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nuestra herencia tangible

ÍNSULA BARATARIA publicación mensual, Editor Juan Carlos

Delgado Zárate, Número de certificado de reserva de derechos otorgado por INDAUTOR 04-2019-120316112800-203, número de certificado de licitud de contenido (en trámite). Oficinas en Mineral de Valenciana n° 47, col. Marfil, Guanajuato, Gto. Ejemplar de circulación en medios digitales.

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ÍNSULA BARATARIA es un espacio utópico de la hispanidad que trasciende el tiempo y el lugar; que cruza mares, valles y montañas; que se posa a los pies de la Señora que, soterrada por siglos, forjó carácter y dotó de estilo a quien en ella habita; carácter y estilo reflejo de su identidad. Espacio que une en la causa común que se comunica de generación en generación; que te hace pertenecer y penetrar y profundizar en el ser.

Espacio que enorgullece a quienes son en él. Espacio en presente que otea al pasado mirando con ojos de futuro. Espacio dinámico, espacio que mueve, alma que vitaliza. Espacio que observa con ojos creativos y voluntad férrea. Espacio forjado en el crisol de la historia. Lanza que montada en Rocinante, se hunde en la arena que cuenta las horas y rompe las fronteras del tiempo; lanza que alcanza e hiere el tiempo por venir, el tiempo por conquistar .

DIRECTORIO:

Consejo Editorial:

Miguel Ayala Ortiz

Juan Carlos Delgado Zárate

Pedro Ayala Serrato

Octavio Hernández Díaz

Ana Lucía González Aguilera

Director General: Miguel Ayala Ortiz

Información Política y Social: Efrén Zúñiga Sandoval

Diseño Editorial: Araceli Renteria Mendoza

Fotografía: Adriana Guadalupe Luna Torres

Gerente General: Martha Isabel Delgado Zárate

Asesor Jurídico: Paloma Calderón Delgado

Contenido

Editorial

Plan Parcial de Mantenimiento y Restauración de la calle Subterránea

"Miguel Hidalgo" de la ciudad de Guanajuato

Carlos Enrique Greenwell Castillo

El reflejo del pasado en el presente: La hacienda de Dolores de Barrera del Camino Antiguo de Marfil

Gerardo Enrique Garnica Calzada

Notas sobre el faro de la ciudad de Guanajuato

José Eduardo Vidaurri Aréchiga

Rico, símbolo de cultura e identidad: Ex convento de San Pedro de Alcántara, en Guanajuato, Gto

Eloy Juárez Sandoval

José Saúl Vázquez Rivas, Inn Memoriam

Graciela Carrillo Florido

Los dirigentes cristeros y las traiciones al término de la rebelión cristera en el noreste de la Sierra Gorda, Guanajuato 1926-1929

Marta Alicia Echeverría Mercado

Primer Foro Nacional de ciudades Patrimonio Mundial

Ana Lucía González Aguilera

El creador no es animalista

Brenda María Cervantes Hoyos

Cristo Rey: Desarrollo Histórico-Doctrinal-Litúrgico (Primera Parte)

Miguel Ayala Ortiz

J. Luz "Cachorro" Velázquez, con el box en la sangre

Efraín García Ledezma

Si empiezas el 26...

José Gerardo Mosqueda Martínez

Editorial

a generalidad de las poblaciones y los asentamientos humanos en nuestro país, se fundaron en las márgenes de los ríos a la espera lógica, de que la necesidad de contar con el vital líquido para la subsistencia, se facilitara representando los menores esfuerzos de acarreo para su consumo y aprovechamiento.

La aparición de las primeras comunidades indígenas en los antecedentes de la ciudad de Guanajuato no fue la excepción. Esta circunstancia sumada al descubrimiento de los yacimientos de plata a mediados del siglo XVI, particularmente la veta de San Bernabé posteriormente conocida como de La Luz y la veta Madre, en las inmediaciones de Rayas y Mellado, generaron el nacimiento de una Villa que luego la corona española le otorga el título de ciudad, quedando ubicada en una cañada que contraviene inclusive las ordenanzas propias de su tiempo para el establecimiento de una puebla.

La construcción de los edificios que conforman el centro de nuestra ciudad histórica y el desarrollo de la traza urbana que mayormente se ubica en faldas de cerros, donde las viviendas quedaron sembradas en callejones con pendientes abruptas en la mayoría de los casos, requirieron de alarifes y constructores avezados con mucha experiencia en el desarrollo de cimentaciones.

Las terribles inundaciones sufridas en la segunda mitad del siglo XIX de graves pérdidas humanas y materiales, llevaron a los planeadores y autoridades civiles, a tomar la determinación de sobre elevar el nivel de piso terminado de los edificios y casas colindantes al río, en 8 varas, esto es, aproximadamente 6.5 metros, construyendo muros de calicanto en cada margen.

Para el inicio de los años sesenta del siglo XX, se lleva a cabo por condiciones de higiene y de movilidad vial y peatonal, la cubierta o embovedamiento del río, generándose la calle “Miguel Hidalgo”, mejor llamada por los guanajuatenses como la Calle Subterránea.

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