Revista de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares - Tomo XXXIV – Número 1, 2011

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La Revista Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares es agente de difusión y lugar de debate de ideas relacionadas con el campo del psicoanálisis de los vínculos. La perspectiva vincular en psicoanálisis supone una concepción del psiquismo articulada desde el inicio –con lo inter y lo transubjetivo–, marca de un encuentro que propone nuevas nociones, que complejizan y enriquecen las líneas de investigación, sus propuestas teóricas y sus consecuencias clínicas. La creciente inclusión de trabajos extranjeros está facilitada por un importante número de corresponsalías internacionales, así como por la inserción de la A.A.P.P.G. no sólo en la Federación Argentina de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, sino también en la Federación Latinoamericana de Psicoterapia Analítica de Grupo, en la American Group Psychotherapy Association y en la International Association of Group Psychotherapy, The Psychoanalysis of Link Configurations Journal is a diffusion instrument and a place for discussing ideas related to the psychoanalysis of links ground. The perspective of links in Psychoanalysis emerges from the idea of psyche trimmed with inter and transubjectivity from the very beginning. The mark of this meeting proposes new notions, which enrich and make some lines of researchment much more complex, as well as theorical proposals and their clinical consequences. The growing inclusion of foreign works is due to the great quantity of international correspondents and to the insertion of AAPPG not only in the Federación Argentina de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares but also in the Federación Latinoamericana de Psicoterapia analítica de Grupo, in the American Group Psychotherapy Association, and in the International Association of Group Psychotherapy.

© 2011 Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo Redacción y administración: Lavalle 3584 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires E-mail: secretaria@aappg.org.ar www.aappg.org.ar Telefax: 4862-6818/6848/1115 2 números anuales ISSN 1851-7854 (continuación del ISSN 0328-2988) Registro de la Propiedad Intelectual Nº 679667 Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Derechos reservados Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Producción Editorial: Bibliográfika. Tel.: 4553-6903 Armado y Corrección: Ediciones PubliKar. Tel: 4743-4648 Diseño de tapa: Curioni Producciones. Tel: 4822-6982


TOMO XXXIV Número 1 - 2011 Afiliada a la Federación Latinoamericana de Psicoterapia Analítica de Grupo, a la American Group Psycotherapy Association, y a la International Association of Group Psychotherapy

DIRECCIÓN DE PUBLICACIONES Directora: Lic. Graciela R. de Milano Secretaria: Lic. Diana S. Blumenthal Comité Científico: Lic. Vanesa Bianchi Lic.Magdalena Colman Giménez Lic. Silvia Luchessi de Olaso Consejo de Publicaciones: Lic. Clara Sztein Lic.Susana Palonsky Lic. Franca Trevisan Comité Asesor: Lic. Elina Aguiar Dr. Isidoro Berenstein Lic. Susana Matus Lic. Gloria Mendilaharzu Dra. Janine Puget Lic. Esther V. Czernikowski Lic. Mirta Segoviano Dra. Graciela Ventrici Dr. Carlos Pachuk

Corresponsales en el exterior Lic. Myriam Alarcón de Soler, Bogotá, Colombia. Prof. Massimo Ammaniti, Roma, Italia. Prof. Dr. Raymond Battegay, Basilea, Suiza. Dra. Emilce Dio Bleichmar, Madrid, España. Dr. Joao Antonio d’Arriaga, Porto Alegre, Brasil. Dr. Rafael Cruz Roche, Madrid, España. Dr. Alberto Eiguer, París, Francia. Dr. Marco A. Fernández Velloso, San Pablo, Brasil. Dra. Lea Forster, Madrid, España. Dr. Arnaldo Guiter, Madrid, España. Dr. Max Hernández, Lima, Perú. Lic. Gloria Holguín, Madrid, España. Dra. Liliana Huberman, Roma, Italia Lic. Rosa Jaitin, Lyon, Francia. Prof. Dr. René Kaës, Lyon, Francia. Prof. Dr. Karl König, Gottingen, Alemania. Dr. Mario Marrone, Londres, Inglaterra. Prof. Menenghini, Florencia, Italia. Prof. Claudio Neri, Roma, Italia. Dra. Elvira Nicolini, Bologna, Italia. Lic. Teresa Palm, Estocolmo, Suecia. Dr. Saúl Peña, Lima, Perú. Dr. Alejandro Scherzer, Montevideo, Uruguay. Dr. Alberto Serrano, Honolulu, Hawaii. Dra. Estela Welldon, Londres, Inglaterra.


Comité de Referato Alarcón de Soler Myriam; Bogotá, Colombia Czernikowski, Esther V.; Buenos Aires, Argentina Edelman Lucila; Buenos Aires, Argentina Gomel Silvia; Buenos Aires, Argentina Gonzalez Cruzado Alicia; Uruguay Kaës René; Lyon, Francia Kordon Diana; Buenos Aires, Argentina Lifac Solchi; Buenos Aires, Argentina Milano Graciela; Buenos Aires, Argentina Mendilaharzu, Gloria; Buenos Aires, Argentina Neri Claudio; Roma, Italia Pachuk Carlos; Buenos Aires, Argentina Segoviano Mirta; Buenos Aires, Argentina Selvatici Marina; Buenos Aires, Argentina Sujoy Ona; Buenos Aires, Argentina Vacheret Claudine; Lyon, Francia Valdemar Fernandes; San Pablo, Brasil Ventrici Graciela; Buenos Aires, Argentina Zadunaisky, Adriana; Buenos Aires, Argentina

Fechas de cierre de recepción de trabajos: 15 de febrero y 15 de septiembre Fechas de publicación: 30 de octubre y 30 de abril


COMISIÓN DIRECTIVA Area Ejecutiva Presidente:

Lic. Clara Sztein Vicepresidente 1º:

Lic. Susana Palonsky Vicepresidente 2º:

Lic. Franca Trevisan Secretaria:

Lic. Lucrecia Riopedre Tesorero:

Lic. Juan Carlos Benítez Pantaleone Areas Programáticas

Area de Asistencia

Lic. María Capponi Area Científica:

Lic. Nélida Di Rienzo Area de Docencia:

Lic. Gustavo Gewürzmann



SUMARIO

Graciela Milano • Dirección de Publicaciones

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• Editorial

Clara Sztein •

19

• La casa nueva.

Crónica de una mudanza

Martha Eksztain • Sara Moscona

25

Norberto Inda •

49

• Matrimonios igualitarios

Alicia González Cruzado •

71

• Derivas de la subjetividad en

• La pornografía en la

era tecnológica

la Clínica Vincular Psicoanalítica: al encuentro con la familia Galván

Gustavo Del Cioppo •

117

• Una aproximación al vínculo

(de pareja) desde las experiencias del tiempo y del espacio


INTERROGACIONES... Y PERSPECTIVAS

Grupo Relatos Clínicos •

135

• Taller Relatos Clínicos.

Del relato a la narración

ARTE

Norma Mondolfo •

143

• Acerca de la otredad:

de traumas y lazos

Susana Sternbach •

157

• «El hombre de al lado» de

Mariano Cohn y Gastón Duprat

PASANDO REVISTA Gloria Barros de • Mendilaharzu

165

Diana S. Blumenthal •

169

• Psicoanálisis vincular. Curarse

con otros, de Carlos Pachuk

• Más de un otro. Variaciones y

vacilaciones del dispositivo psicoanalítico, de Daniel Waisbrot

Irma Morosini •

173

• Clínica del Incesto Fraternal, de

Rosa Jaitin

Elba Nora Rodríguez •

181

• Desarraigos Villeros, de Sergio

Rodríguez, Silvia Sisto y otros INFORMACIONES 185


Editorial

Psicoanรกlisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nยบ 1, 2011, pp 11-16



Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 1, 2011, pp 11-16

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El escribir «una forma privilegiada de transmisión de experiencia» fue nuestra invitación para la producción de este número de Revista. «El acto de escribir –dice John Berger– no es más que el acto de aproximarse a la experiencia sobre la que se escribe; del mismo modo, se espera que el acto de leer el texto escrito sea otro acto de aproximación» (Cita de los textos Esa Belleza y Puerca Tierra). Diversidades. Lo singular – lo múltiple título de esta puesta, conjuga en una compleja amalgama, distintas lógicas que se entrecruzan en el pensar de Lo Vincular. El escribir, que señalara al comienzo, al que convocamos como transmisión de experiencia, conlleva la propuesta de compartir la intensidad de los escritos, con una lectura atenta a sus resonancias. Resonancias que es dable asemejar a lo que en música llamamos «acorde». Vale, siguiendo con la metáfora musical, atesorar la polifonía que ellos nos pueden ofrecer. La compilación de artículos escritos por nuestros colegas, arma una red de transferencia que nos invita a participar en las variadas contribuciones que sin duda colaborarán en el engranaje de nuevas producciones. Algo del producir conjunto se muestra en esta puesta editorial. Hace Presencia al Presentarse. Y será, la lectura de todos ustedes la que animará esa presencia al descubrir las innumerables relaciones posibles con las que se cotejarán las variadas «experiencias». El sentido, siempre eludido, de cada uno de los escritos, operará como línea de fuga, deleuziana, arborizando en la multiplicidad de significantes, la posibilidad, para nosotros sus lectores, de nuevos juegos de experiencia. Mallarmé habla del «juego insensato del escribir» para referirse a esa escritura que abre a otra escritura. A ese juego


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con las palabras abierto a las más diversas experiencias, a esa cantidad ineludible de malos entendidos, a lo disperso, a lo diverso, en fin al movimiento del saber como construcción/ deconstrucción. Así al decir del autor –una lengua que trabaja– nos lleva hasta el cortocircuito en relación con el saber, hasta el accesis de la escritura. Si escribir es hacer producir la ausencia en una obra, admitamos que es una ausencia poblada de encuentros, todos fallidos, pero encuentros al fin en esa laboriosa tarea entre el saber y el no saber. En cada uno de los escritos publicados podemos descubrir esa tela opaca que cubre lo propio del texto y sin embargo deja traslucir nuestras discusiones, acuerdos, desacuerdos, distintas lógicas, distintas formas de abordar Lo Vincular que hacen a la riqueza de lo heterólogo. Ahora sí va la presentación de los diversos escritos que ocupan también diversos temas con algunos comentarios a manera de una escucha comprometida desde esta puesta editorial. Martha Eksztain y Sara Moscona, autoras de «La pornografía en la era tecnológica», nos hablan de una sexualidad obscena que al traspasar los límites de la intimidad y privacidad, vía dispositivo pornográfico, se torna improfanable. Lo imposible se hace posible. El acto sustituye al uso, no da lugar a ese profanar de lo sagrado, hay derrumbe de la condición erótica. Cultura del espectáculo, consumo de sexo sin límites y violencia explícita. Aproximan a pensar en nuevas formas de configurar la represión y apuestan como labor analítica a una subjetivación y posibilidad deseante. En «Matrimonios Igualitarios» Norberto Inda da testimonio de un cambio en el posicionamiento social en torno a la unión en matrimonio. Considera este cambio una ampliación de los derechos humanos, y como acto de los representantes


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de la democracia parlamentaria, un legislar para todos, en el que ni la elección sexual, ni la identidad genérica son variables definitorias. Un acto de justicia, en una sociedad en la que subsisten múltiples formatos de la injusticia, de la desigualdad. Se detiene en aclarar que lo «igualitario» refiere a una igualación de derechos y obligaciones y no a una adjetivación que tenga que ver con la unión «homo»; dado que todo encuentro supone el registro de una diferencia pues es «entre dos». La progresiva mengua de descalificación por la legislación abre a la diversidad de formas posibles de complementariedad. Se interroga acerca de cuál es el entramado imaginario y el acople fantasmático que garantice el lazo. Alicia González Cruzado, escribe «Derivas de la subjetividad en la Clínica Vincular Psicoanalítica….», relato del encuentro con la Familia Galván. Un encuentro conmovedor, con un dramatismo que atrapa al lector al acompañar al terapeuta y los pacientes por el borde, la tragedia, lo imposible; en fin una familia de alto riesgo cuyas resonancias nos dejan interrogantes, cuestiones, problemas muy diversos a seguir trabajando. En «Una aproximación al vínculo (de pareja) desde las experiencia del tiempo y el espacio» Gustavo Del Cioppo desarrolla consideraciones acerca del vínculo, esta vez en términos de «una experiencia compleja en la que dos otros no pueden sino verse alterados por el ir haciendo juntos». Esta frase con la que inicia el trabajo abre a tratar lo que llama el armado de un nosotros en el que el ir haciendo juntos produce efectos de inter-subjetivación y variaciones en la mismidad. Refiere a lo diferente/semejante y lo ajeno en términos del «otro real» y lo «real del otro». Habla de estilo vincular en relación a un particular modo de «saber hacer» en el vínculo siguiendo coordenadas de tiempo y espacio. Continuamos en este número en el espacio Interrogaciones y Perspectivas con la convocatoria que iniciáramos en el número anterior a los integrantes de las Áreas Científicas; en esta oportunidad son los colegas del espacio de Relatos Clínicos quienes nos transmiten su quehacer.


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En el apartado Arte, esta vez dedicado al cine, las autoras Norma Mondolfo y Susana Sternbach nos interrogan, acerca de las diversidades en la relación con el Otro/otro y más allá de ese otro: cercano, semejante, diferente y ajeno. Diversos también son los comentarios de libros, en el espacio Pasando Revista; agradecemos a los autores –Carlos Pachuk, Daniel Waisbrot, Rosa Jaitín, Sergio Rodríguez y a los colegas –Gloria Mendilaharzu, Diana Blumenthal, Irma Morosini, Elba Nora Rodríguez– que con sus escritos nos estimulan a la lectura de los textos. Compilamos este número de revista en Arévalo y desde allí sale, para su edición, como nosotros también salimos hacia Lavalle. Nos encontraremos allá. Vaya el deseo desde el comité de redacción para que ésta, nuestra nueva casa, ofrezca el mejor de los hospedajes al producir. Graciela Milano Dirección de Publicaciones


Nueva casa



La casa nueva. Crรณnica de una mudanza

Clara Sztein *

Psicoanรกlisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nยบ 1, 2011, pp 19-23


(*) Licenciada en PsicologĂ­a. Miembro Titular de AAPPG y actual Presidente de AAPPG. E-mail: clara_sztein@fibertel.com.ar


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 1, 2011, pp 19-23

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Una mudanza remite a una alteración, a un cambio y presupone la transformación de una etapa, un modelo o un escenario anterior hacia una etapa, modelo o escenario diferente. También implica un cambio o innovación de ideas y actitudes. Todo esto no es sin angustia. Mudar involucra, necesariamente, la capacidad de comprender y acoger todos aquellos pensamientos que concreten el deseo y la voluntad de innovación. Para que el cambio ocurra es necesario sostener el deseo propio y ser portavoz del deseo del conjunto al que ese sujeto pertenece. Frente a la convocatoria de hacer un relato sobre la mudanza aparecieron alguna palabras tales como historia - casa hospitalidad. ¿Cómo historizar una mudanza? Llamamos historia al pasado mismo y es equivalente a cambio en el tiempo. Es una herramienta para la comprensión del presente y para esbozar posibilidades futuras. Sólo llamamos hechos históricos a los acontecimientos trascendentes, los que tienen un nivel de importancia de tal magnitud como para la comprensión de aquellos episodios que se consideran merecedores de recuerdo. Hacer historia implica en el mismo relato una proyección hacia el futuro por su potencia transformadora como herramienta de comprensión. Sólo desde el presente se hace historia. ¿Este nuevo espacio qué hilos de nuestra subjetividad conmueve y qué marcas hará que generen la demanda de barajar y abrir a un nuevo juego?


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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 1, 2011, pp 19-23

El espacio se define como lugar cuando tiene ciertas propiedades que conciernen a su función, como por ejemplo un teatro recibe espectadores. Cuando esta propiedad no se da, Marc Augé los llama “no-lugares”. Este autor acuñó el concepto “no-lugar” para referirse a los lugares de transitoriedad, lugares que no se habitan… Otra acepción, del siglo XIII y XIV, del concepto de nolugar lo igualaba con el término utopía, vinculado éste a lo imaginario, lo ilusorio y lo deseable. Que no sea un lugar de paso ni un lugar utópico sino que albergue el entramado que genera la transferencia con la tarea, tarea esta que cause nuestro deseo. La mudanza no sólo es de casa sino al mismo tiempo de modo ya que suscita la búsqueda y la modificación de ideas y/o de formas en relación a la implicación necesaria de amigos socios y colegas con la asociación. Una casa, del latín casa (cabaña), es una obra construida para ser habitada por una persona o un grupo de personas. Es el lugar en el que históricamente se desarrollaron las actividades y relaciones específicas de la vida familiar. Sirve de refugio contra la lluvia, el viento, el frío y protege a sus ocupantes de posibles extraños e intrusos. Asimismo es el lugar donde acopiar los enseres y propiedades de sus habitantes. Ésta es una de las muchas definiciones de la palabra casa, pero nosotros operamos sobre los significantes a los que ella remite y a las relaciones que entre ellos se da. Y cuando hablamos de propiedades sobre todo en esta casa, nos referimos a la producción científica y creativa.


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La mudanza no sólo es de domicilio, sino que buscamos la transformación de ideas y de actitudes en relación a la implicación ineludible, necesaria de socios-amigos y colegas con la asociación. Ambicionamos que mudanza sea una palabra perfomativa, es decir, que tenga la capacidad de instaurar realidades y nos posibilite el logro de numerosos proyectos, que sea un estímulo para la producción científica y nos dé la posibilidad de trasmisión de saberes teóricos y de haceres clínicos. Pensamos que un lugar ya apropiado de antemano no es habitable ya que únicamente el habitar hace a la propiedad y no ésta a aquella. Otra de las coordenadas fuertes de este grupo es hacer lugar a la noción de hospitalidad. Esta habla de una innegable paradoja: la de instaurar lo propio, poniéndolo en juego y haciendo lugar al mismo tiempo a lo ajeno. Y cuando de ajeno hablamos en este campo, es a las diversas teorías y disciplinas que enriquecen y cruzan nuestro pensamiento aunque a veces lo hagan vacilar. Dar cabida, ser hospitalario, es aceptar las relaciones de poder, en su acepción de potencia, que se juegan entre lo propio y lo extranjero. El lugar del anfitrión es su coto, su espacio, su territorio, en cambio para lo que llega o para el que llega todo es raro, nada le pertenece y es nuestro compromiso el saber-hacerlo satisfactorio para que éste se aloje y en dicho entretejido nos enriquezca. Nuestro deseo fue o es hacer de este sitio, un espacio y un lugar apetecible.


Nueva casa



La casa nueva. Crรณnica de una mudanza

Clara Sztein *

Psicoanรกlisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nยบ 1, 2011, pp 19-23


(*) Licenciada en PsicologĂ­a. Miembro Titular de AAPPG y actual Presidente de AAPPG. E-mail: clara_sztein@fibertel.com.ar


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Una mudanza remite a una alteración, a un cambio y presupone la transformación de una etapa, un modelo o un escenario anterior hacia una etapa, modelo o escenario diferente. También implica un cambio o innovación de ideas y actitudes. Todo esto no es sin angustia. Mudar involucra, necesariamente, la capacidad de comprender y acoger todos aquellos pensamientos que concreten el deseo y la voluntad de innovación. Para que el cambio ocurra es necesario sostener el deseo propio y ser portavoz del deseo del conjunto al que ese sujeto pertenece. Frente a la convocatoria de hacer un relato sobre la mudanza aparecieron alguna palabras tales como historia - casa hospitalidad. ¿Cómo historizar una mudanza? Llamamos historia al pasado mismo y es equivalente a cambio en el tiempo. Es una herramienta para la comprensión del presente y para esbozar posibilidades futuras. Sólo llamamos hechos históricos a los acontecimientos trascendentes, los que tienen un nivel de importancia de tal magnitud como para la comprensión de aquellos episodios que se consideran merecedores de recuerdo. Hacer historia implica en el mismo relato una proyección hacia el futuro por su potencia transformadora como herramienta de comprensión. Sólo desde el presente se hace historia. ¿Este nuevo espacio qué hilos de nuestra subjetividad conmueve y qué marcas hará que generen la demanda de barajar y abrir a un nuevo juego?


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El espacio se define como lugar cuando tiene ciertas propiedades que conciernen a su función, como por ejemplo un teatro recibe espectadores. Cuando esta propiedad no se da, Marc Augé los llama “no-lugares”. Este autor acuñó el concepto “no-lugar” para referirse a los lugares de transitoriedad, lugares que no se habitan… Otra acepción, del siglo XIII y XIV, del concepto de nolugar lo igualaba con el término utopía, vinculado éste a lo imaginario, lo ilusorio y lo deseable. Que no sea un lugar de paso ni un lugar utópico sino que albergue el entramado que genera la transferencia con la tarea, tarea esta que cause nuestro deseo. La mudanza no sólo es de casa sino al mismo tiempo de modo ya que suscita la búsqueda y la modificación de ideas y/o de formas en relación a la implicación necesaria de amigos socios y colegas con la asociación. Una casa, del latín casa (cabaña), es una obra construida para ser habitada por una persona o un grupo de personas. Es el lugar en el que históricamente se desarrollaron las actividades y relaciones específicas de la vida familiar. Sirve de refugio contra la lluvia, el viento, el frío y protege a sus ocupantes de posibles extraños e intrusos. Asimismo es el lugar donde acopiar los enseres y propiedades de sus habitantes. Ésta es una de las muchas definiciones de la palabra casa, pero nosotros operamos sobre los significantes a los que ella remite y a las relaciones que entre ellos se da. Y cuando hablamos de propiedades sobre todo en esta casa, nos referimos a la producción científica y creativa.


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La mudanza no sólo es de domicilio, sino que buscamos la transformación de ideas y de actitudes en relación a la implicación ineludible, necesaria de socios-amigos y colegas con la asociación. Ambicionamos que mudanza sea una palabra perfomativa, es decir, que tenga la capacidad de instaurar realidades y nos posibilite el logro de numerosos proyectos, que sea un estímulo para la producción científica y nos dé la posibilidad de trasmisión de saberes teóricos y de haceres clínicos. Pensamos que un lugar ya apropiado de antemano no es habitable ya que únicamente el habitar hace a la propiedad y no ésta a aquella. Otra de las coordenadas fuertes de este grupo es hacer lugar a la noción de hospitalidad. Esta habla de una innegable paradoja: la de instaurar lo propio, poniéndolo en juego y haciendo lugar al mismo tiempo a lo ajeno. Y cuando de ajeno hablamos en este campo, es a las diversas teorías y disciplinas que enriquecen y cruzan nuestro pensamiento aunque a veces lo hagan vacilar. Dar cabida, ser hospitalario, es aceptar las relaciones de poder, en su acepción de potencia, que se juegan entre lo propio y lo extranjero. El lugar del anfitrión es su coto, su espacio, su territorio, en cambio para lo que llega o para el que llega todo es raro, nada le pertenece y es nuestro compromiso el saber-hacerlo satisfactorio para que éste se aloje y en dicho entretejido nos enriquezca. Nuestro deseo fue o es hacer de este sitio, un espacio y un lugar apetecible.


La pornografía en la era tecnológica

Martha Eksztain * Sara Moscona **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 1, 2011, pp 25-48


(*) Licenciada en PsicologĂ­a. Miembro Activo AAPPG. E-mail: marthaeks@gmail.com (**) Licenciada en PsicologĂ­a. Miembro Titular AAPPG. E-mail: mosconasa@yahoo.com.ar


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En el itinerario de nuestro pensamiento lo obsceno en su característica más asociada a lo pornográfico fue vislumbrándose como tema a pensar desde el psicoanálisis. Intentaremos dilucidar las fuentes con las que nos acercaremos a esta problemática. Apuntamos a realizar un abordaje de los mismos tanto desde una lectura psicoanalítica como también enmarcada en un abordaje filosófico-político. Finalmente nos referiremos a las representaciones pornográficas contemporáneas y su relación con lo obsceno. Partimos de la idea de que el impulso irrefrenable a hacerse visible y exhibir la intimidad, es una fuerte marca de la época, y se establece como un fenómeno cultural. ¿Devendrá esto en nuevas formas de estar en el mundo en las que las prácticas confesionales son habituales y en las que coexisten identidades disponibles y descartables? La antropóloga Paula Sibilia postula que resultan insuficientes las tentativas habituales por explicar los fenómenos de exposición de la intimidad como exacerbación de cierto narcisismo y voyeurismo siempre latente. Nos sugiere pensar en una metamorfosis, en la que el eje alrededor del cual las subjetividades se construyen, se está desplazando. La idea del universo íntimo, hoy ha perdido vigencia. «En esta cultura de las apariencias, del espectáculo, de la visibilidad…el cuerpo se torna una especie de objeto de diseño…la lógica de la visibilidad y el mercado de las apariencias desempeñan papeles primordiales en la construcción de sí...»1 No pasar desapercibido, conquistar visibilidad pasan a ser condiciones de existencia. Según esta autora «La red mundial de computadoras, se ha convertido en un gran laboratorio, un terreno propicio para experimentar y diseñar nuevas subjetividades; en sus meandros nacen formas novedosas de ser y estar en el mundo, que a veces parecen saludablemente excéntricas y 1

Sibilia, P. La intimidad como espectáculo, Fondo de Cultura Económica 2008, Buenos Aires, pág. 58.


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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 1, 2011, pp 25-48

megalomaníacas mientras que otras veces o al mismo tiempo, se empantanan en la pequeñez más rastrera que se pueda imaginar». Son incontables y muy variadas las estrategias individuales y grupales que desafían las tendencias hegemónicas de la construcción de sí. Se promueve al deseo bajo el mandato superyoico: ¡goza! contando con la sobreoferta de la cultura de proveer los objetos supuestamente adecuados que sostienen ilusoriamente el todo vale y también que todo lo que se desea es posible. Al perderse hoy los ejes, nos hallamos ante un sujeto unas veces en pánico o en aburrimiento, saturado de las posibilidades de goce. Otras veces, tal goce lo invade y carece de las herramientas de tramitación. Se hace necesario entonces reemplazar el mandato a gozar por el procesamiento de lo real a partir de un nuevo posicionamiento que libere prohibiciones innecesarias pero que no ocluya «el dolor de existir» ni tampoco rechace ciertas represiones útiles que implican el reconocimiento de la castración simbólica. El psicoanálisis en este sentido, creemos, tiene mucho para aportar en un movimiento que resista al desdibujamiento y al aplastamiento de la subjetividad.

Acerca de la etimología de las palabras «Interpretar es juzgar. Ningún desciframiento, por muy filológico o textual –en el sentido más técnico del término– que sea, está libre de valores». G. Steiner

Comenzaremos a definir los términos obscenidad, pornografía y erotismo desde el aporte que nos hacen sus referencias iniciales. Sólo iniciales, en tanto luego sus sentidos devienen otros o se amplían en el decurso histórico.


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La palabra pornografía, del griego Porné, ramera, derivado de pérneemi, significaba mujer vendida, mujer-mercancía y graphos del verbo graphein, escribir: descripción de las mismas. Remite a un escrito referente a las prostitutas, sus vidas y costumbres. En la antigüedad, la palabra pornographos tenía poca relación con nuestra actual noción de pornografía o imágenes que tienen por objetivo la mostración del sexo explícito; sólo denotaba un tipo de biografía, «la vida de las cortesanas», que no era necesariamente obscena en su contenido. Dicho término no fue usado hasta el siglo XVII en que comenzó a ser utilizado para indicar las representaciones explícitas de los órganos o los actos sexuales. Las prostitutas2 en los comienzos llevaban marcas distintivas respecto a las de las consideradas mujeres honestas pero luego fueron recluidas haciéndolas trabajar de modo institucionalizado en burdeles privados o prostíbulos públicos. La mirada masculina3 describe cómo estas mujeres se mostraban y cómo eran consideradas de manera degradante, lo cual asimila prostitución con pornografía. Hoy la palabra pornografía perdió su antiguo sentido y se refiere a una representación por escritos, dibujos, fotos de cosas obscenas y por extensión designa la representación directa y concreta de la sexualidad en literatura y espectáculos. Abreviado y sustantivado hoy como el porno. 2

3

La etimología de la palabra «prostituta» resulta bastante sugerente, parece provenir del latín prostituere, vocablo compuesto donde pro significa adelante y statuere significa estacionado, parado, colocado; entonces, prostituta sería quien se coloca adelante, a la vista. La prostitución se vincularía, más que con el comercio sexual, con un régimen de signos fundados en una visibilidad exacerbada. La prostituta es aquella que se coloca frente a nuestras narices, quizá demasiado cerca para poder establecer una escena, la del voyeurista de la seducción y de la distancia. Cabe aclarar que la pornografía fue producida fundamentalmente para el consumo de los hombres.


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Para algunos autores, porno es sinónimo de obsceno. El prefijo porno cuando es equiparado a obscenidad se asocia a impúdico, lascivo y ofensivo al pudor. Se lo relaciona con el cuerpo sexual fragmentado en tanto la fragmentación y lo compulsivo aparecen con insistencia; y no tanto con el ánimo de completar una escena, o restituirle una imagen que falta como se sitúa a la obscenidad en general. Es un modo particular de tratar la escena primaria, que es fragmentándola, parcializándola, fijándola en la visión compulsiva de lo que llamamos preliminares. Si bien lo porno es una particularidad de lo obsceno y remite a tratar de evitar la castración, la escena obscena, en cambio, aparece como disruptiva y hace suponer que algo debiera quedar fuera. Destacamos entonces que todo lo pornográfico es obsceno pero no todo lo obsceno es pornográfico, en tanto esto último es sólo uno de los avatares de lo obsceno. La pornografía muestra explícitamente lo atinente al goce sexual. Hay una marcada insistencia en los detalles con la ilusoria pretensión de que sería posible mostrar y ver todo, al modo de una escoptofilia sin límites. Exhibe la imagen con pobreza metafórica, pura presentación en un aquí y ahora. Obscenidad, en cambio, desde su etimología es dudosa. Podemos agregar según el Oxford English Dictionary las nociones «indecente» o «lascivo» que son precedidas por los arcaicos significados de «repugnante» o «sucio». Calificativos todos que proceden del lenguaje corriente y que iremos transitando hacia una comprensión psicoanalítica. Las definiciones legales no son más útiles, ya que tienden a depender de las normas éticas y estéticas que varían en las diferentes culturas, y de un período a otro; no hay palabras que logren captar el fenómeno en su especificidad. En particular, la forma en que la obscenidad es definida ha ido cambiando considerablemente a lo largo de los siglos. Existen palabras aceptadas y/o toleradas para mencionar partes impúdicas del cuerpo y otras que son prohibidas y funcio-


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nan como tabú según cada época: las malas palabras, consideradas obscenas. También existe un universo de cosas con nombre amparado por el diccionario y otro proscrito de lo que no se nombra y en algunos casos tienen condena legal. Confabulación de silencio, son palabras que poseen contenidos incestuosos. Por eso, para disimularlos o hacerlos desaparecer, se utilizan términos en latín que parecen neutros y no excitan. Y aparecen así coitus, fellatio, cunnilingus, coitus a tergo… Se desprende entonces, que como es imposible sustraerse de la relatividad cultural, todas estas afirmaciones resultan contextuales e históricas. Un ejemplo de esto es lo que describe Pierre Klossowski en el siglo XX en Francia: un marido que disfruta de que su esposa se entregue a otros hombres, podría ser considerado como un gesto perverso según esa sociedad. Sin embargo, para los esquimales tal comportamiento es simplemente la expresión de las convenciones de la hospitalidad. Las distintas conceptualizaciones acerca de la obscenidad fueron fundamentales para la legislación antipornografía en Gran Bretaña y los EE.UU., así como en Francia. La Real Academia Española define la pornografía como «el carácter obsceno de las obras literarias o artísticas». Como es dable observar, estas definiciones son ambiguas y no aportan precisión puesto que todas dependen de la ineludible subjetividad y la relatividad cultural de otros términos, como «indecente», «perverso», «corrupto», «lascivo», «ofensivo», incrustados en ellas. En el derecho francés de los últimos dos siglos el concepto de «la decencia pública» es culturalmente relativo, como la historia de la censura demuestra claramente –¿quién de nosotros consideraría Madame Bovary o Les fleurs du mal una amenaza para el orden público? El reciente aumento de los «Estudios de Género y Sexualidad» en las universidades ha habilitado y colaborado con los académicos para fomentar la lectura de obras eróticas.


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En síntesis, en los términos «pornografía», y «obscenidad» hay algo no captable por el grado de ambigüedad que les es inherente y, condicionado por el puritanismo de las religiones. Dichos conceptos han adquirido una carga negativa en la cultura occidental. Carga que las definiciones jurídicas han reforzado. En lo referente a Eros intentaremos con esta página prestada de Pascal Quignard, un acercamiento al concepto de erotismo y sus múltiples elipsis, aquello que produce una tensión al velar y/o des-velar… «A menudo nos decimos que todo, sólo con que pongamos un poco de aplicación y de audacia, debería poder decirse... Y sin embargo, parece que no hay lengua para describir el amor, la belleza de un cuerpo, el recuerdo de gestos indecentes y milagrosos comunes a todos. O más bien parece entonces que no sólo la lengua falta, sino también uno mismo, y que la memoria y lo real se sustraen. Las palabras que expresan las partes del cuerpo obtienen poca energía del argot donde por el contrario rozan a menudo la insipidez o la jerga pueril... Las palabras que expresan las partes del cuerpo no obtienen más energía ni precisión del latín o del vocabulario científico... Lejos de ennoblecer, la ‘felación’ o el ‘cunnilingus’ de inmediato hacen pensar en amantes con corbatas de moñito, quevedos y antebrazos lustrosos. Esas palabras procuran menos designar que vestir. Y visten. Quien quiere describir su pasión la mayoría de las veces no tiene nada mejor que hacer que callarse y ponerse colorado. Y las escenas que más contaron en su vida y que lo hicieron más feliz, de ninguna manera puede expresarlas o, cuando se resigna o procura aproximarse a ello, vaga entre el silencio y la grosería.... Pobreza de nuestra lengua cuando debe expresar un objeto que no es exactamente un objeto».4 Significa esto, de algún modo, que no hay palabras que basten, aunque a veces se crea que se puede hablar de todo. 4

Quignard, P. Le salon du Wurtemberg, París, Gallimard, 1996, (122123) citado en Allouch, J. El psicoanálisis, una erotología de pasaje, Córdoba, Cuadernos del Litoral, 1998, (págs. 145-146).


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Existen tan sólo palabras que nos hablan del desfallecimiento de las palabras. De su delgadez. Si el lenguaje se utiliza de manera inagotable, algo deja de tener valor. Y si la palabra es forzadamente puesta, un cierto misterio desaparece para dar lugar a una escritura obs-cena,5 ahí donde debía quedar tras la escena… En los vericuetos en los que cada lazo se anuda, los nidos de satisfacción y/o frustración funcionan como matrices de presentificaciones actuales, momentos inaugurales reencontrados en nuevas escenas. Pero no solamente. Cuando de erotismo se trata encontramos efectos de encuentro novedosos, acontecimientos, que de una manera creativa e inventada continúan la escritura de los cuerpos, no la de los cuerpos anatómicos; sí en cambio, la de los cuerpos erógenos en una especie de mapas de placer. Y serán aquellas escrituras que «fascinen»6 las que dejarán sus surcos abiertos, ofrecidos, demandantes... Epicuro pensaba que el placer erótico es el patrón de las felicidades porque es en el momento erótico donde la vida se revela con la mayor fuerza. Casi una cacería. Y precisamente era así como llamaba Lucrecio al coito: una cacería, luego un combate, finalmente una rabia. En el canto IV del De natura rerum describe el ascenso, la invasión, el crecimiento del esperma en el cuerpo del hombre, el combate que deriva de ello, la enfermedad que engendra (rabies, rabia). «Para hacer brotar el semen humano del cuerpo, es preciso que otro cuerpo lo solicite. Beber, comer, se colma, y el cuerpo absorbe más que la imagen del agua o el alimento. Pero de la belleza de un rostro, del brillo de una tez, el cuer5

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Lo obsceno, del latín «obscenus», indecente, en el ámbito teatral, remite a situaciones que están o deben estar «fuera de la escena». Fascinus: Según P. Quignard los romanos llamaron Fascinus a lo que los griegos llamaron Phallos. Lo fascinante es lo que obsesiona la curiosidad, captura la vista. Lo bello y al mismo tiempo ligado al espanto.


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po no puede absorber nada. Nada: come simulacros, esperanzas extremadamente livianas que el viento rapta… En medio de su fuego ningún agua se le facilita…así los amantes en el amor son juguetes de los simulacros de Venus. Finalmente sus cuerpos presienten la inminencia de la dicha…no pueden pasar completamente al otro cuerpo… Cuando por último los nervios ya no pueden contener el deseo que los tensa, cuando el deseo hace erupción, se produce una breve tregua. El violento ardor se calma. Y luego regresa la misma rabia (rabies), el mismo frenesí (furor). De nuevo buscan lo que anhelan; de nuevo se preguntan qué desean. Extraviados y ciegos se consumen, atormentados por una invisible herida».7 Quizá sea la puesta en acto del erotismo el suceso que más acerca al ser a su condición humana perecedera, experiencia donde vibran las propias entrañas bajo el disfraz de la pasión. Esa fuerza que mueve, ¿podemos identificarla como «excitación»? Excitare fue primero un término técnico que definía los gritos que se le dirigían a los perros para que se encarnizaran en la persecución. El vocablo excitare fue usado además para compararse con esos lobos domesticados para apresar. Y es que el hombre se siente acosado por el deseo como por un lobo. En el encuentro erótico se franquea el límite del propio cuerpo. Son los «cuerpos ciertos»,8 admirable expresión de los eruditos árabes que aludía al cuerpo hecho de relaciones eróticas, esos son los que están en juego. Y ese límite se franquea por ejemplo a través de la caricia, que adquiere función subjetivante: funda un cuerpo, en tanto le advierte al otro acerca de una promesa de placeres. Al respecto dice Sartre:9 7

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Quignard, P. El sexo y el espanto, Bs. As., Cuadernos del Litoral, 2000, pág. 51. Barthes, R. El placer del texto, Bs. As., Siglo XXI Editores, 1978. El ser y la nada, citado en Finkielkraut, A. La sabiduría del amor, Barcelona, Gedisa Editorial, 1993.


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«La caricia no es un simple rozamiento, sino que es la modelación. Al acariciar a otra persona hago nacer su carne bajo mis dedos». La caricia inventa la piel del cuerpo en un contacto que genera y da lugar a algo, diseña un entre que recibe y alberga, además de inaugurar la piel del vínculo. ¿Cómo se vuelve deseable, atractivo, estimulante el otro? Se reviste de cierto brillo y fascinación, de un color estimulante y excitante. En cuanto a la etimología posible de lo erótico podemos partir del mito central de los griegos: Adonis, cuyo origen es oriental, revela que el empleo abusivo de perfumes y aromas transmitía el mensaje de que toda seducción lleva en sí el principio y amenaza de corrupción; y que el disfrute de los placeres y refinamientos favorecían un género de vida caracterizado por la molicie y la voluptuosidad. Pero es Eros el que representa el estado intermediario entre posesión y privación, el que define al amor deseante y al que se aspira de modo entusiasta. Y no es ajeno el entusiasmo: etimológicamente, son sus derivaciones: en-theo-siasmós, arrobamiento, éxtasis, de enthusiázö, inspirado por la divinidad. Hay un deseo, motorizado por un valor; por ende se aspira a su posesión con pasión y entusiasmo y tiende al movimiento y la conquista. El erotismo se vincula, entre otras pulsiones, con la pulsión escópica: deseo de ver nunca satisfecho del todo, juegos de presencias-ausencias, de lo visible y de lo invisible. En la pornografía, en cambio, opera una desaparición de la ausencia en la imagen: todo es visible; la imagen se ofrece, sin velos, a la voracidad de la mirada. En lo porno, el exceso de realidad que imprime su marca a la imagen genera una paradoja ya que la forma hiperreal del sexo, está vacía de sexualidad. Como dijera R. Barthes «El sexo está en todos lados, salvo en la sexualidad». Coincidimos con lo planteado por Jacques Derrida cuando señala que cada término de binarios como «erotismo» y «por-


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nografía» o «erotismo» y «obscenidad» ya está infectados con su opuesto, y así se convierte en última instancia en un significante cuyo significado no puede ser finalmente corregido. Depende de los argumentos de los estereotipos –psicológicos, éticos, feministas, o estéticos– que son fundamentalmente subjetivos.

La pornografía como dispositivo «La profanación de lo improfanable es la tarea política de la generación que viene». G. Agamben

Si seguimos al autor de nuestro epígrafe, lo que trata de indicar es que el dispositivo es un conjunto heterogéneo que incluye discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas. Brevemente, lo dicho y también lo no-dicho. Además el dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos. Es una formación que tuvo por función mayor responder a una emergencia en un determinado momento y tiene una función estratégica dominante.... «El dispositivo está siempre inscripto en un juego de poder». De esta manera Agamben propone el término dispositivo,10 como un término técnico decisivo en sus teorizaciónes acerca de las relaciones de poder. Entiende por dispositivo todo un conjunto que incluye virtualmente «cualquier cosa», lo lingüístico, lo no lingüístico y la red que se establece. De la relación entre el viviente y cada dispositivo resulta el sujeto, es decir que a la gran proliferación de dispositivos que define la fase actual del capitalismo, hace frente una gran 10

Si bien las conceptualizaciones sobre dispositivon han sido desarrolladas por distintos autores, nos vamos a referir en este capítulo exclusivamente a las ideas de G. Agamben.


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proliferación de procesos de subjetivación. En la raíz de cada dispositivo existe un deseo de felicidad. En sus análisis sobre el poder disciplinario, Foucault descubrió que las técnicas de sujeción tienen como objetivo el cuerpo: la sexualidad, por ejemplo. Y es en esa zona –entre otras– que las modernas tecnologías intervienen y colonizan. Lo pornográfico se ofrece así como propuesta del mercado y obedece a la industria del consumo y se convierte en un dispositivo que cumple, como otros, una función de poder. Señala Agamben que el dispositivo pornografía interviene para impedir la intención profanatoria. ¿Qué significa esto? Se dice que lo sagrado o religioso es lo que pertenecía a la esfera de los dioses y por tanto quedaba sustraído al libre uso de los hombres: quedaba consagrado. Profanar por el contrario se refiere a restituirlas al libre uso de los hombres. Pero el uso no aparece como algo natural: se accede a ellas sólo a través de una profanación. Este autor, citando a su vez a Benjamin, describe al capitalismo como un fenómeno religioso en el que se generaliza y absolutiza en cada ámbito la estructura de la separación que define la religión. No se trata solamente de abolir o eliminar separaciones, sino de aprender a hacer un nuevo uso o jugar con ellas. En lo atinente a la imagen pornográfica, el consumo desesperado y absolutamente solitario impide cualquier otro uso, y se transforma en un improfanable. Es por eso que Agamben desestima el dispositivo pornografía en tanto aparta de un posible otro uso. En ese sentido es necesario arrancarle la posibilidad de uso capturada ya sea como consumo o como espectáculo. Consumo y espectáculo son así dos maneras posibles de una única imposibilidad de uso: lo que no puede ser usado es llevado al consumo o a la exhibición espectacular.


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¿Cómo resistir los mecanismos de sujeción a ese poder que los interviene? ¿Cómo pensar prácticas y estrategias que puedan articular dominios de autonomía y subjetivación en lo atinente a la sexualidad? W. Benjamin al considerar la obra de arte –lo aplicó específicamente a la fotografía y al cine– habló del valor de exposición. Se refería así al puro valor de presencia ante el público en la que la función inicial (la artística, la de la obra por sí misma) se vuelve accesoria. Si lo concebimos en términos de Agamben, sólo mediante una labor profanatoria se le podría restituir su valor artístico. Y es justamente la sexualidad en tanto posibilidad erótica, lo que queda capturado en el dispositivo-pornografía. Para ello es necesario el trabajo de profanar aquello que se insiste en sostener como un improfanable. Pero no se accede con naturalidad a ese uso, sino a través de un acto. Acto profanatorio que debería desactivar los mecanismos de poder y restituir lo que quedó confiscado.

Representaciones pornográficas en la actualidad «El cuerpo pornográfico compacto, se muestra, no se da, no hay ninguna generosidad en él». R. Barthes

Algunos autores han denominado el actual período como «post-porno» donde supuestamente, nada es obsceno y sin embargo, paradójicamente, todo es obsceno al presentar, aunque no sólo por eso, los genitales completamente aislados del resto. Es obscena la actitud, el procedimiento que hoy ha llegado a su límite en el así denominado «porno gonzo»,11 que 11

Modo de hacer películas en que el trabajo de cámara es una representación de los sentidos del cameraman, una prótesis y un punto de vista para erotizar el coito. El que filma no necesariamente forma parte, aunque muchas veces, si. En realidad Gonzo deriva de cierto tipo de perio-


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es violento por antonomasia y tiende a incluir «sexo hardcore» a diferencia del tradicional anterior. Se refiere a cierto tipo de porno intencionalmente de bajo presupuesto, sin vestuarios ni sets elaborados: más sexo, desempeño intenso, casi hiperactivo, con secuencias más largas y menos argumentos que el porno convencional. Según Michela Marzano, socióloga residente en París, la pornografía contemporánea cambió radicalmente respecto de la clásica y hoy propone no sólo films hard que presentan escenas de doble penetración y de dominación, sino films ultra-hard –quemaduras, perforaciones, escatología, bestialidad, violación, etc.– cercanas a lo que las autoras consideraríamos como obscenidad. No obstante, y más allá de los actos mismos, lo que verdaderamente cambia es su representación. Allí donde la pornografía llamada clásica tiene que ver con una estética hiperrealista y apunta a poner en escena lo que en general no se ve, la pornografía contemporánea que nace alrededor de los años noventa, propone una sobreexposición del acto sexual con el fin de eliminar toda barrera entre el interior y el exterior del cuerpo. Tanto en una como en otra se estimula el voyeurismo extremo y se entrega a la mirada un cuerpo fragmentado, sin rostro y sin ningún tipo de encuentro. Críticos como J. Baudrillard y B. Groys, nos alertan acerca del simulacro pornográfico como el nuevo medio de un arte neo-conservador y elitista, excluyente, voraz y perturbador. Lo que realmente se entiende por pornografía hoy es en realidad una mutilación del cuerpo, al menos desde su representación visual. No es coincidencia, como ha notado Baudrillard, que en los largometrajes pornográficos lo que se puede llamar una «lógica de la ideología pornográfica», opera en el dismo que plantea un abordaje directo de la noticia, llegando hasta el punto de influir en ella, y convirtiendo al periodista en parte importante de la historia, como un actor más; suele imprimir más importancia al contexto que al texto, es decir, da preponderancia al ambiente en que ocurre tal hecho, por encima del hecho mismo.


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centro de la representación de la misma. Se activa el deseo y la excitación a través de la explícita referencia del coito, a cambio de la suspensión de una narrativa que haga del film una obra. El sexo que sucede en la pornografía, por lo tanto, es no sólo un simulacro en relación con la temporalidad de su acto, sino un simulacro consigo mismo. Al llevar a la pantalla partes, intra o extra partes del cuerpo, y al reducir cualquier intercambio al coito, anula el conjunto atmosférico y su efecto desubjetivante hace que al costado de su función como excitante, puede generar –como de hecho produce en algunos casos– la emergencia de barreras de rechazo, asco, tedio o aburrimiento. La omnipresencia del cuerpo fragmentado en la pornografía no sólo causa saturación de la imagen, sino que invade gran parte de los medios de comunicación. También al abolir el misterio de la desnudez, abre a la mirada voyeur una representación obscena del cuerpo. En lo pornográfico, el exceso de realidad que da su marca a la imagen porno genera una paradoja ya que la forma hiperreal del sexo, está vacía de sexualidad. Lo porno, que lo muestra todo, retira de la pantalla la dimensión de la castración. Es necesario además diferenciar entre la imagen porno y la realidad del acto sexual. En este último cada vez es una nueva vez, lo que justifica que hablemos de acto. En lo porno, aún cuando sus contenidos varían, lo que suele predominar es la forma, lo que acentúa su carácter repetitivo, el predominio de lo igual y de lo que nunca termina, el fin no se presenta. Se repite la frustración para diferir el encuentro con la castración. Es un simulacro de la pura forma pero no hay encuentro sexual. El final de cualquier film pornográfico suele ser irrelevante y habitualmente no queda claro si empezó otra película o es una secuencia de la misma. Como ya hemos señalado, lo pornográfico se ofrece hoy como propuesta del mercado y obedece a la industria del consumo. No se hace para provocar y en ese sentido, se halla contextualizada. Es consumida generalmente por hombres


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aunque ha aumentado el número de mujeres que se involucran.12 Muestra una sexualidad sin afectos ni emociones, sin historia ni adornos amorosos. Lo que no puede ser usado es consignado al consumo o a la exhibición espectacular potenciando así la ilusión de que todo es posible. Espectáculo y consumo –sexualidad antes oculta y sofocada– ahora se muestra bajo nuevas formas, se disfraza de otra moda y oculta la represión. Se promueve el deseo bajo el mandato a gozar y para eso la cultura procura objetos con súper oferta a través de Internet o los medios de comunicación. Debido al despliegue de estas modalidades, es que D. Litvinoff se refiere al nuevo milenio como el de «la era pornográfica».13 Hoy en la red los cuerpos son ofrecidos al consumidor de manera voraz y compulsiva en pocos minutos hasta en un intervalo de trabajo desprovistos del mínimo ritual que la noche podría proveer al voyeur. Este polo exhibicionista, está 12

Para E. Galende, el fracaso del amor es el triunfo de la pornografía. Según este autor, la pornografía está relacionada actualmente con la caída del machismo y con la modificación de la posición social de la mujer. Añade que hoy día, la así llamada «pornografía dura», avanza sobre las figuraciones del deseo contradictorio del hombre entre el placer y la dominación, la violencia y el castigo. La actual difusión de la pornografía puede considerarse como otro de los síntomas de la liberación sexual de la mujer. Ha producido un hecho no previsto o programado: al escenificar los valores del hombre sobre el sexo se muestra cada vez más próxima a las prácticas sexuales de la pareja cotidiana a las exigencias de hombres y mujeres en cuanto al sexo y el rendimiento sexual, disolviendo la división que Freud planteara respecto de la sexualidad de la mujer-madre-prostituta. 13 En otros tiempos –aunque aún hoy es vigente– el desenfreno estaba reglamentado y acotado temporalmente en el carnaval que como fiesta de la carne en el que dentro de cierto tiempo y espacio limitado, «todo» está permitido. También lo podemos observar en las orgías donde un grupo reemplaza las normas corrientes por otras reglas nuevas allí construidas. En estas situaciones el sujeto tiende a desaparecer disuelto en el grupo.


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dirigido a un observador ávido y fascinado alucinatoriamente con la ilusión de contemplar y participar en la escena primaria identificado con los protagonistas. Existe cierta relación entre quienes padecen de adicción masturbatoria y adicción a la pornografía. I. Araujo señala que la industria pornográfica se ha nutrido de la actividad masturbatoria donde las imágenes prefabricadas excitan fantasías prestas a levantar represiones concernientes a la dimensión perversa polimorfa de la sexualidad cuando ésta no ha podido ser habilitada para participar en el juego amoroso del placer previo. Ahora mira lo que de niño le fue prohibido; una escena que está fuera de él pero que al mismo tiempo está allí mirando lo que no lo dejaban ver: su propia excitación. Se lo ofrecen sin riesgos, en un cómodo autoerotismo asistido que busca restañar heridas dejadas por un objeto frustrante donde el deseo queda anulado. Compulsión a buscar una y otra vez la identidad de percepción alucinatoria especialmente en situaciones de frustración, ansiedad o inseguridad. En el suceso porno existe una ausencia intencional de referencias al amor tierno, lo cual conduce a un incremento de exigencia sobre la sexualidad disociada. Esto invita –por la frustración que conlleva– a su reiteración compulsiva. A modo de ejemplo podemos analizar la siguiente viñeta: Juan es ingeniero. Maneja su propia empresa y, como le suele resultar muy difícil concentrarse en el trabajo, recurre permanentemente a películas pornográficas con las que se masturba y deja que el tiempo transcurra sin tener ningún registro del paso del mismo hasta que llega la hora de ir a su casa, cenar en familia, prender la televisión y dormirse desplomado en un sillón. El paciente dice que busca las imágenes pornográficas para masturbarse y al instante se produce en su interior un cortocircuito donde él desaparece de sí mismo como sujeto. Se borra dentro de esas imágenes en las que el tiempo parece no transcurrir.


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En ciertas oportunidades contrata una prostituta en la oficina «para que le haga el service» según sus términos. Posteriormente comienza a «tener sexo rápido» con algunas clientas. Desea que se vayan ni bien él eyacula ya que no soporta que ellas permanezcan a su lado. No le interesa saber nada de sus vidas ni tampoco desea ser interrogado sobre ningún tema personal. Cuando se acerca a una mujer, tiene lugar una respuesta fóbica. El enigma acerca de los orígenes, dado que es una pregunta sin respuesta, no puede sino ser mítica e implica la búsqueda de la «verdad» imposible. La fantasía de escena primaria, de coito entre los padres, es una de las respuestas que, aunque traumática, resulta un exceso en cuanto a la excitación que provoca y por la exclusión que genera. P. Quignard dice que llevamos en nosotros el desconcierto de haber sido concebidos. No hay imagen que nos afecte que no nos recuerde, en algún sentido, los gestos que nos hicieron. Sin embargo el misterio podría ser causante del deseo y llevaría a intentar a cada cual, la búsqueda del propio camino. Lugar de exclusión de alguien que participa como observador celoso que escucha y mira. Es, asimismo, el lugar de la inclusión donde una pareja goza y oculta un preciado secreto. Ellos son los que tienen una clave de «unión permanente y total». También en los relatos de cuentos infantiles de hadas y príncipes que comienzan con un había una vez hace mucho tiempo en un lugar muy lejano, podría inferirse la referencia a dicha escena.

Reflexiones La pornografía intenta hacer de los cuerpos desnudos una exhibición natural, donde todo está a la vista. Podemos caracterizar a la época actual como un espectáculo y consumo de sexo y violencia explícita. Se elude así el componente «horroroso» de la castración y la muerte. Sin embargo, el misterio y el enigma subsisten y


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aun en las situaciones de sexo explícito el sujeto intentará adivinar el secreto: ¿acerca de la escena primaria? ¿De la muerte de la cual nada sabemos? Hay cierta ingenuidad al creer que la cámara o el gráfico y la descripción muestran todo y de este modo nos acercan a la intimidad del sexo y la muerte. La pornografía oculta con su pretendida exposición de la «verdad». Hoy los medios no prohiben sino que ofrecen. Las estrategias de mercado apuntan a hacer creer que se podrá acceder a un placer sin límites donde la sexualidad antes sofocada, ahora se ostenta y se exhibe imponiéndonos desafiante a los psicoanalistas el encuentro de nuevas configuraciones de la represión. Más allá de las obvias consideraciones diagnósticas nos planteamos de qué modo influyen las nuevas prácticas tecnológicas en la construcción de los modos de ser y estar con otros. Emergen variadas expresiones de síntomas a tener en cuenta en la consulta de hoy: nos encontramos con diferentes metáforas para la comprensión de la estructura fantasmática que, montada sobre la cibernética, vuelve sobre los enigmas universales. Quien recurre a un espacio psicoanalítico intenta recuperar la emergencia de un sujeto que se pregunta acerca de lo que le sucede. Y como psicoanalistas, nos queda ir inventando en los márgenes que nos brinda la gran variabilidad de nuevos motivos de consulta. Nuestra apuesta estará en la subjetivación y en la posibilidad de la posición deseante.


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Resumen Las autoras plantean investigar acerca de las representaciones pornográficas contemporáneas y su relación con lo obsceno. Apuntan a realizar un abordaje de las mismas tanto desde una lectura psicoanalítica como también enmarcada en un abordaje filosófico-político. Parten de la idea fundamental de que el impulso irrefrenable a hacerse visible y exhibir la intimidad, es una fuerte marca de la época, y se establece como un fenómeno cultural. Lo pornográfico se ofrece hoy como propuesta del mercado y obedece a la industria del consumo. Lo que no puede ser usado es consignado al consumo o a la exhibición espectacular potenciando así la ilusión de que todo es posible y se transforma en un improfanable. Y es justamente la sexualidad en tanto posibilidad erótica, lo que queda capturado en el dispositivo-pornografía. Para ello es necesario el trabajo de profanar aquello que se insiste en sostener como un improfanable. Pero no se accede con naturalidad a ese uso, sino a través de un acto. Palabras clave: Dispositivo. Nuevas Tecnologías. Sexualidad. Erotismo. Obscenidad. Pornografía.

Summary Pornography in the technological era The authors investigate contemporary pornographic representations and their relation to the obscene. They propose to approach them both with a psychoanalytic reading and also in the frame of a philosophical-political approach. The basic idea is that the uncontrollable impulse to make oneself visible and to exhibit intimacy is a strong sign of the present time that has become established as a cultural phenomenon. Pornography is offered at present as a proposal of the market and obeys the consumer industry. What cannot be used is


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assigned to be consumed or to spectacular exhibition, thus empowering the illusion that anything is possible, which then becomes something unprofanable. It is precisely sexuality as an erotic possibility that is ensnared in the pornographic device. This requires the work of profaning what is insistently upheld as unprofanable. However, this use is not accessed naturally, but only through an act. Key words: Device. New Technologies. Sexuality. Eroticism. Obscenity. Pornography.

Résumé Pornographie mettant en scène dans l’ère technologique Les auteurs réalisent une investigation à propos des représentations pornographiques contemporaines et sa relation avec l’obscène. Elles se proposent une approche dès une lecture psychanalytique aussi bien que dans le cadre d’une approche philosophique-politique. Son point de départ est l’idée que l’impulsion incontrôlable à se montrer et à exhiber l’intimité est une marque forte de l’époque actuelle qui s’est établie comme phénomène culturel. La pornographie s’offre aujourd’hui comme une proposition du marché et répond à l’industrie de la consommation. Ce qui ne peut pas s’utiliser s’envoie à la consommation ou à l’exhibition spectaculaire, et ainsi renforce la puissance de l’illusion que tout est possible et le transforme en improfanable. C’est justement la sexualité comme possibilité érotique qui est attrapée dans le dispositif-pornographie. Cela demande le travail de profaner ce qu’on persiste à soutenir comme improfanable. Néanmoins, on n’accède pas facilement à cette utilisation, sinon seul à travers un acte. Mots clés: Dispositif. Nouvelles technologies. Sexualité. Érotisme. Obscénité. Pornographie.


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Resumo Pornografia na era tecnológica As autoras projetam pesquisar as representações pornográficas contemporâneas e sua relação com o que é obsceno. Visam realizar uma abordagem das mesmas, tanto a partir de uma leitura psicanalítica como também enquadrada numa abordagem filosófico-política. Partem da idéia fundamental de que o impulso irrefreável a tornar-se visível e exibir a intimidade é uma forte marca da época e se estabelece como um fenômeno cultural. Hoje em dia o que é pornográfico se oferece como proposta do mercado e obedece à indústria do consumo. O que não pode ser usado é consignado ao consumo ou à exibição espetacular, potencializando assim a ilusão de que tudo é possível e se transforma em algo impossível de profanar. E é justamente a sexualidade como possibilidade erótica o que fica captado no dispositivo-pornografia. Para isso é necessário o trabalho de profanar o que se insiste em sustentar como algo não profanável. Mas não se acessa com naturalidade esse uso, a não ser através de um ato. Palavras chave: Dispositivo. Novas Tecnologias. Sexualidade. Erotismo. Obscenidade. Pornografia.


Matrimonios igualitarios

Norberto Inda *

Psicoanรกlisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nยบ 1, 2011, pp 49-69


(*) Licenciado en PsicologĂ­a. Miembro Activo AAPPG. E-mail: norbertoinda@gmail.com


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«Hay dos cuestiones terribles: uno es no lograr lo que se desea, la otra es lograrlo». Oscar Wilde «La libido de todos nosotros oscila normalmente a lo largo de la vida entre el objeto femenino y el masculino». Sigmund Freud

Introducción El reclamo por la igualdad en el derecho al matrimonio intenta combatir una desigualdad histórica: la estigmatización de aquellos que no coinciden con la heterosexualidad como norma –normal– al momento de la búsqueda en el placer sexual, en sociedades en que, domina el heterosexismo. Se trata de hacer legal –vía contrato matrimonial– lo que es real: el emparejamiento de personas del mismo sexo, a quienes hasta ahora el sistema jurídico les negaba su plena humanidad. Formar parte, pertenecer al conjunto de todos los que pueden decidir la inscripción legal de una elección amorosa, supone por cierto, una ampliación de los derechos humanos, y como acto de los representantes de la democracia parlamentaria, un legislar para todos, en el que ni la elección sexual, ni la identidad genérica son variables definitorias. Un acto de justicia, en una sociedad en la que subsisten múltiples formatos de la injusticia, de la desigualdad. Y se reclaman los mismos derechos que tienen o tendrían los heterosexuales. Una ratificación judicial de que anatomía no es –no debiera ser– destino. De que género no es –no debiera ser destino. Lo que no implica irrelevancia en relación a los cuerpos erógenos, pero sí a la predeterminación de sus derivas. Porque al decir de Fernández, A. (1993): «donde impera el destino, no hay subjetivación».


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Preliminares Igualitario, se refiere, entonces, a una igualación de derechos y obligaciones, de estos matrimonios homos, a los matrimonios entre heterosexuales. Los legisladores argumentan la conveniencia de hablar de cónyuges o contrayentes en lugar de hombres y mujeres. No sólo porque ahora el casamiento es entre dos varones y/o entre dos mujeres, sino también porque la nominación propuesta encuadra a este formato vincular por fuera de las determinaciones sexo-genéricas. La nueva Ley, la 26.618, abre para muchos «el derecho a tener derechos». Los nombres proponen y disponen. Luego del entusiasmo que una medida de esta naturaleza despierta en tanto avance hacia la igualación, la equiparación política, es necesaria una demora en los nombres: Igualitarios y cónyuge. De esta última acepción estamos advertidos en su etimología, el Diccionario de Corominas destaca: Cónyuge, del latín conjux- ugis, «el que lleva el mismo yugo». Las escenas de la vida conyugal que se despliegan, por ejemplo, en un análisis, dan cuenta acabada de ese sentido. El de «igualitario», es un adjetivo legítimo en el sentido de que todos somos iguales ante la ley, y en ese sentido todos los matrimonios son o deberían ser igualitarios. El problema surge cuando esta adjetivación queda pegada al matrimonio entre homosexuales, con la carga de lo igual, en su deriva de idéntico, en la vertiente del narcisismo. La máxima «amarás al prójimo como a ti mismo», que tanto le molestaba a Freud, S. (1930), alertando como el prójimo a veces me ama, pero también me odia, me usa, me goza, etc. Nosotros hoy podríamos ligarlo a que el encuentro con otro, siempre supone el registro de una diferencia. Y que, a pesar de toda la tendencia a la igualación, al Uno (¿a la clase, al género único?) un encuentro –si lo hay– siempre es entre dos, y a la opacidad fundamental que genera lo desconocido del otro y del sujeto mismo. Hasta ahora, los padecimientos de homosexuales y lesbianas, también de los transgéneros, no provienen del ejercicio de una sexualidad, sino de su cualidad de excluidos, o mar-


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ginados de una pertenencia plena a la sociedad. Esta condición, al estilo de los supuestos bionianos, particularmente el de fuga y ataque, fundó una discriminación negativa, y la unión que hace la fuerza frente a un medio adverso. Con frecuencia, la bandera política de las minorías –sexuales o no– se sostiene en la consigna de la lucha contra la discriminación. Pero la discriminación, la particularización es condición de lo singular, y pasaporte imprescindible para dar lugar a lo nuevo, y también para el trabajo psicoanalítico. El caso de los homosexuales fue inteligido, también, en algunos psicoanálisis, como paradigmático del vínculo narcisístico, es decir con un igual, en la medida en que la diferencia sexual sea la medida (¿única?) de la diferencia. Debiéramos preguntarnos por la pregnancia de algunos nombramientos: igualdad de derechos, no implica, no es lo mismo que la necesariedad de discriminar las particulares condiciones de existencia de los diferentes sujetos, así hablemos del sujeto del inconciente, como del sujeto del grupo. Conseguida la legalización en un código civil, y cierta legitimación de una elección sexual, se abre el espacio del conflicto propio de cualquier agrupamiento humano. En este caso la progresiva mengua de la descalificación exterior, puede abrir una dimensión singularizante: visualizar, entender, analizar la dinámica propia de un vínculo, donde las diferencias –ya no afincadas en la diferencia sexual– deberán hacer visibles de qué diferencias se trata cuando se trata de emparejarse a otro. Para decirlo de otra forma, si el deseo parte de una carencia que supuestamente un objeto, o el otro va a calmar, colmar, la tarea es de qué se trata en esta búsqueda de completamiento, ¿Cuál será el entramado imaginario, el acople fantasmático que garantice el lazo? Y por cierto, cuáles las vicisitudes ¿particulares? de la relación sexual que no existe. Otro parámetro que conviene hacer jugar, es el de la bisexualidad, que en términos de identificación recíproca (Ferenczi, S., 2006) consolida los vínculos amorosos, más allá de que la pareja esté formada por dos varones o dos mujeres, o por una mujer y un varón. Sabemos que los clientes de las travestis son excluyentemente varones, muchos de los cuales forman parte de un matrimonio heterosexual estable. ¿Debié-


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ramos catalogarlos como seres que desmienten la castración, que sus elecciones sexuales son oscilantes, o se trata de líneas de fuga con respecto a la coherencia establecida entre sexo-género y deseo? Gomel, S. (2005) resalta la existencia de «legalidades heterogéneas actuando en simultaneidad» y propone no reducir la diferenciación sexual propia de la escena edípica como única determinación para la constitución subjetiva. Adelantándonos a algunas ideas freudianas de los próximos párrafos, podemos preguntarnos ¿es posible reducir un encuentro sexual en su polimorfia, a la pertenencia unívoca a un género con sus pre-codificaciones? ¿No es acaso la bisexualidad, una de las maneras de inteligir al sujeto múltiple? Son preguntas que se actualizan y renuevan frente a las nuevas configuraciones vinculares de los matrimonios igualitarios. Recordemos que a nivel del psicoanálisis, el paradigma de la diferencia es sexual. ¿Cómo operan, el ordenamiento fálico-castrado en una dupla donde no hay alguien que vía mascarada, se hace el falo, frente al que cree portarlo? No se trata en el psicoanálisis ni de anatomía, ni de diagnósticos previos, sí de posiciones en lo sexual, teniendo en cuenta que esa jugada no tiene actores pre-destinados. En este triunfo del ordenamiento simbólico, no sólo sobre el plano sensible de la anatomía, sino del ordenamiento genérico, ¿cuál es el estatuto de la diferencia?

Los hechos Yo no he tenido acceso clínico a ninguna pareja ni sujeto que forme parte de un «matrimonio igualitario». En todos los casos, se trata de uniones recientes. Contamos sí, en cambio, con trabajos y comentarios, de la clínica –individual y vincular– y la teoría, de colegas en relación a estos vínculos. Mi propia experiencia incluye algunas consultas de parejas entre dos hombres. Las parejas entre homosexuales, esporádicas y estables, como sabemos, ya tienen una larga data. Cabe consignar además, que, hasta el momento los pedidos de casamiento civil son liderados por parejas con distintos tiempos previos de convivencia.


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Tengo sí el mail de un ex paciente que me dice: «Querido Norberto: Desde ayer me he acordado mucho de vos y de lo que hiciste para ayudarme en la vida a abrazar lo que quiero y defenderlo. Esta ampliación de derechos no me da cosas nuevas. Las confirma. Pero no todos tuvimos la suerte de dar los pasos necesarios para aprender a no sólo aceptarnos, sino estar orgullosos y dispuestos a defender lo que somos. Todos estos días en la plaza. Todos estos días en pequeñas escaramuzas de oficina, tratando de llevar luz allí donde el dogma cagó a piedrazos las lamparitas. Todos estos días tomándome el trabajo de hablar con cada uno de esos grupitos de fundamentalistas con pancartas pidiendo una mamá y un papá. Cuando sólo quería insultarlos (y algunas veces lo hice). Todos estos días valieron la pena. Hoy estoy orgulloso del país que logra ponerse por encima de la media y legisla para todos. Hay que seguir sin duda. Te mando un gran abrazo y el eterno agradecimiento por ese viaje maravilloso que fue mi análisis a tu lado, con tu ayuda. M.». Seguramente, este mensaje refleja el sentir de muchos varones y mujeres que pelearon por la concreción de ese anhelo. Recibí este mail, al día siguiente de la aprobación, el 15 de julio del 2010, en la Cámara de Senadores, de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. La aprobación tuvo 33 votos a favor, 27 en contra, y hubo 3 abstenciones. Argentina se constituye en el décimo país en el mundo y el segundo en América en legalizar el matrimonio igualitario, luego de Holanda, Bélgica, Sud-Africa, Noruega, Suecia, Finlandia, Portugal, España y Canadá. México lo legalizó sólo en el Distrito Federal. Pero, debiéramos no desestimar la totalidad del resultado: casi la mitad de los legisladores o no está de acuerdo con esta ley, o se abstiene. Si se tratara de no pegar a los niños, la aprobación sería del 100%. Además, no todos los psicoanalistas, a pesar de Freud, visualizan la contingencia de la elección sexual. Ni algunos de los imaginarios sociales, ni los


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teóricos, y ni hablar de los religiosos, acuerdan con esta medida. Algunas de las ideas del analizante mencionado se repiten en los dichos de los nuevos contrayentes, que tuvieron una enorme difusión mediática…. «Deseábamos formalizar nuestra relación»; «Buscábamos un respaldo legal por los bienes compartidos»; «No ganamos una batalla, sino la guerra»; «Creemos que es una herramienta para volver al diálogo familiar»; «No ser ciudadanos de segunda categoría»; «Algo que nos permita sostener el espacio de nuestra pareja», «Tener un lugar en el mundo»…etc., etc.. La presidente de Argentina, Cristina Fernández, exclamó «más que una ley es una construcción social de lo diverso, de lo múltiple». Es cierto, se trata de una ocasión histórica para la producción de lo múltiple, frente a la hegemonía de lo Uno. También de las consecuencias que la pretensión de regularizar lo indomesticable de la sexualidad puede acarrear al interior de estos vínculos, ahora entramables en un dispositivo matrimonial. Recordemos, entre nosotros el vínculo de pareja sigue siendo un dador privilegiado de identidad y de pertenencia. Los carteles de la oposición que mencionaba mi paciente, en cambio reivindican «Yo quiero un papá y una mamá»; «Sólo varón y mujer»; «Este matrimonio es igualar dinero falso con genuino»…. Hombres a casarse, putos a curarse…etc., etc. En estos dichos, anatomía ES destino, y género también. Para ambas posiciones, se vuelve imprescindible la elucidación de la dimensión transubjetiva de las representaciones sociales en la armazón de la subjetividad. La aprobación de esta ley produjo muchos pedidos de matrimonio. Que en amplia mayoría de los casos se trataba de parejas con largas convivencias previas. Algunas cifras manejadas por militantes de la LGBT (Liga Argentina de Gays, Bisexuales, Travestis, Transexuales) delatan que de esas parejas, el 60% lo son de varones, y el 40% lo son de mujeres.


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El matrimonio: genealogía mínima En relación a las formas de organizar las uniones matrimoniales, la evolución implicó un alejamiento de los dogmas y un apoyo creciente en el Derecho positivo, es decir el pasaje de la autoridad divina, a la autoridad de la razón. Nuestros antepasados puritanos presumían que los impulsos fundamentales del hombre eran inmorales y debían ser amortiguados para encauzarlos hacia lo que se considera como buena vida. Como vemos, los dispositivos tienen larga data. Esta actitud hacia la naturaleza humana que debe evitarse no se reduce a los antepasados. Es tan familiar que puede naturalizarse, y quedar como un devenir inexorable. Recordemos, la transacción sujeto-medio, una de las proposiciones mayores de Freud, S. en «El malestar en la cultura». En la civilización egipcia encontramos expresiones de androginia dentro de su mitología (el dios Happi y la diosa Isis reunían –cada uno– los dos sexos), o características homofílicas en la civilización griega, donde la falta de inhibiciones sexuales era una manifestación más del énfasis a todo lo humano, todo lo vital, incluido el sexo. Es en Grecia donde aparece la teoría de la intersexualidad humana: cada individuo posee uno y otro sexo en proporciones diversas. Hermafrodito, es el hijo de Hermes y Afrodita. El ideal del amor, dirigido a los jóvenes varones, como parte de la pedagogía y la práctica sexual pautada según el estatuto del objeto de dicha práctica. Recordemos que mujeres, niños y esclavos eran de categoría inferior. En Roma, la homosexualidad no era tan difundida como en Grecia, pero las relaciones sexuales entre varones eran consideradas normales aunque estaban más identificadas con el libertinaje que con los sentimientos positivos. Es al libertinaje y al hedonismo a lo que, con el advenimiento de la civilización cristiana –mejor dicho judeocristia-


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na– se apunta, en forma dogmática, que el potencial sexual debe estar volcado, exclusivamente, a su fin reproductivo. Se establece una modalidad de sexualidad oficial, la heterosexualidad, legalizada por los lazos del matrimonio religioso como sacramento, o civil como contrato, y una firme condena moral a cualquier clase de placer sexual. El periodo medieval –signado por la mirada religiosa– concede al marido el cuerpo, los bienes y los hijos de la mujer. A los seres humanos se les asigna una esencia sexual inevitable que dependerá, de la anatomofisiologia de sus órganos genitales, y/o por su fórmula cromosómica. En relación a esta historia suscinta, la aprobación del matrimonio igualitario puede visualizarse como una novedad insoslayable. Ya no se trata de hombre y mujer, sino de contrayentes, por fuera de sexo y género. Pero también, como en todo proceso de normalización, como cualidad de lo institucionalizado, cabe interrogarse sobre las nuevas formas de encuadrar lo ingobernable del sexo. Estamos enfrentando dos cuestiones mayores: un relevo de la heterosexualidad como norma, y un dispositivo, el matrimonio. O mejor, la correlación entre dos dispositivos.

La norma heterosexual «Nombrar es aprisionar», advertía M. Foucault. Nuestros documentos de identidad, a continuación de nombrarnos con un nombre que no elegimos, nos estampan un sexo: masculino o femenino. Lo cierto es que la sexualidad como práctica, como mandato, como fantasías, está, al menos en Occidente, en el meollo de toda definición identitaria. En el Registro Civil, y en las teorías que nos describen-prescriben. Contrariamente a la «hipótesis represiva» propuesta por Freud, S., Foucault destaca que, particularmente durante los siglos XVIII y XIX, se produce una puesta en discurso y una incitación a la confesión de las prácticas sexuales. La moral cristiana, y a su turno, el psicoanálisis, buscan en el sexo una verdad. Y


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esta búsqueda, además de irse constituyendo en un mecanismo de control, entroniza y a la vez, limita la sexualidad en su polimorfia. El dispositivo de la sexualidad moderna está montado así: el sexo se vuelve conformador de identidad, la heterosexualidad se transforma en norma –normalidad– y el dimorfismo sexual –heredero del darwinismo– queda naturalizado. Nombrar también es producir, hoy decimos, no hay identidad sin género. El exceso de significaciones que pesaba sobre «sexo» (gonadal, corporal, genético, psíquico, social, cívico, etc.), propulsa a J. Money (1972) a importar la palabra género, de la literatura a la medicina. Y comienza a denominarse género, a la construcción socio-cultural y pre-subjetiva de mujeres y varones, a partir de sus diferencias anatómicas. Reservándose sexo, para la base anatomo-fisiológica, o sexualidad, para las formas del logro de placer erótico. El proceso de entrada en la cultura es el del ingreso al lenguaje y a los géneros. Y nuestra partición es binaria: mujeres y varones. La lógica binaria es la lógica de la castración, según J. Laplanche. Los nombres producen y disciplinan. En 1870 (Katz, J., 1996), con la creación del nombre «homosexual», se abre, en oposición, el campo de la heterosexualidad. Y la modernidad inaugura la norma heterosexual como normalidad, lo que en forma automática envía a las formas del goce no heterosexuales a la trasgresión o a la patología. Los destinos de lo otro, en la mirada del uno como eje, siempre suponen diferentes grados de devaluación. Los géneros, herederos de este formato de binarismo también no podrían ser más que dos: femenino y masculino. El matrimonio igualitario, recientemente sancionado, tiene antecedentes propiciatorios: en 1973, en su séptima edición, el legendario DSM-4 elimina la homosexualidad como patología, y pone el foco, entonces, en las parafilias. Éstas, también llamadas perversiones, suponen conductas ligadas a formas del placer erótico, en las que ni el coito, ni lo genital


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son los ejes que arquitecturan la sexualidad. Perverso polimorfo era el niño freudiano, que jugaba voluptuosamente, perversos son los adultos que se demoran en travesuras que des-estiman la cópula, y subrogan la función reproductora de la sexualidad. Pensar, también, es sospechar de los nombres de las cosas. Butler, J. (1990) enfatiza la idea de que ni el género, ni la sexualidad que genera son expresivos de ninguna esencia, sino «performativos». Es decir, no sólo implica que todo decir es un hacer, sino también una prescripción de un hacer determinado. Los comportamientos que se visualizan como «propios» de cada género, no son expresivos de ninguna esencia, sino que esos comportamientos son el género que dicen expresar. Foucault, M. y a su turno Butler, J., resaltan la idea del sexo –y de los cuerpos– no como algo dado, sino construidos socialmente. El dispositivo que genera la «ficción reguladora de coherencia heterosexual» se vuelve un discurso hegemónico con tal fuerza que aun los mismos sujetos a los que condena pueden considerarlo verdadero. La fundación de una diferencia oposicional genera dos sexos ontológicamente distintos, pero también desiguales –mujer y varón– naturalmente complementables. Esta operación reduce la polisexualidad al binarismo, atributivo y también jerárquico. El psicoanálisis, y luego los estudios de género, hicieron un mentís decisivo a la correlación armónica entre anatomía, identidad sexual y elección de objeto sexual. O dicho de otra manera, entre sexo, género y deseo. Freud, S. (1905) lo establecía así «Para el psicoanálisis, la falta de toda relación de dependencia entre el sexo del individuo y su elección de objeto, y la posibilidad de orientar indiferentemente esta última hacia objetos masculinos o femeninos –hechos comprobados tanto en la infancia individual como la de los pueblos parecen constituir la actitud primaria y original, a partir de la cual se desarrolla luego el tipo sexual normal o el invertido». El objeto de la pulsión es contingente, no predeterminado, aunque el ordenamiento del Complejo Edípico hace las veces de tope y se enrola con la prescriptiva heterosexual conocida.


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No debiéramos dejar de consignar, o recordar, en este punto, que la trama edípica, supone siempre un complejo juego de elecciones de objeto e identificaciones en grados diferenciales, más allá de los reduccionismos que la descomplejizan. Roudinesco, E. (1998), comenta que alternativamente «la teoría de la sexualidad puede tornarse normalizadota, y ser a la vez instrumento de la impugnación permanente de esa norma». Más allá del dimorfismo (macho-hembra; femeninomasculismo, etc.), la sexualidad de los humanos plantea siempre inquietud, en parte por su dificultad y sus enigmáticos formatos. Staude, S. (2008) plantea que «la diferencia de los sexos es efecto de estructura por el hecho de que el humano es un ser parlante» y, en relación a su construcción cultural, alerta sobre «la imposibilidad de que ninguna de estas construcciones agote ni cierre un concepto unívoco sobre la diferencia...». Una militante travesti decía más simplemente «sexos y géneros hay tantos como personas». El rescate, el desafío de albergar lo singular también es la tarea para los nuevos matrimonios igualitarios, los conforme quien los conforme. La creciente casuística en el campo de transexualidades y transgénero ilumina el campo proteiforme de la sexualidad humana. Freud, S. decía en las «Conferencias de Introducción al Psicoanálisis» que «La elección de objeto homosexual es una ramificación regular de la vida amorosa». No sólo quedan diluídas las diferencias entre neuróticos heterosexuales y homosexuales, sino que ambas posiciones son conductas sintomáticas, no estructuras. Además, no debiéramos olvidar que con frecuencia tendemos a visualizar los formatos de pareja, los dispositivos matrimoniales, y las dicotomías planteadas en el orden sexual, como hechos naturales, que siempre fueron así. Es decir, perdemos de vista su genealogía y su carácter de producciones socio-históricas. Las producciones culturales tienen como característica principal el que no se vea que son construcciones culturales. Y last but not least, es imprescindible recordar que toda patologización de


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formas del placer legaliza la intervención del poder médico, psicológico, etc.

Dispositivos Dispositivo es una noción que inaugurara Foucault, M. en Arqueología del Saber (1985). Y que ha sistematizado Agamben, G. (2007) que define a los dispositivos como «un conjunto de discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones, reglamentos, leyes, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas. Es la red que se establece entre esos elementos». El dispositivo tiene una función estratégica, generativa. Como el plus que producen los agrupamientos, el ejercicio de su poder produce sujetos dóciles, manejables. El matrimonio es un dispositivo social, así como la terapia de parejas es un dispositivo clínico. En Foucault, M. el dispositivo vincula con la gobernabilidad, que ameritaría ser tenido en cuenta, recontextuado, en la conformación de lazos estables como los de una familia, o una pareja. Que un vínculo se vuelva gobernable, supone cierta cristalización de expectativas y conductas. Una armonización entre desempeños de roles y la eficacia en los logros. Se relaciona también con lo que Hegel, F. (Agamben, G., 2007) llamó positividad, hablando de la religión positiva –a diferencia de la natural– que él describe como «Sentimientos impresos en las almas mediante cohersión, y que de resultas producen mando y obediencia». Estas características ejemplifican un modo de la gobernabilidad. El mandato bíblico de «no es bueno que el hombre esté solo» vehiculiza a la pareja como un destino casi propio de la hominización. Pero, a veces, esta positividad se vuelve un obstáculo para la libertad. Nosotros podríamos hablar de dificultad para la subjetivación: los hombres proponen, y los dispositivos disponen. La obediencia, si bien puede implicar limitaciones, reaseguraría la pertenencia y el reconocimiento.


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Recordemos, en ese sentido, algunas expresiones de los militantes gays-lesbicos antes mencionadas. El dispositivo del matrimonio, sirvió también para garantizar la división férrea y nada igualitaria de los géneros. El patriarcado naturalizó una relación asimétrica entre varones y mujeres, y el matrimonio fue también un medio de dominio. El dispositivo de la sexualidad, y del matrimonio, intentan encauzar la ingobernabilidad de la sexualidad, a través de formas discursivas y no discursivas que tienden a ontologizar las diferencias.

Y ahora ¿qué? E. Roudinesco (2003) destacaba el caso de los homosexuales que terminan reclamando la legalización de la unión civil con sus parejas, como pasaporte de ingreso al orden burgués. Lo paradójico es que el deseo es pertenecer al mismo orden, que estigmatizó sus vidas, patologizó sus conductas, y en muchos casos las criminalizó. Como si todo el padecimiento del que fueron objeto por sus familias y la sociedad quedara anulado por el gesto adaptativo de formar parte de sus instituciones. Tenemos como ejemplo de esa tendencia, el caso de los travestis y transexuales que apuntan a la operación quirúrgica de reasignación de sexo, que es, entre otras cosas, otra forma ilusoria de re-ivindicar un exclusivo orden de la heterosexualidad. El lugar que precede –ser hombre, ser mujer– constituye la subjetividad, pero a la vez obstruye la subjetivación. Hay algo de clausura en lo genital, si sólo habilita una sexualidad monomorfa, en lugar de un erotismo caótico, polimorfo. Aquel que el mismo Freud insinuaba así: «El sentimiento de dicha ocasionado por la satisfacción de un movimiento pulsional indómito del Yo es incomparablemente más intenso que la saciedad que procura una pulsión domesticada».


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Los comentarios esperanzados de los recientes contrayentes destacan, en cambio, las ventajas no poco importantes que el casamiento legal viene a aportar: La inclusión de la pareja y la familia en los sistemas contributivos de salud; la pensión al sobreviviente, en caso de muerte de uno de los cónyuges; las cuotas alimentarias post-divorcio; los derechos sucesorios, etc., etc. La dimensión de lo autoconservativo, se amplía notablemente ahora que el derecho se alinea con la diversidad. Los homosexuales y lesbianas han ingresado al mundo oficial, ahora tienen una pertenencia más completa. Varios de los consultados resaltaban, la posibilidad de que esta sanción les permita reconciliarse con sus familias, o realizar una fiesta de casamiento, y hasta poder reivindicarse frente a los propios hijos. Esta inserción social ganada supondrá a cambio una adhesión a las regulaciones propias de la sociedad, que ahora les da existencia plena. En términos de P. Aulagnier (1988), este «Contrato narcisista» incluirá ganancias y cesiones. Para las parejas entre homosexuales, es el tiempo de cosecha, de un fruto largamente trabajado y anhelado. ¿Qué tendrán que resignar o entregar homosexuales y lesbianas para la ganancia de ser considerados ciudadanos en igualdad? El matrimonio, que, al menos en Occidente fue la institución que reaseguraba el sujetamiento de las mujeres, y la posición jerárquica de los varones (el jefe de la familia), suponía un contrato de fidelidad mutua. Pero en los hechos, se fue naturalizando la doble moral sexual para los varones y la docilidad pedida a las mujeres, a costa de su propio erotismo. Y la división sexista de tareas: varón proveedor, mujer reproductora. Todo en formato dicotómico, roles opuestos, identidades conocidas y opuestas, garantía de una complementariedad que estructura al Uno, tan caro a la episteme de Occidente. Es el mismo modelo de pareja heterosexual heredado, y el matrimonio, los que reclaman actualizarse. Paradójicamente, la sanción de esta Ley de Matrimonio Igualitario hace luz sobre el formato desigual del matrimonio entre heterosexuales. Las bases del derecho de familia siguen siendo las mismas: prescripción de la monogamia, asentada


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en relaciones sentimentales y de cuidado mutuo; crianza de los hijos, que se desarrolla bajo tutela del Estado. La cuestión es que la diferencia de sexos como condición de la unión arrastra desigualdades que quedaron naturalizadas: por ejemplo, la pregnancia del apellido paterno por sobre el materno; la guarda de los hijos pequeños otorgada a las madres, por fuera de su eficacia criadora; la férrea división de roles que sostiene la pregnancia –luego del divorcio– de las figuras de «alimentos» y «régimen de visitas» para el padre no conviviente; la no sanción aún del régimen de Tenencia Compartida en relación a los hijos, etc. y los correlatos de formatos subjetivos que esos instituidos generan y hacen perdurar. Por algo decía Groucho Marx «El matrimonio es la principal causa de divorcios». Tenemos necesidad de certezas, tal vez como resguardo identitario, pretendiendo ratificar o refutar fuertemente algún concepto, alguna línea directriz. Aunque algunos tramos de este trabajo pueden sonar a conclusiones cerradas, también y principalmente, frente a un acontecimiento como la sanción de la Ley 26.618, valen más las preguntas que las respuestas. El entrecruzamiento entre dos dispositivos, el de la sexualidad y el del matrimonio, admite y espera trabajo teórico y clínico. Elucidar críticamente nuestras convicciones, ratificarlas temporalmente, o –como decía Wittengstein– arrojar la escalera que nos acercó a esos planos del entendimiento. A veces pasa que lo que se expulsa por la puerta reingresa por la ventana. En un comentario periodístico surge una pregunta ingenuamente válida, por parte del entrevistador: –En los divorcios de matrimonios igualitarios de varones, por ejemplo ¿las juezas fallarán a favor del pasivo–? En el imaginario que genera esa pregunta, no puede concebirse un vínculo diferente, tiene que haber un activo y un pasivo, no como rasgos contingentes sino en su versión estabilizada, ontológica. El pensamiento binario no se rinde fácilmente, ni con una ley que cuestione y que ponga en duda ese mismo binarismo. La promulgación de la ley de Matrimonio Igualitario puede abrir camino a un acontecimiento, a un pensar nuevo, que seguramente tendrá que lidiar con las tendencias reformistas,


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habitualizadas que han vehiculizado las formas instituidas de pensar al sexo y a la pareja.

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Resumen El trabajo discurre en las consecuencias posibles del llamado Matrimonio Igualitario, a partir de la legalización en Argentina, del matrimonio civil entre homosexuales. Se correlacionan el dispositivo de la heterosexualidad como normativa y el dispositivo matrimonial, en relación a conceptos del psicoanálisis y de las teorías de género. Y las derivas vinculares que esta modificación de la Ley puede acarrear, en relación a las nociones de sexo, género y deseo. También sobre el encuadre instituído del matrimonio tradicional. Palabras clave: Dispositivos. Matrimonio Civil. Heterosexualidad. Homosexualidad.


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Summary Egalitarian Marriages The paper deals with the possible consequences of the so called «Egalitarian Marriage», from the legalization of civil marriage between homosexuals in Argentina (same-sex marriages). It is correlated the dispositive (device) of heterosexuality as a norm and the dispositive of marriage, in relation to concepts from psychoanalysis and gender theories. And the link derivations that can take place from the modification of the Law, in relation to the notions of sex, gender and desire. And also in regard to traditional marriage setting. Key words: Dispositives. Civil Marriage. Heterosexuality. Homosexuality.

Résumé Marriages Egalitaires Ce document traite des conséquences possibles de ce qu’ on appelle «Mariage Egalitaire», après la légalisation dans l’Argentine de le mariage civil parmi des homosexuelles. On fait des corrélations entre le dispositif de l’hétérosexualité comme une règle et le dispositif du mariage, par rapport des concepts de la psychanalyse et des théories du genre. Aussi, les dérivations relationnels qui peut avoir après la modification de la Loi, par rapport a les notions du sexe, du gender et du désir. Et aussi, en relation au dispositif du mariage traditionnelle. Mots clés: Dispositifs. Mariage Civile. Hétérosexualité. Homosexualité.

Resumo Casamentos Igualitários O artigo conjectura alguns das conseqüências posibles de o que da en llamar «Casamento Igualitário», depois da legislação em Argentina do casamento civil entre homossexuais. Se correlaçoan o dispositivo da heterosexulidade como norma com


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o dispositivo da casamento, desde os conceitos de psicanálise e as teorias de gênero. Além disso se propõe analisar as derivações que circulam no vinculo depois lá modificação da Lei, desde as noçaos de sexo, gênero, e desejo, mais também en relação ao dispositivo do casamento tradicional. Palavras chave: Dispositivos. Casamento Civil. Heterossexualidade. Homossexualidade.


Derivas de la subjetividad en la Clínica Vincular Psicoanalítica: al encuentro con la familia Galván

Alicia González Cruzado *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 1, 2011, pp 71-116


(*) Licenciada en PsicologĂ­a, Universidad de la RepĂşblica, Uruguay. Psicoanalista Vincular. E-mail: maralice73@hotmail.com


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«Causa común» La clínica psicoanalítica vincular con frecuencia nos sorprende y descoloca, por los efectos de presencia en la escena que se arma con el analista. Sobre los aconteceres de una situación terapéutica es que me propongo producir –junto al lector– algo del orden del pensar. En el itinerario de este encuentro y las vicisitudes de esta consulta familiar, esbozaré algunas líneas posibles que aporten hacia la comprensión de un territorio complejo, sobre mutuas afectaciones entre analista y familia. Propongo ensayar un pensar clínico, más que trasmitir un saber sobre el hecho clínico en sí. A modo de mapa de situación acudiré a bibliografía específica sobre características del psicoterapeuta según investigaciones recientes en psicoanálisis. Concibo el encuentro clínico con las familias –en este caso, la familia Galván que trae consigo un fuerte padecimiento–, en el territorio de emergencia de nuevas subjetividades. Encuentro que acontece en diversos escenarios; transcurriendo en un espacio/tiempo en el que será posible ir esbozando líneas, trazas, composiciones configurantes, creaciones y, acaso invenciones, con sus intensidades propias. En ese contexto una marca/seña produce en mí –analista implicada en la situación–, una cierta toma de distancia de modelos explicativos y saberes totalizantes. Me dejo atravesar por aportes de otras disciplinas y exploro nuevos modos del pensar vínculo y subjetividad en tanto producción, que al producir se produce, conservando para sí esa potencialidad. Desde el momento del pedido de consulta, solicitada por la familia e intermediada por un abogado, intuyo que estoy transitando sobre terreno resbaladizo. Acaso en aguas fronterizas entre la clínica, la justicia, la ética… la condición humana.


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I. De la clínica: pensar una clínica en situación La tragedia familiar: uno de sus integrantes es asesinado por un consanguíneo. A tres semanas, solicitan consulta con un analista vincular, luego de haber atravesado históricamente –juntos como familia y por separado–, por diversas instituciones de salud mental que les proporcionaron variados tratamientos. Con muchos interrogantes emprendemos un recorrido, que irá armando un complejo tratamiento, del cual una nueva perspectiva de la clínica comenzará a esbozarse para mí, siendo éste un punto de especial interés para profundizar. El relato clínico se resiste a ser presentado como una crónica ordenada desde una temporalidad lineal. Va sucediendo y al hacerlo, diseña cierto fragor potenciado por el acto de escribir. Es como si al sucederse la escritura, ésta, pautara sus propios ritmos y derroteros. Me dejo llevar adentrándome en el transcurrir de los pensamientos, como efectivamente ocurrió en el encuentro clínico. Los sucesos fluirán. Las primeras interrogaciones surgen acerca de mis posibilidades de acompañarlos y de resonar empáticamente con los Galván, ya que se trata de una situación muy particular. Se hallan en un terreno lindero entre salud mental, la ley, la justicia, el hecho público, los trascendidos de prensa, la condena social; conformando elementos atípicos para una consulta con un analista. Las preguntas que atraviesan el trabajo, giran en torno al campo de problemas de la subjetividad, particularmente en aquella que es producida, como algo del orden de la novedad, en el encuentro entre analista y pacientes-familia. ¿Qué se mantiene y qué se modifica en la técnica psicoanalítica en este tipo de intervenciones que, como se verá, resultan atípicas? Se hace preciso repensar algunos conceptos tales como encuadre y dispositivo, transferencia-contratransferencia y pensar en otros, como neutralidad y abstinencia; impli-


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cación; afectación; el vínculo como producción «entre» que no antecede a los sujetos, sino que los instituye. En este escenario se despliega cierta tensión, la que me propongo, sea sostenida, más que aliviada o capturada por una explicación.

La familia Galván Los Galván son una familia constituida por padre y madre –Gema y Efraín– separados hace diez años y tres hijos –Esteban, Rogelio y Tigresa– entre la adolescencia y la juventud. Provenientes del interior del país, de familias de origen humilde, se presentan pertenecientes a la clase media alta. Hablan de su afán de superación, logrado a través de la pareja matrimonial siendo ambos muy jóvenes. Obtienen un nivel de instrucción muy superior a sus familias de pertenencia, lo que les permite ascender en la escala social, hasta lograr posiciones de destaque y reconocimiento profesional, resultando evidente el nivel de superioridad de Gema respecto a Efraín. Mientras él se presenta de muy bajo perfil, ella se muestra avasallante. En la asignación de roles de la pareja, él es descrito como el blando, ella, representa la mano dura, aunque ineficiente a la hora de fijar un límite y mantenerlo. Hablan de alianzas de tipo perverso madre e hijos a espaldas del padre. La pareja parental proveniente de numerosas fratrías, testimoniaba desde ambos lados, la existencia de hermanos portadores de patología psiquiátrica grave. Dicen de Esteban, el mayor de los tres hijos, «era niño maravilloso», «deseado casi con locura», fruto de las primeras etapas idealizadas de amor-pasión de la pareja. A él le siguen Rogelio, y Tigresa, quienes llegaron «por accidente», de encuentros fortuitos a lo largo de la tormentosa relación de la pareja.


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Gema y Efraín, reservaban para sus hijos elevadas y mesiánicas expectativas, cuestión que la droga, conductas desviadas o apatías y, sobre todo, la enfermedad mental de Esteban, llegan para desbaratar. Dichas expectativas parentales sobre su descendencia, las asocian a los humildes orígenes de ambos, cuestión que en las primeras etapas del desarrollo de los niños Galván, les es devuelta con creces. Esteban mostró precozmente sus dotes artísticas, exhibiendo un talento especial para la música. Ya entrado en la pubertad, desarrolla un talento para las letras con cuentos cortos y poesía. Es justamente a partir de sus escritos que comienzan a evidenciarse las ideas delirantes. Esta etapa coincide con el inicio en el consumo de drogas y abuso de alcohol, sostenido y avalado por la familia. Rogelio era permanentemente comparado con Esteban, quien le hacía sombra. Poco se esperaba de él. Su carácter «desafectivizado», lo mantenía distante de la dinámica familiar, limitándose a cumplir con sus estudios aceptablemente, sin grandes ruidos ni complicaciones. No llevaba amigos a la casa y sus actividades se desarrollaban mayormente puertas afuera. Tigresa era para sus padres una niña inteligente, un poco distraída, de bajo rendimiento escolar a causa de su desinterés. Apática, abstinente y sin grandes dotes, logró con esfuerzo terminar el bachillerato ya en tratamiento familiar. Según la narrativa familiar sobre aquellos años, Esteban parecía brillar hasta enfermarse, mientras que Rogelio casi no existía y Tigresa se desdibujaba hasta desaparecer, instalando progresivamente un trastorno alimentario que la llevó a perder mucho peso y a estar en riesgo, sin que fuera registrado por el entorno familiar. Sólo a partir del tratamiento que los Galván inician conmigo, con Tigresa de 19 años y una situación comprometida, pudieron actuar en consecuencia.


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Los hijos menores se fueron acostumbrando a arreglárselas solos, más a partir del diagnóstico de esquizofrenia de Esteban, que acontece siendo ambos menores de diez años. Aun antes de formalizado el diagnóstico psiquiátrico del chico, la familia había realizado consultas con profesionales de la salud mental por una serie de malestares que hacían difícil la vida juntos. La pareja parental se separó escandalosamente, con tormentosos episodios e infidelidades. En el relato atribuyeron la causa de ruptura a la enfermedad psiquiátrica del primogénito de trece años por aquel entonces. Gema y Efraín, no lograban acuerdos sobre el tratamiento de Esteban, sobre todo en relación a micro-narcosis e internación. Los hijos vivían alternativamente en el hogar paterno o materno, sin orden preestablecido ni hábitos de continuidad, pero intentando sistemas de turnos, en los que Esteban era el centro de la atención y los otros dos, figuras satelitales. En momentos de aparición de la sintomatología esquizofrénica, Esteban y Tigresa mantenían una alianza sólida, siendo ésta la única capaz de interpretar el ánimo del muchacho, desde inicios de la enfermedad, era escuchada y adorada por él, cuestión que hizo que sus padres delegaran en ella los cuidados cotidianos, hábitos higiénicos y alimentarios. Mientras tanto Rogelio permanecía alejado de la complicidad fraterna, sintiéndose excluido y tomando distancia de la conflictividad. Ilusionaba vivir una vida casi normal, pasando más tiempo en casa de sus amigos que en la propia.


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La vida familiar La vida de los Galván transcurría de forma desorganizada y caótica, rigiéndose por la impulsividad. Esteban –tierno y violento a la vez– tornaba imprevisible el relacionamiento al interior familiar. Los estados delirantes o excesos por consumo de sustancias, potenciaban ataques de furia e instalaban un estado de amenaza, tejiendo una trama del orden de lo aterrador. Esto acontecía en los períodos entre internación e internación, en los que el chico pasaba temporadas en casa de sus padres. Efraín parecía tener una tolerancia mayor e ingresaba a sus episodios delirantes, mientras que para la madre eran del orden de lo intolerable, reaccionando evitativamente. Episodios de violencia diversos involucraban a padres e hijos y a los hermanos entre sí. Eran recurrentes las amenazas con cuchillo de Esteban hacia los demás, aún estando dormidos, despertándose con las amenazas del chico. Rogelio y Tigresa pasaban días deambulando en la calle o en casa de amigos, prófugos de la mirada parental. Todo parecía estar permitido en un hogar liberal y progresista, fuertemente marcado por una ideología de izquierda. La permisividad parental era tal, que el consumo de marihuana a nivel doméstico no reconocía diferencias generacionales. Las posibilidad de armar alianzas parentales era débil como cuando permanecían casados. Esto ocasionaba en sus hijos vivencias de abandono y desprotección, con el beneficio de actuar a su antojo. En este lapso ambos progenitores formaron nueva pareja.

Breves episodios – En un confuso episodio, durante una de las crisis de Esteban, intenta abusar sexualmente de Tigresa, confundiendo la ternura que ella le prodigaba con interés sexual. Estaban


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solos en la casa paterna. La adolescente consternada, se defiende y avisa a sus padres. Aterrada por no poder reconocer ese ataque, proveniente de su hermano tan querido, no encuentra eco ni comprensión parental, sino más bien reproches y acusaciones. Si bien Gema sintoniza un poco más desde su ser mujer con la chica, ambos, en sus argumentos priorizan la patología de Esteban, reclamando tolerancia a Tigresa, ésta deja de ser una apoyatura para él, alejándose resentida. Este evento produce lo que en el relato familiar denominan «un cataclismo». Estupor e ineficiencia parental para resolver esta y otras tantas situaciones de la convivencia entre los hermanos, como entre sí, culminan en la decisión, avalada por especialistas: que los hermanos no convivan bajo el mismo techo. La tensa conflictiva situada ahora en el ámbito fraterno ya no será resuelta. Serán frecuentes las fugas de Tigresa y Rogelio del hogar, como también las repetidas fugas de Esteban de los lugares de tratamiento. – En otra ocasión, Esteban estaba viviendo con su padre en la casa de veraneo, prende fuego parte de la biblioteca familiar, reduciendo a cenizas algo sumamente valorado: los libros. Llega su padre mientras Esteban permanecía sentado en el piso con la mirada perdida, delirando. Ante tamaño espectáculo, Efraín se arroja al suelo de frente a su hijo y sin mirarlo, se larga a llorar exclamando «¡No sabía que sufrías tanto hijo!» Efraín conecta pasivamente con la patología del chico, recluyéndose dentro de sí mismo, mortificándose, sin posibilidades de abrazarlo, ni de contener el desborde. – Gema y sus hijos fuman marihuana y todos lo saben. Cada uno suele hacerlo en su grupo de amigos, en salidas, pero no en presencia de los otros. Cierta noche, Gema estaba en su casa reunida tomando alcohol y de fumata con compañeros de trabajo –más próximos a la edad de sus hijos que a la suya propia–, cuando llega Rogelio. El chico pensaba cam-


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biarse y volver a salir, pero el ambiente lo sedujo y se integró a la reunión con naturalidad y beneplácito materno. Van llegando otros amigos de Rogelio, se suman a la «fiesta» y el caño no alcanza. Gema delega en Rogelio conseguir más. Sólo un par de días después se entera que esa fue la primera vez que el chico compraba para su consumo. Ella se arrepiente, pero esto describe un modo de funcionamiento familiar, un modo de circulación de la vincularidad y de la proximidad peligrosa que Gema mantiene con sus hijos, no sólo con Esteban, sino con todos. La madre no respeta los límites corporales de sus hijos, volviéndose intrusiva, tratándolos como si fueran ella misma, indiscriminadamente. Que madre e hijo fumen marihuana juntos, describe una situación determinada. Nos habla de un corrimiento de los lugares de madre, de hijo; de cómo circula entre ellos lo permitido y lo prohibido. ¿Qué efectos de presencia impone el estar juntos? Parece que esa presencia del hijo/amigo simbólico, no logra sacar a la madre del lugar de amiga de sus amigos, entonces los chicos se acomodan como pueden a la situación. Permanecen allí compartiendo la fiesta… todos… juntos, peligrosamente juntos…

«Sobrenombres» para decir de sí y de lo innombrable «Lo siniestro es aquello que, debiendo permanecer oculto, se ha revelado». Max Schelling

Todos en la familia Galván, tienen sobrenombres, menos Esteban. En tanto primogénito, éste es obsequiado con un nombre grandioso, homenaje a una figura revolucionaria mítica de América, admirado por sus padres, quienes pertenecían a una clase política e intelectual de izquierda, en la que militaron ya sea en su juventud y su vida profesional. Gema, nombre que elegí para la madre, lleva el nombre de una piedra preciosa, a su vez llamada en diminutivo. Se mues-


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tra potente y poderosa, con gran determinación y fuerza de roca. En su familia de origen, siendo la menor de nueve hermanos, es la única que tiene un nombre original. Tiene a su cargo hasta entrada la vida adulta a uno de sus hermanos esquizofrénico con quien mantuvo un fuerte lazo. Efraín, el padre, es apodado en diminutivo y alude a la fragilidad de su aspecto. Su presencia contrasta con la de Gema. Juntos acentúan sus diferencias. Hijo mayor de siete hermanos, dos de ellos esquizofrénicos, mantiene una conflictiva relación de amor-odio-rivalidad, focalizada en temas de orden económico y de herencia. El hijo del medio, Rogelio, porta un diminutivo de alguien que vive huyendo. De cierta forma a ese juego jugó en el tratamiento vincular comprometiéndose más con cuestiones atinentes al vínculo fraterno que al parento-filial. Las sesiones con sus padres presentes se tornaban incontrolables. La violencia que era capaz de desatar con su padre, el supuesto «manso», arrojaron luz sobre la circulación de lo tanático familiar. Con una inicial relativa adhesión al tratamiento construyo una aceptable alianza terapéutica y se fue trabajando sobre la indicación de una terapia individual, cosa que concreta con un terapeuta varón. La hija menor, a quien llamé Tigresa, en la realidad también lleva un nombre felino, unisex y ambiguo. Versátil modo de nombrar a la hija, que siendo la menor, tendrá que jugar a ser extremadamente plástica y adaptable, e ir amoldándose a todo. Por momentos su presencia, manifestada por su andar felino, se torna «silenciosa» y «casi transparente» según se definirá más adelante. De aspecto ambiguo, casi andrógino, pálida, alta y muy delgada. Se muestra con cierta falta de cuidado o con un cuidadoso desaliño que tiende a ocultar su femineidad, con ropas holgadas y amorfas. Usa colores oscuros, mayormente negro, el que luce desteñido y contrasta con su palidez. Gusta de los atuendos artesanales, como zapatos y bolsos que cuelgan como al descuido, de sus hombros, collares de materiales naturales.


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Ante la contundencia de la «herencia maldita» de las familias de Gema y Efraín, la enfermedad mental resulta innombrable. Sus hijos sólo registran «titulares» escuetos sobre el mal que ronda la familia, cuestión que no se aborda descarnadamente hasta el tratamiento familiar.

Los hechos se precipitan... «El lugar más peligroso en la sociedad moderna es el hogar» Anthony Giddens

Era un día de otoño y acababa de amanecer. Madre e hijo se alejaban por un camino de tierra, de la chacra en donde Esteban había permanecido internado durante los últimos seis meses. Gema sintió frío. Un frío inusual para esa época, e inmediatamente intentó abrochar el saco de su hijo. Él se resistió con un gesto brusco, forcejearon y sin mediar palabras la madre lo arropa. Esteban estaba siendo externalizado de una comunidad terapéutica situada lejos de la capital, ambos se dirigían a la casa materna. Era el día de su cumpleaños. Ella albergaba la ilusión de un festejo familiar en un clima amigable. Al día siguiente, el joven sería trasladado a una institución psiquiátrica tradicional, con otro perfil terapéutico. Lejos de ser un día festivo, poco a poco se fue transformando en un día difícil. Los malentendidos y desencuentros familiares fueron corrosivos para la desilusión materna. La hermana menor con sus actitudes evasivas, la indiferencia del hijo del medio y la propia desgana de Esteban, la pasividad paterna, hicieron que se fuera perfilando un sinsentido del festejo. La esquizofrenia, las drogas, la violencia, e incluso, la propia dinámica familiar que arman entre ellos, crean un clima propicio para que advenga la tragedia.


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Toda la familia se hallaba inmersa en un hondo padecimiento, no obstante, la locura parecía estar reservada para el hijo mayor, quien con sus producciones delirantes, sus reacciones intempestivas y arranques violentos, encarnaba un lugar que parecía serle legado transgeneracionalmente. A las diez de la noche Esteban estaba tirado en la cama, desganado. Su madre contemplaba el rostro desencajado con ternura y tristeza a la vez. Lo mira casi sin verlo. Piensa en el bello rostro de su hijo amado y lo percibe desdibujarse progresivamente, con la mueca de la enfermedad mental; la seña del sufrimiento; la soledad más profunda. Esteban dormita, ella se inquieta. Parece perturbada, desasosegada. Se levanta y abre los placares, revisa entre sus cosas buscando algo. Hurga entre los estantes. Parece que la cabeza le va a estallar, acuden muchas ideas, muchas imágenes, de sus hijos aún niños; de las vidas tristes y turbulentas de los últimos años. Aturdida, la película en su cabeza se hace cada vez más veloz. Las crisis violentas de Esteban se agolpan como imágenes cinematográficas hacia delante, hacia atrás, van, vienen, un caos. Cumpleaños. El festejo trunco. Festejo que sólo ella deseaba. ¿Deseaba? Callejón sin salida. Atrapamiento. Dolor. Sinsentido. Violencia. Amor. Pasión. Desgarro. Gira hacia donde estaba Esteban. Lo contempla nuevamente. Piensa… vivió una vida difícil, pobrecito Esteban. Sin embargo ahora parecía tranquilo.


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Cuanto más tranquilo él, más inquieta ella. Gema lo mira, buscando algún gesto en su cara, alguna expresión. Intensamente, agitada, palpitante, desesperada, alienada. No soporta vivir así. Ya no más. No desea seguirlo viendo sufrir. Quiere otra cosa para él, y para ella. Otra vida para todos. En ese clima tenso y alienado transcurren lentos los minutos de ese día veintitrés, poco antes de las veintitrés horas. Madre e hijo juntos. Juntos y profundamente solos. Desde esa soledad inmensa y desvalida, la madre pone fin a la vida de su hijo. Ese día veintitrés, a las veintitrés horas, Esteban es sorprendido por una muerte prematura. Muere en brazos de su madre, quien confundida, lo mira con amor y estupor a la vez. Así quieta y desolada, Gema permanece un rato –no pudiendo precisar cuánto– abrazada al cuerpo inerte de su hijo. Al cabo de un tiempo, llama a la policía para entregarse. En un plan repasado frecuentemente en su fantasía, Gema había decidido quitarse la vida luego de ultimar a Esteban. 1

1

Respecto al móvil del filicidio, se diferencian dos tipos: el filicidio altruista asociado al suicidio, que Gema planificó inicialmente y el filicidio cometido para aliviar el sufrimiento de la víctima, que finalmente acometió (Naranjo Jimenez, 2005).


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Pero, en los últimos tiempos comenzó a sentir que debía permanecer viva por sus otros hijos y responsabilizarse de sus actos. Así que preparó cartas para cada uno de ellos, dejó dinero e instrucciones de cómo proceder. En su declaración judicial no tuvo la menor piedad hacia sí misma. Sus pensamientos se dirigían a no agravar el estigma que significaría para Rogelio y Tigresa cargar con más sangre a la tragedia familiar. Por ello dice encontrar valor para no quitarse la vida y afrontar los hechos.

II. Aspectos teóricos que hacen piegues con la clínica Algunas características del terapeuta desde investigaciones recientes en psicoanálisis Por las particularidades del tratamiento con la familia Galván, resulta interesante realizar un breve recorrido sobre desarrollos teóricos acerca de las características del terapeuta, provenientes de investigaciones en psicoterapia psicoanalítica. Poch y Avila Espada, (1998), plantean que: «…el valor terapéutico deriva no de factores específicos relacionables a la teoría o la técnica específica, sino a elementos comunes que comparten todas ellas, y en especial lo que hace a las características del terapeuta, expectativas del paciente y credibilidad de la terapia utilizada.(…) un buen desenlace terapéutico depende de las características del terapeuta, del paciente y en particular, del desarrollo de la relación que se establece entre ambos». Continúan: «las mejorías de los pacientes no están íntimamente ligadas a las técnicas terapéuticas (Lambert, 1989) y por tanto sería necesario estudiar con más ahínco la manera en que el terapeuta participa con sus características personales y profesionales» (Poch, Avila Espada, 1998, pág. 73).


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Prosiguen los autores enfatizando factores tales como el interés, ayuda hacia el otro, respeto y dedicación al paciente. Según Lafferty, los terapeutas más eficaces poseen alta comprensión empática, presentan menor directividad, valorando el reto intelectual como motivación terapéutica, percibiendo y explicitando los progresos en el tratamiento. En cambio, terapeutas menos eficaces muestran baja comprensión empática, mucha directividad, dando apoyo y disponiéndose rápidamente a ver progresos. La mayoría de los estudios coincide en que el terapeuta pueda manifestarse como un personaje real, que hace evidente su compromiso. Que exprese y comunique cuidado, interés, respeto y preocupación humana hacia el paciente, factores fundamentales para una buena alianza de trabajo. Poch, Avila Espada (1998) sostienen que la única intervención específica relacionada con buenos resultados fue la interpretación del terapeuta al paciente seguida de afecto.2 En relación al proceso analítico, Helmut Toma y Horst Kächele (1985) plantean que éste es un factor decisivo. Sostienen que en la definición de proceso ya está implícito el modelo con que se está operando. Por su alta complejidad y sus infinitas variables, el proceso analítico se presta para que cualquier modelo pueda justificarse, y esto entraña un doble peligro: teórico, porque viene a confirmar la teoría presupuesta (que de hecho se convierte en irrefutable), y práctico, en cuanto priva al analizado de su libre espontaneidad. No obstante, los modelos son necesarios, para poner orden en la inmensidad de los datos clínicos. En sus aportes enfatizan que la observación no será estereotipada sino heurística, abierta a lo que está pasando y puede pasar. El modelo debe servir para describir y no para prescribir. 2

Sin diferencias entre interpretaciones transferenciales y no-transferenciales, además provocan también respuestas defensivas. La especificidad de un tratamiento no radica en los conceptos teóricos que usa el terapeuta, sino en la singularidad de los mecanismos de cambio que es capaz de activar en el paciente. Plantean una imagen menos perfeccionista de la psicoterapia, cuyos resultados se mantienen cinco años (Poch, Avila Espada).


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Sobre la clínica y los dispositivos de atención a la salud mental, Rodríguez Nebot (1995, 17) plantea que «En nuestra herencia pesan como relación de desconocimiento los dispositivos sedentarios».3 La naturalización de los dispositivos, lleva al desconocimiento sobre la clínica y una operación epistemológica que tiende a separar al sujeto del objeto, es más, no da cuenta de la implicación del observador que realiza una operación sobre el objeto y redunda inevitablemente en su transformación. Dicha transformación implica necesariamente el acomodamiento del sujeto y del objeto y viceversa del objeto sobre el sujeto. Esto lleva a entender a las clínicas como operaciones de corte muy complejo… (Rodríguez Nebot, 2004, pág.18). Plantea la dificultad de ciertas formas subjetivas que desbordan los encuadres psicoterapéuticos, así como las herramientas conceptuales de captura y propone pensar en las clínicas, en lugar de la clínica. Coincido con el autor con que desarrollar la clínica requiere una actitud de investigación y cuestionamiento del propio saber, como del no saber, como gesto ético, interrogándose sobre la propia práctica. Comparto planteos de Gáspari (2000) a propósito del analista y el trabajo de teorización de sus prácticas, enfatizando un pensar desde lo situacional y desde el vinculo terapéutico y su posibilidad de producir subjetividad desde un trabajo afectado.4

3

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Aquellos heredados de la psiquiatría, la medicina y de la psicología del two bodies. Dispositivos en los que se diagnostica, evalúa, examina y categoriza a los pacientes, haciéndolos entrar en el DSM4. Éstos manejan una concepción de lo normal y lo patológico que cristalizan en el imaginario social (pág.17). «La interrogación teorizante intrínseca a la posición del analista en relación con sus prácticas implica un trabajo afectado. Es preciso que se abra paso a través de una diversidad de planos: la del campo contratransferotransferencial de la clínica, pero también en el trabajo sobre las transferencias a los maestros, las propias experiencias analíticas, las institucio-


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Deseo reflexionar sobre la dificultad que conlleva el modelo de investigación en psicoterapia, como procedimiento metodológico, en el que el analista está involucrado en los procesos, sin desconocer la gran utilidad que aportan a la clínica sus desarrollos. Resulta un gran desafío poder hacer referencia de ellos, habiendo participado emocionalmente de los mismos. Desde la perspectiva de la necesaria involucración del terapeuta en los procesos psicoterapéuticos, es que –tensando un poco más aún– planteo pensar desde la afectación como modo de producción, según planteos de Deleuze. Él concibe la subjetividad desde la posibilidad de afectar y ser afectado, como modo intensivo de producción. Desde estos modos, considero que adquiere un primer plano la escena de la vincularidad, como entidad con potencia configurante. El vínculo terapéutico produce efectos que no pueden ser pensados desde la exterioridad, sino desde el entramado mismo del devenir de la vincularidad entre terapeutas y pacientes.

Pensar en la familia Galván y su situación «En situación» En esta segunda parte hablo de pliegues, entendidos éstos como cierta concepción de espacio-tiempo singular. En un diálogo –a veces tenso– teoría y clínica producen transiciones, tramos y territorialidades, escenarios de encuentros y des-encuentros. Sobre la trama vincular con los Galván, realizaré algunas consideraciones. Ellos –su realidad familiar, su situación vital– podrían entenderse desde diversos enfoques, con sus respectivos conos nes de pertenencia, los textos. Trabajo afectado por un lado, por la facilitación a que esa heterogeneidad de planos se constituyan en un punto ideal que ejerce censura y que, desde esa ilusoria garantía, se configure e interprete la realidad. La disposición a indagarlos, por otro lado, implica la aceptación del convite al riesgo de que los fundamentos establecidos queden conmovidos, eventualmente disueltos» (Gaspari, 2000, pág. 41).


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de luces y sombras, según se tomen diversos aportes teóricos del Psicoanálisis Vincular. Realizaré un recorrido sobre algunos elementos del estado actual del conocimiento, reconociendo que se trata de una teoría que se viene elaborando y generando continuos aportes. Más que llegar a conclusiones acabadas e interpretativas –cerradas en sí mismas– resultó interesante sostener el desafío de dialogar entre diversos modos de entender el funcionamiento mental familiar y sus interacciones. Nutriéndome con los aportes teóricos, poniéndolos a trabajar, siento que me muevo en un sentido diferente. Voy por otro camino, con otras intensidades. Algo del relato hace borde con cuestiones de la ética, pero también desborda, dejando un resto no elaborable… no asible… Los excesos que los Galván han ido desplegando durante el proceso terapéutico, evidenciaron una complejidad, que requería multiplicidad de aportes, cada uno –parcialmente– arrojaba comprensión. ¿Era suficiente el conocimiento del que disponía?; ¿alcanzaba para comprender la magnitud del exceso?; ¿de sus intensidades, de la afectación…? Acaso estos aconteceres familiares excedían lo aprendido, lo sabido, lo pensado. Estaba presente también la esquizofrenia y sus producciones propias, que merecía una consideración especial.


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Desterritorializando saberes hacia un pensar posible «Pensar es experimentar, problematizar» G. Deleuze 5

Apenas tres semanas sucedida la muerte de Esteban, los Galván solicitan la intervención6 en un escenario complejo: madre presa, padre viviendo en una localidad del interior, hijos deambulando por ahí, sin atreverse a volver a la casa materna, donde tuvo lugar el deceso. Tigresa expresa «estamos muy perdidos, no sabemos qué hacer ni a dónde ir», refiriéndose a ella y Rogelio. Pregunta sobre la posibilidad concreta de atenderlos en el establecimiento penitenciario. En ese primer contacto expresa que su madre cometió «homicidio piadoso», figura jurídica que toda la familia compartía. Dada la complejidad de la situación y el alto impacto emocional que generaba en el interlocutor, con intensidades cercanas a lo siniestro, el desafío mayor fue rescatarme en mi posibilidad de un pensar posible, luego, de intervenir. Pensar acaso suponga crear posibilidades para el ejercicio de pensar de otro modo. Acaso desde una cierta deriva, dejar venir los hechos en devenir, cuestión que incluye el afecto. Adentrándome a pensar la situación a la vez que desterritorializándome de otros recorridos –ya trazados y reaseguradores– de la clínica familiar, cierto nomadismo se abría camino. Fui tomando distancia relativa del saber previo y aceptando que habitaba una clínica en la que, en todo caso, algunas respuestas se irían desplegando en el transcurso del proceso. Algunos interrogantes iniciales:

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«Foucault», 1987. La portavoz es Tigresa, primer miembro familiar con quien establezco contacto, a través del llamado telefónico. Manifiesta la necesidad de ayuda, planteando la posibilidad de un tratamiento familiar con un analista vincular de la Asociación a la que pertenezco.


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– capacidad de escucha, empatía, comprensión del sufrimiento familiar; – alianza terapéutica y la producción de una vincularidad posible ante una situación clínica poco frecuente; – posibilidades de aproximación al sentir/vibrar familiar, produciendo cierta novedad, ante la circularidad repetitiva que los Galván exhibían; – aspectos éticos y la pregunta sobre lo humano, en un registro diferente al de la moral; – posibilidad de que aconteciera el acto analítico, sin el baluarte reasegurador del encuadre garantizado por el consultorio; – dudas respecto a una intervención posible sobre el psiquismo en una institución total de encierro como la cárcel, poniendo el cuerpo a la situación siendo «visitante»;7 – posibilidad de establecer un encuadre con cierta movilidad; enunciada y configurable en el desarrollo del proceso, para alojar la situación;8 – neutralidad; – abstinencia; – implicación; – sobre-implicación como riesgo. 7

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En un trabajo anterior (2006) desarrollábamos este concepto en torno al psicólogo que se traslada a la comunidad y porta un encuadre de abordaje diferente al que se maneja en ese contexto. Con su estar/hacer distinto,interviene generando efectos de presencia, sobre los que es preciso detenerse a pensar en cada situación, en tanto modalidades de producción subjetivante. Madre recluida en prisión; pareja parental separados; hijos deambulando de un lado a otro.


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Sobre el matar y el morir... en la dinámica intrafamiliar «…esto ominoso no es efectivamente algo nuevo o ajeno, sino algo familiar de antiguo a la vida anímica, solo enajenado de ella por el proceso de la represión». Sigmund Freud 9

¿Cómo es que el horror tiene su sede y apoyo en lo familiar-hogareño precisamente? Gran interrogante en la dinámica familiar de los Galván y el trágico desenlace de este drama. ¿Alcanza con pensarlo desde una falla en los procesos de la represión? Los Galván mediante Gema, su «mano dura», quebrantan una ley fundamental de la convivencia entre humanos: el «no matarás», que si bien tiene su origen en postulados antropológicos, se cruza con lo social y lo jurídico. Los Galván en pleno, en los momentos siguientes a la muerte de Esteban, se aglutinan en un relato que ampara y alivia: el homicidio piadoso,10 sin ponerlo en cuestionamiento. La madre, según argumentan, realiza un intento desesperado de conjurar la esquizofrenia que les había sido legada transgeneracionalmente a ambos progenitores en sus respectivas familias, que nominaron la «herencia maldita». Diciendo «ya no poder más» del pedido telefónico, decían que la única salida posible es el sacrificio y su producto, el asesinato. Parecería que no logran sostener el contrato narcisista teorizado por Piera Aulagnier (1988) que une las generaciones, 9 10

1919, pág. 241. En esos momentos no había lugar a preguntas posibles sobre otros modos de resolución del conflicto y la enfermedad, pero rápidamente, incluso para asombro del analista, estos interrogantes surgieron y con fuerza desmoronaron colectivamente la comunidad de desmentida familiar.


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y que liga al niño al nivel socio cultural; que lo recibe y antecede, pero también lo inscribe en un linaje. Comienza a resquebrajarse la alianza fraterna en el episodio de intento de abuso sexual hacia Tigresa. En ese momento la relación entre los hermanos, habiendo sido muy sólida, comienza a desmoronarse, generando un caos familiar y nuevos intentos de organización. Los padres no pueden preservar la circulación narcisística del amor entre hermanos, éstos se cargan de culpa, resentimiento, en un escenario donde Rogelio queda desterrado del interés parental. Es como si garabatearan una producción vincular familiar en la que alguien debe dejar de existir para garantizar la permanencia de la familia y terminar, ilusoriamente, con el sufrimiento que les viene siendo legado y que padecen generación tras generación. De cierto modo, cada uno de ellos, muere. Hay algo que comienza a adquirir un modo singularizante, si bien se aborda colectivamente y tiene que ver con las posibilidades de duelar al hijo/hermano muerto y a la esquizofrenia que con Esteban intentan matar en el imaginario grupal familiar.

Acerca del desamparo y la crueldad «La ternura es el primer elemento que hace del sujeto, sujeto social.» Fernando Ulloa

Gema en su modo de relatar la muerte de Esteban y como la ejecuta, muestra un aspecto llamativo en la circulación familiar del afecto. Lo hace desde una distancia afectiva considerable, ubicándose en un lugar de ternura y comprensión, como quien arma un relato dictado desde un discurso sagrado. Sin dudas, sólo certezas… «Ya no daba para más»; «detener su sufrimiento»; «así no valía la pena seguir viviendo»,


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«el sin sentido por la vida fue lo que me impulsó a decidir hacerlo el día de su cumpleaños». Los sentimientos de odio enmascarado, posibilitan que efectúe la aniquilación del hijo, escondiéndose digamos «locamente» en lo tiernamente protector. Pero también se puede entender de otro modo, como se planteará más adelante. Los Galván configuran en el discurso familiar un primer momento de «homicidio piadoso», con absoluta certeza. «Para que no sufra más», repiten a coro en los primeros encuentros conmigo. Fernando Ulloa (1998, pág. 1) en su trabajo «Desamparo y creación» propone la crueldad como el desamparo mayor. Plantea la «encerrona trágica» como «paradigmática del desamparo como situación de dos lugares sin tercero de apelación en donde la víctima, tal vez para dejar de sufrir o para no morir, depende de alguien a quien rechaza totalmente y por quien es rechazado…». Define la crueldad como «el fracaso del primer amparo al que todos estamos destinados: la ternura». Pensar en el fracaso de los amparos primarios en Esteban, no impide pensar en la propia Gema de la infancia, en tanto hija menor de madre añosa con una prole numerosa e hijos enfermos mentales. Ulloa plantea que si bien Freud dijo muy poco acerca de la ternura, la define como la coartación del fin último pulsional, que depende de un tercero y agrega: «Si pensamos paradigmáticamente como agente de la ternura a la madre, también depende que la función paterna, sea ejercida concretamente por el padre o por los demás contertulios de la ternura, la sociedad. Cuando no hay coartación de este fin último, se recrean las condiciones de la encerrona trágica…» (pág. 2). Desde este panorama aparecen ciertos «ruidos» conceptuales, que si bien pueden resultar esclarecedores para intro-


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ducirnos en los afectos que circulan entre los Galván, tales como: ternura, crueldad, amor, pasión, e intentando dar lugar al contexto social en el que los sujetos están inmersos, comienzo a vislumbrar que se erigen como conceptos de lo UNO, comenzando a mostrar cierta insuficiencia a la hora de elucidar la vincularidad. Pensar en términos de víctima-victimario –binarismos de oposición– no me ayudan a pensar los hechos, más bien lo hago desde configurabilidades múltiples de apoyaturas e imposiciones, no sólo de padres hacia el hijo enfermo, ni de los sanos sobre la enfermedad, sino de un mundo de estipulaciones inconcientes producidas en la trama «entre» familiar. Enfatizo que para resonar con Gema y su situación de dar muerte a Esteban, no podría hacerlo solamente en términos del par víctima-victimario. Si así lo hiciera, no sólo obturaría la escucha, sino que me pondría en una postura altamente vulnerable, más cercana al juicio crítico que a la de analizar. Acaso la encerrona de los Galván es tal que todos en esa red que configuran, quedan apresados. El abandono de los contertulios, también lo podemos pensar como: – Las limitaciones de los alcances de diversas instituciones del sistema de salud mental, que los Galván transitaron a lo largo de penosos años, aún antes de diagnosticada la esquizofrenia. – Del escaso sostén familiar de la familia ampliada, con quienes no contaban como reservorio afectivo. Es llamativa la ausencia de figuras como abuelos o tíos u otros que representaran figuras amparadoras, con posibilidades solidarias en la crianza de los hijos. Estaban solos ellos cuatro, a merced de sus pasiones. En ese escenario surge la figura de matar por amor.


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– Los Galván exhibían figuras de soledad y desamparo, mostrándose amurallados. Permanecían capturados en sus propios límites de lo vergonzante: Esteban, el loco, el paciente designado por la familia, el esquizofrénico, potencialmente enloquecedor y adicto a las drogas. Las demás conductas desviadas de sus hermanos, sin embargo no eran semantizadas por ellos con el peso de la gravedad de aquélla. Toda su pequeña célula familiar –progenitores e hijos–, sufren el derrumbe de tener que aceptar en su seno, al diferente, al «tocado». – Deben tramitar la renuncia al niño maravilloso, al narcisismo herido de ese proyecto de hijo que se ve morbosamente suspendido y con lo que dicen no poder ya más. Instalan una lógica del uno u otro. – En este contexto, arman entre todos una figura dramática, en la que la única salida que aparece como posible es la del sacrificio y su producto: el asesinato.

Detenerse, desacelerar, suspender... para producir un «encuentro» De cierta forma, todo tratamiento que se inicia, pone en juego la neutralidad11 del analista y una reflexión posible sobre su implicación. Es preciso que éste suspenda el juicio valorativo, para lograr un encuentro posible. El primer encuentro con los Galván se da con Tigresa en mi consultorio. Ante su presencia advierto algo del orden de lo paradojal entre el sentido de su verdadero nombre y su fragilidad. Ya en esa primera entrevista, en la que logramos buena empatía, percibo una alta vulnerabilidad y veo a una 11

«…entendida como su grado de implicación, no puede –¿no debe?– quedar afuera. Para hacer algo frente al sufrimiento del otro, hace falta un analista vivo, no atado a posiciones caricaturescas, con memoria y con deseo. El analista, para serlo, está «condenado a investir» su clínica libidinalmente» (Waisbrot, 2002, pág. 46).


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adolescente en riesgo. Extremadamente delgada, con evidentes intentos de mostrarse segura ante mí y ante la situación dramática que estaban viviendo. Considero el encuentro clínico, como posibilidad de potenciar el juego de afectaciones mutuas, capaz de hacer sombra en el entorno, incluso sobre la propia causa judicial que recayó sobre Gema: «homicidio especialmente agravado, con premeditación y alevosía». Si ésta ocupara un primer plano, posiblemente obturaría mi mente, era preciso «suspender». Mi primer encuentro con Gema en prisión fue decisivo en el devenir del tratamiento, para reconocer elementos de mi propia resonancia afectiva12 en una situación que hacía frontera con lo ominoso. Era necesario experimentar como efecto de presencia no anticipable, las posibilidades de establecer una alianza terapéutica y estipular las constantes de un encuadre especial y un contrato de trabajo dentro de la institución carcelaria con sus lógicas de funcionamiento. Fue necesario detenerse para analizar momentos decisivos, como la necesaria desapropiación de categorías de pensamiento del tipo «madre asesina». Me refiero a la posibilidad de suspender momentáneamente, en una suerte de disociación instrumental, el peso de dichas categorías de juicio, para aproximarse al padecimiento de quienes solicitan la consulta y resonar afectivamente con esta mujer/madre y su situación. A lo largo del tratamiento con los Galván, he recurrido a categorías de pensamiento tales como suspender, desacelerar (Lewkowicz, Cantarelli, Grupo Doce, 2001), de modo tal

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Coincido con los planteos de Rojas (2000) sobre el encuentro en el doble sentido de conocerse en un tiempo y espacio común y, sobre todo, en la posible fundación de un vínculo que en cierta forma habilite la emergencia de la novedad en la repetición.


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que posibilitaran habitar una situación desde el deseo, pero también y casi paradojalmente, con cierto grado de estupor e incluso por momentos, con horror.

III. Clínica y teoría arman pliegues y producen novedad Ingresar en prisión - conocer a Gema Ingresar a prisión es una experiencia de alto impacto. Uno va avanzando por los corredores y las puertas que antes se abrieron, se cierran tras de sí, dando paso al interior de un ámbito completamente ajeno. Uno camina escuchando el chirrido característico de cerrojos y cadenas. Uno va hacia adelante y se va representando, como en los días previos a la persona que imagino que Gema podría ser. Tal vez parecida a su hija, acaso desgarrada por el sufrimiento, abatida, desarreglada, con el típico atuendo uniforme carcelario que circula en el imaginario social. Sin embargo veo venir a una linda mujer entera y armadita,13 que se presenta cuidadosamente vestida, maquillada y perfumada. Capturan mi atención sus enormes ojos verdes. Parece no encajar dentro de la situación por la que atraviesa ni al ámbito en el que permanece custodiada. Con su aparición –casi teatral–, dice no pertenecer a ese sitio. Con su aspecto y postura se apropia del espacio circundante, pareciendo querer decir de un estar en tránsito en el penal. En esos momentos su sistema defensivo sostenido en base a negación y desmentida, configuraban la figura de «en 13

Ocurrencias asociativas: «armadita», armada, que porta un arma, que dispara un arma...


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tránsito», para inscribir luego una realidad que le permitió desplegar estrategias de apropiación subjetiva de sobrevivencia para habitar dentro del penal. Al tiempo Gema comenzaría a estar presa, cosa que no aconteció inicialmente, ya que resistía la prisión tanto como la esquizofrenia de su hijo. Ese primer encuentro con Gema en el salón de visitas, ella viene hacia mí, agradeciendo mi presencia, me saluda y me/ nos sorprende/mos con un primer gesto: al mirarnos a los ojos, espontáneamente surge un abrazo. Inicialmente cordial, luego desgarrador. Presentándose como un acto imprevisto, impensado, es preciso volverlo pensable. Quizá hayamos instaurado el primer acto de desapropiación de las categorías de pensamiento previo y produjéramos como efecto, un acto subjetivante, juntas. Agradecimiento, abrazo, presencia, van configurando un espacio de producción, precisando detenerse, desacelerar, suspender… Gema y yo, en ese encuentro, cobramos entidad, en tanto fuimos capaces de producir con la presencia de una y otra, en un hacer-decir, distinto al esperado, vinculándonos. Acaso la diferencia, que da lugar a lo ajeno del otro, tuviera que ver con cierta evanescencia de la ecuación «madre-que-mataa-su-hijo», para dejar venir otras cuestiones. Dice Deleuze: «No es que un término devenga otro, sino que cada uno encuentra al otro, un único devenir que no es común para los dos, puesto que nada tienen que ver el uno con el otro, sino que está entre los dos» (Deleuze, G.; Parnet, C., 1980). Una y otra, Gema y analista palpitando, componen un campo de producción subjetivante, en el que no hubo una y otra, o una u otra, o dos otras, sino acaso, un nosotros, que el abrazo capturó. Un «nosotros» afectado que sellaría otro modo de entender y habitar la situación que tiene que ver con poner el cuerpo. Modo de pensar el encuentro con los Galván, esbo-


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zando márgenes para el surgimiento de la novedad, entre lo repetitivo. Ambos aspectos estarán presentes en el proceso, incluso el aspecto de repetir en diferencia.

Una indicación posible: tratamiento familiar «Las relaciones de poder tienen como limite la prohibición de matar al otro, y requieren aceptarlo y hacerle un lugar».14 Isidoro Berenstein

¿Por qué la indicación de tratamiento familiar para el padecimiento de los Galván? Pregunta que es preciso formular con cierta independencia de aquello que piden los consultantes. La madre formula el pedido que concreta la hija menor, intentando cumplir funciones maternales aun desde prisión. El «no matarás», garante necesario de los vínculos consanguíneos y del orden social, es destituido con el acto filicida.15 Algo sucede entre madre e hijo, pero también algo excede y trasciende la relación madre-hijo y –encarnando en ambos–, expresa algo del orden de la circulación de afectos familiares. Considero que desde un plano de las relacionabilidades, es conveniente no centrar exclusivamente la mirada en el vínculo aquel que hace ruido o síntoma. La alternativa es transitar las composiciones familiares, desde el seno mismo de la producción del conjunto, proponiéndoles pensarse como entidad. Algo de lo colectivo en tanto producción entre dos o más, atravesados generacionalmente con sus legados, se perfilaba allí, haciéndolos decir a través del hacer, pero también a través de lo que callan o dejan de hacer o dejan hacer… a otros. 14 15

2007, pág. 96. Si bien las relaciones de poder son inherentes a la vincularidad, «Las relaciones de poder tienen como limite la prohibición de matar al otro, y requieren aceptarlo y hacerle un lugar» (Berenstein, 2007, pág. 96).


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Al solicitar la consulta familiar, que acuerdan con ciertas condiciones,16 admiten que eventualmente esas producciones vinculares, podrían ser objeto de un «tratamiento» distinto. Si bien Efraín, en un primer momento se recluye en su casa de verano, lejos de la ciudad, planteando la necesidad de estar solo, se hace presente telefónicamente el día de la primera entrevista y más adelante acude a las sesiones con sus hijos. Cuando consultan, los Galván se presentaban en fragmentación, con mal-estares, des-encuentros, frustraciones y situaciones de violencia. El diálogo no era fácil, de hecho a la primera consulta acude sólo Tigresa por un «malentendido». Se va visibilizando un modo de funcionamiento de uno u otro, sin lugar para cierto despliegue de conflictividad y su tramitación. Una indicación de tratamiento familiar se propone para ligar, enlazar tanta dispersión causada por la fragmentación. Funcionaban de estallido en estallido, con la modalidad «portazo y me voy». La familia se define por la pertenencia a un sistema de parentesco. Naturalmente conlleva la idea de permanencia y perpetuidad, propia de los vínculos de sangre, estando allí para siempre. Los Galván en cambio, producen cortes, interrogando pertenencia, permanencia y perpetuidad. Voy acompañando esos cortes a un ritmo suave, sosteniendo la incertidumbre acerca de lo que vendrá, antes de cuestionar o de pensar/proponer, otra lógica de los hechos. Desde esta línea se comienza a trabajar desde diferentes escenas y actores, se recorta para «reunir» e ir hilvanando, a 16

Explícitamente el padre solicita no cruzarse con su ex mujer, hasta no estar seguro de poder tolerar ese encuentro, cuestión que se considera oportuna. Pasan tres meses hasta que la familia completa se reúne en sesión.


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medida que van produciendo y tolerando, una historia en común. Desde los postulados del Psicoanálisis, la familia interviene en la construcción del psiquismo de sus descendientes, y aun portando un criterio amplio al considerar que no sea la única institución interviniente en los procesos de subjetivación y sus patologías, es la institución primera. Siendo un lugar de vida, creación y generación es que no se espera que en lo interno de la familia se dé muerte a uno de sus miembros. El «no matarás», organizador del psiquismo, deja de tener poder simbólico para los Galván. Cuando se informa al padre del acto filicida de su ex esposa, reacciona diciendo «¡Lo hiciste! Al final lo hiciste nomás!», lo cual hace pensar que el significante matar al hijo circulaba al menos entre la pareja parental como producción deseante.

Encuadre y movilidad para contener el desborde Considero al encuadre como aquello que posibilita la creación de un dispositivo para poder pensar psicoanalíticamente los hechos clínicos. Ante la situación de los Galván, el acto analítico de pensar resultó todo un desafío. ¿Cómo no perderse como analista y poder pensar? El dispositivo de abordaje diseñado, se desarrolló en varios escenarios simultáneamente: – se me consulta sobre mis posibilidades de tomar en tratamiento a la familia Galván, respondo afirmativamente; – al día siguiente telefonea Tigresa; – primera entrevista con la adolescente; – se indica para la siguiente entrevista que vengan los que deseen de la familia, acuden Efraín, Tigresa y Rogelio;


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– comienzan a gestionarse los trámites legales para el ingreso del analista a prisión. Se entrevista a la madre y los hijos; – cercanamente a los tres meses del deceso, el padre participará en sesiones familiares esporádicas que los incluirán a todos; – en un principio se realizaron sesiones semanales entre padre e hijos en el consultorio; – en algunas ocasiones se abordó el vinculo entre hermanos y otras junto a su madre; – se realizaron sesiones semanales con la madre y los hijos, sobre todo con la hija menor, en el establecimiento penitenciario; – se realizaron sesiones individuales con la madre. Este suceder de hechos vertiginoso, instaló un primer acto analítico de permanecer, de ser garante de cierto sostén, poniendo e imponiendo en/la circulación de palabras el sufrimiento. La puesta en presencia –entre ellos, entre sí y conmigo– fue movilizando las posibilidades de drenar el dolor y paulatinamente alojar el desafío de pensar. Pensar distinto de lo vivido/actuado. Pero las primeras instancias con los Galván teñidas de desborde y exceso, fueron naturalizando una intensidad elevada, que paulatinamente fue decantándose, con pliegues y altibajos, llegando a un ritmo de tono reflexivo mínimo como para detener el acting. Conceptualizaciones de Matus y Rojas (2000) plantean que un analista podría rescatarse en situaciones complejas como ésta, con una cierta movilidad del encuadre, más que modificando el encuadre.


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Las variables espacio temporales del encuadre psicoanalítico en prisión, fueron atravesadas por la dimensión institucional y las reglas propias del establecimiento, las que en ocasiones produjeron montos de perturbación. Aun así el acto analítico vincular fue posible, generándose un ámbito de encuentro que por momentos parecía fluir, desconectándose de la realidad material circundante.

Una clínica que testimonia la historia y el porvenir Sin desconocer el sufrimiento de todos los Galván, el cuidado de la salud mental de los hijos en situación de desvalimiento, constituyó inicialmente un eje central de la intervención. Se encontraban desamparados, en situación de vulnerabilidad donde la enfermedad mental era lo único que podía ser escuchado. Presentaban una fragilidad encubierta en una posición de todo comprensión y sobre adaptación Tigresa; rebeldía «sin causa» Rogelio. Tras un primer tramo de tratamiento con el grupo familiar, la intervención fue centrándose en la relación madre e hijos; entre hermanos y luego se intensificó con la madre recluida. Así fueron elaborando la situación colectiva y singularmente. Pensar la clínica vincular desde la implicación, supone concebir una clínica con un analista componiendo en la escena de la vincularidad, desde el vínculo, produciendo efectos-afectos-efectuaciones de la potencia. En tanto, el encuentro analítico subjetiva como producción que al producir se produce, permaneciendo la potencia para sí, en el encuentro, como plantea Deleuze. La experiencia clínica con la familia Galván, me llevó a reflexionar sobre aspectos de mi función analítica como testigo, legitimando momentos muy duros de sus vidas, la que llevaban como una enorme carga. Al relatar, movilizaban zonas enquistadas y la historia se iba transformando, haciéndose otra, al poseer un saber sobre sus modalidades de vínculo.


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Se fueron conectando con lo mortífero que juntos podían producir, con su responsabilidad en los hechos que exceden la relación de Gema y Esteban; y a garabatear la pregunta de cómo estar juntos de otro modo, o de qué otras posibilidades hubieran podido ser recorridas y no pudieron, inundados en ese «no poder más…» del pedido telefónico. Recordé los escritos de Agamben (2000), en los que menciona al testigo, a partir de relatos de los sobrevivientes de Auschwitz. Desde los aportes del Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, se ha descrito la función testimonial (Matus, Rojas, Ventrici, Zadunaisky, 2002) y su relación a la implicación, cuestiones que he venido encarnando desde esta situación clínica intensiva. Dicen las autoras: «Pensamos que la implicación pone en juego una función testimonial que supone necesariamente la presencia y el reconocimiento de otros, con los cuales armamos redes que permiten sostenernos en la subjetivación». En el encuentro analítico, yo aportaba con mi presencia –rostro, cuerpo– permaneciendo junto a ellos, vibrando afectivamente con ellos –abstinente, pero no neutral–; modos posibles de albergar una historización posible. Testimoniando desde la escena misma del encuentro. Jerarquizo la presencia, y su dimensión el cuerpo, portando un dispositivo de trabajo «psi», encuadre de trabajo psíquico para contener la angustia, independientemente del lugar físico donde el encuentro analítico tuviera lugar: en la cárcel, la sala de visita. La familia Galván construye un relato conjunto de la historia de su padecer desgarrador. Lo diseña en presencia de un testigo –su analista– y entre ellos, sobrevivientes de la tragedia, posibles salidas creativas de la circularidad mórbida de la repetición. Otro/otros que reconoce/n, sostiene/n y resiste/n a la vez, no desde una exterioridad, sino desde un «entre», armando trama subjetivante. El vínculo analítico, desde una posición de implicación, no constituye un obstáculo a resolver, sino que genera potencia productora de otras modalidades posibles.


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Destaco dos dimensiones de esta compleja trama psicoterapéutica. Una, tiene que ver con la historización; la otra con el porvenir, el acontecimiento, en tanto posibilidad. Ambas se entrecruzan y al hacerlo favorecen modos subjetivos originales de habitar el vínculo familiar. «Encontramos personas (y a veces sin conocerlas ni haberlas visto jamás), pero también movimientos, ideas, acontecimientos, entidades. Y aunque todas estas cosas tengan nombres propios, el nombre propio no designa ni a una persona ni a un sujeto. Designa un efecto, un zig-zag, algo que pasa o que sucede entre dos como bajo una diferencia de potencial…» (Deleuze, Parnet).17 En la línea de lo porvenir, el vínculo terapéutico representa una oportunidad, instalando otros modos de circulación de afectos, del hacer juntos, menos signada por la impulsividad. El proceso terapéutico armó pliegues y se metió por lugares incómodos, de malestar y difícil abordaje. Fue agenciando sentires sobre amor, odio, pasión, y sobre un horror, que nos atravesaba los cuerpos, como el estar en prisión. En algunas ocasiones llegué a sentirme a la intemperie y experimenté –no sin renuncias– que la teoría no me cobijaba y que ir siendo su analista en esta situación, no podía forzarme a hacerlos ingresar en modelos ni nosologías psicopatologizantes. Fuimos diseñando una suerte de mapa de intensidades, esbozos, garabatos y líneas del pensar. Atenta a los zigzageos, con el afecto, las resonancias, los ruidos, y los cuestionamientos. Más que con atención, diría, desde cierta afectación flotante. Considero la producción de subjetividad como emergiendo desde los efectos, los actos y modos de estar, pero no en 17

Diálogos, pág. 11.


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un sentido coagulado, sino en permanente auto-organización, en movilidad que compone diferencia. Y la cosas siguen… sigue la vida, los interrogantes e incertidumbres sobre el porvenir, sobre lo por advenir.

IV. Conclusiones que no concluyen No se trata que conclusiones que concluyan en términos de certeza, sino que en su decir, dibujan líneas para el ejercicio de pensamiento, trabajando ideas que aporten a la búsqueda de sentidos posibles. Los Galván padecieron situaciones dramáticas, entendidas no desde el par víctimas y victimarios, descentrando la conflictiva específicamente del vínculo madre-hijo. Acaso todos fueron víctimas de la situación, de la patología y de la configuración del vínculo familiar que tejieron colectivamente, con sus intensidades tramadas no sólo como familia nuclear, sino también a través de las generaciones, con fallidos intentos de transformar aquello que bajo la forma de esquizofrenia, les fue legado. Hemos atravesado a lo largo de la intervención vincular en diversas modalidades de abordaje, situaciones ciertamente dolorosas, que les permitieron confrontarse con sus producciones colectivas inconcientes de violencia; con sus modos relacionales en los que no era posible tolerar las diferencias y de un modo radical, se arrasaba con la ajenidad del otro, de modo extremo con la aniquilación que produce la muerte. También atravesaron juntos y por separado, por el desgarrador estado de arrepentimiento. En ese trayecto resultó ser tan relevante comprender el sufrimiento familiar como la posibilidad misma del pensar con ellos –en medio de tanto desborde y exceso productor de ac-


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tings– desde la potencia configurante de gestos terapéuticos, sostenes amparadores y devenires no anticipables. Concebimos el intervenir como «inter»-«venir», distinto. Junto a otros, en el plano de las relaciones «entre»-espaciamiento originales. La muerte que alcanzó a Esteban, afectó a la producción del tejido psíquico familiar. La muerte vino a poner en visibilidad modos fallidos de componer la circulación de la locura, con amenaza a la supervivencia. De los estudios consultados sobre investigaciones realizadas con «madres filicidas», éstas se correlacionan con madres protectoras y que operan como modelo identificatorio. Es significativo el relato de Gema sobre el modo de matar a Esteban. Con ternura, a la vez que con ferocidad. Tres disparos, sosteniéndolo entre sus brazos. Se muestra como una madre capaz de matar a su hijo, a la vez puede expresar agresividad hacia sus otros hijos y desarrollar actitudes maternantes y amparadoras. Referente a la alianza terapéutica con Gema y genéricamente con la familia, no fue asistida en condición de asesina, ni acaso en condición de estructura psicopatológica colectiva, sino que elegí la grilla del sufrimiento psíquico y desde allí inter-venir. Tampoco Efraín es colocado en el lugar de víctima secundaria como se ubicó inicialmente, ya que luego de un intenso trabajo sobre las alianzas inconcientes en la pareja parental, pudieron arribar a lo tanático volcado sobre su prole. En las sesiones familiares, el tema de la muerte psíquica, el morir y matar, estuvo muy presente, con una presencia cercana a lo real, a aquello que no cejaba de no inscribirse. Un horror velado por ciertas represiones, aparecía en circunstancias en estado puro.


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Lo ominoso se colaba generando en la analista producciones inconcientes que a modo de lapsus intentaban abrirse camino. Sobre esas producciones, representantes del imaginario social, fue preciso trabajar en vínculo, durante la sesión familiar. El vínculo fraterno –apuntalados por la figura analítica– posibilitó que Tigresa y Rogelio fueran capaces de drenar sufrimientos de exclusión, odio, vivencias de vacío. En ella se expresaban como la «chica transparente» y en Rogelio como el que corre veloz fuera del hogar ante las dificultades. Debieron tramitar el resentimiento hacia sus padres a los que no sentían como figuras amparadoras, sino más bien omisos. Tigresa sostuvo afectivamente los primeros tiempos de su madre en prisión, estableciendo una situación de tensión y competitividad. Se erigió en la dueña del hogar, con un alto costo. Ella fue la encargada de limpiar la sangre derramada. Las relaciones entre madre e hija fueron un hito dentro del tratamiento. Fueron suavizándose, hasta llegar a poderse escuchar e irse discriminando. Tigresa mostró una notable transformación –tal vez en parte debida a su etapa vital–, dejando atrás conductas auto-agresivas tales como compulsiones sexuales, alcohol, drogas, pero sobre todo ocupándose cabalmente de su trastorno alimentario. De adolescente andrógina autoproclamada bisexual, fue convirtiéndose en una mujer sensible, en plena posesión de su femineidad. Oportunamente se realizó la indicación a otros espacios de tratamiento personal. Logró terminar estudios secundarios y encausar sus intereses universitarios hacia lo artístico, si bien no era lo que esperaban, pudo ser bien tolerado por sus padres.


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En la actualidad, continúa sus estudios –no sin dificultades– trabaja, ahorra, viaja. Mantiene una distancia «necesaria y saludable» con sus padres. Rogelio, el hijo del medio, anduvo sin rumbo durante un tiempo, en casa de amigos, buscando figuras amparadoras en los padres de éstos. Algunos erigiéndose como objetos apuntaladores, con los que se trabajó en red. No logró terminar de encontrar su lugar en la familia, ni en la vida. Durante el tratamiento familiar expresaba manifiesta hostilidad hacia sus padres, sobre todo hacia Efraín. Hacía explícito su deseo de «quedar libre» de la situación de encierro que le imponían tanto la institución carcelaria como el tratamiento en la dinámica transferencial. Su compromiso con el tratamiento fue progresando y aproximadamente al año de la muerte de Esteban, se fue a vivir solo a un lugar neutral lejos del hogar paterno y materno. Comenzó a trabajar con responsabilidad relativa y constancia variable. Al cabo de los años, una relación de pareja pareció torcer su camino, mejorando su humor. La relación con su madre –a través de la figura intermediaria de la novia– se fortaleció. Comenzó a sentir placer por cuestiones ligadas a lo vital, lo saludable. Estableció distancia del consumo de drogas, aunque no se haya recuperado. Efraín presentaba una personalidad de base depresiva y tendencia a la melancolía. El asesinato de su hijo arrasó su vida, su cotidianeidad, sus proyectos, su futuro. Si bien tuvo períodos de adhesión al tratamiento con algunos momentos fugaces de insight en torno a la responsabilidad parental compartida y a las alianzas de tipo perverso con su ex mujer, eligió victimizarse y permaneció en la periferia de la responsabilidad colectiva de los hechos. Quedó aferrado al rol de testificar al hijo muerto, con poca movilidad para sostener o abrazar proyectos de sus hijos vivos. Permaneció anclado en el pasado infantil de los chicos, sobre todo especialmente de Esteban, obstinado en los tiempos felices de la familia unida. Se mostraba sometido a los designios de la repetición y el


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determinismo. No logró relacionarse de forma gratificante con sus hijos, pese a intentarlo. Con su ex mujer consolidaron una relación de tipo ambigua, mínimamente cordial. Fue derivado a psiquiatra e inició un tratamiento farmacológico, con relativa adherencia. Gema luego de matar al hijo y entregarse a las autoridades, consiguió cierto tope al desborde en prisión, institución total, con escaso margen para la libertad personal. Siendo la cárcel un lugar terrible, descubre que extrae un triste provecho; no sólo porque contiene su impulsividad, sino porque es menos terrible que el mundo en el que habitaba cotidianamente. Atravesó etapas muy difíciles y oscuras con fantasías de autoeliminación. El arrepentimiento llegó arrasador, desmoronando su sistema defensivo, dejándola presa del odio y la agresividad, que volcaba hacia sí misma. En cierta etapa de la intervención, se realizó un abordaje combinado entre psicoterapia y asistencia psiquiátrica, prescribiéndosele psicofármacos. Mejoró sustancialmente la relación con sus hijos, logrando tolerar las diferencias. Dolorosamente toma conciencia del mecanismo de intrusión en sus mentes y en sus vidas, como ocurrió en la relación con Esteban. Pasado el shock inicial, se mantuvo ocupada en el establecimiento penitenciario, con proyectos de trabajo, desarrollando tareas solidarias ligadas a su profesión y tutoriando a reclusas en sus estudios formales. Al cabo de la mitad de la condena, tramitando la elaboración del duelo, con sus correspondientes restos del orden de lo in elaborable, comenzó a investir un futuro posible. Realizó tareas de tipo comunitario dentro de los sistemas de trabajo del penal.


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La relación conmigo estaba cargada de un monto de idealización y ambivalencia, con ataques envidiosos, pero a través del tiempo y del fortalecimiento de la alianza, adquirió mayor tolerancia a la frustración sobre lo que pudo haber sido de otro modo y no lo fue. Llegó a ser delicada y hasta cuidadosa de mi persona, como si pretendiera manifiestamente, dosificar el horror. Junto a los avances, la duda se instala como pregunta que se resiste a ser respondida. ¿Cómo se continúa con la vida luego de haber atravesado cierto límite? ¿Es posible continuar? Tal vez sí. Tal vez alejados. Tal vez desde cierta distancia reaseguradora. Muchas cosas han cambiado, pero la vincularidad entre los Galván sigue siendo potencialmente peligrosa. Ya nada será igual para ellos. Nada será igual para mí.

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Resumen El presente trabajo trata sobre la clínica familiar psicoanalítica y aspectos que descolocan –como efecto de presen-


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cia– al analista implicado en la situación. Se concibe el encuentro clínico con la Familia Galván, quienes despliegan en el relato y la escena vincular un intenso padecimiento –ya que acontece un hecho trágico: uno de sus integrantes es asesinado por otro consanguíneo– en un territorio de emergencia de nuevas subjetividades. Se abordan aspectos clínicos con sus intensidades e intersecciones con la teoría; se profundiza sobre la posición del analista en el encuentro, al tomar distancia de saberes consumados, para explorar con ayuda de otras disciplinas un campo posible que habilite a alojar cierta novedad. Palabras clave: Clínica familiar psicoanalítica. Nuevas producciones de subjetividad.

Summary Drifts of subjectivity in the psychoanalytic clinical encounter: the meeting with the family Galván This work deals with the psychoanalytic and family medical issues that dislodged, the effect of presence, the analyst involved in the situation, the clinical encounter is conceived with the Family Galván, who displayed in the tale and the scene link intense suffering –and a tragic event happens, one of its members is murder by another in-blood, in an area of emergence of new subjectivities. Clinical issues are addressed with their intensities and intersections with the theory, it elaborates on the analyst’s position at the meeting, to take away consummate knowledge to explore with the help of other disciplines may enable a field to accommodate a certain novelty. Key words: Psychoanalytic family clinic. New productions of subjectivity.

Résumé Dérives de la subjectivité dans la clinique du lien psychanalytique: à la réunion de la familie Galván Le présent travaille est sur la clinique familière psychanalytique et les aspects qui déloge –come effet de la présence– a


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l´annaliste impliqué dans la situation. On conçu a l´ encontre clinique de la famille Galván, qui déroule l´histoire et l´scène de liens un intense souffrance –comme il arrive un fait tragique: une de ses membres est assassiné par autre du même sang– dans un territoire d ´émergence de nouveaux subjectivités. Il s´adresse aspect cliniques avec ses intensités et intersections avec la théorie; il s´approfondi sur la position du annaliste dans la réunion, on prendront distance des savoirs consumé, pour exploré avec l´aide de autres disciplines un champ possible qui habilite accueillir certain nouveauté. Mots clés: Clinique familière psychanalytique. Nouvelles productions de subjectivité.

Resumo Derivas da subjetividade na clínica vincular psicoanalítica: ao encontro com a família Galván Este trabalho trata sobre a clínica familiar psicanalítica e aspectos que deslocam –como efeito de presença– ao analista envolvido na situação. Concebe-se o encontro clínico com a Familia Galván, a qual desdobra no relato e na cena vincular um intenso padecimento, pois acontece um fato trágico. Um dos seus membros é assassinado por um outro consangüíneo, em um território de emergência de novas subjetividades. São abordados aspectos clínicos com suas intensidades e intersecções com a teoria; aprofunda-se sobre a posição do analista no encontro, ao distanciar-se de saberes consumados, para explorar com ajuda de outras disciplinas um campo possível que habilite a alojação de uma certa novidade. Palavras chave: Clínica familiar psicanalítica. Novas produções de subjetividade.


Una aproximación al vínculo (de pareja) desde las experiencias del tiempo y del espacio

Gustavo F. Del Cioppo *

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(*) Licenciado en PsicologĂ­a. Miembro Activo AAPPG. Docente UBA. E-mail: gdelciop@psi.uba.ar


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«El espacio comienza y termina donde el verbo lo indica»

1. Punto de partida Comenzaremos por definir algunos conceptos que nos permitirán circunscribir y operar en el campo de problemáticas a las que nos queremos abocar. En primer lugar, propondremos concebir un vínculo,1 como aquella experiencia compleja en la que dos otros no pueden sino verse alterados por el ir haciendo juntos; resultando así, un nosotros con efectos de inter-subjetivación y variación de la mismidad. Transitar dicha experiencia implica y requiere de un trabajo específico al que denominaremos trabajo con la otredad. Éste conlleva por lo menos dos niveles de ejecución: en el primero situaremos el «saber-hacer» con la alteridad; y en el segundo, el «saber-hacer» con la ajenidad.2 En el primero se tratará del reconocimiento y metabolización del otro como semejante-diferente, cada vez. Es decir, del otro en tanto real 3 (distinción respecto del objeto interno y la consecuente relación de objeto). En el segundo, se tratará de la tramitación de aquello del otro definitiva y constantemente incognoscible e irrepresentable, lo real del otro.4 1

Tal como lo indica el título del trabajo, estaremos hablando preferentemente del vínculo de pareja, aunque no excluyentemente. 2 Dejemos aquí señalado –ya que no lo abordaremos en esta ocasión– que el campo de la otredad también implica un nivel de trabajo intrasubjetivo, es decir, con lo otro en mí. ¿Podríamos decir también con «lo-otro-mío-en-mí»? 3 Propuesta conceptual trabajada por Carlos Pachuk (2003). 4 Idem.


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Hablamos entonces de una tensión a resolver y sostener, un equilibrio, ya que el otro será siempre en su alteridad y ajenidad, un incesante por-venir. A la vez, suplementariamente, denominaremos estilo vincular al repertorio de modos de «saber-hacer» de un vínculo. Valiéndonos entonces de las definiciones precedentes, centraremos nuestro interés en tratar de elucidar cómo un estilo vincular expresa los alcances y/o calidad del trabajo con la otredad. Para ello, constituiremos como analizador privilegiado –y por lo tanto parcial– lo que definiremos como la experiencia del tiempo-espacio-entre-dos y al interior de la misma, sus diferentes configuraciones posibles.

2. El tiempo-espacio-entre-dos 5 «Vos no me entendés, no es sólo estar juntos mucho o poco rato en un lugar lindo, es poder compartir, pasarla bien, relajarnos un poco, encontrarnos...». Hablar del tiempo no es referirnos exclusivamente a una extensión sobre la cual se imprimen los avatares de nuestra vida; es, como dirá Merleau-Ponty, no «...una línea, sino una red de intencionalidades» (Merleau-Ponty, M., 1945, pág. 425). En otras palabras, no es pensable sino abarcamos además de su dimensión objetiva (el tiempo «observado por nadie desde ningún lugar»), su dimensión vivida: aquella en la cual la primera es «afectada» por lo subjetivo (el tiempo «vivido por mí desde mi corporalidad y deseo») y por lo vincular (el tiempo «vivido por nosotros desde nuestro vínculo»). A partir de ello, estaremos diciendo que la experiencia del tiempo (o temporalidad), se irá desplegando y configurando 5

Janine Puget habla –con otros alcances– del «espacio-entre-dos».


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al ir haciendo, y consecuentemente, al ir haciendo junto con el otro: al irnos subjetivando y vinculando. Por otro lado, nunca se presenta en forma aislada, se entrama significativamente con otras experiencias y en especial con la del espacio (o espacialidad). Esta a su vez, tampoco es pensable exclusivamente desde coordenadas objetivas, ni oficiando como una superficie receptora o como una extensión desolada. Es también un ejercicio de posibilidades, de apropiación: un habitar. Por lo mismo, será siempre una «espacialidad de situación» (Merleau-Ponty, M., 1945, pág. 117) y estará también constituida desde lo subjetivo y en lo vincular. Dicho de otro modo, cualquier regulación que haga –por ejemplo– a la distancia y/o proximidad, reconocerá como punto cero o coordenada primera, a mi corporalidad; pero a la vez, en situación: es decir, que reconocerá también como afectación y/o referencia privilegiada al otro. Como dice Pélicier: «L’espace humain n’est pas le desert. Il est entiérement pénétré par le monde des relations» (Pelicier, Y., 1983, pág.14). A la trama resultante del con-fluir de ambas experiencias en los vínculos, la llamaremos «tiempo-espacio-entre-dos». Cada vínculo dará cuenta de su particular modulación del tiempo-espacio-entre-dos en la especificidad de sus intercambios y producciones (desde donde podremos inferir además, sus encuentros y desencuentros; o como veremos, sus predominancias vinculantes o desvinculantes). Si sostenemos además que, a todo vínculo, le es requerible un cierto grado de estabilidad; si ese ir haciendo juntos y esa modulación del tiempo-espacio-entre-dos expresan en algún sentido duración, resulta pertinente preguntarnos por eso «estable» que se da en la interacción y tensión, entre permanencia y cambio.


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Dos líneas de sentido se destacan al momento de pensar lo estable: una que tendería al no cambio como condición de existencia, es decir que algo «se mantiene sin peligro de cambiar, caer o desaparecer».6 La otra se orientaría a la noción de equilibrio, siendo permeable a la idea de cambio: es aquello «que mantiene o recupera el equilibrio».7 Entre las definiciones posibles de equilibrio destacaremos aquellas que, por ejemplo, apuntan a: «…armonía entre cosas diversas», «Actos de contemporización, prudencia o astucia, encaminados a sostener una situación, actitud, opinión, etc., insegura o dificultosa».8; 9 Desde este enfoque entonces, propondremos dos configuraciones posibles de lo estable en los vínculos. La primera o «permanencia estática», nos habla de intercambios y producciones donde lo estable es lo inercial, lo indiferenciado, lo repetitivo e incluso –acaso paradójicamente– lo impulsivo y/o violento (pensando aquí, sobre todo, en aquellas situaciones «naturalizadas» y/o «cíclicas»); terreno donde las experiencias temporales y espaciales, se tornan restrictivas y coagulantes. La segunda o «permanencia dinámica», es en cambio aquella donde lo estable es un fluir, un equilibrio que va promoviendo intercambios y producciones de distinto tipo que permiten procesos de diferenciación, reconocimiento y subjetivación, que posibilitan una circulación no restrictiva de las experiencias, una complejidad creativa. Ambas configuraciones «dicen» acerca de la modulación de la experiencia del tiempo-espacio-entre-dos; «expresan» 6

7 8 9

Diccionario de la lengua española. Real Academia Española (Vigésima segunda edición), en: http://www.rae.es Idem. Idem. ¿No es siempre un vínculo una situación insegura o dificultosa? No como consecuencia de un obrar u otro, sino como quehacer estructural al que denominamos «trabajo con la otredad».


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la predominancia vinculante o desvinculante de la misma; y consecuentemente, «informan» acerca de la calidad y alcances del trabajo con la otredad. Dicho de otro modo, todo ello nos permite elucidar aspectos significativos y/o predominantes del estilo vincular de un vínculo en general, o del mismo frente a una situación o problemática específica. Podemos sostener entonces, que en su devenir, un vínculo puede reconocer variaciones en su estilo vincular; las cuales a la vez pueden indicar alternancias entre las distintas configuraciones de lo estable («permanencia estática» y «permanencia dinámica»). En otras palabras –aunque pueda resultar obvio, vale la pena aclararlo– un vínculo no es estrictamente asociable a un único estilo vincular. Esto lo registraremos rápidamente, si pensamos por ejemplo, en aquellas situaciones que –retroactivamente– pueden «marcar» a una pareja; dentro de las más comunes podemos señalar el nacimiento de un hijo, la convivencia, una migración, un duelo, etc. Encontraremos allí expresiones que muchas veces refieren a un antes y un después, que perfectamente podría ilustrar la alternancia o el pasaje –con potencial riesgo o beneficio de permanencia– de una configuración a otra: – «Desde que nació Lucas estamos así todos los días, peleándonos, ya no podemos siquiera compartir algo lindo como nuestro hijo…». – «Todo empezó cuando empezamos a convivir, todo es un problema, nada fluye…». – «Cuando vivíamos en Mercedes, en la casa familiar, no podíamos hablar, no nos comunicábamos, ahora eso cambió…». – «Desde que murió el padre, se encierra, ya no escucha, no existo para él, ni nos rozamos, pasamos a ser dos extraños, estamos y punto…».


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2.1. Pausa y Ritmo10 «De tanto que hablás y no parás, no dejás un silencio para dejar al otro ser». Pausa, significa «breve interrupción del movimiento, acción o ejercicio»11 y en música es ese «breve intervalo en que se deja de cantar o tocar».12 En ambas definiciones se puede inferir una suerte de discontinuidad en un marco de continuidad, ya que se resalta la condición de breve, como duración de la interrupción o del intervalo. La pausa es entonces esa dinámica que resulta –valiéndonos de Derrida– en un «devenir-espacio del tiempo»,13 que desde nuestra perspectiva implicará un dar y hacer lugar al otro, y consecuentemente, un dar-se y hacer-se lugar junto con el otro.14 Será en tal caso, promotora de encuentro, facilitadora del mismo. Ahora bien, considerando la permanencia en simultaneidad con la dinámica, podemos pensar que por y en el ir haciendo junto con el otro, se configuran también ritmos. 10

Una aproximación a estas ideas de «pausa» y «ritmo», tuvo lugar en el trabajo grupal sobre «Temporalidad» en la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo en el que participé junto a Elena Berflein, Alejandra Besozzi, Inés Carcaci, Marina Selvatici y Adriana Zadunaisky, en 2003. 11 Diccionario de la lengua española. Real Academia Española (Vigésima segunda edición). 12 Idem. 13 Derrida, J. (1968) La Différance. Conferencia pronunciada en la Sociedad Francesa de Filosofía, el 27 de enero de 1968, publicada simultáneamente en el Bulletin de la Societé française de philosophie (julioseptiembre, 1968) y en Theorie d’ensenble (col. Quel, Ed. de Seuil, 1968); en Derrida, J., Márgenes de la filosofía, traducción de Carmen González Marín (modificada: Horacio Potel), Cátedra, Madrid, 1998. 14 En Y mañana, qué… Derrida aclara en diálogo con Roudinesco que la différance no es una distinción ni una esencia ni una oposición, sino un movimiento de espaciamiento, un «devenir espacio» del tiempo, un «devenir tiempo» del espacio, una referencia a la alteridad.


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Ritmo, etimológicamente nos remite al griego «fluir». Puede definirse como ese «orden acompasado en la sucesión o acaecimiento de las cosas»15 y también como «grata y armoniosa combinación y sucesión de voces… pausas y cortes…».16 Para la música, el ritmo es la condición misma de su existencia. En efecto, ésta se constituye por relaciones entre los sonidos y no por los sonidos mismos y fundamentalmente por relaciones con los intervalos o pausas. Se trata de una «…proporción guardada entre el tiempo de un movimiento y el de otro diferente, o entre los tiempos de dos movimientos diferentes».17 Estaría aquí implicada la noción de diferencia: sin diferencia no hay ritmo. Diferencia e intervalo o pausa hacen al ritmo. En este sentido cada vínculo, a partir de su modulación de la experiencia del tiempo-espacio-entre-dos (y del trabajo con la otredad), compone ritmos que integran el estilo vincular. Se requerirá de una dedicación suficiente y consistente para que –en su conjunto– ello pueda resultar en fuente de placer, y no de disonancia, ni malestar, ni sufrimiento; dando lugar a una consonancia vinculante. Será en la configuración de la «permanencia dinámica» entonces, donde encontraremos facilitada esa consonancia vinculante. En ella, la pausa devendrá un esperarse y espaciarse, un horadar lo inercial del mero estar, para poder darse a un habitar abierto a la novedad; y consecuentemente, a la inter-subjetivación y variación de la mismidad. Ahora bien, en nuestra práctica clínica con parejas, nos encontramos con situaciones en las cuales la pausa no logra 15

Diccionario de la lengua española. Real Academia Española (Vigésima segunda edición). 16 Idem. 17 Idem.


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configurarse; y por lo tanto, se ve dificultada la posibilidad de sostener una práctica que permita componer y desplegar un ritmo y un estilo vincular con efectos complejizantes. Esto podemos «escucharlo» en demandas vehiculizadas a través de expresiones que implican ya un cierto grado de interrogación y/o reflexión (entiéndase que esto no representa garantía pronóstica alguna), por ejemplo: «Él no logra hacerse un espacio para que estemos juntos; y si lo estamos, es a las apuradas, difícilmente termina bien». «Nos resulta difícil con los chicos y el trabajo tener tiempo para nosotros; y cuando lo logramos, seguimos hablando de los chicos o no sabemos qué hacer...». «Nuestras salidas son puro conflicto, parece mentira pero decimos tener ganas de salir y luego parece que si no peleamos nos desinflamos». O más crudamente –por así decirlo–, en demandas que distan considerablemente de la interrogación/reflexión y se estructuran en diversos niveles de actuación y/o impulsividad, de desborde pulsional. Veámoslo insinuado en este recorte de sesión de primeras entrevistas: Ella: Yo no sé lo que le pasa (solloza) desde el sábado que no me habla y duerme en un colchón, tirado en el living… Él: ¿¡Terminaste!? (Interrumpiendo). Ella: ¿Decime qué te pasa?, en casa de mi suegra me empezó a hablar mal, a humillarme delante de ellos, me basurea, me empuja… Y yo no puedo más, tengo mucho ya (llorando). Él: El sábado lo que pasó es que estábamos en el lugar de las cerámicas y en un momento yo no entendía lo que ella le decía al vendedor, le pregunté y me contestó gritándome de-


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lante de todos, con esa soberbia que tiene y a mí me sacó, me saca que… Ella: No fue así… (Interrumpiendo). Él: Pero vez que no se puede hablar, que empiezo y te superponés y ya no puedo hablar (Poniéndose de pie y gritando). El sufrimiento en estos vínculos a menudo queda expresado en episodios repetitivos y gozosos, impregnados por fenómenos de violencia de distinto tipo. En esas consultas, transitamos sesiones plagadas de sucesivas y reiteradas escenas donde la pura especularidad tensa y decide los intercambios. En la dinámica discursiva de las mismas, reinan las interrupciones, las superposiciones y los desaires. Consecuentemente, fenómenos (clínicos) como el reproche, la desconfirmación, la indiferencia, la descalificación, la agresión, etc., suelen ser figuras privilegiadas. Podríamos entonces reformular la cuestión a partir de la siguiente pregunta: ¿en qué estilo vincular es perfectamente posible un acontecer y/o sufrimiento como ése? Responderemos que cuando la modulación de la experiencia del tiempo-espacio-entre-dos produce como configuración predominante la «permanencia estática», aquello es perfectamente posible. Son situaciones clínicas donde constatamos que ese «devenir-espacio del tiempo», ese «esperarse y espaciarse», es difícilmente viable. La posibilidad de escucharse y reflexionar, debe ser construida con las intervenciones del analista (incluso a veces en forma explícita y/o como función de encuadre). Lo que en nuestras palabras podría ser, causar la pausa y así poder «equivocar» y entonces «variar» el ritmo que vienen componiendo.18 18

¿Podremos sostener también, que la pausa bien podría actuar como indicador de la permeabilidad a la terceridad en un vínculo?


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Intentemos acercarnos entonces, al posible proceso a través del cual los distintos fenómenos de violencia referidos, resultan ser la expresión privilegiada de un vínculo, al verse el mismo emplazado a un régimen de «permanencia estática».

3. De la diferencia a la disonancia «Nos duele sostener esa luz tirante y distinta» J. L. Borges

De algún modo podemos pensar que la presencia del otro implica siempre una cierta forma de violencia en tanto imposición de alteridad/ajenidad; y, por ende, una conminación o exigencia de tramitación insoslayable. Por ello, cuando el trabajo con la otredad no puede sostenerse suficientemente, puede mudar (¿en exceso?) y así emprender una escalada que rápidamente se desliza de la intolerancia a la violencia. Al decir de Rebok: «La violencia representa aquel punto del círculo infernal en el que se abrasan la omnipotencia con la impotencia, y estimulan entre ambas el crecimiento del desierto» (Rebok, M. G., 1982, pág. 38). La diferencia entonces –en tanto rasgo ostensivo de la otredad– será interpretada continuamente como lo hostil y amenazante, y se pretenderá suprimirla en un vano intento por no asimilarla. Precisamente, quien ejerce la violencia sobre un otro, lo hace por medio de un doble movimiento en el cual reconoce al otro como tal, es decir como semejante y significativo para él (primer nivel del trabajo con la otredad); y al mismo tiempo lo violenta con pretensión de doblegarlo, someterlo y controlarlo, no haciéndole lugar, creyendo destituir así la diferencia.


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El tiempo-espacio-entre-dos, el con-vivir mismo, resulta entonces en asimetría y disonancia, en nefasta dialéctica que horada y restringe el mundo de la experiencia común, el nosotros. La dinámica de la pausa resulta desalojada, y a la vez, el trabajo con la otredad cede en su calidad y alcances. El estilo vincular así forjado, denota tal insuficiencia y es el paraíso del «eterno retorno de lo mismo» –para utilizar la expresión de Niezstche. La violencia expresa entonces el fracaso del vínculo (en su potencia creativa y complejizante). «La violencia constituye un estampido sonoro que aturde e irrumpe en la cadencia del ritmo, pulverizando el vínculo».19

4. De la disonancia a la situación analítica «Hay como ruido en nuestra comunicación, no puedo hacer que me entienda, es muy desgastante». Podríamos arriesgar que la disonancia, a través de sus distintos y singulares modos de presentación, es la forma general en que se expresa el malestar con el que las parejas nos consultan. Es por ello que, el poder configurar una demanda de tratamiento en una situación analítica, es deudor de la pausa; acaso la situación analítica misma pueda pensarse como propuesta de pausa. Dicho de otro modo, la situación analítica puede devenir escenario privilegiado para la configuración de la pausa. Y que tal como la hemos concebido (aquella dinámica que resulta en un «devenir-espacio del tiempo», un dar y hacer lugar al otro, y consecuentemente, un dar-se y hacer-se lugar junto con el otro), la misma resulte en la posibilidad de componer un nuevo ritmo. El cual a la vez, como ya señalamos, 19

Borchardt, Mara.


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permita variar el estilo vincular con la expectativa de que el mismo contemple entonces, otra calidad y alcances del trabajo con la otredad. Aquí, el «saber-hacer» estará en que en ese recorte del tiempo-espacio-entre-dos, que se ofrecerá ante nosotros (y con nosotros) en la sesión analítica de pareja, podamos intervenir de forma tal, que otra modulación vaya siendo posible. Y si esto se logra, dicha experiencia (devenida recurso) podrá potencialmente por sí misma, aspirar a una consonancia vinculante como nueva posibilidad en el repertorio de modos de «saber-hacer» de ese nosotros.

Bibliografía Diccionario de la lengua española. Real Academia Española (Vigésima segunda edición) en: http://www.rae.es Derrida, J. (1968) La Différance. Conferencia pronunciada en la Sociedad Francesa de Filosofía, el 27 de enero de 1968, publicada simultáneamente en el Bulletin de la Societé française de philosophie (julio-septiembre, 1968) y en Theorie d’ensenble (col. Quel, Ed. de Seuil, 1968); en Derrida, J., Márgenes de la filosofía, traducción de Carmen González Marín (modificada; Horacio Potel), Cátedra, Madrid, 1998. Merleau-Ponty, M. (1945) Fenomenología de la percepción, Buenos Aires, Planeta-Agostini, 1993.

Pachuk, C. (2003) «El vínculo: esa incógnita», en: Revista de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo, Tomo XXVI, Nº 2, 2003. Pélicier, Y. (1983) «Introduction: la spatialité», en: Espace et Psychopathologie, Paris, Ed. Económica, 1983. Puget, J. (2005) «Desvincularse como decisión-estar separados», Conferencia Anual del Departamento de Pareja de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo, 2005. Rebok, M. G. (1982) «Antropología de la violencia», en: Escritos de Filosofía, Año V, Nº 10, Julio-Diciembre 1982.


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Resumen Comenzando por definir conceptos como vínculo, trabajo con la otredad y estilo vincular, el autor se propone elucidar cómo un estilo vincular expresa los alcances y/o calidad del trabajo con la otredad. Para ello, concibe como analizador privilegiado lo que denomina experiencia del tiempo-espacio-entre-dos y, al interior de la misma sus diferentes configuraciones posibles («permanencia estática» y «permanencia dinámica»). A la vez, aparecen la pausa y el ritmo como producciones vinculares significativas; así como, la disonancia y la consonancia vinculante. Finalmente plantea considerar la situación analítica como propuesta de pausa; y el «saber-hacer» del analista de pareja para que la consonancia vinculante pueda en potencia, formar parte del estilo vincular. Palabras clave: Vínculo. Estilo vincular. Tiempo. Espacio. Pausa. Ritmo.

Summary An approach to (couple) relationship from the experiences of time and space Describing concepts such as relationship, work with the otherness and relationship style, the author aims to clarify how a relationship style expresses the extents and / or quality of the work with the otherness. For this purpose, he establishes as a privileged analyzer what he defines as experience of timespace-between-two and within it, its different configurations: «static permanence» and «dynamic permanence». At the same time, pause and rhythm surface as significant relational productions, as well as dissonance and consonance binding. Finally, he suggests considering the context of analysis as a proposal for pause; and the know-how of the couple analyst so that the consonance binding could, potentially, be part of the relationship style. Key words: Relationship. Relationship style. Time. Space. Pause. Rhythm.


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Résumé Une approche au lien (de couple) à partir de l´expérience du temps et celle de l´espace L´auteur se demande comment un style de lien rend compte de la qualité et de la portée du travail avec le tout autre; pour s´expliquer il définit les concepts de lien, du travail avec le tout autre et les différents styles de lien possibles. Il développe son analyse à partir de ce qu´il conçoit comme l´expérience du temps-espace-entre-deux et ses différentes modalités («la permanence statique» et «la permanence dynamique»). La pause et le rythme, la dissonance et la consonance apparaissent comme des productions significatives de lien. Finalement il propose de considérer la situation psychanalytique comme une invitation à la pause; et le « savoir-faire» du couple psychanaliste pour faire de la consonance –potencialment– un possibilité de cette style de lien. Mots clés: Lien. Temps. Espace. Style de lien. Pause. Rythme.

Resumo Uma aproximação ao vínculo (do casal) desde as experiências do tempo e do espaço. Começando por definir conceitos como vínculo, trabalho com a outredade e estilo vincular, o autor propõe elucidar como um estilo vincular exprime os alcances e/ou qualidade do trabalho com a outredade. Para isso, concebe como analisador privilegiado o que denomina experiência do tempoespaço-entre-dois, e ao interior da mesma, suas diferentes configurações possíveis («permanência estática» e «permanência dinámica»). Assim mesmo aparecem a pausa e o ritmo como produções vinculares significativas; e além a dissonância e a consonância vinculante. Finalmente propõe considerar a situação analítica como proposta de pausa; e o «saber-fazer» do analista de casal para que a consonância vinculante possa em potencia, formar parte do estilo vincular. Palavras chave: Vínculo. Estilo vincular. Tempo. Espaço. Pausa. Ritmo.


INTERROGACIONES... Y PERSPECTIVAS

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(*) Grupo Relatos Clínicos: ABELLEIRA, HILDA, Licenciada en Psicología E-mail: hrabelleira@hotmail.com AMORES, SARA, Médica E-mail: saramores@speedy.com.ar BRAIER, MIRTA, Licenciada en Psicología E-mail: msbraier@yahoo.com.ar DAVIDOVICH, NOEMÍ, Licenciada en Psicología E-mail: noemid@fibertel.com.ar EKSZTAIN, MARTHA, Licenciada en Psicología E-mail: marthaeks@gmail.com MATOS, ESTER, Licenciada en Psicología E-mail: matos.ester@gmail.com PICOT, ELBA, Médica E-mail: elbapicot@yahoo.com.ar TASSART, RAQUEL, Licenciada en Psicología E-mail: raqueltassart@speedy.com.ar UNGIEROWICZ, MIRTA, Licenciada en Psicología E-mail: mirtaungierowicz@gmail.com VAITELIS, SUSANA, Licenciada en Psicología E-mail: svaitelis@fibertel.com.ar WEISER, GABY, Licenciada en Psicología E-mail: gabyweiser@gmail.com


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Taller Relatos Clínicos Del relato a la narración Atentos al quehacer de nuestras Áreas Científicas, hemos solicitado a nuestros colegas del Grupo Relatos Clínicos (*) una reseña de su tarea. Agradecemos su colaboración. –Me das tu mail para mandarte una foto de mi escultura??? –Para qué te voy a contar mi historia…entrá en el blog y tenés todo.... –Me voy a vivir a Alemania ¿podemos seguir por teléfono? –Le traje la pelea que tuve con mi novio por chat, acá tiene las fotocopias! –Bueno Lic., antes de cortar, voy el próximo martes, nos vemos, no??? –Uy!!!! cómo me irá con este tratamiento en que me metí?? Me derivan una paciente argentina que vive en Europa y que no conozco!!!!! 1 Relatos clínicos es una producción vincular que transita diversos espacios y tiempos provocando en su despliegue una transformación subjetiva de la gente que consulta, de los que reciben la consulta y de los que escuchamos esa consulta y las vamos eslabonando, con la impresión de que el compartir experiencias modifica el pensar y el hacer (pensamiento con acción que da sentido a la actividad), con la sensación de que las cosas fueron así, aunque no exactamente así y en ese movimiento algo de los otros y de nosotros cambia y permite nuevas ideas que generan nuevas producciones. 1

Las frases introductorias reflejan una de las problemáticas que abordamos en nuestro taller: la influencia de las nuevas tecnologías en la tarea terapéutica.


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Es la heterogeneidad del grupo, en cuanto a experiencias de vida, formación académica, intereses culturales, la que posibilita algo de una sedimentación rigurosa pero no rígida, un espacio de lo posible que organiza lo múltiple, combinando lo heterogéneo y constituyendo una historia. Aprendemos que en la narración que nos agrupa (organización de lo múltiple en una historia) hay algo del quién, de qué, del por qué, del cómo y del cuándo que va abriendo surcos en un camino de investigación, síntesis de lo heterogéneo que no está ya construído y terminado sino que se va construyendo y que permite considerar que somos muchos en cada encuentro, lo cual da apertura a esa construcción. Aprendemos también que la palabra va siendo 2 y que en ese ir siendo nos interpela y nos transforma y esa misma inquietud es la que nos agrupa aunando experiencias y dando lugar a conceptos tales como subjetividad errante e interrogantes acerca de qué tipos de narraciones se producen con los cambios tecnológicos, las diferencias generacionales y los diferentes encuadres. Algunas cuestiones que surgieron: ¿Qué es un relato? ¿Qué es una narración? ¿Qué es un texto? Dice Ricouer: Texto es discurso fijado por la escritura. Aclara que cada texto se encuentra respecto de la lengua en la misma posición de efectuación que el habla. Considera a ésta como la realización de la lengua en un acontecimiento discursivo. La diferencia entre habla y escritura sería entonces secundaria por estar ambas del lado del discurso. 2

«Va siendo»: el modo gerundial hace referencia a momentos no coagulados, a una construcción del tiempo durativa y no finalizada en forma puntual.


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Sin embargo, en el mundo de la oralidad el cuerpo está presente, la memoria está en la mente; en el mundo de la escritura el cuerpo del escritor está ausente y la memoria está depositada en la escritura. En el mundo de la tecnología que virtualiza el cuerpo ¿la memoria está en los archivos? Narración (deriva de enarrare: explicar): parte del discurso que expone los hechos. Novela, cuento. La narración tiene la virtud de lo heterogéneo, va construyendo una unidad de la multiplicidad pero tiene la fragilidad del lenguaje. El trabajo de la narración es entre la posibilidad y la imposibilidad. Cuando intentamos detener la posibilidad de la narración en su devenir constante y hacemos un corte, se despliega su imposibilidad apareciendo las «meras ficciones» como las llama Coetzee. Recurriendo nuevamente a la metáfora, diremos que una narración acabada es la muerte, en la narración de nuestra propia vida hay una expectativa de final que está presente. En la clínica es esperable que las narraciones se vayan transformando. La narración tiene una lógica por los conectores que la organizan, la prosa lo permite. Relato (deriva de lampo, relámpago: resplandor): acción de relatar o referir. Cuento. Como vemos, narración y relato están relacionados, pero tienen diferencias etimológicas. Nosotras elegimos nominar a nuestro Taller Relatos Clínicos, abrigando la secreta esperanza de provocar algún resplandor que nos ilumine.


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Dice Lyotard que en la Posmodernidad, a diferencia de la Modernidad, los grandes relatos y narraciones totalizadoras no son posibles. Sólo hay proliferación de micro-relatos. La poesía que no recurre a los conectores permite traducir estados más irracionales no pretendiendo ordenar ni entender, vuelve al lenguaje menos estricto y acentúa su aspecto musical. Usamos la prosa en la narración de nuestras vidas porque da un sentido más ordenado. Haciendo jugar los términos de narración, identidad narrativa, relato, prosa, poesía, nos preguntamos: ¿ la poesía es al relato lo que la prosa es a la narración? Si pensamos que el texto es un tejido epocal y que el mundo entra en el lenguaje cuando la lengua se hace habla (discurso), ¿qué producen en el relato las nuevas tecnologías? Hacemos esfuerzos por mantener formas de texto. El pasaje de la oralidad a la escritura tuvo que ver con el nacimiento de la Filosofía, permitió pensar en el alma (subjetividad, mundo interno), pensamiento de mayor abstracción. ¿Hay nuevos discursos entre la oralidad y la escritura? ¿Qué nuevo nacimiento podemos esperar? Hemos ido construyendo una modalidad de funcionamiento que, sin carecer de cierta organización, permite un fluir espontáneo y confortable del grupo alrededor del eje que nos convoca que es la clínica vincular. A veces trabajamos sobre casos que alguien presenta, a veces a partir de un tema que nos interroga es que van apareciendo las situaciones clínicas que trabajamos, otras son ideas de algún invitado que ha hecho aportes acerca de algún tema que nos interesa.


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Lo común a los relatos clínicos que vamos transitando es que siempre encierran algún desafío a nuestra intervención por plantearnos situaciones novedosas, inéditas, fuente de reflexiones, dudas. Y lo que enriquece mucho nuestro intercambio es la polifonía de voces y miradas que se aproximan a cada encuentro clínico, dada la heterogeneidad de nuestro grupo.


ARTE



Acerca de la otredad: de trauma y lazos

Norma Mondolfo *

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(*) Licenciada en PsicologĂ­a. Miembro Activo AAPPG. E-mail: nmisgalov@gmail.com.


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«Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: “Ea, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego”. Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: “Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra”. Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: “He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros”. Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie». Génesis, Cap.11 «De lo que se trata es de abordar un silencio en torno al cual se organiza el discurso y que el poema a veces descubre...» Anne Dufourmantelle (Derrida, J., 2006, pág. 3)


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I. Introducción Las dos citas elegidas como epígrafe localizan, entre el malentendido en la comunicación y el silencio que posibilita la emergencia de la verdad, la cuestión de una Otredad cuyo costado traumático se nos impone cada vez. Para hablar de ella voy a recurrir al cine… La imagen y la trama de dos producciones cinematográficas se convertirán hoy en nuestro poema, al que abordaremos como un texto. En él la palabra y la escena, como elementos discretos de un discurso, tal como sucede en el espacio analítico, serán los elementos que me conducirán a hilvanar enunciados y conceptos para aproximarme a otros escenarios menos visibles donde localizar, más allá de lo estético, alguna verdad de lo humano que toda experiencia artística intenta rodear y transmitir. Advierto al lector que mi intención no es relatar ni explicar las historias que en las películas se despliegan, sino sesgar la lectura del texto descubriendo alguno de los nudos de la enunciación en ella implícitos. Esa propuesta me obligará a recortar, reduciendo las complejidades del argumento, para transmitir las líneas asociativas que me han conducido a tales ejes, convirtiendo de esta manera este escrito en un ejercicio de la escucha de ese texto que el cine nos ofrece. Centraré mis reflexiones sobre dos producciones: Babel y Bagdad Café, ya que cada una a su manera, introducen el tema de la otredad que hoy me interesa desplegar. Los hombres dispersados sobre la tierra, tal como anuncia el Génesis, es el horizonte sobre el que se despliegan ambas películas. Ello me sugiere una primera aproximación al tema desde la figura del extranjero, el huésped y el anfitrión, conceptos trabajados por Derrida en su texto La hospitalidad. Allí el autor investiga condiciones de la realidad efectiva que le permiten avanzar sobre la otredad como condición de estructura abrevando tanto en diferentes expresiones de la cul-


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tura donde el xenos, el extranjero es el protagonista, como en los diversos tiempos de nuestra humanidad …de la Grecia antigua a la Europa actual. Sobre el final de su trabajo se interroga: «¿Somos herederos de esta tradición….hasta dónde situar lo invariante a través de esta lógica y estos relatos? Atestiguan indefinidamente en nuestra memoria…» (Derrida, J., 2006, pág. 10). Interrogante que habrá de guiarnos en nuestras reflexiones acerca del cómo se configura la otredad en el decurso del fenómeno humano. El juego etimológico que desde la hospitalidad lo conduce al término huésped le permite introducir dos antinomias: La primera está implícita en la multivocidad del término latino, el hostis es también el enemigo; la segunda tiene que ver con el idioma francés huesped, hote es también el anfitrión. La puntuación clara de estas antinomias marca el derrotero de sus reflexiones: lo extranjero, lo ajeno no tiene lugar sino en un contexto de borramiento entre un adentro y un afuera, donde la otredad, en la doble acepción de lo más ajeno y lo más íntimo, corre siempre el riesgo de ingresar bajo la forma de la amenaza. La equivalencia entre el huésped, el anfitrión y el enemigo nos conduce a la reflexión freudiana que marca la precedencia del odio sobre el amor en la apertura de la relación con el objeto: «lo exterior, el objeto y lo odiado habrían sido idénticos al principio» (Freud, S., 1915, pág. 131). El texto de Derrida transita por los lugares privilegiados del despliegue de la extranjeridad: la alteridad, el otro, la diferencia, la ley incondicional y el padre, las leyes y el deber, la pregunta y lo no sabido. También el lugar de la lengua materna ...nacimiento de lo humano y la muerte.


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Ideas que también resuenan sobre otros conceptos freudianos: la cosa en su contrapunto con el semejante; la vivencia de lo ominoso donde el horror retorna en el seno de lo más familiar; la ausencia de representación de la muerte; la formulación del inconciente como una exterioridad interior; así como de un real que no cesa de no inscribirse y una banda de Moebius que desde la topología intenta representar los estados de interioridad y exterioridad en la conceptualización de Lacan. Curiosamente las dos películas se abren con «hombres dispersados sobre la tierra» buscando disfrutar de una experiencia turística, y problemas de interrelación.... Babel nos muestra a una pareja de americanos que intentan su reconciliación a través de una excursión a Marruecos; Bagdad Café expone en las primeras escenas una violenta desavenencia de una pareja de alemanes que visitan Estados Unidos seguida de una abrupta separación. Los avatares de la alteridad se despliegan en ambas películas desde diferentes ángulos: el geográfico-cultural, la intimidad del vínculo amoroso y la emergencia de transformaciones en cada uno de los personajes que obligan a reformular la noción de mismidad. Parafraseando a Baudrillard diremos que en ambas los turistas del comienzo, interesados en un paseo seguro por un mundo diferente, se convertirán en los protagonistas de un viaje hacia lo extranjero ...el encuentro con el exotismo del mundo humano ...una Otredad que también los sorprende en su propia mismidad. «El exotismo es una especie de ley fundamental de la intensidad de la sensación ...extranjería radical que no hay que tratar de abolir en una especie de fusión o confusión general o pintoresca, sino intentar mantener como regla ...la alteridad radical es inencontrable, el objetivo se vuelve de golpe imposible ...la finalidad se sitúa fuera del juego ...la búsqueda del viaje es también la metáfora de lo imposible». (Baudrillard, J. y Guillaume, M., 2000, págs. 12, 54) Si la apertura de ambas películas es homologable, no ocurrirá lo mismo con el despliegue y el desenlace de la proble-


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mática planteada... dos miradas ¿complementarias? Para abordar la problemática de la Otredad....

II. Babel La trama se despliega en tres escenarios ...tres continentes... el hilo que los conecta es un arma asesina. África Marruecos es el lugar elegido por una joven pareja para reencontrarse en un contexto de placer. Sus dos pequeños hijos han quedado en Estados Unidos al cuidado de una niñera mejicana. Ya en las primeras escenas se anticipa la dificultad para el hallazgo de lo placiente... un clima de malestar... el enojo por el engaño y la infidelidad... la incomodidad del lugar... ajeno... desconocido... peligroso.... No muy lejos de allí un campesino compra un arma para defender a sus ovejas ... sus hijos, fascinados con el nuevo juguete se apropian de él para ejercitar el tiro que habrá de acabar con el movimiento peligroso de algún depredador en acecho. Como un juego, apuntan a un blanco móvil... un vehículo con turistas americanos... la bala se desvía y en vez de afectar la carrocería impacta en una ventanilla... la mujer de la pareja resulta gravemente herida.... Extranjeros entre extranjeros es la mejor manera con la que podemos definir el horror de las escenas que se despliegan a continuación. Lenguas, costumbres, códigos que no se entienden ... gritos ... confusión... soledad.... La película tiene, sin embargo, la virtud de mostrarnos algo muy importante para nuestras reflexiones: que la Otredad no se agota en la referencia geográfica... el resto de los turistas americanos, semejantes que hablan la misma lengua y comparten los mismos códigos rompiendo el lazo solidario se ex-


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trañan de la situación, abandonando a la pareja a su propia suerte. Y es precisamente ahí, en ese lugar extranjero donde todos hablan otra lengua y comparten otros códigos donde el director transforma lo inhóspito en hospitalario... Más allá de esas palabras que no se entienden una anciana, conmovida por el dolor físico de la protagonista le ofrece el efecto calmante de una droga que ella misma está consumiendo... una pipa de paz que ilumina, desvaneciéndolo, el dolor del desencuentro. El gesto desinteresado del anfitrión que los aloja y los traslada, rechazando el dinero con el que el americano intenta retribuir sus favores, da cuenta que el lazo solidario se abre por sobre la diferencia entre las lenguas.... La condena de Yahveh a la dispersión y la confusión en la comunicación humana se compensa en esa condición compartida de la Otredad que puede hacer germinar la semilla del encuentro. América Estados Unidos es el lugar donde los hijos de la pareja han quedado al cuidado de una niñera mejicana. El accidente retrasa el regreso e impide que la cuidadora asista al casamiento de su hijo, en México. Desesperado por su propia situación, el padre de los niños banaliza la naturaleza de la demanda y ofrece pagar él mismo otro casamiento. Demandas que no logran alojarse y anfitriones que responden desde su propio código nos reenvían nuevamente a la extranjeridad. El padre y la niñera expresan la urgencia de una demanda que el otro no logra alojar, aunque hablan la misma lengua. México es el lugar del casamiento, hacia allí marcha la niñera llevándose con ella a los niños, sin haber podido informarle a los padres de su decisión. Ya en el regreso de la fiesta una oficina de frontera es el escenario donde lo extranjero vuelve a ser protagonista: el malentendido, el otro como peligroso, la persecución y la demanda no alojada, es el horizonte que enmarca la trágica situación de ese retorno.


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La prohibición al auto que los transporta de atravesar la frontera obliga a la niñera a cargar con los dos niños caminando, bajo el sol ardiente, a través del desierto.... Buscando un vehículo que los auxilie, se extravía y se desencuentra con los niños.... Soledad... desesperación... niños en riesgo... el costo del malentendido, de las demandas no escuchadas, de lo sospechado de las diferencias.... La culpa recae sobre la niñera que pagará con su repatriación la osadía de apropiarse de esos niños, a los que ama y que han quedado a su cuidado.... También los niños de Marruecos pagarán con su vida la culpa de lo ocurrido. Una culpa que recae sobre los eslabones más débiles de una cadena de responsabilidades que la misma película se encarga de mostrarnos que siempre empiezan en otro lugar.... Asia Japón Un cazador, un arma que se vende ... es la que compra el campesino de Marruecos. El cazador es el padre de una hija sordomuda cuya madre se ha suicidado. Si la temática de la comunicación y el desencuentro atraviesa la película, este último escenario es su paradigma más cabal.... Una adolescente diferente ... aislada por su padecimiento del ruido de un mundo que no la considera, obsesionada con el suicidio, enojada con su padre... ...un aislamiento afectivo que la conduce a actos desesperados y autodestructivos... la búsqueda desesperada de un anfitrión que la aloje amorosamente... y, en un más allá de las palabras, un abrazo que sugiere un reencuentro con el padre... A pesar de alguna pincelada esperanzada, curiosamente siempre ubicada más allá de las palabras, se trata de una mirada descarnada sobre el fenómeno humano donde lo extranjero insiste bajo el signo de la hostilidad... el arma letal que organiza la trama simboliza el predominio tanático de estos encuentros que nos resuenan sobre algunos escritos freudianos: «el ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de


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defenderse si lo atacan ... sino que es lícito atribuir a su dotación personal una buena cuota de agresividad... el prójimo no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual sino una tentación para satisfacer en él la agresión ... si es un extraño para mí... me será difícil amarlo» (Freud, S., 1917, pág. 108). III. Bagdad Café Pasemos a otra mirada: ese café perdido en el medio del desierto llamado «Bagdad» al que llega la Sra. Mungshtteten después de haber abandonado a su marido será el escenario en el que todo habrá de transformarse (personajes y vínculos) y donde la protagonista, logrará a través del dificultoso encuentro con lo Otro, despojarse de sus ropas y de su apellido para recuperar, junto a su nombre propio, los secretos de la femineidad. Si en Babel el hilo que enlazaba la trama era un arma asesina, en esta película ese lugar lo ocupa un termo de café que no puede dejar de evocarnos el placer de los encuentros compartidos. Cae de improviso, viene de otro lado ... Rosenheim y reemplaza a una cafetera rota. Anticipando el despliegue de la trama, la película se inicia con una canción cuyo contenido, centrado en un llamado que apela encontrar oyente ... también le da lugar al termo, la cafetera y el café ... con lo que convalida el valor simbólico de esa escena. La Sra. Mungshtteten pide ser alojada. La apelación la convierte a ella en huésped y a Brenda, la dueña del bar, en su anfitriona. Primer encuentro tormentoso que conduce nuestra reflexión a la cuestión de la hospitalidad, el tema que hoy nos convoca. Una escena especular enmarca ese primer des-encuentro entre la huésped y la anfitriona en el que ambas secan en el rostro la huella del padecimiento... el agotamiento de una y el llanto de la otra... que ha sido abandonada por su esposo.


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Al espejo le sigue la agresividad porque el otro es un intruso que se introduce junto con un termo extraño. El nombre Rosenheim impreso en el mismo que coincide con el lugar de residencia de la alemana simboliza ese sin sentido que Brenda odia, es amenaza, en tanto como extranjero se dibuja como diferente, desconocido... otra cultura, otra lengua ... otra imagen... En ese clima hostil, la apelación de cada una a la otra provoca temor ¿qué quiere ella de mi?... un pedido que desconcierta. La alemana pide que se la aloje, Brenda, resistiéndose a asumir su lugar de anfitriona, algo a cambio: el pago. Una escena paradigmática da cabida a los pensamientos terroríficos que se agitan también en la huésped: en los ojos de Brenda la Sra Mungshtteten imagina la presencia de una intencionalidad horrorosa. Ella es la presa que hierve en una olla., esperando el desenlace de la devoración. Si la otredad, en la doble acepción de los más ajeno y lo más íntimo corre siempre el riesgo de ingresar bajo la forma de la amenaza es porque el huésped y el anfitrión, tal como propone Derrida, más que responder a la descripción de un vínculo, se constituyen como las dos caras de una moneda cuyo paradigma es la figura del rehén: «…estas sustituciones hacen de todos y de cada uno el rehén del otro … tales son las leyes de la hospitalidad... el hostis responde a la hospitalidad como el espectro recuerda a los vivos sin admitir el olvido… se trata de un sujeto a quien la alteridad le impide encerrarse en su quietud» (Derrida, J., 2006, pág. 153). Aunque el termo de café empieza a convertirse en el centro vital de esa cafetería, el encuentro llegará más tarde ... la huésped Jazmín encontrará en Brenda a una anfitriona que se decide a alojarla... Otra escena marca el viraje en esa posición hostil donde el huésped no logra alojarse. Ambas deponen sus armas dando cuenta de lo que imaginariamente es lo faltante para cada una ... una soledad sin hijos ... una soledad sin pareja.


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La transformación se irá desplegando lentamente y sin palabras, por otros medios: una mirada, la del pintor, que descubre la belleza velada; una escucha, la de Jazmín, que convierte el ejercicio de un instrumento en música; un boomerang que en su recorrido delata el acierto de un movimiento que permite la recuperación de lo que se ha arrojado y, por sobre todas las cosas el juego de la magia que, como telón de fondo, nos indica el develamiento de lo que no era visible. Es que algo Otro y desconocido también irá emergiendo en cada uno de los personajes que, haciendo ruptura con la mismidad, encuentran su verdad en algo inesperado.

IV. A modo de conclusión Si la diferencia de las lenguas, tal como Yahveh lo sospechaba, es símbolo de la ajenidad del Otro ... el lazo que ambas películas proponen se localiza en una Otredad que va más allá de la palabra, es la intensidad de la sensación, esa ley del exotismo que el viaje promueve. En contrapunto con la perspectiva descarnada de Babel donde, más allá del final feliz es Tanatos el que oficia de protagonista, Bagdad café nos ofrece una mirada esperanzada en que la hostilidad del comienzo se desvanece en la magia del amor, capaz de transformar el colorido de todos los vínculos. Lo Otro en tanto es parte de la subjetividad tiene siempre un costado amenazante en tanto menta el peligro de la irrupción de lo extranjero, de lo ajeno, de lo desconocido. Para concluir retornemos al mundo de los conceptos… y especialmente en la referencia de Lacan acerca de la formulación freudiana del semejante tal como es abordada en «El proyecto de una psicología para neurólogos» ... «es aquí donde interviene esa realidad que tiene relación con el sujeto del modo más íntimo –el Nebenmensch–. Fórmula cabalmente asombrosa en la medida que articula poderosamente lo marginal y lo similar, la separación y la identidad...el Ding es el elemento que es aislado en el origen por el sujeto, en su ex-


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periencia del Nebenmensch, como siendo por naturaleza extranjero... ésta es una división original de la experiencia de la realidad... El Das ding es algo totalmente diferente ... es lo extranjero e incluso lo hostil como un primer exterior sobre el que se localiza todo el andar del sujeto...» (Lacan, J., 1988, pág. 67). ¿Cómo no articular el Das Ding así definido con la formulación del trauma, ese concepto acuñado por Freud en el «Proyecto» bajo la forma de exceso de cantidad, de imposibilidad de ligazón, de vivencia de dolor y de objeto hostil? El cine fue sólo una licencia poética para repensar algunos de nuestros recursos teóricos que nos ayudan a tramitar una práctica que permanentemente nos enfrenta con lo imposible de ese inconciente que siempre se nos ofrece como enigma... Si esos recursos teóricos se constituyen en el horizonte de nuestra práctica es porque ella nos enfrenta en la cotidianeidad del trabajo con lo humano con lo imposible del enigma.... Es que la apelación del otro a nuestro saber es siempre inquietante... su lengua es extranjera aunque se despliegue en nuestro idioma... La pregunta del otro, que solicita ser alojada, nos precipita a la posición de un anfitrión que debe brindarle lugar. Aunque ofrecemos nuestro saber, somos concientes que la transformación que en ese encuentro puede producirse requiere de otra escena que no es visible. Tal como sucede en la intimidad del café Bagdad, en el inhóspito cuarto de Marruecos, o en el balcón de un departamento en Japón donde una hija sordomuda se confunde en un abrazo con su padre, el escenario está más allá de la palabra ... nuestra magia es el campo de la transferencia... y la transferencia se sitúa en el campo del amor.


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Bibliografía Baudrillard, J. y Guillaume, M. Figuras de la alteridad, Ed. Taurus, 2000, págs. 12, 54. Derrida, J. La hospitalidad, Bs.As., Ed. de la Flor, 2006, págs. 3; 10; 153.

Freud, S. Las pulsiones y sus destinos, AE, XIV, pág. 131. Freud, S. El malestar en la cultura, AE, XXI, pág. 108. Lacan, J. Seminario 7, La Etica del Psicoanálisis, Bs.As., Ed. Paidós, 1988, pág.67.


«El hombre de al lado» de Mariano Cohn y Gastón Duprat

Susana Sternbach *

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(*) Licenciada en PsicologĂ­a. Miembro Titular AAPPG E-mail: susanasternbach@fibertel.com.ar


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Un hombre y otro hombre. Leonardo y Víctor. Un mundo y otro mundo, que comienzan a interactuar a través de un boquete en una medianera, permitiendo ver lo que los universos cerrados ocultan y escinden. Uno: un diseñador exitoso, tanto que vive con su mujer y su hija en una casa que es la única construida por Le Corbusier en Latinoamérica. Espacio de una estética sofisticada, representativo de un modo de habitar la vida, en este caso contiene una armonía aparente hecha de un orden impecable que habrá de quebrarse a partir del agujero que atraviesa la pared e inaugura una insospechada conexión con el otro hombre. El hombre de al lado. Ese hombre innegablemente no participa del mismo mundo. Los martillazos que horadan la pared irrumpen con violencia quebrando el ámbito de sonidos tenues y acolchados que pueblan la cotidianeidad de la familia. Su voz es estruenduosa, su lenguaje vulgar y directo. Invade la privacidad y parece no registrar la noción de intimidad ni la de lo legalmente permitido o prohibido. Sin embargo dice que no pretende molestar ni violentar a nadie. Apenas quiere abrir una ventana para que pueda ingresar un rayo de sol, ese sol que ilumina y entibia las casas y las vidas de algunos otros. Pero esa ventana no debería haberse abierto nunca. Una vez instalada se fisura aquello que aislaba un mundo del otro y se desencadena una dinámica ver-ser visto a partir de la cual nada volverá a ser como antes. También se abre otra ventana para el espectador, quien comienza a ver más allá de la superficie. No sólo el interjuego entre ambos mundos, también el de la subjetividad de cada uno de los personajes, también el de los vínculos. Si en los primeros minutos del film buena parte de los espectadores tiende a identificarse con la situación de los personajes perjudicados por ese hombre irrespetuoso que no parece distinguir entre lo propio y lo ajeno, de a poco las fronteras y los estereotipos se van diluyendo y comienzan a dibujar una cartografía mucho más ambigua y compleja. El mundo


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cool y fashion comienza a descascararse y se atisba parte de lo que estaba cubierto por una capa lisa. Surgen fisuras y rugosidades, y como por estratos vamos accediendo a otro mundo, bastante más oscuro que aquél que los barnices disimulaban. Leonardo aparece como un hombre tranquilo, tolerante, que intenta contemporizar. Trata bien a la empleada doméstica, se muestra comprensivo con los demás, posee el perfil del profesional «progre» y bienpensante. Es docente universitario, trabaja en su casa, habla idiomas y cuando irrumpen en su vida apela en primer término a la ley. Parece llevarse bien con su familia. Una familia cuyos días parecen deslizarse sin sorpresas ni alteraciones, en un confort acompañado por aparatos de última generación, objetos bellos y funcionales, tal vez todo aquello que la mayor parte de los ciudadanos anhelarían para sí. Vidas que podrían formar parte de alguna publicidad para ser vista sin poder acceder materialmente a ella. Cuando la imagen primera se resquebraja comienzan a revelarse, como en un laboratorio fotográfico, otras facetas: lazos tan polite como desafectivizados, contactos superficiales, formales y desencarnados, aislamiento, ausencia de contacto real. Tal vez sea esto lo que va produciendo una inversión especular a través de la cual la ventana se ofrece, ya no para ser/no ser vistos, sino para espiar. ¿Espiar qué? La vida de ese otro hombre, el de al lado, que muestra sin proponérselo aquello reprimido, escindido o, tal vez peor aún, no construido bajo la aparentemente elaborada malla de las tramas subjetivas y vinculares. Espiar una sexualidad desplegada más allá del roce de los «piquitos». Espiar el movimiento de los cuerpos encarnados, del placer de la risa no contenida. Espiar la vitalidad de lo que falta dentro de las propias paredes. La ventana comienza a abrir hacia adentro. Se ven rencores y resentimientos, temores y cobardías, vínculos alienados y de sometimiento. Quien en el film denuncia claramente el malestar subterráneo es la hija, quien amplifica hasta el paroxismo el aislamiento afectivo en un hacer repetitivo y autístico del que solamente sale, sonriendo por primera vez, cuando mira a través de la ventana una escenificación, poco sutil por cierto, ejecutada por Víctor desde el otro lado.


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Víctor es invasor, agresivo, procaz y se siente feliz cuando puede ingresar, no ya a través de la ventana sino por la puerta, como un invitado más a ese mundo de al lado. Es hombre de armas llevar, pero no parece ser un asesino. Leonardo se escuda en los otros, todo el tiempo. No se hace cargo de lo que piensa ni desea. Tampoco de su agresión. Parapetado detrás de palabras despojadas de afecto que a menudo suenan huecas, la agresividad surge como ironía civilizada, destinada a quienes, como en el caso de sus alumnos, dependen en algún aspecto de él. Se somete o somete. El final de la película devela de qué puede ser capaz Leonardo con tal de «resolver» un problema. El mal se presentifica como solución (¿final?) a través del asesinato por omisión. La ventana se cierra y todo vuelve a la normalidad. Fin. Metáfora lograda de la dinámica social, el film toca temas tan actuales como el de la inclusión/exclusión social o el de la seguridad/inseguridad, en especial desde los grupos privilegiados para los que el mantenimiento de lo adquirido convierte a menudo la inclusión en un enclave contaminado de miedo y de protecciones siempre insuficientes frente al afuera amenazante. Si bien Víctor también posee bienes materiales (una casa propia, una camioneta), sus hábitos culturales no se parecen a los de Leonardo. Pertenece a otra tribu urbana. Sin embargo ambos resultan identificables como personajes prototípicos a partir de la exageración de rasgos que forman parte de la vida cotidiana actual. Configuraciones subjetivas según diferentes grupos socioculturales, modos diferentes de vincularse con el otro, tramas intersubjetivas atravesadas por códigos y dialectos heterogéneos, y sin embargo todo ello fácilmente reconocible como parte de las significaciones sociales imperantes. No obstante, y como una nervadura que recorre la trama entera, un tema universal: la ética. El asesinato por omisión, el dejar morir como modo pasivo del matar al otro. ¿Hasta dónde se extienden las ramificaciones de esta temática? ¿El mal es banal, gris, anodino?


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Este film, con excelentes actuaciones tanto de Daniel Aráoz como de Rafael Spregelburd (reconocido dramaturgo y director de teatro), conmueve, interroga, enternece, duele y hace reír. Imperdible.


PASANDO REVISTA



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Psicoanálisis vincular. Curarse con otros Carlos Pachuk - Adriana Zadunaisky Lugar Editorial, Buenos Aires, 2010

En el prólogo de su libro Adriana y Carlos nos informan que su realización indica tanto su «apuesta al deseo como la intención de recuperar el semblante humano en la historia». Ello implica un intento de generar modelos opcionales, nuevas vías para aliviar el sufrimiento en un mundo globalizado en el cual se percibe la mercantilización de los bienes y valores. Agrego que la apuesta del libro es además –y ya desde el título– sostener la posibilidad de la curación en los dispositivos vinculares. Es por eso que, en el rescate del concepto de curación, incluyen no sólo el trabajo con los fantasmas arcaicos y la alteración de los goces parasitarios sino también la revisión de los vínculos. Así plantean la idea del efecto de resonancia que produce el trabajo en la intersubjetividad con el «sujeto múltiple, conmovido, producido, fabricado en los vínculos de los cuales es parte constitutiva y constituyente».

El presente libro es resultado del trabajo conjunto de ambos autores que, durante años, compartieron la docencia en cátedras de postgrado, tarea que los llevó a la sistematización y fundamentación de muchos conceptos así como a generar otros novedosos y teorizar sobre ellos. El otro motor de la escritura es la clínica actual, fuente de constantes interrogantes ya que está representada en su mayoría por trastornos narcisistas de la personalidad, con fragilidad yoica, crisis en los ideales y angustia de no asignación que intenta ocultarse con la ostentación del consumo. Veremos entonces sucederse, a lo largo del libro capítulos destinados a teorizar sobre diferentes conceptos, rastreo de los orígenes de los mismos a partir de los aportes de diferentes autores del ámbito del psicoanálisis y la filosofía y capítulos que se consagran a presentar sesiones y situaciones clínicas y a analizarlas.


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En esta tarea, exponen y examinan los fundamentos de la teoría vincular con la expectativa de que no intente dar cuenta de todas y cada una de las situaciones, «sino que funcione como fuerza provisoria, evitando la idea de la plenitud autosuficiente». Los autores, consustanciados con el paradigma de la complejidad, insisten de diversos modos a lo largo del libro en que carece de sentido cerrarse en una única disciplina. En el capítulo «Ideas vinculares y referentes filosóficos», Carlos Pachuk plantea una pregunta sumamente interesante: ¿qué filosofía atraviesa mi clínica? ¿Desde qué lugar plantear el vínculo, el sí mismo, la otredad, el entre? Si bien pasa revista a las teorizaciones de numerosos filósofos, aquellos que parecen tener más peso en su modo de pensar lo vincular son: Derrida (la différance como diseminación), Badiou (el ser inconsistente y múltiple) y Levinas con su concepción de la otredad. Estos conceptos son solidarios con las definiciones de vínculo como des-encuentro entre singularidades y del entre como zona de des-encuentro, así como la pregunta acerca de si el vínculo puede alojar los efectos de presencia del otro, su otredad.

Entre los autores que pertenecen al ámbito psicoanalítico, además de las menciones a la obra de Janine Puget e Isidoro Berenstein y de la presencia de su obra en todo el libro, los autores examinan con solvencia los aportes de Marcos Bernard (Pachuk), René Kaës y Jacques Lacan (Zadunaisky). Igualmente importan conceptos de otros campos de conocimiento para incorporarlos –transformados– en el corpus psicoanalítico. De ahí que este libro incluya también un estudio sobre las condiciones sociales que caracterizan a nuestra era –como la aceleración informática y el neoliberalismo– y plantee la pregunta sobre el sufrimiento que se produce cuando el Contrato Narcisista que promete inclusión a todos, excluye a algunos, a muchos. Consideran que no pueden dejarse de lado estos factores de sufrimiento y de incertidumbre y proponen el espacio psicoanalítico como un lugar donde se generen legalidades que regulen, y otorguen consistencia a esa dispersión. Creo importante destacar que la clínica es brindada en este libro con generosidad, a manos llenas, lo cual nos permite entrar en lo íntimo del trabajo entre analista y pacientes, donde se plasman situaciones transferenciales diver-


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sas a partir del impacto traumático de acontecimientos nacionales y mundiales, o del sufrimiento vincular por vivir en una «pareja que es lo más agotador del mundo» y muchos otros. El capítulo «Cómo se trabaja lo vincular en una sesión individual. Categoría del otro en el diván» resulta de gran interés teórico-clínico al proponer que los conceptos de la teoría vincular no sólo se ponen en juego en los dispositivos multipersonales sino que también constituyen una perspectiva que puede abarcar la clínica bipersonal. Proponen una categoría del otro que difiere igualmente del objeto interno y del objeto «a», aunque no los excluye: «cuando cada uno habla del otro hace alusión a algo que construyó en el Entre o misterio de la vincularidad, singular cartografía del grafismo individual». A lo largo del libro encontramos términos y conceptos novedosos, tal como Sujeto Múltiple, acuñado hace ya varios años por Carlos Pachuk y que alude a la idea de que el sujeto es otro en cada vínculo, y al vínculo entre otredades, donde el yo es sede de una identidad diferida, singular pero no plena. Cuando se da la repetición se anula el misterio que porta el otro –llamado aquí otro X– no hay devenir y se pierde la ilusión vincular.

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Tal como lo plantean los autores en el prólogo, encontramos que en la obra no hay una posición homogénea y sólida, que contiene «consistencias pero también contradicciones, hiatos y vacíos y que, sin embargo, presenta una paradójica unidad múltiple». En efecto, Adriana se muestra reflexiva y con un lenguaje que a menudo se acerca a lo poético. Carlos es más polémico, y es probable que sus propuestas también generen polémicas. Y ya que de esto se trata, un capítulo del libro contiene una interesante polémica que entabla con las Terapias conductistas cognitivas y una visión crítica del Libro Negro del Psicoanálisis de Borch-Jacobsen. Es importante destacar que del libro que presentamos en su conjunto se desprende una posición lejana a la certeza, cierta modestia terapéutica que podría resumir en la frase: ninguna terapia por sí misma garantiza la cura. Estas propuestas se retoman en el capítulo «Dispositivos combinados» en el cual Adriana Zadunaisky revisa, no sin humor y cierta nostalgia, las distintas corrientes terapéuticas en Argentina a través de los años, y sus avatares.


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Otro capítulo refiere una experiencia de terapia grupal on-line en la cual la presencia real de los participantes es sustituida por su presencia virtual. Esta experiencia que en lo bipersonal es ya un hecho dado, constituye una investigación novedosa y creativa en este dispositivo y brinda la posi-

bilidad de teorizar acerca de sus alcances y consecuencias. Doy la bienvenida a esta obra que considero una lectura necesaria y enriquecedora para los que trabajamos con los vínculos o con una perspectiva vincular. Gloria Barros de Mendilaharzu


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Más de un otro Variaciones y vacilaciones del dispositivo psicoanalítico 1 Daniel Waisbrot Psicolibro Ediciones, Buenos Aires, 2010

Es un placer comentar este libro escrito por un colega que, como dice en su texto, «somos psicoanalistas y somos ciudadanos». Con estilo sencillo y franco va despertando en el lector, interés, curiosidad y también, por qué no, deseo de dialogar con él. Desde una Perspectiva Vincular en Psicoanálisis, va entramando en el libro teoría con su práctica clínica. Dice Daniel, luego de un rápido recorrido por la obra de Freud: «Ya no se trata de pensar en diagnósticos psiopatológicos sino de producir un salto para pensar en las fuentes del sufrimiento que nos habitan a todos...». «Su pensamiento está impregnado de la epistemología actual. 1

Teoría del caos, ciencias de la Complejidad, es en ese diálogo con otras disciplinas afines que se refleja cómo piensa Daniel, la teoría, la clínica y la práctica» nos dice Cristina Rother Hornstein en la presentación. El autor diferencia Encuadre de Dispositivos siendo éstos las diferentes herramientas de que disponemos y que forman parte del dispositivo psicoanalítico; lo cito: «Creo que el psicoanálisis en su conjunto, como dispositivo, fue variando y es hoy claramente heterogéneo y fragmentario». Pensar en un psiquismo abierto le posibilita incluir los dispositivos clínicos y los abordajes complejos dando lugar al azar, a la incertidumbre y a lo acontecimental.

El libro fue presentado en la AAPPG por la Dra. María Cristina Rother Hornstein, la Licenciada Mariana Wikinski y el Licenciado Ricardo Gaspari.


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También le posibilita revisar el criterio de Neutralidad para explicar porqué elige un analista abstinente e implicado, es decir activo y comprometido.

Es así que el libro transmite años de apasionado trabajo de los miembros de esta Institución, un fecundo camino transitado que invita a más.

Del decir de autores como Freud, Piera Aulagnier, Morin, Foucault Deleuze, Bleichmar, entre otros, articulado con sus propias posiciones es que nos dice refiriéndose al Complejo de Edipo... Me gusta seguir llamándolo Edipo, a pesar de pensarlo ahora, descentralizado, como una trama compleja donde se tejen los hilos de la historia que cada quien entrelaza según su singularidad.

Como el comentario de Mariana Wikinski el día de la presentación: «Tu libro exuda transubjetividad, vincularidad, historicidad, implcancia, pasión, compromiso alegría y libertad en la tarea».

Ese, su «gusto» por discutir conceptos nos lo muestra como un analista militante, en permanente búsqueda, de ayudar al paciente al que respetuosamente ve como un otro al que debemos escuchar en su singularidad. Ricardo Gaspari en la presentación aporta: «Se trata de un texto en donde la retórica de su discurrir, lo es en clave de diálogo con los autores que visita... así construye un texto junto con esos otros autores que convoca; muchos de ellos somos nosotros, habitantes de esta casa, este colectivo, que es la AAPPG» (Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo).

Decimos que es un libro que entusiasma e invita al diálogo. Respecto a la psicopatología Daniel se plantea si habrá que optar entre ésta y las fuentes de sufrimiento…quizás sea necesario sostener la oscilación, agrega. Yo pienso, Complejidad de por medio, que «no es lo uno sin lo otro», la psicopatología no me parece descartable, sí revisitable y aquí también se abre un camino a transitar desde la vincularidad. En el apartado «Cambio y Subjetividad» dice el autor: «Desde una perspectiva vincular en psicoanálisis ¿por qué tipo de ‘cambio’ nos preguntamos en nuestra clínica? ¿Y qué concepciones de sujeto y de constitución subjetiva anidan en esa pregunta?


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Nos habla entonces de la condición múltiple del sujeto y que en tanto los analistas dejemos de leer en clave única de repetición entenderemos que los cambios, la transformación, no son efecto exclusivo del análisis sino de la vida misma. Aquí pienso que se abre otro desafío para nuestra comunidad vincularista, me refiero a la subjetividad de los jóvenes en estos tiempos en que la intimidad está en el espacio público a través de todos los medios visuales existentes como blogs, Face Book por nombrar algunos. En el libro La intimidad como espectáculo Paula Sibila, desarrolla exhaustivamente el tema: «Los nuevos medios interactivos permiten que cual-

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quiera se convierta en autor y narrador de un personaje atractivo… Ese personaje se llama yo y desea hacer de sí mismo un show….pero cuál sería la diferencia con respecto a una persona real?» …agrego y sin duda esto producirá transformaciones subjetivas acordes a la cultura de época que abrirán nuevos desafíos para nosotros.... Y así me despido, parafraseando a Daniel que en el final habla de las «escenas temidas del analista» y digo libros como éstos nos acompañan en la necesaria soledad paradojal de nuestro quehacer como analistas vinculares con «Más de un Otro». Diana S. Blumenthal Secretaria de Publicaciones de la AAPPG



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Clínica del Incesto Fraternal Rosa Jaitin 1 Lugar Editorial, Buenos Aires, 2010

Este libro sale a la luz en Junio de 2010 y si bien cuenta con una edición impresa en Francia en marzo de 2006 por la Editoral Dunod, en la presente edición, realizada en lengua hispana, incluye un segundo prólogo escrito por la Dra. Janine Puget; modifica con nuevos aportes los dos últimos capítulos sobre los: «Metaorganizadores del Incesto Fraterno» y sobre «El vínculo fraterno y construcción psíquica»; agregando como «Epílogo» la trayectoria de su experiencia, desde las fuentes donde moldeó sus ideas y los aportes personales con los que contribuyó, forjando teoría y técnica. El primer prólogo (en la edición francesa) corresponde a su maestro de tesis doctoral René 1

Kaës. El segundo (en la edición argentina) a Janine Puget con quien también la une un vínculo desde su formación en Buenos Aires. En este prólogo Puget alude a la construcción de pertenencia y las nuevas formas de vincularse, destacando y coincidiendo con Rosa Jaitin en la importancia del proto-vínculo fraterno en tanto función de sostén.

Campo de investigación y niveles de análisis del vínculo fraterno en terapia familiar psicoanalítica (TFP) Rosa Jaitin escribe sobre un tema interesante y necesario para el trabajo clínico con esta problemática: el incesto fraterno; y lo encuadra en un desarrollo más

Dra. en Psicología Clínica. Psicoanalista de Grupo, Familia y Pareja. Profesora Asociada en la Universidad R. Descartes (Francia) y en U.B.A. Secretaria de Asuntos Internacionales de la Sociedad Francesa de Terapia Familiar Psicoanalítica. Miembro del Consejo Científico de la AIPFP. Directora Científica de APSYLIEN. Autora de numerosas publicaciones.


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amplio, ya que analiza el vínculo más allá de lo estrictamente fraternal, al plantearlo como modelo de relación social, modelo inicial de la apertura a los pares. La autora presenta sus hipótesis de trabajo y el dispositivo con el que opera, para trabajar las problemáticas que generan sufrimiento en las familias, mostrando en un vasto recorrido, tanto sus desarrollos teóricos como la aplicación en la práctica de la TFP, a través de la presentación de nutrido material clínico. Desde el inicio relata los modos primitivos del psiquismo familiar que impulsan la circulación fantasmática entre sus miembros, como sus respectivos procesos defensivos, aclarando para el lector, el proceso de reactualización de la conflictiva emergente en el campo transferencial durante el trabajo analítico. R. Jaitin efectúa un recorrido teórico partiendo de conceptos como el de «portavoz», «depositario», «depositado», «fantasma grupal común» (que preserva inconcientemente a la familia del caos), de E. Pichon Rivière (1960) y que retoma J. Bleger (1967) con su noción de «núcleo aglutinado» (en la díada, pareja, familia, grupos e instituciones, permaneciendo como sedimento de base). Cita a P. Aulagnier (1975) y las condiciones del «espacio al que el Yo puede advenir», para ser empla-

zado en el conjunto de los vínculos intersubjetivos (asignación, apropiación, aceptación o rechazo). Destaca el aporte de A. Ruffiot (1979) sobre las estructuras de las relaciones fantasmáticas (asignación de lugar en el imaginario familiar, construcción de identidad y reconocimiento recíproco); de ellas surge el sentido de pertenencia en los vínculos de alianza, filial, fraterno y en su dimensión transgeneracional. R. Jaitin interconecta el concepto de Aparato Psíquico Grupal (R. Kaës, 1976) con el de Aparato Psíquico Familiar e interfantasmatización de A. Ruffiot (1981) y con los organizadores específicos de la familia (A. Eiguer, 1986). Es en referencia a ellos que Jaitin introduce el concepto de organizadores de la grupalidad psíquica infantil, denominándolo Aparato Psíquico Fraterno: modo de organización de la grupalidad psíquica entre miembros de una misma generación, ya sean hermanos consanguíneos o simbólicos (como en la familia recompuesta); el que cuenta con dos polos constitutivos: el isomórfico (total correspondencia entre hermanos) y el homomórfico (las diferencias entre ellos). Especifica dos categorías de organizadores:


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–El tiempo de la semejanza y de la diferencia generacional (tabú del incesto). –El espacio representado como envoltura psíquica. La autora señala que en el vínculo entre hermanos se dan diversos niveles de análisis, en relación a la subjetividad (transubjetivo, intersubjetivo, intrasubjetivo), en relación a las formas psíquicas de procesar (asimilar, metabolizar, interfantasmatizar), en relación a la inter.-fantasmatización (como sujeto del inconciente, sujeto del grupo, sujeto de la cultura y sujeto político). Afirma que este vínculo es un espacio potencial de transformación de la familia. En la exposición de sus conceptos, Rosa Jaitin hilvana con claridad los temas, formulando preguntas a las que irá dando respuestas. Por ejemplo se pregunta acerca de la articulación del vínculo fraterno como sistema de representación y de transmisión, lo que responde con el desarrollo de su concepto de organizadores psíquicos. Los organizadores sincréticos espaciales y temporales, son ejes formales que funcionan como envolturas facilitando la transmisión vincular. Respecto a los organizadores espaciales del vínculo fraterno,

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parte de conceptos como el de «envoltura psíquica» de D. Anzieu (1982); de «envoltura genealógica familiar» de E. Granjon (1992); y de «organización omega patológica» de G. Decherf (2003) (fijación de las familias en la indiferenciación). Jaitin señala tres ejes de análisis para los organizadores espaciales: los intrapsíquicos, propios del grupo interno fraternal; los intersubjetivos de la envoltura fraterna, diferentes a los de la envoltura familiar; los transubjetivos que se articulan por la imago fraterna en la transmisión transgeneracional. De cada uno de ellos expone ejemplos clínicos. Para explicar el funcionamiento de los organizadores temporales, parte de los conceptos de A. Eiguer (1987) del momento de elección del partenaire y del momento de la construcción del sí mismo familiar; de F. André-Fustier y E. Grange-Ségéral (1993) de «organizador rítmico familiar», para así mostrar un protoritmo masivo, paroximal y múltiple base del vínculo fraterno que se asemeja a la exaltación de las pasiones en los fenómenos de masa por la identificación primitiva, y explica cómo se articulan y desarticulan los ritmos de intercambios entre grupos internos y externos; entre grupo y fratría en sus espacios de apuntalamiento o


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desestabilización. Retoma el concepto de «audiograma» de G. Haag y S. Maiello (1998) como forma primera de representación auditiva en el desarrollo del bebé, al que R. Jaitin a través de sus estudios denomina «protoritmo protomental», que serían formas repetitivas del vínculo que se escenifican en la terapia familiar. Los tiempos familiares se organizan acorde a etapas dadas por la alianza, la filiación y la desafiliación. Es importante también ver el manejo temporal en los proyectos identificatorios acerca del futuro de las generaciones jóvenes. El pacto denegativo que establecen los hermanos entre sí luego de enfrentarse al padre (Freud, «Tótem y Tabú», 1912, 1913), los une en comunidad de denegación del exceso pulsional, generando una negatividad radical que deja por fuera del psiquismo aquello imposible a pensar. El fantasma de incesto fraterno correspondería a esta negatividad radical y permite la inscripción en la línea filiatoria, mientras que la concreción en acto destruye el vínculo. R. Jaitin aborda los fantasmas del vínculo fraterno que operan en la organización y transformación del mismo: los del origen (derivados de la pulsión de saber de dónde viene el hermano, la rivalidad, el descubrimiento de la bisexualidad, y la cultura); los del clonaje

(problemática del doble); el de auto-engendramiento (relación con lo autoerótico); y el de muerte (la real, la imaginaria, la del grupo interno diversa del externo y los duelos). Jaitin afirma que los obstáculos que operan en el interior de una familia atraviesan la discriminación entre lo vivo y lo no vivo (como se observa en familias con miembros con psicosis graves o con malformaciones físicas), donde el incesto sería un modo de protección contra la angustia de desmoronamiento; la diferenciación entre lo interno-externo (lo endogámico y exogámico); la diferencia generacional (quiénes son los grandes y quiénes los pequeños); y el descubrimiento del tercero (en la relación entre el niño y la madre cuando nace el hermano). La posición entre el tener (tener un pene, una vagina, un juguete, una capacidad) y el ser (ser hombre o mujer) es un trabajo de construcción psíquica entre hermanos que recorre el bimorfismo del vínculo hasta transformarlo acorde a sus componentes femeninos y masculinos. Explica R. Jaitin que este Aparato psíquico fraterno realiza su trabajo de transmisión valiéndose de las imagos y los complejos. Las imagos son formas de transmisión transgeneracional, representacio-


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nes colectivas y el discurso ancestral sobre el lugar, que en el proyecto identificatorio familiar, tienen los hermanos y hermanas; mientras que los complejos son formas de transmisión intergeneracional que incluyen el complejo del destete (Lacan, 1938), el de intrusión, el fraternal post-edípico y bisexual, el de la parentalidad muerta (Jaitin, 1999, que elabora a partir del de la madre muerta de Green, 1980), y el de las pequeñas diferencias (planteado por Freud).

por otra parte, diferencia entre un incesto fraternal «primario» y uno «secundario». El primario ocurre entre hermanos consanguíneos (hermano y hermana que comparten los mismos padres o uno de ellos) de la misma generación, mientras que el secundario es entre un grupo de pares que son como hermanos simbólicos (como sucede en las familias recompuestas y en las instituciones con niños internados).

Al introducir el tema del incesto fraterno subraya que el vínculo fraternal es «necesariamente incestuoso» porque el cuerpo fraterno es objeto de seducción y exploración, actuando en el vínculo tanto la forma (que evoluciona de informe, a bisexual, y cuerpo sexuado) como el contenido psíquico (fantasmas y modelos identificatorios) con los que se construye.

El incesto destruye el vínculo

El fantasma de incesto dice Jaitin es «como una paradoja entre el deseo de permanecer en el interior de la madre y una tentativa de separarse de ella». Cita el modelo antropológico de F. Héritier (1994), quien distingue un «incesto de primer tipo» entre consanguíneos y un «incesto de segundo tipo» entre dos personas del mismo sexo que comparten el mismo partenaire sexual. Jaitin

El vínculo fraterno tiene potencialidad incestuosa y el curso de la misma varía según las condiciones familiares y personales, pero subraya la autora que la falta de diferencia entre generaciones, las fallas en la continencia, y la indiferenciación del hermano como tercero, facilita el pasaje al acto incestuoso. Por esto escribe que es muy difícil tratar las situaciones de incesto fraterno en un dispositivo de terapia familiar psicoanalítica (TPF). En el nivel de análisis transubjetivo se ven aspectos transgeneracionales en los que la no diferenciación temporal, lleva a la indiferencia entre lo interno-externo, repitiéndose las situaciones de incesto a través de la cadena ge-


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neracional. En el nivel intersubjetivo, emergen las fallas en la envoltura de la continencia familiar transformando los afectos en sus contrarios (del amor al odio) y desplazando los vínculos de sus posiciones (de la madre a la hermana). En el nivel intrasubjetivo se efectúa el trabajo de diferenciación del hermafroditismo psíquico y que la autora muestra en la presentación clínica de una familia y en los dibujos realizados por los hijos. Posteriormente describe al vínculo fraterno como una construcción mediadora, objeto de juego, intermediario entre lo imaginario y lo real, que va desde una relación especular narcisística (el mellizo imaginario) al objeto real de juego: los hermanos como primeros juguetes animados, donde la reciprocidad moviliza la pulsión de dominio y de saber. La transmisión del vínculo fraterno se organiza a partir de lo negativo, por lo que articula y apropia en función de los modelos recibidos (organizados por los ideales, obstáculos y deficiencias de la genealogía parental), por lo que la fratría está destinada a elaborar, reparar y completar, si cuenta con los elementos para ello en lo que hace a lo íntimo del grupo familiar.

Vínculo fraterno y amistad Menciona dos formas de la amistad en el vínculo fraternal: el frater-familiar (figura del apego afectivo, el amigo y confidente) y que reside en la esfera de lo íntimo; y la fraternidad-alter-ego (el compañero, camarada). Son formas que implican niveles de intimidad, lealtad, fidelidad, mayor compromiso; las amistades en lo cotidiano en un nivel menos comprometido, y otro nivel donde prevalecen las diferencias como el idioma, el hábitat, los amigos que están lejos. Todas ellas son formas de alianzas inconcientes entre personas con proximidad generacional en las que se juegan cuestiones de poder, lo que refiere al organizador político. Jaitin agrega a los ejes espacio-temporales, un tercer eje: el campo transferencial entre la familia, el analista y la institución de pertenencia, donde confrontan los niveles de amistad, trabajándolos por medio de los sueños cruzados entre el grupo familiar, y el equipo de terapeutas (campo inter-transferencial). Amplía en esta edición cómo opera la cuestión del negativo y la negatividad en la familia. Retoma las tres líneas sobre la negación (Freud; Green; Kaës) a las que aporta una cuarta línea acer-


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ca de la negatividad del vínculo fraterno en relación con el incesto (Jaitin). En el último capítulo del libro escrito en español profundiza la cuestión del vínculo fraterno en la construcción psíquica, vínculo como escena, como soporte y como subjetivador. Destaca el lugar que ocupa en la formación del self, del superyó y en lo que hace al poder, a lo que llama «el self político» y cómo opera el «organizador político del vínculo fraterno». Avanza en esta edición acerca de sus investigaciones más recientes acerca de lo trabajado con las nuevas familias (filiación y afiliación), las experiencias de apropiación y expropiación, con sus manifestaciones y consecuencias en la clínica. La autora muestra casos clínicos de familias en las que detalla la situación, dificultades y características del dispositivo terapéutico, trabajando la transferencia y contratransferencia con el grupo familiar y la intertransferencia en el equipo tratante. Ilustra los desarrollos teó-

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ricos articulándolos con la clínica, presentando las dificultades del trabajo con familias que integran niños que provienen de instituciones, con sus historias de abandono, separación entre hermanos o con parte de ellos, y la inclusión en nuevos grupos familiares. En el «Epílogo», la autora nos muestra parte de su recorrido, filiaciones y afiliaciones y el sentido de los cambios sobre la base de su apertura a la investigación, a la necesidad de un pensamiento abierto. Se trata de un libro necesario, integrador, que trae aportes nuevos que ayudan a pensar. Se puede ver claramente que se trata de una autora con vasta experiencia en la lectura y supervisión clínica, en el trabajo con familias, con sólida formación teórica a la que hace aportes desde su propio pensamiento, integrando los conocimientos de autores argentinos con los franceses, haciendo honor a su doble trayectoria. Irma Morosini 2

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Este texto es ampliación del Comentario aparecido en el Nº 3 de la Revista on line Psicoanálisis & Intersubjetividad..



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Desarraigos Villeros Sergio Rodríguez, Silvia Sisto y otros Odisea 2001, Buenos Aires, 2010

Nos tomaremos la libertad de mencionar solamente a los compiladores: Sergio Rodríguez y Silvia Sisto, quienes además escriben junto a un grupo de autores procedentes de diversas áreas. Ellos son los que «empuñan la pluma». También participan de este libro los que realizan los gráficos que nos acompañan a lo largo del texto y, por supuesto, los que viven en las villas, que con su concurrencia a las reuniones van desgranando un decir que enseña y dicta a quienes escuchan. Y también aquellas fuentes, acervos inconcientes, que orientan el mirar, el pensar, y el «estar ahí» a pesar de no tener un saber dónde escudarse. Sin embargo, aún así, animándose a proponer «que otro lugar es posible». Este libro nos permite hacer una «experiencia» en el sentido riguroso de la palabra. Si permitimos que nos atraviese, no seremos los mismos de cuando comenzamos a leerlo. De la mano

de sus autores recorreremos los pasillos de una villa, asistiremos a encuentros, escucharemos, o «veremos» escenas descarnadas, nos conmoveremos con las confesiones que denotan la fragilidad de algunos, incluso entre quienes parecen más impiadosos. Nos emocionaremos, nos aterraremos, nos enterneceremos y pensaremos en nuestro quehacer y sí, también, en nuestro lugar en el mundo. En ningún artículo hay un golpe bajo, en ninguno hay idealizaciones engañosas. En todos se trata de pensar cómo anudar al que ha caído ¿o ha sido empujado fuera de los márgenes? Y ellos, los autores, no esperan que los empujados retornen. Estiran, empujan los márgenes y se adentran en lo desconocido. Se interrogan y nos hacen interrogarnos. Es en las fronteras de los saberes que lo Inter. y lo Transdisciplinario cobra sentido. Los autores de este libro, que son los mismos que llevan a la práctica lo aquí desarrollado, así lo comprendieron.


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Este libro es necesario para quienes pertenecemos al mundo psi como para los que no. No es el único pero es uno de ellos. Se permite investigar sobre una enorme franja de la población argentina, y más allá de las diferencias, del mundo. «Conoce tu aldea y conocerás el mundo». Son la oreja que pocos ponen. Es cierto que hay muchos grupos, muchos profesionales y no, que lo hacen o lo intentan. Lamentablemente son muy pocos para la magnitud del fenómeno que estamos viviendo. En la escritura parten de lo que encontraron y llegan a lo que fue. Los orígenes, el desarraigo, sus huellas en la psiquis, en el cuerpo, en la herencia. Una de las autoras habla de «estar ahí» sin saber sobre «eso». Entendemos que se refiere a la muerte. Podríamos decir lo mismo infinitas veces y «eso» ser siempre otra cosa. Pero lo distintivo es que se está ahí aunque no haya un «saber hacer» y ese estar marca. Invita a la emergencia de un sujeto. Los autores salieron del confort al que estamos habituados. Caminan por la incomodidad de una villa que es todas y esa en especial. Hablan de lo múltiple, lo diverso, hipotetizan.

Estamos frente a un libro inteligente; podemos o no acordar en todos o algunos de sus términos. Lo que seguramente no podremos es ignorarlo. Al correr de sus páginas aparecen situaciones de vida y conceptos. Éstos nos hacen reflexionar sobre «la Modernidad» o la «Post modernidad», a consideración de cada uno, sobre la economía, «la seguridad» (lo colocamos así intencionalmente), la política, la religión, las neurociencias, la antropología y nuestro quehacer diario en tanto trabajadores de la subjetividad. ¿Podremos hacerla surgir allí donde parece no haberla? ¿Podremos hacer emerger algo del deseo? Hace unos años la autora de este comentario escribió: «…Ellos, los países del primer mundo, siempre fueron nuestro Ideal del yo…». «Lo intentamos justificar subrayando sus grandezas e ignorando sus guerras y miserias…». «Bajo los efectos de esta polarización construimos una teoría: los argentinos descendemos de los europeos, de los barcos». Y negamos que «…también somos los hijos de esta tierra». «Como los primeros colonizadores que negaron la humanidad de los habitantes de América, expulsamos esa parte nuestra y con ella condenamos a la marginación a todos aquellos


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hombres y mujeres que por sus rasgos nos lo recuerdan» … «Lo expulsado nos vuelve brutalmente…». Inseguridad, muerte. A veces esta autora se ilusiona con que llegue el día que duela tanto la muerte de un pibe de la villa como de otro de clase media. Se ilusiona que algún día escuchemos a «Fuerte Apache» que a través de sus Hip Hop nos cuen-

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tan de su infierno. Que algún día los humanos no actúen desde el yo del placer purificado. En la Argentina, tal vez, si reconocemos que hay dos simientes, podría haber «un otro lugar» para todos. «Otro lugar» seguramente imperfecto, pero quizás mejor. ¿Una utopía? Y sí, ya sabemos, son necesarias, el horizonte siempre se corre. Así se camina como camina este grupo de desarraigados. Elba Nora Rodríguez


INFORMACIONES



ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

Presidente AAPPG Lic. Clara Sztein

Rector UCES Dr. GastónAlejandro O´Donnell

DIPLOMATURA SUPERIOR EN VINCULOS Con acreditación universitaria

Directora Lic. HildaAbelleira CoordinadoraAcadémica Lic. Esther Beliera

INICIA AGOSTO 2011 Objetivos: Brindar una sólida formación en Psicoanálisis Vincular Requisitos para el ingreso: título de grado Duración: 3 cuatrimestres Prácticas en Hospitales, Centros de Salud e Instituciones - Supervisiones Días de dictado: 3er. viernes y sábado de cada mes

Informes Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tele-fax: 4862-6848 E-mail: docencia@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


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Área Programática de Docencia Comisión Directiva Franca Trevisan – Gustavo Gewürzmann

La AAPPG anuncia sus SEMINARIOS INTRODUCTORIOS Y DE ACTUALIZACIÓN La propuesta es hacer un acercamiento a distintos conceptos del Psicoanálisis Vincular articulados con la teoría freudiana, la obra de Lacan, junto a otros autores psicoanalíticos y pensamientos filosóficos contemporáneos. La implementación de estos Seminarios aspira a posibilitar que cada participante pueda realizar un recorrido que tenga en cuenta su formación previa así como sus intereses particulares. Además, esta red de enseñanza está abierta a profesionales de mayor experiencia que deseen profundizar y actualizar su formación. Estos Seminarios ofrecen a cada participante la posibilidad de elaborar su propio recorrido, con la orientación en psicoanálisis vincular ofrecida por la AAPPG. • Seminarios de Introducción al Psicoanálisis

de las Configuraciones Vinculares (Grupos, Familia, Pareja, Instituciones, Adultos Mayores, Niños y Adolescentes) • Seminarios de Profundización o Actualización Teórica en Psicoanálisis • Talleres, Laboratorios Se entregan certificados de asistencia Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tele-fax: 4862-6848 E-mail: docencia@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


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DOCENCIA Posgrado en Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares Instituto de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares (I.P.C.V.) Dirección: Dra. Graciela Ventrici Intercambio con Universidad Lyon 2: Lic. Mirta Segoviano

Comité Académico AAPPG: Dr. Isidoro Berenstein; Lic. Graciela Bianchi; Lic. Liliana Bracchi; Lic. Ricardo Gaspari; Lic. Solchi Lifac; Lic Graciela Milano; Dr. Carlos Pachuk; Dra. Janine Puget; Lic. María Cristina Rojas; Lic. Mirta Segoviano; Lic. Marina Selvatici; Lic. Diana Singer; Lic Susana Sternbach; Lic. Ona Sujoy; Lic. Clara Sztein, Dra. Graciela Ventrici; Lic. Daniel Waisbrot. Universidad Lyon 2: Profesor Dr. René Kaës - Dra. Claudine Vacheret Docente extranjera invitada: Mg. Myriam Alarcón de Soler

DOCENCIA, INVESTIGACIÓN Y EXTENSIÓN CONVENIOS con Universidades, Hospitales y otras instituciones Se cursa segundos viernes y sábados de cada mes CURSO ANUAL Intensivo LABORATORIO - SEMINARIOS BREVES* PASANTÍA CON SUPERVISIÓN PERSONALIZADA a cargo de las Lics. Elena Berlfein y Sara Moscona

Inicia Abril de 2011 INSCRIPCIÓN: ENTREVISTAS DE ADMISIÓN NO ARANCELADAS * Estos seminarios para los cursantes del IPCV tienen crédito Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tele-fax: 4862-6848 E-mail: docencia@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


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DOCENCIA Posgrado en Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares SEMINARIOS CUATRIMESTRALES* Conceptualizaciones teórico-clínicas acerca del dispositivo pareja Docentes: Martha Eksztain, Sara Moscona y Clara Sztein Actualizaciones en clínica psicoanalítica con parejas Docente: Miguel Spivacow Cuatro parejas en busca de un análisis. Quehacer del analista de pareja. Intervenciones. Ideas, problemas Docente: Daniel Waisbrot Disolución del vínculo en parejas estables: funcionamientos e intersubjetividad Docente: Liliana Bracchi La inclusión de las técnicas de procreación asistida (TPA) en el abordaje clínico de la infertilidad en la pareja Docentes: Silvia Cincunegui y : Yolanda Kleiner Actualización en Psicoanálisis de Familia Docentes: Graciela Bianchi – Ricardo Gaspari Pensar y hacer clínica familiar Docentes: Dra. Sara Amores Clínica del vínculo fraterno Docente: Susana Matus Vínculos de filiación: diversos modos de intervención Docentes: Graciela Rajnerman y Griselda Santos Instrumentos para trabajar en y con grupos Docentes: Lucila Edelman y Diana Kordon Psicoanálisis de Grupo con Niños y Adolescentes Docente: Ona Sujoy «El análisis institucional y el analista vincular» Docente: Graciela Ventrici La teoría de René Kaës en la clínica Docente: Mirta Segoviano El intersujeto y el grupo. La teoría de René Kaës Docente: Mirta Segoviano Los vínculos Entre sexo y género Docente: Norberto Inda Producción escrita en Psicoanálisis Vincular Docentes: Graciela Milano - Diana Blumenthal - Vanesa Bianchi Silvia Luchessi - Magdalena Gimenez Colman * Estos semimarios también son abiertos a la comunidad Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tele-fax: 4862-6848 E-mail: docencia@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


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DOCENCIA Seminarios de Extensión del I.P.C.V. Dirección: Dra. Graciela Ventici

En breve el Instituto de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares (IPCV) ofrecerá seminarios, talleres y laboratorios referidos a diferentes temáticas que hacen a la formación permanente del analista vincular.

a) Seminarios de temas específicos referentes de alguna configuración vincular. b) Seminarios referidos a temas transversales a la cuestión vincular. c) Seminarios de autor. d) Seminarios de teorías y técnicas especiales: psicodrama, técnicas de juego; técnicas corporales, etc. e) Seminarios temáticos (referidos a alguna problemática en particular) f) Talleres de grupos de reflexión con el objetivo de aprender a conducirlos (teórico práctico). g) Laboratorios de supervisión y abordaje de situaciones clínicas e institucionales. El diseño de cada espacio será adecuado a su temática y sus objetivos.

Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tele-fax: 4862-6848 E-mail: docencia@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


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DIRECCIÓN DE DOCENCIA UNIVERSITARIA E INTERNACIONAL Lic. Clara Sztein

• Diplomatura Superior en Vínculos AAPPG - UCES Inicia Agosto 2011

• Convenio Universidad Lumière Lyon 2 Intercambio de pasantes y profesores argentinos en Lyon (y viceversa) Pasantes franceses en Buenos Aires. AAPPG - UCES

• Fundació Vidal i Barraquer de Barcelona

Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tele-fax: 4862-6848 E-mail: docencia@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


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CENTRO ASISTENCIAL “Dra. Andrée Cuissard” DIRECTORA Lic. Ona Sujoy SUBDIRECTORA Lic. Mirta Ungierowicz DIRECTOR MÉDICO Dr. Daniel Asiner COORDINADORAS DE ÁREAS Lic. Ombretta Velati: Niños y Adolescentes Lic. Yolanda Kleiner: Adultos Lic. María Capponi: Adultos mayores Dispositivos terapéuticos: Grupo, Individual, Familia, Pareja, Psiquiatría Dispositivos específicos:

Orientación Vocacional, Psicopedagogía, Talleres Temáticos, Grupos homogéneos

Terapeutas: Lic. Abbattista, O.; Lic. Arcella, G.; Lic. Beer, S.; Lic. Bernath, B.; Lic. Blasco, A. M.; Lic. Capponi, M.; Lic. Casal, L.; Lic. Dayan, A.; Lic. Davidovich, N.; Lic. Del Cioppo, G.; Lic. Galbusera, M.; Lic. García Leichman, A.; Lic. Gasperino, M.; Lic. Gewürzmann, G.; Lic. Kleiner, Y.; Lic. Levin, M.; Lic. Marini, P.; Lic. Masciandaro, F.; Lic. Palonsky, S.; Lic. Ponce, L.; Lic. Roel, C.; Lic. Rzezak, R.; Lic. Voronovitsky, M.; Lic. Yelmini, C.; Lic. Zadunaisky, A. Psiquiatra: Dr. Asiner, Daniel Supervisoras: Lic. Abelleira, H.; Lic. Aguiar, E.; Lic. Berlfein, E.; Lic. Milano, G.; Lic. Segoviano, M.; Lic. Velati, O.; Dra. Ventrici, G. Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel. 4862-6818/6848/1115 E-mail: secretaria@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

Área Programática Científica Espacios que dan lugar al encuentro para profundizar la teoría vincular y su práctica Actividad

Coordinador y/o enlace

Entrefamilias. Espacio de reflexión Abierto a la comunidad

Liliana Casal - Liliana Daitch Liliana Singerman

Espacio Cuerpo Vinculares <==> Vínculos Corporales

Liliana Singerman - Clarisa Kanter Liliana Litvin

Equipo de Análisis Institucional

Esther Beliera

Equipo de Grupos de Niños y Adolescentes

Ester González

Espacio de Adultos Mayores

Solchi Lifac

Espacio de Pareja

1. Grupo «Pensar con otros a partir de la clínica Psicoanalítica vincular de pareja» (abierto). Coordinadora: Adriana Zadunaisky 2. Grupo «Dispositivo pareja: territorio de lo obsceno». Norberto Inda

Grupo Clínica Urbana (Cerrado)

Ricardo Gaspari

Grupo de Actualización en Psicoanálisis Vincular con Niños y Adolescentes

María Cristina Rojas Ona Sujoy

Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel. 4862-6818/6848/1115 E-mail: secretaria@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

Actividad

Coordinador y/o enlace

Grupo de Familia (Cerrado)

Liliana Casal, Liliana Daitch, Liliana Singerman

Grupo Vínculo Lacan (Cerrado)

Magdalena Colman Giménez

Taller. Clínica Psicoanalítica Vincular. El analista en sesión: consteruyendo herramientas

Ricardo Gaspari, Carlos Pachuk, Miguel Spivacow, Daniel Waisbrot

Taller Clinico. Cuestiones Psicopatológicas Vinculares

Silvia Gomel, Susana Matus

Taller: Psicoanálisis e Intersubjetividad (Abierto a miembros de AAPPG)

Elena Furer, Cristina Gianella

Taller de investigación: Crisis socioeconómica actual y sus efectos en la subjetividad y los vínculos

Elina Aguiar, Olga Idone, Miriam Vinitsky

Taller de Relatos Clínicos (Cerrado)

Noemí Davidovich, Gabriela Weiser

Lunes Clínicos (Cerrado)

Griselda Santos

Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel. 4862-6818/6848/1115 E-mail: secretaria@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares Área Programática Científica Coordinadora: Nélida Di Rienzo

ESPACIO CIENTÍFICO PENSANDO LO VINCULAR Pensando lo Vincular…los viernes de 12 a 14 horas, un espacio para pensar juntos los interrogantes teóricos que abre nuestra praxis El 29 de abril de 2011 Inició sus actividades con:

“EXCLUSIÓN Y SUBJETIVIDAD” Panelistas: Gabriel Kessler - Sociólogo Pablo Pschepiurca - Arquitecto Elina Aguiar - Psicoanalista Coordinación Nélida Di Rienzo Programación de mayo Mayo 6 ¿Veinte años no es nada…? Ayer y hoy del Psicoanálisis Vincular Invitados: Juana Gutman - Carlos Pachuk Mayo 13 ¿Veinte años no es nada…? Ayer y hoy del Psicoanálisis Vincular Invitados: Ricardo Gaspari - Graciela Bianchi Mayo 20 Invitadas: Integrantes del Hospital Piñero y del Círculo Freudiano Presentación de un caso clínico sobre legalidades, discurso jurídico, discurso psicoanalítico Mayo 27 Dirección de Publicaciones Invitado: Sergio Rodríguez Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel. 4862-6818/6848/1115 E-mail: secretaria@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

RELACIONESINTERINSTITUCIONALES Coordinadoras: Lic. Susana Guerchicoff - Lic. Susana Piskorz

Colaboradora: Lic. Silvia Dorfman La A.A.P.P.G. ofrece supervisiones, cursos y asesoramiento a todo tipo de instituciones (públicas o privadas) o a profesionales que lo soliciten, según convenios específicos. Entre las diversas instituciones con las que hemos trabajado podemos nombrar las siguientes: CENARESO Centro de Salud Mental Nro 1 “Dr. Hugo Rosarios”

Dra. Carolina Tobar García

Centro de Salud Mental Nro 3“Dr. Arturo Ameghino” Hospital Israelita Centro de Salud Mental Nro 15“Hospital Argerich”

Hospital Paroissien

Centro de Salud Mental de La Matanza (Dr. Mario Tizminetzky)

Hospital Pedro de Elizalde

Centro de Vias Respiratorias de San Justo

Hospital Penna

Colegio San Martín de Tours (San Fernando) Colegio de Psicólogos de La Plata

Hospital Piñero

Fundación Adoptare

Hospital Pirovano

Hospital Alemán

Hospital Ramos Mejía

Hospital Alvarez

Hospital Rivadavia

Hospital Alvear

Hospital de San Martín

Hospital Borda

Hospital Santojanni

Hospital de Clínicas

Instituto Corazón de Jesús

Hospital Dr. Ricardo Gutiérrez

Instituto San Martín de Tours

Hospital Durand

(Gabinete de Orientación Escolar)

Hospital Infanto Juvenil

Liga Israelita Argentina

Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel. 4862-6818/6848/1115 E-mail: secretaria@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares Premio Anual Dr. Marcos Bernard Año 2011

La AAPPG invita a participar en el Premio Anual “Dr. Marcos Bernard” a la producción escrita. El tema convocante es:

“Cambio subjetivo en los dispositivos vinculares. Posibilidades y límites de nuestra práctica” Dirigido a: profesionales que trabajen en el campo de la salud mental o cuyas inquietudes y reflexiones se refieran al mismo, especialmente en lo que se refiere al Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares. El ganador será acreedor a un premio consistente en 2800 pesos, diploma y publicación en la Revista de la AAPPG, la cual se reserva los derechos exclusivos de publicación. En caso de que hubiera más de un trabajo merecedor del premio, se podrá instituir un 2° premio consistente en 2000 pesos, diploma y publicación en la Revista de la AAPPG, en las condiciones de exclusividad antedichas.

El Jurado de Selección estará integrado por: Lic. Martha Eksztain Lic. Marta L’Hoste Lic. Ona Sujoy Los trabajos escritos se recibirán hasta el día 30 de abril de 2011 inclusive, en la AAPPG Bases para la escritura de los trabajos: 1. Los escritos presentados deberán ser inéditos y podrán ser individuales y/o grupales.


2. Podrán participar profesionales que trabajen en el campo de la salud mental o cuyas inquietudes y reflexiones se refieran al mismo (psicólogos, médicos, filósofos, sociólogos, antropólogos, periodistas, psicoanalistas, etc.) 3. Se sugiere que el escrito esté constituido por introducción, desarrollo, conclusión y bibliografía. Se valorarán principalmente los siguientes aspectos: originalidad de la idea central o de la particular interrelación entre conceptos, claridad en la exposición, coherencia lógica en el desarrollo, que constituya un aporte al Psicoanálisis de la Configuraciones Vinculares. 4. Las especificaciones para su escritura son las siguientes: Caja normal en hoja tamaño carta. Márgenes: 2 cm. de margen de cada lado, así como en los bordes superior e inferior. Interlineado: sencillo Fuentes: Título Principal Títulos Secundarios Cuerpo del trabajo Bibliografía

Times New Roman 14 Times New Roman 12 Times New Roman 12 Times New Roman 10

Extensión del trabajo: mínimo de 15 páginas, máximo de 30 páginas en hoja a una sola faz. Bibliografía: ordenada alfabéticamente, se presentará en hoja aparte. Se entregará original, copias por triplicado y CD.

5. Modo de presentación del trabajo: En sobre cerrado se harán constar los datos personales (nombre y apellido del autor/res, DNI, dirección, teléfono, correo electrónico). En la parte exterior del sobre, seudónimo y nombre del trabajo.


Los profesionales extranjeros que intervengan, deberán enviar el original y cuatro copias traducidas al castellano. En CD, trabajo escrito en su idioma y con la traducción al castellano. 6. Es requisito fundamental, tener especial cuidado en no incluir el nombre del autor en la bibliografía ni tampoco el título de ninguna de sus publicaciones que puedan dar a conocer o inferir quién es el autor. Todo trabajo que no reúna alguno de estos requisitos será descalificado por el jurado. 7. Los trabajos no seleccionados serán destruidos. 8. Sólo serán aceptados los trabajos que lleguen dentro de los límites del tiempo estipulado. Si existiera algún trabajo que llegase en fecha posterior a la requerida, el sobre deberá mostrar el matasellos con fecha, indicando que ha sido despachado 10 días antes de la fecha límite, para tomar en consideración cualquier problema que pudiese haberse suscitado por el mal funcionamiento del servicio de correos. 9. La ceremonia de entrega se realizará en el mes de octubre de 2011. El lugar, día y hora se confirmarán oportunamente. 10. Los integrantes de los jurados son elegidos por la Comisión Directiva. Los miembros de la Comisión Directiva no podrán participar en los jurados, ni en los premios. 11. El criterio de decisión del premio será por mayoría simple. 12. Si los trabajos presentados no tuvieran el mérito suficiente para premio, no se otorgará el mismo y se declarará desierto. 13. No se abonará ningún importe en concepto de inscripción. 14. Cualquier cuestión no prevista será resuelta por el jurado. 15. Si desea obtener más información puede hallarla en el sitio: www.aappg.org.ar o comunicarse telefónicamente al (5411) 4862-6818

Informes en Secretaría Lavalle 3589 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel. 4862-6818/6848/1115 E-mail: secretaria@aappg.org.ar - www.aappg.org.ar


ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO Revista PSICOANÁLISIS DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARES

Condiciones para la Presentación de Trabajos 1. Los escritos presentados deberán ser inéditos, podrán ser individuales o grupales y deberán estar escritos en español. – Los trabajos tendrán una extensión máxima de 10.000 palabras, y se entregarán en siete ejemplares impresos en papel tamaño carta o A4 junto con el correspondiente CD o diskette, aclarando el procesador de texto utilizado, el cual debe ser compatible con I.B.M. – Los artículos deben incluir, en hoja separada, un resumen de 10 líneas, redactado en tercera persona, con las correspondientes traducciones al inglés, francés y portugués, realizadas a cargo del autor, incluyendo la traducción del título, por traductores designados por la Dirección de Publicaciones, como asimismo de las palabras clave correspondientes al mismo. – Las notas deben numerarse en forma sucesiva en el texto y colocarse al final del trabajo. Las referencias bibliográficas en el texto: al mencionar a un autor, se transcribirá su apellido, la inicial de su nombre y la fecha de primera publicación del texto en su idioma original. Ej.: (Spitz, R., 1954). Si se desea mencionar la página (en una cita textual, por ejemplo), se ubicará este dato a continuación. Ej.: (Spitz, R., 1954, pág. 153). La página citada corresponde a la edición utilizada (ver más adelante). – Es requisito fundamental, tener especial cuidado en no mencionar en el cuerpo del texto ninguna de las publicaciones propias para evitar inferencias sobre la identidad del autor. – La bibliografía, ordenada alfabéticamente, se presentará en hoja aparte de la siguiente manera: a) Libros: apellido del autor, inicial del nombre y año de la primera edición en su idioma original. Luego, el título del libro (en cursiva), lugar de edición, editor, año de la edición utilizada. Ej.: Spitz, R. (1954) El primer año de vida del niño. Madrid, Aguilar, 1961.


b) Artículos: apellido del autor, inicial del nombre, año de la primera edición del artículo en su idioma original. Luego, título del artículo entre comillas, nombre de la publicación (en cursiva), volumen, número, año de la edición utilizada. Ej.: Couchoud, M. T. (1986) «De la represión a la función denegadora», Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo, vol. XX, nº 1, 1997. – El trabajo, sus copias impresas y la versión digital en CD o diskette deben estar firmados con seudónimo y entregarse en secretaría de AAPPG en un sobre en cuyo frente figure sólo el título del trabajo y el seudónimo utilizado. – Dentro de este mismo sobre se incluirá un sobre cerrado, caratulado de igual manera, que contenga en su interior: nombre y apellido del/de los autor/es, sus datos de afiliación profesional, dirección, teléfono y correo electrónico, la/s hojas de la bibliografía; la autorización para la publicación. – Es imprescindible adjuntar una autorización explícita para la publicación del trabajo en esta revista, ya sea en soporte papel o modalidad digital, en forma total o parcial, en la página web de A.A.P.P.G. o a través de los índices con los que la página tiene links, aclarando nombre/s completo/s y documento/s de identidad, con firma y aclaración. – Los originales enviados no serán devueltos, resulten o no publicados. REFERATO INTERNACIONAL: Los trabajos serán preseleccionados por el Comité Científico y aprobados o no finalmente por el Comité de Referato Internacional. Cada trabajo será enviado a tres miembros del Comité de Arbitraje Internacional (dos pertenecientes a la institución). Los árbitros tendrán en cuenta los siguientes ítems transcriptos a continuación: 1) originalidad de la idea central o de la particular interrelación entre conceptos; 2) rigurosidad teórica y claridad en la exposición; 3) coherencia lógica en el desarrollo; 4) presencia de alguna dimensión vincular o de algún sesgo que se relacione a la misma; 5) cuidado en el estilo gramatical; 6) capacidad de despertar y mantener el interés. De acuerdo a estos criterios responderán si consideran el trabajo digno de ser publicado en la revista Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares. DIRECCIÓN DE PUBLICACIONES


REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARES

Se puede comprar no sólo en AAPPG, sino también en las siguientes librerías a las que se distribuye:

Capital Federal Lib. Paidós Lib. Paidós del Fondo Lib. Penélope Letra Viva Lib. Hernández Edipo Libros Zival’s Ediciones del Sol - Corrientes Ediciones del Sol - Callao Lib. Norte Lib. Santa Fe Crime Libros Lib. El Lorraine Facultad de Psicología - Independencia Falcultad de Psicología - Yrigoyen Lib. La Cueva De la Mancha Lib. Lilith Lib. Santa Fe 2376 Lib. Santa Fe 2582 Lib. Santa Fe (Alto Palermo) Lib. Antígona Callao 737 Lib. Antígona Corrientes 1555 Lib. Antígona Las Heras 2597 Lib. Todotécnicas Lib. Guadalquivir Lib. De Las Madres Lib. Tiempos Modernos Lib. Imaginador


Gran Buenos Aires Lib. Casa del Sol - Lomas Lib. Garabombo - San Martín Lib. Ramos - Quilmes La Plata De la Camapana Discépolo Libros Lib. Rayuela Interior Mar del Plata Fray Mocho Rosario Homo Sapiens Lib. Ross Laborde Libros Lib. Buchin Córdoba El Espejo Maidana Libros SRL Salta Rayuela Libros Lib. Prana Códice Libros Resistencia Lib. de la Paz Santa Fe Lib Mauro Yardin

Próximo número: «El amor en tiempos de vértigo»

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