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Nada que ver
from REVISTA CAMEO 20
Una Buena Oportunidad Desperdiciada
por FRANCISCO JAVIER QUINTANAR POLANCO
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TRAS haber perdido súbitamente el sentido de la vista, la joven de clase alta Paola Ramírez De Aragón (Fiona Palomo) ve frustrados sus sueños de convertirse en arquitecta. Para colmo, poco después su padre los abandonó a ella y a su madre Carolina (Rebecca Jones) dejándolas con un adeudo millonario. Y por todo ello pasa los días hundida en la tristeza, el dolor y el enojo por su situación, enclaustrada en su hogar donde, además de con su progenitora, solo mantiene contacto humano con Susana (Nora Velázquez), una mujer mayor que trabaja allí como sirvienta; y con Quirino (Jorge Zárate), su amable chofer. Por otro lado se encuentra Carlos (Guillermo Villegas), un muchacho quien por un evento trágico, abandonó sus estudios para hacerse cargo del hogar y de su hermana Claudia (Camila Calónico). Y aunque es entusiasta y optimista, su informalidad e irresponsabilidad le han acarreado algunos problemas, y es causa de que no pueda conservar un empleo por mucho tiempo. Para colmo, está muy endeudado con el banco y si no consigue pagar, pueden embargar su hogar.
Cuando pierde su último trabajo, el destino intercede a través de Susana, quien conoce a Carlos y le informa que en la casa donde trabaja, están buscando a alguien para cuidar y hacerle compañía a la ahora invidente Paola. Él se presenta y es aceptado y contratado por Carolina. Pero al principio su nuevo empleo le resulta muy difícil, tanto por su inexperiencia como por el hecho de que la joven es muy hostil y displicente con todos, en especial con el recién llegado. Pero a fuerza de convivir diariamente, poco a poco comienzan a trabar amistad, y cada uno aprender a “ver” al otro de forma distinta.
Podría decirse que la obra de la cineasta mexicana Kenya Marquez posee dos vertientes muy claras. Por un lado, es creadora de un cine de mirada autoral muy notable (Fecha de caducidad, Asfixia), y por otro, se ha involucrado en producciones más comerciales de naturaleza televisiva, realizadas para plataformas digitales (Madre solo hay dos, El juego de las llaves). Con Nada que ver, intenta compaginar ambos universos en un filme comercial a través del cual busca narrar un relato de identificación y profunda amistad y entendimiento surgido entre dos personajes de distintas clases sociales, y con historias de vida diferentes, pero unidos por diversas circunstancias como la pérdida, aficiones y puntos de vista similares, y sus sueños personales.
Empero, el resultado dista de ser satisfactorio, por varios factores siendo el más grave de ellos un guión que no sabe explotar su propia premisa, desperdiciando posibilidades interesantes abiertas por su argumento -con las que podía haber hecho algo novedoso-, y en lugar de ello opta por caer en lugares comunes o recurre al uso de situaciones que lo contradicen -o resultan de plano absurdas- para ir alargando la trama de manera muy confusa, accidentada y penosa, sin poder definir nunca el tono adecuado para el largometraje, el cual termina por tornarse soso e irónicamente, carente de humor.