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CONCHA TISFAIER
Trabajo para tener tiempo. Alquilo una casa en la que quiero pasarme horas sin hacer nada. Pero para poder no hacer nada necesito dinero. Necesito dinero para poder bajar las persianas, apagar el móvil y leer los libros que rebusco en la biblioteca. Pago con dinero mis horas de no sentirme culpable por no limpiar, hacer recados, producir. Soy eficiente y hago una adecuada gestión del tiempo. Pago la piscina, me voy de vacaciones con personas a las que amo, acudo a los vermuts y a las comidas de cuadrilla. También actualizo mis redes sociales, la personal y las profesionales. Contesto correos, preparo informes, hago mi copia de seguridad, actualizo la suscripción al spoti y al neflis. Cumplo con todo, pago por cumplir con todo y así poder dejar de gastar dinero, de invertir recursos, de prestar atención.
Para poder dedicarme a mirar dormir a mis gatos, tengo que pagar la veterinaria, su comida, el agua que sale del grifo del que beben, los juguetes que les compro para sentirme mejor aunque no me ponga a jugar con ellos.
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Para reírme con mi gente, tengo que pagar la cerveza, la escapada, la entrada de cine, la gasolina que nos lleva al río que es gratis aunque más barata sea mi piscina donde nadie más está abonada y a la que puedo ir también a no hacer nada, pero no puedo, porque para poder ir sola antes tengo que ir al concierto, a la pelota, al teatro… para no sentir que traiciono a todo el mundo, que pierdo el tiempo, que es un placer burgués, o un placer obrero, oh, no sé lo suficiente sobre lucha de clases como para categorizar las piscinas municipales en el rango adecuado de divertimento.
Ser antisistema es revolucionario, pero ser antiseres queridos es egoísta. Cómo vas a ir a la cena de cumpleaños sin un regalo en torno a los veinte euros. Cómo no vas a subir a redes el estori donde se te ve feliz junto a tu familia. Cómo no vas a pasear junto al río y hablar de aquello sobre lo que te gustaría estar leyendo en posición horizontal.
Pero leer no sirve de nada. Absolutamente de nada. Comprar y escribir y vender libros y reseñarlos y recomendarlos y dibujar en ellos y luego exponerlos. Eso sí es útil para mover el dinero de sitio. Incluso es útil para la gente que queremos no hacer nada. Esa gente que deseamos, queremos, ansiamos leer pero lo que escuchamos es “tienes que leer el último de…” o “no puedes leer a esta si después no lees a la otra”. “Tener que leer”, un oxímoron tan horrible como “satisfacción laboral”. Nadie quiere trabajar, queremos la palmadita de hacer algo bien, el brillo de destacar, la satisfacción de ganarnos un bonus de quejas en la caña del viernes, pero trabajar no. Queremos leer. O dormir. No hay apenas diferencia. Algo que ni cueste ni cree dinero. Esta revista, por ejemplo. No os cuesta dinero y no nos da dinero. Call to action fail.
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