Revista Azcapotzalco . Historia, Arte y Literatura. No. 2

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Primavera, 2021

Número 2

REVISTA

AZCAPOTZALCO Historia

Arte

Literatura

ARQUEOLOGiA


Esta revista está realizada con el apoyo de la Alcaldía Azcapotzalco y de su titular el Doctor Vidal Llerenas Morales Revista Azcapotzalco. Historia, Arte y Literatura Número 2 / Arqueología / Primavera 2021 Coordinación General

Alcaldía Azcapotzalco

Editorial Sello Grulla Fernanda Alva Ruiz- Cabañas

Vidal Llerenas Morales Alcalde de Azcapotzalco

Coordinadores de este número

José Luis Hernández Romero Director General de Desarrollo Social y Bienestar

Julio Arellano Velázquez Piedad Melgarejo Torres

Piedad Melgarejo Torres Directora de Derechos Culturales, Recreativos y Educativos

Edición de este número

Consejo editorial

María José Esteva Editora

Dr. Alejandro Julián Andrade Campos, Mtra. Juana Cecilia Ángeles Cañedo, Dra. Clementina Battcock, Dra. Julie Anne Boudreau, Arqlgo. Luis Córdoba Barradas, Dr. José Antonio González Gomez, Dr. Daniel de Lira Luna, Mtra. Gabriela Olmos Rosas, Dra. Ramona Pérez Bertruy, Dra. Teresita Quiroz Ávila, Dr. Mario Rufer, Dr. Arturo Talavera González.

Nestor Chilapa Rivas Jefe de Redacción Dalia Pérez Buendía Diseñadora Coordinación artística Claudia Perulles Coordinadora Brenda Hinojosa Ilustración

Agradecimientos Sergio Anzaldo Baeza; Yuri Alejandro Meza Gómez, JUD de Centros Culturales, Cultura Comunitaria, Servicios Educativos y Bibliotecas / Arquitectos del predio de Tízoc No. 5 / Salvamento Arqueológico del INAH. Reservados todos los derechos y prohibida la reproducción total y/o parcial sin autorización por escrito de sus autores. Archivo Barlow. Sala de Archivos y Colecciones Especiales, Dirección de Bibliotecas, de la Universidad de las Américas Puebla. Colección Howard P. Lovecraft. Repositorio digital Brow. Biblioteca de la Universidad de Brown. CC BY-NC-ND 4.0 D.R. Fototeca Nacional y Mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. D. R. © “Mapoteca Orozco y Berra” administrada por el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera. Museo Arqueológico de Azcapotzalco, Alcaldía de Azcapotzalco. Salvamento Arqueológico del INAH •Proyecto de Salvamento Arqueológico Ahuacatitla. •Proyecto de Salvamento Arqueológico Tizoc No. 5 D.R. ©Editorial Sello Grulla ISSN en trámite

Imagen de portada Sello del posclásico tardío Proyecto de Salvamento Arqueológico Tízoc No. 5. Fotografía: Arqlgo. Arturo Madrid Contacto: revistaazcapotzalco@gmail.com


Carta editorial

por Dr. Vidal Llerenas

La publicación digital del segundo número de la Revista Azcapotzalco: Historia, Arte y Literatura, dedicada a la Arqueología, es un esfuerzo por continuar difundiendo el vasto patrimonio histórico de la Alcaldía, que es visible en los edificios o monumentos y que, además, está presente de manera oculta bajo el suelo de la demarcación. Aunque en los Anales de Tlatelolco se menciona que la fundación de Azcapotzalco ocurrió en el siglo XII, las excavaciones arqueológicas han mostrado que este territorio supera los 2,000 años de ocupación humana. Durante el siglo XXI ha habido una intensa actividad arqueológica en Azcapotzalco, la cual representa el principal motor para la creación de este número y la continuación de trabajos como el de la página web Azcapotzalco. Herencia viva. Un ejemplo significativo de esa actividad, abordada en este número, son los hallazgos de Tízoc No. 5, que fueron encabezados por la arqueóloga Alejandra González y sus colegas Arturo Madrid y Argelia Ramírez. Los trabajos han suscitado un gran interés entre profesionales y amateurs, debido a la rareza y la complejidad de los restos encontrados, los cuales parecen indicar la existencia de un taller de sellos en el corazón del hormiguero. Este equipo de trabajo forma parte de la Dirección de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, órgano encargado de rescatar y preservar el patrimonio arqueológico en nuestro país. Tal y como se puede leer en el artículo del Dr. Arturo Talavera, el primer paso que se debe seguir ante los resultados de una investigación arqueológica es obtener información de las excavaciones que permita conocer las características físicas y culturales de las poblaciones humanas del pasado. El análisis de los restos materiales puede ser variado y muy especializado, lo que hace de la tecnología una de las grandes aliadas de la arqueología. Todo ese trabajo científico sería poco útil si no fuera difundido, de ahí la importancia de la divulgación que se concreta, por ejemplo, en la creación del Museo de Azcapotzalco, el cual muestra al público información sobre la conformación histórica, arqueológica y antropológica de la región; este proyecto contó con la significativa aportación del arqueólogo Luis Córdoba, quien en su artículo nos platica sobre la selección de las piezas y la generación de los contenidos que realizó en el museo. En este segundo número de la revista fue imprescindible incluir un texto que presentara, paso a paso, el complejo y minucioso trabajo de campo de los arqueólogos; el artículo del Dr. Salvador Pulido, uno de los aliados del proyecto, da cuenta de ello. En paralelo a la información de las excavaciones actuales, se presenta parte de la abundante historia de la arqueología de Azcapotzalco, debido a la importancia no solo de los hallazgos obtenidos, sino a las novedades técnicas o metodológicas que se implementaron aquí y que han sido utilizadas en el resto del país. El prólogo del Dr. Pedro Francisco Sánchez Nava, director de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, ofrece una aproximación sobre este tema para las personas que deseen conocer cómo, dónde y quiénes ha trabajado en el hormiguero. Por su parte, el arqueólogo Gilberto Pérez Rico aporta al tema datos duros y fuentes de consulta. La crónica es una de las fortalezas narrativas que provee de información sobre la historia de Azcapotzalco, por tal motivo, no podían faltar en la revista los trabajos de Ángeles González Gamio sobre su abuelo, Manuel Gamio, el precursor de la antropología moderna mexicana; el texto de Martina Rodríguez sobre Antonio Urdapilleta; y los trabajos que realiza Yolanda García Bustos sobre Don Octavio Romero y Don Álvaro Saldaña; todos ellos personajes clave en la arqueología y la vida cultural de la región. Por otro lado, los artículos de la Dra. Clementina Battcock y el historiador Julio Arellano ofrecen una mirada en torno a la vida y la obra de Robert H. Barlow. Este personaje realizó excavaciones en Tlatelolco y eligió por lugar de residencia a Azcapotzalco. El segundo número de La Revista Azcapotzalco: Historia, Arte y Literatura es una invitación a todas las personas interesadas en conocer acerca de la arqueología de Azcapotzalco, su historia y los procesos identitarios de uno de los sitios más antiguos de la Cuenca de México y, al mismo tiempo, también invita a las y los lectores a conocer las obras de jóvenes artistas y creadores de la localidad, quienes interesados en el tema lo muestran a través del arte urbano, la poesía y el cuento.


Tabla de contenido El Museo de Azcapotzalco: entre la arqueología, la historia y la identidad. Arqlgo. Luis Córdoba Barradas y Gabriela López Pérez

Carta editorial Dr. Vidal Llerenas Morales D O S I E R Azcapotzalco desde sus orígenes. Un recorrido arqueológico. Dr. Pedro Francisco Sánchez Nava

4

Excavando el hormiguero. Historia de la arqueología en Azcapotzalco. Arqlgo. Gilberto Pérez Rico

10

Arqueología de salvamento en la alcaldía Azcapotzalco. Un trabajo minucioso. Dr. Salvador Pulido Méndez

20

Dando voz a los antiguos pobladores. La 28 bioarqueología como herramienta de estudio en Azcapotzalco. Dr. Jorge Arturo Talavera González

34

La imprenta de Robert H. Barlow. La Casa de 40 Tlaloc en Azcapotzalco. Julio Arellano Reconstruyendo el imperio tepaneca. Un 48 panorama a través de la pluma de R. H. Barlow Dra. Clementina Battcock ¿Artesanos en el centro de Azcapotzalco? Nuevos hallazgos en Tízoc No. 5. Arqlga. Alejandra González López G A L E R Í A Ofrenda de sellos. Acercamiento a los procesos productivos. Arqlga. Alejandra González López

52

62


Técnicas de registro arqueológico. Estudio de caso en Tízoc No. 5. P. A. Argelia Ramírez

70

Del Príncipe Tlaltecatzin y Don Octavio Romero Yolanda García Bustos

86

Herencia viva. Cuando el pasado resurge. Mtra. María José Esteva

74

El gigante de San Martín Yolanda García Bustos

92

Los arqueólogos del hormiguero. Excavadores de la historia. Brenda Hinojosa

75

Muros y memoria histórica. Los Chachacha. Julio Arellano

94

79

A RT E Y L I T E R A T U R A Los Chachacha Los Chachacha

96

Manuel Gamio: semblanza y recuerdos de Azcapotzalco. Ángeles González Gamio

80

Mantos de otra era Edher Jacob Ángeles

98

Vasija de barro Anónimo

99

Un vecino chintololo Martina Rodríguez García

84

C R Ó N I C A El mamut de Talismán Redacción

Semblanzas

100

Una particularidad de los sellos localizados fue que varios se encontraron “en crudo”; es decir, que se realizaron, tuvieron errores y no fueron llevadas al horno o, en su defecto, fueron piezas que sí se cocinaron pero sufrieron errores. Lo interesante es que dejaron huella de su proceso productivo.


Azcapotzalco desde sus orígenes Un recorrido arqueológico

D O S I E R

por Dr. Pedro Francisco Sánchez Nava Coordinación Nacional de Arqueología-INAH

El crecimiento urbano no solo ha hecho posible el desarrollo de nuevas vías de comunicación, asentamientos humanos o centros comerciales, también ha contribuido tanto en la recuperación de información acerca de quienes habitaron la región tepaneca en el pasado, como en el rescate de vestigios de la fauna que ocupó la zona en épocas muy tempranas. Quiero comenzar el prólogo a este segundo número de la Revista Azcapotzalco señalando el papel del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en su carácter de organismo encargado de la recuperación, protección, investigación y divulgación del patrimonio arqueológico y paleontológico de nuestro país. La Coordinación Nacional de Arqueología, con el apoyo del Consejo de Arqueología, son las dependencias

encargadas de regular y normar todas las actividades relacionadas con la investigación, conservación y divulgación de los monumentos de carácter arqueológico que, por ministerio de ley, son patrimonio de la nación. Para un correcto y eficaz manejo, registro y protección del patrimonio tangible, la Coordinación Nacional de Arqueología se conforma por cuatro direcciones: la de Estudios Arqueológicos, la de Planeación, Evaluación y Coordinación de Proyectos,

Tranvía recorriendo las calles de Azcapotzalco en la década de 1970. Ese tipo de transporte ya no circula por la ciudad. 4 | Revista Azcapotzalco

la de Operación de Sitios, y la de Salvamento Arqueológico, siendo esta última la encargada de estudiar y valorar las obras a construirse, el espacio de edificación, el tipo de obra y el tiempo de su realización. Si bien el trabajo realizado en Salvamento Arqueológico sigue los mismos parámetros de la exploración arqueológica, el tiempo de respuesta debe ser menor, ya que éste está determinado por al área de afectación, así como por el cronograma de trabajo con respecto a la obra. En este sentido, la Dirección de Salvamento Arqueológico ha instrumentado estrategias de trabajo que le han permitido dar respuesta a los programas de desarrollo, como los realizados en la Ciudad de México y el área metropolitana, en donde el incremento poblacional es un factor relacionado con la demanda de espacio habitable en primera instancia y para actividades destinadas a la organización social, económica y política de sus habitantes, siendo este, precisamente


el caso que hoy nos ocupa, al referirnos a la zona de Azcapotzalco. Gracias a la gran labor realizada, además de arqueólogos, por historiadores, antropólogos físicos, lingüistas, cronistas, geógrafos, etc., se ha podido ir reconstruyendo e hilando el conocimiento de este territorio. Sabemos ahora que no solo Azcapotzalco, sino la Cuenca de México fue el hábitat idóneo para diversas especies. Con una gran presencia de cuerpos lacustres, aprovecharon el ecosistema y habitaron tanto en las orillas como en los propios lagos, tal es el caso de los mamuts; los mastodontes (de la familia de los proboscídeos); camélidos como las llamas, alpacas y dromedarios; caballos, bisontes, armadillos gigantes, megaterios, tigres colmillos de sable, venados, conejos; así como distintos peces, aves acuáticas y comunidades comestibles, como el acocil (pequeño crustáceo), el axayácatl (insecto lacustre), o el ahuautle (hueva de este insecto), entre otras. El fechamiento de Azcapotzalco se estima entre 16 y 20 mil años de antigüedad, de acuerdo con los trabajos de Federico Mooser y Margarita Carballal realizados en la estación Tezozómoc, ubicándolo dentro del período del Pleistoceno Tardío. Los trabajos de salvamento y rescate arqueológico se enfocan en dicho periodo, registrando y recuperando no solo vestigios prehispánicos, sino, además, de fauna prehistórica (Arroyo y Aguilar; 2015). Ejemplo de lo anterior es el caso de los trabajos realizados a propósito

Mural de Mr. Ego Bizarre donde el Metro recuerda a “la serpiente emplumada”.

AZCAPOTZALCO ES UNA DE LAS LOCALIDADES MÁS ANTIGUAS DEL CENTRO DE MÉXICO, SU OCUPACIÓN SE REMONTA A ÉPOCAS MUY TEMPRANAS, ES POSEEDORA DE GRAN RIQUEZA HISTÓRICA.

de la construcción del Sistema de Transporte Colectivo Metro (SCT), en este caso el acompañamiento de salvamento arqueológico, a través de investigaciones, permitió el registro de fauna pleistocénica en diversas estaciones. Los primeros hallazgos paleontológicos en la construcción del Metro se registraron en los talleres ubicados en Ticomán y en la construcción de la línea 4 del Metro. Sin embargo, aquellos no son los únicos, otros hallazgos importates se han producido dentro de la periferia de Azcapotzalco. Durante la construcción de toda la línea 6 del STC,

pricipalmente en las estaciones el Rosario, Tezozómoc y Azcapotzalco, se registraron los restos correspondientes a doce esqueletos de mamut, cuya antigüedad se estima en 28 000 años, de los cuales, destacan ocho ejemplares por su buen estado de conservación. Un dato destacable es que dichos descubrimientos se produjeron a una profundidad de entre 5 y 7 metros (Arroyo y Aguilar; 2015). Es de notar que la mayoría de los hallazgos en la Ciudad de México han sido resultado de trabajos en obras civiles, por lo que no sorprende que se registraran hallazgos aislados y restos de otras especies en estaciones como El Rosario y Tezozómoc. De estos trabajos se desprenden registros de al menos 12 ejemplares de mamut colombino (ocho semicompletos y fragmentos de otros cuatro). También se halló la mandíbula inferior de un caballo, Revista Azcapotzalco | 5


Plano topográfico del Distrito Federal formado por Antonio Linares, 1902.

recuperada en la estación Tezozómoc, así como restos óseos de un bisonte americano en la estación Azcapotzalco (Lam, 2015). La convergencia de estos animales es indicador de la presencia de un pastizal o sabana en los alrededores de la ribera del lago de Texcoco, cuyas condiciones favorables permitirían la supervivencia de estas especies, así como la de otros grandes herbívoros y carnívoros, registrados dentro de la Cuenca de México. Tratándose de una región tan rica en recursos, la Cuenca de México ha sido ocupada, además, por diversos grupos humanos. Del año 1000 al año 1250, el territorio era disputado por grupos sedentarios (de origen Tolteca) y cazadores nómadas o seminómadas (conocidos comúnmente como Chichimecas). Entre estos últimos se encontraban los Tepanecas, que, de acuerdo con las crónicas y códices, eran liderados por Acolhua, quien a su llegada a la Cuenca se encontró con dos importantes centros de poder que 6 | Revista Azcapotzalco

controlaban la región: por una parte, la Ciudad de Culhuacán, heredera del legado Tolteca; y por otra la Ciudad de Tenayuca, fundada por los chichimecas de Xólotl. Acolhua se presenta ante Xólotl y le solicita tierras para asentarse, este se las concede y, con el fin de ampliar su influencia, lo casa con su hija Cuetlaxóchitl. Juntos erigen Azcapotzalco que a partir de entonces se establece como la capital del pueblo tepaneca (Castañeda, 2015). De acuerdo con el códice Xólotl, en el siglo XIV llega a la Cuenca de México un grupo más, el último. Este nuevo grupo, el llamado mexica se presenta ante Acolhua y éste les concede territorio para asentarse, sin embargo, el espacio en cuestión sería un islote en medio del lago de Texcoco, el que los habitantes de Azcapotzalco utilizaban para la pesca y la extracción de sal (Castañeda, 2015). Este importante proceso social, así como muchos otros, quedarían registrados dentro de la zona no solo en los códices que ahora conocemos e interpretamos, sino, además, en los vestigios arqueológicos recuperados en el territorio, mismos que han permitido la justificación de los documentos históricos. La fase más antigua registrada para ubicar asentamientos humanos en Azcapotzalco corresponde al período Preclásico, dentro de la fase Zacatenco (800 a.n.e. al 400 n.e), registrado como parte de los trabajos arqueológicos realizados para la construcción de la línea 7 del STC, dentro del barrio de San


Miguel Amantla al sur-poniente de Azcapotzalco. Este espacio se caracterizaba por ser una planicie aluvial conformada por la degradación de arcillas y arenas acumuladas durante las crecidas de los ríos. Sin embargo, gracias a diversas intervenciones arqueológicas en predios de la zona, se ha logrado ampliar la información de dicho barrio, ahora se sabe que este lugar alcanzó un gran desarrollo como un sitio productor de cerámica dentro de la fase Ticomán (400 a.n.e – 1 n.e), y presentando además ocupaciones para el período clásico. San Miguel Amantla constituye un referente para la arqueología mexicana, pues en este sitio el ilustre Manuel Gamio llevó a cabo, entre 1911 y 1912, las primeras exploraciones utilizando el método científico de control estratigráfico, buscando establecer la secuencia cultural de la Cuenca de México. Este método sigue siendo vigente para las excavaciones arqueológicas. Otra exploración en el pueblo de San Miguel Amantla fue realizada por Gerardo Cepeda en 1976, quien da cuenta de un conjunto habitacional cuya distribución corresponde con la forma típicamente teotihuacana: conformado por un patio y varios cuartos en su entorno, con pisos recubiertos de estuco. A esta construcción se le denominó palacio Tlalpizac debido al nombre en el dintel de la iglesia; asimismo se han realizado estudios en los barrios de Santiago Ahuizotla y Santa Lucía Tomatlán cuyos resultados han permitido complementar la

información que confirman su caracterización como un sitio teotihuacaEL TERRITORIO POBLADO QUE EN no del período Clásico (Lam, 2015). LA ACTUALIDAD SE CONOCE COMO En cuanto a otros asentamienAZCAPOTZALCO CORRESPONDIÓ A tos teotihuacanos en la zona, se LA PARTE NORPONIENTE DE LA pudo determinar otro muy imporRIBERA DEL LAGO DE TEXCOCO Y tante al interior de la Ex Refinería 18 SUS MÁRGENES. de marzo (a 30 m del asentamiento conocido como Van Beuren), el cual abarcaba las fases Xolalpan y Metepec (450 – 750 n.e.). Estos resultados confirman la teoría de que tanto este hallazgo como los de los sitios Van Beuren, Teopanixpa y la Escuadra, formaron parte del mismo sitio teotihuacano, el cual, por la extensión territorial, nos habla de una gran concentración poblacional, así como de una destacable similitud con Teotihuacan en cuanto a estilos arquitectónicos y uso de materiales, poniendo de relieve su gran importancia dentro de la Cuenca de México (Córdoba, 2015).

Pieza encontrada en una excavación realizada en la zona y actualmente exhibida en el museo. Revista Azcapotzalco | 7


HALLAZGOS PALEONTOLÓGICOS: UN EJEMPLAR DE MAMUT BIEN CONSERVADO DE LA ESPECIE ARCHIDISKDON IMPERATOR ESTÁ EXHIBIDO EN LA ESTACIÓN DE METRO TALISMÁN.

Pieza encontrada en una excavación realizada en la zona y actualmente exhibida en el museo.

Los datos que se tienen de Azcapotzalco, así como de los sitios circunvecinos, han permitido, entre muchas cosas, la identificación de áreas de especialización productiva, recuperación de evidencias de relaciones comerciales entre Azcapotzalco con otros sitios, así como la recuperación de una importante cantidad de contextos líticos, cerámicos y osteológicos. Tales datos no solo han aportado información relacionada con las áreas de producción de la zona, sino también nos hablan del aprovechamiento de las especies locales, tanto vegetales como animales, a través del análisis de materiales como olotes, semillas, huesos de cánidos, pato, guajolote, perico, tortuga, pecarí y venado. (Córdoba, 2007). A su vez, aportan información sobre costumbres e influencias de otros importantes centros de poder, como es el caso de Teotihuacan. Cabe destacar que, pese a que las actividades dentro de las investigaciones de salvamentos y rescates arqueológicos se realizan en tiempos y espacios muy acotados, son muchos los datos que aportan y que permiten la integración de nuevos conocimientos de las diversas regiones de nuestro país, como es el caso de Azcapotzalco.Es fundamental la divulgación de los conocimientos generados que, a través de los diversos foros académicos, publicaciones especializadas y de divulgación, así como conferencias y ponencias, realizan los investigadores y especialistas que participan en los 8| Revista Azcapotzalco

diversos proyectos y los trabajos realizados en campo y gabinete. En este esfuerzo participan de forma comprometida las autoridades de la Alcaldía, impulsando exposiciones, museos y publicaciones, además del apoyo que brindan a las labores arqueológicas. Un reconocimiento a mis colegas por su comprometida labor que ni la actual pandemia por la que atravesamos ha detenido. Sigue siendo vigente lo expresado por Manuel Gamio en su primera publicación Restos de la Cultura Tepaneca (1909): El pueblo así denominado, resistente y viril, dotado de gran mentalidad y de asombrosa adaptación al medio, recibió del progresista Acolhua sabias enseñanzas que al poco tiempo lo elevaron a la categoría de rival de aquella [Tenayuca], tanto por la respetabilidad de sus instituciones militares, como por el inusitado incremento que alcanzaron en él, la industria, el comercio y otras ramas o factores del progreso humano…. Azcapotzalco y su riqueza cultural, nos seguirán sorprendiendo.


Nombre del Proyecto Salvamento Arqueológico en Camino del Recreo no. 143 Salvamento Arqueológico en Av. Azcapotzalco no. 402 Salvamento Arqueológico en Ahuacatitla no. 62 Salvamento Arqueológico en Santa Apolonia no. 15 Salvamento Arqueológico en Av. Azcapotzalco no. 49 Salvamento Arqueológico en General Francisco Villa no. 38 Salvamento Arqueológico en Belisario Domínguez Sur no. 116 Salvamento Arqueológico en Plumbago no. 78 Salvamento Arqueológico en Polo Norte no. 35 Salvamento Arqueológico en Av. Azcapotzalco no. 186 Salvamento Arqueológico en Av. Azcapotzalco no. 398 Salvamento Arqueológico en Calle Jerusalem s/n Salvamento Arqueológico en Av. Azcapotzalco no. 166 Salvamento Arqueológico en Zaragoza no. 58 Salvamento Arqueológico en Av. Azcapotzalco s/n Salvamento Arqueológico en Tizoc no. 5 Salvamento Arqueológico en Aquiles Serdán no. 673

Año

Responsable

2016

Luis Córdoba Barradas

2017

Pamela Reza Martínez

2017

Tehua Osnaya Rodríguez

2017

Wendy P. Osorio Cemé

2018

María Teresa Montes y Francisco Delgado Meza

2018

Nancy G. Domínguez Rosas

2018

Gonzalo Emilio Díaz Pérez

2018

Francisco Delgado Meza

2018

Geiser G. Martín Medina

2018

Karen López Beltrán

2019

Isaac Ramírez Rizo

2020

Nancy G. Domínguez Rosas

2020

Tanya Desireé Cariño Anaya

2020

Jimena Rivera Escamilla

2019

Rosa María González Aguilar

2020

Pilar Alejandra González López

2020

Isaac Aquino Toledo

Referencias

Arroyo-Cabrales, J. y Aguilar, F., (2015). “La fauna del Pleistoceno en Azcapotzalco. Evidencias y reflexión”, en Arqueología Mexicana, núm. 136, pp. 30-33. Castañeda de la Paz, M., (2015). “Azcapotzalco, Tenochtitlan y Tlacopan. Tres siglos de encuentros y desencuentros”, en Arqueología Mexicana, núm. 136, pp. 65-71. Córdoba Barradas, L. (2007) “La región noroeste durante el Posclásico. De Azcapotzalco a Zumpango”. En López Wario, L. (coord.), Veinte años de arqueología de salvamento en la ciudad de México y su área metropolitana, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México: 137-144. Córdoba Barradas, L., (2015). “Los barrios tepanecas y mexicas en Azcapotzalco a partir de los trabajos de salvamento”, en Arqueología Mexicana, núm. 136, pp. 46-49. Gamio, M. (1909), “Restos de la cultura tepaneca”, en Anales del Museo de Arqueología, Historia y Etnología. Núm. 15, Tomo I (1909) Tercera Época (1909-1915). Lam García, S. (2015) “Salvamentos arqueológicos en Azcapotzalco”, en $UTXHRORJtD 0H[LFDQD núm. 136, pp. 38-45. Revista Azcapotzalco | 9


Excavando el hormiguero

Historia de la arqueología en Azcapotzalco

D O S I E R

por Arqlgo. Gilberto Pérez Rico

Durante el siglo XX, diversos investigadores realizaron importantes investigaciones arqueológicas en Azcapotzalco, a partir de las cuales se obtuvo información relevante para el conocimiento del pasado prehispánico de la antigua cabecera prehispánica o Huey Altépetl de los tepanecas.

Las primeras investigaciones arqueológicas en Azcapotzalco datan del año 1909; fueron realizadas por el joven arqueólogo Manuel Gamio, quien había realizado estudios de arqueología en el Museo Nacional desde 1906. Él recorre el área desde Tacuba hasta el pueblo de San Bartolo Naucalpan en busca de los vestigios de la cultura tepaneca; descubre en su andar los restos del montículo de Sanctorum (que identifica como los restos del Templo Mayor de Tlacopan) y realiza excavaciones en el montículo de El Conde, un antiguo tecpan tepaneca ubicado cerca del río Hondo (Gamio, 1909a: 235-253).

GAMIO PRETENDÍA DEFINIR LA SECUENCIA CULTURAL Y ANTIGÜEDAD DE LOS GRUPOS QUE HABITARON SAN MIGUEL AMANTLA, MEDIANTE LA IDENTIFICACIÓN DE SUS TIPOS CERÁMICOS.

Gamio realiza varias exploraciones en lugares como Clavería, Tacuba, Popotla, San Joaquín, San Juanico, Sanctorum; en los barrios de San Miguel Amantla, Los Reyes Izquitlan, San Bernabé Aculnáhuac, San Martin Xochináhuac, Santa Apolonia Texcolco, en San Juan Tlilhuacan y en Azcapotzalco. Su objetivo era conocer la extensión territorial ocupada por la cultura tepaneca y definir el área que

ocuparon las aguas del antiguo lago en la época prehispánica. En sus recorridos recolecta y estudia diversos artefactos como figurillas, herramientas de piedra, malacates y restos óseos que identifica como pertenecientes a la época de los toltecas, unos, y otros al momento del surgimiento y apogeo del imperio tepaneca, con Acolhua y Tezozómoc hasta su caída con Maxtla en el año de 1428. Además, señala la existencia de caseríos chichimecas en Azcapotzalco desde antes de que Xolotl señor de Tenayuca le entregara Azcapotzalco a los tepanecas de Acolhua (Gamio, 1909a).

En las inmediaciones de San Miguel Amantla, lugar de las primeras excavaciones de Manuel Gamio, se ubicó lo que se conoce como el Palacio de Tlalpizac. 10 | Revista Azcapotzalco


Don Manuel Gamio realiza también excavaciones en el montículo arqueológico del barrio de Santa Lucía Tomatlán, en donde localiza una antigua estructura habitacional construida con adobes. Durante sus exploraciones recupera varios braseros teotihuacanos del tipo denominado esqueyomorfo o tipo Teatro; también recupera fragmentos de cerámica de filiación azteca (Gamio, 1979: 186-200). Después de graduarse con una maestría en Arqueología y Antropología en la Universidad de Columbia, en New York, regresa al Museo Nacional donde es nombrado profesor de Arqueología. En 1911 es comisionado por el Dr. Franz Boas, director de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnografía Americana, para realizar nuevas excavaciones en San Miguel Amantla, las cuales son consideradas las primeras excavaciones científicas utilizando el método estratigráfico en México. Siguiendo la hipótesis de que en una secuencia estratigráfica, los artefactos encontrados a una mayor profundidad son más antiguos que los encontrados a menor profundidad, Gamio realiza la excavación de los primeros estratos, o capas superiores (capas 1 y 2), donde recupera materiales que denomina Tipo cerámico I o Tipo Azteca o del Valle. En los estratos medios (capas 3 y 4) encuentra cerámicas y figurillas del Tipo II, o Tipo de Teotihuacán; al llegar a los estratos más antiguos (capas 14 a la 17) encuentra cerámica y figurillas que denomina del Tipo III, también llamadas Tipo de Los Cerros, como las habría denominado Franz Boas (Gamio, 1909b: 35-46).

Los muchos ejemplares de este tipo de incensarios que se han encontrado en la zona permiten suponer la presencia teotihuacana en Azcapotzalco.

Gamio realizó nuevas excavaciones en 1918 en el atrio de la Parroquia de Azcapotzalco, donde localizó un piso de estuco a los 2.25 m de profundidad; entre los 2.50 a 3.75 m encuentra el nivel freático. Entre los materiales

recuperados en su excavación identifica cerámica del tipo azteca y otras que pensó eran teotihuacanas mezcladas (García, 1981: p.9). Poco después, entre los años de 1919 y 1922, Alfred M. Tozzer excava Revista Azcapotzalco | 11


un sitio con un montículo arqueológico al que se le denominaba localmente como La Loma Coyotlatelco; estaba ubicado entre las calles de Ahuizotla y La Naranja en el barrio de Santiago Ahuizotla. En este sitio identifica el asentamiento de una cultura desconocida, anterior a los toltecas y posterior a la caída de Teotihuacán; de este lugar tomaría su nombre el tipo de la cerámica y la cultura que habitó la región durante el período epiclásico (750-900 n.e.), la denominada Cultura de la Loma Coyotlatelco (Tozzer, 1921). Por esa época, el profesor de arqueología del Museo Nacional, Lic. Ramón Mena Isassi, retoma el estudio de la cultura tepaneca, publica en 1920 la obra Un gran descubrimiento arqueológico: los tepaneca en el Valle de México basada en los descubrimientos y exploraciones en Azcapotzalco realizados por su amigo el coleccionista y minerólogo William Niven, un explorador aficionado que había logrado una extensa colección de piezas arqueológicas junto con otras más recientes, evidentemente realizadas por artesanos de Azcapotzalco. Sus estudios proponían un supuesto “horizonte tepaneca” que ligaba a la cultura Arcaica con la teotihuacana. Ubicaba este horizonte entre los años 100 a.n.e. y hasta el 600 n.e. durante el florecimiento de Teotihuacán (Mena, 1920). Mena también proponía la idea difusionista sobre el origen de las culturas prehispánicas en el lejano oriente, señalando la existencia en Azcapotzalco de figurillas de un evidente “tipo antropomórfico mongol”, con características estilísticas de una 12 | Revista Azcapotzalco

antigua dinastía de China (Mena y Castillo, 1922 como aparecen citados en Rutch, 2001: 81-118). Sin embargo, sus propuestas fueron poco aceptadas y ampliamente refutadas por las investigaciones realizadas con anterioridad por don Manuel Gamio en Azcapotzalco (Gamio, 1920: 253-256). Para 1934, George Clapp Vaillant y su esposa Susannah Vaillant, excavan en Santiago Ahuizotla, en los predios denominados El Corral I y II; en El Corral I encuentran cerámica que denominan Tipo Teotihuacán III, y en El Corral II, recuperan cerámica que nombran como Tipo Teotihuacán IV (Vaillant, 1980). También encontraron evidencia de una ocupación del Formativo y otra teotihuacana, con una ausencia de material Coyotlatelco. Vaillant propone entonces una secuencia cultural TRAS SUS EXCAVACIONES, LA ARQ. LAURETTE SÉJOURNÉ PROPONE QUE SANTIAGO AHUIZOTLA FUE UN SUBURBIO HABITADO POR UNA POBLACIÓN MODESTA DE ARTESANOS.

ocupacional de varias fases para el sitio Amantla-Ahuizotla y sugiere que este continuó habitado después de abandonarse la ciudad de Teotihuacán, durante las Fases Teotihuacán IV y Teotihuacán V (Vaillant, 1980; García, 1981: 9-11). La Arqlga.Laurette Séjourné fue quien entre los años de 1956-1957 realizó la exploración de dos pozos en Santiago Ahuizotla, donde encuentra cerámica y figuritas teotihuacanas del tipo Teotihuacán I, II y III; ella propone que el sitio fue un suburbio habitado por una población modesta de artesanos, sin intervención directa

en los rituales, que eran reservados a las altas élites; señala la poca presencia de cerámicas Anaranjado delgado en su excavación, pero la existencia de una gran abundancia de vasijas de soporte anular de cerámica local; también le resulta escasa la cerámica de los tipos Coyotlatelco, Mazapa y Azteca. Ella concluye que las figurillas denominadas por Vaillant como Teotihuacán IV o V no existen, ya que las encontradas por ella son contemporáneas al tipo temprano de Teotihuacán III; señala también que el sitio Ahuizotla fue contemporáneo con Teotihuacán en todas sus fases y que no existen evidencias de ocupación teotihuacana tras el abandono (Séjourné, 1956-1957, 33.35). Por estas mismas fechas, la arqueóloga Florencia Jacobs Müller lleva a cabo el estudio de una colección de materiales cerámicos arqueológicos de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americana y de otros recolectados por ella en los barrios de Santa Lucía, en Santiago Ahuizotla, en la Parroquia de Azcapotzalco, en San Rafael, Santa Cecilia y San Felipe, en Tlalnepantla, cerca de Tenayuca. En su análisis del material de Azcapotzalco identifica cerámicas pertenecientes a los horizontes Formativo, Clásico (Teotihuacán IV), el que denomina de las Culturas locales y el Mixteca-puebla. Para Müller, la cerámica Teotihuacán IV se caracteriza por figuras e incensarios hechos en molde; en esta época aparece la cerámica Coyotlatelco, con decoración en rojo sobre café, con motivos similares a los de la última etapa de ocupación teotihuacana (Teotihuacán IV); estas se enlazan con las Culturas Locales e indican relaciones con Tula, Culhuacán


EL PALACIO DE TLALPITZAC, DESPUÉS DE SU EXPLORACIÓN, FUE SEPULTADO NUEVAMENTE CON EL FIN DE PROTEGERLO.

y Cholula. Las cerámicas Azteca II pertenecerían al grupo que aparece en Tula y Tenayuca; por otro lado, la cerámica del horizonte Mixteca Puebla es similar a la encontrada en todo el valle de México (Muller, 1956-1957: 25-32). Es hasta 1976, que Gerardo Cepeda Cárdenas, realiza excavaciones en el Centro de San Miguel Amantla, entre las calles de Morelos y el Fresno, en un predio denominado Teopanixpa; lugar donde localiza un conjunto habitacional teotihuacano con un patio y varios cuartos con pisos de estuco y apisonados (Cepeda, sf: 403, como aparece citado en García, 1981). Se le denominó El Palacio, o Tecpan de Tlalpitzac, (antiguo nombre del barrio de San Miguel Amantla Tlalpitzac), el cual, después de su exploración, fue sepultado nuevamente con el fin de protegerlo. Desde la década de los sesenta, los arqueólogos William T. Sanders, Jeffrey R. Parsons, Robert Santley y otros investigadores, realizaron un extenso estudio sistemático de arqueología regional en toda la Cuenca y valle de México; mediante recorridos de superficie, ubicaron diversos sitios arqueológicos y definieron su patrón de asentamiento. En 1979 llevaron a cabo el estudio de la región de Tacuba, plantean que el sitio arqueológico del periodo Clásico de Azcapotzalco pudo ocupar una extensión de 200 hectáreas aproximadas; lo clasifican como un Gran

Centro Provincial que estaba bajo la influencia de Teotihuacán (Sanders, Parsons y Santley, 1979). Por estas fechas, el arqueólogo y arquitecto Eduardo Pareyón Moreno, vecino de Azcapotzalco, realizó diversos trabajos de investigación en sitios como el Cerro del Tepalcate en Naucalpan; en Quiotepec, Oaxaca; en la Zona Maya; en Uruapan, Michoacán; en Huexotla, Texcoco; en Tlapacoya. Entre 1961-1962 realiza la reconstrucción de la 6ª etapa de la Pirámide de Tenayuca; en 1964 realiza la exploración y reconstrucción del teocalli de Santa Cecilia Acatitla en Tlalnepantla, con el apoyo de Angelina Macías. Los

materiales arqueológicos de sus investigaciones incluyen materiales procedentes de San Miguel Amantla y Santiago Ahuizotla en Azcapotzalco, forman hoy la Colección Arqueológica Eduardo Pareyón Moreno, en custodia de la Coordinación Nacional de Restauración, Conservación, Museografía y Escuela Manuel del Castillo Negrete, del INAH (López, Pérez, Frías y López, 1995). Ya en la década de los ochenta, la entonces Subdirección de Salvamento Arqueológico del INAH, realiza investigaciones en Azcapotzalco con motivo de la construcción de la Línea 6 del Metro, El Rosario-Martín Carrera, y de

Dibujo de Manuel Gamio del corte estratigráfico que realizó en las excavaciones de Amantla, 1913. Revista Azcapotzalco | 13


Publicaciones

~c: Arquc:olagla

de la ~scllela Internacional

y ftnologla

Americanas,

19 1 1-12.

Lámina 65.

AHORA SE SABE QUE AZCAPOTZALCO SE LOCALIZABA A LA ORILLA EN LA RIVERA NORPONIENTE DEL ANTIGUO LAGO DE TEXCOCO, CON UNA PARTE EN EL AGUA Y OTRA EN TIERRA FIRME.

la Línea 7, El Rosario-Barranca del Muerto; los hallazgos permitieron a los investigadores definir que Azcapotzalco se localizaba a la orilla en la rivera norponiente del antiguo lago de Texcoco, con una parte en el agua y otra en tierra firme; y que durante el Pleistoceno tardío (+10, 000 años a.n.e.) existió un ambiente de pastizal o sabana que permitió la existencia en la región de diversas especies animales como los antiguos proboscídeos de la especie Mammuthus Dibujo de Adolfo Best de una cerámica encontrada en San Miguel Amantla. columbi y antiguos caballos Equus s.p. Los restos óseos de estos animales fueron reportados y recuperados De 1986-1988 destacan los tradurante estas obras de construcción: en Tezozómoc cinco osamentas de bajos de salvamento realizados por Mammuthus columbi reportadas, recuperándose una; además de costilla y Raúl García Chávez en el Predio Van mandíbula de Equus; en Azcapotzalco (defensas), en Ferrocarriles Nacionales Beuren, o Rancho Las Trancas, donde esquina con Calzada Azcapotzalco-La Villa (vertebra); en Av. Aquiles Serdán y excava una extensa área habitacional Puente de Guerras, parte de la osamenta que hoy se exhibe en la estación de seis conjuntos con patios, plazas y Talismán; en Puente de Guerras cruce con Av. Parque Vía una osamenta de pasillos; nuevas excavaciones se realiMammuthus Columbi y costillas de Equus s.p.; y en Parque Vía y Puente de zaron en 2002 en este sitio, encontrando Guerras (Arroyo y Aguilar, 2015: 30-33). entierros humanos, ofrendas, diversas Estos grandes animales quedaron atascados en el fango de la orilla del herramientas y artefactos de piedra, antiguo lago (Carballal, Chávez, et al, 1997: 182-183); se extinguieron hueso y cerámicas, que indicaban que debido a los densos cambios climáticos y a la presencia de grupos humanos el sitio mantenía relaciones intercomerde cazadores recolectores que los cazaba. Esto último tal como lo indican las ciales con otros sitios teotihuacanos de grandes trampas excavadas en el suelo, localizadas en Tultitlan por el Dr. Luis la región (García Chávez, 1991). Córdoba Barradas en fechas recientes (INAH, 2019). Por su importancia, la unidad habiEn 1981, Román Chávez Torres lleva a cabo investigaciones en el barrio de tacional teotihuacana de San Miguel San Marcos Izquitlán Tezcacoac, en Coachilco; localiza un gran cementerio prehis- Amantla (U-51) fue objeto de estudios pánico con 324 entierros humanos de adultos e infantes del Posclásico tardío químicos por parte de Luis Barba, Raúl (1400-1521 n.e.); estaban en un recinto a manera de plaza con un pequeño adoraElizabeth Mejía y Mireya Martínez, Cer'mica del ValleGarcía, de México. ~. Miguel Amantla, F. torio y sepultados en bultos mortuorios de fibras de ixtle y algodón, acompañados conD. el objetivo de determinar las áreas de con ofrendas de copas pulqueras, cajetes, malacates, agujas de cobre y hueso, actividad y tipo de actividades realizadas objetos de conchas marinas y caracoles, besotes de obsidiana, incensarios, por los habitantes del lugar; estos estunavajillas de obsidiana, cuentas de piedra verde y cristal de roca; se recuperó dios incluyeron restos de pisos y evidentambién un punzón con un mango labrado en hueso y restos de textiles; esto indica cias materiales (Barba, García, Mejía y que la actividad de los habitantes del barrio era la producción textil (Chávez, 1992). Martínez, 1996-1999: 69-89). 14| Revista Azcapotzalco


García Chávez también realizó nuevas excavaciones en el Centro de Azcapotzalco en 1996, con motivo de su proyecto de investigación sobre los estados del Posclásico (García, 1996). Sus investigaciones en Azcapotzalco abarcan un extenso estudio de las ocupaciones prehispánicas y sus restos materiales encontrados en la región, que datan de los períodos Formativo, Clásico teotihuacano, Epiclásico Coyotlatelco, el Posclásico temprano (Mazapa-Azteca I) y el tardío (Azteca II, III y IV). Otro sitio en San Miguel Amantla fue excavado en 1987 por Luis Córdoba Barradas, Raúl García y Agustín O. Esquinca, quienes realiza-

ron un salvamento en el predio La Escuadra. Localizaron restos de un piso y un canal artificial de 84 m de largo para el uso agrícola, que se había reutilizado como basurero; de este canal recuperaron gran cantidad de materiales; los investigadores definieron que aquí se realizaba la extracción de arcillas y arena para fabricar figurillas y adobes, pues encontraron dos hornos circulares para la fabricación de cerámicas; también se logró la recuperación de diversos materiales vegetales y restos óseos de animales silvestres y domésticos para el consumo (Córdoba y García, 1990: 205-220). El estudio del material arqueo-

lógico procedente de San Miguel Amantla les permitió establecer que la ocupación del área inicia con una primera aldea de agricultores, cuyos habitantes realizaban la siembra de maíz, frijol y calabaza; practicaban la caza y la pesca en los lagos y el valle, actividad de la que obtenían venados, patos, aves diversas, ajolotes, acociles, etc. Además, criaban diversos animales domésticos, como perros y guajolotes para su manutención (García, 1991). Esta aldea data del Horizonte Preclásico o Formativo medio–tardío al terminal, para las fases Zacatenco (800- 400 a.n.e), Ticomán (400- 0

Maqueta de Teocalli (o basamento piramidal) en ruinas. Detrás de la reproducción, la foto de la Catedral de Azcapotzalco (debajo de ella se encontraron restos de construcciones prehispánicas). Revista Azcapotzalco | 15


Figuras del periodo clásico teotihuacano (150-650 y 700 d.c.) que representan diferentes fases arqueológicas; todas ellas recuperadas en San Miguel Amantla.

a.n.e.) y Tzacualli, (1-150 n.e.). Los materiales cerámicos recuperados corresponden a vasijas de tipo doméstico y ceremonial, así como figurillas antropomorfas de arcilla elaboradas al pastillaje, navajas, puntas de obsidiana y huesos trabajados (García, 1991). Durante el período Clásico (100 a.n.e. a 650 n.e.), Azcapotzalco se cons-

tituyó como el Gran Centro Provincial teotihuacano (Sanders, Parson y Santley, 1979): ocupó el territorio de los barrios de San Miguel Amantla, Santiago Ahuizotla y Santa Lucía Tomatlán durante las fases Miccaotli, Tlamimilolpa, Xolalpan y Metepec; tras la caída de Teotihuacán, ya en el Epiclásico (700-900 n.e.), tuvo un asentamiento disperso de cultu-

ra Coyotlatelco asentada sobre las ruinas teotihuacanas (García, 1991). Trabajos arqueológicos realizados por Ma. Teresa Castillo Mangas, identificaron la continuación de la antigua aldea del Formativo y del asentamiento teotihuacano de San Miguel Amantla en la Ex Refinería de Azcapotzalco; ella localizó entierros con ofrendas y restos de muros, señaló que el auge del sitio ocurrió durante las fases Xolalpan y Metepec, y que fue contemporáneo a Teotihuacán (Castillo y García, 1990). Durante el Posclásico temprano en la fase Corral-Mazapa (900-1160 n.e.), existió en Azcapotzalco una importante ocupación tolteca. Los trabajos arqueológicos realizados en el Centro de Azcapotzalco por García Chávez en 1996 mostraron la existencia de materiales toltecas del tipo Mazapa Rojo sobre café con influencia cultural de Tula (Chávez, 1992: 9). De igual manera, las investigaciones rea-

Copas bicónicas tipo Texcoco negro y blanco fugitivo sobre rojo, Azteca III temprano (1400-1450 n.e.). 16| Revista Azcapotzalco

lizadas cerca del Parque El Zacatito, por Alfonso Araiza y Fernando Getino,


mostraron la existencia de una plataforma tepaneca de piedra y adobe sobre pisos toltecas (Araiza y Getino, s.f.), así como materiales toltecas de los tipos Joroba anaranjado, Proa crema y Macana Rojo sobre café, que nos ubicaría cronológicamente en la época final de los toltecas y la fundación de la primera cabecera de Azcapotzalco durante los gobiernos del Tlatoani Mattlacóatl y su esposa Azcuéitl (1152-1222 n.e.) y de sus sucesores Chiconquiauhtzin (1222-1248 n.e.) y Tezcapoctzin (1248- 1282 n.e.), durante las fases Azteca temprano I-II (1200-1300 n.e.), como refieren las fuentes históricas. Según Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, a la llegada del Chichimeca Tecuhtli Xólotl Tecuanitzin a Tenayuca, Azcapotzalco (o Izputzalco, que se nombrada así en honor a un caballero llamado Izputzal) es entregada como dote de la princesa Cuetlaxochitl, hija de Xólotl quien se une al caudillo tepaneca Acolhua Tecuhtli o Acolnahuacatzin; establecen su corte y gobierno en el hormiguero (entre 1283-1343 n.e.) y se funda

así la cabecera del señorío tepaneca. A partir de entonces Azcapotzalco alcanza su máximo esplendor como Huey Altépetl y cabecera del Imperio Tepaneca, regido bajo el nuevo mandato del Huey Tepaneca Tecuhtli el soberano Huehue Tezozomoctzin y su esposa Chalchiuhcozcatzin, sucesor e hijo de Acolhua, gobierna entre 1343 y 1427 n.e. Azcapotzalco enfrentó su caída durante el gobierno del usurpador Maxtla, señor de Coyoacán, en 1428, tras arrebatar el trono tepaneca a su legítimo heredero y soberano Quetzal Tayauhtzin y cometer diversos atropellos y ofensas contra otros pueblos. La ciudad fue destruida, sus principales gobernantes “pasados a cuchillo”, y sus tierras divididas y repartidas entre los conformantes de la Triple Alianza Excan Tlatoloyan: los soberanos Izcóatl de México Tenochtitlan, Nezahuacóyotl Acolmiztli de Tetzcoco y Totoquihuaztli de Tlacopan se unen contra Maxtla y lo derrotan; sujetan a Azcapotzalco al pago de tributos, y le imponen en escarnio un mercado de esclavos (cronológicamente ocurrirían

estos eventos en la fase Azteca II tardío: 1300-1400 n.e.). Entre 1428 y 1521 (durante las fases Azteca III-IV), Azcapotzalco contaba con 27 barrios prehispánicos, o calpultin, integrados por artesanos y agricultores, y repartidos entre dos parcialidades: una de tepanecas (15 barrios), Azcapotzalco Tepanecapan; y otra de mexitin o mexicanos (14 barrios), Azcapotzalco Mexicapan. Estas fueron establecidas después de la conquista militar por la Triple Alianza (Córdoba, 1997 y 2015: 46-49). Estos barrios estaban encabezados por un centro cívico ceremonial y dos tecpancalli, uno de mexicanos y otro de tepanecas; contaba además con plazas, palacios, templos a diversas deidades, un templo principal dedicado al dios Xocotl u Otomtecuhtli (dios del fuego y deidad principal de los tepanecas), un mercado principal y varios tianguis. Diversos caminos y calzadas conducían a los pueblos principales y barrios ubicados tanto al interior de la laguna como en tierra firme. Trabajos arqueoRevista Azcapotzalco | 17


lógicos realizados en el Atrio de la Parroquia de Azcapotzalco han mostrado la existencia del piso de estuco de la extensa plaza principal de Azcapotzalco, así como los restos del núcleo de adobes de su Templo Mayor, enterrado frente al templo cristiano (Córdoba, 2015); incluso el gran montículo aún se puede observar en calle Morelos y Av. Azcapotzalco, junto a Casa de Cultura, Biblioteca y convento y sobre la gran plataforma tepaneca del recinto ceremonial prehispánico se asienta la iglesia, el atrio y las capilla del Rosario y del Señor de la vida. Es importante de mencionar las extensas investigaciones etnohistóricas y arqueológicas realizadas por el Dr. Luis córdoba Barradas, sobre la organización de los antiguos barrios de las parcialidades de tepanecas y mexicanos en Azcapotzalco y sobre sus gobernantes indígenas (Córdoba, 2015). De igual manera, los muy importantes estudios documentales y etnohistóricos sobre Azcapotzalco del Dr. José Antonio González Gómez, quien con base en las fuentes históricas y datos arqueológicos y antropológicos ha podido documentar, interpretar y recuperar la historia del Azcapotzalco prehispánico y virreinal, así como la organización territorial, política y económica de las comunidades indígenas, sus actividades religiosas y mitología existente en la región durante los siglos XVI al XIX (González Gómez, 2004). También son muchas y diversas las investigaciones realizadas por distintos investigadores de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH en Azcapotzalco durante las últimas cuatro 18| Revista Azcapotzalco

décadas, como las de Santa Cruz Acayucan de 1982, en una tabacalera; las de Ortega y Vargas en Av. Azcapotzalco (200 metros de la parroquia) en un canal prehispánico o las de San Salvador Nextengo, cerca de Av. Centenario (Lam, 2015: 38-45); así como las de Alejandra Jasso, Antonio Zamora Venegas y Rocío Morales e Ibarra de 2012 en San Simón Pochtlan, cerca de Av. Aquiles Serdán, donde se localizó un insólito enterramiento de perros Dibujo de Manuel Gamio que señala las zonas de Azcapotzalco en donde más restos (INAH, 2014); o las de Ortega Torres tepanecas se han encontrado. Melisa Rocío en Av. Azcapotzalco 557 en 2011; las de Isaac Aquino y hasta la época moderna (González Toledo en Calzada San Isidro 2014 2020). (Archivo DSA-INAH); o las del Paseo de las Hormigas de 2019 con el hallazgo de una plataforma doméstica, de Nancy Domínguez y Jazmín Ortiz (INAH, Referencias 2020), por mencionar solo algunas. Alva I., (1981). Obras históricas. México: Los últimos trabajos arqueológiUNAM, IIH. cos, que cierran la segunda década Araiza, A. y Getino, F. (s/f). “Secuencia cultural del nuevo milenio, son los realizados del Posclásico temprano y tardío en Azcapotzalco, presencia tolteca y azteca temprano”. entre 2020 y 2021 por Rosa Ma. DSA-INAH, Archivo de la DSA, México. González y su equipo, en seguiArroyo J., Felisa J. y Aguilar, J., (2015). “La miento a las obras de renovación de fauna del Pleistoceno en Azcapotzalco. la infraestructura urbana de la Av. Evidencias y reflexión”, en Arqueología Mexicana x, No. 136 Azcapotzalco y Tacuba, Azcapotzalco, los cuales mostraron Noviembre-Diciembre de 2015, edit, Raíces, México, pp. 30-33. una extensa ocupación prehispánica en la zona del Centro Histórico, Barba, L., García, R., Mejía, E. y Martínez, M., (1996-1999), “Determinación de Áreas de que va desde el Epiclásico para la Actividad de un área habitacional del Clásico en fase Coyotlatelco-Corral (750-900 Azcapotzalco”, en Revista del Instituto de Investigaciones Antropológicas. , vol. 33, n.e.), pasando por una importante México: UNAM, pp.69-89. ocupación tolteca durante fase Carballal, M., Chávez, R., et. al. (1997), “Los Mazapa (900-1160/1200 n.e.) semateriales: restos óseos de la fauna pleistocéguida por el surgimiento, apogeo y nica. Región de los lagos centrales de la Cuenca de México”, en A propósito del declive de Azcapotzalco en las Cuaternario. Homenaje a Francisco González Rul, DSA, INAH, México, pp. 182-1 83. fases Azteca I/II, II, III y IV del Posclásico (1200-1521 n.e.), sin Castillo, T., Córdoba, L. y García, R., (1990). “Una aldea del Formativo en San Miguel dejar de mencionar la ocupación Amantla, Azcapotzalco D.F.” en A propósito del colonial de todo el período virreinal Formativo, DSA-INAH, México, pp. 59-71.


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Arqueología de salvamento en la alcaldía Azcapotzalco: Un trabajo minucioso

D O S I E R

por Dr. Salvador Pulido Méndez Director de Salvamento Arqueológico, INAH

La historia antigua de Ciudad de México, en ocasiones, presenta dificultades para develarse, sobre todo si consideramos su complejidad y las maneras de acceder a su aprendizaje. En el caso del periodo anterior a la conquista, una de las fuentes de conocimiento es la arqueología. Si bien en nuestro país tenemos una considerable cantidad de vestigios arqueológicos que esperan para ser estudiados, muchas veces estos se encuentran en situaciones difíciles, ya sea por sus ubicaciones remotas, ambientes extremos, o que se ubiquen en espacios urbanos. Para este último caso podríamos preguntar ¿cómo se lleva a cabo el estudio de la historia antigua en un marco donde los espacios son reducidos y, en general, de propiedad privada o pública? Tal es la situación de Ciudad de México y, con ella, de la alcaldía Azcapotzalco, en particular. El diseño de los proyectos de investigación arqueológica depende en buena medida de qué es lo que el investigador pretenda buscar, de la pregunta o preguntas que desee contestar; todas ellas provenientes de los conocimientos sobre los antecedentes históricos de la zona de investigación o de un tema científico en especial. Todas las investigaciones están obligadas a realizar un registro preciso de aquello que remueven, debido a 20 | Revista Azcapotzalco

que ineludiblemente cualquier intervención arqueológica implica la alteración de los contextos; así, uno de los aspectos fundamentales de la disciplina, condición sine qua non de la arqueología, es el registro claro, detallado y exacto de los vestigios localizados y de los datos que se les asocien. Esto permitirá a otros investigadores recrear los contextos de los hallazgos y los posibilitará a desarrollar sus propias conjeturas. Este requisito puede llevarse a cabo sin mayores complicaciones dentro de una zona arqueológica delimitada, donde se tiene la oportunidad de planificar las investigaciones arqueológicas con tiempos y fases propuestas por el investigador, pero, como decíamos, en el caso de ciudades como la de México,

Hallazgo en un predio de Ahuacatitla, en el Centro de Azcapotzalco.


LA ARQUEOLOGÍA ES UNA DISCIPLINA QUE NOS PERMITE ATISBAR LA VIDA DE LOS GRUPOS SOCIALES QUE CARECEN DE INFORMACIÓN ESCRITA O, DE HABERLA, ES MÍNIMA O INDIRECTA.

do a cabo por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) debido a que los monumentos arqueológicos se consideran bienes públicos, encargándose su cuidado a este organismo. Las excavaciones en el predio de Ahuacatitla estuvieron dirigidas por la Arqlga. Alejandra González. A pesar de que esta práctica por ejemplo, la situación deviene pro- arqueológica, el salvamento, durante muchos años fue visto como una forma blemática y caótica. Prácticamente, menor de investigación, en la actualidad se ha revalorado y quienes la es imposible cerrar una avenida para ejercemos estamos conscientes de que es una forma de investigación realizar una excavación arqueológica; arqueológica como cualquier otra, cuyo detonante es la posibilidad de que no es sencillo explorar un camellón un evento externo a la arqueología pueda afectar un vestigio prehispánico. De en alguna avenida, no es fácil tener aquí que recalquemos que la arqueología de salvamento es una estrategia de acceso a un predio de propiedad investigación y estudio de los datos y monumentos provenientes del pasado privada donde se encuentran los remoto y, a la vez, implica la oportunidad de definir una propuesta de protecdatos que deberíamos obtener. En tal ción de tales datos y monumentos. caso, se requiere esperar el momento La investigación arqueológica de salvamento debe, entonces, ser tan estricta adecuado para realizar la recupera- y obligada como el resto de las investigaciones arqueológicas. Debe ser vista como ción de los datos necesarios que nos una posibilidad de acudir al pasado para tratar de obtener explicaciones de los lleven a una interpretación de la procesos sociales; para realizar aportes acerca de la diversidad de las rutas que las historia de una zona o de un lugar, de sociedades y sus culturas han tomado a lo largo de su existencia. En este sentido la la ciudad. La oportunidad que ofre- investigación arqueológica de salvamento no tiene ninguna diferencia con otros cen las obras públicas y privadas re- tipos de arqueología; incluso, no hay motivo alguno para que la tuviera. presentan el momento preciso para Así, la arqueología de salvamento tiene las mismas posibilidades y alcanrealizar tal investigación. ces que otras formas de arqueología. No se puede admitir queja alguna, por el En el marco de la arqueología contrario, debe observarse estrictamente que la intervención del arqueólogo que existe una estrategia de investigación realiza esta práctica expone los datos y monumentos a su pérdida si no realiza un para llevar a cabo la recuperación y trabajo meticuloso, serio y dedicado; pero debe considerar que para lograr estos manejo de los datos de la historia propósitos tiene a su disposición cualquier tipo de metodología relacionada con la antigua obtenidos en esas situacio- arqueología, sólo debe seleccionar las que coincidan con los objetivos que se nes, en México se la he llamado han planteado en cada proyecto. Por esta razón observamos esta forma de la arqueología de salvamento. Esta es disciplina como una estrategia de investigación, como señalábamos. practicada en una gran parte del Dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Dirección de mundo en condiciones similares y ha Salvamento Arqueológico (DSA), una de sus dependencias más conocidas, ha dado un fuerte impulso a la arqueolo- tenido gran actividad desde su fundación en 1977. Su presencia se ha dejado gía moderna. En nuestro país, este tipo sentir en todo el país, donde ha participado en la investigación arqueológica de arqueología sólo puede ser lleva- asociada a la construcción de infraestructura como presas, carreteras y autopisRevista Azcapotzalco | 21


Registro de los hallazgos del arqueólogo Alfred M. Tozzer en las excavaciones que dirigió en Santiago Ahuizotla, Azcapotzalco.

tas, gasoductos y oleoductos, líneas de conducción eléctrica, parques fotovoltaicos y eólicos, desarrollos turísticos, unidades habitacionales, plazas comerciales, entre muchas otras. Pero ha sido la Ciudad de México una especie de marco natural del desempeño de sus funciones. En ella, Azcapotzalco siempre ha sido objeto de continua observación e ininterrumpidos esfuerzos para llevar a cabo la investigación arqueológica a través de los salvamentos y rescates. Gracias a distintos hechos y hallazgos, desde principios del siglo XX, la demarcación ha sido un referente histórico para la arqueología mexicana. La novedosa introducción de los estudios estratigráficos en la disciplina, hecha por Manuel Gamio en el año de 1909, justo en las cercanías de San Miguel Amantla, fue un evento que marcó desde entonces la manera de practicar la arqueología en nuestro país. De la misma forma, la definición de un complejo cerámico denominado Coyotlatelco, propuesta por Tozzer a partir de sus trabajos de 1919, en Santiago Ahuizotla, ha dado un punto a controversias y discusiones acerca de los últimos periodos de vida de Teotihuacan y el desarrollo de sociedades posteriores. Muchos han sido los investigadores que por distintas causas se han involucrado con Azcapotzalco, pero, como decíamos, ha sido la DSA la instancia que mayor interés ha mostrado por la recuperación sistemática de la historia antigua de Azcapotzalco. En años recientes, la Busto de Manuel Gamio realizado por el construcción del Sistema de Transescultor Serio Peraza en 2000. Se encuentra porte Colectivo-Metro de la Ciudad en la Casa de la Cultura de Azcapotzalco. 22 | Revista Azcapotzalco

de México ha sido una pieza clave en el afán de conseguir la información necesaria para desarrollar las historias de las diversas localidades. En particular la construcción de las líneas 6 y 7 norte han dado una gran cantidad de datos de tales historias. No menos importante ha resultado el trabajo arqueológico realizado en predios de diferentes dimensiones ubicados en todos los rumbos de la alcaldía. En ellos se han encontrado una enorme cantidad de vestigios y de datos de la vida antigua de los habitantes de esta porción de la ciudad. En este sentido se ha aprovechado cada oportunidad para hacer investigaciones arqueológicas en cada terreno sujeto a construcción que los organismos de autoridad local han canalizado a la DSA. Igualmente, en fechas recientes, los organismos de la propia alcaldía que se dedican a realizar obra pública han asumido su responsabilidad para con la investigación, recuperación y protección de los bienes patrimoniales procedentes de las sociedades prehispánicas. Han puesto particular


énfasis en hacer un esfuerzo conjunto con el INAH para permitir que el proceso natural de transformación de la ciudad se lleve a cabo y, a la vez, se realice ordenadamente y con respeto a los vestigios arqueológicos. Cada una de estas investigaciones, llevadas en los espacios con distintas vocaciones, ha arrojado ele mentos de gran valor histórico que a los arqueólogos encargados de la recuperación de los mismos corresponde interpretar y saber colocar en un enorme y desconocido rompecabezas que nos ofrece una asombrosa visión en cada intervención que la DSA realiza. Podría pensarse que la arqueología urbana, en gran medida investigación arqueológica de salvamento, es muy diferente a aquellos estudios que se realizan en entornos rurales, selváticos o cualesquiera otros que no sean urbanos. No necesariamente esto es cierto. En la arqueología de las ciudades hay procedimientos que también se pueden encontrar en la arqueología de campo. Se podría pensar que en

la ciudad no es posible llevar a cabo labores de reconocimiento de superficie, pero esto no es así, aun en el paisaje urbano hay elementos que nos pueden indicar la procedencia antigua de cierta colonia o de algunos barrios o de algún punto en particular. Cada vez es menos frecuente, pero aún es efectivamente posible, localizar muros de adobe en las construcciones de la Ciudad de México, en ellos se puede observar la presencia o ausencia de tiestos prehispánicos. Si consideramos que el uso de los adobes como parte de las edificaciones implicaba su elaboración en el lugar en que formarían parte de algún edificio, por la existencia de fragmentos de vasijas de barro o pedazos de artefactos de lítica, podríamos suponer la existencia de un sitio arqueológico en las inmediaciones de esa construcción. En este sentido, Azcapotzalco, aún resguarda una gran cantidad de construcciones añejas en cuyos desprendimientos de aplanados se pueden observar los adobes. Si uno se fija en los bloques podría ver si tienen o no este tipo de vestigios. Muchas ocasiones la topografía de un sitio puede sugerir la existencia de un elemento cultural soterrado. Así, la presencia de una elevación o bufamiento focalizado puede definir la existencia de un elemento constructivo enterrado. Incluso, a veces el bufamiento hace sobresalir de un patrón de regularidad una o varias construcciones actuales. En los diversos barrios antiguos de Azcapotzalco es factible que un ojo entrenado y unas piernas activas detecten al caminar sobre sus calles la presencia de algún basamento prehispánico bajo las mismas. Asimismo, uno se puede enterar de las variaciones entre el fondo del antiguo lago de México y la “tierra firme” y definir justamente la delimitación de uno y otro. En todo caso, es más sencillo tratar de corroborar esta diferenciación de alturas con la ayuda de un plano topográfico con cierta precisión en sus curvas de nivel.

Los nombres de distintas localidades en México provienen de la época prehispánica y señalan su procedencia. Revista Azcapotzalco | 23


EL SALVAMENTO, COMO PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA, TARDÓ MUCHOS AÑOS EN SER RECONOCIDA COMO UNA FORMA DE INVESTIGACIÓN TAN VALIOSA COMO CUALQUIER OTRA.

Como es de conocimiento generalizado, la nomenclatura de puntos particulares, de barrios o de colonias, puede ser un indicador del origen de tales sitios a partir de un asentamiento prehispánico. Nombres tales como Tlilhuaca, Xalpa, Coachilco, Xochimancas, Coltongo, Xochinahuac, Nextengo, y muchos más, nos pueden señalar la procedencia antigua de un sitio. Hay que considerar que fue un hecho común que a los antiguos locativos se le añadiera en épocas virreinales el nombre del que sería el santo patrono del lugar. Incluso, es común que la traza urbana de estos lugares tenga rasgos distintos de la tendencia ortogonal de las colonias recientes. Se puede apreciar en un mapa que las calles de estos lugares no son rectas, no tienen un ancho definido, a veces más bien son callejones, presentan recovecos con frecuencia y, en cierta medida quedaron encerradas en la trama de las grandes avenidas de la ciudad actual. De esta manera de asentamiento hay muchos en Pieza encontrada en el predio de Ahuacatitla. nuestra ciudad, y Azcapotzalco no es la excepción. En ocasiones, los bufamientos No obstante, estos indicadores, como los arqueólogos les llamamos, no son poco perceptibles y más o menos siempre están presentes, por lo tanto, no siempre nos auxilian en determinar la extensos, como es el caso de varios existencia de un sitio arqueológico o paleontológico. A veces los vestigios de ellos en la zona norte de la alcaldía; están enterrados tan profundamente o están tan concentrados en lugares poco el área de Vallejo. Allí se tiene un sin- extensos bajo la superficie del terreno que no es posible observar ninguno de número de isletas que fueron habita- estos indicadores ya señalados u otros1. das en épocas prehispánicas. En alPor este motivo, es común que, en los proyectos de investigación arqueogunas de ellas se han localizado vesti- lógica de salvamento, se considere una etapa de supervisión y vigilancia de las gios arqueológicos de importancia obras. Con esta estrategia, que implica la presencia de un arqueólogo en tanto que nos ayudan a observar el intenso haya obras de remoción de suelos, se espera que aquellos vestigios arqueolópoblamiento de entorno lacustre de gicos o paleontológicos que se encuentran aislados o a profundidades consila actual Ciudad de México. derables y que no han dejado rastro alguno en la superficie, puedan ser localiNo hablaremos en este sitio de la posibilidad de localización de vestigios arqueológicos mediante el uso de técnicas más sofisticadas que involucran la utilización de aparatos más complejos, por ejemplo el radar de penetración, el resistivímetro electromagnético y otros; la razón es sencilla, estos aparatos no registran la presencia de objetos arqueológicos, sino que detectan anomalías en el suelo; distinciones que sobresalen de los parámetros normales que tiene una porción de terreno, por ello, los resultados de estos aparatos pueden señalar la posible existencia de vestigios arqueológicos como de cualquier otro objeto enterrado en el suelo. Han sido de gran utilidad para quien sabe interpretar sus datos dentro de contextos arqueológicos, pero no son equipos específicamente avocados a la investigación arqueológica.

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24| Revista Azcapotzalco


zados, registrados y recuperados. Esta labor nos ha permitido, por ejemplo, el acceso y la extracción para la salvaguarda de restos paleontológicos en las obras del metro de la ciudad de México, entre ellos en la estación Tacuba y en diversos tramos de la línea 6. De cualquier manera, y como mucha gente lo entiende, una de las actividades con que la arqueología está intrínsecamente relacionada es la excavación. Mediante esta se obtienen una gran cantidad de datos y de objetos que son productos del proceso de investigación y materia prima para el seguimiento de esta. No es necesario llegar al proceso de excavación para hacer investigación arqueológica, pero en general, todas las investigaciones terminan en la exploración mediante excavación o, por lo menos, conciben a esta como un punto máximo de llegada. Quisiera señalar que si bien la recuperación de los vestigios, de muy diversos tipos y formas, a los cuales se les cataloga técnicamente como monumentos, es uno de los objetivos siempre presentes en las in-

vestigaciones arqueológicas, este no es el fin último de la misma, sino que con dichos objetos y con los datos que se encuentran junto a los mismos en el lugar donde se localizan, el contexto arqueológico, como le llaman los arqueólogos, son los que le otorgan gran importancia al hallazgo, ya que es a través de estos datos que se puede entender con mayor exactitud la importancia y significado del objeto localizado. Es esto una de las máximas de la estrategia del trabajo arqueológico, no sólo el de salvamento, sino el de cualquier tipo de arqueología. En general, los trabajos de salvamento realizados en los diversos predios y lugares de la alcaldía Azcapotzalco están diseñados para que lleguen a la excavación de los predios y mediante ella tratar de localizar vestigios arqueológicos, incluye los monumentos mismos y los datos adjuntos, dentro de una secuencia de cambios en las capas de suelo y con ello interpretar, de principio, cuántas ocupaciones tuvo el área a lo largo de su existencia, qué grupos culturales la ocuparon,

hace cuánto tiempo fue ocupada en cada una de esas ocasiones, qué características tuvo el lugar y cuál era su función en el contexto social global, cómo eran sus habitantes, cómo vivían, a qué se dedicaban; en fin, los detalles de la vida que ocurrió en dicho lugar y la secuencia de las vidas que se desarrollaron allí. Por este motivo, las intervenciones arqueológicas deben ser meticulosas, llevarse a cabo con rigurosidad en el proceso de excavación y realizar un registro impecable y completo; cada dato puede ser importante, cada uno debe ser registrado en dibujo, en fotografía en datos de medidas de su ubicación y en la descripción de sus características al momento de su localización. Esto hace que el procedimiento de excavación, registro y recuperación de los monumentos y los datos adjuntos sea cuidadoso y suela alargar los tiempos de una obra, sin que sea esto el interés de la investigación arqueológica; la mayoría de las ocasiones resulta en una necesidad debido a la importancia de los hallazgos.

Toma de muestra para análisis de laboratorio e imagen microscópica de fitolito de maíz hallada en la cerámica. Revista Azcapotzalco | 25


GRACIAS A LOS DIVERSOS HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS EN LA ZONA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX, AZCAPOTZALCO ES UN REFERENTE HISTÓRICO PARA LA ARQUEOLOGÍA MEXICANA.

Las dimensiones de las excavaciones se adecúan al tamaño de los predios o de los terrenos en que se efectúen. En términos generales, su ubicación se diseña con base en una cuadrícula –retícula- teórica por medio de la cual se pueden ampliar los pozos y las calas tanto como sea necesario sin perder los datos de un solo registro. Así, muchos investigadores planean sus investigaciones mediante la apertura de pozos de 2 por 1 m o de 2 por 2 m; en la medida que localizan un vestigio con una de sus partes fuera del pozo que se excava fuera de sus límites, se tiene la posibilidad de hacer una extensión al pozo original y terminar de recuperar los datos y los vestigios. Las profundidades de las excavaciones están relacionadas con los propios hallazgos. En principio se determinan por la profundidad a la que la obra llegaría, pero a veces esta se ve rebasada por la existencia de vestigios arqueológicos más allá de lo que las obras mismas implican. De estas excavaciones pueden extraerse miles de objetos que se convierten en elementos de estudio, desde los fragmentos de cerámica de las vasijas que se utilizaron en diversas épocas, hasta los artefactos de piedra que fueron utilizados 26| Revista Azcapotzalco

como sus eficientes herramientas. Pero también hay restos humanos de los habitantes, porciones de las casas que habitaron, entre los que suelen permanecer muros, pisos, hogares, adobes, umbrales. También se pueden localizar vestigios de construcciones cívico-ceremoniales, plazas, templos, palacios, etc. Todos estos elementos, como decíamos, son monumentos que, de acuerdo con las leyes mexicanas deben ser resguardados, además de estudiados. La condición de cada uno es distinta y por tanto su manejo y resguardo están relacionados con las características de su singularidad. Así, por ejemplo, muchas ocasiones ante la presencia de una estructura arquitectónica de dimensiones mayores, se solicita que la obra rediseñe sus planes y considere que dicho monumento debe permanecer enterrado pero intacto. Por su parte, los fragmentos de cerámica y los artefactos de piedra son recuperados y puestos en bolsas, con una etiqueta que indique su procedencia. Posteriormente serán analizados y con ellos se podrán determinar con mayor o menor precisión los tiempos de ocupación, el tipo de usos del espacio, entre otros, como decíamos arriba. Cuando se encuentra una vasija completa o casi completa o algún material con características que merezcan su resguardo especial para eventualmente ser parte de exhibiciones, se le da un trato diferente. Ya que es limpiado con absoluto cuidado y si requiere algún proceso de consolidación o limpieza especial se le realiza; una vez catalogado e inventariado se resguarda en los lugares que

el INAH tiene destinado para ello, con las condiciones de conservación y seguridad necesarias. Cada fase de este largo procedimiento arroja datos y elementos de estudio. Todos ellos deben evaluarse, analizarse, entrecruzarse y compararse entre sí mismos y con los que provienen de estudios anteriores y de estudios que se estén practicando colateralmente en su propio momento. La intención es que la conjugación de todos estos conocimientos nos asegure una interpretación plausible de la historia del lugar en que se hizo un salvamento arqueológico y que, a su vez, estos resultados contribuyan a un mejor conocimiento de los aconteceres históricos antiguos de una zona o de una región de nuestra ciudad y de nuestro país. Como se observa, el proceso de investigación arqueológica, como puede serlo una estrategia de salvamento, es largo, azaroso, cuidadoso, delicado. Pero es necesario si por una parte deseamos conocer el pasado de cada sitio, como se dijo, pero también es indispensable para alumbrar con mejores conocimientos del largo y muy diverso proceso histórico de la humanidad. En particular, el salvamento, además de lo anterior, nos permite, como ya se ha dejado ver, el definir para cada caso los mecanismos de conservación de los monumentos atendiendo a su calidad, a su naturaleza y a su ubicación. Es, como puede observarse, básicamente un proceso de protección de nuestra historia a través de una estrategia de investigación arqueológica.


clásico en Azcapotzalco [Tesis de licenciatura]. Escuela Nacional de Antropología e Historia. México. Gándara, M., (1992). La arqueología oficial mexicana. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia. Litvak King, J., (1986). Todas las piedras tienen 2000 años. Una introducción a la arqueología. México. Editorial Trillas. López Wario, L. (coord.), (2007). Ciudad excavada. Veinte años de arqueología de salvamento en la ciudad de México y su área metropolitana. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección científica, 510. López Wario, L. y Carballal M. (coords.), (2005). 25 años de la Dirección de Salvamento Arqueológico. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección científica, 470. Noguera, E., (1975). La cerámica arqueológica de Mesoamérica. México. Universidad Nacional Autónoma de México.

Figurilla encontrada en el predio de Ahuacatitla.

Adenda: Para leer más sobre arqueología de salvamento arqueológico: Castillo, M., Córdaba, L. y García, R., (s.f.) “Una aldea del Formativo en San Miguel Amantla, Azcapotzalco,

D.F.”, en Castillo M. (coord.) (s.f.) A propósito del Formativo. México: Subdirección de Salvamento Arqueológico/INAH. Chávez, R., (1992). Una zona de enterramientos humanos del Post-

Peralta, A., (1996). Hallazgos en el Metro de la ciudad de México. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección científica, 309. Robles, N. (coord.), (2012). Memoria 2007-2012. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia. Edición digital. Revista Azcapotzalco | 27


Dando voz a los antiguos pobladores

La bioarqueología como herramienta de estudio en Azcapotzalco

D O S I E R

por Dr. Jorge Arturo Talavera González Dirección de Salvamento Arqueológico-INAH

Los restos óseos humanos tienen un alto valor científico pues permiten reconstruir e interpretar buena parte de la historia del hombre, desde sus orígenes hasta nuestros días. Una forma de estudiar los restos óseos recuperados a través de los proyectos de salvamento y rescate es el enfoque bioarqueológico. Diversos y connotados investigadores han escrito sobre la historia de la arqueología de Azcapotzalco, localidad basta en vestigios históricos desde la época pleistocena hasta nuestros días. En esta alcaldía, Manuel Gamio, en el año de 1911, realizó, en San Miguel Amantla, la primera excavación con un método acreditado, basado en la incorporación de técnicas de control estratigrá-

fico que dio por resultado la primera secuencia cultural. Este trabajo estableció las bases para un mejor control de toda excavación arqueológica, ya que hasta ese momento no habían sido realizadas con rigor científico. En las primeras décadas del siglo XX, otros pioneros en el trabajo de campo dentro de Azcapotzalco fueron Alfred Tozzer, en Santiago Ahuizotla

(1921), y George Vaillant, (1934) en El Corral, quienes se enfocaron específicamente en el desarrollo de métodos y técnicas de estudio como la propuesta de asociación secuencial, que consiste en el análisis de la secuencia de los sedimentos geológicos y culturales conocidos comúnmente como estratigrafía. Así como la identificación de diferentes tipos cerámicos, que per-

MODELO DE ANÁLISIS BIOARQUEOLÓGICO ETNOHISTORIA

ARQUEOLOGÍA

ANTROPOLOGÍA FÍSICA

ETNOGRAFÍA

CONTEXTO CULTURAL TAMAÑO DE LA MUESTRA TAFONOMÍA

(NATURAL Y CULTURAL)

Deformación cefálica intencional Limadura e incrustación dental

EDAD Y SEXO CARACTERÍSTICAS CARACTERÍSTICAS Sacrificio y PALEOPATOLOGÍA (Paleodemografía) FÍSICAS CULTURALES antropología

COMPARACIÓN INTER E INTRA GRUPAL

(Aprovechamiento del cuerpo)

RESULTADOS INTERDISCIPLINARIOS Modelo de análisis bioarqueológico diseñado por el Dr. Jorge Arturo Talavera González en 2008. 28 | Revista Azcapotzalco


EN 2012, EL ESTUDIO DE UN SALVAMENTO EN SAN SIMÓN POCHTLAN, SUBURBIO DE UN GRUPO DE MERCADERES ALTAMENTE ENDOGÁMICO, PRESENTÓ DIVERSAS ALTERACIONES CONGÉNITAS.

mitieron conocer datos histórico-cronológicos, como parte de los antecedentes arqueológicos de esta área. Actualmente debido a diversas obras de desarrollo social, entre ellos la construcción de inmuebles habitacionales en la alcaldía, la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizó diversos proyectos de salvamento y rescate en sus distintos barrios, los cuales permitieron documentar parte de la cultura material de las poblaciones que se asentaron en este lugar; así como la complejidad de las estructuras sociales que se gestaron de acuerdo a los diversos momentos culturales o cronológicos. Sin embargo, poco o casi nada se ha escrito sobre los antiguos pobladores que habitaron esta región; es decir, los estudios enfocados a la Antropología Física. Dentro de los diversos objetivos que persigue la Antropología Física en poblaciones desaparecidas es el de realizar investigaciones que involucren la incuestionable relación que existe entre el hombre y su medio ambiente, ya sea cultural o natural. Para llevar a cabo este propósito es necesario obtener una serie de datos, tanto en campo como en laboratorio, que nos permitan conocer las carac-

Entierro en posición sedente. Restos encontrados en el Salvamento Arqueológico de Av. Aquiles Serdán No. 671 en el año 2012.

terísticas físicas y culturales de las poblaciones humanas que vivieron en el pasado, comparándolas tanto en el espacio como en el tiempo, para así establecer sus afinidades o sus diferencias dentro del marco de la evolución. ¿Qué es la bioarqueología? El análisis bioarqueológico es una estrategia de trabajo interdisci-

plinaria, la cual registra la asignación de sexo, edad, así como la caracterización física, que incluye la estatura, para que en conjunto se pueda determinar, por una parte, la afinidad biológica del grupo en estudio, por otra parte, diversas alteraciones paleopatológicas que nos ayudan a comprender las condiciones de salud–enfermedad, las modificaciones culturales como es Revista Azcapotzalco | 29


Tzompantli asociado al Templo Mayor en el Códice Ramírez, ca. 1585.

el caso del moldeado cefálico intencional, el limado y la incrustación dentaria, el sacrificio y la antropofagia, al igual que los restos óseos con alteraciones térmicas tanto directas (cremados) como indirectas (cocidos), con huellas de trabajo, dándoles el uso de artefactos, herramientas y artículos de ornato, entre otros. Esto nos permitirá establecer la relación que dichas alteraciones ocasionaron en el sujeto, el tipo de enterramiento, las costumbres funerarias, al igual que su relación con el entorno físico, entre otras variantes más. Además, es posible identificar las variaciones causadas 30 | Revista Azcapotzalco

SON POCOS LOS ESTUDIOS QUE SE HAN PRACTICADO A RESTOS ÓSEOS HUMANOS RECUPERADOS DE LAS DIVERSAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS QUE HAN TENIDO LUGAR EN AZCAPOTZALCO.

por el tipo de lugar en el cual estuvieron depositados los restos, a lo que se conoce como Tafonomía, la cual comprende el estudio de La bioarqueología, a nivel técnico es una propuesta analítica que consiste en la aplicación ordenada de técnicas y métodos de la arqueología, la antropología física y la etnohistoria, junto con otras disciplinas como la geología, la tafonomía, la paleozoo-

logía y bioquímica, entre otras. Mismas que nos ayudarán a describir e interpretar los restos biológicos de poblaciones pretéritas, y aun del presente, tal es el caso de la antropología forense. Este concepto surge en Estados Unidos y fue propuesto por primera vez por Jane Elen Buikstra en 1977 ante la preocupación de darle un significado a la enorme cantidad de datos descriptivos sobre la biología del esqueleto humano, pone énfasis en la relación entre las variables biología humana, cultura y medio ambiente. Estas investigaciones nos ayudan a estudiar la variabilidad humana a nivel regional y generar modelos de conducta humana


Los hilanderos solían trabajar en posición de cuclillas. Códice Florentino.

que puedan aportar datos sobre demografía, problemas de nutrición y enfermedad en una secuencia temporal, para comprender de manera lógica e integral al fenómeno humano. Este modelo de análisis se ha utilizado en el estudio de las colecciones osteológicas óseas recuperadas en la localidad de Azcapotzalco. Cabe mencionar que la bioarqueología, al tratarse de una estrategia de análisis interdisciplinario, incluye el conocimiento integral de las poblaciones en un contexto histórico particular, aplicable en cualquier momento histórico. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que cada población, en un espacio y tiempo definido,

posee características particulares que deben ser consideradas. Todo lo anterior nos lleva a la contextualización de todos y cada uno de los datos registrados durante el proceso de excavación, y su estudio en el laboratorio, por lo tanto, son de suma importancia este tipo de trabajos, que nos acercan al conocimiento integral de nuestro pasado histórico y cultural. El análisis bioarqueológico abarca seis variables, siendo éstas: las mortuorias; las tafonómicas; biológicas; paleopatológicas; bioculturales y las arqueométricas. Las variables mortuorias se refieren al depósito funerario, es decir,

al contexto de enterramiento, en donde se registra la asociación contextual de los elementos culturales y el mismo tratamiento del cuerpo humano, brindan esbozos de la ideología de las sociedades pretéritas con respecto a las costumbres funerarias, además del uso y/o dedicación de los espacios en una continuidad ceremonial y oferente; así como a la temporalidad del evento mismo. Las variables mortuorias se refieren al depósito funerario, es decir, al contexto de enterramiento, en donde se registra la asociación contextual de los elementos culturales y el mismo tratamiento del cuerpo humano, brindan esbozos de la ideoRevista Azcapotzalco | 31


Tratamiento de enfermedades, según aparece en el Código Florentino.

logía de las sociedades pretéritas con respecto a las costumbres funerarias, además del uso y/o dedicación de los espacios en una continuidad ceremonial y oferente; así como a la temporalidad del evento mismo.

La tafonomía es todo lo que le sucede a un ser vivo después de muerto, para su estudio se divide en procesos bioestratinómicos (alteraciones en superficie) y diagenéticos (alteraciones en contexto de enterra-

Alteración congénita conocida como Klippel Feil 32| Revista Azcapotzalco

miento). Estas alteraciones corresponden a los cambios de temperatura, humedad, el pH, compactación del subsuelo, a los minerales del mismo, marcas por raíces, huellas de roído, e insectos, entre otros), de los que depende el estado de conservación de los restos óseos, es decir, es la historia tafonómica de cada esqueleto. Las variables biológicas conciernen al análisis morfoscópico de los restos óseos en diversas categorías. Como es el caso de la estimación de edad y la determinación de sexo, la osteometría, la cual permite interpretar el proceso de crecimiento y desarrollo de los individuos. Los rasgos epigenéticos son otros aspectos de esta variabilidad y su expresión en los restos óseos. Las marcas de actividad permiten interpretar el estilo de vida, cuyas acciones dejaron huella en el esqueleto, e indican la adapación al medio ambiente. Las paleopatológicas estudian el estado de salud-enfermedad de las


poblaciones, por ejemplo, las afecciones dentales EN EL PREDIO DE VAN BEUREN que informan tanto del O “LAS TRANCAS” EN 2016, tipo de dieta, como de ARROJARON VALIOSA factores mecánicos que INFORMACIÓN SOBRE EL inciden en la calidad de APROVECHAMIENTO DEL absorción de nutrientes. CUERPO HUMANO. Los padecimientos metabólicos cuyas causas múltiples se relacionan con dietas inadecuadas, absorción insuficiente, desequilibrios endocrinos, factores genéticos y constitutivos. Las artropatías indican las afecciones del sistema locomotor y que tienen repercusión en la calidad de vida. Procesos infecciosos del organismo a factores externos e internos, evidenciados mediante estados inflamatorios, entre otros. Las bioculturales se enfocan a las modificaciones antrópicas del cuerpo humano y que dejaron evidencia en sus restos óseos, como es el caso del modelado intencional del cráneo, la trepanación, el limado y la incrustación dental, la lesión suprainiana, la antropofagia y los huesos trabajados. Finalmente, tenemos a las variables arqueométricas que son las encargadas de estudiar de manera complementaria los restos óseos y otros materiales arqueológicos que se basan en la aplicación de técnicas de análisis físico, químico y genético. LOS ENTIERROS EXPLORADOS

Detalle del Códice Mendoza o Mendocino.

Todas estas variables llevan a conocer a los antiguos habitantes del Azcapotzalco prehispánico, es decir, cuál era su constitución física, sus enfermedades, las actividades de su vida cotidiana, el aprovechamiento del cuerpo humano, la manufactura de herramientas en hueso humano y de otras especies, toda esta información puede relacionarse con los procesos históricos en tiempo y espacio. De esta manera es posible obtener nociones sobre la dinámica social, los patrones de enterramiento y los cultos funerarios, datos que permiten observar algo más de la cosmovisión de las sociedades asentadas antiguamente en la Alcaldía de Azcapotzalco.

Revista Azcapotzalco | 33


El Museo de Azcapotzalco:

entre la arqueología, la historia y la identidad

D O S I E R

por Luis Córdoba Barradas y Gabriela López Pérez

Una de las funciones y obligaciones del estado es promover la identidad nacional, la educación, la cultura y, en el caso de méxico, la protección de los bienes arqueológicos, históricos y paleontológicos. en consecuencia, debería haber más compromiso del mismo estado por crear y mantener más museos.

Los antecedentes de los museos, a grandes rasgos, se pueden ubicar en la época de las antiguas culturas griega y romana, cuando comenzó a darse una especie de acumulación de piezas, especialmente esculturas de mármol, las cuales se reunieron en templos y santuarios. Si bien había un aprecio por las formas bellas y artísticas, la finalidad de esos conjuntos de objetos era afianzar la religión, por lo que de ninguna manera se consideraban para el aprecio o educación de un gran público. Las colecciones de objetos artísticos se iniciaron en el renacimiento, impulsadas tanto por la alta jerarquía religiosa como por monarcas y nobles adinerados, quienes adquirieron el gusto especial de atesorar obras bellas, especialmente pinturas, esculturas y joyas. En estos casos, el acceso seguía siendo restringido, pues solo unos pocos podían admirar esas obras. En el siglo XVIII cambiaron numerosos conceptos sobre cómo se veía 34 | Revista Azcapotzalco

a sí misma la sociedad: se sentaron las bases de la democracia, se desarrolló el enciclopedismo, el conocimiento de la naturaleza, las ciencias en general, la historia y la educación. Por esas circunstancias es que dicha centuria es conocida como el Siglo de las Luces. En ese tiempo, algunos coleccionistas europeos heredaron o vendieron sus colecciones al Estado o a alguna universidad, con ello se conformaron los museos para que un público mayor pudiera acceder al compendio de conocimientos que yacían en dichas colecciones. En el caso de México, a fines del siglo XVIII, todavía bajo el régimen virreinal, es cuando se estableció el primer museo, el cual se consolidaría

Mapa que señala a qué periodo corresponde cada barrio del área poniente de Azcapotzalco.




El establecimiento del Museo fue una suma de esfuerzos, para lo cual se buscó la vinculación y colaboración de la Dirección de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia. En esta dependencia se resguardaban una gran cantidad de las piezas que se trasladaron al museo, se dio el seguimiento de asignación de números de catálogo y del inventario general del INAH. Por medio de la investigación y recopilación de información, se conformó el discurso curatorial y se fue desarrollando la idea museográfica a la par que se trabajó la remo-

delación del espacio con el arquitecto proyectista. El discurso curatorial marcó un orden cronológico, desde el Pleistoceno hasta el Siglo XX, por lo que se dispusieron de dos grandes salas subdivididas por periodos, en los cuales se trataron varios temas. La primera sala enfocada a abordar los periodos del Pleistoceno tardío, y la segunda para la época Virreinal y hasta el Siglo XX. De esta manera, la museografía giró alrededor del concepto de un hormiguero, jugando con líneas curvas y rectas, recreadas a través de los grandes muros que dan la

Pieza encontrada en una excavación realizada en la zona y actualmente exhibida en el museo.

sensación al espectador de tener una escala menor ante los altos muros que se levantan en el recorrido del espacio. El juego de color de tonos rojizos quemados representa la tierra como elemento principal de la museografía y los tonos azules desaturados con sus distintos matices representan la tierra húmeda y fértil que caracterizó a Azcapotzalco. Los elementos visuales, gráficos y de contenido, como hojas de sala y cédulas explicativas, se dispusieron de tal manera que se generara una interacción visual entre los espacios y el espectador al cubrir los grandes muros y paredes del Museo, lo que permite visualizar el concepto desde diferentes puntos de vista. El juego de luces, debido a la gran altitud de los techos y pensando en el concepto museográfico, fue aprovechado para reducir la atención en el amplio espacio y dar relevancia a las piezas arqueológicas. Se buscó crear un ambiente de mayor intimidad a través de puntos específicos de luces y sombras que acompañan el recorrido. Por otro lado, el circuito de desplazamiento da paso a una estructura organizacional que permite ir de la mano con el orden cronológico ascendente, en consonancia con el significado de Azcapotzalco. Para dar paso al guion museográfico se recuperaron antiguos textos de cronistas indígenas y españoles, así como la reproducción de imágenes de códices, mapas antiguos, ilustraciones de la época, fotografías antiguas y actuales de gares representativos en la Historia Revista Azcapotzalco | 37


Reproducción deTzompantli: era costumbre montar las cabezas de los sacrificados en un altar a la vista de todos.

de Azcapotzalco. Material resultado de una ardua investi gación cuyos originales están contenidos en el Archivo General de la Nación, el Archivo Parroquial de Azcapotzalco, la Mapoteca Manuel Orozco y Berra, localizados en el Ciudad de México; y el Archivo Histórico de Pachuca Hidalgo. De la misma manera, fue solicitada, a especialistas en el tema, la elaboración de maquetas a escala de diversos escenarios que marcaron las distintas etapas; la reproducción de un mamut de gran tamaño, que hace alusión a unas piezas encontradas dentro la demarcación; la reproducción del glifo de Azcapotzalco como parte de la representación simbólica de lo que significa Azcapotzalco; la reproducción a escala de la escultura de Tezozómoc, fundador y gobernante de Azcapotzalco en el periodo del posclásico tardío, representación tomada de la escultura en bronce que se encuentra a un costado de la explanada de la Alcaldía de Azcapotzalco; la repro38| Revista Azcapotzalco

ducción de un Tzompantli, pieza clave de las culturas mesoamericanas del centro de México, del que también fueron encontrados vestigios en diversas zonas de Azcapotzalco; asimismo, la reproducción de entierros y un cráneo que sugiere el uso del mismo en un Tzompantli. También se cuenta con la reproducción de un bracero ceremonial, pieza arqueológica que se encuentra actualmente bajo el resguardo del Museo Nacional de Antropología y que ha sido una de las piezas más grandes y completas que fueron encontradas en Azcapotzalco. Por si fuera poco, también se suman piezas multimedia y sonoras con el objetivo de crear interactividad y dinamismo con los espectadores, la reproducción de una choza con los utensilios que utilizaban de manera cotidiana los Tepanecas, y una videoinstalación que simula un hormiguero, del cual emerge una planta de maíz, misma donde se proyecta la leyenda del maíz. Todas las piezas cargadas de un peso específico para contar la historia, al tratarse de una exhibición educativa. Asimismo, en la entrada de la segunda sala donde da inicio la época virreinal, se observa la reproducción de las ruinas de un antiguo teocalli, que denota la decadencia de lo que fue el señorío Tepaneca, dando paso a la época colonial.

Maqueta que representa a los mamuts encontrados en la zona.


Por otra parte, cabe destacar la exhibición de 388 piezas arqueológicas encontradas en más de 20 lugares donde se realizaron excavaciones por e Historia (INAH), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), las cuales fueron minuciosamente seleccionadas para su exhibición en el Museo de Azcapotzalco, así como la exhibición de más de 60 piezas pertenecientes al Museo Príncipe Tlaltecatzin, que se ubicaba en la calle Libertad 43 de la Colonia el Recreo. Museo fundado por el Señor Octavio Romero Arzate, quien fue un coleccionista apasionado en la búsqueda de vestigios prehispánicos, llegó a formar una

LAS PIEZAS QUE SE EXHIBEN EN EL MUSEO DE AZCAPOTZALCO, EN CONJUNTO, REGISTRAN LA VIDA E HISTORIA DE LA ZONA A LO LARGO DE LOS SIGLOS.

colección integrada por objetos quelos mismos vecinos de Azcapotzalco aportaron y otros tantos objetos que él mismo recolectó a lo largo de sus más ochenta años de vida. Como dato curioso, cabe mencionar que para el logotipo del Museo de Azcapotzalco se retomó la idea base de una de las piezas que fueron encontradas por el Instituto Nacional de Antropología e

Historia (INAH), y que forma parte de su acervo. Se trata de un sello ceremonial con una ornamentación geométrica y gran detalle en su labrado, teniendo como referente la parte concéntrica en espiral, de gran significado en las culturas prehispánicas, misma espiral que forma parte del concepto museográfico, alusivo al significado del Museo de Azcapotzalco. El trabajo constante, la investigación, la búsqueda de piezas, de materiales, de imágenes, mapas y la visita a lugares de gran relevancia en la historia de esta demarcación fueron construyendo poco a poco lo que hoy en día se conoce como el Museo de Azcapotzalco.

El logotipo del Museo se diseñó a partir de un sello prehispánico localizado tras una exploración arqueológica en Azcapotzalco. Ex Hacienda del Rosario #1560, col. Prados del Rosario, a un costado del Parque Tezozomoc. Revista Azcapotzalco | 39


La imprenta de Robert H. Barlow La Casa de Tlaloc en Azcapotzalco

D O S I E R

por Julio Arellano

Robert H. Barlow (1918-1951) fue escritor de ciencia ficción y poesía hasta que su mentor y amigo, Howard P. Lovecraft, murió. Tras un viaje a México en 1938 decidió estudiar Antropología y residir permanentemente en nuestro país desde 1943, donde realizó trabajos de Historia, Arqueología y Etnografía. Un año antes de morir Robert H. Barlow inició la impresión del Mexihkatl Itonalama: imprimió desde Santander nº 27 el el periódico del mexicano, una publicación periódica que tuvo la intención periódico Mexihkatl Itonalama, la refomentar la lectura y la escritura del náhuatl. La edición llegó a ser trilingüe, vista Tlalocan y algunos otros materiapriorizando la lengua prehispánica, después el español y finalmente el inglés. les como los tomos de la Biblioteca del El primer número se fechó el 12 de mayo de 1950, teniendo como Teyekanki (el estudiante del nawatl. Barlow solicitó a equivalente en náhuatl para editor) a Miguel Barrios Espinosa1. Las oficinas estaban la Biblioteca John Hay de Brown una en la casa de Barlow, en la calle de Santander número 27 en askapotsalko, d.f. imprenta Chandler & Prince a cambio (sic). El periódico costaba 10 centavos. Gracias al proyecto digital Xinachtlahtolli de materiales que eran parte de su podemos consultar algunas páginas de esta publicación que tuvo la intención de colección de ciencia ficción y que circular en el centro de México. completaban el acervo de Lovecraft La impresión del Mexihkatl Itonalama no solo requirió de la investigación (que con anterioridad Barlow había histórica y etnográfica para la redacción de los artículos, también fue necesario un depositado en dicha institución). Este equipo conocedor del náhuatl; asimismo obligó a Barlow a una negociación para intercambio reflejó un desapegó de “su obtener los recursos y materiales necesarios para un proyecto tan complicado e vida anterior”, la literaria, construida en inusual, ya que las imprentas tenían sus tipografías en español o inglés. En 1946 Barlow empezó una negociación con la Universidad de Brown para obtener una imprenta, no sabemos si fue la que llegó a Azcapotzalco porque la conversación se truncó ese mismo año. Sin embargo, Fragmento de la primera plana del periódico Mexihkatl Itonalama: el periódico del no hay duda de que Barlow mexicano, editado por Barlow y Barrios Espinosa. “Miguel Barrios Espinosa fue un lingüista y maestro nahua en la década de 1940 que combinó su interés en promover un nacionalismo ‘azteca’ con un intenso orgullo e interés por su propia comunidad de origen, Hueyapan”. Fuente: (“Mexihkatl Itonalama”, 2020).

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Portada de la edición de 1994 de Necronomicon Press, donde aparecen los cuentos de Barlow: “The Hoard of the Wizard-Beast” y “The Slaying of the Monster”, ambos revisados por Lovecraft.

Estados Unidos de la mano de Howard Phillips Lovecraft, y refirmó su compromiso con el trabajo que estaba realizando en México. 1 Los proyectos más conocidos entre Barlow y Lovecraft fueron la escritura de varios cuentos2, algunos escritos a “cuatro manos” como The battle that ended the century (1934) o Till A’ the Seas (1934-1935) y Collapsing cosmoses (1935). Otros escritos por Barlow, pero revisados y corregidos por Lovecraft como The hoard of the wizard-beast (1933), The slaying of the monster (1933) y The night ocean (1936), considerada obra cumbre del trabajo literario de Barlow3. Sin embargo otros de los trabajos de Barlow que

BARLOW FUE AUTOR DE NUMEROSOS le permitieron vincularse con Lovecraft, TEXTOS QUE AHORA SE CONSIDERAN y otros autores de ciencia ficción, fueIMPRESCINDIBLES EN LAS CIENCIAS ron los de transcriptor, editor e impresor. SOCIALES. Desde muy joven Barlow había realizado impresiones de manera amateur. Antes de conocer en persona a Lovecraft se ofreció a mecanografiar sus manuscritos e impresiones desgastadas de trabajos antiguos a cambio de obtener una copia de estas, este acuerdo se repitió durante toda la relación laboral y afectiva que tuvieron desde 1931 hasta la muerte de Lovecraft en 1937. Asimismo, Barlow publicó por primera vez materiales inéditos del que sería su mentor y de otros autores como Frank Belknap Long y Clark Ashton Smith. También presentó dos revistas literarias bajo su sello Dragon-Fly Press: The Dragon-Fly (1936) y Leaves (1937-1938). Tras la muerte de Lovecraft, y su primer viaje a México, Barlow se trasladó a varios puntos de California, ahí tuvo el sueño de fundar “La colonia trascendentalista de Woodstock” alrededor de una imprenta donde podría hacer libros finos, elaborados a mano, de contenido exótico (Joshi y Shultz, 2017)4. En la realidad, lo que consiguió fue aliarse con los hermanos Beck que vivían en Lakeport, los cuales tenían una imprenta en el establo de su familia y con quienes preparó Notes and Commonplace Book of H. P. Lovecraft (1938). Mucho del trabajo literario de Barlow fue presentado en publicaciones especializadas, como su colección de cuentos Annals of the Jinns, primero en la revista Fantasy Fan (desde 1933 hasta 1935) y finalmente en The Phantagraph en 1936. Otros materiales fueron inéditos hasta que S. T. Joshi y David E. Schultz publicaron toda su obra en Eyes of the God. The Weird Fiction and Poetry of R. H. Barlow. Sin embargo, él mismo también publicó un par de narraciones en sus revistas, además de que se editó e El segundo poemario de Barlow, View from a Hill, fue publicado desde Azcapotzalco. imprimió sus propios poemarios.

En 2012 se presentó Media docena de Pesadillas. Cuentos para leer aquí y para llevar, una publicación de la editorial Palabrotero coordinada por María José Esteva. Dos de las seis narraciones que Howard P. Lovecraft y Robert H. Barlow trabajaron en conjunto eran hasta ese momento inéditas en español. 3 Gracias a los trabajos de S. T. Joshi y David E. Schultz conocemos toda la literatura de Barlow, estos especialistas lovecraftianos han compilado los textos publicados por él durante la década de 1930 y 1940, además de presentar sus inéditos. Revisando los manuscritos observaron que en varias ocasiones el texto fue redactado y enviado por Barlow e intervenido posteriormente por Lovecraft. 4 Este pasaje es mencionado en la autobiografía que escribió cuando tenía 26 años. En dicho texto Barlow habla abiertamente de su homosexualidad y escribió sobre el aburrimiento intelectual en el que vivía, además de la falta de dirección que con anterioridad le había proporcionado Lovecraft (Joshi y Schultz, 2017). 2

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En 1939 Barlow escribió su última historia de ciencia ficción Return by Sunset, publicada hasta 1943, la cual se redactó en la Ciudad de México y San Francisco, California. Barlow se matriculó en un curso de verano de la Universidad Nacional donde estudió náhuatl con Wigberto Jiménez Moreno. Ahí conoció a George T. Smisor, con el cual comenzó el proyecto de la revista Tlalocan, una publicación que tuvo la intención de estudiar los manuscritos antiguos esparcidos por todo México y el mundo que permitiDetalle del centro de Azcapotzalco del Plano de la Ciudad de México (Departamento del rían responder las múltiples pregunDistrito Federal), 1942. Col. Mapoteca Orozco y Berra, No. clasificador 21165-CGE-725-A-1. tas que ambos tenían sobre “las ruinas precolombinas, las extrañas imágenes y tallas de piedra, las figuras de riales sabemos que el primero está arcilla y la cerámica se conocían desde hacía siglos” (Smisor, 1952, p. 98). impreso en San Francisco y el segunBarlow volvió con Smisor y su do en Azcapotzalco. esposa a San Francisco, comenzó a Nota del periódico Mexico City Collegian (lunes, 17 de abril, 1950, p. 5), donde se trabajar en la Universidad de California 2 cuenta sobre la primera fiesta de disfraces en el Departamento de Antropología Poco se sabe del por qué Barlow del Club de Antropología en la casa del Profesor Barlow. con Alfred L. Kroeber en 1941, donde escogió el antiguo rancho de San se convirtió investigador asociado, en Rafael en Azcapotzalco como residenese momento trabajó con un docu- cia. Aunque hizo un par de apuntes mento del siglo XVI de la Biblioteca sobre la historia de Azcapotzalco y Bancroft sobre la fundación de la algunos otros sobre los tepanecas Ciudad de Dios en Durango al cual le (información resguardada en la Univerpreparó las notas al pie y los apéndi- sidad de las Américas en Puebla) no ces. En esta etapa también conoció a fue un tema central de sus investigaLawrence Hart y se vinculó con el ciones. Su colega y amigo Andrés de movimiento de poetas “activistas”. Lira, en su reseña sobre el primer Barlow ya había presentado varios número de las Obras completas de poemas: “R.H.E” apareció en Weird Barlow Tlatelolco rival de Tenochtitlan, Tales (1936) y “St. John's Churchyard” escribió que “del amplio campo estuen Science-Fantasy Correspondent diado por Barlow en Mesoamérica, el (1937), pero sus obras poéticas de que más lo apasionó y sobre el que mayor importancia fueron dos poema- hizo más aportaciones fue Tlatelolco”. rios editados por sí mismo: Poems Aún más llama la atención que for a Competition de 1942 y View mencione que “el libro… es un intento from a Hill de 1947. Joshi y Shultz de narración de la historia Tlatelolca, afirman que ambos fueron hechos dirigido a los pobladores flotantes y en su pequeña prensa. Por los mate- arraigados del desolado Tlatelolco de


EL TRABAJO DE BARLOW COMO EDITOR E IMPRESOR DE PERIÓDICOS Y REVISTAS ESPECIALIZADAS, AUNQUE VASTO, ES POCO CONOCIDO.

aquellos años cuarenta, en los que vivió allí Barlow...” (De Lira, 1988, p. 116). Gracias a diversos documentos, incluidos las cartas que sostuvo Barlow con la Universidad de Brown, sabemos que desde 1946 Barlow vivió en Azcapotzalco. Desconocemos si antes vivió en Tlatelolco, pero fue en el hormiguero donde Barlow compró una casa. El antropólogo francés Pierre Déléage (2018) es el único que nos da una pista de la elección de Barlow por Azcapotzalco: “barrio que había elegido porque estaba lejos del centro de la Ciudad de México y de la universidad donde trabajaba”, aunque no por ello dejó de convertir su casa en un centro de trabajo además de celebrar fiestas con sus colegas y alumnos años después. Déléage (2018) también afirma que México se convirtió en su residencia permanente debido a que viviendo aquí el tema de su homosexualidad sería un problema mucho menor que en Estados Unidos, y por ello compró una casa en Azcapotzalco, donde Barlow le afirmó a su madre que era el único extranjero5. En el Censo de 1940 se registró más de 62 mil habitantes en la delegación, la cual casi mitad se encontraba en la “Villa

de Azcapotzalco”, había 32 estadounidenses sin nacionalidad mexicana y otros 60 ya con nacionalidad. En Santander número 27, Barlow volvió a la vida la “Casa de Tlaloc”, la cual había nacido en California de la mano de George T. Simons al fundar la revista Tlalocan, pero para 1946 llegó a Azcapotzalco, en este espacio es donde Barlow colocó su editorial e imprenta (la cual pudo haber sido enviada Telegrama de Annie P. Gamwell dirigido a Barlow, por la Universidad de Brown). anunciando la muerte de Lovecraft. 3 En enero de 1937 Barlow todavía recibió correspondencia de Lovecraft, donde lo saluda como el “Invencible Garoth”, mientras que él firma como “El abuelo”, sin embargo, en febrero, Annie P. Gamwell, la tía de Lovecraft, le escribió una carta a “Bobby” para indicarle Howard estaba muy enfermo y débil. El 15 de marzo de 1937 Barlow recibió un telegrama de la tía Annie notificando que “Howard murió esta mañana, nada se puede hacer. Gracias”. La tía Annie es quien le habló a Barlow sobre las “Instrucciones en caso de Fallecimiento” que el propio Lovecraft había redactado un año antes, en 1936. La primera instrucción fue que “todos los archivos weird magazine, álbumes de recortes no deseados por A. E. P. G.6 y todos los manuscritos originales son de R. H. Barlow, mi albacea literario” (Necronomicon press, 1985). La séptima y octava instrucción indicaron que “… el primero en elegir los libros, las imágenes, las curiosidades y otros artículos será R. H. Barlow” y “el segundo será Clark Ashton Smith…” Las instrucciones no eran propiamente un documento legal, pero la tía Annie hizo una declaración jurada en el tribunal de Providence que fue aceptada por los tribunales de Rhode Island (Joshi y Schultz, 2017, p. XVIII). Semanas después Barlow decidió donar la colección a la biblioteca John Hay de la Universidad de Brown en Providence (ciudad donde vivió y murió Lovecraft). Días después de esta donación Barlow escribió a Miss Spicer, una trabajadora de la biblioteca John Hay, para pedirle que mantuviera fuera de catálogo las diversas correspondencias que Lovecraft había sostenido. El envió de materiales de Barlow a la Universidad continuó durante años, en diversas ocasiones se registra-

Deléage consultó en Archivo Barlow en la Biblioteca John Jay, el cual aún no se encuentra digitalizado a diferencia del Archivo Lovecraft que también se haya ahí. p. 134 6 Acrónimo de Annie P. Gamwell. 5

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La señora [Annie P.] Gamwell me ha informado que usted la apresuró el día después del funeral, cuando aún no estaba en condiciones adecuadas para actuar, y hacer lo que hizo. La herencia del Sr. Lovecraft es tan pequeña y está en tan [mal] estado que ni siquiera los gastos de su funeral se han pagado en su totalidad. Ella y yo estamos dispuestos a que usted tenga los otros libros y revistas de carácter general... ya que no tienen un valor monetario sustancial. (Baker, 1938) Pese a dicha petición legal, en marzo de 1939 Barlow mandó una carta a Damon S. Foster, encargado de la Biblioteca, diciendo que todos los manuscritos depositados por él serán propiedad de esa institución a su muerte, así mismo solicitó que sus manuscritos solo fueran utilizados únicamente por él. ¿Por qué eran tan importantes estas revistas de weird fiction, en especial Weird Tales? Barlow afirmó que, aunque mucho de lo que se publicó en Weird Tales podía ser “basura”, en ellas aparecieron las primeras historias de Lovecraft (siendo uno de sus sitios preferidos para trabajar), además para la década de 1940 era una publicación rara de conseguir, y por último, pero no por ello menos importante, estos primeros pulp mostraban el innegable “sabor americano” que era tan popular La casa de Tláloc originalmente estuvo en California, su segunda sede fue en Azcapotzalco. Aquí un papel en la época de la Segunda Guerra Mundial (Barlow, 1941). Sin membretado con el nombre de la editorial-imprenta. duda los materiales fueron de gran valor intelectual y personal para Barlow, pero también funcionaron como “moneda de ron los envíos o los problemas para cambio” para poder acceder a materiales de temas que se volvían de su interés. hacerlos: Barlow no podía pagarlos, los En una ocasión, en diciembre de 1941, le escribió a Damon S. Foster para materiales estaban perdidos o despa- indicarle que no tenía dinero para mandar otras cajas de materiales de Lovecraft y recidos en los diferentes domicilios aprovechó para pedirle una copia en microfilm del Huehuetlahtolli. La Universidad donde vivió, etc. de Brown tenía un ejemplar distinto al que él había consultado anteriormente en En diciembre de 1937 Barlow México, por lo cual le escribió a Foster: “Tengo acceso a un manuscrito del siglo todavía recibió cartas de la tía Anne XVII, pero necesito consultar el suyo, sobre todo si es posible comprar [micro]films, donde lo llama “querido Bobby”, sin ¿vería la posibilidad de realizar mi petición? No sé cuál es la política de la embargo, a finales de 1938 empezó la biblioteca con obras tan raras, pero confío en que está a mi favor.” (Barlow, disputa por los materiales custodiados 1941) Foster le confirma a Barlow que van a tomar microfilm del Huehuetlahtolli por Barlow. El 7 octubre la consultoría y que pagarán el envío de las cajas con las Weird Tales. Después de esto la legal Baker & Spicer le solicitó por comunicación con los encargados de la Biblioteca John Hay se volvió escasa, escrito que devolviera los manuscri- solo hubo un par de cartas más. tos, las copias de Weird Tales y otros No fue hasta 1946, cuando Barlow ya se había mudado a Azcapotzalco, que 7 libros y revistas : se reactivaron. La carta más antigua que se conserva en Brown desde Santander Esa carta fue proporcionada a la Universidad de Brown por Donald Wandrei (escritor allegado a Lovecraft que estaba en desacuerdo con que Barlow heredara los materiales de Lovecraft).

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imprimirlo desde su casa con la colaboración de profesores nativos en la lengua (Barlow, 1946) . El 19 de junio Christine D. Hathaway le HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS escribió el interés del profesor Damon de llevar a cabo el intercambio, EN LA ZONA DESDE pero le pide especificaciones: ¿cuál modelo buscaba? ¿si quería PRINCIPIOS DEL SIGLO XX, una nueva o vieja? ¿eléctrica? ¿para escribir en español o inglés? AZCAPOTZALCO ES UN por aquello de las tildes. También le pidió que le indicara dónde REFERENTE HISTÓRICO PARA habría que enviarla y le aclara que buscará Azcapotzalco en el LA ARQUEOLOGÍA MEXICANA. directorio, porque la palabra no suena a nada, más que un nombre musical para ella. Barlow le explica que no busca una imprenta para el español ni para el inglés, sino específicamente en lengua náhuatl y adjuntó una copia del Mexihcayotl-Mexicanismo. Un periódico impreso en 1943 por la Sociedad Pro-Lengua Náhuatl “Mariano Jacobo Rojas” que buscó preservar la lengua náhuatl o mexicana, era editado por Detalle del periódico Mexihkayotl enviado por Barlow a Christine D. Hathaway. Byron McAfee y dirigido por dos nahuaparlantes: Fortunato Rodríguez y Pablo F. García (Martínez, 2010, p. 77). número 27 es la 13 de mayo de 1946, Barlow también explicó que “aparte de los esfuerzos indiferentes del goen la cual Barlow le escribió a la Sra. bierno… los millones y pico de hablantes de náhuatl nunca ven nada impreso Hathaway de las Colecciones Especia- en su idioma, y la mitad de ellos no habla español”, y contesta todos los aspecles de la Biblioteca para avisar que tos técnicos antes solicitados por Hathaway: una imprenta Chandler 12 x18, con envió las últimas copias de Weird Tales motor a.c. corriente, 110-120 voltios, 50 ciclos, con tres persecuciones. para completar la colección, en esta Barlow no dejo de preguntarle si querían solo libros (de los cuales tenía misiva Barlow se disculpa por haber unos 75 en Azcapotzalco y el resto en Florida), o todas las revistas que había interrumpido la correspondencia en coleccionado décadas atrás, además de los fanzines (pequeñas publicaciones agosto de 1943. Y es que durante elaborados por fans) y manuscritos que se prepararon para las revistas, pero esos años no solo estuvo su mudanza nunca se enviaron. Todo dependía de definitiva a México, sino que inició lo que ellos quisieran, si les interesacon los múltiples trabajos que desa- ba solo lo que estaba asociado direcrrolló en nuestro país: profesor, tamente con Lovecraft o “todo el asistente de investigador, integrante complejo”: la de Lovecraft y sus de excavaciones, etc. amigos y seguidores. Con mucha claridad Barlow le hace saber que EN LOS ÚLTIMOS AÑOS DE SU preferiría que tuvieran todo: libros, VIDA, BARLOW VIVÓ EN revistas, manuscritos, dibujos e incluAZCAPOTZALCO DONDE MURIÓ so correspondencia. Y confiesa que DE UNA SOBREDOSIS DE todo lo que construyó inconscienteBARBITÚRICOS. mente en torno a la personalidad de El 1 de junio de 1946 Barlow ofreció Lovecraft lo dejó casi de inmediato el trato de intercambiar materiales de tras su muerte. Así que, con dolor y su colección personal por una impren- entusiasmo, prefería que la biblioteca ta, sus intenciones eran realizar una le proporcionara los materiales publicación en náhuatl (“en azteca”) adecuados para publicar en náhuatl. Portada de Tlapaliskixochtl, de Miguel de manera regular y para ello debía Termina la carta diciendo a Hathaway: Barrios Espinosa. GRACIAS A LOS DIVERSOS

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700,00 dólares sin incluir ninguno de los accesorios (Van Hoesen, 1946). Esta es la última carta sobre Barlow que aparece en el archivo digital de la Biblioteca John Hay. No sabemos si Brown proporcionó o no la imprenta solicitada por Barlow, y aunque muchos de los materiales prometidos por él ahora se encuentran en el Acervo de Barlow de la Biblioteca Jonh Hay, aparecen como una donación del albacea literario de Barlow: George T. Simons; pero no hay duda de que para 1947 Barlow estaba realizando impresiones desde su casa en Azcapotzalco. Por un lado, está el poemario realizado bajo el auspicio de la Beca Guggenheim: View from the hill, que como habíamos dicho con anterioridad, sus biógrafos afirman que fue impreso por una prensa pequeña. También presentó volúmenes de la Biblioteca del estudiante de nawatl, donde el primer tomó corresponde a trabajos de Miguel Barrios E., con quien preparó el periódico Mexihkatl Itonalama. Desde Santander número 27 continuó la Revista Tlalocan, la cual sigue vigente pero ahora a cargo del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Robert H. Barlow en el pórtico de la Casa de Tlaloc, Santander 27 UNAM. En 1948 Barlow se convirtió coordinador en Azcapotzalco, meses antes de morir por una sobredosis de del departamento de Antropología del City College, barbitúricos. institución que recibía extranjeros para estudiar en “Espero que hayas encontrado México, y desde ahí fundó Mesoamerican Notes, publicación periódica que Azcapotzalco en el mapa, ¡no lo apareció desde 1950 hasta 1966. confundas con Azcapotzaltongo, a En este trabajo sería imposible mencionar las obras de ciencias sociales unas pocas millas de distancia!” que Barlow realizó debido a su abundancia y la dispersión del material. Jesús (Barlow, 1946). Monjarás-Ruiz, Elena Limón y María de la Cruz Paillés presentaron las Obras de La señora Hathaway le contesta Robert H. Barlow (publicadas entre 1987-1999), compuestas por siete volúmeque todavía se sienten reacios a dar la nes que presentan parte del material de las 200 carpetas del Archivo Barlow en respuesta porque no tienen la maqui- la Universidad de las Américas en Puebla. Este año, la Escuela Nacional de naria de impresión ni saben cómo Antropología e Historia está por presentar un libro coordinado por la Dra. conseguir alguna. Le sugiere que mejor Clementina Battcock y Dra. Berenise Bravo que presenta nueva documentación él de un monto de lo que costaría sobre su trabajo en México, además de sistematizar los múltiples caminos que conseguirla y una lista aún más detalla- recorrió el literato-científico social. da de las necesidades, a partir de ese Sin embargo, para nosotros era muy importante presentar los trabajos de monto podrían saber si puede realizar editor e impresor, los cuales resultan novedosos en su época, pero también son el acuerdo. También le cuenta que un vehículo idóneo para conocer a Barlow y el desarrollo de las investigaciones realizó unas consultas y una prensa mesoamericanas. El trayecto es complejo y con muchos vacíos, como lo es casi toda la obra y vida de Barlow, pero parecía imprescindible compartirlo no solo manual Chandler costaba alrededor de 46| Revista Azcapotzalco


porque dejaron una importante herencia, sino evidencian el arduo trabajo para que Tlaloc tuviera por un par de años su casa en Azcapotzalco. Referencias Baker, A., (1938). "Baker, Albert A. to Barlow, Robert H." Howard P. Lovecraft collection. Brown Digital Repository. Brown University Library. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:417285/ Barlow, R., (1941). "Barlow, Robert H. to Damon, S. Foster". Howard P. Lovecraft collection. Brown Digital Repository. Brown

University Library. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:417315/ Barlow, R., (1941). "Barlow, Robert H. to Damon, S. Foster". Howard P. Lovecraft collection. Brown Digital Repository. Brown University Library. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:417316/ Barlow, R., (1946). "Barlow, Robert H. to Hathaway, Christine D.". Howard P. Lovecraft collection. Brown Digital Repository. Brown University Library. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:945775/ Barlow, R., (1946). "Barlow, Robert H. to Hathaway, Christine D.". Howard P. Lovecraft collection. Brown Digital Repository. Brown University Library. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:945786/ De Lira, A., (1988). “Tlatelolco rival de Tenochtitlan” en Relaciones, núm. 36, otoño, vol. IX. Déléage, P., (2018). “La transmigration de Robert H. Barlow”. En Les Temps modernes, núm. 700. Gamwell, A., (1937). "Gamwell, Annie E. P. to Barlow, Robert H.". Howard P. Lovecraft collection. Brown Digital Repository. Brown University Library. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:417954/ Joshi, T. y Schultz, D., (2017). O Fortunate Floridian. H. P. Lovecraft's Letters to R. H. Barlow, Florida, University of Tampa Press. Martínez, B., (2010). Aztekayotl Mexihkayotl [Tesis de licenciatura]. UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, México. “Mexicatl Itonolama”, (8 de octubre de 2020). En blog Xinachtlahtolli. http://xinachtlahtolli.com/mexihkatl-itonalama/ Necronomicon Press, (1985). Lovecraft Studies #11, vol. IV, núm 2. Smisor, G., (1952), “R. H. Barlow and Tlalocan”. En Tlalocan, Vol. III, núm. 2. Van Hoesen, H., (1946). "Brown University Library, Van Hoesen, H. B. to Barlow Robert H.". Howard P. Lovecraft collection. Brown Digital Repository. Brown University Library. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:417407/

La casa de Barlow aún está en pie. Muchas gracias a la familia Altamirano por permitirme conocerla. Revista Azcapotzalco | 47



Provincia de Atotonilco, folio 28r. del Códice Mendocino.

A su vez, es de notar que cada apartado se subdivide en cuatro temas. El primero de ellos versa sobre las fuentes para la reconstrucción de un mapa donde se muestra la extensión de cada provincia. Para llevar a cabo su examen, el investigador estadounidense se centró en el cotejo y análisis de diversas fuentes, por ejemplo: la Matricula de Tributos o Códice Mendocino, el Mapa de la Secretaría de Agricultura y Fomento de 1987, el Mapa de Ortelius de 1579, Códice Mariano Jiménez, Anales de Quauhtitlán, Códice Osuna, Códice Franciscano, documentos del Ramo de Tierras del Archivo General de la Nación, así como Memoriales de pueblos. A partir de toda la información recabada, el autor ofrece siete listas de nombres de pueblos del siglo XVI

nombres de pueblos del siglo XVI relacionándolos con poblados del siglo XX, planteando así una permanencia o desaparición de ellos. En el segundo tema se mencionan observaciones generales a cada poblado en donde se describe el lugar y su identificación en el mapa de la Secretaría de Agricultura y Fomento de 1937 o el Mapa de Ortelius de 1579. El tercer tema se refiere a la naturaleza de la provincia: se exponen los idiomas que se hablaban en el territorio, así como sus posibles fronteras en 1519. Para finalizar, en el cuarto tema Barlow ofrece una lista de los diferentes tributos que los grupos indígenas tenían que entregar a los tepanecas. La primera provincia estudiada por Barlow es Quahuacan la cual la situó en el actual Estado de México. En la Matricula de Tributos el autor localizó nueve poblados pertenecientes a esta región: Acaxochic, Ameyalco, Coatepec, Chichicquatla, Huizquilocan, Quahuacan, Quauhpanoaya, Tecpan y Tlalatlauhco. En otra fuente, lamentablemente no especificada por el autor, argumenta que encontró dos sitios más: Huitziçilapa y Tlalachco. Asimismo, aclara que los pueblos de Chamolmoloya y Ocotepec no pudieron SABEMOS, ENTRE OTRAS COSAS, QUE EL ser ubicados. DESTACADO ESTUDIOSO SE ESMERÓ EN En estos territorios se APRENDER ESPAÑOL Y NÁHUATL PARA hablaba otomí y matlatzinca, REALIZAR SUS SENDAS Y EXQUISITAS según Barlow, dicha provincia INVESTIGACIONES. tributaba mantas ricas, mantas de henequén, trajes y escudos de guerreros, maíz, frijol, chían y huautli, de igual forma, de manera trimestral entregaban vigas y tablones de madera. La provincia de Xocotitlan cuenta con escasos datos para comprender su extensión. Barlow la asocia con Xiquipilco a partir del estudio del mapa un millón de la American Geographical Society, y en su investigación concluye que en ambos poblados se habló mazahua y otomí, además de que tributaban mantas pequeñas de henequén, así como Provincia de Quahuacan, lámina 7 de la diversas semillas y comestiMatrícula de Tributos. bles. Revista Azcapotzalco | 49


La tercera provincia es la de Atotonilco de Pedraza la cual se compone de siete poblados: dos de ellos, Atotonilco y Otlazpa, fueron ubicados por Barlow en la Matricula de Tributos. En contraste, el autor menciona que los poblados de Acocolco, Guapalcalco, Queçalmaca, Tehuehuec y Xalac desaparecieron del mapa. Por otra parte, afirma que dos sitios, Apaxco y Tepexic, también fueron lugares sujetos de los tepanecas. Las lenguas que se hablaron en esta región eran el otomí, mazahua y náhuatl. De igual forma tributaban mantas y comestibles, además de un elemento característico de esta zona: la cal. Quauhtitlan se sitúa como la cuarta provincia y, según Barlow, se encontraba en el actual Estado de México. Los poblados que la constituyen son Cuezcomahuaca, Quauhtitlan, Tehuiloyoca, Tepoxaco y Xiloçingo. Asimismo se mencionan dos sitios más, Alhuexoyoca y Xalapan, que no pudieron ser identificados en sus indagatorias. Plantea que se hablaba lengua náhuatl. Los grupos indígenas de esta zona tributaban mantas, comestibles, petates y sillas de tule. La quinta provincia enumerada es Xilotepec la cual estaba formada Provincia de Quauhtitlan, lámina 9 de la por los pueblos de Acaxochitla, Matrícula de Tributos. Michmaloyan, Tecoçauhtla, BARLOW DESCRIBE UN PANORAMA Tepetitlan, Tzayanalquilpan y GENERAL DE LAS SIETE PROVINCIAS Xilonen, mientras que el poblado de Tlachco, que también forma parte de TEPANECAS, SU COMPOSICIÓN TERRITOeste territorio, no pudo ser identificado, aunque Barlow apunta la posibiliRIAL, FILIACIÓN LINGÜÍSTICA Y PRINCIPALES dad de que puede ubicarse en el actual Querétaro. La lengua hablada era el OBJETOS TRIBUTADOS. otomí, y en ese sentido el autor remarca que de esta zona proviene el único códice escrito en dicha lengua: el Códice de Huichapan. Los poblados tributaban a los tepanecas mantas, naguas, huipiles, comestibles y águilas vivas. Axocopa es la sexta provincia analizada por Barlow, la cual se ubicaba en el suroeste del actual estado de Hidalgo. Los poblados que integraban el territorio eran: Atenco, Axocopan, Mizquiyahuala, Tecpatepec, Temohuaya, Tetepanco, Tezcatepec, Tlaahuililpa, Xochichiuca e Yzmiquilpa. El otomí y el náhuatl fueron las dos lenguas que se hablaron en la región, cuyos pueblos tributaban mantas, enaguas, trajes y escudos de guerrero, comestibles y vasijas llenas de miel de maguey espesa. La última provincia es la de Hueypuchtla la cual está integrada por los territorios de Acayoca, Atocpan, Hueypuchtla, Tequixquiac, Tetlapanaloya, Tezcatepectonco, Xicalhuacan, Xomeyocan; según el autor, el poblado de Xalac no pudo ser identificado. A su vez, Barlow argumenta que Itzcuincuitlapilco y Tonacuchtla pueden ser incluidos dentro de los poblados de dicha provincia. En la zona predominaron las lenguas otomí y náhuatl; los tributos consistían en mantas Provincia de Xilotepec, lámina 10 de la de henequén, trajes de guerrero con sus respectivos escudos, Matrícula de Tributos. comesticomestibles, vasijas de miel espesa de maguey y redes. 50 | Revista Azcapotzalco


En suma, este breve texto de Robert H. Barlow es pionero en una rama de geografía histórica del área de tránsito hacia el norte del altiplano central mesoamericano. Considero que este estudio de 1943 es vigente para los interesados en los estudios de los tepanecas y nos expone por los caminos metodológicos que debemos recorrer para intentar acercarnos a comprender el complejo mundo del México antiguo.

Adenda: Para ampliar la información sobre la biografía de Barlow pueden consultarse los siguientes textos: “Robert Hayward Barlow: un esbozo bibliográfico” (Monjarás-Ruiz y Ríos, 2005: 3-35); “Morir en Azcapotzalco” (Quirarte, 2014: 37-41); Clementina Battcock, Julio Arellano y Aldo Sauza, “Tras los pasos de Robert H. Barlow (1918-1951); C. Battcock y B. Bravo Rubio (coords.), Entre aulas, gabinete y campo: Robert H. Barlow en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, (México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Escuela Nacional de Antropología e Historia). Para ampliar la información sobre el aprendizaje de Barlow del español y del náhuatl véase: Jesús Monjarás-Ruiz (2005), Robert Hayward Barlow: Un esbozo bibliográfico en Jesús Monjarás-Ruiz y Elena Limón Ríos, Robert Hayward Barlow: Obra histórica-antropológica, (México: INAH, CONACULTA, UDLAP) p. 8. Referencias Robert H. Barlow, (1992). “El domino tepaneca”. En Jesús Monjarás-Ruiz, Elena Limón, María de la Cruz Paillés H. (eds.), Obras de Robert H. Barlow: La extensión del imperio de los culhua mexica, vol. 4, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Universidad de las Américas, Puebla, pp. 47-72.

Provincia de Hueypuchtla, lámina 12 de la Matrícula de Tributos.

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dencias arqueológicas así lo demostraron al registrar una preparación de tierra de diversos orígenes, la cual fue delicadamente compactada para evitar la filtración de agua y poder construir encima. Hallazgos El proceso de investigación en la etapa de campo dio como resultado importantes hallazgos entre los que destaca notablemente un entierro infantil que guardaba una ligera orientación hacia el Noreste, acompañándolo se regisEntierro infantil visto en planta, se observa su ligera orientación al Noreste. traron dos vasijas miniaturas, una de Desde los primeros estratos pu- ellas del periodo Azteca II. Asociado a él, se encontraban excavadas en el sustrato dimos ir reconstruyendo la historia de una serie de figuras que fueron rellenadas con arcilla de coloración más oscura este predio, la cual no se reduce a la dando la apariencia de ser enormes churros que formaban un complejo con el época prehispánica, ya que localiza- entierro. Estos datos nos sugieren una ofrenda-entierro fundacional en donde las mos numerosos objetos que datan líneas dibujadas pudieran estar relacionadas con el entorno ecológico de la zona al del Siglo XX como frascos de medi- momento del asentamiento, por otro lado, el que ambos se encuentren en transicamentos, botellas de refrescos, cación con el lecho lacustre y que sobre ellos se sobreponga el estrato compactado, nicas y herramientas de metal. Asimis- apisonados de lodo y las unidades arquitectónicas, complementan esta hipótesis. mo, se localizaron fragmentos cerámi- Por su parte, el análisis bioarqueológico de la osamenta, llevado a cabo por el cos, huesos, conchas objetos de vidrio Doctor Arturo Talavera (s.f.), arrojó que se trató de un individuo en su primera infany metálicos que datan del Siglo XVI al cia, de aproximadamente cuatro años de edad, con sexo no determinado y que XIX, indicándonos un amplio periodo sufría Sífilis congénita, enfermedad que debió proporcionarle cierta apariencia de ocupación. física que pudo ser un factor importante dentro de la sociedad en que vivió. De Respecto de la época prehispá- acuerdo con la orientación de este entierro y las causas de muerte se presupone nica, los espacios registrados, así que su destino debió ser el Tlalocan, sitio al que iban aquellas personas que morán como los materiales arqueológicos por algún tipo de enfermedad y en donde jamás les faltarían los alimentos ni asociados, pertenecen al periodo Pos- pasarían pena alguna. clásico Tardío principalmente, siendo la cerámica más abundante la correspondiente al Complejo Azteca III Temprano, del año 1403 a 1455, coincidente con lo planteado por Vaillant (1938, pp. 535-573). El contexto que localizamos consiste en unidades arquitectónicas construidas únicamente a base de tierra, las que desplantaban a partir de un estrato arenoso del antiguo lago. Esta zona deFiguras excavadas asociadas al Entierro infantil. bió ser ligeramente pantanosa, las eviRevista Azcapotzalco | 53


Vista general de la Extensiva 1 y Elemento 4. Se observa el muro de tierra, la división de espacios y las fosas con objetos en su interior.

Dos excavaciones en el patio del predio nos mostraron diferencias entre las unidades arquitectónicas desplantadas sobre el estrato de esta ofrenda-entierro, mismas que se encontraban divididas por muros y apisonados marcando así los diferentes espacios. En la Extensiva 1 se presentó un muro de tierra cocida en dirección Oeste-Este que dividía dos espacios con dirección hacia el Noreste, así como una serie de horadaciones que contenían en su interior restos de vasijas fragmentadas, lo que sugiere que se trate de materiales depositados durante una ceremonia de Fuego Nuevo, en donde se desechaba lo viejo para dar espacio a lo nuevo, ya que se trataba del final de un ciclo, el fin y principio de una era, un siglo de 52 años. Estos materiales no presentaban las características para definirse como basureros, ya que entre sus materiales asociados se registraron fragmentos de figurillas, algunas alusivas a Chalchiuhtlicue y Cihuacóatl, residuos de semillas, fragmentos de mica, malacates, sonajas, es-

Vista general de Norte a Sur de la Extensiva 2. Se observa el muro de adobes y el canal que corre debajo de los apisonados.

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feras, puntas de proyectil miniaturas y navajillas de autosacrificio, denotando un fuerte carácter religioso en el depósito de ellos. En la Extensiva 2 el proceso de excavación reveló un muro de adobes que, por sus dimensiones (muro de adobes de diferentes tamaños y composiciones, de 2.19 m de largo por 0.54 m de ancho), pudo ser de carga y asociado a él un pequeño canal que corría en dirección Norte-Sur y quebraba en 90° hacia el Oeste, metiéndose por debajo de los apisonados y mostrando escalonamiento en su fondo, formando una especie de receptáculo que llegaba al estrato arenoso de lago. Fue en este espacio que se localizó una de las ofrendas más importantes que tuvimos la oportunidad de registrar, consistente en un espacio que fue excavado y delimitado por una laja de andesita hacia el Norte para contener los materiales ofrendados. El proceso de excavación fue arduo y minucioso debido a la particularidad de los objetos, registrándose doce niveles de materiales, destacando principalmente sellos y moldes de sellos de cerámica. Entre los objetos que componían a este depósito ritual se encontraron sellos completos, sellos fragmentados, sellos con errores en su proceso de manufactura, sellos crudos (los cuales nunca se sometieron a cocción), pequeños churros y esferas crudas, esferas cocidas, moldes de sellos, uno de los cuales presentaba residuos de un material blanco adherido y otro un intenso olor a fruta fermentada, fragmentos de adobes, fragmentos de tierra cocida y de manera especial en el fon-


do, desecho de talla de objetos manufacturados en obsidiana. Por otro lado, dos excavaciones más mostraron ofrendas en donde se habían depositado materiales cuidadosamente acomodados y entre los que destacaban fragmentos de sellos, puntas de proyectil, un olote de maíz carbonizado, figurillas asociadas a Cihuacóatl y figurillas zoomorfas. Uno de estos depósitos rituales presentaba, a manera de sellado, una figurilla de filiación teotihuacana, por debajo de esta se encontraban intercalados de manera estratificada una serie de objetos, destacando notablemente numerosas rocas (muchas de ellas con huellas de haber sido utilizadas como herramientas), fragmentos cerámicos y sellos delimitados al oeste por una laja de andesita. También importante resultó que la figurilla más completa y registrada como parte de esta ofrenda se encuentre degollada con su cuello mirando hacia el oeste, rumbo asociado al Cihuatlampa “la región de las mujeres”. En la entrada del predio una cala realizada en sus inmediaciones nos mostró evidencias de un posible muro perimetral cuya entrada debió ubicarse hacia el oeste y que pudo delimitar las unidades arquitectónicas anteriormente descritas. Este muro orientado hacia el noreste estuvo compuesto por hileras de adobes y una preparación de tierra compactada que desplantaba sobre el lecho lacustre. Lamentablemente, debido a numerosas circunstancias, no se pudo sondear completamente el predio, dejando muchas interrogantes por resolver; sin embargo, es posible que este complejo se encontrara rodeando completamente

el espacio destinado a las labores que ahí se llevaban a cabo.

LA ARQUEOLOGÍA ES UNA DISCIPLINA QUE NOS PERMITE ATISBAR LA VIDA DE

LOS GRUPOS SOCIALES QUE CARECEN Del dato duro a la interpretación DE INFORMACIÓN ESCRITA O, DE En la etapa destinada a la excavación HABERLA, ES MÍNIMA O INDIRECTA. comenzamos a hilar el contexto arqueológico con los materiales que íbamos recuperando, formulando una serie de hipótesis respecto de la función del espacio que estábamos estudiando. Sin embargo, fue en la etapa del análisis de materiales que notamos particularidades específicas, sobre todo en los fragmentos cerámicos y líticos que mostraron ausencia de elementos que nos indicaran que las unidades arquitectónicas localizadas fueran utilizadas con fines domésticos. Un factor importante para destacar fue que no recuperamos vasijas completas, salvo una que venía acompañando al entierro infantil, mientras que los tepalcates localizados fueron de pequeñas dimensiones y los más grandes formaban parte de los depósitos rituales. En cuanto a la lítica tallada y pulida el porcentaje de herramientas y desecho de talla de estas fue el más alto. En contraste con lo anterior, los objetos denominados como “misceláneos” se presentaron en porcentajes inusuales, siendo los depósitos rituales los espacios en donde se encontraron en mayores cantidades, como fue el caso del Elemento 3, que fue sin duda la ofrenda más importante debido a la calidad de sus materiales, pero sobre todo por mostrarnos que los individuos que la depositaron estaban ofrendando el proceso productivo para manufacturar sellos; es decir, su trabajo. Así, durante el proceso de la excavación de este espacio y posteriormente en el análisis de gabinete pudimos observar sellos que presentaban errores en su proceso de manufactura, como aquellos que dedujimos que no les habían quedado bien a los artesanos y decidieron descartarlos doblando la pieza de arcilla aún fresca, por lo que al momento de

Comal y sello fragmentado “boca abajo” y fragmento de sello mirando hacia arriba. Objetos del Elemento 3. Revista Azcapotzalco | 55


Arriba: ejemplos de sellos con errores en su proceso de manufactura. Abajo: sello que presenta errores en su proceso; en el área central superior se observa que faltó delinear algunos espacios de la pieza estando fresca la arcilla aún.

su hallazgo se notaba que tenían doblado el mango o que sus diseños se habían juntado por la acción de “hacer bolita” la pieza. Otros sellos, interesantemente, se localizaron en “crudo”; es decir, son piezas que se estaban realizando, tuvieron errores y decidieron no hornearlas. Cabe destacar que estas piezas junto con las que estaban dobladas fueron las que llamaron más nuestra atención ya que en los contextos arqueológicos es común localizar fragmentos de piezas, pero difícilmente se pueden observar aquellas que formaron parte de una cadena operativa. Asociadas a estas piezas se encontraron pequeñas esferas y churros también en crudo, los que dan la impresión de ser “pruebas” para saber si la pasta cerámica ya se encontraba en condi56| Revista Azcapotzalco

ciones de comenzar a elaborar objetos. También fue depositado un sello que tenía espacios en donde no se terminó de quitar el exceso de barro, quedando espacios sin delinear a la perfección. Además, dentro de este receptáculo también fueron ofrendados sellos perfectamente bien terminados y completos, así como fragmentos de sellos con buena terminación y moldes de sellos. Todo esto en cuanto a objetos de cerámica; sin embargo, también se ofrendaron objetos de lítica tallada, en específico los desechos de manufactura de algunos artefactos que fueron tallados en otro lugar y transportados a este espacio únicamente los sobrantes para ser depositados en el nivel más profundo de esta ofrenda. Acompañando a estos objetos se localizaron tiestos cerámicos correspondientes al complejo Azteca III Temprano, fragmentos de adobes, fragmentos de tierra cocida y huesos trabajados que aludimos como herramientas para dar finos acabados a los sellos antes de su cocción. En general, toda la información que nos brinda esta ofrenda nos muestra que la relevancia de este no radica en el hecho de haber encontrado sellos, sino en que se está ofrendando el proceso productivo de la cadena operativa dedicada a la manufactura de estos bienes. Reconstruyendo un poco esta cadena, estamos conscientes de que no la tenemos completa; sin embargo, es muy probable que tanto los hornos como los bancos de arcilla para la obtención de materia prima se hayan localizado en las inmediaciones. Objetos localizados en áreas distintas a la ofrenda ya mencionada se vinculan directamente con la manufactura de objetos cerámicos, por ejemplo, algunos


sellos presentaron evidencias de haberles retirado una sección de su diseño, asimismo, un fragmento de cerámica mostró que estando fresca la arcilla fue sellada probablemente para confirmar que algún sello ya estaba terminado. Por otro lado, se localizaron numerosos fragmentos de tierra cocida, un churro de arcilla enrollado y cocido, así como un fragmento de plato sin acabado de superficie ni decoración, pero que de acuerdo con sus características estaba en el proceso de formar parte de la vajilla Negro/Anaranjado. La distribución de los espacios, las ofrendas registradas en cada área excavada, así como los materiales arqueológicos localizados, nos permitieron tener una panorámica general del contexto estudiado. La orientación al noreste de los espacios arquitectónicos y de algunos objetos ofrendados, apisonados, muros y la distribución de los espacios respecto del muro perimetral, aunado a los bufamientos que se pueden observar hacia el norte en la calle Morelos y hacia el sur en la calle Miguel Lerdo de Tejada, nos hacen apostar por un espacio de

Primer nivel del Elemento 7.

EL SALVAMENTO, COMO PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA, TARDÓ MUCHOS AÑOS EN SER RECONOCIDA COMO UNA FORMA DE INVESTIGACIÓN TAN VALIOSA COMO CUALQUIER OTRA.

grandes dimensiones en donde se estaban llevando a cabo importantes labores para la élite. Así, en la Extensiva 1 se localizaron numerosos fragmentos de figurillas, moldes de figurillas, malacates y sonajas, mientras que en la Extensiva 2 el grueso de los objetos fueron sellos, moldes de sellos y desecho de talla de objetos de obsidiana, en comparativa con los pozos de sondeo 3, 4 y 7 que, si bien contenían sellos, también se encontraban materiales orgánicos y figurillas, pero destacan los objetos de lítica pulida, en específico herramientas como pulidores y alisadores. Esto, a grandes rasgos, nos ayuda a delimitar aún más los espacios, esta vez de acuerdo con las posibles actividades llevadas a cabo en cada uno de ellos. Un aspecto importante a recalcar es que la preparación de tierra que

se colocó sobre el entierro, así como el muro de adobes que se registró en la cala conformada por los Pozos de sondeo 1, 5 y 6 se asentaban directamente sobre el estrato correspondiente a las arenas lacustres, lo que sin duda nos muestra que tal como menciona González Gómez (2004) existía una zona pantanosa que se extendía hacia el centro histórico, la cual era producto del flujo del río Azcapotzalco que nacía en la zona de Los Remedios y desembocaba en el lago. Pero esto también alude al hecho de un asentamiento temprano, como lo muestra la cerámica del entierro que se asocia al periodo Azteca II. A esto se agrega que una sección de este muro de adobes se encontró roto y, asociado un relleno cuya matriz contenía numerosos fragmentos de pisos de estuco, mismos que estaban cubiertos por un apisonado de tierra y adobes arrasados. Aunada a esta información, el análisis de cerámica mostró un bajo porcentaje en tiestos correspondientes al periodo Azteca III Tardío, por lo que tenemos la hipótesis de que esta destrucción alude al

Figurilla degollada con advocación a Cihuacóatl. Revista Azcapotzalco | 57


A

C

B

Escenas del Códice Borgia y del Códice Vaticano B, y canal escalonado encontrado en la calle Ahuacatitla.

momento de la Guerra Tepaneca en el año 1428, en donde estos espacios fueron severamente golpeados y que a partir de la reestructuración del cambio de gobierno se abandonaron dichas construcciones o en su defecto, dejaron de funcionar de la misma forma que venían haciéndolo años atrás. La información que pudimos recopilar a lo largo de esta investigación sugiere que los conjuntos arquitectónicos localizados pudieron alojar a un gremio de artesanos, en donde se llevaron a cabo actividades para servir a cierto estatus social, tal como lo evidencian los sellos, moldes, figurillas, esferas, sonajas y artefactos de lítica tallada y pulida. Es muy posible que estos conjuntos se extendieran en una franja hacia el norte y sur y posiblemente hacia el este, formando así una red de talleres en donde los artesanos pudieron estar conviviendo. El Elemento 3, 5 y 7 son los que más información nos apor58| Revista Azcapotzalco

taron para poder lanzar esta hipótesis ya que era muy claro que las ofrendas consistían en objetos en proceso de manufactura. Sumado a esto, se encuentra el hecho de que en el momento de depósito de las ofrendas debió existir toda una metodología que pudo incluir, rezos, cantos, aromatización de los espacios, así como el incluir objetos orgánicos como olotes, semillas, flores y plantas, pero muy importante también fue el que en algunas ofrendas registradas se encontraron evidencias de haberlas sellado con fuego, mientras que en otros casos es posible que arrojaran materiales incandescentes que provocaron que ciertas piezas se quemaran total o parcialmente, mientras que otras se cocieran en el momento, como fue el caso de numerosos fragmentos de tierra y dos torsos de figurillas. Elementos representativos de aspectos tan importantes como el fuego, la fertilidad y la guerra se encontraron presentes durante todo el proceso de exploración, algo que resulta por demás significativo si nos remontamos a que en Azcapotzalco, de acuerdo a González Gómez (2004, p. 56), tenían especial afecto a deidades asociadas a estos aspectos, el autor propone dos complejos divinos, el formado por Tezcatlipoca-Tlamatzinca-Coltzin-Ocotecuhtli, y el compuesto por Cihuacóatl-Coatlicue-Toci-Malinalli, en donde el primero está ligado al carácter sangre-fecundidad-guerra y el segundo con la fertilidad y la fertilidad agrícola. Así, podemos asociar con mayor énfasis algunos de los objetos GRACIAS A LOS DIVERSOS cerámicos localizados en el predio de HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS EN Tízoc número 5, por ejemplo, el que LA ZONA DESDE PRINCIPIOS DEL la mayoría de las figurillas localizaSIGLO XX, AZCAPOTZALCO ES UN das tengan advocación a Cihuacóatl REFERENTE HISTÓRICO PARA LA o la gran cantidad de sonajas que ARQUEOLOGÍA MEXICANA.


Sello de mono.

también tienen relación con esta deidad, pero también que varios de los sellos tengan diseño de mono, animal que se asocia con Ehécatl y con la fertilidad sexual y agrícola. Respecto de este último, Echeverría (2015, pp. 207-259) menciona que él era el encargado de regar las semillas para su fertilización, así como que el chicahuaztli o palo resonador se asocie también a la fertilidad sexual y agrícola. Esto resulta de suma relevancia si observamos que en el pequeño canal localizado en la Extensiva 2 y cuyo fondo se encontraba escalonado, se haya localizado un sello con la efigie de mono, misma escena que podemos ver en la Lámina 53 del Códice Borgia y Lámina 23 del Códice Vaticano, y que a su vez también tuvimos la oportunidad de registrar en un predio cercano en la calle de Ahuacatitla, en donde se encontró

una pequeña red de canales agrícolas y uno de ellos estaba escalonado y asociado también se localizó una pequeña figurilla de un mono con el estómago abultado (González López y Vázquez, 2018). De acuerdo con Alcina (1958), el tipo más abundante de sellos con el diseño de este animal es el “mono danzante” el que refiere a Xochipilli, en donde la abundancia de estos puede estar relacio-

nada con el espíritu de diversión, jolgorio y erotismo del pueblo mexicano y que estos servirían para adornar el cuerpo de los danzantes y cantores en las fiestas dedicadas a esta deidad. Por otro lado, Echeverría (2015, pp. 241, 242 y 246) opina que respecto al tema de la fertilidad estaría representado por el bastón de sonajas chicahuaztli, mismo que formaba parte de la indumentaria de Xipe Tótec y otras deidades de la tierra, del maíz y del agua, como los tlaloques, Xilonen, Chalchiuhtlicue, Tzapotlatenan y Tláloc. En cuanto a los sellos con imágenes del “mono danzante” el autor comenta que el chicahuaztli que divide en dos la escena le imprime el acento sexual. El mono, ya por sí mismo tiene un fuerte contenido alusivo a la fertilidad, pero en conjunto con el chicahuaztli se potenciaba dicho simbolismo fertilizante requerido para la fructificación del cultivo como para la procreación humana. De acuerdo con la asociación del conjunto de datos, planteamos la idea de que estas ofrendas sean parte de un ritual de terminación de ciclos, el que como ya se mencionó, estos

Sello fragmentado con diseño de “mono danzante”; el chicahuaztli de en medio separa en dos paneles la escena.


Figura 2. Vista satelital de Sur a Norte donde se observan algunos de los sitios excavados en anteriores años, respecto del predio de Tízoc No. 5 marcado con una estrella roja. Se sobrepone tentativamente la orilla del lago para referenciar la ubicación espacial de los mismos.

espacios dejarían de funcionar para dichas tareas. Estos presupuestos se acompañan de los datos duros, que en este caso son los muros y adobes arrasados que sugieren que este espacio sufrió un proceso de destrucción que ya no se recuperó durante los últimos años del periodo Posclásico Tardío, tal como lo evidencia la cerámica y la estratigrafía por sí misma, ya que se registró un estrato transicional y de abandono en donde de acuerdo a su estructura, coloración y compactación sugerían un incipiente suelo, mismo que debió estar expuesto durante finales del Posclásico Tardío, periodo Colonial y hasta el Siglo XIX. 60| Revista Azcapotzalco

Importancia de Tízoc número 5 para la Arqueología de Azcapotzalco De acuerdo con los hallazgos que se han venido localizando durante décadas en Azcapotzalco hemos podido ir hilando cómo es que se encontraba estructurada esta pequeña ciudad. De tal manera que el patrón de asentamiento que hasta el momento podemos proponer se puede observar en la Figura 2, en donde hacia el norte de la alcaldía se observa la zona de entierros descubierta a partir de las obras del Sistema de Transporte Colectivo Metro, en sus inmediaciones se cuenta también con el registro de un

manantial y una zona de bufamientos entre las calles de Coachilco y Santos Degollado. En la zona centro destaca el teocalli debajo de la Parroquia de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago, en las calles aledañas al mercado se encuentran unidades habitacionales, entre la Avenida Aquiles Serdán y la calle Zaragoza se ubica el antiguo barrio de comerciantes o pochtecas. Por su parte, en Ahuacatitla se registró un área de canales y tierras agrícolas. Ligeramente al sur, sobre la Avenida Azcapotzalco se registró un canal de 5 metros de ancho al que se le alude un uso de navegación, mientras que


GRACIAS A LOS DIVERSOS HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS EN LA ZONA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX, AZCAPOTZALCO ES UN REFERENTE HISTÓRICO PARA LA ARQUEOLOGÍA MEXICANA.

entre Centenario y Avenida Aquiles Serdán fueron localizadas importantes ofrendas contenidas en oquedades, cuya temporalidad va desde el periodo Posclásico Tardío hasta el Colonial Temprano. Estos son sólo algunos de los hallazgos más significativos que se localizan en el Centro de Azcapotzalco; sin embargo, en otras colonias han sido localizados numerosos hallazgos por parte de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Ahora, con las excavaciones de Tízoc No. 5 podemos agregar a esta información que hacia el Sur de la Parroquia existieron complejos arquitectónicos construidos a base de tierra en donde artesanos, muy probablemente de la élite (debido a la cercanía con el teocalli y al tipo de materiales que manufacturaban), llevaban a cabo una serie de labores para satisfacer las necesidades de la población. Esto, junto a las recientes excavaciones realizadas en la calle Jerusalén en donde la arqueóloga Nancy Domínguez (2020, pp. 22, 23) localizó una plataforma de 6x8 m con dos etapas constructivas asociadas al Posclásico Tardío, y cuya construcción, a diferencia del predio excavado por nosotros, estu-

vo conformada por cantos rodados, rocas de cantera, adobes, así como pisos y recubrimientos de estuco en los muros, esto le da pie a la arqueóloga para interpretar este espacio como un barrio residencial de élite. Asimismo, las últimas excavaciones realizadas por Jimena Rivera en el barrio de San Simón Pochtlán, la serie de sondeos en Avenida Azcapotzalco a cargo de Rosa González, así como los trabajos de Nancy Domínguez en el Paseo de las hormigas y calles aledañas, aportarán valiosa información de la zona central de Azcapotzalco, espacios que no habían sido excavados y que gracias a obras públicas y privadas han dado a la luz hallazgos de los cuales estaremos en espera de que las investigaciones queden concluidas y tener acceso a la información para así poder ampliar las interpretaciones de este antiguo hormiguero. Referencias Alcina, J., (1958). Las pintaderas mexicanas y sus relaciones. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto “Gonzalo Fernández de Oviedo”. Córdoba, L. (1989). Distribución Espacial de los Barrios de Azcapotzalco, Cuautitlán y Tultitlan, tres postclásicos de la Cuenca de México [Tesis de Licenciatura], ENAH, México. Domínguez, N., (2020). “Un barrio residencial en Azcapotzalco durante el Posclásico Tardío”. En Revista Azcapotzalco, Historia, Arte y Literatura. En el centro de “El Hormiguero”. No. 1, Invierno de 2020, Editorial Sello Grulla. Echeverría, J., (2015). “Entre la fertilidad agrícola y la generación humana: el rol fecundante del mono entre los antiguos nahuas”. En Estudios de Cultura Náhuatl, Número 46, julio a diciembre de 2015. Gamio, M., (1918). "Excavaciones de la parroquia de Azcapotzalco". En Archivo Técnico del INAH, Tomo XLI, Coordinación de Arqueología. González, J., (2004). Antropología e Historia en Azcapotzalco. Estudio histórico-antropológico sobre la dinámica cultural, económica y política de una población del noroeste de la Cuenca de México (Siglos XVI y XVII) [Tesis de Maestría en Etnohistoria]. ENAH, México. González López, P. y Vázquez, N., (2018). "Proyecto de Salvamento Arqueológico Ahuacatitla No. 62. Col. Barrio Los Reyes, Delegación Azcapotzalco. Expediente 2016-211." Informe técnico, Dirección de Salvamento Arqueológico, INAH, México. Talavera, A., (s.f.). “Informe bioarqueológico del entierro infantil recuperado en el Proyecto de Salvamento Arqueológico Tízoc No. 5, Azcapotzalco Centro, Alcaldía Azcapotzalco, Ciudad de México”. Sección de Bioarqueología de la DSA. Vaillant, G., (1938). “A correlation of Archaeological and Historical Sequences in the Valley of México”. En American Anthropologist, Vol. 40, N.4, Parte 1. Revista Azcapotzalco | 61


Ofrenda de sellos Acercamiento a los procesos productivos por Arqlga. Alejandra González López Investigadora DSA-INAH

Entre los recientes hallazgos en la calle de Tízoc número 5 resalta notablemente una ofrenda que contenía en su interior diversos sellos de cerámica, lo que la vuelve única en su tipo e intensifica su importancia a nivel arqueológico para el entendimiento de Azcapotzalco durante el Posclásico Tardío.

G A L E R Í A

sellos, moldes y desechos de manufactura de herramientas de obsidiana.

Foto 1. Vista general del Elemento 3, nivel 6.

Contexto arqueológico Los hallazgos localizados en el predio de Tízoc número 5 fueron diversos, siendo notorios los espacios arquitectónicos fabricados a partir tierra y adobes dentro de los cuales se detectaron varios materiales arqueológicos in situ que fueron registrados como ofrendas o Elementos. Entre ellos, destaca notablemente el Elemento 3 debido a que los materiales localizados en este resultaron ser atípicos debido a su variedad y cantidad, aunado a otros aspectos que nos hicieron definir a este espacio como un sitio en donde se depositaron objetos alusivos al proceso de manufactura de sellos de cerámica, principalmente. Este depósito ritual se encontraba delimitado en su extremo norte por una roca de andesita, mientras que hacia el este y oeste se recortó el espacio correspondiente a una serie de apisonados de tierra, de tal manera que colocaron esta ofrenda en el último momento de ocupación de los espacios arquitectónicos registrados (Foto 1). En este espacio se registraron doce niveles de materiales arqueológicos, principalmente 62 | Revista Azcapotzalco

¿Qué son los sellos? Se conocen con este nombre a aquellos objetos manufacturados en cerámica por la técnica de moldeado, cuyas formas más comunes son las rectangulares planas y rectangulares ligeramente cóncavas, aunque también existen convexos, cilíndricos, o recortados al borde. Los diseños que llegan a representar son variados, como los geométricos, fito-

Figura 1. Fragmento de Códice Chalchihuitzin Vázquez.


LOS SELLOS SERVÍAN PARA TRANSFERIR DISEÑOS, IMPRIMIRLOS Y DECORAR SUPERFICIES COMO CERÁMICA, PAPEL, TELA, CUERO E, INCLUSO, LA PIEL.

Fragmento de sello con círculos concéntricos y geométricos.

morfos, zoomorfos, antropomorfos, entre otros. Respecto de su función, los sellos como su nombre lo indica, servían para transferir cierto tipo de diseños e imprimirlos para decorar superficies como cerámica, papel, tela, cuero, e incluso la piel (Figura 1). Jorge Enciso (1947) comenta que algunos de los pigmentos utilizados para transferir estos diseños a cualquier otra superficie podían ser de origen mineral o vegetal. Los más comunes para los tonos negros eran el humo de acote, el ocotl, la tierra negra y el carbón de

olote. Para los blancos, la tierra blanca o tizate y el yeso. Para los rojos el achiote colorado o la cochinilla, así como la savia del árbol de sangre. Entre los amarillos, la tierra de este mismo color, la savia de Chicalote y el Zacatlascal, parásito de ciertos árboles de tierra caliente. Entre los azules, el añil, mientras que el turquesa se obtenía mezclando añil con pigmento blanco y alumbre. Estos colores una vez molidos se revolvían con aceite de chía o de chicalote para formar el pigmento líquido y poder ser utilizado.

Fragmento de sello con motivos espirales curvilíneos zoomorfos.

Sin embargo, su función debió ser aún más profunda de lo que tal vez podamos imaginar, al respecto Frederick Field (1967) comenta que ésta debió ir más allá del aspecto decorativo, y que más bien los sellos y su simbología en sí estuvo vinculada con los dioses y fuerzas desconocidas e incontrolables de la naturaleza, por lo cual los relaciona directamente con el mito, magia y religión. De tal manera que su elaboración y uso pudo estar destinada a personajes de alto rango, como sacerdotes, que eran los que fungían como puente entre lo divino y los seres humanos (Echeverría, 2015). La iconografía que se plasma en los sellos debió estar íntimamente relacionada con hechos, festividades, cosmovisión y problemáticas propias de las sociedades prehispánicas, por lo que era una manera de transmitir ciertos mensajes a la población en general, entre los cuales la fertilidad era uno de los puntos más importantes, misma que queda reflejada a través de algunas imágenes, como el mono con su vientre abultado y el chicahuaztli. Características de los sellos de Tízoc No. 5 Es importante mencionar que los sellos fueron una constante durante las exploraciones que llevamos a cabo en el predio, por lo cual en Revista Azcapotzalco | 63


diferentes pozos de sondeo y excavaciones extensivas fueron localizados; sin embargo, su mayor concentración fue al interior del Elemento 3. De tal forma que las características físicas y morfológicas que pudimos identificar para estos objetos durante el proceso de análisis corresponden a todos los sellos y fragmentos de ellos localizados durante la excava-

ción, los cuales resultaron en tres categorías básicas, independientemente del diseño, son las siguientes.

SE PUDIERON IDENTIFICAR SELLOS CON VARIANTES DE LA SERPIENTE DE FUEGO O XIUHCÓATL, LA CUAL ERA UNA INSIGNIA PORTADA POR

Forma. -Rectangulares de cuerpo plano. -Rectangulares de cuerpo ligeramente curvo. -Recortados al borde del diseño decorativo.

HUITZILOPOCHTLI.

Acabado de superficie. -Alisado. -Bruñido. -Mixto. Mangos o agarraderas. -Trapezoidales y aplanados. -Cónicos con la punta redondeada. -Tubulares, huecos y con ranuras a manera de sonajas.

Nota del periódico Mexico City Collegian (lunes, 17 de abril, 1950, p. 5), donde se cuenta sobre la primera fiesta de disfraces del Club de Antropología en la casa del Profesor Barlow.

Diseños decorativos en los sellos. Respecto a este rubro se pudieron identificar sellos con variantes de la Serpiente de Fuego o Xiuhcóatl, la cual era una insignia portada por Huitzilopochtli. De acuerdo con el mito sobre su nacimiento esta fue el arma con la que derrotó a Coyolxauhqui y a los Centzonhuitznahua, los cuatroFragmentos de sellos con motivos fitomorfos.


EL TRABAJO DE BARLOW COMO EDITOR E IMPRESOR DE PERIÓDICOS Y REVISTAS ESPECIALIZADAS, AUNQUE VASTO, ES POCO CONOCIDO.

Fragmento de sello con motivos de greca escalonada o xicalcoliuhqui.

cientos surianos. Dentro de este diseño también se puede observar el Chicahuaztli, un tipo de bastón con forma de rayo solar, utilizado para hacer música, este elemento también se encuentra asociado a las deidades al agua y la fertilidad, es común representarlo junto al mono reafirmando su carácter de fertilidad.

Dentro de esta categoría de diseños se encuentra el sello con mayor tamaño localizado al interior de la ofrenda. Asimismo, también pudimos registrar sellos con motivos geométricos, con diseños de Xicalcoliuhqui, con motivos zoomorfos, con motivos fitomorfos, sellos con la variante del signo Xonecuilli, sellos con diseño de Serpiente de pedernales, con motivos espirales y con motivos solares, por mencionar los más representativos. Resultó interesante el hecho de localizar sellos con errores de su proceso de manufactura, denotando que el artesano que realizaba las piezas falló y

Fragmento de sello con motivos escalonados.


Fragmento de sello con punta pedernal.

aún estando fresca la arcilla, las dobló con sus manos, descartándolas como producto final. Aunado a esto, también fueron registrados sellos en crudo; es decir, piezas relativamente terminadas pero que no pasaron por el proceso de cocción, por lo cual su manipulación fue complicada y minuciosa durante la excavación, análisis de materiales y embalaje. También como parte de este depósito ritual se localizaron moldes, los cuales son piezas que forman parte del proceso de manufactura de otros objetos, como pueden ser vasijas, malacates, figurillas, aplicaciones, sellos, entre varios más. El proceso consiste en hacer y detallar una pieza de tal manera que esta pueda ser reproducida en serie, así se saca un positivo a partir de un negativo. Los moldes sirven para optimizar tiempo y realizar piezas cerámicas con mayor precisión, por

Fragmento de sello con variante del signo Xonecuilli.

lo general su uso se daba con mayor frecuencia en sociedades en las cuales la demanda fuera en incremento. La excavación en Tízoc número 5 y en específico del Elemento 3 dio como hallazgo varios moldes, principalmente de sellos. Procesos productivos para la elaboración de sellos La elaboración de cualquier producto terminado llevaba consigo una serie de pasos que se debieron llevar a cabo para conseguirlo. A continuación, se mencionan los que consideramos fueron los más importantes. 1. Obtención de la materia prima. Consistente en la identificación de los bancos de arcilla1, minerales para los engobes2, madera y desgrasantes3 , extracción y transporte a los talleres. En este punto se recolectan todos los elementos que serán utilizados durante todo el proceso, por lo que pueden localizarse en diferentes zonas geográficas.

Fragmento de molde de sello con círculos concéntricos y geométricos.

Comúnmente llamada arcilla; sin embargo, pueden ser suelos, paleosuelos o sedimentos con gran cantidad de minerales arcillosos que al momento de fabricar piezas cerámicas aportan la plasticidad deseada. 2 Se conoce como engobe al acabado final que llevan algunas piezas cerámicas, un ejemplo de ello son minerales como óxidos de hierro que le aportan a las piezas una tonalidad rojiza. 3 Se refiere a los agregados que se incorporan a las arcillas o barro para neutralizar la plasticidad. Estos materiales no plásticos pueden ser de origen mineral como ceniza volcánica o arenas, de origen vegetal como hierba, o animal, como conchas molidas. 1

66| Revista Azcapotzalco


EN LOS NIVELES MÁS PROFUNDOS DE ESTA OFRENDA SE LOCALIZARON DIVERSOS FRAGMENTOS DE OBSIDIANA.

2. Elaboración del barro. Se refiere a la mezcla de la arcilla, materiales no plásticos o desgrasantes y agua para formar una pasta moldeable que tenga las características necesarias para fabricar las piezas deseadas. 3. Manufactura de sellos. Una vez listo el barro y con ayuda de moldes de cerámica previamente fabricados y cocidos, se sacaba el positivo de las piezas deseadas.

Fragmento de molde de sello con motivo solar

4. Afinación de sellos y secado. Las piezas después de ser sacadas de los moldes eran revisadas para evitar errores. Una vez secas algunas de ellas podrían recibir un baño de engobe y ser alisadas, mientras que otras podrían bruñirse con ayuda de pequeñas piedras de río o pequeños cuarzos4. 5. Cocción. Cuando los sellos ya se encontraban listos se sometían a cocción, el cual debió llevarse a cabo en hornos cerrados. Desafortunadamente no pudimos localizarlos durante las excavaciones .5

Fragmentos de moldes de sellos con motivos fitomorfos.

Es importante mencionar que tanto el secado como la cocción se pueden realizar más de una vez. En ocasiones las piezas necesitan secarse en su totalidad para evitar quebrarse durante la cocción. Por su parte, también se pueden cocer las piezas, colocar el engobe, dejar secar y volver a cocer. El proceso de fabricar cerámica varía de región a región y de artesano a artesano, por lo que las técnicas son muy diversas. 5 El tiempo destinado a los trabajos de exploración y la composición estructural del terreno impidieron realizar más excavaciones. Sin embargo, de acuerdo con los hallazgos y su distribución hemos propuesto que los hornos pudieran localizarse en las inmediaciones. 4

Revista Azcapotzalco | 67


Fragmento de molde de sello con motivos geométricos

Relevancia del hallazgo Tízoc número 5 dio a la luz el hallazgo de una ofrenda compuesta en su mayoría por sellos de cerámica, un hecho inusual en la Arqueología de Azcapotzalco. Sin embargo, la importancia radica en la composición del depósito ritual; es decir, en la forma en como decidieron colocarla y los elementos que prefirieron incluir en ella. Es muy interesante que no se estén ofrendando principalmente piezas completas o terminadas, sino una serie de objetos que denotan errores en su proceso de manufactura, por ejemplo, piezas a las que faltó delinear bien los espacios que deben

Fragmento de molde de sello con motivos espirales.

ir sólidos en relación de los que van huecos, sellos que fueron descartados por los artesanos y que fueron doblados estando la arcilla fresca, sellos de barro “crudo”, moldes de sellos, esferas de barro “crudo”, y de manera muy interesante, fragmentos de tierra cocida producto de sellar la ofrenda con fuego. De tal manera que no ofrendaron las piezas como productos terminados, sino el proceso productivo que tiene que pasar para que los sellos pudieran ser utilizados. Esta cadena operativa, aun cuando está incompleta, nos hace pensar en la posibilidad de que los espacios arquitectónicos locali-

zados hayan formado parte de las viviendas-talleres utilizados para la manufactura de bienes suntuarios, de tal manera que es muy probable que los hornos para cocción de estos objetos se encuentren muy cerca, así como los bancos de arcilla, esto último recordando las características físico-químicas del paleosuelo (González y Vázquez, 2018) en que se asentaron las sociedades prehispánicas de Azcapotzalco. Aunado a esto, en los niveles más profundos de esta ofrenda se localizaron diversos fragmentos de obsidiana, mismos que forman parte del desecho de manufactura para la

Fragmentos de molde de sello con motivos de serpiente de pedernales.

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Fragmento de molde de sello con motivos zoomorfos.

elaboración de herramientas. Los datos indican que estos fragmentos fueron transportados desde el lugar o taller en donde se realizó la talla de los productos terminados para ser cuidadosamente colocados en el fondo del depósito ritual. Adicionalmente, el conjunto de todos los materiales arqueológicos registrados y analizados nos refieren a que los espacios arquitectónicos que tuvimos la oportunidad de excavar, registrar y analizar, formaban parte de un conjunto mayor en donde se llevaban a cabo importantes trabajos de especialización artesanal, lo que acentúa la importancia de Tízoc número 5 para la Arqueología de Azcapotzalco. Referencias Echeverría, J., (2015) “Entre la fertilidad agrícola y la generación humana: el rol fecundante del mono entre los antiguos nahuas”. En Estudios de Cultura Náhuatl, Número 46, julio a diciembre de 2015. Enciso, J., (1947). Sellos del antiguo México. México: Editorial Innovación. Field, F., (1967). Thougths on the Meaning and Use of Pre-Hispanic Mexican Sellos. Washington, Durmbarton Oaks. González, P. y Vázquez, N., (2018). "Proyecto de Salvamento Arqueológico Ahuacatitla No.62. Col. Barrio Los Reyes, Delegación Azcapotzalco. Expediente 2016-211." Informe técnico, Dirección de Salvamento Arqueológico, INAH, México.

Fragmento de sello crudo con motivos solares. El hallazgo de sellos crudos y desechados, en particular, es especialmente raro.


Técnicas de registro arqueológico Estudio de caso en Tizoc No. 5

G A L E R Í A

P.A. Argelia Ramírez Colaboradora del Proyecto de Salvamento Arqueológico Tizoc No. 5

El ser humano al vivir y coexistir en un lugar y fecha determinado deja huellas de su paso en la tierra: vestigios de sus casas y templos, de sus herramientas, de los objetos de uso doméstico como vasijas, ollas, platos, entre otros. El registro arqueológico consiste en dejar asentados, de manera escrita o gráfica, los datos relevantes para entender cómo se encontraron los vestigios, su orientación, tamaño, estado de conservación, entre otros aspectos. Esto es la parte más importante de la investigación arqueológica,

ya que el momento del “hallazgo” es único e irrepetible, a la vez que es crucial para comprender los procesos sociales ocurridos en antaño. En el caso específico de los trabajos realizados en Tizoc No. 5, fueron variadas las técnicas utilizadas para llevar a cabo eficazmente el

El registro y cuidado de las piezas encontradas es fundamental. 70 | Revista Azcapotzalco

registro y análisis de los materiales arqueológicos encontrados, siendo mayoritariamente sellos, moldes de sellos, figurillas y moldes de figurillas manufacturados en cerámica. Las siguientes fueron algunas de las técnicas de registro usadas en el proceso.


LA ARQUEOLOGÍA ES EL CAMPO QUE ESTUDIA LOS RESTOS MATERIALES QUE FUERON DEJADOS POR LAS SOCIEDADES QUE YA NO EXISTEN.

Dibujo a punto y achurado Técnica que se aplica para resaltar cualidades específicas de la pieza y que aporta estricto detalle. Este tipo de dibujo facilita el análisis de las piezas cuando no se cuenta físicamente con los objetos, como es el caso de objetos registrados en el pasado remoto. Ilustración a punto de un sello encontrado en la ofrenda, descartado durante su elaboración.

Reconstrucción a lápiz Técnica que se utiliza para reproducir e ilustrar la manera en que se deduce que los objetos fueron manufacturados y utilizados en la vida cotidiana. Ayuda a comprender de manera gráfica el uso de ciertos elementos, o en su defecto la forma en que se utilizaron los espacios o llevaron a cabo actividades específicas.

Dibujo del sello de mayor tamaño y recreación del posible uso de una herramienta de hueso, ambos encontrados en la ofrenda.

Recreación del posible uso de herramientas de hueso encontradas en la ofrenda. Revista Azcapotzalco | 71


EL DIBUJO A PUNTO Y ACHURADO, LA RECONSTRUCCIÓN A LÁPIZ Y LA FOTOGRAFÍA FUERON ALGUNAS TÉCNICAS EMPLEADAS EN ESTA INVESTIGACIÓN, POR SER COMUNES Y EFECTIVAS.

Fotografía Es la técnica más común en nuestros días, debido a la facilidad y rapidez de su manejo. Ayuda a tener un registro sumamente confiable, sobre todo en el momento exacto de los hallazgos. Con ayuda de las luces y sombras adecuadas resalta aspectos importantes de las piezas, mientras que con la escala gráfica da una visión real del tamaño de los objetos. En el caso del predio localizado en el número 5 de Tizoc se requirió la adaptación de otros métodos que nos proporcionaran mejores resultados. El problema al que nos enfrentamos fue conseguir la impresión de los sellos y los positivos de los moldes sin dañar las piezas, lo que significa-

Es preciso tratar las piezas encontradas con delicadeza, pues pese a resistir los embates del tiempo, suelen ser frágiles.

ba encontrar un material que fuera lo suficientemente maleable para que se moldeara a la forma de las piezas arqueológicas y quedará permanente la marca. De esta manera se hicieron pruebas con diversos materiales y después de varios intentos encontramos una pasta moldeable que permi-

tió hacerlo. Se trata de una pasta moldeable que endurece al contacto con el aire, dejando así el registro perdurable del objeto. Esto nos ayudó a poder obtener un molde y a la vez recrear las piezas sin dañar o manipular en exceso los materiales arqueológicos.

Impresión de los sellos en pasta para lograr el registro permanente de los diseños a escala real. 72 | Revista Azcapotzalco


En el caso del predio localizado en el número 5 de Tizoc se requirió la adaptación de otros métodos que nos proporcionaran mejores resultados. El problema al que nos enfrentamos fue conseguir la impresión de los sellos y los positivos de los moldes sin dañar las piezas, lo que significa-

ba encontrar un material que fuera lo suficientemente maleable para que se moldeara a la forma de las piezas arqueológicas y quedará permanente la marca. De esta manera se hicieron pruebas con diversos materiales y después de varios intentos encontramos una pasta moldeable que permi-

tió hacerlo. Se trata de una pasta moldeable que endurece al contacto con el aire, dejando así el registro perdurable del objeto. Esto nos ayudó a poder obtener un molde y a la vez recrear las piezas sin dañar o manipular en exceso los materiales arqueológicos.

Impresión de sello mediante marca de agua y acuarelas.

Estas últimas adaptaciones resultaron exitosas para no dañar las piezas arqueológicas, recrear la forma de hacer los sellos, figurillas y moldes, así como dejar la impresión de los diseños sobre una superficie de papel, nos ha permitido conocer las hábiles técnicas de los artesanos que coexistieron en esta área hace más de 500 años.

Impresión de los sellos en pasta para lograr el registro permanente de los diseños a escala real.

Pruebas de impresión en busca de la técnica que resalte con mayor detalle el diseño de los sellos encontrados en la excavación. Revista Azcapotzalco | 73


Herencia viva Cuando el pasado resurge

por Mtra. María José Esteva Candidata a Dra. en Historiografía por la UAM-Azcapotzalco

Una de las características más fascinantes del estudio historiográfico es que todo objeto de cultura es una fuente para el conocimiento histórico. Y sin importar cuán antigua sea o cuántas veces la hayamos analizado, siempre puede ofrecernos nuevos datos sobre los acontecimientos del pasado.

G A L E R Í A

teger el patrimonio cultural. Hace casi dos años, en octubre de 2019, comenzaron a realizarse trabajos para la recuperación del Centro Histórico de Azcapotzalco, lo que condujo al hallazgo de importantes vestigios prehispánicos en la zona que, desde entonces, están bajo el resguardo y conservación de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. CONOCER NUESTRO PASADO NOS PERMITE ENTENDER NUESTRO PRESENTE.

La arqueología, sin duda, nos permite conocer aspectos de la vida de culturas antiguas de las que muchas veces no existen otros registros que no sean los vestigios encontrados en las excavaciones. Gracias a su estudio, podemos comprender distintos aspectos de la vida y costumbres de quienes habitaron nuestras tierras mucho antes que nosotros. El salvamento es un tipo de investigación arqueológica que se realiza antes del comienzo de una obra pública con la finalidad de pro-

Entre las numerosas piezas encontradas se seleccionaron veinte para conformar una exhibición virtual que puede visitarse en la página que se diseñó expresamente para ello y que significa un esfuerzo de divulgación sin precedentes y nos recuerda que el último paso de la investigación académica histórica, historiográfica y arqueológica es la difusión de sus resultados. Es por tal motivo que varios de los artículos que conforman este segundo número de Revista Azcapotzalco se refieren a las distintas excavaciones realizadas recientemente en el centro de la alcaldía, concretamente en Tízoc No. 5 -en donde se encontraron numerosos vestigios que dan cuenta de un hecho del que no se tenía noticia: la presencia de un taller de sellos en Azcapotzalco-, y en Nueva Jerusalén, Paseo de las Hormigas, que derivó en las piezas presentadas en esta galería virtual que nos permite apreciarlas a detalle en 360°. Visita https://azcapotzalcoherencia.com/ y conoce los detalles de este interesante proyecto.


Los arqueólogos del hormiguero Excavadores de la historia Brenda Hinojosa

Está galería ilustrada, por Brenda Hinojosa, es un homenaje aquellos que han creado una historia de la arqueología de Azcapotzalco. No sólo desde diferentes épocas, sino, también, desde distintos intereses y propósitos han estudiado el pasado de Azcapotzalco a través de la cultura material: cerámicas, herramientas, entierros o vestigios de construcciones, para después dar una explicación de la vida prehispánica en este territorio.

Manuel Gamio (1883-1960) “En nuestro parecer la Historia posee dos valores: el especulativo y el trascendente. En efecto, la Historia es, en general, el conjunto de informaciones relativas a la naturaleza, origen, carácter, evolución y tendencias de las civilizaciones del pasado. Cuando estas informaciones existen en las bibliotecas o en la mente de los hombres estática y pasivamente, el valor de la historia es especulativo. En cambio, la historia ofrece valor trascendente, si la consideramos como un copioso índice, como fuente inagotable de experiencias por medio de las cuales la humanidad ha alcanzado sus diversas etapas de florecimiento y decadencia y sobre todo, si utilizamos esas experiencias para acrecentar el bienestar de las civilizaciones contemporáneas.” Forjando Patria (pro nacionalismo), 1916

Revista Azcapotzalco | 75


Robert H. Barlow (1918-1951) “No debemos confundir la destrucción militar de los tecpaneca con la desaparición del grupo étnico: aun con los métodos más eficaces los nazistas no pudieron destruir físicamente a más que una cuarta parte de la nación polaca durante la reciente guerra, y sabemos que otros grupos indígenas subyugados por la Triple Alianza mantuvieron su identidad tribal hasta la Conquista como en el caso de Chalco. La verdad es que no solamente había una dinastía en el mismo Azcapotzalco entre 1428 y 1521 (con señores simultáneos en las divisiones de Conquistados, o Tecpanecapan, y Conquistadores, o Mexicapan), sino se presentaron grupos tecpanecas en la repartición de tierras en Coyoacán cuando Cortés trasladó la capital provisionalmente a ese lugar, y aun noticias muy posteriores de ellos.” “Los tecpanecas después de la caída de Azcapotzalco” en Tlalocan, 1952

76 | Revista Azcapotzalco


Antonio Urdapilleta (1960-2016) “Sobre la fundación del Atzcapotzalco Tepaneca hay muchas historias las cuales son difíciles de empatar, entre estas narraciones está aquella que dice que el Hormiguero fue fundado y debe su nombre a un rey que se llamaba Ixputzal, tal y como también ocurrió con Tenoch y Tenochtitlán. Otra historia cuenta que los tepanecas son uno de los siete linajes que salen de Chicomoztoc o lugar de las Siete Cuevas, posterior a los xochimilcas y chalcas, fundando su ciudad después de establecerse en Azcapotzaltongo y Tlilhuacán.” “Fundación del Atzcapotzalco tepaneca”, en Atzcapotzalco, 2009

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Hay muchos arqueólogas y arqueólogos, además de historiadores de la arqueología y divulgadores, que deberían ser recordados, pero que las limitaciones materiales obligan solo a la humilde mención; nombres como los de Alfred Tozzer, George Vaillant, Laurette Séjourné, Florencia Müller, Luis Córdoba Barradas o José Antonio González son igualmente claves para entender el pasado material y narrativo del hormiguero.

Gilberto Pérez Rico "La arqueología nos permite escuchar a través del tiempo la voz de la gente que vivió en el pasado; sus objetos antiguos nos narran su vida, su origen, su nombre y su tradición; su mensaje es la herencia de nuestros ancestros que hoy nos fortalece como Nación y da identidad a nuestros pueblos". Correspondencia virtual, 2021

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El mamut de Talismán por Redacción

C R Ó N I C A

“Disculpe, ¿este elefante vivía antes aquí?”, le pregunta un niño a la oficial de la estación Talismán.

Entrada al Metro Talismán, cuyo ícono representa a un mamut. Aquí se exhiben restos de mamut encontrados en excavaciones.

Cuando se construyó la Línea 4 del Metro, inaugurada en 1981, las estaciones, como es costumbre, debían llevar el nombre de algo o alguien que se asociara con la zona, como la estación Zócalo, que es el nombre coloquial de la Plaza de la Constitución. En el caso del icono, este también puede corresponder a otra referencia del lugar y no siempre al nombre; por ejemplo, Cuatro Caminos tiene la figura del antiguo Toreo con su característico domo. ¿Qué símbolo debía llevar, pues, la estación Talismán cerca de la avenida Talismán? ¿Una piedra de la suerte, una medalla de protección, un ojo de horus egipcio? Los hallazgos arqueológicos dieron la respuesta: en 1978 se había encontrado un fósil de Mammuthus archidiskodon imperator que vivió en aquella zona hace más de 12, 000 años. Los mamuts recuerdan a los elefantes y estos son

símbolos de la buena suerte en algunas culturas, así que el icono de esta estación, que se inauguró en agosto de 1981, fue un mamut. Sin embargo, la osamenta que se encuentra exhibida bajo un domo en la entrada oriente de la estación Talismán no es la del mamut que fue hallado por el arqueólogo Carlos Silva R. en la Gustavo A. Madero, sino la de uno que se encontró en Parque Vía (hoy Aquiles Serdán) y Puente de las Guerras, cerca de la estación Rosario, en Azcapotzalco. Resulta que, cuando se construía la línea 6 del Metro, alrededor de nueve mamuts fueron hallados en las excavaciones. La osamenta que hoy se exhibe en Metro Talismán fue rescatada en mayo de 1981 por Román Chávez Torres y Pedro Francisco Sánchez Nava, debido a su buena conservación se decidió trasladarla a la estación que recientemente había elegido usar la imagen de este animal de la fauna pleistocénica como icono. Así, el mamut de Azcapotzalco terminó en la alcaldía contigua, Gustavo A. Madero. Referencias: “La historia detrás del mamut de la estación Talismán del Metro de la CDMX”. (1 de junio de 2021). El Universal. Recuperado de https://www.eluniversal.com.mx/cultura/la-historia-detras-del-mamut-del-metro-talisman-en-la-cdmx Arroyo-Cabrales, J. y Aguilar, F., (2015). “La fauna del pleistoceno en Azcapotzalco” en Arqueología mexicana, vol. XXIII, núm. 136, pp. 30-33. “Descubren restos de mamut en la metrópoli” (23 de mayo de 1981). El Informador, p. 14-A.

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Manuel Gamio: semblanza y recuerdos de Azcapotzalco

C R Ó N I C A

por Ángeles González Gamio Colegio de Cronistas de la Ciudad de México Manuel Gamio nació en la Ciudad de México el 2 de marzo de 1883. Sus padres fueron Gabriel Gamio y Marina Martínez; fue el cuarto entre ocho hermanos. En julio de 1916, contrajo matrimonio con Margarita León Ortiz, con quien procreó 5 hijos. Gamio falleció el 16 de julio de 1960 a los 77 años. Don Manuel cursó sus estudios en la Ciudad de México; la primaria en el colegio Fournier, la secundaria en el colegio Colón y el bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso. Al finalizar la preparatoria, y con posibilidad para elegir carrera, es-

Manuel Gamio, 1911. 80 | Revista Azcapotzalco

tuvo dudando entre abogado o ingeniero. Para complacer a su padre, optó por esta última. Poco aficionado al dibujo geométrico, las matemáticas y la física, convenció a su padre de buscar otros campos, así surgió la decisión de ir a trabajar a una finca hulera que el padre había adquirido en el estado de Veracruz, en las márgenes del Río Tonto. Ahí vivió casi tres años, durante los cuales convivió con las familias indígenas de la zona, aprendió a hablar su lengua y lo más importante, el vivir tan cercanamente las miserables condiciones de vida que guardaban y el total desamparo en que se encontraban, marcó la ruta que había de seguir el resto de su vida. A partir de entonces, toda su obra, en sus múltiples facetas, estuvo encaminada a lograr mejores condiciones de vida para la población marginada, especialmente los grupos indígenas. En la finca, el cultivo del hule no prosperó y Gamio regresó a la ciudad de México enfermo de paludismo y sin tener claro cómo ayudar a los amigos indígenas que había dejado y preocupado por los millones de compatriotas que se encontraban en las mismas condiciones.

Entre 1906 y 1908 trabajó como profesor ayudante en la escuela nocturna número 5 y se matriculó en los cursos de Arqueología, Etnología y Antropología, que se impartían en el Museo Nacional que dirigía Genaro García. El 8 de abril de 1908 fue nombrado profesor auxiliar interino; pocos meses más tarde, gracias a su trabajo y entusiasmo, se le confirmó como ayudante de cursos. A fines del mismo año se desplazó a Chalchihuites, en Zacatecas, para efectuar unas excavaciones. Esto nos lleva a mencionar la Escuela Internacional de Arqueología y Etnografía Americanas, que habían establecido dentro del Museo Nacional un grupo de antropólogos norteamericanos encabezados por Franz Boas. Este le encargó a uno de los miembros, la antropóloga Zelia Nuttall, quien vivía en México, que localizara a algún joven a quien le viera dotes para becarlo en la Universidad de Columbia, en Nueva York, con el propósito de que se volviera promotor de los estudios formales de antropología en nuestro país. Nuttall vio esas posibilidades en Gamio y se le otorgó la beca. El joven se encontró con el problema de que al aprovechar este beneficio tenía que dejar el puesto en el museo, cuyo sueldo le era necesario para ayudar a su familia pues había perdido toda su fortuna, por lo que renunció a la beca. Felizmente don Genaro


García entendió los anhelos del joven arqueólogo, manteniéndole el puesto y el sueldo en tanto ampliaba sus conocimientos en Estados Unidos. Cursó estudios regulares en la Universidad de Columbia entre 1909 y 1911, bajo la dirección de Franz Boas. Su participación fue tan brillante que fue designado miembro de una expedición Arqueológica al Ecuador organizada por el Museo del Indio Americano. A su regreso a Nueva York obtuvo el grado de Maestro en Artes. Al retornar a México en 1911, se encontró cesado en su puesto del Museo Nacional debido a la época de agitación política que se iniciaba, Genaro García había dejado de ser director del museo. Sin embargo, el entonces Secretario de Educación Pública, Francisco Vázquez Gómez, concedió un empleo al recién graduado de Columbia, adscribiéndolo a la Inspección General de Monumentos Arqueológicos el 23 de febrero de 1912. Aquí permaneció hasta 1916 con nombramientos varios, alcanzando

el cargo máximo de Inspector General. Paralelamente había ingresado como becario a la Escuela Internacional de Arqueología y Etnografía Americanas. Ahí realizó uno de sus trabajos más importantes y que marca sus inicios como pionero. A Eduard Seler y Franz Boas les preocupaba dilucidar el problema, hasta entonces confuso, de la sucesión cultural en el Valle de México. Le encargaron la excavación de San Miguel Amantla en Azcapotzalco; después de seis meses de arduo trabajo, encontró varios niveles que, una vez estudiados, le dieron el siguiente orden cronológico: Tipo Azteca o tipo del Valle (capas 1 y 2); Tipo Teotihuacan (capas 3-14), y Tipo de los Cerros (capas 14 a 17). Al respecto, el arqueólogo Eduardo Matos señala que la técnica utilizada por Gamio marca el comienzo de las excavaciones científicas controladas al obtener una estratigrafía basada en épocas constructivas arquitectónicas. La estratigrafía permite encontrar e identificar datos correctamente, de ahí la importancia que la Escuela Interna-

cional tuvo en el avance de la arqueología en México. Aquí me permito mencionar, como nieta de Manuel Gamio, que mi abuelo siempre conservó un afecto especial por Azcapotzalco y ese primer trabajo estratigráfico que realizó siendo un novel arqueólogo. Este trabajo marcó la ruta de los que realizó en el Templo Mayor de la Ciudad de México, Copilco, el Pedregal de San Ángel y el Templo de Quetzalcóatl en Teotihuacán, entre otros. Gamio logró, tras ardua lucha contra los esquemas burocráticos, que se creara en 1917 la primera dirección de Antropología que se fundó en Iberoamérica. Ello lo llevó a impulsar, en innumerables congresos y en su labor al frente del Instituto Indigenista Interamericano, que se abrieran dependencias semejantes en aquellos países de América en donde había población indígena. Como director de Antropología, emprendió la vasta labor de estudiar el país, por lo que lo dividió en diez

Pionero en el campo de las excavaciones, Manuel Gamio es llamado por muchos “el padre de la arqueología en México”.


años después de su publicación, dice:

Manuel Gamio con el presidente Plutarco Elías Calles (5to y 6to de izquierda a derecha); el último es José Vasconcelos, quien carga a una niña, en el Parián de Chapultepec.

zonas, una de las cuales, el valle de Teotihuacán, fue elegida como la primera para llevar a cabo un estudio integral que realizó al frente de un equipo interdisciplinario integrado por 40 de los especialistas más distinguidos de la época. Al cabo de tres años, la impresionante investigación interdisciplinaria, de las primeras del mundo en su época, quedó plasmada en la obra La población del valle de Teotihuacan, que, de acuerdo con el arqueólogo Eduardo Matos, a la fecha no ha sido igualada. El gobierno de México recibió 120 comentarios de las instituciones internacionales de cultura más importantes del mundo y de muchos gobiernos, principalmente europeos, en las que unánimemente felicitaban a nuestro país por ese notable trabajo, modelo para todo el orbe. La introducción, síntesis y conclusiones, constituyeron su tesis de doctorado en la Universidad de Columbia, la cual, años después le otorgó el doctorado Honoris Causa, mismo que posteriormente le concedió la Univer82 | Revista Azcapotzalco

sidad Nacional Autónoma de México. Para Gamio, las investigaciones científicas de los grupos sociales indígenas, y en general de cualquier filiación étnica, solo tenían justificación si se emprendían con la tendencia preconcebida de poder mejorar, de manera autorizada, las condiciones en que se desarrollan tales grupos. Las investigaciones sociales debían propender hacía una meta eminentemente constructiva y no solo conformarse con alcanzar alto valor teórico y rango académico. Congruente con estas ideas, en Teotihuacan llevó a cabo “una serie de innovaciones y mejoras, y por el otro, presentó un conjunto de gestiones fundadas, a las demás dependencias gubernamentales, para que dictaran todas aquellas medidas” comenta el economista Germán Parra, quien estudió profundamente este aspecto de la obra de Gamio. En 1916 Gamio publicó Forjando Patria una obra fundamental; de esto nos da una idea las palabras del maestro Justino Fernández, en el prólogo que escribió para la reedición de la obra, 56

Una obra que tiene casi medio siglo de escrita puede justificarse como un documento histórico, en el sentido de contribuir al conocimiento del pasado inmediato. Pero “Forjando Patria” no es solo eso, porque es todavía, en muchos aspectos, un testimonio de actualidad, pues los variados temas de que se trata en relación con los problemas de nuestro país, principalmente, y de otros de la América Latina le dan vitalidad y proyección al futuro. Además, por el sentido general que tiene, es necesario que se conozca esta obra.

Sus ideas influyeron en muchos artistas e intelectuales que plasmaron en sus obras un nuevo concepto de mexicanidad y espíritu nacionalista, inspirado en las raíces prehispánicas e indígenas, como fue el caso de Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros en pintura; Silvestre Revueltas, José Pablo Moncayo y Blas Galindo en la música, y gran parte de la literatura de la revolución mexicana. En 1929 Gamio asistió a un congreso en Japón, en donde conoció las numerosas propiedades nutricionales del frijol soya y sus múltiples posibilidades de utilización alimenticia. A partir de entonces emprendió otra de las batallas que habría de sostener toda su vida en el afán de mejorar la dieta de la población indígena. Una de las facetas de la vida de Gamio, que llegó a hacer fama pública, fue la de su integérrima honestidad. El incidente más conocido, fue cuando, a insistencia del presidente Plutarco Elías Calles, aceptó el encargo de subsecretario de Educación Pública, cuyo titular era José Ma. Puig


Casauranc. A las pocas semanas de estar en la Secretaría, Gamio descubrió una serie de irregularidades en el manejo de los fondos, en los cuales estaba involucrado el propio secretario y con el cual tuvo por ello fuertes fricciones. Gamio acudió al presidente, este le pidió pruebas y envió a Puig a una comisión durante dos meses, tiempo en cual Gamio recabó y presentó al presidente innumerables pruebas documentales de las deshonestidades cometidas y avaladas por el secretario. Sin embargo, Calles no hizo nada y se negó a recibir a Gamio, ante lo cual, este denunció las irregularidades en la prensa. Frente a esta “indisciplina” totalmente desusada en la política mexicana, Calles ordenó el cese inmediato de Gamio, quien, al encontrarse en peligro su vida tuvo que abandonar el país durante dos años, no sin antes publicar una respuesta en los periódicos, que vamos a reproducir a continuación, porque refleja, según palabras del doctor Enrique Beltrán, “La integridad, la honorabilidad y el valor civil a toda prueba, de que dio siempre muestras”. Decía así: “Sin vanidad ni fingimiento de ningún género, considero que el cese que acabo de recibir y cuya expedición provoque insistentemente, es para mí un acontecimiento altamente satisfactorio, porque gracias a él creo contribuir hasta donde alcanza mi modesta esfera a la rectificación de valores morales en la senda de la administración pública que me tocó cruzar y a la dignificación de mis compañeros que viven como yo vivía, fatalmente sujetos por la tradición, al grillete del servilismo oficial. Con esta declaración pongo punto final al inci-

dente de mi separación, del gobierno del general Plutarco Elías Calles” (Excélsior, 8 de junio de 1925). Durante su exilio en los Estados Unidos, le propuso al Social Science Research Council realizar la que fue la primera investigación integral y de carácter científico sobre la inmigración de mexicanos a los Estados Unidos. En los años veinte, el “bracerismo” se había convertido en un problema que suscitó fricciones entre México y Estados Unidos, ya que este último país aducía que el gran flujo de inmigrantes ocasionaba problemas de desempleo entre sus nacionales. Gamio, con su permanente inquietud por abordar científicamente los problemas sociales, diseñó una metodología que en palabras del especialista Jorge Bustamante, fundador del Colegio de la Frontera Norte: “a la fecha no ha sido superada”. Con ella demostraba que la inmigración obedecía primordialmente a la necesidad de la mano de obra mexicana. El resultado de la investigación lo publicó en dos tomos la Universidad de Chicago. En la misma tónica de Forjando Patria es el libro Hacia un México Nuevo, escrito veinte años después. En él reafirma su preocupación por los problemas sociales de México y por la necesidad de mejorar el nivel de vida de la población indígena e incorporarla al desarrollo nacional, pero con absoluto respeto a sus valores culturales propios. En ambas obras, así como en innumerables artículos, ponencias, ensayos y programas de trabajo de las dependencias en que colaboró, su preocupación se plasmaba en propuestas concretas, congruente siempre con su idea de estudiar y reflexionar sobre el pasado y el presente con el fin de mejorar la vida actual y lograr una verdadera patria compuesta por una población con un sólido sentido de nación. Para terminar, quisiera hacerlo con las palabras que dijo el ilustre maestro César Lizardi Ramos, con motivo del fallecimiento de Gamio: Acaso la virtud más alta de Gamio, el sabio, iniciador de la arqueología técnica en mesoamericana, el indigenista continental, el ideólogo de la revolución, haya sido su apasionado amor por México. Gamio, como algunos otros mexicanos que andan por allí, amaba “furiosamente” a México. Por eso, el México eterno le recordará eternamente. A Don Manuel siempre le gustó convivir con la gente de los lugares a los que iba a trabajar.


Un vecino chintololo C R Ó N I C A

por Martina Rodríguez García

Retrato de Antonio Urdapilleta realizado en mosaico. Se colocó el barrio de Santa María Maninalco.

José Antonio Urdapilleta Pérez caminaba por las calles del centro de Azcapotzalco luciendo sombrero, gabán y un morral que cuidaba como si fuera un tesoro. Antonio Urdapilleta nos hablaba de los sembradíos y de los antiguos pobladores, después de la caída de Teotihuacán y del primer pueblo Amantla “lugar de amantecas”: un poblado donde los trabajadores hacían con plumas de las aves los penachos como el de Moctezuma. Nos señalaba en un mapa las excavaciones que llevó a cabo el Doctor Manuel Gamio “Padre de la arqueología en México”, así lo llamaban en San Miguel Amantla por sus descubrimientos en Teotihuacán y por los estudios estratigráficos que ahí realizó. Gamio exploró la antigüedad del tipo 84 | Revista Azcapotzalco

cerámica “de los cerros” (teotihuacana y tolteca) explorando dentro de la zona tepaneca, y esto para Antonio era de gran interés porque, además de la arqueología, a él le gustaba hacer recorridos por los pueblos y platicar de lo más importante de cada lugar, como en la Hacienda de Clavería en donde se acuartelaron los realistas en la guerra de Independencia. A él le gustaba cantar, contar algunas leyendas y sucesos que aquí pasaron para que los vecinos se interesaran y colaboraran para que no se pierdan las costumbres y tradiciones, fiestas patronales con cohetes y palo encebado (que desde tiempos prehispánicos se acostumbraba para divertirse y bajar los regalos que están en lo más alto), los toritos, venta de antojitos preparados, etc. Por eso, decía Antonio, “hay que cacaraquear nuestras fiestas”, es decir, que se conocieran por propios y extraños las más hermosas costumbres de este pueblo. Antonio y la maestra María Elena Solórzano se presentaban en algunas escuelas a convivir con los niños, les llevaban material para pintar y dibujar, también se hacían concursos de cuento, algunos se publicaban, así le tomaban gusto los niños a la historia del lugar donde vivían. Antonio

Urdapilleta, como presidente de la asociación de cronistas del Distrito Federal y Zonas Conurbadas, daba conferencias sobre el patrimonio histórico de Azcapotzalco y nos invitaba a participar, un día me invitó a escuchar las crónicas en el Museo de la Ciudad de México, como no llegaba el cronista que debía presentarse en el siguiente horario Antonio me preguntó si llevaba alguna crónica. Le contesté que sí, que llevaba conmigo mi Crónica del Barrio Los Reyes Izquitlan; enseguida tomó el micrófono y lo entregó al cronista que presentaba, escuché: “Nuestra compañera cronista de Azcapotzalco, Martina Rodríguez García,

Estatua de Antonio Urdapilleta esculpida por José Luis Rueda Leal y develada en 2017 en el Jardín Hidalgo.


nos presenta la crónica del Barrio de los Reyes en Azcapotzalco”; empecé a leer, fui tomando confianza y al terminar recibí aplausos y luego vinieron algunas preguntas. Yo confiaba en que si algo no recordaba allí estaba Antonio para ayudarme. Y seguí participando en otras delegaciones, museos, archivos y aquí en la Casa de Cultura, en el salón Cervantino y en la casa abierta de la Casa de Cultura. Algunos vecinos recibían con gusto la invitación de Antonio para ir a conocer los murales de Diego Rivera y Siqueiros en el Centro Médico Nacional la Raza; por la Calzada Vallejo de este lugar nos platicaba del lugar llamado La Patera, las Haciendas que allí había que colindaban con Tlalnepantla y de cómo las divisiones territoriales nos dejaron sin la pirámide de Tenayuca. Yo siempre quise conocer las costumbres de aquí de Azcapotzalco porque yo vivía en San Luis Potosí, llegué a vivir en la Colonia Porvenir en el pueblo

de San Francisco Xocotitla, del cual también tengo mi crónica. Por aquí pasaban personajes callejeros vendiendo guajolotes y leche de burra: “pobre burra, se veía cansada, sus ojos se veían tristes”. Algunos de ellos ahora forman parte de mis crónicas. Fue así como acepté seguir estudiando en los talleres que daba el INAH. Con Antonio íbamos hasta el cerro de Chapultepec, al exconvento de Culhuacán, en Tlalpan nos dieron clases de historia para cronistas en 2005 y en 2007. Resultado de ello fue que pudimos escribir crónicas con la historia de Azcapotzalco, la arquitectura tradicional, retablos de la parroquia, zona arqueológica, sus jardines, árboles, mercados, personajes; se publicaron en periódicos e incluso fuimos a radiodifusoras en Azcapotzalco. En San Juan Tlilhuaca hubo un grupo de cronistas que nos presentó Antonio, algunos vecinos que acudían a la Casa de Cultura y al Archivo en la

antigua Casa de Bombas. Antonio grabó las pláticas de Don David, las poesías; Don David entregó en el archivo algunos planos y periódicos con algún reportaje de Azcapotzalco. Recuerdo que los vecinos que conocían a Antonio lo llevaban a platicar de la capilla, le pedían que hablara de cuando se le pidió al encargado que permitiera revisar las imágenes, principalmente si había Cristos de pasta de Caña, tal vez como corría la leyenda de que en el cuerpo de un Cristo habían encontrado un trozo de oro… pero ya en el año 1999 los santos habían estado en algunas casas porque se estaba reconstruyendo la capilla de los Santos Reyes. Incluso en otros barrios los vecinos querían que el señor David o Antonio supieran todo lo que pasaba. José Antonio Urdapilleta Pérez: gran personaje y bien conocido por estudiosos y cronistas chintololos.

Mural en el panteón del barrio de Santa Lucía Pochtlán, dedicado a Antonio Urdapilleta.


Del Príncipe Tlaltecatzin y Don Octavio Romero por Yolanda García Bustos

C R Ó N I C A

“A mí me hablan esas esculturas. Tenga mucho cuidado cuando las observe y se aproxime a ellas de un modo cómplice...porque sospecho que usted también pertenece a la familia de los que se iluminan con aquel pasado que sigue vivo, por fortuna. ¿No le parece que estamos un poco locos?”1 Don Octavio Romero y Arzate nació en 1924, en una humilde casa, rodeada por pastizales en la calle de Libertad. Desde que rondaba los ocho años disfrutaba de hurgar en la tierra y descubrir figurillas, vasijas, cabecitas, navajas de obsidiana u otros restos arqueológicos. Más adelante se mudó a Santa María Malinalco donde su oficio lo volvió un experimentado soldador, allá por los años cincuenta, cuando también comenzó a ser aquejado por la diabetes. Desde su cosmovisión, platicaba que tenía conversaciones y encuentros enigmáticos con diversos personajes de civilizaciones prehispánicas. Él se preguntaba: —Me he puesto a pensar qué será de mi vida futura, ya que tengo el don de ser elegido por ánimas que penan a causa de algún acontecimiento especial de su vida terrenal; la señal ha sido siempre que me cae agua en la frente sin saber de dónde proviene; después de esto recibo la encomienda de alguna misión por cumplir.

Así fue como empezó a saber exactamente cuáles lugares excavar para descubrir y acrecentar su acervo de piezas antiguas. Llegó el año ochenta y tres y con este la presencia de un ánima que le pedía lo apoyara en un problema que tenía. La noche del 11 de abril ese espíritu le pidió que fuera a buscar al señor Miguel Cárdenas, quien habitaba en la calle de Santa María número 181 y que le pidiera permiso de cavar en su casa. Acudió, pero el señor Miguel además de tacharlo de loco se negó. Sin embargo, todas las noches el ánima insistía y don Octavio, ya cansado, le pidió que ella fuera a hablar y convenciera al señor Miguel, pero esta le respondió que sólo él tenía el “don” para resolver esa clase de problemas. Total, que don Octavio insistió y el señor Miguel por fin aceptó: —pero yo te voy a ayudar a escarbar en mi terreno y sólo para demostrarte que estás mal de la cabeza—. Iniciaron la escarbasión [sic] — modo que defendía Don Octavio para referirse a excavación— a un lado del pirul, con espátulas chicas, en una aventura

sobrenatural que duró meses en que ya recelaban los improvisados “arqueólogos”. El 17 de septiembre el ánima en pena nuevamente se comunicó con don Octavio pidiéndole que le dijera al señor Miguel que tuvieran paciencia, que ya estaban cerca de su cuerpo y que irían encontrando pequeñas cosas antes. Como muestra de que iban por buen camino, tropezaron con la figura de un pajarito de barro, que el ánima les había prometido; también encontraron la mitad de un plato con “jeroglíficos” muy bonitos, luego dieron con la otra mitad; poco después apareció un esqueleto de jabalí, y otras caritas de barro. Hasta que por fin el 25 de octubre el ánima se presentó y le comunicó que ya estaban a unos pasos de su cuerpo —por lo que ya es tiempo de que sepas mi nombre, yo fui un príncipe tepaneca y mi nombre fue Tlaltecatzin—. Ellos siguieron cavando y todavía encontraron un esqueleto de “mono”, una aguja de hueso, más tepalcates y seis puntas de flechas talladas en obsidiana.

Lo que el maestro Bonifaz Nuño recomendó a Hernán Lavín Cerda cuando le pidió prometerle que visitaría el Museo de Antropología de Jalapa.

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El 1 de noviembre el ánima del príncipe le dijo que estuviera pendiente, que ya iban a descubrirlo, y a quien le tocaría hacerlo sería al señor Miguel para que no dudara jamás en su vida de un hecho sobrenatural. El 3 de noviembre, alrededor de las cuatro de la tarde, ocurrió lo que se les había anunciado. Don Octavio se salió del socavón para cambiarse de ropa e ir a cumplir un trabajo de soldadura de un carro, cuando en eso, escuchó la vos del señor Miguel quien gritaba —¡Octavio!, ¡Octavio! Ven, porque acabo de encontrar una canilla de humano—. Fue así como fundaron una profunda amistad, a la que se sumó Armando Magadan quien aceptó con todo respeto lo que don Octavio le comentaba sobre sus encuentros nocturnos con el ánima, quien les auguró que encontrarían más objetos: puntas de flechas de obsidiana y una figura de barro representando una serpiente; estos objetos servirían como prueba ante las autoridades de Azcapotzalco. Con mucho cuidado, limpiaron y exhumaron en partes el esqueleto, que medía extendido unos 2.15 metros de largo, y lo guardaron en un costal, donde permaneció un tiempo. Pero el 4 de diciembre el ánima del Príncipe Tlaltecatzin, quien había venido pidiendo apoyo a don Octavio desde un año atrás para que lo exonerara ante la historia, le pidió que sacara el esqueleto del costal, lo colocara en una tarima e hiciera lo posible por aparejar su cuerpo —ya que lo tengas armado, tú y tus dos compañeros obsérvenlo con mucha calma y van a ver una flecha de obsidiana

Don Octavio fue un arqueólogo amateur que se ganó el respeto y el corazón de los chintololos.

incrustada en una de mis extremidades, la cual fue la causa de mi muerte—. Y así fue, en la tibia izquierda estaba incrustada dicha punta de flecha. Para entonces don Octavio ya había conquistado la confianza y el cariño de los pobladores de Santa María Malinalco, colonia donde vivía, y se acercaban a él a obsequiarle diversas piezas arqueológicas que habían recibido como herencia de sus padres o abuelos, o que habían encontrado ellos mismos en sus terrenos; o bien invitaban a don Octavio a supervisar las excavaciones y recuperar las piezas que aparecían cuando realizaban los cimientos para una casa o las calas para introducir un drenaje o tubería de agua. A pocos días de llegar la primavera de 1984 el Príncipe Tlaltecatzin se hizo presente nuevamente para explicarle a don Octavio por qué lo había escogido a él para que lo redimiera —pues tienes el privilegio de que se te arrimen las almas en pena por ra-

zones muy especiales, no eres ambicioso y tienes un espíritu muy fuerte para soportar cualquier plática sobrenatural—. Aunque agradeció don Octavio sus palabras, le aclaró que nunca había acudido a templos o sesiones espirituales o a invocar a los muertos, pues siempre había practicado el catolicismo. Apegado a su fe, la tarde del 8 de marzo —traje al padre para que bendijera al príncipe; hago la aclaración de que yo nunca he sentido miedo pero conforme el padre iba rezando y bendecía los restos del príncipe, a mí me invadió un miedo que me puso a temblar—. El espíritu había aclarado a don Octavio que: −Cuando llegó Cortés a saquearnos mandó aprehender a varios tlatoanis en el año de 1521, entre ellos estaban Cuauhtémoc Tlacotzin y el Señor de Azcapotzalco que en esa época era Oquitzin para que le dieran razón del oro que se había perdido; al ver yo a mi señor padre y Señor de Azcapotzalco en peligro, fui a ver a Cortés y le Revista Azcapotzalco | 87


dije que si liberaba a mi señor padre yo lo iba a dirigir y señalarle en donde había quedado el oro; fue así como yo el príncipe Tlaltecatzin me convertí en el guía de Cortés. Cierto día surgió una fuerte batalla en Tlatelolco y desgraciadamente yo iba con Cortés y los suyos, por lo que al verme los míos, los de mi raza, me tacharon de traidor y fue entonces cuando uno de mi raza me hirió con una flecha envenenada, pero yo no traicioné a los míos, yo lo único que quería era salvar a mi señor Oquitzin, señor de Azcapotzalco. Ya herido, me subí a una canoa y me encaminé hacia Azcapotzalco, pero en el camino ya me hacía estragos el veneno y me acordé que a unos cuantos kilómetros de Azcapotzalco, colocábamos vigías; es decir, que en una pequeña choza vivía un vigía con su familia y desde ahí mandaba mensajes de lo que veía o lo que escuchaba alrededor de Azcapotzalco, fue como llegué, todas sus pertenencias estaban en desorden y todo estaba roto, los españoles andaban matando a todos los de mi raza por el oro y fue así como yo quedé muerto ahí en la choza del vigía, todo lo que ustedes han encontrado eran las pertenencias del vigía, yo el príncipe Tlaltecatzin juré en mi agonía que después de muerto regresaría a demostrar que yo no fui un traidor con los míos, ni con mi señor. El príncipe también pidió a don Octavio que fuera a hablar con las autoridades de Azcapotzalco para notificarles todo esto. Así lo hizo acompañado de su amigo Miguel, pero las autoridades incrédulas lo tacharon de loco y no les hicieron caso. Acudieron entonces al Museo de Antropología y allí les explicó don Octavio del hallazgo y de las conversaciones con el príncipe —pero la secretaria del director del museo sólo nos contestó que la ciencia estaba muy avanzada como para creer en mis fantasías; que si yo había hablado con ese supuesto príncipe y lo había desenterrado, que me quedara con él o que lo vendiera—. Habiéndole comunicado al ánima del Príncipe lo que sucedía, este aconsejó a don Octavio que pidiera al señor Miguel y a Armando Magadan que improvisaran un lugar para acomodar sus restos, y lo acompañaran con las caritas de barro, los ídolos, el plato con jeroglíficos y los otros objetos que habían encontrado, como todos los tepalcates, las puntas de flechas de obsidiana y los restos óseos de los animales. Así les pidió el alma que formaran un pequeño museo y que invitaran y dejaran pasar a toda la gente del pueblo para que por su propia cuenta vieran lo que ellos habían exhumado, asegurando el príncipe que de esta forma se enterarían y llegarían hasta el lugar personas importantes que podrían ayudarles. En Santa María número 181, en la casa de Don Miguel, inauguraron ellos mismos su propio museo al que acudieron tantos curiosos que fue necesario formarlos para que pudieran entrar poco a poco. Varios días duró en exhibición el esqueleto en esa pequeña e improvisada galería, preparada por don Octavio y sus compañeros, aderezado y acompañado con las piezas que junto a él se habían encontrado, causando la admiración y la emoción de los vecinos del barrio, que interesados se acercaban hasta el lugar a admirar el hallazgo de los restos del Príncipe Tlaltecatzin. 88 | Revista Azcapotzalco

El Príncipe tenía razón, el éxito de ese pequeño museo atrajo las miradas de la prensa y después de un reportaje publicado sobre el hallazgo, personal de la Subdirección de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia acudió hasta el lugar para verificar el descubrimiento y decidieron llevarse los restos del príncipe para analizarlos. Sin mencionar ni darle ningún crédito a don Octavio, expusieron al esqueleto como pieza del mes en un altivo museo con pisos de mármol, ojos ofensivos, escandalosas puertas, presuntuosas fuentes y un espejo de agua. En Azcapotzalco el sencillo Museo del Pueblo, como lo habían llamado, siguió funcionando. Don Octavio decía que sus revelaciones estaban mejor en ese humilde recinto de tablas, pues estaban tratados con más respeto y más honor que en el museo más famoso del universo; en este lugar él instaló una cartulina, escrita de su puño y letra, con esta premisa: ¿Qué le puedo dar a mi pueblo? Pueblo que me vio nacer y correr por las llanuras, si no tengo riquezas. Mi único tesoro es lo que he rescatado de mis antepasados. Esa fue la leyenda con la que se encontró Manuel Camacho Solís, entonces regente del Distrito Federal, cuando lo visitó; enterado de la candidez de Don Octavio, quien, a pesar de haber recibido y convivido para entonces con visitantes de varias partes del mundo quienes habían dejado su huella en el libro de visitas, no había


convertido su humildad en arrogancia pues sostenía —el museo no es mío, yo sólo soy un custodio—. Esta alta autoridad, reconociendo la importancia de los hallazgos de don Octavio, consiguió cederle en comodato una construcción (que había sido usada antes como lavaderos públicos, biblioteca, archivo muerto de la delegación y separos de la Dirección de Investigaciones para la Prevención de la delincuencia DIP) en la calle de Libertad número 35, Colonia el Recreo en Azcapotzalco, para que allí viviera y expusiera la colección, surgiendo así el Museo Arqueológico Príncipe Tlaltecatzin. Don Octavio mostraba aquí las piezas que ya poseía y también las que le iban llegando por nuevas donaciones, no como un coleccionista sino como un rescatador del pueblo, legado para la juventud a través de cartas vivas —Si yo muero dejo el cargo a otra persona del pueblo, esa persona muere y deja el cargo a otra—. Tiempo después, con el apoyo del Arqueólogo Gilberto Pérez Rico, quien laboraba en el Archivo histórico de la Delegación, pudo reelaborar un pequeño folleto para el museo, y también pudo hacer la identificación y descripción de algunas de las piezas originales para su presentación en el museo, y de otras nuevas que llegaban a sus manos por donación, para presentarlas y registrarlas legalmente ante el INAH. Don Octavio acudía frecuentemente al Archivo a consultar documentos, a revisar fotografías antiguas y a comparar sus piezas con otras publicadas en catálogos y libros

que presentaban las investigaciones de varios arqueólogos; de igual manera, aprovechaba para dar difusión y para invitar a le gente a que visitaran el museo. Así se forjó una amistad entre don Octavio y el personal del Archivo Histórico de Azcapotzalco con quienes compartía sus pláticas, sus experiencias y una taza de café con galletas, un pan o un pastelito, que él amablemente llevaba a sus amigos del Archivo junto con fotocopias de revistas, fotografías o artículos que él mismo pagaba y donaba al acervo. Acompañado por dos jóvenes que eran sus vecinos, acudía y solicitaba algunos libros del Archivo Histórico, y los ponía a investigar y anotar datos en una libretita, como él decía —todo eso me va a servir para ayudar a los niños que llegan a hacer sus tareas al Museo, para poder responder bien a esos estudiantes que me visitan—, estudiantes que lo asediaban con sus largas listas de preguntas sobre la historia, tradiciones, leyendas y personajes importantes de la Delegación Azcapotzalco. En esas visitas al Archivo entretenía a los demás mostrando sus libros con las hojas de registro y los catálogos con las descripciones y las fotografías de las piezas que él tenía en su Museo —ya vinieron los del INAH a verlas y a registrarlas, son piezas originales, aquí están sus cédulas de registro, sus fotografías, todas estas piezas fueron halladas en la delegación, están en el museo, visítenlo, es el Museo Príncipe Tlaltecatzin, el Museo del Pueblo, el Museo de Azcapotzalco—. Aunque algunos malintencionados le criticaban el que ostentara reproducciones de piezas antiguas y de otras culturas, don Octavio se negó a echar del museo esos quiméricos vestigios pues decía —también son importantes, porque las realizaron las manos y pensamientos de un hombre que dejó en ellas trozos de su esencia, aunque no sean añejas ni pertenezcan a la cultura tepaneca—, permitiéndoles compartir espacio en las vitrinas.

En la calle de Libertad No. 35, Don Octavio Romero abrió el Museo del Pueblo Príncipe Tlaltecatzin.

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Las piezas exhibidas al interior del museo eran acomodadas según la intuición de Don Octavio.

Daba pláticas, conferencias y guías para facilitar el conocimiento de su acervo; de vez en cuando él cocinaba y ofrecía humildes, pero exquisitas comidas para los interesados en su colección, mientras charlaba animado sobre sus sueños y, como él decía —de sus escarvasiones [sic]—. Don Octavio, quien había cursado hasta el tercer año de primaria, realizaba la curaduría y museografía del museo a su entender. En ocasiones posaba en la pared el retablo de la Leyenda de los Volcanes donde el musculoso Popocatépetl sostiene entre sus brazos a la inerte Iztaccíhuatl, o un calendario con el cromo de El Santo, el enmascarado de plata. También instalaba un maniquí ataviado con ropajes de épocas prehispánicas, frente a una vieja máquina de escribir al lado de la imagen en sepia de Pancho Villa. Cada Navidad engalanaba el lugar con multicolores esferitas. En días de todos los Santos nos recibía con aromas de copal y cempasúchil con las que adornaba sus ofrendas mientras él mismo hacia plañir al caracol. Él emergió con un capital cultural de las vecindades de los años treinta y consiguió incrustarlo e impregnarlo en todo el ambiente de ese museo. No adornaba así por seguir una moda, ni para ser reconocido como defensor del mexicanismo, sino que todo el saber que recibió de sus antecesores lo reelaboró, y confeccionó con él algo nuevo para heredarnos, don Octavio sólo actuó con un deseo propio que le nacía de la razón y del corazón, para satisfacer a los visitantes y sólo el tiempo dirá si perdurará, pero nosotros sus enseñanzas las tenemos labradas en nuestra mente. Sin duda alguna, lo que coadyuvó a seguir esa tradición y a engrandecer al lugar desde su mirada fue la convivencia diaria con los hermanos Raúl y Ricardo 90| Revista Azcapotzalco

Hernández, conocido como El Chintololo, con las mujeres que habitaban los condominios, pero principalmente la vecindad ubicada en Libertad 43, pues el 20 de noviembre, reunidos en la sala central de ese museo donde se compartían espacios, momentos y costumbres, degustábamos un plato con arroz y una pequeña pierna de pollo bañada de mole poblano, cocinado por el exquisito sazón de ellas, festejando el cumpleaños de don Octavio, quien de manera rústica nos mostró cómo tejer fuertes redes sociales no sólo entre vecinos, sino también con visitantes que llegaban de lugares lejanos. Fue un líder moral, nos permitió entrar a su museo a observar y admirar piezas prehispánicas originales, pero también algunas quiméricas. Consiguió desacralizar al museo, podías entrar sin que te revisaran tus maletas, sin que hombres de negro te miraran con desconfianza y sin que pulcras edecanes te barrieran con miradas despreciativas; tampoco tenías que pagar altas sumas por ingresar, pues la bienvenida te la daba un marranito de barro con la leyenda manuscrita: “Deposite aquí lo que pueda, ¡claro!, si es que tiene dinero y voluntad”. Don Octavio era un hombre con mucha paz interior y totalmente desprendido del mundo material, por eso desde que nació su amor por la arqueología mantuvo el museo con su propio dinero que percibía con una sencilla plaza en la delegación. Pero de ahí comía, de ahí vestía, de ahí pagaba el material para pintar sus paredes, la energía eléctrica, el mantenimiento y las reparaciones que


hacía a sus vitrinas, él también realizaba la limpieza en las tres salas. Desde que llegó a esa calle de Libertad, el universo le hizo coincidir con seres tan extraordinarios como él. Y así fue como estuvo apoyado invariablemente por las caritativas vecinas Irma Sánchez y doña Elenita, que custodiaban su bienestar llevándole diariamente —sopita y guisado, aunque sea un taquito— y cuidando que no se escapara a comprar paletas Payaso o Coca Colas que tan dañinas eran para su salud. Un día de 2010 don Octavio desapareció y poco después se supo que una ambulancia lo había encontrado, aparentemente atropellado, y lo había llevado al Hospital General de Mixcoac en calidad de desconocido. Los doctores decían que había ingresado allí con fracturas en cadera y brazo, sin explicarse qué accidente habría sufrido. Desde entonces Cecilia Aguilar y su esposo, el doctor Alfonso Ricart, con su solidaridad y constante lealtad, lo trasladaban a citas con sus médicos y a curaciones. Sin embargo, a sus dolencias se sumaron su extrema delgadez y los achaques, producto de su diabetes, e ingresó nuevamente a atención médica, ahora al ISSSTE de Tacuba. Durante todo ese tiempo las visitas de sus entrañables amigos Francisco Nava y Sabino lo confortaban y reanimaban en la enfermedad. Fue también auxiliado por el incondicional sostén moral y económico de Ceci Lozano, de sus viejos amigos Sara y Nahui, y la entrega inquebrantable con extraordinario y desinteresado amor de Cande su enfermera. No se diga los policías Humberto y

Fernando que cuidaban el museo, ellos también fueron parte de esa gran familia de don Octavio conformada única y exclusivamente por sus amistades y por la comunidad. La presencia de todos ellos fue crucial, pues consiguió llenar la atmósfera de cariño, mimos y atenciones, impregnando de dignidad el camino de los últimos meses de vida de Don Octavio. Desafortunadamente, la primavera del año dos mil once nos lo ha arrebatado; don Octavio ha partido, agonizó únicamente acompañado por Cande. Se dispuso su funeral y cremación en el Panteón San Isidro, apoyados económicamente por el Licenciado Enrique Vargas, jefe delegacional en Azcapotzalco entre 2009 y 2012, quien también trató y apreció a don Octavio, cumpliendo así con la última voluntad del finado para que sus cenizas descansaran en una vasija al lado de las piezas que con tanto amor veló. El museo queda a la deriva, pero el deseo de la comunidad es que se siga conservando en donde él lo dejó; que se siga exhibiendo como él lo dispuso, porque es un museo manual, único en su especie. ¡Que el INAH no se lo lleve!, que ningún particular decida adueñárselo y que la delegación se haga cargo de este acervo tan importante, por ser patrimonio cultural que maneja lo tangible y un fastuoso intangible. Conocer a don Octavio era un encuentro con la curiosidad, la superstición, el encanto, los dioses y el éxtasis de los sentidos. No estamos preparados para que desaparezca su mito, esos relatos donde hechos reales coexisten con otros fabulosos. Pues al destruir el mito nos roban la identidad personal. Ojalá y a la designación que ya lleva el museo, se le adicione el nombre de Don Octavio Romero y Arzate que nos inició en el disfrute de un patrimonio vivo, sociable, comunicable, que forma parte de la colectividad. Nos enseñó a cuidar nuestras raíces e identidad, nos mostró nuestra pertenencia, esa identidad que sirve como pegamento de la conciencia y que mantiene unidas sus partes. Nos recordó que no hay flor, no hay árbol, no hay fruto, si no hay raíz.

Durante muchos años, el Museo Príncipe Tlaltecatzin recibió a los visitantes y vecinos chintololos que, curiosos, se sentían atraídos a sus hallazgos. Revista Azcapotzalco | 91


El gigante de San Martín C R Ó N I C A

por Yolanda García Bustos

Un hombre enamorado de su gente buscaba su camino oyó hablar del camino corazón se abandonó a su suerte. G. Palomares

Don Alvarito, así le decíamos cariñosamente todos los que trabajábamos en las oficinas del Centro José Pagés Llergo, nos apoyaba en el trámite de oficios y demás documentos ante la delegación; dicha actividad lo obligaba a realizar por lo menos dos recorridos diarios a la Casa de Cultura y al edificio delegacional, por esta razón volvía a la oficina agitado y visiblemente desmejorado. Confieso que me preocupaba mucho su extrema delgadez y pálido semblante, por lo que a cada regreso le invitaba a que descansara, acercándole una silla y ofreciéndole un vaso de agua. Ya estando reposado, me platicaba de las dos operaciones que le habían hecho: −A corazón abierto, de las que me siento orgulloso, pues salí vivito y coleando de ellas, y confío en Dios, en seguir siendo Álvaro Saldaña Rodríguez después de la siguiente que ya me prometieron los doctores.

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En ocasiones hablaba acerca de las otras labores que tenía, pues aparte de trabajar con nosotros, era el propietario de un negocio de confección y lavado de cortinas en donde lo apoyaba su esposa, pues ya sus hijos estaban casados. En sus ratos libres era cronista de Azcapotzalco, también gozaba dando conferencias y escribiendo poemas. Sus conversaciones para mí eran muy gratificantes pues yo era una exiliada hundida en la desolación, con mi vida familiar destruida. Él con su modesta sonrisa, me mostraba la historia de Azcapotzalco, o más bien, las historias que pertenecen a la memoria colectiva. Lo que disfrutaba más era cuando abría un pequeño portafolios negro que guardaba bajo el brazo, del cual extraía fotografías, envueltas en papel de china, y nos las mostraba, narrándonos la historia detrás de cada una de ellas: −Una tarde, estando yo en casa y sabiendo los vecinos de mi gusto por los hallazgos arqueológicos, por cier-

to constantes en nuestra comunidad, me fueron a avisar que estaban los del INAH en un terreno de San Martín Xochinahuac porque habían encontrado algo; después de asegurarme que estaban excavando, me fui a buscar a mi amigo don Jesús Valle Valeriano −originario de San Miguel Amantla, es muy conocido por recrear, difundir y preservar el antiguo arte plumario prehispánico− para invitarlo a que estuviéramos al pendiente; así lo hicimos y en cuanto teníamos tiempo libre acampábamos cerca de los trabajadores del INAH; mi mujer me preparaba tortas de frijoles refritos y agua de limón no sólo para don Jesús y para mí, sino también para los arqueólogos. La espera nos parecía larga, pues lo iban descubriendo poco a poco, primero un hueso, luego otro, ¡ya ve como son esos expertos de cuidadosos!; la brochita, el cepillito, la espatulita, hasta diría yo que lo hacían con cariño, como si se tratara de alguien vivo a quien no quieren las-


mi devastación. Después, don Alvarito envolvía esas imágenes cuidadosamente y de otro pañuelo blanco extraía otras fotografías, que también eran su tesoro, al tiempo que se le iluminaba el rostro para decir: −¡Mire estos mamuts!, los encontraron cuando estaban haciendo excavaciones para la construcción del Metro Azcapotzalco; aquí, igual que con el gigante, en cuanto nos avisaron, mi amigo y yo acompañamos a los trabajadores del INAH hasta que les quitaron toda la tierra que tenían por sábana; esta era una familia de mamuts, este era el papá, este otro era el hijito, ¡estaba toda la familia!; desafortunadamente por falta de tiempo de la constructora que tenía que cumplir con el contrato los arqueólogos ya no pudieron sacar a la mamá, por lo que ella todavía yace bajo las vías del Metro. Mi amigo don Jesús y yo andamos haciendo gestiones para que el INAH nos diga qué pasó con todo esto, Glifo prehispánico de San Martín, Xochinahuac: “lugar rodeado de flores”. pues mire: al Gigante de San Martín se lo llevaron que para “estudiarlo” y es la hora que no nos dicen ni siquiera si era hombre o timar, y después de dos días, por fin mujer, ni qué edad tenía, ni de qué murió; los mamuts se los llevaron que “para confirmar descubrieron un enorme esqueleto de si se trataba del género imperial”, dijeron que los iban a poner en exhibición en el Metro, dos metros cuarenta centímetros, y es la hora que no los vemos por ningún lado. ¡Queremos que nos lo devuelvan! o ¿no según lo midieron los expertos que cree usted que sea justo?, ¡nos pertenecen! Esas charlas me hacían olvidar mis penas, y sentir que tenía amigos y una familia, no nos dejaban bajar al pozo, sino aunque fuera efímera. Él era un hombre de valor, sencillo y al mismo tiempo enorme, que lo viéramos de lejos. ¡Esta foto yo la tomé, es de él!, pues se producía un éxtasis al escucharle hablar de esos restos arqueológicos que es la que mejor me salió, porque cobraban alma entre sus esqueléticas manos. Don Alvarito logró que yo me dejara adoptar por estas tierras chintololas; con sus como no nos permitieron acercarnos más para no dañarlo las otras fotos, narraciones me enseñó una forma de dar sentido a un mundo que no lo tenía, de dar como verá, me salieron en partes; en significado a mi existencia dejándome guiar por estrellas diferentes. Han pasado diez años de esas conversaciones de medio día. Al Gigante de San esta saqué sólo el cráneo, ja, ja, ja, en esta otra medio cuerpo, pero en es- Martín y a los mamuts seguramente el INAH aún no termina de analizarlos y catalogarta me salió completito El Gigante de los, pues todavía no están de regreso en Azcapotzalco. Don Alvarito, que era un hombre San Martín cuan largo es, los tonos de espacios abiertos y cielos azules, abandonó un trágico día este mundo material. Por eso, cada vez que encuentro en los periódicos alguna noticia sobre hallazocres que ve a los lados son la tierra y las piedras, cual si estuvieran gos arqueológicos, al observar alguna imagen de un mamut, cuando escucho hablar oxidadas, ¡mire que bonito se refleja de San Martín Xochinahuac, o cuando recorro la calle ‘E’ del Barrio de San Marcos, el resplandor del atardecer!, dicen no puedo evitar recordarlo con alegría, con ese deseo vehemente que tenía por que no estaba acompañado de contagiarnos de su pasión para defender nuestras raíces y de experimentar la fe ninguna ofrenda, aparentemente no mítica con que se entregaba en la narración oral, y en la defensa de nuestra identise trataba de un entierro, al parecer dad, pues como él decía —es lo que nos mantiene a todos unidos—. Él formó parte de nuestra historia y sin duda, su semilla germinará en el corazón de Azcapotzalco era un personaje solitario. Al mencionar esto último lo de- que conserva en sus calles un halo de su memoria y la máxima: ¡Decirme lo que soy cía también con cierta compasión por y lo que fui, es hacerme gigante! Revista Azcapotzalco | 93


Muros y memoria histórica Los Chachacha

C R Ó N I C A

por Julio Arellano El trabajo que realizan Los Chachacha, colectivo artístico integrado por Dayron López Rosas y Raymundo Rocha, en diferentes espacios, ya sea al interior del país, de la ciudad o en específico en la colonia Reynosa Tamaulipas en la alcaldía de Azcapotzalco, donde tienen su centro de operaciones, son muestra de un importante y complejo proceso de memoria histórica. La memoria puede ser definida como el conjunto de recuerdos personales, por el contrario, la Historia estudia, reflexiona e interpreta hechos del Pasado. Del cruce de ambos se ge-

nera una memoria histórica: aquello que se transmite por las narraciones. Estas narraciones pueden originarse en la comunidad, al tiempo que la comunidad misma se nutre de ellas, forja parte de su identidad desde la familia o la comunidad en que vivimos. El pasado cambia, se resignifica y se transforma cada que nos acercamos a él, lo reflexionamos y lo reinterpretamos. No todos los eventos ni todas las personas del pasado son conmemoradas, ¿es porque no sabemos nada de ellas o porque elegimos no mencionarlas? Eso nos obligar a reflexionar: ¿por

qué recordamos algo? ¿se recuerda lo que nos importa o lo que le es útil a la comunidad? ¿se deben recordar solo los éxitos y las victorias o es necesario mostrar las derrotas y lo terrible? ¿esas elecciones son intocables o nos toca resignificarlas según las necesidades actuales? Aunque no lo creamos el pasado puede cambiar. Con cada excavación o documento hallado y estudiado cambia la información que conocemos; también nuestros intereses y enfoques nos obligan a ver lo que antes parecía oculto, pero siempre estuvo ahí. Los Chachacha hacen uso de

Chintololos es un mural dividido en dos partes.

Antonio Urdapilleta fue un cronista tan famoso que se le hizo una estatua.


sus recuerdos, de sus conocimientos académicos y de las versiones colectivas del pasado para generar un discurso que permite conocernos mejor. El mural Chintololos fue nombrado con el apodo que funge como “segundo gentilicio” de la población originaria de Azcapotzalco. Se cree que la palabra pudo indicar una burla o desprestigio de los habitantes del Azcapotzalco prehispánico frente a los tenochcas, pero hay otras versiones que refieren a una historia del cambio urbano con la llegada del tranvía de mulitas en el siglo XIX, el cual era conducido por un tal Jacinto y un tal Dolores. Sea cual sea el origen y el significado de la palabra, actualmente es la puerta para conocer no solo la historia de Azcapotzalco, sino para evidenciar el interés y el cariño que siente la población por su territorio. Es significativa la ubicación del mural el cual se encuentra en la prime-

ra cerrada de la Concepción, a espaldas de la parroquia de La Conchita, iglesia del desaparecido Barrio de la Concepción Huitznahuac que era parte del Pueblo de Azcapotzalco (ahora colonia centro). Es importante recordar que tanto la edificación religiosa de La Conchita como la de San Lucas Atenco (ahora El Recreo) son las únicas dos de la demarcación que aún cuentan con una capilla abierta, ejemplos de los trabajos de evangelización de las órdenes mendicantes en la Nueva España. En este barrio es donde Don Octavio Romero abrió su museo de arqueología de Azcapotzalco con el nombre de Príncipe Tlaltecatzin, en funciones entre 1996 y 2011 cuando su principal promotor y vigilante falleció, lugar que albergó piezas originales y de fabricación actual para mostrar la riqueza del pasado de Azcapotzalco, espacio que edificó a petición del mismo príncipe tepaneca

quien se le aparecía en sueños a Don Octavio según sus propios relatos. El mural Chintololos parece un código desfragmentado que encripta un mensaje, unas fauces por aquí y una cola de serpiente por allá. Muchas de sus formas son familiares y es precisamente esa familiaridad la que nos hace detenernos y pensar en su significado. No es casual que uno identifique ciertas formas con el pasado prehispánico, por ello cuando vemos una obra de Los Chachacha intuimos su origen y su posible sentido. Todo ello sería imposible sin nuestros recuerdos y conocimientos del pasado prehispánico. De esta forma, nuestra memoria histórica hace resonancia con el trabajo de Los Chachacha evidenciando vínculos y diferencias, generando una Historia dinámica que no solo se construye y cambia desde las aulas o los centros de investigación, sino que se desarrolla día con día en nuestras calles y muros.

Las intervenciones artísticas de Los Chachacha son una muestra del amor que sienten por el barrio, por su barrio.


Los Chachacha ARTE Y LITERATURA

por Los Chachacha

Los Chachacha desarrollamos procesos colectivos en donde el tema principal es la comunidad y la colaboración; principalmente trabajamos a partir de la observación en el barrio, la iconografía popular y las entidades mexicanas. Comenzamos a trabajar desde 2010 partiendo de la práctica del grafiti. Hemos realizado trabajos con la comunidad de Azcapotzalco en temas de identidad y territorio, sobre todo con jóvenes. Nos mantenemos trabajando en esta alcaldía para contribuir a descentralizar las prácticas artísticas en la Ciudad de México. El trabajo con la comunidad nos permite comprender las diferentes formas y prácticas sociales y barriales, esta forma de interacción se basa en el aprendizaje no formal y la cultura de paz. A través del tiempo y las experiencias con diferentes comunidades, hemos desarrollado procesos que nos permiten trabajar con personas a través del encuentro, usamos una metodología par96 | Revista Azcapotzalco

ticipativa que se basa en un modelo de acciones para la interacción. Para nosotros, la idea de unir el Arte y las comunidades es una forma de hacer arte que brinda herramientas y amplía las capacidades de quien asiste a los talleres y laboratorios que proponemos, con el objetivo de fomentar esa colaboración y el aprendizaje no formal, el desarrollo para las personas y la reflexión sobre la identidad, principalmente. Los procesos colaborativos que manejamos se fortalecen por medio de redes de trabajo con otros autores

culturales y agentes. Este tipo de modelo para nosotros irrumpe la cadena de valores de la economía, el consumo y la producción de objetos, lo que genera un valor compartido dentro de las comunidades por medio de la experiencia y del intercambio, permite también el acceso a nuevas formas de arte. Como herramienta importante de trabajo utilizamos cuadernos a manera de bitácoras que nos permiten recolectar

y reflexionar sobre los temas de manera personal y lúdica, esta herramienta es el espacio donde nacen las diferentes propuestas de nuestra obra y parte de los proyectos comunitarios. Los últimos tres años hemos puesto singular interés en el diseño y la estética mesoamericana, hacemos recortes de formas y rasgos y la reconfiguramos a través de la pintura en diferentes formatos, principalmente en el mural. Muchas influencias formales en nuestra pintura vienen del muralismo prehispánico, el códice, el rótulo, el diseño y principalmente el grafiti. Buscamos, a través de la abstracción, utilizar símbolos identitarios e integrarlos a nuestra propuesta de pintura, la cual está atravesada por el concepto de identidad gráfica. Esta forma de pintura nos ofrece la posibilidad de intervenir espacios y diferentes superficies, es un tipo de pintura expandida. A través de nuestro trabajo queremos reflexionar sobre la importancia de los símbolos a nivel social y cultural en la conformación de nuestras identidades.


Intervenciones de Los Chachacha en las calles de Azcapotzalco


Mantos de otra era

ARTE Y LITERATURA

por Edher Jacob Ángeles

—¿Por aquí? —Sí, por aquí. —¿La Drona dónde está? —No sé, pero tú como yo, Carmina. ¡Jajaja! ¿Entiendes? —No, Carmiada, no entiendo y no da risa que ya estemos bien adentro de tanta hierva. Nos dijeron que no nos fuéramos tan lejos. —Hay que seguir. Imagínate que somos como la chica increíble arqueóloga de los holojuegos. —Sí me encanta y, además, sí queda porque aquí es como donde los… ¡Aaaah! ¡Carminaaaaaaa! —¡Ceyláaaaaaaaaan! —¡Aaaaaaaaah! ¡Amigaaaaaa! ¡Ay, amigaaaaaaa! ¡Aaah! ¡Ay-ay! ¡Me caí bien duro, me duele mi pierna, Carminaaa! ¡Me duele mucho! —¡Ceyli, estás viva! ¡No te caíste tan profundo! ¡Qué bue… aaaaaah! —¡Carminaaaa! —¡Aaaaaay, aaaaaaay! ¡Aaaaaaaaaaaah! —¡¿Dónde estás?! ¡¿Dónde estás, Carma, no te veo!? ¡Me clavé algo, creo que me estoy desangrando! —¡Ay, yo no me puedo levantar! ¡Me duelen hasta los ovarios! —¡Yo tampoco! ¡Aaaaaah, ya me saqué algo! ¡Es un vidrio! ¡Ay-ay-ay! ¡Ven, Carmis! —Ahí voy, Ceylo, es que no veo nada. ¡Pinche Drona, ¿dónde estás?! —Ven Carmía, te escucho cerca. —Yo también, pero es que, estoy como en un charco aquí. —Hay que gritarle a tu boti, ¡Dronaaaaaa! —¡Dronaaaaa!… ¡Aaaaaah! —¡¿Qué pasó?! —¡Ay-ay! Algo se movió en el suelo… —¡Es mi pierna! —¡Ay, aquí estás, Ceylito! ¿Estás bien? —Creo que sí… ¡Te dije que iba a pasar algo malo! —Pero estás bien, ¿no? Levántate. —Me está saliendo sangre del muslo, ay-ay-ay. Me duele mucho, no me levantes. —Luz… Luz… ¡Luz! Quiero ver tu herida. ¡Luuuz! ¡Nada! ¡Y maldita Drona no viene! —Tu pulsera está rota. ¡Te dije que era mejor vestir con algo lumínico! —En primera, relájate que te me mueres. En segunda, nunca pensé que mi pulsera o mi Drona fueran a fallar. Y también, ¿tú por qué no trajiste tu digineck? —Porque me apuraste y ni tiempo tuve de pensar; ya tampoco traje los perros inteligentes de Abu... ¡Aaay! —Bueno, no nos echemos la culpa una a la otra. ¿Dónde te cortaste? Pon mi mano… —Aquí, siente, no es tan profunda porque fue con este vidrio delgado como curvo. ¡Ah! —Pero no te deja de salir sangre. ¡Vale esta cochina Dronaaaaaaa! —Oye, ¿tienes interfaz de curación? —Obvio, hasta para dos personas. Venía preparada, pero ahorita que venga esta mierdita. ¡Dronaaaaaaaa! —¡Allá veo una luz! —Deja voy para que me oiga. Espérame aquí. —No, no me dejes. Mejor vamos a gritarle otra vez. —Solo voy aquí a unos pasos, espera… ¡Dronaaaa! —¡Dronaaaaa!... ¡Carmina ya no te veo!... ¡Ahí viene, Dronaaaa! —¡Dronaa, por acáaaa! 98 | Revista Azcapotzalco

—Madame Carmina, ¿por qué grita? —¡Porque desapareces cuando más te necesito! —Fui a revisar todo el inmueble, como me lo pidió. —Bueno, ya no importa. Echa la luz para ver dónde estamos. —¡Ah, ya vengan a curarme! ¡Dronaaaa! —¡Luz panorámica! ¡Claro que sí, señorita Ceylán! —¡Uooooora! ¿Qué es esto que ven mis ojos hermosos? —¡Carmina, hay muchísima sangre! ¡Aaah! ¿Me voy a morir, Drona? —No le va a pasar nada, señorita Ceylán. Parece mucha sangre, pero está mezclada con agua estancada de esta vieja fuente. Recárguese en esa caja como indica mi imagen láser, por favor. —Yo te ayudo, Ce. —Ahí ya estoy, ¿no? —Ahí está perfecta, señorita Ceylán. Estire la pierna, por favor. Voy a cortar un poco del pantalón, ¿me lo permite? —Permitido. —Ay, ¿no está tan feo o sí, Drona? —No, Madame Carmina, el músculo de su amiga es epítome de la belleza humana. —No, mensa, me refiero a que si no es tan grave su herida. —¡Jaja… ay-ay! —Nada grave, Madame Carmina. Los signos vitales de la señorita Ceylán están en los parámetros normales. Solamente tengo que desinfectar la herida, colocar un parche embrionario y en un par de minutos ya estará cerrada naturalmente. —Ya ves, no pasó nada. —Pudimos haber muerto. Mira por dónde caímos, resbalamos por ahí y dimos hasta esta fuente vieja con cajas y este árbol de navidad horrible. —¡Encontramos un paraíso antiguo! Y tú que no querías caminar por estas tierras. —Ay-ay, Drona… —Perdone, señorita Ceylán, tenía que hacer presión. Pero ya está lista, solamente permanezca en reposo un minuto. —Miren lo que dice ahí, Plaza Sa… ¿qué? —Plaza Satélite. ¡Estamos en instalaciones viejas de la Agencia Espacial Mexicana! —¡No juegues! ¡Estamos en lo que era el paraíso de las compras de cosas reales! ¡Tenemos que llevarnos todo lo que podamos de aquí! —Drona, ¿de qué año es esto? Ha de ser de hace cenizas. —Esta construcción es del año 1971. Fue uno de los centros comerciales más famosos en México. Originalmente llamados malls, en estos se acostumbraba a comprar ropa, electrodomésticos, comida y demás menesteres para el uso cotidiano de cualquier persona. Este inmueble en particular tuvo una remodelación en el año 2020… —Ya con eso… Te dije, Ceylano. —Sí que es de cenizas esto. —Dronita, pon canciones del año 2020 para andar aquí de “shopping”. También grábanos y sube los videos y hologramas editados bien preciosos para que Rimbo vea que gozo astro bien sin él. —Claro, Madame Carmina, grabando audiovisuales y reproduciendo Dákiti de Bad Bunny y Jhay Cortez del año 2020. —¡¿Con esa canción, Carmina?! ¡Esa canción es de megastro-cenizas! —¡Jajajaja! ¡Ya sé, pero hay que vivir la experiencia completa! ¡Ya vente! —Okey, ya estoy lista. Vamos a ver qué encontramos… Como la de los holojuegos.


Vasija de barro Autor anónimo

Yo quiero que a mí me entierren como a mis antepasados, en el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro. Cuando la vida se pierda tras una cortina de años, vivirán a flor de tiempos amores y desengaños. Arcilla cocida y dura, alma de verdes collados, barro y sangre de mis hombres, sol de mis antepasados. De ti nací y a ti vuelvo, arcilla vaso de barro, con mi muerte vuelvo a ti, a tu polvo enamorado. Gracias a Yolanda García Bustos por compartirnos este poema de autor anónimo.


Semblanzas

Pedro Francisco Sánchez Nava Licenciado en Arqueología, Maestro en Historia y Etnohistoria, así como Doctor en Antropología por la ENAH. Es Coordinador Nacional de Arqueología del INAH y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Entre los cargos que ha desempeñado destaca la titularidad de la Subdirección de Salvamento Arqueológico; la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas; y la Dirección de Planeación, Evaluación y Seguimiento de Proyectos, de la Coordinación Nacional de Arqueología. Gilberto Pérez Rico Es arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia en donde estudió entre 1990 y 1995. Ha trabajado como investigador y restaurador para el Instituto Nacional de Antropología e Historia y para el Castillo de Chapultepec. Fue uno de los responsables del rescate del Archivo Histórico de Azcapotzalco y trabajó en la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacán. Salvador Pulido Méndez Egresó de la Escuela Nacional de Antropología e Historia en 1982 y realizó la Maestría en Estudios Mesoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde obtuvo el grado en el año 2003. Posteriormente se doctoró en Arqueología por la ENAH y en la actualidad es Director de Salvamento Arqueológico del INAH. Jorge Arturo Talavera González Investigador de la Dirección de Antropología Física y Coordinador Académico de la Sección de Bioarqueología de la Dirección de Salvamento Arqueológico, ambas dependientes del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Luis Córdoba Barradas Arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y profesor investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Cronista municipal de Tultitlán. Coordinador de los rescates arqueológicos y paleontológicos en el área de Tultepec y co-coordinador del Proyecto Prehistoria y Paleoambientes en el Noroeste de la Cuenca de México. Ha trabajado en los hallazgos de Coacalco, Tultitlán y Ecatepec. Julio Arellano Investigador independiente. Historiador por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, miembro del Colegio de Cronistas de la Ciudad de México y antiguo Director del Archivo Histórico de Azcapotzalco. Clementina Battcock Doctora en Historia por la UNAM, se especializa en estudios sobre las crónicas novohispanas de tradición indígena novohispana y andina. Desde 2013 es Profesora Investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH. Alejandra González López Licenciada en Arqueología por la ENAH, desde 2017 forma parte de la Dirección de Salvamento Arqueológico, en donde ha llevado a cabo excavaciones en el Centro Histórico, Chapultepec y Azcapotzalco. Sus líneas de investigación se centran en el estudio de la cerámica de Azcapotzalco y los paleosuelos agrícolas, realizando análisis de fitolitos y micromorfología a muestras arqueológicas. Argelia Ramírez Arqueóloga y artista plástica egresada de la ENAH y de la escuela de Iniciación Artística del Instituto Nacional de Bellas Artes. Trabajó durante algunos años en el proyecto arqueológico de San Lorenzo Tenochtitlan con la Dra. Ann Cyphers, tanto en campo como en la ilustración de piezas. María José Esteva Licenciada en Literatura Latinoamericana por la UIA, realizó estudios de posgrado en la UAM Azcapotzalco, en donde obtuvo los grados de Especialista en Literatura Mexicana del Siglo XX y Maestra en Historiografía. Actualmente está por concluir el doctorado en la misma disciplina y se desempeña como editora, investigadora y docente. En 2012 editó el libro Media docena de pesadillas, que reúne los cuentos que escribieron en conjunto H.P. Lovecraft y R.H. Barlow. Brenda Hinojosa Chañicuén Egresada de la carrera de Diseño y Comunicación visual de la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Su trabajo ha sido seleccionado en el Catálogo de Ilustradores de Publicaciones Infantiles y Juveniles en los años 2014, 2015 y 2018, año en que también ilustró el libro El País de la Oscuridad, de Andrés Acosta, con editorial El Naranjo. En su labor como ilustradora y diseñadora ha colaborado con editoriales, compañías teatrales y proyectos museográficos. Ángeles González Gamio Periodista, historiadora, docente y cronista mexicana. Licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México, desde 1992 escribe semanalmente en el diario La Jornada crónicas sobre el Centro Histórico. En 2012 fue designada miembro de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras y, en 2013, miembro del Seminario de Cultura Mexicana. Actualmente preside el Colegio de Cronistas de la Ciudad de México. Martina Rodríguez García Nació en Villa de la Paz, San Luis Potosí, en 1944. Avecindada en Azcapotzalco desde 1991, se dedica a estudiar y conocer sus tradiciones y costumbres. La belleza de la Casa de la Cultura, sus salas, jardines y, principalmente, los talleres de creación literaria la motivaron para conocer a los habitantes del lugar. La historia oral fue una puerta de entrada para iniciar su trabajo en crónica, poesía, leyendas y ser invitada a formar parte del Consejo de Fomento a la Cultura desde 1995, y del Consejo de la Crónica de Azcapotzalco. Yolanda García Bustos Falleció en 1998 para renacer como La Catrina en 1999. Dedicándose a las artes literarias y escénicas, retomó su formación académica consiguiendo titularse con mención honorífica como Licenciada en Arte y Patrimonio Cultural. Edher Jacob Ángeles Egresado de Comunicación y Periodismo en la UNAM, asistió a un par de talleres de cuento en el Claustro de Sor Juana. Mientras trabaja en publicidad aborda proyectos como escritor fantasma para Editorial Planeta, colabora con la revista literaria ERRR Magazine y coordina un libro para la alcaldía de Azcapotzalco.


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Pieza zoomorfa del Proyecto de Salvamento Arqueológico Tízoc No. 5. Foto: Arturo Madrid.


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