8 minute read
LAS MARAVILLAS DEL LAGO BIWA EN JAPÓN
Escribe Arturo Pérez Martínez.
Embajador de España y Consejero de la Junta de Embajadores de la Academia.
Advertisement
Mientras España estaba en plena ebullición no solo con la campaña electoral autonómica y municipal sino también con la pertinaz sequía, tuve el privilegio de explorar a mediados de este mes de mayo los alrededores del Lago Biwa en Japón, inicialmente bajo los efectos de copiosas lluvias, pero con una serenidad y belleza incalculables, que contrastaban con lo dejado en el continente europeo. Nuestra Academia de la Diplomacia también estuvo muy activa con la organización de eventos de particular relevancia que lamenté enormemente perder: La sesión dedicada a las Repúblicas Checa y Eslovaca y, sobre todo, la entrega a título póstumo del Premio Velo de Antelo otorgado al no hace mucho fallecido Papa Benedicto XVI, recogido por el Nuncio de Su Santidad en Madrid de manos de S. A. R. La Infanta Doña Elena de Borbón. De ambos actos se ha dado cumplida información. Me concentraré, pues, en una somera descripción de algunos lugares por los que discurrió mi periplo japonés. Estoy seguro de que suscitarán el interés del ávido lector de la revista Diplomacia siglo XXI, órgano de la Academia, y, sin duda, el deseo de conocerlos, si es que no se ha prodigado ya por ellos.
El Lago Biwa recibe ese nombre por su forma, similar a la del laúd tradicional japonés, y es el mayor de agua dulce del país. Está situado en el corazón de la Prefectura de Shiga y no destaca solamente por su belleza sino por haber sido escenario fundamental de la historia y cultura de Japón.
Desde Tokio se va en el tren – bala hasta la ciudad de Maibara. Como no había mucho tráfico por allí - recordemos la serena belleza de los parajes - pensamos que lo mejor era ver todo en coche para no depender del horario de otros medios de transporte. Al fin y al cabo no había tanto tiempo de que disponer. Así que alquilamos un vehículo en dicha ciudad para trasladarnos inmediatamente a la primera etapa: la localidad de Hikone con su espléndido castillo, que está declarado Tesoro Nacional. Es una maravilla a orillas del lago. Dada la altitud del edificio, las vistas son espectaculares. Data del siglo XVII y está muy bien conservado. Además, su forma ha permanecido inalterada, incluidas sus verticales escaleras interiores, múltiples estancias, colecciones, puentes y jardines. El dueño de una pastelería aledaña a nuestro hotel, pese a tener el establecimiento cerrado en ese momento, nos admitió y abrió su mirador para que pudiéramos contemplar el castillo. Como buen aficionado a la fotografía, nos mostró unas espectaculares instantáneas tomadas por el con todos los cerezos en flor y también a la luz de la luna llena. El te y los dulces que tomamos nos supieron mejor. Nuestro hotel también estaba frente al castillo, pero no solo nuestra habitación sino los baños de aguas termales con los que contaba. Total, un deleite permanente para nuestros sentidos, sin olvidar la espléndida gastronomía local.
Un poco de historia ahora. Tras la batalla de Sekigahara (1600), el vencedor y futuro Shogun, Ieyasu Tokugawa, hizo a su aliado Ii Naomasa nuevo señor de Sawayama, localidad vecina de cuyo castillo procedió buena parte de los materiales para erigir el de Hikone, y Naomasa estableció el feudo en esa localidad. Dicho feudo se haría famoso después por Ii Naosuke, controvertido personaje, que se convirtió en muy importante cargo del shogunato Tokugawa y llevó a cabo tratados comerciales con las potencias occidentales, rompiendo con el aislamiento de Japón en el siglo XIX. Para quien desee saber algo más de él, en el nº 101 de esta revista, de septiembre de 2017 hay un artículo mío en el que se le alude. Comenzando a circunvalar el lago se encuentra uno preciosas ciudades, monumentos y naturaleza, por supuesto. Desde Hikone emprendimos camino hacia la ciudad de Otsu, no sin antes parar en un impresionante templo shintoísta, Taga Taisha, uno de los más antiguos (1300 años) y prestigiosos de Japón, dedicado a las deidades Izanagi e Izanami, que fueron los creadores del archipiélago y pa- dres de muchos dioses y diosas en la mitología japonesa. Se les venera allí con toda devoción. Además, se cree que la visita es muy favorable para los matrimonios por lo que acuden muchas parejas. El santuario se encuentra a unos veite minutos de Hikone yendo hacia el Sur. El paraje es de tan gran belleza que resulta parada obligada. Para seguir deleitándonos al día siguiente, hubo que parar en otros sitios muy especiales en este gran viaje de circunvalación del lago. El primero fue el Museo Arqueológico de Shiga. Contiene, entre otras cosas, restos de civilizaciones muy antiguas, las primeras de Japón. Está enclavado donde estuvo el famoso Castillo de Azuchi, mandado construir en el siglo XVI por uno de los principales contribuidores a la unificación de Japón, el poderoso señor feudal Oda Nobunaga, pero, lamentablemente, fue destruido en un incendio unos años después de su muerte. . Queda la espectacular recreación de una especie de extraordinaria cúpula o pabellón privado que, por cierto fue exhibido en la Expo de Sevilla de 1992 Es bastante innovador, lujoso y elegante. Forma parte de una estructura de varios pisos de carácter defensivo, aunque el pabellón no lo sea. En su época lo que sí debió ser es un espectá- culo, como resulta verlo ahora. Para su preservación se ha construido un edificio esencialmente funcional cuya fotografía aparece a continuación. El disfrute de esta obra está asegurado por muchos años.
Hubo que partir. La siguiente etapa del día culminó con la visita al importante templo budista de Ishiyama (o Ishiyamadera). Se trata de otro imponente conjunto de edificios del periodo Nara, de hace 1300 años, inmerso en plena naturaleza. Es un gran centro de peregrinación y retiro espiritual. Destaca, como es natural, el edificio principal, que también es Tesoro nacional y tiene un estilo que le asemeja al templo de Kiomizu en Kioto, por los pilotes que lo sustentan en buena parte. Nos llamaron particularmente la atención, aparte de todo el arte que en sí contenía, las imágenes de la célèbre escritora Murasaki Shikibu, autora de la Historia de Genji, obra épica fundamental de la literatura japonesa (Imagen 8 de Murasaki Shikibu). Todo parece indicar que el templo le sirvió de inspiración para su obra, después de haber pasado algún tiempo allí.
Tras un buen trayecto conduciendo se llega, como estaba previsto, a la ciudad de Otsu, no muy alejada de Kioto. Es la capital de la Prefectura de Shiga y se nota. Pero no hubo mucho tiempo para explorarla. Al día siguiente emprendimos la subida al sagrado Monte Hiei, relativamente cercano, en la orilla occidental del lago, pero con las curvas de una tradicional carretera de montaña. Nos esperaba a mitad de camino un profesor de allí, viejo amigo y buen conocedor del lugar que nos acompañó y guió. En seguida se llega al conocido templo budista de Enryakuji otro impresionante conjunto de edificios fundidos con el bosque y con la niebla de la mañana en perfecta armonía.
Me llamó particularmente la atención poder dar una gran campanada para el perdón de los pecados, encaramarme por unas empinadas escaleras de piedra hasta el templo de la sabiduría, siempre con la esperanza de seguir aprendiendo, y dar las vueltas de rigor a las cuentas de un considerable rosario horizontal. Al mediodía almorzamos en un restaurante de 120 años de antiguedad en las afueras de Otsu. Las mismas recetas de siempre, pero los fideos eran recientes y deliciosos.
De allí, después de dejar al profesor, emprendimos camino para llegar a dos templos dedicados a la familia Ono, familiares de la famosa escritora Ono no Komachi. Esta visita fue fruto del interés de mi mujer por dicha escritora ya que los santuarios son de menor importancia que los citados anteriormente, aunque no por ello, deban pasar desapercibidos. Uno, como digo, está dedicado al polifacético Ono no Takamura, descendiente de Ono no Imoko que discuten algunos expertos si era hombre o mujer, pero que fue enviado/a como primer Embajador/a de la historia japonesa a China. A él o a ella está dedicado el segundo de los santuarios. A Takamura se le atrubuyen multiples leyendas, entre otras la de su frecuente comunicación con el más allá.
Había más cosas por la zona, pero fue imposible visitarlas por la lluvia y dificultad de accesos, así que emprendimos viaje hacia Nagahama, a explorar nuevos horizontes.
Antes de llegar tropieza uno con el impresionante pórtico bermellón en el agua cercana a la orilla que da fama al templo denominado de la barbas blancas. La gente viene a este santuario a rezar por la longevidad, encontrar pareja, tener un hijo, mejorar la suerte y tener negocios prósperos, pero el pórtico diría yo que eclipsa la belleza del templo. Recuerda la estampa similar, pero a mayor escala, del santuario de Miyajima, recietemente visitado por los miembros del G 7 cuando se reunieron en Hiroshima.
Así llegamos a Nagahama, que también es una ciudad histórica importante. Sin duda conoció mejores tiempos antes de la pandemia, pero impresiona su magnífico castillo, muy bien reconstruido (Foto 14 del castillo de Nagahama), lleno de interés y atractivo por las cosas que pasaron en su interior y batallas de alrededores, aparte de las espectaculares vistas desde lo alto de su torre del homenaje. Fue construido a finales del siglo XVI por orden de Toyotomi Hideyoshi, otro de los unificadores de Japón, para apoyar su campaña y controlar el Oeste del país. Desgraciadamente, tras su muerte, se destruyó después de la ya mencionada batalla de Sekigahara.
Un poco en las afueras, en la localidad de Kunitomo, está el Museo del Arcabuz, un pequeño gran centro en el que se explica cómo los herreros japoneses aprendieron a construir el arcabuz y los distribuyeron por la práctica totalidad de la geografía del país. Hay numerosos ejemplares de todo tipo que denotan la pericia que adquirieron en este oficio, pero, además, hay otros inventos, como un pequeño telescopio para observación de los planetas. Con él se consiguió ver por primera vez las manchas solares, antes que en Europa. En fin, vale la pena acercarse al museo porque el impacto del arcabuz en la historia japonesa fue considerable. Aparte, hay actos diversos alrededor del arma.
Son recomendables, en fin, aparte de navegar por el lago, los paseos por el centro histórico de Nagahama, con sus pintorescas callecitas, tiendas y pequeños edificios, coronados por el templo Nagahama Hachimanju. Hay mucho que ver.
Convendría añadir una última cosa. Nagahama es famosa por las tradicionales representaciones de Kabuki con niños como actores. Son frecuentes las de obras clásicas, lo que atrae a un numeroso público. También se celebran representaciones a bordo de tradicionales carrozas que se guardan cuidadosamente para cada ocasion.
Todo lo bueno se acaba y no hubo más remedio que volver a casa, eso si, con la gran satisfacción de la experiencia vivida y el haber disfrutado de buena parte de la naturaleza, la historia y la cultura del Japón.•
Edificio singular en el centro de Madrid con espectacular jardín y terraza, que alberga la sede institucional de la Fundación Operística de Navarra y de la Academia de la Diplomacia.
Dispone de amplios espacios y salones, así como exteriores, donde poder celebrar todo tipo de actos y eventos. Y puede optar a los cantantes de la Fundación Operística.
Calle de Covarrubias, 25
Para visitas cita previa: Tel.: 914 48 38 10