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De la idea a la fantasía
Angel Vera Padilla
Lic. Psicología Social UAM Iztapalapa
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“¿Qué cambiarías del mundo?”.
Una pregunta que no solo está implicando verdades vistas desde nues-
tras inmediateces, sino que también está tomando elementos de nuestra
propia experiencia. La respuesta puede tener dos vertientes: lo que está en nuestras manos y lo que no está. Además, al hacerles esta pregunta
a distintas personas, las respuestas que brindan tienen mucha claridad,
siempre y cuando se pongan bajo una situación o contexto específicos, ya que sus respuestas varían según el rol que desempeña la persona que
responda.
El siguiente artículo no tiene como objetivo hacer hincapié en estas res-
puestas, sino en por qué pensamos que pueden llegar a una buena conclu-
sión. Pensando un poco, las respuestas más comunes se relacionan con
cambios en el gobierno, en el sistema político, en la educación, en el me-
dio ambiente, en el pensamiento, etcétera. Y son respuestas que las per-
sonas dan típicamente porque se vinculan con su modo de ver la realidad.
18 Las personas dan su opinión desde su sentido común, de acuerdo con sus creen-
cias y necesidades sociales. Y sobre esta base comenzaré a argumentar confor-
me con lo descrito por Peter Berger y Thomas Luckmann (1966: 29-30) acerca
de las teorías fenomenológicas de Alfred Schütz, donde se reconoce que:
Todas las tipificaciones del pensamiento de sentido común son de por sí elementos integrales del Lebenswelt concreto histórico, socio-cultural, dentro del cual prevale-
cen como establecidos y como aceptados socialmente. Su estructura determina entre
otras cosas la distribución social del conocimiento y su relatividad y relevancia para
el ambiente social concreto de un grupo concreto en una situación histórica, también
concreta.
Este sentido común, que en su modo más natural es la vida cotidiana, nos da a
entender que las respuestas son muy comunes socialmente, y logran encajar en
esta tipicidad socialmente establecida.
Cuando se piensa lo que puede cambiarse en el mundo, entramos en una difi-
cultad de percepción, donde las soluciones no pueden ser tan fáciles de realizar.
Aunque podamos tener la seguridad de que lograremos el cambio, no tenemos
la certeza de conseguirlo, pues de la palabra a la acción falta mucho. Además,
hay grandes estructuras sociales que nos hacen chocar con una pared.
Un profesor alguna vez preguntó cuál era la maldición de nuestros tiempos. La
respuesta fue: “Nosotros mismos”, y actualmente lo somos con mayor razón
debido a esta generación de cultura digital donde es más complicado manipular
o llegar a un tipo de arreglo que convenga al cambio para el bien de todos.
Sin llegar a términos distintos de lo que quiero avocar, la parte del sentido
común juega un papel importante porque nos hace responder de forma tanto
típica como aceptada y, a su vez, tratar de darle
una solución a esos problemas que nos aquejan.
Que si puede cambiarse el mundo… Estoy segu-
ro de que no. Solo arrasamos sin pensar, sin ver
más allá de nuestra absurda permanencia material.
Cambiamos a lo largo del tiempo existente de la humanidad, y si se ve desde una perspectiva poéti-
ca, lo hemos hecho juntos.
Aficionado a la Psicología social
Referencias
BerGer, P. y Luckmann, T. (1966). “El problema
de la sociología del conocimiento”. En L a
construcción social de la realidad (pp. 13-35).
Buenos Aires, Argentina: Amorrortu, 1999.
¿Qué cambiarías del mundo?
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