Ley Trans: una visión objetiva

El autor responde a un artículo anterior sobre esta misma cuestión. La legislación sobre género y transexualidad es un asunto cadente, y el debate está servido.

Andrés Trespalacios

De todas las visiones referidas al movimiento lgbt, creo que la que más vale destacar, es una que ha sido olvidada, o por lo menos, ignorada por la mayoría, ya sea porque ha sido continuamente calificada como transfóbica y caído en la lista de opiniones indeseables para los liberales, o porque no se conoce mucho en realidad, de las consecuencias detrás de aquellas leyes como la denominada "Ley Trans". En este articulo vengo a responder a uno previo y a presentar la realidad objetiva, como se muestra materialmente, desde la perspectiva de alguien que forma parte de dicha “comunidad”, porque es importante que la gente sepa, que lo que está pasando en países del primer mundo como los Estados Unidos, Gran Bretaña o España, con esta temática, ralla la mala fe. Ahora, es importante destacar que estas críticas, no van dirigidas a las personas adultas trans, que solo intentan vivir su vida de la manera más autentica a su esencia posible y que quieren ser dejados en paz. La disforia de genero no es algo que deba tomarse a la ligera, y muchas personas sufren por esta y pasan por intervenciones físicas y psicológicas para poder tener una vida tranquila. Tengo el convencimiento que aquellos que real- mente viven siendo trans, y que han pasado por todo tipo de experiencias, no lo desearían a nadie más.

En primer lugar, quisiera manifestar mi inquietud por el hecho de que muchos liberales han decidido abandonar la observación de la realidad a través de diversos métodos para formar sus opiniones y simplemente caen en un dogmatismo antiliberal que está obsesionado con la "autonomía" o que decide moverse por lo que dice el vulgo respecto a estos temas, en vez de hacer la investigación que uno esperaría de una mente racional. Yo pasé por esa evolución, mis opiniones cambiaron radicalmente en 2020 y 2021, producto de haberme abierto a la posibilidad de estar equivocado y decidir buscar información que fuera objetiva sobre el tema trans y lo que encontré fue impresionante. Académicos, intelectuales e influencers, cancelados, despedidos y su reputación destruida por querer hablar de dicha verdad objetiva, como la doctora canadiense, Debra Soh, sexóloga y neurocientífica, que se atrevió a decir que el sexo era una realidad biológica observable (no asignado al nacer) y de carácter exclusivamente binario. Como era de esperarse, fue intelectualmente atacada por eso, bajo la excusa de que sus “opiniones” podrían dañar los sentimientos de las personas trans. Uno pensaría que, si dichas opiniones fueran emitidas por las mismas personas trans, la mafia progre estaría más dispuesta a escuchar, pero no es así. La asociación Gender Dysphoria Alliance, compuesta por psicólogos, psiquiatras y otros profesionales (en su mayoría trans), tiene una compilación de los estudios científicos referidos a la disforia de género, en los cuales podemos encontrarnos con los siguientes datos sobre la disforia de efecto rápido en la infancia:

• Ocurre hacia los tres años.

• Está altamente correlacionada con la homesexualidad.

• Del 60% al 90% de los niños desisten de su transición durante la adolescencia.

• Factores que contribuyen a su persistencia: autismo, homosexualidad, homofobia.

Estos datos no pueden ignorarse. Se sabe que ante el caso de los niños que tienen un deseo intenso de identificarse con el sexo opuesto, tienen mayores posibilidades de crecer a identificarse como adultos homosexuales. De esta manera, sin la necesidad de hacerlos pasar por cambios de nombre, tratamientos hormonales o intervenciones quirúrgicas, que solo incrementan los sentimientos disfóricos, puede evitarse una vida a la farmacodependencia y con consecuencias irreversibles. Sí, efectivamente, irreversibles, se sabe también que la hormonización tiene efectos negativos en los cuerpos de los niños, afectando su densidad ósea, crecimiento y salud física general.

Lo que está ocurriendo aquí, es una insistencia en ajustar el cuerpo de los niños a su mente, como si fuera una nueva terapia de conversión del siglo XXI. Se toma como base a aquellos niños varones que son excesivamente femeninos para ser considerados hombres, como también aquellas niñas excesivamente masculinas y que no calzan dentro de los estereotipos de su género. Se toma como chivos expiatorios a quienes son atípicos a su género para justificar una teoría homofóbica que busca relativizar el sexo y por ende, de manera indirecta y accesoria, ignorar también el factor biológico de la atracción homosexual. En otras palabras, se busca "convertir" a personas saludables potencialmente homosexuales al sexo opuesto por el solo hecho de manifestar su atipicidad femenina o masculina.

Se sabe por medio de una investigación de Leor Sapir, socio del Manhattan Institute, que la mayoría de las organizaciones a favor de terapias afirmativas de género para menores carecen de evidencia para justificar su posición y cada vez se alejan más del consenso. Lo mismo ocurre con la Sociedad Endocrina estadounidense que admitió que sus guías para las terapias afirmativas eran f Graduado en Derecho, Santiago de Chile.

“recomendaciones débiles” y su calidad de evidencia “muy baja”. Ya varios han sido los países que han retrocedido en sus políticas relativas al tema trans en menores de edad, como Suecia, Gran Bretaña y Finlandia.

Todo esto no lleva a desconocer la disforia de género, sino a tomarla lo suficientemente en serio para saber que no es algo que deba dejarse al posmodernismo, sino a las ciencias de la mente y la biología. No se trata de ser biologicistas ni imponer visiones determinadas del género, sino de todo lo contrario: reconocer que hay miles de formas de ser hombre y miles de formas de ser mujer, lo que no hay son miles de géneros, el sexo biológico es parte de la realidad objetiva. En palabras de Ayn Rand, puedes ignorar la realidad, pero no puedes negar las consecuencias de ignorarla.