Argonautas N#07

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Argonautas

N#07 JUNIO 2015

ISSN 2341-4091

·Diego Mattarucco ·Bythepain· Jaume Vicent·

GRACIAS ·RELATOS·POESÍA·ILUSTRACIÓN·CINE·OPINIÓN·


Argonautas en las redes

twitter facebook www.revista-argonautas.com www.ediotorialargonautas.com

Fotografías de secciones y entrevista ŠMar Arguello Arbe

Todos los textos, fotografĂ­as e ilustraciones pertenecen a sus autores, salvo aquellos en los que se manifieste expresamente lo contrario.


#07

Junio 2015

PASIÓN


Nosotros Dirección

Elena Álvarez

Arte

Santiago Sánchez

Juan I. González

Redacción

Iván Rúmar

FOtografía

Mar Argüello Página 4

Carlos Duch

Sandra Carbajo

Blog

Carlota visier


argonautas Agosto Ninano Fernando G. Maroto Susana Pozuelo Ferea Donoti Santiago SÁnchez Elena A.G. URBANO MANCHÓN BYTHEPAIN BATMANCHEGO RAÚL CASTRO DIRTHY HARRY ÁNGEL AZNAR TERESA CANO Página 5


Índice · 8 · EDITORIAL · 30 · PRESENTACIÓN editorial argonautas · 34· 23 DE ABRIL Los viejos lienzos · 44 · de eva Conociendo a.. · 62 · BYTHEPAIN

Página 6


relatos y poesía · 9 · De lo sublime Tormenta No gozo de ningún indulto Te MArchas El Complicado Movimiento De Las MaRionetas

A lo Bonzo Si te pienso

DE HAMBRES HUMANAS · 38· PARA LEER · 49 · PARA VER · 52 · PARA PENSAR · 58 · Página 7


EDITORIAL Emoción. Lo que nos provoca el arte en todas sus formas. Pasión. Que explica como una emoción originada por un sentimiento muy fuerte hacia algo o alguien. Argonautas: pasión, entusiasmo, frenesí. Así nos definimos. Desde la primer momento en que surgió la idea de formar esta revista hasta el momento en que esa idea, ya materializada, se convirtió también en editorial, pasando por todas y cada una de las personas que han formado parte de estas páginas digitales en el año que llevamos ya embarcados en esta aventura. Todas guiadas por la pasión por el arte, por la pasión desmesurada por las letras y la ilustración. Y así están siendo estos meses, apasionantes. Días de acostarse tarde y levantarse temprano, de tirarse de los pelos y clamar al cielo, días de dar, sí, pero sobre todo, de recibir. Días de agradecer y poner cara a tanta gente que nos ha apoyado y que desde la distancia lo sigue haciendo sin condiciones, gente que nos ayuda y quiere. Gente que apuesta por nuestra pasión, la suya, gente por la que estamos aquí y por la que luchamos –y lucharemos– día tras día, por duro que sea. Porque al final, la única manera de llegar a puerto es esta, sorteando el oleaje sonrisa al viento ya que, para bien o para mal, la pasión nos guía paso a paso, hacia adelante y sin descanso.

Este número especial está dedicado a todos los Argonautas que alguna vez habéis pasado por aquí, dejando vuestra huella indeleble y contribuyendo al enriquecimiento de la cultura y las artes de forma colectiva.

[Edita: Editorial Argonautas, en Madrid, 2015]

ISSN 2341-4091 Página 8

Fe de erratas N#06 Abril 2015: Pág.50. “Los lienzos de Eva” capítulo 4, ¡no capítulo 3!


POESร A RELATOS los ilustradores mandan

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#01

Teresa cano y Elena A.G "De Lo SUBLIME"


El humo, los kilómetros, los litros, los gramos, los vatios. Solo queríamos besarnos pero la rebeldía nos empañó las gafas. Como siempre, en el último y decisivo minuto, ese en el que pasaba aquel tranvía llamado deseo al que subimos de milagro y del que no fuimos capaces de bajarnos a tiempo.

Mejor que llorar, será reír, que es lo que nos queda, reírnos de todo como lo hacíamos entonces sin pararse a recordar, porque enseguida te das cuenta de que el ejercicio del recuerdo sabe a vodka barato sin mezcla y que “lo barato sale caro”, nos lo decían siempre. Pero sin embargo, recuerdo cómo era aquello. Estar borracha, entonces, era una sensación incomparable. Una mezcla trifásica con un poco de nosotros, esto y aquello. Tres dimensiones en contraste con esto, que no es más que lo que ves, una espantosa transición de sólido a gaseoso sin paso por líquido que valga. Sin intermediarios ni premeditación o alevosía. Un estado que poco o nada tiene que ver con mi definición de lo sublime.

Solo quieres tocarme, pero yo no paro de quejarme, preocupada por el tiempo, su inconsistencia y la fluctuación de sus consecuencias. Un puto desastre. Y siempre, siempre me quedo con la última palabra enganchada en la punta de la lengua, con ganas de más, de no subir al autobús y de follarte en cada parada cómo el primer día; con ansiedad, sin mañana. El humo, los kilómetros, los litros, los gramos, los vatios. Que aquí, parados, y a la luz de una pantalla, no saben a nada.

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#02

Ángel Aznar y Santiago Sánchez "La Tormenta" Héctor termina de liar el cigarrillo y se lo enciende con una larga calada. El humo se confunde con la niebla que refleja la luz de la recepción del Hotel. Le pasa el cigarrillo a María, que se encuentra sentada justo a su lado, en el mismo bordillo, acercándose lo suficiente para que parezca que lo único que busca es combatir la noche helada, igual que minutos antes cuando él le ofreció su sudadera. Los dedos se rozan suavemente y una tormenta lejana estalla en relámpagos que no pueden ver a través de la bruma nocturna. María inhala el humo. Fija su mirada en el cartel que luce bajo la intermitencia de una farola. Imagina un mundo que va a girar y para avisar a los demás planetas de su movimiento inesperado, parpadea millones de farolas.

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Así siente su mundo, con miles de farolas parpadeando, aunque ella sólo pueda ver la que tiene justo delante. En el cartel se puede leer “Châteaudun”. Envueltos por la niebla y el suave correr de un río cercano, él se empieza a liar otro cigarrillo, no le apetece compartir. Mientras ella, con su mirada fija en el intermitente del mundo, casi se puede oír a su cerebro pensar. Suelta el humo de una nueva calada y suspira. –¿Y ese suspiro? ¿No estás agusto? –Héctor gira la cabeza para mirarla. Ella le corresponde. María clava sus tiernos ojos marrones en los de Héctor. –No… no es eso. Simplemente… no sé, esto no es el tipo de noche que podía esperar en un viaje romántico. –Vuelve a suspirar, manteniendo la mirada tan intensa como la niebla que les separa. –Bueno, el amor también es esto, ¿No? Acompañar a alguien hasta sus infiernos si hace falta. –Yo es que soy de novelas románticas, para mí el amor debería ser no tener que obligar a esa persona a bajar a tu propio infierno. Quema, y mucho, ¿Sabes? –Todos tenemos nuestro lugar y nuestro momento para arder… si no quieres ver a nadie condenarse, mejor quédate en una de esas montañas tan preciosas que has atravesado para llegar hasta aquí. Y nunca más tengas una relación con un ser humano. –¿Cuántas veces has utilizado ese discurso para ligar?

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–No estoy tratando de ligar, no esta noche, no ahora.

Se hace un silencio y ambos vuelven mirar el infinito del horizonte vacío, blanco, parpadeante. El humo de ambos se difumina en la niebla. El reflejo de un rayo cada vez más cercano se esparce azul en el aire espeso. –Parece que llega una tormenta. Cuando esté aquí tendremos que dejar de fumar y meternos dentro–María ttiene en la cara un intento de sonrisa. –Entonces disfrutemos este cigarro como si fuese el último. Él da una calada larga, lenta, expulsando el humo muy poco a poco. María observa como expira con los ojos cerrados. Hace parecer que soltar una bocanada de aire sucio sea algo poético, delicado, que hay que tratar con cariño. El humo se pierde en la inmensidad, pero ella sigue atenta a sus labios, que ahora se esconden. –Nunca había visto a nadie disfrutar tanto con una calada. –¿No? ¿Ni siquiera tú? –No, yo fumo por la costumbre, pero no es nada especial. –Entonces, permíteme que te diga, sin ofender ¿Eh? –Héctor dirige su mirada directamente a los ojos de María. –Pero tú y el resto de la gente que fuma por fumar… tenéis un comportamiento bastante estúpido. –¿Qué? –Dice con la voz más aguda que sabe poner, retirando la mirada y cerrando los ojos a la vez que frunce el ceño. –No me malinterpretes, no estoy diciendo que seas estúpida, sólo que tienes un comportamiento que lo es. –Si, ya, tu fumas igual y me llamas estúpida. –No… no me entiendes. Fumar por placer no me parece estúpido. Fumar sin más, me parece estúpido, no las personas que lo hacen. Pero al fin y al cabo ¿No te estás matando gratuitamente? –¿Acaso tú no? –Creo que sigues sin entenderme. Si un tío se mata escalando una montaña, haciendo lo que le gusta, asumiendo sus riesgos… ¿Que tiene de tonto? Todo lo contrario. Pero en cambio, ¿Alguien al que no le gusta escalar, se mata cayendo de una montaña? Ese, ese es un estúpido. –Ya… entiendo. –Él la deja de mirar y vuelve al vacío que se llena de violentos electrones, que cada paso del segundero del reloj se acercan más. María abre los ojos mientras se lleva el cigarrillo a los lábios. Inspira cerrando de nuevo los ojos. Esa calada le sabe mejor que cualquier cosa que haya probado en toda su vida. Sabe que la única razón son las palabras que acaba de intercambiar. En un minuto ha pasado de tener asqueroso alquitrán en Página 14


llamas al mejor manjar que jamás ha pasado por su paladar. Gracias a él. Tal es su magia, piensa, que convierte el humo en langostas. Pueden oler la electricidad. La tormenta se aproxima y aún así parece que no va a llegar nunca. María se acerca y le coge la mano que el vicio le deja libre. –Creo que deberíamos acostarnos– Pasa los dedos por las palmas de Héctor. –Sí, es cierto, mañana debería salir pronto hacia París. –No… sabes que no me refiero a eso. –María… ¿Y tú novio? –Eso digo yo, ¿Y mi novio? Mi novio está en coma en una cama a la que le ha tenido que arrastrar el chico más adorable que he conocido jamás, mi novio seguramente haya dejado un pestazo a vómito en toda la habitación. Mi novio, ese tipo que está ahí arriba, no es quien fue hace años. Este viaje era el último intento de salvar nuestra mierda de relación, pero no es en su coche en el que quiero llegar a los Campos Elíseos… Tras cinco minutos de intenso silencio, cargado de miradas de reojo, caladas y tímidas sonrisas, la niebla se empieza a despejar. Deja paso al cielo cayéndose en forma de agua. En un rápido gesto, él levanta a María de los hombros y pasan corriendo a la recepción del hotel. La ceniza de los dos cigarrillos sucumbe a la inundación que los arrastra en dirección al río.

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#03

Dirty harry y ferea donAti "no gozo de ningún indulto"

Con mi collar de orgullo, me vestiste de violencia. Y yo bebí lágrimas a tragos... Tantas sendas te eran familiares que hasta el rey quedó prendado en tu belleza. Y tú mezclaste la bebida con mi llanto, y rastreaste todas mis huellas, apurando hasta el fondo el cuenco del vértigo y sin motivo, diseñaste redes cavando un foso para mí.

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#04

Raúl Castro y susana pozuelo "te marchas"

Te marchas y te llevas tantas cosas, te marchas y te llevas lo mejor, te marchas y me dejas destrozado aquello que otros llaman corazón. Me dejas un vacío enamorado, me dejas telarañas que limpiar, me dejas un puño fiero que me ahoga, un músculo que no late nunca más. Te olvidas que te di tantos momentos, momentos que no vuelven nunca más… Ahora toma esto que te dejas y que no sirve ni para llorar. Me miras como miras a un extraño ¿te extraña que me rinda así, sin más? Luché cada segundo de mi tiempo tan sólo por verte a ti luchar. Tú fuiste quien venció en nuestra guerra tu triunfo es sólo verme lamentar que esto que me queda no me sirve ni siquiera para volverte a amar.

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#05

Batmanchego y fernando G. Maroto "el complicado movimiento de las marionetas" Es apenas un susurro, unas pocas palabras despegadas de los hinchados labios de Elsa del mismo modo lento y perverso que su boca se ha ido despegando de la oreja de Martín, enrojecida por los cálidos besos y los inofensivos pero firmes, voluptuosos mordiscos. Es tan solo un susurro, algo dicho como al azar, pero que impacta certero en el cerebro embotado del amante, sin dejar lugar a réplica o controversia. «Lo harás por mí, ¿verdad? Lo harás por nosotros», dice Elsa, alejándose lo justo para que las frases no hagan eco o ensordezcan al débil Martín, ocupado todavía en el deseo por el endiablado cuerpo de esta mujer, como si aún no lo conociera bastante, como si pudiera perderlo todo en este mismo instante, como si de repente pudieran agotarse la carne y la suerte; como si no hubiesen tenido ambos lo suficiente. «Sí, sé que lo harás por mí», confirma Elsa, muy segura de su victoria, de su influencia y de la hipotética capacidad del otro. Para celebrarlo, y porque sabe que una nueva copa de champán, la enésima, se quedaría corta, Elsa introduce la mano libre por debajo de las sábanas humedecidas de lujuria, en esa cama donde los dos permanecen a pesar del calor sofocante que ahoga sus cuerpos, en esa misma cama donde los dos cayeron hace rato con la urgencia de la pasión y de la sangre. Martín sigue sin decir nada, y no es necesario que lo haga: su silencio y su cuerpo ya han respondido a todas las preguntas, formuladas o no, y la insistencia de Elsa no significa nada para él, a no ser otra manera más de aceptar de buen grado todo lo que ella propone, una forma delicada y sutil de la sumisión. Martín quiere dejarse llevar. En estos momentos, Martín no quiere pensar en nada. **** Martín no quería pensar en nada. Ya había tendido bastante por aquel día: el madrugón acostumbrado, el atasco de la hora punta y la lluvia, los problemas de la gris e inhóspita oficina, que iban desde el aumento del trabajo sin la correspondiente subida de sueldo, o al menos una pequeña gratificación, a la indiferencia y el desdén por parte, respectivamente, de los compañeros y el jefe de turno, y otras pequeñas cosas que por separado parecían despreciables pero que juntas amargaban una existencia con la precisión fría de un cálculo matemático. Página 21


Sí, por hoy Martín había tenido bastante; así que a la salida de la oficina, cumpliendo un rito, respetando toda la liturgia, el hombre marchó directamente al bar de siempre, donde los camareros ya le conocían, donde nadie le incordiaba ni hacía preguntas, porque todos los allí presentes componían un intercambiable y patético elenco de títeres destartalados, reducidos a la sombra de una nada por idénticas o parecidas circunstancias. Se conocían de vista; reconocían el mismo sufrimiento, la misma falta de expectativas. El hombre se despojó del abrigo, ocupó su lugar de costumbre, saludó con la cabeza al camarero, pidió la bebida de cada tarde y trató de olvidar. No pudo. Sabía que ocurriría: era complicado desprenderse de la miseria, rechazar la propia incapacidad. Pensó en su vida, y en la noche que le esperaba, que no sería diferente a tantas otras; comprendió inmediata y esencialmente que las posibilidades, después de una cena frugal y con seguridad indigesta, después de una película mala o un rato de lectura de cualquier libro insulso, quedaban limitadas al aburrimiento, casi el menor de los males, o a su sustituto más probable, largamente practicado: la terrible autocompasión. Martín bebió otro trago, y luego otro más. Así hasta que no quedó nada en el vaso. Así hasta marcharse. Nadie se fijó en él. **** Nadie se había fijado en él cuando entró en el bar, lo cual no suponía una novedad, y otra cosa distinta le habría incomodado, haciéndole sospechar; más aún, precisamente por este motivo, aunque existían otros menos rebuscados, más evidentes y prosaicos, Martín había elegido el local entre todos los establecimientos de moda que jalonaban la extensa avenida principal de Capital: sin duda era su predilecto para tomarse una ginebra a la salida del trabajo. Sin embargo, cuando apareció Elsa todo fue diferente. Elsa, claro está, no era Martín. De hecho, también así pensaba él mismo, Martín no era nadie. Además, la entrada de Elsa suponía, aunque los presentes no lo supieran a ciencia cierta y solo intuyeran un ligero pedazo de la increíble evidencia, la primera vez que una mujer aparecía en aquel lugar desde hacía mucho, muchísimo tiempo. Todos los hombres la miraron sorprendidos, todos la desearon al instante, todos calcularon sus ridículas opciones y, con idéntica rapidez al cálculo, todos se dieron definitivamente por vencidos. La cobardía siempre insistía. Ninguno dijo nada. Martín también se dio cuenta de la presencia de la mujer, y sus pensamientos no difirieron mucho de los del resto de los solitarios hombres del local. La única diferencia fue que Elsa tomó asiento a su lado, sin mediar palabra, en uno de los taburetes altos cercanos a la barra. El camarero atendió a Elsa con evidente nerviosismo y diligencia, extrañado por tan inquietante aparición. Hizo un par de preguntas para ser amable, para esconder su turbación, cosa que no consiguió; y Elsa, sin pestañear ni sonreír, sin apenas esforzarse, contestó no con amabilidad, tampoco con desprecio, sino con una frialdad elegante y estudiada, construida firmemente a base de situaciones semejantes, quizá incluso más comprometidas y violentas, dejando claro quién llevaba las riendas, quién movía los hilos. Página 22


Martín, envalentonado y exquisito sin saber exactamente el motivo, quiso invitarla, a pesar de haber asistido a la derrota sin batalla del camarero; pero Elsa rechazó el ofrecimiento, aunque agradeció el gesto inútil de su vecino. Permanecieron unos minutos más en el sitio, bebiendo en silencio, cada uno pensando en sus vidas, en sus respectivos destinos: él lamentando un nuevo fracaso, ella sintiéndose observada y deseada. Fue la mujer quien apuró primero su copa, y del mismo modo que entró en el bar, Elsa desapareció sin dejar rastro. No se había despedido de Martín. **** No se había despedido de Martín, y este tampoco apostaba nada por volver a encontrarse con ella; sobre todo cuando pasaron unos días, Elsa no apareció de nuevo por el bar y el hombre comenzó a desesperar un poco. Por alguna extraña razón que Martín se negaba a denominar esperanza, mucho menos fe o confianza en sí mismo, el hombre pensaba que Elsa regresaría, y que ambos llegarían a conocerse, puede que a intimar. Eran demasiadas las veces que había tenido que hacer frente a la decepción y la desilusión, por lo que sus reservas de paciencia estaban diezmadas; sin embargo, esta vez el tiempo le dio la razón, quizá porque la propia existencia sabe que nadie puede soportar tanto, constantemente y sin condiciones, y a veces la presión cede. Elsa había vuelto, y otra vez se sentó a su lado. Martín se prometió solemnemente y para sus adentros no dejar escapar esta oportunidad: haría lo que fuera para alcanzar un pedazo de esa tregua que se le venía negando durante excesivo tiempo. Fue insistente sin ser pesado, ocurrente sin parecer un bufón, y demostró la energía, las fuerzas y los atributos que Elsa parecía estar necesitando desesperadamente; sin darse cuenta, porque ella no quiso ni lo pretendió, que en realidad todo era al revés de como creía que estaba sucediendo, o si no exactamente al revés, al menos no tan fácil ni tan claro como Martín asumió. Y es que Elsa sabía cómo hacer fácil lo difícil, cómo manejar lo complicado. Fueron a casa de Martín aquella misma noche, y los dos se concedieron sus mutuos deseos: no escatimaron, no dejaron nada para otro día, sobre todo el hombre, pues pensaba que no habría otro. Mientras el deseo contorsionaba sus cuerpos y deformaba sus caras, Martín llegó a pensar que todo era mentira, una broma de mal gusto que alguien o algo, dios o el destino, le estaba gastando. Sin embargo, sí que hubo otro día, más bien otra noche, e incluso una tercera y una cuarta, y de nuevo la pasión condujo sus pasos por el mismo sendero que la primera vez. Las caricias, los jadeos, las embestidas y los espasmos menudearon, y ellos dos frecuentaron el vértigo, y como corolario, sin realmente proponérselo, la complicidad y las confidencias: hicieron planes; unos planes fantásticos y perfectos, desde luego imposibles; unos planes que duraban una noche, pero cuyo poso de liberación permanecía intacto durante semanas. Pero Elsa nunca se quedaba hasta la mañana siguiente, y únicamente Martín permanecía tumbado en la cama. ****

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Únicamente Martín permanecía tumbado en la cama, ya que Elsa, según su costumbre y según aseguraba, tenía que marcharse rápido, llegar a su casa lo más pronto posible, no fuera a sospechar algo su marido. Fue entonces, mientras Elsa se vestía apresuradamente, que Martín se percató de los moratones, no uno, sino varios y muy marcados, en los muslos y la espalda de su amante. Tenían que ser recientes, porque de otro modo él se habría dado cuenta, aunque no podía fiarse mucho de su capacidad de observación. Su sangre hirvió: no pudo controlar el inevitable afán de posesión, la espontánea irritación de propietario, e incorporándose de un salto de la cama, todavía tibia por el ardor de los cuerpos, Martín la interrogó, la sonsacó toda la verdad, o puede que solamente fuera la versión de la mujer. Elsa no le dio demasiada importancia: no era la primera vez, y Martín no podía hacer nada al respecto. ¿O sí podía? Solo tuvo que insinuarlo, asomar un poco el hilo de su razonamiento crucial y de sus consecuencias decisivas, liberadoras para ambos; Martín hizo el resto: no pretextó ningún otro motivo, no necesitó más pistas, tampoco ninguna otra instrucción: la propuesta surgió de él, y Elsa le abrazó como si finalmente lo hubiera logrado. La mejor salida, quizá también la más difícil pero desde luego la única irreversible e irrevocable, consistía en matar al marido de Elsa. En ese mismo instante, prometen ser fuertes, apoyarse el uno al otro, no flaquear ni dar marcha atrás: está decidido. Podrán estar juntos para siempre. Casi no se lo creen, no quieren creerlo todavía; y por eso hablan con la voz baja de los conspiradores, para que nadie les descubra nunca, para que nada ni nadie lo estropee. La voz de Elsa es apenas un susurro. **** Es apenas un susurro, unas pocas palabras despegadas de los hinchados labios de Elsa. Pero ya está decidido. Martín oye las indicaciones de su amante, que tiene todo planeado, quién sabe desde hace cuánto tiempo. El hombre no sospecha nada, no le interesa sabe más. Solo espera el momento de actuar, que será cuando Elsa diga. «Lo harás por mí, ¿verdad? Lo harás por nosotros», dice Elsa. Y Martín sabe que sí lo hará, por supuesto que lo hará: correrá todos los riesgos, se jugará el pellejo por ella mientras Elsa espera sentada y segura el resultado final, que de un modo u otro se inclinará a su favor. En la cabeza de Martín, por una vez en su vida, no hay lugar para el desencanto, ni siquiera un resquicio para la idea del fracaso o la traición.

«Sí, sé que lo harás por mí», confirma Elsa. Y entonces, ya está todo dicho.

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Buscamos talento

te buscamos a ti www.revista-argonautas.com Pรกgina 25


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#06

Bythepain y ninano "a lo bonzo" No vas a doblarme en dos. Ni en cuatro. Ni por partes, ni en ninguna parte. No voy a dejar que me embrides, que presumas de mĂ­, que me compres, que me ensilles, y yo no pretendo domarte, moldearte, modelarte ni amoldarte. No vamos usarnos en los tiempos muertos, ni a apresarnos con argollas como trapos gastados. Ardamos. Incendiemos el pudor y abrasĂŠmonos vivos mientras prenda el pĂĄbulo, alma rampante de seres divinos. PĂĄgina 27


Ur

Y en la absoluta oscuridad, me arrepiento. Abro los ojos y casi, casi puedo intuir el intermitente tic-tac del reloj que me clava en el pecho los minutos hace que no te siento.

Solamente, oscuridad. Oscuridad que rebota en nada Ella y tú, una presencia que se ve, sin terminar de verse, que flota en na Creo que te vería, te vería si el recuerdo de tu imagen no se hub ensuciado, con remordimiento, creo que te vería, si no te hubieras empapado de nostalgia.

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#07

b ano Manchón y Agosto "si te pienso"

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Suspiro.

Y si te pienso, me acuerdo de la razón que justificaba esta ausencia. ebió tener sentido en algún momento, pero que aquí y ahora, pese a tener el corazón encharcado, do en un lugar tan seco y frío, resulta baldío. Y estúpido. Y cruel. Y mezquino.

También quizá, algo molesto. Cómo saber que no fueron el destino, ar, ni ninguna otra clase de suerte los que le arrebataron su luz al mundo. Que fui yo quién decidió, en no supo medir el pulso del tiempo. Que fui yo quién apuntó primero y falló el disparo al segundo. Página 29


PRESENTACIÓN

Editorial Argonautas

Fotografías de Mar Argüello

Espacio cedido por Espacio Quoncor Caf


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En las fotografías: Rubén Fonseca, Aránzazu Mantilla, Iris Gómez e Iván Romero. Pero además, también nos acompañaron Aby Caleidosférica, Dirty Harry, Patricia Reimóndez Prieto y Óscar Sejas.


El pasado viernes 17 de Abril, con dos antologías bajo el brazo (I Antología Argonautas, I Artbook Argonautas) y muchas ganas de comernos la noche, presentamos en sociedad Editorial Argonautas, el resultado de un año de andadura en la red, buenas experiencias y una nada desmerecedora cantidad de proyectos en la mochila. El evento, que superó con creces el aforo del local y en el que se agotaron rápidamente los libros, resultó un éxito. ¡Gracias!

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Fotografías de Mar Argüello Espacio cedido por Café Librería Monpassa Página 34


23 de abril DIA DEL LIBRO

Estuvimos en Café Monpassa con los poetas Luis Cano, Celia BSoul, Iván Romero Marcos y Óscar Sejas.



AGOSTO N#07 ¡PARTICIPA!

·SOLSTICIO· Desde ya, y hasta el 20 de JUNIO, puedes enviarnos tus propuestas para el siguiente número, de temática: SOLSTICIO.

Si eres escritor o poeta:

Mándanos tu creación entre los días 1 y 20 del mes. En formato word, PDF, .odt o pages.

Si eres ilustrador:

1. Mandanos una muestra de tu trabajo entre los dias 1 y 20 de Febrero. 2. Una vez hayamos seleccionado los textos que se publicarán en la revista, te enviaremos, entre los días 21 y 30, el texto que, a nuestro parecer, mejor se adapte a tu estilo. 3. Entre los días 1 y 15 de Julio, nos enviarás tu ilustración y, ¡listo! Aparecerá publicada en el próximo número. *Procura mandarnos tu ilustración el la mejor calidad posible, independientemente del formato que elijas.

contacto@revista-argonautas.com Página 37


De

hambres

humanas por Sandra Carbajo fotografías de Mar Argüello

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“Sobre todo trato de sentir, de estar en el texto, de pasar esas palabras por el cuerpo”

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Ser humano. Hombre o mujer. Persona en primera, segunda o tercera; del singular o del plural; en femenino o masculino. Gente. Gente que está y es, que es y no está, que no es pero está, y... completa la sucesión. El ser humano es extraordinario. Somos lo que pensamos, lo que sentimos, lo que comemos. Somos una tanda de verbos que nos definen. Somos un continuo opuesto. El hambre de la vida que acaba cuando menos lo esperamos y siempre llenos. De hambre, claro.

De acuerdo. El ser humano es extraordinario pero no todas las personas lo son. Hay grados y grados. Hoy, mi primera persona femenina del singular tiene la inmensa suerte de poder compartir con todos vosotros, un pedacito de esencia de una increíble tercera persona, en masculino y singular.

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Diego Mattarucco es argentino de nacimiento y gato de adopción. Dejó Buenos Aires hace tres años para comenzar un nuevo camino en la capital española. Las malas lenguas dicen que fue persiguiendo una bocanada de aire fresco con nombre de mujer. Las buenas, aún no se han pronunciado. Sea como fuere, lo cierto es que Madrid permitió que Diego compartiese, en los escenarios, esos versos hasta entonces relegados.

“Fue en Madrid cuando recité por primera vez.” “Mucho lo tenía escrito en Argentina pero nunca había ido a jams poéticas allí. Nunca había recitado en público. Había empezado a trabajar los textos. Había vuelto a ellos, pero fue en Madrid cuando recité por primera vez”. Aunque Diego ya tenía el deseo y la intención, fue un amigo poeta y la proactiva Poetry Slam lo que terminó de convencer al argentino. “Cuando recolecté los textos que ya había escrito, sentí que podían ser dichos y que podían ser expresados. Ya en solitario, la intención estaba”. Diego es expresión pura. Da igual el medio a través. Palabra, música, cuerpo. Es totalmente indiferente. Diego es

pasión y garra. Es todo y nada al mismo tiempo. Tan solo tienes que verlo subido a un escenario para sentir el porqué. Y ojo que no digo comprender. Cuando uno ve a Diego recitar, no piensa, siente. Einstein decía que si no puedes explicar algo de forma sencilla, es que ni tú mismo lo entiendes. La poesía de Mattarucco no es entendimiento, es sentimiento. “Cuando realmente estoy conectado con el texto siento que las palabras salen de mí. Es un momento de éxtasis. Sobre todo trato de sentir, de estar en el texto, de pasar esas palabras por el cuerpo. Trato de que afecten realmente. Eso es lo que le llega al público”. Nadie mejor que él para describirlo. No sé como de sencillo le parecería a Einstein. Diego tiene formación musical y dramática. Ya en Buenos Aires componía y actuaba. Generalmente sus composiciones eran sin letra. Sin embargo, cuando las palabras se unían a la música, el resultado no eran canciones sino poemas sintonizados. No obstante, Diego me confesaba que la poesía llegó a su vida en un momento de búsqueda en solitario. “Cuando me di cuenta de que eso que estaba guardado en un cajón también podía mostrarse y compartirse”. La poesía de Mattarucco es completamente original. Juega con las palabras y sus sonidos dando lugar a la cacofonía hecha poesía. Una poesía alterada y sonora que atrapa al espectador, oyente y lector desde el minuPágina 41


to cero. “Es un trabajo artesano. De hecho, creo que hay más trabajo que inspiración. Es una búsqueda intensa de palabras afines que expresen lo que quiero decir. Por lo tanto, puedo estar escribiendo una poesía durante meses”. Diego además reconocía que su poemas nacen de una frase con contenido y juego. Una frase llena de hambre humana ya que esta sin duda, es la fuente de inspiración del argentino. Una excavación en profundidad que va cogiendo forma y modo hasta dar lugar a una poesía totalmente singular. De esas con nombre propio, como Diego. Poesía humana y empática nacida de sus demonios, y que ahora lo único que quiere es reflejar y reflectar el ser humano. A esos hombres y hembras hambrientas. A esa comunidad que somos y a veces olvidamos porque como bien dice Mattaruco, “la única forma de entenderse es entendiendo el afuera”.

Su opera prima, Soliloquios de loco ya va camino de la segunda edición y el CD que a ésta acompaña, Musiloquios nació gracias al apoyo de todas las personas que financiaron el proyecto. Diversos futuros rondan en la cabeza del argentino, nuevos formatos en los que el rap tendrá un gran peso. Festivales y slams poéticas que nos permitirán seguir disfrutando de la cacofonía mattarucca.

“Es un trabajo artesano. De hecho, creo que hay más trabajo que inspiración.”

Diego odia las etiquetas. “No te acates etiquetas, no te acotes”, cita un verso suyo. Odia la falta de empatía, los juicios determinados y determinativos, los estereotipos que caratulan. Admira a todo aquel que piensa diferente y se anima a mostrarse distinto. Admira a las personas sensibles, a aquellas que sufren y a aquellas que son honestas Hambres humanas que son lo que con ellas mismas y con el resto. aran. Hambres que inspiran, que caminan, que conviven. Hambres que Este personaje simple y compuesto, afortunadamente están y son. Hamdiversipropio, multisingular, singuva- bres que permiten que una persona riado, uniplural con mala memoria en como Diego Mattarucco pueda transsu vida cotidiana, se dedica en cuerpo mitir que somos suma. Una suma exy alma a escribir. Ha cambiado sus jar- traordinaria. dines argentinos por las letras. Página 42



Los viejos lienzos de

Eva

de Luis Cano

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© Fotografía de Mar Argüello Arbe


Capítulo 5

C

onocer a Mar fue una de las mejores cosas que me habían pasado en la vida. No solo porque consiguió que volviese a dormir más de cuatro horas seguidas, que sonriese de verdad después de tantos años sin hacerlo, o porque con ella aprendí que existen segundas oportunidades que no se pueden dejar pasar. Quizá fue porque después de tantos años y lugares, de maleta medio llenas y gente medio vacía, por fin había encontrado algo a lo que siempre trataría de volver. Había dejado a Eva frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, y me dirigí hacia mi piso entre los comercios que empezaban a cerrar y la gente que huía de la lluvia. Al pasar cerca del mercado, entre los soportales que salían de la plaza, me encontré con ella, que salía de su pequeña consulta de psicología a la que yo, puntualmente, asistía cada jueves a las seis. Conocía perfectamente que las relaciones terapeuta-paciente no deben sobrepasar el ámbito profesional, pero aquel día necesitaba compañía, y su encuentro me brindó una ocasión inmejorable. Tardé en convencerla diez minutos, pero cuando lo hice, terminamos en una de las miles de tabernas irlandesas que atestaban Madrid. Ella pidió una cerveza suave mientras se quitaba su abrigo largo con la elegancia de las mejores mujeres, haciendo que cada detalle fuese un perfume cálido del que ya no te olvidas. Yo me pedí una guinness y le pregunté por su día. Después de dos horas, la conversación era tan fluida que parecía que fuésemos amigos de toda la vida. —¿Eres feliz? —le pregunté en uno de los silencios entre anécdota y anécdota—. Me refiero... ¿te gusta lo que haces?

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—Si, las cosas son sencillas cuando escuchas. Aprendes de la gente, de la vida. —Sus ojos azules no paraban de observar cada detalle, como si buscase dentro de mí la llave que yo había perdido. —Suena genial. —Recordé mis años pasados, los fantasmas, las estaciones, cada bala y cada noche desde que tenía memoria hasta esa taberna irlandesa de Madrid—. Me gustaría poder decir algún día lo mismo. —¿No te gusta lo que haces? —De pronto se había puesto seria, como tratando de imprimir solemnidad a un momento como ese. Apuré la cerveza de un trago antes de continuar. —Soy bueno en lo que hago. No el mejor, pero sigo aquí, y al parecer eso es lo que cuenta. —Tuve que reunir valor para levantar los ojos y mirar directamente a esa cara risueña, tranquila, rodeada de pequeñas pecas. —Si te soy sincero, en toda mi vida no he sido más feliz que con esta cerveza y tu compañía. Rió dulcemente, haciéndome sentir vulnerable y a la vez afortunado. Al hacerlo, se movieron ligeramente sus pendientes largos, golpeando su cuello. Tenía la sonrisa más alegre y sincera que había visto, como si nada pudiese estropearla. Pero no había burla en ella, sino interés, dulzura y sobre todo sorpresa. Se inclinó poco a poco hacia delante, sin dejar de sonreír, y yo empecé a sentirme la persona más afortunada del mundo. Deseé besarla, y tuve que carraspear antes de continuar, para que no se notase que estaba a punto de sonreír como un tonto. Pedí otra cerveza, y cuando regresé, en sus ojos había un brillo especial, eran más azules, y más grandes. —¿Qué harías si yo te invitase a subir a mi piso? —soltó nada más sentarme con la segunda cerveza. —No te prometería que todos los días fuesen a ser felices, pero sí que mi espada estaría junto a la tuya en cada lucha. Y desde aquel día, no hubo ni uno solo en que las cosas no fueran cobrando sentido en ella.

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Continuarรก

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PARA

LEER por Elena A.G.

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NOVEDADES Pasaporte, de Óscar Sejas, con ilustraciones de Carla Muñoz. Ed. Argonautas [Goodreads] «No llegues tarde a la puerta de embarque, hay aviones que no esperan. Coge tu Pasaporte y sobrevuela Madrid, Lisboa, Buenos Aires o Barcelona, algunos de los destinos a los que te llevará Óscar Sejas en su particular vehículo de poesía. Verso a verso, Pasaporte irá sellando las páginas de la tristeza y los corazones rotos, viajará por los parajes del erotismo y atravesará historias que no te dejarán indiferente. No olvides llevar siempre contigo este Pasaporte a prueba de monotonía»

Adolfo y sus monstruos, de Joaquín Rosado Martel. Ed. Argonautas [Goodreads] «Entre tus manos, mucho más que un diario. Entre tus manos, las aventuras y desventuras de Adolfo, un niño normal y corriente que, como el resto de niños de su edad, hace de su potente imaginación su mayor fortaleza y que junto a sus peculiares amigos se divierte en los días buenos y trata de superar el resto, los no tan buenos, esos en los que los monstruos salen de debajo de la cama para decirte un par de cosas o quizá, pegarte un par de sustos. ¿Hace cuánto que no tienes una buena pesadilla?»

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SELECCIÓN ARGONAUTAS

1. Amanecer en Pensilvania, de Daniel García Florindo. Ediciones En Huida. 2. Pandemonio, de Francis Oicabia. Ed. Malpaso. 3. El secreto de las abejas, de Carlos Laredo. Ed. Sinerrata. 4. El Rey Trasgo. La ciudad y la montaña, de Alberto Morán Roa. Ed. Kelonia. 5. El león dormido, de Marian Izaguirre. Ed. Lumen.

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PARA

VER por Iván Rúmar

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pasar página NO ES TAN SENCILLO Hay obras que se clavan dentro, hay personajes que te llegan a las entrañas y hay historias que te conmueven con solo revivirlas. Hay ocasiones donde llegas a creer que los personajes de la ficción existen realmente, que son vidas reales que tienen su espacio más allá de las páginas o de los fotogramas. Pocas veces ocurre que una obra cale tan hondo y llegue a generar esos sentimientos en el espectador o el lector. Estoy hablando de cuando llegas al punto de creer que McNulty y compañía están ahí, patrullando los bajos fondos de Baltimore, o que Toru y su desdichada relación con Naoko está teniendo lugar fuera de las páginas. Durante mucho tiempo me pasó algo similar con los carismáticos cazarrecompensas que protagonizan “Cowboy Bebop”; unas vidas tan cercanas a la realidad como lo puedan ser las de unos personajes que surcan el espacio, pero con personajes llenos de inquietudes y trasfondos tan cercanos a los nuestros que consiguen conectar con el espectador. Spike Spiegel y Jet Black se dedican a viajar por el espacio capturando a todo tipo de criminales para cobrar sus recompensas y mantener su modo de vida nómada; como pronto veremos, un modo de vida que se antoja para ellos una huida hacia delante de todo lo que dejaron atrás. Un modo de vida que se irá derrumbando poco a poco, tan pronto como el pasado vuelva a ellos. De “Cowboy Bebop” podría decirse que lo tiene todo, que no le falta de nada. El eje central de la propuesta gira alrededor de algo tan universal como lo es el peso de la culpa y de las consecuencias que tiene la toma de decisiones erróneas. ¿Cuántos de nosotros huimos conscientemente de aquello que nos causa dolor? ¿Cuántas veces hemos dejado cuentas sin resolver porque teníamos miedo de enfrentarnos a ellas? ¿Cuántos nos conformamos pensando en lo que pudo ser y no fue? Nuestros protagonistas abandonaron el amor de sus vidas porque necesitaban huir de su pasado, unos voluntariamente y otros no tanto. Página 53


“Cowboy Bebop” habla de cómo el pasado es capaz de volver una y otra vez a nosotros, como un bumerán; de los problemas de no haber cerrado viejas heridas que aún supuran. Para Spike, Jet y los demás tripulantes que se les irán uniendo, la esperanza ha sido mutilada por unos recuerdos que no pueden olvidar, siempre hay algo que les hará recordar. Ya sea un brazo sintético fruto de una trampa del pasado, un ojo de cristal que simboliza una serie de recuerdos imborrables o un reloj que se detuvo en una relación casi extinta. Al margen de todos estos temas, hay personajes entrañables, odiosos e inolvidables, cada uno con su cruzada personal, una banda sonora increíble que merecería un aparte solo para ella puesto que termina siendo un homenaje a todos los géneros habidos y por haber, desde el heavy metal hasta el propio bebop que da nombre a la obra y por supuesto, una gran labor de animación de movimientos fluidos, sin altibajos en cuanto a la calidad de la misma. Hay variedad de situaciones y dilemas a los que enfrentarse, desde ecoterroristas con armas biológicas con el objetivo de involucionar la especie humana hasta piratas informáticos que se dedican a asaltar convoyes espaciales. Hay humor y drama a partes iguales, hay filosofía y comentarios vulgares cuando convienen y giros de guion cuando uno menos se lo espera. Ahora bien, querido lector. Te preguntarás, a estas alturas, ¿dónde se esconde la adaptación? La versión en papel vino luego, a raíz del éxito que cosechó la serie de televisión, en un claro ejemplo de marketing despiadado. Un ejemplo paradigmático de un ánimo de lucro cuestionable, puesto que las adaptaciones a posteriori, al menos en el país del sol naciente, son productos que poco o nada tienen que ver con el original. Estos suelen ser pocos volúmenes (a lo sumo tres) para que no se les vea demasiado el plumero y que no tienen ganas de continuar, ni trasladar, en papel lo que con tanto esmero pulieron en sus versiones para la pequeña pantalla. Ocurrió con “Samurái Champloo”, con “Eureka Seven” y con “Rahxephon”, todas ellas con pésimos resultados. La receta, en todos estos casos, fue la de circunscribirse a poner chicas ligeritas de ropa y tramas que no había por dónde agarrar. Así que, olvídate de la versión en papel, destrúyela si das con ella por equivocación y consigue el anime. Dale una oportunidad a una historia de redención, de venganza y nuevas oportunidades. No te defraudará.

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Cowboy Bebop, ©Sunrise Studio, Basil Market Página 55


Películas 5 por cinéfilos d

1. “El desafío”, de Lee Tamahori

Aún recuerdo cuando mi padre la ponía asiduamente. Sabía que si escogía él la película del sábado, pondría “El desafío”. Era una especie de regla no escrita. Tan pronto como tomé poderes plenipotenciarios en tales elecciones, a medida que iba adquiriendo mi conciencia cinéfila y me convertía en el que siempre elegía de la casa, dejé de ponerla. Más por aburrimiento, que por que la película fuese mediocre, como descubrí hace poco en un arrebato nostálgico. Redescubrí por qué nos había gustado tanto. Será porque es una aventura con mayúsculas, por la relación que establecen los personajes, porque los personajes de Hopkins y Baldwin están bien trazados o por los impresionantes paisajes de vasta naturaleza. Porque quizás te hace pensar en qué harías tú en una situación así. Tiene excesos, claro, como todo lo que circunscribe al oso, pero bueno, dejémonos de exigencias y abrámonos a un buen entretenimiento, oiga.

2. “Twister”, de Jan de Bont

Vale que uno no sobreviviría atándose a un poste y esperando a que el tornado te pasara por encima sin siquiera despeinarte. Resulta inverosímil, como poco, que en tan solo un par o tres de días te topes con toda la escala de tornados de un manual. O no, qué se yo. Vale que los caza tornados no van derechitos al peligro y se ponen a conducir al lado de un embudo. Pero oiga, ¿quién ha sabido plasmar mejor que de Bont la angustia de tener un tornado cerca? ¿Quién ha sido capaz de transmitir respeto y admiración a partes iguales hacia estos fenómenos de la naturaleza? ¿Y lo bien llevada que está la parte romántica de la película? Solo por eso, ya merece un lugar entre las mejores del género. Vamos, que yo me la creí y me la sigo creyendo. Hay pocas películas de catástrofes que envejezcan tan bien y sigan entreteniendo tanto como “Twister”, pese a los defectos que pueda tener. No pasa nada si le pones un 7 en FA, querido cinéfilo.

3. “Coherence” de James Ward Byrkit

De acuerdo. Ésta está bien valorada entre los usuarios de páginas como FA o Imdb. Pero sigue habiendo una reticencia en alabarla demasiado, cuando se trata de un caso de ciencia-ficción en estado puro y un soplo de aire fresco entre tanta falta de ideas. ¿Será que no hay ni un solo efecto especial? ¿Será que el guion es algo complejo? ¿Será por qué hay que estar atento todo el tiempo y no deja margen para descansar y relajar la mente? El futuro de la ciencia-ficción deberían ser más películas como ésta y no tantos “Divergentes” ni tantos remakes innecesarios.

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INFRAVALORADAS

de altos vuelos

4. “Esfera”, de Barry Levinson

Como podéis ver, denostar la ciencia-ficción a veces es una constante entre muchos cinéfilos. También lo es despreciar películas de los noventa, así porque sí. Y “Esfera” es un buen ejemplo de ello. Da igual que te mantenga atrapado preguntándote qué demonios está ocurriendo, qué es la esfera y por qué la escalada de hechos aparentemente incongruentes es cada vez mayor. Da igual que la película, partiendo de sus premisas fantásticas (porque no olvidemos que esa es una de las características de la ciencia-ficción, buscadores de verosimilitudes dónde no hay que buscarlas), sea redonda y no deje ningún cabo suelto. Da igual que las actuaciones sean realmente buenas, en especial las de Hoffman y Stone, o que los personajes no sean el típico cliché. Yo aún sigo maravillándome con esta película y con lo crueles que pueden ser la crítica y el público.

5. “Señales”, de M. Night Shyamalan

Basta ya. Basta ya de cargarnos a este director simplemente porque creas que vas a ser un entendido haciéndolo. Que sepa engañarte y tú no quieras admitirlo es otra cosa. Como me gusta decir, debe ser el mismo placer que debe producir decir que Ben Affleck es uno de los peores actores que ha dado Hollywood o que Nicolas Cage no ha hecho ni una buena en toda su vida. Con Shyamalan hay intriga, hay tensión, hay emoción, hay personajes con los que empatizar, hay amor por la familia y hay una dirección personalísima, un sello inconfundible difícil de imitar. Y “Señales” es una de las mejores películas que ha rodado y, curiosamente, una de las más cascadas. La película es un canto a creer en algo (y no de que creas en Dios, como algunos interpretan, que es muy distinto), de no rendirte nunca ni ceder a la autocompasión y la tristeza, de pasar página y superar el duelo, y de tener fe en que todo irá bien si ponemos de nuestra parte para que todo vaya bien. Y encima con extraterrestres de por medio. ¿Qué más puede uno pedir?

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PARA

PENSAR Pรกgina 58


El lenguaje y la violencia de género El lenguaje que utilizamos importa. Los seres humanos somos imperfectos y nuestro lenguaje muchas veces también lo es, a todos nos falla el subconsciente alguna vez y caemos en prejuicios que llevamos programados desde nuestra infancia, prejuicios que hemos absorbido de nuestro entorno. Puede que no seamos físicamente capaces de detener una violación, un abuso a un menor por un miembro de su familia, una agresión o los insultos y vejaciones de la pareja. Sin embargo, sí que hay algo que todos podemos hacer para contribuir a la lucha contra la violencia de género. A pesar de los esfuerzos de una parte de la sociedad, la violencia contra las mujeres sigue siendo ampliamente tolerada, y en estos últimos días

Jaume Vicent. www.excentrya.com

estamos viendo que hay un aumento de casos entre personas cada vez más jóvenes. ¿Por qué sucede esto? Existen varias razones; no se le da una verdadera importancia, la dificultad de la denuncia, la complacencia de las autoridades que dejan en libertad a los agresores, la forma en la que hemos estereotipado a las víctimas y a los maltratadores, la humillación, el estigma social al que se enfrentan… La lista es interminable. No somos perfectos y, como ya he dicho, todos tenemos prejuicios inconscientes que hemos absorbido de nuestro entorno durante la infancia. La clave es concienciarnos de esas faltas y hacerles frente. Puede que físicamente seamos incapaces de detener una violación, pero deberíamos saber cómo dialogar de forma que podamos encontrar una solución al problema, en lugar de callar y mirar a otro lado. Página 59


Un área sobre la que tenemos total control es la de la forma en la que hablamos de estos crímenes, la terminología que usamos y la forma en que exponemos nuestras opiniones. La manera de hablar puede marcar una auténtica diferencia sobre la percepción y la forma en que pensamos sobre la violencia de género.

mejor todavía, “violencia del hombre contra la mujer”. La cosa ya cambia porque le hemos puesto un nombre al problema. Esta frase ya molesta a más de uno porque responsabiliza, nombra a un culpable. A las mujeres no las violan las calles, los ascensores, los vestuarios o los trabajos. Son los hombres los que lo hacen en esos lugares. A las mujeres no las maltrata una fuerza de la El lenguaje y su utilización son im- naturaleza, son sus parejas quienes portantes para saber quién somos lo hacen. Al menos, pongamos cara y cómo es la sociedad en la que vi- a los responsables. vimos. Las palabras y cómo las situamos en las frases ofrecen senti- Si la frase “violencia de género” actido, estructura y profundidad a lo que va la respuesta: “Pobres mujeres”. La decimos. Las palabras que esco- frase “violencia del hombre sobre la gemos importan. Las palabras pe- mujer”, activa la respuesta: “¿Quién san cuando nos referimos a sucesos son esos hombres?” Ahora sabemos tan serios. Pueden hacerse grandes quién es el culpable. Tenemos la seno pequeñas. Como dice Stephen sación de que podemos o debemos King: “las palabras tienen peso”. hacer algo. Para mí, el término “violencia de género” o “violencia machista” son conceptos lejanos, me resulta muy parecido a decir “una fuerza de la naturaleza”… ¿Qué es eso? Yo entiendo lo que es un huracán, un terremoto, una tormenta, un incendio, pero no sé qué es una fuerza de la naturaleza. Es una frase pasiva que omite la realidad y exculpa al maltratador. Eso sí, nos hace sentir mejor, podemos pensar: “¡Ay, Dios! Es terrible”. Pero, ¿qué pasaría si afinásemos un poco esa frase? ¿Qué tal si descubrimos al culpable? “Violencia del género masculino sobre el femenino” o, Página 60

Incluso en la gramática que escogemos al formar la frase podemos esconder al maltratador y poner el foco sobre la víctima, algo que tiene su reflejo en cómo actúa la sociedad en estos temas. Piensa en esto: Noelia fue violada por su marido. Noelia es el foco de atención de la frase, mientras el culpable ni siquiera tiene nombre, es una entidad sin rostro. El violador apenas tiene lugar en la frase ni, mucho menos, responsabilidad alguna. Noelia es la estrella, la protagonista. Suelo ver este tipo


de frases por todas partes: periódi- Cambiando la gramática seremos cacos, noticias en la televisión… Siem- paces de identificar al culpable y, por pre escondiendo al culpable. lo tanto, hacerlo responsable de sus actos. Haremos visible al hombre de¿Y si cambiamos la frase? trás de esas acciones y evitaremos que el peso de la atención caiga so Juan violó a Noelia. bre las víctimas. Juan es ahora el protagonista de la frase; el peso y la responsabilidad caen sobre él, podemos pensar en lo que Juan le hizo a Noelia. El culpable está ahí, a la luz, y podemos verlo.

Este es un problema real, cotidiano, que pasa en todos los lugares. Tenemos que ser conscientes de nuestros prejuicios ocultos y cambiar la forma en que hablamos sobre estos temas.

Resulta increíble pensar cómo los medios (y nosotros mismos) utilizamos la forma pasiva de los verbos al hablar sobre violencia de género. Busca donde quieras. Verás como no te engaño. Cuando utilizamos la forma pasiva, instantáneamente, ponemos distancia entre el suceso y nosotros; el culpable no existe, es una entidad. Inconscientemente pensamos en ella y no en su sufrimiento.

Tenemos la posibilidad de ponernos de lado de las víctimas. Cambiar la manera en que hablamos de estos crímenes y poner luz sobre el culpable son formas de decir a esas mujeres: “sabemos quién es el culpable, sabemos el daño que te hizo”. Claro, cambiar la forma en que hablamos no detendrá las violaciones ni las agresiones, pero sí conseguirá mostrarles que sabemos lo que han hecho, sabemos quién son y, sobre todo, que no estamos dispuestos a Esto no es nada nuevo, siempre nos vivir en una sociedad que tolera y esfijamos en la víctima o en la situación. conde este tipo de actos. Nos preguntamos por qué ella no lo abandonó, pero nunca nos preguntamos por qué él le pega. Nos preguntamos, ¿cuántas mujeres fueron violadas el año pasado? Pero Emergencias 112 jamás nos planteamos, ¿cuántos Fundación ANAR 900 20 20 10 hombres son violadores? Así no Atención a víctimas de malos tratos 016 podemos detenerlo.

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CONOCIENDO a Bythepain

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Nombre: Bythepain Edad: 24 Origen: Madrid Vivo en: Madrid Se me puede ver en: el centro de la ciudad, en instagram y en bythepain.wordpress.com Soy un apasionado de: El arte, los museos, el diseño en general y los tatuajes. Para relajarme, suelo: Dibujar escuchando música Mi primer dibujo: Fue una carícatura tipo cómic o también podría ser un takeo de los que se llevaban entonces, no recuerdo bien. Mi último dibujo: una mujer agarrando una serpiente, lo podéis ver más adelante. Mis referentes son: En cuanto a composición suelo buscar referentes en la pintura clásica, pero me inspiro en artistas más actuales relacionados con el mundo del tatuaje y sin duda lo que más me atrae es la temática old school. Si tuviera que decir nombres, haría referencia a Ricardo Cavolo o Sketchy Tank. Mi técnica preferida, a la hora de ilustrar, es: Una mezcla de tinta china y acuarela. Página 64


Mientras dibujo, escucho: podríamos decir que lo que surja, según el momento, pero hay temas, discos o grupos en los que siempre caigo como Beirut, Charlie Efe, Dilate Peoples o EriK Urano. Y cuando no, escucho: ¿Sinceramente? Cualquier cosa. El libro que me inició en la lectura: Rebeldes, de Susan E. Hinton. El que descansa ahora mismo sobre la mesilla: El mundo de Sofía, de Josten Gaarder. La película que marcó mi adolescencia fue: Réquiem por un sueño, probablemente. La serie que más me ha enganchado nunca, es/fue: The Wire. Supe que quería dedicarme a esto desde: toda la vida, desde que tenía unos siete años y empecé a dibujar. Mis expectativas son: Continuar poder haciendo lo que me gusta, trabajando en proyectos interesantes para la editorial durante muchos años y seguir avanzando en los propios. Actualmente, en el mundo de la ilustración...: Existe una verdadero boom. Con esto quiero decir, que con tanta plataforma y tanto usuario dispuesto a consumir imágenes, es el momento perfecto para que artistas e ilustradores de toda índole salgan a la luz y exploten sus posibilidades. Es un buen momento para la ilustración y pienso que ante la gran cantidad de oportunidades, lo bueno marcará distancia por sí solo de lo que no lo sea. Para mí, el arte es: Algo que está en constante movimiento. Dentro de cinco años, sin lugar a dudas, seguiré...: Plasmando mis ideas sobre el papel y trabajando duro sobre lo que hemos construido.

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CONOCE NUESTRAS TARIFAS Y PUBLICÍTATE


Argonautas, Junio 2015


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