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SEGURIDAD MULTIDIMENSIONAL

Seguridad

Multidimensional

Por: Miguel Ruíz Cabañas Izquierdo Embajador del Servicio Exterior Mexicano. Embajador en la OEA, Japón, Italia, la FAO y Subsecretario de Asuntos Multilaterales en SRE. Director de la Iniciativa sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el Tec de Monterrey.

En octubre de 2003 tuvo lugar en la ciudad de México la Conferencia sobre Seguridad de las Américas. En esa época, el continente atravesaba un periodo de optimismo moderado por el fin de la guerra fría y la consolidación de la democracia en casi todos los estados de la región. Dentro de la OEA, muchos países deseaban impulsar medidas para incrementar la confianza con sus vecinos, a través del intercambio de información de sus estrategias nacionales de defensa y seguridad, o regularizando contactos entre los ministerios encargados de esas materias.

La organización de la Conferencia respondió a un mandato de los jefes de estado y de gobierno reunidos en la Cumbre de las Américas celebrada en Quebec, Canadá, en marzo de 2001, seis meses antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Naturalmente, esas acciones terroristas tuvieron impacto en los resultados de la conferencia porque el combate al terrorismo se convirtió en la prioridad de muchos países en todo el mundo, especialmente de Estados Unidos, Canadá y sus aliados europeos de la OTAN, pero también de países de América Latina, África y Asia.

En esos años, la preocupación por las amenazas tradicionales a la seguridad de los países, especialmente conflictos limítrofes o territoriales, había disminuido porque existían diálogos o negociaciones para resolver esos diferendos en la OEA, o en la Corte Internacional de Justicia. En cambio, tendían a agravarse nuevas amenazas y preocupaciones a la seguridad de muchos países. Además del terrorismo preocupaban desafíos como el narcotráfico y la delincuencia trasnacional organizada, el tráfico ilícito de armas, la trata de personas, la corrupción, el lavado de dinero, los desastres naturales y de origen humano, las enfermedades como el SIDA y otros riesgos a la salud, como las pandemias, y el deterioro del medio ambiente, en especial los efectos del cambio climático.

Esas preocupaciones en materia de seguridad reflejaban la diversidad

entre los estados del hemisferio. Diferencias no sólo en extensión territorial y disponibilidad de recursos naturales, sino también económicas, sociales, demográficas, étnicas y culturales. Frente a esa diversidad, la delegación mexicana, que presidía el Comité Preparatorio de la Conferencia, dio cabida a todas las amenazas, preocupaciones y desafíos que expresaron los estados del continente. Todas las preocupaciones fueron reconocidas, y hubo acuerdo en que la OEA debía impulsar la cooperación creando nuevos mecanismos de concertación, o reforzando los ya existentes.

Al proceder de esta manera, la Conferencia logró aprobar una Declaración que contenía una nueva concepción de la seguridad en el continente, de alcance multidimensional, que incluía tanto a las amenazas tradicionales a la seguridad, como a las nuevas amenazas, preocupaciones y desafíos. Esta nueva concepción quedó plasmada en el párrafo 2 de la Declaración de la siguiente manera: “Nuestra nueva concepción de la seguridad en el Hemisferio es de alcance multidimensional, incluye las amenazas tradicionales y las nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafíos a la seguridad de los estados del Hemisferio, incorpora las prioridades de cada estado, contribuye a la consolidación de la paz, al desarrollo integral y a la justicia social, y se basa en valores democráticos, el respeto, la promoción y defensa de los derechos humanos, la solidaridad, la cooperación y el respeto a la soberanía nacional.” El nuevo concepto de seguridad hemisférica no fue resultado de una elucubración académica, sino fiel reflejo de la realidad en el hemisferio y en el mundo. https://

www.oas.org/36ag/espanol/ doc_referencia/DeclaracionMexico_Seguridad.pdf

La Declaración fue aprobada por unanimidad de todos los estados miembros de la OEA. En aquella época fue criticada por algunos expertos, aferrados a concepciones tradicionales de la seguridad nacional, o de la seguridad del estado. Acusaron a los autores del documento de incluir en el concepto de seguridad una gama demasiado amplia de temas relacionados con la paz, la estabilidad y el bienestar de las poblaciones que, a su entender, no debían considerarse como temas de seguridad.

Pero la realidad es terca, y ha demostrado la idoneidad de la nueva concepción de la seguridad hemisférica. Todos sabemos que, si se parte de una concepción tradicional de seguridad, el continente americano es una zona de paz. A diferencia de otros continentes y regiones del mundo, no existen conflictos armados entre estados. Pero si se consideran, entre otros, las amenazas que representan el crimen trasnacional organizado, el tráfico ilícito de armas, la trata de personas, el lavado de activos, la corrupción y los efectos del cambio climático, nuestra región está muy lejos de ser una zona segura. Baste recordar que las tasas de homicidio de muchos países de América Latina y el Caribe se encuentran entre las más elevadas del mundo.

La Declaración contribuyó a una redefinición de estrategias nacionales en materia de defensa y seguridad de muchos países, incluyendo a México, que en enero de 2005 adoptó una nueva “Ley de Seguridad Nacional” que incorporó muchas de las nuevas preocupaciones en materia de seguridad.

A partir de la conferencia, los estados empezaron a hacer públicas sus estrategias nacionales de defensa y seguridad, y a regularizar encuentros, bilaterales o regionales, entre autoridades encargadas de la defensa o seguridad. Muchas de las nuevas preocupaciones en materia de seguridad que la Declaración fue pionera en reconocer, también han sido recogidas por otras instancias regionales, como la Unión Europea y la Unión Africana.

Incluso el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha dedicado

cada vez más tiempo a temas que por años se consideraron ajenos a su mandato, como lo demuestran sus sesiones sobre el cambio climático, o la adopción de una resolución, en febrero de este año, sobre los efectos de la pandemia del COVID-19.

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