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DISCALCULIA

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EL LAMONATORIO

EL LAMONATORIO

por HELEN ÁGREDA WILES

—Yo no soy muy de dulces. —Mentira puta. Tú lo que no eres es de decir la verdad. Esa debería ser la respuesta a semejante falacia. Porque siempre es una falacia. Porque nunca te atreves a plantarle cara. Y porque te quedas diciendo “a ver si va a resultar que esta persona sí que aborrece las cosas dulces. A ver si es que aquel orfanato chino en el que creció y donde la alimentaban con pienso para conejos le produjo un extraño trastorno organoléptico.”

Sin más, no suele ser verdad y ya está, no sé por qué. ¿Será muy mainstream que te guste el dulce? (¿Se sigue diciendo mainstream?) ¿Acaso no venimos a este mundo ya predeterminados como amantes de lo dulce? ¿Qué clase de criatura es aquella a la que no puedes sobornar con un huevo kinder? Eso no es humano. Si a tu hijo no le gusta el huevo kinder hazme el favor de decirme a qué instituto lo vas a llevar y esconde tu licencia de armas.

No puede no gustarte el dulce. Todo lo que comes, o es dulce o es salado, o casi dulce o casi salado. Decir que no te gusta el dulce es como decir que no te gusta la luz del día. ¿Cómo coño no te va a gustar el dulce? No tiene que gustarte todo el dulce, capullo. A nadie le gustan las frutas escarchadas, ¿de acuerdo? No eres especial. Que yo he visto con mis propios ojos a gente que afirma que no le gusta demasiado el dulce aderezar un brownie con bien de natilla de chocolate.

Perdón por la crispación, pero es que yo sufro grandes daños colaterales por todo este fraude, porque cuando digo que me gusta más lo salado que lo dulce, la gente se pone a la defensiva porque piensan que soy una yonosoymuydedulcista. Qué va. Sí me gusta el dulce, me flipa el dulce, soy cisdulce. Hago lo que se espera de mí. Yo lo único que quiero decir es que huevos kinder me como tres o cuatro, y el tuyo me lo como también, pero de patatas bravas ponme veinte platos y verás cómo me aprieto los veinte. Solo eso.

Mi sobrina, como tiene diez años y todavía dice la verdad, me explicó ayer sin rodeos cómo cogió una tarta Red Velvet que le compraron para su cumple y decidió añadirle una gruesa cobertura de chocolate blanco teñido de rosa porque la tarta “parecía un poco sosa”. Cuando le pregunté a ver por qué el colorante, dijo sonriendo con la boca y con los ojos, y cito textualmente: “porque así parece todavía más dulce”.

Laminera no solo hay que serlo. También hay que parecerlo.

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