Argonautas N#01

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Argonautas N#01 JUNIO 2014

ISSN 2341-4091

· Javier Ruescas · Luis Cano ·

·Relatos·Poesía·Ilustración·Cómic·Música·Cine·


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#01 INICIOS Junio 2014

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Portada de LittleMar

Dirección

Elena Álvarez & Santiago Sánchez

Comité Editorial Elena Álvarez González Santiago Sánchez Juan Ignacio González Fèjer Mar Gallego Redactores Sandra Carbajo Bueno Laura R. García Iván Rúmar Fotografía Mar Argüello Colaboración especial de Francisco Concepción Andrea Compton [Edita: Argonautas, en Madrid, 2014] ISSN 2341-4091

Editorial Ab Initio Una noche de sexo desbocado, el Big Bang, Fry entrando en Criogenia Aplicada, las palmaditas del médico en la espalda del bebé, el león de La Metro, Neil Armstrong bajando del módulo lunar, Tyler Durden gaseando su apartamento Ikea, el primer día en la oficina… todos los Inicios son difíciles y, aún así, siempre estamos buscando nuevas etapas. Esta, empezó con algo parecido a «Igual esto te parece una locura, pero…» y un mes después aquí estamos. No ha sido fácil, claro, si lo fuese seguramente no merecería la pena. Pero podemos asegurar, aún sin haber publicado el primer número, que merece la pena. Lo que crees, lo que te apasiona, lo que da sentido a tu vida… siempre merece la pena. Por muy difícil que sea llevarlo a cabo. Porque eso es precisamente lo que nos define; lo que hacemos. Las veces que nos caemos y levantamos, los obstáculos que encontramos en el camino y la forma en que nos enfrentamos a ellos. Si cogemos aire y decidimos abrir esa puerta que se erige frente a nosotros, o por el contrario, nos resignamos y damos media vuelta. Nosotros, dotados de una buena dosis de entusiasmo y de —por qué no decirlo— locura, decidimos abrir la puerta y arrojarnos a través a lo que se convertiría en uno de los mayos más tormentosos y ajetreados que nuestras cansadas neuronas pueden recordar ahora mismo. Pero como bien dicen, tras la tormenta siempre viene la calma. Y ahora que por fin empieza a lucir el sol y el viento empuja las velas a favor, podemos encontrarnos finalmente frente a vosotros, orgullosos de estas páginas repletas de esfuerzo, talento e ilusión y desearos de todo corazón que disfrutéis del viaje, Argonautas.

Los Argonautas que navegan por este número son: Roberto Díez Hompanera, Muerte Horrible, Juan F. Valdivia, Ana Patricia Moya, Alba Calero, Jaime Corujo, Gastón Zampar, Raquel Díez, Sr. Kiwi, Fabiola Ruiz y Hemingway Noise. Página 4


SUMARIO EDITORIAL: Ab Initio 4 SUMARIO 5 TWITTERATURA

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RELATOS 8 Niños Grandes 8 Todo se resuelve con unas oposiciones 14 Caléndulas 16 Escalones 23 Noticias para los Milhermanos 26 POESÍA 30 Respuesta a una amiga 30 La perra que masticaba versos 32 CÓMIC 34 Kika Drums #01 35 ¡PARTICIPA! 36 Evento 39 INVITADOS 40 JAVIER RUESCAS 40 LUIS CANO 44 Columna de Francisco Concepción: Tres finales inapropiados de los que debes huir 47 LIBROS 48 Y LA LUZ SE HIZO: Lumbres, vislumbres. 48 RAZONES PARA CRECER: De todas formas. 51 CINE; Basado en... Mizayaki’s Begins

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MÚSICA 58 Neonata 54 Página 5


Twitteratura

Twitteratura Los mejores tweets bajo el lema #argonautasINICIOS, recopilados en una única sección. Participa en esta sección desde YA, escribiendo tus micro historias con el hashtag #argonautasVIAJES, y aparece en el próximo número.

@KatemeXXI Siempre estuvo muy sola, hasta que escuchó su voz en los días de lluvia. Desde entonces le habla a los charcos.

@unadequeso Vinieron al mundo juntas,con 4 minutos de diferencia entre ellas.Y entonces se confirmó mi gusto por los dobles sentidos.

@LnaXIII Nadie les dijo que al principio, es preferible romper el hielo y no los muelles.

@neoxanty El amor solo empezaba tras dormir la primera siesta veraniega juntos, no antes.

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@LnaXIII Empezamos pronto. Acabamos nunca.

@airqui Si no duele, es que aun no has comenzados. Si duele, puede que necesites comenzar de nuevo.

@LittleMarWorld Y me dije mis verdades

@neoxanty La ilusión del primer día. La frustración del teléfono y su voz en off después.

@KatemeXXI Si bien no es lo que tenía pensado, sus lágrimas dibujaron el mejor comienzo para una recién nacida.

@airqui Acabar empezando y sin saber en que acabarás.

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Relatos

Niños Grandes

por Roberto Díez Hompanera

Ilustración de Muerte Horrible

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Su pequeño mundo estaba formado por su hogar y apenas tres calles. De momento no necesitaba más. Su casa la conocía suficientemente bien, bueno, en alguna ocasión medio se había perdido al salir del lavabo, pero ¡a quién se le ocurría comprar una casa con cinco habitaciones! Con tanta habitación, no era difícil perderse en alguna ocasión y más aún si te levantas de la cama con urgencia para ir al váter. Esa era otra; tuvo que aprenderse muy bien, entre tanta habitación, cuál era el lugar exacto del retrete y vigilar de no gotear la tapa. ¡Pues no se había llevado broncas ni nada por dejar caer cuatro gotas! Como si fuese fácil atinar siempre, más aún cuando se iba con prisas. Su pequeño mundo estaba formado por su hogar y apenas tres calles. De momento no necesitaba más. Su casa la conocía suficientemente bien, bueno, en alguna ocasión medio se había perdido al salir del lavabo, pero ¡a quién se le ocurría comprar una casa con cinco habitaciones! Con tanta habitación, no era difícil perderse en alguna ocasión y más aún si te levantas de la cama con urgencia para ir al váter. Esa era otra; tuvo que aprenderse muy bien, entre tanta habitación, cuál era el lugar exacto del retrete y vigilar de no gotear la tapa. ¡Pues no se había llevado broncas ni nada por dejar caer cuatro gotas! Como si fuese fácil atinar siempre, más aún cuando se iba con prisas. También le daba mucha rabia que los niños de la ciudad hubiesen sido capaces de ir Su pequeño mundo estaba formado por su hogar y apenas tres calles. De momento no necesitaba más. Su casa la conocía suficientemente bien, bueno, en alguna ocasión medio se había perdido al salir del lavabo, pero ¡a quién se le ocurría comprar una casa con cinco habitaciones! Con tanta habitación, no era difícil perderse en alguna ocasión y más aún si te levantas de la cama con urgencia para ir al váter. Esa era otra; tuvo que aprenderse muy bien, entre tanta habitación, cuál era el lugar exacto del retrete y vigilar de no gotear la tapa. ¡Pues no se había llevado broncas ni nada por dejar caer cuatro gotas! Como si fuese fácil atinar siempre, más aún cuando se iba con prisas. Su pequeño mundo estaba formado por su hogar y apenas tres calles. De momento no necesitaba más. Su casa la conocía suficientemente bien, bueno, en alguna ocasión medio se había perdido al salir del lavabo, pero ¡a quién se le ocurría comprar una casa con cinco habitaciones! Página 9


Relatos

Con tanta habitación, no era difícil perderse en alguna ocasión y más aún si te levantas de la cama con urgencia para ir al váter. Esa era otra; tuvo que aprenderse muy bien, entre tanta habitación, cuál era el lugar exacto del retrete y vigilar de no gotear la tapa. ¡Pues no se había llevado broncas ni nada por dejar caer cuatro gotas! Como si fuese fácil atinar siempre, más aún cuando se iba con prisas. También le daba mucha rabia que los niños de la ciudad hubiesen sido capaces de ir aprendiendo más calles, de saber moverse por ellas. A él le costaba más ¿Por qué? Él estaba convencido de que no era ni torpe ni tonto. Aún así, en su espíritu anidaba el ánimo de que sería capaz, poco a poco, de ir descubriendo nuevas calles de la ciudad, de saber moverse, de no perderse por ellas. Solía preguntarse también, aunque de tanto en tanto, por qué en casa no tenían nunca en cuenta su opinión. Le fastidiaba mucho que le dijeran aquello de que se callase, que no era el momento de tonterías. ¿Tonterías? ¿Acaso eran tonterías las sensaciones que tenía de que a veces las puertas podían cambiar de sitio? Por culpa de esos cambios, alguna vez no había llegado a la primera al dichoso lavabo y se había hecho pipí encima. Cierto era que las primeras veces en casa, a ese hecho, a ese “accidente”, no le habían dado mayor importancia; sin embargo, cuando aquellos “accidentes” habían ido en aumento, bien que le habían echado buenas broncas diciéndole: —¡Cuando vengan ganas de hacer pipí, uno se ha de levantar e ir rápido al váter! Pero aunque les asegurara que las puertas cada vez cambiaban más de sitio, nadie le hacía caso, hasta se reían en sus propias narices de sus afirmaciones: —Sí, claro, y mañana nos dirás que como creías que estabas en el retrete, pues eso, que te has meado encima. ¡Y era cierto! Eso le había pasado ya en alguna ocasión, pero conociéndoles, era preferible contarles aquello de las puertas; tampoco les estaba mintiendo. Página 10


Todas esas pequeñas anécdotas de casa le preocupaban en su justa medida, o sea, casi nada. Lo que ahora le traía de cabeza era ampliar su pequeño mundo, descubrir nuevas calles y saber caminar por ellas sin perderse. En más de una ocasión, últimamente, había estado a punto de cruzar aquella frontera; pero cuando llegaba el momento, siempre había a mano alguna excusa convincente: “Hoy estoy un poco cansado, mañana lo intentaré”, “Hay demasiada gente en la calle” o “¿Y si me alejo demasiado y me pierdo?” Pero hubo un día en que, armado de coraje, cruzó aquella frontera invisible de la inseguridad y se aventuró en una nueva calle. En un principio se sintió eufórico. Había muchas, muchas tiendas: de ropa, panaderías, jugueterías; también bares, cafeterías; bancos en la calle donde poder sentarse para descansar... Y así lo hizo en uno de ellos. De pronto se descubrió viendo cómo desfilaba gente y más gente por la calle. Distraído observándoles, la tarde fue transcurriendo sin que se diera apenas cuenta, hasta que de pronto el sol estaba desapareciendo. Eso le provocó cierta sensación de agobio, de pérdida. Comenzó a oscurecer y decidió levantarse y dar media vuelta para regresar a casa, pero una vez en pie, no supo definir si el camino a casa lo tenía a su izquierda o a su derecha. Le entró el pánico y rompió a llorar como un niño. La gente pasaba deprisa en una y otra dirección mirándole extrañados, y aunque quería preguntarles cómo ir a casa, no podía recordar el nombre de su calle ni su teléfono. La desesperación le atenazó todavía más cuando se dio cuenta de que aunque se armase de valor y se atreviese a hablar con alguien, no sabría qué decir o preguntar. Entonces alguien le cogió por el hombro intentando consolarle. Le llenaron de preguntas pero pobre de él, su mente se había vuelto de pronto blanca como una enorme montaña de nieve: con el pánico habían desaparecido los pocos recuerdos que tenía. A pesar de todas esas vicisitudes, lo que realmente le aterraba ahora, era que las puertas habían desaparecido y así era imposible encontrar el váter. Irremediablemente se mearía encima, en plena calle, delante de todos… ¿qué pensarían de él? Se burlarían sin compasión, eso seguro. Página 11


Relatos

El pobre notó cómo le rebuscaban en los bolsillos ¿Qué importancia podía tener ya eso si todas las puertas habían desaparecido? ¿Qué querían encontrar? ¿Es que además iban a robarle? ¡Si no tenía nada! Era sábado. Carlos no había ido a trabajar. A pesar de que los sábados solía tener turno en la fábrica, Aquella mañana, al despertar, había sentido una premonición que le había hecho cambiar su turno con un compañero y quedarse en casa. Su instinto le decía que algo iba a ir mal aquel día, y normalmente su instinto no fallaba. De todas formas, se sentía más tranquilo. La mañana había transcurrido bien y después de comer, todos habían decidido echar una pequeña siesta de la que él se acababa de despertar. Todo seguía tranquilo. Su mujer estaba en la cocina preparando un café y él se disponía a ver el partido de fútbol en la tele. Justo cuando cambiaba de canal de televisión, el teléfono sonó estridente, avisando de que algo realmente grave estaba ocurriendo. Saltó de la silla como un resorte y se precipitó hacia él. —¿Dígame? ¿Quién es? —Preguntó con ansiedad. —¿Los señores Márquez? —¡Sí, sí! ¿Quién llama? ¿Ocurre algo? —Miró a su mujer que había salido de la cocina secándose las manos y con gestos le señaló la habitación. Se temía lo peor. Su mujer se encogió de hombros, no entendía nada. Al otro lado del teléfono una voz pausada le siguió hablando: —No, no, tranquilícese. Estamos en la cafetería Alaska, es mejor que venga a recogerle. Mientras, su mujer, que ya había comprendido lo que Carlos quería decir, abrió la puerta del dormitorio y se encontró con el silencio y el vacío. No había nadie. Se sintió desolada, había llegado el terrible momento que tanto temía. El señor Márquez colgó el teléfono y salió nervioso y renegando de casa. A su espalda quedaron flotando las palabras de su mujer: —¡Procura calmarte, ya sabes que esto podía llegar a pasar en cualquier momento! Estará bien, seguro. Llámame enseguida cuando estés con él. Página 12


Pero Carlos ya estaba bajando la escalera a toda velocidad y no podía escucharla. Lo único que quería llegar a la cafetería inmediatamente. Se sentía tan culpable, que solamente podía pensar en qué habría pasado si no le hubieran encontrado, o si un coche le hubiese atropellado… En cuestión de diez minutos estaba en la puerta de la cafetería. El corazón le golpeaba con fuerza en el pecho. Las piernas le dolían de la carrera, pero nada le importaba. ¿Qué encontraría? Le vio allí, al pie de la barra. Le acompañaban dos personas de aspecto bonachón y afable. Le habían puesto un vaso de leche y una magdalena que aún estaban intactos frente a él. El pobrecito se había meado los pantalones, pero lo que más le impresionó y le dolió al señor Márquez, fue aquella mirada perdida de su padre, sin luz. Aquel espíritu desvalido y muerto de miedo. Dos lágrimas cadenciosas le quemaron las mejillas. Tan sólo fue capaz de susurrar: —Papá. Con un abrazo quiso protegerle de todo el miedo y la pérdida que en aquellas horas de ausencia le confirmaron que nada podría volver a ser igual. Roberto Díez Hompanera panreanescribe.blogspot.com @panrean Muerte Horrible @muertehorrible

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Relatos

Todo se resuelve con unas oposiciones por Ana Patricia Moya

De madrugada, te abraza la sombra de la hipoteca, y luego, tu chica, cariñosa, con esas ojeras que son idénticas a las tuyas: las marcas de la desesperanza. El desayuno se te atraganta –sólo galletas y café– por las confidencias en la ridícula cocina de diseño Ikea; se plantea la necesidad de formalizar burocráticamente que os queréis desde hace años,

Ilustración de Sr. Kiwi

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y delante de, al menos, un abogado –tu pobrecita madre anhela como testigo de vuestro amor al cura–, pero no hay dinero, no hay tiempo, no hay ganas. Tu pareja refunfuña porque le toca lidiar con su empleo –limpiando suelos–, y tú te adosarás a tu escritorio repasando el temario –para este año, ampliado, para joder aún más la voluntad y el bolsillo– durante cinco horas sólo interrumpidas por las ganas de cagar o de mear. Sentado y concentrado, es como si las manecillas del reloj permanecieran inertes; se agolpa todo en las sienes y sólo el estómago te avisa de que tienes cuarenta minutos exactos para ducharte, arreglarte, comer y volar hacía el bar donde haces equilibrios con la bandeja a cambio de unos euros y, aguantando la amenaza de la incertidumbre; “la cosa está muy mala”, “el negocio no va bien”, etc. A las doce de la noche, con dolor de huesos, regresas al cubículo de treinta y cinco metros cuadrados que llamas hogar y allí está tu novia, sollozando, acurrucada en el sillón. Os echáis a temblar cuando confiesa “tengo un retraso” y te cagas en los muertos de los condones baratos y te vuelves creyente arrepentido de los santos, los de las estampitas de Santa Gema y San Judas Tadeo que te regaló la abuela para que te ayudasen a aprobar de una puta vez. El disgusto os quita las ganas de cenar –tampoco hay gran cosa en el frigorífico– y os acostáis, deprimidos y derrotados. Tu mujer, a tu lado, se duerme, entre lágrimas; tú le agarras la mano con firmeza y la calidez te hace sentir un poco más humano. El insomnio te colma y reflexionas: ¿vale la pena tanto esfuerzo? “Si quieres prosperar en la vida, estudia oposiciones”. La gran frase de los progenitores. Pero, como bien sabes desde que terminaste la licenciatura, no siempre los padres tienen razón. Ana Patricia Moya @laperiquilla anapatrimoya.tumblr.com Sr. Kiwi @Sir_Kiwi Página 15


Relatos

Ilustraci贸n de Bythepain

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Caléndulas por Elena A.G

Pequeños y modernos muebles, excéntricas figuras, cuadros y láminas de amigos o conocidos, carteles de películas enmarcados y pósters de exposiciones, cientos de cedés... La casa nueva comienza a parecerme un museo vivienda más que otra cosa, así que castigo a las paredes con la mirada y cambio de canal con un suspiro cansado. Llevamos toda una semana viviendo aquí y todavía no consigo que dé por finalizada la mudanza. Aun sigue colocando cosas por todas partes, sopesando en qué habitación crearán atmósfera o en qué habitación, por el contrario, la destrozarán. Ni si quiera imaginaba que en el anterior piso cupieran tantos trastos. A mi toda esta disposición ornamental, casi ritual, me trae sin cuidado, pero ella en cambio parece disfrutarla en cuerpo y alma. No hay más que mirarla un instante para comprobar que rebosa de la energía que a mi me falta. Está realmente ilusionada con la tarea de decorar el lugar con cada nueva tontería que saca de las cajas de cartón que comenzamos a embalar hace unos meses. Y no es que me extrañe, al fin y al cabo, Ella es así, siempre se encariñó con los objetos, con las cosas. “En el mundo hay dos tipos de personas”, me dijo una vez. “Las que guardan las entradas del cine y las que no.” Y Ella las guardaba, por supuesto. Y la flor que encontró un día caída de un balcón, pensando en disecarla después, también. Y la carta sin baraja tirada en medio de una carretera, y la primera página que arrancó una vez de un libro porque le hizo llorar una vez en una biblioteca... Y así con todo. Yo en cambio, reconozco que nunca llegué a sentir tanto apego por nada. Cambio de canal un par de veces más y me rindo ante la evidencia de que no ponen nada decente, así que busco un cigarrillo y me levanto para estirar las piernas. Mientras le doy la primera calada, paseo por el enorme salón preguntándome cuántas de las cosas que hay colgadas en las paredes serán mías y cuántas suyas, cuántas serán realmente nuestras, de los dos. Pero claro, realmente llegados a este punto, supongo que poco importa. Ni siquiera sé muy bien qué hacemos aquí, empezando una Página 17


Relatos

nueva vida en este enorme adosado de las afueras. No entiendo cómo me convenció para comprarlo, siempre nos gustó la ciudad y su ajetreo, el metro, el ruido, las mil cosas que hacer en ella. Solíamos bromear con que empezábamos a convertirnos en ratas de ciudad, con que nos estaban empezando a salir colas y bigotes... En fin, solíamos. Hace tiempo que no nos reímos demasiado. Llego hasta la cristalera que da al jardín y apoyado en la puerta corredera y apurando lo que queda de cigarro, la observo trabajar en el jardín. Llevaba toda la mañana entrando y saliendo con sus sonrisas silenciosas, y sus cajas y macetas hasta que por fin se ha instalado allí fuera. Hacía años que Ella había comenzado a apasionarse, por toda clase de flores, de cuantos más colores y formas mejor. Incluso si no olían a nada, le daba igual. Era gracioso, porque nunca le gustaron los ramos de flores o las plantas ya crecidas. Siempre que le regalaban algo así, se sumía en una tristeza profunda y extraña, como si no supiera qué hacer con ellas, tan mayores y cercanas a la muerte. Decía que lo bonito era verlas crecer, como con las personas, no perderse los detalles de la vida de la flor. Así que con el tiempo, adquirí la costumbre de regalarle semillas nuevas por cada ramo de flores que recibía. Sólo para verla sonreír de nuevo. Ahora está ahí, en una esquina del jardín, retirándose el flequillo de la cara, sin sonreír y frustrada junto a unas flores amarillas. —¿Me echas una mano? —Me pregunta de pronto, sacándome de mi trance Sorprendido asiento, apago el cigarrillo donde puedo y voy hacia donde está ella. —¿Qué pasa? —Es que... no sé... ¿Te gustan aquí? —Me pregunta abatida, como si el mero hecho de que las flores pudieran no estar en el sitio correcto consiguiera romper todos sus esquemas físicos y mentales. —No están mal, ¿no? —Bueno, tampoco están bien... Mira. Con los guantes de jardinero llenos de tierra húmeda, me coge de la mano y tira de mí para que me agache y ponga a su altura. —¿Ves? Aquí, al rededor de la enredadera, bonitas quedarán, porque son Página 18


preciosas, pero... No quiero que la enredadera sea más importante que ellas, que le roben protagonismo, ¿entiendes? —¿Ellas? —Las caléndulas. —Me reprocha con esa media sonrisa que dibuja cada vez que yo no recuerdo algo. —Ah, claro. Las caléndulas... —Recuerdo entonces que fui yo quién le regaló aquellas flores en forma de semillas hacía años—. ¿Qué quieres hacer entonces? ¿Las cambia- mos de sitio? Ella mira las flores, brillantes y luminosas y después a mí, todavía apagada. —No, no sé... ¿Tienes un cigarro? —me contesta incorporándose y quitándose los guantes, tirándolos al suelo—. Mejor buscamos un sitio antes de liarnos a transplantar de nuevo, ¿te parece? Le tiendo un cigarrillo y comenzamos a caminar juntos por el jardín por primera vez desde que llegamos a la casa. También por primera vez, presto atención a los detalles, al verde de la hierba que crece nueva, a los cerezos que cercan junto a las vallas los límites de la propiedad y que pronto empezarán a florecer, a Ella, que fuma despacio, intercalando miradas largas y atentas al suelo con otras más rápidas, más suyas, al cielo. Entonces, de repente, se para en seco. —¿Qué pasa? —¡Mira! —Me dice emocionada. —¿El qué? No... No hay nada —me atrevo a decir—. Es sólo tierra húmeda, cómo si estuviera removida o se hubiera arrancado algo. —¡Precisamente! —Está tan entusiasmada que da la última calada y tira el cigarro allí mismo—. Un claro de hierba justo en el centro, ¡es perfecto! Aquí les dará el sol y tendrán el protagonismo que merecen. Yo miro al suelo y a la colilla y asiento sin más mientras ella mira abajo y sin duda imagina ya las caléndulas allí plantadas. De pronto, por sorpresa, noto su mano sobre la mía, pequeña y suave, fría. —Bueno, ¿qué dices? Su mano busca refugio en la mía y su contacto me provoca un agradable Página 19


Relatos

escalofrío que asciende desde la punta de los dedos hasta llegar a la nuca, pillándome desprevenido. —No sé —le digo, porque realmente, no sé qué decir ante esa sonrisa. —¿Lo hacemos aquí? —Me pregunta. Y entonces, algo dentro de mi se quiebra como el cristal. Algún fusible, algún par de cables que llevaban tiempo sin conectar, sin más y sin previo aviso, hacen contacto, me sacuden. Y un gancho, engarzado directamente con el corazón, tira de mí salvajemente transportándome hacia un tiempo y un espacio muy diferente a estos. Y allí estamos, Ella y yo, sentados en el banco de ese parque al que tantas veces iríamos tras aquella noche. Mucho más jóvenes, muy distintos. Ella viste de mil colores, combinaciones arriesgadas que incluso a la luz de una farola llaman la atención. Lleva los labios pintados de rojo fuego y sonríe. Pero no tranquila y silenciosa como suele hacer ahora, no, qué va. Sonríe cómo si el alma le fuera a estallar en pedazos, irradiando una felicidad rabiosa que ni sus ojos ni sus suaves carcajadas pueden contener. Y yo sonrío también. Jugamos a besarnos con recato, muy formales, pero no nos sale y morimos de risa. Hacemos el tonto, nada más. Pero somos felices, muy felices. Me muerde el cuello, le chupo la cara. Le quito el gorro de lana que lleva puesto y me río. De Ella, con ella. Me abraza y la abrazo. La subo sobre mis rodillas, sentándola sobre mí a horcajadas. Y entonces empezamos a besarnos de verdad, con ternura, con pasión, desgastando el pintalabios hasta que no queda pigmento alguno en sus labios, apretando nuestros cuerpos el uno contra el otro cada vez más, acariciando sus mejillas, revolviendo mi pelo corto. Atrapo sus labios entre los míos, envuelve mi lengua con la suya. Y sé en ese momento que no quiero separarme de ella, que no quiero que acabe este instante, nunca. Pero aún así, me detengo. —Vale, vale, ¡para! —le digo cogiendo aire—. Que yo no puedo... Y no estamos en tu casa, ni en la mía... ¡Y me conozco! Ella suelta una carcajada enorme y me vuelve a besar, con más ganas si cabe. —Y si... ¿Lo hacemos aquí? —Me susurra divertida. Y yo sonrío, perdiéndome en su beso. Página 20


La cojo en brazos y, susurrándole al oído, me pierdo con Ella tras los arbustos del parque. Nuestro parque. —¿Mi amor? —Me pregunta su voz de nuevo—. ¿Estás bien? ¿Te parece bien este sitio o no? Suelto su mano despacio y con el corazón agitado la observo de frente. En sus ojos grandes y preocupados la encuentro a ella, de nuevo a Ella y no a alguien lejano y extraño. Porque a pesar de los años, los cambios y las cosas que nos separan, que en el fondo siempre nos han separado, hay mucho más que nos une: Nosotros mismos. Allí en ese parque, nosotros, aquí y ahora, en este jardín. Acerco mi rostro al suyo lentamente sin poder dejar de mirarla. Cada palpitar de su pupila, cada mota oscura de su amarillento iris, todo me parece reluciente y excitante como la primera vez y al mismo tiempo, hermoso y reconfortantemente conocido. Acaricio su mejilla, su mentón, sus labios, y ella sonríe como hacía siglos esperaba verla sonreír. La atraigo hacia mí, enredando la mano entre su pelo, siempre ligeramente despeinado, y la beso. Cómo siempre. Cómo nunca. Cómo hacía mucho que no hacía. Sin- tiendo que los últimos meses me había perdido acontecimientos maravillosos de su vida, de la nuestra, sumido en una estúpida espiral de sensación de pérdida que nunca existió. —Te quiero —le digo en mitad del que se me antoja el beso más dulce de mi vida—. Mucho. Y joder si la quiero. Por muchas veces que tenga que plantar, replantar y transplantar caléndulas lo que me quede de vida. La quiero con locura. Elena A.G @LnaXIII nihilomnisveritasest.blogspot.com Bythepain @Bythepain cargocollective.com/bythepain Página 21


Relatos

Ilustraci贸n de Alba Calero

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Escalones

por Santiago Sánchez Entrando en un portal desconocido, observo el movimiento cíclico de un culo que hace dos horas no conocía. Unos cuantos escalones son lo único que me separa de su cama, o de su sofá, o de su suelo. No sé donde me lleva. Pudiera ser que ni siquiera sea su casa. Estoy tan excitado que me da igual. No me explico porqué estoy aquí. Será, quizá, producto del alcohol, o de una locura no diagnosticada. Puede que la culpa sea de lo que se adivina bajo sus fosas nasales. De lo que estoy completamente seguro es que las ganas que parece tener de follarme no se las ha provocado mi cara –nada agraciada–, ni mi charla de ascensor. Nunca me había pasado nada así. No tengo muy claro qué tengo que hacer o qué va a pasar. Veo las escaleras por las que subiremos a su casa y un escalofrío me azota. Miro para atrás; el portal, la puerta por la que aún podría salir. No recuerdo su nombre. Es más, el bamboleo hipnótico de sus nalgas me hace olvidar hasta su cara. Y con esa imagen delante de mí, que me revuelven la cabeza y la polla, cada escalón de este portal desconocido, revelan el polvo que me espera en su cama. Primer escalón. Ella se tumba con la mirada perdida, aguantando un bostezo. Recibe embestidas como si fueran caricias. Tengo que hacerlo mejor, más fuerte, me digo. Mejor no es más fuerte, vuelvo a decirme. Mientras miro su cara de aburrimiento, sigue mi diálogo interno sobre cómo satisfacerla. De vez en cuando ella mira el reloj de la mesilla. Pasados cinco minutos, dice “¿Ya?”. Me marcho sin dejar un número, sin mirar en qué piso estoy o como es el felpudo. En el cuarto escalón, ella bota sobre mí, gritando. Hay vecinos que llaman a la puerta y ella les invita a irse a la mierda, les maldice. Página 23


Relatos

Se hayan ido o se hayan quedado escuchando tras la puerta, no nos vuelven a molestar. Ella sigue gritando y a mi se me corta un poco el rollo. No estoy acostumbrado a tanta efusividad. Mi cara debe de ser parecida a un Picasso, pero a ella parece no importarle. Un paso en el octavo escalón. Es más de dar caña. Me tira a la cama con una sonrisa pícara. Me guiña un ojo. Después de dejar la marca de su pintalabios en todo mi abdomen, mis muñecas terminan atadas al cabecero de la cama. Forcejeo sólo para comprobar que sabe hacer nudos. Abre el cajón de la mesilla al lado de su cama mientras la observo con miedo y una erección. Saca una fusta. Me deja el pecho y las mejillas llenas de magulladuras y cortes ansiosos. Después se va a duchar y me deja ahí, desnudo, pasando frío y suplicando que deshaga los nudos. Pero no lo hace y no sé si me gusta o no. Décimo segundo escalón. Alguien nos está esperando en su cuarto. No sé quién es. Pero él no parece sorprendido. Puedo suponer que esto estaba preparado. Mientras me creía cazador no he sido más que una rata buscando queso en un laberinto. No sé como comportarme. No sé que hacer en una situación así. Decimosexto escalón. Me da la espalda. Parece, por su voz, la primera vez de un adolescente en un pasaje del terror. Me suplica que no pare, pero llega el momento en el que no puedo más. Me mareo del esfuerzo. Ella sigue diciendo que por mis muertos, no pare, pero mis músculos no responden y mis párpados deciden cerrar el telón. Demasiado para una noche. Mis muertos me miran en sueños y yo levanto los hombros y giro el cuello hacia la izquierda. Su culo sigue moviéndose en el vigésimo escalón. Nada más entrar me dice que me va a tapar los ojos, que le excita que no le pueda ver. Acepto. Siempre he preferido tener todas las luces encendidas, pero no quiero discutir ni estoy en condiciones de negarle nada. Ella bota encima de mí. Por un momento, siento un líquido viscoso sobre mi pecho. Página 24


Al tacto, parece una miel muy aguada. Y huele fatal. Dominado por el miedo me arranco el antifaz opaco que me ha puesto. La encuentro follándome, saltando sobre mí, mientras se corta los brazos con una cuchilla. Vigésimo cuarto escalón. Pone velas, música romántica. Muchas caricias y besos, se queda abrazada a mi. Entre sueños escucho algo parecido a un “Te quiero”. Durante toda la noche alternamos ratos de sueño y sexo, los mezclamos, hacemos un cóctel hasta que sale el sol. Y en uno de los momentos en los que se queda dormida, yo salgo corriendo. Veintiocho escalones. He llegado hasta el final y, como una estrella fugaz, pasa el último momento en el que he podido irme de aquí. Ya no hay vuelta atrás. Mis pantalones han caído hasta los tobillos.

Santiago Sánchez rockaroundtheblog.es Alba Calero albacalero.tumblr.com

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Relatos

Ilustración de Fabiola Ruíz

Noticias para los Milhermanos por Juan F. Valdivia

Nnagarath pulsa las densas hebras del TodoNadaNuncaSiempre modelando una nueva simetría y siente cómo un flujo ajeno activa su núcleo. Se trata de un chorro de emoción que fluye desde su milhermano Yooghonth. Nnagarath rezuma un torrente de él mismo y, moldeado dicho torrente, crea un nuevo núcleo de esencia. Así demuestra a su milhermano que las esencias de ambos son una con el TodoNadaNuncaSiempre, prueba de que el vínculo no puede romperse. Porque, ante todo, los Milhermanos son. Respuesta: marea, un retorcerse de flujos en paralelismos divergentes. Se crispa el éter y Yooghonth se convierte en la réplica: brinda su esencia a su milhermano. Con este acto se refuerza la unión de Los Mil Página 26


que son Uno, de Los Mil que son Todo, de Los Mil que son Nada. TodoNadaNuncaSiempre. Un crisol de mentes se cristaliza en una única voluntad que llena el Todo con su Nada que es Todo. La Asamblea se reúne, como siempre lo estuvo, como nunca ha existido: un flujo que mana en mil flujos, un torbellino estático que no asola nada pero que lo devora todo. Homogeneidad. Comunión. Pensamiento. —Soy/somos. —Sí. —La homogeneidad/comunión/pensamiento brilla su oscuridad con la Nada de la que está hecha. Su Nada es el Todo que los envuelve. —Calma hay en mi/nosotros: La Nada fluye en el Todo aniquilando el Siempre que Nunca existe —.Se trata del saludo comunitario de los Milhermanos. —Sí. —Un millar de núcleos vibran en la amalgama de incontables facetas. —Mi/nuestro pensamiento nace y genera fuerza. Nada fluye en mí/nosotros sino mi/nosotros mismo/s, y soy/somos Nada en el Todo — Un nuevo torbellino de asentimiento, un movimiento anárquico a la vez que ordenado. Todos/Uno paladean la verdad de la afirmación—. Yo/ nosotros fluimos, sin inicio ni fin, siempre, nunca –el torbellino no es un torbellino, sino un abismo vacío, una vorágine sin fondo que se alza en la Nada hacia el Todo. El abismo se difumina en ansia devoradora, sedienta de más realidades como la pronunciada—. Nada Es sino que el Todo No Es. Y únicamente No Es en mí/nosotros –la Sed de los Milhermanos se sacia con la Humedad de la certeza. Pero en la Humedad de Una y Un Millar de gotas se aloja un grano de arena. Novedad. Sorpresa. Predestinación. Drama. Calma. Temor. —Mi/nosotros soy/somos Unión del TodoNadaNuncaSiempre. ¿Qué se atreve a quebrantar el TodoNadaNuncaSiempre? —Soy un miembro de mi/nosotros mismo/s. Uno de los Milhermanos. Respondo al nombre de Shatnans, y vuelco mi núcleo en la Asamblea Página 27


Relatos

con un flujo de unión total. Aprobación: una planicie de agudas aristas se hunde en el seno blando de una línea infinita. —Tu flujo ha sido/es/será conocido, aceptado y bendecido. Tú que somos Nos, milhermano Shatnans, tu núcleo narra extraños torrentes de esencia. El río fluyente de la Asamblea se escinde para formar una esfera en cuyo centro flota, estático, Shatnans. Expectación. —En efecto. He de recalcar cómo la disrupción cala en la esencia del TodoNadaNuncaSiempre. Mas es un hecho que está en mi/nosotros, se une al TodoNadaNuncaSiempre y lo quiebra con su grieta. —Shatnans: tú, milhermano, posees un espíritu inquieto, un torrente de mareas bullentes. Mi/nosotros saciamos tu hambre de Paz. Aplacamos la ansiedad de tu núcleo con el susurro de los miembros de la Nada, mecidos con el Nunca en el Vacío ciego de la Totalidad –Shatnans nota como su núcleo es renovado, aunque sabe que nunca estuvo corrupto, ya que en TodoNadaNuncaSiempre todo es y nada es; siempre y nunca. Convocada por el poder de la Asamblea, del núcleo de Shatnans surge la imagen de la ruptura. La Asamblea la observa, la analiza y la comprende. La ama y la teme, la envidia y la repudia. Pero la imagen Es; toma Cuerpo y Forma en la Nada, Siendo. La imagen –ya más que eso, algo mucho más poderoso–, estalla en el seno de la Asamblea, una tromba que asola el TodoNadaNuncaSiempre. La Asamblea se dispersa. Nunca ha sido. Nunca será. Los Milhermanos huyen, cada uno en una dirección distinta, aterrados a la vez que maravillados por la novedad que les ciega. El nuevo Ser, antes sólo imagen, se expande retorciéndose por allá donde antes no había Nada, pariendo dos nuevos seres a los que se conocerá como Antes y Después, dos gemelos opuestos que juntos crean otra poderosa entidad: Tiempo. El Ser, antes sólo imagen, se transforma en Voluntad: un intruso en el TodoNadaNuncaSiempre. Una Voluntad arcaica y brutal, que más adelante la describirán través de otras entidades de poder llamadas Palabras. Página 28


Esos entes que sólo adquieren sentido gracias a ella, a la Voluntad. Esa entidad será llamada Verbo, y su primera esencia se reduce a ‘Hágase la luz.’ Y la imagen Fue. Expulsó a los Milhermanos de su universo de tinieblas fuera del tiempo, de su Nada que era el Todo Absoluto. De su reino. Así, los Milhermanos descubrieron el concepto del tiempo, y su lugar dentro de él: ellos pertenecían al pasado, y el futuro les estaba vedado. El Verbo se erige como el nuevo guardián que les prohíbe volver a TodoNadaNuncaSiempre. Un guardián creador del tiempo, el arma que les aleja lenta de aquello que tanto amaron una vez. Ahora (un nuevo concepto para ellos) lloran su Hogar perdido. Ahora, una vez han comprendido lo acaecido, empiezan a arremolinarse en el límite del abismo, allá donde la oscuridad y el vacío son similares a su antiguo Reino. Se juntan en torno a uno de ellos, Shatnans. Él les envía flujos de justicia, de venganza y de recuperación de la gloria perdida. Mientras habla, imitando a ese nuevo Verbo, empieza una carrera ciega. Su objetivo: el Fin del Tiempo. Su medio: la Guerra por el Todo. De un bando, las hordas pretéritas de Shatnans; del otro las de aquel que creó un universo a su medida con la Palabra, aquel que se autoproclamó como único señor de toda la existencia. Shatnans aguarda. Sabe que a lo largo del camino logrará aliados. También habrá pactos, traiciones y traidores. Todo se sopesará en la balanza final. En el límite de la realidad Shatnans ha empezado a forjar sus contrapesos. Porque sabe que el Verbo ya tiene los suyos preparados. ‘Entonces dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz.’ Juan F. Valdivia @juanfvaldivia juanfvaldivia.wordpress.com Fabiola Ruíz

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Poesía

Respuesta a una amiga de Gastón Zampar

Estamos irremediablemente solos, Filosófica y fatalmente solos. Necesitamos del otro para hacerlo nuestro, Para que nos juzgue, para que nos ame, Porque nos da miedo juzgarnos, Nos da miedo amarnos, Porque nos da miedo estar solos. Nos creemos producto del ego, Nos queremos creer producto del ego Porque el ego es un monstruo compartido; Yo solito no puedo conservarlo vivo Pero me da tanto miedo que muera, porque fuimos dos al construirlo Y nadie quiere estar sólo. Pero es el ego el que nos mantiene desolados. El que nos vuelve dependientes y miedosos El que nos hace armarnos corazas para no ser heridos Y ser heridos por armarnos corazas; Y al final estar irremediablemente solos, Filosófica y fatalmente solos. Cuando muere el ego, cuando muere el miedo Podemos ver cara a cara a la muerte cara a cara al Origen cara a cara al prójimo Y darnos cuenta de que sí, estamos solos, Pero sólo porque todos somos el mismo organismo.

@zamparg Página 30


Ilustraciรณn de Muerte Horrible

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Poesía

La perra que masticaba versos de Ana Patricia Moya

Sé que no importa porque el mundo no cambiará con el nacimiento de otro poema noctámbulo, sólo sé que el sosiego se extiende en mí después de vomitar palabras me purgo de este asco

de (sobre)vivir -de mantenerse erguida a pesar de las pedradas-; es el discurso del dolor, estos poemas-hueso que me tientan a deshacerme a no tropezar con la locura a domar a la pequeña bestia que habita en mi ser a conocerme hasta el primer canto del pájaro al alba. Sé que no importa que escriba poemas insomnes sólo sé que soy pobre y me salen más baratos que la medicación psiquiátrica que invade, impetuosa, el frigorífico de mi hogar; nunca.

también sé, de sobra, que este mundo no cambiará @laperiquilla Página 32


Ilustración de Raquel Díez Página 33


C贸mic

Por Jaime Corujo

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Kika Drums #01

por Little Mar

Participa en la sección de cómic enviando tus viñetas, tiras cómicas o historias gráficas (máximo cuatro páginas en formato vertical) a contacto@revista-argonautas.com Página 35


¡PARTICIPA! En revista-argonautas.com nos hemos dado cuenta de que nuestra página 404 (Error: page not found) es muy, pero que muy, aburrida. ¿Nos ayudas a mejorarla? Si te apetece participar: 1. ¡Crea el diseño de error 404 para nuestra web más original que se te ocurra! [Aquí tienes algo de inspiración: “Cuando los fallos son creativos”] 2. No hace falta que lo hagas en un tamaño predefinido, pero ten en cuenta que se mostrará en la web, así que procura que no sea demasiado pequeño. 3. Envía tu diseño en formato .png o .jpg a contacto@revista-argonautas.com

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AGOSTO N#02 VIAJES ¡PARTICIPA! contacto@revista-argonautas.com

Desde ya, y hasta el 30 de junio, puedes enviarnos tus propuestas para el próximo número, de temática: VIAJES. Si eres escritor, poeta, cantautor, letrista de tu grupo, o dibujante de cómic: Mándanos tu creación entre los días 1 y 25 del mes, en formato word, PDF o pages, si son textos, y JPEG, PNG o TIFF si son imágenes. Si eres ilustrador: 1. Mándanos una muestra de tu trabajo entre los días 1 y 25 de junio. 2. Una vez hayamos seleccionado los textos que se publicarán en la revista, te enviaremos, entre los días 26 y 30, el texto que, a nuestro parecer, mejor se adapte a tu estilo. 3. Entre los días 5 y 15 de junio, nos enviarás tu ilustración y, ¡listo! Aparecerá publicada en el próximo número. *Procura mandarnos tu ilustración o cómic con la mayor calidad posible, independientemente del formato que elijas.

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¡PARTICIPA!

El 7 de JUNIO, de 20:00 a 22:00h, tienes una cita en La Marabunta C/ Torrecilla del Leal, 32 Lavapiés, Madrid

¡Publica n queremos

Además; Escribe y dibuja con nosotros en vivo y en directo. ¡Forma parte de nuestro próximo número!

Fotografía de Andrea Compton

Fotografía de Mar Argüello

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nuestro primer número y celebrarlo contigo!

Ven a conocernos y a disfrutar de los poemas de Luis Cano y de la música de Gonzalo Caps, que tras el éxito de Robot, presentará con nosotros su nuevo single, Caleidoscopio. www.revista-argonautas.com www.lamarabunta.info

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INVITADOS

JAVIER RUESCAS: TO BE CONTINUED… Sandra Carbajo Bueno Impaciente, creativo, positivo, luchador, ambicioso. Cinco adjetivos que circulan por mi cabeza mientras voy acercándome hacia aquella valla donde inquieto, Javier me espera. Cinco adjetivos que le describen, casi tanto como sus gafas de sol y esa chaqueta inconfundible que lleva puesta. Mientras esquivo a algunas personas para llegar hasta él, sólo puedo pensar una cosa, ¿cuántas posibles historias me rodean en este momento? Una vez me dijo que su inspiración estaba en el día a día. Que existía una historia en cada segundo que vivimos, tan solo teníamos que ser capaces de seleccionarla y saber cómo contarla. Claro, me lo dice un escritor que con 26 años ha sido capaz de publicar ocho novelas. Cuentos de Bereth (Encantamiento de Luna, La maldición de las musas y los versos del destino), Tempus Fugit: Ladrones de almas, Play, Show, Live y Pulsaciones.

Me da dos besos y sonríe mientras me pregunta ¿qué tal? Es posible que no lo sepan pero Javier Ruescas tiene una de las sonrisas más honestas que he conocido. En esa sonrisa esconde su inocencia. Una inocencia hallada en cada uno de sus libros y que transporta al lugar de Nunca Jamás. Ese lugar en el que se encuentra el niño que devoraba los libros de la colección del Barco de Vapor. El chico que descubrió La historia interminable en la inmensa biblioteca

que tenían sus padres en la bohardilla. Ese chaval fantasioso que quería cantar, actuar, escribir y ser domador de delfines. Y aunque ahora sea un hombre, su sonrisa guarda esa esencia maravillosa que lo hace excepcional. Entonces vuelvo a pensar en aquellos adjetivos. Impaciente, creativo, positivo, luchador, ambicioso. Le observo y recuerdo cuando me dijo que él siempre había soñado con publicar porque Página 40


la escritura era su forma de entender el mundo. “Yo utilizo las historias para ver lo que me está pasando, lo que he vivido, lo que me cuentan y lo traduzco a eso, historias”. Para Javier, la escritura es una necesidad y así me lo transmitía. Una necesidad puramente vocacional por la que ha luchado desde que tenía 14 años y fue consciente de que aquello que escribía valía la pena leerlo. Ambición, confianza, seguridad. Supongo que hay perso-

nas que nacen con estrella y Javier Ruescas es una de ellas. Sin embargo, cada día es necesario buscarla, alimentarla, cuidarla. Nunca debes descuidarla y eso Javier lo sabe perfectamente. Nadie le ha regalado nada. Su esfuerzo y dedicación le han conducido hacia el punto en el que hoy se encuentra. Además, su iniciativa y entusiasmo lector le han permitido estar en el sitio adecuado en el momento indicado. Javier metió la cabeza en el mundo Página 41


INVITADOS

editorial gracias a una página web sobre Peter Pan. Decidió contactar con Alfaguara debido a la publicación de Peter Pan de rojo escarlata, segunda parte oficial del emblemático libro de J.M Barrie. Con tan solo 19 años, fue invitado a una presentación donde los asistentes eran periodistas culturales de experiencia. Sus andanzas por la red continuaron con la creación de Crepúsculo-es.com cuyo éxito provocó que comenzara a trabajar en Alfaguara como lector editorial. Allí conoció a multitud de escritores, lo que le ayudó a introducirse más en la editorial y pasar a formar parte del departamento de prensa. Más tarde, abandonaría Alfaguara para continuar su camino editorial en otros lares que finalizarían en Molino (RBA) donde actualmente es director de la colección de Juvenil/Adulto. La revista de literatura online El Templo de las Mil Puertas no dudó en contar con él y desde 2007 colabora con ellos. “El Templo fue lo que me dio una base mucho más amplia de lo que era el panorama juvenil. Estaba en contacto con autores internacionales y nacionales, leyendo libros que se publicaban o que se iban a publicar, haciendo reportajes, investigando”, me confesó en una charla.

dio natural. “Yo he nacido prácticamente con las redes sociales. He utilizado MSN, MySpace, Facebook, Tuenti, Twitter, Instagram... Todo de forma natural. Me he ido apoyando en ellas para darme a conocer, pero sin pensar en estrategias”. No obstante, Javier Ruescas sabe que en el mundo 2.0 se escribe con tinta. “Es como gritar en un estadio lleno de desconocidos”, comenta risueño. Por esa razón, controla personalmente sus redes. Siempre ha querido resaltar el hecho de que no es un personaje inalcanzable. Javier Ruescas es escritor, sí pero persona por encima de todo. Una persona común con aficiones, sueños, frenesí diario y admiraciones varias. Javier admira a sus padres, su máximo apoyo. Habla de ellos y se le ilumina la cara. Es increíble. Me asombro y maravillo al mismo tiempo. Pienso en sustantivos ahora, y añado humildad. Una sencillez que le permite reconocer que dentro de todas esas personas a las que admira, se halla Francesc Miralles con el que ha podido escribir la novela Pulsaciones. “Es de verdad un escritor. Un escritor es alguien que es capaz de escribir cualquier cosa y hacerla suya. Da igual lo que escriba, es Francesc Miralles”.

Entonces me vienen a la cabeza ocho Continuamos andando hacia nuestro palabras. Inocencia, reto, demostradestino. Hace sol y los rayos inciden di- ción, futuro, reconocimiento, disfrute, rectamente sobre su pelo castaño crean- dificultad y compañerismo. Nombres do reflejos caobas. Es real, es auténtico. que dibujan sus libros. Esos en los que No es un escritor alejado de la realidad. ha sufrido una agonía. La agonía del Tal vez por ello, su presencia en la red. escritor. “Con cada libro empiezo bien, Él me describía internet como un meluego caigo, más tarde entro en una dePágina 42


presión horrible durante las últimas 100 páginas y en las últimas 40 recupero la ilusión”. Morir y renacer. Desesperarse. Ser consciente de que ciertas escenas no quedan cómo uno espera. Asumir el hecho de que como decía Marguerite Duras, “para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe”. Conseguir extraer de la vida y de las emociones propias, lo que se quiere contar y al mismo tiempo, enfrentarse a ello. Cruzamos el paso de cebra y reconozco que siento cierta envidia. Javier es capaz de convertir algo ordinario en algo extraordinario. Dispuesto a sorprenderse cada día y fascinado con y por sus lectores. “Me maravillan mis lectores. El libro se queda corto comparado con todo lo que hacen. Los dibujos, las historias, los comentarios, las reseñas, los blogs… Todo. Es increíble cómo se emocionan con un libro. Una pasada”. Su filosofía se resume en una frase: “No dejes de luchar nunca por tus sueños porque nunca sabes cuándo llegarán a cumplirse”. Y ésta ha provocado que a sus 26 años, su mayor logro sea hacer lo que le apasiona y vivir de ello. Llevar cinco años en el panorama cultural, editorial juvenil, publicar ocho novelas, continuar siendo reconocido, viajar a ferias de prestigio tanto a nivel nacional como internacional, entrar a formar parte del hub español de los Global Shapers y un largo etcétera que a

pesar de que él no quiera reconocerlo, le convierten en un referente. Llegamos a nuestro destino, Café Van Gogh. Me abre caballerosamente la puerta dejándome pasar primero, pedimos un refresco y nos sentamos en una mesa junto a la ventana. De pronto estamos metidos en la habitación del pintor. Coloco mi grabadora encima de la mesa y pulso el REC. Comienza mi entrevista con ese escritor impaciente, creativo, positivo, luchador y ambicioso llamado Javier Ruescas.

Texto; Sandra Carbajo Bueno Fotografías; Rafa Egea

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LUIS CANO: LOS PRIMERO DÍAS DE… Sandra Carbajo Bueno Fotografías de Mar Argüello

Cine Doré o Filmoteca Española como ustedes prefieran. Antón Martín, siete de la tarde. Sol y calor madrileño en estado puro. El sombrero aparece en escena. Tal vez no deberíamos, pero tomarnos una cerveza es lo que más nos apetece en ese momento y ambos lo sabemos. Entramos en un lugar con encanto y nos sentamos a hablar. Está nervioso, lo sé pero no pierde la sonrisa. Jamás. “¿Qué es Literatura para Luis Cano?”, pregunto. “La primera en la frente”, se ríe. Me cuesta mucho imaginármelo con el uniforme, apatrullando la ciudad, que cantaba aquel señor bajito con cara de chiste y apodo aún más agudo, el Fary. Sin embargo, su respuesta no es jocosa. Todo lo contrario. “Siempre pienso que Literatura es contar historias pero sin ningún interés ni motivo”. Lo compara con esa tradición milenaria de sentarse junto al fuego y contar todo tipo de relatos. “¿Y la escritura?”, continúo. “Una descarga. Cuando estudiaba mucho, llegaba un momento en el que mi cabeza se perdía y tenía que irse a otra cosa. Entonces escribía”. En 2008, Luis decidió crear su libro de bitácora digital, Pintores de… bajo el seudónimo Ladrón de Guevara ya que éste es un apellido familiar, lejano y desconocido. Ningún miembro de su

familia actual sabe de dónde procede. “Pegaba con mi nombre”, explica fanfarrón. La necesidad de expresar las experiencias de un grupo de amigos, su grupo, y de poner a prueba los personajes de estos en su cabeza, le llevó a escribir y publicar en mayo de 2013 su ópera prima Los últimos días de noviembre. Actualmente está embarcado en un poemario que saldrá en septiembre y su segunda novela, la cual verá la luz en diciembre. Página 44


Luis se describe a sí mismo como un tipo normal, simple y medieval. “Yo siempre digo que soy un tipo totalmente feliz pero que le gusta jugar a que es fatalista, a que todo va mal”. Amante de la figura femenina por tres vías, sus hermanas y madre, la concepción de Pérez-Reverte de que el siglo XXI es el siglo de las mujeres con todas sus caras y de su novia Mar, da voz protagonista a la mujer en sus letras. Gran admirador de Arturo Pérez-Re-

verte y su mirada, no sólo hacia la mujer sino a la vida, también devora la complejidad del mundo y la descripción del ser humano a través de historias aparentemente superficiales de Douglas Coupland. Luis, como todo buen escritor que se precie, lee. Sin embargo, su pasión lectora comenzó a los 18 años cuando su hermana le dejó un libro de Matilde Asensi, Iacobus. El personaje femenino le impresionó de tal manera que ha Página 45


INVITADOS

marcado su camino literario a nivel de escritura y lectura. Tal vez lo más característico de este vallisoletano de nacimiento y madrileño de adopción, sea el tratamiento de sus personajes. “De mí hay absolutamente todo. El problema es la visión. Yo soy todo lo que ves en mis letras pero más feliz que mis personajes”. El ambiente es más distendido. Quizá causado por el elixir rubio, aunque yo prefiero pensar que es porque se siente cómodo hablando conmigo. En ese momento me habla de sus metas, de sus sueños, de lo mucho que admira a su hermana mediana, a Ismael Serrano, a Mar, de sus manías, de su día a

día –tanto con el uniforme como con el sombrero–, de los escenarios poéticos a los que se sube siempre que puede, de su visión del mundo. Y así, filosofando acerca de que lo que somos y lo que mostramos al mundo nos abre puertas, llegamos al final de esta charla. En ese lugar encantador frente a la Filmoteca, con el vaso vacío, me doy cuenta de que Luis es dos personas en una, cuyo carburante de vida es la pasión que siente por aquello que hace.

Texto; Sandra Carbajo Bueno Fotografías; Mar Argüello

Fotografías de Mar Argüello Página 46


Tres finales inapropiados de los que debes huir Columna de Francisco Concepción

La lectura de una novela es un viaje que se disfruta camino de la estación Fin. Un destino que nos dejará el regusto y el poso de lo leído. A una novela le puedes perdonar un mal inicio, una trama lenta, pero jamás un mal final. Es la parte que como lector esperamos y muchos lectores son capaces de pasar por alto esos errores con tal de saber como acabará la historia que están leyendo. La expectativa que produce el introducirse en las páginas de un libro se debe recompensar sorprendiendo al lector con un buen final o dejándolo conmocionado. Existen muchos tipos de errores a la hora de concluir o resolver una novela. Pero algunos que no merecen ningún tipo de perdón o piedad. Directamente al paredón de fusilamiento. El castigo también es válido para los textos cortos y cuentos. Huye de estos 3 tipo de finales: Pesadilla. El protagonista vive una odisea de dificultades y horrores y todo concluye despertando sudoroso de un mal sueño o pesadilla. Todo un clásico. ¿Cuantos textos has leído así? y ¿cuántas escenas de películas y cortometrajes. Quemar directamente.

esconde su lectura o lo que pretende el autor. Si una novela está bien escrita el mensaje emergerá sin ayuda. Y como lector extraeré y sintetizaré el mío. No soy un pichón al que me tienes que dar la comida triturada en la boca. Reunión de personajes y diálogo final. Es cuando en el capítulo final o antepenúltimo y tras el autor tejer una trama complicada y tener muchos frentes abiertos, concluye reuniendo en un escenario a los protagonistas implicados para desenhebrar la madeja. En ese escenario se produce un diálogo entre los personajes, en ocasiones muchos, y por medio de confesiones y preguntas se resuelven todos los cabos que quedaban sueltos en la novela. Una estafa. Hay que currárselo un poco más. Desgraciadamente con este tipo de finales me he encontrado últimamente en alguna de mis últimas lecturas. “La rubia de los ojos negros” y “El abuelo que saltó por la ventana y se largó”

Como lector, me gustan los finales abiertos. Aquellos en el que al cerrar la última página del libro continúa la historia en mi cabeza, imaginando entre otras cosas que será de los personajes. Así es la vida. Todo sigue girando. Incluso, cuando el protagonista muere, Moralina. Son aquellas novelas que conclusiempre queda a su alrededor efectos colateyen con un párrafo donde el autor te tritura y rales y consecuencias. Déjame, aunque sea te ofrece masticado el mensaje de trasfondo un simple lector, participar en la escritura de de la novela, siempre desde una perspectiva tu novela. Mi novela. particular y parcial, habitualmente con reflexiones personales de moral. Déjame que sea yo quien sea capaz de discernir lo que Francisco Concepción Página 47


Libros

Y LA LUZ SE HIZO Laura R. García

Lumbres, vislumbres. Concha García Espinal y Juan Antonio Bermúdez; con la colaboración de los fotógrafos Lolo Vasco, Felipe Bollaín, Marta Esther Gordillo, Rocío Huertas y Stefania Scamardi. Editorial palimpsesto2punto0, 2013.

Si vas a leer Lumbres, vislumbres te encontrarás no con un libro, sino con dos. Y no con una voz, sino con siete. Dos poetas cruzan sus palabras a través de las imágenes de cinco fotógrafos. Un reto bien superado por los autores de este poemario gestado al calor del Máster en Escritura Creativa de la Universidad de Sevilla. “No sé muy bien si queríamos escribir para juntarnos o juntarnos para escribir”, cuenta Concha García Espinal en el prólogo a sus poemas. “Seguramente queríamos las dos cosas porque, sencillamente, la poesía hizo que nos encontráramos”. Ese fue el comienzo de una gran amistad y de una creación muy sugestiva. Veinticinco fotografías, cincuenta poemas.

Cada uno de los fotógrafos trabajó en torno a un tema escogido de una lista propuesta por los autores: ruido, duda, miedo, memoria y resistencia son los ejes de la obra. Juan Antonio Bermúdez explica que “Desde el primer momento hemos sido conscientes de que esta propuesta de diálogo entre poesía y fotografía tiene muchos y muy interesantes precedentes en un sentido y en otro del discurso […]. Al amparo fecundo de esta tradición, quedan modestamente estas Lumbres, vislumbres”. Se trata de un punto de partida honesto que hace del libro una conversación coral en la que el lector no solo contempla las interacciones entre los poetas y entre ellos y los fotógrafos, sino que encuentra espacio suficienPágina 48


te para una recepción activa en la que caben conexiones heterogéneas. Lumbres, vislumbres no termina donde acaban sus páginas, la lectura es solo un comienzo. «En los descoyuntados muñecos del desván / sospechamos la quiebra, supimos discernir / el final que contiene cada nuevo principio”, escribe Juan Antonio. Y las palabras de Concha no son menos evocadoras: “Miro la imagen otra vez ahora / y aprendo la razón de ser del eco”. A cada lectura de uno de estos poemas, un principio. A veces incluso planteado explícitamente a través de

preguntas o imperativos: “Arrójense. Es gratis. / Tírense. ¿Acaso es peor?» (Concha). Con estos poetas no se trata de una lectura, es más bien una conversación. Juan Antonio y Concha nos hablan de sí mismos pero no gratuitamente, lo hacen directamente al lector, al que se dirigen con la intimidad y la franqueza con que nos contamos a los amigos. Y no desde la nada, sino que sus palabras parten de un trabajo concienzudo plasmado en una introducción y unas notas posteriores en las que comparten sus intenciones, sus referencias literarias

El Ruido, Lolo Vasco Página 49


Libros

e incluso sus problemas creativos. A pesar de tratarse de poemarios independientes, en ambos autores hay elementos comunes. Recuerdos infantiles y retratos familiares, como el recuerdo de Juan Antonio a su abuela Isabel: «En la noche abisal del hipocampo, mi abuela / cumple todas las edades” o a su primera comunión: “Comulgar era entonces dar un brinco en la comba / común de nuestra historia” y en La niña que se aprieta contra los barrotes, Concha retrata con sutil belleza a su madre: “Tenías el pelo infinito, / melena estelar / que todavía persigo.»

«Dicen «destino», «porvenir», «mañana», / y engendran una calavera» (Juan Antonio). Y la propuesta de la resistencia como acto de amor, en sentido amplio, a partir de las fotografías de Stefania Scamardi : «Como niños vagantes, a su sombra, / aprendemos que todo lo que vive / necesita otras vidas y las nutre” (Juan Antonio); “En mi calle siempre habrá sombras / para empezar de nuevo» (Concha).

Si hablamos de Lumbres, Vislumbres hablamos de palabras y de imágenes. Pero sobre todo hablamos de iluminar aquellos recovecos que tenemos Reflexiones sociales, en ocasiones casi siempre a oscuras, de avivar con sugeridas por la imagen, como en nuestra intuición los vínculos de la el caso de una de las fotografías de memoria con la realidad. Y de manLolo Vasco bajo el epígrafe “El ruido”, donde vemos a Mariano Rajoy a tener encendida la siempre posible través de una pantalla de televisión: existencia de nuevos inicios. «Al menos me queda la libertad / de no hacerte un canto con estas líneas» Texto; Laura R. García (Concha); Fotografías; Lolo Vasco y Felipe Bollaín

La Duda, Felipe Bollaín Página 50


RAZONES PARA CRECER Laura R. García

De todas formas. J. Ignacio Urquijo Sánchez; ilustraciones de Andreea Mironiuc. Editora Regional de Extremadura, 2014.

andreeamironiuc.com

Aquí tenéis al personaje, os lo presento aunque desconozco su nombre. Es un chico joven, inteligente y reflexivo, observador. Cae simpático, quizá por lo terriblemente humano que es. Sus reacciones ante lo que le va ocurriendo son a veces un poco disparatadas, pero también encierran esa sensación de vacío y de torpeza predestinada que quien más y quien menos ha vivido alguna vez. Y aquí su historia: a partir de un desengaño amoroso le toca vivir una serie de situaciones que nos cuenta a posteriori. El resultado es una novela de aprendizaje un tanto hipster, estructurada en cinco partes y pico (sí: y pico) y acompañadas por ilustraciones de Andreea Mironiuc. Tras la ruptura con su novia, nuestro personaje está dispuesto a dejarse

llevar por la desidia hasta las últimas consecuencias: «Lloré, pegué puños a paredes con gotelé y cerré las persianas de mi cuarto sine die. Me merecía la desdicha». Se acomoda en el sinsentido hasta que un imprevisto le obliga a encontrarse de frente con la razón que necesita para ponerse en marcha, una razón que tiene la ceja derecha ligeramente levantada y que nos mantendrá en vilo hasta el final del libro. Nuestro nuevo amigo es un poco Woody Allen, quizá. Y también tiene algo de Niko, el protagonista de Oh boy, capeando lo mejor que puede ese temporal que a veces supone simplemente vivir, el proceso de seguir creciendo aunque hayamos dejado de ser niños sin darnos cuenta. Página 51


Libros

La lectura de De todas formas, nos «Yo, un recipiente que nada contenía recuerda que la escritura, además ni podía contener», piensa el persode un arte, es un juego a través del naje en una de las muchas reflexiocual explicarnos a nosotros mismo. nes filosóficas, y a menudo también El valor de esta especie de bildungspoéticas que contiene el relato acerca roman no es tanto una búsqueda de de la existencia, de las relaciones o, la novedad, se trata más bien de emcomo en este caso, del vacío vital que pezar por reconocer que se es joven no queda más remedio que saborear y de tratar de comprender lo que de vez en cuando. significa serlo y serlo ahora, porque para construir(se) hay que identificar J. Ignacio Urquijo no solo utiliza los el principio. De saber que vivir, como pensamientos de su protagonista escribir, no es fácil, y de no dejar de para caracterizarlo, sino que también intentarlo con ganas y de ilusionarse vale de los otros personajes para nos pase lo que pase. mostrarnos su percepción y su sensibilidad. Como la conversación en el bar con un desconocido que teoriza sobre el miedo que los jóvenes tienen inoculado y la posibilidad de cambiar las cosas, o los encuentros con sus amigos, en especial con María. La importancia de las palabras, su peso estético y vital, son una constante en esta novela. Periodista e investigador, el autor parece amarlas y muestra un interés ilimitado por comprenderlas: «las comas pinchan, los puntos atragantan» es un ejemplo, como lo es la curiosa teoría sobre las palabras que comienzan por “des”. No faltan referencias a autores como Cortázar y García Márquez o juegos formales, como una mímesis del capítulo 34 de Rayuela.

Texto; Laura R. García Ilustración; Andreea Mironiuc

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¡Inspírate!

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Cine; basado en...

MIZAYAKI’S BEGINS Iván Rúmar

Hará poco menos de un año que Hayao Miyazaki nos dejaba, artísticamente hablando, con su última obra como director. Se levanta el viento no ha sido un éxito en taquilla en España, pero todos los seguidores de Miyazaki pueden estar de enhorabuena porque ha firmado uno de esos clásicos que pasarán a la historia, un canto a la esperanza y a la vida, y con un mensaje de fondo que aboga por el cumplimiento de nuestros sueños. Pero esta no es la ocasión para hablar de Se levanta el viento y el desenlace de una carrera cuajada de éxitos. Es el turno de la obra que dio el pistoletazo de salida a lo que sería una fructuosa carrera en uno de los estudios de animación japonesa más relevantes de todos los tiempos: el Studio Ghibli. Allá por el año 1984, Hayao Miyazaki inauguraba su actividad en el estudio con Nausicaä del valle del viento y a la que seguirían otros muchos éxitos, como La princesa Mononoke, La tumba de las luciérnagas o El viaje de Chihiro.

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Siendo escuetos y algo descarados, podríamos describir Nausicaä del valle del viento como una epopeya antibelicista y ecologista de tomo y lomo en la que nuestra protagonista, Nausicaä, no es sino la princesa de un recóndito valle, rodeado de reinos más grandes, fuertes y hostiles y, que tras haber permanecido escondida durante la hecatombe que asoló la Tierra mil años atrás, reaparece para resolver conflictos medioambientales de la forma más pacífica posible. Pero, por supuesto, esto no es todo. Mucho menos, tratándose de la ópera prima del maestro Mizayaki. En un momento dado, los reinos colindantes al Valle del viento entran en crisis y la princesa se ve obligada a adentrarse en el bosque contaminado; es a raíz de los descubrimientos que hace allí cuando la obra comienza a cobrar especial interés, arrojando luz sobre una trágica, a la par que contemporánea, realidad: la naturaleza, maltratada, acabará por destruirnos si continuamos así.

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Cine; basado en...

Ahí empieza el viaje contrarreloj de Nausicaä para detener a los humanos y salvar un bosque, ya que por muy tóxico que sea, se ha ganado su condición de ecosistema terrestre y que por mucho que los intereses humanos entren en conflicto con él, se merece perdurar como pieza angular del puzzle medioambiental que conforma. Ella parece ser la única que comprende que en la diversidad es donde reside la riqueza del mundo y la convivencia, en la armonía. Aunque a priori pueda parecer que el tema de fondo es el mayor aliciente para visionar una de las joyas del maestro, no es el único. Los personajes son entrañables —marca de la casa—, el ritmo es trepidante y el dibujo, aunque los años no pasan en balde, conservan el detalle y el preciosismo que más adelante perfeccionaría el elenco de dibujantes del estudio. También es cierto que esta no es la obra más sólida del autor. Hay cabos sueltos que no acaban de estar del todo bien resueltos y la película acaba de una forma un tanto abrupta; el espectador se huele que la historia podría continuar a partir de ahí y explorar otros lugares y tramas con más potencial. Y el que se huela eso, habrá acertado de lleno. Miyazaki no hizo otra cosa que adaptar un manga en el que estaba trabajando desde hacía dos años y que no acabaría hasta veintidós años más tarde, en marzo de 1994. Así pues, la película sólo adapta los dos primeros tomos que tenía escritos por aquel momento —de forma un tanto sucinta—. Además, el manga solventa los déficits de los que adolece la película: los personajes son más profundos y están más perfilados, la trama está más trabajada y el desarrollo es menos precipitado que el film. En cualquier caso, con Nausicaä del valle del viento, Miyazaki sembraría la semilla de lo que más adelante sería una de sus obras más maduras, La princesa Mononoke, con la que guarda un alto grado de parentesco y donde repetiría con uno de sus temas favoritos: la defensa a ultranza del medio ambiente. Para algunos, “Nausicaä” será simplemente un alegato ecologista demasiado obvio, para otros un buen fondo con una forma algo mejorable. Para mí es una película necesaria para reflexionar sobre nuestro papel en este mundo y qué relación deberíamos mantener con el planeta, más allá de sus errores menores fácilmente olvidables. Iván Rúmar Página 56


Top 10 PELÍCULAS BASADAS en libros 1. La lista de Schlinder, Steven Spielberg, 1993 Basada en Schlinder’s Ark, de Thomas Keneally, 1982

2. Alguien voló sobre el nido del cuco, Milos Forman, 1975 Basada en One flew over the cuckoo’s nest, de Ken Kesey, 1962

3. El padrino, Francis ford Coppola, 1972 Basada en The Godfather, de Mario Puzo, 1969

4. El pianista, Roman Polanski, 2002

Basada en Smierc miasta (Death of a city), 1946 en Varsovia, traducida en 1996 al resto de idiomas. Autobiografía de Wladyslaw Szpilman.

5. Revolutionary Road, Sam Mendes, 2008 Basada en Revolutionary Road, de Richard Yates, 1961

6. El resplandor, Stanley Kubrick, 1980 Basada en The Shining, de Stephen King, 1977

7. Desayuno con diamantes, Blake Edwards, 1961 Basada en Breakfast at Tiffany’s, de Truman Capote,1958

8. Million Dollar Baby, Clint Eastwood, 2004

Basada en la serie de relatos; Rope Burns: Stories from the corner, de F.X.Toole.

9. Forrest Gump, Robert Zemeckis, 1994 Basada en Forrest Gump, de Winston Groom, 1986

10. El color púrpura, Steven Spielberg, 1985 Basada en The Purple Color, de Alice Walker, 1982

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MÚSICA

NEONATA

por Hemingway Noise NO APRECIÓ EL VALOR DEL JUGUETE QUE UN DÍA ROMPIÓ DESTROZÓ EL CAMINO DE ROSAS QUE UN DÍA MARCÓ Y PENSÓ QUE LA VIDA MORÍA A SU ALREDEDOR. PERO NO, HAY SENDEROS DISTINTOS EN EL AMOR. ESPERA A QUE SUENE TU CANCIÓN OYE LA VOZ DE TU INTERIOR ESPERA A QUE SUENE TU CANCIÓN QUIERO OIR YA TU VOZ. ES MOMENTO DE EMPEZAR AHORA TIENES LA OPORTUNIDAD DE VIVIR SIN MIEDO A SOÑAR Y SER TÚ, POR FIN TÚ. Y PENSÓ QUE LA VIDA MORÍA A SU ALREDEDOR PERO NO: HAY SENDEROS DISTINTOS EN EL AMOR. ESPERA A QUE SUENE TU CANCIÓN OYE LA VOZ DE TU INTERIOR ESPERA A QUE SUENE TU CANCIÓN QUIERO OIR YA TU VOZ. ES MOMENTO DE EMPEZAR AHORA TIENES LA OPORTUNIDAD DE VIVIR SIN MIEDO A SOÑAR Y SER TÚ, POR FIN TÚ. ES MOMENTO DE EMPEZAR AHORA TIENES LA OPORTUNIDAD DE VIVIR SIN MIEDO A PENSAR Y SER TÚ, POR FIN TÚ. UHHH UHHH Y SER TÚ, POR FIN TÚ ES MOMENTO DE EMPEZAR AHORA TIENES LA OPORTUNIDAD DE VIVIR SIN MIEDO A SOÑAR Y SER TÚ, POR FIN TÚ. Y SER TÚ, POR FIN TÚ. Página 58


Hemingway Noise son: Voz y letrista, Ana B Carretero Guitarra, Rubio Salas Bajo, Sèbas Batería, Pachi Cañamero @hemingwaynoise FB de Hemingway Noise

¡Escanea con tu móvil el código QR y escucha la canción!

Envíanos tus letras, con todos los datos de tu grupo, un par de imágenes, ¡y participa en la sección! contacto@revista-argonautas.com Página 59


Argonautas, Junio 2014


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