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En defensa de Ferrovial

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Jorge Martín

Jorge Martín

El Consejo de Administración de Ferrovial, S.A aprobó, el pasado 28 de febrero, proponer a la Junta General de Accionistas la fusión con su filial (100% participada) Ferrovial International SE., mediante absorción de la primera por la segunda. La cabecera del grupo pasará a ser una sociedad anónima europea —Societas Europaea— con domicilio social en los Países Bajos. La nueva empresa seguirá cotizando en las bolsas española y holandesa, y solicitará la cotización en los Estados Unidos.

Los motivos de esta reorganización son jurídicos, económicos y estratégicos. En primer lugar, España ofrece insuficiente seguridad jurídica: el ejecutivo no respeta la división de poderes, legisla a golpe de decretazo e intenta laminar (lo que queda) la independencia judicial.

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En segundo lugar, la irresponsabilidad presupuestaria de los sucesivos gobiernos (PP y PSOE) ha incrementado alarmantemente la deuda pública, que entre 2008 y 2023 se ha multiplicado por 2,5: del 34% al 118% del PIB. Por cierto, los tenedores de letras, bonos y obligaciones del Tesoro Público harían bien en tomar nota y desprenderse de sus títulos antes de que reviente la burbuja.

Por el contratrio, los Países Bajos ofrecen un entorno jurídico estable y una deuda soberana del 50% sobre el PIB. Según la agencia S&P su calificación crediticia es «AAA» frente a la tímida «A» de España, esta diferencia encarece la deuda corporativa. La tercera y última ventaja es estratégica: cotizar en la bolsa de Nueva York y acceder a una mayor financiación que facilite su expansión. Desde el punto de vista fiscal el cambio es «neutro», según Francisco Polo, director de comunicación de Ferrovial.

El gobierno español en lugar de reconocer que es parte del problema, arremete furiosamente contra la compañía y su presidente, acusándoles de falta de patriotismo, piratería, ava- ricia, etc. La comunista Ione Belarra propone «atar en corto» a Ferrovial, pero también a grandes empresas de la distribución como Mercadona y Carrefour. Se vierten desafortunadas metáforas —Ferrovial «huye» o «se fuga» de España— que destilan odio y resentimiento anticapitalista. Ni siquiera es cierto que Ferrovial sea una empresa «española que abandona su país», más bien es una empresa multinacional que seguirá operando en España.

Fundada en 1952 por Rafael del Pino y Moreno, la empresa es hoy un holding internacional: 82% del ingreso y casi 96% del valor de sus fondos propios procede del extranjero y 90% de los inversores institucionales son entidades internacionales. A medida que una empresa crece es menos nacional y por eso se llama «multinacional». Por ejemplo, el Banco de Santander tiene 3,9 millones de accionistas y la familia Botín sólo posee el 1% del capital.

En definitiva, Ferrovial hace lo correcto: vela por los intereses de sus accionistas situando su matriz en un país menos agresivo con la propiedad privada, el libre mercado y el capitalismo. El caso de Ferrovial es notorio por su tamaño, pero hace años que la salida de PYMES y autónomos es incesante, principalmente a Portugal y Andorra. Otras empresas mantienen su sede en España, pero crean una o varias LLC (S.L.) en EE.UU. con ánimo elusorio. El capital, como las personas, va allá donde recibe un mejor trato. El hombre lego en economía ignora que los salarios reales y el bienestar dependen de la tasa de capitalización: cuota per capita de capital acumulado. Menos capital a repartir entre una misma cantidad de población significa una sociedad más pobre.

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