El Comité 1973, número 47. Italia: literatura, cine, música

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EL COMITÉ 1973 Revista de Difusión, Crítica y Creación Literaria

AÑO 10 / NÚMERO 47

“Italia: literatura, cine, música”


EL COMITÉ 1973 Director Meneses Monroy

Jefa de Redacción Aída Padilla Nateras

Diseño Gráfico

EL COMITÉ 1973, Núm. 47. “ITALIA: LITERATURA, CINE, MÚSICA” Revista de difusión, crítica y creación literaria. Correo electrónico: elcomite1973@gmail.com http://issuu.com/revistaelcomite1973 https://www.facebook.com/revistaelcomite1973 https://twitter.com/ElComite1973

Yadira Delgado

Colaboradores de este número Meneses Monroy Imelda Ojinaga Daniel Olivares Viniegra Aída Padilla Nateras Juan Antonio Rosado Ulises Verde

Consejo Editorial

Consejera en Artes Visuales Elsa Madrigal

Eduardo Torre Cantalapiedra Guadalupe Flores Liera Daniel Olivares Viniegra Claudia Hernández de Valle Arizpe Marti Lelis Juan Antonio Rosado Zacarías

Diseño de portada y contraportada

Yadira Delgado

Publicación bimestral Julio - Agosto Año 10. Número 47. 2022

La revista El Comité 1973, es una publicación realizada por Ediciones Comité, en colaboración con el grupo literario El Comité. Todos los derechos reservados.

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Dossier

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Poesía Roma Meneses Monroy

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Ensayo Alessandro Baricco: un retrato Aída Padilla Nateras

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Reseña Rosso come sposa di Anilda Ibrahimi Imelda Ojinaga

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Portafolio Ulises Verde

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Poesía A Roma sepultada en sus ruinas Francisco de Quevedo

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Apuntes Apuntes sobre el panorama musical, y sobre Fulminacci Meneses Monroy

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Ensayo La intensidad de una vida y de una obra: Pier Paolo Pasolini Juan Antonio Rosado

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Espacio abierto Reseña Daniel Olivares Viniegra

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Poesía Amanecer Meneses Monroy

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ÍNDICE

Editorial / Los Comitanos


EDITORIAL El día 30 de julio del año 2012, publicamos por primera vez la revista El Comité 1973, hoy publicamos el número 47 de la misma, y festejamos una década de vida; diez años de escritura y lectura; diez años de tener en nuestras páginas a artistas visuales, y a escritores que empiezan a publicar sus primeros textos, junto con otros ya con una obra madura. La edición que nos ocupa se denomina: “Italia: literatura, cine, música”. Ulises Verde nos brinda su mirada de Italia, con un portafolio en blanco y negro. Aída Padilla Nateras, realiza un retrato sobre Alessandro Baricco. Imelda Ojinaga nos presenta: Rosso come sposa di Anilda Ibrahimi. Juan Antonio Rosado habla sobre la vida y obra de Pasolini. Meneses Monroy nos comparte sus Apuntes sobre el panorama musical, y sobre Fulminacci. La poesía no podía faltar en este número, hay un par de poemas que tratan sobre Roma.

Benvenuti a tutti! Questa è l'Italia.

Los Comitanos


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Roma Yo recorrí Roma, estuve en el Coliseo y sentí la grandeza derruida. Del mejor gladiador, no queda salvo el desteñido eco de un rumor soñado, y de sus humos, nada.

Nota: El texto Roma, es el segmento IV del poema Acerca de Meneses Monroy.

POESÍA 6


Alessandro Baricco: un retrato Aída Padilla Nateras

Alessandro Baricco (Turín, 1958) es sin duda uno de los escritores italianos vivos más reconocidos fuera de Italia. Estudió filosofía y música y saltó a la fama internacional con la publicación de Seda. A los dieciséis, un amigo me regaló justo esa novela. Después de leerla literalmente de una sentada con Moon road to dawn de fondo, un disco

en el que James Ashley y Anthony Wheeler mezclan los lamentos del shakuhachi con sonidos de otros instrumentos orientales y occidentales, quise más. Todavía recuerdo ese primer acercamiento: casi nunca coinciden en mí la disposición de ánimo y las condiciones externas que permiten abandonar el mundo de lo profano para en-

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trar a esa otra dimensión de trance, de puro goce estético. Además, casi nunca me encuentro con catalizadores tan potentes. El tiempo pasó y traté de no perderle la pista. Seguí leyendo sus novelas, llenas de personajes, elementos, y atmósferas extrañas, fascinantes, esos frasquitos en los que Baricco concentra los aromas de anhelos, ternuras, inquietudes y maneras insospechadas de sentir y de estar en el mundo: una posada habitada por niños misteriosos que parecen ser parte del mobiliario, hombres locos que tienen obsesiones metafísicas relacionadas con el mar, una joven a punto de morir de tan sensible, (Océano Mar), una mujer que, así como en Ramito de violetas, intenta ayudar a su esposo a sublimar el deseo que siente por otra, paisajes orientales, aviarios fantásticos llenos de pájaros exóticos, un pueblito francés del siglo XIX (Seda), un tío que padece un síndrome rarísimo que lo mantiene sumido en un sueño perenne del que despierta muy de vez en cuando para emitir sentencias casi oraculares (La esposa joven), partidos de fútbol (City), adolescentes setenteros rebeldes (Emaús), un escritor que realiza retratos literarios por encargo (Mr. Gwyn), un libro, supuestamente escrito por el personaje de otro libro anterior de Baricco, que describe 3 mundos posibles en los que dos personas que se aman se encuentran en distintas etapas de vida, teniendo a veces edades muy dispares (Tres veces al amanecer), brutales crímenes de guerra y posteriores venganzas (Sin Sangre). Cosas por el estilo. Platicando con amigos al respecto y leyendo algunas reseñas, me he percatado de que muchos coincidimos al hablar de las virtudes de Baricco. Por todos lados he escuchado y leído adjetivos similares para describir su escritura: etérea, flotante, erótica. Su prosa es extremadamente poética. Está llena de frases cortas y contundentes, de repeticiones mántricas que recuerdan a los poemas épicos antiguos. Qué difícil es lograr la sencillez limpia, directa y, además, hermosa. Qué difícil es no pecar por exceso. En los libros de Baricco, bastan unas pocas líneas para entender, visualizar y terminar por enamorarse de un personaje

o para experimentar sensaciones corporales muy intensas. Algunas veces, tras leer ciertos pasajes embriagantes, sentí la necesidad de acariciarme las yemas de los dedos o de tocar los objetos a mi alrededor de maneras distintas, más sensuales, más placenteras, así como sucede cuando uno está bajo el influjo de ciertas drogas. Entre otras cosas, Baricco tiene la capacidad de darle forma a inquietudes filosóficas muy abstractas. En Océano mar, por ejemplo, el Profesor Bartleboom, solterón que le escribe cartas a una amada que aún no ha conocido, se empeña en terminar una Enciclopedia de los límites verificables en la naturaleza con un apéndice dedicado a los límites de las facultades humanas, tropezándose una y otra vez con las dificultades que sus pretensiones implican. ¿Podemos saber exactamente dónde empieza la playa, dónde termina el mar?, ¿podemos hablar del punto exacto en el que una cosa deja de ser ella misma para empezar a ser otra distinta? ¿Son los límites del mar discretos o continuos? ¿Por qué existen si quiera los límites? ¿Por qué la sustancia tiene accidentes? Seguro que Baricco le hubiera sacado a Kant, a Fichte y todos esos otros filósofos que se esmeraron tanto en dar cuenta del origen y la naturaleza de la limitación como categoría estructural del pensamiento, por lo menos una sonrisa. A Baricco le debo mi predilección por ciertas atmósferas flotantes, atmósferas que trato siempre de perseguir y de habitar. Hoy me pregunto si, como Jasper Gwyn, yo sería de verdad capaz de hacer un retrato literario de Alessandro, de mi Alessandro. Al leer sus novelas, muchas veces pensaba en el verdadero, el de carne y hueso. Es un hombre que sabe acariciar, pensaba, que sabe tocar: seguro un amante delicioso y un inmejorable amo de perros y/o gatos, a los que no les han de faltar mimos placenteros. Es como un atardecer en una playa tranquila, pensaba. Más tarde descubrí sus ensayos y algunos otros de sus escritos. Novecento, monólogo teatral en el que se narra la historia de un pianista que, desde que nace hasta que muere, nunca abandona un barco, fue llevado a la pantalla grande en el 98

ENSAYO

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por Giuseppe Tornatore con música de Ennio Morricone. Fue su último ensayo el que me permitió contemplarlo desde un ángulo distinto, un ángulo desde el que pude apreciar mejor las asimetrías de su rostro, sus defectos, todas esas manchas ocasionadas por la intensa luz de los reflectores y por la edad. Solo he leído uno de sus trabajos en torno a temas musicales, El alma de Hegel y las vacas de Wisconsin, que me pareció magnífico. El resto de sus ensayos, coronados por The Game, su última publicación (2018), es un intento de entender la atmósfera cultural de nuestra época. En Next (2002), Baricco comienza por cuestionarse si la globalización no es un disfraz del capitalismo y del colonialismo cultural, a lo que en obras posteriores responde negativamente. En Los Bárbaros (2008) lanza la tesis de que nos encontramos viviendo un cambio de paradigma tan importante como en su momento lo fue, por ejemplo, el paso de la Edad Media al Renacimiento y que todo lo que actualmente el hombre “culto” define como bárbaro, no se trata más que de astutas mutaciones que aún no somos capaces de entender del todo. Hasta aquí todo bien. En The Game, sin embargo, hay mucha

tela de dónde cortar. Se trata de un libro, a mi gusto, demasiado integrado –haciendo alusión a la famosa diferencia que hace Umberto Eco entre los apocalípticos, que piensan que lo que se populariza en el momento presente conduce a la degeneración, y los integrados, que aplauden todo–, ingenuo y superficial en el mal sentido, aunque, lleno también de intuiciones brillantes, un libro que pudo haber dicho más con menos y que pudo haber escrito de una manera más ordenada; un libro que no es lo suficientemente crítico. Así, leyendo The Game pude enterarme de que, además de un buen amante y de todo lo anteriormente dicho, Baricco es seguro también un hombre al que le gusta ir de compras, que tarda mucho escogiendo zapatos caros, que vive en una casa hermosa e impecable que otra persona limpia por él, que no se preocupa por pagar las cuentas y que ya huele un poco a viejito. Es mi tío abuelo emocionándose porque el café ahora viene en cápsulas de aluminio de colores brillantes y que no quiere pensar demasiado acerca de lo mucho que contaminan. Aun así, he de confesarlo, me sigue pareciendo un ser maravilloso.

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Rosso come sposa di Anilda IbrahimiPor: Imelda Ojinaga

Anilda Ibrahimi nace en Albania, después de estudiar en Suiza se establece en Italia. Es considerada una de las escritoras albanesas de mayor relevancia en la literatura italófona. En Rosso come sposa entrega su experiencia, su

alma y talento para plasmar un ambiente desconocido para el occidente, pero imprescindible para el desarrollo de la literatura contemporánea italiana. Ibrahimi narra desde la perspectiva de una

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familia albanesa, cuya vida se desarrolla en Kaltra, un pueblo albanés poco concurrido pero lleno de lazos interpersonales, gestionado por los propios habitantes. Aquí, las tradiciones y las apariencias pesan y controlan destinos de generación en generación. La narradora nos transporta al origen de su familia, a través de recuerdos ensamblados desde la memoria de su abuela Saba, hija menor de Meliha, la matriarca de la familia Buronja. Una tragedia marcará el destino de todas las mujeres de la familia, pero Meliha, capaz de reconciliar vivos y muertos, evitará un final fatal. De cualquier modo, en Kaltra los errores no se olvidan, más bien asechan y delinean el porvenir y de generaciones posteriores. Así pues, Saba suple como esposa a su difunta hermana y, poco a poco, asume el poder y responsabilidad de la madre, cuyo canto comunicaba la vida con la muerte y daba horizonte a las hijas e hijos de la familia, cuando guiaba o incluso decidía sus destinos, aunque significaran sacrificio y sufrimiento. A través de la vida de las féminas (esposas) de la familia, descubrimos un siglo (el novecientos) complejo que revela una estrecha relación entre el pueblo albanés y el italiano. La narradora nos conduce por los conflictos políticos y sociales del pueblo albanés, utiliza como hilo conductor la memoria familiar y un legado de tradiciones islámicas, cristianas y otomanas que conviven a pesar de los cam-

bios políticos y familiares, evidenciando cómo es que la guerra, la dictadura y la violencia no logran destruir el espíritu del pueblo, que se adapta, a través del dolor y la pérdida, a nuevos contextos. Anilda habla desde la fuerza femenina, la mujer como líder, conciliadora, roca y cómplice del patriarcado. En sus líneas encontramos facetas reales y humanas que evolucionan con el paso de las décadas, del mismo modo podemos palpar el vínculo casi materno que se establece con la italianidad en la post guerra. En la segunda parte, la narradora se nos revela como Dora, protagonista del tiempo presente de la narración. Su vida convulsiona junto con los cambios que la dictadura produce sin derrumbar las tradiciones familiares, ni los atavismos sociales que terminan por convencerla de dejar su tierra. Su destino final será Italia, desde donde construye un puente hacia su pasado, honrando y resignificando sus propias tradiciones lingüísticas, culinarias y religiosas. Un libro con una narrativa inteligente y desafiante, llena de momentos clave para que el lector tome su distancia, analice y concientice la dicotomía de dos naciones representadas por una misma pluma. Es un ejemplo de una nueva generación, en la que donde las fronteras literarias se desdibujan y nos regalan visiones llenas de humanidad y fuerza humana multinacional.

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PORTAFOLIO De Ulises Verde

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BREVE SEMBLANZA Oscar Ulises Verde Tapia es Doctor en Artes y Diseño por la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde es docente desde hace más de dos décadas. También es miembro de la “Società delle Belle Arti–Circolo degli artisti Casa di Dante”, de la Comune di Firenze, desde 2017. Gracias a su formación en pintura, grabado, dibujo, escultura e instalación ha presentado su obra en más de 30 exposiciones colectivas en México, Estados Unidos de América y otros países, así como en 10 exposiciones individuales en ciudades como Loja y Santa Elena (Ecuador); Florencia, Pisa y Monte San Martino (Italia). Sus libros más recientes son Muros y ruinas de la memoria. Espíritu, arte y pensamiento (2020) y La ausencia de la presencia (2021).

AUSENCIA DE LA PRESENCIA POR: ULISES VERDE

La ausencia de la presencia es una serie fotográfica realizada en Italia. Esta narrativa visual expone esta otra revolución que la humanidad hubo de enfrentar en pleno siglo XXI. No hubo nada que el dinero, el poder y la riqueza pudieran hacer en contra de la Presencia que nos amenazaba implacable en cualquier rincón donde hubiera alguien dispuesto a respirar. El miedo se comenzó a apoderar de todos y en cualquier parte, pues lo desconocido no daba muestras de piedad ni de clemencia. La velocidad con la que avanzaba era inverosímil. Nadie podía huir, nadie podía escapar; por el contrario, cualquier intento de evasión solo conseguía llevar y esparcir aún más aquel humo que en pequeños jirones se adhería a la ropa, a la piel, a la respiración. Ninguna persona podía escapar; todo ser humano se volvió un instrumento de transporte y dispersión, un potencial peligro. Uno solo podía esconderse lejos de otros humanos; cualquier interacción era peligrosa; el solo respirar se volvió arriesgado. Se sabía que las únicas medidas para evitar ser alcanzados por la humareda eran el confinamiento y el distanciamiento social, pero aquello empeoró cuando las Ausencias se empezaron a contar por cientos a partir de la Presencia. Las imágenes de esta propuesta exponen una narrativa de la resignificación de los sentimientos del hombre ante lo desconocido. Italia fue el primer país de Europa con el mayor número de personas afectadas durante la pandemia. En un país en el que, hasta escasos meses antes, se vivía de la conexión y devoción del hombre por el pasado y su resurgimiento, y se avanzaba confiados en su ya sólida estructura económica, ahora, amedrentados y temerosos, los humanos se ausentaron de sus lugares favoritos, de sus espacios laborales, de sus aulas. Poco a poco las calles, los edificios y comercios cerraron sus puertas, convirtiendo a ciudades y pueblos en desiertos. El correr del viento era lo único que podía escucharse. La vida, como se conocía, dejó de existir para dar paso a la Ausencia a partir de la Presencia. Todo se llenó de desolación. Los mercados, los bares, los colegios, las oficinas se vieron obligados a cerrar y detenerse; ninguno quedó exento. Toda máquina detuvo también su operación; los automóviles y aviones dejaron de transitar. Todo tuvo que ceder su lugar a la soledad. El cuadro que empezó a mostrarse en todas partes era de miedo y abandono; aquellos lugares en donde antes las aglomeraciones reverberaban bulliciosas, ahora se miraban solitarios y fantasmales. El vacío se hizo evidente en todo espacio. La ausencia de la presencia humana se hacía notar en todos los ámbitos

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Título: 20 Febbraio 2020 19:11 Piazza della Signoria Firenze Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 21 Febbraio 2020 16:56 Firenze Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 26 Febbraio 2020 13:07 Nido del Falco Monte San Martino Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 28 Febbraio 2020 15:22 Piazza XX Settembre Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 01 Marzo 2020 09:23 Stazione di Servizio Monte San Martino Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 02 Marzo 2020 11:40 Treno SM Novella Termini Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 03 Marzo 2020 09:37 Basilica di San Pietro Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 03 Marzo 2020 10:49 Passetto di Borgio Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 03 Marzo 2020 10:52 Città del Vaticano dal Castello di Sant Angelo Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 03 Marzo 2020 10:53 Panorama Città del Vaticano Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 03 Marzo 2020 13:15 Piazza Navona Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 04 Marzo 2020 13:12 Via dei Serpenti Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: Marzo 2020 13:51 Arco di Constantino Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 06 Marzo 14:45 Monumento Victor Manuel II Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Título: 2 06 Marzo 2020 17:39 Panorama Scuderie del Quirinale Año: 2020 Técnica: Gráfica digital

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Buscas en Roma a Roma, ¡oh, peregrino!, y en Roma misma a Roma no la hallas: cadáver son las que ostentó murallas, y tumba de sí proprio el Aventino.

Francisco de Quevedo

A ROMA SEPULTADA EN SUS RUINAS

Yace donde reinaba el Palatino; y limadas del tiempo, las medallas más se muestran destrozo a las batallas de las edades que blasón latino. Sólo el Tibre quedó, cuya corriente, si ciudad la regó, ya, sepoltura, la llora con funesto son doliente. ¡Oh, Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura, huyó lo que era firme, y solamente lo fugitivo permanece y dura.

POESÍA 29


Apuntes sobre el panorama musical, y sobre Fulminacci Por Meneses Monroy

La música en idioma inglés sigue dominando la escena mundial, sin embargo, en México, las canciones en idioma español han ganado terreno frente a las canciones en inglés. Géneros musicales que hace veinte años o estaban en ciernes o no existían, hoy dominan la escena nacional e internacional; por ejemplo, el reggaetón. Habrá gente que guste o no de dicho género, mas, sin duda, ha llevado al idioma español y a la cultura latina a todos los continentes. Por otro lado, recuerdo que hace veinte años no había nadie a quien conociera que dijera algo como “¡Qué buenas bandas hay en Corea!” Impensable poner un canal de música y ver algo, cualquier cosa surcoreana. En cambio, hoy en día sería muy raro que una persona que tenga el mínimo interés por la música actual no haya escuchado, creo, al menos algún éxito de un par de grupos o artistas de este país. Pongamos el caso de BTS, que han llegado a ser comparados, incluso con los Beatles, por su impacto cultural. Ahora bien, ¿hace veinte años qué escuchaba yo de música italiana? Muy poco, quizá alguna canción de Laura Pausini o de Nek. Pienso en La Solitudine y en Laura non c'è, respectivamente, ambas canciones oídas en México principalmente en sus versiones en español. Ci sono anch'io de Max Pezzali. Con te partirò interpretada por Andrea Bocelli. Y a mis 17 o 19 años compré un disco de éxitos de música italiana, en donde venían clásicos como L'italiano, de Toto Cutugno. I giorni dell'arcobaleno, de Nicola Di Bari, entre otras. ¿Y hoy en día qué se escucha en México de música italiana? Probablemente la respuesta más honesta oscile de muy poco a nada. Sin embargo, ahí está, muy viva, con muchos nuevos artistas de calidad. No mencionaré a artistas mayores de 35 años, salvo a alguno

de refilón. Me viene a la mente Frah Quintale, con su canción Gli occhi, que escuché hasta el hartazgo por el año 2017 o 2018. Por esos años, también escuché muchas veces la canción de Levante, Pezzo di me (feat. Max Gazzè), la encontraba fresca y divertida. También oía a menudo la canción de Calcutta Cosa mi manchi a fare. Esta canción a diferencia de la mayoría de las anteriores la sigo escuchando con frecuencia. Del año 2021, recomiendo escuchar: Quanto ti vorrei, (Chiello, Shablo). Y un artista que, considero, habrá que tomar en cuenta desde ya, y que promete más para los próximos años, es Ariete. Ahora nos transportaremos al año 2019: el cantautor Filippo Uttinacci (nacido el 12 de septiembre de 1997), de nombre artístico Fulminacci, lanza su primer álbum de estudio La vita veramente, en el cuál encontramos la canción Al giusto momento, una canción que transmite alegría y esperanza. Su segundo álbum, publicado en el año 2021, contiene, entre varias piezas que valen la pena, la canción Santa Marinella, canción que comienza calmada y un tanto triste, para en seguida transmitir gran fuerza, en sus líneas: “Roma, che è una città di mare, Mi ha aperto la bocca e mi ha fatto fumare Tanto non c’è più niente di cui innamorarsi per sempre Per cui valga la pena restare”

Una canción de Fulminacci que fue sencillo de 2019 que no ha sido incluida en sus álbumes y que merece la pena oírse, es San Giovanni. Por último, recomendaré escuchar un cover o versión de la canción Stavo pensando a te (Mobrici con Fulminacci). Esta última versión publicada el 31 de marzo de 2022. (29 de junio de 2022.)

APUNTES 30


LA INTENSIDAD DE UNA VIDA Y DE UNA OBRA: PIER PAOLO PASOLINI*

Juan Antonio Rosado Z. adesso sento nella vita il germe orrendamente profumato della Resistenza. «Vittoria». Poesia in forma di rosa. Hay escritores que, lejos de conformarse con la vida contemplativa, salen de la biblioteca impulsados por una fuerza más allá de la razón y se enfrentan con la vida, con la explosión de la risa y del absurdo, con el sexo, la embriaguez y el éxtasis, pero también —y no por ello menos humano— con el horror, la angustia, la náusea, la miseria de los desheredados, el dolor extremo. Para estos artistas, que logran reunir en sus obras amplias gamas de sensaciones y sentimientos, las experiencias con el prójimo son fundamentales, y en general a partir de tales experiencias extraen no sólo su visión del mundo, sino su propia ideología. Este es el caso del poeta, narrador, ensayista, filólogo, dramaturgo y cineasta Pier Paolo Pasolini (1922), cuyo infame asesinato —el 2 de noviembre de 1975— dio fin a una de las voces más heterológicas, plurales y controvertidas de la Italia del siglo XX. El autor de poemarios como Las cenizas de Gramsci, La religión de mi tiempo y Poesía en forma de rosa; de novelas como Una vida violenta y Teorema; el futuro creador de películas ya clásicas en la historia del cine, como Edipo, Medea, la Trilogía de la vida (que él consideraba como un solo filme en tres capítulos) y Teorema

(realizada casi de forma simultánea con la novela de igual título), nació en Boloña, hijo de un padre fascista y autoritario. De esa experiencia, que impactó la sensibilidad de un niño que halló refugio en el seno materno, se desprenderá su odio a la figura paterna y su homosexualidad declarada, pero también su intenso amor al pueblo, a los más vulnerables, que lo llevará a adoptar las filosofías de Marx y Gramsci como banderas ideológicas. Fue Sussana, su madre, quien le reveló el secreto de la poesía, en 1929, cuando el niño contaba con siete años. Entonces compuso sus primeros versos, y de modo precoz publicará su Poesie a Casarsa a los 20, en lengua furlana. Pasolini optó por la vía opuesta a la del padre. Si el fascismo, por ejemplo, prohibió los dialectos en pro de la «unidad» italiana, el poeta cultivó el amor al furlano y a las formas populares del habla, lo cual era un modo de rebelarse contra los fascistas. Luego, la Resistencia (en la que no participó físicamente), y en particular el deceso de su her* Este texto pertenece al libro, aún inédito, Los placeres de la lengua. De letreos y ensayos literarios.

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mano menor, Guido, al igual que las luchas de los periodistas furlanos contra los grandes propietarios, constituyeron dramas que el escritor siempre tendrá presentes. La lucha de esos periodistas lo hizo inclinarse al comunismo. Las intensas películas neorrealistas Accatone y Mamma Roma expresan dramas del pueblo; y en El evangelio según san Mateo, se resalta uno de los mitos primordiales de Occidente como mito popular. Más allá de la manipulación que la iglesia ha hecho de Cristo durante casi 2000 años (desde el Concilio de Nicea), a Paolini le interesó su vínculo con los desheredados, lo que me recuerda, en cierto sentido, al muy posterior Quijote de Kozntsev. Al cineasta le importaba penetrar en el pueblo y se convirtió en un implacable crítico de la burguesía. Pasolini fue sobre todo poeta, al grado de que consideraba sus películas como poemas. Toda creación, sea pintura, cine, escultura, arquitectura, música o danza, se vuelve poesía cuando es arte de verdad. Entre las películas de Pasolini, Teorema (1968) es para mí la más profunda y sugerente, la que logra más niveles de interpretación: desde el literal-superficial hasta el alegórico-místico, pasando por el económico-político, el religioso y el social con guiños al comunismo. Estos niveles no se excluyen, y el interés se duplica porque también es una novela: el autor concibió la película y la narración novelística casi al mismo tiempo. Vale la pena detenerse en el fenómeno Teorema, considerando que podría realizarse un análisis más profundo y detallado. La novela comienza con la descripción de una familia burguesa, no en el sentido económico, sino en el ideológico. Estas personas se mueven en la burguesía industrial. Una extraña divinidad masculina (el huésped), anunciada por Angelino (el ángel de la anunciación), se introduce en la vida de esta familia y hace el amor con los integrantes: con el padre, la madre, el hijo, la hija y la criada. Se produce el «toque divino», la irrupción de lo sagrado. Cada miembro de la familia se transforma. El detalle anterior nos conecta, por un lado, con el Cantar de los cantares, pero también con el Gita Govinda

y en particular con el Bhagavata Purana, donde el dios Krisna hace el amor con mil pastoras, alegoría de la unión de la divinidad con las almas. En la antigüedad, el poeta místico representaba el éxtasis mediante el arrebato o placer que implica la despersonalización, lo impersonal, la experiencia de alteridad en la unión erótica. Sin embargo, cuando el huésped (Dios) se va de la casa, cada miembro de la familia llega al delirio, descompone y parodia el ideal que compartió con el extraño huésped a causa de una irreversible crisis espiritual: cada uno busca a ese mito perdido, quien los ha dividido y abandonado en su soledad. Pedro, el hijo, quien siempre anheló ser pintor, parodia su ideal al realizar pseudoarte y orinar en su propio cuadro; la hija, Odetta, cobijada en el pasado y en el amor al padre, se encierra en la contemplación de un álbum y permanece recostada, con el puño apretado, como tratando de asirse, como aferrada a algo invisible, hasta que es recogida por los siquiatras; la madre, Lucía, se prostituye con desconocidos parecidos al huésped y, al percatarse de que no encontrará a esta divinidad, termina encerrada en una iglesia con Cristo, el antiguo Adonis tan caro a las mujeres; por último, el padre obsequia su fábrica a los obreros, se desnuda en una estación de tren y se va a gritar, desesperado, al desierto. Ningún burgués hallará a la divinidad. En este teorema metafísico, la única que demuestra superioridad espiritual es Emilia, la criada (la clase trabajadora). Tras el «toque divino», ella realiza milagros, es aceptada y querida por su pueblo, asciende en cuerpo y alma al cielo para después retornar a la madre tierra. Leemos: «El Dios en nombre del cual esta hija de campesinos que ha vuelto de la ciudad, donde trabajaba como criada, hace milagros, ¿no es un Dios antiguo, precisamente campesino, bíblico y un poco loco?». Pasolini renuncia al Dios burgués y recobra una divinidad vinculada a la tierra. Por supuesto, hay episodios de la novela que el autor no incluyó en la película, como éste, que me parece emblemático: Emilia ha sido sepultada en el barro, y de ahí manan sus lágrimas. Cuando se ha formado un

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charco, salen unos obreros por detrás de la empalizada donde alguien pintó burdamente una hoz y un martillo. Los obreros pasan junto al charco de lágrimas. Uno de ellos lo ve, se detiene y lleva hasta él a un compañero herido. Hunde en el charco las manos y, sin pensarlo mucho, «lava con esa agua la herida de la muñeca y la mano de su compañero». Las lágrimas de una hija de campesinos curan la herida. Emilia posee la gracia divina que le contagió el huésped. La película empieza por el final: la noticia de que un empresario ha dado su fábrica a los obreros. Tanto la novela como la película son en parte alegorías de la crisis y enajenación producidas por la sociedad de consumo, llena de frivolidad y estupidez, pero también son mucho más que eso. El amor al pueblo y el ataque a la burguesía se presentan también en la Trilogía de la vida (formada por El Decamerón, Los cuentos de Canterbury y Las mil y una noches). Se trata de obras muy personales: «Mi Boccaccio es infinitamente más popular que el Boccaccio real»... «Si he transformado los burgueses de Boccaccio en proletarios, es porque los proletarios me interesan mil veces más que los burgueses», dice Pasolini, quien creó la trilogía como resultado de la tensión progresista de los 50 y 60, tensión que condujo a la liberación sexual y a la libertad de expresión. Es verdad que hay lúdicos anacronismos en El Decamerón y en Los cuentos de Canterbury (la aparición de productos que en ese entonces no se conocían en Europa, como el jitomate y las papas, o de una especie de Charlot), pero para este poeta lo que cuenta es la sinceridad: «Es necesario no traicionarla, y mucho menos callándose diplomáticamente en virtud de alguna toma de partido». Nunca se arrepintió de

haber realizado la trilogía, pero sí se percató de la instrumentalización de que fue objeto. En su ensayo «Abjuración de la Trilogía de la vida», advirtió la sinceridad de su obra, así como la necesidad de representar los cuerpos desnudos. Pero también se dio cuenta de que la liberación sexual se vio «brutalmente vencida y trivializada por la decisión del poder de consumo, al conceder una vasta (aunque falsa) tolerancia». Los cuerpos inocentes fueron violados y manipulados por el consumismo. Esto último, aunado a la violencia sicológica sufrida por Pasolini, lo hizo —después de la Trilogía— odiar los cuerpos y órganos sexuales de los nuevos jóvenes: la degeneración del desnudo alcanzó el pasado que él intentó representar. El pesimismo y la amargura del cineasta se intensificaron: lejos de dar flexibilidad y alegría a los jóvenes, la libertad sexual los volvió desgraciados, estúpidos, agresivos y presuntuosos. El poeta escribió su «Abjuración» cinco meses antes de morir, quizá también para justificar la visión cosificada y mecánica que desplegó en su última película: Saló o los 120 días de Sodoma, en que los verdugos del Marqués de Sade aparecen horrendamente perfumados de mierda durante el fascismo, en una edificación donde ninguna resistencia es posible. Pasolini fue, ante todo, poeta y hombre de ideas. Si ejerció el cine fue por la capacidad de este arte de «representar la realidad a través de la realidad misma», y también como otra forma de producir poesía y, mediante ella, revelar las verdades ideológicas y ontológicas, pues, como se aprecia en Las mil y una noches, «La verdad no está en un sueño, sino en muchos sueños». Los sueños de Pasolini por una mayor libertad y por la emancipación de la clase explotada siguen vigentes.

ENSAYO 33


RESEÑA 34


Certeza de Meneses Monroy:

apuesta por el vivir en plenitud Por Daniel Olivares Viniegra No querubes abriendo el mar celeste ni luz que prometa paraíso. Sí la Muerte con falda. Quiero bailar con ella. (Meneses Monroy, 2013) Desde la solo aparente timidez, la sonrisa franca y amistosa. Desde la serena convicción del ser, el empeño; además de la necesaria voluntad y/o entereza. Por si hiciera falta, y como coraza (por si las dudas de las que nunca se duda), la mente despejada rumbo a la constante apertura intelectual, y conocimiento y promoción de los muy diversos oficios. Aún más, desde la necesaria y concedida igualdad en prenda, que, a veces, generosa o confiada o abiertamente se delega…

van a dar al mar, pero no se saltan (o a veces sí; o a besos también) la serenidad y la madurez a la que conduce el saberse río: ya alguna vez oscilante o bravío, en ocasiones en creciente extensión (de modo incidental con peligrosidad manifiesta… con inexplicables honduras, severos descalabros o de plano naufragios, que —por cierto—, si son recuperables, dejan de serlo), río que es, o no, sonoro río (del que en ocasiones me río…), las más de las veces en aparente calma… e inevitable/mente (ella y él; cuerpo y alma) que van a dar al mar que (No, Si mis pensamientos tienen virtud nunca) es el morir… sino nuevo comienzo: vasin duda seré virtuoso, por que de tan reciente, sólo/solo pareciera que si mis pensamientos tienen alma asciende para perderse (ciclo del agua)… entre sin duda yo tendré alma, si mis pensamientos tienen sabiduría, las nubes (ciclo del vapor)… y precipitarse desnadie lo duda, seré sabio. pués (ciclo de la lluvia)…, ya como refrescante En estos momentos, como en tantos otros, lloviznita, ya como recia tormenta, ya como lamis pensamientos son sólo un deseo, grimitas o lagrimones, cuasi limones… (ciclo del deseo una cerveza. (p. 29) whisky en las rocas), ya como racional y hasta La constante aventura es esa: valor, fuerza, soportable dolor. Tal la ingenua, pero necesaria sed y confianza, si bien con la necesaria precau- e infantil, sensacional aventura y hasta tenaz tración o hasta ostensible recelo. Alerta se vigila, vesura: se concede, pero se disfruta (por supuesto) la Se queja tu recuerdo, azarosa travesía: la vida (las más de las veces) se quejan las yemas de mis dedos es un vuelo (sereno); cascadas y arroyuelos que que extrañan tu silueta,

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afincado en el Estado de Hidalgo, son producto ahora (o quizá lo han sido siempre) de una plenitud y de una madurez creativa, que más allá de lo particularmente anecdótico enriquecen, han enriquecido y enriquecerán, el panorama de la literatura mexicana, en lo general, y de la literatura hidalguense, en lo particular. Así lo muestran y comprueban estos textos que hoy salen (formal y gustosamente a la luz, y esperemos que también hacia la iluminación y la comunión colectiva); textos cuya densa, lo mismo que alígera, temática recorren con Certeza los anchos y angostos, profundos y ligeros, cercanos o lejanos territorios del reconocimiento y del amor filial; de la prudente felicidad cotidiana; de la vida frente a la muerte; de la muerte hablándonos al oído…; las nostalgias, sueños y anhelos; los viajes, los enamoramientos, el crecimiento exterior e interior; la descripción irónica, la contemplación de los seres y el entorno, la meditación… los placeres íntimos, y demás plácidas o plenas, ciertas o agradecibles vitales o finales certezas.

se queja este orgullo desteñido. Mas no todo es queja, algarabía es el vino. (p.34)

Hasta aquí la evocación de lo que el personaje y su literatura me provocan, en especial con estas Certezas que hoy ven la luz en forma conjunta. Un libro que es un indirecto (aunque también directo) homenaje a la figura materna, y eso es la parte más grave y seria, tanto como amorosa igualmente resulta… Pero también intuimos (o sabemos de cierto) que la poesía, desde su canción o su manifiesto ludismo, más que linimento es, para cubrir ciertos padeceres, o que a veces, sin llegar a la comedia o a la farsa, el humor, el sarcasmo, la ironía también son defensas, máscaras, para ocultar huecos profundos. Mi apreciación, por otra parte, lejos está de reñir con las palabras que respecto del propio autor y de su literatura expresa nuestra colega, compañera, amiga, Guadalupe Flores Liera, con quien, como ya se notó (y hasta de más), concordamos en que los poemas de Marco Antonio Meneses Monroy:

Los pájaros rompen el cielo tan suavemente desde mi ventana, qué dicha sería ser pájaro, qué cosa más extrañamente común ser un hombre que desea ser pájaro.

“…no son una exaltación de la muerte sino piedad y ternura ante la fragilidad que convierte al ser humano en niño expuesto en todo momento al desamparo, conocimiento de que tanto el juego como el amor son sólo una caricia que no nos acoraza contra el desconsuelo…”.

*

Pero agrego que los poemas de este poeta y promotor literario, desde hace un buen tiempo

Meneses Monroy, Certeza, Ediciones Comité, 2022. (Col. Luciérnaga). Ilustraciones, diseño de portada y contraportada: Elsa Madrigal. Ilustración de portada Viaje de vida de Mabel Monroy.

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Amanecer Amanece otra vez, el sueño, el mismo sueño de ayer finge recrearse. El día se abre como flor. En un chasquido se cierra. ¿Fue sólo un parpadeo el límite entre ayer y hoy? ¿Qué pasa entre dos albas? La agonía de las horas, el devenir del tiempo inexorable; inexorablemente se repite. Por: Meneses Monroy

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EL COMITÉ 1973 Revista de Difusión, Crítica y Creación Literaria


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