menos cuando andaba enfermo de fluxiones. No, si llegaba llegaba sonriente, dando hasta chucherías a los chamacos si le había ido bien en la gallada o en los toros. Así que El Tabernero se espantó. -¿Y ahora qué hice? – Ah, porque al cura también le da por llegar como justicia para cargar gente a la cárcel. Por ejemplo, va mi hija Manuela y le dice: mi marido me pegó. Él se hace el que no presta interés y responde: anda, anda, confiésame lo que haces tú, no lo que hace tu marido. Esto no me lo contaron, esto lo viví yo misma con mi difunto José. Pero si a la siguiente vez le confiesas lo mismo, el doctor Díaz medio se enoja y te vuelve a regañar, es más, te levanta para verte de pie, no de rodillas, y después de barrerte te suelta un nalgadón y grita: ¡cornuda, para qué te dejas! Esto no me pasó a mí, porque ya casi no peleaba con mi marido, pero pregúntaselo a la mujer de Barrón, o a la de Frutos, o a la del Ateca, que todavía tienen edad… Pero si la mujer llega por tercera vez toda golpeada después del agarrón con su hombre, el doctor Díaz ya ni termina la confesión, agarra,
se levanta, instruye a una muchachita que le lleva la casa, y va con la mujer jalándola de la mano hasta que encuentran al marido, peor para él si está en una taberna, y a mano limpia lo lleva derechito a la cárcel. Para eso, ya el alcalde o teniente, puestos sobre aviso por la muchachita, lo están esperando. -Encierren a éste una semana, para que aprenda. Te figurarás, entonces, cómo se puso El Tabernero cuando la sombra del doctor Díaz le tapó hasta el último rayo de sol de la tarde y entrando en la taberna preguntó qué había de cierto acerca de que don Terreros y sus mandones estaban estafando a los barreteros. El otro pobre que se atraganta y se limpia la boca con los faldones, estaba recostado bebiendo. -No padre, dispense, no sé nada –repitió medio levantándose. -¿Cómo de que no sabes? Estás jugando o qué. –Para esto con sólo un manazo en el pecho lo dejó lampiño, pero no sacó nada en claro. Los rumores y las quejas se oían por todos lados y nadie quería trabajar para don Terreros, preferían otras minas, La Blanca, Morán, o de plano las de Pachuca. Todo eso le fue calentando la cabeza al doctor Díaz y esa tarde de primavera le colmaron el tarro. Pero con todo, fíjate, para mí que el doctor Díaz ahí le hubiera parado. Sólo que ya estaba enchilado, así que salió de la taberna a la penumbra discurriendo con quién averiguar. Y que va con el hermano de mi difunto, el también difunto Nicolás Zavala. La noche estaba tierna y aflojaba los calores. Ahí estaba yo, estaba mi marido, estaba este hombre que tiene una nube en el ojo… Miguel Santos, también estaba mi sobrino Juan Bacuaro. Estaban los meros gallones. -A ver, Nicolás, tú dime qué pasa… De eso platicaba La Alcaldita cuatro años después, la tarde en que llegó por ella el comisario Manuel Rubí para llevarla presa, que es que por tumultuaria.
*Fragmento del libro La gran cruzada [finalista del Premio Nacional de Historia Regional], que reaparecerá en abril de 2014 bajo el sello del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo.
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Una vida en el Valle del Mezquital POR:MELINA GONZÁLEZ GUZMÁN
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ay un valle ceñido por montes, algunos de roca volcánica. Es un valle reseco y rocoso en donde surgen campos de maíz y maguey. Es el Valle del Mezquital. Lo atraviesa el río Tula en el poniente del estado de Hidalgo. Habitan aquellos suelos de abandono y resto de riqueza ceremonial de los otomíes, los hñahñus, los que hablan con la nariz. Allí hay cuatro cosas que no se borran y se extienden en cada generación como la sombra de sus mezquites. El trabajo en el campo. El talento para crear hermosuras con la palma bien tejida, con la concha de abulón, y los bordados. Y las voces de pinturas rupestres y herbolaria que sirve tanto para curar el hambre como otras dolencias. Ellos, los otomíes, los hñahñus, saben que la planta no muere si se le corta. La reconocen bien y la hace doméstica, cotidiana, herencia familiar. Saben cuándo deben recurrir a una sola planta y cuándo mezclar más de tres. Saben que dura para curar si se hierve y se bebe, si se guarda sahumada, si se muele, si se frota, o si se le reza. Son pocas las que se encuentran en una tierra tan seca. Los hñahñus, dicen que si a la planta curativa no se le honra ni se le tiene fe no cumple los favores. También dicen que se niega a obrar bien cuando interfiere una mano sañosa, como le pasó a una mujer de Tsi hai en Alfajayucan que como muchas concluyó su embarazo con un corte. Es de mañana cuando a Pina le viene el dolor afilado de la primera contracción, su suegra y una cuñada le ven el ceño tan malo que la sacan a caminar. Todavía faltan horas del malestar de la espera para su segundo parto. Del primero tuvo un varón, de eso hace dos años y a Pina ya se le había olvidado cuánto duele. Ahora preferiría cambiar el amparo de aquellas manos que la sostienen, y que le siguen siendo extrañas, por las de su madre. Quisiera sentirse mejor guardada pero no le toca esa suerte, son sus hermanos varones quienes pueden continuar en el hogar de sus padres ya casados, son las esposas de sus hermanos quienes pueden sentir la calma que ella necesita.
Después de una hora de hacer surco por las laderas, la cuñada suelta el brazo de Pina y la deja sola, se va a alistar lo necesario para el parto. Pina sigue dando tropezones, parece cachanilla. Espera que algo la aquiete, porque si ella se detiene sola le vuelve el dolor y su enorme miedo a él. Por eso da pasos despacito, tanteándose, como si fuera la primera vez que caminara. Y después de tantos giros sobre el mismo círculo, cuando el sol se va vaciando sobre su trenza negrísima, pierde la cuenta y siente que se cae sobre la barranca. No resbala. Un susto la frena. Es la boquia, la enorme serpiente negra de las faldas de Coatlicue, la de las pinturas rupestres, que llega a proteger con tormentas y prosperidad. Sin embargo un ardor le cruza el tobillo, quemándola de un lado a otro. Las hñahñús saben curar la mordedura pero temen que a Pina le suba la fiebre y no pueda parir. Después de un emplaste de vindho la llevan al centro de salud donde la atiende un médico joven, risueño y apurado. Casi ni la ausculta, quita el emplaste, no encuentra ninguna herida y se retira durante horas. Se quedan con ella las otras hñahñús y le van untando tuna del cardón delgado en el tobillo, ya la han dado a beber flor de vindrí para templarla, nada más faltaba que pariera por fin a pesar de que la boquia se había presentado como una bendición. Hasta allí, nada malo ocurría aún. Pasadas las seis de la tarde, el único médico y la única enfermera vuelven a observarla en un descanso de tantas consultas generales y de las poquitas urgencias que vale la pena atender. Murmuran que ya no hay tiempo para la anestesia raquea. Pina se siente rara con el médico mirándola. La enfermera no deja de palomear con su dedo el ce-
lul a r . Cuando nació su primer niño, Pina parió como toda su casta, en el hogar, en cuclillas. Ahora le disgusta estar recostada entre cortinas, en la cama de un cuartito del hospital, siente un dolor más picante. Es la episiotomía, el corte que siguen practicando sin consentimiento, rasgando en los tejidos del periné para facilitar la salida del neonato y simplificar el trabajo del médico. El parto dura veinte minutos. Apenas recibe a la niña, el médico se va y atrasito, después de suturar, también huye la enfermera. A las siete de la mañana dan de alta a Pina, se requiere su cama. Camino a su casa, escoltada por mujeres sabias, van dejando un aroma de raíz de huizache y palmilla. Todas van cargadas de remedios, una lleva los antibióticos, esa medicina en cajas duras que ni van a usar porque la sábila, la opuntia, el órgano y la alcachofa son mejores. Lo malo es la rajada, que no para de doler ni sangrar. Pina ni se figura lo que viene, va despacito con su niña, entre rezos y murmullos de las otras hñahñus, la mira y le asegura con el pensamiento que a ella le tocará mejor suerte porque sus hijos siempre serán los suyos. No te irás, le dice, te aliviarás en mis manos. La imagina ya casada, viviendo en la misma casa a la que vienen llegando. La episiotomía se complicará, el sangrado será apresurado como el hilo del agua donde corre la boquia. No habrá quien la atienda, la bendición no llegará a tiempo. Pina resistirá lo más que pueda con la sábila. Al séptimo día morirá. La infección de un corte innecesario que requiere consentimiento y muchos cuidados terminará por vencerla.
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Recomendaciones
Gadget
Vinos
Butaca
Los viajes ilustran
EN MÉXICO
EL VINO
Vinos
°° Si el vino te pone loco… déjalo poquito a poco. Anónimo. POR:JORGE VALERIO ÁVILA GÓMEZ Chef y Sommelier
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partir de este número, empezaremos a comentar acerca de los países productores de vino en el mundo, saber cuál es su característica principal, el tipo de uva que se adecua según su clima, qué tanto impacto tiene sobre este medio, etcétera, y para esto, qué mejor que iniciar con el nuestro. Hay que ser realistas y no engañarnos, el vino mexicano aún no cuenta con una imagen en el mundo del vino. En cualquier otro país, cuando alguien se refiera a México, refiriéndose a su gastronomía y sus bebidas, se oirá hablar del tequila, tal vez de mezcal y cuando se comente sobre la elaboración de vino, lo que dirán será: ¿México produce vino?, este desconocimiento tiene que ver con la realidad, vinos que no se comparan con la calidad y el volumen de producción que tienen otros países. México fue el primer país en elaborar vino en toda América, gracias a la
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llegada de los españoles, lugares como Puebla, Michoacán, Celaya, San Luis Potosí, Sonora, entre otros, cosechaban la vid, pero hoy día son lugares que ya no figuran en el mapa vinícola nacional. Gracias a Hernán Cortés en 1524 que dio a conocer un decreto que consistía en plantar 1000 pies de vides por cada 100 indígenas que hubiera a su servicio, provocó que se propagara muy rápido el crecimiento de viñedos en el país, hasta que en 1595 nuevamente se volvió a proclamar otro decreto, pero esta vez para exterminar todos los viñedos que existían ya hasta ese entonces, debido a que España se vio amenazada por el gran volumen que estaba teniendo nuestro país, y la buena calidad del vino que se producía. Dicha orden no tuvo el resultado esperado, ya que por dos simples causas tuvo una gran esperanza de vida el vino mexicano, la primera fue por el gran territorio conquistado y eso impedía tener un control
total sobre los habitantes, la segunda fue gracias a la iglesia, ya que mencionaban que el vino era necesario para sus ceremonias. Don Lorenzo García, un habitante de la región de Coahuila conocida hoy como el Valle de Parras solicitó un permiso al rey Felipe II para poder plantar viñedos y elaborar vino y brandy; me imagino que le “vendió” perfectamente la idea al rey para que aceptara tal solicitud. Hacienda San Lorenzo, hoy conocida como Casa Madero, fue la primera bodega vinícola consolidada y es la más antigua de México y toda América. Baja California, Coahuila, Zacatecas, Guanajuato, Aguascalientes y Querétaro, son los estados que se dedican a la producción vinícola gracias a sus características climáticas. Existen poco más de 90 bodegas dedicadas a la elaboración de vino, el 90% ubicadas en Baja California, las hectáreas de plantación de uva han ido en aumento en los cinco años y asimismo el consumo de esta bebida también va en crecimiento; aun no podemos competir con otros países que su consumo per cápita oscila arriba de los 50 litros al año, nosotros escasamente alcanzamos la cantidad de 500 ml. (y por supuesto, algunos nos tenemos que sacrificar bebiendo de más para incrementar esa cantidad). Bodegas ya consolidadas como Monte Xanic, L.A CETTO y Casa Madero, han trabajado mucho en la exportación de sus vinos y han con importantes éxitos, vinos ganadores en concursos internacionales. El despegue de los vinos mexicanos va lento, impulsado también por el mercado interno, así que también está en nosotros aportar con un granito de arena el consumo de vino mexicano. Como muchas veces lo he mencionado y lo repito: echemos una mirada a el producto local y bebamos vino mexicano. °°Amor al vino y pasión a la comida… Dudas y sugerencias: mail: va.vinoycomida@hotmail.com
EXCELENTE CALIDAD – PRECIO NOMBRE: Cursi VARIEDAD DE UVA: grenache, shiraz y merlot BODEGA: La Lomita PAÍS: México PRECIO APROXIMADO: $ 200 IDEAL PARA ACOMPAÑAR: ensaladas y postres a base de frutos rojos
NOMBRE: Chenin Blanc VARIEDAD DE UVA: Chenin Blanc BODEGA: Casa Madero PAÍS: México PRECIO APROXIMADO: $ 140 IDEAL PARA ACOMPAÑAR: ceviches y ensaladas
NOMBRE: Chasselas del Morgor VARIEDAD DE UVA: Chasselas BODEGA: Morgor Badan PAÍS: México PRECIO APROXIMADO: $ 345 IDEAL PARA ACOMPAÑAR: pescados blancos y vuelve a la vida
NOMBRE: Coco Rosé VARIEDAD DE UVA: Grenache y moscato BODEGA: Sinergi PAÍS: México PRECIO APROXIMADO: $ 270 IDEAL PARA ACOMPAÑAR: escados con buna cantidad de grasa como el salmón y atún
RECOMENDACIÓN DE VINOS PARA REFRESCAR LA PRIMAVERA
NOMBRE: Fluxus VARIEDAD DE UVA: Palomino y Chenin Blanc BODEGA: Fluxus PAÍS: México PRECIO APROXIMADO: $ 235 IDEAL PARA ACOMPAÑAR: Mariscos y quesos jóvenes 31
La temible CIA
Butaca
POR: JORGE CARRASCO V.
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esde sus inicios en 1947 la temible Agencia Central de Inteligencia, mejor conocida por sus siglas en inglés CIA, ha jugado un papel muy importante en la geopolítica mundial. Capaz de derrocar gobiernos o derribar a presidentes electos democráticamente, pero que no son del agrado de los intereses norteamericanos, han jugado el papel de héroes o villanos en la cinematografía hollywoodense, según soplen los vientos de la historia. Sin duda que el agente más famoso de la CIA, es Jack Ryan. Este personaje creado por el recientemente fallecido escritor Tom Clancy, ha estelarizado
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cinco cintas. Alec Baldwin lo encarnó en La caza del octubre rojo de John McTiernan donde conoce al capitán de un submarino atómico ruso Marko Ramius (Sean Connery). Harrison Ford le siguió los pasos en Juegos de patriotas de donde enfrenta a terroristas irlandeses y en Peligro inminente ambas de Philip Noyce, donde enfrenta a un cártel de la droga colombiano. Ben Affleck, dio la más pálida visión de él en La suma de todos los miedos de Phil Alden Robinson, en la que impide una guerra nuclear. Y ahora Chris Pine lo ha vuelto a encarnar en Jack Ryan: Código Sombra
Recomendaciones de Kenneth Branagh, en un reboot que muestra como el personaje combatió “heroicamente” en Afganistán y es reclutado por un jefe de la CIA, Thomas Harper (Kevin Costner) que le paga su carrera y lo coloca como analista en Wall Street, desde donde descubre una conspiración económica orquestada por el siniestro magnate ruso Víctor Chevrin (el propio Branagh), quien quiere colapsar al dólar. Un reclutamiento similar ya había sido visto en El discípulo de Roger Donaldson en la que el agente Walter Burke (Al Pacino), trata de corromper al novato James Douglas Clayton (Collin Farell). Otro célebre agente de la CIA, es Matt Helm. Este personaje creado por Donald Hamilton se convirtió en la respuesta hollywoodense al agente 007, solo que en un tono humorístico que contrastaba con las novelas de Hamilton. Interpretado por Dean Martin en tono de comedia, uno disfrutaba de los gadgets creados para cada cinta, y que iban desde mortales cámaras fotográficas o pistolas que disparaban al revés o de acción retardada y de las bellas chicas que lo acompañaron como Stella Stevens, Ann Margret, Camila Sparv, Sharon Tate y Elke Sommer en cintas como El agente secreto Matt Helm (1966) de Phil Karlson, Matt Helm contra las asesinas y Emboscada a Matt Helm (1967) ambas de Henry Levin y Matt Helm contra las demoledoras (de nuevo con Karlson) (1969). Se enfrentaría a villanos como El doctor Solaris (Richard Eastham), José Ortega (Albert Sami), el conde Máximo Contini (Nigel Green) o Tung-tze (Victor Buono). En 1975 se convertiría en una serie televisiva protagonizada por Anthony Franciosa, que solamente duró 14 episodios. Robert Redford interpreta al analista de la CIA, Joseph Turner al que quieren acallar en Los tres días del cóndor
de Sydney Pollack, “porque sabía demasiado”. VILLANOS REALES Acostumbrada a actuar en la clandestinidad, con total impunidad y sin publicidad alguna, de pronto la agencia se vio en el ojo del huracán en el documental de Allan Francovich, Los negocios de la CIA (On company business) que denunciaba los asesinatos y componendas que hacía en todo el mundo. No en balde el realizador neoyorquino se convirtió en persona non grata para la CIA, que lo puso en su lista negra. Francovich siguió pese a ello con su labor y en la espléndida The houses are full of smoke, mostraba con pelos y señales las actividades de la CIA en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Allan se mostraba temeroso de ser asesinado cuando salía al extranjero y decía que en el único lugar en el que se sentía seguro “era en un aeropuerto norteamericano”. Sus expectativas resultaron falsas, pues falleció en el aeropuerto de Houston en misteriosas circunstancias en 1997.
PANTALLA GRANDE 300 la batalla. Seguramente nuestros amables lectores recordarán la cinta de Zack Snyder que contaba la historia del rey Leónidas en el paso de las Termópilas. Hay que recordar que se trató de una maniobra estratégica para retrasar a los persas y permitir a los griegos reagruparse y poder combatirlos en la célebre batalla naval de Salamina. Esta nueva cinta recrea ese episodio histórico, con el mismo estilo de su antecesora, pero con mayores efectos especiales. PANTALLA CHICA El mentalista. El asesor policiaco Patrick Jane (Simon Baker), ha fingido sufrir un colapso, al descubrir que no ha liquidado como él creía al temible Red John, quien asesinó a su esposa y a su hija. Una agente del FBI lo fustiga para que confiese la verdad, pero en el capítulo final de la temporada anterior, Red John se burla de todos al hacer que maten por error a un jefe policiaco. LIBRO Viendo la luz. Salas de Cine en la Literatura Mexicana. Gustavo García Compilador. El testamento de este crítico fallecido recientemente, es esta antología de Conaculta y el INBA que recoge textos que hablan de los cines antiguos de prestigiadas plumas como las de Ramón López Velarde, Luis G. Urbina, Martín Luis Guzmán, Federico Gamboa sobre Santa. Hasta textos más recientes como El rey criollo de Parménides García Saldaña, dos de Jorge Ibargüengoitia o hasta uno de Leonardo García Tsao. Lástima que ninguna de sus 176 páginas se haya incluido algún texto del compilador y sí alguna errata como la de la página 167 que dice que el cine Teresa se inauguró en 1842. Lo bueno es que está bien ilustrado con carteles de la época y será del agrado de los cinéfilos.
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Los viajes ilustran
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unedin se le conoce como la ciudad escocesa de Nueva Zelanda, y no es para menos, pues sus primeros habitantes llegaron desde esas lejanas tierras del norte de Europa, para establecerse completamente al sur del planeta. Llegamos con la idea de pasar un par de días ahí y después continuar hasta Christchurch. Así que sin perder tiempo, una vez instalados, nos dirigimos hacía el centro, conocido como el octágono, simplemente porque está diseñado con esa forma geométrica. Llegando fuimos sorprendidos por la belleza de dos grandes edificios que engalanan las calles del centro, la Catedral de San Pablo, sede del arzobispado anglical del país, y a un lado las instalaciones del palacio municipal, ambos de un estilo gótico británico. Caminamos por los jardines que estaban al centro de la plaza, y pude ver en una de las paredes una pintura urbana, de la cual me quedó grabada en la mente la imagen que ahí se ve de un pingüino, y es que no lejos de esta ciudad, se encuentra una de bahía con una gran comunidad de pingüinos azules, los más pequeños del mundo, y de los raros pingüinos de ojos amarillos. Seguimos nuestra caminata con destinación a la antigua Estación de Trenes. Llegando, la belleza del inmenso edificio nos pintó una sonrisa en los labios. Su estilo flamenco impresionó mi sentido de la vista. Aún recuerdo con claridad el contraste de sus bordes blancos y sus ladrillos obscuros que son coronados con brillantes tejas rojas. Entrando a las instalaciones seguimos deleitándonos. Su suelo hecho con mosaicos en los que se admiran pequeñas locomotoras, contrastan con el brillante color dorado que adorna muros y techos. Siendo dueña de tal belleza, la estación de trenes acoge cada año el Fashion Show del Nueva Zelanda. Las visitas continuaban y en nuestra agenda incluimos hacer una parada en la
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Chocolates para focas POR: ABIGAIL HERNÁNDEZ
fábrica de chocolates Cadbury, que se encuentra casi en el centro de la ciudad. Entramos con un grupo de niños y de repente me sentí como en “Charly y la fábrica de chocolates”. Uno de los trabajadores nos dio un tour por todas las instalaciones. Comenzamos con un poco de historia del cacao; en ese momento me contenté al escuchar decir que ese preciado ingrediente se lo debemos a los indígenas mexicanos, quienes lo consumían, y que consideraban tan preciado, que incluso era un tipo de moneda para practicar el trueque. Para seguir descubriendo cómo la marca hace sus chocolates, nos hicieron pasar a una habitación en donde había un gran tubo al centro, que iba del suelo al techo, de donde súbitamente comenzó a brotar chocolate líquido. Era como ser una fresa en una fuente de chocolate. El olor impregnado por todos los rincones, nos despertaba el deseo de tenerlo en nuestras bocas. Después de nuestro “retorno a la infancia” que tuvimos en Cadbury, regresamos al hotel para empacar nuestras cosas y dormir temprano, pues al día siguiente, el sábado 4 de septiembre, nos encaminaríamos hacia la famosa ciudad de Christchurch. Estábamos durmiendo cuando un fuerte movimiento me despertó, la cama se sacudía y en ese momento me dije: “está temblando”, era como un recordatorio de que nos situábamos en el Cinturón de Fuego.
Dudé en despertar a mi marido, pues él no está acostumbrado a ese tipo de actividad geológica, pero como mexicana acostumbrada a momentos como éste, decidí hacerlo para estar alertas por si era necesario tener que tomar medidas de seguridad. Con voz tranquila le dije: “No quiero que te asustes, te despierto porque está temblando”. Él inmediatamente abrió sus ojos y se sentó sobre la cama a mi lado preguntándome qué debíamos hacer, le contesté que calmarnos y esperar a que terminara. Yo estaba en estado de alerta, si bien el movimiento no era violento, fue bastante fuerte y largo. Eran las cuatro y media de la mañana. Una vez acabado, volvimos a dormir, y al despertar lo primero que hicimos fue encender la televisión. El terremoto había tenido una intensidad de 7.1 grados, el centro de la ciudad de Christchurch había sido destruido, nosotros estábamos impresionados, si hubiera sido un día después, nos hubiera tocado ahí mismo. Los daños fueron severos pero sin perdidas humanas. Era obvio que nuestra visita tendría que ser pospuesta. Decidimos quedarnos un día más en Dunedin para esperar noticias y tomar una decisión. Como ya habíamos ido a visitar lo que nos interesaba, tomamos nuestra guía pare
leer recomendaciones y nos topamos con el jardín chino, uno de los pocos jardines que se encuentran fuera de la nación asiática. Llegando nos encontramos con un pedacito de China en Nueva Zelanda, el pequeño jardín ubicado a la entrada del centro, era como todos estos jardines, un oasis de paz. Saliendo nos dirigimos a hacer una visita al "Otago Settlers Museum”, en el que se puede conocer sobre la llegada de los primeros europeos a la región de Otago y en especial de Dunedin. Una de sus salas está tapizada con fotos de los primeros habitantes de la ciudad. El museo tiene también una sección ambientada como si fuera un barco, como en los que viajaron los europeos para llegar hasta esas tierras australes. Nosotros seguíamos sin saber qué hacer, y al ver nuevamente las noticias y tener la confirmación de que el centro de Christchurch estaba cerrado, sabíamos que no valía la pena ni pensar en la posibilidad de ir hacia allá, aparte las replicas seguían sintiéndose. Con esa resolución, tomamos nuevamente nuestra guía para decidir hacia dónde movernos, y entre nuestra vista saltó un nombre en maori: Kaikoura. Una pequeña península con una abundante vida marina, que en su pasado fue un importante centro de caza de ballenas, pero la evolución de la conciencia ecológica de sus habitantes llevaron, de matar a sus mamíferos acuáticos, a protegerlos y explotar la actividad ecoturística llevando a los turistas curiosos a adentrarse en sus aguas para avistar esos gigantes del mar.
Fascinada con la idea de ver más animales, nos dirigimos hacia allá. Después de un par de horas de manejar, por fin estábamos ahí y nos quedamos sin palabras para describir la belleza natural que veíamos. A lo lejos el escenario estaba decorado con la imponente magnificencia de las montañas de los Alpes neozelandeses, que parecían hundirse en el horizonte y caer en el mar que tenían justo a un lado. Buscamos dónde hospedarnos y llegamos a un pequeño hotel que estaba frente al malecón. Su dueño, un neozelandés muy simpático, nos recibió con gusto y nos explicó a donde dirigirnos al siguiente día para hacer el viaje y ver a los cetáceos. Nos comentó que ese día habían visto dos grandes ballenas jorobadas, así que esperaba que nosotros tuviéramos la misma suerte. Después de darnos las llaves de nuestra habitación, nos dijo que si deseábamos salir por la tarde, podíamos tomar el auto y seguir toda la carretera para llegar hasta donde termina, pues justo ahí, vive una colonia de focas. Nos instalamos y salimos a conocer esa comunidad de habitantes marinos. Yo pensaba que al llegar al final del camino, nos encontraríamos con un balcón sobresaliente entre las rocas protegido con barandas para poder ver a los animales que estarían a lo lejos entre las rocas, pero mi sorpresa fue tal al bajar del auto, al ver que ni había balcón, ni rejas ni nada, sino un montón de focas acostadas ahí, ¡en plena carretera!
Estaba extasiada y agradecida por semejante vista, montañas al fondo, el mar que acababa en una playa de rocas negras y focas perezosas que dormían tranquilamente al pie del camino, que, si uno no tuviera cuidado, podría pisarlas o caer sobre ellas. Al día siguiente, con el mismo, entusiasmo nos dirigimos a comprar nuestros boletos para ver las ballenas, el día estaba despejado y con algo de viento. Mientras caminábamos hacia la taquilla veíamos que mucha gente regresaba a sus autos y se iban. Al llegar nos dijeron que las condiciones no eran optimas, que mar adentro había mal clima y que no se podía realizar la embarcación, entonces entendimos por qué todos se marchaban. Nos quedamos con una sensación de decepción, en nuestra lista había dos cosas que esperábamos ver con ansiedad, pero que al final no se habían dejado. Nos propusieron alistarnos para el día siguiente pero nosotros no podíamos quedarnos más tiempo. Así que para terminar con nuestra visita decidimos ir a comer mariscos, y nuevamente nos agasajamos con el banquete. Si no pudimos conocer una de las ciudades más bellas de Nueva Zelanda, ni tampoco salir en busca de mamíferos marinos, al menos disfrutamos de manjares y nos llenamos los ojos con tanta belleza natural y con la vista de sus focas al dormir, por lo que la decepción no marcó nuestros recuerdos.
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Gadget Facebook compra Whatsapp, por $16 mil millones de usd
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a noticia del mes de Febrero y sin duda de varios meses más: Facebook, el gigante de las redes sociales acaba de adquirir el servicio de mensajería mas grande del mundo, Whatsapp. Y no es de extrañarse que la red social más grande del mundo vaya
Samsung S5, Galaxy Gear 2 y el Gear Fit
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espués de una larga espera, Samsung presenta su nuevo teléfono estelar y de gama alta, el archirrival del iPhone 5s, el Galaxy S5, en el Mobile World Congress de Barcelona. Aunque en medio de muchas especulaciones, para mucha gente la presentación quedó corta. Samsung presentó esta vez tres dispositivos: el Galaxy Gear, Gear Fit y el ya nombrado Galaxy S5. Como bien sabemos el lanzamiento estelar fue su teléfono, pero qué trae de bueno y qué características son las que pueden pasar a ser un punto clave. Tenemos dos: *Cuenta con lector de huellas táctiles muy parecido al del iPhone 5s, pero Samsung dio un paso adelante haciendo alianza con Paypal en el pago vía
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detrás de una aplicación como esta. Tan solo cabe señalar que Whatsapp tiene aproximadamente 400 millones de usuarios activos, mientras que la aplicación de mensajería de Facebook cuanta con 100 millones. Lo que le dará a Facebook una base de datos enorme de usuarios (esperamos no se ocupe para mal).
Sin duda estaremos al tanto de cómo Mark Zuckerberg transformará esta red de mensajería, y qué beneficios traerá a la larga.
móvil, y el lector de huellas tendrá un papel de seguridad en eso *Es resistente al agua y al polvo, queremos dejar en claro que no es sumergible, pero podremos usarlo sin preocupaciones en la bañera y bajo la lluvia. Sin duda una característica que muchos esperábamos en nuestros móviles, y que Samsung ha dado en el blanco en incorporar esto. • Pantalla de 5.2 pulgadas Super AMOLED con resolución 1920×1080 • Certificación IP67, que lo vuelve resistente al agua y polvo • 2GB en RAM • Incluye el app Gear Fit Manager (aplicación deportiva) para conectarse con el Gear 2 • Procesador quad-core de 2.5GHz • Cámara frontal de 2.1 megapixeles y cámara trasera de 16 megapixeles • Download Booster (para incrementar velocidad de descarga) • Modo para niños (seguridad para que sólo puedan hacer algunas actividades con el terminal)
A pesar de esto esperábamos mucho mas de Samsung, pero cabe aclarar que uno de los dispositivos favoritos de esta presentación fue la pulsera deportiva, la Gear Fit, que incluye una pantalla curva, sensores de ritmo cardiaco, autonomía de pila de hasta cuatro días, recibe notificaciones como llamadas, sms e emails, controles para la música y es resistente al agua y polvo. Un producto realmente bello estéticamente. Y por ultimo presentó su segunda versión del Smartwatch el Galaxy Gear 2, lo cual ponen énfasis en que en esta versión intentaron corregir fallas de la primera, incluyendo otras características para mejorar el funcionamiento. El galaxy Gear incluye primero dos versiones la Neo y la normal. La versión Neo no incluye cámara, bocinas ni micrófonos así que es una versión light de la normal. Los dos incluyen resistencia al agua, algo que sin duda se agradece siendo un reloj; mejoran su batería de un día a por lo menos cuatro de duración. Y se mejora la compatibilidad con mas teléfonos Samsung.
Pebble estrena su tienda de aplicaciones
Nokia revela sus nuevos teléfonos basados en Android
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res modelos fabricados por Nokia ahora soportan aplicaciones del ecosistema de Android; se trata del Nokia X, Nokia X+ y el Nokia XL que funcionan con el sistema operativo Nokia X Software Platform. Estos dispositivos conservan la conectividad a los servicios y aplicaciones de Microsoft (compañía que en septiembre del año pasado compró la unidad de dispositivos móviles de Nokia) y, ahora también son capaces de acceder al mundo Android. Tanto el Nokia X como el X+ tienen pantalla táctil de cuatro pulgadas, cámara de 3 megapixeles, doble ranura para tarjetas SIM y procesador Snapdragon de doble núcleo. Están disponibles en seis colores y sus precios para Europa serán de 89 y 99 euros, respectivamente. El Nokia XL tiene una pantalla de 5 pulgadas, cámara trasera de cinco megapixeles y delantera de dos, su precio en Europa será de 109 euros. Durante la presentación, Stephen Elop, CEO de Nokia, dijo que con el lanzamiento de estos dispositivos de bajo costo, la empresa finlandesa seguirá incrementando su crecimiento en mercados emergentes para conectar a las siguientes mil millones de personas a Internet. Sin duda una noticia que muchas personas esperaban, ya que el ecosistema de Android es mucho mas grande que la de Windows Phone.
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espués mucho tiempo de espera, el nuevo sistema operativo del famoso Pebble y su App Store es una realidad, y no es de sorprender que muchas empresas han alzado la mano ya, para poder ser parte de la nueva tecnología wearable (ponible), como este reloj inteligente. La tienda fue lanzada el 3 de febrero, por el momento solo para iOS, con un aproximado de 1000 aplicación desde el día de su lanzamiento, como la de marcas ya conocidas Yelp, Foursquare y Go Pro. Cabe mencionar que ESPN y Mercedes Benz ya anunciaron su aplicación la cual esperemos que muy pronto podamos usarlas. Sin duda es una actualización enorme para nuestros relojes ya que nos permitirá tener más control en el reloj sobre algunas cosas, existe un comunicación mucho mas estable entre el dispositivo y nuestro teléfono. Estamos seguros que hoy por hoy es el mejor reloj inteligente.
Flapy Bird, el juego que desapareció de la App Store
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uchos de nosotros lo llegamos a jugar, un juego sin duda adictivo y que después de varios meses su creador, Dong Nguyen, decidió eliminarlo. Fue la aplicación numero uno por mucho tiempo, cualquier sueño para un programador. Y con unas ganancias impresionantes por día de 50 mil dólares, el desarrollador amenazó con eliminar la aplicación porque, según él, su meta era relajar a las personas y había pasado todo lo contrario. Personalmente creo que el juego tenía muchas semejanzas a Mario Bros, desde sonidos hasta las tuberías, etcétera. Sin duda un juego excelente, con el cual el creador ganó un dineral y decidió retirar la aplicación antes de confrontar a Nintendo.
1 Todos los iPhones vendidos en el último trimestre de 2013 2. El presupuesto de Naciones Unidas para 2014 3. La factura de la luz de todos los mexicanos 4. Casi 15.000 Bugatti Vayron 5. Todas las entradas de cine de las 15 películas más taquilleras de la historia 6. Todos los productos de casi la mitad de países del mundo 7. Una revista 451efe para cada habitante del planeta, aproximadamente 7000 millones de habitantes
¿Sabías qué con el dinero invertido por Facebook para adquirir whatsapp, pudo haber adquirido lo siguiente?
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Técnicas de
supervivencia POR: ALMA SANTILLÁN
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azte amigo del silencio, lo tendrás al despertar y antes de las despedidas. No lo asocies con la tragedia, y sobre todo encuéntrale un silencio compañero, deja que hablen entre ellos mientras vas en carretera o ves televisión. Duerme cuanto te dé la gana, sea de noche, de día o de madrugada. Es un mito eso de las ocho horas reglamentarias, puedes dormirlas y aun así querer tumbar al mundo con un tafil para nunca salir de la cama. Si prefieres, duerme tres o cuatro horas al día, engaña a tu cuerpo tomando siestas a media tarde, toma litros de café para ahuyentar el sueño, pero prepárate para caer noqueado sin previo aviso. Olvídate de las inercias emocionales. Ni la alegría ni la tristeza (y todos sus derivados) duran todo el día; no te cases con un estado de ánimo; súbete a la montaña rusa de las emociones si te place. Te dirán bipolar, voluble o demente, pero qué más da. Sobrevivir nunca es poca cosa. Aléjate de todo aquel que demerite tu modo de vida, podrá ser el más básico pero hasta el momento te ha funcionado, y eso es lo que importa. La pintura desaparece y los muros quedan hechos polvo, con el tiempo. Lo sé: cómo jode la cantaleta esa de que el tiempo es sabio y te dará la respuesta que buscas. Pero es cierta. El tiempo es el lugar que todos habitamos aunque nos pese; él marca la pauta de todo, y se termina cuando él dice. No reproduzcas discursos ajenos. Si has de elegir un –ismo, conviértete en un –ista de verdad, por convicción; nútrelo con reflexiones propias, pues no hay nada peor que ser un audiolibro ambulante que se traba cuando se le pregunta: “¿y tú qué opinas?”. Saber todo encabeza la lista de la
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irrealidad. Mienten todos aquellos que se proclaman expertos, por lo general saben mucho de muy poco, y por supuesto que eso no incluye saber fracasar. Recuerda: no es tan importante saber todo como saber a quién preguntarle. Manda al diablo a quienes te den consejos que no practiquen consigo mismos, suelen ser una verdadera basura. Pocos consejeros existirían en el mundo si todos fuésemos honestos, pero el mundo qué sabe de honestidad. La eternidad existe, aquí y ahora. Sabrás que algo es eterno cuando cierres los ojos y mires todo más claro, cuando tus pupilas se reflejen sin importar la hora del día. Lo sabrás cuando te sonría el corazón. No te fíes de caricias que no te enchinen el alma. Tus propias palabras no podrán cambiar lo que cada sentido percibe. Uno siempre sabe cuándo sí y cuándo no. Sonríele a cada una de tus manías. Disfruta de la ropa hecha bolas, de una cama desordenada, de montones de pequeños papeles que vas coleccionando sin querer; desorganiza tu espacio como te venga en gana, acomoda frascos, clasifica por colores, divide por texturas… El respeto a la manía ajena es la paz. No te conformes, nadie conoce mejor que tú lo que te hace feliz. Quizás lo que te llena es más, o menos, de lo que dictan los estándares, y está bien. Y si de pronto lo que luchaste por conseguir ya no te satisface, ve por algo más, o algo distinto. Deja ir: los problemas, los fracasos, las tristezas, los rencores. Y sobre todo, los clichés. Los relojes y calendarios se ríen de nuestra angustia, hasta en el fin del mundo los verás correr. Cada diciembre se multiplica entre la gente una cierta
preocupación porque los días pasan volando y “el año se acaba”. Ajá, ¿y luego? Luego empezará otro día, otro mes y otro año. Tan-tan. Bebe y trasnocha; después de unos años te aburrirás, comenzarás a amar quedarte en casa y despertar sobrio. O no. Equivócate con orgullo, en el futuro necesitarás algo de qué reírte. Si bien te va, no te equivocarás dos o tres veces, te equivocarás cientos de veces; y será liberador cuando mires atrás y te sepas vivo después de haber hecho tanta pendejada. Vive para ti, al carajo los demás. Que si hablas demasiado, que si no te gusta leer a los clásicos, que si no te gustan los chiles en nogada, que si la única operación matemática que dominas es la multiplicación (cantada), que si esto y que si aquello: ¿de quién es la vida? Procúrate un buen amor, malos hay por montones. Una cosa es la que te pide el cuerpo y otra muy distinta la que te pide el corazón; si tienes suerte y ambos eligen a la misma persona, estás del otro lado. Cursi, pero cierto. Llénate de colores los ojos, para albergar escalas de grises están las tormentas. Crea tu propia teoría del color, viste las combinaciones que quieras; sé un experto en moda o una paleta de colores en desastre, pero sé algo. Toma la mano de quien no te deje caer, quedan pocas en bodega. Sólo un roble puede sostener a otro; y si no estás en un robledal, mueve tus piernas y vete a uno. No todos los círculos están hechos para cerrarse, ni para meterse en ellos. Hay espirales cuyo final no es más que su continuación; te ofrecerán ser quien las termine, quien cambie el rumbo de la historia, pero que no te engañen: su naturaleza es infinita.
ELEAZAR GARCÍA Y SALVADOR FRANCO
RECORREN CANCHA DE FUTBOL SOCCER DEL COMPLEJO DEPORTIVO REVOLUCIÓN MEXICANA EN ÚLTIMA ETAPA DE REHABILITACIÓN
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alvador Franco Cravioto, director general del Instituto Hidalguense del Deporte (INHIDE) recibió al presidente Municipal de Pachuca, Eleazar Eduardo García Sánchez, en el campo de futbol del complejo deportivo Revolución Mexicana, para mostrar los avances de rehabilitación del espacio. Actualmente, la cancha se encuentra en espera de la última etapa de rehabilitación, la colocación del pasto sintético después de que se realizó el retiro de la superficie de pasto natural que se encontraba deteriorado, así como la excavación y retiro de una capa de hasta 30 centímetros del material existente y la construcción de una base hidráulica. En su momento, Franco Cravioto explicó que la cancha de futbol del complejo deportivo Revolución Mexicana constará de una inversión de 5 millones de pesos. La obra tendrá un costo de mantenimiento económico, lo cual hace factible este proyecto que beneficiará a corto plazo a los usuarios de dicho espacio razón por la cual es posible considerar que se podrá tener una
cobertura de hasta 145 mil beneficiarios al año. Dentro de las ventajas de esta obra destaca que permitirá que la cancha tenga un aprovechamiento total en cualquier época del año, sin importar condiciones climatológicas, además de que no habrá necesidad de inversión en sistema de riego ni de fertilizantes. En entrevista, el alcalde Eleazar García reconoció el trabajo del gobernador José Francisco Olvera Ruiz y de Salvador Franco, en materia de infraestructura deportiva, situación que es primordial para motivar a la gente que vive en la capital hidalguense para que realice deporte y “que mejor que en una cancha que tenga una superficie deportiva de material sintético con la calidad y las especificaciones internacionales requeridas para su uso constante”. Subrayó que el municipio le apuesta a sumar más gente para que realice alguna actividad deportiva y social, lo que está ligado a la parte de prevención del delito que es un tema que implementa de la mano con el gobierno estatal.
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