Aleceia Nº 9

Page 1

009abril2009 revista literaria editada por la concejalĂ­a de cultura


Sumario 06 Hay otras cosas 08 Juan Palomo 09 Martingala Literaria 10 Cum Laude 11 Cortos 12 La estantería de aire 18 Jóvenes 20 El bolso de Mary Poppins 22 Reseñas 27 Nuestras cosas 5 Otras cosas

009 Dirección Editorial Mª. Estefanía Sánchez García Consejo Editorial Joaquín Bassecourt Hernández, Inmaculada Jiménez Montero, Marisol Dorado Villanueva, Valerio de la Hoz Caravaca, Rosa Mª Carrasco Nieto, Raúl Rubio Millares, Luis Alfonso Corbacho Rodríguez Dirección Artística/Portada Sergio Tejedor Maquetación Dpto. Gráfico Ayuntamiento de La Línea

Pág. 2 • Revista Literaria ALECEIA


Porque es el caso, querido amigo, o querida amiga, que los de este pueblo de nuestras dichas y nuestros pecados andamos por ahí con fama de troleros, garambainas, y otras lindezas de las que algún medio que otro se ha regodeado, echando también alguna calumnia que otra, para ir tirando. Pero sabemos de buena tinta que por estos lares hay gente que lee, que escribe, que pinta, que piensa…Y nosotros queremos unirnos a esta gente (ya lo habíamos intentado hace mucho). Dicho de otra forma: queremos poner nuestro mejor afán en que estas letras salgan derechas y no torcidas, para dar nuestro puntito a la actividad intelectual de esta ciudad, que es más interesante, mucho más, que lo que cuentan por ahí.

Editorial

A

quí estamos otra vez: Sí, hombre, o mujer, tú nos conoces. Esos mismos que hacíamos una revista literaria en papel, y en edición más convencional, y que ahora aparecemos ante tus ojos en forma digital. Bueno, hemos dicho mal. Somos los que somos, pero hay más “somos”; más gente en definitiva. Y esperamos que los que contamos con tu indulgencia, y, quién sabe, quizás también con tu asentimiento, esperamos seguirteniendo la generosidad de tu atención.

Esperamos que ahora, al salir en forma digital, más gente, toda esa del ciberespacio tenga ocasión de ver nuestro trabajo, que si bien modesto, es honrado, hecho con esa sinceridad del amor a las escrituras varias y que ponemos en esta revista literaria lo más valioso de nuestros deseos intelectuales: los de trasmitir una sensibilidad, un poema, una idea, una cosa, para que tú, lector o lectora participes también con tu lectura recreadora en esta nuestra pasión por el espíritu en forma de escritura. Y nada, más, que no queremos cansarte. Esperamos que disfrutes de esta aportación nuestra a tu mundo y al de todos

es una revista literaria editada por la Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de La Línea de la Concepción y el Aula de Letras “Gabriel Baldrich”. Para contactar con nosotros, podéis llamar al tel. 956 696 269 ó escribirnos un correo electrónico dirigido a BIBLIOTECA.LALINEA@ telefonica.net. Todos los que de una u otra forma hacemos esto os agradecemos de corazón la acogida que está teniendo nuestro trabajo.

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 3


un árbol un verso una piruleta un beso una pelota una queja una cabeza tus pensamientos una madeja de lana un garabato nuestras emociones un nido una tormenta un sol las buenas ideas un mebli y las malas también

Pág. 4 • Revista Literaria ALECEIA


Teatro Pintura Cine

Escultura Literatura Danza

Música Fotografía Historia

Con sólo un click podrás tener acceso a toda la información de la Concejalía de Cultura, descargarte la programación cultural, bases de concursos, solicitudes administrativas, la revista literaria Aleceia, contactar con nosotros…

próximamente en www.cultura.lalinea.es Revista Literaria ALECEIA • Pág. 5


Hay otras cosas por Valerio De la Hoz Caravaca

Se suponía que dormía, pero no. Hacía muchos años que no podía dormir antes de la corrida, pero por no escuchar a Paco, su mozo de espadas, lo fingía. Además, eran momentos de pensar, de pensar gozosamente, de plantearse cosas. Como el aburrimiento. Ni siquiera estaba seguro de la ciudad o pueblo que le tocaba hoy. Era demasiado tiempo haciendo lo mismo. Últimamente, casi nunca sentía miedo. Era más como el oficinista que sabe que le esperan las mismas tareas de todos los días y no tiene ningunas ganas de hacerlas. Pero, bueno, era su oficio, ganaba muchísimo dinero y, aunque llegara algún contratiempo de vez en vez, también eso era casi rutina. Lo que no podía evitar era a falta de interés. Hoy, allí tendido, había una pequeña lucecita que se hacía más y más fuerte. La hacía sonreír, pero no se la quitaba de encima. Sospechó que tampoco quería que se fuera.

plaza. Y que más de uno vivimos de esto.. Y a mi costa, correspondió el torero con otra carcajada. Apareció Antonio en el vestíbulo, y se repitieron, como todas las tardes, los ohhhhhh, de los turistas, las palmaditas, y el “suerte, maestro”. Al entrar en el coche, la volvió a ver, también confusamente, como la primera vez. La librería que hacía esquina allí al lado. Y el hastío subió de tono. “ Si pudiera pasar las dos horas de la corrida, ahí metido, viendo papeles de esos” No hubo tiempo de más filosofías; el auto arrancó y los papanatas volvieron a repetir sus ohssssssssssss, y los transeúntes sus miradas. Volvió la vena profesional.”Tío, ¿mucho viento? No, algún achuchón que otro, pero nada serio.

Al llegar al hotel, muy cerca, en la esquina, había entrevisto más que visto una librería, no muy grande, no con mucha gente. Antonio, nuestro personaje, apenas había ido a la escuela, leía con dificultad, pero cada vez sentía más curiosidad por lo que pasaba fuera de ese mundo hermético del toro y el campo, y la plaza. Los libros nuevos, brillantes, relucían al sol abrasador del verano. Se habían metido en la retina de Antonio, que, confusamente, se decía algo como esto: Ahí sí que te deben de explicar las cosas.

Allí estaba la cuadrilla, conscientes de la decadencia del incipiente veterano. “Antonio, hoy hay que echarle cojones, o vamos a acabar todos Repartiendo postales de toros pa los guiris”. Una amplia sonrisa, casi feliz, fue la respuesta del interpelado.

Paco, apareció discretamente en la habitación: “maestro, ¿estamos listos?

Antonio, montera encasquetada, mirada por encima del burladero, ve aparecer su primer toro. Un negro zaino justito de peso, de cuernos, de trapío, de todo. A justificarse tocan, se dice para sus adentros.

Sí, Paco, venga, vamos allá, otra vez. ¿de qué nos vestimos hoy? De verde esperanza, sonrió el mozo de espadas, adivinando las ganas de Antonio por acabar rápidamente aquella tarde.

Más rutina: el capote de paseo, el suerte señores, el lento discurrir por la arena, el saludo protocolario, el cambiar la seda por el percal, y el primer clarinazo de la tarde, largo y agudo como un cuchillo.

La cuadrilla actúa, con eficiencia funcionarial, como el público, como Antonio. Cae el toro vulgarote, y el maestro, que disimula el gesto de cansancio, sale al tercio a corresponder una tibia ovación de los más optimistas.

Pues hala, a vestirse. Siguieron los mil ritos del mataor y el hotel. Al cabo de un rato, la sonrisa del mozo, se volvió carcajada. Anda y que tienes ganas, compañero. Pero no la jodas, que te dan una pasta gansa por cada pasito que das en la

Pág. 6 • Revista Literaria ALECEIA

“Así vas a acabar justo para el potaje”, le comenta Juan, el algarrobito, peón de confianza, al pasar por su lado. Antonio acoge el comentario con una sonrisa de cordialidad. Pasan lances, algún susto, algún ole, alguna protesta.


Todo igual, se dice Antonio. Llega su segundo toro. Antonio está más contento. “A esto le queda poco” El animal, colorao ojo de perdiz, se planta en la puerta de chiqueros, despacio, orgulloso, con la cabeza alta. Parece decir, “qué masa de gilipollas, y viene a por mí. Seguro que viene a por mí “ A Antonio el ojo izquierdo le ha dado un brillo instantáneo, una iluminación súbita. El toro, se lanza hacia su lado derecho en una galopada fija, consciente, alegre. Y Antonio no se lo piensa. Se va hacia él y éste entra a la verónica, y los primeros oles auténticos de la tarde surgen espontáneos y la primera sonrisa verdadera del torero, también. Han sido cuatro verónicas ganando terreno, yendo casi hasta el centro de la plaza, donde la media ha enroscado el colorao a la cintura del maestro, Acuden los peones y el torero les grita que lo dejen. El picador, hombre gordo sobre jamelgo flaco, avanza despacioso para colocarse en su lugar. Y Antonio, por delantales, cada uno una chispa de toreo, lo coloca en suerte, no muy cerca del del castoreño. El bravo se lanza como un proyectil, y la vara, quiere ponerse, pero en su lugar se pone el golpe, y hombre y caballo, ruedan por el suelo. Quite rápido del maestro, limpio, eficaz, sin efectismos. Se lo lleva al centro, tres chicuelinas,, revolera para acabar, vuelven a encender la plaza. Y ahí va el toro otra vez, recto y despiadado contra el picador, que esta vez aguanta como puede y la vara se clava en la carne, y el animal insiste en su bravura. Quites, más varas, más aplausos, más tarde de toros. Brinda Antonio al público, despacioso, casi solemne, ilusionado por primera vez en mucho tiempo. Y comienza la faena con ayudados por bajo, serios, pierna flexionada, templando, mandando. En uno el supuesto enemigo, se le cuela un poco. Culpa del torero, que ha errado algo en los terrenos. Y siguen los pases de siempre, pero con gusto, con arte, con solera. Alguna colada hay, que también el colorao se cansa de tanta bravura. “Me queda poco pero os voy a dar que hacer, cabrones” El Algarrobico, atento en su burladero, no se lo cree: “Vamos a tener asegurado el Fino por más tiempo” Las gentes enloquecen, el lío está montao. Se perfila Antonio, entra y en el hoyo de las agujas cae la espada certera e implacable. Me voy a morir con los huevos por delante, se dice el toro. Y se despolma en el centro del albero, sin abrir la boca, cayendo con toda la dignidad de una muerte digna e injusta. Al buen tío que es el maestro le ha rodado una tímida lágrima por la mejilla un segundo antes. El colorao, ya cadáver de una fiesta (todas las fiestas tienen los suyos) recorre el ruedo en vuelta a

gloria del ganadero y el mayoral. El torero, la pasea después con los trofeos, restallante de felicidad. Una turista histérica le ha lanzado las bragas. Antonio, se rompe de la risa. Sale a hombros, sale entre la alegría de unos, la envidia de los otros dos, y llega al hotel. La absurda idea le ha vuelto. Le rodean, le abrazan, le besan, le hacen la pelota, pero su mirada se ha vuelto a desviar hacia la esquina, donde, ya noche, brilla un escaparate iluminado. Ducha, secado, y Antonio, que, presuroso, chándal caro y zapatillas de marca, huye por la puerta de atrás. Allí están: libros, libros y más libros, pero un cartel anuncia: “Horario al público: Abierto de 9,30 a 1,30. Tardes. De 5,30 a 8,30. Sábados de 10 a 2. El maestro, hoy más maestro que nunca, marca un número en el móvil. La respuesta es casi un alarido: ¿Dónde coño estás? Todo el mundo te busca. Yo creo que estás perdiendo la chaveta”. Antonio se olvida del tono, de la bronca: ¿A qué hora salimos mañana? A las Ocho y media. De eso, nada, a las 10 y media, ¿Qué? No da tiempo, hombre, qué mosca te ha picado. No discutas, a las diez y media. Toda una hora allí mañana. Él lee mal, pero Paquita, su mujer, a la que nunca ha sabido valorar como merece, se dice, lo ayudará. Ahí en esos papeles tiene que haber más cosas. Ya voy, César (César es el apoderado), no te preocupes, gruña al móvil. Y sale corriendo camino de la gloria del postoreo. Revista Literaria ALECEIA • Pág. 7


Juan Palomo por Marisol Dorado Villanueva

Desnudos y expulsados del Paraíso Si analizamos la historia sagrada, comprendemos el porqué del avance tecnológico e industrial de la humanidad y de, cómo Dios, a lo mejor sin darse cuenta, benefició a unos pocos y perjudicó a otros muchos. En un principio, desnudos, estábamos desnudos y éramos felices, nadie diseñaba, ni había rebajas, ni se pasaba de moda la hoja de parra…. Claro, que eso no duró mucho, pues con el miedo a quedarnos sin comida por aquello de la huelga del transporte, Eva, que no se las pensaba, cogió compulsivamente la manzana y se comió hasta el rabillo. Adán, que ahora se hace el tonto: - “¡Yo no quería, yo no quería…!” él también se la tragó y hasta eructó, que yo lo sé. Bueno, a lo que vamos, que aparece Dios en un triángulo, que era donde vivía entonces (ya se habían inventado los pisos de 30 m2) y les dice: - “Ahora tenéis que buscar un diseñador y además barato, porque se os acabó el chollo y tenéis que trabajar. Eva respondió: - “¿Pero no éramos funcionarios? Yo creí que con lo de la costilla ya había aprobado oposiciones”. Adán no decía nada, ya se sabe que los tíos, cuando hay que dar la cara, se rajan. Eva siguió: - “Y qué me dices de “esa” (mirando a la serpiente) porque ha llegado la última y nos ha liado a todos. Justo en ese momento, Dios, con un enorme esfuerzo, pues no tenía espacio dentro del triángulo ni para mover la lengua de un lado a otro de la boca, giró los ojos y vio a la serpiente relamiéndose dos veces (ella puede) y

Pág. 8 • Revista Literaria ALECEIA

pensó: - “¡Qué chulo soy! Acabo de inventar el culebrón (por lo de la culebra ¿vale?)”. La verdad es que ahí estuvo acertado (tres en discordia y la culebra en medio). Bueno, lo cierto es que con este acto simple de aquí no ha pasado nada, coge tu maletita y circula, se jodió el invento para siempre: el llegar a fin de mes, ahora qué me pongo, este piso es muy caro, la invención de Zara, etc, etc …Todo tuvo lugar en ese preciso instante. P.D.: Los vegetarianos siguen en litigio porque dicen que no fue una manzana, que es fruta muy sana (perdón por el pareado) y alarga la vida, que lo que Eva se comió fue una hamburguesa del “McParadise” que, en verdad era un Club-Gourmet que regentaba la serpiente, pero, claro, nunca han podido demostrarlo, porque Dios se fue con su triángulo (que era móvil y después se lo traspasó al Papa) a otra parte, la serpiente vendió el local y aquí paz y allí Gloria (oh, oh, oh).


Martingala Literaria por Marisol Dorado Villanueva

Mandala

no deja de ser sorpresivo. Savia que crece dentro de mi pluma, Los versos invaden la tinta, todo el mar cabe en su cartucho, todo el mar que se desgrana línea a línea, Mandala de la inmensidad, de la obcecación y la locura, vaivenes de las olas que desangran en la orilla la última rosa que el temporal arrastra. Con la calma, un manto azul abraza la tierra desde arriba, Mandala de la posibilidad compartida, Mandala de la utopía, tu mano que acaricia dos soles, mi boca que enajena tu boca, Mandala de la pasión.

Me compré un anillo con un Mandala lancé al viento su oración, compartimos cafés y música estridente, mariposas de ciudad, que en sus alas de Mandala, llevan gravado un corazón, cada atardecer que las une, deja abierta la puerta de las palabras, Mandala de la poesía, de la adolescencia que adolece, con sus ojos seductores venciendo el miedo al olvido. Mandala de tus besos, que el viento conjuntivo reúne ¡Cómo huele el aire a hierba fresca! A lluvia presentida, Mandala de la primavera, deseo que se impulsa a través de la tierra. En las noches en blanco y pilot lila te vi, no sé si eras un ángel o luciérnaga curiosa, Mandala de mi espacio inundado, cubriéndome de versos, tinta y criaturas. Mandala del recuerdo, ya apenas quedan en el mismo lugar las cosas, que en otro tiempo lo ocuparon. ¡Qué capacidad de adaptación tiene el ojo humano! Van sucediéndose las imágenes, Mandala de la continuidad, encima de unas casas , otras casas encima de unos parques, otros parkings, sobre unos rostros, otros rostros, otras calles, otros edificios, otra gente, otras historias, Mandala del relevo. ¡Cómo después de mil veces, cien mil veces visto, todo lo verdaderamente eterno sigue sorprendiendo! Mandala del impacto, todo lo que nos es querido, cotidiano,

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 9


Cum Laude por Rosa Mª Carrasco Nieto

El bús que lleva libros a los niños del Sahara se llama Bubisher

E

l proyecto se inició en el Colegio San Narciso de Pontevedra y cuenta con el apoyo del gobierno Vasco y de la Universidad de Alicante. La primera etapa fue adquirir el autobús, la segunda acondicionarlo como bibliobús y ahora la tercera es reclutar voluntarios que lleven adelante el plan lector que beneficiará a la comunidad de niños de 8 a 12 años de diversos pueblo.

rar que los lectores vayan a ella, se mueven en búsqueda de aquellos que no tienen libros a su alcance. Quizás ocurre que pensamos siempre en la biblioteca ideal, aquella muy bien organizada, limpia, silenciosa y pensamos también en niños, jóvenes, adultos y ancianos que las visitan teniendo muy claro qué es lo que están buscando: desde leer el periódico, pasando por la lectura de una novela hasta la consulta especializada para la realización de un trabajo universitario.

Pero ocurre que no todos tienen una biblioteca a la vuelta de la esquina, de hecho, hay muchas personas que no tienen la experiencia de lo que es un libro, niños que no tienen la oportunidad de hojear uno de los tantos tomos que muchos de nosotros tuvimos siempre a la mano durante la infancia, de esos que nos formaron y que nos brindaron, de primera mano, lo que es la experiencia del libro aún antes de saber leer. Hay niños que viven en el desierto. En un desierto muy cercano: el desierto del Sahara. Son muchos más niños de los que nosotros quisiéramos pensar y justamente para ellos se ha creado el Bubisher, un autobús que llega a su pueblo con muchos libros y personas comprometidas en lograr que se inicien en la lectura. Varias editoriales han colaborado en la conforHemos hablado en varias oportunidades de las mación de esta biblioteca rodante que aspira bibliotecas móviles, esas que, en lugar de espe- constar de unos 1400 volúmenes.

Pág. 10 • Revista Literaria ALECEIA


Cortos por Valerio De la Hoz Caravaca

No se oye hablar de Gerardo Diego. Al menos, yo no oigo ni leo nada. ¿Otra vez las razones políticas? ¿Todo el que no se fue al exilio era un malvado? Que se lea y todas esas tonterías desaparecerán ante un gran, grandísimo poeta.

Quien elogia siempre, sospecho que no elogia nunca. Quien esté libre de vulgaridad, que tire la primera piedra. Nadie se atrevió y los televisores de todo el mundo permanecieron intactos.

Qué dulce persona sería nuestro presidente si hubiera estado vivito y activo por el año 34 ó No se puede tolerar, no podemos tolerar, que sea rara la semana en la que no leamos de acciasí. dentes laborales. Es uno de los más terribles problemas de la sociedad, que pasa sobre él Reencuentro de viejos amigos: suspicacia. como de puntillas. Claro, que hay una cosa que se llama sindicatos que algo tendrá que decir, ¡Y decían que el fútbol era cosa de Franco! pero dice poco y mal. Insisto: No lo podemos ¿Tiene razón Cioran y los metafísicos no son consentir. cinéfilos? Seguramente, sí. Gilipollas, majaderos, mentecatos con poder y “La frase ha de ser preñada” Conforme, pero en el poder. ¿No hay por ahí ningún periodista desconocido que quiera hacer dinerillo con el tema? no de viento. Ya lo he dicho, pero me reafirmo: si saqueáramos casas, cajones, cosas, habría que rehacer la historia de la literatura. Relación entre literatura y matemáticas: el número de escritores actuales tiende al infinito. Gibraltar y el encabronamiento histórico. El acoso de Usa a Cuba, insoportable. El régimen castrista, más insoportable aún. Qué interés tiene la derecha española a que no se la identifique con Franco, que gobernó con alguien, digo yo. No en el vacío. “El pluripartidismo es la pluriporquería”, Castro dixit. Él se ha bastado solito para ser pluriporquero. Revista Literaria ALECEIA • Pág. 11


La Estantería de Aire por Raúl Rubio

El mundo de las apariencias en la España del XVIII a través de Los eruditos a la violeta de José Cadalso “Mi tío decía que papá era uno de esos socia- “ensayo”? ¿Qué criticó y de qué manera? ¿En listas «a la violeta», siempre gritaba «libertad, qué radica su importancia, más allá de la conlibertad» en las manifestaciones” («Matar las tribución al léxico cotidiano? preguntas», Alberto Daneri, 1981). De todos los elementos que podemos destacar “Sea como fuere, este fenómeno suele promo- de esta obra, nos centraremos en el mundo de ver el rasgado de vestiduras o el ensayo socio- las apariencias en el que se centra Cadalso, lógico a la violeta” (Prensa argentina, 1992). apariencias en diversos ámbitos, pero sobre todo centra la crítica en la vida social de su “Los pedagogos a la violeta han rebautizado España contemporánea. el tradicional recreo de los escolares como segmento de ocio” («La perversión del len- Ya en el mismo título, Cadalso comienza a guaje», Amando de Miguel, 1994). mostrar cuáles son sus intenciones: «Los eruditos a la violeta o curso completo de todas las “Nuestros eruditos a la violeta fotográfica la ciencias, dividido en siete lecciones para los reinventaban al revés, para acabar exaltando siete días de la semana. Compuesto por don la España eterna” («Historia de la fotografía Joseph Vázquez, quien lo publica en obsequio en España», Publio López Mondéjar, 1997). de los que pretenden saber mucho, estudiando poco». Estos cuatro ejemplos – extraídos del CREA de la Real Academia – nos sirven para refle- En estas últimas palabras se encierra el primer jar cómo la expresión acuñada por Cadalso ha mensaje: los que pretenden saber mucho, estullegado a lexicalizarse en nuestra lengua y ha diando poco. La analogía de contrastes es clara utilizarse de forma normal para hacer referen- a través de los adverbios cuantificadores. cia a personajes cercanos a los retratados por Cadalso en esta obra. Creo que esto es uno de Para entender en qué contexto aparece la obra, los mayores logros a los que puede aspirar un debemos situarnos en el contexto histórico de escritor. la Ilustración, del siglo XVIII. Ya ha aparecido «El contrato social» de Rousseau, y ya se ha Sin embargo, también suele ocurrir que de tanto producido la división social entre el ámbito de usarlo, de tan consabido, se pierde la concien- lo público y de lo privado. cia del origen. ¿Qué escribió Cadalso en este Lo público es el espacio de los hombres, que Pág. 12 • Revista Literaria ALECEIA


deben mostrar sus aptitudes, su sapiencia... Por tanto, es “necesario” que, en la época de los enciclopedistas, los jóvenes delfines de la sociedad cortesana se “formen” para aparentar sabiduría en la sociedad.

erudito barbilampiño, peinado, empolvado, adonizado, y lleno de aguas olorosas de lavanda, sanspareille, ambar, jazmín, bergamota, y violeta”.

Una vez más, Cadalso trabaja mediante analoComo señala Cadalso en la advertencia preli- gía de contrastes: la crítica frente al aplauso, minar: hombres frente a barbilampiños, serios y adustos frente a olorosos empolvados. “En todos los siglos y países del mundo han pretendido introducirse en la república lite- ¿Por qué se decide el profesor Violeto? raria unos hombres ineptos, que fundan su pretensión en cierto aparato artificioso de lite- “me atrae lo agradable, como la luz a la mariratura. Este exterior de sabios puede alucinar posa”. a los que no saben lo arduo que es poseer una Ciencia, lo difícil que es entender varias a un Entonces comienza la primera lección. tiempo”. Una vez más, analogía de contrastes. Comienza Destacamos: «aparato artificioso», «exterior Violeto diciendo que para «los hombres de sabios», frente a «lo arduo que es poseer graves» las ciencias requieren esfuerzo, que un una Ciencia, lo difícil». No anda con engaños solo saber da para ocupar la mente de hombre, Cadalso, no tira la piedra y esconde la mano. en raras ocasiones se encuentran hombres que se aplican a dos; frente a esto, Violeto y sus Después de dedicar la obra a Demócrito y discípulos: Heráclito, comienza con la obra, dividida en siete lecciones, una por cada día de la semana. “Las Ciencias no han de servir más que para Veamos cómo reparte Cadalso las críticas a lucir en los estrados, paseos, luneta de las todos aquellos que pretender aparentar sabidu- comedias, tertulias, antesalas de poderosos, ría. y cafés, y para ensobervecernos, llenarnos de orgullo, hacernos intratables e infundirnos un Lunes. Oración con que se da principio al sumo desprecio para con todos los que no nos curso, y primera lección. Idea general de admiren». las ciencias, su objeto y uso, y de las calidades que han de tener mis Discípulos. Queda bastante clara el objeto y fin del profesor Violeto: las apariencias, el lucimiento, la Comienza el curso con una invocación al admiración. tiempo que les había tocado vivir, siglo feliz, afrenta de la ignorante antigüedad. Concluye la primera lección aconsejando que desechen la moderación con los iguales, el resY aquí surgen las primeras dudas ante el profe- peto a los mayores y la compasión con los infesor Violeto. ¿Quién es este personaje? ¿Aplica riores, porque ese es el camino para conseguir él en la sociedad cortesana sus conocimien- «el nombre de sabios». Y si a esta actitud, esta tos? ¿Son auténticos o también son aparien- pose, se le añade el curso («adornandoos con cia? Porque él mismo dice que la fortuna, más la erudición siguiente»), el éxito será incuesque el mérito, lo han colocado al frente de esta tionable, pues el objetivo una vez más, queda “academia”; y añade que está colocado entre el claro: «me acrediten vuestros lucimientos». miedo y el deseo: No se puede negar la sinceridad del profesor “Me hiela el temor de la crítica que me hagan Violeto. En ningún momento afirma que vaya unos hombres tétricos, serios y adustos; pero a hacer sabios a sus discípulos, no es su prome inflaman los primorosos aplausos de tanto pósito. Lo que sí afirma de forma cristalina es Revista Literaria ALECEIA • Pág. 13


que su meta es el lucimiento, la apariencia de A la Retórica le dedica menos tiempo. ¿Por sabios. qué? Porque se luce con mayor facilidad, pues menos aún saben de Retórica en los tiempos Pasamos entonces al segundo día. en los que se sitúa la obra. Cuatro nombres, cuatro títulos (eso sí, todo muy bien pronunMartes. Segunda lección. Poética y Retóciado) y «sentaréis plaza de hombre pasmosarica. mente instruido en la elocuencia antigua». Es la lección más larga del curso. Sigue en su De esta manera, «no habrá quien diga que no línea el profesor Violeto; ¿qué pide a sus dis- sois unos verdaderos poetas y oradores a la cípulos?: violeta». “Aprended de mí a rajar de alto a bajo, y hacer Miércoles. Tercera lección. Filosofía antihastillas todo el monte Parnaso”. gua y moderna. No puede ser más preciso Cadalso en el verbo que elige. Como vemos, no pide sabiduría, sino chabacanería, critiqueo barato de portal y barra de bar, de corrillo en una esquina. Rajar de todo, espíritu hispano.

En cuanto a la filosofía, el profesor Violeto recomienda una “obrita” que resume todos los conocimientos necesarios sobre la materia para que puedan «salir lucidos». Una vez más queda evidenciada que el objetivo sigue siendo la aparente sabiduría.

Comienza entonces el profesor Violeto el repaso por la historia de la literatura universal, Entonces expone varios conceptos (en orden desde los griegos y latinos. alfabético) y la explicación que se ofrece en esa obrita, y una lista de filósofos antiguos. ¿Qué deben hacer? Hablar poco de griegos y ¿Qué deben hacer?: latinos, centrándose en comentarios generales, datos biográficos, anécdotas... Y sobre todo, “Con aprender de memoria los nombres más apariencia, actitud: enrevesados de algunos de estos viejos [...] y otros de este sonido [...] se abrirán las bocas “Gritad, clamad, chillad [...] insinuar con aire de par en par”. misteriosos [...] sabed como un papagayo [...] al pronunciar este último verso, arquead las No podía ser de otra manera: las apariencias. cejas, mirad alrededor, por encima de las cabe- Pero no basta con esto en materia de Filosofía, zas de todos, extendiendo el brazo derecho [...] según el profesor Violeto. Porque aquellos que recitaréis con mucha pompa [...] decid cuanto sepan de Filosofía deben, por supuesto, acomse os antoje en desdoro nuestro, que todo será pañar todo su “saber” de una serie de actitudes bien admitido, verdadero o falso, cierto o exa- exteriores: gerado”. “Es indispensable que tengáis, llevéis, publiPodemos ver qué verbos utiliza Cadalso, qué quéis, aparentéis y obstentéis un exterior filoacciones propone: apariencia, apariencia, apa- sófico [...] Es preciso que os distingáis también riencia. Y todo esto por qué, porque “en todos por algún capricho de semejante naturaleza tiempos ha habido muchos sabios de teórica y [...] Unos habéis de estar, por ejemplo, siempocos de práctica”. Y por supuesto, no deben pre distraidos [...] Otros, aunque tengáis los caer en un error gravísimo: ojos muy buenos y hermosos, habéis de llevar un sempiterno anteojo en conversación con la “Pero vosotros no deis al público un dedo de nariz”. papel vuestro, porque os exponéis a perder todo el concepto que os habrá adquirido esta Y algunas otras extravagancias del mismo lección. Nunca soltéis prenda”. tipo. Es decir, de nuevo lo más importante es Pág. 14 • Revista Literaria ALECEIA


la apariencia exterior de estos discípulos del cuestión alguna del Derecho público, porque profesor Violeto. son todas peligrosas; y así dejando el tronco, subíos por esas ramas, suscitando cuestiones Recomienda entonces que si hay alguna mujer en que no podáis cometer absurdos». escuchándolos, que reciten una lista de filósofas, que también viene en la obrita. Y una vez Entonces comienza una larga lista de materias más, el aparentar: Violeto se detiene más en las sobre las que pueden discurrir, sin olvidar la formas, en los gestos que deben acompañar las gestualidad, «exclamad [...] enfureceos, y dad palabras de los “eruditos”, que en el contenido, una gran palmada sobre la mesa (con gran buscando con esta actitud la aprobación y el tiento para no haceros mal) y lamentaos [...] halago del auditorio, el aplauso fácil de los que Charlad [...] Hablad [...] Decid todo lo que han escuchan: dicho otros, que es mucho, muy bueno, y muy malo». “Veréis cómo todas se sonríen y dicen: ¡Qué gracioso! ¡Qué chusco! Unas dandoos con sus No profundiza mucho más el profesor Violeto abanicos en el hombro, otras hablando a otras en esta materia. al oído, con buen agüero para vosotros, y todas muy satisfechas de vuestra erudición”. Viernes. Quinta lección. Teología. Y en esta ocasión, se le filtra un comentario interesante al profesor Violeto, porque dice: «arrepentimiento de haberos enseñado en tan corto tiempo lo que me ha costado tantos años de vasta lectura y profunda meditación».

El viernes es el día dedicado a la Teología. La forma de comenzar la lección es también, en esta ocasión, contundente: “No sé por qué se ha escrito tanto sobre la Teología. Esta facultad trata de Dios. Dios es incomprensible. Ergo es inútil la Teología. Este silogismo se aprenderá de memoria, y se repetirá con sumo desprecio hacia los teólogos”.

¿Años de vasta lectura y profunda meditación? ¿Cómo podemos interpretar esta afirmación de Violeto? ¿Como una forma más de aparentar del mayor experto a la violeta? ¿O es realmente el lamento de un auténtico sabio que sólo cumple con su deber profesional? En este momento añade el profesor Violeto un comentario que también nos sirve para aclarar Tenemos indicios, a lo largo de la obra, para el punto que comentamos sobre la sabiduría pensar que Violeto no es un auténtico sabio, del profesor: «Escuchadme y seréis tan teóloporque esos eran los hombres serios, tétricos gos como yo». y adustos a los que él teme. Es un perfecto compilador, un sabio en conocer a la sociedad Y una vez más vuelve a utilizar la analogía de para la que prepara a sus alumnos, pero eso no contrastes, pues explica que no es necesario garantiza el que él se haya leído todas las obras poseer una suma y humilde veneración al Ente que cita; y además, él es todo lo contrario a un Supremos, ni un pleno conocimiento sobre sus hombre serio, tétrico y adusto. atributos, sobre el hebreo y el griego, sobre la historia sagrada, un estudio largo sobre las La lección del siguiente día espera. costumbres judaicas, una idea exacta de la doctrina de cada uno de los padres de la IgleJueves. Cuarta lección. Derecho natural y sia... no, nada de eso es necesario para ser un de las gentes. erudito a la violeta. El conocimiento que deben buscar se limita a nombres, datos biográficos «La lección de este día es muy trivial», inicia el y anécdotas. Porque lo más importante, una profesor Violeto. Una vez más, los verbos que vez más, es aparentar, acompañar de mucha predominan son los que indican conocimiento gestualidad, o como en este caso sugiere, «con superficial y gestualidad, porque «no ahondéis aire misterioso».

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 15


Después, recomienda Violeto que traten sobre avechuchos con nombres todos durísimos de Mitología, porque «aquí podréis disparar sin pelar; pero en pronunciarlos bien está todo el tino, con toda seguridad. Hablad cuánto, cómo mérito a que podéis aspirar”. y dónde gustéis en esta materia». Queda claro también qué espera de sus alumEl objetivo es liar con nombres, hacer ruido, nos, aunque acto seguido no deja el menor hablar confundiendo... porque en la multitud lugar a las dudas: de palabras huecas se esconde la falta de sabiduría, el conocimiento superficial, la aparente “No es para vosotros, y sería el modo de prisapiencia. Finalizando la lección, como siem- varos de los lucimientos exteriores, que deben pre, con el aparato gestual que debe acompa- ser las niñas de vuestros ojos”. ñar al discurso que estén dando: Esa, y no otra, es la meta del profesor Violeto, “Daréis la definición de la Teología, diciendo se evidencia en sus palabras vez tras vez, como que esta voz se compone de dos griegas, que estamos demostrando. Las apariencias. significan Sermo y Deus; aprenderéis a escribirlas, con carbón en la pared en caracteres Y otra vez más se evidencia cuál es la sabidugriegos, y no faltará en el auditorio quien crea ría del profesor, pues al hablar de las matemáque son caracteres mágicos”. ticas, él dice: Y esto es importante, porque la obra de Cadalso no debe interpretarse únicamente como una crítica a aquellos que aparentaban ser sabios cuando en realidad eran unos ignorantes, sino que la crítica más profunda es a la sociedad de su tiempo, a la España del XVIII, que era la que en salones, reuniones y tertulias, sustentaba, aplaudía y promocionaba a esta pléyade de ignorantes y superficiales. Porque lo que critica Cadalso es la superficialidad de esta sociedad: alaban a sus eruditos a la violeta porque ellos mismos son así, porque ellos mismos son unos ignorantes que no desean aprender, que no quieren ser más sabios. Es la moda, es el hablar por hablar. Qué diferentes de esos hombres tétricos, serios y adustos. Ellos no están en los salones, no alternan con la alta sociedad de la Corte. Ellos son los que guardan el auténtico saber. Por eso la sociedad no los quiere, por eso prefieren a estos sucedáneos de sabios. Con esto pasamos a la penúltima lección.

“Yo no lo entiendo, ni quiero entenderlo, ni que vosotros lo entendáis, porque dicen que pide mucha aplicación, constancia, y método, tres cosas tan enemigas de vuestras almas, como mundo, demonio y carne”. No es ambiguo Cadalso. Es evidente qué actitudes no quiere Violeto para sus alumnos, porque estas cualidades pertenecen a los que verdaderamente buscan la sabiduría, y ese no es el objetivo de ellos, como acaba de decir, sino el lucimiento público, la apariencia. Continúa su lección hablando de Geometría, mencionando los términos que deben memorizar para «aturdid a todos».

Después trata de la Náutica, aconsejando que lo mejor para lucir como erudito a la violeta en este asunto es aprender de memoria un vocabulario de marina. Pasa a la Arquitectura civil, donde aconseja aprender los órdenes y poco Sábado. Sexta lección. Matemática. más. Lo siguiente es Astronomía, los planetas (lo más importante es conocer las leguas de Una vez más, podemos intuir el auténtico espí- distancia del sol) y, una vez más, la aparienritu del profesor Violeto en sus comentarios: cia: “Creo haber oído a no sé quién, haber leído no sé dónde haber sabido no sé cómo y haber aprendido no sé cuándo que bajo el nombre de Matemática se comprenden una infinidad de Pág. 16 • Revista Literaria ALECEIA

“Pronunciar con énfasis las espantosas voces Eclíptica, Coluros, Grados, Planetas, Astros, Estrellas fijas, Eclipses, Discos, Paralajes, Cometas, Elipse, Rotación, Periodo, y los


demás que encontraréis en cualquiera Diccionario Astronómico. Ánimo, hijos, que con esto solo he visto lucir algunos que no saben más”.

der sus viajes”. Los tres escasos párrafos que componen esas instrucciones, interrumpidas rápidamente por Violeto, son una síntesis del pensamiento ilustrado, una nueva analogía de constrastes, porque las palabras de este padre Esta es otra de las principales lecciones que son lo opuesto a los consejos de Violeto, la enseña el profesor Violeto, las palabras que Razón frente a las apariencias: deben utilizar y el énfasis en pronunciarlas. Es curioso que hoy, doscientos años después, sea “De otro cuño es la moneda con que quiero pertinente aún este consejo, pues de discursos enriqueceros en punto de viajes”. vacíos, de palabras huecas, de conceptos poco definidos y multiutilizados, están los periódi- Y menciona cinco puntos básicos al respecto: cos, las aulas y los pasillos llenos. 1. No saber nada de España. Ha llegado el último día. 2. Ir a París y “entrar en consejo” de peluqueros, sastres y bañadores, «para que os apulan, Domingo. Séptima lección. Miscelánea. labren, acicalen, compongan, y hagan hombres de una vez». La última clase del profesor Violeto comienza 3. Una vez acicalados, presentarse en los con un repaso de lo que ha enseñado hasta paseos, teatros y otros parages (de nuevo queda ahora, para señalar sobre qué materias hablará: claro dónde deben lucir). Historia, Lenguas vivas, Blasón, Música, 4. Ir a Londres. Allí, deben olvidar toda la Viajes y Crítica. Y empieza con la Historia. moda francesa. Después, volver al continente por Alemania e Italia. Menciona las nociones básicas que deben saber, 5. Volver a España. aunque en realidad todo se reduce a decir «que es corto el trecho que hay de la fábula más ridí- Y para cuando vuelvan, queda una vez más cula a la historia más extendida». reflejada la mayor preocupación del profesor Violeto con respecto a sus alumnos, su meta Pide a sus alumnos que no estudien las Len- más importante: guas vivas, «porque esto de aplicarse a la francesa, inglesa, italiana y alemana, pide cuatro “Entrar en España con algún extraño vesvidas, y más si os detuviérais en aprenderlas tido, peinado, tonillo y gesto, pero sobre todo, de raíz». Sólo necesitan saber lo básico, lo pre- haciendo tantos ascos y gestos como si entráciso. Y junto a esto, «quejaos muchas veces de rais en un bosque o desierto”. la pobreza del castellano». Por último, pasa a hablar de la Crítica, «la poliTambién deben tener leves conocimientos de cía de la República literaria». Cadalso vuelve Blasón, pues deben procurar comer con gran- a utilizar la analogía de contrastes, pues dice a des, embajadores y poderosos. Así, deben través del profesor Violeto qué se espera de los hablar y descubrir su escudo y su genealogía. críticos («sujetos de conocido talento, erudiDe la Música advierte que no hay mucho de ción, madurez, imparcialidad y juicio») y qué que hablar, que deben criticar la música actual, se encuentra («privilegios, inmunidad y repreporque toda la buena se aniquiló, y poco más. sentación»). Aconseja a sus alumnos que se Entonces pasa a hablar de los viajes, y aquí metan a críticos, siguiendo las siguientes reglas Cadalso realiza un pequeño homenaje a Cer- (no tiene desperdicio lo que escribe Cadalso): vantes, que tanto admiraba, pues introduce una historia dentro de la historia, al decir que en - Despreciad todo lo antiguo o todo lo «unos bizcochos de la confitería» le llega un moderno. papel donde estaban las “Instrucciones dadas - Escoged entre nuestra literatura y la extranpor un padre anciano a su hijo que va a empren- jera. Revista Literaria ALECEIA • Pág. 17


- No haced igual aprecio de todo lo bueno o todo lo malo sin saber de qué país viene. - Cualquier libro que os citen decid que ya lo habéis leído y examinado. - Alabaos los unos a los otros y mirad con ceño a todo el que no esté en vuestra matrícula.

- Cuando no sepáis algo, a los compendios y diccionarios. Así concluye el profesor Violeto su curso, diciendo que ha cumplido su promesa de formar auténticos eruditos a la violeta.

Jóvenes por Inmaculada Jiménez Montero

Irene y el collar Irene sabía que su cuerpo estaba cambiando constantemente. Hablaba con el espejo de su dormitorio cada noche. Los vaqueros estrechos y el jersey azul que se compró en las rebajas, le sentaban maravillosamente bien. Un día que el sol entraba con fuerzas en su habitación, iluminando todas las paredes descubrió en un pequeño cajón un collar que su abuela le había regalado hace tiempo. Paseó entre sus dedos cada perla de colores y desnudando sus ideas, se vistió de mujer. En el mismo instante que rodeó su cuello con el objeto encontrado, se dio cuenta de que sus quince años se hacían cada vez más importantes. Comprendió que su joven cuerpo se transformaba e incluso imaginó el rostro del chico que le gustaba sentado en la silla de su ordenador. Estaba sola, en su cuarto y me contó que una voz muy dulce le susurró al oído lo hermosa que era. Ese collar poseía la magia de hacer sentir cosas maravillosas. Nunca se separó de él. Ahora, veinte años después aún sigue oyendo esa voz que le dice cada noche: Soy tu interior, nunca dejes de ver la belleza que encierra tu corazón porque es en tu alma donde reside el verdadero misterio de la hermosura.

El beso Caminaban cogidos de la mano. De vez en cuando sus hombros se rozaban y sus labios se encendían. Era entonces cuando se miraban y reían cómplices de esos deseos que llevaban dentro y que ninguno de los dos se atrevían a demostrar. Pág. 18 • Revista Literaria ALECEIA


Eran jóvenes…..muy jóvenes. Tan jóvenes como los primeros granos de trigo, como el clavel con aroma de mayo, como el aire que despeina las ideas cuando se está enamorado. Caminaban juntos, miraban juntos las mismas olas. En un descuido, él rodeo con su brazo sus hombros, ella, quieta lo dejaba. Él quería decirle, ella, quería escucharlo. De pronto, una fina lluvia empezó a caer sobre sus cuerpos. Corrieron sin soltarse de la mano por la avenida. Estaban empapados. El hueco de un gran árbol los cobijó. Y esas ramas fueron testigos de lo que ambos habían deseado hacer durante toda la tarde………. ………simplemente besarse……

Los zapatos En un lejano país vivía un chico y no recuerdo su rostro. La primera vez que lo vi sonreía y hablaba sin parar. No tendría más de quince años. Sus ganas de vivir y descubrir cosas me conducían a un mundo maravilloso y lleno de posibilidades. A veces sucede que no apreciamos ni valoramos todo lo que tenemos tal vez, porque tenemos demasiadas cosas. Este chico, no tenía nada. No tenía ordenador, ni play station, ni vaqueros con bolsillos grandes, ni móvil, no tenía conocimientos del mundo que le rodeaba ni tan siquiera sabía quiénes eran Machado o Lorca, porque no tuvo oportunidades para que le hablasen de ellos. Todas las mañanas caminaba tres horas con el tiempo como compañero para ir a un pueblo cercano, a unas clases que impartía una voluntaria venida de lejos. A veces la lluvia lo calaba hasta los huesos, otras, era el sol quien resecaba sus ideas por los senderos de piedras sin refinar. Pero no se cansaba, no se arrepentía de nada, no tiraba la toalla en medio de la batalla. Su ilusión por aprender y comerse al mundo era más grande que alcanzar el último nivel en el gran juego de la vida. Sus zapatos no eran Nike, ni Adidas, ni Puma, eran los zapatos más veloces que cualquier joven de su edad hubiese querido tener. Sus zapatos estaban llenos de un aire muy especial, de ansias, de hambre de querer llegar a la cima de algo. Sus zapatos estaban llenos de ilusiones por realizar, y, aunque no recuerdo su rostro, jamás supe el nombre de la tienda donde los compró. Cuando se enamoró, se dio cuenta de que su chica también llevaba los mismos zapatos que él, esos zapatos que son tan fáciles de conseguir si los buscas y que sólo los encuentras gratis en el gran supermercado de la vida. Revista Literaria ALECEIA • Pág. 19


El bolso de Mary Poppins por Marisol Dorado Villanueva

Vacantes (las vacas de antes) Las vacas son felices, si no tienen lombrices. Si les haces algún test, algunas tiene estrés, y por más hierbas que les eches no dan ni pizca de leche. Las vacas lo flipan si les das un saco de pica-pica, no tienen reloj y las margaritas le gustan un montón. ¡Que vaca tan osada

Pág. 20 • Revista Literaria ALECEIA

lleva rimel en la mirada! Las vacas de ahora no son como las de antes por eso se llaman vacas vacantes. Conclusión: Pon una vaca en tu vida o mejor en tu nevera y jamás tendrás que comprar ni un litro de Puleva.


Vacasiones (Vacas-iones)

pasear por los canales (Incluida la gondolavaca) con una vaca, alta, muy alta, en tamaño y en pretensiones (de ahí la “b”) sujeta por una hermosa cadena, toda ella subida en unos hermosos y exagerados tacones, inventados por un enano contorsionista-ganadero, que ordeñaba a dichas cornúpetas encaramado a estos curiosos artilugios . En un elaborado golpe de estado vacuno, las susodichas derrocaron, o mejor dicho, destaconaron al enano saltarín (de ahí su nombre) y le sustrajeron sus apéndices zapateriles y se dedicaron a diseñar para “Manolo” y a montar unas fiestas de escándalo, por todo lo “alto”.

Se ha demostrado, metafísicamente, que la profundidad de mirada de las vacas, viene dada por el sonido reticente, hondo y contundente del cencerro. El hecho de llevar dicho sonido colgado de sus cuellos siempre y en todo momento, produce unas hondas radiocohercitivas de iones que van desarrollando una cierta intuición cognitiva, que les provoca la adivinación exhaustiva del pasto idóneo y las capacita para comprobar, con certeza, cual de sus compañeros porta verdaderos cuernos conyugales, de ahí el misterio de su retina, Vaca que ríe el parpadeo sospechoso y esa especie de risa socarrona que la vaca exhibe con una cierta impunidad, mientras sus compañeros machos Ella era feliz en su matrimonio, se empeñan en ir paseando sus vergüenzas por su marido era un toro, se llamaba Antonio, esos campos de Dios. por su excelente vida conyugal, la sonrisa de su hocico no podía borrar. La vida a su lado era un exceso, sus lamentos sabían a hierba y a queso. Bacanales

(Vacas altas en canales) El hecho histórico sucedía en la Venecia del siglo XVII, cuando era de rabiosa actualidad

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 21


En francés sonaría “la vache qui rit” pero quedaría un poco “cursí”.

…. que vaca volando En un principio las vacas volaban. Cruzaban los prados en vuelos rasantes hasta posarse de golpe sobre un cerro de verdes y hermosos tréboles. Todo era hermoso y feliz, un bucólico paisaje de documental de la “2”, lleno de delicadas unguladas posándose aquí y allí, todas ellas con sus lunares y sus tonos pardos, dando color a la vida aburrida de los campos. Todo era perfecto, menos cuando sentían la perentoria urgencia evacuativa intestinal; entonces, todo el prado se oscurecía, se nublaba el horizonte con las boñigas voladoras y reinaba la desolación entre los agricultores (los cuales descubrieron las ventajas de protegerse del sol con las majadas e inventaron las boinas, también cuando a uno de ellos le cayó en la boca, se inventó la ensaimada). Por eso el hada del prado, que mataba moscas con el

Reseñas

rabo (era travesti) decidió subir a los cielos a las mariposas, que, por aquel entonces, andaban con tacón de aguja por el césped (lo cual era un poco penoso, la verdad) y aposentar de una vez por todas a las vacas en el suelo y todos contentos (menos las vacas, que perdieron la visión aérea de los prados, pero para compensarlas les regalaron un GPS y así se acabó el problema). De ahí viene el refrán “más vale boina en chorla, que vaca volando”.

Bacardí La conocida marca de ron debe su nombre a una vaca bonzo, que se quemó delante de una quesería protestando por la utilización de leche sintética, extraída de vacas travestis aragonesas (sin teticas). En su protesta rezaba un cartel con la siguiente leyenda: VACA NACÍ BACA ARDÍ P.D.- la escribo con “b” porque estoy muuuuuu “arta”.

vivía una novela enorme (me refiero, en este momento, a su volumen físico) editada por por Raúl Rubio Anagrama, de un escritor chileno del que no sabía nada y cuyo título en forma de cifra me hacía evocar el Apocalipsis. Había leído un par de reseñas de 2666, Título: 2666 había visto un par de recomendaciones en la revista que regalan en El Corte Inglés, recoAutor: Roberto Bolaño mendaciones de famosos del momento que se Editorial: Anagrama ven sometidos al típico interrogatorio de libropelícula-cd, etcétera. Pero lo que acabó de convencerme para que la agarrara y la leyera fue Hace tres años y dos meses, una calu- la contraposición que hacía un tal Vila-Matas rosa mañana de julio, me decidí a coger de la (que después supe mejor quién era) entre la estantería de la biblioteca del pueblo donde obra de Bolaño y la Rayuela de Cortázar. Es Pág. 22 • Revista Literaria ALECEIA


decir, tomé el libro para saber quién era ese escritorzuelo que, según Vila-Matas, había dado un carpetazo definitivo a mi Biblia. Es decir, mi ánimo contra el libro no podía ser peor. Tres días después ya era un incondicional de Roberto Bolaño. 2666 supuso un orgasmo literario para mí. Con el tiempo, entendí que la alusión a Cortázar y Rayuela no era más que mero marketing, pues ni Bolaño pretendía oponerse a Cortázar ni 2666 tiene que situarse frente a Rayuela. Son dos grandes obras, dos impresionantes milagros. Las 1.119 páginas que componen la novela de Bolaño son un auténtico alegato a favor de la literatura y de la vida, o de la vida y de la literatura, porque para él, como se encargó de demostrar a través de toda su obra, son las dos caras de una misma moneda: el escritor. Dividida en cinco partes (la Parte de los críticos, la Parte de Amalfitano, la Parte de Fate, la Parte de los crímenes y la Parte de Archimboldi), la novela presenta un sumo protagonista común: la violencia. Queramos o no, seguimos muy cerca de ese animal que fuimos, que seguimos siendo, y que sólo con la provocación de un taxista paquistaní sale a la superficie de nuestro ser, aunque seamos dos reputados filólogos, dos intelectuales. Cada una de las partes presenta una forma de narrar distinta, un tono diferente. Se pueden leer por separado (el crítico Ignacio Echevarría explica en una nota final que el propósito de Bolaño antes de morir era editarla así, para que su venta fuera más sencilla), pero juntas, con ese inquietante título en forma de cifra, forman un conjunto impresionante, espeluznante; porque además, si se lee como un todo, se pueden descubrir múltiples permeaciones que le dan sentido y unidad al conjunto. Maestro a la hora de crear personajes, contumaz contador de historias, 2666 hace un repaso por la historia del siglo XX a través de

un personaje, el escritor Hans Reiter, quien utiliza el pseudónimo de Benno von Archimboldi, y a través de una ciudad, Santa Teresa, trasunto de la mexicana ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, famosa por los crímenes de mujeres que año tras año, desde principios de los noventa, se vienen cometiendo allí y que siguen, en su gran mayoría, sin resolverse. Pero hay más, hay mucho más encerrado en cada uno de los párrafos de esta obra, párrafos que como peces-globo se hinchan para cargarse de significados, y que con sus afiladas púas señalan, no sólo al resto de la obra del chileno, sino al resto de la literatura que se ha escrito, esa literatura que tanto amaba y que tan bien conocía, sin necesidad de haber asistido a una prestigiosa universidad, porque su universidad fueron sus ojos, y sus aulas las páginas de las grandes obras (y de las que no lo eran también) que tanto placer le otorgaron. Murió Bolaño, nació su leyenda. 2666 supuso su colofón póstumo, su último regalo a los hombres (me niego a catalogar El secreto del mal como algo más que un conjunto de borradores). Les invito a adentrarse en un universo peligroso, fascinante, conmovedor. Corren el peligro de no querer volver, pero el viaje merece la pena. Os lo aseguro.

Título: El pez volador. Antología de cuentos Autor: Hipólito G. Navarro Editorial: Páginas de espuma

Se dice que la ignorancia es atrevida. Como yo soy un ignorante me atrevo a conjeturar una hipótesis sobre un tema tan profundo Revista Literaria ALECEIA • Pág. 23


como la literatura (osadía que causará repulsa a más de uno): existen autores que neutralizan, que opacan las capacidades inventivas de los lectores, que establecen barreras nítidas entre las categorías que cada uno representan; y existen otros autores que provocan justo lo contrario, que tienden tableros de madera entre las ventanas del que escribe y del que lee, que persiguen el intercambio, el juego, que estimulan las neuronas de los lectores y de forma silenciosa les extienden una invitación para que se lancen ellos a la aventura de escribir. Sin lugar a dudas, Hipólito G. Navarro es uno de estos últimos. El descubrimiento de los cuentos de Hipólito supone una reconciliación con la vida, una ráfaga de colores entre tanta existencia gris, el descubrimiento del pez volador, como dice Javier Sáez de Ibarra, la metáfora perfecta de toda su narrativa breve. La aventurada hipótesis de ignorante que he expuesto queda refrendada por las propias palabras de Hipólito, que dice que la lectura de los cuentistas latinoamericanos le pusieron la imaginación a mil, volvieron inevitable el paso de un papel al otro en la comunicación literaria. Y para muestra de todo esto sólo hace falta empaparse de esta antología, «El pez volador» (no podía ser de otra manera). Puede surgir una duda: ¿qué aporta de nuevo este libro, cuando los cuentos que recoge ya están en «Los últimos percances»? Para aquellos que seguimos la obra de Hipólito la pregunta sobra; para todos los demás, ahí van tres poderosas razones para adquirir «El pez volador»: 1. Las magníficas quince páginas que preceden a los cuentos fruto del trabajo estupendo del editor, Javier Sáez de Ibarra. Todavía Pág. 24 • Revista Literaria ALECEIA

hay gente que confunde calidad con cantidad, que pesa la intelectualidad; yo, aunque soy un ignorante, creo que es muchísimo más complicado saber decir con el número exacto de palabras aquello que se quiere decir, ni más ni menos. Y este prólogo es así, conciso, claro, sencillamente profundo. Dividido en siete partes, Sáez de Ibarra nos introduce en el Hipoliniverso, con la habilidad de presentarnos la obra y el autor sin pisar el goce de la lectura, sin adelantar datos que será mejor descubrir por uno mismo. No pretende Sáez de Ibarra lucir erudición ni robar protagonismo; pero con esa actitud se convierte en un pilar básico del conjunto. 2. La nueva disposición de los cuentos. Quien haya leído «Los últimos percances» se habrá ido encontrando estos veinte cuentos esparcidos por el tiempo y el espacio del libro; aquí se encuentra con una relación distinta, y en ese contacto nuevo de los textos, producen sensaciones diferentes. Al releerlos, uno siente nuevos chispazos extraordinarios, nuevos aguijonazos del maestro que en su momento no supo (o no pudo) captar. Divididos en tres grandes secciones (Inmersiones, Saltos, Vuelos, cada una correspondiente a uno de los movimientos del pez volador, como explica Sáez de Ibarra), estamos ante veinte joyas de la narrativa breve en español, entre las que destaco “Meditaciones del vampiro”, “Las notas vicarias”, “Los frutos más dulces”, “Inconvenientes de la talla L”, “El aburrimiento, Lester”, “Ni a trescientos metros de las acacias”, “Con los cordones desatados, a ninguna parte”, “Tres trillizas torres” o el que da nombre al conjunto, “Sucedáneo: pez volador”. Singularidades dentro del panorama cuentístico hecho en español.


3. La entrevista final, realizada por Sáez de Ibarra. Como soy un ignorante, pienso que el biografismo no es indispensable en la literatura, que para deleitarnos con el Quijote no es necesario saber que Cervantes era manco; sin embargo, estoy totalmente de acuerdo con Sáez de Ibarra cuando escribe que las palabras de Hipólito en la entrevista dan muchas claves de su obra y ayudan a que el lector “alcance una visión más profunda […] enriquecerá su expectativa y abrirá su sensibilidad al disfrute”. Y además, si bien es cierto que muchas veces es mejor no saber nada del que escribe (pues ese conocimiento personal puede provocar el rechazo instantáneo de su obra), el ser humano Hipólito González Navarro se muestra como alguien que es digno de admirar, más allá de lo que escriba su alter ego de la G.

raria y temas que sí. No estoy de acuerdo con este planteamiento. Creo que lo que determina que una obra sea literaria o no es la forma en que se expresa, no sólo el contenido. Actualmente, nadie se escandaliza porque en una novela se hable de juergas, alcohol, drogas, sexo… Pero aún hay mucha gente que si les dicen que en una novela aparecen estos temas, directamente colocan la obra en un escalafón inferior de la jerarquía literaria. Para esta gente no está escrita Los trasnochadores, no están a la altura de la obra. En esta novela aparecen estos temas y más a través de una galería de personajes inolvidables, la pandilla de trasnochadores que irán salpicando la honorable Villaserrín de sus excesos. Por ejemplo Papito, descrito de la siguiente manera:

“A Papito lo habían llevado a la En esta época de sombríos con ceño frunclínica por las buenas, y tanto debió cido que no se permiten el lujo de sonreír, que gustarle a los especialistas el cuadro del censuran la mirada alegre de la vida (a pesar paciente que decidieron quedárselo una de todas las desgracias que nos rodean), «El temporada […] ¿Un pleno? Sí, que no le pez volador» supone una cosquilla a tiempo, faltaba una sola sustancia en la sangre, un guiño malicioso y cómplice, una invitación y encima con brotes depresivos y manías a huir de la existencia mediocre en un refugio persecutorias […] Un caso extraño. propio en el que podamos ser lo que nos ape¿Extraño? Lo extraño es que siga con tezca, donde podamos desterrar el aburrimiento vida” (p.101). y fantasear. No es superficialidad, es una actitud valiente con la vida, con la literatura. Que Junto a él, el empresario Enric Falcó, se queden ellos con esa exitencia gris, yo ya me estoy preparando una bañera de emergen- Ortega, Santos Laviña, Hojiblanca, el portero Buffalo, Menéndez, Fibonacci, Lechín, el juez cia que no me cure de mi feliz ignorancia. Sanz, John Mhorci… o El Poeta Raro, que por sus acciones queda descrito:

Título: Los trasnochadores Autor: John Lessone Editorial: Little Shit Machines

“Entre los dos policías introdujeron al poeta borracho en la parte trasera del vehículo […] El poeta comenzó a empañar los cristales traseros del coche con el vaho de su aliento y comenzó a trazar extrañas formas con el dedo […] Poco a poco, fueron apareciendo en los cristales formas alargadas con círculos en la base (p.114)”.

Aunque han pasado cientos de años desde que Catulo escribió sus composiciones, mucha gente sigue pensando que hay temas literarios y temas que no lo son, es decir, temas que no podrán formar parte de una composición lite-

Y por supuesto el juego del Duro, convertido a lo largo de la trama, a lo largo de la noche – porque en realidad la acción principal se centra en una noche –, en un personaje más, en un miembro más del grupo. Revista Literaria ALECEIA • Pág. 25


Aunque en un principio podríamos pensar que Los trasnochadores es una novela que anda por caminos ya trillados, la sinceridad con que está escrita, la honestidad con el lector, provocan que rápidamente caigamos en las redes de la historia, una historia que transcurre a ritmo frenético, al son de Los Chichos. La novela está escrita con las entrañas, y eso se nota, eso se agradece. Y este detalle se hace patente sobre todo en el final, un final que considero perfecto, redondo, inesperado y original, porque en mi opinión este final es el que singulariza Los trasnochadores de otras novelas encuadradas en ese estilo. Evidentemente, os animo a que investiguéis por vosotros mismos la razón. Y dentro de ese final, la escena – no puede ser más que una escena genial digna de cualquier sainete o telecomedia – que tiene como protagonista al tomo G de la enciclopedia Larousse. Porque, y esta es otra de las grandes virtudes de la novela, las páginas de Los trasnochadores están cargadas de humor, humor de todos los gramajes y colores, aunque me inclino a pensar que sobre todo prima el humor negro; y la ironía, una ironía que obliga a designar cada cosa por su nombre pero con otro nombre, hablando claro.

Pág. 26 • Revista Literaria ALECEIA

Volviendo a lo que mencionaba al principio, y queriendo destacar la principal virtud – en mi modesta opinión – de esta novela, destaco la forma en que está escrita. El lenguaje empleado por Lessone es minucioso, afilado, un lenguaje en el que cada palabra cuenta, cada palabra está escogida. No porque se hable de alcohol, sexo, drogas, juergas… se tiene que descuidar la expresión; esto lo puede hacer alguien apasionado por el lenguaje, alguien que ha leído mucho y que sabe lo que quiere hacer. En este sentido, lo sitúo en la línea de Montero Glez., por ejemplo, en Sed de champán. En definitiva, nos encontramos con una obra escrita con detalle, revisada, pulida, pero que sin embargo resulta fresca, ágil, divertida, una novela que te arranca una sonrisa en los primeros párrafos y que logra mantenerla hasta el final. Una novela no apta para recatados, apocados, cobardes que teman a la vida; y muy recomendable para todos los demás.


Valerio De la Hoz Caravaca

Nuestras cosas A una prostituta

Paisaje del recuerdo

Mascarón de proa de insultos, Pobre despojo de sombras, Sobre tu sexo, Un día floreciente, Cae el semen continuo De tu desdicha. Deslenguada, vocinglera, Ajada de pobre perfume, Te rodean mil guiños De podridos jazmines, Y mil deseos de angustias Malolientes. Pobre criatura de la noche Antirromántica, Rompedora de verdes Sin escarcha, Te ha llegado el rojo Sin rosa Y te ha sorprendido El azul sin abrigo De mañana. Tienes un viejo oficio Canalla Como canalla es tu suerte, Y has enviudado sin marido Y has muerto sin entrañas. Sea para ti mi compasión De egoísta burgués Sin esperanza.

Bamboleo de memoria Y olvidos, Tierno hábitat Del yo En la penumbra del Recuerdo y el ayer. Humilde lugar De sueños Y adolescencias Donde el verano Y su templanza Hacía del tiempo Sus deslumbres De sexo anhelado. Cada niña Era mujer, Cada pestaña, tu esperanza. Ojos negros Y labios finos, Que llevaban En una lanza Todo el fulgor De tu vivir divino. Humilde lugar Que ha sido tuyo, Cuando tu cuerpo Pedía vida Y tu alma, Espíritu.

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 27


Hay otras cosas

Siguieron los mil ritos del mataor y el hotel. Al cabo de un rato, la sonrisa del mozo, se volvió carcajada. Anda y que tienes ganas, compañero. Pero no la jodas, que te dan una pasta gansa por cada pasito que das en la plaza. Y que más de uno vivimos de esto.. Y a mi costa, correspondió el torero con otra carcajada.

e suponía que dormía, pero no. Hacía muchos años que no podía dormir antes de la corrida, pero por no escuchar a Paco, su mozo de espadas, lo fingía. Además, eran momentos de pensar, de pensar gozosamente, de plantearse cosas. Como el aburrimiento. Ni siquiera estaba seguro de la ciudad o pueblo que le tocaba hoy. Era demasiado tiempo haciendo lo mismo. Últimamente, casi nunca sentía miedo. Era más como el oficinista que sabe que le esperan las mismas tareas de todos los días y no tiene ningunas ganas de hacerlas. Pero, bueno, era su oficio, ganaba muchísimo dinero y, aunque llegara algún contratiempo de vez en vez, también eso era casi rutina. Lo que no podía evitar era a falta de interés.

Apareció Antonio en el vestíbulo, y se repitieron, como todas las tardes, los ohhhhhh, de los turistas, las palmaditas, y el “suerte, maestro”. Al entrar en el coche, la volvió a ver, también confusamente, como la primera vez. La librería que hacía esquina allí al lado. Y el hastío subió de tono. “ Si pudiera pasar las dos horas de la corrida, ahí metido, viendo papeles de esos” No hubo tiempo de más filosofías; el auto arrancó y los papanatas volvieron a repetir sus ohssssssssssss, y los transeúntes sus miradas.

Hoy, allí tendido, había una pequeña lucecita que se hacía más y más fuerte. La hacía sonreír, pero no se la quitaba de encima. Sospechó que tampoco quería que se fuera.

Allí estaba la cuadrilla, conscientes de la decadencia del incipiente veterano. “Antonio, hoy hay que echarle cojones, o vamos a acabar todos Repartiendo postales de toros pa los guiris”. Una amplia sonrisa, casi feliz, fue la respuesta del interpelado.

S

Al llegar al hotel, muy cerca, en la esquina, había entrevisto más que visto una librería, no muy grande, no con mucha gente. Antonio, nuestro personaje, apenas había ido a la escuela, leía con dificultad, pero cada vez sentía más curiosidad por lo que pasaba fuera de ese mundo hermético del toro y el campo, y la plaza. Los libros nuevos, brillantes, relucían al sol abrasador del verano. Se habían metido en la retina de Antonio, que, confusamente, se decía algo como esto: Ahí sí que te deben de explicar las cosas. Paco, apareció discretamente en la habitación: “maestro, ¿estamos listos? Sí, Paco, venga, vamos allá, otra vez. ¿de qué nos vestimos hoy? De verde esperanza, sonrió el mozo de espadas, adivinando las ganas de Antonio por acabar rápidamente aquella tarde. Pues hala, a vestirse.

Pág. 28 • Revista Literaria ALECEIA

Volvió la vena profesional.”Tío, ¿mucho viento? No, algún achuchón que otro, pero nada serio.

Más rutina: el capote de paseo, el suerte señores, el lento discurrir por la arena, el saludo protocolario, el cambiar la seda por el percal, y el primer clarinazo de la tarde, largo y agudo como un cuchillo. Antonio, montera encasquetada, mirada por encima del burladero, ve aparecer su primer toro. Un negro zaino justito de peso, de cuernos, de trapío, de todo. A justificarse tocan, se dice para sus adentros. La cuadrilla actúa, con eficiencia funcionarial, como el público, como Antonio. Cae el toro vulgarote, y el maestro, que disimula el gesto de cansancio, sale al tercio a corresponder una tibia ovación de los más optimistas. “Así vas a acabar justo para el potaje”, le comenta Juan, el algarrobito, peón de confianza, al pasar por su lado. Antonio acoge el comentario con una sonrisa de cordialidad. Pasan lances, algún susto, algún ole, alguna protesta. Todo igual, se dice Antonio.


Valerio De la Hoz Caravaca Llega su segundo toro. Antonio está más contento. “A esto le queda poco” El animal, colorao ojo de perdiz, se planta en la puerta de chiqueros, despacio, orgulloso, con la cabeza alta. Parece decir, “qué masa de gilipollas, y viene a por mí. Seguro que viene a por mí “ A Antonio el ojo izquierdo le ha dado un brillo instantáneo, una iluminación súbita. El toro, se lanza hacia su lado derecho en una galopada fija, consciente, alegre. Y Antonio no se lo piensa. Se va hacia él y éste entra a la verónica, y los primeros oles auténticos de la tarde surgen espontáneos y la primera sonrisa verdadera del torero, también. Han sido cuatro verónicas ganando terreno, yendo casi hasta el centro de la plaza, donde la media ha enroscado el colorao a la cintura del maestro, Acuden los peones y el torero les grita que lo dejen. El picador, hombre gordo sobre jamelgo flaco, avanza despacioso para colocarse en su lugar. Y Antonio, por delantales, cada uno una chispa de toreo, lo coloca en suerte, no muy cerca del del castoreño. El bravo se lanza como un proyectil, y la vara, quiere ponerse, pero en su lugar se pone el golpe, y hombre y caballo, ruedan por el suelo. Quite rápido del maestro, limpio, eficaz, sin efectismos. Se lo lleva al centro, tres chicuelinas,, revolera para acabar, vuelven a encender la plaza. Y ahí va el toro otra vez, recto y despiadado contra el picador, que esta vez aguanta como puede y la vara se clava en la carne, y el animal insiste en su bravura. Quites, más varas, más aplausos, más tarde de toros. Brinda Antonio al público, despacioso, casi solemne, ilusionado por primera vez en mucho tiempo. Y comienza la faena con ayudados por bajo, serios, pierna flexionada, templando, mandando. En uno el supuesto enemigo, se le cuela un poco. Culpa del torero, que ha errado algo en los terrenos. Y siguen los pases de siempre, pero con gusto, con arte, con solera. Alguna colada hay, que también el colorao se cansa de tanta bravura. “Me queda poco pero os voy a dar que hacer, cabrones” El Algarrobico, atento en su burladero, no se lo cree: “Vamos a tener asegurado el Fino por más tiempo” Las gentes enloquecen, el lío está montao. Se perfila Antonio, entra y en el hoyo de las agujas cae la espada certera e implacable. Me voy a morir con los huevos por delante, se dice el toro. Y se despolma en

el centro del albero, sin abrir la boca, cayendo con toda la dignidad de una muerte digna e injusta. Al buen tío que es el maestro le ha rodado una tímida lágrima por la mejilla un segundo antes. El colorao, ya cadáver de una fiesta (todas las fiestas tienen los suyos) recorre el ruedo en vuelta a gloria del ganadero y el mayoral. El torero, la pasea después con los trofeos, restallante de felicidad. Una turista histérica le ha lanzado las bragas. Antonio, se rompe de la risa. Sale a hombros, sale entre la alegría de unos, la envidia de los otros dos, y llega al hotel. La absurda idea le ha vuelto. Le rodean, le abrazan, le besan, le hacen la pelota, pero su mirada se ha vuelto a desviar hacia la esquina, donde, ya noche, brilla un escaparate iluminado. Ducha, secado, y Antonio, que, presuroso, chándal caro y zapatillas de marca, huye por la puerta de atrás. Allí están: libros, libros y más libros, pero un cartel anuncia: “Horario al público: Abierto de 9,30 a 1,30. Tardes. De 5,30 a 8,30. Sábados de 10 a 2. El maestro, hoy más maestro que nunca, marca un número en el móvil. La respuesta es casi un alarido: ¿Dónde coño estás? Todo el mundo te busca. Yo creo que estás perdiendo la chaveta”. Antonio se olvida del tono, de la bronca: ¿A qué hora salimos mañana? A las Ocho y media. De eso, nada, a las 10 y media, ¿Qué? No da tiempo, hombre, qué mosca te ha picado. No discutas, a las diez y media. Toda una hora allí mañana. Él lee mal, pero Paquita, su mujer, a la que nunca ha sabido valorar como merece, se dice, lo ayudará. Ahí en esos papeles tiene que haber más cosas. Ya voy, César (César es el apoderado), no te preocupes, gruña al móvil. Y sale corriendo camino de la gloria del postoreo.

Revista Literaria ALECEIA • Pág.29


Cuando la diversión era el viento y la bici roja un caballo volador, cuando las tardes olían a caramelo de fresa, a regaliz y la playa, sin fin, era sólo nuestra, el mundo entero era posible en equilibrio. Jugar a ser... sobre ruedas, la heroína audaz del cuento, mucho más veloz que el tiempo que duraba más... sobre ruedas. Cuando la diversión era el instante eterno y la bici roja un caballo volador, cuando las noches olían a fruta, a jardín, y la calle, sin fin, era sólo nuestra, la felicidad completa no tenía nombre siempre en equilibrio... sobre ruedas.

Publicado en la antología poética POETAS EN BICICLETA (Nuño Editorial 2007)

Puzzle Vivir es flotar a veces sobre la ciudad con la ilusión de trastocar las estaciones. Respirar azahar en un amanecer de invierno y contener el aliento de las castañas en los atardeceres largos del verano. Nadar contra el viento, jugar con el tiempo tonto del reloj en una noche de otoño... y arroparse con las aguas del océano un mediodía cualquiera del mes de abril. Eso es vivir a veces con la ilusión de hacer saltar por los aires el puzzle de mil piezas.

Publicado en la antología poética POETAS EN EL CAMINO (Nuño Editorial 2008)

Pág. 30 • Revista Literaria ALECEIA


Nuria del Saz

Desnuda entre tus brazos siento la levedad del tiempo y el amor, ese pálpito que se desliza en suspiros, en sonrisas, que juega a confundir las horas, que transforma en eternos los instantes, que convierte en próximo lo extraño nos invade los cuerpos como el océano invade el mundo. Y mi cuerpo desnudo, vulnerable entre tus brazos, feliz y en calma, siente que está donde tiene que estar.

Mañana de sábado Los sábados de invierno son así. Las paredes frías me saludan al despertar mientras tú duermes tibio volando quién sabe por qué cielos. Una llama ilumina mis manos mientras la cera esparce un tenue vapor de lavanda. Escribo... (con mis orejas a los pies) y al pulsar las teclas auyento el frío, atraigo hasta esta habitación los paisajes del alma escenarios de mil vidas y mil puzzles de mil corazones. Las mañanas frías del invierno son así con aroma a lavanda, pan recién hecho y chocolate mientras tú duermes tibio entre las sábanas.

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 31


Nuria del Saz

Mortalidad Mirar el largo horizonte, flotante, sobre las rojizas aguas del mar; oler el estruendo de las olas y su fresco olor a sal. Cerrar los ojos; soñar y oír caer la lluvia en la desangelada tarde otoñal. El pasado, concentrado en mis manos, tratará de quebrantar la deliciosa atmósfera de algodonoso olvido en la que hoy respiro, sin lamentar mi boca, sin suspirar; siendo presa de la resignación, clavándome la tristeza su puñal. Ese ocaso añil y plata, testigo único de inocentes almas, presencia envolvente del amor, refugio de turbaciones estivales y de ilusiones alfa. ¿Cómo sacrificarás ese código centenario? La fatídica respuesta: Mortalidad. Pero son acariciantes las alas, blanquísimas, como de leche, y sirven para volar por el cielo del presente, sobre el anchuroso mar. Y en el vuelo, en las espumosas olas, estallidos de agua y sal, con la mirada perdida en él, embelesada... morirás. (Alma Atrapada, Ediciones Alfar 2006)

Pág. 32 • Revista Literaria ALECEIA

Te quiero cercano y dulce, abrazado a mi cuerpo con la única intensidad del que solamente abraza. Tersa piel de bronce oscuro, carne dulce y tierna y blanca. Sol de fuego sol de viento, mar de brisa, mar de llamas. Te quiero ya, mío y cerca, amados tú y tu cuerpo, besado con los labios del que solamente besa. (Alma Atrapada, Ediciones Alfar 2006)


Carmen Sánchez Melgar

Mañana A Miguel Ángel Mañana habrán pasado los años y el desnudo metal de tu cabello habrá heredado las penas que caían de tus manos cuando la risa se la llevaba el viento y los abrazos se convertían en cadenas. Quizá mañana despiertes y en tu ventana veas mariposas revoloteando entre los sauces que dejaron de llorar.

Carmen Sánchez Melgar

¿Cómo? A Juan Emilio ¿Cómo decirle que va empapando mi vida de su sabiduría? ¿Cómo decirle que mi libertad ya no vale lo mismo que antes? ¿Cómo decirle que aprenda a fregar, a guisar y a barrer...? Tendré que decirle que ya no me hallo sin él.

Carmen Sánchez Melgar

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 33


I “No conoce las ciudades. No las recuerda. Va muerto. Muerto, de pie, por las calles.” Rafael Alberti

Y ya no conocía a nadie y no recordaba ni mi nombre ni si tenía perro, amante o hijos. No reconocía mis manos, mis ojos ni mi sexo y sin embargo, muerto de pie por las desiertas calles seguía escondiéndome de Dios y sus secuaces.

Pág. 34 • Revista Literaria ALECEIA


Juan Emilio Ríos Vera

II

III

El ángel del carbón “Por los desvanes de los sueños rotos. Telarañas.Polillas.Polvo Te condenen!” Rafael Alberti

Somos sueño. Materia irreal que puebla nuestros andamios. Abstracción que se escapa de los límites físicos del cerebro. Y nunca nos apetece hacer limpieza de nuestros sueños rotos. ¡Nadie quiere nunca bajar la basura!

“¿Quién sacude mi almohada reinados de yel y sangre, cielos de azufre, mares de vinagre?” Rafael Alberti

Alguien habita mi cama pero no duerme, espera que cierre los ojos para mi carne ponerse.

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 35


Escribí un poema Escribí un poema Con pluma de azafrán Relicario de versos De un poeta reciente

Cuarenta segundos Puzzle de letras Danzan en cuadricula Esperando que el pilot Ordene su sexo Consomé de silabas Que enjuaga la boca De juglares de palacios Con agradecido beso Nombres y apellidos Evocan frases fecundas Y lamentos brillantes En firmas de sublimes titanes Cuarenta segundos Para perderse En islas saladas, Cuarenta segundos Musas y sirenas Tocan diana En plateadas caracolas. 13-3-2008

Escribí un poema Con alegras doradas Para mi sola, Con tristezas podadas Desde un vientre remoto

Escribí un poema De cenicienta añoranza, Tropiezo con la luna Pero el sol sale… 15-4-2008

Enero El sol tornaba en sus dominios Con una luz de pesadilla, Amenazando el negro manto de sueños entreabiertos. El coleo quema la tarde Y el poto se desprende, El agua sobre agua Lucero diamantino Donde nada hay Y todo se pierde El nublado es nácar, La lluvia hilos de seda Crisálida de enero. Amor y hojas Viento que las mueve ¿Dónde vais juntos? Juntos se mueren. 5-1-2009

Pág. 36 • Revista Literaria ALECEIA


Rosa María Carrasco

Tú y tú La habitación huele a limpio, el orden no da crédito al silencio oculto en el vestidor. Las camisas cuelgan como si de ahorcados se trataran, y el frío se escurre entre las listas de las colchas que añoran cuerpos calientes que arruguen sus sábanas. El nído está vacío de voces claras, la música estridente no traspasa la ventana pero el olor fino a presencia cálida acude a mi todas las mañanas.

Haikus al calendario

I

Rojos y negros, Doce cartas jugadas Poemas nuevos.

II

El ordenador, ordena y manda en un idilio, que divide y suma cuantas palabras se entrelazan como lianas, en un solo sentimiento.

Carnaval vivo, El disfraz empeñado Carnal estío.

Amanece, y esa luz azulada de códigos desconocidos, ondula el azul cristalino, y a pesar de tu brevedad comulgo contigo.

III

Semana Santa, Devotos corazones Abril ya canta.

8-1-2009

El filo del deseo

Ferias eternas, Alegrías nuevas Tú siempre llegas

Las notas del piano Atenúan el filo del deseo, Pisadas de bailarina Zozobran en la alfombra Y el silencio pegajoso De una bocanada de aire, Tapiza la tenue claridad Que revolotea en la alcoba

IV

V

Navidades, ¡ya!, Breves hojas pasadas La vida estalla.

10-2-2009

27-1-2009

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 37


J Daniel Camacho

Tango arrabalero Caminas. Y yo te miro escondido en el sendero. Caminas y no caminas: bailas tango arrabalero. Avanzas y me embelesas: cómo en tu espalda traviesa cae derramado tu pelo. Caminas. No me adivinas tras el polvo del albero… Si he de vivir, yo vivo; si he de morir, yo muero… Caminas, que no caminas: bailas tango arrabalero…

Pág. 38 • Revista Literaria ALECEIA


Raúl Rubio

Sarta de cuentos Cádiz, agosto de 1969. Pavón sale del bloque y avanza por Callejón del blanco camino de la Avenida. Sus pasos son lentos, pesados, pausa cada zancada como si pisara un campo de minas. El bamboleo de su cuerpo semeja a un elefante, siendo la trompa el abrazo acabado en pañuelo que constantemente sube hasta la frente para secar el sudor. El levante, que ha saltado con el nuevo día, le reseca las ganas de arrancar el día, y si no le echa un poco de gasolina al cuerpo… Por fin alcanza la esquina, y no sin dificultad, dobla Avenida arriba, avanza resguardándose del viento, hasta que llega al Bar Mariano, parada obligatoria de días como este, su gasolinera. - ¿Qué, Pavón? - Ahí estamos. - Levante. - Tela. Mariano está medio secando los vasos que acaba de enjuagar con un trapo húmedo y sucio, con un cigarrillo colgándole del labio inferior, con la misma cara de cansado que tiene siempre. Sin que Pavón se lo diga, le coloca delante un vaso de tinto lleno hasta el borde que Pavón vacía en un suspiro. Con la mano le señala que llene, Mariano obedece mientras canturrea. - Ha entrao con ganas. - Ya sabes. - Si es que… Con la misma celeridad de antes, Pavón vacía el segundo vaso, deja el dinero sobre el mostrador e inicia su extraña coreografía que cansa con solo mirarla, que marea de tanto vaivén.

- Hasta luego, Mariano. - Con Dios. El levante lo recibe con furia en el inicio de Callejón del blanco. Al fondo, el bloque de pisos parece que se mueve al capricho del viento. Por el hueco de la calle XXXXX puede ver un poco de mar, turbio y verdusco, con las olas camino de la Caleta, como queriendo huir de ese familiar pesado y caliente que empuja a Pavón de vuelta a la guarida. Siente en las sienes el martilleo de la sangre. Lleva veinte años en Cádiz y todavía no se ha acostumbrado. Al menos ya está resguardado. No han pasado ni cinco minutos cuando suena la puerta. Pavón abre extrañado y ve a l otro lado a la señora Ana, la vecina del octavo. - Buenos días, señora. Dígame usted. - Buenos días, Pavón. Verá usted, es que he tenido un problemilla con el ascensor. - Usted dirá. - Es que mandé hace un rato a mi Gregorio por lejía a la droguería de Moare y resulta que al volver se ha quedado parado en mitad de los pisos. - ¿Su Gregorio? ¿Cuándo dice usted que salió? - Hará unos veinte minutos. - Disculpe usted, pero me extraña una mijita, porque a su Gregorio lo vi yo salir hace un par de horas y no lo he visto volver. - ¿Mi Gregorio? Perdone usted, Pavón, he querido decir mi Antonio. - ¡Pero si su Antonio lleva ya más de un mes embarcado! Señora, no le habrá usted dado al botón desde abajo… - ¡Yo! ¡Por Dios y por la Virgen, Pavón! Vamos, vamos, vamos. Pero tiene usted razón, lo que pasa es que no se lo hge dicho antes para ahorrarle la vergüenza a la chiquilla. La que está en el ascensor es… - suena el teléfono. Revista Literaria ALECEIA • Pág. 39


- Disculpe usted, señora. En un segundo vuelvo - no han pasado ni dos minutos cuando Pavón está de vuelta -. Decía usted. - Que verá, me hacía falta un bote de lejía, porque antes de que llegue Manuel de Dragados quiero dejar lista la faena. Total, que me quedé sin lejía y me dije, pues voy a bajar a Moare, la compro y sigo. Y así hice. Bajé, saludé a su señora, compré la lejía y volví. Que por cierto, ¡hay que ver con qué ganas ha saltado el Levante – mientras la mujer hablaba, Pavón no paraba de llevarse el pañuelo a la frente. Intentaba poner atención en lo que decía, pero la voz nasal y demasiado aguda de la vecina lo despistaba demasiado – así que en esas estamos. - ¿Entonces? - Pues que el ascensor se paró y la lejía está dentro. - Vamos a ver dónde está el aparato. Pavón comenzó a seguir, escalón tras escalón, a la encorvada figura de la vecina, aunque concediéndole cierta distancia, pues ni su peso ni su edad eran comparables. Un poco después que la señora Ana, Pavón llegó al quinto piso. Después de recuperar la respiración tras unos segundos de descanso en los escalones, y después de haber empapado en sudor el pañuelo, a tal punto de tener que exprimirlo, Pavón sacó un manojo de llaves del bolsillo, escogió la que necesitaba y abrió la puerta del piso quinto. El vacío apareció frente a los dos pares de ojos. Pavón se asomó con cuidado y pudo ver el techo de la cabina en sus pies. - ¿Quién me dijo que estaba dentro? - Nadie. - ¡Cómo que nadie! No me había dicho usted… - Le expliqué que iba yo. - ¿Qué iba usted? ¡Déjese de historias, señora! ¿Cómo iba a estar usted dentro del cacharro y ahora está aquí fuera? – los ojos de Pavón se iban a salir de las cuencas que de momento los sostenían. Y es que Pavón mantenía una guerra con todas las vecinas del quinto para arriba, porque habían cogido la costumbre de meter la compra en el ascensor, que alguien arriba le diera al botón y así ahorrarse una subida, economía poco rentable porque Pág. 40 • Revista Literaria ALECEIA

el ascensor, bicho caprichoso como todas las máquinas, había adquirido la costumbre de quedarse parado cuatro de cada cinco veces que lo hacían. Pero sin duda, de las doce vecinas que ejercían este hábito, la más rebelde y la que menos caso le hacía era la señora Ana –. El otro día la fruta, otro las patatas, el viernes pasado mismo la pillé con el pescado… ¡Y siempre contándome historias! Que si el Gregorio es que ya tiene cogió el truco, que si la Manolita es que es muy canija y cabe por cualquier lado, que es que Manuel está malo y tiene prisa. ¡Joé, señora, pero esto es demasiado! - No se tiene ustes que poner así, Pavón – pero sí se ponía, se ponía porque si había alguna cosa en el mundo que lo sacara de sus casillas es que le porfiaran, y más cuando era evidente que tenía la razón. - ¡Cómo quiere que ponga, señora! Estoy harto de decirles que no lo hagan así, que a ver cómo hago yo ahora, ¡que yo no soy un chiquillo, señora! Y ustedes nada: Antoñita la del sexto el otro día con la basura, Fina la de enfrente de su casa se puso a contarme también no sé qué historia que le pasó en Galicia y le echó la culpa a un espíritu. ¡No, si es que también! Pero usted, señora Ana, usted se lleva el premio a las excusas, usted… - ¡Yo! Por favor, Pavón, ¿por qué iba yo a engañarle? - ¡Porque lo quiere hacer siempre, joé! Siempre con lo mismo, siempre contando historias antes que admitir que me torean, y usted la que más, que… - Se está usted equivocando. Ya le he dicho que yo iba dentro del ascensor, que iba para arriba. - ¡Claro, lo que faltaba! Por ahí sí que no. Vamos a ver, señora, el ascensor se ha quedado parado entre dos pisos. ¿Ve? Pues bien, es imposible salir, imposible. Ahora mismo lo único que tiene delante el aparato es cemento. Como no haya usted salido por la pared – dijo Pavón mirando el suelo, secándose por enésima vez el sudor que ahora se desbordaba por todos los poros de su piel. Pero la señora Ana, eterna mentirosa, fabulista entrenada durante años, capaz de agarrarse al menor hilo para tejer una red de mentiras capaz de engañar al


mismísimo Generalísimo, respondió: - Así ha sido. - ¡Qué! – la vena aorta a su paso por el cuello de Pavón se hinchó de tal manera que hasta los ahuevados ojos de la señora Ana se redondearon de asombro de la misma manera que la boca –. ¡Lo que faltaba, lo que faltaba! Por ahí no, por ahí sí que no. ¿Me quiere usted hacer creer que estaba usted dentro del ascensor y que ha salido por la pared? - Así ha sido. - ¡Me cago en el Levante y en la madre que me parió! ¿Pero usted me ha visto a mí cara de tonto! De todas las mentiras, de todas las excusas que se ha inventado, esta sí que no se la consiento. ¡Faltaría más! - Pues así ha sido.

próxima vez, le juro que la próxima vez que me venga usted con cuentos, yo, yo – cerrando los puños con toda la rabia que estaba a punto de soltársele –, no sé lo que voy a hacer. - Ay, Pavón, qué desconfiado es usted. Muchas gracias, hombre. Con Dios – se despidió mientras desaparecía escaleras abajo.

“Todas igual, si es que no hay una. Si me pusiera a escribir las tonterías que me cuentan… Con el ascensor, con el patinillo, la otra que no es el novio el que le estaba mordiendo el cuello sino un primo que le estaba revisando un lunar, el otro que él no fuma sino que le está sujetando el cigarro al amigo… Menuda sarta de mentirosos que están hechos todos, así viniera un diluvio de fuego que los arrastrara…”. Después de veinte años, Pavón seguía La pose, el gesto, la voz… aquella mujer sin acostumbrarse a muchas cosas. en su totalidad estaba logrando que el color de Pavón fuera adquiriendo a marchas forzadas el Más de una hora después dejó la botella mismo color del vino que minutos antes había de lejía en la puerta del octavo izquierda. Bajó regalado a su sangre. Con la boca seca, con el lentamente las escaleras (porque seguía sin sudor cayendo a borbotones por la cara cada fiarse de un aparato que día sí, día también se vez más hinchada, Pavón hizo el esfuerzo de estropeaba), chorreando por todas las esquiintentar serenarse y asumir que ya está, que nas de su pesado cuerpo, hasta que llegó a la aquella mujer era así y que tampoco valía la casapuerta. Asomó con cautela la cabeza: en pena sofocarse. Pero el maldito viento de la calle el Levante aullaba con más fuerza que Levante que desquicia a las personas soplaba nunca. A pesar del viento, volvió a coger Callecon rabia en la sangre de Pavón y no le permi- jón del blanco abajo, camino de la Avenida. Era tía la retirada, así que dijo: lunes, así que quedaban cinco días de viento. La semana había empezado cabrona y no cono- Entonces por la pared. cía otra forma de poderla sobrellevar. Llegó al - Por la pared. bar y Mariano, como si no hubiera pasado el - Usted no estaba abajo, ha metido la bote- tiempo, seguía con el trapo en una mano y un lla de lejía en el cacharro y le ha dado al octavo vaso en la otra. Pavón se sentó en un taburete, porque su Manolita estaba arriba, ¿verdad? frente al vaso que ya le había dejado Mariano. - Verdad. Yo estaba dentro. Al minuto se le acercó Tomás y empezó a con- Y ha salido por la pared. tarle la corrida del día anterior, cuando él sabía - Por la pared. (porque se lo había dicho el Baldomero) que no había estado en los toros sino descargando Al borde del colapso, Pavón echó un bufido fruta en la lonja. “No tiene arreglo, la gente no caliente como el viento que apretaba fuera, se tiene arreglo”, pensaba Pavón mientras apuvolvió a llevar el pañuelo a la frente (tan empa- raba el vaso, mientras escuchaba sin atención pado que ya ni secaba), cogió aire y le dijo a cómo describía la faena del Cordobés como si la mujer: la hubiera hecho él mismo. - Lo que usted quiera, para qué vamos a seguir. Haga usted lo que tenga que hacer que me pongo a la faena. Cuando haya sacado la botella se la subo a su casa. Eso sí le digo, la

Del libro Sarta de cuentos y otros relatos

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 41


Carnaval

Regalo

Con desesperación infantil ahondas en tus recuerdos, buscando tus otros “yos”, travestidos de vidas ajenas ocultos en la noche mágica

El sol tornaba en sus dominios En una calidad tarde de invierno, o en una mañana tibia de primavera; Sorpresas ocultas te visitan.

Enfundado en otra piel decides vivir tu vida, en la noche eterna de don Carnal Recorres las calles con tu nuevo aspecto, viendo sin ser visto, mirando sin ser mirado. Al amanecer, como hombre-lobo, desaparecerá tu alma y serás sólo piel.

De cándidas manos familiares, o de efusivas caricias amigas; Sorpresas de celofán te llegan. De jóvenes corazones enamorados, o de maduros amores conservados; Sorpresas decoradas te consuelan. En dulces momentos inesperados, o en días tiernamente señalados; Sorpresas forradas te esperan. Acompañadas de entrañable algarabía, o rodeadas de pudoroso silencio; Sorpresas multiformes te envuelven. Una canción, una rosa una blusa, una estación; Todo cabe en un regalo nacido del corazón.

Pág. 42 • Revista Literaria ALECEIA


Eva María Lara

Silencios

Si supiera

Silencios eternos, mortales, reveladores cortan el aire

Si supiera donde ir, empezaría a andar.

Eternos por su grandeza; Mortales por su certeza; Reveladores de mezquindades.

Si supiera donde llegar, caminaría.

Silencios en tu mirada, Silencios

Si supiera donde estas, empezaría a buscar

Silencios que nos atan a lo invisible y nos enfrentan a nuestras miserias

Si supiera donde estoy, me encontraría.

Silencios que hablan en bocas cerradas, con palabras muertas, llenando el tiempo de verdades.

Si supiera nada, todo para olvidarlo Si supiera todo, nada seria usado

Silencios, Silencios, Silencios… Si supiera reír hasta agotarlo Silencios que ahogan sentimientos insufribles en lágrimas fingidas, calmando la sed de las conciencias.

Si supiera sumar, tu y yo igual a dos.

Silencios que envuelven nuestras vidas, ocultando emociones contenidas. Silencios, dolorosos e inquietantes silencios, Eternos por su grandeza; Mortales por su certeza; Reveladores de mezquindades. Silencios, tangibles ráfagas heladas que nos alejan

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 43


“La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos” (Marco Tulio Cicerón)

Mi memoria Desentiérrame y llévame contigo. Llévame junto a la higuera que me sintió volar entre sus ramas y acunó mis pasos por el valle donde me convertía en cometa. Desentiérrame y sácame de este cementerio de llantos y olvidos. Llévame a las calles empedradas y déjame saborear el café amargo y el pan bañado de oro. Desentiérrame y enséñame a caminar entre farolas y lluvias cogidas de la mano. Que mis huesos reposen en mi cuerpo como el azahar reposa entre las hojas para expandir su aroma en los campos olvidados. Excava lentamente la ilusión inerte y escondida hace años, que no encuentren mis enemigos los huesos de un desastre y lo contaminen de nuevo. Desentiérrame y llévame contigo para vivir la parte que aún me queda de este sueño. Llévame contigo y déjame respirar el recuerdo que me ahoga. Desentiérrame y descansarán en paz mis ojos y mi memoria. Desentiérrame y llévame contigo a un lugar inventado. Entiérrame de nuevo para seguir queriéndote.

Pág. 44 • Revista Literaria ALECEIA


Inmaculada Jiménez Montero

Donde una puerta se cierra, otra se abre. (Miguel de Cervantes Saavedra)

Abrir las puertas La brisa, ha cortado en dos mi cara y las mejillas estrenan arrugas de frío, la sonrisa se hiela en la ventana y mi lengua recorre por los rincones el último café y un poema por escribir. La velocidad de una nube gris me hace sentir la rapidez del tiempo. De nada sirve, guardar en una esquina del corazón las palabras que queremos pronunciar y nunca nos atrevemos. De nada sirve, cerrar las puertas a las acciones más temblorosas que nos produce el miedo. De nada sirve el silencio cuando este ocupa tanto lugar en el alma. Pero todo sirve cuando la palabra desnuda sale de un alocado corazón lleno de errores perdonables. Y todo sirve cuando dejamos atrás la caída y lanzamos la piedra al infinito. Y todo sirve cuando miramos de frente a la vida y la retamos y la empezamos de nuevo.

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 45


Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida. (Woody Allen)

El futuro Tengo un suspiro azul en la garganta tan azul como el mar que envuelve mis días para decirte en esta tarde lluviosa que estoy naciendo de nuevo, que me está pariendo la reflexión sintiéndome neófito entre los colores del arco iris que un día olvidé atada al cordón umbilical de la esperanza. Enséñame a mirar con nuevas pupilas, las pequeñas cosas que sabemos que existen, y un grito en la garganta me habla de aromas nuevos, de ríos y canales que se abrirán por primera vez. Lo demás, todo lo demás duerme en un cementerio de olvidos. Volver el rostro carece de importancia cuando tengo un presente vibrando entre mis manos. Aferrada al báculo de las hora venideras caminaré decidida entre las piedras con las que una vez tropecé y ya no existen Tengo un aliento nuevo con sabor a mañana desbocado.

Por eso, sólo quiero ese futuro innato y reciclar el pasado hasta convertirlo en papel de seda.

Pág. 46 • Revista Literaria ALECEIA


Inmaculada Jiménez Montero

Los días pueden ser iguales para un reloj, pero no para un hombre. (Marcel Proust)

Un domingo más… El hastío se pasea por mis manos y escribo versos que me dicta una ola sin orilla. Se adueña de mis sentidos la puntual monotonía de otro domingo más en mi ventana. Sentir los alejados pasos en la calle preguntándome hacia donde se encaminan. Doblar las esquinas sin saber que hay al otro lado. La rutina entra de lleno en estos ojos que contemplan la humedad en los tejados. El aire no huele ni respira. El sol me espía escondido y finge brillar entre las nubes azules de ayer. Suenan constantemente las campanas y con cada tañido mi lápiz escribe renglones y renglones de incongruencias.

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 47


Cuando me acuesto Cierro los ojos antes de que apagues la luz y me fundo en ti en un abrazo tierno, mientras permanece en mi retina tu perfil acariciado por el ámbar y las orillas. Afronto así la noche, tránsito de otras vidas paralelas en lo profundo, asida a ti, a tu certeza. De tu mano recorro el pasillo interminable de los sueños, en tu pecho lloro y río en mi onírica cruzada y contigo navego los mares recónditos de mi otro yo subconsciente. El calor de tu cuerpo me envuelve en la incierta travesía y sólo tus ojos me dan la paz, cuando regreso. Sólo contigo, al despertar, me siento viva.

Sensación transmitida Salgo a pasear. La música en mis oídos, en mi cerebro ¡Qué buen invento el MP3! Voy caminando con banda sonora, como en una peli. Veo pasar los coches a cámara lenta, la realidad se me antoja virtual, incluso las cacas de perro, a las que dedico miradas de reojo, me resultan estupendas, pensando que son de atrezzo. La gente con la que me encuentro me parecen extras, muy en su papel todos ellos ¡Qué bien conseguido! No hay voces, ni pitidos estridentes, sólo una sonrisa en mi rostro de imbécil feliz, que hará pensar a los que conmigo se cruzan: ¿de qué película habrá salida ésta?

Pág. 48 • Revista Literaria ALECEIA


Marisol Dorado Villanueva

No te vayas No te vayas. Aún es mediodía y es mucho el tiempo que tengo para contemplarte. Aún las olas cadencian tu cintura con el astro rey que te corona y mis ojos, atentos, no perdonan la hombría desnuda de tus pasos. Todavía el horizonte se escuda en lo callado y la brisa acompaña el abandono de tu cuerpo sobre la arena que te acoge. En lo orillado, se confunde tu esfinge con la audacia del deseo, bajo el sol caliente. No te vayas. ¡Quedan tantas tardes, aún, para conquistar el cosmos y derramar nuestro amor en estrellas infinitas! Todavía, no te vayas. Quiero guardar tu imagen de Apolo incendiado, como una flor seca, entre las páginas de mi libro. Recordar la piedra sumergida y la huella de un latido, la luz que guardas en tu pecho - mariposa entregada - de amante embelesado, feroz y dividido, flor de cerezo que al viento esparce su corola, río que conmueve la oquedad de mis manos No te vayas. Aún nos queda la tarde. Un tiempo de mar y de palomas, de florida razón ensimismada, con versos que lanzar entre miradas y un beso perdido entre las sombras. No te vayas. Primavera 2009

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 49


Marisol Dorado Villanueva

Escojo la mirada De entre todas las formas de amar, escojo la mirada, y dejo recorrer mis ojos por las nubes que suavemente cruzan el trozo de mi cielo, como un desfile meditado, ensayado en miles de tardes de viento de levante, como estas. Escojo la mirada para acariciar los tallos que comienzan a brotar, con su trabajo milenario bien aprendido, con la paciencia silenciosa de la raíz que perdura, como un jarrón chino, perfecta e irrepetible. Escojo la mirada para posarla despacio sobre tu cuerpo, adonis de bronce que al sol le echas un pulso y llegar, a través de tu piel, a tu corazón, terciopelo constante que envuelve mi vida. Escojo la mirada para embelesarme con los ojos de mis hijas y seguir la línea de sus labios, que adorna sus bocas con la risa, para sobrevolar, uno a uno, todos mis paraísos cercanos, para sentir la belleza del mar entre las olas, para vivir, de entre todas las formas de amar, escojo la mirada.

Pág. 50 • Revista Literaria ALECEIA


Rafael Díaz Caballero

Abre tu puerta Por la senda que conduce a tu morada voy pensando qué decirte cuando llegue. Si mi torpe disertar no te conmueve harálo mi mirada. Me gustará creer por un momento que abres tu puerta al fin, a la esperanza de tenerte en mis brazos. Sin tardanza susurraré en tu oído Y tu alma se abrirá como la roca al empuje de la fuente cristalina y tu cuerpo temblará como la encina que el huracán azota. Si al final mi ilusión se desmorona como castillo de arena en la playa con prontitud humillaré mi espada. Que me acunen las olas. Jerez 27 de septiembre de 2008

Homenaje a Don Antonio Cuando me asomo al espejo y veo que me estás mirando presumido y socarrón, pareces no conocerme pero te conozco yo. El espejo me devuelve lo que va dando la vida y va quitando la muerte.

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 51


Te quiero Te quiero. Dime al oído, te quiero y pondré sobre tu boca miel de romero. Te quiero. ¡Pronto! Dime te quiero y me pondré de rodillas para estar pegado al cielo.

...No me has de querer porque te quiera pues aunque lo que espero no esperara lo mismo que te quiero te quisiera. (Lope de Vega)

Tus ojos ¡Tus ojos! ¿Qué sucede en tus ojos?

Te quiero. ¡Tanto te quiero! que dejarás en mis ojos el brillo de tus luceros.

¿Qué me ocurre en tus ojos?

Te quiero. sólo dime, te quiero.

Amor, va conquistando posiciones. Razón, contempla cómo irremisiblemente pierde dominios impotente ante el avance del dios imperturbable.

30 de septiembre de 2008

¿Cómo mirarlos sin que se me quede colgada el alma en ellos?

Si tus labios me mostraran el camino y tus brazos me atrajeran con firmeza entregaría mi vida con presteza a los inciertos avatares de Destino. Tú, diosa, como Ilion inexpugnable te muestras a los ojos del guerrero. No importa si cual Aquiles muero. Como Odiseo, no quiero conquistarte. Aún los dioses usaran el engaño en empresas de amores, yo prefiero ganarte con fulgores de humildad candorosa como merece la más bella rosa.

Pág. 52 • Revista Literaria ALECEIA


Rafael Díaz Caballero

Ahora pienso en ti

Quien diga que no hay cielo, no ha visto tus ojos

Cuando el almendro blanqueaba el aire Con sus pétalos albos, Pensaba en ti.

Quien no ha visto tus ojos No sabe qué es el cielo.

Cuando las flores devuelven la vida Exuberante y mágica Y el azahar inunda los sentidos Y perfuma las almas

Quien tus ojos no ha visto No sabe qué es el mar.

Pienso en ti.

Que relajan el alma Con tan solo mirar.

Cuando Apolo cruce el meridiano Abrasando los trigos, Y la tórtola se amontone en los eucaliptos Esperando su vuelo otoñal, Hacia el sur africano, Pensaré en ti. Cuando Plutón requiera mi presencia Acudiré presto a su llamada, Y cruzaré sin miedo a lo ignoto La Estigia laguna, Pensando en ti.

Infinito y profundo Con destellos de calma

No tenerte en mis brazos No me apena infinito. No mirar tus pupilas No me causa inquietud El color de tus ojos Es preso en mi retina La bondad de tu cuerpo Devuelve juventud. No necesito verte, Tocarte no merezco.

Ahora, pienso en ti.

3-4-2009

No necesito hablarte Sólo quiero pensar Que eres feliz, entonces Se relaja mi alma Y me inunda la calma Y puedo suspirar. 21-02-2009 Jerez

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 53



Otras cosas Almohadas sin horizontes We are just two lost souls Swimming in a fish bowl Year after year -Roger Waters (wish you were here)-

No tenían horizonte las almohadas No tenían horizonte los calendarios No tenían eco las manos ….las manos que no fuesen suyas Ojalá estuvieras aquí, decía la canción Y tu sombra firmaba cada papel blanco Porque cuando la verdad se vuelca en un tintero En realidad nadie quiere estar escribiendo Y las almohadas no ven el horizonte Ninguna cumbre cicatriza en su color blanco Ninguna sombra barre la línea de luz Que entra cruel, partiendo la noche Ningún párpado adolece con las flechas de la luna Y late la canción, porque ojalá estuvieras aquí Porque en el fondo preferiría no estar escribiendo Porque la soledad debería poder compartirse Si la oscuridad se pacta en tu voz y mi paciencia Cuando alguien duerme después de un papel blanco Las almohadas rencas tiemblan, se extienden, castigan …se alargan solitarias, desérticas, sin horizonte, Porque en el fondo lo sabemos

…ojalá no estuviera escribiendo Carolina Hernández

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 55


Sábanas por palabras

Abrázame en esta duda del verano En la que silban los árboles nostalgia de otoño, A la sombra de este rincón ilícito En que pecan los amores imposibles En que manos se buscan a través de la palabra, Mirando por la ventana cómo late el mundo Mientras yo te escribo cartas, …Sólo cartas Mientras te acaricio con palabras Y te beso con tus propios labios si las leen. Arruga este papel si es lo preciso… Un beso no puede durar toda la vida… …y allí a lo lejos tú respiras hondo, Sentencias circunstancias de la vida, Y yo aquí, pero igualmente lejos Levanto la cabeza y compadezco La concentración de las mesas públicas En que los habitantes de mi equipaje se concentran, Porque ahora ellos no escriben cartas …sólo cartas. El verano ha dejado de dudar, Ahora a través de los cristales Incendia este pecado de buscarte en las palabras …nunca dejo de buscarte Y si al leer te paras a escucharlas Podré latir en la nostalgia de estas páginas cuanto no puedo latir entre tus sábanas. Carolina Hernández

Pág. 56 • Revista Literaria ALECEIA


Era noche de pronunciar destinos, De guarecernos del destiempo en nuestros brazos De curar el desatino del invierno Era noche de precipitarme en tu boca Era luna de orillar tu sonrisa en mi mirada Era azar…mil y una caricias para perdernos Hicimos una trenza con mi voz y tu silencio Con tus dedos y mi pelo, nuestros pies en la ventana… Otoño…viento Era noche de escribir tu silueta en el eco De grabar tu presencia, tu olor, en mi cuerpo De latir al unísono...mi lugar en tu abrazo Mi destino en tus cuadernos Folios blancos, tinteros repletos Promesas tácitas, atardeceres incompletos. Carolina Hernández

Han acontecido ya plenilunios y eclipses desde la última vez que tu risa contamino mi pretensión al silencio, pero hay extraños instantes en los que el eco de tus labios contamina mi presente como un fantasma envuelto en nudos de verdad Y vuelvo a querer anochecer en tu mirada Y amanecer en el letárgico compás de tu respiración aún dormido Y llover sobre tu mañana como un cometa que pone su estela en la proa. …salvar, como siempre abismos mientras me das respuestas que nunca te he preguntado. Carolina Hernández

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 57


Una casa sin mar Es mi casa una casa y también un lugar, un lugar de nostalgia, de nostalgia del mar. Es mi casa una casa. ¿O es acaso un solar, un solar donde habita la carencia del mar? De aguamarinas tonos, de verdes de verdad, de espumas blanquecinas, de celeste beldad, de cristalinas aguas, de calma y tempestad. ¡Oh mar de las mareas! ¡Oh mar de inmensidad! Del hombre, desafío, del pez, la libertad, de la luna, el espejo, de mi ser, la amistad, de horizontes rotundos, de la profundidad. ¡Oh mar de marejadas! ¡Oh mar de soledad! Por el sino obligado, ya que no por azar, abandoné tu orilla, tu orilla de azahar. ¿Puede acaso el poeta componer y soñar

sin tenerte a su puerta en cada despertar? Por eso cuando canto mi canto no es cantar. Como ofrenda propicia para así olvidar quemaré tu recuerdo en mi alejado altar. Mis ventanas ahora, cansadas de esperar, ya no buscan azules ya no quieren mirar. En este lar sin vistas, en este mar sin mar, perece mi esperanza, zozobro de añoranza, sucumbo a mi pesar. ¿Qué casa es una casa, qué hogar es un hogar, si es un pozo el que suple la presencia del mar? Artificial venero, remedo de la mar, agujero en la tierra, conducto circular, si en su blando costado has de desembocar, transmítele mi ansia, su falta y mi penar. Es mi casa una casa, una casa sin mar. Juan Manuel Ballesta Gómez La Línea, Primavera 2006

Pág. 58 • Revista Literaria ALECEIA


A Maitena Ni el agua de la mar ni del cielo ni el viento ajaron su figura. Ya, entre las otras del entorno, madura su alzado alza con graciosa gracia. El medio siglo de vejez no importa, más bien le aporta solera y altivez. Villa, mansión, castillo de mi feudo, palacio de mi reino, abierta prisión. Casa y hogar. Lugar. Otras manos de artistas y artesanos la hicieron. Yo, que bajo su mismo techo conviví, la cuidé y en su lecho dormí, soñé y amé. Sólo me queda haber nacido en ella… y en ella fallecer. Juan Manuel Ballesta Gómez La Línea, Marzo 1991

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 59


Pimiento Dafke

Al despertar G. una mañana, tras un sueño intranquilo, notó un picor leve en la punta de su nariz. Se incorporó, inquieto, y se la frotó con un suave movimiento de dedos, lo que le provocó un picor aun más intenso y tuvo que presionar con más fuerza e incidir en su nariz con las uñas. A mayor presión de los dedos mayor picor, hasta que tuvo que parar, no satisfecho. Se acercó al espejo y comprobó la prominencia roja y los ojos llorosos. ¿Qué será esto?, se preguntó, aún mirando el espejo, esperando que su imagen quedara nítida en cuanto desapareciera la lágrima extendida levemente sobre sus pupilas. El picor fue desapareciendo y el color rojo fue virando hacia el verde, tras un breve paso intermedio y preocupante en el morado intenso, terroso, lo que convirtió a su nariz en una suerte de piedra antigua, arenisca, que amenazaba con desgajarse de la cara, caer al suelo y romperse. En ese tramo no osó tocársela, aunque le atraía palpar su textura, y dejó pasar unos segundos en los que su nariz tomó definitivamente un color verde, primero muy oscuro hasta que se estancó en el verde propio del pimiento Dafke. G. retrocedió unos pasos, se ajustó a la cintura el pantalón del pijama un poco caído, y pensó si no sería conveniente volver a la cama y tratar de dormir un poco más y que al despertar la nariz hubiera recobrado su normalidad. Pero en cuanto se sentó al borde de la cama notó cómo en el entrecejo iba apareciendo un trozo de algo, no alcanzaba a ver qué era, una protuberancia. Se acercó de nuevo al espejo y vio que era un pequeño tronco marrón que en segundos alcanzó la longitud de unos dos centímetros. Ya no tenía dudas, se estaba confirmando su primer temor: su nariz acababa de transformarse en un pimiento Dafke. Ya conocen el resto de la historia. Miguel Guerrero

Pág. 60 • Revista Literaria ALECEIA


Revista Literaria ALECEIA โ ข Pรกg. 61


Pรกg. 62 โ ข Revista Literaria ALECEIA


un árbol un verso una piruleta un beso una pelota una queja una cabeza tus pensamientos una madeja de lana un garabato nuestras emociones un nido una tormenta un sol las buenas ideas un mebli y las malas también

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 63


…dinos, ¿qué quieres que sea aleceia?

956 696 269 BIBLIOTECA.LALINEA@telefonica.net


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.