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Jorge Araujo

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Alan Sutton

Alan Sutton

“AHORA NO ME BANCO ESTAR EN UN PROYECTO SIN CANTAR”

Cada vez más afianzado como cantante, el músico lanzó nueva canción nade menos que con Ricardo Mollo, su excompañero en Divididos, como invitado. Combo imbatible para disfrutar de su (no tan) nueva faceta.

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Jorge Araujo es un músico incansable. Años como baterista de sesión hasta entrar a una de las bandas más grandes de nuestro rock como es Divididos para sacar discazos entre los que se destaca el ícono que es Narigón del Siglo. El comienzo de la transformación a partir de ir hacia la voz con Gran Martell, su cercanía cada vez más hacia la guitarra y la canción, su disco solista. Todo hasta llegar a este presente con el lanzamiento de “Cuerpocomoderno”, la bella canción que sale en tiempos de cuarentena y que tiene como invitado nada menos que a Ricardo Mollo. “Una vuelta a mi relación con la música en la niñez y la adolescencia”, resalta Jorge, y de esta forma nos abre un abanico tan placentero que da gusto charlar con él durante casi una hora. “La planificación del 2020 era muy activa para mí, con giras y nuevas canciones. Pero no me quejo, tengo muchas cosas nuevas para mostrar, me queda un disco casi terminado, otro en vivo próximo a salir, estoy muy activo”. Así lo trata la cuarentena a un músico que no pierde su sensibilidad social y también se encarga de ayudar a varias fundaciones para gente que la está pasando muy mal. Así

entonces, la nueva canción llega acompañada de un gran video con reminiscencias a las viejas épocas del Windows 95.

-¿Cómo se dio la realización del video?

-Lo hizo mi hijo Agustín junto a Maxi Díaz. El video existe por ellos, yo me olvidé de rescatar imágenes de la grabación. Fue tal la relación que tuve con la grabación, el reencuentro después de tanto tiempo de no haber grabado juntos con Ricardo, estar cantando juntos un tema, muchas cosas pasaron ahí. Fue todo muy intenso desde el lugar musical y sinceramente me olvidé de las imágenes. Hace poco lo charlábamos con Ricardo en un vivo y él decía “claro, estábamos en otra cosa”. Pero evidentemente es muy importante ahora la imagen, en otras épocas te juntabas y ni bola le dabas a eso, no quedaban registros. Se ve que en este caso volvimos un poco a ese viejo músculo de solamente estar ocupándote de música y la pasamos de esa manera. Por suerte, César Silva (productor y guitarrista) tenía una camarita a la que solo le puse Rec porque no sabía ni usarla. Así documenté una toma de Ricardo y una toma mía, nada más. Con eso solo a mi hijo se le ocurrió esta idea buenísima con el Windows 95, el Solitario y Buscaminas, o eso de que siempre se te tildaba. Es muy original, ante la limitación apareció este recurso, y en el 90% de las notas que hacemos me están hablando del video, no pensé que iba a ser para tanto.

-No quiero pasar de largo eso que contabas, esa llama que se encendió mientras grababan con Ricardo.

-Fue bárbaro. Dieciséis años esperé para esto. Canté con Gran Martell porque no había cantante, después con Quintino Cinalli, y de ahí a esto pasaron años. Luego se dio la unión con Cesar Silva como productor que hace maravillas. Fue un proceso de muchos años hasta llegar a este tema que compuse con la guitarra como en mi adolescencia, y sin dudarlo dije “esto lo tiene que cantar Ricardo”.

-Es como que cerrás un círculo también al elegirlo a él.

-Cuando saqué el disco A Un Minuto de Envejecer (2018) tuve un aval tremendo de parte de Divididos. Ellos lo publicaron en sus redes y eso para mí fue un espaldarazo casi te diría publicitario, me ayudó muchísimo. Pero lo mejor fueron las charlas con ellos acerca del disco, muy largas y puntuales acerca de cada canción. Como que vi que les gustó la música que hago, no es una cosa menor. Este tema entonces le mandé la música a Ricardo, vi que le gustó y ahí le dije “bueno, ahora te tengo que decir la posta: quiero que lo cantes vos”. Y me dijo que más bien, de una. Estuvimos casi un día entero en todo ese mundo del Oeste que es de donde salimos, metimos toda una recorrida, los lugares, las charlas. Un encuentro entre lo musical, lo afectivo y lo que tenía que ver con nuestro comienzo como músicos. Por eso fue tan intenso.

-¿Qué tan responsable es el productor César Silva de todo esto?

-Cien por ciento. César agarra todo el material que yo tengo dando vueltas que no me daba para mostrarle a Tito y Gustavo de Gran Martell. Cosas mías solo con la guitarra, no me gustaba compartir eso con ellos porque la música de la banda siempre sale entre los tres en la sala, es otro formato. Fue quedando de costado hasta los encuentros con César, quien me dijo que le vaya dejando todo como sea, hasta que un día llego y había producido todo “Noche animal”, tema que luego salió en mi disco, y me voló la peluca. Ahí empezamos a sintonizar y seguimos hoy, le mando cosas hasta por whatsapp.

-¿Cuando llega el momento en el que decís, “tengo que sacar algo de manera solista”?

-Lo recuerdo perfecto. Tuve que sentarme con César y me costó mucho eso de poner mi nombre, yo solista no fui nunca, era poner mi nombre y mis canciones. Me dijo “llamame cuando quieras”. ¡Te llamo ya! (risas). Y ahí se armó todo lo que es el vivo, pero no tenía pensado mucho, solo a Maxi Larreta en batería, es el primero al que le hablo para el vivo. Con una

formación junto a mi hijo Marco en bajo y Sebastian Valsecchi en guitarra, hacemos un show en el Coliseo como soporte de Andy Summers. Tenía al lado viendo todo a su stage, quien también trabajado con Robert Fripp en los ‘80. Yo decía “¿por qué me metí en eso? Tiene que haber un violero acá, no yo tocando”. Pero como tiene que ver todo con una honestidad pura, al tipo este le encantó y me abrazó diciéndome “qué buena música que hacés”. Ahí me la empecé a creer un poco.

-En otra nota me contabas que en un show de Gran Martell invitaste a tocar a Diego Arnedo y te dijo lisa y llanamente “vos querías cantar”.

-Que te venga a ver una de las personas que tocó con vos y fue protagonista de un momento clave en el que vos no sabías bien qué te pasaba con todo eso, que te vea cantar ahora una hora y media luego de que en nueve años que estuviste con él no te vio cantar nunca… ¡es muy simple! ¡Se dio cuenta de todo! Cuando me lo dijo me resultó todo demasiado simple, es cierto. Yo ahora no me banco un proyecto sin cantar, fueron más de veinte años sin cantar.

-¿Y cómo era ese momento previo a tu profesionalización como baterista en el que justamente cantabas?

-Yo arranco cantando y percutiendo cosas. Soy músico por los Beatles, me atraparon por completo. Yo quería ser batero pero era muy jodido tener una batería a los 5 años, no había a mi medida. Recién a los 8 tengo una batería pero antes de eso yo tocaba la guitarra y cantaba, era el alma de la fiesta, armaba el fogón y la gente me miraba. Cuando llega la batería se empieza a complicar lo de cantar, más que nada por cuestiones de monitoreo, me resultaba muy raro poder disfrutarlo como cuando cantaba con guitarra, pero sentía que mi instrumento era la batería, así que me decidí a ser baterista y no cantar más. Fue una decisión muy drástica, no me arrepiento pero como toda decisión drástica, deja cosas en el camino que pueden quedar abiertas.

-¿Por eso después te costó tantos años volver a hacerlo?

-Tal vez tendría que contárselo a alguien que entienda más las cuestione psicológicas, o ser detallista en las pequeñas cosas. No me gustaba nada a mi tocar batería y cantar, y no escucharme nada, no la pasaba bien. Yo disfrutaba cantar con una guitarra, pero al mismo tiempo no sentía a ese como mi instrumento. Entonces fue todo un tironeo constante hasta que me decidí a estudiar con todo la batería y me auto definí como baterista 100%. Todo lo otro quedó apartado en un cajón, y recién lo retomo cuando arrancamos con Quintino, eso me ayudó mucho para poder retomar esa cosas hasta lúdica cuando yo era pibe, donde no había tanta evaluación, respecto a la tonalidad, etcétera. Lo primero que hice entones fue entender que yo disfruto de esta situación, sabiendo que tengo gente amiga que me va a ayudar, yo solo no lo puedo hacer. Luego del mega éxito que fue La Era de la Boludez (1993), Federico Gil Solá salió de Divididos e ingresó Jorge Araujo. “Con Divididos volví al rock”, recuerda, resaltando la situación de estar en la sala todo el tiempo, en comunicación constante y metiéndose en la composición. “Es como una convivencia. Antes yo era cesionista y tocaba para otra, tenía que lograr hacer algo que le agrade al artista con el que tocaba y si te ibas del libreto no estabas respetando a ese artista. Cuando llegué a la banda ellos me dijeron ‘tocalo como quieras vos, ni nos escuches”. Pero no todas fueron rosas. El primer disco que le tocó grabar fue Otroletravaladna (1995), el cual tuvo muy poca repercusión y no fue tan bien visto en ese entonces. “Fue un momento duro, bajó mucho la cantidad de gente que iba a los shows, yo venía de tocar en Prix D’ami, entro a Divididos que ya había hecho un Estadio Vélez y después de grabar el disco tocamos en Prix D’ami. ¡Imaginate como me sentía yo que era lo único que había cambiado en el grupo!”.

-¿Cómo sobrellevaste ese momento?

-¿Viste la frase esa “Ten cuidado con lo que deseas, porque lo podrías conseguir”? Bueno, yo solo pedía en ese momento sacar un disco que la gente lo quiera mucho, lo respete y sea inolvidable. Lo hacía pensando en el grupo conmigo como integrante, porque me sentía muy excluido del éxito que había tenido el grupo, Ojo, Otroletravaladna es un disco que hoy la gente habla muy bien, especialmente los músicos, pero en ese momento fue directo de pasar del mainstream al underground.

-¿Qué tanto es cierto eso que se dice a veces que la banda misma indirectamente buscó que suceda algo así?

-No sé bien eso la verdad, digo desde el lado de Diego y Ricardo. Yo siempre digo que menos mal que entré yo que tenía diez años ya como batero y había tocado con todo el mundo, porque me encontré con una parada dificilísima. No era joda, un integrante de un trio es el 33%. Entrás, grabás un disco, sucede lo que sucedió y decis “loco, es culpa mía”. Lo que más me costó a mí en ese momento fue la no aceptación al nuevo trío. Encima los dos discos que habían grabado con Gil Solá son dos discazos. La presión es tremenda, y después la sentís vos con tus propios discos, porque después de El Narigón pensabas “qué grabamos ahora”. En el año 2000, hace ya 20 años, Divididos lanza uno de sus discos más emblemáticos: Narigón

del Siglo, yo te dejo perfumado

en la esquina para siempre, grabado nada menos que en los estudios Abbey Road, y marcando un nuevo antes y después para la banda. “Fue impresionante”, resume Jorge. “Un disco emblemático, en ese momento que lo estábamos haciendo ya teníamos cuatro años tocando y dos discos juntos, más todas las situaciones personales que ya habíamos sorteado. Entonces era un momento ideal en todo sentido, era ahí, las canciones, el lugar. Hoy, 20 años después pega mucho más, recién ahora caes del todo de donde estuviste. En ese momento éramos conscientes de donde estábamos pero nos sumergimos tanto en nuestro material que nos bancamos bastante la relación con el lugar, porque estábamos haciendo algo muy importante que era El Narigón del Siglo”.

-No solo todo lo que fue la grabación sino los shows posteriores. Los Luna Park, Tilcara, el Canal de Beagle…

-Yo siempre digo lo que fue el Vivo Acá en el Gran Rex. Hay un tema, “15-5”, que lo hacemos con el Mono Fontana y yo toco con escobillas, ¡en Divididos! Impensado. En Tilcara de repente estábamos en el Pucará, la gente bajaba desde la montaña para los ensayos, una hermosura. Planteamos cosas diferentes, nuevas. En el Canal de Beagle estábamos rogando que no lloviera, había una lloviznita y de repente se abrió el cielo, y uno de los pibes de ahí nos dijo “no saben hace cuanto que esto no pasaba acá”. Cosas que pensás también que alguien nos estaba ayudando desde algún otro plano. Nosotros queríamos que en ese concierto se viera no solo el canal de Beagle y el marco, sino a los participantes, que eran pibes de ahí que tal vez uno era de la panadería, el otro el del taller, y ellos se subían a tocar con nosotros. Lo que queríamos era que sea en ese ámbito, no es lo mismo tocar en un club cerrado, queríamos ese marco porque los iban a ver de todo el país en directo, y sus vecinos iban a ver que el que los atendía en la panadería era un artista que estaba tocando ahí, ocupando nuestros lugares. Fueron proyectos muy pretensiosos que se pudieron concretar y fueron muy bellos.

Cronista: Sergio Visciglia Fotos: Gentileza Prensa 17 de Julio

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