El Comité 1973, número 46. Migrar para sobrevivir: refugiados

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EL COMITÉ 1973 Revista de Difusión, Crítica y Creación Literaria

AÑO 10 / NÚMERO 46

MIGRAR PARA SOBREVIVIR

REFUGIADOS


EL COMITÉ 1973 Director Meneses Monroy

Coordinadores Invitados Eduardo Torre Cantalapiedra Dulce María Mariscal Nava

Diseño Gráfico EL COMITÉ 1973, Núm. 46. MIGRAR PARA SOBREVIVIR: REFUGIADOS Revista de difusión, crítica y creación literaria. Correo electrónico: elcomite1973@gmail.com http://issuu.com/revistaelcomite1973 https://www.facebook.com/revistaelcomite1973 https://twitter.com/ElComite1973

Yadira Delgado

Colaboradores de este número Karla Hernández Jiménez Guadalupe Flores Liera Ángel Luna Dulce María Mariscal Nava Meneses Monroy Abib Elizabeth Pérez Espinosa Eduardo Torre Cantalapiedra Lady Junek Vargas León

Consejo Editorial

Consejera en Artes Visuales Elsa Madrigal

Eduardo Torre Cantalapiedra Guadalupe Flores Liera Daniel Olivares Viniegra Claudia Hernández de Valle Arizpe Marti Lelis Juan Antonio Rosado Zacarías

Diseño de portada y contraportada

Yadira Delgado

Publicación bimestral Mayo - Junio Año 10. Número 46. 2022

La revista El Comité 1973, es una publicación realizada por Ediciones Comité, en colaboración con el grupo literario El Comité. Todos los derechos reservados.

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ÍNDICE Editorial

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Dossier

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Minificción En el reino de los tecnócratas Karla Hernández Jiménez

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Relato En el otro lado Ángel Luna

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Relato Mare monstrum Guadalupe Flores Liera

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Portafolio Dulce María Mariscal Nava Eduardo Torre Cantalapiedra

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Relato Ser refugiado Lady Junek Vargas León

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Reseña Nación de Inmigración: del discurso a la realidad Abib Elizabeth Pérez Espinosa

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Minificción Migración en Tepemulco Viaje a Lebam Meneses Monroy

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Editorial Eduardo Torre Cantalapiedra Una parte de las migraciones que se producen actualmente en el mundo no son voluntarias, sino que son producto de diversas formas de violencia, de los desastres naturales, la falta de oportunidades labores y la pobreza extrema, etc. Para agravar este problema humanitario, que no migratorio, la mayor parte de estas personas necesitadas de protección son ignoradas por los países receptores, principalmente del denominado Norte Global, quienes de manera generalizada tildan a estas personas de migrantes económicos de los que deben responsabilizarse los países de origen, perteneciente frecuentemente al Sur Global. Todo ello pese a que la mayoría de los países receptores tienen obligaciones de salvaguardia de los derechos humanos de los migrantes. Entre quienes migran para sobrevivir, los refugiados son los únicos que gozan de un cierto nivel de reconocimiento por parte de los países receptores de los flujos. Sobre el papel, existen diversos instrumentos jurídicos, como son el asilo o el refugio, a través de los cuáles los gobiernos dan esta protección, pero en la práctica estos sistemas son cada vez más insolidarios y disfuncionales. Son muchos los migrantes forzados, que no entran en la categoría de refugiado. Para ellos existen mínimos mecanismos para su protección y se ven abocados a migrar de manera irregular lo que les somete a abusos y agresiones durante su tránsito migratorio e integración en la sociedad de destino. En este número 46 de la revista el Comité 1973 se incorporan trabajos que, además de su belleza literaria y carácter lúdico, ilustran y nos hacen reflexionar sobre algunas de las cuestiones más importantes sobre estas migraciones para sobrevivir: quiénes son los refugiados; los peligrosos viajes que emprenden quienes se ven empujados por la pobreza y la falta de oportunidades a dejar atrás sus lugares de origen; en qué condiciones esperan los migrantes necesitados de protección para tener acceso a siquiera comenzar sus peticiones de asilo; el cinismo e insolidaridad con el que los gobiernos abordan el fenómeno de las migraciones forzadas; la falta de humanidad de las políticas migratorias, entre otras.


DOS SIER

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En el reino de los tecnócratas Karla Hernández Jiménez

A

bdul se subió al teletransporte que finalmente lo sacaría de su país, de aquel terruño carcomido por una cruenta guerra desde hacía mucho tiempo. Recordó con tristeza el momento en el que los humanos llegaron a destruir todo en su ciudad de androides, dejando a su paso una estela de humo y una enorme pila de cuerpos biónicos divididos por la mitad. Abdul apenas había podido sobrevivir al encuentro feroz. Ahora, cuando todo había dado paso a una paz de pesadilla, se veía obligado a encaminar sus pasos hasta la ciudad enemiga. Había tenido que afirmar que su vida corría peligro si no lo aceptaban en la zona segura custodiada por los humanos. Le concedieron el permiso.

No le fue difícil integrarse mucho antes de llegar. Usando sus conocimientos tecnológicos, había conseguido un puesto dentro de la burocracia de su nuevo destino. Su única preocupación debía consistir en ocultar su carácter bondadoso para adaptarse mejor a la naturaleza humana. Ahora formaría parte de los tecnócratas de la ciudad humana, ejecutando sus tareas con la menor velocidad posible para no destacar. Por ahora, los androides parecían sepultados en las cenizas de la aparente superioridad humana, pero Abdul ya estaba trabajando para que más de los suyos pudieran abandonar el estado de decadencia y atacar la fuente de sus desdichas desde el centro. Solamente era cuestión de tiempo.

MINIFICCIÓN

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En

el otro lado Ángel Luna

I

III

—Ándale, Pepe, llévame contigo pal otro lado. —¿A poco sí te cruzarías, Coco? Nel, nos va a regañar tu mamá. Mejor que te dé permiso pa ir a la feria, ¿qué no?

—¿Supiste que dejaron sola a Doña Mary? Me acordé de cuando mi apá se fue pal otro lado, nomás que él nunca regresó. Tú no vas a hacer eso, ¿verdad, Pepe? —No digas eso, Coco. Vas a ver que cuando nos casemos, iremos juntos a todas partes, es más, ¡hasta pal otro lado si quieres!

II

Dos largos días separan a Socorro de su tierra. Viene de Ahuacuotzingo. La vista desde el camión es alta. A lo lejos se asoma un primer destino, se llama Tijuana. Socorro no viene sola. La compañía de sus primos le sosiega. El cobijo de su esposo la ampara. Están recién casados. Sonríe. Se sabe con José y sonríe. Antes de llegar a la Central Camionera, busca el toque de su marido. Siente como cruzan sus dedos. Él corresponde y aprieta su mano. Ella se siente dichosa.

IV

Han llegado. Ella duda al bajar del camión. Los escalones y el suelo están más lejos de lo que recordaba. Insegura, se aferra al brazo de su marido. Al ritmo de él avanza mientras nota a familias enteras que aguardan en la Central Camionera. Le recuerdan a su madre. Lejos quedó la mujer, muy lejos, con las lluvias de Guerrero.

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La Central Camionera es un lugar sombrío. Emana un aura desconocida por Socorro. Ilusiones, promesas, despedidas, escapes. Ella lo siente, lo intuye. La intuición es un tesoro que aprendió a usar bien. Una brújula infalible que la guió en el cuidado de su madre. Pero ahora es diferente. Está segura; está con José. Debe confiar. Por un segundo teme y la idea de regresar a Ahuacuotzingo tropieza en su cabeza. Se imagina huyendo en otro camión. Rápido se sacude la imagen. Sabe que, si acaso vuelve a esa Central, será para tomar el camión que les regresará al pueblo con la vida resuelta. Eso le tranquiliza. Los dos primos permanecen callados. Aguardan con Socorro mientras José busca a los coyotes. Le han confirmado que la mejor opción es cruzar por Tecate. Ella sospecha algo. Otra vez la intuición. José insiste en que deben confiar; que una cosa es cruzar con puros hombres por el desierto de Sonora y otra por Tecate cuando viene una mujer. Además, insiste en que no tienen muchas opciones. Los primos dudan y José les explica que ya ningún coyote cruza a gente escondida adentro de los carros. Deben decidir. El coyote que convenció a José se arrima. Es un muchacho que asegura llevarlos al otro lado esa misma noche. El plan sería recogerlos a las cuatro de la tarde en la Central y llevarlos a Tecate. Repite lo dicho por José, que por esa ruta hay menos riesgo. El plan sería caminar por cinco horas hasta llegar a un punto donde los recogería un carro, como a las once de la noche. Para ese entonces, lo habrán logrado. Estarán en el otro lado, todo en el mismo día. Cierran el trato.

V

—Ya tengo dieciocho, Pepe. Mi mamá no se enoja si nos casamos. Es que yo quiero estar contigo, pa donde tú vayas. —No pos sí estaría bonito. ¿Te imaginas irnos pal otro lado juntos? ¡Vieras que hermoso está todo por allá!, ¡bien moderno! Pero la cruzada es cabrona, mija. Más para las mujeres.

VIII

VI

Una lámpara, una brújula y una hoja arrugada son las guías del muchacho. Casi no habla. Por momentos acelera el paso. José y los primos insisten en que baje el ritmo. Socorro se aferra a su marido. A ratos, se toman de la mano; también se abrazan para espantar el frío mientras los primos cuidan por detrás. Las víboras y arañas son seres de muerte; tampoco les conviene un tobillo roto; dan cada paso con cautela. Aunque el cansancio les arranca fuerzas, se lo sacuden con brío; el ansia por llegar al otro lado es mayor. Por momentos, alguna estrella se asoma entre la bruma y rompe la oscuridad, pero ellos no desean un cielo estrellado, desean el destello de alguna ciudad. Cuando el firmamento desaparece, la oscuridad se les clava en los ojos y solo ven la luz de la lámpara. Socorro nunca ha caminado tanto. José insiste en frenar. La lámpara se detiene a regañadientes. En eso están cuando les cae el primer copo de nieve. Socorro nunca ha visto la nieve. Sonríe.

Los coyotes llegan a la hora acordada. A las cuatro toman su dinero, a las cuatro abordan la camioneta, a las cuatro se van de Tijuana. José platica con ellos. Busca certeza, saber que todo saldrá bien. Los primos escuchan; Socorro observa. Una hora de brincoteos y cerros solitarios les anuncian su nuevo destino. Están en la frontera de Tecate. La travesía seguirá a pie. Hace un frío infernal. El sol comienza a ocultarse. Socorro piensa que será el último atardecer que contemplará en México hasta su regreso. José y los primos no se percatan; amarran mochilas, bolsas y agua. Los guiará el muchacho de la Central.

VII

—¡Tú nomás me ilusionas y luego me das pa atrás, Pepe! Pos, ¿a poco si está tan difícil cruzar? —Pos sí, mija. Mejor hay que buscar otras opciones.

RELATO

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IX

llegar. Pide paciencia. Descansan un rato bajo unas rocas que simulan un techo. “El frío le está pegando gacho a tu mujer”, dice. Parece preocupado. La mano le tiembla, la lámpara se agita, el gélido ventarrón sacude su mapa. El coyote avanza unos pasos, señala con la mano, como trazando una ruta. De pronto y de la nada, desaparece. Cuando reaccionan, la pequeña luz de la lámpara apenas y se distingue, se achica. Gritan sin tener respuesta. Y ahí se quedan, primos, José y Socorro, hechos bola entre la nieve y el viento que les congela hasta las lágrimas. Las horas pasan. Amanece.

—Ya no quiero estar aquí sola, Pepe. Nomás esperando a que sea navidad pa que regreses. ¿Cuántos años más vamos a aguantar así? —No digas eso, mija, a mí también me agüita, yo también quiero estar contigo. ¿Y si junto unos dólares pa regresarme y casarnos?

X

«¿Por qué está tan feo el camino?, híjole, lo bueno que estoy con Pepe. Mejor me calmo, tengo que apoyarlo, soy su mujer. Además, mi mamá también confía en él. ¿Y qué andará haciendo mi amá?, de seguro está esperando a que le marque del otro lado. Va a querer que le diga que todo está rebonito, pero, ¿cómo será el otro lado?, es que aquí nomás tamos congelándonos, ¡cómo calan los pies!, y me tengo que aguantar. Pepe tiene algo, pero no me lo dice. Yo creo que no están saliendo las cosas bien, es que ya pasaron más de cinco horas. Pero mejor no digo nada, que no se sienta presionado».

XIII

—Ta bueno, Pepe. Nomás trátamela bien y cuídamela mucho. Que no me le vayan a hacer cosas feas allá en el gabacho, ya ves que están relocos. —No se apure, suegra. Yo la voy a cuidar. Nomás juntamos pa una buena casita y nos regresamos. No pasa de un año. ―Sí, amá, vamos a estar bien, usted no se preocupe.

XIV

XI

—Amor, ¿estás enojado conmigo? Sí, sí estás enojado. Por eso vienes tan serio. Perdóname, es que ya no puedo caminar. No sé qué les pasa a mis pies. Discúlpame. Si no estuviera aquí, hubieras cruzado como siempre, ¿verdad?, por donde ya conoces, y no nos hubiera pasado esto. Yo sé que es mi culpa, que por eso estamos batallando. Y yo quisiera cargarte a ti. Te prometo que voy a cargarte cuando se descansen mis pies. No te enojes conmigo. —¿Por qué dices eso?, no estoy enojado contigo, Coco. ¡Es ese pinche ratero que se fue! Mejor cálmate. Ya casi llegamos al otro lado y allá te va a ver un doctor. Piensa en nuestra casita.

—Ya soy tu mujer, amor. ¡Hay que estar juntos! ¿Qué no sientes feo de nomás vernos una vez al año? Si te vas a ir a juntar pa la casita, yo me voy contigo. Ya estamos casados, ¡yo voy pa donde tú vayas! —Yo sé que ya estamos casados, mija, pero, ¿cómo vamos a irnos así nomás?

XII

Socorro ya no puede con tanto frío. Han caminado por horas. José sabe que ella espera todo de él. Saca fuerzas y la carga. Ella se siente segura en sus brazos. El muchacho que los guía echa miradas para atrás. ¿Qué pensará? Le cuestionan las horas y él culpa al clima. Asegura que están por

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XV

XVII

—Oye amor, ¿y no te molesta que mis primos quieran cruzarse pal otro lado con nosotros? —No, mija, ta bien, es mejor que seamos muchos allá, pa echarnos la mano. ¿Tú no estás contenta?

—Oye, Pepe, ¿y porque no le buscamos por otra ruta? Tú siempre cruzas por Nogales, pero dicen que ahí está bien peligroso. Lo digo por la Coco y porque he escuchado cosas medio feas. Pero tú eres el que sabe. —Pos eso sí es cierto, por Nogales ta muy peligroso y más pa la Coco. —¿Por qué no le calamos por Tijuana? Dicen que ahí hay buenos coyotes. ¿Se acuerdan del hijo del maistro?, pos allá lo cruzaron en carro. Dicen que sale carito, pero es más seguro. ¿Cómo la ven? —Pos esa ruta no me la sé, pero podemos intentarlo, aunque Tijuana queda más lejos que Nogales. ¿Tú como la ves, mija? —Como quieras, amor. Yo te apoyo en lo que decidas. —Pos órale, al cabo somos más, vamos a calarle por Tijuana.

XVI

«Estás luchando, Pepe, estás luchando. Tu mujer batalla para sonreír. Aprieta tu mano. Te dice “amor, gracias”. Le das un beso. Lo haces con esfuerzo, con tufo, con cansancio. Te pregunta si quieres parar. ¿Aun te quedan energías? Siempre hay energías para ella. Se pone fría, no basta tu calor. De repente sientes que todo va mal, que no hay más, que morirán ahí. No hablas, te tragas la angustia. Coco cierra los ojos. Casi se te escurre entre los brazos. Esa no es la vida que le prometiste. “Ya estamos cercas, amor”, le susurras. Caminar por la nieve ha hecho que no sientas tus pies. Es una agonía. Solo los descansos ayudan, pero no en exceso porque pierdes calor. El calor es como un tesoro, y se te va acabando. Y la mañana avanza. Y miran puras montañas, y tocan pura nieve, y sienten puro frío. Quieres gritar. No debes hacerlo. Hay que guardar las fuerzas que quedan, son para ella, para sostenerla. Deben seguir. Ella vuelve a dormir. Sigue fría, más fría. Otra vez la sientes escurrirse entre tus brazos. La tomas con fuerza. Ella duerme. Es mejor que duerma. Que solo abra los ojos cuando estén en el otro lado… Sí, en el otro lado…»

XVIII

Miran algo a lo lejos. Son luces y sirenas que rompen la tortura. Por fin hay algo más que nieves y montañas. Los primos agitan los brazos, José grita por ayuda, su mujer la necesita. Son los guardias fronterizos. Se acercan y les hablan en un español extraño. José les exige auxilio para su esposa. Su angustia los convence. De inmediato toman a Socorro, tocan sus manos, buscan signos vitales.

XIX

«¡No, no es cierto! Nomás está dormida, pinches gringos pendejos, no saben nada ¡Pero sí!, ¡está fría, José!, ¡está fría! ¿Cómo chingados no te diste cuenta?,

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esos labios no son los que te besaron. Y ella confió en ti. ¿Es lo único que pudiste darle?, ¿este es tu regalo de bodas? ¡Nomás pasaron dos semanas, José, dos pinches semanas! Si la hubieras dejado allá estaría bien. ¿Por qué lo hiciste?, ¿sabes lo que eso significa?, ¿sabes que nunca más vas a escuchar su voz? Su mano, José, su mano ya no te va a buscar. ¡Se le fue el calor, se le fue! Ya no hay lugar donde encontrarla. A dónde vas a regresar ahora, se acabó todo lo que planearon. ¡Qué vas a hacer ahora, José!, ¡qué vas a hacer!»

XX

José solo quiere abrazarla. Quedito llora. Los primos tiemblan; mantienen la cabeza agachada adentro de la patrulla. Los guardias observan en silencio. Saben que el dolor más grande del mundo se encierra dentro de su cabina; también saben que no tiene que ver ni con la piel, ni con el idioma. No dicen más.

XXI

Es la morgue. Debe reconocerse el cuerpo. No hay tiempo de llorar. Le piden un número de teléfono a José. Ellos lo comunicarán. Aguarda, aunque él no quiere hablar con nadie. ― “¡Hey sour! ―grita un guardia ―su llamado estar lista. José lo sigue y toma el teléfono. Su mano tiembla y el auricular se le resbala. Lo alcanza; aunque no quiere escuchar nada, lo pone sobre su oído, también al lado de su boca, pero las palabras no salen, siguen congeladas. ―¿Bueno?, ¿José?, ¿eres tú?, ¿dónde está mi Coco?

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MARE MONSTRUM

Por: Guadalupe Flores Liera

Liudmila

Veintisiete años en este país, más de los que viví en el mío. A los veintitrés, recién casada y con un hijo en la barriga, mi esposo y yo abandonamos nuestro pueblo en las faldas del Ródope y emprendimos el viaje en busca de la oportunidad que nuestro país nos negaba. Empleos precarios, inseguridad, ¿cómo formar una familia, qué futuro podíamos ofrecerle a nuestro hijo? Vendimos el pedazo de terreno que no nos dejaba para comer, abandonamos el cuarto mísero a los que se quedaron. Sin mirar atrás contactamos con alguien que podía ayudarnos, le dimos la mitad de lo que habíamos conseguido reunir y cruzamos de noche la frontera con Turquía. Al cabo de unos días nos subieron en un camión de carga abarrotado de gente y de mercancía, viajamos hasta llegar al punto en que emprenderíamos el último tramo, en una barca de hule nos apretujaron con otros que, como nosotros, anhelaban llegar a Europa. Eligieron un muchacho al azar, le explicaron cómo conducir la embarcación y nos lanzaron a las aguas junto con un chaleco de plástico, teníamos que darnos prisa para evitar los próximos patrullajes de la guardia costera. En el trayecto, cuando ya la costa abandonada se había perdido de vista y divisábamos como un espejismo la de nuestro destino una fuerte ola golpeó nuestra embarcación y un hombre que iba sentado en la parte de atrás con un niño en brazos resbaló y su grito se perdió en la noche. No sabíamos cómo detenernos, cómo buscarlo y atendiendo a las exigencias de la mayoría e ignorando el llanto y las súplicas de otros, tal vez parientes suyos, continuamos hasta llegar a las playas de Mitilene. Aunque no la habíamos elegido como destino, Grecia era todavía entonces un lugar donde podía uno abrirse paso por la vida. Con lo que nos quedaba logramos llegar a Atenas. Mi marido encontró trabajo cerca de Corinto y allá nos trasladamos, en el campo hizo todo tipo de labores, desyerbar, sembrar, regar, recolectar, empacar, cargar, no faltaba dónde ni qué. Mientras no tuvo papeles le retenían la mitad del sueldo. Por mi parte encontré trabajo limpiando casas. Así completábamos para lo básico y con el tiempo empezamos a enviar dinero a

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nuestro pueblo, con el fin de que le hicieran mejoras al cuarto, queríamos tener esa teja sobre nuestras cabezas, como quien dice, cuando llegara el momento de regresar. Por fin un día logramos el permiso de residencia y el de trabajo, ahora podíamos hacer planes sin miedo, nos trasladamos a Atenas, mi esposo encontró trabajo en la Central de Abastos y yo, a través de una empresa de contratación, empecé a trabajar de afanadora en escuelas y oficinas. Él trabaja de noche, yo de día, pero logramos apañárnoslas para sacar adelante a los tres hijos que engendramos, les dimos estudios, una estabilidad; ahora ellos sólo reconocen este país por suyo y hablan mejor el idioma local que el nuestro, el nuestro que también es el suyo. Los dos mayores, hombrecitos, han hecho ya el servicio militar, uno es ahora programador y el otro instala y repara aires acondicionados; la niña está por terminar la preparatoria y quiere entrar a la universidad. Gracias a las referencias y recomendación de una conocida mía rumana hace ocho años conseguí trabajo de moza en una primaria de gobierno. Hace cinco años mi esposo y yo solicitamos la nacionalidad y pagamos cada uno los mil euros obligatorios que depositamos junto con los papeles debidos, aún no ha habido respuesta. Los diez años de crisis fueron duros, no nos aumentaban el salario pero no nos faltaron ni el trabajo ni el pan, lo mismo sucedió con la pandemia, mi esposo se contagió, pero por suerte no pasó a mayores. Sin embargo, hace unos días el ministro del trabajo del gobierno conservador emitió una nueva normativa, se prohíbe, dice, que ciudadanos no griegos trabajen en el servicio público o que desempeñen empleos que dependan del Estado, de manera que no habrá renovación de contrato cuando venza el vigente, que en mi caso es cada seis meses. Un sólo sueldo no basta, ni dos ni tres para sacar adelante a una familia de cinco miembros, a los cincuenta no es fácil que nadie te dé trabajo. Volver a Bulgaria, ni pensarlo. Mañana trece compañeras en la misma situación y yo vamos a iniciar movilizaciones, ¿es que hace falta pasaporte para limpiar baños y pupitres?, ¿es que estamos desplazando a alguien?, ¿es que los impuestos que pagamos no nos otorgan algún derecho? Mañana vamos a protestar, a ver si por fin conseguimos salir de la invisibilidad.

Marcos

El mar Mediterráneo, que los turistas de todo el mundo sueñan con recorrer en yate o en barco, haciendo escalas en sus islas maravillosas, desde las fascinantes del mar Egeo o las del Jónico, hasta las Baleares, pasando por Córcega, Cerdeña, Malta y Sicilia o Chipre, tiene un reverso. De acuerdo con el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados es también “el cruce marítimo más homicida del mundo”. En promedio, desde hace varios años, seis personas se ahogan cada día tratando de llegar a las costas de Europa. Lo cierto es que nadie sabe el número exacto de personas que han perdido la vida tan sólo en este mar los últimos años. Nuestro trabajo como investigadores y rescatistas a

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través de varias ONG se ve cada día más obstaculizado. Escasean las ayudas, los subsidios; los apoyos estatales se controlan y canalizan ahora de otra manera. Esto, a pesar de que la responsabilidad en la coordinación de los trabajos de investigación y rescate muchos gobiernos la dejan en manos de particulares. Las autoridades ignoran las llamadas de auxilio que se emiten desde embarcaciones precarias y sobrecargadas que se ven en peligro, las dejan navegar a la deriva en busca de un país que les permita arribar a sus costas, hasta que el plástico se quiebra, vencido por el peso excesivo, o hasta que la barca de caucho empieza a desinflarse. La mayoría de las veces difieren la alerta o la dan cuando ya han pasado de largo por la costa susodicha, en el mejor de los casos. A veces conseguimos llegar a tiempo y rescatamos a algunos que nos dan informes sobre una más de esas tragedias que ocurren casi a diario, otras lo hacemos sólo para verificar el número de cuerpos que flotan y que no pueden ya dar testimonio de la cantidad exacta de pasajeros que partieron de dónde y en qué circunstancias. Sin embargo, ¿cuántas veces ocurren naufragios sin testigos? Poco podemos hacer ante una Unión Europea que utiliza un doble discurso. Por un lado pondera que los países miembros deben respetar los derechos humanos fundamentales y garantizar la protección internacional a refugiados y migrantes que piden asilo, por otro lado se hace de la vista gorda respecto a los países que contravienen la normativa europea, deciden que la constitución local está por encima del derecho europeo, y les proporcionan argumentos como el que determina que los países tienen derecho a defender sus fronteras, con lo cual se permite que esas pobres almas en pena sean consideradas un peligro y una amenaza que puede ser rechazada y obligada a abandonar el país al que han ingresado sin documentos. Argumentos todos que se prestan siempre a interpretación convenenciera. Si la persona es sorprendida en el momento de cruzar la frontera ilegalmente puede ser repatriada al país del que huyó, aún cuando eventualmente su vida corra peligro. Menos inmigrantes a cambio de la compra de más petróleo o más productos, éste es el trato criminal que muchos países de Europa realizan con otros países de Asia o África; menos refugiados a cambio de más ayuda económica y más promesas de inversiones. Mare nostrum, lo llaman, yo lo llamo Mare monstrum, difícilmente puedo mirarlo sin sentir piedad y escalofrío.

El ministro de Migración

Con pena, con absoluto pesar, fuimos informados de un nuevo naufragio en nuestras costas. Hasta el momento han sido rescatados cuatro cuerpos, pertenecientes a una mujer y tres menores. Las averiguaciones continúan, con el fin de localizar a los demás posibles pasajeros de la embarcación colapsada. Pese a todo, no puedo sino expresar por una vez más nuestra indignación respecto de los gobiernos irresponsables que permiten que mafias sin escrúpulos dedicadas al tráfico de seres desesperados actúen en la impunidad. Libia, Egipto, Túnez,

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Marruecos, Turquía, constituyen los últimos puertos de largas travesías que comienzan en la África subsahariana o en Asia con el fin de alcanzar las costas o las fronteras de Europa. Nosotros, que aplicamos al pie de la letra la normativa europea, cumplimos con enviar todo tipo de ayuda si llega a nuestro conocimiento que ésta ha sido solicitada; fuerza naval, fuerza aérea, médicos, rescatistas, todos cumplimos cabalmente con nuestras obligaciones. Organizamos campamentos de acogida, así como campos de hospedaje preparados para recibir refugiados en caso de que lleguen a nuestras costas, con estrecho apego a las normas internacionales, en los cuales se les proporciona todo tipo de atenciones, enfocadas sobre todo a los menores de edad que lleguen o queden sin la protección de un adulto. Asimismo, asumimos los gastos de repatriación de los adultos migrantes ilegales a sus lugares de origen, después de invitarlos a abandonar nuestro espacio, atendiendo al derecho indeclinable de la defensa de nuestras fronteras, con el fin de evitar, como lo he señalado, que mafias sin escrúpulos pisoteen nuestra soberanía. Expreso mi absoluta indignación ante la oposición que politiza un asunto tan delicado como es la protección a los derechos humanos, populiza y pretende convertir el asunto en un juego espurio para obtener votos. Hacemos, lo repito, todo aquello a que la normativa europea nos obliga y, a pesar de las discrepancias, todos los estados europeos persistimos en llegar a un acuerdo que nos permita modificar el vigente de Dublín II para ajustarnos a las nuevas modalidades. No lo conseguimos en la última reunión, pero eso no significa que no estamos pendientes de los problemas ni ignoramos que hacen falta soluciones actualizadas. (28-30 octubre de 2021.)

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PORTA FOLIO Dulce María Mariscal Nava y Eduardo Torre Cantalapiedra

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Campamento de migrantes en Ti juana A mediados de febrero de 2021 un grupo de personas que tenían la intención de solicitar asilo en Estados Unidos comenzó a quedarse a pernoctar en los aledaños de la garita de El Chaparral, paulatinamente fue conformándose el denominado “campamento migrante la esperanza”. Durante varios meses este asentamiento ha sido una alternativa de alojamiento precario y asistencia para los migrantes que llegan a Tijuana, que denota la falta de capacidad de las autoridades de los tres niveles de gobierno para atender los flujos migratorios que llegan a esa ciudad. La respuesta más importante que el Ayuntamiento dio al campamento fue la de cercarlo a finales de octubre, para evitar que sigan llegando más migrantes al mismo en reemplazo de quienes lo dejan. En el campamento es invierno, el frío y la lluvia son insoportables, los migrantes siguen en pie.

Semblanzas Dulce María Mariscal Nava es doctoranda en Estudios del Desarrollo Global en la Universidad Autónoma de Baja California y Maestra en Estudios de Migración Internacional por El Colegio de la Frontera Norte. Ha participado en varios proyectos académicos de migración en México y Estados Unidos. Su artículo más reciente es “Batallando con fronteras: estrategias migratorias en tránsito de participantes en caravanas de migrantes” (2020) publicado en la revista Estudios Fronterizos. Eduardo Torre Cantalapiedra es ensayista, fotógrafo aficionado y miembro del grupo literario “El Comité”. Estudió el Doctorado en Estudios de Población en el Colegio de México. Actualmente, es Investigador por México del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en El Colegio de la Frontera Norte y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Se especializa en Migración Internacional, Refugio y Políticas Migratorias. Es autor del libro “Caravanas: Sus protagonistas ante las políticas migratorias” (2021) editado por el Colegio de la Frontera Norte.

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Vista panorámica del campamento. Tijuana, 2021.

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Zona de baño improvisada. Tijuana, 2021.

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Atención mediática. Tijuana, 2021.

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Que la espera no te aburra. Tijuana, 2021.

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Comunidad LGBTQ. Tijuana, 2021.

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Ascenso y descenso de APPS y UBER. Tijuana, 2021.

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Venta de helados. Tijuana, 2021.

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Espacios interiores multiusos. Tijuana, 2021.

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Objetos inesperados. Tijuana, 2021.

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Carros para la venta ambulante. Tijuana, 2021.

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• Portafolio

Sandra Amelia Martí

Niña juega sobre el asfalto. Tijuana, 2021.

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• 1,2,3. “Besadora de ciudades artísticas”. Nacimiento del proyecto, CDMX, 2008. Fotografía: María José Gorozo.

Niños alimentando a las palomas. Tijuana, 2021.

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Jugando lotería. Tijuana, 2021.

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Cercando el campamento. Tijuana, 2021.

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El campamento cercado. Tijuana, 2021.

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Ser refugiado

Por Lady Junek Vargas León

Ron: mamá, ¿cómo son los refugiados? Mamá: los refugiados son personas como tú y cómo yo, pero con superpoderes. Son personas valientes, unos cruzan continentes en balsas o con flotadores por horas bajo el sol, la lluvia y la tempestad del mar. Otros caminan entre la selva, el desierto y la nieve. También existen unos que doman bestias. Tocan y tocan puertas. Tienen el poder de la resiliencia y la esperanza. Ron: mmm…, ¿por qué salen de su casa? Yo no quiero irme nunca de aquí. Mamá: salen de su casa por muchas razones, algunos de ellos porque la madre naturaleza y sus fenómenos los obligan a irse por sequía, inundaciones, terremotos y lluvias torrenciales. También lo hacen porque el Dios en el que ellos creen no es bien visto en su país. Otros son perseguidos por amar libremente. Rercuedas a nuestro vecino el señor Jesús, por ejemplo: el salió de su país por pensar diferente a los que mandan. ¡Lo olvidaba! Existen lugares donde ser mujer es una razón para no poder vivir donde se nace. Ron: qué complicado. Tengo muchas preguntas.

Mamá: adelante. Ron: ¿por qué no los quieren? Mamá: porque somos egoístas y no queremos

compartir lo que tenemos. Ron: qué triste. ¿Por qué los corren? Mamá: Ron ¡Es difícil! Se supone que ellos tienen derecho a la protección, que no se pueden devolver a lugar de donde huyeron, pero los que toman decisiones no lo entienden. Ron: yo creo que los regresan porque en la tv nos dicen que son extraños, feos y desordenados. Y tenemos miedo. Mama: ¡Éxacto! Tenemos miedo a lo desconocido. Ron: bosteza. Mamá: tienes dos preguntas más. Debemos dormir. Ron: ¡Ah! ¿Nosotros podríamos ser unos refugiados? Mamá: sin duda, Ron, podríamos ser refugiados. Ron: mamá, pero nadie nos querría, tendríamos que dejar todo, nadar en el mar que sabe salado o caminar en la selva entre animales salvajes. No volveríamos a ver a Abu y a Nicolás. Yo no quiero ser refugiado. ¿Y tú?

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Nación de Inmigración: del discurso a la realidad

Por: Abib Elizabeth Pérez Espinosa

Una de las series documentales más aclamadas y controversiales en Estados Unidos a finales de 2020 fue Nación de Inmigración. Esta producción de Christina Clusiau y Shaul Schwarz, fundadores de la productora Reel Peak Films, muestra el impacto de las leyes migratorias en las dinámicas institucionales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) y en la vida de quienes llegan a dicho país por distintas razones. En una labor titánica, Clusiau, especialista en documentales con integridad periodística, y Schwarz, reportero gráfico, lograron condensar en seis capítulos de una hora cada uno, poco más de dos años de investigación y acompañamiento

a agentes del ICE. Por tanto, dentro de la cartelera que ofrece Netflix para conocer y adentrarse en el tema de las migraciones y los refugiados, Nación de Inmigración es un documental obligado para el público interesado en las políticas migratorias estadounidenses, protección internacional, necropolítica, y seguridad nacional. Por un lado, el documental pone los reflectores sobre los factores que llevan a las personas a solicitar refugio en Estados Unidos. Entre estos están las amenazas por parte de los grupos criminales, guerras civiles, violencia intrafamiliar, violaciones y matrimonios forzados. Por el otro, se describen

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tes estadounidenses y exige practicar el metering o la práctica en la que los solicitantes de asilo se asignan turnos para ser atendidos. De igual forma indaga en el papel activo de la sociedad en contra de la implementación del programa de cooperación voluntaria de la policía local con ICE, mejor conocido como el programa 287 (g). Ahora bien, dada la complejidad de condensar cientos de vivencias y realidades en seis capítulos se vuelve aún más importante hacer un estudio interseccional de la situación de las mujeres en el contexto la migración y la búsqueda de refugio. Así, en el marco de la suspensión en 2018 de las solicitudes de refugio relacionadas con violencia doméstica, un estudio de este tipo permitiría reconocer a las mujeres como sujetas violentadas antes, durante y después de ser consideradas refugiadas.

las herramientas legales que el Gobierno de Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, utilizó para disminuir el número de extranjeros en el territorio: reducción de la cuota de reasentados o refugiados en un 85% en el programa de reubicación, el fin en 2017 del programa de reunificación familiar y, la implementación del programa Remain in Mexico en 2019. En este sentido, uno de los puntos más fuertes de la obra es el seguimiento que realiza al impacto en las comunidades de determinados programas, abriendo líneas de investigación interesantes. Entre los programas más destacados se encuentra el ya mencionado Remain in Mexico cuyo objetivo fue reducir los casos de asilo que llegan a las Cor-

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Si bien Nación de Inmigración saca a flote los sentimientos y coloca al espectador en una posición que le permite entender el punto de vista institucional y el vivencial, no deja de recalcar que nada puede estar por encima de la vida y dignidad humana. Es por esto que quien aprecia esta obra, es capaz de recobrar la visión y el estudio de las migraciones y los refugiados ya no desde las estadísticas, que perpetúan la violencia institucional contra los transeúntes y buscadores de refugio, sino desde la empatía y humanización, volviéndoles sujetos y no objetos de estudio. En conclusión, Nación de Inmigración consigue develar y denunciar una política migratoria deshumanizada que lleva a cabo acciones de disuasión y violación de los derechos humanos en nombre de la seguridad nacional. Y, por último, logra hacer que los interesados en el tema reflexionen respecto a las concepciones deshumanizantes —que se tienen— de quienes solicitan protección, por un lado, objetos contabilizados por los Gobiernos e instituciones y por otro, mercancía para los traficantes y cuotas reflejadas en ganancias para quienes poseen los centros de detención. Definitivamente para comenzar a comprender el argumento de la seguridad nacional bajo el cual los Estados niegan protección a los extranjeros que lo necesitan, Nación de Inmigración es una herramienta que no solo se adentra en el discurso gubernamental sino que lo contrasta con las vivencias, con el día a día de quienes se encuentran en el camino y son dejados en el desierto, de quienes llegan y son separados de sus hijos o padres, de quienes esperan en la incertidumbre en alguna ciudad al norte de México o en las instalaciones de ICE, de quienes son despojados de su nombre y su identidad para ser renombrados con una cifra.

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Historias de Migración Textos de Meneses Monroy Migración en Tepemulco

Viaje a Lebam

Desterradas por prejuicios morales de una sociedad puritana, marchan las cortesanas. Sin embargo, cuando aún se divisan las rezagadas a las afueras de Tepemulco, muchos varones tienen ansias que sus esposas no saciarán. En los días siguientes, hombres y familias enteras, con pretextos varios o sin ellos, dejan sus casas. Pocas son las mujeres obstinadas que permanecen. Pero sin sistemas productivos, con escasez de víveres y medicamentos, no están destinadas sino a perecer; a no ser porque primero en una casa y después en todo el pueblo se encienden luces de neón, cosa que en pocos meses ha hecho de Tepemulco, un lugar próspero y concurrido.

Asqueado de la humanidad, no le bastó con salir del planeta Tierra, se mudó a una galaxia lejana; a un planeta lleno de bosques, y manantiales en medio de los bosques. Todo era perfecto, sólo algo sobraba en Lebam, un recién llegado identificado como humanus. Nota: el planeta Lebam fue creado y nombrado teniendo en cuenta la memoria de Mabel Monroy Fragoso (1960-2020).

Nota: una primera versión del presente texto fue publicada en el número 3 de esta revista, en el año 2012.

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EL COMITÉ 1973 Revista de Difusión, Crítica y Creación Literaria


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