(El Horror Sobrenatural en la Literatura) Bogotá D.C. Noviembre-Febrero 2012 Nº 2
Revista Esperpento
Sumario
Nº 2 Revista cultural de distribución gratuita Noviembre-Febrero 2012
Esperpéntica Editorial
Portada: Alien Hieroglyphics (1978), por H.R. Giger. Directores: Nòel Drashir Richard León Coordinador Editorial: J. P. Castel Editora Gráfica: Sharird Leno Redacción: A. A. Vidal Colaboran en éste número: Francisco Enríquez Muñoz Reverendo Rábano Diseño y diagramación: Sharird Leno Archy Nold
Contacto: revistaesperpento@gmail.com http://revistaesperpento.blogspot.com Las opiniones expresadas en Revista Esperpento corresponden a sus autores. Por tanto, Revista Esperpento comparte rigurosamente y se hace responsable por el contenido de las mismas. Quedan rigurosamente permitidas, con o sin la autorización previa de los titulares del Copyright, sin ningún tipo de sanción establecida por la ley, la reproducción total o parcial del presente volumen por cualquier método o procedimiento, siempre y cuando no se modifique el contenido del texto, se respete su autoría y esta nota se mantenga.
2012
2
____2012, ¿y el fin del mundo? [Pág. 4] Esquina ____Amateur o Real porn [Pág. 6] Documentos del pasado ____... Un gringo en México... ¡Eso es eutanasia! [Pág. 10] ____Quitarse de en medio [Pág. 11] Jarryana ____El opio [Pág. 14] [No aptas] ____Otro retrato de Jesús [Pág. 17] Pre-textos ____El horror sobrenatural en la literatura [Pág. 20] ____Edgar A. Poe [Pág. 28] Desclasificados ____“Denme ustedes el tiro de gracia” [Pág. 38] Líneas poéticas ____“Nevermore”. Edgar Allan Poe [Pág. 46] Distrito cuento ____La máscara de la Muerte Roja [Pág. 56] ____Un habitante de Carcosa [Pág. 61] ____Las ratas del cementerio [Pág. 64] ____El signo amarillo [Pág. 70] Las ciudades invisibles ____Una buena e impecable corbata ______perfectamente anudada al cuello [Pág. 84] Gabinete de ‘Patafísica [Pág. 86]
Revista Esperpento.
Número 2 Noviembre-Febrero 2012
Revista Esperpento
Meister und Margueritha, por H. R. Giger.
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Revista Esperpento
2012, ¿Y EL FIN DEL MUNDO? Extinción, s. Materia prima con que la teología creó el estado futuro. Ambrose Bierce. The devil’s dictionary.
Y finalmente ha llegado el cabalístico 2012, cargado
Medio Oriente, cataclismos devastadores en Asia,
con toda la mala fortuna que los profetas y sacerdotes de
temblores destructivos en el hemisferio austral, tsunamis,
la Gran Orden del Final de los Tiempos y los Últimos
hambruna,
Santos han podido y sabido insuflarle.
indiscriminado), solamente diremos que nos fijemos muy
fortuna
innombrable
logramos
Y si por una
sobrevivir
a
este
destrucción
masiva,
exterminio
bien en la historia de la humanidad.
cataclísmico y tórrido fin del mundo, cosa de no perderse
Desde que el ser humano pisó la Tierra, no ha habido
demasiado entre los escombros últimos de la civilización
la más mínima posibilidad de paz. Y no es que ésta
occidental, entonces podemos darnos por bien servidos.
existiera antes. Al fin de cuentas, la paz es otro de los
Sin embargo, debemos decir que desgraciadamente ya
tantos términos abstractos creados por el hombre para
hemos asistido al menos a tres grandes conflagraciones y
comprender los fenómenos que no comprende. Existía, y
apocalipsis anunciados si no con vehemencia, ya con
eso es lo que el hombre primitivo no alcanzaba a
llamamientos al arrepentimiento y al abrazo, por supuesto
entender, el equilibrio entre los seres vivos y el planeta
qué más podríamos esperar, de la fe cristiana, única fe
que poblaban, el justo equilibrio entre un ser y su entorno,
verdadera. El primero, si mal no recuerdo, en el año 1996,
pero no la paz como nosotros la concebimos. La guerra
con nacimiento de la Bestia incluido. El segundo, en
humana no empezó cuando a los unos les pareció que los
1999, con Bestia y exterminio masivo —además del
otros ocupaban tierras que a ellos, eso suponían, les
presagio de un Y2K que solamente Dios, en su infinita
pertenecían o cuando sintieron que su sola existencia era
sabiduría técnica, sabrá que le habría causado a las
una ofensa para ellos, sino desde el mismo instante en que
máquinas y comunicaciones mundiales—. Y ahora este
la naturaleza entró en conflicto con la vida humana de
tercero, que se proyecta definitivo e inaplazable gracias a
forma directa, desde que al hombre se le ocurrió que la
la complicidad de las alineaciones planetarias y efectos
naturaleza constituía un obstáculo para su comodidad... Y
secundarios de una estrella en pleno desarrollo.
aquí estamos, cómodamente ajustados después de 202.012
Sin ser aguafiestas respecto a los finalmundistas, que
años de evolución (o de acomodación por la vía de la
creen ver los presagios de la hecatombe futura en los
fuerza, que viene a ser lo mismo) y seguimos siendo los
diversos sucesos que ocurren en el mundo (guerras en el
mismos depredadores que al principio, los mismos
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Revista Esperpento animales
(sí,
animales,
aunque
se
ofendan
los
manos al cielo y preguntándonos por qué tanta
creacionistas) que consumen su entorno sin importarles
destrucción y miseria, por qué tanta muerte y guerra, y
demasiado el futuro.
lavémonos las manos tranquilamente después de nuestra
Ah, pero ahora sí nos importa nuestro futuro, ¿no? Y
plegaria a la Nada. ¡Ya todo estará saldado y nuestra
nos persignamos ante la inminente extinción masiva con
responsabilidad asumida por ese otro inexistente, por el
que las religiones apocalípticas nos asustan y conminan a
dios inmisericorde que habita fuera del orbe! No, claro
la aceptación de su credo. Por supuesto, nuestras
que no. Igual, así queramos creer que no, la
preocupaciones son ya cosa de ADN, heredadas por un
responsabilidad es nuestra, somos nosotros quienes
miedo natural e instintivo a través de las cadenas de
ejecutamos la acción, nadie más. Es el dictador quien
nucleótidos heredadas de nuestros ancestros los monos.
decide la muerte de miles de personas, por no pertenecer a
Lo malo, es que por andar creyendo que los dioses están
su credo o etnia; es el estadista quien decide dejar morir a
enfurecidos con su creación y no tardarán en tomar
unos pocos en beneficio de la mayoría; es el hombre
represalias tajantes y extremas, andamos más que
moderno quien decide deforestar para crear viviendas; soy
desprevenidos ante nuestro innegable suicidio como
yo quien decide engañar al prójimo y sacar provecho; es
especie. Porque no podemos negar que si el final
el prójimo quien decide vengarse implacablemente; son
inevitable de la civilización llega, como ha llegado a todas
las multinacionales que deciden infectar el planeta con
y cada una de las grandes civilizaciones conocidas, llegará
desechos tóxicos; son ellos los que deciden pelear por un
de nuestra mano y no de un rayo exterminador lanzado
pedazo de tierra económicamente lucrativo; es el tirano
desde las alturas de la bóveda
Crudeoil, por Banksy.
quien decide que sus vecinos no
celeste, hogar de los dioses.
son iguales
Que si los dioses tuvieron el
existencia y, por eso, hay que
empeño de lanzar una plaga
exterminarlos; somos nosotros
sobre la Tierra, esta plaga no
quienes
posee otro nombre que el del
silencio...
Hombre. ¿Las siete plagas de
y ofenden su
preferimos
guardar
Sí, alcemos las manos al
Egipto que son comparadas
cielo
con el empeño autodestructivo
roguemos que el Universo se
de la Humanidad, vista en
apiade de nuestra miseria y nos
conjunto? Adónde llegamos,
envíe la extinción masiva de la
arrastramos junto con nosotros
mano de una hermosa estrella
un rastro de destrucción y
azul, de un cometa celeste, de
muerte, de extinción y miseria
una fría roca sideral. Aunque es
—aunque
muy
pretendamos
y
roguemos...
probable
Pero
que,
ocultarnos tras el falso lujo de
desgraciadamente, no seamos
una prosperidad aparente—.
escuchados.
Pero, Sigamos
¿qué
importa?
alzando
nuestras Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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AMATEUR O REAL PORN. Por Francisco Enríquez Muñoz Imágenes Francisco Enríquez Muñoz
A esos videos
pueden parecerse a tus amigos o a tus compañeros de trabajo.
Hoy en día la tecnología (que no perdona disciplina
Los teléfonos celulares con cámaras posibilitan un
alguna) ha permeado en tal forma en la realidad, que a
ajuste inmediato entre las experiencias tal como se viven
veces nos cuesta trabajo creerle. La posibilidad de
(antes de comprenderlas) y su registro. Si tú, lector mío,
retoque, modificación y reconstrucción digital nos hace
quienquiera que seas, ya has utilizado el celular para
pensar, cuando nos enfrentamos a alguna imagen
filmarte con tu pareja jugando al metesaca, ¡felicidades!,
inverosímil, que estamos viendo algo falso, algo
ya has producido porno amateur. Un sinfín de videos,
trastocado,
algo
construido.
cortometrajes, de este estilo se
Pero ante la real porn sólo nos
encuentra
queda
Aquí
PornTube, YouPorn y Tube8.
intervienen actores aficionados,
La motivación en este caso no
o personas que no son actores,
suele ser económica, obedece
y el equipo es casero. Eso
más bien al exhibicionismo y al
significa que los protagonistas
voyerismo,
del acto sexual, cualquier acto
necesidad de no ocultar lo
sexual, no son representantes de
oculto, de dar aire y luz a la
ideales hegemónicos. En efecto,
intimidad propia, de elevar un
las mujeres no son flexibles
momento ordinario a rango de
muñecas y los hombres no son
entretenimiento masivo.
asombrarnos.
fortachones gigantes. Son como
en
RedTube,
la
humana
Hay personas que hasta en
los humanos que te encuentras
la
todos los días en la calle, que
apetitosa y es por ello que en la
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carne
fofa
ven
carne
Revista Esperpento real porn cualquier cuerpo desnudo se convierte
todo presumiendo la aniquilación del pudor. Los nuevos
automáticamente en un punto focal de apetitos, se vuelve
proletarios ya no venden su mano de obra a cambio de un
una fantasía.
salario, sino que exhiben sus orgasmos a cambio de
En 1985, Serge Daney, un influyente crítico francés de
popularidad.
cine y televisión, planteaba dos formas de ver el
Internet es el lugar donde puede decirse todo y
videoclip: como un simulacro (fragmentos de un todo
mostrarse casi todo casi sin ninguna consecuencia. Es el
perdido) o como un síntoma (fragmentos de un todo por
instrumento perfecto para la construcción de un personaje
descubrir). La misma vacilación ahora nos planteamos
propio. La histeria del protagonismo se ve reducida a un
ante la real porn: o se destina a un ensimismamiento
clic. Significa presumir la alegría de nuestra familia, los
manierista y mimético o nos ofrece (una vez “subida” a
abrazos de nuestros amigos, la muchedumbre que asistió
Internet) imágenes reales que sólo mediante herramientas
a nuestro evento y nuestros sudorosos coitos para
domésticas
podrían
demostrarle al mundo que
haberse grabado y que
«mi vida es mejor». ¿Para
hacen
qué? Para calmar un poco
emerger
nuevas
apariciones de la fantasía.
la ansiedad de sobresalir
Es paradójico que el
ante los demás. Algo que
espacio privado, por su
no
propia definición opuesto
sentido
al público, se convierta,
siquiera somos capaces
gracias a la realidad, en el
de poder saber si aquellos
lugar
de
termina
de
tener
cuando
ni
la
fantasía.
ante los que queremos
una
cámara
sobresalir son como se
registra la vida privada de
presentan. Pues al final
los seres humanos, la
de cuentas, ¿quién existe
realidad
siempre
se
realmente como se hace
presenta
ante
el
ver
Cuando
espectador como una gran
en
los
electrónicos?
medios Así,
en
fantasía. La realidad fílmica siempre se independiza de la
RedTube, PornTube, YouPorn y Tube8 brincamos sin
realidad física. Lo filmado nunca es la sombra de la
rumbo de un “desconocido famoso” a otro. Tenía razón el
realidad, sino que la realidad siempre es la sombra de lo
escritor polaco Stanislaw Jerzy Lec: «El hombre nace,
filmado.
vive y muere en el espacio de una frase».
En la porno amateur cada quien pude compartir y contemplar el mito de sí mismo. La popularidad, el número de “visitas” que tengo decreta mi valor virtual. La piel
cotidiana,
las
eyaculaciones
y
lubricaciones
personales son los instrumentos para salir del anonimato. La lógica dicta que el aplauso se puede conseguir sobre
Escritor mexicano, director de la editorial Tacos de la esquina. Ha publicado las novelas Los héroes ya no tienen lugar (Editorial Arcángel, 2000) y ¡Clang! (Editorial Ananké, 2001) y tres poemarios: ¿Qué es la pornografía? (Editorial Tacos de la Esquina, 2011), Todas las putas que he conocido (Clarimonda Drunk Ediciones, 2011) y Los fucking days (Ediciones Presente, 2011). Correo electrónico: cafeylectura@hotmail.com.
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... UN GRINGO EN MÉXICO... ¡ESO ES EUTANASIA!
La Olympia, Euclid Street, Washington,
D.C.,
1 de octubre de 1913 Querida Lora, Me voy mañana por mucho tiempo, así que
esto es sólo para despedirme. Creo que no hay nada más
digno
de
decir;
por
esta
razón
tú
naturalmente esperarías una carta larga. ¡Qué inaguantable sería este mundo si no dijéramos nada excepto lo que merece la pena decir! Y nada ridículo —como ir a Méjico y América del Sur.
Espero que vayas a la mina pronto. Debes tener hambre y sed de las
montañas lo mismo que Carlt. Yo también. ¡La civilización está sucia! — reclamo las montañas y el desierto para mí.
Adiós —si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mejicano y
me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo
pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la
ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en Méjico —¡ah, eso es eutanasia! Con amor a Carlt, un abrazo cariñoso,
AMBROSE
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Quitarse de en medio Por Ambrose Bierce Traducción Sonia Santos Vila
Una persona que pierde el corazón y la esperanza por
digno de atención, ya que es insostenible por la evidencia
la aflicción personal ante la pérdida de un pariente es
o por cualquier apariencia de evidencia. “Puestos aquí”.
como un grano de arena en la orilla del mar que se queja
¡Claro que sí! ¡Y por el que sirve la comida! Nuestros
de que la marea ha arrastrado un grano vecino fuera de la
padres nos ponen aquí eso es lo que todo el mundo sabe; y
vista. Él está peor, ya que el grano afligido no puede
ellos no tenían autoridad y probablemente tampoco
ayudarse a sí mismo; tiene que ser un grano de arena y
intención.
jugar al juego de la marea, ganar o perder; mientras que él
La noción de que no tenemos derecho a tomar nuestras
puede marcharse aguardando su oportunidad puede
propias vidas proviene de nuestra consciencia de que no
“abandonar a un ganador”. Pues a veces golpeamos “al
tenemos valor. Es la disculpa del cobarde su excusa para
que nos sirve la comida” nunca a la larga, sino rara vez y
continuar viviendo cuando no tiene nada por lo que vivir
con estacas pequeñas. Pero éste no es el momento para
o su provisión ante el futuro. Si no fuera egoísta, así como
“cobrar” y marcharse, ya que no puedes llevar todas tus
cobarde, no necesitaría excusas. Al que no se considera el
escasas ganancias contigo. La hora de abandonar es
centro de la creación y sus penas la angustia universal, la
cuando has perdido una gran estaca, tu tonta esperanza de
vida, si no digna de ser vivida, tampoco es digna de ser
éxito definitivo, tu fortaleza y tu amor por el juego. Si
abandonada. El viejo filósofo a quien le fue preguntado
permaneces jugando, a lo cual no se te obliga, toma tus
por qué no moría si, como enseñaba, la vida no era mejor
pérdidas con buen humor y no te quejes. Es difícil de
que la muerte, contestó: “Porque la muerte no es mejor
soportar, pero esa no es una razón por la que deberías de
que la vida”. No sabemos cuál es la proposición verdade-
ser difícil.
ra, pero el asunto no merece la pena de ser tratado, pues
Sin embargo se nos dice con una agotadora insistencia que somos “puestos aquí” con algún propósito (no
ambos estados son soportables —la vida a pesar de sus placeres y la muerte a pesar de su reposo.
revelado) y que no tenemos derecho a retirarnos hasta
Era la opinión de Robert G. Ingersoll que en el mundo
“que seamos llamados” puede que sea por viruela, puede
hay más bien pocos que demasiados suicidios —que la
que sea por la cachiporra de un canalla, puede que sea por
gente es tan cobarde que siguen viviendo mucho tiempo
la coz de una vaca; el Poder “convocante” (que, según
después de que la resistencia ha dejado de ser una virtud.
dicen, es también el Poder “poniente”) no tiene buen
Esta visión no es sino una vuelta a la sabiduría de los
gusto en la elección de mensajeros. Ese argumento no es
antiguos, en cuya espléndida civilización el suicidio
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Revista Esperpento ocupaba un puesto tan honorable como cualquier otro acto
Es verdad, puede que haya un valor superior en vivir
valiente, razonable y desinteresado. Antonio, Bruto,
que en morir. El valor del suicida, como el del pirata, no
Catón, Séneca —estos no eran del tipo de hombres que
es incompatible con una indiferencia egoísta a los
realizan hazañas cobardes y locas. La autosuficiente y
derechos de los otros —una cruel deslealtad al deber y a
santurrona manera moderna de mirar la acción como
la decencia. Me han preguntado: “¿No considera cobarde
propia de un cobarde o de un lunático es creación de
que un hombre acabe con su vida, dejando por esa razón a
sacerdotes, filisteos y mujeres. Si el valor se manifiesta en
su familia en la miseria?” No, no lo considero; creo que es
soportar el malestar inútil, es cobardía calentarse cuando
egoísta y cruel. ¿No es eso suficiente? ¿Hemos de vaciar
se tiene frío, curarse cuando se está enfermo, ahuyentar
las palabras de su verdadero significado para condenar
mosquitos, entrar cuando llueve. La “búsqueda de la
más eficazmente el acto y revestir a su autor con una
felicidad”, entonces, no es un “derecho inalienable”, pues
infamia mayor? Una palabra significa algo; a pesar de las
implica evitar el dolor.
quejas de los lexicógrafos, no significa lo que tú quieres
Ningún principio se compromete en este tema; el
que signifique. “Cobardía” es retirarse ante el peligro, y
suicidio es justificable o no, de acuerdo con las
no faltar al deber. El escritor que se permite tanta libertad
circunstancias; cada caso debe ser considerado en su
en el uso de las palabras como le autoriza el lexicógrafo y
contexto, y el que tenga informes sobre el acto es el único
el consentimiento popular es un mal escritor. No es capaz
juez. Ante su decisión, tomada bajo cualquier luz que por
de causar impresión sobre su lector, y serviría mejor en el
casualidad pueda tener, todas las mentes honestas se
mostrador de una mercería.
inclinarán. El apelante no cuenta con tribunal al que
La ética del suicidio no es un asunto simple; no se
apelar. En ninguna parte existe una jurisdicción tan
pueden establecer leyes de aplicación universal, sin
extensa como para abrazar el derecho de condenar al
embargo cada caso ha de ser juzgado, en caso de ser
desdichado a la vida. El
suicidio
valiente.
Lo
es
juzgado, con un conocimiento siempre
llamamos
completo
de
todas
las
valor
circunstancias, incluyendo el
únicamente en el caso de un
carácter mental y moral de la
soldado que se enfrenta a la
persona que toma su propia vida
muerte —digamos que conduce
—una
una esperanza sin amparo—
para juicio. La época, la raza y
aunque
una
la religión de uno tienen mucho
oportunidad para vivir y de una
que ver en este tema. Algunos
certeza de “gloria”. Sin embargo
pueblos, como los antiguos
el suicida hace más que dar la
romanos
cara a la muerte; él incurre en
japoneses, han considerado el
ella, y con una certeza, no de
suicidio honorable y obligatorio
gloria, sino de reproche. Si eso
en ciertas circunstancias; entre
no es valor, debemos reformar
nosotros se desaprueba. Un
disponga
de
nuestro vocabulario.
y
los
imposible
modernos
hombre sensato no dedicará Ambrose Bierce por J. H. E. Partington
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calificación
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Revista Esperpento demasiada atención a consideraciones de esta clase, excepto en tanto que afecten a otros, pues al juzgar
Incontexto:
delincuentes débiles han de ser tenidas en cuenta. Hablando de modo general, yo diría que en nuestra época y país las personas aquí apuntadas (y algunas otras) están justificadas al quitarse de en medio, y que en algunas es un deber:
El que sufre de una enfermedad dolorosa o repugnante e incurable. El que es una pesada carga para sus amigos, sin esperanza de alivio. El amenazado por demencia permanente. El adicto a la embriaguez o a otro hábito asimismo destructivo u ofensivo, del que no se puede rehabilitar. Aquel sin amigos, propiedad, empleo o esperanza. El que se ha deshonrado.
¿Por qué honramos al soldado valiente, al marinero valiente, o al bombero valiente? ¿Por obediencia al deber? En absoluto; eso solo —sin el riesgo— rara vez logra notoriedad, nunca inspira entusiasmo. Es porque se enfrentó sin retroceder ante el peligro de ese desastre supremo, o lo que sentimos que es tal —la muerte. Pero fíjate: el soldado desafía el peligro de muerte; ¡el suicida desafía la muerte misma! El jefe de la empresa desesperada puede que no resulte herido. El marinero que voluntariamente se hunde con su barco puede ser rescatado o arrojado a la orilla. No es seguro que la pared se venga abajo hasta que el bombero haya descendido con su preciosa carga. Sin embargo el suicida —suyo es el enemigo que nunca le ha entendido, suyo el mar que no devuelve nada; la pared por la que asciende no soporta el peso de un hombre. Y suya, al
En 1913 se perdía para siempre en la accidentada historia mexicana Ambrose Bierce, el “amargo”, autor del misantrópico Diccionario del Diablo, un vivo y áspero retrato de la humanidad precedente y futura, y de un centenar de relatos en los que se conjugan las escenas de la guerra civil americana, en la que había tenido la terrible fortuna de participar, con el misterio en un estilo mordaz e irónico incomparable en toda la historia de la literatura mundial. Pero, ¿por qué este anciano decide huir a la frontera con México y unirse a una lucha que a todas luces no le concierne? Aparentemente, no había razones... Exactamente, no había razones. Las razones se habían agotado para un viejo de 71 años que recogía sus pasos a través de los campos de guerra de juventud y que, finalmente, precipitó su fuga en la ansiosa búsqueda de la muerte más allá de la frontera, en el convulsionado sur. Lo “más digno”, había escrito, comparado con una vejez en el retiro y una muerte del tipo de quien-ha-vivido-como-ha-tenido-quevivir. No en vano en su singular Diccionario definía viejo como un «Estado de uso que no se contradice con una incapacidad general, v.gr. “hombre viejo”. Desacreditado por el paso del tiempo y ofensivo para el gusto popular, v.gr. “libro viejo”». Entonces, si las razones se acaban, si los seres que amamos han desaparecido irremediablemente de nuestra vida, si ser viejo es la incapacidad absoluta, si es más digno encontrar la muerte en el lejano sur, entonces no queda más remedio que empacar y, de la forma más quijotesca posible, acudir a otro mundo necesariamente en llamas. No porque allí haya otras y mejores razones ni porque allí exista lo que algunas personas llaman la redención; la huida no es un tipo de heroísmo venido a menos. El sur representaba, sencillamente, la libertad, la rebeldía, la juventud; quizá, hasta la eternidad. Una sola cosa era segura, el sur representaba la muerte, el inevitable viaje por el valle de las sombras. Pero ya no se trataba de evitarlo, de evadirlo, de burlarlo. Era justamente el momento de cabalgar tranquilamente por el camino polvoriento del desierto y encontrarse de cara con la pálida de tal suerte que no lo tomara ya por sorpresa, sino que acudiera diligente a su llamado... Era el tiempo de morir.
final de todo, es la tumba deshonrada donde el asno salvaje de la opinión pública pisotea su cabeza aunque A. A. Vidal.
no pueda romper su sueño. Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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EL OPIO. Por Alfred Jarry Traducción Manuel Álvarez Ortega Imágenes Odilon Redon
Sorbiendo con mis labios ardientes de fiebre el biberón
gateaban unas redes venosas. Y el agua se congelaba
espeso en donde duerme el olvido, mis manos de cadáver
sobre los helados muertos como un denso barniz de donde
se crisparon sobre la butaca embobada, y mis ojos, gafas
emergían los cabellos como algas de estanque; el agua se
del augurio, desorbitados echaron a volar hacia el blanco
congelaba sobre las infinitas losas y resbalaba sobre las
cielo, en donde las cabalgantes valquirias dan vueltas
paredes transparentes formando escaparates. Y aunque
entre las espirales sonoras de
estaba
las chotacabras.
siempre corría.
Mi
cuerpo
astral,
Mi
congelada,
cuerpo
siempre,
astral
se
golpeando con el tacón mi
apresuraba tras ella con sus
cuerpo terrestre, se fue de
pies de silencio. Pero ella
peregrino, dejando en mis
corría sin cesar, subiendo o
nervios un temblor de guitarra.
bajando, sin preocuparse de
Entonces entré en una
las leyes de la gravedad,
inmensa morgue en donde los
amontonándose
muertos dormían con posturas
masas. Vi un lugar en donde,
extrañas: los brazos cruzados,
unas sobre otras, las olas
la pantorrilla derecha en el
subían
talón izquierdo, la cabeza
después
doblada sobre el pecho. Unos
escaleras glaucas. Yo subía los
obreros —¿sé yo si estaban
escalones dando codazos a una
también
ingente multitud, una multitud
muertos?—
muy
y
grandes
se
desplomaban
en
dislocadas
activos, admirablemente, los
alegre
lavaban. Sus gruesas esponjas
amotinada, sin resbalar, como
eran
si el hielo llevara lágrimas
14
cerebros
por
donde Número 2 Noviembre-Febrero 2012
o
en
una
multitud
Revista Esperpento verdes por la escalera vertical que los abrazaba como
en la oreja, al preguntarme qué deseaba, a la aventura
escala. Arriba se aplanaba el agua perpetuamente
respondí: «Vengo por el muerto número 4».
profunda donde unas nutrias silenciosas y unas ratas de
«—¿Tiene la prueba de que usted lo mató? ¿No tiene
agua hacía girar las hélices de sus colas. Volví a
papeles? ¿Ni el cuchillo sellado? No importa, me fío de su
descender, disgustado de que la multitud me impidiese
honrado aspecto; en la sexta ventanilla; tome el dinero
verlas; volví a descender para abrazar a los grados de
que llevaba encima».
hielo. Semejante frío penetró hasta el fondo de mis
Y, metido en el casillero un papel azul, tintineando el
huesos. Tanto que los muertos, a mis pies, abajo de los
bolsillo del chaleco, subí a uno de los autobuses del país
escalones, me parecieron cálidos, como si estuviesen
del opio,
vivos, a pesar de sus pestañas pegadas, de sus labios
que desapareció bajo mí ante una enorme jaula con los
babeantes y de sus narices de caracoles cerradas; a pesar
barrotes como una avenida bordeada de pinos. Allí una
de que por el lejano horizonte mi cuerpo me pareciera que
gran águila volaba y bendecía a su vez, mientras extendía
tiritaba y, sin poder calentarlas, estrechaba en sus brazos
a los vientos que no soplaban sus alas infinitas y excavaba en las inmundicias del fondo de su jaula unos surcos con sus plumas iguales a navajas de afeitar. También hacía
“El papa marcaba el compás, mientras rugían los cobres y se suavizaban las cuerdas para dar entrada a los arcos de los desmesurados contrabajos. Y el himno infernal comenzó...”
virar incesantemente sus ojos de nuez de coco en relieve, semejante a los de los camaleones. Jamás vi su alcándara, estaba tan hundida en las plumas de su vientre que parecía hallarse encaramada sobre sus alas como sobre unas muletas. Mi vista, al descender de su jaula de palomar, iluminó con un rayo, en un nicho inferior, a un reno que brincaba de manera irrisoria y trataba de aferrarse a una percha por
sus costillas de estalactitas. Cuando hube descendido, la
medio de sus cuatro cascos hendidos. Sus astas como
escalera de peldaños de lente me cegó con su resplandor
penachos amarillos se elevaban lo mismo que el moño de
amarillo.
una cacatúa, y de su percha, atado por el cuello, pendía un
Un empleado muy fino que lavaba a los muertos me
borracho encargado de explicar al público el uso del
dijo: «No se queje, hace ya cien años que no existimos;
animal y sus propiedades. A intervalos regulares,
siga por el corredor de frente, contando los años. Treinta
pidiendo de beber, caía al suelo y roncaba con los ojos
años más allá encontrará una morgue en donde los poetas
abiertos, despreocupado de sus pupilas, de sus pies
roncan, en donde los teléfonos hablan a los muertos, en
hendidos y de sus cuernos afilados.
donde tras unas ventanillas especiales se reconocen a los asesinos».
Yo, indiferente a este espectáculo banal, apenas miré los setos que bordeaban el camino y sus fructíferos
Treinta años más allá, haciendo girar, haciendo girar el pasamano de cobre, entré en una sala —semejante a una oficina de telégrafos— en donde un hombre, con la pluma
troncos musgosos cargados de simétricas lechuzas, negras con ribetes blancos. Además, yo tenía en las manos —¿desde cuándo?— un libro —escrito por mí, estoy seguro, pero ¿cuándo y
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15
Revista Esperpento cómo?, no tengo idea— en donde estaba previsto y
aumentar sin cesar la arquitectura titánica.
relatado en letra gótica azul celeste todo lo que yo debía ver y todo lo que debía pensar a continuación. Las letras
¡Presta tu oído a los escándalos infernales!
eran rostros. Luego me encontré bajo las bóvedas de las catedrales
Este grito ¿lo he emitido yo? Siempre que se elabora
declamando sortilegios báquicos, pero los augustos
una acusación a toda orquesta soy yo el condenado, y
cardenales me reprocharon tal inconveniencia. Y para
antes de que me aprese la innumerable orquesta se me
confundirme más, he aquí que de pronto obispos y
eructa la sentencia. Los arcos apuntaban hacía mí y los
cardenales, diáconos y subdiáconos formaron una
trombones rugían contra mi tímpano:
orquesta.
El
papa
marcaba
el
compás,
mientras
rugían
¡Abre tus auditivos
los
canales!
cobres y se suavizaban las
cuerdas
para
dar
Y
como
estaba
entrada a los arcos de los
soldado a la balaustrada
desmesurados
del
contrabajos. Y el himno
apresarme. Mis guantes,
infernal comenzó:
mi sombrero y mi bastón,
coro,
vinieron
a
¿dónde están? ¿Y mi ¡Pueblo, oye mi vocal
abrigo? Bueno, he aquí
angélica!
en
¡Abre tus auditivos
tierra
terrestre.
canales!
mi
cuerpo
Una
manga,
después la otra, y heme aquí vestido. Ya no estoy
Las
paredes
se
helado. A voluntad, los
separaron, las bóvedas se
pies uno delante del otro
elevaron
como
se colocan. Heme aquí de
cuyo
interior
contemplara, columnas
globos
y
se
regreso
las
primordial,
crecieron
cosas
a
mi
butaca
todas están
las en
veloces para sostener el
condiciones, salvo la pipa
espacio
de opio que acabo de
que
hacía
cargar.
16
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Revista Esperpento
OTRO RETRATO DE JESÚS. Por Reverendo Rábano Imagen Cortesía Altísima Diócesis de „Patafísica
Como
escribiera
Alfred
Jarry,
preciados dones! Es que ustedes
dejemos de una vez de mirarnos el
imagínense
poder
convertir
unos
ombligo. No nos hagamos los de la
cuantos baldes de agua en preciado
vista gorda frente a los grandes mitos
vino chileno o francés. Dios, en su
de la humanidad. Es que decir que
infinita y eterna sabiduría, supo dotar
Jesús de Nazareth ha sido el hombre
a su hijo de los dones necesarios para
más santo del mundo es casi como
pasar el rato de la mejor manera, para
decir que yo, ambivalente y bipolar,
disfrutar del extenuante viaje camino
soy el hombre más querido sobre la faz
al Calvario que le esperaría años
del planeta Tierra.
después. Dios, repito, supo concederle
Hace falta darle una hojeada a las
a su hijo los medios para que se
crónicas bíblicas de los hechos y
agasajara en innumerables orgías, para
dichos de nuestro señor Jesucristo para darse cuenta que no era precisamente
Verdadero retrato del Reverendo Rábano.
que se parrandeara la vida que tantos dolores habría de traerle en su debido
un hombre tan diferente de nosotros —comía como
momento. Precepto que nuestros ídolos no han dejado de
nosotros, sentía frío como nosotros y, como nosotros, se
practicar; claro está, ellos no cuentan con los tan
acurrucaba para defecar—, ni mucho menos un mojigato.
apreciados dones de la conversión, pero sí cuentan con el
Antes bien, no se preocupaba demasiado por esconder sus
don privilegiado de la sociedad moderna: una billetera
aficiones a la bebida y a las mujeres de la vida alegre, lo
gorda y redundante.
que hace de él el verdadero predecesor de la famosa frase:
Pero el discreto encanto y las privilegiadas enseñanzas
“Vive rápido, muere joven y deja un cadáver...”, la
de nuestro señor no terminan allí en sus dones etílicos.
directriz absoluta de la vida excesiva de las estrellas de la
Las otras inician, justamente, del lado de la piel femenina.
farándula de hoy.
Los diversos cronistas de la época no saben decir con
Fijémonos no más en el envidiable acto de la
justeza —los cronistas oficiales, por supuesto— por qué
conversión del agua en vino... ¡Quién no quisiera tan
Jesús solía preferir la compañía femenina a la de sus fieles
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Revista Esperpento apóstoles, especialmente la de María Magdalena. Como
Oriente—: barba crecida, cabello largo y ensortijado, ropa
sabemos por las historias bíblicas, la Magdalena era una
holgada y sencilla, sandalias de corte humilde; y un único
mujer que se entregaba por dinero; una puta, en sentido
mensaje: amor... —¡Vaya uno a saber por qué
estricto. ¿Y por qué un hombre dedicado a difundir la
coincidencias de la vida hacia finales de los sesentas hubo
palabra de su padre, un santo encargado de acercar el
una eclosión del prototipo! ¡Tanto Jesucristo suelto y tan
reino de los cielos a los hombres que le rodeaban, un dios
pocas cruces para sacrificarlos por nuestros pecados! Y,
hecho hombre, prefería pasar su tiempo con una
créanme, no pocos quisieran haber crucificado a más de
ignominiosa puta?... ¿Debemos responder? Es obvio, el
uno, aunque fuera de sus propias barbas. Porque después
reino de los cielos se encuentra en medio de las piernas de
de todo, la corrosiva envidia fue la que lo condenó desde
una mujer, especialmente si ésta es maestra y experta en
un principio, como condena a otros en la actualidad.
la materia. Jesús no era ningún ingenuo, como no lo son
Como sus dones no eran para todos, pues había que
los atormentados consentidos de los medios. Jesús, digno representante de Dios en la Tierra, debía conocer seguramente las correrías de sus homólogos griegos, la caza de las mujeres en flor a través de la hierba, las conveniencias del disfraz de lluvia o animal. Mucho más pragmático, prefirió encontrar en las mujeres deshonrosas lo que buscaba, antes que cambiar de forma corporal y hacer más milagros en beneficio de su fervorosa leyenda: las necesidades y los excesos no se
“... había que castigarlo por nuestro pecado imperdonable de no poder ser como él, de no poder ser unos libertinos absolutos en una sociedad condenada a la frustración y al conformismo”.
avienen con estratagemas vulgares salidas de tono, justo drama del hombre común. De la misma manera, nuestros
castigarlo por nuestro pecado imperdonable de no poder
adorados protagonistas de la vida social y nocturna no se
ser como él, de no poder ser unos libertinos absolutos en
complacen solamente en la vulgaridad de la mujer que se
una sociedad condenada a la normatividad y a la
entrega por dinero; sus capacidades exceden en mucho
legalidad, a la frustración y al conformismo. Había que
—justamente una evolución— a las de su querido
castigarlo por no contentarse con ser un hombre común y
patriarca: cualquier mujer estará dispuesta a ellos, sin
corriente, un carpintero como cualquier otro condenado a
importar su origen u ocupación.
una vida carente de emociones grandes u honrosas; como
Jesús era el libertino por naturaleza, ciertamente. No
se dice, un humano entre humanos. No, él tenía que ser el
rendía cuentas a mujer alguna, por lo que los disfraces y
Dios hecho carne, el elegido, el ungido, un Dios entre
las falsas identidades le eran innecesarias; andaba al día,
mortales. Después de todo, no se desafía al vulgo así
multiplicaba panes y peces cuando se le antojaba comer
nomás sin esperar represalias en algún momento, véase
panes y peces —y compartirlos, por supuesto; tenía una
como ejemplo edificante lo sucedido a Sócrates.
quizá demasiado obvia inclinación por el descuido de su
Y correrán los siglos y las personas, y los condenados
apariencia personal —así nos lo pinten como un ario
por nuestra incapacidad y vergüenza seguirán pendiendo
venido a menos en las tierras ardientes del Medio
de la cruz, desangrándose en el espectáculo público.
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Revista Esperpento
NĂşmero 2 ď‚Ľ Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento
El horror sobrenatural en la literatura*. Por Howard Phillips Lovecraft Imágenes H. R. Giger
I
optimismo. No obstante, pese al rechazo o a la indiferencia, los cuentos fantásticos sobrevivieron, se
El miedo es una de las emociones más antiguas y
desarrollaron y alcanzaron su plenitud, al amparo de su
poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y
origen en un principio básico tan profundo como
poderoso es el temor a lo desconocido. Muy pocos
elemental, cuyo hechizo (aunque no siempre universal) es
psicólogos lo niegan y el hecho de admitir esa realidad
irresistible para los espíritus verdaderamente sensibles.
confirma para siempre a los cuentos sobrenaturales como
El alcance de lo espectral y lo macabro es por lo
una de las formas genuinas y dignas de la literatura.
general bastante limitado, pues exige por parte del lector
Contra ellos se disparan todos los dardos de un sofisticado
cierto grado de imaginación y una considerable capacidad
materialismo, que con tanta frecuencia se aferra a las
de evasión de la vida cotidiana. Y son relativamente
emociones de la experiencia, a los sucesos exteriores y a
pocos los seres humanos que pueden liberarse lo
un idealismo tan ingenuo como insípido que se opone a
suficiente de las cadenas de la rutina diaria como para
las motivaciones estéticas, abogando por una literatura
corresponder a las intimaciones del más allá. Las
puramente didáctica, capaz de ilustrar al lector y
narraciones
"elevarlo"
acontecimientos comunes o con las deformaciones
hacia
un
nivel
adecuado
de
afectado
que
trafican
con
los
sentimientos
y
sentimentales y triviales de tales hechos, siempre Texto tomado de El horror sobrenatural en la literatura.
20
ocuparán el primer puesto en el gusto de la mayoría: esto
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Revista Esperpento tal vez sea lo justo pues esas circunstancias cotidianas
limitada. Lo desconocido, al igual que lo impredecible, se
conforman casi la totalidad de la experiencia humana.
convirtió para nuestros primitivos antecesores en una
Sin embargo, no cabe duda de que los seres sensibles
fuente ominosa y omnipotente de castigos y de favores
siempre estarán entre nosotros, y a veces una curiosa
que se dispensaban a la humanidad por motivos tan
estela de inquietud puede invadir el recóndito rincón de la
inescrutables como absolutamente extraterrenales, y
mente más firme, de modo tal que ningún racionalismo o
pertenecientes a unas esferas de cuya existencia nada se
análisis freudiano puede borrar por completo el
sabía y en la que los humanos no tenían parte alguna.
estremecimiento causado por un susurro en el rincón de la
Del mismo modo, el fenómeno de los sueños
chimenea o la soledad en un
contribuyó
bosque sombrío. Y aquí nos
noción de un mundo irreal y
encontramos con un modelo
espiritual,
psicológico o tradicional tan
todas las condiciones de la
genuino
vida salvaje en la alborada de
y
tan
a
y,
elaborar
en
general,
profundamente enraizado en
la
la experiencia mental como
hacia el sentimiento de lo
puedan serlo otros modelos
sobrenatural de una manera
o
tan
tradiciones
humanidad;
de
un
la
elemento
humanidad
la
poderosa,
podemos considerar
religiosos
profundamente
íntimamente
que
asombrarnos
paralelo a los sentimientos e
condujeron
no al cuan
la
especie
vinculado con muchos de
humana esta saturada del
sus aspectos, participando en
antiguo
tal medida de nuestro legado
religiosidad y superstición. Y
biológico que difícilmente
bajo
pierda
su
estrictamente científico esta
influencia
en
poderosa una
minoritaria, importante,
parte aunque
de
un
legado
punto
saturación Landscape 001
nuestra
comprenderla
de
de
vista
debemos como
un
elemento permanente en lo
especie.
que respecta al subconsciente y a los instintos más
Los primeros instintos y emociones del ser humano
profundos del ser humano; pues aunque la esfera de lo
forjaron su respuesta al ámbito en que se hallaba sumiso.
desconocido ha ido reduciéndose a través de los milenios,
Los sentimientos definidos basados en el placer y el dolor
un abismo insondable de misterio sigue envolviendo al
nacían en torno a los fenómenos comprensibles, mientras
cosmos, mientras que un vasto residuo de asociaciones
que alrededor de los fenómenos incomprensibles se tejían
tenebrosas y titánicas continúa aferrándose a todos los
las personificaciones, las interpretaciones maravillosas,
elementos y procesos que antaño eran completamente
las sensaciones de miedo y terror tan naturales en una raza
incomprensibles. Ahora, por supuesto, esos fenómenos
cuyos conceptos eran elementales y su experiencia
pueden explicarse perfectamente. Pero más allá de todo
Número 2 Noviembre-Febrero 2012
21
Revista Esperpento esto, existe una fijación fisiológica de los primitivos
Roland; a Henry James y su Otra vuelta de tuerca; al
sustentos en nuestro tejido nervioso, que puede
médico y escritor norteamericano Oliver Wendell
sensibilizarlos
mente
Holmes, con su inteligente novela Elsie Venner; a Francis
consciente se libere de todas las fuentes de lo maravilloso.
Marion Crawford (La litera superior) y tantos otros
Las angustias y el peligro de muerte se graban con
ejemplos, como el caso de la asistente social Charlotte
mayor fuerza en nuestros recuerdos que los momentos
Perkins Gilman y su relato The Yellow Wall Paper (El
placenteros; del mismo modo los aspectos tenebrosos y
empapelado amarillo) mientras el humorista W. W.
maléficos del misterio cósmico ejercen una fascinación
Jacobs escribía su melodramático cuento titulado La pata
más poderosa sobre nuestros sentimientos que los
de mono.
oscuramente
aun
cuando
la
aspectos beneficiosos. Estos últimos han sido acogidos y
Pero no hay que confundir este tipo de literatura de
formalizados por los rituales religiosos convencionales,
terror con otra especie que aunque superficialmente
mientras que los primeros han alimentado al folklore
similar, es bien distinta desde el punto de vista
popular. Esta fascinación se agudiza asimismo por el
psicológico: me refiero a la literatura macabra con efectos
hecho de que la incertidumbre y el peligro unidos a cualquier vislumbre de lo desconocido, conforman un universo de amenazas espirituales de índole maléfica. Y si a esa sensación de temor numinoso se le agrega la irresistible atracción por lo maravilloso, entonces nace un complejo sistema de agudas emociones y de excitación imaginativa cuya vitalidad, ha de perdurar tanto como la propia raza humana. Los niños siempre sentirán miedo a
“... la maligna violación o derrota de las leyes inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra única salvaguardia contra la invasión del caos...”
la oscuridad, y el adulto, a merced de los impulsos hereditarios, siempre se estremece al pensar en los
de horror físico. Esos escritos, al igual que las fantasías
mundos insondables preñados de vida extraña, que
ligeras y humorísticas en donde el malicioso guiño del
habitan loa espacios interplanetarios, o en las dimensiones
autor intenta escamotear el auténtico sentido de los
impías que rodean a nuestra tierra vislumbradas sólo en
elementos sobrenaturales, no pertenecen a la literatura del
momentos de locura.
terror cósmico en su más puro sentido. Los genuinos
A partir de tales conceptos, no cabe asombrarse de la
cuentos fantásticos incluyen algo más que un misterioso
existencia de una literatura relacionada al terror cósmico.
asesinato, unos huesos ensangrentados o unos espectros
Siempre existió y siempre existirá, y no hay mejor prueba
agitando sus cadenas según las viejas normas. Debe
de su tenacidad como el impulso que mueve a ciertos
respirarse en ellos una definida atmósfera de ansiedad e
escritores a extraviarse de los caminos trillados para
inexplicable temor ante lo ignoto y el más allá; ha de
probar su ingenio en textos aislados, como si desearan
insinuarse la presencia de fuerzas desconocidas, y sugerir,
alejar de sus rosales sombras fantasmagóricas que de otra
con pinceladas concretas, ese concepto abrumador para la
manera seguirían acosándoles. Y así tenemos a Charles
mente humana: la maligna violación o derrota de las leyes
Dickens imaginando varios relatos sobrenaturales; a
inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra
Robert Browning escribiendo su horrible poema Childe
única salvaguardia contra la invasión del caos y los demonios de los abismos exteriores.
22
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Revista Esperpento Por supuesto no todos los cuentos fantásticos se
una actitud de aprensión frente al avance insidioso del
ajustan a un determinado modelo teórico. La mente
espanto, como si se estuviese escuchando el batir de unas
creativa es despareja y la mejor de las estructuras tiene su
alas tenebrosas o el movimiento de criaturas informes en
punto ciego. Además, buena parte de ellos son el
el límite más remoto del universo conocido. Y
resultado de ciertos efectos memorables que surgen del
naturalmente, cuanto mejor se logre evocar esa atmósfera
subconsciente o han sido elaborados a partir de las más
a lo largo de todo el cuento, tanto mejor será su efecto
variadas fuentes. La atmósfera es siempre el elemento
artístico en ese tipo de literatura.
más importante, por cuanto el criterio final de la autenticidad de un texto no reside en su argumento, sino
II
en la creación de un estado de ánimo determinado. Por lo
Los orígenes del cuento de terror
general, un cuento macabro que trata de enseñar o fomentar un efecto de tipo social, o un relato cuyos
Al
ser
una
forma
literaria
tan
íntimamente
horrores se pueden explicar por medios naturales, no es
relacionadas a las emociones primitivas, el evento de
un auténtico cuento de espanto cósmico. No obstante, hay
terror es tan antiguo como el pensamiento y el habla
que admitir que tales relatos poseen, en algunos pasajes,
humanos.
matices ambientales que responden a las condiciones que ya hemos mencionado.
El horror cósmico figura preponderantemente en el antiguo folklore de todas las razas y cristalizó en las
Podemos juzgar un cuento fantástico, entonces, no a
baladas, crónicas y escrituras sagradas. Era, sin duda, un
través de las intenciones del
rasgo primordial de los rituales
autor o a la pura mecánica del
mágicos, con sus invocaciones
relato, sino a través del nivel
de demonios y espectros, y que
emocional que es capaz de
alcanzaron su mayor desarrollo
suscitar por medio de sus más
en Egipto y entre los pueblos
pequeñas
semíticos.
sugerencias
Fragmentos
tales
sobrenaturales. Si es capaz de
como el Libro de Enoch y el
enervar
sensaciones
Claviculae de Salomón ilustran
adecuadas, su "efecto" lo hace
claramente la pujanza de los
merecedor de los atributos de
elementos sobrenaturales en las
la literatura fantástica, sin
mentes del Oriente antiguo, y
importar
medios
sobre esas ideas se asentaban
único
unas tradiciones cuyos ecos se
lo
han extendido hasta nuestros
las
los
utilizados. comprobante auténticamente
El de
días.
sobrenatural
Esos
temores
es el siguiente: saber si suscita
trascendentales
se
o no en el lector un profundo
asimismo
la
sentimiento de inquietud al
clásica de Occidente, y se
contacto con lo desconocido,
acentuaba mucho más aún en la
en
reflejan literatura
Necronomicon 004
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23
Revista Esperpento tradición de las baladas legendarias paralela a la corriente
de un riquísimo acervo de leyendas mágicas, y además
clásica, pero que desapareció por falta de testimonios
dio impulso a la demencial persecución de las hechiceras
escritos. La Edad Media, sumida en fantásticas tinieblas,
cuyo resultado en Norteamérica fue el famoso caso de las
dio
representaciones
brujas de Salem. Similar en su esencia y tal vez vinculado
trascendentales, y tanto en Oriente como en Occidente se
directamente con dicho culto, era la siniestra cofradía de
trató de preservar y ampliar el sombrío legado extraído
los adoradores de Satanás, teología invertida que originó
tanto del folklore como de la magia y los textos
los horrores de las afamadas "Misas negras"; en un sesgo
cabalísticos, que había llegado hasta ellos. Las brujas, los
de la misma tendencia podemos incluir a las actividades
hombres-lobos,
criaturas
de quienes perseguían unos objetivos más o menos
tremebundas, estaban en labios de las ancianas y también
científicos y filosóficos, tales como los astrólogos,
de los poetas populares, y era muy corto el paso que
cabalistas y alquimistas del tipo de Alberto Magno o
faltaba dar para rebasar los límites que separaban a los
Raimundo Lulio, que abundaban en aquellos tiempos. El
un
gran
impulso
los
a
las
vampiros
y
otras
relatos orales de la composición literaria. En Oriente, los cuentos sobrenaturales tendían a un virtuosismo pleno de
“De ese fértil terreno se nutrieron los temas y los personajes de las leyendas y mitos tenebrosos que perduraron en la literatura fantástica hasta nuestros días...”
matices que casi los transmutaba en la más pura fantasía. En cambio, en Occidente, entre los místicos teutones que habían llegado desde sus tenebrosas selvas boreales y los celtas con sus extraños rituales druídicos, las leyendas sobrenaturales asumían una intensidad ominosa y se rodeaban de una atmósfera de convincente gravedad que duplicaba la potencia de unos horrores a medio explicar y
predominio y arraigo de lo terrorífico en la Europa
apenas insinuados. Gran parte del trasfondo del folklore occidental y de
medieval, intensificado por la desesperación causada por
los cantos sobrenaturales provenía incuestionablemente de
los azotes de la peste, puede ejemplificarse con claridad a
las leyendas acerca de los cultos antiquísimos y terribles,
través de las grotescas esculturas introducidas en la
cuyos adoradores -procedentes de las épocas pre-Aria y
mayoría de las obras religiosas del último período del
pre-agrícola,
de
gótico; las demoníacas gárgolas de la iglesia de Nôtre
mongoloides invadió Europa con sus rebaños- practicaban
Dame en París y del Mont Saint Michel figuran entre los
los ritos de fecundidad. Este culto secreto, transmitido de
ejemplos más famosos1. Y a lo largo de toda esa época, es
generación en generación durante milenios, pese a la
importante recordar que tanto la gente ilustrada como el
dominación de las religiones druídica, grecorromana y
populacho creían firmemente en todas las manifestaciones
cristiana, estaba marcado por el salvaje "aquelarre de
sobrenaturales, desde las más dulces doctrinas del
brujas" que tenía lugar en los bosques y las colinas
cristianismo hasta las mayores monstruosidades de la
remotas durante la noche de Walpurgis y también durante
hechicería y la magia negra. Ello explica, en parte, el
la noche de Todos los Santos, que constituyen las
surgimiento y la casi universal fama de los magos y
cuando
una
raza
colonizadora
temporadas tradicionales para la reproducción de las cabras y las ovejas. Este culto se convirtió en el manantial
24
1
Un estudio fundamental para esa manifestación del arte europeo es el libro de J. Baltrusaitis La edad media fantástica.
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Revista Esperpento alquimistas del Renacimiento: Nostradamus, Trithemius,
de lo sobrenatural en los escritos de la antigüedad. Es
el doctor John Dee, Robert Fludd y otros.
bastante curioso, sin embargo, que la mayoría de los
De ese fértil terreno se nutrieron los temas y los
ejemplos de la literatura clásica estén en prosa, tales como
personajes de las leyendas y mitos tenebrosos que
el caso del hombre lobo relatado por Petronio, las pasajes
perduraron en la literatura fantástica hasta nuestros días,
aterradores en Apuleyo, la breve pero famosa carta de
disfrazados o alterados por la sofisticación moderna.
Plinio a Sara, y la extraña compilación titulada De los
Muchos de ellos provienen de las fuentes orales más
hechos maravillosos del griego Flegon, escrita durante la
primitivas y forman parte del legado permanente de la
época del emperador Adriano. En Flegon encontramos
humanidad. El espectro que
por vez primera el cuento de la
aparece
la
novia fantasma, Philinnon y
inhumación de sus restos, el
Machates, más tarde relatado
amante duende que regresa
por Proclo y que en la época
para llevarse a su enamorada,
moderna inspiraría a Goethe su
el espíritu de la muerte o
balada La novia de Corinto y a
psicopompo que cabalga en el
Washington Irving el relato
viento nocturno, el hombre
Aventura de un estudiante
lobo, la habitación sellada, el
alemán. Pero en la época en
brujo inmortal, todos ellos
que los antiguos mitos nórdicos
figuran en esa galería tan
asumen una forma literaria y
curiosa de la ciencia medieval
cuando mas tarde los temas
que
sobrenaturales surgen en ella,
supo
para
Sabine
exigir
Baring-Gould
compilar
tan
los hallamos principalmente en
2
eficazmente en su obra .
su poesía, del mismo modo que
En todos los lugares en
gran parte de la literatura
donde predominaba la mística
imaginativa del Medioevo y el
sangre nórdica, la atmósfera
Renacimiento.
de los cuentos populares es más intensa, mientras que en las razas latinas encontramos
Los Eddas y las Sagas Poltergeist II: The Great Beast 13
escandinavas horror
retumban
cósmico
y
de nos
un matiz de racionalidad que le quita a sus supersticiones
estremecen con el espanto de Ymir y sus monstruosos
-aun a las más extrañas- mucho del encanto tan
engendros; mientras que el Beowulf anglosajón y el
característico de las leyendas nacidas en los bosques y los
germánico Nibelungo nos entregan variedad de brujerías y
hielos del Norte.
terrores nocturnos. Dante es uno de los primeros poetas
La poesía es siempre la primera expresión literaria de
que captura en versos clásicos la atmósfera macabra y en
los pueblos, y es en ella donde encontraremos la irrupción
las estrofas de Spencer hay más de una pincelada de horror fantástico en la descripción de los paisajes y los
2
Curious Myths of the Middle ages. Véase también del mismo autor The Book of Were-Wolves (1865).
personajes. En prosa nos encontramos con La muerte de
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25
Revista Esperpento Arturo de Thomas Malory, en la cual hay muchas escenas
mujer que visita a una amiga, y utilizado como publicidad
extraídas de las antiguas baladas, tales como el robo de la
para poder vender una barata y aburrida disquisición
espada del cadáver por parte de Sir Lancelot en la Capilla
teológica sobre la muerte.
Peligrosa, el espectro de Sir Gawain y el demonio de la
Por esa época, la sociedad culta iba perdiendo la fe en
tumba vislumbrado por Sir Galahad; mientras que otros
lo sobrenatural, inclinándose por el racionalismo, pero ya
elementos literarios más toscos se popularizaban en libros
a comienzos del siglo XVIII se insinuaba un renacer de
baratos y sensacionalistas vendidos por los buhoneros y
los
devorados por el vulgo. En los dramas isabelinos, como el
traducción de algunos relatos orientales bajo el reinado de
Doctor Fausto de Marlowe, en las brujas de Macbeth, en
Ana y continuando con la poesía, en expresiones que
el fantasma de Hamlet y en las macabras obras de John
cobraban nuevos matices de extrañeza, de maravilla y
Webster,
fuerte
estremecimiento. Despertaba la era romántica, con su
influencia de lo demoníaco en la mente del pueblo; una
exaltación de la naturaleza, la irradiación de los
influencia agudizada por el genuino temor a la magia
esplendores del pasado, de los paisajes extraños, las
negra engendrado por la superstición y el fanatismo
gestas temerarias y los prodigios increíbles. Y finalmente,
religioso, cuyos terrores asolaron el continente y
tras la tímida aparición de algunas escenas fantásticas en
comenzaron a resonar en los oídos ingleses a medida que
las novelas de la época, como por ejemplo Adventures of
iba progresando la cacería de brujas bajo el reinado de
Ferdinand, Count Fathom de Tobías Smollett, el instinto
Jaime I. A la prosa mística del pasado se fue agregando
de lo maravilloso cristalizó en el surgimiento de una
una larga serie de tratados de hechicería que mucho
nueva moda literaria: novela "Gótica", plena de horror y
hicieron por exaltar la imaginación de los lectores.
fantasía, cuya progenie habría de ser numerosa y, en
podemos
observar
claramente
la
sentimientos
románticos,
comenzando
con
la
A lo largo de los siglos XVII y XVIII nos encontramos
muchos casos, resplandeciente de mérito artístico. No deja
ante una gran cantidad de leyendas y baladas tan fugaces
de ser francamente asombroso, cuando se medita en ello,
como tenebrosas que, sin embargo, no alcanzan a
que
incorporarse a la corriente de la literatura culta. Los
establecida y reconocida, tardara tanto en nacer y
folletos vendidos por los buhoneros en las aldeas, con
afincarse definitivamente. Los sentimientos que forman
relatos macabros y sobrenaturales, iban multiplicándose y
su esencia son tan viejos como el hombre, pero es un
alimentando el ávido interés del público por obras tales
hecho que los típicos relatos sobrenaturales son, para la
como La aparición de la señora Veal de Daniel Defoe, un
literatura, un vástago del siglo XVIII.
la
literatura
cuento basado en un hecho real acerca del espectro de una
26
Número 2 Noviembre-Febrero 2012
fantástica
como
forma
literaria
Revista Esperpento
ELP IV, por H. R. Giger.
Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento
Edgar A. Poe Por Charles Baudelaire …algún maestro desventurado a quien la inexorable Fatalidad ha perseguido encarnizada, cada vez más encarnizada, hasta que sus cantos no tengan más que un solo estribillo, hasta que los cantos fúnebres de su Esperanza hayan adoptado este melancólico estribillo: «¡Nunca! ¡Nunca más!» EDGAR A. POE, El cuervo En su trono de bronce el Destino se burla, de amarga hiel empapando su esponja, y la Necesidad es para ellos tenaza. THÉOPHILE GAUTIER, Tinieblas
En estos últimos tiempos compareció ante nuestros
destinadas al altar, condenadas a ir hacia la muerte y hacia
tribunales un desdichado cuya frente estaba marcada por
la gloria a través de sus propias ruinas? La pesadilla de las
un raro y singular tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así
Tinieblas, ¿asediará eternamente a esas almas elegidas?
encima de sus ojos la etiqueta de su vida, como un libro
En vano se agitan, en vano se forman para el mundo, para
su título, y el interrogatorio demostró que aquel extraño
sus previsiones y asechanzas; perfeccionarán la prudencia,
rótulo era cruelmente verídico. Hay en la historia literaria
taparán todas las salidas, acolcharán las ventanas contra
destinos análogos, verdaderas condenas, hombres que
los proyectiles del azar; pero el Diablo entrará por el
llevan las palabras «mala suerte» escritas en caracteres
agujero de la cerradura. Una perfección será la falla de su
misteriosos sobre las arrugas sinuosas de su frente. El
coraza, y una cualidad superlativa, el germen de su
ángel ciego de la expiación se ha apoderado de ellos y los
condenación.
azota con uno y otro brazo para ejemplo edificante de los demás. En vano su vida revela talento, virtudes, gracia: la sociedad tiene para ellos un anatema especial y acusa en
Para romperla, el águila, desde lo alto del cielo, sobre su frente al aire soltará la tortuga, pues ellos deben perecer fatalmente.
ellos las lesiones que les ha causado. ¿Qué no hizo Hoffmann para desarmar al Destino, y qué no realizó Balzac para conjurar la fortuna? ¿Existe, pues, una Providencia diabólica que prepara la desgracia desde la cuna,
que
arroja
con
premeditación
naturalezas
espirituales y angélicas en medios hostiles, como a mártires en los circos? ¿Existen, pues, almas santas y
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Su destino está escrito en toda su contextura, brilla con siniestro resplandor en sus miradas y en sus gestos, circula por sus arterias con cada uno de sus glóbulos sanguíneos. Un célebre escritor de nuestro tiempo ha escrito un libro para demostrar que el poeta no podía encontrar buen
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Revista Esperpento acomodo ni en una sociedad democrática ni en una
ser un autor de dinero (a money making author). Otro —
aristocrática, no más en una república que en una
éste un cínico ingenuo—, que, por bello que sea el genio
monarquía absoluta o templada. ¿Quién ha sabido, pues,
de Poe, más le hubiera valido tener sólo talento, ya que el
replicarle perentoriamente? Yo aporto hoy una nueva
talento se cotiza más fácilmente que el genio. Otro, que ha
leyenda en apoyo de su tesis y añado un nuevo santo al
dirigido diarios y revistas, un amigo del poeta, confiesa
martirologio; debo escribir la historia de uno de esos
que resultaba difícil utilizarle, y que se veía uno obligado
ilustres desventurados, demasiado rica en poesía y pasión,
a pagarle menos que a otros, porque escribía con un estilo
que ha venido, después de tantos otros, a hacer en este
demasiado por encima del vulgo. «¡Qué tufo a
bajo mundo el rudo aprendizaje del genio entre las almas
trastienda!», como decía Joseph de Maistre.
inferiores.
Algunos se han atrevido a más, y uniendo la falta de
¡Lamentable tragedia la vida de Edgar A. Poe! ¡Su
inteligencia más abrumadora de su genio a la ferocidad de
muerte, horrible desenlace, cuyo horror aumenta con su
la hipocresía burguesa, le han insultado a porfía, y
trivialidad! De todos los documentos que he leído he
después de su repentina desaparición, han vapuleado
sacado la convicción de que los Estados Unidos sólo
ásperamente ese cadáver; en especial, el señor Rufus Griswold, que, para aprovechar aquí la frase vengativa del
“Edgar A. Poe y su patria no estaban al mismo nivel. Los Estados Unidos son un país gigantesco e infantil”.
señor George Graham, ha cometido así una infamia inmortal.
Poe,
experimentando
quizá
el
siniestro
presentimiento de un final repentino, había designado a los señores Griswold y Willis para ordenar sus obras, escribir su vida y restaurar su memoria. Ese pedagogovampiro ha difamado ampliamente a su amigo en un
fueron para Poe una vasta cárcel, que él recorría con la agitación febril de un ser creado para respirar en un mundo más elevado que el de una barbarie alumbrada con gas, y que su vida interior, espiritual, de poeta, o incluso de borracho, no era más que un esfuerzo perpetuo para huir de la influencia de esa atmósfera antipática. Implacable dictadura la de la opinión de las sociedades democráticas; no imploréis de ella ni caridad ni indulgencia, ni flexibilidad alguna en la aplicación de sus leyes a los casos múltiples y complejos de la vida moral. Diríase que del amor impío a la libertad ha nacido una nueva tiranía: la tiranía de las bestias, o zoocracia, que por su insensibilidad feroz se asemeja al ídolo de Juggernaut. Un biógrafo nos dirá seriamente —bienintencionado es el buen hombre— que Poe, de haber querido regularizar su genio y aplicar sus facultades creadoras de una manera
enorme artículo mediocre y rencoroso, que precisamente encabeza la edición póstuma de sus obras. ¿No existe, pues, en América una disposición que prohíba a los perros la entrada en los cementerios? En cuanto al señor Willis, ha demostrado, por el contrario, que la benevolencia y el decoro van siempre de consuno con el verdadero talento, y que la caridad con nuestros semejantes, que es un deber moral, es también uno de los mandamientos del gusto. Hablad de Poe con un americano: confesará acaso su genio, y hasta puede que se muestre orgulloso de él; pero en tono sardónico, superior, que deja traslucir al hombre positivo, os hablará de la vida disoluta del poeta, de su aliento alcoholizado que hubiera ardido con la llama de una vela, sus hábitos de vagabundo. Os dirá que era un ser errante y heteróclito, un planeta desorbitado que rondaba sin cesar desde Baltimore a Nueva York, desde Nueva
más apropiada al suelo americano, hubiese podido llegar a Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento York a Filadelfia, desde Filadelfia a Boston, desde Boston
declaraba que la gran desgracia de su país era no poseer
a Baltimore, desde Baltimore a Richmond. Y si, con el
una aristocracia racial, dado, decía él, que en un pueblo
corazón conmovido por esos preludios de una historia
sin aristocracia el culto de lo Bello sólo puede
desconsoladora, dais a entender que tal vez no sea
corromperse, aminorarse y desaparecer; que acusaba en
solamente culpable el individuo, y que debe de ser difícil
sus conciudadanos, hasta en su lujo enfático y costoso,
pensar y escribir cómodamente en un país donde hay
todos los síntomas del mal gusto característico de los
millones de soberanos —un país sin capital, hablando con
advenedizos; que consideraba el Progreso, la gran idea
propiedad, y sin aristocracia—, entonces veréis sus ojos
moderna, como un éxtasis de papanatas, y que
desorbitarse y despedir rayos, la
denominaba
baba del patriotismo doliente subir
perfeccionamientos de la mansión
a sus labios, y América, por su
humana
boca, lanzar injurias a Europa, su
abominaciones
vieja madre, y a la filosofía de los
Poe
antiguos días.
singularmente solitario. No creía
era
los
cicatrices
allá
y
rectangulares—, un
cerebro
Repito que, por mi parte, he
más que en lo inmutable, en lo
adquirido la convicción de que
eterno, en el self-same, y gozaba
Edgar A. Poe y su patria no
—¡cruel
privilegio
estaban al mismo nivel. Los
sociedad
enamorada
Estados
país
misma!— de ese grande y recto
gigantesco e infantil, envidioso,
sentido a lo Maquiavelo que
naturalmente, del viejo continente.
marcha ante el sabio como una
Orgulloso
de
desarrollo
columna luminosa a través del
material,
anormal
y
casi
desierto de la Historia. ¿Qué
monstruoso, ese recién llegado a la
hubiera pensado, qué hubiera
Historia tiene una fe ingenua en la
escrito el infortunado, si hubiese
omnipotencia de la industria; está
oído a la teóloga del sentimiento
convencido,
algunos
suprimir el Infierno por amor al
desdichados entre nosotros, de que
género humano, al filósofo de la
acabará por tragarse al Diablo.
cifra proponer un sistema de
¡Tienen allá un valor tan grande el
seguros, una suscripción de cinco
tiempo y el dinero! La actividad
céntimos por cabeza ¡para la
material, exagerada hasta adquirir
supresión de la guerra y la
las proporciones de una manía
abolición de la pena de muerte y
nacional, deja en los espíritus muy
de la ortografía, esas dos locuras
poco sitio para las cosas no
correlativas!, y a tantos y tantos
terrenas. Poe, que era de buena
otros enfermos que escriben, «con
casta —y que, por lo demás,
la oreja inclinada hacia el viento»,
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Unidos
son
su
como
un
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en de
una sí
Revista Esperpento fantasías giratorias, tan flatulentas como el elemento que
de simbolizar el duelo y el dolor. Esos hombres, de
se las dicta? Si añadís a esta visión impecable de la
apariencia a veces enfermiza, están forjados como atletas,
verdad, auténtica dolencia en ciertas circunstancias, una
son aptos para la orgía y para el trabajo, prontos a los
delicadeza exquisita de sentidos a la que atormentaría una
excesos y capaces de asombrosas sobriedades.
nota falsa, una finura de gusto a la que todo, excepto la
Hay algunos puntos relativos a Edgar A. Poe sobre los
exacta proporción, sublevara, un amor insaciable a lo
cuales existe un acuerdo unánime, como, por ejemplo, su
Bello, que había adquirido la potencia de pasión morbosa,
elevada distinción natural, su elocuencia y su belleza, de
no os extrañará que para un hombre semejante la vida
la que, según dicen, se sentía un tanto vanidoso.
llegara a ser un infierno y que haya acabado mal; os admirará que haya él podido durar tanto tiempo.
Sus maneras, mezcla singular de altivez y de dulzura exquisita, estaban llenas de firmeza. Su fisonomía, sus andares, sus gestos, sus movimientos de cabeza, todo le señalaba, máxime en sus días buenos, como un ser
“Apareció él con su bella y orgullosa cabeza, sus ojos sombríos que lanzaban una luz elegida, una luz de sentimiento y de pensamiento”.
elegido. Toda su persona respiraba una solemnidad penetrante.
Estaba,
en
realidad,
marcado
por
la
Naturaleza, como esas figuras de viandantes que atraen la mirada del observador y preocupan su memoria. El propio pedante y agrio Griswold confiesa que, cuando fue a visitar a Poe y le encontró pálido y enfermo aún por la muerte y la enfermedad de su mujer, se sintió conmovido en alto grado no sólo por la perfección de sus modales, sino también por su fisonomía aristocrática, por la
La vida de Poe, sus costumbres, sus modales, su ser
atmósfera
perfumada
de
su
habitación,
muy
físico, todo lo que constituye el conjunto de su
modestamente amueblada. Griswold ignora que el poeta
personalidad, se nos aparece como algo tenebroso y
posee más que todos los otros hombres ese maravilloso
brillante a la vez. Su persona era singular, seductora, y,
privilegio, atribuido a la mujer parisiense y a la española,
como sus obras, estaba marcada por un indefinible sello
de saber adornarse con nada, y que Poe, enamorado de lo
de melancolía. Por lo demás, él se hallaba notablemente
Bello en todas las cosas, hubiese encontrado el arte de
dotado en todos los sentidos. De joven había demostrado
transformar una choza en un palacio de nueva clase. ¿No
una rara aptitud para todos los ejercicios físicos, y aun
ha escrito, con el talento más original y curioso, proyectos
siendo pequeño de estatura, con pies y manos femeniles,
de mobiliarios, planos de casas de campo, de jardines y de
mostrando todo su ser ese carácter de delicadeza
reformas de paisajes?
femenina, era más que robusto y capaz de maravillosas
Existe una carta encantadora de la señora Frances
pruebas de fuerza. En su juventud ganó una apuesta como
Osgood, que fue una de las amigas de Poe, y que nos da
nadador que supera la medida ordinaria de lo posible.
sobre sus costumbres, sobre su persona y sobre su vida
Diríase que la Naturaleza da a aquellos de quienes quiere
doméstica los más curiosos detalles. Esta dama, que era
conseguir grandes cosas un temperamento enérgico, así
también una escritora distinguida, niega valientemente
como da una poderosa vitalidad a los árboles encargados
todos los vicios y todas las faltas achacados al poeta.
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Revista Esperpento «Con los hombres —dice a Griswold—, quizá fuese
para mí bajo su mejor aspecto. Bromista, afectuoso,
como usted le describe, y como hombre puede usted tener
ingenioso; tan pronto dócil como indómito, lo mismo que
razón. Pero yo afirmo el hecho de que con las mujeres era
un niño mimado, tenía siempre para su joven, dulce y
muy distinto, y de que nunca ha habido mujer alguna que
adorada mujer, y para todos los que acudían, aun en
haya conocido a Mr. Poe que no haya experimentado
medio de sus más fatigosas labores literarias, una palabra
hacia él un profundo interés. Siempre se me apareció
amable, una sonrisa benévola, atenciones graciosas y
como un modelo de elegancia, de distinción y de
corteses. Se pasaba horas interminables ante su mesa, bajo
generosidad…
el retrato de su Leonora, la amada y la muerta, siempre
«La primera vez que nos vimos fue en Astor House.
asiduo, siempre resignado y fijando con su admirable letra
Willis me había dado en casa El cuervo, sobre el cual el
las brillantes fantasías que cruzaban su asombroso
autor,
me
deseaba
cerebro, sin cesar en alerta.
conocer mi opinión. La música
Recuerdo haberle visto una
misteriosa y sobrenatural de
mañana más alegre y jovial
ese poema extraño me penetró
que de costumbre. Virginia, su
tan íntimamente, que, cuando
dulce mujer, me había rogado
supe que Poe deseaba serme
que fuese a verlos, y me era
presentado, experimenté un
imposible resistir sus ruegos…
sentimiento singular que se
Le encontré trabajando en la
asemejaba
espanto.
serie de artículos que ha
Apareció él con su bella y
publicado bajo el título The
orgullosa cabeza, sus ojos
Literature of New York. “Vea
sombríos que lanzaban una luz
usted —me dijo, desplegando
elegida, una luz de sentimiento
con una risa triunfal varios
y de pensamiento; con sus
pequeños
maneras que eran una mezcla
(escribía sobre tiras estrechas,
intraducible de altivez y de
sin duda para adaptar su copia
suavidad.
dijo,
al
Me
saludó,
tranquilo, serio, casi frío; pero
Daguerrotipo de Edgar Allan Poe tomado por W.S. Hartshorn
a
la
rollos
justificación
de
papel
de
los
diarios)—; voy a mostrarle por
bajo aquella frialdad vibraba una simpatía tan marcada,
la diferencia de tamaños los diversos grados de
que no pude por menos de sentirme impresionada a fondo.
estimación que tengo por cada miembro de su especie
A partir de aquel momento, hasta su muerte, fuimos
literaria. En cada uno de estos papeles, uno de ustedes es
amigos…, y sé que en sus últimas palabras tuve mi parte
vapuleado y discutido particularmente. ¡Ven aquí,
de recuerdo, y que él me dio, antes que su razón fuese
Virginia, y ayúdame!” Y los desplegaron todos, uno por
derrocada de su trono de soberana, una prueba suprema de
uno. Al final había uno que parecía interminable.
su fiel amistad.
Virginia, riendo, retrocedía hasta un extremo de la
«Era, sobre todo en su interior, a la vez sencillo y
habitación, cogiéndolo por una punta, y su marido hacia
poético, donde el carácter de Edgar A. Poe se mostraba
otro rincón, con la otra punta. “¿Y quién es el afortunado
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Número 2 Noviembre-Febrero 2012
Revista Esperpento —dije—
que
ha
juzgado
usted
digno
de
esa
aspecto caballeresco de Poe por las mujeres es que, pese a
inconmensurable ternura?” “¿Ustedes la oyen? ¡Como si
su prodigioso talento para lo grotesco y lo horrible, no
su vanidoso corazoncito no le hubiese ya dicho que es
haya en toda su obra un solo pasaje que se refiera a la
ella!”
lujuria, ni siquiera a los goces sensuales. Sus retratos de
«Cuando me vi obligada a viajar por motivos de salud, sostuve
una
correspondencia
regular
con
mujeres están, por decirlo así, aureolados; brillan en el
Poe,
seno de un vapor sobrenatural y están pintados con la
obedeciendo en esto a las vivas instancias de su mujer,
manera enfática de un adorador. En cuanto a los pequeños
quien creía que podía yo tener sobre él una influencia y un
episodios novelescos, ¿puede a uno extrañarle que un ser
ascendiente saludables… En cuanto al amor y a la
tan nervioso, cuya sed por lo Bello era quizá su rasgo
confianza que existían entre su mujer y él, y que eran para
principal, haya cultivado a veces, con un ardor
mí un espectáculo delicioso, no podría hablar de ellos con
apasionado, la galantería, esa flor volcánica, almizclada,
la convicción y el calor suficientes. No menciono algunos
para quien el cerebro vehemente de los poetas es un
pequeños episodios poéticos a los cuales le impulsó su
terreno predilecto?
temperamento novelesco. Creo que era la única mujer a quien él amó de verdad…»
De su singular belleza personal, a la que se refieren varios biógrafos, el espíritu puede, creo yo, hacerse una idea aproximada recurriendo a todas las nociones vagas, características, contenidas en la palabra romántica,
“... un hombre que, acosado por un destino inexorable, repetía a menudo que la sociedad no implica más que un tropel de miserables...”
palabra que sirve generalmente para representar los géneros de belleza que consisten sobre todo en la expresión. Poe tenía una frente amplia, dominadora, en la que ciertas protuberancias revelaban las facultades desbordantes que están encargadas de representar —
En las novelas cortas de Poe no hay nunca amor. Al
construcción,
comparación,
causalidad—
y
donde
menos, Ligeia, Eleonora, no son, hablando con propiedad,
predominaban en un orgullo tranquilo el sentido de la
historias de amor, ya que la idea principal sobre la que
idealidad, el sentido estético por excelencia. Sin embargo,
gira la obra es otra por completo. Acaso él creía que la
pese a esos dones, o aun a causa de esos privilegios
prosa no es lengua a la altura de ese singular y casi
exorbitantes, aquella cabeza, vista de perfil, no presentaba
intraducible sentimiento; porque sus poesías, en cambio,
tal vez un aspecto agradable. Como en todas las cosas
están fuertemente saturadas de él. La divina pasión
excesivas por un sentido, un déficit podía originarse de la
aparece en ellas, magnífica, estrellada, velada siempre por
abundancia, una pobreza de la usurpación. Tenía unos
una irremediable melancolía. En sus artículos habla a
ojos grandes, sombríos y luminosos a la vez, de un color
veces del amor como de una cosa cuyo nombre hace
incierto y tenebroso, tendiendo al violeta; la nariz, noble y
temblar la pluma. En The Domain of Arnhaim afirmará
sólida; la boca, fina y triste, aunque levemente sonriente;
que las cuatro condiciones elementales de la felicidad son:
el cutis, moreno claro; el rostro, de ordinario, pálido; la
la vida al aire libre, el amor de una mujer, el desapego de
fisonomía, un poco distraída e imperceptiblemente velada
toda ambición y la creación de una nueva Belleza. Lo que
por una melancolía habitual.
corrobora la idea de la señora Frances Osgood referente al Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento Su conversación era de las más notables y con un
grandes y originales para quienes toda compañía era
fondo sustancioso. No era eso que se llama un charlista
buena. Ciertos espíritus, solitarios en medio de la
presuntuoso —cosa horrible—, y, además, su palabra,
multitud, y que se nutren en el monólogo, prescinden de
como su pluma, tenía horror a lo convencional; pero una
la delicadeza en materia de público. Es, en suma, una
amplia cultura, un rico vocabulario, profundos estudios,
especie de fraternidad basada en el desprecio.
impresiones recogidas en varios países, hacían de su
De esa embriaguez —celebrada y reprochada con una
palabra una enseñanza. Su elocuencia, esencialmente
insistencia que podría hacer creer que todos los escritores
poética, llena de método y moviéndose, empero, fuera de
de los Estados Unidos, excepto Poe, son ángeles de
todo método conocido, arsenal de
sobriedad— hay que hablar, no
imágenes sacadas de un mundo
obstante. Existen varias versiones
poco frecuentado por la mayoría
plausibles, y ninguna excluye las
de los espíritus; un arte prodigioso
otras. Ante todo, estoy obligado a
para deducir de una proposición
hacer observar que Willis y la
evidente y en absoluto aceptable
señora Osgood afirman que una
nociones secretas y nuevas, para
cantidad muy pequeña de vino o
abrir sorprendentes perspectivas;
de licor bastaba para perturbar por
en una palabra, el don de extasiar,
completo su organismo. Es, por
de hacer pensar, de hacer soñar,
cierto, fácil de suponer que un
de arrancar las almas del fango de
hombre
la rutina: tales cosas eran sus
solitario,
deslumbradoras facultades, de las
desdichado, y que pudo considerar
que
han
con frecuencia todo el sistema
Pero
social como una paradoja y una
muchas
conservado
personas recuerdo.
tan tan
verdaderamente profundamente
sucedía a veces —eso cuentan, al
impostura;
menos—
poeta,
acosado por un destino inexorable,
complaciéndose en un capricho
repetía a menudo que la sociedad
destructor, arrastraba de nuevo
no implica más que un tropel de
con brusquedad a sus amigos a la
miserables (Griswold refiere esto
tierra por obra de un cinismo
tan
desconsolador y derrocaba, brutal,
hombre que puede pensar lo
su
de
mismo, pero que no lo dirá
espiritualidad. Hay, por lo demás,
nunca); es natural, digo, suponer
que señalar una cosa: que era muy
que ese poeta, muy infantil en los
poco exigente en la elección de
azares de la vida libre, con el
sus oyentes, y creo que el lector
cerebro cercado por un trabajo
encontrará sin dificultad en la
áspero y continuo, haya buscado
Historia
algunas veces una voluptuosidad
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que
obra,
otras
el
henchida
inteligencias Número 2 Noviembre-Febrero 2012
un
hombre
escandalizado
como
que,
un
Revista Esperpento de olvido en las botellas. Rencores literarios, vértigos del
precedió o siguió a alguna de sus crisis; que después de la
infinito, dolores hogareños, insultos de la miseria.
publicación de Eureka se entregó lamentablemente a su
Poe huía de todo ello en la negrura, como de una
inclinación, y que en Nueva York, la mañana misma en
tumba preparatoria, de la borrachera. Pero, por buena que
que aparecía El cuervo, cuando el nombre del poeta
parezca semejante explicación, no la encuentro lo bastante
estaba en todas las bocas, él cruzaba Broadway
amplia, y desconfío de ella a causa de su deplorable
tambaleándose de un modo bochornoso. Observen ustedes
simplicidad.
que las palabras precedido o seguido implican que la
He sabido que él no bebía como un ansioso, sino como un bárbaro, con una actividad y una economía de tiempo
embriaguez podía servir de excitante lo mismo que de descanso.
totalmente americanas, como si realizase una función
Ahora bien: es indudable que —parecidas a esas
homicida, como si tuviese algo en él que matar, a worm
impresiones fugaces y chocantes, tanto más chocantes en
that would not die. Se cuenta, además, que un día, en el
sus reapariciones cuanto más fugaces son, que siguen a
momento de volver a casarse (habían corrido las
veces a un síntoma exterior, especie de advertencia como el sonido de una campana, una nota musical o un perfume
“...el espíritu puede experimentar esa gran angustia, ese miedo pronto a las lágrimas y ese malestar del corazón...”
olvidado, las cuales son también seguidas de un suceso análogo a otro suceso ya conocido y que ocupaba el mismo lugar en una cadena anteriormente revelada; semejantes a esos singulares sueños periódicos que se repiten cuando dormimos— existen en la borrachera no sólo encadenamientos de sueños, sino una serie de
amonestaciones, y cuando le felicitaban por aquel enlace
razonamientos que necesitan, para reproducirse, del
que le aportaba las más elevadas condiciones de felicidad
medio que les ha dado origen. Si el lector me ha atendido
y de bienestar, habría él dicho: «Es posible que hayan
sin repugnancia habrá adivinado ya mi conclusión: creo
corrido las amonestaciones; pero fíjense bien en esto: ¡no
que en muchos casos —no en todos, ciertamente— la
me casaré!»), fue con una borrachera atroz a escandalizar
embriaguez de Poe era un medio mnemotécnico, un
en la vecindad de la que debía ser su mujer, recurriendo
método de trabajo, método enérgico y mortal, pero
así a su vicio para librarse de un perjurio hacia la pobre
apropiado a su naturaleza apasionada. El poeta había
muerta, cuya imagen vivía siempre en él y a quien había
aprendido a beber, como un escritor escrupuloso se
cantado a maravilla en su Annabel Lee. Considero, pues,
ejercita llenando cuadernos de notas. No podía resistir el
en un gran número de casos el hecho infinitamente
deseo de hallar de nuevo las visiones maravillosas o
precioso de premeditación como es sabido y comprobado.
aterradoras, las concepciones sutiles que había encontrado
Leo, por otra parte, en un largo artículo de Southern
en una tempestad precedente: eran viejas amistades que le
Literary Messenger —esa misma revista cuya fortuna
atraían, imperativas, y para reanudar su relación con ellas
había él iniciado— que jamás la pureza y la perfección de
tomaba el camino más peligroso, pero el más directo. Una
su estilo, jamás la claridad de su pensamiento y su ardor
parte de lo que hoy produce nuestro goce es lo que le
en el trabajo fueron alterados por esa terrible costumbre;
mató.
que la confección de la mayoría de sus excelentes trozos Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento ha permitido pintar y explicar de una manera impecable, sorprendente, terrible, la excepción en el orden moral. Me sería difícil quizá, pero no imposible, esclarecer su método, explicar su procedimiento, sobre todo en la parte de sus obras cuyo principal efecto reside en un análisis bien manejado. Podría yo introducir al lector en los misterios de su fabricación, extenderme largamente sobre esa porción de genio americano que le hace regocijarse de una dificultad vencida, de un enigma explicado, de un tour de force realizado; que le impulsa a divertirse con
Diderot, para escoger un ejemplo entre cientos, es un autor sanguíneo. Poe es el escritor de los nervios, e incluso de algo más, y el mejor que yo conozco. En él, toda entrada en materia es atrayente sin violencia, como un torbellino. Su solemnidad sorprende y mantiene el espíritu alerta. Percibe uno en seguida que se trata de algo serio. Y lentamente, poco a poco, se desenvuelve una historia cuyo interés todo se basa sobre una imperceptible desviación del intelecto, sobre una
una voluptuosidad infantil y
hipótesis
casi perversa en el mundo de
las
las cuales su arte sutil presta
negará
verdadera.
que
Poe
El
lector,
obligado a seguir al autor en sus
un
atractivas deducciones.
prestidigitador maravilloso, y sé
Ningún hombre, lo repito, ha
que otorgaba sobre todo su
contado con mayor magia las
estimación a otra parte de sus
excepciones de la vida humana
obras. Tengo que hacer algunas
y de la Naturaleza, los ardores
observaciones más importantes,
de
muy breves, en suma.
curiosidad
de
la
convalecencia, los finales de
No es por sus milagros materiales, que le han dado, empero, su fama, por lo que él
estación
cargados
de
esplendores
enervantes,
los
tiempos cálidos, húmedos y
conquistará la admiración de las Retrato de Edgar Allan Poe por Oscar Halling
gentes que piensan, sino por su amor a lo Bello, por su conocimiento de las condiciones armónicas de la belleza, por su poesía profunda y gimiente, siquiera trabajada, transparente y correcta como una joya de cristal; por su admirable estilo, puro y singular —apretado como las mallas de una cota—, complaciente y minucioso —y cuya más ligera intención sirve para llevar suavemente al lector hacia un fin deseado—, y, en fin, sobre todo, por ese genio especialísimo, por ese temperamento único que le
36
facultades.
apresado por el vértigo, se ve
Nadie es
una
Naturaleza en la amalgama de
conjeturas, y a crear mentiras a
vida
sobre
dosificación imprudente de la
las probabilidades y de las
una
audaz,
brumosos, en que el viento del Sur ablanda y afloja los nervios
como las cuerdas de un instrumento, en que los ojos se llenan de lágrimas que no provienen del corazón; la alucinación dejando lo primero sitio a la duda, y muy pronto convencida y razonadora como un libro; lo absurdo instalándose en la inteligencia y rigiéndola como una lógica espantosa, la histeria usurpando el sitio de la voluntad, la contradicción asentada entre los nervios y el espíritu, y el hombre desacorde hasta el punto de expresar
Número 2 Noviembre-Febrero 2012
Revista Esperpento el dolor con la risa. Él analiza lo que hay de más fugaz,
participa de la naturaleza de los seres vivos, y, como ellos,
sopesa lo imponderable y describe en una forma
se estremece con un temblor sobrenatural y galvánico. El
minuciosa y científica, cuyos efectos son terribles, toda
espacio se ahonda por el opio; el opio da en él un sentido
esa parte imaginaria que flota en torno al hombre nervioso
mágico a todos los tonos, y hace vibrar todos los ruidos
y le hace acabar mal.
con una sonoridad más significativa. A veces, lejanías
El ardor mismo con que se arroja a lo grotesco por
magníficas, henchidas de luz y de color, se abren de
amor a lo grotesco, a lo horrible por amor a lo horrible,
repente en sus paisajes, y se ve aparecer en el fondo de
me sirve para comprobar la sinceridad de su obra y la
sus horizontes ciudades orientales y arquitecturas
unión del hombre con el poeta. He observado ya que en
vaporizadas por la distancia, donde el sol lanza lluvias de
varios hombres ese ardor era con frecuencia el resultado
oro.
de una amplia energía vital inocupada, a veces de una
Los personajes de Poe, o más bien el personaje de Poe
obstinada castidad y también de una profunda sensibilidad
—el hombre de facultades sobreagudizadas, el hombre de
contenida. La voluptuosidad sobrenatural que el hombre
nervios relajados, el hombre cuya voluntad ardorosa y
puede experimentar viendo correr su propia sangre; los
paciente lanza un reto a las dificultades, aquel cuya
movimientos repentinos, violentos, inútiles; los fuertes
mirada se clava con la rigidez de una espada sobre objetos
gritos lanzados al aire, sin que el espíritu mande a la
que se agrandan a medida que él los mira— es Poe
garganta, son fenómenos a situar en el mismo orden.
mismo. Y sus mujeres, todas dolientes y luminosas,
En el seno de esta literatura en que el aire está
muriendo de males extraños y hablando con una voz que
enrarecido, el espíritu puede experimentar esa gran
parece música, son él también, o, cuando menos, por sus
angustia, ese miedo pronto a las lágrimas y ese malestar
raras aspiraciones, por su saber, por su melancolía
del corazón que residen en los lugares inmensos y
incurable, participan mucho de la naturaleza de su
singulares. Pero la admiración es más fuerte, ¡y, además,
creador. En cuanto a su mujer ideal, a su Titánida, se
el arte es tan grande! Los fondos y los accesorios son en
revela bajo diferentes retratos, esparcidos en sus poesías
ella apropiados al sentimiento de los personajes. Soledad
demasiado escasas, retratos, o, mejor, modos de sentir la
de la Naturaleza o agitación de las ciudades, todo está
belleza, que el temperamento del autor aproxima y
descrito en ella nerviosa y fantásticamente. Como a
confunde en una unidad vaga, pero sensible, en la que
nuestro Eugene Delacroix, que ha elevado su arte a la
vive más delicadamente acaso que en otra parte ese amor
altura de la poesía grande, a Edgar A. Poe le complace
insaciable de lo Bello, que es su gran título; es decir, el
agitar sus figuras sobre fondos violáceos y verdosos en
resumen de los títulos que él posee al efecto y al respeto
que se revelan la fosforescencia de la podredumbre y el
de los poetas.
olor de la tormenta. La naturaleza que llaman inanimada
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Revista Esperpento
“Denme ustedes el tiro de gracia”*. Por Carlos Fuentes Imágenes S. L.
Apenas cruzó el Río Grande, escuchó el estallido y
era fácil comprar un caballo sin esquivar preguntas inoportunas sobre el destino del jinete.
volteó a mirar el puente en llamas. Había descendido del tren en El Paso con su maletín
Podía cruzar la frontera y comprarlo en México. Pero
negro plegadizo, lo que entonces se llamaba una maleta
el viejo quería hacerse difícil la vida. Además, se le había
“Gladstone”, vestido todo él de negro salvo los blancos
metido en la cabeza que necesitaba un caballo americano.
blasones de sus puños y su pechera. Se dijo que en este
En caso de que le abrieran la maleta en la aduana, sólo
viaje no iba a necesitar demasiado equipaje. Caminó unas
encontrarían unos sándwiches de tocino, una navaja de
cuantas cuadras por la ciudad fronteriza; la había
rasurar, un cepillo de dientes, un par de libros suyos y un
imaginado más triste y desganada y vieja de lo que
ejemplar del Quijote; una camisa limpia y una pistola Colt
realmente era, enferma también de la revolución, de la
escondida entre sus cachorones. No quería dar razones
cólera del otro lado. Era una ciudad, en cambio, de
para viajar tan ligera aunque tan precisamente.
automóviles nuevecitos, tiendas de cinco-y-diez y gente
—Me propongo ser un cadáver bien parecido.
joven, tan joven que ni siquiera había nacido en el siglo
—¿Los libros, señor?
XIX. Buscó en vano su idea de la frontera americana. No
—Son míos. —Nadie insinuó que se los hubiera robado.
Texto tomado de Gringo Viejo, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.
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El viejo se resignaría, sin entrar en mayores explicaciones.
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Revista Esperpento —Nunca he podido leer el Quijote en mi vida.
huyeron de las poblaciones españolas para tomar el
Quisiera hacerlo antes de morir. Yo ya dejé de escribir
caballo y el arco y luego el fusil, en un movimiento
para siempre.
perpetuo de fundaciones y disoluciones, bonanzas y
Se imaginó todo esto y al que le vendió el caballo le
depresiones en los reales de minas, genocidios tan
dijo que iba a buscar tierras para fraccionar, al norte de la
gigantescos como la tierra y tan olvidados como el rencor
ciudad; un caballo seguía siendo más útil en la salvia que
acumulado de sus hombres.
una de esas máquinas infernales. El vendedor le dijo que
Rebelión y represión, plaga y hambre: el viejo supo
así era y ojalá todo mundo pensara como él, pues nadie
que entraba a las inquietas tierras de Chihuahua y el Río
compraba caballos ahora, sino los agentes de los rebeldes
Grande, dejando atrás el refugio de El Paso fundado con
mexicanos. Por eso era un poquito alto el precio,
ciento treinta colonos y siete mil cabezas de ganado.
considerando que había una revolución del otro lado de la
Abandonaba el refugio consagrado de los fugitivos de
frontera, y las revoluciones son buenas para los negocios.
norte y sur: un abrigo ralo, precario sobre la tierra dura de los desiertos: una calle central, un hotel y una pianola,
“Pero acaso él traía otro temor y lo dijo al cruzar la frontera: —Temo que la verdadera frontera la trae cada uno adentro”.
fuentes de sodas y Fords con hipo y la respuesta del norte invasor a los espejismos del desierto: un puente colgante de fierro, una estación de ferrocarril, una bruma azul importada de Chicago y Filadelfia. Él mismo era ahora un fugitivo voluntario, tan fugitivo como los antiguos sobrevivientes de asaltos de conchos y
—Así que todavía se puede dar buen uso a un buen caballo —dijo el viejo y salió montado sobre una yegua blanca que sería visible de noche y le dificultaría la vida a su dueño cuando su dueño quisiera tener la vida difícil. Ahora tenía que mantener su sentido de orientación, pues si la frontera estaba dibujada ancha y clara en el río que divide a El Paso y Ciudad Juárez, más allá de la población mexicana no había más delimitación que la distancia donde se unen el cielo y el llano sucio y seco. La línea del encuentro se alejó a medida que el viejo avanzó, con sus piernas largas colgando bajo el vientre de la yegua y el maletín negro anidado en el regazo. Unos veinte kilómetros al oeste de El Paso vadeó el río en su parte más estrecha, la atención de todos distraída por el estallido en el puente. En la mirada clara del viejo se reunieron en ese instante las ciudades de oro, las expediciones que nunca regresaron, los frailes perdidos, las tribus errantes y moribundas de indios tobosos y
apaches revertidos al nomadismo cruel de la necesidad, la enfermedad, la injusticia y el desengaño: todo esto escribió en su cabeza el gringo viejo al cruzar la frontera entre México y los Estados Unidos. Con razón todos se cansaron de tanto huir y se quedaron enredados en las espinas de las haciendas durante más de cien años. Pero acaso él traía otro temor y lo dijo al cruzar la frontera: —Temo que la verdadera frontera la trae cada uno adentro. El puente estalló a lo lejos y él se dirigió a la derecha y al sur, y sintió que iba bien orientado (ya estaba en México y eso le bastaba) cuando al atardecer olió las tortillas calientes y los frijoles refritos. Se acercó al caserío de adobe gris y preguntó, en su español acentuado, si podrían darle una comida y una manta para dormir. La pareja gorda de la casa humeante dijo sí, ésta es su casa, señor.
laguneros sobrevivientes de las epidemias europeas que Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento Conocía la frase ritual de la cortesía mexicana y sospe-
que un gringo siempre tenía sobre un mexicano era la de
chaba que después de ofrecer la casa, el anfitrión se senti-
ser un misterio, algo que no se sabía cómo tomar: amigo o
ría libre de someter al huésped a toda clase de vejaciones
enemigo. Aunque generalmente no les daban el beneficio
y caprichos, sobre todo los de la sospecha celosa. Pero
de esta duda.
frenó su deseo de provocar; todavía no, se dijo, todavía
El casero seguía hablando:
no. Esa noche, mientras dormitaba, vestido de negro,
—La lucha está dura por allí; ése es el territorio de
sobre el petate, escuchando la pesada respiración de sus
Pancho Villa.
anfitriones, oliendo los espesos olores de la pareja y de
La mirada fue más elocuente que las palabras. El viejo
sus perros, diferentes de él porque comían distinto y
le dio las gracias y siguió su camino. Atrás, oyó al casero
pensaban y amaban y temían distinto, le gustó la idea de
abrir la puerta y regañar a la mujer que sólo entonces se
que le ofrecieran una casa. Qué
atrevió a mostrar las narices. Pero
había perdido sino eso, en cuatro
el gringo quiso imaginar unos ojos
golpes sucesivos e irremediables y
de melancolía negra: el viaje es
al cabo no tenía otra razón,
doloroso para la que se queda, y
admitió en contra de su propio
más bello de lo que jamás será
guiño adormecido pero malicioso,
para el viajante. El gringo viejo
para trotar ahora hacia el sur, la
quiso rechazar la reconfortante
única
iba
noción de que su presencia en casa
quedando después de agotar en
ajena todavía podía provocar celos.
sus setenta y un años de vida los
Las montañas se levantaban
otros tres costados del continente
como puños morenos y gastados y
norteamericano y hasta la frontera
el viejo pensó que el cuerpo de
negra
confederados
México era un gigantesco cadáver
quisieron abrirles en el „61. Ahora
con huesos de plata, ojos de oro,
sólo le quedaba el sur abierto, la
carne de piedra y un par de cojones
única
al
duros de cobre. Las montañas eran
encuentro de un quinto golpe
los puños. Iba a abrirlos, uno tras
ciego y asesino de la suerte.
otro, en espera de que tarde o
frontera
que
puerta
que
los
para
le
salir
Amaneció en el filo de la
temprano
montaña.
encontraría,
como
hormigas apresuradas sobre una palma de hondos surcos,
—¿Por aquí se va a Chihuahua? —le preguntó al casero gordo.
lo que buscaba. Esa noche, amarró su caballo a un gigantesco cacto y
El mexicano asintió y preguntó a su vez con una
se hundió en un sueño hambriento, dando gracias por su
mirada recelosa hacia la puerta cerrada de la casa:
ropa interior de lana. Soñó con lo que vio antes de
—¿Y a usted qué lo lleva a Chihuahua, mister?
dormirse: las nacientes estrellas azules y las amarillas,
Añadió una e ligera y final a la palabra, haciéndola
moribundas; trató de olvidar a sus hijos muertos,
sonar como místere, y el viejo pensó que la ventaja inicial
preguntándose cuáles estrellas estaban apagadas ya, su luz
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Revista Esperpento nada más que su propia ilusión: una herencia de las
para volver a apoderarse de la Tierra desde su vientre
estrellas muertas para las miradas humanas que
mismo: el desierto.
continuarían
alabándolas
siglos
después
de
su
desaparición en una antigua catástrofe de polvo y llamas.
—El gringo viejo vino a México a morirse. Y sin embargo, montado en la yegua blanca y
Soñó que cruzaba un puente en llamas. Despertó. No
avanzando sin prisa, sintió que su voluntad de extinción
soñó. Lo había visto la mañana cuando entró a México.
era una burla. Miró cuanto le rodeaba. La lechuguilla se
Pero sus ojos despiertos miraron a las estrellas y el viejo
levantaba nerviosa como alambre y afilada como punta de
se dijo: “Mis ojos brillan más que cualquier estrella.
espada. En toda la rama del ocotillo, las espinas protegían
Nadie me verá decrépito. Siempre seré joven porque hoy
la belleza intocable de una flor salvajemente roja. El
me atrevo a volver a ser joven. Siempre seré recordado
sauce del desierto concentraba en una sola flor morada y
como fui”.
pálida toda la dulzura de su perfume nauseabundo. La
Ojos de azul profundo, azul acero, bajo cejas
choya crecía caprichosa y grande, escudando sus flores
moteadas, casi rubias. No eran la mejor defensa contra el
amarillas. Si el gringo iba en busca de Villa y la revolución, el desierto era ya un simulacro de la guerra, con sus yucas de bayoneta española, sus aguerridas
“... el desierto le decía que la muerte es sólo una fatiga de las leyes de la naturaleza: la vida es la regla del juego, no su excepción, y hasta el desierto que parecía muerto escondía toda una minuciosa vida”.
plumas de apache, y las agresivas espinas, como ganchos, del palo verde. La avanzada del desierto eran las jaurías de la planta rodadora, manadas vegetales hermanas del lobo nocturno y de sus compañeros. Volaron en círculo los zopilotes y el viejo levantó la cabeza. Bajó la mirada, alerta: los alacranes y las culebras del desierto sólo pican a los extranjeros. Nunca conocen al que viaja. Subió y bajó la cabeza, atarantado: las
sol enojado y el viento crudo que al día siguiente lo
palomas tristes pasaron como flechas, con su gemido
llevaron al corazón del desierto mientras mordisqueaba un
luctuoso, y los halcones peregrinos lo desorientaron. En el
sandwich seco y se acomodaba un Stetson negro informe,
aire más alto los pájaros dejaban un ruido de pasto
de alas anchas, sobre la mata de pelo plateado. Se sintió
ondulante y quebrado.
como un gigantesco monstruo albino en un mundo
Cerró los ojos pero no aceleró el paso.
reservado por el sol para su pueblo amado, oscuramente
Entonces el desierto le decía que la muerte es sólo una
protegido y cercano a la sombra. Cesó el viento y quedó
fatiga de las leyes de la naturaleza: la vida es la regla del
el sol. En la tarde, se le estaría pelando la piel. Se
juego, no su excepción, y hasta el desierto que parecía
encontraba en el desierto mexicano, hermano del Sahara y
muerto escondía toda una minuciosa vida que prolongaba,
del Gobi, continuación del Arizona y el Yuma, espejos
originaba o remedaba las leyes de la existencia humana.
del cinturón de esplendores estériles que ciñe al globo
El no podía sustraerse, aunque fuese otra su voluntad, al
como para recordarle que las arenas frías, los cielos
imperio vital del yermo al que había llegado por si
ardientes y la belleza yerma, esperan alertas y pacientes
mismo, sin que alguien se lo ordenara: gringo viejo, lárgate al desierto.
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Revista Esperpento La arena acude al mezquital. El horizonte se mueve y
—Se ve que es hombre de honor; monta sin
sube hasta los ojos. Las sombras implacables de las nubes
intenciones traperas —dijo el coronelito Frutos García,
visten a la tierra con velos de lunares. La tierra huele
cuyo padre era español—. Luego luego se ve.
fuerte. El arco iris se desparrama como un espejo de sí
—Les digo que viene a morirse —insistió Inocencio.
mismo. Las matas de la bistorta se incendian en ramilletes
—Pero con honor —repitió el coronelito.
amarillos. Sopla el viento álcali.
—Yo no sé si con honor, toda vez que es gringo. Pero
El gringo viejo tose, se cubre la cara con la bufanda negra. La respiración se le va como las aguas se retiraron
a morirse sí —dijo otra vez Mansalvo—. ¿Qué puede esperar un gringo aquí entre nosotros sino eso, la muerte?
un día de la tierra, creando el desierto. Las gotas de su
—¿Por qué ha de morirse a fuerzas?
respiración son como la sed del taray que crece junto a los
A Inocencio le brillaron tanto los dientes que hasta los ojos se le pusieron verdecitos. —Nomás porque cruzó la
ríos escasos, atesorando lujosamente la humedad. Tiene que detenerse, ahogado por el asma, descender
frontera. ¿No es ésa razón de sobra?
hundir
—No, qué va —se rió la Garduña, una horrenda puta
piadosamente el rostro en el lomo de su montadura. Pero
de Durango que vino a unirse a la tropa siendo la única
a pesar de todo dice:
profesional entre las soldaderas decentes que seguían a las
con
pena
de
la
yegua,
asfixiándose,
y
—Mi destino es mío.
fuerzas de mi general Arroyo—, ése lo que viene es rezando. Ha de ser hombre santo. Se carcajeó hasta que la pintura se le quebró en los cachetes como barniz puesto demasiado tiempo al sol.
Inocencio Mansalvo dijo desde que lo vio llegar al campamento: —Ese hombre vino aquí a morirse. Como Pedro era un muchachito de apenas once años y muy lejos todavía de tutearse con el valiente Inocencio oriundo de Torreón Coahuila, no entendió muy bien qué cosa quiso decir. Pero ya desde entonces lo respetaba mucho. Si el Mansalvo ese era un león en el combate, era más fiero adivinando la suerte de la gente. Y eso que el gringo viejo le resultó más valiente que nadie en las batallas que peleó aquí en Chihuahua. Quizás Mansalvo le adivinó una valentía suicida desde que lo vio entrar y por
Hundió las narices en un ramillete de rosas muertas que siempre traía prendidas al pecho. Luego, en los pocos días que anduvo con la tropa villista, tanto el Inocencio como el coronelito se dieron cuenta de que el gringo viejo se ocupaba de sí mismo como una señorita a punto de ir a su primer baile. Tenía su propia navaja de afeitar y la afilaba cuidadosamente; hurgaba por el campamento hasta encontrar agua hirviente para rasurarse con la mayor suavidad para su piel; hasta el lujo de una toalla caliente llegó a exigir el muy catrín. Pero ay de que por torpeza se cortara, a pesar de que él tenía a su disposición un buen espejo en el carro del
ello dijo lo que dijo. —Ese gringo viene montando su caballo como si ya fuera a entrarle a los trancazos aquí mismo, como si viniera a echarnos bravatas aunque luego todos le cáigamos encima y lo hagamos picadillo.
general Arroyo y los demás nunca se habían rasurado mirándose a un espejo, todos a ciegas o cuantimás en el reflejo rápido de un río. Pero ay de que se cortara la cara el viejo, la que armaba, más blanco se ponía, se secaba como si se fuera a desangrar, sacaba unos parchecitos
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Revista Esperpento blancos y rápido se cubría la herida, como si le importara menos desangrarse o infectarse que verse mal.
Ya estaba aquí. Trotando, se preguntó si sabía algo de este país. Pasó como un relámpago por sus ojos azules la
—Lo que pasa es que nunca ha estado muerto en toda
imagen tan lejana de la redacción del San Francisco
la vida —chilló la llamada Garduña, que ella sí parecía
Chronicle, donde las noticias de México cruzaban el aire
salida, no de un lupanar durangueño, sino del camposanto
lentamente, no como las flechas que mantenían saltando a
vecino, donde se niegan los curas a enterrar mujeres así.
los
—Ustedes dicen que lo manda la muerte —estornudó
reporteros:
escándalos
locales,
acontecimientos
nacionales, los reporteros del imperio de William
la Garduña, corno si sus flores aún vivieran—. Yo digo
Randolph
que lo mandó el diablo porque ni el diablo lo quiere.
norteamericanos, no tortugas mexicanas, a la caza de la
¡Miren que llegar aquí! Hay que ser muy pobre como
noticia, inventando la noticia si era necesario, había
ustedes, o muy jodida como yo, o muy malo... como él.
noticias águila que entraban rompiendo las ventanas de la
—Viene como rezando, pidiendo algo —dijo desde lejos Mansalvo.
Hearst
eran
enérgicos,
Aquiles
redacción de Hearst: La Follete fue electo por la plataforma populista en Wisconsin, Hiram Johnson era el nuevo gobernador de California, Upton Sinclair publicó
“Yo digo que lo mandó el diablo porque ni el diablo lo quiere. ¡Miren que llegar aquí! Hay que ser muy pobre como ustedes, o muy jodida como yo, o muy malo... como él”.
La selva, Taft tomó posesión prometiendo la reforma de las tarifas y un viejo faraón residía en el castillo de Chapultepec, condecorado, diciendo de tarde en tarde “Mátenlos en caliente” y manteniéndose vivo sólo gracias a su alerta animosidad contra los zopilotes que volaban en círculos sobre todos los palacios e iglesias de México. Un anciano alerta, el deleite de los periodistas, un viejo tirano con genio para las frases publicables: “Pobre México, tan
—Trae un dolor en la mirada —dijo de repente la Garduña, y ya lo respetó para siempre.
lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Noticias pequeñas, irritantes, noticias como moscas gordas y
Los demás también. Todos aprendieron a respetarlo, aunque las razones fueron muy variadas.
verdes en una tarde de verano, entrando a la sala de redacción del San Francisco Chronicle donde los lentos
El hecho es que ahora estaba aquí, con el llano a la
ventiladores pintados color marrón no lograban mover el
vista, después de cuatro días de existencia solitaria y
aire pesado. Wilson era el candidato salido de la
pegada a la tierra: un llano punteado de campos
universidad de Princeton, Teddy Roosevelt se había
humeantes, diseminados como las matas de la creosota
separado para formar el partido Bull Moose y en México
alrededor de un tren paralizado, sentado sobre sus rieles.
unos bandidos llamados Carranza, Obregón, Villa y
Vio la escena trotando ahora sobre el campo de salvia; los
Zapata se habían levantado en armas con el propósito
carros con aspecto de casas ambulantes para las mujeres y
secundario de vengar la muerte de Madero y de derrocar a
los niños con los soldados que descansaban en los techos
un tirano borracho, pero con el propósito principal de
de los vagones, fumando cigarrillos amarillos y
robarle sus tierras al señor Hearst. Wilson habló de la
deshebrados.
Nueva Libertad y dijo que les enseñaría la democracia a
Él había llegado.
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Revista Esperpento los mexicanos. Hearst exigía: Intervención, Guerra,
que nadie lo invitara, montado en un rocín desvencijado y
Indemnización.
arremetiendo con su lanza contra ejércitos de brujos.
—No tenías que venir a México para hacerte matar, hijo —le dijo la sombra de su padre—. ¿Recuerdas cuando empezaste a escribir? Hay quienes tomaron apuestas sobre tu longevidad.
—¡Médico! ¡Médico! —le gritaron desde los vagones apiñados de gente cuando divisaron su maletín negro. —No, no médico. Villa. Busco a Pancho Villa —les gritó a su vez el viejo.
—Ése lo que viene es rezando —dijo la Garduña—. Ha de ser hombre santo.
—¡Villa! ¡Villa! ¡Viva Villa! —gritaron todos juntos, hasta que un soldado con un sombrero amarillo estriado
—A ti no te van a enterrar en sagrado —se rió el Inocencio.
de sudor y pólvora gritó riendo desde el techo de un furgón— ¡Todos somos Villa!
—Cómo no —dijo la Garduña—. Ya lo tengo todo
El gringo viejo sintió que alguien le tiraba de los
arreglado con mi familia en
pantalones y bajó la mirada. Un
Durango. Cuando yo me muera,
niño de once años con ojos como
van a decir que soy mi tía Josefa
canicas negras y dos cartucheras
Arreola, que se quedó tan virgen
cruzándole el pecho le dijo:
que ya ni quién se acuerde de ella.
—¿Quiere conocer a Pancho
Los curas sólo se acuerdan de los
Villa? El general va a ir a verlo
pecadores.
esta noche. Venga a ver al
—Pues a ver de qué lado está
general, señor.
el gringo, si de los santos o de los
El niño guió el caballo del
pecadores. —¿Qué
viejo por las riendas hasta uno de puede
esperar
un
los carros del ferrocarril, donde
gringo aquí con nosotros?
un hombre con quijadas duras,
El gringo viejo sabía que había
un
bigote
acosado
y
ojos
un enjambre de periodistas como
amarillos y estrechos, estaba
él, venidos de ambas costas,
comiendo tacos y soplándose de
revoloteando
los ojos un fleco rebelde y lacio
alrededor
del
ejército de Pancho Villa, así que
de pelo cobrizo.
nadie lo detuvo cuando atravesó el campamento. Todos lo
—¿Quién eres, gringo? ¿Otro periodista? —dijo el
miraron raro: periodista no parecía, dijo siempre el
hombre con mirada de ranura, columpiando las piernas
coronelito Frutos García; cómo no iban a mirarlo así a un
envueltas en polainas de cuero, desde la apertura del carro
viejo alto, flaco, de pelo blanco, ojos azules, tez sonrosada
extraviado—. ¿O quieres vendernos parque?
y arrugas como surcos de maizal con las piernas
—Este hombre vino aquí buscando la muerte —quiso
colgándole más abajo de los estribos. Como su padre era
decirle Inocencio Mansalvo a su jefe, pero la Garduña le
español y comerciante en Salamanca, Guanajuato, Frutos
tapó a tiempo la boca: ella quería ver si era cierto lo que
García dijo que así miraban los cabreros y las maritornes
los tres amigos pensaron al verlo llegar. El niño de once
a don Quijote cuando metió las narices en sus aldeas, sin
años guió al caballo del extranjero.
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Revista Esperpento El viejo movió negativamente la cabeza y dijo que había venido a unirse al ejército de Villa.
Volvieron a esperar. El general metió la mano en el hondo bolsillo del pantalón de campo, sacó un peso de
—Quiero pelear.
plata reluciente, ancho como un huevo y plano como un
Los ojos de ranura se abrieron un poquito; la máscara
reloj y lo echó al aire, alto y recto. El viejo esperó sin
de polvo se quebró entonces con alegría. La Garduña co-
moverse hasta que la moneda descendió a un metro de la
reó la risa y se la contestaron las mujeres vestidas con
nariz del general; entonces disparó rápidamente; las
faldas largas y rasgadas que salieron de la cocina en un
mujeres gritaron; la Garduña miró a las demás mujeres; el
extremo del furgón, envueltas en los rebozos, a ver de qué
coronelito y Mansalvo miraron a su jefe; sólo el niño miró
se reía tanto el general.
al gringo.
—¡Viejo! ¡Viejo! —se rió el joven general—. ¡Estás
El general apenas movió la cabeza. El niño corrió a
demasiado viejo! ¡Vete a regar tu jardín, viejo! ¿Qué
buscar la moneda, la recogió del polvo, frotó su forma
haces aquí? No necesitamos lastres. A los prisioneros de
apenas doblada contra la cartuchera y se la devolvió al
guerra los matamos pa no andarlos arrastrando. Este es un
general. Había un hoyo perfecto atravesando el cuerpo del
ejército de guerrilleros, ¿entiendes?
águila. —Quédate la moneda, Pedrito, tú nos lo trajiste —
“... este pedazo de humanidad, este ejemplo de agudas sensaciones, esta fabricación de hombre y bestia, este humilde Prometeo, venía rogando, sí, implorando el bien de la nada”.
sonrió el general y la pieza de plata hasta le quemó los dedos—. Yo creo que nomás una Colt .44 puede atravesar un peso de éstos, que fue mi primer tesoro. Te lo ganaste, Pedrito, te digo que te lo quedes. —Este hombre vino a morirse —dijo Mansalvo. —Ya no sé si es hombre santo —dijo la Garduña oliendo sus flores. —¿Qué viene a hacer un gringo a México? —se
—Vine a pelear —dijo el gringo.
preguntó el coronelito.
—Vino a morirse —dijo Inocencio.
“Sus ojos venían llenos de oraciones”, y si el gringo
—Nos movemos de prisa y sin hacer ruido; tu pelo
viejo no leyó las mentes de quienes lo miraron descender
brillaría de noche como una llamarada blanca, viejo.
de las montañas metálicas al desierto, sí repitió sus
Anda, vete, éste es un ejército, no un asilo de ancianos.
propias palabras escritas para anunciarles desde lejos que
—Ande, pruébeme —dijo el viejo y lo dijo muy frío,
“este pedazo de humanidad, este ejemplo de agudas sensaciones, esta fabricación de hombre y bestia, este
recuerda el coronelito Frutos García. Las mujeres hacían ruidos de pájaros pero ahora se quedaron calladas cuando el general miró al viejo con la
humilde Prometeo, venía rogando, sí, implorando el bien de la nada.
misma frialdad con que el viejo habló. El general sacó su
“A la tierra y al cielo por igual, a la vegetación del de-
larga pistola Colt. El viejo no se movió de la silla.
sierto, a los seres humanos que lo vieron llegar, esta
Entonces el general le tiró la pistola y el viejo la agarró en
encarnación sufriente les dirigía una oración silenciosa:
el aire.
“—He venido a morir. Denme ustedes el tiro de gracia”. Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento
“NEVERMORE”. EDGAR ALLAN POE: BREVE SELECCIÓN POÉTICA.
«Dijo el cuervo: “Jamás”», y se quedó por el resto de la eternidad en el dintel de la historia de la literatura, picoteando de vez en cuando como para que no se olvidaran de su terrible presencia. Bien le habría valido la eternidad a quien le diera vida. Sin embargo, como ha sucedido con otros autores, han sido sus narraciones las que le han perpetuado en la memoria de los lectores y le han dado su justo lugar como el gran iniciador del relato moderno, pero que han terminado por opacar de alguna manera su trabajo poético, siendo la principal —y en algunos casos, única— referencia para los lectores modernos El cuervo. Dominan en la obra poética de Poe las imágenes opresivas de la muerte y la melancolía, la obsesión y la locura propias del atormentado personaje de la poesía de su época, deudora de la tradición inglesa. Como si las imágenes de sus relatos no fuesen suficientemente oscuras y angustiosas, Poe instaura en el lenguaje de la poesía la pesadilla y el asfixiante ambiente de sus narraciones más temibles. ¿Pero qué otro tema podría dominar la obra de Poe, sino el de la muerte y la angustia de la melancolía? Edgar Allan Poe, “un desdichado cuya frente estaba marcada por un raro y singular tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así encima de sus ojos la etiqueta de su vida, como un libro su título”, descrito por la pluma de Charles Baudelaire.
Y escribo dominar, porque decir que el total de la obra de Poe es una larga disección del temor y la angustia y la locura sería reducir de forma exagerada una obra que por su ambición podría haber abarcado todo el ámbito de la humanidad. Pero resulta innegable ver una constante en la gran mayoría de su obra escrita, el cauce inagotable de las pesadillas y los ensueños insanos. De tal fuente proviene esta mínima antología.
Juan P. Castel.
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Revista Esperpento Los espíritus de la muerte I Tu alma, con sus sombríos pensamientos, Se hallará sola en la siniestra tumba. Nadie querrá saber lo que en secreto Tu corazón y tu conciencia ocultan. II Sé silencioso en soledad tan grande, Que no es tal soledad, pues te circundan, Los espíritus todos de la muerte, Que ya en vida rondaban en tu busca. Ellos querrán ensombrecerte el alma Con sus negros arcanos y sus dudas. Sé silencioso en soledad tan grande; Cierra los labios cual la misma tumba. III Y la noche, aunque clara y luminosa, Se tornará de pronto en cueva oscura; Desde sus altos tronos las estrellas No alumbrarán tu soledad adusta. Mas sus rojizos globos sin fulgores Han de ser a tu tedio y a tu angustia Como incendio voraz, cual una fiebre De los que libre no has de verte nunca.
“No podrás desechar los pensamientos Ni las visiones que tu mente turban”.
IV No podrás desechar los pensamientos Ni las visiones que tu mente turban, Y que antes en tu espíritu dejaban La huella del rocío en la llanura. V La brisa, que es de Dios el puro aliento, Soplará en torno de la helada tumba, Y en la colina tenderá su velo La niebla vaporosa y taciturna. Las tinieblas, las sombras invioladas Símbolo y prenda son; hablan y auguran. Sobre las altas copas de los árboles Tiende el misterio su cerrada túnica.
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Revista Esperpento El cuervo (Versión de Carlos Arturo Torres)
I En una noche pavorosa, inquieto releía un vetusto mamotreto cuando creí escuchar un extraño ruido, de repente como si alguien tocase suavemente a mi puerta: «Visita impertinente es, dije y nada más». II ¡Ah! me acuerdo muy bien; era en invierno e impaciente medía el tiempo eterno cansado de buscar en los libros la calma bienhechora al dolor de mi muerta Leonora que habita con los ángeles ahora ¡para siempre jamás! III Sentí el sedeño y crujidor y elástico rozar de las cortinas, un fantástico terror, como jamás sentido había y quise aquel ruido explicando, mi espíritu oprimido calmar por fin: «Un viajero perdido es, dije y nada más». IV Ya sintiendo más calma: «Caballero exclamé, o dama, suplicaros quiero os sirváis excusar mas mi atención no estaba bien despierta y fue vuestra llamada tan incierta...» Abrí entonces de par en par la puerta: tinieblas nada más. V Miro al espacio, exploro la tiniebla y siento entonces que mi mente puebla turba de ideas cual ningún otro mortal las tuvo antes y escucho con oídos anhelantes «Leonora » unas voces susurrantes murmurar nada más.
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Revista Esperpento VI Vuelvo a mi estancia con pavor secreto y a escuchar torno pálido e inquieto más fuerte golpear; «Algo, me digo, toca en mi ventana, comprender quiero la señal arcana y calmar esta angustia sobrehumana»: ¡el viento y nada más! VII Y la ventana abrí: revolcando vi entonces un cuervo venerando como ave de otra edad; sin mayor ceremonia entró en mis salas con gesto señorial y negras alas y sobre un busto, en el dintel, de Palas posóse y nada más. VIII Miro al pájaro negro, sonriente ante su grave y serio continente y le comienzo a hablar, no sin un dejo de intención irónica: «Oh cuervo, oh venerable ave anacrónica, ¿cuál es tu nombre en la región plutónica? » Dijo el cuervo: «Jamás ».
“... otros de mí han huido y se me alcanza que él partirá mañana sin tardanza como me ha abandonado la esperanza”.
IX En este caso al par grotesco y raro maravilléme al escuchar tan claro tal nombre pronunciar y debo confesar que sentí susto pues ante nadie, creo, tuvo el gusto de un cuervo ver, posado sobre un busto con tal nombre: «Jamás». X Cual si hubiese vertido en ese acento el alma, calló el ave y ni un momento las plumas movió ya, «otros de mí han huido y se me alcanza que él partirá mañana sin tardanza como me ha abandonado la esperanza»; dijo el cuervo: «¡Jamás!»
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Revista Esperpento XI Una respuesta al escuchar tan neta me dije, no sin inquietud secreta, «Es esto nada más. Cuanto aprendió de un amo infortunado, a quien tenaz ha perseguido el hado y por solo estribillo ha conservado ¡ese jamás, jamás!» XII Rodé mi asiento hasta quedar enfrente de la puerta, del busto y del vidente cuervo y entonces ya reclinado en la blanda sedería en ensueños fantásticos me hundía, pensando siempre que decir querría aquel jamás, jamás. XIII Largo tiempo quedéme así en reposo aquel extraño pájaro ominoso mirando sin cesar, ocupaba el diván de terciopelo do juntos nos sentamos y en mi duelo pensaba que Ella, nunca en este suelo lo ocuparía más. XIV Entonces parecióme el aire denso con el aroma de quemado incienso de un invisible altar; y escucho voces repetir fervientes: «Olvida a Leonor, bebe el nepenthes bebe el olvido en sus letales fuentes»; dijo el cuervo: «¡Jamás!» XV «Profeta, dije, augur de otras edades que arrojaron las negras tempestades aquí para mi mal, huésped de esta morada de tristura, dí, fosco engendro de la noche oscura, si un bálsamo habrá al fin a mi amargura»: dijo el cuervo: «¡Jamás!»
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Revista Esperpento XVI «Profeta, dije, o diablo, infausto cuervo por Dios, por mí, por mi dolor acerbo, por tu poder fatal dime si alguna vez a Leonora volveré a ver en la eternal aurora donde feliz con los querubes mora »; dijo el cuervo: «¡Jamás! » XVII «Sea tal palabra la postrera retorna a la plutónica rivera,» grité: «¡No vuelvas más, no dejes ni una huella, ni una pluma y mi espíritu envuelto en densa bruma libra por fin el peso que le abruma! » dijo el cuervo: «¡Jamás! » XVIII Y el cuervo inmóvil, fúnebre y adusto sigue siempre de Palas sobre el busto y bajo mi fanal, proyecta mancha lúgubre en la alfombra y su mirada de demonio asombra... ¡Ay! ¿Mi alma enlutada de su sombra se librará? ¡Jamás!
“¡No vuelvas más, no dejes ni una huella, ni una pluma y mi espíritu envuelto en densa bruma libra por fin el peso que le abruma!”
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Revista Esperpento El gusano vencedor ¡Mirad! Noche de fiesta, Solemne, es del futuro En los postreros años de la vida. Un coro de querubes, Alados y con tules encubiertos, Ajando con sus lágrimas los tules, A un drama de terror y de esperanzas Asisten en grandioso coliseo Mientras exhala sobrehumana orquesta La música sublime de los cielos. Mimos, de Dios imagen, Moviéndose veloces, con cautela Murmuran: ¡meros títeres que impulsa La voluntad de inmensos y disformes Seres que van mudando La escena y arrojando de sus alas De cóndor, agitadas en la sombra, La invisible desgracia! ¡Oh, nunca este confuso Drama será olvidado! Nunca con Fantasma, eternamente Por un tropel en vano perseguido, De círculo a través, que siempre gira. Y torna al mismo sitio; Siendo la esencia de la oscura trama El horror, la locura y el delito. ¡Mas ved! Entre la turba Mímica se introdujo una rastrera Figura, ¡ser inmundo! Cuerpo color de sangre que acechaba Allá en la soledad del escenario, ¡Se tuerce! ¡Se retuerce! Con mortales Tormentos en su pasto se convierten Los mimos; y los ángeles gimieron Cuando sus viles uñas Manchó con sangre humana el vil insecto. ¡Las luces se extinguieron! ¡Y todo yace extinto! Y, por cubrir las formas Trémulas, el telón, fúnebre manto, Cae con la rapidez de una tormenta. Y pálidos y mustios los querubes, Irguiéndose, arrancándose sus velos, Afirman que la mísera comedia Es la tragedia "Hombre" Y el inmundo gusano ¡El Héroe vencedor de esta tragedia!
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Revista Esperpento La durmiente Era la medianoche, en junio, tibia, bruna. Yo estaba bajo un rayo de la mística luna, Que de su blanco disco como un encantamiento Vertía sobre el valle un vapor somnoliento. Dormitaba en las tumbas el romero fragante, Y al lago se inclinaba el lirio agonizante, Y envueltas en la niebla en el ropaje acuoso, Las ruinas descansaban en vetusto reposo. ¡Mirad! también el lago semejante al Leteo, Dormita entre las sombras con lento cabeceo, Y del sopor consciente despertarse no quiere Para el mundo que en tomo lánguidamente muere Duerme toda belleza y ved dónde reposa Irene, dulcemente, en calma deleitosa. Con la ventana abierta a los cielos serenos, De claros laminares y de misterios llenos. Oh, mi gentil señora, ¿no te asalta el espanto? ¿Por qué está tu ventana, así, en la noche abierta? Los aires juguetones desde el bosque frondoso, Risueños y lascivos en tropel rumoroso Inundan tu aposento y agitan la cortina Del lecho en que tu hermosa cabeza se reclina, Sobre los bellos ojos de copiosas pestañas, Tras los que el alma duerme en regiones extrañas, Como fantasmas tétricos, por el sueño y los muros Se deslizan las sombras de perfiles oscuros. Oh, mi gentil señora, ¿no te asalta el espanto? ¿Cuál es, di, de tu ensueño el poderoso encanto? Debes de haber venido de los lejanos mares A este jardín hermoso de troncos seculares. Extraños son, mujer, tu palidez, tu traje, Y de tus largas trenzas el flotante homenaje; Pero aún es más extraño el silencio solemne En que envuelves tu sueño misterioso y perenne. La dama gentil duerme. ¡Que duerman para el mundo! Todo lo que es eterno tiene que ser profundo. El cielo lo ha amparado bajo su dulce manto, Trocando este aposento por otro que es más santo, Y por otro más triste, el lecho en que reposa. Yo le ruego al Señor, que con mano piadosa, La deje descansar con sueño no turbado, Mientras que los difuntos desfilan por su lado. Ella duerme, amor mío. ¡Oh!, mi alma le desea Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento Que así como es eterno, profundo el sueño sea; Que los viles gusanos se arrastren suavemente En torno de sus manos y en torno de su frente; Que en la lejana selva, sombría y centenaria, Le alcen una alta tumba tranquila y solitaria Donde flotan al viento, altivos y triunfales, De su ilustre familia los paños funerales; Una lejana tumba, a cuya puerta fuerte Piedras tiró, de niña, sin temor a la muerte, Y a cuyo duro bronce no arrancará más sones, Ni los fúnebres ecos de tan tristes mansiones ¡Qué triste imaginarse pobre hija del pecado Que el sonido fatídico a la puerta arrancado, Y que quizá con gozo resonara en tu oído, de la muerte terrífica era el triste gemido!
Un sueño (Versión de Carlos Arturo Torres)
¡Recibe en la frente este beso! Y, por librarme de un peso antes de partir, confieso que acertaste si creías que han sido un sueño mis días; ¿Pero es acaso menos grave que la esperanza se acabe de noche o a pleno sol, con o sin una visión? Hasta nuestro último empeño es sólo un sueño dentro de un sueno.
“... antes de partir, confieso que acertaste si creías que han sido un sueño mis días”.
Frente a la mar rugiente que castiga esta rompiente tengo en la palma apretada granos de arena dorada. ¡Son pocos! Y en un momento se me escurren y yo siento surgir en mí este lamento: ¡Oh Dios! ¿Por qué no puedo retenerlos en mis dedos? ¡Oh Dios! ¡Si yo pudiera salvar uno de la marea! ¿Hasta nuestro último empeño es sólo un sueño dentro de un sueño?
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Revista Esperpento
ELP V, por H.R. Giger
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Revista Esperpento
La máscara de Por Edgar Allan Poe Traducción Julio Cortázar Imágenes S. L.
La «Muerte Roja» había devastado el país durante
seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era
largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan
ésta de amplia y magnífica construcción y había sido
espantosa. La sangre era su encarnación y su sello: el rojo
creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del
y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores,
príncipe. Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las
un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y
puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los
sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo
cortesanos trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron
y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la
los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de
aislaba de toda ayuda y de toda simpatía. Y la invasión,
ingreso o de salida a los súbitos impulsos de la
progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media
desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente
hora.
aprovisionada.
Con
precauciones
semejantes,
los
Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz.
cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo
Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a
exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto, era una
su lado a mil robustos y desaprensivos amigos de entre los
locura afligirse o meditar. El príncipe había reunido todo
caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al
lo
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necesario
para
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los
placeres.
Había
bufones,
Revista Esperpento improvisadores, bailarines y músicos; había hermosura y vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro. Afuera estaba la Muerte Roja. Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y cuando la peste hacía los más terribles estragos, el príncipe Próspero ofreció a sus mil amigos un baile de máscaras de la más insólita magnificencia. Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero permitidme que antes os describa los salones donde se celebraba. Eran siete —una serie imperial de estancias—. En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones forma una larga galería en línea recta, pues las dobles puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero aquí se trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta yardas había un brusco recodo, y en cada uno nacía un nuevo efecto. A derecha e izquierda en mitad de la pared, una alta y estrecha ventana gótica daba a un corredor cerrado que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas tenían vitrales cuya coloración variaba con el tono dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo, la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules, vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y aquí los vitrales eran púrpura. La tercera era enteramente verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido decorada e iluminada con tono naranja; la quinta, con blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía completamente cubierto de colgaduras de terciopelo negro, que abarcaban el techo y las paredes, cayendo en pesados pliegues sobre una alfombra del mismo material y tonalidad. Pero en esta cámara el color de las ventanas no correspondía a la decoración. Los cristales eran escarlata, tenían un profundo color de sangre. Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento A pesar de la profusión de ornamentos de oro que aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas siete estancias no había lámparas ni candelabros. Las cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero en los corredores paralelos a la galería, y opuestos a cada ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un ígneo brasero, cuyos rayos proyectábanse a través de los cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores tan vivos como fantásticos. Pero en la cámara del poniente, la cámara negra, el fuego que, a través de los cristales de color de sangre, se derramaba sobre las sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros de quienes penetraban en ella, que pocos eran lo bastante audaces para poner allí los pies. En este aposento, contra la pared del poniente, se apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; mas su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones; durante un momento, en aquella alegre sociedad reinaba el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del reloj, era posible observar que los más atolondrados palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la mano por la frente, como si se entregaran a una confusa meditación o a un ensueño. Pero apenas los ecos cesaban del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos se miraban entre sí, como sonriendo de su insensata nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta minutos (que
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Revista Esperpento abarcan tres mil seiscientos segundos del Tiempo que
rayos de los trípodes. Mas en la cámara que da al oeste
huye), el reloj daba otra vez la hora, y otra vez nacían el
ninguna máscara se aventura, pues la noche avanza y una
desconcierto, el temblor y la meditación.
luz más roja se filtra por los cristales de color de sangre;
Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe tenía
gustos
singulares.
Sus
ojos
se
aterradora es la tiniebla de las colgaduras negras; y, para
mostraban
aquel cuyo pie se pose en la sombría alfombra, brota del
especialmente sensibles a los colores y sus efectos.
reloj de ébano un ahogado resonar mucho más solemne
Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes
que los que alcanzan a oír las máscaras entregadas a la
eran audaces y ardientes, sus concepciones brillaban con
lejana alegría de las otras estancias.
bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que
Congregábase densa multitud en estas últimas, donde
estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era así. Era
afiebradamente latía el corazón de la vida. Continuaba la
necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de
fiesta en su torbellino hasta el momento en que
que no lo estaba.
comenzaron a oírse los tañidos del reloj anunciando la
El príncipe se había ocupado personalmente de gran
medianoche. Calló entonces la música, como ya he dicho,
parte de la decoración de las siete salas destinadas a la
y las evoluciones de los que bailaban se interrumpieron; y
gran fiesta, y su gusto había guiado la elección de los
como antes, se produjo en todo una cesación angustiosa.
disfraces. Grotescos eran éstos, a no dudarlo. Reinaba en
Mas esta vez el reloj debía tañer doce campanadas, y
ellos el brillo, el esplendor, lo picante y lo fantasmagórico
quizá por eso ocurrió que los pensamientos invadieron en
—mucho de eso que más tarde habría de encontrarse en
mayor número las meditaciones de aquellos que
Hernani—. Veíanse figuras de arabesco, con siluetas y
reflexionaban entre la multitud entregada a la fiesta. Y
atuendos incongruentes; veíanse fantasías delirantes,
quizá también por eso ocurrió que, antes de que los
como las que aman los maniacos. Abundaba allí lo
últimos ecos del carillón se hubieran hundido en el
hermoso, lo extraño, lo licencioso, y no faltaba lo terrible
silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para
y lo repelente. En verdad, en aquellas siete cámaras se
advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta
movía, de un lado a otro, una multitud de sueños. Y
entonces no había llamado la atención de nadie. Y,
aquellos sueños se contorsionaban en todas partes,
habiendo corrido en un susurro la noticia de aquella nueva
cambiando de color al pasar por los aposentos, y haciendo
presencia, alzóse al final un rumor que expresaba
que la extraña música de la orquesta pareciera el eco de
desaprobación, sorpresa y, finalmente, espanto, horror y
sus pasos.
repugnancia.
Mas otra vez tañe el reloj que se alza en el aposento de
En una asamblea de fantasmas como la que acabo de
terciopelo. Por un momento todo queda inmóvil; todo es
describir es de imaginar que una aparición ordinaria no
silencio, salvo la voz del reloj. Los sueños están helados,
hubiera provocado semejante conmoción. El desenfreno
rígidos en sus posturas. Pero los ecos del tañido se
de aquella mascarada no tenía límites, pero la figura en
pierden —apenas han durado un instante—, y una risa
cuestión lo ultrapasaba e iba, incluso, más allá de lo que el
ligera, a medias sofocada, flota tras ellos en su fuga. Otra
liberal criterio del príncipe toleraba. En el corazón de los
vez crece la música, viven los sueños, contorsionándose
más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin
de aquí para allá con más alegría que nunca coloreándose
emoción. Aun el más relajado de los seres, para quien la
al pasar ante las ventanas, por las cuales irrumpen los
vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay
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Revista Esperpento cosas con las cuales no se puede jugar. Los concurrentes
cortesanos impidió que nadie alzara la mano para
parecían sentir en lo más hondo que el traje y la
detenerlo; y así, sin impedimentos, pasó éste a una yarda
apariencia del desconocido no revelaban ni ingenio ni
del príncipe, y, mientras la vasta concurrencia retrocedía
decoro. Su figura, alta y flaca, estaba envuelta de la
en un solo impulso hasta pegarse a las paredes, siguió
cabeza a los pies en una mortaja. La máscara que ocultaba
andando ininterrumpidamente, pero con el mismo
el rostro se parecía de tal manera al semblante de un
solemne y mesurado paso que desde el principio lo había
cadáver ya rígido, que el escrutinio más detallado se
distinguido. Y de la cámara azul pasó a la púrpura, de la
habría visto en dificultades para descubrir el engaño.
púrpura a la verde, de la verde a la anaranjada, desde ésta
Cierto; aquella frenética concurrencia podía tolerar, si no
a la blanca y de allí a la violeta antes de que nadie se
aprobar, semejante disfraz. Pero el enmascarado se había
hubiera decidido a detenerlo. Mas entonces el príncipe
atrevido a asumir las apariencias de la Muerte Roja. Su
Próspero, enloquecido por la rabia y la vergüenza de su
mortaja estaba salpicada de sangre, y su amplia frente, así
momentánea cobardía, se lanzó a la carrera a través de los
como el rostro, aparecían manchados por el horror
seis aposentos, sin que nadie lo siguiera por el mortal
escarlata.
terror que a todos paralizaba. Puñal en mano, acercóse
Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la
impetuosamente hasta llegar a tres o cuatro pasos de la
espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y
figura, que seguía alejándose, cuando ésta, al alcanzar el
solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba
extremo del aposento de terciopelo, se volvió de golpe y
entre los bailarines), convulsionóse en el primer momento
enfrentó a su perseguidor. Oyóse un agudo grito, mientras
con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero, al
el puñal caía resplandeciente sobre la negra alfombra y el
punto, su frente enrojeció de rabia.
príncipe Próspero se desplomaba muerto.
—¿Quién se atreve —preguntó, con voz ronca, a los
Reuniendo el terrible coraje de la desesperación,
cortesanos que lo rodeaban—, quién se atreve a
numerosas máscaras se lanzaron al aposento negro; pero,
insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apoderaos de él
al
y desenmascaradlo, para que sepamos a quién vamos a
permanecía erecta e inmóvil a la sombra del reloj de
ahorcar al alba en las almenas!
ébano, retrocedieron con inexpresable horror al descubrir
apoderarse
del
desconocido,
cuya
alta
figura
Al pronunciar estas palabras, el príncipe Próspero se
que el sudario y la máscara cadavérica que con tanta
hallaba en el aposento del este, el aposento azul. Sus
rudeza habían aferrado no contenían ninguna forma
acentos resonaron alta y claramente en las siete estancias,
tangible.
pues el príncipe era hombre osado y robusto, y la música acababa de cesar a una señal de su mano.
Y entonces reconocieron la presencia de la Muerte Roja. Había venido como un ladrón en la noche. Y uno
Con un grupo de pálidos cortesanos a su lado
por uno cayeron los convidados en las salas de orgía
hallábase el príncipe en el aposento azul. Apenas hubo
manchadas de sangre, y cada uno murió en la desesperada
hablado, los presentes hicieron un movimiento en
actitud de su caída. Y la vida del reloj de ébano se apagó
dirección al intruso, quien, en ese instante, se hallaba a su
con la del último de aquellos alegres seres. Y las llamas
alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y
de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción,
deliberado. Mas la indecible aprensión que la insana
y la Muerte Roja lo dominaron todo.
apariencia del enmascarado había producido en los
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Revista Esperpento
Un habitante de Carcosa Por Ambrose Bierce Traducción Rafael Llopis Imágenes Archy Nold
Existen diversas clases de muerte. En algunas, el cuerpo perdura, en otras se desvanece por completo con el espíritu. Esto solamente sucede, por lo general, en la soledad (tal es la voluntad de Dios), y, no habiendo visto nadie ese final, decimos que el hombre se ha perdido para siempre o que ha partido para un largo viaje, lo que es de hecho verdad. Pero, a veces, este hecho se produce en presencia de muchos, cuyo testimonio es la prueba. En una clase de muerte el espíritu muere también, y se ha comprobado que puede suceder que el cuerpo continúe vigoroso durante muchos años. Y a veces, como se ha testificado de forma irrefutable, el espíritu muere al mismo tiempo que el cuerpo, pero, según algunos, resucita en el mismo lugar en que el cuerpo se corrompió.
Meditando estas palabras de Hali (Dios le conceda la
formas extrañas y sombríos colores que parecían tener un
paz eterna), y preguntándome cuál sería su sentido pleno,
mutuo
entendimiento
e
intercambiar
miradas
como aquel que posee ciertos indicios, pero duda si no
significativas, como si hubieran asomado la cabeza para
habrá algo más detrás de lo que él ha discernido, no presté
observar la realización de un acontecimiento previsto.
atención al lugar donde me había extraviado, hasta que
Aquí y allá, algunos árboles secos parecían ser los jefes de
sentí en la cara un viento helado que revivió en mí la
esta malévola conspiración de silenciosa expectativa.
conciencia del paraje en que me hallaba. Observé con
A pesar de la ausencia del sol, me pareció que el día
asombro que todo me resultaba ajeno. A mi alrededor se
debía estar muy avanzado, y aunque me di cuenta de que
extendía una desolada y yerma llanura, cubierta de yerbas
el aire era frío y húmedo, mi conciencia del hecho era más
altas y marchitas que se agitaban y silbaban bajo la brisa
mental que física; no experimentaba ninguna sensación de
del otoño, portadora de Dios sabe qué misterios e
molestia. Por encima del lúgubre paisaje se cernía una
inquietudes. A largos intervalos, se erigían unas rocas de
bóveda de nubes bajas y plomizas, suspendidas como una
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Revista Esperpento maldición visible. En todo había una amenaza y un
cama para impedir que huyese. Eludí vigilancia de mis
presagio, un destello de maldad, un indicio de fatalidad.
cuidadores, y vagué hasta aquí para ir... ¿adónde? No
No había ni un pájaro, ni un animal, ni un insecto. El
tenía idea. Sin duda me encontraba a una distancia
viento suspiraba en las ramas desnudas de los árboles
considerable de la ciudad donde vivía, la antigua y célebre
muertos, y la yerba gris se curvaba para susurrar a la tierra
ciudad de Carcosa.
secretos espantosos. Pero ningún otro ruido, ningún otro
En ninguna parte se oía ni se veía signo alguno de vida
movimiento rompía la calma terrible de aquel funesto
humana. No se veía ascender ninguna columna de humo,
lugar.
ni se escuchaba el ladrido de ningún perro guardián, ni el
Observé en la yerba cierto número de piedras gastadas
mugido de ningún ganado, ni gritos de niños jugando;
por la intemperie y evidentemente trabajadas con
nada más que ese cementerio lúgubre, con su atmósfera
herramientas. Estaban rotas, cubiertas de musgo, y medio
de misterio y de terror debida a mi cerebro trastornado.
hundidas en la tierra. Algunas estaban derribadas, otras se
¿No estaría acaso delirando nuevamente, aquí, lejos de
inclinaban en ángulos diversos, pero ninguna estaba
todo auxilio humano? ¿No sería todo eso una ilusión
vertical. Sin duda alguna eran lápidas funerarias, aunque
engendrada por mi locura? Llamé a mis mujeres y a mis
las tumbas propiamente dichas no existían ya en forma de túmulos ni depresiones en el suelo. Los años lo habían nivelado todo. Diseminados aquí y allá, los bloques más grandes marcaban el sitio donde algún sepulcro pomposo o soberbio había lanzado su frágil desafío al olvido. Estas
“...En ninguna parte se oía ni se veía signo alguno de vida humana... ”
reliquias, estos vestigios de la vanidad humana, estos monumentos de piedad y afecto me parecían tan antiguos,
hijos, tendí mis manos en busca de las suyas, incluso
tan deteriorados, tan gastados, tan manchados, y el lugar
caminé entre las piedras ruinosas y la yerba marchita.
tan descuidado y abandonado, que no pude más que
Un ruido detrás de mí me hizo volver la cabeza. Un
creerme el descubridor del cementerio de una raza
animal salvaje —un lince— se acercaba. Me vino un
prehistórica de hombres cuyo nombre se había extinguido
pensamiento: “Si caigo aquí, en el desierto, si vuelve la
hacía muchísimos siglos.
fiebre y desfallezco, esta bestia me destrozará la
Sumido en estas reflexiones, permanecí un tiempo sin prestar atención al encadenamiento de mis propias
garganta”. Salté hacia él, gritando. Pasó a un palmo de mí, trotando tranquilamente, y desapareció tras una roca.
experiencias, pero después de poco pensé: “¿Cómo llegué
Un instante después, la cabeza de un hombre pareció
aquí?”. Un momento de reflexión pareció proporcionarme
brotar de la tierra un poco más lejos. Ascendía por la
la respuesta y explicarme, aunque de forma inquietante, el
pendiente más lejana de una colina baja, cuya cresta
extraordinario carácter con que mi imaginación había
apenas se distinguía de la llanura. Pronto vi toda su silueta
revertido todo cuanto veía y oía. Estaba enfermo.
recortada sobre el fondo de nubes grises. Estaba medio
Recordaba ahora que un ataque de fiebre repentina me
desnudo, medio vestido con pieles de animales; tenía los
había postrado en cama, que mi familia me había contado
cabellos en desorden y una larga y andrajosa barba. En
cómo, en mis crisis de delirio, había pedido aire y
una mano llevaba un arco y flechas; en la otra, una
libertad, y cómo me habían mantenido a la fuerza en la
antorcha llameante con un largo rastro de humo.
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Número 2 Noviembre-Febrero 2012
Revista Esperpento Caminaba lentamente y con precaución, como si temiera caer en un sepulcro abierto, oculto por la alta yerba.
La gruesa raíz del árbol gigante (contra el cual yo me apoyaba) abrazaba y oprimía una losa de piedra que
Esta extraña aparición me sorprendió, pero no me
emergía parcialmente por el hueco que dejaba otra raíz.
causó alarma. Me dirigí hacia él para interceptarlo hasta
Así, la piedra se encontraba al abrigo de las inclemencias
que lo tuve de frente; lo abordé con el familiar saludo:
del tiempo, aunque estaba muy deteriorada. Sus aristas
—¡Que Dios te guarde!
estaban desgastadas; sus ángulos, roídos; su superficie,
No me prestó la menor atención, ni disminuyó su
completamente desconchada. En la tierra brillaban
ritmo.
partículas de mica, vestigios de su desintegración.
—Buen extranjero —proseguí—, estoy enfermo y perdido. Te ruego me indiques el camino a Carcosa. El
hombre
entonó
Indudablemente, esta piedra señalaba una sepultura de la cual el árbol había brotado varios siglos antes. Las raíces
un
hambrientas habían saqueado la
bárbaro canto en una lengua desconocida,
tumba y aprisionado su lápida.
siguió
Un brusco soplo de viento
caminando y desapareció.
barrió las hojas secas y las ramas
Sobre la rama de un árbol seco
un
búho
lanzó
acumuladas sobre la lápida.
un
Distinguí entonces las letras del
siniestro aullido y otro le
bajorrelieve de su inscripción, y
contestó a lo lejos. Al levantar
me incliné a leerlas. ¡Dios del
los ojos vi a través de una
cielo! ¡Mi propio nombre...! ¡La
brusca fisura en las nubes a
fecha de mi nacimiento...! ¡y la
Aldebarán y las Híadas. Todo
fecha de mi muerte!
sugería la noche: el lince, el
Un rayo de sol iluminó
hombre portando la antorcha,
completamente el costado del
el búho. Y, sin embargo, yo
árbol, mientras me ponía en pie
veía... veía incluso las estrellas
de un salto, lleno de terror. El
en ausencia de la oscuridad.
sol nacía en el rosado oriente.
Veía, pero evidentemente no podía ser visto ni escuchado.
Yo estaba en pie, entre su enorme disco rojo y el árbol,
¿Qué espantoso sortilegio dominaba mi existencia?
pero ¡no proyectaba sombra alguna sobre el tronco!
Me senté al pie de un gran árbol para reflexionar
Un coro de lobos aulladores saludó al alba. Los vi
seriamente sobre lo que más convendría hacer. Ya no tuve
sentados sobre sus cuartos traseros, solos y en grupos, en
dudas de mi locura, pero aún guardaba cierto resquemor
la cima de los montículos y de los túmulos irregulares que
acerca de esta convicción. No tenía ya rastro alguno de
llenaban a medias el desierto panorama que se prolongaba
fiebre. Más aún, experimentaba una sensación de alegría y
hasta el horizonte. Entonces me di cuenta de que eran las
de fuerza que me eran totalmente desconocidas, una
ruinas de la antigua y célebre ciudad de Carcosa.
especie de exaltación física y mental. Todos mis sentidos estaban alerta: el aire me parecía una sustancia pesada, y podía oír el silencio.
Tales son los hechos que comunicó el espíritu de Hoseib Alar Robardin al médium Bayrolle.
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Revista Esperpento
t Por Henry Kuttner Traducción Rafael Llopis Imágenes Archy Nold
El viejo Masson, guardián de uno de los más antiguos y descuidados cementerios de Salem, sostenía una verdadera
contienda
con
las
ratas.
Hacía
los ruinosos muelles de Salem debieron de transportar cargamentos muy extraños.
varias
Masson se asombraba a veces de las extraordinarias
generaciones, se había asentado en el cementerio una
proporciones de estas madrigueras. Recordaba ciertos
colonia de ratas enormes procedentes de los muelles.
relatos inquietantes que le habían contado al llegar a la
Cuando Masson asumió su cargo, tras la inexplicable
vieja y embrujada ciudad de Salem. Eran relatos que
desaparición del guardián anterior, decidió hacerlas
hablaban de una vida larvaria que persistía en la muerte,
desaparecer. Al principio colocaba cepos y comida
oculta en las olvidadas madrigueras de la tierra. Ya habían
envenenada junto a sus madrigueras; más tarde, intentó
pasado los viejos tiempos en que Cotton Mather
exterminarlas a tiros. Pero todo fue inútil. Seguía
exterminara los cultos perversos y los ritos orgiásticos
habiendo ratas. Sus hordas voraces se multiplicaban e
celebrados en honor de Hécate y de la siniestra Magna
infestaban el cementerio.
Mater. Pero todavía se alzaban las tenebrosas casas de
Eran grandes, aun tratándose de la especie mus
torcidas buhardillas, de fachadas inclinadas y leprosas, en
decumanus, cuyos ejemplares miden a veces más de
cuyos sótanos, según se decía, aún se ocultaban secretos
treinta y cinco centímetros de largo sin contar la cola
blasfemos y se celebraban ritos que desafiaban tanto a la
pelada y gris. Masson las había visto hasta del tamaño de
ley como a la cordura. Moviendo significativamente sus
un gato; y cuando los sepultureros descubrían alguna
cabezas canosas, los viejos aseguraban que, en los
madriguera, comprobaban con asombro que por aquellas
antiguos cementerios de Salem, había bajo tierra cosas
malolientes galerías cabía sobradamente el cuerpo de una
peores que gusanos y ratas. En cuanto a estos roedores,
persona. Al parecer, los barcos que antaño atracaban en
ciertamente, Masson les tenía aversión y respeto. Sabía el
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Número 2 Noviembre-Febrero 2012
Revista Esperpento peligro que acechaba en sus dientes afilados y brillantes.
el oro no lo es. Además, Masson negociaba también con
Pero no comprendía el horror que los viejos sentían por
algunos estudiantes de medicina y médicos poco
las casas vacías, infestadas de ratas. Había oído rumores
escrupulosos que necesitaban cadáveres sin importarles
sobre ciertas criaturas horribles que moraban en las
demasiado su procedencia.
profundidades de la tierra y tenían poder sobre las ratas, a
Hasta entonces, Masson se las había arreglado muy
las que agrupaban en ejércitos disciplinados. Según
bien para que no se iniciase una investigación. Había
decían los ancianos, las ratas servían de mensajeras entre
negado ferozmente la existencia de las ratas, aun cuando
este mundo y las cavernas que se abrían en las entrañas de
algunas veces éstas le hubiesen arrebatado el botín. A
la tierra, muy por debajo de Salem. Y aún se decía que
Masson no le preocupaba lo que pudiera suceder con los
algunos cuerpos habían sido robados de las sepulturas con
cuerpos, después de haberlos expoliado, pero las ratas
el fin de celebrar festines subterráneos y nocturnos. El
solían arrastrar el cadáver entero por un boquete que ellas
mito del flautista de Hamelin era una leyenda que
mismas roían en el ataúd. El tamaño de aquellos agujeros
ocultaba, en forma de alegoría, un horror blasfemo; y
tenía a Masson asombrado. Por otra parte, se daba la curiosa circunstancia de que las ratas horadaban siempre los ataúdes por uno de los extremos, y no por los lados.
“Según decían los ancianos, las ratas servían de mensajeras entre este mundo y las cavernas que se abrían en las entrañas de la tierra, muy por debajo de Salem”.
Parecía como si las ratas trabajasen bajo la dirección de algún guía dotado de inteligencia. Ahora se encontraba ante una sepultura abierta. Acababa de quitar la última paletada de tierra húmeda y de arrojarla al montón que había ido formando a un lado. Desde hacía varias semanas, no paraba de caer una
según ellos, los negros abismos habían parido abortos infernales que jamás salieron a la luz del día. Masson no hacía ningún caso de semejantes relatos. No fraternizaba con sus vecinos y, de hecho, hacía lo posible por
llovizna fría y constante. El cementerio era un lodazal de barro pegajoso, del que surgían las mojadas lápidas en formaciones irregulares. Las ratas se habían retirado a sus agujeros; no se veía ni una. Pero el rostro flaco y
mantener en secreto la existencia de las ratas. De
desgalichado de Masson reflejaba una sombra de
conocerse el problema quizá iniciasen una investigación,
inquietud. Había terminado de descubrir la tapa de un
en cuyo caso tendrían que abrir muchas sepulturas. Y en efecto, hallarían ataúdes perforados y vacíos que atribuirían a las actividades de las ratas. Pero descubrirían también
algunos
cuerpos
con
mutilaciones
muy
ataúd de madera. Hacía varios días que lo habían enterrado, pero Masson no se había atrevido a desenterrarlo antes. Los parientes del fallecido venían a menudo a visitar su tumba, aun lloviendo. Pero a estas horas de la noche, no
comprometedoras para Masson. Los dientes postizos suelen hacerse de oro puro, y no se los extraen a uno cuando muere. Las ropas, naturalmente, son harina de otro costal, porque la compañía de pompas fúnebres suele proporcionar un traje de paño sencillo, perfectamente reconocible después. Pero
era fácil que vinieran, por mucho dolor y pena que sintiesen. Y con este pensamiento tranquilizador, se enderezó y echó a un lado la pala. Desde la colina donde estaba situado el cementerio, se veían parpadear débilmente las luces de Salem a través de
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Revista Esperpento la lluvia pertinaz. Sacó la linterna del bolsillo porque iba a
las manos en medio de una algarabía de chillidos agudos
necesitar luz. Apartó la pata y se inclinó a revisar los
y excitados. Un momento después, había recuperado la
cierres de la caja. De repente, se quedó rígido. Bajo sus
linterna y la enfocaba por el agujero.
pies había notado un rebullir inquieto, como si algo
Era enorme. Tenía que serlo; de lo contrario, no
arañara o se revolviera dentro. Por un momento, sintió
habrían podido arrastrar el cadáver a través de él. Masson
una punzada de terror supersticioso, que pronto dio paso a
intentó imaginarse el tamaño de aquellas ratas capaces de
una rabia furiosa, al comprender el significado de aquellos
tirar del cuerpo de un hombre. De todos modos, él llevaba
ruidos. ¡Las ratas se le
su revólver cargado en el
habían adelantado otra
bolsillo,
vez!
tranquilizaba. De haberse
En un rapto de cólera,
y
esto
le
tratado del cadáver de una
Masson arrancó lo cierres
persona
ordinaria,
del ataúd. Metió el canto
Masson
habría
de la pata bajo la tapa e
abandonado su presa a las
hizo palanca, hasta que
ratas, antes de aventurarse
pudo levantarla con las
por
dos
Luego
madriguera; pero recordó
encendió la linterna y la
los gemelos de sus puños
enfocó al interior del
y el alfiler de su corbata,
ataúd.
cuya
manos.
aquella
perla
estrecha
debía
ser
La lluvia salpicaba el
indudablemente auténtica,
blanco tapizado de raso:
y, sin pensarlo más, se
el ataúd estaba vacío.
prendió la linterna al
Masson
un
cinturón y se metió por el
movimiento furtivo en la
boquete. El acceso era
cabecera de la caja y
angosto. Delante de sí, a
dirigió hacia allí la luz. El
la luz de la linterna, podía
extremo
sarcófago
ver cómo las suelas de los
habla sido horadado, y el
zapatos seguían siendo
boquete comunicaba con
arrastradas hacia el fondo
percibió
del
una galería, al parecer, pues en aquel mismo momento
del túnel de tierra. También él trató de arrastrarse lo más
desaparecía por allí, a tirones, un pie fláccido enfundado
rápidamente posible, pero había momentos en que apenas
en su correspondiente zapato. Masson comprendió que las
era capaz de avanzar, aprisionado entre aquellas estrechas
ratas se le habían adelantado, esta vez, sólo unos
paredes de tierra.
instantes. Se dejó caer a gatas y agarró el zapato con todas
El aire se hacía irrespirable por el hedor de la carroña.
sus fuerzas. Se le cayó la linterna dentro del ataúd y se
Masson decidió que, si no alcanzaba el cadáver en un
apagó de golpe. De un tirón, el zapato le fue arrancado de
minuto, volvería para atrás. Los temores supersticiosos
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Número 2 Noviembre-Febrero 2012
Revista Esperpento empezaban a agitarse en su imaginación, aunque la
docena de enormes ratas le miraban atentamente, y sus
codicia le instaba a proseguir. Siguió adelante, y cruzó
ojillos malignos brillaban bajo la luz. Eran unos bichos
varias bocas de túneles adyacentes. Las paredes de la
deformes, grandes como gatos. Tras ellos vislumbré una
madriguera estaban húmedas y pegajosas. Por dos veces
forma negruzca que desapareció en la oscuridad. Se
oyó a sus espaldas pequeños desprendimientos de tierra.
estremeció ante las increíbles proporciones de aquella
El segundo de éstos le hizo volver la cabeza. No vio nada,
sombra apenas vista.
naturalmente, hasta que enfocó la linterna en esa dirección.
La luz contuvo a las ratas durante un momento, pero no tardaron en volver a acercarse furtivamente. Al
Entonces vio varios montones de barro que casi
resplandor de la linterna, sus dientes parecían teñidos de
obstruían la galería que acababa de recorrer. El peligro de
un naranja oscuro. Masson forcejeó con su pistola,
su situación se le apareció de pronto en toda su espantosa
consiguió sacarla de su bolsillo y apuntó cuidadosamente.
realidad. El corazón le latía con fuerza sólo de pensar en
Estaba en una posición difícil. Procuró pegar los pies a las
la posibilidad de un hundimiento. Decidió abandonar su
mojadas paredes de la madriguera para no herirse.
persecución, a pesar de que casi había alcanzado el
El estruendo del disparo le dejó sordo durante unos
cadáver y las criaturas invisibles que lo arrastraban. Pero
instantes. Después, una vez disipado el humo, vio que las ratas habían desaparecido. Se guardó la pistola y comenzó
“Se acercaban las ratas... Era el enorme ejemplar que había visto antes. Gris, leprosa, repugnante, avanzaba enseñando sus dientes anaranjados”.
a reptar velozmente a lo largo del túnel. Pero no tardó en oír de nuevo las carreras de las ratas, que se le echaron encima otra vez. Se le amontonaron sobre las piernas, mordiéndole y chillando de manera enloquecedora. Masson empezó a gritar mientras echaba mano a la pistola. Disparó sin apuntar, de suerte que no se hirió de milagro. Esta vez las
había algo más, en lo que tampoco había pensado: el túnel
ratas no se alejaron demasiado. No obstante, Masson
era demasiado estrecho para dar la vuelta. El pánico se
aprovechó la tregua para reptar lo más deprisa que pudo,
apoderó de él, por un segundo, pero recordó la boca
dispuesto a hacer fuego a la primera señal de un nuevo
lateral
ataque.
que
acababa
de
pasar,
y
retrocedió
dificultosamente hasta que llegó a ella. Introdujo allí las
Oyó movimientos de patas y alumbró hacia atrás con
piernas, hasta que pudo dar la vuelta. Luego, comenzó a
la linterna. Una enorme rata gris se paró en seco y se
avanzar precipitadamente hacia la salida, pese al dolor de
quedó mirándole, sacudiendo sus largos bigotes y
sus rodillas magulladas.
moviendo de un lado a otro, muy despacio, su cola áspera
De súbito, una punzada le traspasó la pierna. Sintió que unos dientes afilados se le hundían en la carne, y
y pelada. Masson disparó y la rata echó a correr. Continuó
arrastrándose.
Se
había
detenido
un
pateó frenéticamente para librarse de sus agresores. Oyó
momento a descansar, junto a la negra abertura de un
un chillido penetrante, y el rumor presuroso de una
túnel lateral, cuando descubrió un bulto informe sobre la
multitud de patas que se escabullían. Al enfocar la
tierra mojada, un poco más adelante. De momento, lo
linterna hacia atrás, dejé escapar un gemido de horror: una Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento tomó por un montón de tierra desprendido del techo;
ojillos. Masson estuvo a punto de sucumbir bajo sus
luego vio que era un cuerpo humano.
dientes, pero logró desembarazarse de ellas: el pasadizo se
Se trataba de una momia negruzca y arrugada, y
estrechaba y, sobrecogido por el pánico, pataleó, gritó y
Masson se dio cuenta, preso de un pánico sin límites, de
disparó hasta que el gatillo pegó sobre una cápsula vacía.
que se movía.
Pero había rechazado las ratas.
Aquella cosa monstruosa avanzaba hacia él y, a la luz
Observó entonces que se hallaba bajo una piedra
de la linterna, vio su rostro horrible a muy poca distancia
grande, encajada en la parte superior de la galería, que le
del suyo. Era una calavera casi descarnada, la faz de un
oprimía cruelmente la espalda. Al tratar de avanzar notó
cadáver que ya llevaba años enterrado, pero animada de
que la piedra se movía, y se le ocurrió una idea: ¡Si
una vida infernal. Tenía
pudiera dejarla caer, de
unos
forma que obstruyese el
ojos
vidriosos,
hinchados y saltones, que
túnel!
delataban su ceguera, y, al
La
avanzar
hacia
tierra
estaba
Masson,
empapada por el agua de la
lanzó un gemido plañidero
lluvia. Se enderezó y se
y entreabrió sus labios
puso a quitar el barro que
pustulosos, desgarrados en
sujetaba la piedra. Las ratas
una
hambre
se aproximaban. Veía brillar
espantosa. Masson sintió
sus ojos al resplandor de la
que se le helaba la sangre.
linterna. Siguió cavando,
mueca
de
Cuando aquel Horror
frenético, en la tierra. La
estaba ya a punto de
piedra cedía. Tiró de ella y
rozarle.
Masson
la movió de sus cimientos.
precipitó
frenéticamente
Se acercaban las ratas...
por la abertura lateral. Oyó
Era el enorme ejemplar que
arañar en la tierra, justo a
había
sus pies, y el confuso
leprosa,
gruñido de la criatura que
avanzaba
le seguía de cerca. Masson
dientes
se
visto
antes.
Gris,
repugnante, enseñando
sus
anaranjados.
miró por encima del hombro, gritó y trató de avanzar
Masson dio un último tirón de la piedra, y la sintió
desesperadamente por la estrecha galería. Reptaba con
resbalar hacia abajo. Entonces reanudó su camino a
torpeza; las piedras afiladas le herían las manos y las
rastras por el túnel.
rodillas. El barro le salpicaba en los ojos, pero no se
La piedra se derrumbó tras él, y oyó un repentino
atrevió a detenerse ni un segundo. Continuó avanzando a
alarido de agonía. Sobre sus piernas se desplomaron
gatas, jadeando, rezando y maldiciendo histéricamente.
algunos terrones mojados. Más adelante, le atrapó los pies
Con chillidos triunfales, las ratas se precipitaron de
un
desprendimiento
nuevo sobre él con una horrible voracidad pintada en sus
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Número 2 Noviembre-Febrero 2012
considerable,
del
que
logró
Revista Esperpento desembarazarse con dificultad. ¡El túnel entero se estaba
aun si lograse escapar del sarcófago, ¿cómo podría
desmoronando!
excavar una salida a través del metro y medio de tierra
Jadeando de terror, Masson avanzaba mientras la tierra
que tenía encima?
se desprendía tras él. El túnel seguía estrechándose, hasta
Respiraba con dificultad. Hacía un calor sofocante y el
que llegó un momento en que apenas pudo hacer uso de
hedor era irresistible. En un paroxismo de terror, desgarró
sus manos y piernas para avanzar. Se retorció como una
y arañó el forro acolchado hasta destrozarlo. Hizo un
anguila hasta que, de pronto, notó un jirón de raso bajo
inútil intento por cavar con los pies en la tierra
sus dedos crispados; y luego su cabeza chocó contra algo
desprendida que le impedía la retirada. Si lograse
que le impedía continuar. Movió las piernas y pudo
solamente cambiar de postura, podría excavar con las
comprobar que no las tenía apresadas por la tierra
uñas una salida hacia el aire... hacia el aire...
desprendida. Estaba boca abajo. Al tratar de incorporarse,
Una agonía candente penetró en su pecho; el pulso le
se encontró con que el techo del túnel estaba a escasos
dolía en los globos de los ojos. Parecía como si la cabeza
centímetros de su espalda. El terror le descompuso. Al
se le fuera hinchando, a punto de estallar. Y de súbito,
salirle al paso aquel ser espantoso y ciego, se había
oyó los triunfales chillidos de las ratas. Comenzó a gritar,
desviado por un túnel lateral, por un túnel que no tenía
enloquecido, pero no pudo rechazarlas esta vez. Durante
salida. ¡Se encontraba en un ataúd, en un ataúd vacío, al
un momento, se revolvió histéricamente en su estrecha
que había entrado por el agujero que las ratas habían
prisión, y luego se calmó, boqueando por falta de aire.
practicado en su extremo!
Cerró los ojos, sacó su lengua ennegrecida, y se hundió en
Intentó ponerse boca arriba, pero no pudo. La tapa del ataúd le mantenía inexorablemente inmóvil. Tomó aliento
la negrura de la muerte, con los locos chillidos de las ratas taladrándole los oídos.
entonces, e hizo fuerza contra la tapa. Era inamovible, y
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Revista Esperpento
El signo amarillo Por Robert W. Chambers Imágenes S. L.
Rompen las olas neblinosas a lo largo de la costa, Los soles gemelos se hunden tras el lago, Se prolongan las sombras En Carcosa. Extraña es la noche en que surgen estrellas negras, Y extrañas lunas giran por los cielos, Pero más extraña todavía es la Perdida Carcosa. Los cantos que cantarán las Híades Donde flamean los andrajos del Rey, Deben morir inaudibles en la Penumbrosa Carcosa. Canto de mi alma, se me ha muerto la voz, Muere, sin ser cantada, como las lágrimas no derramadas Se secan y mueren en la Perdida Carcosa. El canto de Cassilda en El Rey de Amarillo Acto 1º, escena 2ª
I. Que comprende el contenido
se inclinaba a medias con curiosidad y a medias con ternura
de una carta sin firma enviada al autor
sobre una pequeña lagartija verde murmurando: “¡Pensar que esta es una criatura de Dios!”?
¡Hay tantas cosas imposibles de explicar! ¿Por qué
La primera vez que vi al sereno, estaba de espaldas a mí.
ciertas notas musicales me recuerdan los tintes dorados y
Lo miré con indiferencia hasta que entró a la Iglesia. No le
herrumbrosos del follaje de otoño? ¿Por qué la Misa de
presté más atención que la que hubiera prestado a cualquier
Santa Cecilia hace que mis pensamientos vaguen entre
otro que deambulara por el parque de Washington aquella
cavernas en cuyas paredes resplandecen desiguales masas de
mañana, y cuando cerré la ventana y volví a mi estudio, ya lo
plata virgen? ¿Qué había en el tumulto y el torbellino de
había olvidado. Avanzaba la tarde, como hacía calor, abrí la
Broadway a las seis de la tarde que hizo aparecer ante mis
ventana nuevamente y me asomé para respirar un poco de
ojos la imagen de un apacible bosque bretón en el que la luz
aire. Había un hombre en el atrio de la iglesia y lo observé
del sol se filtraba a través del follaje de la primavera y Sylvia
otra vez con tan poco interés como por la mañana. Miré la
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Número 2 Noviembre-Febrero 2012
Revista Esperpento plaza en que jugueteaba el agua de la fuente y luego, llena la
la figura que tenía ante
cabeza de vagas impresiones de árboles, de senderos de
mí. Alarmado, luché por
asfalto y de grupos de niñeras y ociosos paseantes, me
detenerla, pero ahora el
dispuse a volver a mi caballete. Entonces, mi mirada
color del pecho cambió y
distraída incluyó al hombre del atrio de la iglesia. Tenía
la figura entera pareció
ahora la cara vuelta hacia mí y, con un movimiento
absorber
totalmente involuntario, me incliné para vérsela. En el
como
mismo instante levanté la cabeza y me miró. Me recordó de
absorbe el agua. Apliqué
inmediato a un gusano de ataúd. Qué era lo que me
vigorosamente espátula y
repugnaba en el hombre, no lo sé, pero la impresión de un
aguarrás pensando en la
grueso gusano blancuzco de tumba fue tan intensa y
entrevista que tendría con
nauseabunda que debí haberla mostrado en mi expresión,
Duval, que me había
porque apartó su abultada cara con un movimiento que me
vendido la tela. Pero
recordó una larva perturbada en un nogal.
pronto advertí que la
la
infección
una
esponja
Volví a mi caballete y le hice señas a la modelo para que
culpa no era de la tela ni
reanudara su pose. Después de trabajar un buen rato, advertí
de los colores de Edward. “Debe
que estaba echando a perder tan de prisa como era posible lo
de
ser
—pensé
el
que había hecho. Cogí una espátula y quité con ella el color.
aguarrás
Las tonalidades de la carne eran amarillentas y enfermizas;
enfado— o bien la luz
no entendía cómo había podido dar unos colores tan
del
malsanos a un trabajo que había resplandecido antes de
enturbiado y confundido
salud.
tanto mi vista, que no me
Miré a Tessie. No había cambiado y el claro arrebol de la salud le teñía el cuello y las mejillas; fruncí el ceño.
con
atardecer
ha
es posible ver bien”. Llamé a Tessie, la
—¿He hecho algo malo? —preguntó.
modelo, que vino y se
—No... he estropeado este brazo y, no sé cómo pude
inclinó sobre mi silla
haber ensuciado de este modo la tela —le contesté. —¿No estoy posando mal? —insistió. —Pues, claro, perfectamente.
llenando
el
—¿No es culpa mía entonces?
usted
—No, es mía.
exclamó.
aguarrás al sitio corroído de la tela; ella empezó a fumar un cigarrillo y a hojear las ilustraciones del Courier Français.
ha
estado —
haciendo?
—Nada
Le dije que podía descansar mientras yo aplicaba trapo y
con
volutas de humo. —¿Qué
—Lo siento muchísimo —dijo ella.
aire
—gruñí—.
Debe de ser el aguarrás. —¡Qué
color
más
horrible tiene ahora! —
No sé si tenía algo el aguarrás o era defecto de la tela,
prosiguió—. ¿Le parece a
pero cuanto más frotaba, más parecía extenderse la gangrena.
usted que mi carne se
Trabajé como un castor para quitar aquello, pero la
parece
enfermedad parecía extenderse de miembro en miembro de
Roquefort?
a
un
queso
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71
Revista Esperpento —No, claro que no —
que creyendo quizá que ya me había atormentado lo
dije con enfado—. ¿Me has
bastante, salió a suplicarme que le abrochara el vestido por la
visto alguna vez pintar de
espalda, donde ella no alcanzaba. —Todo ha salido mal desde el momento en que volvió de
este modo? —¡Por cierto que no!
la ventana y me habló del horrible hombre que vio en el atrio
—¡Entonces!
de la iglesia —declaró.
—Debe
de
ser
el
aguarrás, o algo —admitió. Se
puso
una
túnica
japonesa y se acercó a la ventana. Yo raspé y froté hasta cansarme; finalmente
Miré el reloj. —Son más de la seis, lo sé —dijo Tessie arreglándose el sombrero ante el espejo. —Sí —contesté—. No fue mi intención retenerte tanto tiempo.
cogí los pinceles y los
Me asomé por la ventana, pero retrocedí con disgusto. El
hundí en la tela lanzando
joven de la cara pastosa estaba todavía en el atrio. Tessie vio
una gruesa expresión cuyo
mi ademán de desaprobación y se asomó.
tono tan solo llegó a oídos
—¿Es ese el hombre que le disgusta? —susurró.
de Tessie.
Asentí con la cabeza.
No obstante, no tardó en
—No puedo verle la cara, pero parece gordo y blando. De todas maneras —continuó y se volvió hacia mí— me
exclamar: —¡Muy bonito! ¡Jure,
recuerda un sueño... un sueño espantoso que tuve una vez.
actúe como un niño y
Pero —musitó mirando sus elegantes zapatos—, ¿fue un
arruine sus pinceles! Lleva
sueño en realidad?
tres semanas trabajando en
—¿Cómo puedo yo saberlo? —dije con una sonrisa.
ese estudio y ahora ¡mire!
Tessie me sonrió a su vez.
¿De qué le sirve desgarrar
—Usted figuraba en él —dijo—, de modo que quizá sepa
la tela? ¡Que criaturas son
Me
sentí
avergonzado
algo. —¡Tessie, Tessie! —protesté— ¡No te atrevas a
los artistas!
como
tan de
halagarme diciendo que sueñas conmigo! —Pues lo hice —insistió—. ¿Quiere que se lo cuente?
costumbre después de un
—Adelante —le contesté encendiendo un cigarrillo.
exabrupto
Tessie se apoyó en el antepecho de la ventana abierta y
semejante,
y
volví contra la pared la tela
72
—Sí, probablemente embrujó el cuadro dije bostezando.
empezó muy seriamente:
arruinada. Tessie me ayudó
—Fue una noche del invierno pasado. Estaba yo acostada
a limpiar los pinceles y
en la cama sin pensar en nada en particular. Había estado
luego marchó bailando a
posando para usted y me sentía agotada, no obstante, me era
vestirse. Desde detrás del
imposible dormir. Oí a las campanas de la ciudad dar las
biombo me regaló consejos
diez, las once y la medianoche. Debo de haberme quedado
sobre la pérdida parcial o
dormida aproximadamente alrededor de las doce, porque no
total de la paciencia, hasta
recuerdo haber escuchado más campanadas. Me parece que
Número 2 Noviembre-Febrero 2012
Revista Esperpento apenas había cerrado los ojos, cuando soñé que algo me impulsaba a ir a la ventana. Me levanté abriendo el postigo, me asomé. La calle Veinticinco estaba desierta hasta donde
la ventana. —Él... el hombre de abajo del atrio de la iglesia... es el que conducía la carroza fúnebre.
alcanzaba mi vista. Empecé a sentir miedo; todo afuera
—Tonterías —dije, pero los ojos de Tessie estaban
parecía tan... ¡tan negro e inquietante! Entonces oí un ruido
agrandados por el terror. Me acerqué a la ventana y miré. El
lejano de ruedas a la distancia, y me pareció corno si aquello
hombre había desaparecido—. Vamos, Tessie —la animé—,
que se acercaba era lo que debía esperar. Las ruedas se
no seas tonta. Has posado demasiado; estás nerviosa.
aproximaban muy lentamente y por fin pude distinguir un
—¿Cree que podría olvidar esa cara? —murmuró—. Tres
vehículo que avanzaba por la calle. Se acercaba cada vez
veces vi pasar la carroza fúnebre bajo mi ventana, y tres
más, y cuando pasó bajo mi ventana me di cuenta que era
veces el cochero se volvió y me miró. Oh, su cara era tan
una carroza fúnebre. Entonces, cuando me eché a temblar de
blanca y... ¿blanca? Parecía un muerto... como si hubiera
miedo, el cochero se volvió y me miró. Cuando desperté
muerto mucho tiempo atrás.
estaba de pie frente a la ventana abierta estremecida de frío,
Convencí a la muchacha de que se sentara y se bebiera un vaso de Marsala. Luego me senté junto a ella y traté de aconsejarla.
“... por fin pude distinguir un vehículo que avanzaba por la calle. Se acercaba cada vez más, y cuando pasó bajo mi ventana me di cuenta que era una carroza fúnebre”.
—Mira, Tessie —dije—, vete al campo por una semana o dos y ya verás como no sueñas más con carrozas fúnebres. Pasas todo el día posando y cuando llega la noche tienes los nervios alterados. No puedes seguir a este ritmo. Y después, claro, en lugar de irte a la cama después de terminado el trabajo, te vas de picnic al parque Sulzer o a El Dorado o a Coney Island, y cuando vienes aquí a la mañana siguiente te
pero la carroza empenachada de negro y su cochero habían desaparecido. Volví a tener ese mismo sueño el pasado mes de marzo y otra vez desperté junto a la ventana abierta. Anoche tuve el mismo sueño. Recordará cómo llovía; cuando desperté junto a la ventana abierta tenía el camisón
encuentras rendida. No hubo tal carroza fúnebre. No fue más que un tonto sueño. La muchacha sonrió débilmente. —¿Y el hombre del atrio de la iglesia? —Oh, no es más que un pobre enfermo como tantos. —Tan cierto como me llamo Tessie Rearden, le juro,
empapado. —Pero ¿qué relación tengo yo con el sueño? —pregunté.
señor Scott, que la cara del hombre de abajo es la cara del
—Usted... usted estaba en el ataúd; pero no estaba
que conducía la carroza fúnebre. —¿Y qué? —dije—. Es un oficio honesto.
muerto.
—Entonces, ¿cree que sí vi la carroza fúnebre?
—¿En el ataúd?
—Bueno —dije diplomáticamente—, si realmente la
—Sí. —¿Cómo lo sabes? ¿Podías verme?
viste, no sería improbable que el hombre de abajo la
—No; sólo sabía que usted estaba allí.
condujera. Eso nada tiene de raro,
—¿Habías comido Welsh rarebits o ensalada de
Tessie se levantó, desenvolvió su perfumado pañuelo y
langosta? —empecé yo riéndome, pero la chica me
cogiendo un trozo de goma de mascar anudado en un ángulo, se lo metió en la boca. Luego, después de ponerse los
interrumpió con un grito de espanto. —¡Vaya! ¿Qué sucede? —pregunté al verla retroceder de
guantes, me ofreció su mano con un franco:
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73
Revista Esperpento —Hasta mañana, señor Scott.
estaba junto al portal del atrio; sólo verlo me produjo la
Y se marchó.
misma abrumadora repugnancia. —A propósito, Thomas —dije—, ¿quién es ese individuo allá abajo?
II A la mañana siguiente, Thomas, el botones, me trajo el
Thomas resopló por la nariz.
Herald y una noticia. La iglesia de al lado había sido
—¿Ese gusano, señor? Es el sereno de la iglesia, señor.
vendida. Agradecí al cielo por ello. No porque yo siendo
Me exaspera verlo toda la noche en la escalinata, mirándolo
católico tuviera repugnancia alguna por la congregación
a uno con aire insultante. Una vez le di un puñetazo en la
vecina, sino porque tenía los nervios destrozados a causa de
cabeza, señor... con su perdón, señor...
un predicador vociferante, cuyas
—Adelante, Thomas.
palabras resonaban en la nave de
—Una noche que volvía a
la
iglesia
como
fueran
casa con Harry, el otro chico
pronunciadas en mi casa y que
inglés, lo vi sentado allí en la
insistía en sus erres con una
escalinata. Molly y Jen, las dos
persistencia
me
chicas de servicio, estaban con
revolvía las entrañas. Había
nosotros, señor, y él nos miró de
además un demonio en forma
manera tan insultante, que yo
humana,
voy y le digo: “¿Qué está
un
nasal
si
que
organista
que
interpretaba los himnos antiguos
mirando,
de una manera muy personal. Yo
Con su perdón, señor, pero eso
clamaba por la sangre de un ser
fue lo que le dije. Entonces él no
capaz de tocar la doxología con
contestó y yo le dije: “Ven y
una
tonos
verás cómo te aplasto esa cabeza
menores sólo perdonable en un
de pudín”. Entonces abrí el
cuarteto de principiantes. Creo
portal y entré, pero él no decía
que el ministro era un buen
nada y seguía mirándome de ese
hombre, pero cuando berreaba:
modo insultante. Entonces le di
“Y el Señorrr dijo a Moisés, el
un puñetazo, pero ¡aj! tenía la
Señorrr
de
cara tan fría y untuosa que daba
su
asco tocarla.
modificación
guerrrra;
es el
un
de
hombre
Señorrr
es
babosa
hinchada?”.
—¿Qué hizo él entonces? —
nombre. Arrrderá mi irrra y yo te matarrré con la espada”, me
pregunté con curiosidad.
preguntaba cuántos siglos de purgatorio serían necesarios
—¿Él? Nada.
para expiar semejante pecado.
—¿Y tú, Thomas?
—¿Quien compró la propiedad? —pregunté a Thomas.
El joven se ruborizó turbado y sonrió con incomodidad.
—Nadie que yo conozca, señor. Dicen que el caballero
—Señor Scott, yo no soy ningún cobarde y no puedo
que es propietario de los apartamentos Hamilton estuvo
explicarme por qué eché a correr. Estuve en el Quinto de
mirándola. Quizás esté por construir más estudios.
Lanceros, señor, corneta en Te-el-Kebir y me han disparado
Me acerqué a la ventana. El joven de la cara enfermiza
74
a menudo.
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Revista Esperpento —¿Quieres decir que huiste?
A las nueve apareció Tessie y desapareció tras el biombo
—Sí, señor, eso hice.
con un alegre “Buenos días, señor Scott”. Cuando reapareció
—¿Por qué?
y adoptó su pose sobre la tarima, empecé para su deleite una
—Eso es lo que yo quisiera saber, señor. Agarré a Molly
tela nueva. Mientras trabajé en el dibujo, permaneció en
del brazo y eché a correr, y los demás estaban tan asustados
silencio, pero no bien cesó el rasguido de la carbonilla y cogí
como yo.
el fijador, comenzó a charlar.
—Pero ¿de qué tenían miedo?
—¡Pasamos un momento tan agradable anoche! Fuimos a
Thomas rehusó contestar de momento, pero el repulsivo
Tony Pastor's.
joven de abajo había despertado tanto mi curiosidad, que
—¿Quiénes?
insistí. Tres años de estadía en América no sólo habían
—Oh, Maggie, ya sabe usted, la modelo del señor Whyte,
modificado el dialecto cockney de Thomas, sino que le
y Rosi McCormick —la llamamos Rosi porque tiene esos
habían inculcado el temor americano al ridículo.
hermosos cabellos rojos que gustan tanto a los artistas— y
—No va usted a creerme, señor Scott. —Sí, te creeré.
Lizzie Burke. Rocié la tela con el fijador y dije: —Bien, continúa. —Vimos, a Kelly y a Baby Barnes, la bailarina y... a todo
“El hombre estaba junto al enrejado de la iglesia con las manos en el portal, pero retrocedí con prisa a mi caballete, descompuesto y horrorizado...”
el resto. Hice una conquista. —¿Entonces me has traicionado, Tessie? Ella se echó a reír y sacudió la cabeza. —Es Ed Burke, el hermano de Lizzie. Un perfecto caballero. Me sentí obligado a darle algunos consejos paternales acerca de las conquistas, que ella recibió con sonrisa
—¿No va a reírse de mí, señor?
radiante.
—¡Tonterías!
—Oh, sé cuidarme de una conquista desconocida —dijo
Vaciló. —Bien señor, tan verdad como que hay Dios, lo golpeé, él me agarró de las muñecas, y cuando le retorcí uno de los puños blandos y untuosos, me quedé con uno de sus dedos en la mano. Toda la repugnancia y el horror que había en la cara de Thomas debieron de haberse reflejado en la mía, porque agregó: —Es espantoso. Ahora cuando lo veo, me alejo. Me pone enfermo. Cuando Thomas se hubo marchado, me acerqué a la ventana. El hombre estaba junto al enrejado de la iglesia con las manos en el portal, pero retrocedí con prisa a mi caballete, descompuesto y horrorizado. Le faltaba el dedo medio de la mano derecha.
examinando su goma de mascar—, pero Ed es diferente. Lizzie es mi mejor amiga. Entonces contó que Ed había vuelto de la fábrica de calcetines de Lowell, Massachusetts, y que se había encontrado con que ella y Lizzie ya no eran unas niñas, y que era un joven perfecto que no tenía el menor inconveniente en gastarse medio dólar para invitarlas con helados y ostras a fin de festejar su comienzo como dependiente en el departamento de lanas de Macy's. Antes que terminara, yo había empezado a pintar, y adoptó nuevamente su pose sonriendo y parloteando como un gorrión. Al mediodía ya tenía el estudio bien limpio y Tessie se acercó a mirarlo. —Eso está mejor —dijo. También yo lo pensaba así y comí con la íntima
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Revista Esperpento satisfacción de que todo iba bien. Tessie puso su comida en
cuando me persigno, siento que todo, con inclusión de mí
una mesa de dibujo frente a mí y bebimos clarete de la
mismo, se encuentra más animado, y cuando me confieso,
misma botella y encendimos nuestros cigarrillos con la
me siento bien. Un hombre que vive tan solo como yo, debe
misma cerilla. Yo le tenía mucho apego a Tessie. De una
confesarse con alguien. Claro que Sylvia era católica, y ese
niña frágil y desmañada, la había visto convertirse en una
era motivo suficiente para mí. Pero estaba hablando de
mujer esbelta y exquisitamente formada. Había posado para
Tessie, lo que es muy diferente. Tessie también era católica y
mí durante los tres últimos años y de todas mis modelos ella
mucho más devota que yo, de modo que, teniendo todo esto
era la favorita. Me habría
en cuenta, no había mucho que
afligido mucho, en verdad, que
temer por mi bonita modelo
se vulgarizara o se volviera una
mientras no se enamorase. Pero
fulana, como suele decirse, pero
entonces sabía que sólo el
jamás advertí el menor deterioro
destino decidiría su futuro, y
en su conducta y sentía en el
rezaba internamente por que ese
fondo que ella era una buena
destino la mantuviera alejada de
chica. Nunca discutíamos de
hombres como yo y que pusiera
moral, y no tenía intención de
en su camino muchachos como
hacerlo, en parte porque yo no
Ed Burker y Jimmy McCormick.
tenía muy en cuenta a la moral,
¡Dios bendiga su dulce rostro!
pero también porque sabía que
Tessie
estaba
sentada
ella haría lo que le gustara muy
lanzando anillos de humo que
a
ascendían
mi
pesar.
No
obstante,
al
cielo
raso
y
esperaba de todo corazón que
haciendo tintinear el hielo en su
no
vaso.
se
viera
envuelta
en
—¿Sabes,
dificultades, porque deseaba su bien y también por el egoísta
también
motivo de no perder a la mejor
anoche?
de mis modelos. Sabía que una conquista,
como
la
yo
Chavala, tuve
un
que sueño
La observé. A veces la llamaba “la Chavala”.
había
—No habrá sido ese hombre
llamado Tessie, no significaba
—dijo riendo.
nada para chicas como ella, y
—Exacto. Un sueño parecido
que tales cosas en América no se asemejan en nada a las
al tuyo, sólo que mucho peor.
mismas cosas en París. No
Fue tonto e irreflexivo de mi
obstante, yo había vivido con
parte decirlo, pero ya se sabe el
los ojos bien abiertos y sabía que alguien se llevaría algún
poco tacto que tienen los pintores por lo general.
día a Tessie de un modo u otro, y aunque por mi parte
—Debo de haberme quedado dormido poco más o menos
consideraba que el matrimonio era un disparate, esperaba
a las diez —proseguí—, y al cabo de un rato soñé que me
sinceramente que en este caso hubiese un sacerdote al final
despertaba. Tan claramente oí las campanas de la
de la aventura. Soy católico. Cuando oigo misa solemne,
medianoche, el viento en las ramas de los árboles y la sirena
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Revista Esperpento de los vapores en la bahía, que incluso ahora me es difícil
Un sollozo de Tessie me interrumpió. Estaba temblando
creer que no estaba despierto. Me parecía yacer en una caja
como una hoja. Vi que me había comportado como un asno e
con cubierta de cristal. Veía débilmente las lámparas de la
intenté reparar el daño.
calle por donde pasaba, pues debo decirte, Tessie, que la caja
—¡Vaya, Tess —dije— Sólo te lo conté para mostrarte la
en la que estaba tendido parecía encontrarse en un carruaje
influencia de tu historia en los sueños de los demás. No
acojinado en el que iba sacudiéndome por una calle
pensarás realmente que estoy tendido en un ataúd ¿no es
empedrada. Al cabo de un rato me impacienté e intenté
cierto? ¿Por qué estás temblando? ¿No te das cuenta de que
moverme, pero la caja era demasiado estrecha. Tenía las
tu sueño y la irrazonable repugnancia que me produce ese
manos cruzadas en el pecho, de modo que no me era posible
inofensivo sereno de la iglesia pusieron sencillamente en
levantarlas para aliviarme. Escuché y, luego, intenté llamar.
marcha mi cerebro no bien me quedé dormido?
Había perdido la voz. Podía oír los cascos de los caballos
Puso la cabeza entre sus brazos y sollozó como si fuera a
uncidos al coche e incluso la respiración del conductor.
rompérsele el corazón. Me había portado como un imbécil.
Entonces otro ruido irrumpió en mis oídos, como el abrir de
Pero estaba por superar mi propio récord. Me le acerqué y la
una ventana. Me las compuse para ladear la cabeza un tanto,
rodeé con el brazo. —Tessie, querida, perdóname —dije—; no tendrías que haberte asustado con semejantes tonterías. Eres una chica
“En un principio me eché a reír, pero cuando comprendí lo que decía, un estremecimiento me atravesó el cuerpo y me quedé sentado como de piedra”.
demasiado atinada, demasiado buena católica corno para creer en sueños. Su mano se puso en la mía y su cabeza cayó sobre mi hombro, pero todavía temblaba; yo la acariciaba y la consolaba. —Vamos, Tess, abre los ojos y sonríe.
y descubrí que podía ver, no sólo a través del cristal que cubría la caja, sino también a través de los paneles de cristal a los lados del carruaje. Vi casas. Vi casas, vacías y silenciosas, sin vida ni luz en ninguna de ellas, excepto en una. En esa casa había una ventana abierta en el primer piso, y una figura toda de blanco miraba a la calle. Eras tú. Tessie había apartado su cara de mí y se apoyaba en la mesa sobre el codo. —Pude verte la cara —proseguí— que me pareció muy angustiada. Luego seguimos el viaje y doblamos por una estrecha y negra calleja. De pronto los caballos se detuvieron. Esperé y esperé, cerrando los ojos con miedo e impaciencia, pero todo estaba silencioso como una tumba. Al cabo de lo que me parecieron horas, empecé a sentirme incómodo. La sensación de que algo se acercaba hizo que abriera los ojos. Entonces vi la cara del cochero de la carroza fúnebre que me miraba a través de la cubierta del ataúd...
Sus ojos se abrieron con un lánguido lento movimiento y se encontraron con los míos, pero su expresión era tan extraña que me apresuré a reanimarla otra vez. —Fue una patraña, Tessie, no creerás que todo esto podrá acarrearte algún mal. —No —dijo, pero sus labios escarlatas se estremecieron. —¿Qué sucede, entonces? ¿Tienes miedo? —Sí, pero no por mí. —¿Por mí, entonces? —pregunté alegremente. —Por usted —murmuró en voz casi inaudible—. Yo... yo lo quiero a usted. En un principio me eché a reír, pero cuando comprendí lo que decía, un estremecimiento me atravesó el cuerpo y me quedé sentado como de piedra. Esta era la culminación de las tonterías que llevaba cometidas. En el momento que transcurrió entre su réplica y mi contestación, pensé en mil respuestas a esa inocente confesión. Podía desecharla con
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77
Revista Esperpento una sonrisa, podía hacerme el desentendido y decirle que me
satisfecha, daba igual ahora, y a no ser que deseara dañar a
encontraba muy bien de salud, podía manifestarle con
un corazón inocente, tenía la senda trazada ante mí. El fuego
sencillez que era imposible que ella me amase. Pero mi
y la intensidad, la profundidad de la pasión de un amor que
reacción fue más veloz que mis pensamientos, y cuando
ni siquiera había sospechado, a pesar de la experiencia que
quise darme cuenta ya era demasiado tarde, porque la había
creía tener del mundo, no me dejaban otra alternativa que
besado en la boca.
corresponderle o apartarla de mi lado. No se si me acordaba
Aquella noche fui a dar mi paseo habitual por el parque
producir dolor en los demás o si hay algo en mí de lóbrego
de Washington pensando en los acontecimientos del día. Me
puritano, pero lo cierto es que me repugnaba negar la
había comprometido a fondo.
responsabilidad
No podía echarme atrás ahora,
irreflexible beso, y de hecho no
y miré de frente a mi futuro. Yo
tuve tiempo de hacerlo antes que
no
se abriesen las puertas de su
era
bueno,
escrupuloso,
ni
pero
siquiera no
tenía
corazón
y
por
la
ese
marejada
intención de engañarme a mí
expandiera.
mismo o a Tessie. La única
habitualmente cumplen con su
pasión
yacía
deber y encuentran una sombría
soleados
satisfacción en hacer de sí
bosques de Bretaña. ¿Estaba
mismos y de los demás unos
sepultado para siempre? La
desdichados,
Esperanza
resistido. Yo no. No me atreví.
de
sepultada
Durante
mi en
vida los
clamaba: tres
años
“¡No!” había
Después
Otros
se
quizá
de
que
habrían
amainada
la
esperado el ruido de unos pasos
tormenta, le dije que más le
en mi umbral. ¿Sylvia se había
habría valido amar a Ed Burke y
olvidado? “¡No!”, clamaba la
llevar un sencillo anillo de oro,
Esperanza.
pero
no
quiso
escucharme
Dije que no era bueno. Eso
siquiera, y pensé que mientras
es verdad, pero con todo no era
hubiera decidido amar a alguien
exactamente el villano de la
con quien no podía casarse, era
ópera cómica. Había llevado
preferible que fuera yo. Yo, al
una vida fácil y atolondrada,
menos,
recibiendo de buen grado el
inteligente afecto, y cuando ella
placer que se
se cansara de su pasión, no
me ofrecía,
podría
tratarla
con
deplorando, a veces lamentando con amargura, las
saldría de ella mal parada. Porque yo estaba decidido en
consecuencias. Sólo una cosa, con excepción de mi pintura,
cuanto a eso, aunque sabía lo difícil que resultaría.
tomaba en serio, y aquello yacía ocultado, si no perdido, en
Recordaba el final habitual de las relaciones platónicas y
los bosques bretones.
cuánto me disgustaba oír de ellas. Sabía que iniciaba una
Era demasiado tarde ahora para lamentar lo ocurrido en
gran empresa para alguien tan falto de escrúpulos como yo, y
el día. Tanto si fue lástima, como si fue la súbita ternura que
temía el futuro, pero ni por un momento dudé de que ella
produce el dolor o el más brutal instinto de la voluntad
estaría segura conmigo. Si se hubiera tratado de cualquier
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Revista Esperpento otra, no me habría dejado atormentar por escrúpulos. Pero ni
pesar mío, me estremecí al ver la hinchada cara blancuzca y
se me ocurría la posibilidad de sacrificar a Tessie como lo
apresuré el paso. Entonces dijo algo que pudo haberme
habría hecho con una mujer de mundo. Miraba el porvenir
estado dirigido o quizá sólo estuviera musitando para sí, pero
directamente a la cara y veía los varios probables finales del
que semejante individuo se dirigiera a mí me puso
asunto. Terminaría ella por cansarse de mí, o llegaría a ser
súbitamente furioso. Por un instante me dieron ganas de girar
tan desdichada que tendría que desposarla o abandonarla. Si
sobre los talones y aplastarle la cabeza con el bastón, pero
nos casábamos, seríamos desdichados. Yo con una mujer
seguí andando, entré en el Hamilton y fui a mi apartamento.
inapropiada para mí, ella con un marido inapropiado para
Por algún tiempo di vueltas en la cama intentando librarme
cualquier mujer. Porque mi vida pasada no me calificaba
de su voz, pero no me fue posible. Ese murmullo me llenaba
para el matrimonio. Si la abandonaba, quizá caería enferma,
la cabeza como el denso humo aceitoso de una cuba donde se
pero se recuperaría y acabaría casándose con algún Ed
cuece grasa o la nociva fetidez de la podredumbre. Y
Burke, pero, precipitada o deliberadamente, podía cometer
mientras me revolvía en mi lecho, la voz en mis oídos
una tontería. Por otra parte, si se cansaba de mí, toda su vida
parecía más clara y distante, y empecé a entender las
se desplegaría ante ella con maravillosas visiones de Eddie
palabras que había murmurado. Me llegaban lentamente, como si las hubiera olvidado y por fin pudiera comprender su sentido. Había articulado:
“... di vueltas en la cama intentando librarme de su voz, pero no me fue posible. Ese murmullo me llenaba la cabeza como el denso humo...”
—¿Has encontrado el Signo Amarillo? —¿Has encontrado el Signo Amarillo? —¿Has encontrado el Signo Amarillo? Estaba furioso. ¿Qué había querido decir con eso? Luego, dirigiéndole una maldición, cambié de postura, y me quedé dormido, pero cuando más tarde desperté estaba pálido y ojeroso, porque había vuelto a soñar lo mismo de la
Burke, anillos de boda, gemelos, pisos en Harlem y el Cielo sabe que más. Mientras me paseaba entre los árboles vecinos al Arco de Washington, decidí que de cualquier modo ella encontraría a un sólido amigo en mí, y que el futuro se cuidara de sí mismo. Luego entré en la casa y me puse el traje de noche, porque la nota ligeramente perfumada que había sobre mi tocador decía: “Tenga un coche pronto a la entrada de los artistas a las once”, y estaba firmada “Edith Carmichel, Teatro Metropolitan, 19 de junio de 189-”. Esa noche cené o, más bien cenamos la señorita Carmichel y yo, en el Solari y el alba empezaba a dorar la cruz de la iglesia Memorial cuando entré en el parque de Washington después de haber dejado a Edith en Brunswick. No había un alma en el parque cuando pasé entre los árboles
noche pasada y me turbaba más de lo que quería confesarme. Me vestí y bajé al estudio. Tessie estaba sentada junto a la ventana. Cuando yo entré se puso de pie y me rodeó el cuello con los brazos para darme un beso inocente. Tenía un aspecto tan dulce y delicado que la volví a besar y luego me fui a sentar frente al caballete. —¡Vaya! ¿Dónde está el estudio que empecé ayer? Tessie parecía confusa, pero no respondió. Comencé a buscar entre pilas de telas mientras le decía: —Apresúrate, Tess, y prepárate; debemos aprovechar la luz de la mañana. Cuando por fin abandoné la búsqueda entre las otras telas y me volví para registrar el cuarto, vi que Tessie estaba de pie junto al biombo con las ropas todavía puestas.
y cogí el sendero que va de la estatua de Garibaldi al edificio
—¿Qué sucede? —le pregunté—. ¿No te sientes bien?
de los apartamentos Hamilton, pero al pasar junto al atrio de
—Sí.
la iglesia vi una figura sentada en la escalinata de piedra. A Número 2 Noviembre-Febrero 2012
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Revista Esperpento —Apresúrate, entonces.
humanas.
—¿Quiere que pose como... como he posado siempre?
—Es todo lo que tengo para darle como recuerdo.
Entonces
nueva
Me sentí molesto, pero le dije que lo tendría en alta
complicación. Había perdido, por supuesto, a la mejor
estima y le prometí llevarlo siempre. Ella me lo sujetó en la
modelo de desnudo que había conocido nunca. Miré a
chaqueta, bajo la solapa.
comprendí.
Se
presentaba
una
Tessie. Tenía el rostro escarlata. ¡Ay! ¡Ay! Habíamos
—¡Qué tontería, Tess, comprar algo tan bello! —le dije.
comido el fruto del árbol del conocimiento y el Edén y la
—No lo he comprado —dijo riendo.
inocencia original ya eran sueños del pasado... quiero decir,
—¿De dónde lo has sacado?
para ella.
Entonces me contó que lo había encontrado un día al
Supongo que notó la desilusión en mi cara, porque dijo:
volver del acuario de la Batería y que había hecho publicar
—Posaré, si lo desea. El estudio está detrás del biombo.
un aviso en los periódicos y que por fin perdió las esperanzas
He sido yo quien lo ha puesto allí.
de encontrar al propietario del broche.
—No —le dije—, empezaremos algo nuevo. Y fui a mi armario y elegí un vestido morisco resplandeciente de lentejuelas. Era un traje auténtico y Tessie
—Fue el invierno pasado —dijo—, el mismo día en que tuve por primera vez ese horrible sueño de la carroza fúnebre.
se retiró tras el biombo encantada con él. Cuando salió otra
Recordé el sueño que había tenido la pasada noche, pero
vez, quedé atónito. Sus largos cabellos negros estaban
no dije nada, y en seguida la carbonilla empezó a revolotear
sujetos en su frente por una diadema de turquesas y los
sobre la nueva tela, y Tessie permaneció inmóvil en la
extremos llegaban rizados hasta la faja resplandeciente.
tarima.
Tenía los pies calzados en unas bordadas babuchas puntiagudas, y la falda del vestido, curiosamente recamada
III
de arabescos de plata, le caía hasta los tobillos. El profundo
El día siguiente fue desastroso para mí. Mientras
azul metálico del chaleco bordado en plata y la chaquetilla
trasladaba una tela enmarcada de un caballete a otro, mis
morisca en la que estaban cosidas refulgentes turquesas, le
pies resbalaron en el suelo encerado y caí pesadamente sobre
sentaban maravillosamente. Avanzó hacia mí y levanté la
ambas muñecas. Tan grave fue la luxación sufrida que
cabeza sonriente. Deslicé la mano en el bolsillo, saqué una
resultó inútil intentar sostener el pincel, examinando dibujos
cadena de oro con una cruz y se la coloqué en la cabeza.
y esbozos inacabados hasta que, ya desesperado me senté a
—Es tuya, Tessie.
fumar y a girar los pulgares con fastidio. La lluvia que
—¿Mía? —balbució.
azotaba los cristales y tamborileaba sobre el techo de la
—Tuya. Ahora ve y posa.
iglesia me produjo un ataque de nervios con su interminable
Entonces, con una sonrisa radiante, corrió tras el biombo
repiqueteo. Tessie cosía sentada junto a la ventana, y de vez
y reapareció en seguida con una cajita en la que estaba
en cuando levantaba la cabeza y me miraba con una
escrito mi nombre.
compasión tan inocente, que empecé a avergonzarme de mi
—Tenía intención de dársela esta noche antes de irme a casa —dijo—, pero ya no puedo esperar.
irritación y miré a mi alrededor en busca de algo en qué ocuparme. Había leído todos los periódicos y todos los libros
Abrí la caja. Sobre el rosado algodón, había un broche de
de la biblioteca, pero por hacer algo me dirigí a la librería y
ónix negro en el que estaba incrustado un curioso símbolo o
la abrí con el codo. Conocía cada volumen por el color y los
letra de oro. No era arábigo ni chino, ni como pude
examiné todos pasando lentamente junto a la librería y
comprobar después no pertenecía a ninguna de las escrituras
silbando para animarme el espíritu. Estaba por volverme para
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Revista Esperpento ir al comedor, cuando me sorprendió un libro encuadernado
La biblioteca estaba vacía. Fui a ambas salas, luego los
en amarillo en un rincón de la repisa más alta de la última
dormitorios, a la lavandería, la cocina y, finalmente, volví a
biblioteca. No lo recordaba y desde el suelo no alcanzaba a
la biblioteca donde inicié un registro sistemático. Se había
descifrar las pálidas letras sobre el lomo, de modo que fui a
acurrucado, pálida, y silenciosa, junto a la ventana reticulada
la sala de fumar y llamé a Tessie. Ella vino del estudio y se
del cuarto del almacenaje de arriba. A primera vista me di
encaramó para alcanzar el libro.
cuenta que su necedad había sido castigada. El Rey de
—¿Qué es? —le pregunté.
Amarillo estaba a sus pies, pero el libro estaba abierto en la
—El Rey de Amarillo.
segunda parte. Miré a Tessie y vi que era demasiado tarde.
Quedé estupefacto. ¿Quién lo había puesto allí? ¿Cómo
Había abierto El Rey de Amarillo. Entonces la tomé de la
había ido a parar a mis aposentos?
mano y la conduje al estudio.
Hacía
había
Parecía obnubilada, y cuando le
decidido no abrir jamás ese libro, y
dije que se tendiera en él sofá me
nada en la tierra podría haberme
obedeció sin decir palabra. Al cabo
persuadido a comprarlo. Temiendo
de un rato sus ojos se cerraron y la
que la curiosidad me tentara a
respiración se le hizo regular y
abrirlo, ni siquiera lo había mirado
profunda, pero no me fue posible
nunca en las librerías. Si alguna
descubrir si dormía o no. Durante
vez experimenté la curiosidad de
largo rato me quedé sentado en
leerlo, la espantosa tragedia del
silencio junto a ella, en el cuarto de
joven Castaigne, a quien yo había
almacenaje
conocido,
cogí el libro amarillo con la mano
ya
enfrentarme
mucho
me con
que
disuadió sus
de
malignas
menos
jamás
herida.
frecuentado,
Parecía
pesado
páginas. Siempre me negué a
como el plomo, pero lo llevé al
escuchar su descripción y, en
estudio otra vez y sentándome en
verdad, nadie se aventuró nunca a
la alfombra junto al sofá, lo abrí y
comentar en alta voz la segunda
lo leí desde el principio al fin.
parte, de modo que no tenía
Cuando
debilitado
por
el
conocimiento en absoluto de lo que
exceso de las emociones, dejé caer
podrían revelar esas páginas. Me
el volumen y me recosté fatigado
quedé mirando fijamente la ponzoñosa encuadernación amarilla como habría mirado a una serpiente.
contra el sofá, Tessie abrió los ojos y me miró. Habíamos estado hablando cierto tiempo con opacada y
—No lo toques, Tessie —dije—. Baja de ahí.
monótona tensión cuando advertí que estábamos comentando
Por supuesto, mi admonición bastó para despertar su
El Rey de Amarillo. ¡Oh, qué pecado, haber escrito
curiosidad y antes que pudiera impedírselo cogió el libro y,
semejantes palabras... palabras que son claras como el
con una carcajada, se fue bailando al estudio con él. La
cristal, límpidas y musicales como una fuente burbujeante,
llamé, pero ella se alejó dirigiendo una torturadora sonrisa a
palabras que resplandecen y refulgen como los diamantes
mis imponentes manos y yo la seguí con cierta impaciencia.
envenenados de los Medicis! ¡Oh, la malignidad, la
—¡Tessie! —grité entrando en la biblioteca—, escucha, hablo en serio. Deja ese libro. ¡No quiero que lo abras!
condenación más allá de toda esperanza de un alma capaz de fascinar y paralizar a criaturas humanas con tales palabras!
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Revista Esperpento Palabras que comprenden el ignorante y el sabio por igual,
oía avanzar muy lentamente por el vestíbulo. Y ahora estaba
palabras más preciosas que joyas, más apaciguadoras que la
a la puerta y los candados se pudrieron a su tacto. Ahora
música celestial, más espantosas que la muerte misma.
había entrado. Con ojos que se me saltaban de las órbitas
Seguimos hablando sin prestar atención a las sombras
trate de escudriñar en la oscuridad, pero cuando entró en el
que se espesaban, y ella me estaba rogando que me
cuarto, no la vi. Sólo cuando la sentí envolverme en su frío
deshiciera del broche de ónix negro en que estaba
abrazo blando grité y luché con furia mortal, pero tenía las
curiosamente incrustado lo que, ahora lo sabíamos, era el
manos inutilizadas y me arrancó el broche de el ónix de la
Signo Amarillo. Nunca sabré por qué me negué a hacerlo,
chaqueta y me golpeó en plena cara. Entonces, al caer, oí el
aunque en esta hora, aquí, en mi habitación, mientras escribo
grito leve de Tessie y su espíritu voló al encuentro de Dios, y
esta confesión, me gustaría saber qué me impidió arrancar el
mientras caía deseé poder seguirla, porque sabía que el Rey
Signo Amarillo de mi pecho y arrojarlo al fuego. Estoy
de Amarillo había abierto su andrajoso manto y ahora sólo
seguro de que deseaba hacerlo, pero Tessie me lo imploró en
era posible implorar ante Cristo.
vano. Cayó la noche y transcurrieron las horas, pero aún
Podría decir más, pero al mundo no le serviría de nada.
seguíamos hablando quedo del Rey y la Máscara Pálida, y la
En cuanto a mí, estoy más allá de toda ayuda o esperanza
medianoche sonó en los chapiteles brumosos de la ciudad
humanas. Mientras yazgo aquí escribiendo, sin preocuparme
hundida en la niebla. Hablamos de Hastur y Cassilda
de si moriré o no, antes de terminar, veo al doctor que recoge
mientras afuera la niebla rozaba los ciegos paneles de las
sus polvos y frascos con un vago ademán dirigido al buen
ventanas como el oleaje de las nubes avanzaba y se rompía
cura que tengo junto a mí; entonces comprendo.
sobre las costas de Hali.
Sentirán curiosidad por conocer los detalles de la
La casa estaba ahora acallada y ni el menor sonido de las
tragedia... ésos del mundo exterior que escriben libros e
calles brumosas quebrantaba el silencio. Tessie yacía entre
imprimen millones de periódicos, pero no escribiré ya más, y
cojines, su rostro era una mancha gris en la penumbra, pero
el padre confesor sellará mis últimas palabras con el sello
tenía sus manos apretadas en las mías y yo sabía que ella
sagrado cuando su santo oficio haya sido cumplido. Los del
sabía y que leía mis pensamientos como yo los suyos, porque
mundo exterior podrán enviar a sus vástagos a hogares
habíamos comprendido el misterio de las Híadas y ante
desdichados o casas visitadas por la muerte, y sus periódicos
nosotros se alzaba el Fantasma de la Verdad. Entonces,
se cebarán en la sangre y las lágrimas, pero en mi caso sus
mientras nos respondíamos el uno a la otra, velozmente, en
espías tendrán que detenerse ante el confesionario. Saben
silencio, pensamiento tras pensamiento, las sombras se
que Tessie ha muerto y que yo agonizo. Saben que la gente
agitaron en la penumbra que nos rodeaba y a lo lejos en las
de la casa, alarmada por un grito infernal, se precipitó a mi
calles distantes oímos un sonido. Cada vez más cerca, se
cuarto y encontró a un vivo y dos muertos; pero no saben lo
escuchó el lóbrego crujido de ruedas, cada vez más cerca
que voy a decir ahora; no saben que el médico dijo señalando
todavía, y ahora cesó afuera, ante la puerta. Me arrastré hasta
un horrible bulto descompuesto que yacía en el suelo... el
la ventana y vi una carroza fúnebre empenachada de negro.
lívido cadáver del sereno de la iglesia:
El portal, abajo, se abrió y se volvió a cerrar; me arrastré temblando hasta la puerta y le eché la llave, pero no había candado ni cerradura que pudiera impedir el paso de la
—No tengo teoría alguna, ninguna explicación. ¡Este hombre debe de haber muerto hace meses! Creo que me muero. Desearía que el cura...
criatura que venía en busca del Signo Amarillo. Y ahora la
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UNA BUENA E IMPECABLE CORBATA PERFECTAMENTE ANUDADA AL CUELLO. Por Richard León Imágenes S. L.
A mi muy comedido hermano se le ha ocurrido que a
sentenciado. Y entonces, sé que me condenará a caminar
mi muy desagraciado cuello le hacía falta glamur, estilo y
de tienda en tienda buscando “la que haga juego” y “dé
galantería, por lo que, al muy detallista, no le quedó más
buena impresión”. Claro que quiero creer en sus buenas
opción, dice él, que regalarme una ostentosa corbata.
intenciones, en su desinteresada preocupación por mi
Por supuesto, no se le niega la iniciativa, el emprendimiento de querer vestir con tan delicada prenda
presentación personal. Sin embargo, ahora empieza a preocuparme:
cuello tan desgarbado. Pero más le habría valido no
—¿Camisa y corbata tan elegantes y distinguidas con
querer introducirme en el minucioso mundo de la alta
jeans desgastados? Tiu tiu tiu —chasquea con gesto
costura de cuellos. Empezando porque a mí los cuellos me
desaprobatorio—. No señor, eso no es así. Conozco un
tienen sin el más mínimo cuidado —lo único que importa
buen lugar...
es lo que sostienen, y a veces ni siquiera eso—; y en
Y estoy en la calle otra vez, siendo arrastrado de
últimas, porque prefiero envolverme el pescuezo en una
almacén en almacén, probándome sacos, pantalones y
bufanda gris olorosa a tabaco
correas, escuchando “No sale”,
de
“Ése color no le va”, “Ése no
la
más
baja
costura,
luce”,
fulminando
los
comprada a un par de indios
le
en el más sucio andén.
ánimos del vendedor una y
Pero a mi queridísimo
otra vez. Mientras, yo estoy
hermano mis aparentes buenas
como en un sueño, como no
razones también lo tienen sin
estando, como simplemente
el más mínimo cuidado. No
ido. Observo como observaría
contento
un espectador, esperando a qué
con
llevarme
su
ostentosa corbata, ha decidido
conduce tanto absurdo.
que es insuficiente: “Pero, ¿no pensará
usarla
con
esa
camisa
desastrosa?”,
ha
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—Muy bien, muy bien... Pero siento que algo falta, que algo no está bien...
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Revista Esperpento —Quizá sea el calzado, señor —acusa el vendedor de trajes, mirando con desprecio mis Convers de tela y suela de goma, visiblemente gastada y manchada. —Pero claro, era... ¡eso! ¿Por qué no lo habré notado antes?
varios días... jum, una cabellera larga y rebelde, visiblemente despeinada por el viento. —Deberíamos darle una visita al barbero, ¿no cree? —¡Y cómo no! —respondo efusivo—... Todos deben ganarse su propio pan y yo no puedo impedirlo, ¿verdad?
Y de nuevo estoy en la calle, esta vez a la busca de un buen par de zapatos de cuero brillante, impecable y
Pero antes, si no es problema, preferiría visitar el baño — y escapo sonriente al más cercano.
crujiente, tan impecables como el traje, la camisa y la
Por supuesto que no, me digo, mi gran hermano
corbata, como una vida de trabajo de oficina sin la más
solamente quiere incluirme en su mundo a las malas...
mínima mancha, como una vida sin arrugas. Y yo cada
Ahora es un vestido de paño fino, vestir-como-una-
vez menos yo, cada vez dejando una
persona-decente, una afeitada al ras y un
prenda de mí mismo olvidada a la
corte de cabello, peinarse con gomina, y
carrera, cada vez pareciéndome más al
después será un empleo mecánico en un
común y simple humano, cada vez
cubículo de oficina en el que estaré
siendo más un “ciudadano de bien” —
oxidándome por los próximos veinte
por lo menos en el vestir.
años... Si eso es lo que quiere, tendrá que
Y bueno, zapatos brillantes al fin y al
atraparme, si es que puede.
cabo, impecables, de cuero crujiente a
Saber que todo empezó con una
cada paso... Tan brillantes que se podía
impecable corbata... Y con una corbata,
ver la cima de los edificios grises
perfectamente anudada, terminará.
detalladamente reflejada.
La
desato
de
mi
cuello
con
queda
tranquilidad —frente al espejo, como se
mirándome de pies a cabeza con aire de
debe—, le hago un, juzgo, buen par de
aparente satisfacción, aunque a mí no me
nudos corredizos. Me la vuelvo a poner
engaña. Yo sé que para él hace falta algo
lentamente alrededor del cuello como
más,
para lucirla adecuadamente.
Mi
querido
que
hermano
aun
convencido,
no
está
que
se
del
inquisitiva
todo y
Ya está.
silenciosamente busca la deficiencia.
Ahora sí que me atrape, si es que
Observa atentamente: zapatos de cuero brillantes, impecables y crujientes;
puede. Pero no me quejo, seguro que tenía buenas intenciones.
pantalón de paño inglés; saco, tan inglés como el pantalón; camisa de corte
Y por lo menos seré un cadáver bien vestido...
italiano, rosada como dicta la moda; corbata
perfecta
y
correctamente
anudada... jum, barba incipiente de
Y no se podrá decir de mí que no supe cómo usar una buena e impecable corbata perfectamente anudada al cuello.
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ÚSESE SOLO EN CASO DE EMERGENCIA... Por Proyecto Esperpento
Figurémonos que es usted un transeúnte desprevenido que
no estarían de más para avivar a las cuadrillas de violentos.
deambula
Una vez calculado el aparente poderío de la masa, diríjase frugalmente a su Gabinete de „Patafísica más
tranquilamente por
cercano y, una vez aprovisionado con lo esencial y
una
necesario, rompa la monótona algarabía de la masa insurrecta con su marcha inquietable de Hombre Libre —
calle cualquiera
brincos, cabriolas, arremetidas, estocadas a la nada, de
su ciudad. Ahora figurémonos que es un día esplendoroso, escandalosamente soleado, imperdonablemente azul... Y de repente, la anarquía se toma sus calles a la vuelta de cualquier esquina.
agitación premeditada y disparos al aire son estrictamente necesarios. Pero primero démosle una ojeada a nuestro Gabinete y sus pertrechos. Encontrará usted a mano derecha la siempre infalible Máquina de Descerebramiento Portátil —en adelante MaDePo—,
No, no debe usted preocuparse ni alterarse; mucho menos entregarse al pánico más femenino — con gritos, lloriqueos y espasmos—;
minucioso artículo creado por el Señor Ubú, Doctor en „Patafísica,
que
solamente
las
personas
vulgares
confundirían con la más común de las hachas. A mano
tampoco unirse provisionalmente a las hordas de anarquistas que pueblan las calles.
izquierda, cosa de no perderse, se encuentra la inextinguible
Usted, apaciblemente, finja ver despreocupadamente
Candela Verde
la hora en su reloj, observe con ensimismamiento y hasta
que hará la diversión de los incineradores y
con entusiasmo —eso sí, de lejos, como todo buen
pirómanos, así como de niños y gentes entendidas en el
entusiasmo— a las masas que violentan el asfalto —unos
bello arte de la quema; suele confundírsele con un simple
cuantos
extintor, pero se le puede diferenciar con facilidad por el
¡Vivan las Fuerzas Armierdras!
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Revista Esperpento constante humo expelido en forma de música armónica.
inmaculado brillo de sus zapatos, suceso indeseado que
Si se fija en el centro del Gabinete, encontrará una
llamaría la atención de cualquier esclavo, de cuyas buenas
Gidouille retráctil
y serviles intenciones abiertamente debe cuidarse. Luego
que hace las veces de soga atragantadora y colgadora,
solo es cosa de aprovisionarse de las phynanzas ajenas
según haya necesidad. También encontrará usted una Talega
justamente devueltas a su Talega gracias a un arte tan controvertido.
por aquello que “es más fácil echarlos a la talega que pedir permiso”. Igualmente, un
El incomprendido Arte del Descerebramiento, como podrá observarse, no consiste solamente en hacer saltar
Contorsionador de Onejas y Narices,
unos vulgares sesos sobre la muchedumbre extasiada y el
el
asfalto inmaculado, en
Pellizca-puercos miniaturizado,
bañar
noble invención del Reverendo Rábano, que permite
en
un máximo de acción con un mínimo de esfuerzo, una
sangre,
Bomba de mierdra perfectamente armada. Y, por
huesos
supuesto, una infaltable
y
Corona de Rey de Polonia,
viscosidades
por las dudas —no sea que un golpe de estado estalle
a los asistentes y transeúntes. Funciona más bien como
en un momento indeterminado en las tierras polacas y
una purga colectiva, como evento cívico a la antigua
tenga necesidad de demostrar su inalienable derecho al
usanza. Como suerte de vomitivo evento público que
trono.
limpia y renueva a una sociedad en evidente decadencia y
Una vez patafísicamente armado y patafísicamente
ruina. Por tanto no es de extrañar que de cuando en
dispuesto, nomás es cosa de encontrar un consumado
cuando y de forma periódica la sociedad se mire a sí
filisteo en quien probar el agudo filo de nuestra MaDePo,
misma como enemiga y termine por autodeglutirse en una
arma de nuestra natural preferencia en vista a su potencial
dinámica propia de la autopreservación.
eficacia. La forma más estética y monstruosa, sin lugar a dudas, será cuando éste se encuentre de espaldas entregado al pánico más enfermizo o a la inútil tarea de esconder sus phynanzas entre sus calzones. Hay que
Pero recuerde, úselo solo en caso de emergencia, en
acercarse de la forma más sigilosa, cosa que no se alarme
Ciclo de Descerebramiento General, Lunar o Legislativo,
y emita un chillido común a su especie —al que todo
de histeria colectiva o de totalidad simpleza. Mientras,
filisteo acude más por entrometido que por solidario—,
evite usted la tentación de armarse, con cada ocasión que
atacando de tal forma que el brazo y la MaDePo se
pase cerca de un Gabinete, mirando de soslayo el arsenal
alineen formando ángulo recto con el resto del cuerpo; un
„patafísico. Y recuerde, para ellos no funciona más que en
ángulo mayor o menor de 90º daría como resultado un
caso de incendio.
desparramamiento tal de sesos de rentista sobre el
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