Revista Esperpento Nº 2

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(El Horror Sobrenatural en la Literatura) Bogotá D.C.  Noviembre-Febrero 2012  Nº 2


Revista Esperpento

Sumario

Nº 2 Revista cultural de distribución gratuita Noviembre-Febrero 2012

 Esperpéntica  Editorial

Portada: Alien Hieroglyphics (1978), por H.R. Giger. Directores: Nòel Drashir Richard León Coordinador Editorial: J. P. Castel Editora Gráfica: Sharird Leno Redacción: A. A. Vidal Colaboran en éste número: Francisco Enríquez Muñoz Reverendo Rábano Diseño y diagramación: Sharird Leno Archy Nold

Contacto: revistaesperpento@gmail.com http://revistaesperpento.blogspot.com Las opiniones expresadas en Revista Esperpento corresponden a sus autores. Por tanto, Revista Esperpento comparte rigurosamente y se hace responsable por el contenido de las mismas. Quedan rigurosamente permitidas, con o sin la autorización previa de los titulares del Copyright, sin ningún tipo de sanción establecida por la ley, la reproducción total o parcial del presente volumen por cualquier método o procedimiento, siempre y cuando no se modifique el contenido del texto, se respete su autoría y esta nota se mantenga.

2012

2

____2012, ¿y el fin del mundo? [Pág. 4]  Esquina ____Amateur o Real porn [Pág. 6]  Documentos del pasado ____... Un gringo en México... ¡Eso es eutanasia! [Pág. 10] ____Quitarse de en medio [Pág. 11]  Jarryana ____El opio [Pág. 14]  [No aptas] ____Otro retrato de Jesús [Pág. 17]  Pre-textos ____El horror sobrenatural en la literatura [Pág. 20] ____Edgar A. Poe [Pág. 28]  Desclasificados ____“Denme ustedes el tiro de gracia” [Pág. 38]  Líneas poéticas ____“Nevermore”. Edgar Allan Poe [Pág. 46]  Distrito cuento ____La máscara de la Muerte Roja [Pág. 56] ____Un habitante de Carcosa [Pág. 61] ____Las ratas del cementerio [Pág. 64] ____El signo amarillo [Pág. 70]  Las ciudades invisibles ____Una buena e impecable corbata ______perfectamente anudada al cuello [Pág. 84]  Gabinete de ‘Patafísica [Pág. 86]

Revista Esperpento.

Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento

Meister und Margueritha, por H. R. Giger.

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Revista Esperpento

2012, ¿Y EL FIN DEL MUNDO? Extinción, s. Materia prima con que la teología creó el estado futuro. Ambrose Bierce. The devil’s dictionary.

Y finalmente ha llegado el cabalístico 2012, cargado

Medio Oriente, cataclismos devastadores en Asia,

con toda la mala fortuna que los profetas y sacerdotes de

temblores destructivos en el hemisferio austral, tsunamis,

la Gran Orden del Final de los Tiempos y los Últimos

hambruna,

Santos han podido y sabido insuflarle.

indiscriminado), solamente diremos que nos fijemos muy

fortuna

innombrable

logramos

Y si por una

sobrevivir

a

este

destrucción

masiva,

exterminio

bien en la historia de la humanidad.

cataclísmico y tórrido fin del mundo, cosa de no perderse

Desde que el ser humano pisó la Tierra, no ha habido

demasiado entre los escombros últimos de la civilización

la más mínima posibilidad de paz. Y no es que ésta

occidental, entonces podemos darnos por bien servidos.

existiera antes. Al fin de cuentas, la paz es otro de los

Sin embargo, debemos decir que desgraciadamente ya

tantos términos abstractos creados por el hombre para

hemos asistido al menos a tres grandes conflagraciones y

comprender los fenómenos que no comprende. Existía, y

apocalipsis anunciados si no con vehemencia, ya con

eso es lo que el hombre primitivo no alcanzaba a

llamamientos al arrepentimiento y al abrazo, por supuesto

entender, el equilibrio entre los seres vivos y el planeta

qué más podríamos esperar, de la fe cristiana, única fe

que poblaban, el justo equilibrio entre un ser y su entorno,

verdadera. El primero, si mal no recuerdo, en el año 1996,

pero no la paz como nosotros la concebimos. La guerra

con nacimiento de la Bestia incluido. El segundo, en

humana no empezó cuando a los unos les pareció que los

1999, con Bestia y exterminio masivo —además del

otros ocupaban tierras que a ellos, eso suponían, les

presagio de un Y2K que solamente Dios, en su infinita

pertenecían o cuando sintieron que su sola existencia era

sabiduría técnica, sabrá que le habría causado a las

una ofensa para ellos, sino desde el mismo instante en que

máquinas y comunicaciones mundiales—. Y ahora este

la naturaleza entró en conflicto con la vida humana de

tercero, que se proyecta definitivo e inaplazable gracias a

forma directa, desde que al hombre se le ocurrió que la

la complicidad de las alineaciones planetarias y efectos

naturaleza constituía un obstáculo para su comodidad... Y

secundarios de una estrella en pleno desarrollo.

aquí estamos, cómodamente ajustados después de 202.012

Sin ser aguafiestas respecto a los finalmundistas, que

años de evolución (o de acomodación por la vía de la

creen ver los presagios de la hecatombe futura en los

fuerza, que viene a ser lo mismo) y seguimos siendo los

diversos sucesos que ocurren en el mundo (guerras en el

mismos depredadores que al principio, los mismos

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Revista Esperpento animales

(sí,

animales,

aunque

se

ofendan

los

manos al cielo y preguntándonos por qué tanta

creacionistas) que consumen su entorno sin importarles

destrucción y miseria, por qué tanta muerte y guerra, y

demasiado el futuro.

lavémonos las manos tranquilamente después de nuestra

Ah, pero ahora sí nos importa nuestro futuro, ¿no? Y

plegaria a la Nada. ¡Ya todo estará saldado y nuestra

nos persignamos ante la inminente extinción masiva con

responsabilidad asumida por ese otro inexistente, por el

que las religiones apocalípticas nos asustan y conminan a

dios inmisericorde que habita fuera del orbe! No, claro

la aceptación de su credo. Por supuesto, nuestras

que no. Igual, así queramos creer que no, la

preocupaciones son ya cosa de ADN, heredadas por un

responsabilidad es nuestra, somos nosotros quienes

miedo natural e instintivo a través de las cadenas de

ejecutamos la acción, nadie más. Es el dictador quien

nucleótidos heredadas de nuestros ancestros los monos.

decide la muerte de miles de personas, por no pertenecer a

Lo malo, es que por andar creyendo que los dioses están

su credo o etnia; es el estadista quien decide dejar morir a

enfurecidos con su creación y no tardarán en tomar

unos pocos en beneficio de la mayoría; es el hombre

represalias tajantes y extremas, andamos más que

moderno quien decide deforestar para crear viviendas; soy

desprevenidos ante nuestro innegable suicidio como

yo quien decide engañar al prójimo y sacar provecho; es

especie. Porque no podemos negar que si el final

el prójimo quien decide vengarse implacablemente; son

inevitable de la civilización llega, como ha llegado a todas

las multinacionales que deciden infectar el planeta con

y cada una de las grandes civilizaciones conocidas, llegará

desechos tóxicos; son ellos los que deciden pelear por un

de nuestra mano y no de un rayo exterminador lanzado

pedazo de tierra económicamente lucrativo; es el tirano

desde las alturas de la bóveda

Crudeoil, por Banksy.

quien decide que sus vecinos no

celeste, hogar de los dioses.

son iguales

Que si los dioses tuvieron el

existencia y, por eso, hay que

empeño de lanzar una plaga

exterminarlos; somos nosotros

sobre la Tierra, esta plaga no

quienes

posee otro nombre que el del

silencio...

Hombre. ¿Las siete plagas de

y ofenden su

preferimos

guardar

Sí, alcemos las manos al

Egipto que son comparadas

cielo

con el empeño autodestructivo

roguemos que el Universo se

de la Humanidad, vista en

apiade de nuestra miseria y nos

conjunto? Adónde llegamos,

envíe la extinción masiva de la

arrastramos junto con nosotros

mano de una hermosa estrella

un rastro de destrucción y

azul, de un cometa celeste, de

muerte, de extinción y miseria

una fría roca sideral. Aunque es

—aunque

muy

pretendamos

y

roguemos...

probable

Pero

que,

ocultarnos tras el falso lujo de

desgraciadamente, no seamos

una prosperidad aparente—.

escuchados.

Pero, Sigamos

¿qué

importa?

alzando

nuestras Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento

AMATEUR O REAL PORN. Por Francisco Enríquez Muñoz Imágenes Francisco Enríquez Muñoz

A esos videos

pueden parecerse a tus amigos o a tus compañeros de trabajo.

Hoy en día la tecnología (que no perdona disciplina

Los teléfonos celulares con cámaras posibilitan un

alguna) ha permeado en tal forma en la realidad, que a

ajuste inmediato entre las experiencias tal como se viven

veces nos cuesta trabajo creerle. La posibilidad de

(antes de comprenderlas) y su registro. Si tú, lector mío,

retoque, modificación y reconstrucción digital nos hace

quienquiera que seas, ya has utilizado el celular para

pensar, cuando nos enfrentamos a alguna imagen

filmarte con tu pareja jugando al metesaca, ¡felicidades!,

inverosímil, que estamos viendo algo falso, algo

ya has producido porno amateur. Un sinfín de videos,

trastocado,

algo

construido.

cortometrajes, de este estilo se

Pero ante la real porn sólo nos

encuentra

queda

Aquí

PornTube, YouPorn y Tube8.

intervienen actores aficionados,

La motivación en este caso no

o personas que no son actores,

suele ser económica, obedece

y el equipo es casero. Eso

más bien al exhibicionismo y al

significa que los protagonistas

voyerismo,

del acto sexual, cualquier acto

necesidad de no ocultar lo

sexual, no son representantes de

oculto, de dar aire y luz a la

ideales hegemónicos. En efecto,

intimidad propia, de elevar un

las mujeres no son flexibles

momento ordinario a rango de

muñecas y los hombres no son

entretenimiento masivo.

asombrarnos.

fortachones gigantes. Son como

en

RedTube,

la

humana

Hay personas que hasta en

los humanos que te encuentras

la

todos los días en la calle, que

apetitosa y es por ello que en la

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carne

fofa

ven

carne


Revista Esperpento real porn cualquier cuerpo desnudo se convierte

todo presumiendo la aniquilación del pudor. Los nuevos

automáticamente en un punto focal de apetitos, se vuelve

proletarios ya no venden su mano de obra a cambio de un

una fantasía.

salario, sino que exhiben sus orgasmos a cambio de

En 1985, Serge Daney, un influyente crítico francés de

popularidad.

cine y televisión, planteaba dos formas de ver el

Internet es el lugar donde puede decirse todo y

videoclip: como un simulacro (fragmentos de un todo

mostrarse casi todo casi sin ninguna consecuencia. Es el

perdido) o como un síntoma (fragmentos de un todo por

instrumento perfecto para la construcción de un personaje

descubrir). La misma vacilación ahora nos planteamos

propio. La histeria del protagonismo se ve reducida a un

ante la real porn: o se destina a un ensimismamiento

clic. Significa presumir la alegría de nuestra familia, los

manierista y mimético o nos ofrece (una vez “subida” a

abrazos de nuestros amigos, la muchedumbre que asistió

Internet) imágenes reales que sólo mediante herramientas

a nuestro evento y nuestros sudorosos coitos para

domésticas

podrían

demostrarle al mundo que

haberse grabado y que

«mi vida es mejor». ¿Para

hacen

qué? Para calmar un poco

emerger

nuevas

apariciones de la fantasía.

la ansiedad de sobresalir

Es paradójico que el

ante los demás. Algo que

espacio privado, por su

no

propia definición opuesto

sentido

al público, se convierta,

siquiera somos capaces

gracias a la realidad, en el

de poder saber si aquellos

lugar

de

termina

de

tener

cuando

ni

la

fantasía.

ante los que queremos

una

cámara

sobresalir son como se

registra la vida privada de

presentan. Pues al final

los seres humanos, la

de cuentas, ¿quién existe

realidad

siempre

se

realmente como se hace

presenta

ante

el

ver

Cuando

espectador como una gran

en

los

electrónicos?

medios Así,

en

fantasía. La realidad fílmica siempre se independiza de la

RedTube, PornTube, YouPorn y Tube8 brincamos sin

realidad física. Lo filmado nunca es la sombra de la

rumbo de un “desconocido famoso” a otro. Tenía razón el

realidad, sino que la realidad siempre es la sombra de lo

escritor polaco Stanislaw Jerzy Lec: «El hombre nace,

filmado.

vive y muere en el espacio de una frase».

En la porno amateur cada quien pude compartir y contemplar el mito de sí mismo. La popularidad, el número de “visitas” que tengo decreta mi valor virtual. La piel

cotidiana,

las

eyaculaciones

y

lubricaciones

personales son los instrumentos para salir del anonimato. La lógica dicta que el aplauso se puede conseguir sobre

Escritor mexicano, director de la editorial Tacos de la esquina. Ha publicado las novelas Los héroes ya no tienen lugar (Editorial Arcángel, 2000) y ¡Clang! (Editorial Ananké, 2001) y tres poemarios: ¿Qué es la pornografía? (Editorial Tacos de la Esquina, 2011), Todas las putas que he conocido (Clarimonda Drunk Ediciones, 2011) y Los fucking days (Ediciones Presente, 2011). Correo electrónico: cafeylectura@hotmail.com.

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Revista Esperpento

... UN GRINGO EN MÉXICO... ¡ESO ES EUTANASIA!

La Olympia, Euclid Street, Washington,

D.C.,

1 de octubre de 1913 Querida Lora, Me voy mañana por mucho tiempo, así que

esto es sólo para despedirme. Creo que no hay nada más

digno

de

decir;

por

esta

razón

naturalmente esperarías una carta larga. ¡Qué inaguantable sería este mundo si no dijéramos nada excepto lo que merece la pena decir! Y nada ridículo —como ir a Méjico y América del Sur.

Espero que vayas a la mina pronto. Debes tener hambre y sed de las

montañas lo mismo que Carlt. Yo también. ¡La civilización está sucia! — reclamo las montañas y el desierto para mí.

Adiós —si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mejicano y

me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo

pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la

ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en Méjico —¡ah, eso es eutanasia! Con amor a Carlt, un abrazo cariñoso,

AMBROSE

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Quitarse de en medio Por Ambrose Bierce Traducción Sonia Santos Vila

Una persona que pierde el corazón y la esperanza por

digno de atención, ya que es insostenible por la evidencia

la aflicción personal ante la pérdida de un pariente es

o por cualquier apariencia de evidencia. “Puestos aquí”.

como un grano de arena en la orilla del mar que se queja

¡Claro que sí! ¡Y por el que sirve la comida! Nuestros

de que la marea ha arrastrado un grano vecino fuera de la

padres nos ponen aquí eso es lo que todo el mundo sabe; y

vista. Él está peor, ya que el grano afligido no puede

ellos no tenían autoridad y probablemente tampoco

ayudarse a sí mismo; tiene que ser un grano de arena y

intención.

jugar al juego de la marea, ganar o perder; mientras que él

La noción de que no tenemos derecho a tomar nuestras

puede marcharse aguardando su oportunidad puede

propias vidas proviene de nuestra consciencia de que no

“abandonar a un ganador”. Pues a veces golpeamos “al

tenemos valor. Es la disculpa del cobarde su excusa para

que nos sirve la comida” nunca a la larga, sino rara vez y

continuar viviendo cuando no tiene nada por lo que vivir

con estacas pequeñas. Pero éste no es el momento para

o su provisión ante el futuro. Si no fuera egoísta, así como

“cobrar” y marcharse, ya que no puedes llevar todas tus

cobarde, no necesitaría excusas. Al que no se considera el

escasas ganancias contigo. La hora de abandonar es

centro de la creación y sus penas la angustia universal, la

cuando has perdido una gran estaca, tu tonta esperanza de

vida, si no digna de ser vivida, tampoco es digna de ser

éxito definitivo, tu fortaleza y tu amor por el juego. Si

abandonada. El viejo filósofo a quien le fue preguntado

permaneces jugando, a lo cual no se te obliga, toma tus

por qué no moría si, como enseñaba, la vida no era mejor

pérdidas con buen humor y no te quejes. Es difícil de

que la muerte, contestó: “Porque la muerte no es mejor

soportar, pero esa no es una razón por la que deberías de

que la vida”. No sabemos cuál es la proposición verdade-

ser difícil.

ra, pero el asunto no merece la pena de ser tratado, pues

Sin embargo se nos dice con una agotadora insistencia que somos “puestos aquí” con algún propósito (no

ambos estados son soportables —la vida a pesar de sus placeres y la muerte a pesar de su reposo.

revelado) y que no tenemos derecho a retirarnos hasta

Era la opinión de Robert G. Ingersoll que en el mundo

“que seamos llamados” puede que sea por viruela, puede

hay más bien pocos que demasiados suicidios —que la

que sea por la cachiporra de un canalla, puede que sea por

gente es tan cobarde que siguen viviendo mucho tiempo

la coz de una vaca; el Poder “convocante” (que, según

después de que la resistencia ha dejado de ser una virtud.

dicen, es también el Poder “poniente”) no tiene buen

Esta visión no es sino una vuelta a la sabiduría de los

gusto en la elección de mensajeros. Ese argumento no es

antiguos, en cuya espléndida civilización el suicidio

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Revista Esperpento ocupaba un puesto tan honorable como cualquier otro acto

Es verdad, puede que haya un valor superior en vivir

valiente, razonable y desinteresado. Antonio, Bruto,

que en morir. El valor del suicida, como el del pirata, no

Catón, Séneca —estos no eran del tipo de hombres que

es incompatible con una indiferencia egoísta a los

realizan hazañas cobardes y locas. La autosuficiente y

derechos de los otros —una cruel deslealtad al deber y a

santurrona manera moderna de mirar la acción como

la decencia. Me han preguntado: “¿No considera cobarde

propia de un cobarde o de un lunático es creación de

que un hombre acabe con su vida, dejando por esa razón a

sacerdotes, filisteos y mujeres. Si el valor se manifiesta en

su familia en la miseria?” No, no lo considero; creo que es

soportar el malestar inútil, es cobardía calentarse cuando

egoísta y cruel. ¿No es eso suficiente? ¿Hemos de vaciar

se tiene frío, curarse cuando se está enfermo, ahuyentar

las palabras de su verdadero significado para condenar

mosquitos, entrar cuando llueve. La “búsqueda de la

más eficazmente el acto y revestir a su autor con una

felicidad”, entonces, no es un “derecho inalienable”, pues

infamia mayor? Una palabra significa algo; a pesar de las

implica evitar el dolor.

quejas de los lexicógrafos, no significa lo que tú quieres

Ningún principio se compromete en este tema; el

que signifique. “Cobardía” es retirarse ante el peligro, y

suicidio es justificable o no, de acuerdo con las

no faltar al deber. El escritor que se permite tanta libertad

circunstancias; cada caso debe ser considerado en su

en el uso de las palabras como le autoriza el lexicógrafo y

contexto, y el que tenga informes sobre el acto es el único

el consentimiento popular es un mal escritor. No es capaz

juez. Ante su decisión, tomada bajo cualquier luz que por

de causar impresión sobre su lector, y serviría mejor en el

casualidad pueda tener, todas las mentes honestas se

mostrador de una mercería.

inclinarán. El apelante no cuenta con tribunal al que

La ética del suicidio no es un asunto simple; no se

apelar. En ninguna parte existe una jurisdicción tan

pueden establecer leyes de aplicación universal, sin

extensa como para abrazar el derecho de condenar al

embargo cada caso ha de ser juzgado, en caso de ser

desdichado a la vida. El

suicidio

valiente.

Lo

es

juzgado, con un conocimiento siempre

llamamos

completo

de

todas

las

valor

circunstancias, incluyendo el

únicamente en el caso de un

carácter mental y moral de la

soldado que se enfrenta a la

persona que toma su propia vida

muerte —digamos que conduce

—una

una esperanza sin amparo—

para juicio. La época, la raza y

aunque

una

la religión de uno tienen mucho

oportunidad para vivir y de una

que ver en este tema. Algunos

certeza de “gloria”. Sin embargo

pueblos, como los antiguos

el suicida hace más que dar la

romanos

cara a la muerte; él incurre en

japoneses, han considerado el

ella, y con una certeza, no de

suicidio honorable y obligatorio

gloria, sino de reproche. Si eso

en ciertas circunstancias; entre

no es valor, debemos reformar

nosotros se desaprueba. Un

disponga

de

nuestro vocabulario.

y

los

imposible

modernos

hombre sensato no dedicará Ambrose Bierce por J. H. E. Partington

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calificación

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Revista Esperpento demasiada atención a consideraciones de esta clase, excepto en tanto que afecten a otros, pues al juzgar

Incontexto:

delincuentes débiles han de ser tenidas en cuenta. Hablando de modo general, yo diría que en nuestra época y país las personas aquí apuntadas (y algunas otras) están justificadas al quitarse de en medio, y que en algunas es un deber:

El que sufre de una enfermedad dolorosa o repugnante e incurable. El que es una pesada carga para sus amigos, sin esperanza de alivio. El amenazado por demencia permanente. El adicto a la embriaguez o a otro hábito asimismo destructivo u ofensivo, del que no se puede rehabilitar. Aquel sin amigos, propiedad, empleo o esperanza. El que se ha deshonrado.

¿Por qué honramos al soldado valiente, al marinero valiente, o al bombero valiente? ¿Por obediencia al deber? En absoluto; eso solo —sin el riesgo— rara vez logra notoriedad, nunca inspira entusiasmo. Es porque se enfrentó sin retroceder ante el peligro de ese desastre supremo, o lo que sentimos que es tal —la muerte. Pero fíjate: el soldado desafía el peligro de muerte; ¡el suicida desafía la muerte misma! El jefe de la empresa desesperada puede que no resulte herido. El marinero que voluntariamente se hunde con su barco puede ser rescatado o arrojado a la orilla. No es seguro que la pared se venga abajo hasta que el bombero haya descendido con su preciosa carga. Sin embargo el suicida —suyo es el enemigo que nunca le ha entendido, suyo el mar que no devuelve nada; la pared por la que asciende no soporta el peso de un hombre. Y suya, al

En 1913 se perdía para siempre en la accidentada historia mexicana Ambrose Bierce, el “amargo”, autor del misantrópico Diccionario del Diablo, un vivo y áspero retrato de la humanidad precedente y futura, y de un centenar de relatos en los que se conjugan las escenas de la guerra civil americana, en la que había tenido la terrible fortuna de participar, con el misterio en un estilo mordaz e irónico incomparable en toda la historia de la literatura mundial. Pero, ¿por qué este anciano decide huir a la frontera con México y unirse a una lucha que a todas luces no le concierne? Aparentemente, no había razones... Exactamente, no había razones. Las razones se habían agotado para un viejo de 71 años que recogía sus pasos a través de los campos de guerra de juventud y que, finalmente, precipitó su fuga en la ansiosa búsqueda de la muerte más allá de la frontera, en el convulsionado sur. Lo “más digno”, había escrito, comparado con una vejez en el retiro y una muerte del tipo de quien-ha-vivido-como-ha-tenido-quevivir. No en vano en su singular Diccionario definía viejo como un «Estado de uso que no se contradice con una incapacidad general, v.gr. “hombre viejo”. Desacreditado por el paso del tiempo y ofensivo para el gusto popular, v.gr. “libro viejo”». Entonces, si las razones se acaban, si los seres que amamos han desaparecido irremediablemente de nuestra vida, si ser viejo es la incapacidad absoluta, si es más digno encontrar la muerte en el lejano sur, entonces no queda más remedio que empacar y, de la forma más quijotesca posible, acudir a otro mundo necesariamente en llamas. No porque allí haya otras y mejores razones ni porque allí exista lo que algunas personas llaman la redención; la huida no es un tipo de heroísmo venido a menos. El sur representaba, sencillamente, la libertad, la rebeldía, la juventud; quizá, hasta la eternidad. Una sola cosa era segura, el sur representaba la muerte, el inevitable viaje por el valle de las sombras. Pero ya no se trataba de evitarlo, de evadirlo, de burlarlo. Era justamente el momento de cabalgar tranquilamente por el camino polvoriento del desierto y encontrarse de cara con la pálida de tal suerte que no lo tomara ya por sorpresa, sino que acudiera diligente a su llamado... Era el tiempo de morir.

final de todo, es la tumba deshonrada donde el asno salvaje de la opinión pública pisotea su cabeza aunque A. A. Vidal.

no pueda romper su sueño. Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento

EL OPIO. Por Alfred Jarry Traducción Manuel Álvarez Ortega Imágenes Odilon Redon

Sorbiendo con mis labios ardientes de fiebre el biberón

gateaban unas redes venosas. Y el agua se congelaba

espeso en donde duerme el olvido, mis manos de cadáver

sobre los helados muertos como un denso barniz de donde

se crisparon sobre la butaca embobada, y mis ojos, gafas

emergían los cabellos como algas de estanque; el agua se

del augurio, desorbitados echaron a volar hacia el blanco

congelaba sobre las infinitas losas y resbalaba sobre las

cielo, en donde las cabalgantes valquirias dan vueltas

paredes transparentes formando escaparates. Y aunque

entre las espirales sonoras de

estaba

las chotacabras.

siempre corría.

Mi

cuerpo

astral,

Mi

congelada,

cuerpo

siempre,

astral

se

golpeando con el tacón mi

apresuraba tras ella con sus

cuerpo terrestre, se fue de

pies de silencio. Pero ella

peregrino, dejando en mis

corría sin cesar, subiendo o

nervios un temblor de guitarra.

bajando, sin preocuparse de

Entonces entré en una

las leyes de la gravedad,

inmensa morgue en donde los

amontonándose

muertos dormían con posturas

masas. Vi un lugar en donde,

extrañas: los brazos cruzados,

unas sobre otras, las olas

la pantorrilla derecha en el

subían

talón izquierdo, la cabeza

después

doblada sobre el pecho. Unos

escaleras glaucas. Yo subía los

obreros —¿sé yo si estaban

escalones dando codazos a una

también

ingente multitud, una multitud

muertos?—

muy

y

grandes

se

desplomaban

en

dislocadas

activos, admirablemente, los

alegre

lavaban. Sus gruesas esponjas

amotinada, sin resbalar, como

eran

si el hielo llevara lágrimas

14

cerebros

por

donde Número 2  Noviembre-Febrero 2012

o

en

una

multitud


Revista Esperpento verdes por la escalera vertical que los abrazaba como

en la oreja, al preguntarme qué deseaba, a la aventura

escala. Arriba se aplanaba el agua perpetuamente

respondí: «Vengo por el muerto número 4».

profunda donde unas nutrias silenciosas y unas ratas de

«—¿Tiene la prueba de que usted lo mató? ¿No tiene

agua hacía girar las hélices de sus colas. Volví a

papeles? ¿Ni el cuchillo sellado? No importa, me fío de su

descender, disgustado de que la multitud me impidiese

honrado aspecto; en la sexta ventanilla; tome el dinero

verlas; volví a descender para abrazar a los grados de

que llevaba encima».

hielo. Semejante frío penetró hasta el fondo de mis

Y, metido en el casillero un papel azul, tintineando el

huesos. Tanto que los muertos, a mis pies, abajo de los

bolsillo del chaleco, subí a uno de los autobuses del país

escalones, me parecieron cálidos, como si estuviesen

del opio,

vivos, a pesar de sus pestañas pegadas, de sus labios

que desapareció bajo mí ante una enorme jaula con los

babeantes y de sus narices de caracoles cerradas; a pesar

barrotes como una avenida bordeada de pinos. Allí una

de que por el lejano horizonte mi cuerpo me pareciera que

gran águila volaba y bendecía a su vez, mientras extendía

tiritaba y, sin poder calentarlas, estrechaba en sus brazos

a los vientos que no soplaban sus alas infinitas y excavaba en las inmundicias del fondo de su jaula unos surcos con sus plumas iguales a navajas de afeitar. También hacía

“El papa marcaba el compás, mientras rugían los cobres y se suavizaban las cuerdas para dar entrada a los arcos de los desmesurados contrabajos. Y el himno infernal comenzó...”

virar incesantemente sus ojos de nuez de coco en relieve, semejante a los de los camaleones. Jamás vi su alcándara, estaba tan hundida en las plumas de su vientre que parecía hallarse encaramada sobre sus alas como sobre unas muletas. Mi vista, al descender de su jaula de palomar, iluminó con un rayo, en un nicho inferior, a un reno que brincaba de manera irrisoria y trataba de aferrarse a una percha por

sus costillas de estalactitas. Cuando hube descendido, la

medio de sus cuatro cascos hendidos. Sus astas como

escalera de peldaños de lente me cegó con su resplandor

penachos amarillos se elevaban lo mismo que el moño de

amarillo.

una cacatúa, y de su percha, atado por el cuello, pendía un

Un empleado muy fino que lavaba a los muertos me

borracho encargado de explicar al público el uso del

dijo: «No se queje, hace ya cien años que no existimos;

animal y sus propiedades. A intervalos regulares,

siga por el corredor de frente, contando los años. Treinta

pidiendo de beber, caía al suelo y roncaba con los ojos

años más allá encontrará una morgue en donde los poetas

abiertos, despreocupado de sus pupilas, de sus pies

roncan, en donde los teléfonos hablan a los muertos, en

hendidos y de sus cuernos afilados.

donde tras unas ventanillas especiales se reconocen a los asesinos».

Yo, indiferente a este espectáculo banal, apenas miré los setos que bordeaban el camino y sus fructíferos

Treinta años más allá, haciendo girar, haciendo girar el pasamano de cobre, entré en una sala —semejante a una oficina de telégrafos— en donde un hombre, con la pluma

troncos musgosos cargados de simétricas lechuzas, negras con ribetes blancos. Además, yo tenía en las manos —¿desde cuándo?— un libro —escrito por mí, estoy seguro, pero ¿cuándo y

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento cómo?, no tengo idea— en donde estaba previsto y

aumentar sin cesar la arquitectura titánica.

relatado en letra gótica azul celeste todo lo que yo debía ver y todo lo que debía pensar a continuación. Las letras

¡Presta tu oído a los escándalos infernales!

eran rostros. Luego me encontré bajo las bóvedas de las catedrales

Este grito ¿lo he emitido yo? Siempre que se elabora

declamando sortilegios báquicos, pero los augustos

una acusación a toda orquesta soy yo el condenado, y

cardenales me reprocharon tal inconveniencia. Y para

antes de que me aprese la innumerable orquesta se me

confundirme más, he aquí que de pronto obispos y

eructa la sentencia. Los arcos apuntaban hacía mí y los

cardenales, diáconos y subdiáconos formaron una

trombones rugían contra mi tímpano:

orquesta.

El

papa

marcaba

el

compás,

mientras

rugían

¡Abre tus auditivos

los

canales!

cobres y se suavizaban las

cuerdas

para

dar

Y

como

estaba

entrada a los arcos de los

soldado a la balaustrada

desmesurados

del

contrabajos. Y el himno

apresarme. Mis guantes,

infernal comenzó:

mi sombrero y mi bastón,

coro,

vinieron

a

¿dónde están? ¿Y mi ¡Pueblo, oye mi vocal

abrigo? Bueno, he aquí

angélica!

en

¡Abre tus auditivos

tierra

terrestre.

canales!

mi

cuerpo

Una

manga,

después la otra, y heme aquí vestido. Ya no estoy

Las

paredes

se

helado. A voluntad, los

separaron, las bóvedas se

pies uno delante del otro

elevaron

como

se colocan. Heme aquí de

cuyo

interior

contemplara, columnas

globos

y

se

regreso

las

primordial,

crecieron

cosas

a

mi

butaca

todas están

las en

veloces para sostener el

condiciones, salvo la pipa

espacio

de opio que acabo de

que

hacía

cargar.

16

Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento

OTRO RETRATO DE JESÚS. Por Reverendo Rábano Imagen Cortesía Altísima Diócesis de „Patafísica

Como

escribiera

Alfred

Jarry,

preciados dones! Es que ustedes

dejemos de una vez de mirarnos el

imagínense

poder

convertir

unos

ombligo. No nos hagamos los de la

cuantos baldes de agua en preciado

vista gorda frente a los grandes mitos

vino chileno o francés. Dios, en su

de la humanidad. Es que decir que

infinita y eterna sabiduría, supo dotar

Jesús de Nazareth ha sido el hombre

a su hijo de los dones necesarios para

más santo del mundo es casi como

pasar el rato de la mejor manera, para

decir que yo, ambivalente y bipolar,

disfrutar del extenuante viaje camino

soy el hombre más querido sobre la faz

al Calvario que le esperaría años

del planeta Tierra.

después. Dios, repito, supo concederle

Hace falta darle una hojeada a las

a su hijo los medios para que se

crónicas bíblicas de los hechos y

agasajara en innumerables orgías, para

dichos de nuestro señor Jesucristo para darse cuenta que no era precisamente

Verdadero retrato del Reverendo Rábano.

que se parrandeara la vida que tantos dolores habría de traerle en su debido

un hombre tan diferente de nosotros —comía como

momento. Precepto que nuestros ídolos no han dejado de

nosotros, sentía frío como nosotros y, como nosotros, se

practicar; claro está, ellos no cuentan con los tan

acurrucaba para defecar—, ni mucho menos un mojigato.

apreciados dones de la conversión, pero sí cuentan con el

Antes bien, no se preocupaba demasiado por esconder sus

don privilegiado de la sociedad moderna: una billetera

aficiones a la bebida y a las mujeres de la vida alegre, lo

gorda y redundante.

que hace de él el verdadero predecesor de la famosa frase:

Pero el discreto encanto y las privilegiadas enseñanzas

“Vive rápido, muere joven y deja un cadáver...”, la

de nuestro señor no terminan allí en sus dones etílicos.

directriz absoluta de la vida excesiva de las estrellas de la

Las otras inician, justamente, del lado de la piel femenina.

farándula de hoy.

Los diversos cronistas de la época no saben decir con

Fijémonos no más en el envidiable acto de la

justeza —los cronistas oficiales, por supuesto— por qué

conversión del agua en vino... ¡Quién no quisiera tan

Jesús solía preferir la compañía femenina a la de sus fieles

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Revista Esperpento apóstoles, especialmente la de María Magdalena. Como

Oriente—: barba crecida, cabello largo y ensortijado, ropa

sabemos por las historias bíblicas, la Magdalena era una

holgada y sencilla, sandalias de corte humilde; y un único

mujer que se entregaba por dinero; una puta, en sentido

mensaje: amor... —¡Vaya uno a saber por qué

estricto. ¿Y por qué un hombre dedicado a difundir la

coincidencias de la vida hacia finales de los sesentas hubo

palabra de su padre, un santo encargado de acercar el

una eclosión del prototipo! ¡Tanto Jesucristo suelto y tan

reino de los cielos a los hombres que le rodeaban, un dios

pocas cruces para sacrificarlos por nuestros pecados! Y,

hecho hombre, prefería pasar su tiempo con una

créanme, no pocos quisieran haber crucificado a más de

ignominiosa puta?... ¿Debemos responder? Es obvio, el

uno, aunque fuera de sus propias barbas. Porque después

reino de los cielos se encuentra en medio de las piernas de

de todo, la corrosiva envidia fue la que lo condenó desde

una mujer, especialmente si ésta es maestra y experta en

un principio, como condena a otros en la actualidad.

la materia. Jesús no era ningún ingenuo, como no lo son

Como sus dones no eran para todos, pues había que

los atormentados consentidos de los medios. Jesús, digno representante de Dios en la Tierra, debía conocer seguramente las correrías de sus homólogos griegos, la caza de las mujeres en flor a través de la hierba, las conveniencias del disfraz de lluvia o animal. Mucho más pragmático, prefirió encontrar en las mujeres deshonrosas lo que buscaba, antes que cambiar de forma corporal y hacer más milagros en beneficio de su fervorosa leyenda: las necesidades y los excesos no se

“... había que castigarlo por nuestro pecado imperdonable de no poder ser como él, de no poder ser unos libertinos absolutos en una sociedad condenada a la frustración y al conformismo”.

avienen con estratagemas vulgares salidas de tono, justo drama del hombre común. De la misma manera, nuestros

castigarlo por nuestro pecado imperdonable de no poder

adorados protagonistas de la vida social y nocturna no se

ser como él, de no poder ser unos libertinos absolutos en

complacen solamente en la vulgaridad de la mujer que se

una sociedad condenada a la normatividad y a la

entrega por dinero; sus capacidades exceden en mucho

legalidad, a la frustración y al conformismo. Había que

—justamente una evolución— a las de su querido

castigarlo por no contentarse con ser un hombre común y

patriarca: cualquier mujer estará dispuesta a ellos, sin

corriente, un carpintero como cualquier otro condenado a

importar su origen u ocupación.

una vida carente de emociones grandes u honrosas; como

Jesús era el libertino por naturaleza, ciertamente. No

se dice, un humano entre humanos. No, él tenía que ser el

rendía cuentas a mujer alguna, por lo que los disfraces y

Dios hecho carne, el elegido, el ungido, un Dios entre

las falsas identidades le eran innecesarias; andaba al día,

mortales. Después de todo, no se desafía al vulgo así

multiplicaba panes y peces cuando se le antojaba comer

nomás sin esperar represalias en algún momento, véase

panes y peces —y compartirlos, por supuesto; tenía una

como ejemplo edificante lo sucedido a Sócrates.

quizá demasiado obvia inclinación por el descuido de su

Y correrán los siglos y las personas, y los condenados

apariencia personal —así nos lo pinten como un ario

por nuestra incapacidad y vergüenza seguirán pendiendo

venido a menos en las tierras ardientes del Medio

de la cruz, desangrándose en el espectáculo público.

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Revista Esperpento

NĂşmero 2 ď‚Ľ Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento

El horror sobrenatural en la literatura*. Por Howard Phillips Lovecraft Imágenes H. R. Giger

I

optimismo. No obstante, pese al rechazo o a la indiferencia, los cuentos fantásticos sobrevivieron, se

El miedo es una de las emociones más antiguas y

desarrollaron y alcanzaron su plenitud, al amparo de su

poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y

origen en un principio básico tan profundo como

poderoso es el temor a lo desconocido. Muy pocos

elemental, cuyo hechizo (aunque no siempre universal) es

psicólogos lo niegan y el hecho de admitir esa realidad

irresistible para los espíritus verdaderamente sensibles.

confirma para siempre a los cuentos sobrenaturales como

El alcance de lo espectral y lo macabro es por lo

una de las formas genuinas y dignas de la literatura.

general bastante limitado, pues exige por parte del lector

Contra ellos se disparan todos los dardos de un sofisticado

cierto grado de imaginación y una considerable capacidad

materialismo, que con tanta frecuencia se aferra a las

de evasión de la vida cotidiana. Y son relativamente

emociones de la experiencia, a los sucesos exteriores y a

pocos los seres humanos que pueden liberarse lo

un idealismo tan ingenuo como insípido que se opone a

suficiente de las cadenas de la rutina diaria como para

las motivaciones estéticas, abogando por una literatura

corresponder a las intimaciones del más allá. Las

puramente didáctica, capaz de ilustrar al lector y

narraciones

"elevarlo"

acontecimientos comunes o con las deformaciones

hacia

un

nivel

adecuado

de

afectado

que

trafican

con

los

sentimientos

y

sentimentales y triviales de tales hechos, siempre Texto tomado de El horror sobrenatural en la literatura.

20

ocuparán el primer puesto en el gusto de la mayoría: esto

Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento tal vez sea lo justo pues esas circunstancias cotidianas

limitada. Lo desconocido, al igual que lo impredecible, se

conforman casi la totalidad de la experiencia humana.

convirtió para nuestros primitivos antecesores en una

Sin embargo, no cabe duda de que los seres sensibles

fuente ominosa y omnipotente de castigos y de favores

siempre estarán entre nosotros, y a veces una curiosa

que se dispensaban a la humanidad por motivos tan

estela de inquietud puede invadir el recóndito rincón de la

inescrutables como absolutamente extraterrenales, y

mente más firme, de modo tal que ningún racionalismo o

pertenecientes a unas esferas de cuya existencia nada se

análisis freudiano puede borrar por completo el

sabía y en la que los humanos no tenían parte alguna.

estremecimiento causado por un susurro en el rincón de la

Del mismo modo, el fenómeno de los sueños

chimenea o la soledad en un

contribuyó

bosque sombrío. Y aquí nos

noción de un mundo irreal y

encontramos con un modelo

espiritual,

psicológico o tradicional tan

todas las condiciones de la

genuino

vida salvaje en la alborada de

y

tan

a

y,

elaborar

en

general,

profundamente enraizado en

la

la experiencia mental como

hacia el sentimiento de lo

puedan serlo otros modelos

sobrenatural de una manera

o

tan

tradiciones

humanidad;

de

un

la

elemento

humanidad

la

poderosa,

podemos considerar

religiosos

profundamente

íntimamente

que

asombrarnos

paralelo a los sentimientos e

condujeron

no al cuan

la

especie

vinculado con muchos de

humana esta saturada del

sus aspectos, participando en

antiguo

tal medida de nuestro legado

religiosidad y superstición. Y

biológico que difícilmente

bajo

pierda

su

estrictamente científico esta

influencia

en

poderosa una

minoritaria, importante,

parte aunque

de

un

legado

punto

saturación Landscape 001

nuestra

comprenderla

de

de

vista

debemos como

un

elemento permanente en lo

especie.

que respecta al subconsciente y a los instintos más

Los primeros instintos y emociones del ser humano

profundos del ser humano; pues aunque la esfera de lo

forjaron su respuesta al ámbito en que se hallaba sumiso.

desconocido ha ido reduciéndose a través de los milenios,

Los sentimientos definidos basados en el placer y el dolor

un abismo insondable de misterio sigue envolviendo al

nacían en torno a los fenómenos comprensibles, mientras

cosmos, mientras que un vasto residuo de asociaciones

que alrededor de los fenómenos incomprensibles se tejían

tenebrosas y titánicas continúa aferrándose a todos los

las personificaciones, las interpretaciones maravillosas,

elementos y procesos que antaño eran completamente

las sensaciones de miedo y terror tan naturales en una raza

incomprensibles. Ahora, por supuesto, esos fenómenos

cuyos conceptos eran elementales y su experiencia

pueden explicarse perfectamente. Pero más allá de todo

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

21


Revista Esperpento esto, existe una fijación fisiológica de los primitivos

Roland; a Henry James y su Otra vuelta de tuerca; al

sustentos en nuestro tejido nervioso, que puede

médico y escritor norteamericano Oliver Wendell

sensibilizarlos

mente

Holmes, con su inteligente novela Elsie Venner; a Francis

consciente se libere de todas las fuentes de lo maravilloso.

Marion Crawford (La litera superior) y tantos otros

Las angustias y el peligro de muerte se graban con

ejemplos, como el caso de la asistente social Charlotte

mayor fuerza en nuestros recuerdos que los momentos

Perkins Gilman y su relato The Yellow Wall Paper (El

placenteros; del mismo modo los aspectos tenebrosos y

empapelado amarillo) mientras el humorista W. W.

maléficos del misterio cósmico ejercen una fascinación

Jacobs escribía su melodramático cuento titulado La pata

más poderosa sobre nuestros sentimientos que los

de mono.

oscuramente

aun

cuando

la

aspectos beneficiosos. Estos últimos han sido acogidos y

Pero no hay que confundir este tipo de literatura de

formalizados por los rituales religiosos convencionales,

terror con otra especie que aunque superficialmente

mientras que los primeros han alimentado al folklore

similar, es bien distinta desde el punto de vista

popular. Esta fascinación se agudiza asimismo por el

psicológico: me refiero a la literatura macabra con efectos

hecho de que la incertidumbre y el peligro unidos a cualquier vislumbre de lo desconocido, conforman un universo de amenazas espirituales de índole maléfica. Y si a esa sensación de temor numinoso se le agrega la irresistible atracción por lo maravilloso, entonces nace un complejo sistema de agudas emociones y de excitación imaginativa cuya vitalidad, ha de perdurar tanto como la propia raza humana. Los niños siempre sentirán miedo a

“... la maligna violación o derrota de las leyes inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra única salvaguardia contra la invasión del caos...”

la oscuridad, y el adulto, a merced de los impulsos hereditarios, siempre se estremece al pensar en los

de horror físico. Esos escritos, al igual que las fantasías

mundos insondables preñados de vida extraña, que

ligeras y humorísticas en donde el malicioso guiño del

habitan loa espacios interplanetarios, o en las dimensiones

autor intenta escamotear el auténtico sentido de los

impías que rodean a nuestra tierra vislumbradas sólo en

elementos sobrenaturales, no pertenecen a la literatura del

momentos de locura.

terror cósmico en su más puro sentido. Los genuinos

A partir de tales conceptos, no cabe asombrarse de la

cuentos fantásticos incluyen algo más que un misterioso

existencia de una literatura relacionada al terror cósmico.

asesinato, unos huesos ensangrentados o unos espectros

Siempre existió y siempre existirá, y no hay mejor prueba

agitando sus cadenas según las viejas normas. Debe

de su tenacidad como el impulso que mueve a ciertos

respirarse en ellos una definida atmósfera de ansiedad e

escritores a extraviarse de los caminos trillados para

inexplicable temor ante lo ignoto y el más allá; ha de

probar su ingenio en textos aislados, como si desearan

insinuarse la presencia de fuerzas desconocidas, y sugerir,

alejar de sus rosales sombras fantasmagóricas que de otra

con pinceladas concretas, ese concepto abrumador para la

manera seguirían acosándoles. Y así tenemos a Charles

mente humana: la maligna violación o derrota de las leyes

Dickens imaginando varios relatos sobrenaturales; a

inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra

Robert Browning escribiendo su horrible poema Childe

única salvaguardia contra la invasión del caos y los demonios de los abismos exteriores.

22

Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento Por supuesto no todos los cuentos fantásticos se

una actitud de aprensión frente al avance insidioso del

ajustan a un determinado modelo teórico. La mente

espanto, como si se estuviese escuchando el batir de unas

creativa es despareja y la mejor de las estructuras tiene su

alas tenebrosas o el movimiento de criaturas informes en

punto ciego. Además, buena parte de ellos son el

el límite más remoto del universo conocido. Y

resultado de ciertos efectos memorables que surgen del

naturalmente, cuanto mejor se logre evocar esa atmósfera

subconsciente o han sido elaborados a partir de las más

a lo largo de todo el cuento, tanto mejor será su efecto

variadas fuentes. La atmósfera es siempre el elemento

artístico en ese tipo de literatura.

más importante, por cuanto el criterio final de la autenticidad de un texto no reside en su argumento, sino

II

en la creación de un estado de ánimo determinado. Por lo

Los orígenes del cuento de terror

general, un cuento macabro que trata de enseñar o fomentar un efecto de tipo social, o un relato cuyos

Al

ser

una

forma

literaria

tan

íntimamente

horrores se pueden explicar por medios naturales, no es

relacionadas a las emociones primitivas, el evento de

un auténtico cuento de espanto cósmico. No obstante, hay

terror es tan antiguo como el pensamiento y el habla

que admitir que tales relatos poseen, en algunos pasajes,

humanos.

matices ambientales que responden a las condiciones que ya hemos mencionado.

El horror cósmico figura preponderantemente en el antiguo folklore de todas las razas y cristalizó en las

Podemos juzgar un cuento fantástico, entonces, no a

baladas, crónicas y escrituras sagradas. Era, sin duda, un

través de las intenciones del

rasgo primordial de los rituales

autor o a la pura mecánica del

mágicos, con sus invocaciones

relato, sino a través del nivel

de demonios y espectros, y que

emocional que es capaz de

alcanzaron su mayor desarrollo

suscitar por medio de sus más

en Egipto y entre los pueblos

pequeñas

semíticos.

sugerencias

Fragmentos

tales

sobrenaturales. Si es capaz de

como el Libro de Enoch y el

enervar

sensaciones

Claviculae de Salomón ilustran

adecuadas, su "efecto" lo hace

claramente la pujanza de los

merecedor de los atributos de

elementos sobrenaturales en las

la literatura fantástica, sin

mentes del Oriente antiguo, y

importar

medios

sobre esas ideas se asentaban

único

unas tradiciones cuyos ecos se

lo

han extendido hasta nuestros

las

los

utilizados. comprobante auténticamente

El de

días.

sobrenatural

Esos

temores

es el siguiente: saber si suscita

trascendentales

se

o no en el lector un profundo

asimismo

la

sentimiento de inquietud al

clásica de Occidente, y se

contacto con lo desconocido,

acentuaba mucho más aún en la

en

reflejan literatura

Necronomicon 004

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23


Revista Esperpento tradición de las baladas legendarias paralela a la corriente

de un riquísimo acervo de leyendas mágicas, y además

clásica, pero que desapareció por falta de testimonios

dio impulso a la demencial persecución de las hechiceras

escritos. La Edad Media, sumida en fantásticas tinieblas,

cuyo resultado en Norteamérica fue el famoso caso de las

dio

representaciones

brujas de Salem. Similar en su esencia y tal vez vinculado

trascendentales, y tanto en Oriente como en Occidente se

directamente con dicho culto, era la siniestra cofradía de

trató de preservar y ampliar el sombrío legado extraído

los adoradores de Satanás, teología invertida que originó

tanto del folklore como de la magia y los textos

los horrores de las afamadas "Misas negras"; en un sesgo

cabalísticos, que había llegado hasta ellos. Las brujas, los

de la misma tendencia podemos incluir a las actividades

hombres-lobos,

criaturas

de quienes perseguían unos objetivos más o menos

tremebundas, estaban en labios de las ancianas y también

científicos y filosóficos, tales como los astrólogos,

de los poetas populares, y era muy corto el paso que

cabalistas y alquimistas del tipo de Alberto Magno o

faltaba dar para rebasar los límites que separaban a los

Raimundo Lulio, que abundaban en aquellos tiempos. El

un

gran

impulso

los

a

las

vampiros

y

otras

relatos orales de la composición literaria. En Oriente, los cuentos sobrenaturales tendían a un virtuosismo pleno de

“De ese fértil terreno se nutrieron los temas y los personajes de las leyendas y mitos tenebrosos que perduraron en la literatura fantástica hasta nuestros días...”

matices que casi los transmutaba en la más pura fantasía. En cambio, en Occidente, entre los místicos teutones que habían llegado desde sus tenebrosas selvas boreales y los celtas con sus extraños rituales druídicos, las leyendas sobrenaturales asumían una intensidad ominosa y se rodeaban de una atmósfera de convincente gravedad que duplicaba la potencia de unos horrores a medio explicar y

predominio y arraigo de lo terrorífico en la Europa

apenas insinuados. Gran parte del trasfondo del folklore occidental y de

medieval, intensificado por la desesperación causada por

los cantos sobrenaturales provenía incuestionablemente de

los azotes de la peste, puede ejemplificarse con claridad a

las leyendas acerca de los cultos antiquísimos y terribles,

través de las grotescas esculturas introducidas en la

cuyos adoradores -procedentes de las épocas pre-Aria y

mayoría de las obras religiosas del último período del

pre-agrícola,

de

gótico; las demoníacas gárgolas de la iglesia de Nôtre

mongoloides invadió Europa con sus rebaños- practicaban

Dame en París y del Mont Saint Michel figuran entre los

los ritos de fecundidad. Este culto secreto, transmitido de

ejemplos más famosos1. Y a lo largo de toda esa época, es

generación en generación durante milenios, pese a la

importante recordar que tanto la gente ilustrada como el

dominación de las religiones druídica, grecorromana y

populacho creían firmemente en todas las manifestaciones

cristiana, estaba marcado por el salvaje "aquelarre de

sobrenaturales, desde las más dulces doctrinas del

brujas" que tenía lugar en los bosques y las colinas

cristianismo hasta las mayores monstruosidades de la

remotas durante la noche de Walpurgis y también durante

hechicería y la magia negra. Ello explica, en parte, el

la noche de Todos los Santos, que constituyen las

surgimiento y la casi universal fama de los magos y

cuando

una

raza

colonizadora

temporadas tradicionales para la reproducción de las cabras y las ovejas. Este culto se convirtió en el manantial

24

1

Un estudio fundamental para esa manifestación del arte europeo es el libro de J. Baltrusaitis La edad media fantástica.

Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento alquimistas del Renacimiento: Nostradamus, Trithemius,

de lo sobrenatural en los escritos de la antigüedad. Es

el doctor John Dee, Robert Fludd y otros.

bastante curioso, sin embargo, que la mayoría de los

De ese fértil terreno se nutrieron los temas y los

ejemplos de la literatura clásica estén en prosa, tales como

personajes de las leyendas y mitos tenebrosos que

el caso del hombre lobo relatado por Petronio, las pasajes

perduraron en la literatura fantástica hasta nuestros días,

aterradores en Apuleyo, la breve pero famosa carta de

disfrazados o alterados por la sofisticación moderna.

Plinio a Sara, y la extraña compilación titulada De los

Muchos de ellos provienen de las fuentes orales más

hechos maravillosos del griego Flegon, escrita durante la

primitivas y forman parte del legado permanente de la

época del emperador Adriano. En Flegon encontramos

humanidad. El espectro que

por vez primera el cuento de la

aparece

la

novia fantasma, Philinnon y

inhumación de sus restos, el

Machates, más tarde relatado

amante duende que regresa

por Proclo y que en la época

para llevarse a su enamorada,

moderna inspiraría a Goethe su

el espíritu de la muerte o

balada La novia de Corinto y a

psicopompo que cabalga en el

Washington Irving el relato

viento nocturno, el hombre

Aventura de un estudiante

lobo, la habitación sellada, el

alemán. Pero en la época en

brujo inmortal, todos ellos

que los antiguos mitos nórdicos

figuran en esa galería tan

asumen una forma literaria y

curiosa de la ciencia medieval

cuando mas tarde los temas

que

sobrenaturales surgen en ella,

supo

para

Sabine

exigir

Baring-Gould

compilar

tan

los hallamos principalmente en

2

eficazmente en su obra .

su poesía, del mismo modo que

En todos los lugares en

gran parte de la literatura

donde predominaba la mística

imaginativa del Medioevo y el

sangre nórdica, la atmósfera

Renacimiento.

de los cuentos populares es más intensa, mientras que en las razas latinas encontramos

Los Eddas y las Sagas Poltergeist II: The Great Beast 13

escandinavas horror

retumban

cósmico

y

de nos

un matiz de racionalidad que le quita a sus supersticiones

estremecen con el espanto de Ymir y sus monstruosos

-aun a las más extrañas- mucho del encanto tan

engendros; mientras que el Beowulf anglosajón y el

característico de las leyendas nacidas en los bosques y los

germánico Nibelungo nos entregan variedad de brujerías y

hielos del Norte.

terrores nocturnos. Dante es uno de los primeros poetas

La poesía es siempre la primera expresión literaria de

que captura en versos clásicos la atmósfera macabra y en

los pueblos, y es en ella donde encontraremos la irrupción

las estrofas de Spencer hay más de una pincelada de horror fantástico en la descripción de los paisajes y los

2

Curious Myths of the Middle ages. Véase también del mismo autor The Book of Were-Wolves (1865).

personajes. En prosa nos encontramos con La muerte de

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25


Revista Esperpento Arturo de Thomas Malory, en la cual hay muchas escenas

mujer que visita a una amiga, y utilizado como publicidad

extraídas de las antiguas baladas, tales como el robo de la

para poder vender una barata y aburrida disquisición

espada del cadáver por parte de Sir Lancelot en la Capilla

teológica sobre la muerte.

Peligrosa, el espectro de Sir Gawain y el demonio de la

Por esa época, la sociedad culta iba perdiendo la fe en

tumba vislumbrado por Sir Galahad; mientras que otros

lo sobrenatural, inclinándose por el racionalismo, pero ya

elementos literarios más toscos se popularizaban en libros

a comienzos del siglo XVIII se insinuaba un renacer de

baratos y sensacionalistas vendidos por los buhoneros y

los

devorados por el vulgo. En los dramas isabelinos, como el

traducción de algunos relatos orientales bajo el reinado de

Doctor Fausto de Marlowe, en las brujas de Macbeth, en

Ana y continuando con la poesía, en expresiones que

el fantasma de Hamlet y en las macabras obras de John

cobraban nuevos matices de extrañeza, de maravilla y

Webster,

fuerte

estremecimiento. Despertaba la era romántica, con su

influencia de lo demoníaco en la mente del pueblo; una

exaltación de la naturaleza, la irradiación de los

influencia agudizada por el genuino temor a la magia

esplendores del pasado, de los paisajes extraños, las

negra engendrado por la superstición y el fanatismo

gestas temerarias y los prodigios increíbles. Y finalmente,

religioso, cuyos terrores asolaron el continente y

tras la tímida aparición de algunas escenas fantásticas en

comenzaron a resonar en los oídos ingleses a medida que

las novelas de la época, como por ejemplo Adventures of

iba progresando la cacería de brujas bajo el reinado de

Ferdinand, Count Fathom de Tobías Smollett, el instinto

Jaime I. A la prosa mística del pasado se fue agregando

de lo maravilloso cristalizó en el surgimiento de una

una larga serie de tratados de hechicería que mucho

nueva moda literaria: novela "Gótica", plena de horror y

hicieron por exaltar la imaginación de los lectores.

fantasía, cuya progenie habría de ser numerosa y, en

podemos

observar

claramente

la

sentimientos

románticos,

comenzando

con

la

A lo largo de los siglos XVII y XVIII nos encontramos

muchos casos, resplandeciente de mérito artístico. No deja

ante una gran cantidad de leyendas y baladas tan fugaces

de ser francamente asombroso, cuando se medita en ello,

como tenebrosas que, sin embargo, no alcanzan a

que

incorporarse a la corriente de la literatura culta. Los

establecida y reconocida, tardara tanto en nacer y

folletos vendidos por los buhoneros en las aldeas, con

afincarse definitivamente. Los sentimientos que forman

relatos macabros y sobrenaturales, iban multiplicándose y

su esencia son tan viejos como el hombre, pero es un

alimentando el ávido interés del público por obras tales

hecho que los típicos relatos sobrenaturales son, para la

como La aparición de la señora Veal de Daniel Defoe, un

literatura, un vástago del siglo XVIII.

la

literatura

cuento basado en un hecho real acerca del espectro de una

26

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

fantástica

como

forma

literaria


Revista Esperpento

ELP IV, por H. R. Giger.

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento

Edgar A. Poe Por Charles Baudelaire …algún maestro desventurado a quien la inexorable Fatalidad ha perseguido encarnizada, cada vez más encarnizada, hasta que sus cantos no tengan más que un solo estribillo, hasta que los cantos fúnebres de su Esperanza hayan adoptado este melancólico estribillo: «¡Nunca! ¡Nunca más!» EDGAR A. POE, El cuervo En su trono de bronce el Destino se burla, de amarga hiel empapando su esponja, y la Necesidad es para ellos tenaza. THÉOPHILE GAUTIER, Tinieblas

En estos últimos tiempos compareció ante nuestros

destinadas al altar, condenadas a ir hacia la muerte y hacia

tribunales un desdichado cuya frente estaba marcada por

la gloria a través de sus propias ruinas? La pesadilla de las

un raro y singular tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así

Tinieblas, ¿asediará eternamente a esas almas elegidas?

encima de sus ojos la etiqueta de su vida, como un libro

En vano se agitan, en vano se forman para el mundo, para

su título, y el interrogatorio demostró que aquel extraño

sus previsiones y asechanzas; perfeccionarán la prudencia,

rótulo era cruelmente verídico. Hay en la historia literaria

taparán todas las salidas, acolcharán las ventanas contra

destinos análogos, verdaderas condenas, hombres que

los proyectiles del azar; pero el Diablo entrará por el

llevan las palabras «mala suerte» escritas en caracteres

agujero de la cerradura. Una perfección será la falla de su

misteriosos sobre las arrugas sinuosas de su frente. El

coraza, y una cualidad superlativa, el germen de su

ángel ciego de la expiación se ha apoderado de ellos y los

condenación.

azota con uno y otro brazo para ejemplo edificante de los demás. En vano su vida revela talento, virtudes, gracia: la sociedad tiene para ellos un anatema especial y acusa en

Para romperla, el águila, desde lo alto del cielo, sobre su frente al aire soltará la tortuga, pues ellos deben perecer fatalmente.

ellos las lesiones que les ha causado. ¿Qué no hizo Hoffmann para desarmar al Destino, y qué no realizó Balzac para conjurar la fortuna? ¿Existe, pues, una Providencia diabólica que prepara la desgracia desde la cuna,

que

arroja

con

premeditación

naturalezas

espirituales y angélicas en medios hostiles, como a mártires en los circos? ¿Existen, pues, almas santas y

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Su destino está escrito en toda su contextura, brilla con siniestro resplandor en sus miradas y en sus gestos, circula por sus arterias con cada uno de sus glóbulos sanguíneos. Un célebre escritor de nuestro tiempo ha escrito un libro para demostrar que el poeta no podía encontrar buen

Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento acomodo ni en una sociedad democrática ni en una

ser un autor de dinero (a money making author). Otro —

aristocrática, no más en una república que en una

éste un cínico ingenuo—, que, por bello que sea el genio

monarquía absoluta o templada. ¿Quién ha sabido, pues,

de Poe, más le hubiera valido tener sólo talento, ya que el

replicarle perentoriamente? Yo aporto hoy una nueva

talento se cotiza más fácilmente que el genio. Otro, que ha

leyenda en apoyo de su tesis y añado un nuevo santo al

dirigido diarios y revistas, un amigo del poeta, confiesa

martirologio; debo escribir la historia de uno de esos

que resultaba difícil utilizarle, y que se veía uno obligado

ilustres desventurados, demasiado rica en poesía y pasión,

a pagarle menos que a otros, porque escribía con un estilo

que ha venido, después de tantos otros, a hacer en este

demasiado por encima del vulgo. «¡Qué tufo a

bajo mundo el rudo aprendizaje del genio entre las almas

trastienda!», como decía Joseph de Maistre.

inferiores.

Algunos se han atrevido a más, y uniendo la falta de

¡Lamentable tragedia la vida de Edgar A. Poe! ¡Su

inteligencia más abrumadora de su genio a la ferocidad de

muerte, horrible desenlace, cuyo horror aumenta con su

la hipocresía burguesa, le han insultado a porfía, y

trivialidad! De todos los documentos que he leído he

después de su repentina desaparición, han vapuleado

sacado la convicción de que los Estados Unidos sólo

ásperamente ese cadáver; en especial, el señor Rufus Griswold, que, para aprovechar aquí la frase vengativa del

“Edgar A. Poe y su patria no estaban al mismo nivel. Los Estados Unidos son un país gigantesco e infantil”.

señor George Graham, ha cometido así una infamia inmortal.

Poe,

experimentando

quizá

el

siniestro

presentimiento de un final repentino, había designado a los señores Griswold y Willis para ordenar sus obras, escribir su vida y restaurar su memoria. Ese pedagogovampiro ha difamado ampliamente a su amigo en un

fueron para Poe una vasta cárcel, que él recorría con la agitación febril de un ser creado para respirar en un mundo más elevado que el de una barbarie alumbrada con gas, y que su vida interior, espiritual, de poeta, o incluso de borracho, no era más que un esfuerzo perpetuo para huir de la influencia de esa atmósfera antipática. Implacable dictadura la de la opinión de las sociedades democráticas; no imploréis de ella ni caridad ni indulgencia, ni flexibilidad alguna en la aplicación de sus leyes a los casos múltiples y complejos de la vida moral. Diríase que del amor impío a la libertad ha nacido una nueva tiranía: la tiranía de las bestias, o zoocracia, que por su insensibilidad feroz se asemeja al ídolo de Juggernaut. Un biógrafo nos dirá seriamente —bienintencionado es el buen hombre— que Poe, de haber querido regularizar su genio y aplicar sus facultades creadoras de una manera

enorme artículo mediocre y rencoroso, que precisamente encabeza la edición póstuma de sus obras. ¿No existe, pues, en América una disposición que prohíba a los perros la entrada en los cementerios? En cuanto al señor Willis, ha demostrado, por el contrario, que la benevolencia y el decoro van siempre de consuno con el verdadero talento, y que la caridad con nuestros semejantes, que es un deber moral, es también uno de los mandamientos del gusto. Hablad de Poe con un americano: confesará acaso su genio, y hasta puede que se muestre orgulloso de él; pero en tono sardónico, superior, que deja traslucir al hombre positivo, os hablará de la vida disoluta del poeta, de su aliento alcoholizado que hubiera ardido con la llama de una vela, sus hábitos de vagabundo. Os dirá que era un ser errante y heteróclito, un planeta desorbitado que rondaba sin cesar desde Baltimore a Nueva York, desde Nueva

más apropiada al suelo americano, hubiese podido llegar a Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento York a Filadelfia, desde Filadelfia a Boston, desde Boston

declaraba que la gran desgracia de su país era no poseer

a Baltimore, desde Baltimore a Richmond. Y si, con el

una aristocracia racial, dado, decía él, que en un pueblo

corazón conmovido por esos preludios de una historia

sin aristocracia el culto de lo Bello sólo puede

desconsoladora, dais a entender que tal vez no sea

corromperse, aminorarse y desaparecer; que acusaba en

solamente culpable el individuo, y que debe de ser difícil

sus conciudadanos, hasta en su lujo enfático y costoso,

pensar y escribir cómodamente en un país donde hay

todos los síntomas del mal gusto característico de los

millones de soberanos —un país sin capital, hablando con

advenedizos; que consideraba el Progreso, la gran idea

propiedad, y sin aristocracia—, entonces veréis sus ojos

moderna, como un éxtasis de papanatas, y que

desorbitarse y despedir rayos, la

denominaba

baba del patriotismo doliente subir

perfeccionamientos de la mansión

a sus labios, y América, por su

humana

boca, lanzar injurias a Europa, su

abominaciones

vieja madre, y a la filosofía de los

Poe

antiguos días.

singularmente solitario. No creía

era

los

cicatrices

allá

y

rectangulares—, un

cerebro

Repito que, por mi parte, he

más que en lo inmutable, en lo

adquirido la convicción de que

eterno, en el self-same, y gozaba

Edgar A. Poe y su patria no

—¡cruel

privilegio

estaban al mismo nivel. Los

sociedad

enamorada

Estados

país

misma!— de ese grande y recto

gigantesco e infantil, envidioso,

sentido a lo Maquiavelo que

naturalmente, del viejo continente.

marcha ante el sabio como una

Orgulloso

de

desarrollo

columna luminosa a través del

material,

anormal

y

casi

desierto de la Historia. ¿Qué

monstruoso, ese recién llegado a la

hubiera pensado, qué hubiera

Historia tiene una fe ingenua en la

escrito el infortunado, si hubiese

omnipotencia de la industria; está

oído a la teóloga del sentimiento

convencido,

algunos

suprimir el Infierno por amor al

desdichados entre nosotros, de que

género humano, al filósofo de la

acabará por tragarse al Diablo.

cifra proponer un sistema de

¡Tienen allá un valor tan grande el

seguros, una suscripción de cinco

tiempo y el dinero! La actividad

céntimos por cabeza ¡para la

material, exagerada hasta adquirir

supresión de la guerra y la

las proporciones de una manía

abolición de la pena de muerte y

nacional, deja en los espíritus muy

de la ortografía, esas dos locuras

poco sitio para las cosas no

correlativas!, y a tantos y tantos

terrenas. Poe, que era de buena

otros enfermos que escriben, «con

casta —y que, por lo demás,

la oreja inclinada hacia el viento»,

30

Unidos

son

su

como

un

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

en de

una sí


Revista Esperpento fantasías giratorias, tan flatulentas como el elemento que

de simbolizar el duelo y el dolor. Esos hombres, de

se las dicta? Si añadís a esta visión impecable de la

apariencia a veces enfermiza, están forjados como atletas,

verdad, auténtica dolencia en ciertas circunstancias, una

son aptos para la orgía y para el trabajo, prontos a los

delicadeza exquisita de sentidos a la que atormentaría una

excesos y capaces de asombrosas sobriedades.

nota falsa, una finura de gusto a la que todo, excepto la

Hay algunos puntos relativos a Edgar A. Poe sobre los

exacta proporción, sublevara, un amor insaciable a lo

cuales existe un acuerdo unánime, como, por ejemplo, su

Bello, que había adquirido la potencia de pasión morbosa,

elevada distinción natural, su elocuencia y su belleza, de

no os extrañará que para un hombre semejante la vida

la que, según dicen, se sentía un tanto vanidoso.

llegara a ser un infierno y que haya acabado mal; os admirará que haya él podido durar tanto tiempo.

Sus maneras, mezcla singular de altivez y de dulzura exquisita, estaban llenas de firmeza. Su fisonomía, sus andares, sus gestos, sus movimientos de cabeza, todo le señalaba, máxime en sus días buenos, como un ser

“Apareció él con su bella y orgullosa cabeza, sus ojos sombríos que lanzaban una luz elegida, una luz de sentimiento y de pensamiento”.

elegido. Toda su persona respiraba una solemnidad penetrante.

Estaba,

en

realidad,

marcado

por

la

Naturaleza, como esas figuras de viandantes que atraen la mirada del observador y preocupan su memoria. El propio pedante y agrio Griswold confiesa que, cuando fue a visitar a Poe y le encontró pálido y enfermo aún por la muerte y la enfermedad de su mujer, se sintió conmovido en alto grado no sólo por la perfección de sus modales, sino también por su fisonomía aristocrática, por la

La vida de Poe, sus costumbres, sus modales, su ser

atmósfera

perfumada

de

su

habitación,

muy

físico, todo lo que constituye el conjunto de su

modestamente amueblada. Griswold ignora que el poeta

personalidad, se nos aparece como algo tenebroso y

posee más que todos los otros hombres ese maravilloso

brillante a la vez. Su persona era singular, seductora, y,

privilegio, atribuido a la mujer parisiense y a la española,

como sus obras, estaba marcada por un indefinible sello

de saber adornarse con nada, y que Poe, enamorado de lo

de melancolía. Por lo demás, él se hallaba notablemente

Bello en todas las cosas, hubiese encontrado el arte de

dotado en todos los sentidos. De joven había demostrado

transformar una choza en un palacio de nueva clase. ¿No

una rara aptitud para todos los ejercicios físicos, y aun

ha escrito, con el talento más original y curioso, proyectos

siendo pequeño de estatura, con pies y manos femeniles,

de mobiliarios, planos de casas de campo, de jardines y de

mostrando todo su ser ese carácter de delicadeza

reformas de paisajes?

femenina, era más que robusto y capaz de maravillosas

Existe una carta encantadora de la señora Frances

pruebas de fuerza. En su juventud ganó una apuesta como

Osgood, que fue una de las amigas de Poe, y que nos da

nadador que supera la medida ordinaria de lo posible.

sobre sus costumbres, sobre su persona y sobre su vida

Diríase que la Naturaleza da a aquellos de quienes quiere

doméstica los más curiosos detalles. Esta dama, que era

conseguir grandes cosas un temperamento enérgico, así

también una escritora distinguida, niega valientemente

como da una poderosa vitalidad a los árboles encargados

todos los vicios y todas las faltas achacados al poeta.

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento «Con los hombres —dice a Griswold—, quizá fuese

para mí bajo su mejor aspecto. Bromista, afectuoso,

como usted le describe, y como hombre puede usted tener

ingenioso; tan pronto dócil como indómito, lo mismo que

razón. Pero yo afirmo el hecho de que con las mujeres era

un niño mimado, tenía siempre para su joven, dulce y

muy distinto, y de que nunca ha habido mujer alguna que

adorada mujer, y para todos los que acudían, aun en

haya conocido a Mr. Poe que no haya experimentado

medio de sus más fatigosas labores literarias, una palabra

hacia él un profundo interés. Siempre se me apareció

amable, una sonrisa benévola, atenciones graciosas y

como un modelo de elegancia, de distinción y de

corteses. Se pasaba horas interminables ante su mesa, bajo

generosidad…

el retrato de su Leonora, la amada y la muerta, siempre

«La primera vez que nos vimos fue en Astor House.

asiduo, siempre resignado y fijando con su admirable letra

Willis me había dado en casa El cuervo, sobre el cual el

las brillantes fantasías que cruzaban su asombroso

autor,

me

deseaba

cerebro, sin cesar en alerta.

conocer mi opinión. La música

Recuerdo haberle visto una

misteriosa y sobrenatural de

mañana más alegre y jovial

ese poema extraño me penetró

que de costumbre. Virginia, su

tan íntimamente, que, cuando

dulce mujer, me había rogado

supe que Poe deseaba serme

que fuese a verlos, y me era

presentado, experimenté un

imposible resistir sus ruegos…

sentimiento singular que se

Le encontré trabajando en la

asemejaba

espanto.

serie de artículos que ha

Apareció él con su bella y

publicado bajo el título The

orgullosa cabeza, sus ojos

Literature of New York. “Vea

sombríos que lanzaban una luz

usted —me dijo, desplegando

elegida, una luz de sentimiento

con una risa triunfal varios

y de pensamiento; con sus

pequeños

maneras que eran una mezcla

(escribía sobre tiras estrechas,

intraducible de altivez y de

sin duda para adaptar su copia

suavidad.

dijo,

al

Me

saludó,

tranquilo, serio, casi frío; pero

Daguerrotipo de Edgar Allan Poe tomado por W.S. Hartshorn

a

la

rollos

justificación

de

papel

de

los

diarios)—; voy a mostrarle por

bajo aquella frialdad vibraba una simpatía tan marcada,

la diferencia de tamaños los diversos grados de

que no pude por menos de sentirme impresionada a fondo.

estimación que tengo por cada miembro de su especie

A partir de aquel momento, hasta su muerte, fuimos

literaria. En cada uno de estos papeles, uno de ustedes es

amigos…, y sé que en sus últimas palabras tuve mi parte

vapuleado y discutido particularmente. ¡Ven aquí,

de recuerdo, y que él me dio, antes que su razón fuese

Virginia, y ayúdame!” Y los desplegaron todos, uno por

derrocada de su trono de soberana, una prueba suprema de

uno. Al final había uno que parecía interminable.

su fiel amistad.

Virginia, riendo, retrocedía hasta un extremo de la

«Era, sobre todo en su interior, a la vez sencillo y

habitación, cogiéndolo por una punta, y su marido hacia

poético, donde el carácter de Edgar A. Poe se mostraba

otro rincón, con la otra punta. “¿Y quién es el afortunado

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento —dije—

que

ha

juzgado

usted

digno

de

esa

aspecto caballeresco de Poe por las mujeres es que, pese a

inconmensurable ternura?” “¿Ustedes la oyen? ¡Como si

su prodigioso talento para lo grotesco y lo horrible, no

su vanidoso corazoncito no le hubiese ya dicho que es

haya en toda su obra un solo pasaje que se refiera a la

ella!”

lujuria, ni siquiera a los goces sensuales. Sus retratos de

«Cuando me vi obligada a viajar por motivos de salud, sostuve

una

correspondencia

regular

con

mujeres están, por decirlo así, aureolados; brillan en el

Poe,

seno de un vapor sobrenatural y están pintados con la

obedeciendo en esto a las vivas instancias de su mujer,

manera enfática de un adorador. En cuanto a los pequeños

quien creía que podía yo tener sobre él una influencia y un

episodios novelescos, ¿puede a uno extrañarle que un ser

ascendiente saludables… En cuanto al amor y a la

tan nervioso, cuya sed por lo Bello era quizá su rasgo

confianza que existían entre su mujer y él, y que eran para

principal, haya cultivado a veces, con un ardor

mí un espectáculo delicioso, no podría hablar de ellos con

apasionado, la galantería, esa flor volcánica, almizclada,

la convicción y el calor suficientes. No menciono algunos

para quien el cerebro vehemente de los poetas es un

pequeños episodios poéticos a los cuales le impulsó su

terreno predilecto?

temperamento novelesco. Creo que era la única mujer a quien él amó de verdad…»

De su singular belleza personal, a la que se refieren varios biógrafos, el espíritu puede, creo yo, hacerse una idea aproximada recurriendo a todas las nociones vagas, características, contenidas en la palabra romántica,

“... un hombre que, acosado por un destino inexorable, repetía a menudo que la sociedad no implica más que un tropel de miserables...”

palabra que sirve generalmente para representar los géneros de belleza que consisten sobre todo en la expresión. Poe tenía una frente amplia, dominadora, en la que ciertas protuberancias revelaban las facultades desbordantes que están encargadas de representar —

En las novelas cortas de Poe no hay nunca amor. Al

construcción,

comparación,

causalidad—

y

donde

menos, Ligeia, Eleonora, no son, hablando con propiedad,

predominaban en un orgullo tranquilo el sentido de la

historias de amor, ya que la idea principal sobre la que

idealidad, el sentido estético por excelencia. Sin embargo,

gira la obra es otra por completo. Acaso él creía que la

pese a esos dones, o aun a causa de esos privilegios

prosa no es lengua a la altura de ese singular y casi

exorbitantes, aquella cabeza, vista de perfil, no presentaba

intraducible sentimiento; porque sus poesías, en cambio,

tal vez un aspecto agradable. Como en todas las cosas

están fuertemente saturadas de él. La divina pasión

excesivas por un sentido, un déficit podía originarse de la

aparece en ellas, magnífica, estrellada, velada siempre por

abundancia, una pobreza de la usurpación. Tenía unos

una irremediable melancolía. En sus artículos habla a

ojos grandes, sombríos y luminosos a la vez, de un color

veces del amor como de una cosa cuyo nombre hace

incierto y tenebroso, tendiendo al violeta; la nariz, noble y

temblar la pluma. En The Domain of Arnhaim afirmará

sólida; la boca, fina y triste, aunque levemente sonriente;

que las cuatro condiciones elementales de la felicidad son:

el cutis, moreno claro; el rostro, de ordinario, pálido; la

la vida al aire libre, el amor de una mujer, el desapego de

fisonomía, un poco distraída e imperceptiblemente velada

toda ambición y la creación de una nueva Belleza. Lo que

por una melancolía habitual.

corrobora la idea de la señora Frances Osgood referente al Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento Su conversación era de las más notables y con un

grandes y originales para quienes toda compañía era

fondo sustancioso. No era eso que se llama un charlista

buena. Ciertos espíritus, solitarios en medio de la

presuntuoso —cosa horrible—, y, además, su palabra,

multitud, y que se nutren en el monólogo, prescinden de

como su pluma, tenía horror a lo convencional; pero una

la delicadeza en materia de público. Es, en suma, una

amplia cultura, un rico vocabulario, profundos estudios,

especie de fraternidad basada en el desprecio.

impresiones recogidas en varios países, hacían de su

De esa embriaguez —celebrada y reprochada con una

palabra una enseñanza. Su elocuencia, esencialmente

insistencia que podría hacer creer que todos los escritores

poética, llena de método y moviéndose, empero, fuera de

de los Estados Unidos, excepto Poe, son ángeles de

todo método conocido, arsenal de

sobriedad— hay que hablar, no

imágenes sacadas de un mundo

obstante. Existen varias versiones

poco frecuentado por la mayoría

plausibles, y ninguna excluye las

de los espíritus; un arte prodigioso

otras. Ante todo, estoy obligado a

para deducir de una proposición

hacer observar que Willis y la

evidente y en absoluto aceptable

señora Osgood afirman que una

nociones secretas y nuevas, para

cantidad muy pequeña de vino o

abrir sorprendentes perspectivas;

de licor bastaba para perturbar por

en una palabra, el don de extasiar,

completo su organismo. Es, por

de hacer pensar, de hacer soñar,

cierto, fácil de suponer que un

de arrancar las almas del fango de

hombre

la rutina: tales cosas eran sus

solitario,

deslumbradoras facultades, de las

desdichado, y que pudo considerar

que

han

con frecuencia todo el sistema

Pero

social como una paradoja y una

muchas

conservado

personas recuerdo.

tan tan

verdaderamente profundamente

sucedía a veces —eso cuentan, al

impostura;

menos—

poeta,

acosado por un destino inexorable,

complaciéndose en un capricho

repetía a menudo que la sociedad

destructor, arrastraba de nuevo

no implica más que un tropel de

con brusquedad a sus amigos a la

miserables (Griswold refiere esto

tierra por obra de un cinismo

tan

desconsolador y derrocaba, brutal,

hombre que puede pensar lo

su

de

mismo, pero que no lo dirá

espiritualidad. Hay, por lo demás,

nunca); es natural, digo, suponer

que señalar una cosa: que era muy

que ese poeta, muy infantil en los

poco exigente en la elección de

azares de la vida libre, con el

sus oyentes, y creo que el lector

cerebro cercado por un trabajo

encontrará sin dificultad en la

áspero y continuo, haya buscado

Historia

algunas veces una voluptuosidad

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que

obra,

otras

el

henchida

inteligencias Número 2  Noviembre-Febrero 2012

un

hombre

escandalizado

como

que,

un


Revista Esperpento de olvido en las botellas. Rencores literarios, vértigos del

precedió o siguió a alguna de sus crisis; que después de la

infinito, dolores hogareños, insultos de la miseria.

publicación de Eureka se entregó lamentablemente a su

Poe huía de todo ello en la negrura, como de una

inclinación, y que en Nueva York, la mañana misma en

tumba preparatoria, de la borrachera. Pero, por buena que

que aparecía El cuervo, cuando el nombre del poeta

parezca semejante explicación, no la encuentro lo bastante

estaba en todas las bocas, él cruzaba Broadway

amplia, y desconfío de ella a causa de su deplorable

tambaleándose de un modo bochornoso. Observen ustedes

simplicidad.

que las palabras precedido o seguido implican que la

He sabido que él no bebía como un ansioso, sino como un bárbaro, con una actividad y una economía de tiempo

embriaguez podía servir de excitante lo mismo que de descanso.

totalmente americanas, como si realizase una función

Ahora bien: es indudable que —parecidas a esas

homicida, como si tuviese algo en él que matar, a worm

impresiones fugaces y chocantes, tanto más chocantes en

that would not die. Se cuenta, además, que un día, en el

sus reapariciones cuanto más fugaces son, que siguen a

momento de volver a casarse (habían corrido las

veces a un síntoma exterior, especie de advertencia como el sonido de una campana, una nota musical o un perfume

“...el espíritu puede experimentar esa gran angustia, ese miedo pronto a las lágrimas y ese malestar del corazón...”

olvidado, las cuales son también seguidas de un suceso análogo a otro suceso ya conocido y que ocupaba el mismo lugar en una cadena anteriormente revelada; semejantes a esos singulares sueños periódicos que se repiten cuando dormimos— existen en la borrachera no sólo encadenamientos de sueños, sino una serie de

amonestaciones, y cuando le felicitaban por aquel enlace

razonamientos que necesitan, para reproducirse, del

que le aportaba las más elevadas condiciones de felicidad

medio que les ha dado origen. Si el lector me ha atendido

y de bienestar, habría él dicho: «Es posible que hayan

sin repugnancia habrá adivinado ya mi conclusión: creo

corrido las amonestaciones; pero fíjense bien en esto: ¡no

que en muchos casos —no en todos, ciertamente— la

me casaré!»), fue con una borrachera atroz a escandalizar

embriaguez de Poe era un medio mnemotécnico, un

en la vecindad de la que debía ser su mujer, recurriendo

método de trabajo, método enérgico y mortal, pero

así a su vicio para librarse de un perjurio hacia la pobre

apropiado a su naturaleza apasionada. El poeta había

muerta, cuya imagen vivía siempre en él y a quien había

aprendido a beber, como un escritor escrupuloso se

cantado a maravilla en su Annabel Lee. Considero, pues,

ejercita llenando cuadernos de notas. No podía resistir el

en un gran número de casos el hecho infinitamente

deseo de hallar de nuevo las visiones maravillosas o

precioso de premeditación como es sabido y comprobado.

aterradoras, las concepciones sutiles que había encontrado

Leo, por otra parte, en un largo artículo de Southern

en una tempestad precedente: eran viejas amistades que le

Literary Messenger —esa misma revista cuya fortuna

atraían, imperativas, y para reanudar su relación con ellas

había él iniciado— que jamás la pureza y la perfección de

tomaba el camino más peligroso, pero el más directo. Una

su estilo, jamás la claridad de su pensamiento y su ardor

parte de lo que hoy produce nuestro goce es lo que le

en el trabajo fueron alterados por esa terrible costumbre;

mató.

que la confección de la mayoría de sus excelentes trozos Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento ha permitido pintar y explicar de una manera impecable, sorprendente, terrible, la excepción en el orden moral. Me sería difícil quizá, pero no imposible, esclarecer su método, explicar su procedimiento, sobre todo en la parte de sus obras cuyo principal efecto reside en un análisis bien manejado. Podría yo introducir al lector en los misterios de su fabricación, extenderme largamente sobre esa porción de genio americano que le hace regocijarse de una dificultad vencida, de un enigma explicado, de un tour de force realizado; que le impulsa a divertirse con

Diderot, para escoger un ejemplo entre cientos, es un autor sanguíneo. Poe es el escritor de los nervios, e incluso de algo más, y el mejor que yo conozco. En él, toda entrada en materia es atrayente sin violencia, como un torbellino. Su solemnidad sorprende y mantiene el espíritu alerta. Percibe uno en seguida que se trata de algo serio. Y lentamente, poco a poco, se desenvuelve una historia cuyo interés todo se basa sobre una imperceptible desviación del intelecto, sobre una

una voluptuosidad infantil y

hipótesis

casi perversa en el mundo de

las

las cuales su arte sutil presta

negará

verdadera.

que

Poe

El

lector,

obligado a seguir al autor en sus

un

atractivas deducciones.

prestidigitador maravilloso, y sé

Ningún hombre, lo repito, ha

que otorgaba sobre todo su

contado con mayor magia las

estimación a otra parte de sus

excepciones de la vida humana

obras. Tengo que hacer algunas

y de la Naturaleza, los ardores

observaciones más importantes,

de

muy breves, en suma.

curiosidad

de

la

convalecencia, los finales de

No es por sus milagros materiales, que le han dado, empero, su fama, por lo que él

estación

cargados

de

esplendores

enervantes,

los

tiempos cálidos, húmedos y

conquistará la admiración de las Retrato de Edgar Allan Poe por Oscar Halling

gentes que piensan, sino por su amor a lo Bello, por su conocimiento de las condiciones armónicas de la belleza, por su poesía profunda y gimiente, siquiera trabajada, transparente y correcta como una joya de cristal; por su admirable estilo, puro y singular —apretado como las mallas de una cota—, complaciente y minucioso —y cuya más ligera intención sirve para llevar suavemente al lector hacia un fin deseado—, y, en fin, sobre todo, por ese genio especialísimo, por ese temperamento único que le

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facultades.

apresado por el vértigo, se ve

Nadie es

una

Naturaleza en la amalgama de

conjeturas, y a crear mentiras a

vida

sobre

dosificación imprudente de la

las probabilidades y de las

una

audaz,

brumosos, en que el viento del Sur ablanda y afloja los nervios

como las cuerdas de un instrumento, en que los ojos se llenan de lágrimas que no provienen del corazón; la alucinación dejando lo primero sitio a la duda, y muy pronto convencida y razonadora como un libro; lo absurdo instalándose en la inteligencia y rigiéndola como una lógica espantosa, la histeria usurpando el sitio de la voluntad, la contradicción asentada entre los nervios y el espíritu, y el hombre desacorde hasta el punto de expresar

Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento el dolor con la risa. Él analiza lo que hay de más fugaz,

participa de la naturaleza de los seres vivos, y, como ellos,

sopesa lo imponderable y describe en una forma

se estremece con un temblor sobrenatural y galvánico. El

minuciosa y científica, cuyos efectos son terribles, toda

espacio se ahonda por el opio; el opio da en él un sentido

esa parte imaginaria que flota en torno al hombre nervioso

mágico a todos los tonos, y hace vibrar todos los ruidos

y le hace acabar mal.

con una sonoridad más significativa. A veces, lejanías

El ardor mismo con que se arroja a lo grotesco por

magníficas, henchidas de luz y de color, se abren de

amor a lo grotesco, a lo horrible por amor a lo horrible,

repente en sus paisajes, y se ve aparecer en el fondo de

me sirve para comprobar la sinceridad de su obra y la

sus horizontes ciudades orientales y arquitecturas

unión del hombre con el poeta. He observado ya que en

vaporizadas por la distancia, donde el sol lanza lluvias de

varios hombres ese ardor era con frecuencia el resultado

oro.

de una amplia energía vital inocupada, a veces de una

Los personajes de Poe, o más bien el personaje de Poe

obstinada castidad y también de una profunda sensibilidad

—el hombre de facultades sobreagudizadas, el hombre de

contenida. La voluptuosidad sobrenatural que el hombre

nervios relajados, el hombre cuya voluntad ardorosa y

puede experimentar viendo correr su propia sangre; los

paciente lanza un reto a las dificultades, aquel cuya

movimientos repentinos, violentos, inútiles; los fuertes

mirada se clava con la rigidez de una espada sobre objetos

gritos lanzados al aire, sin que el espíritu mande a la

que se agrandan a medida que él los mira— es Poe

garganta, son fenómenos a situar en el mismo orden.

mismo. Y sus mujeres, todas dolientes y luminosas,

En el seno de esta literatura en que el aire está

muriendo de males extraños y hablando con una voz que

enrarecido, el espíritu puede experimentar esa gran

parece música, son él también, o, cuando menos, por sus

angustia, ese miedo pronto a las lágrimas y ese malestar

raras aspiraciones, por su saber, por su melancolía

del corazón que residen en los lugares inmensos y

incurable, participan mucho de la naturaleza de su

singulares. Pero la admiración es más fuerte, ¡y, además,

creador. En cuanto a su mujer ideal, a su Titánida, se

el arte es tan grande! Los fondos y los accesorios son en

revela bajo diferentes retratos, esparcidos en sus poesías

ella apropiados al sentimiento de los personajes. Soledad

demasiado escasas, retratos, o, mejor, modos de sentir la

de la Naturaleza o agitación de las ciudades, todo está

belleza, que el temperamento del autor aproxima y

descrito en ella nerviosa y fantásticamente. Como a

confunde en una unidad vaga, pero sensible, en la que

nuestro Eugene Delacroix, que ha elevado su arte a la

vive más delicadamente acaso que en otra parte ese amor

altura de la poesía grande, a Edgar A. Poe le complace

insaciable de lo Bello, que es su gran título; es decir, el

agitar sus figuras sobre fondos violáceos y verdosos en

resumen de los títulos que él posee al efecto y al respeto

que se revelan la fosforescencia de la podredumbre y el

de los poetas.

olor de la tormenta. La naturaleza que llaman inanimada

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Revista Esperpento

“Denme ustedes el tiro de gracia”*. Por Carlos Fuentes Imágenes S. L.

Apenas cruzó el Río Grande, escuchó el estallido y

era fácil comprar un caballo sin esquivar preguntas inoportunas sobre el destino del jinete.

volteó a mirar el puente en llamas. Había descendido del tren en El Paso con su maletín

Podía cruzar la frontera y comprarlo en México. Pero

negro plegadizo, lo que entonces se llamaba una maleta

el viejo quería hacerse difícil la vida. Además, se le había

“Gladstone”, vestido todo él de negro salvo los blancos

metido en la cabeza que necesitaba un caballo americano.

blasones de sus puños y su pechera. Se dijo que en este

En caso de que le abrieran la maleta en la aduana, sólo

viaje no iba a necesitar demasiado equipaje. Caminó unas

encontrarían unos sándwiches de tocino, una navaja de

cuantas cuadras por la ciudad fronteriza; la había

rasurar, un cepillo de dientes, un par de libros suyos y un

imaginado más triste y desganada y vieja de lo que

ejemplar del Quijote; una camisa limpia y una pistola Colt

realmente era, enferma también de la revolución, de la

escondida entre sus cachorones. No quería dar razones

cólera del otro lado. Era una ciudad, en cambio, de

para viajar tan ligera aunque tan precisamente.

automóviles nuevecitos, tiendas de cinco-y-diez y gente

—Me propongo ser un cadáver bien parecido.

joven, tan joven que ni siquiera había nacido en el siglo

—¿Los libros, señor?

XIX. Buscó en vano su idea de la frontera americana. No

—Son míos. —Nadie insinuó que se los hubiera robado.

Texto tomado de Gringo Viejo, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.

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El viejo se resignaría, sin entrar en mayores explicaciones.

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Revista Esperpento —Nunca he podido leer el Quijote en mi vida.

huyeron de las poblaciones españolas para tomar el

Quisiera hacerlo antes de morir. Yo ya dejé de escribir

caballo y el arco y luego el fusil, en un movimiento

para siempre.

perpetuo de fundaciones y disoluciones, bonanzas y

Se imaginó todo esto y al que le vendió el caballo le

depresiones en los reales de minas, genocidios tan

dijo que iba a buscar tierras para fraccionar, al norte de la

gigantescos como la tierra y tan olvidados como el rencor

ciudad; un caballo seguía siendo más útil en la salvia que

acumulado de sus hombres.

una de esas máquinas infernales. El vendedor le dijo que

Rebelión y represión, plaga y hambre: el viejo supo

así era y ojalá todo mundo pensara como él, pues nadie

que entraba a las inquietas tierras de Chihuahua y el Río

compraba caballos ahora, sino los agentes de los rebeldes

Grande, dejando atrás el refugio de El Paso fundado con

mexicanos. Por eso era un poquito alto el precio,

ciento treinta colonos y siete mil cabezas de ganado.

considerando que había una revolución del otro lado de la

Abandonaba el refugio consagrado de los fugitivos de

frontera, y las revoluciones son buenas para los negocios.

norte y sur: un abrigo ralo, precario sobre la tierra dura de los desiertos: una calle central, un hotel y una pianola,

“Pero acaso él traía otro temor y lo dijo al cruzar la frontera: —Temo que la verdadera frontera la trae cada uno adentro”.

fuentes de sodas y Fords con hipo y la respuesta del norte invasor a los espejismos del desierto: un puente colgante de fierro, una estación de ferrocarril, una bruma azul importada de Chicago y Filadelfia. Él mismo era ahora un fugitivo voluntario, tan fugitivo como los antiguos sobrevivientes de asaltos de conchos y

—Así que todavía se puede dar buen uso a un buen caballo —dijo el viejo y salió montado sobre una yegua blanca que sería visible de noche y le dificultaría la vida a su dueño cuando su dueño quisiera tener la vida difícil. Ahora tenía que mantener su sentido de orientación, pues si la frontera estaba dibujada ancha y clara en el río que divide a El Paso y Ciudad Juárez, más allá de la población mexicana no había más delimitación que la distancia donde se unen el cielo y el llano sucio y seco. La línea del encuentro se alejó a medida que el viejo avanzó, con sus piernas largas colgando bajo el vientre de la yegua y el maletín negro anidado en el regazo. Unos veinte kilómetros al oeste de El Paso vadeó el río en su parte más estrecha, la atención de todos distraída por el estallido en el puente. En la mirada clara del viejo se reunieron en ese instante las ciudades de oro, las expediciones que nunca regresaron, los frailes perdidos, las tribus errantes y moribundas de indios tobosos y

apaches revertidos al nomadismo cruel de la necesidad, la enfermedad, la injusticia y el desengaño: todo esto escribió en su cabeza el gringo viejo al cruzar la frontera entre México y los Estados Unidos. Con razón todos se cansaron de tanto huir y se quedaron enredados en las espinas de las haciendas durante más de cien años. Pero acaso él traía otro temor y lo dijo al cruzar la frontera: —Temo que la verdadera frontera la trae cada uno adentro. El puente estalló a lo lejos y él se dirigió a la derecha y al sur, y sintió que iba bien orientado (ya estaba en México y eso le bastaba) cuando al atardecer olió las tortillas calientes y los frijoles refritos. Se acercó al caserío de adobe gris y preguntó, en su español acentuado, si podrían darle una comida y una manta para dormir. La pareja gorda de la casa humeante dijo sí, ésta es su casa, señor.

laguneros sobrevivientes de las epidemias europeas que Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento Conocía la frase ritual de la cortesía mexicana y sospe-

que un gringo siempre tenía sobre un mexicano era la de

chaba que después de ofrecer la casa, el anfitrión se senti-

ser un misterio, algo que no se sabía cómo tomar: amigo o

ría libre de someter al huésped a toda clase de vejaciones

enemigo. Aunque generalmente no les daban el beneficio

y caprichos, sobre todo los de la sospecha celosa. Pero

de esta duda.

frenó su deseo de provocar; todavía no, se dijo, todavía

El casero seguía hablando:

no. Esa noche, mientras dormitaba, vestido de negro,

—La lucha está dura por allí; ése es el territorio de

sobre el petate, escuchando la pesada respiración de sus

Pancho Villa.

anfitriones, oliendo los espesos olores de la pareja y de

La mirada fue más elocuente que las palabras. El viejo

sus perros, diferentes de él porque comían distinto y

le dio las gracias y siguió su camino. Atrás, oyó al casero

pensaban y amaban y temían distinto, le gustó la idea de

abrir la puerta y regañar a la mujer que sólo entonces se

que le ofrecieran una casa. Qué

atrevió a mostrar las narices. Pero

había perdido sino eso, en cuatro

el gringo quiso imaginar unos ojos

golpes sucesivos e irremediables y

de melancolía negra: el viaje es

al cabo no tenía otra razón,

doloroso para la que se queda, y

admitió en contra de su propio

más bello de lo que jamás será

guiño adormecido pero malicioso,

para el viajante. El gringo viejo

para trotar ahora hacia el sur, la

quiso rechazar la reconfortante

única

iba

noción de que su presencia en casa

quedando después de agotar en

ajena todavía podía provocar celos.

sus setenta y un años de vida los

Las montañas se levantaban

otros tres costados del continente

como puños morenos y gastados y

norteamericano y hasta la frontera

el viejo pensó que el cuerpo de

negra

confederados

México era un gigantesco cadáver

quisieron abrirles en el „61. Ahora

con huesos de plata, ojos de oro,

sólo le quedaba el sur abierto, la

carne de piedra y un par de cojones

única

al

duros de cobre. Las montañas eran

encuentro de un quinto golpe

los puños. Iba a abrirlos, uno tras

ciego y asesino de la suerte.

otro, en espera de que tarde o

frontera

que

puerta

que

los

para

le

salir

Amaneció en el filo de la

temprano

montaña.

encontraría,

como

hormigas apresuradas sobre una palma de hondos surcos,

—¿Por aquí se va a Chihuahua? —le preguntó al casero gordo.

lo que buscaba. Esa noche, amarró su caballo a un gigantesco cacto y

El mexicano asintió y preguntó a su vez con una

se hundió en un sueño hambriento, dando gracias por su

mirada recelosa hacia la puerta cerrada de la casa:

ropa interior de lana. Soñó con lo que vio antes de

—¿Y a usted qué lo lleva a Chihuahua, mister?

dormirse: las nacientes estrellas azules y las amarillas,

Añadió una e ligera y final a la palabra, haciéndola

moribundas; trató de olvidar a sus hijos muertos,

sonar como místere, y el viejo pensó que la ventaja inicial

preguntándose cuáles estrellas estaban apagadas ya, su luz

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Revista Esperpento nada más que su propia ilusión: una herencia de las

para volver a apoderarse de la Tierra desde su vientre

estrellas muertas para las miradas humanas que

mismo: el desierto.

continuarían

alabándolas

siglos

después

de

su

desaparición en una antigua catástrofe de polvo y llamas.

—El gringo viejo vino a México a morirse. Y sin embargo, montado en la yegua blanca y

Soñó que cruzaba un puente en llamas. Despertó. No

avanzando sin prisa, sintió que su voluntad de extinción

soñó. Lo había visto la mañana cuando entró a México.

era una burla. Miró cuanto le rodeaba. La lechuguilla se

Pero sus ojos despiertos miraron a las estrellas y el viejo

levantaba nerviosa como alambre y afilada como punta de

se dijo: “Mis ojos brillan más que cualquier estrella.

espada. En toda la rama del ocotillo, las espinas protegían

Nadie me verá decrépito. Siempre seré joven porque hoy

la belleza intocable de una flor salvajemente roja. El

me atrevo a volver a ser joven. Siempre seré recordado

sauce del desierto concentraba en una sola flor morada y

como fui”.

pálida toda la dulzura de su perfume nauseabundo. La

Ojos de azul profundo, azul acero, bajo cejas

choya crecía caprichosa y grande, escudando sus flores

moteadas, casi rubias. No eran la mejor defensa contra el

amarillas. Si el gringo iba en busca de Villa y la revolución, el desierto era ya un simulacro de la guerra, con sus yucas de bayoneta española, sus aguerridas

“... el desierto le decía que la muerte es sólo una fatiga de las leyes de la naturaleza: la vida es la regla del juego, no su excepción, y hasta el desierto que parecía muerto escondía toda una minuciosa vida”.

plumas de apache, y las agresivas espinas, como ganchos, del palo verde. La avanzada del desierto eran las jaurías de la planta rodadora, manadas vegetales hermanas del lobo nocturno y de sus compañeros. Volaron en círculo los zopilotes y el viejo levantó la cabeza. Bajó la mirada, alerta: los alacranes y las culebras del desierto sólo pican a los extranjeros. Nunca conocen al que viaja. Subió y bajó la cabeza, atarantado: las

sol enojado y el viento crudo que al día siguiente lo

palomas tristes pasaron como flechas, con su gemido

llevaron al corazón del desierto mientras mordisqueaba un

luctuoso, y los halcones peregrinos lo desorientaron. En el

sandwich seco y se acomodaba un Stetson negro informe,

aire más alto los pájaros dejaban un ruido de pasto

de alas anchas, sobre la mata de pelo plateado. Se sintió

ondulante y quebrado.

como un gigantesco monstruo albino en un mundo

Cerró los ojos pero no aceleró el paso.

reservado por el sol para su pueblo amado, oscuramente

Entonces el desierto le decía que la muerte es sólo una

protegido y cercano a la sombra. Cesó el viento y quedó

fatiga de las leyes de la naturaleza: la vida es la regla del

el sol. En la tarde, se le estaría pelando la piel. Se

juego, no su excepción, y hasta el desierto que parecía

encontraba en el desierto mexicano, hermano del Sahara y

muerto escondía toda una minuciosa vida que prolongaba,

del Gobi, continuación del Arizona y el Yuma, espejos

originaba o remedaba las leyes de la existencia humana.

del cinturón de esplendores estériles que ciñe al globo

El no podía sustraerse, aunque fuese otra su voluntad, al

como para recordarle que las arenas frías, los cielos

imperio vital del yermo al que había llegado por si

ardientes y la belleza yerma, esperan alertas y pacientes

mismo, sin que alguien se lo ordenara: gringo viejo, lárgate al desierto.

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Revista Esperpento La arena acude al mezquital. El horizonte se mueve y

—Se ve que es hombre de honor; monta sin

sube hasta los ojos. Las sombras implacables de las nubes

intenciones traperas —dijo el coronelito Frutos García,

visten a la tierra con velos de lunares. La tierra huele

cuyo padre era español—. Luego luego se ve.

fuerte. El arco iris se desparrama como un espejo de sí

—Les digo que viene a morirse —insistió Inocencio.

mismo. Las matas de la bistorta se incendian en ramilletes

—Pero con honor —repitió el coronelito.

amarillos. Sopla el viento álcali.

—Yo no sé si con honor, toda vez que es gringo. Pero

El gringo viejo tose, se cubre la cara con la bufanda negra. La respiración se le va como las aguas se retiraron

a morirse sí —dijo otra vez Mansalvo—. ¿Qué puede esperar un gringo aquí entre nosotros sino eso, la muerte?

un día de la tierra, creando el desierto. Las gotas de su

—¿Por qué ha de morirse a fuerzas?

respiración son como la sed del taray que crece junto a los

A Inocencio le brillaron tanto los dientes que hasta los ojos se le pusieron verdecitos. —Nomás porque cruzó la

ríos escasos, atesorando lujosamente la humedad. Tiene que detenerse, ahogado por el asma, descender

frontera. ¿No es ésa razón de sobra?

hundir

—No, qué va —se rió la Garduña, una horrenda puta

piadosamente el rostro en el lomo de su montadura. Pero

de Durango que vino a unirse a la tropa siendo la única

a pesar de todo dice:

profesional entre las soldaderas decentes que seguían a las

con

pena

de

la

yegua,

asfixiándose,

y

—Mi destino es mío.

fuerzas de mi general Arroyo—, ése lo que viene es rezando. Ha de ser hombre santo. Se carcajeó hasta que la pintura se le quebró en los cachetes como barniz puesto demasiado tiempo al sol.

Inocencio Mansalvo dijo desde que lo vio llegar al campamento: —Ese hombre vino aquí a morirse. Como Pedro era un muchachito de apenas once años y muy lejos todavía de tutearse con el valiente Inocencio oriundo de Torreón Coahuila, no entendió muy bien qué cosa quiso decir. Pero ya desde entonces lo respetaba mucho. Si el Mansalvo ese era un león en el combate, era más fiero adivinando la suerte de la gente. Y eso que el gringo viejo le resultó más valiente que nadie en las batallas que peleó aquí en Chihuahua. Quizás Mansalvo le adivinó una valentía suicida desde que lo vio entrar y por

Hundió las narices en un ramillete de rosas muertas que siempre traía prendidas al pecho. Luego, en los pocos días que anduvo con la tropa villista, tanto el Inocencio como el coronelito se dieron cuenta de que el gringo viejo se ocupaba de sí mismo como una señorita a punto de ir a su primer baile. Tenía su propia navaja de afeitar y la afilaba cuidadosamente; hurgaba por el campamento hasta encontrar agua hirviente para rasurarse con la mayor suavidad para su piel; hasta el lujo de una toalla caliente llegó a exigir el muy catrín. Pero ay de que por torpeza se cortara, a pesar de que él tenía a su disposición un buen espejo en el carro del

ello dijo lo que dijo. —Ese gringo viene montando su caballo como si ya fuera a entrarle a los trancazos aquí mismo, como si viniera a echarnos bravatas aunque luego todos le cáigamos encima y lo hagamos picadillo.

general Arroyo y los demás nunca se habían rasurado mirándose a un espejo, todos a ciegas o cuantimás en el reflejo rápido de un río. Pero ay de que se cortara la cara el viejo, la que armaba, más blanco se ponía, se secaba como si se fuera a desangrar, sacaba unos parchecitos

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Revista Esperpento blancos y rápido se cubría la herida, como si le importara menos desangrarse o infectarse que verse mal.

Ya estaba aquí. Trotando, se preguntó si sabía algo de este país. Pasó como un relámpago por sus ojos azules la

—Lo que pasa es que nunca ha estado muerto en toda

imagen tan lejana de la redacción del San Francisco

la vida —chilló la llamada Garduña, que ella sí parecía

Chronicle, donde las noticias de México cruzaban el aire

salida, no de un lupanar durangueño, sino del camposanto

lentamente, no como las flechas que mantenían saltando a

vecino, donde se niegan los curas a enterrar mujeres así.

los

—Ustedes dicen que lo manda la muerte —estornudó

reporteros:

escándalos

locales,

acontecimientos

nacionales, los reporteros del imperio de William

la Garduña, corno si sus flores aún vivieran—. Yo digo

Randolph

que lo mandó el diablo porque ni el diablo lo quiere.

norteamericanos, no tortugas mexicanas, a la caza de la

¡Miren que llegar aquí! Hay que ser muy pobre como

noticia, inventando la noticia si era necesario, había

ustedes, o muy jodida como yo, o muy malo... como él.

noticias águila que entraban rompiendo las ventanas de la

—Viene como rezando, pidiendo algo —dijo desde lejos Mansalvo.

Hearst

eran

enérgicos,

Aquiles

redacción de Hearst: La Follete fue electo por la plataforma populista en Wisconsin, Hiram Johnson era el nuevo gobernador de California, Upton Sinclair publicó

“Yo digo que lo mandó el diablo porque ni el diablo lo quiere. ¡Miren que llegar aquí! Hay que ser muy pobre como ustedes, o muy jodida como yo, o muy malo... como él”.

La selva, Taft tomó posesión prometiendo la reforma de las tarifas y un viejo faraón residía en el castillo de Chapultepec, condecorado, diciendo de tarde en tarde “Mátenlos en caliente” y manteniéndose vivo sólo gracias a su alerta animosidad contra los zopilotes que volaban en círculos sobre todos los palacios e iglesias de México. Un anciano alerta, el deleite de los periodistas, un viejo tirano con genio para las frases publicables: “Pobre México, tan

—Trae un dolor en la mirada —dijo de repente la Garduña, y ya lo respetó para siempre.

lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Noticias pequeñas, irritantes, noticias como moscas gordas y

Los demás también. Todos aprendieron a respetarlo, aunque las razones fueron muy variadas.

verdes en una tarde de verano, entrando a la sala de redacción del San Francisco Chronicle donde los lentos

El hecho es que ahora estaba aquí, con el llano a la

ventiladores pintados color marrón no lograban mover el

vista, después de cuatro días de existencia solitaria y

aire pesado. Wilson era el candidato salido de la

pegada a la tierra: un llano punteado de campos

universidad de Princeton, Teddy Roosevelt se había

humeantes, diseminados como las matas de la creosota

separado para formar el partido Bull Moose y en México

alrededor de un tren paralizado, sentado sobre sus rieles.

unos bandidos llamados Carranza, Obregón, Villa y

Vio la escena trotando ahora sobre el campo de salvia; los

Zapata se habían levantado en armas con el propósito

carros con aspecto de casas ambulantes para las mujeres y

secundario de vengar la muerte de Madero y de derrocar a

los niños con los soldados que descansaban en los techos

un tirano borracho, pero con el propósito principal de

de los vagones, fumando cigarrillos amarillos y

robarle sus tierras al señor Hearst. Wilson habló de la

deshebrados.

Nueva Libertad y dijo que les enseñaría la democracia a

Él había llegado.

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Revista Esperpento los mexicanos. Hearst exigía: Intervención, Guerra,

que nadie lo invitara, montado en un rocín desvencijado y

Indemnización.

arremetiendo con su lanza contra ejércitos de brujos.

—No tenías que venir a México para hacerte matar, hijo —le dijo la sombra de su padre—. ¿Recuerdas cuando empezaste a escribir? Hay quienes tomaron apuestas sobre tu longevidad.

—¡Médico! ¡Médico! —le gritaron desde los vagones apiñados de gente cuando divisaron su maletín negro. —No, no médico. Villa. Busco a Pancho Villa —les gritó a su vez el viejo.

—Ése lo que viene es rezando —dijo la Garduña—. Ha de ser hombre santo.

—¡Villa! ¡Villa! ¡Viva Villa! —gritaron todos juntos, hasta que un soldado con un sombrero amarillo estriado

—A ti no te van a enterrar en sagrado —se rió el Inocencio.

de sudor y pólvora gritó riendo desde el techo de un furgón— ¡Todos somos Villa!

—Cómo no —dijo la Garduña—. Ya lo tengo todo

El gringo viejo sintió que alguien le tiraba de los

arreglado con mi familia en

pantalones y bajó la mirada. Un

Durango. Cuando yo me muera,

niño de once años con ojos como

van a decir que soy mi tía Josefa

canicas negras y dos cartucheras

Arreola, que se quedó tan virgen

cruzándole el pecho le dijo:

que ya ni quién se acuerde de ella.

—¿Quiere conocer a Pancho

Los curas sólo se acuerdan de los

Villa? El general va a ir a verlo

pecadores.

esta noche. Venga a ver al

—Pues a ver de qué lado está

general, señor.

el gringo, si de los santos o de los

El niño guió el caballo del

pecadores. —¿Qué

viejo por las riendas hasta uno de puede

esperar

un

los carros del ferrocarril, donde

gringo aquí con nosotros?

un hombre con quijadas duras,

El gringo viejo sabía que había

un

bigote

acosado

y

ojos

un enjambre de periodistas como

amarillos y estrechos, estaba

él, venidos de ambas costas,

comiendo tacos y soplándose de

revoloteando

los ojos un fleco rebelde y lacio

alrededor

del

ejército de Pancho Villa, así que

de pelo cobrizo.

nadie lo detuvo cuando atravesó el campamento. Todos lo

—¿Quién eres, gringo? ¿Otro periodista? —dijo el

miraron raro: periodista no parecía, dijo siempre el

hombre con mirada de ranura, columpiando las piernas

coronelito Frutos García; cómo no iban a mirarlo así a un

envueltas en polainas de cuero, desde la apertura del carro

viejo alto, flaco, de pelo blanco, ojos azules, tez sonrosada

extraviado—. ¿O quieres vendernos parque?

y arrugas como surcos de maizal con las piernas

—Este hombre vino aquí buscando la muerte —quiso

colgándole más abajo de los estribos. Como su padre era

decirle Inocencio Mansalvo a su jefe, pero la Garduña le

español y comerciante en Salamanca, Guanajuato, Frutos

tapó a tiempo la boca: ella quería ver si era cierto lo que

García dijo que así miraban los cabreros y las maritornes

los tres amigos pensaron al verlo llegar. El niño de once

a don Quijote cuando metió las narices en sus aldeas, sin

años guió al caballo del extranjero.

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento El viejo movió negativamente la cabeza y dijo que había venido a unirse al ejército de Villa.

Volvieron a esperar. El general metió la mano en el hondo bolsillo del pantalón de campo, sacó un peso de

—Quiero pelear.

plata reluciente, ancho como un huevo y plano como un

Los ojos de ranura se abrieron un poquito; la máscara

reloj y lo echó al aire, alto y recto. El viejo esperó sin

de polvo se quebró entonces con alegría. La Garduña co-

moverse hasta que la moneda descendió a un metro de la

reó la risa y se la contestaron las mujeres vestidas con

nariz del general; entonces disparó rápidamente; las

faldas largas y rasgadas que salieron de la cocina en un

mujeres gritaron; la Garduña miró a las demás mujeres; el

extremo del furgón, envueltas en los rebozos, a ver de qué

coronelito y Mansalvo miraron a su jefe; sólo el niño miró

se reía tanto el general.

al gringo.

—¡Viejo! ¡Viejo! —se rió el joven general—. ¡Estás

El general apenas movió la cabeza. El niño corrió a

demasiado viejo! ¡Vete a regar tu jardín, viejo! ¿Qué

buscar la moneda, la recogió del polvo, frotó su forma

haces aquí? No necesitamos lastres. A los prisioneros de

apenas doblada contra la cartuchera y se la devolvió al

guerra los matamos pa no andarlos arrastrando. Este es un

general. Había un hoyo perfecto atravesando el cuerpo del

ejército de guerrilleros, ¿entiendes?

águila. —Quédate la moneda, Pedrito, tú nos lo trajiste —

“... este pedazo de humanidad, este ejemplo de agudas sensaciones, esta fabricación de hombre y bestia, este humilde Prometeo, venía rogando, sí, implorando el bien de la nada”.

sonrió el general y la pieza de plata hasta le quemó los dedos—. Yo creo que nomás una Colt .44 puede atravesar un peso de éstos, que fue mi primer tesoro. Te lo ganaste, Pedrito, te digo que te lo quedes. —Este hombre vino a morirse —dijo Mansalvo. —Ya no sé si es hombre santo —dijo la Garduña oliendo sus flores. —¿Qué viene a hacer un gringo a México? —se

—Vine a pelear —dijo el gringo.

preguntó el coronelito.

—Vino a morirse —dijo Inocencio.

“Sus ojos venían llenos de oraciones”, y si el gringo

—Nos movemos de prisa y sin hacer ruido; tu pelo

viejo no leyó las mentes de quienes lo miraron descender

brillaría de noche como una llamarada blanca, viejo.

de las montañas metálicas al desierto, sí repitió sus

Anda, vete, éste es un ejército, no un asilo de ancianos.

propias palabras escritas para anunciarles desde lejos que

—Ande, pruébeme —dijo el viejo y lo dijo muy frío,

“este pedazo de humanidad, este ejemplo de agudas sensaciones, esta fabricación de hombre y bestia, este

recuerda el coronelito Frutos García. Las mujeres hacían ruidos de pájaros pero ahora se quedaron calladas cuando el general miró al viejo con la

humilde Prometeo, venía rogando, sí, implorando el bien de la nada.

misma frialdad con que el viejo habló. El general sacó su

“A la tierra y al cielo por igual, a la vegetación del de-

larga pistola Colt. El viejo no se movió de la silla.

sierto, a los seres humanos que lo vieron llegar, esta

Entonces el general le tiró la pistola y el viejo la agarró en

encarnación sufriente les dirigía una oración silenciosa:

el aire.

“—He venido a morir. Denme ustedes el tiro de gracia”. Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento

“NEVERMORE”. EDGAR ALLAN POE: BREVE SELECCIÓN POÉTICA.

«Dijo el cuervo: “Jamás”», y se quedó por el resto de la eternidad en el dintel de la historia de la literatura, picoteando de vez en cuando como para que no se olvidaran de su terrible presencia. Bien le habría valido la eternidad a quien le diera vida. Sin embargo, como ha sucedido con otros autores, han sido sus narraciones las que le han perpetuado en la memoria de los lectores y le han dado su justo lugar como el gran iniciador del relato moderno, pero que han terminado por opacar de alguna manera su trabajo poético, siendo la principal —y en algunos casos, única— referencia para los lectores modernos El cuervo. Dominan en la obra poética de Poe las imágenes opresivas de la muerte y la melancolía, la obsesión y la locura propias del atormentado personaje de la poesía de su época, deudora de la tradición inglesa. Como si las imágenes de sus relatos no fuesen suficientemente oscuras y angustiosas, Poe instaura en el lenguaje de la poesía la pesadilla y el asfixiante ambiente de sus narraciones más temibles. ¿Pero qué otro tema podría dominar la obra de Poe, sino el de la muerte y la angustia de la melancolía? Edgar Allan Poe, “un desdichado cuya frente estaba marcada por un raro y singular tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así encima de sus ojos la etiqueta de su vida, como un libro su título”, descrito por la pluma de Charles Baudelaire.

Y escribo dominar, porque decir que el total de la obra de Poe es una larga disección del temor y la angustia y la locura sería reducir de forma exagerada una obra que por su ambición podría haber abarcado todo el ámbito de la humanidad. Pero resulta innegable ver una constante en la gran mayoría de su obra escrita, el cauce inagotable de las pesadillas y los ensueños insanos. De tal fuente proviene esta mínima antología.

Juan P. Castel.

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Revista Esperpento Los espíritus de la muerte I Tu alma, con sus sombríos pensamientos, Se hallará sola en la siniestra tumba. Nadie querrá saber lo que en secreto Tu corazón y tu conciencia ocultan. II Sé silencioso en soledad tan grande, Que no es tal soledad, pues te circundan, Los espíritus todos de la muerte, Que ya en vida rondaban en tu busca. Ellos querrán ensombrecerte el alma Con sus negros arcanos y sus dudas. Sé silencioso en soledad tan grande; Cierra los labios cual la misma tumba. III Y la noche, aunque clara y luminosa, Se tornará de pronto en cueva oscura; Desde sus altos tronos las estrellas No alumbrarán tu soledad adusta. Mas sus rojizos globos sin fulgores Han de ser a tu tedio y a tu angustia Como incendio voraz, cual una fiebre De los que libre no has de verte nunca.

“No podrás desechar los pensamientos Ni las visiones que tu mente turban”.

IV No podrás desechar los pensamientos Ni las visiones que tu mente turban, Y que antes en tu espíritu dejaban La huella del rocío en la llanura. V La brisa, que es de Dios el puro aliento, Soplará en torno de la helada tumba, Y en la colina tenderá su velo La niebla vaporosa y taciturna. Las tinieblas, las sombras invioladas Símbolo y prenda son; hablan y auguran. Sobre las altas copas de los árboles Tiende el misterio su cerrada túnica.

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Revista Esperpento El cuervo (Versión de Carlos Arturo Torres)

I En una noche pavorosa, inquieto releía un vetusto mamotreto cuando creí escuchar un extraño ruido, de repente como si alguien tocase suavemente a mi puerta: «Visita impertinente es, dije y nada más». II ¡Ah! me acuerdo muy bien; era en invierno e impaciente medía el tiempo eterno cansado de buscar en los libros la calma bienhechora al dolor de mi muerta Leonora que habita con los ángeles ahora ¡para siempre jamás! III Sentí el sedeño y crujidor y elástico rozar de las cortinas, un fantástico terror, como jamás sentido había y quise aquel ruido explicando, mi espíritu oprimido calmar por fin: «Un viajero perdido es, dije y nada más». IV Ya sintiendo más calma: «Caballero exclamé, o dama, suplicaros quiero os sirváis excusar mas mi atención no estaba bien despierta y fue vuestra llamada tan incierta...» Abrí entonces de par en par la puerta: tinieblas nada más. V Miro al espacio, exploro la tiniebla y siento entonces que mi mente puebla turba de ideas cual ningún otro mortal las tuvo antes y escucho con oídos anhelantes «Leonora » unas voces susurrantes murmurar nada más.

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Revista Esperpento VI Vuelvo a mi estancia con pavor secreto y a escuchar torno pálido e inquieto más fuerte golpear; «Algo, me digo, toca en mi ventana, comprender quiero la señal arcana y calmar esta angustia sobrehumana»: ¡el viento y nada más! VII Y la ventana abrí: revolcando vi entonces un cuervo venerando como ave de otra edad; sin mayor ceremonia entró en mis salas con gesto señorial y negras alas y sobre un busto, en el dintel, de Palas posóse y nada más. VIII Miro al pájaro negro, sonriente ante su grave y serio continente y le comienzo a hablar, no sin un dejo de intención irónica: «Oh cuervo, oh venerable ave anacrónica, ¿cuál es tu nombre en la región plutónica? » Dijo el cuervo: «Jamás ».

“... otros de mí han huido y se me alcanza que él partirá mañana sin tardanza como me ha abandonado la esperanza”.

IX En este caso al par grotesco y raro maravilléme al escuchar tan claro tal nombre pronunciar y debo confesar que sentí susto pues ante nadie, creo, tuvo el gusto de un cuervo ver, posado sobre un busto con tal nombre: «Jamás». X Cual si hubiese vertido en ese acento el alma, calló el ave y ni un momento las plumas movió ya, «otros de mí han huido y se me alcanza que él partirá mañana sin tardanza como me ha abandonado la esperanza»; dijo el cuervo: «¡Jamás!»

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Revista Esperpento XI Una respuesta al escuchar tan neta me dije, no sin inquietud secreta, «Es esto nada más. Cuanto aprendió de un amo infortunado, a quien tenaz ha perseguido el hado y por solo estribillo ha conservado ¡ese jamás, jamás!» XII Rodé mi asiento hasta quedar enfrente de la puerta, del busto y del vidente cuervo y entonces ya reclinado en la blanda sedería en ensueños fantásticos me hundía, pensando siempre que decir querría aquel jamás, jamás. XIII Largo tiempo quedéme así en reposo aquel extraño pájaro ominoso mirando sin cesar, ocupaba el diván de terciopelo do juntos nos sentamos y en mi duelo pensaba que Ella, nunca en este suelo lo ocuparía más. XIV Entonces parecióme el aire denso con el aroma de quemado incienso de un invisible altar; y escucho voces repetir fervientes: «Olvida a Leonor, bebe el nepenthes bebe el olvido en sus letales fuentes»; dijo el cuervo: «¡Jamás!» XV «Profeta, dije, augur de otras edades que arrojaron las negras tempestades aquí para mi mal, huésped de esta morada de tristura, dí, fosco engendro de la noche oscura, si un bálsamo habrá al fin a mi amargura»: dijo el cuervo: «¡Jamás!»

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Revista Esperpento XVI «Profeta, dije, o diablo, infausto cuervo por Dios, por mí, por mi dolor acerbo, por tu poder fatal dime si alguna vez a Leonora volveré a ver en la eternal aurora donde feliz con los querubes mora »; dijo el cuervo: «¡Jamás! » XVII «Sea tal palabra la postrera retorna a la plutónica rivera,» grité: «¡No vuelvas más, no dejes ni una huella, ni una pluma y mi espíritu envuelto en densa bruma libra por fin el peso que le abruma! » dijo el cuervo: «¡Jamás! » XVIII Y el cuervo inmóvil, fúnebre y adusto sigue siempre de Palas sobre el busto y bajo mi fanal, proyecta mancha lúgubre en la alfombra y su mirada de demonio asombra... ¡Ay! ¿Mi alma enlutada de su sombra se librará? ¡Jamás!

“¡No vuelvas más, no dejes ni una huella, ni una pluma y mi espíritu envuelto en densa bruma libra por fin el peso que le abruma!”

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Revista Esperpento El gusano vencedor ¡Mirad! Noche de fiesta, Solemne, es del futuro En los postreros años de la vida. Un coro de querubes, Alados y con tules encubiertos, Ajando con sus lágrimas los tules, A un drama de terror y de esperanzas Asisten en grandioso coliseo Mientras exhala sobrehumana orquesta La música sublime de los cielos. Mimos, de Dios imagen, Moviéndose veloces, con cautela Murmuran: ¡meros títeres que impulsa La voluntad de inmensos y disformes Seres que van mudando La escena y arrojando de sus alas De cóndor, agitadas en la sombra, La invisible desgracia! ¡Oh, nunca este confuso Drama será olvidado! Nunca con Fantasma, eternamente Por un tropel en vano perseguido, De círculo a través, que siempre gira. Y torna al mismo sitio; Siendo la esencia de la oscura trama El horror, la locura y el delito. ¡Mas ved! Entre la turba Mímica se introdujo una rastrera Figura, ¡ser inmundo! Cuerpo color de sangre que acechaba Allá en la soledad del escenario, ¡Se tuerce! ¡Se retuerce! Con mortales Tormentos en su pasto se convierten Los mimos; y los ángeles gimieron Cuando sus viles uñas Manchó con sangre humana el vil insecto. ¡Las luces se extinguieron! ¡Y todo yace extinto! Y, por cubrir las formas Trémulas, el telón, fúnebre manto, Cae con la rapidez de una tormenta. Y pálidos y mustios los querubes, Irguiéndose, arrancándose sus velos, Afirman que la mísera comedia Es la tragedia "Hombre" Y el inmundo gusano ¡El Héroe vencedor de esta tragedia!

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Revista Esperpento La durmiente Era la medianoche, en junio, tibia, bruna. Yo estaba bajo un rayo de la mística luna, Que de su blanco disco como un encantamiento Vertía sobre el valle un vapor somnoliento. Dormitaba en las tumbas el romero fragante, Y al lago se inclinaba el lirio agonizante, Y envueltas en la niebla en el ropaje acuoso, Las ruinas descansaban en vetusto reposo. ¡Mirad! también el lago semejante al Leteo, Dormita entre las sombras con lento cabeceo, Y del sopor consciente despertarse no quiere Para el mundo que en tomo lánguidamente muere Duerme toda belleza y ved dónde reposa Irene, dulcemente, en calma deleitosa. Con la ventana abierta a los cielos serenos, De claros laminares y de misterios llenos. Oh, mi gentil señora, ¿no te asalta el espanto? ¿Por qué está tu ventana, así, en la noche abierta? Los aires juguetones desde el bosque frondoso, Risueños y lascivos en tropel rumoroso Inundan tu aposento y agitan la cortina Del lecho en que tu hermosa cabeza se reclina, Sobre los bellos ojos de copiosas pestañas, Tras los que el alma duerme en regiones extrañas, Como fantasmas tétricos, por el sueño y los muros Se deslizan las sombras de perfiles oscuros. Oh, mi gentil señora, ¿no te asalta el espanto? ¿Cuál es, di, de tu ensueño el poderoso encanto? Debes de haber venido de los lejanos mares A este jardín hermoso de troncos seculares. Extraños son, mujer, tu palidez, tu traje, Y de tus largas trenzas el flotante homenaje; Pero aún es más extraño el silencio solemne En que envuelves tu sueño misterioso y perenne. La dama gentil duerme. ¡Que duerman para el mundo! Todo lo que es eterno tiene que ser profundo. El cielo lo ha amparado bajo su dulce manto, Trocando este aposento por otro que es más santo, Y por otro más triste, el lecho en que reposa. Yo le ruego al Señor, que con mano piadosa, La deje descansar con sueño no turbado, Mientras que los difuntos desfilan por su lado. Ella duerme, amor mío. ¡Oh!, mi alma le desea Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento Que así como es eterno, profundo el sueño sea; Que los viles gusanos se arrastren suavemente En torno de sus manos y en torno de su frente; Que en la lejana selva, sombría y centenaria, Le alcen una alta tumba tranquila y solitaria Donde flotan al viento, altivos y triunfales, De su ilustre familia los paños funerales; Una lejana tumba, a cuya puerta fuerte Piedras tiró, de niña, sin temor a la muerte, Y a cuyo duro bronce no arrancará más sones, Ni los fúnebres ecos de tan tristes mansiones ¡Qué triste imaginarse pobre hija del pecado Que el sonido fatídico a la puerta arrancado, Y que quizá con gozo resonara en tu oído, de la muerte terrífica era el triste gemido!

Un sueño (Versión de Carlos Arturo Torres)

¡Recibe en la frente este beso! Y, por librarme de un peso antes de partir, confieso que acertaste si creías que han sido un sueño mis días; ¿Pero es acaso menos grave que la esperanza se acabe de noche o a pleno sol, con o sin una visión? Hasta nuestro último empeño es sólo un sueño dentro de un sueno.

“... antes de partir, confieso que acertaste si creías que han sido un sueño mis días”.

Frente a la mar rugiente que castiga esta rompiente tengo en la palma apretada granos de arena dorada. ¡Son pocos! Y en un momento se me escurren y yo siento surgir en mí este lamento: ¡Oh Dios! ¿Por qué no puedo retenerlos en mis dedos? ¡Oh Dios! ¡Si yo pudiera salvar uno de la marea! ¿Hasta nuestro último empeño es sólo un sueño dentro de un sueño?

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Revista Esperpento

ELP V, por H.R. Giger

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Revista Esperpento

La máscara de Por Edgar Allan Poe Traducción Julio Cortázar Imágenes S. L.

La «Muerte Roja» había devastado el país durante

seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era

largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan

ésta de amplia y magnífica construcción y había sido

espantosa. La sangre era su encarnación y su sello: el rojo

creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del

y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores,

príncipe. Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las

un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y

puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los

sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo

cortesanos trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron

y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la

los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de

aislaba de toda ayuda y de toda simpatía. Y la invasión,

ingreso o de salida a los súbitos impulsos de la

progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media

desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente

hora.

aprovisionada.

Con

precauciones

semejantes,

los

Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz.

cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo

Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a

exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto, era una

su lado a mil robustos y desaprensivos amigos de entre los

locura afligirse o meditar. El príncipe había reunido todo

caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al

lo

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necesario

para

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los

placeres.

Había

bufones,


Revista Esperpento improvisadores, bailarines y músicos; había hermosura y vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro. Afuera estaba la Muerte Roja. Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y cuando la peste hacía los más terribles estragos, el príncipe Próspero ofreció a sus mil amigos un baile de máscaras de la más insólita magnificencia. Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero permitidme que antes os describa los salones donde se celebraba. Eran siete —una serie imperial de estancias—. En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones forma una larga galería en línea recta, pues las dobles puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero aquí se trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta yardas había un brusco recodo, y en cada uno nacía un nuevo efecto. A derecha e izquierda en mitad de la pared, una alta y estrecha ventana gótica daba a un corredor cerrado que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas tenían vitrales cuya coloración variaba con el tono dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo, la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules, vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y aquí los vitrales eran púrpura. La tercera era enteramente verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido decorada e iluminada con tono naranja; la quinta, con blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía completamente cubierto de colgaduras de terciopelo negro, que abarcaban el techo y las paredes, cayendo en pesados pliegues sobre una alfombra del mismo material y tonalidad. Pero en esta cámara el color de las ventanas no correspondía a la decoración. Los cristales eran escarlata, tenían un profundo color de sangre. Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento A pesar de la profusión de ornamentos de oro que aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas siete estancias no había lámparas ni candelabros. Las cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero en los corredores paralelos a la galería, y opuestos a cada ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un ígneo brasero, cuyos rayos proyectábanse a través de los cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores tan vivos como fantásticos. Pero en la cámara del poniente, la cámara negra, el fuego que, a través de los cristales de color de sangre, se derramaba sobre las sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros de quienes penetraban en ella, que pocos eran lo bastante audaces para poner allí los pies. En este aposento, contra la pared del poniente, se apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; mas su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones; durante un momento, en aquella alegre sociedad reinaba el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del reloj, era posible observar que los más atolondrados palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la mano por la frente, como si se entregaran a una confusa meditación o a un ensueño. Pero apenas los ecos cesaban del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos se miraban entre sí, como sonriendo de su insensata nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta minutos (que

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Revista Esperpento abarcan tres mil seiscientos segundos del Tiempo que

rayos de los trípodes. Mas en la cámara que da al oeste

huye), el reloj daba otra vez la hora, y otra vez nacían el

ninguna máscara se aventura, pues la noche avanza y una

desconcierto, el temblor y la meditación.

luz más roja se filtra por los cristales de color de sangre;

Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe tenía

gustos

singulares.

Sus

ojos

se

aterradora es la tiniebla de las colgaduras negras; y, para

mostraban

aquel cuyo pie se pose en la sombría alfombra, brota del

especialmente sensibles a los colores y sus efectos.

reloj de ébano un ahogado resonar mucho más solemne

Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes

que los que alcanzan a oír las máscaras entregadas a la

eran audaces y ardientes, sus concepciones brillaban con

lejana alegría de las otras estancias.

bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que

Congregábase densa multitud en estas últimas, donde

estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era así. Era

afiebradamente latía el corazón de la vida. Continuaba la

necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de

fiesta en su torbellino hasta el momento en que

que no lo estaba.

comenzaron a oírse los tañidos del reloj anunciando la

El príncipe se había ocupado personalmente de gran

medianoche. Calló entonces la música, como ya he dicho,

parte de la decoración de las siete salas destinadas a la

y las evoluciones de los que bailaban se interrumpieron; y

gran fiesta, y su gusto había guiado la elección de los

como antes, se produjo en todo una cesación angustiosa.

disfraces. Grotescos eran éstos, a no dudarlo. Reinaba en

Mas esta vez el reloj debía tañer doce campanadas, y

ellos el brillo, el esplendor, lo picante y lo fantasmagórico

quizá por eso ocurrió que los pensamientos invadieron en

—mucho de eso que más tarde habría de encontrarse en

mayor número las meditaciones de aquellos que

Hernani—. Veíanse figuras de arabesco, con siluetas y

reflexionaban entre la multitud entregada a la fiesta. Y

atuendos incongruentes; veíanse fantasías delirantes,

quizá también por eso ocurrió que, antes de que los

como las que aman los maniacos. Abundaba allí lo

últimos ecos del carillón se hubieran hundido en el

hermoso, lo extraño, lo licencioso, y no faltaba lo terrible

silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para

y lo repelente. En verdad, en aquellas siete cámaras se

advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta

movía, de un lado a otro, una multitud de sueños. Y

entonces no había llamado la atención de nadie. Y,

aquellos sueños se contorsionaban en todas partes,

habiendo corrido en un susurro la noticia de aquella nueva

cambiando de color al pasar por los aposentos, y haciendo

presencia, alzóse al final un rumor que expresaba

que la extraña música de la orquesta pareciera el eco de

desaprobación, sorpresa y, finalmente, espanto, horror y

sus pasos.

repugnancia.

Mas otra vez tañe el reloj que se alza en el aposento de

En una asamblea de fantasmas como la que acabo de

terciopelo. Por un momento todo queda inmóvil; todo es

describir es de imaginar que una aparición ordinaria no

silencio, salvo la voz del reloj. Los sueños están helados,

hubiera provocado semejante conmoción. El desenfreno

rígidos en sus posturas. Pero los ecos del tañido se

de aquella mascarada no tenía límites, pero la figura en

pierden —apenas han durado un instante—, y una risa

cuestión lo ultrapasaba e iba, incluso, más allá de lo que el

ligera, a medias sofocada, flota tras ellos en su fuga. Otra

liberal criterio del príncipe toleraba. En el corazón de los

vez crece la música, viven los sueños, contorsionándose

más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin

de aquí para allá con más alegría que nunca coloreándose

emoción. Aun el más relajado de los seres, para quien la

al pasar ante las ventanas, por las cuales irrumpen los

vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay

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Revista Esperpento cosas con las cuales no se puede jugar. Los concurrentes

cortesanos impidió que nadie alzara la mano para

parecían sentir en lo más hondo que el traje y la

detenerlo; y así, sin impedimentos, pasó éste a una yarda

apariencia del desconocido no revelaban ni ingenio ni

del príncipe, y, mientras la vasta concurrencia retrocedía

decoro. Su figura, alta y flaca, estaba envuelta de la

en un solo impulso hasta pegarse a las paredes, siguió

cabeza a los pies en una mortaja. La máscara que ocultaba

andando ininterrumpidamente, pero con el mismo

el rostro se parecía de tal manera al semblante de un

solemne y mesurado paso que desde el principio lo había

cadáver ya rígido, que el escrutinio más detallado se

distinguido. Y de la cámara azul pasó a la púrpura, de la

habría visto en dificultades para descubrir el engaño.

púrpura a la verde, de la verde a la anaranjada, desde ésta

Cierto; aquella frenética concurrencia podía tolerar, si no

a la blanca y de allí a la violeta antes de que nadie se

aprobar, semejante disfraz. Pero el enmascarado se había

hubiera decidido a detenerlo. Mas entonces el príncipe

atrevido a asumir las apariencias de la Muerte Roja. Su

Próspero, enloquecido por la rabia y la vergüenza de su

mortaja estaba salpicada de sangre, y su amplia frente, así

momentánea cobardía, se lanzó a la carrera a través de los

como el rostro, aparecían manchados por el horror

seis aposentos, sin que nadie lo siguiera por el mortal

escarlata.

terror que a todos paralizaba. Puñal en mano, acercóse

Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la

impetuosamente hasta llegar a tres o cuatro pasos de la

espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y

figura, que seguía alejándose, cuando ésta, al alcanzar el

solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba

extremo del aposento de terciopelo, se volvió de golpe y

entre los bailarines), convulsionóse en el primer momento

enfrentó a su perseguidor. Oyóse un agudo grito, mientras

con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero, al

el puñal caía resplandeciente sobre la negra alfombra y el

punto, su frente enrojeció de rabia.

príncipe Próspero se desplomaba muerto.

—¿Quién se atreve —preguntó, con voz ronca, a los

Reuniendo el terrible coraje de la desesperación,

cortesanos que lo rodeaban—, quién se atreve a

numerosas máscaras se lanzaron al aposento negro; pero,

insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apoderaos de él

al

y desenmascaradlo, para que sepamos a quién vamos a

permanecía erecta e inmóvil a la sombra del reloj de

ahorcar al alba en las almenas!

ébano, retrocedieron con inexpresable horror al descubrir

apoderarse

del

desconocido,

cuya

alta

figura

Al pronunciar estas palabras, el príncipe Próspero se

que el sudario y la máscara cadavérica que con tanta

hallaba en el aposento del este, el aposento azul. Sus

rudeza habían aferrado no contenían ninguna forma

acentos resonaron alta y claramente en las siete estancias,

tangible.

pues el príncipe era hombre osado y robusto, y la música acababa de cesar a una señal de su mano.

Y entonces reconocieron la presencia de la Muerte Roja. Había venido como un ladrón en la noche. Y uno

Con un grupo de pálidos cortesanos a su lado

por uno cayeron los convidados en las salas de orgía

hallábase el príncipe en el aposento azul. Apenas hubo

manchadas de sangre, y cada uno murió en la desesperada

hablado, los presentes hicieron un movimiento en

actitud de su caída. Y la vida del reloj de ébano se apagó

dirección al intruso, quien, en ese instante, se hallaba a su

con la del último de aquellos alegres seres. Y las llamas

alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y

de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción,

deliberado. Mas la indecible aprensión que la insana

y la Muerte Roja lo dominaron todo.

apariencia del enmascarado había producido en los

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Revista Esperpento

Un habitante de Carcosa Por Ambrose Bierce Traducción Rafael Llopis Imágenes Archy Nold

Existen diversas clases de muerte. En algunas, el cuerpo perdura, en otras se desvanece por completo con el espíritu. Esto solamente sucede, por lo general, en la soledad (tal es la voluntad de Dios), y, no habiendo visto nadie ese final, decimos que el hombre se ha perdido para siempre o que ha partido para un largo viaje, lo que es de hecho verdad. Pero, a veces, este hecho se produce en presencia de muchos, cuyo testimonio es la prueba. En una clase de muerte el espíritu muere también, y se ha comprobado que puede suceder que el cuerpo continúe vigoroso durante muchos años. Y a veces, como se ha testificado de forma irrefutable, el espíritu muere al mismo tiempo que el cuerpo, pero, según algunos, resucita en el mismo lugar en que el cuerpo se corrompió.

Meditando estas palabras de Hali (Dios le conceda la

formas extrañas y sombríos colores que parecían tener un

paz eterna), y preguntándome cuál sería su sentido pleno,

mutuo

entendimiento

e

intercambiar

miradas

como aquel que posee ciertos indicios, pero duda si no

significativas, como si hubieran asomado la cabeza para

habrá algo más detrás de lo que él ha discernido, no presté

observar la realización de un acontecimiento previsto.

atención al lugar donde me había extraviado, hasta que

Aquí y allá, algunos árboles secos parecían ser los jefes de

sentí en la cara un viento helado que revivió en mí la

esta malévola conspiración de silenciosa expectativa.

conciencia del paraje en que me hallaba. Observé con

A pesar de la ausencia del sol, me pareció que el día

asombro que todo me resultaba ajeno. A mi alrededor se

debía estar muy avanzado, y aunque me di cuenta de que

extendía una desolada y yerma llanura, cubierta de yerbas

el aire era frío y húmedo, mi conciencia del hecho era más

altas y marchitas que se agitaban y silbaban bajo la brisa

mental que física; no experimentaba ninguna sensación de

del otoño, portadora de Dios sabe qué misterios e

molestia. Por encima del lúgubre paisaje se cernía una

inquietudes. A largos intervalos, se erigían unas rocas de

bóveda de nubes bajas y plomizas, suspendidas como una

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Revista Esperpento maldición visible. En todo había una amenaza y un

cama para impedir que huyese. Eludí vigilancia de mis

presagio, un destello de maldad, un indicio de fatalidad.

cuidadores, y vagué hasta aquí para ir... ¿adónde? No

No había ni un pájaro, ni un animal, ni un insecto. El

tenía idea. Sin duda me encontraba a una distancia

viento suspiraba en las ramas desnudas de los árboles

considerable de la ciudad donde vivía, la antigua y célebre

muertos, y la yerba gris se curvaba para susurrar a la tierra

ciudad de Carcosa.

secretos espantosos. Pero ningún otro ruido, ningún otro

En ninguna parte se oía ni se veía signo alguno de vida

movimiento rompía la calma terrible de aquel funesto

humana. No se veía ascender ninguna columna de humo,

lugar.

ni se escuchaba el ladrido de ningún perro guardián, ni el

Observé en la yerba cierto número de piedras gastadas

mugido de ningún ganado, ni gritos de niños jugando;

por la intemperie y evidentemente trabajadas con

nada más que ese cementerio lúgubre, con su atmósfera

herramientas. Estaban rotas, cubiertas de musgo, y medio

de misterio y de terror debida a mi cerebro trastornado.

hundidas en la tierra. Algunas estaban derribadas, otras se

¿No estaría acaso delirando nuevamente, aquí, lejos de

inclinaban en ángulos diversos, pero ninguna estaba

todo auxilio humano? ¿No sería todo eso una ilusión

vertical. Sin duda alguna eran lápidas funerarias, aunque

engendrada por mi locura? Llamé a mis mujeres y a mis

las tumbas propiamente dichas no existían ya en forma de túmulos ni depresiones en el suelo. Los años lo habían nivelado todo. Diseminados aquí y allá, los bloques más grandes marcaban el sitio donde algún sepulcro pomposo o soberbio había lanzado su frágil desafío al olvido. Estas

“...En ninguna parte se oía ni se veía signo alguno de vida humana... ”

reliquias, estos vestigios de la vanidad humana, estos monumentos de piedad y afecto me parecían tan antiguos,

hijos, tendí mis manos en busca de las suyas, incluso

tan deteriorados, tan gastados, tan manchados, y el lugar

caminé entre las piedras ruinosas y la yerba marchita.

tan descuidado y abandonado, que no pude más que

Un ruido detrás de mí me hizo volver la cabeza. Un

creerme el descubridor del cementerio de una raza

animal salvaje —un lince— se acercaba. Me vino un

prehistórica de hombres cuyo nombre se había extinguido

pensamiento: “Si caigo aquí, en el desierto, si vuelve la

hacía muchísimos siglos.

fiebre y desfallezco, esta bestia me destrozará la

Sumido en estas reflexiones, permanecí un tiempo sin prestar atención al encadenamiento de mis propias

garganta”. Salté hacia él, gritando. Pasó a un palmo de mí, trotando tranquilamente, y desapareció tras una roca.

experiencias, pero después de poco pensé: “¿Cómo llegué

Un instante después, la cabeza de un hombre pareció

aquí?”. Un momento de reflexión pareció proporcionarme

brotar de la tierra un poco más lejos. Ascendía por la

la respuesta y explicarme, aunque de forma inquietante, el

pendiente más lejana de una colina baja, cuya cresta

extraordinario carácter con que mi imaginación había

apenas se distinguía de la llanura. Pronto vi toda su silueta

revertido todo cuanto veía y oía. Estaba enfermo.

recortada sobre el fondo de nubes grises. Estaba medio

Recordaba ahora que un ataque de fiebre repentina me

desnudo, medio vestido con pieles de animales; tenía los

había postrado en cama, que mi familia me había contado

cabellos en desorden y una larga y andrajosa barba. En

cómo, en mis crisis de delirio, había pedido aire y

una mano llevaba un arco y flechas; en la otra, una

libertad, y cómo me habían mantenido a la fuerza en la

antorcha llameante con un largo rastro de humo.

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento Caminaba lentamente y con precaución, como si temiera caer en un sepulcro abierto, oculto por la alta yerba.

La gruesa raíz del árbol gigante (contra el cual yo me apoyaba) abrazaba y oprimía una losa de piedra que

Esta extraña aparición me sorprendió, pero no me

emergía parcialmente por el hueco que dejaba otra raíz.

causó alarma. Me dirigí hacia él para interceptarlo hasta

Así, la piedra se encontraba al abrigo de las inclemencias

que lo tuve de frente; lo abordé con el familiar saludo:

del tiempo, aunque estaba muy deteriorada. Sus aristas

—¡Que Dios te guarde!

estaban desgastadas; sus ángulos, roídos; su superficie,

No me prestó la menor atención, ni disminuyó su

completamente desconchada. En la tierra brillaban

ritmo.

partículas de mica, vestigios de su desintegración.

—Buen extranjero —proseguí—, estoy enfermo y perdido. Te ruego me indiques el camino a Carcosa. El

hombre

entonó

Indudablemente, esta piedra señalaba una sepultura de la cual el árbol había brotado varios siglos antes. Las raíces

un

hambrientas habían saqueado la

bárbaro canto en una lengua desconocida,

tumba y aprisionado su lápida.

siguió

Un brusco soplo de viento

caminando y desapareció.

barrió las hojas secas y las ramas

Sobre la rama de un árbol seco

un

búho

lanzó

acumuladas sobre la lápida.

un

Distinguí entonces las letras del

siniestro aullido y otro le

bajorrelieve de su inscripción, y

contestó a lo lejos. Al levantar

me incliné a leerlas. ¡Dios del

los ojos vi a través de una

cielo! ¡Mi propio nombre...! ¡La

brusca fisura en las nubes a

fecha de mi nacimiento...! ¡y la

Aldebarán y las Híadas. Todo

fecha de mi muerte!

sugería la noche: el lince, el

Un rayo de sol iluminó

hombre portando la antorcha,

completamente el costado del

el búho. Y, sin embargo, yo

árbol, mientras me ponía en pie

veía... veía incluso las estrellas

de un salto, lleno de terror. El

en ausencia de la oscuridad.

sol nacía en el rosado oriente.

Veía, pero evidentemente no podía ser visto ni escuchado.

Yo estaba en pie, entre su enorme disco rojo y el árbol,

¿Qué espantoso sortilegio dominaba mi existencia?

pero ¡no proyectaba sombra alguna sobre el tronco!

Me senté al pie de un gran árbol para reflexionar

Un coro de lobos aulladores saludó al alba. Los vi

seriamente sobre lo que más convendría hacer. Ya no tuve

sentados sobre sus cuartos traseros, solos y en grupos, en

dudas de mi locura, pero aún guardaba cierto resquemor

la cima de los montículos y de los túmulos irregulares que

acerca de esta convicción. No tenía ya rastro alguno de

llenaban a medias el desierto panorama que se prolongaba

fiebre. Más aún, experimentaba una sensación de alegría y

hasta el horizonte. Entonces me di cuenta de que eran las

de fuerza que me eran totalmente desconocidas, una

ruinas de la antigua y célebre ciudad de Carcosa.

especie de exaltación física y mental. Todos mis sentidos estaban alerta: el aire me parecía una sustancia pesada, y podía oír el silencio.

Tales son los hechos que comunicó el espíritu de Hoseib Alar Robardin al médium Bayrolle.

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento

t Por Henry Kuttner Traducción Rafael Llopis Imágenes Archy Nold

El viejo Masson, guardián de uno de los más antiguos y descuidados cementerios de Salem, sostenía una verdadera

contienda

con

las

ratas.

Hacía

los ruinosos muelles de Salem debieron de transportar cargamentos muy extraños.

varias

Masson se asombraba a veces de las extraordinarias

generaciones, se había asentado en el cementerio una

proporciones de estas madrigueras. Recordaba ciertos

colonia de ratas enormes procedentes de los muelles.

relatos inquietantes que le habían contado al llegar a la

Cuando Masson asumió su cargo, tras la inexplicable

vieja y embrujada ciudad de Salem. Eran relatos que

desaparición del guardián anterior, decidió hacerlas

hablaban de una vida larvaria que persistía en la muerte,

desaparecer. Al principio colocaba cepos y comida

oculta en las olvidadas madrigueras de la tierra. Ya habían

envenenada junto a sus madrigueras; más tarde, intentó

pasado los viejos tiempos en que Cotton Mather

exterminarlas a tiros. Pero todo fue inútil. Seguía

exterminara los cultos perversos y los ritos orgiásticos

habiendo ratas. Sus hordas voraces se multiplicaban e

celebrados en honor de Hécate y de la siniestra Magna

infestaban el cementerio.

Mater. Pero todavía se alzaban las tenebrosas casas de

Eran grandes, aun tratándose de la especie mus

torcidas buhardillas, de fachadas inclinadas y leprosas, en

decumanus, cuyos ejemplares miden a veces más de

cuyos sótanos, según se decía, aún se ocultaban secretos

treinta y cinco centímetros de largo sin contar la cola

blasfemos y se celebraban ritos que desafiaban tanto a la

pelada y gris. Masson las había visto hasta del tamaño de

ley como a la cordura. Moviendo significativamente sus

un gato; y cuando los sepultureros descubrían alguna

cabezas canosas, los viejos aseguraban que, en los

madriguera, comprobaban con asombro que por aquellas

antiguos cementerios de Salem, había bajo tierra cosas

malolientes galerías cabía sobradamente el cuerpo de una

peores que gusanos y ratas. En cuanto a estos roedores,

persona. Al parecer, los barcos que antaño atracaban en

ciertamente, Masson les tenía aversión y respeto. Sabía el

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento peligro que acechaba en sus dientes afilados y brillantes.

el oro no lo es. Además, Masson negociaba también con

Pero no comprendía el horror que los viejos sentían por

algunos estudiantes de medicina y médicos poco

las casas vacías, infestadas de ratas. Había oído rumores

escrupulosos que necesitaban cadáveres sin importarles

sobre ciertas criaturas horribles que moraban en las

demasiado su procedencia.

profundidades de la tierra y tenían poder sobre las ratas, a

Hasta entonces, Masson se las había arreglado muy

las que agrupaban en ejércitos disciplinados. Según

bien para que no se iniciase una investigación. Había

decían los ancianos, las ratas servían de mensajeras entre

negado ferozmente la existencia de las ratas, aun cuando

este mundo y las cavernas que se abrían en las entrañas de

algunas veces éstas le hubiesen arrebatado el botín. A

la tierra, muy por debajo de Salem. Y aún se decía que

Masson no le preocupaba lo que pudiera suceder con los

algunos cuerpos habían sido robados de las sepulturas con

cuerpos, después de haberlos expoliado, pero las ratas

el fin de celebrar festines subterráneos y nocturnos. El

solían arrastrar el cadáver entero por un boquete que ellas

mito del flautista de Hamelin era una leyenda que

mismas roían en el ataúd. El tamaño de aquellos agujeros

ocultaba, en forma de alegoría, un horror blasfemo; y

tenía a Masson asombrado. Por otra parte, se daba la curiosa circunstancia de que las ratas horadaban siempre los ataúdes por uno de los extremos, y no por los lados.

“Según decían los ancianos, las ratas servían de mensajeras entre este mundo y las cavernas que se abrían en las entrañas de la tierra, muy por debajo de Salem”.

Parecía como si las ratas trabajasen bajo la dirección de algún guía dotado de inteligencia. Ahora se encontraba ante una sepultura abierta. Acababa de quitar la última paletada de tierra húmeda y de arrojarla al montón que había ido formando a un lado. Desde hacía varias semanas, no paraba de caer una

según ellos, los negros abismos habían parido abortos infernales que jamás salieron a la luz del día. Masson no hacía ningún caso de semejantes relatos. No fraternizaba con sus vecinos y, de hecho, hacía lo posible por

llovizna fría y constante. El cementerio era un lodazal de barro pegajoso, del que surgían las mojadas lápidas en formaciones irregulares. Las ratas se habían retirado a sus agujeros; no se veía ni una. Pero el rostro flaco y

mantener en secreto la existencia de las ratas. De

desgalichado de Masson reflejaba una sombra de

conocerse el problema quizá iniciasen una investigación,

inquietud. Había terminado de descubrir la tapa de un

en cuyo caso tendrían que abrir muchas sepulturas. Y en efecto, hallarían ataúdes perforados y vacíos que atribuirían a las actividades de las ratas. Pero descubrirían también

algunos

cuerpos

con

mutilaciones

muy

ataúd de madera. Hacía varios días que lo habían enterrado, pero Masson no se había atrevido a desenterrarlo antes. Los parientes del fallecido venían a menudo a visitar su tumba, aun lloviendo. Pero a estas horas de la noche, no

comprometedoras para Masson. Los dientes postizos suelen hacerse de oro puro, y no se los extraen a uno cuando muere. Las ropas, naturalmente, son harina de otro costal, porque la compañía de pompas fúnebres suele proporcionar un traje de paño sencillo, perfectamente reconocible después. Pero

era fácil que vinieran, por mucho dolor y pena que sintiesen. Y con este pensamiento tranquilizador, se enderezó y echó a un lado la pala. Desde la colina donde estaba situado el cementerio, se veían parpadear débilmente las luces de Salem a través de

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Revista Esperpento la lluvia pertinaz. Sacó la linterna del bolsillo porque iba a

las manos en medio de una algarabía de chillidos agudos

necesitar luz. Apartó la pata y se inclinó a revisar los

y excitados. Un momento después, había recuperado la

cierres de la caja. De repente, se quedó rígido. Bajo sus

linterna y la enfocaba por el agujero.

pies había notado un rebullir inquieto, como si algo

Era enorme. Tenía que serlo; de lo contrario, no

arañara o se revolviera dentro. Por un momento, sintió

habrían podido arrastrar el cadáver a través de él. Masson

una punzada de terror supersticioso, que pronto dio paso a

intentó imaginarse el tamaño de aquellas ratas capaces de

una rabia furiosa, al comprender el significado de aquellos

tirar del cuerpo de un hombre. De todos modos, él llevaba

ruidos. ¡Las ratas se le

su revólver cargado en el

habían adelantado otra

bolsillo,

vez!

tranquilizaba. De haberse

En un rapto de cólera,

y

esto

le

tratado del cadáver de una

Masson arrancó lo cierres

persona

ordinaria,

del ataúd. Metió el canto

Masson

habría

de la pata bajo la tapa e

abandonado su presa a las

hizo palanca, hasta que

ratas, antes de aventurarse

pudo levantarla con las

por

dos

Luego

madriguera; pero recordó

encendió la linterna y la

los gemelos de sus puños

enfocó al interior del

y el alfiler de su corbata,

ataúd.

cuya

manos.

aquella

perla

estrecha

debía

ser

La lluvia salpicaba el

indudablemente auténtica,

blanco tapizado de raso:

y, sin pensarlo más, se

el ataúd estaba vacío.

prendió la linterna al

Masson

un

cinturón y se metió por el

movimiento furtivo en la

boquete. El acceso era

cabecera de la caja y

angosto. Delante de sí, a

dirigió hacia allí la luz. El

la luz de la linterna, podía

extremo

sarcófago

ver cómo las suelas de los

habla sido horadado, y el

zapatos seguían siendo

boquete comunicaba con

arrastradas hacia el fondo

percibió

del

una galería, al parecer, pues en aquel mismo momento

del túnel de tierra. También él trató de arrastrarse lo más

desaparecía por allí, a tirones, un pie fláccido enfundado

rápidamente posible, pero había momentos en que apenas

en su correspondiente zapato. Masson comprendió que las

era capaz de avanzar, aprisionado entre aquellas estrechas

ratas se le habían adelantado, esta vez, sólo unos

paredes de tierra.

instantes. Se dejó caer a gatas y agarró el zapato con todas

El aire se hacía irrespirable por el hedor de la carroña.

sus fuerzas. Se le cayó la linterna dentro del ataúd y se

Masson decidió que, si no alcanzaba el cadáver en un

apagó de golpe. De un tirón, el zapato le fue arrancado de

minuto, volvería para atrás. Los temores supersticiosos

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento empezaban a agitarse en su imaginación, aunque la

docena de enormes ratas le miraban atentamente, y sus

codicia le instaba a proseguir. Siguió adelante, y cruzó

ojillos malignos brillaban bajo la luz. Eran unos bichos

varias bocas de túneles adyacentes. Las paredes de la

deformes, grandes como gatos. Tras ellos vislumbré una

madriguera estaban húmedas y pegajosas. Por dos veces

forma negruzca que desapareció en la oscuridad. Se

oyó a sus espaldas pequeños desprendimientos de tierra.

estremeció ante las increíbles proporciones de aquella

El segundo de éstos le hizo volver la cabeza. No vio nada,

sombra apenas vista.

naturalmente, hasta que enfocó la linterna en esa dirección.

La luz contuvo a las ratas durante un momento, pero no tardaron en volver a acercarse furtivamente. Al

Entonces vio varios montones de barro que casi

resplandor de la linterna, sus dientes parecían teñidos de

obstruían la galería que acababa de recorrer. El peligro de

un naranja oscuro. Masson forcejeó con su pistola,

su situación se le apareció de pronto en toda su espantosa

consiguió sacarla de su bolsillo y apuntó cuidadosamente.

realidad. El corazón le latía con fuerza sólo de pensar en

Estaba en una posición difícil. Procuró pegar los pies a las

la posibilidad de un hundimiento. Decidió abandonar su

mojadas paredes de la madriguera para no herirse.

persecución, a pesar de que casi había alcanzado el

El estruendo del disparo le dejó sordo durante unos

cadáver y las criaturas invisibles que lo arrastraban. Pero

instantes. Después, una vez disipado el humo, vio que las ratas habían desaparecido. Se guardó la pistola y comenzó

“Se acercaban las ratas... Era el enorme ejemplar que había visto antes. Gris, leprosa, repugnante, avanzaba enseñando sus dientes anaranjados”.

a reptar velozmente a lo largo del túnel. Pero no tardó en oír de nuevo las carreras de las ratas, que se le echaron encima otra vez. Se le amontonaron sobre las piernas, mordiéndole y chillando de manera enloquecedora. Masson empezó a gritar mientras echaba mano a la pistola. Disparó sin apuntar, de suerte que no se hirió de milagro. Esta vez las

había algo más, en lo que tampoco había pensado: el túnel

ratas no se alejaron demasiado. No obstante, Masson

era demasiado estrecho para dar la vuelta. El pánico se

aprovechó la tregua para reptar lo más deprisa que pudo,

apoderó de él, por un segundo, pero recordó la boca

dispuesto a hacer fuego a la primera señal de un nuevo

lateral

ataque.

que

acababa

de

pasar,

y

retrocedió

dificultosamente hasta que llegó a ella. Introdujo allí las

Oyó movimientos de patas y alumbró hacia atrás con

piernas, hasta que pudo dar la vuelta. Luego, comenzó a

la linterna. Una enorme rata gris se paró en seco y se

avanzar precipitadamente hacia la salida, pese al dolor de

quedó mirándole, sacudiendo sus largos bigotes y

sus rodillas magulladas.

moviendo de un lado a otro, muy despacio, su cola áspera

De súbito, una punzada le traspasó la pierna. Sintió que unos dientes afilados se le hundían en la carne, y

y pelada. Masson disparó y la rata echó a correr. Continuó

arrastrándose.

Se

había

detenido

un

pateó frenéticamente para librarse de sus agresores. Oyó

momento a descansar, junto a la negra abertura de un

un chillido penetrante, y el rumor presuroso de una

túnel lateral, cuando descubrió un bulto informe sobre la

multitud de patas que se escabullían. Al enfocar la

tierra mojada, un poco más adelante. De momento, lo

linterna hacia atrás, dejé escapar un gemido de horror: una Número 2  Noviembre-Febrero 2012

67


Revista Esperpento tomó por un montón de tierra desprendido del techo;

ojillos. Masson estuvo a punto de sucumbir bajo sus

luego vio que era un cuerpo humano.

dientes, pero logró desembarazarse de ellas: el pasadizo se

Se trataba de una momia negruzca y arrugada, y

estrechaba y, sobrecogido por el pánico, pataleó, gritó y

Masson se dio cuenta, preso de un pánico sin límites, de

disparó hasta que el gatillo pegó sobre una cápsula vacía.

que se movía.

Pero había rechazado las ratas.

Aquella cosa monstruosa avanzaba hacia él y, a la luz

Observó entonces que se hallaba bajo una piedra

de la linterna, vio su rostro horrible a muy poca distancia

grande, encajada en la parte superior de la galería, que le

del suyo. Era una calavera casi descarnada, la faz de un

oprimía cruelmente la espalda. Al tratar de avanzar notó

cadáver que ya llevaba años enterrado, pero animada de

que la piedra se movía, y se le ocurrió una idea: ¡Si

una vida infernal. Tenía

pudiera dejarla caer, de

unos

forma que obstruyese el

ojos

vidriosos,

hinchados y saltones, que

túnel!

delataban su ceguera, y, al

La

avanzar

hacia

tierra

estaba

Masson,

empapada por el agua de la

lanzó un gemido plañidero

lluvia. Se enderezó y se

y entreabrió sus labios

puso a quitar el barro que

pustulosos, desgarrados en

sujetaba la piedra. Las ratas

una

hambre

se aproximaban. Veía brillar

espantosa. Masson sintió

sus ojos al resplandor de la

que se le helaba la sangre.

linterna. Siguió cavando,

mueca

de

Cuando aquel Horror

frenético, en la tierra. La

estaba ya a punto de

piedra cedía. Tiró de ella y

rozarle.

Masson

la movió de sus cimientos.

precipitó

frenéticamente

Se acercaban las ratas...

por la abertura lateral. Oyó

Era el enorme ejemplar que

arañar en la tierra, justo a

había

sus pies, y el confuso

leprosa,

gruñido de la criatura que

avanzaba

le seguía de cerca. Masson

dientes

se

visto

antes.

Gris,

repugnante, enseñando

sus

anaranjados.

miró por encima del hombro, gritó y trató de avanzar

Masson dio un último tirón de la piedra, y la sintió

desesperadamente por la estrecha galería. Reptaba con

resbalar hacia abajo. Entonces reanudó su camino a

torpeza; las piedras afiladas le herían las manos y las

rastras por el túnel.

rodillas. El barro le salpicaba en los ojos, pero no se

La piedra se derrumbó tras él, y oyó un repentino

atrevió a detenerse ni un segundo. Continuó avanzando a

alarido de agonía. Sobre sus piernas se desplomaron

gatas, jadeando, rezando y maldiciendo histéricamente.

algunos terrones mojados. Más adelante, le atrapó los pies

Con chillidos triunfales, las ratas se precipitaron de

un

desprendimiento

nuevo sobre él con una horrible voracidad pintada en sus

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012

considerable,

del

que

logró


Revista Esperpento desembarazarse con dificultad. ¡El túnel entero se estaba

aun si lograse escapar del sarcófago, ¿cómo podría

desmoronando!

excavar una salida a través del metro y medio de tierra

Jadeando de terror, Masson avanzaba mientras la tierra

que tenía encima?

se desprendía tras él. El túnel seguía estrechándose, hasta

Respiraba con dificultad. Hacía un calor sofocante y el

que llegó un momento en que apenas pudo hacer uso de

hedor era irresistible. En un paroxismo de terror, desgarró

sus manos y piernas para avanzar. Se retorció como una

y arañó el forro acolchado hasta destrozarlo. Hizo un

anguila hasta que, de pronto, notó un jirón de raso bajo

inútil intento por cavar con los pies en la tierra

sus dedos crispados; y luego su cabeza chocó contra algo

desprendida que le impedía la retirada. Si lograse

que le impedía continuar. Movió las piernas y pudo

solamente cambiar de postura, podría excavar con las

comprobar que no las tenía apresadas por la tierra

uñas una salida hacia el aire... hacia el aire...

desprendida. Estaba boca abajo. Al tratar de incorporarse,

Una agonía candente penetró en su pecho; el pulso le

se encontró con que el techo del túnel estaba a escasos

dolía en los globos de los ojos. Parecía como si la cabeza

centímetros de su espalda. El terror le descompuso. Al

se le fuera hinchando, a punto de estallar. Y de súbito,

salirle al paso aquel ser espantoso y ciego, se había

oyó los triunfales chillidos de las ratas. Comenzó a gritar,

desviado por un túnel lateral, por un túnel que no tenía

enloquecido, pero no pudo rechazarlas esta vez. Durante

salida. ¡Se encontraba en un ataúd, en un ataúd vacío, al

un momento, se revolvió histéricamente en su estrecha

que había entrado por el agujero que las ratas habían

prisión, y luego se calmó, boqueando por falta de aire.

practicado en su extremo!

Cerró los ojos, sacó su lengua ennegrecida, y se hundió en

Intentó ponerse boca arriba, pero no pudo. La tapa del ataúd le mantenía inexorablemente inmóvil. Tomó aliento

la negrura de la muerte, con los locos chillidos de las ratas taladrándole los oídos.

entonces, e hizo fuerza contra la tapa. Era inamovible, y

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento

El signo amarillo Por Robert W. Chambers Imágenes S. L.

Rompen las olas neblinosas a lo largo de la costa, Los soles gemelos se hunden tras el lago, Se prolongan las sombras En Carcosa. Extraña es la noche en que surgen estrellas negras, Y extrañas lunas giran por los cielos, Pero más extraña todavía es la Perdida Carcosa. Los cantos que cantarán las Híades Donde flamean los andrajos del Rey, Deben morir inaudibles en la Penumbrosa Carcosa. Canto de mi alma, se me ha muerto la voz, Muere, sin ser cantada, como las lágrimas no derramadas Se secan y mueren en la Perdida Carcosa. El canto de Cassilda en El Rey de Amarillo Acto 1º, escena 2ª

I. Que comprende el contenido

se inclinaba a medias con curiosidad y a medias con ternura

de una carta sin firma enviada al autor

sobre una pequeña lagartija verde murmurando: “¡Pensar que esta es una criatura de Dios!”?

¡Hay tantas cosas imposibles de explicar! ¿Por qué

La primera vez que vi al sereno, estaba de espaldas a mí.

ciertas notas musicales me recuerdan los tintes dorados y

Lo miré con indiferencia hasta que entró a la Iglesia. No le

herrumbrosos del follaje de otoño? ¿Por qué la Misa de

presté más atención que la que hubiera prestado a cualquier

Santa Cecilia hace que mis pensamientos vaguen entre

otro que deambulara por el parque de Washington aquella

cavernas en cuyas paredes resplandecen desiguales masas de

mañana, y cuando cerré la ventana y volví a mi estudio, ya lo

plata virgen? ¿Qué había en el tumulto y el torbellino de

había olvidado. Avanzaba la tarde, como hacía calor, abrí la

Broadway a las seis de la tarde que hizo aparecer ante mis

ventana nuevamente y me asomé para respirar un poco de

ojos la imagen de un apacible bosque bretón en el que la luz

aire. Había un hombre en el atrio de la iglesia y lo observé

del sol se filtraba a través del follaje de la primavera y Sylvia

otra vez con tan poco interés como por la mañana. Miré la

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento plaza en que jugueteaba el agua de la fuente y luego, llena la

la figura que tenía ante

cabeza de vagas impresiones de árboles, de senderos de

mí. Alarmado, luché por

asfalto y de grupos de niñeras y ociosos paseantes, me

detenerla, pero ahora el

dispuse a volver a mi caballete. Entonces, mi mirada

color del pecho cambió y

distraída incluyó al hombre del atrio de la iglesia. Tenía

la figura entera pareció

ahora la cara vuelta hacia mí y, con un movimiento

absorber

totalmente involuntario, me incliné para vérsela. En el

como

mismo instante levanté la cabeza y me miró. Me recordó de

absorbe el agua. Apliqué

inmediato a un gusano de ataúd. Qué era lo que me

vigorosamente espátula y

repugnaba en el hombre, no lo sé, pero la impresión de un

aguarrás pensando en la

grueso gusano blancuzco de tumba fue tan intensa y

entrevista que tendría con

nauseabunda que debí haberla mostrado en mi expresión,

Duval, que me había

porque apartó su abultada cara con un movimiento que me

vendido la tela. Pero

recordó una larva perturbada en un nogal.

pronto advertí que la

la

infección

una

esponja

Volví a mi caballete y le hice señas a la modelo para que

culpa no era de la tela ni

reanudara su pose. Después de trabajar un buen rato, advertí

de los colores de Edward. “Debe

que estaba echando a perder tan de prisa como era posible lo

de

ser

—pensé

el

que había hecho. Cogí una espátula y quité con ella el color.

aguarrás

Las tonalidades de la carne eran amarillentas y enfermizas;

enfado— o bien la luz

no entendía cómo había podido dar unos colores tan

del

malsanos a un trabajo que había resplandecido antes de

enturbiado y confundido

salud.

tanto mi vista, que no me

Miré a Tessie. No había cambiado y el claro arrebol de la salud le teñía el cuello y las mejillas; fruncí el ceño.

con

atardecer

ha

es posible ver bien”. Llamé a Tessie, la

—¿He hecho algo malo? —preguntó.

modelo, que vino y se

—No... he estropeado este brazo y, no sé cómo pude

inclinó sobre mi silla

haber ensuciado de este modo la tela —le contesté. —¿No estoy posando mal? —insistió. —Pues, claro, perfectamente.

llenando

el

—¿No es culpa mía entonces?

usted

—No, es mía.

exclamó.

aguarrás al sitio corroído de la tela; ella empezó a fumar un cigarrillo y a hojear las ilustraciones del Courier Français.

ha

estado —

haciendo?

—Nada

Le dije que podía descansar mientras yo aplicaba trapo y

con

volutas de humo. —¿Qué

—Lo siento muchísimo —dijo ella.

aire

—gruñí—.

Debe de ser el aguarrás. —¡Qué

color

más

horrible tiene ahora! —

No sé si tenía algo el aguarrás o era defecto de la tela,

prosiguió—. ¿Le parece a

pero cuanto más frotaba, más parecía extenderse la gangrena.

usted que mi carne se

Trabajé como un castor para quitar aquello, pero la

parece

enfermedad parecía extenderse de miembro en miembro de

Roquefort?

a

un

queso

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

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Revista Esperpento —No, claro que no —

que creyendo quizá que ya me había atormentado lo

dije con enfado—. ¿Me has

bastante, salió a suplicarme que le abrochara el vestido por la

visto alguna vez pintar de

espalda, donde ella no alcanzaba. —Todo ha salido mal desde el momento en que volvió de

este modo? —¡Por cierto que no!

la ventana y me habló del horrible hombre que vio en el atrio

—¡Entonces!

de la iglesia —declaró.

—Debe

de

ser

el

aguarrás, o algo —admitió. Se

puso

una

túnica

japonesa y se acercó a la ventana. Yo raspé y froté hasta cansarme; finalmente

Miré el reloj. —Son más de la seis, lo sé —dijo Tessie arreglándose el sombrero ante el espejo. —Sí —contesté—. No fue mi intención retenerte tanto tiempo.

cogí los pinceles y los

Me asomé por la ventana, pero retrocedí con disgusto. El

hundí en la tela lanzando

joven de la cara pastosa estaba todavía en el atrio. Tessie vio

una gruesa expresión cuyo

mi ademán de desaprobación y se asomó.

tono tan solo llegó a oídos

—¿Es ese el hombre que le disgusta? —susurró.

de Tessie.

Asentí con la cabeza.

No obstante, no tardó en

—No puedo verle la cara, pero parece gordo y blando. De todas maneras —continuó y se volvió hacia mí— me

exclamar: —¡Muy bonito! ¡Jure,

recuerda un sueño... un sueño espantoso que tuve una vez.

actúe como un niño y

Pero —musitó mirando sus elegantes zapatos—, ¿fue un

arruine sus pinceles! Lleva

sueño en realidad?

tres semanas trabajando en

—¿Cómo puedo yo saberlo? —dije con una sonrisa.

ese estudio y ahora ¡mire!

Tessie me sonrió a su vez.

¿De qué le sirve desgarrar

—Usted figuraba en él —dijo—, de modo que quizá sepa

la tela? ¡Que criaturas son

Me

sentí

avergonzado

algo. —¡Tessie, Tessie! —protesté— ¡No te atrevas a

los artistas!

como

tan de

halagarme diciendo que sueñas conmigo! —Pues lo hice —insistió—. ¿Quiere que se lo cuente?

costumbre después de un

—Adelante —le contesté encendiendo un cigarrillo.

exabrupto

Tessie se apoyó en el antepecho de la ventana abierta y

semejante,

y

volví contra la pared la tela

72

—Sí, probablemente embrujó el cuadro dije bostezando.

empezó muy seriamente:

arruinada. Tessie me ayudó

—Fue una noche del invierno pasado. Estaba yo acostada

a limpiar los pinceles y

en la cama sin pensar en nada en particular. Había estado

luego marchó bailando a

posando para usted y me sentía agotada, no obstante, me era

vestirse. Desde detrás del

imposible dormir. Oí a las campanas de la ciudad dar las

biombo me regaló consejos

diez, las once y la medianoche. Debo de haberme quedado

sobre la pérdida parcial o

dormida aproximadamente alrededor de las doce, porque no

total de la paciencia, hasta

recuerdo haber escuchado más campanadas. Me parece que

Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento apenas había cerrado los ojos, cuando soñé que algo me impulsaba a ir a la ventana. Me levanté abriendo el postigo, me asomé. La calle Veinticinco estaba desierta hasta donde

la ventana. —Él... el hombre de abajo del atrio de la iglesia... es el que conducía la carroza fúnebre.

alcanzaba mi vista. Empecé a sentir miedo; todo afuera

—Tonterías —dije, pero los ojos de Tessie estaban

parecía tan... ¡tan negro e inquietante! Entonces oí un ruido

agrandados por el terror. Me acerqué a la ventana y miré. El

lejano de ruedas a la distancia, y me pareció corno si aquello

hombre había desaparecido—. Vamos, Tessie —la animé—,

que se acercaba era lo que debía esperar. Las ruedas se

no seas tonta. Has posado demasiado; estás nerviosa.

aproximaban muy lentamente y por fin pude distinguir un

—¿Cree que podría olvidar esa cara? —murmuró—. Tres

vehículo que avanzaba por la calle. Se acercaba cada vez

veces vi pasar la carroza fúnebre bajo mi ventana, y tres

más, y cuando pasó bajo mi ventana me di cuenta que era

veces el cochero se volvió y me miró. Oh, su cara era tan

una carroza fúnebre. Entonces, cuando me eché a temblar de

blanca y... ¿blanca? Parecía un muerto... como si hubiera

miedo, el cochero se volvió y me miró. Cuando desperté

muerto mucho tiempo atrás.

estaba de pie frente a la ventana abierta estremecida de frío,

Convencí a la muchacha de que se sentara y se bebiera un vaso de Marsala. Luego me senté junto a ella y traté de aconsejarla.

“... por fin pude distinguir un vehículo que avanzaba por la calle. Se acercaba cada vez más, y cuando pasó bajo mi ventana me di cuenta que era una carroza fúnebre”.

—Mira, Tessie —dije—, vete al campo por una semana o dos y ya verás como no sueñas más con carrozas fúnebres. Pasas todo el día posando y cuando llega la noche tienes los nervios alterados. No puedes seguir a este ritmo. Y después, claro, en lugar de irte a la cama después de terminado el trabajo, te vas de picnic al parque Sulzer o a El Dorado o a Coney Island, y cuando vienes aquí a la mañana siguiente te

pero la carroza empenachada de negro y su cochero habían desaparecido. Volví a tener ese mismo sueño el pasado mes de marzo y otra vez desperté junto a la ventana abierta. Anoche tuve el mismo sueño. Recordará cómo llovía; cuando desperté junto a la ventana abierta tenía el camisón

encuentras rendida. No hubo tal carroza fúnebre. No fue más que un tonto sueño. La muchacha sonrió débilmente. —¿Y el hombre del atrio de la iglesia? —Oh, no es más que un pobre enfermo como tantos. —Tan cierto como me llamo Tessie Rearden, le juro,

empapado. —Pero ¿qué relación tengo yo con el sueño? —pregunté.

señor Scott, que la cara del hombre de abajo es la cara del

—Usted... usted estaba en el ataúd; pero no estaba

que conducía la carroza fúnebre. —¿Y qué? —dije—. Es un oficio honesto.

muerto.

—Entonces, ¿cree que sí vi la carroza fúnebre?

—¿En el ataúd?

—Bueno —dije diplomáticamente—, si realmente la

—Sí. —¿Cómo lo sabes? ¿Podías verme?

viste, no sería improbable que el hombre de abajo la

—No; sólo sabía que usted estaba allí.

condujera. Eso nada tiene de raro,

—¿Habías comido Welsh rarebits o ensalada de

Tessie se levantó, desenvolvió su perfumado pañuelo y

langosta? —empecé yo riéndome, pero la chica me

cogiendo un trozo de goma de mascar anudado en un ángulo, se lo metió en la boca. Luego, después de ponerse los

interrumpió con un grito de espanto. —¡Vaya! ¿Qué sucede? —pregunté al verla retroceder de

guantes, me ofreció su mano con un franco:

Número 2  Noviembre-Febrero 2012

73


Revista Esperpento —Hasta mañana, señor Scott.

estaba junto al portal del atrio; sólo verlo me produjo la

Y se marchó.

misma abrumadora repugnancia. —A propósito, Thomas —dije—, ¿quién es ese individuo allá abajo?

II A la mañana siguiente, Thomas, el botones, me trajo el

Thomas resopló por la nariz.

Herald y una noticia. La iglesia de al lado había sido

—¿Ese gusano, señor? Es el sereno de la iglesia, señor.

vendida. Agradecí al cielo por ello. No porque yo siendo

Me exaspera verlo toda la noche en la escalinata, mirándolo

católico tuviera repugnancia alguna por la congregación

a uno con aire insultante. Una vez le di un puñetazo en la

vecina, sino porque tenía los nervios destrozados a causa de

cabeza, señor... con su perdón, señor...

un predicador vociferante, cuyas

—Adelante, Thomas.

palabras resonaban en la nave de

—Una noche que volvía a

la

iglesia

como

fueran

casa con Harry, el otro chico

pronunciadas en mi casa y que

inglés, lo vi sentado allí en la

insistía en sus erres con una

escalinata. Molly y Jen, las dos

persistencia

me

chicas de servicio, estaban con

revolvía las entrañas. Había

nosotros, señor, y él nos miró de

además un demonio en forma

manera tan insultante, que yo

humana,

voy y le digo: “¿Qué está

un

nasal

si

que

organista

que

interpretaba los himnos antiguos

mirando,

de una manera muy personal. Yo

Con su perdón, señor, pero eso

clamaba por la sangre de un ser

fue lo que le dije. Entonces él no

capaz de tocar la doxología con

contestó y yo le dije: “Ven y

una

tonos

verás cómo te aplasto esa cabeza

menores sólo perdonable en un

de pudín”. Entonces abrí el

cuarteto de principiantes. Creo

portal y entré, pero él no decía

que el ministro era un buen

nada y seguía mirándome de ese

hombre, pero cuando berreaba:

modo insultante. Entonces le di

“Y el Señorrr dijo a Moisés, el

un puñetazo, pero ¡aj! tenía la

Señorrr

de

cara tan fría y untuosa que daba

su

asco tocarla.

modificación

guerrrra;

es el

un

de

hombre

Señorrr

es

babosa

hinchada?”.

—¿Qué hizo él entonces? —

nombre. Arrrderá mi irrra y yo te matarrré con la espada”, me

pregunté con curiosidad.

preguntaba cuántos siglos de purgatorio serían necesarios

—¿Él? Nada.

para expiar semejante pecado.

—¿Y tú, Thomas?

—¿Quien compró la propiedad? —pregunté a Thomas.

El joven se ruborizó turbado y sonrió con incomodidad.

—Nadie que yo conozca, señor. Dicen que el caballero

—Señor Scott, yo no soy ningún cobarde y no puedo

que es propietario de los apartamentos Hamilton estuvo

explicarme por qué eché a correr. Estuve en el Quinto de

mirándola. Quizás esté por construir más estudios.

Lanceros, señor, corneta en Te-el-Kebir y me han disparado

Me acerqué a la ventana. El joven de la cara enfermiza

74

a menudo.

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Revista Esperpento —¿Quieres decir que huiste?

A las nueve apareció Tessie y desapareció tras el biombo

—Sí, señor, eso hice.

con un alegre “Buenos días, señor Scott”. Cuando reapareció

—¿Por qué?

y adoptó su pose sobre la tarima, empecé para su deleite una

—Eso es lo que yo quisiera saber, señor. Agarré a Molly

tela nueva. Mientras trabajé en el dibujo, permaneció en

del brazo y eché a correr, y los demás estaban tan asustados

silencio, pero no bien cesó el rasguido de la carbonilla y cogí

como yo.

el fijador, comenzó a charlar.

—Pero ¿de qué tenían miedo?

—¡Pasamos un momento tan agradable anoche! Fuimos a

Thomas rehusó contestar de momento, pero el repulsivo

Tony Pastor's.

joven de abajo había despertado tanto mi curiosidad, que

—¿Quiénes?

insistí. Tres años de estadía en América no sólo habían

—Oh, Maggie, ya sabe usted, la modelo del señor Whyte,

modificado el dialecto cockney de Thomas, sino que le

y Rosi McCormick —la llamamos Rosi porque tiene esos

habían inculcado el temor americano al ridículo.

hermosos cabellos rojos que gustan tanto a los artistas— y

—No va usted a creerme, señor Scott. —Sí, te creeré.

Lizzie Burke. Rocié la tela con el fijador y dije: —Bien, continúa. —Vimos, a Kelly y a Baby Barnes, la bailarina y... a todo

“El hombre estaba junto al enrejado de la iglesia con las manos en el portal, pero retrocedí con prisa a mi caballete, descompuesto y horrorizado...”

el resto. Hice una conquista. —¿Entonces me has traicionado, Tessie? Ella se echó a reír y sacudió la cabeza. —Es Ed Burke, el hermano de Lizzie. Un perfecto caballero. Me sentí obligado a darle algunos consejos paternales acerca de las conquistas, que ella recibió con sonrisa

—¿No va a reírse de mí, señor?

radiante.

—¡Tonterías!

—Oh, sé cuidarme de una conquista desconocida —dijo

Vaciló. —Bien señor, tan verdad como que hay Dios, lo golpeé, él me agarró de las muñecas, y cuando le retorcí uno de los puños blandos y untuosos, me quedé con uno de sus dedos en la mano. Toda la repugnancia y el horror que había en la cara de Thomas debieron de haberse reflejado en la mía, porque agregó: —Es espantoso. Ahora cuando lo veo, me alejo. Me pone enfermo. Cuando Thomas se hubo marchado, me acerqué a la ventana. El hombre estaba junto al enrejado de la iglesia con las manos en el portal, pero retrocedí con prisa a mi caballete, descompuesto y horrorizado. Le faltaba el dedo medio de la mano derecha.

examinando su goma de mascar—, pero Ed es diferente. Lizzie es mi mejor amiga. Entonces contó que Ed había vuelto de la fábrica de calcetines de Lowell, Massachusetts, y que se había encontrado con que ella y Lizzie ya no eran unas niñas, y que era un joven perfecto que no tenía el menor inconveniente en gastarse medio dólar para invitarlas con helados y ostras a fin de festejar su comienzo como dependiente en el departamento de lanas de Macy's. Antes que terminara, yo había empezado a pintar, y adoptó nuevamente su pose sonriendo y parloteando como un gorrión. Al mediodía ya tenía el estudio bien limpio y Tessie se acercó a mirarlo. —Eso está mejor —dijo. También yo lo pensaba así y comí con la íntima

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Revista Esperpento satisfacción de que todo iba bien. Tessie puso su comida en

cuando me persigno, siento que todo, con inclusión de mí

una mesa de dibujo frente a mí y bebimos clarete de la

mismo, se encuentra más animado, y cuando me confieso,

misma botella y encendimos nuestros cigarrillos con la

me siento bien. Un hombre que vive tan solo como yo, debe

misma cerilla. Yo le tenía mucho apego a Tessie. De una

confesarse con alguien. Claro que Sylvia era católica, y ese

niña frágil y desmañada, la había visto convertirse en una

era motivo suficiente para mí. Pero estaba hablando de

mujer esbelta y exquisitamente formada. Había posado para

Tessie, lo que es muy diferente. Tessie también era católica y

mí durante los tres últimos años y de todas mis modelos ella

mucho más devota que yo, de modo que, teniendo todo esto

era la favorita. Me habría

en cuenta, no había mucho que

afligido mucho, en verdad, que

temer por mi bonita modelo

se vulgarizara o se volviera una

mientras no se enamorase. Pero

fulana, como suele decirse, pero

entonces sabía que sólo el

jamás advertí el menor deterioro

destino decidiría su futuro, y

en su conducta y sentía en el

rezaba internamente por que ese

fondo que ella era una buena

destino la mantuviera alejada de

chica. Nunca discutíamos de

hombres como yo y que pusiera

moral, y no tenía intención de

en su camino muchachos como

hacerlo, en parte porque yo no

Ed Burker y Jimmy McCormick.

tenía muy en cuenta a la moral,

¡Dios bendiga su dulce rostro!

pero también porque sabía que

Tessie

estaba

sentada

ella haría lo que le gustara muy

lanzando anillos de humo que

a

ascendían

mi

pesar.

No

obstante,

al

cielo

raso

y

esperaba de todo corazón que

haciendo tintinear el hielo en su

no

vaso.

se

viera

envuelta

en

—¿Sabes,

dificultades, porque deseaba su bien y también por el egoísta

también

motivo de no perder a la mejor

anoche?

de mis modelos. Sabía que una conquista,

como

la

yo

Chavala, tuve

un

que sueño

La observé. A veces la llamaba “la Chavala”.

había

—No habrá sido ese hombre

llamado Tessie, no significaba

—dijo riendo.

nada para chicas como ella, y

—Exacto. Un sueño parecido

que tales cosas en América no se asemejan en nada a las

al tuyo, sólo que mucho peor.

mismas cosas en París. No

Fue tonto e irreflexivo de mi

obstante, yo había vivido con

parte decirlo, pero ya se sabe el

los ojos bien abiertos y sabía que alguien se llevaría algún

poco tacto que tienen los pintores por lo general.

día a Tessie de un modo u otro, y aunque por mi parte

—Debo de haberme quedado dormido poco más o menos

consideraba que el matrimonio era un disparate, esperaba

a las diez —proseguí—, y al cabo de un rato soñé que me

sinceramente que en este caso hubiese un sacerdote al final

despertaba. Tan claramente oí las campanas de la

de la aventura. Soy católico. Cuando oigo misa solemne,

medianoche, el viento en las ramas de los árboles y la sirena

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento de los vapores en la bahía, que incluso ahora me es difícil

Un sollozo de Tessie me interrumpió. Estaba temblando

creer que no estaba despierto. Me parecía yacer en una caja

como una hoja. Vi que me había comportado como un asno e

con cubierta de cristal. Veía débilmente las lámparas de la

intenté reparar el daño.

calle por donde pasaba, pues debo decirte, Tessie, que la caja

—¡Vaya, Tess —dije— Sólo te lo conté para mostrarte la

en la que estaba tendido parecía encontrarse en un carruaje

influencia de tu historia en los sueños de los demás. No

acojinado en el que iba sacudiéndome por una calle

pensarás realmente que estoy tendido en un ataúd ¿no es

empedrada. Al cabo de un rato me impacienté e intenté

cierto? ¿Por qué estás temblando? ¿No te das cuenta de que

moverme, pero la caja era demasiado estrecha. Tenía las

tu sueño y la irrazonable repugnancia que me produce ese

manos cruzadas en el pecho, de modo que no me era posible

inofensivo sereno de la iglesia pusieron sencillamente en

levantarlas para aliviarme. Escuché y, luego, intenté llamar.

marcha mi cerebro no bien me quedé dormido?

Había perdido la voz. Podía oír los cascos de los caballos

Puso la cabeza entre sus brazos y sollozó como si fuera a

uncidos al coche e incluso la respiración del conductor.

rompérsele el corazón. Me había portado como un imbécil.

Entonces otro ruido irrumpió en mis oídos, como el abrir de

Pero estaba por superar mi propio récord. Me le acerqué y la

una ventana. Me las compuse para ladear la cabeza un tanto,

rodeé con el brazo. —Tessie, querida, perdóname —dije—; no tendrías que haberte asustado con semejantes tonterías. Eres una chica

“En un principio me eché a reír, pero cuando comprendí lo que decía, un estremecimiento me atravesó el cuerpo y me quedé sentado como de piedra”.

demasiado atinada, demasiado buena católica corno para creer en sueños. Su mano se puso en la mía y su cabeza cayó sobre mi hombro, pero todavía temblaba; yo la acariciaba y la consolaba. —Vamos, Tess, abre los ojos y sonríe.

y descubrí que podía ver, no sólo a través del cristal que cubría la caja, sino también a través de los paneles de cristal a los lados del carruaje. Vi casas. Vi casas, vacías y silenciosas, sin vida ni luz en ninguna de ellas, excepto en una. En esa casa había una ventana abierta en el primer piso, y una figura toda de blanco miraba a la calle. Eras tú. Tessie había apartado su cara de mí y se apoyaba en la mesa sobre el codo. —Pude verte la cara —proseguí— que me pareció muy angustiada. Luego seguimos el viaje y doblamos por una estrecha y negra calleja. De pronto los caballos se detuvieron. Esperé y esperé, cerrando los ojos con miedo e impaciencia, pero todo estaba silencioso como una tumba. Al cabo de lo que me parecieron horas, empecé a sentirme incómodo. La sensación de que algo se acercaba hizo que abriera los ojos. Entonces vi la cara del cochero de la carroza fúnebre que me miraba a través de la cubierta del ataúd...

Sus ojos se abrieron con un lánguido lento movimiento y se encontraron con los míos, pero su expresión era tan extraña que me apresuré a reanimarla otra vez. —Fue una patraña, Tessie, no creerás que todo esto podrá acarrearte algún mal. —No —dijo, pero sus labios escarlatas se estremecieron. —¿Qué sucede, entonces? ¿Tienes miedo? —Sí, pero no por mí. —¿Por mí, entonces? —pregunté alegremente. —Por usted —murmuró en voz casi inaudible—. Yo... yo lo quiero a usted. En un principio me eché a reír, pero cuando comprendí lo que decía, un estremecimiento me atravesó el cuerpo y me quedé sentado como de piedra. Esta era la culminación de las tonterías que llevaba cometidas. En el momento que transcurrió entre su réplica y mi contestación, pensé en mil respuestas a esa inocente confesión. Podía desecharla con

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Revista Esperpento una sonrisa, podía hacerme el desentendido y decirle que me

satisfecha, daba igual ahora, y a no ser que deseara dañar a

encontraba muy bien de salud, podía manifestarle con

un corazón inocente, tenía la senda trazada ante mí. El fuego

sencillez que era imposible que ella me amase. Pero mi

y la intensidad, la profundidad de la pasión de un amor que

reacción fue más veloz que mis pensamientos, y cuando

ni siquiera había sospechado, a pesar de la experiencia que

quise darme cuenta ya era demasiado tarde, porque la había

creía tener del mundo, no me dejaban otra alternativa que

besado en la boca.

corresponderle o apartarla de mi lado. No se si me acordaba

Aquella noche fui a dar mi paseo habitual por el parque

producir dolor en los demás o si hay algo en mí de lóbrego

de Washington pensando en los acontecimientos del día. Me

puritano, pero lo cierto es que me repugnaba negar la

había comprometido a fondo.

responsabilidad

No podía echarme atrás ahora,

irreflexible beso, y de hecho no

y miré de frente a mi futuro. Yo

tuve tiempo de hacerlo antes que

no

se abriesen las puertas de su

era

bueno,

escrupuloso,

ni

pero

siquiera no

tenía

corazón

y

por

la

ese

marejada

intención de engañarme a mí

expandiera.

mismo o a Tessie. La única

habitualmente cumplen con su

pasión

yacía

deber y encuentran una sombría

soleados

satisfacción en hacer de sí

bosques de Bretaña. ¿Estaba

mismos y de los demás unos

sepultado para siempre? La

desdichados,

Esperanza

resistido. Yo no. No me atreví.

de

sepultada

Durante

mi en

vida los

clamaba: tres

años

“¡No!” había

Después

Otros

se

quizá

de

que

habrían

amainada

la

esperado el ruido de unos pasos

tormenta, le dije que más le

en mi umbral. ¿Sylvia se había

habría valido amar a Ed Burke y

olvidado? “¡No!”, clamaba la

llevar un sencillo anillo de oro,

Esperanza.

pero

no

quiso

escucharme

Dije que no era bueno. Eso

siquiera, y pensé que mientras

es verdad, pero con todo no era

hubiera decidido amar a alguien

exactamente el villano de la

con quien no podía casarse, era

ópera cómica. Había llevado

preferible que fuera yo. Yo, al

una vida fácil y atolondrada,

menos,

recibiendo de buen grado el

inteligente afecto, y cuando ella

placer que se

se cansara de su pasión, no

me ofrecía,

podría

tratarla

con

deplorando, a veces lamentando con amargura, las

saldría de ella mal parada. Porque yo estaba decidido en

consecuencias. Sólo una cosa, con excepción de mi pintura,

cuanto a eso, aunque sabía lo difícil que resultaría.

tomaba en serio, y aquello yacía ocultado, si no perdido, en

Recordaba el final habitual de las relaciones platónicas y

los bosques bretones.

cuánto me disgustaba oír de ellas. Sabía que iniciaba una

Era demasiado tarde ahora para lamentar lo ocurrido en

gran empresa para alguien tan falto de escrúpulos como yo, y

el día. Tanto si fue lástima, como si fue la súbita ternura que

temía el futuro, pero ni por un momento dudé de que ella

produce el dolor o el más brutal instinto de la voluntad

estaría segura conmigo. Si se hubiera tratado de cualquier

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Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento otra, no me habría dejado atormentar por escrúpulos. Pero ni

pesar mío, me estremecí al ver la hinchada cara blancuzca y

se me ocurría la posibilidad de sacrificar a Tessie como lo

apresuré el paso. Entonces dijo algo que pudo haberme

habría hecho con una mujer de mundo. Miraba el porvenir

estado dirigido o quizá sólo estuviera musitando para sí, pero

directamente a la cara y veía los varios probables finales del

que semejante individuo se dirigiera a mí me puso

asunto. Terminaría ella por cansarse de mí, o llegaría a ser

súbitamente furioso. Por un instante me dieron ganas de girar

tan desdichada que tendría que desposarla o abandonarla. Si

sobre los talones y aplastarle la cabeza con el bastón, pero

nos casábamos, seríamos desdichados. Yo con una mujer

seguí andando, entré en el Hamilton y fui a mi apartamento.

inapropiada para mí, ella con un marido inapropiado para

Por algún tiempo di vueltas en la cama intentando librarme

cualquier mujer. Porque mi vida pasada no me calificaba

de su voz, pero no me fue posible. Ese murmullo me llenaba

para el matrimonio. Si la abandonaba, quizá caería enferma,

la cabeza como el denso humo aceitoso de una cuba donde se

pero se recuperaría y acabaría casándose con algún Ed

cuece grasa o la nociva fetidez de la podredumbre. Y

Burke, pero, precipitada o deliberadamente, podía cometer

mientras me revolvía en mi lecho, la voz en mis oídos

una tontería. Por otra parte, si se cansaba de mí, toda su vida

parecía más clara y distante, y empecé a entender las

se desplegaría ante ella con maravillosas visiones de Eddie

palabras que había murmurado. Me llegaban lentamente, como si las hubiera olvidado y por fin pudiera comprender su sentido. Había articulado:

“... di vueltas en la cama intentando librarme de su voz, pero no me fue posible. Ese murmullo me llenaba la cabeza como el denso humo...”

—¿Has encontrado el Signo Amarillo? —¿Has encontrado el Signo Amarillo? —¿Has encontrado el Signo Amarillo? Estaba furioso. ¿Qué había querido decir con eso? Luego, dirigiéndole una maldición, cambié de postura, y me quedé dormido, pero cuando más tarde desperté estaba pálido y ojeroso, porque había vuelto a soñar lo mismo de la

Burke, anillos de boda, gemelos, pisos en Harlem y el Cielo sabe que más. Mientras me paseaba entre los árboles vecinos al Arco de Washington, decidí que de cualquier modo ella encontraría a un sólido amigo en mí, y que el futuro se cuidara de sí mismo. Luego entré en la casa y me puse el traje de noche, porque la nota ligeramente perfumada que había sobre mi tocador decía: “Tenga un coche pronto a la entrada de los artistas a las once”, y estaba firmada “Edith Carmichel, Teatro Metropolitan, 19 de junio de 189-”. Esa noche cené o, más bien cenamos la señorita Carmichel y yo, en el Solari y el alba empezaba a dorar la cruz de la iglesia Memorial cuando entré en el parque de Washington después de haber dejado a Edith en Brunswick. No había un alma en el parque cuando pasé entre los árboles

noche pasada y me turbaba más de lo que quería confesarme. Me vestí y bajé al estudio. Tessie estaba sentada junto a la ventana. Cuando yo entré se puso de pie y me rodeó el cuello con los brazos para darme un beso inocente. Tenía un aspecto tan dulce y delicado que la volví a besar y luego me fui a sentar frente al caballete. —¡Vaya! ¿Dónde está el estudio que empecé ayer? Tessie parecía confusa, pero no respondió. Comencé a buscar entre pilas de telas mientras le decía: —Apresúrate, Tess, y prepárate; debemos aprovechar la luz de la mañana. Cuando por fin abandoné la búsqueda entre las otras telas y me volví para registrar el cuarto, vi que Tessie estaba de pie junto al biombo con las ropas todavía puestas.

y cogí el sendero que va de la estatua de Garibaldi al edificio

—¿Qué sucede? —le pregunté—. ¿No te sientes bien?

de los apartamentos Hamilton, pero al pasar junto al atrio de

—Sí.

la iglesia vi una figura sentada en la escalinata de piedra. A Número 2  Noviembre-Febrero 2012

79


Revista Esperpento —Apresúrate, entonces.

humanas.

—¿Quiere que pose como... como he posado siempre?

—Es todo lo que tengo para darle como recuerdo.

Entonces

nueva

Me sentí molesto, pero le dije que lo tendría en alta

complicación. Había perdido, por supuesto, a la mejor

estima y le prometí llevarlo siempre. Ella me lo sujetó en la

modelo de desnudo que había conocido nunca. Miré a

chaqueta, bajo la solapa.

comprendí.

Se

presentaba

una

Tessie. Tenía el rostro escarlata. ¡Ay! ¡Ay! Habíamos

—¡Qué tontería, Tess, comprar algo tan bello! —le dije.

comido el fruto del árbol del conocimiento y el Edén y la

—No lo he comprado —dijo riendo.

inocencia original ya eran sueños del pasado... quiero decir,

—¿De dónde lo has sacado?

para ella.

Entonces me contó que lo había encontrado un día al

Supongo que notó la desilusión en mi cara, porque dijo:

volver del acuario de la Batería y que había hecho publicar

—Posaré, si lo desea. El estudio está detrás del biombo.

un aviso en los periódicos y que por fin perdió las esperanzas

He sido yo quien lo ha puesto allí.

de encontrar al propietario del broche.

—No —le dije—, empezaremos algo nuevo. Y fui a mi armario y elegí un vestido morisco resplandeciente de lentejuelas. Era un traje auténtico y Tessie

—Fue el invierno pasado —dijo—, el mismo día en que tuve por primera vez ese horrible sueño de la carroza fúnebre.

se retiró tras el biombo encantada con él. Cuando salió otra

Recordé el sueño que había tenido la pasada noche, pero

vez, quedé atónito. Sus largos cabellos negros estaban

no dije nada, y en seguida la carbonilla empezó a revolotear

sujetos en su frente por una diadema de turquesas y los

sobre la nueva tela, y Tessie permaneció inmóvil en la

extremos llegaban rizados hasta la faja resplandeciente.

tarima.

Tenía los pies calzados en unas bordadas babuchas puntiagudas, y la falda del vestido, curiosamente recamada

III

de arabescos de plata, le caía hasta los tobillos. El profundo

El día siguiente fue desastroso para mí. Mientras

azul metálico del chaleco bordado en plata y la chaquetilla

trasladaba una tela enmarcada de un caballete a otro, mis

morisca en la que estaban cosidas refulgentes turquesas, le

pies resbalaron en el suelo encerado y caí pesadamente sobre

sentaban maravillosamente. Avanzó hacia mí y levanté la

ambas muñecas. Tan grave fue la luxación sufrida que

cabeza sonriente. Deslicé la mano en el bolsillo, saqué una

resultó inútil intentar sostener el pincel, examinando dibujos

cadena de oro con una cruz y se la coloqué en la cabeza.

y esbozos inacabados hasta que, ya desesperado me senté a

—Es tuya, Tessie.

fumar y a girar los pulgares con fastidio. La lluvia que

—¿Mía? —balbució.

azotaba los cristales y tamborileaba sobre el techo de la

—Tuya. Ahora ve y posa.

iglesia me produjo un ataque de nervios con su interminable

Entonces, con una sonrisa radiante, corrió tras el biombo

repiqueteo. Tessie cosía sentada junto a la ventana, y de vez

y reapareció en seguida con una cajita en la que estaba

en cuando levantaba la cabeza y me miraba con una

escrito mi nombre.

compasión tan inocente, que empecé a avergonzarme de mi

—Tenía intención de dársela esta noche antes de irme a casa —dijo—, pero ya no puedo esperar.

irritación y miré a mi alrededor en busca de algo en qué ocuparme. Había leído todos los periódicos y todos los libros

Abrí la caja. Sobre el rosado algodón, había un broche de

de la biblioteca, pero por hacer algo me dirigí a la librería y

ónix negro en el que estaba incrustado un curioso símbolo o

la abrí con el codo. Conocía cada volumen por el color y los

letra de oro. No era arábigo ni chino, ni como pude

examiné todos pasando lentamente junto a la librería y

comprobar después no pertenecía a ninguna de las escrituras

silbando para animarme el espíritu. Estaba por volverme para

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Revista Esperpento ir al comedor, cuando me sorprendió un libro encuadernado

La biblioteca estaba vacía. Fui a ambas salas, luego los

en amarillo en un rincón de la repisa más alta de la última

dormitorios, a la lavandería, la cocina y, finalmente, volví a

biblioteca. No lo recordaba y desde el suelo no alcanzaba a

la biblioteca donde inicié un registro sistemático. Se había

descifrar las pálidas letras sobre el lomo, de modo que fui a

acurrucado, pálida, y silenciosa, junto a la ventana reticulada

la sala de fumar y llamé a Tessie. Ella vino del estudio y se

del cuarto del almacenaje de arriba. A primera vista me di

encaramó para alcanzar el libro.

cuenta que su necedad había sido castigada. El Rey de

—¿Qué es? —le pregunté.

Amarillo estaba a sus pies, pero el libro estaba abierto en la

—El Rey de Amarillo.

segunda parte. Miré a Tessie y vi que era demasiado tarde.

Quedé estupefacto. ¿Quién lo había puesto allí? ¿Cómo

Había abierto El Rey de Amarillo. Entonces la tomé de la

había ido a parar a mis aposentos?

mano y la conduje al estudio.

Hacía

había

Parecía obnubilada, y cuando le

decidido no abrir jamás ese libro, y

dije que se tendiera en él sofá me

nada en la tierra podría haberme

obedeció sin decir palabra. Al cabo

persuadido a comprarlo. Temiendo

de un rato sus ojos se cerraron y la

que la curiosidad me tentara a

respiración se le hizo regular y

abrirlo, ni siquiera lo había mirado

profunda, pero no me fue posible

nunca en las librerías. Si alguna

descubrir si dormía o no. Durante

vez experimenté la curiosidad de

largo rato me quedé sentado en

leerlo, la espantosa tragedia del

silencio junto a ella, en el cuarto de

joven Castaigne, a quien yo había

almacenaje

conocido,

cogí el libro amarillo con la mano

ya

enfrentarme

mucho

me con

que

disuadió sus

de

malignas

menos

jamás

herida.

frecuentado,

Parecía

pesado

páginas. Siempre me negué a

como el plomo, pero lo llevé al

escuchar su descripción y, en

estudio otra vez y sentándome en

verdad, nadie se aventuró nunca a

la alfombra junto al sofá, lo abrí y

comentar en alta voz la segunda

lo leí desde el principio al fin.

parte, de modo que no tenía

Cuando

debilitado

por

el

conocimiento en absoluto de lo que

exceso de las emociones, dejé caer

podrían revelar esas páginas. Me

el volumen y me recosté fatigado

quedé mirando fijamente la ponzoñosa encuadernación amarilla como habría mirado a una serpiente.

contra el sofá, Tessie abrió los ojos y me miró. Habíamos estado hablando cierto tiempo con opacada y

—No lo toques, Tessie —dije—. Baja de ahí.

monótona tensión cuando advertí que estábamos comentando

Por supuesto, mi admonición bastó para despertar su

El Rey de Amarillo. ¡Oh, qué pecado, haber escrito

curiosidad y antes que pudiera impedírselo cogió el libro y,

semejantes palabras... palabras que son claras como el

con una carcajada, se fue bailando al estudio con él. La

cristal, límpidas y musicales como una fuente burbujeante,

llamé, pero ella se alejó dirigiendo una torturadora sonrisa a

palabras que resplandecen y refulgen como los diamantes

mis imponentes manos y yo la seguí con cierta impaciencia.

envenenados de los Medicis! ¡Oh, la malignidad, la

—¡Tessie! —grité entrando en la biblioteca—, escucha, hablo en serio. Deja ese libro. ¡No quiero que lo abras!

condenación más allá de toda esperanza de un alma capaz de fascinar y paralizar a criaturas humanas con tales palabras!

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Revista Esperpento Palabras que comprenden el ignorante y el sabio por igual,

oía avanzar muy lentamente por el vestíbulo. Y ahora estaba

palabras más preciosas que joyas, más apaciguadoras que la

a la puerta y los candados se pudrieron a su tacto. Ahora

música celestial, más espantosas que la muerte misma.

había entrado. Con ojos que se me saltaban de las órbitas

Seguimos hablando sin prestar atención a las sombras

trate de escudriñar en la oscuridad, pero cuando entró en el

que se espesaban, y ella me estaba rogando que me

cuarto, no la vi. Sólo cuando la sentí envolverme en su frío

deshiciera del broche de ónix negro en que estaba

abrazo blando grité y luché con furia mortal, pero tenía las

curiosamente incrustado lo que, ahora lo sabíamos, era el

manos inutilizadas y me arrancó el broche de el ónix de la

Signo Amarillo. Nunca sabré por qué me negué a hacerlo,

chaqueta y me golpeó en plena cara. Entonces, al caer, oí el

aunque en esta hora, aquí, en mi habitación, mientras escribo

grito leve de Tessie y su espíritu voló al encuentro de Dios, y

esta confesión, me gustaría saber qué me impidió arrancar el

mientras caía deseé poder seguirla, porque sabía que el Rey

Signo Amarillo de mi pecho y arrojarlo al fuego. Estoy

de Amarillo había abierto su andrajoso manto y ahora sólo

seguro de que deseaba hacerlo, pero Tessie me lo imploró en

era posible implorar ante Cristo.

vano. Cayó la noche y transcurrieron las horas, pero aún

Podría decir más, pero al mundo no le serviría de nada.

seguíamos hablando quedo del Rey y la Máscara Pálida, y la

En cuanto a mí, estoy más allá de toda ayuda o esperanza

medianoche sonó en los chapiteles brumosos de la ciudad

humanas. Mientras yazgo aquí escribiendo, sin preocuparme

hundida en la niebla. Hablamos de Hastur y Cassilda

de si moriré o no, antes de terminar, veo al doctor que recoge

mientras afuera la niebla rozaba los ciegos paneles de las

sus polvos y frascos con un vago ademán dirigido al buen

ventanas como el oleaje de las nubes avanzaba y se rompía

cura que tengo junto a mí; entonces comprendo.

sobre las costas de Hali.

Sentirán curiosidad por conocer los detalles de la

La casa estaba ahora acallada y ni el menor sonido de las

tragedia... ésos del mundo exterior que escriben libros e

calles brumosas quebrantaba el silencio. Tessie yacía entre

imprimen millones de periódicos, pero no escribiré ya más, y

cojines, su rostro era una mancha gris en la penumbra, pero

el padre confesor sellará mis últimas palabras con el sello

tenía sus manos apretadas en las mías y yo sabía que ella

sagrado cuando su santo oficio haya sido cumplido. Los del

sabía y que leía mis pensamientos como yo los suyos, porque

mundo exterior podrán enviar a sus vástagos a hogares

habíamos comprendido el misterio de las Híadas y ante

desdichados o casas visitadas por la muerte, y sus periódicos

nosotros se alzaba el Fantasma de la Verdad. Entonces,

se cebarán en la sangre y las lágrimas, pero en mi caso sus

mientras nos respondíamos el uno a la otra, velozmente, en

espías tendrán que detenerse ante el confesionario. Saben

silencio, pensamiento tras pensamiento, las sombras se

que Tessie ha muerto y que yo agonizo. Saben que la gente

agitaron en la penumbra que nos rodeaba y a lo lejos en las

de la casa, alarmada por un grito infernal, se precipitó a mi

calles distantes oímos un sonido. Cada vez más cerca, se

cuarto y encontró a un vivo y dos muertos; pero no saben lo

escuchó el lóbrego crujido de ruedas, cada vez más cerca

que voy a decir ahora; no saben que el médico dijo señalando

todavía, y ahora cesó afuera, ante la puerta. Me arrastré hasta

un horrible bulto descompuesto que yacía en el suelo... el

la ventana y vi una carroza fúnebre empenachada de negro.

lívido cadáver del sereno de la iglesia:

El portal, abajo, se abrió y se volvió a cerrar; me arrastré temblando hasta la puerta y le eché la llave, pero no había candado ni cerradura que pudiera impedir el paso de la

—No tengo teoría alguna, ninguna explicación. ¡Este hombre debe de haber muerto hace meses! Creo que me muero. Desearía que el cura...

criatura que venía en busca del Signo Amarillo. Y ahora la

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Revista Esperpento

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Revista Esperpento

UNA BUENA E IMPECABLE CORBATA PERFECTAMENTE ANUDADA AL CUELLO. Por Richard León Imágenes S. L.

A mi muy comedido hermano se le ha ocurrido que a

sentenciado. Y entonces, sé que me condenará a caminar

mi muy desagraciado cuello le hacía falta glamur, estilo y

de tienda en tienda buscando “la que haga juego” y “dé

galantería, por lo que, al muy detallista, no le quedó más

buena impresión”. Claro que quiero creer en sus buenas

opción, dice él, que regalarme una ostentosa corbata.

intenciones, en su desinteresada preocupación por mi

Por supuesto, no se le niega la iniciativa, el emprendimiento de querer vestir con tan delicada prenda

presentación personal. Sin embargo, ahora empieza a preocuparme:

cuello tan desgarbado. Pero más le habría valido no

—¿Camisa y corbata tan elegantes y distinguidas con

querer introducirme en el minucioso mundo de la alta

jeans desgastados? Tiu tiu tiu —chasquea con gesto

costura de cuellos. Empezando porque a mí los cuellos me

desaprobatorio—. No señor, eso no es así. Conozco un

tienen sin el más mínimo cuidado —lo único que importa

buen lugar...

es lo que sostienen, y a veces ni siquiera eso—; y en

Y estoy en la calle otra vez, siendo arrastrado de

últimas, porque prefiero envolverme el pescuezo en una

almacén en almacén, probándome sacos, pantalones y

bufanda gris olorosa a tabaco

correas, escuchando “No sale”,

de

“Ése color no le va”, “Ése no

la

más

baja

costura,

luce”,

fulminando

los

comprada a un par de indios

le

en el más sucio andén.

ánimos del vendedor una y

Pero a mi queridísimo

otra vez. Mientras, yo estoy

hermano mis aparentes buenas

como en un sueño, como no

razones también lo tienen sin

estando, como simplemente

el más mínimo cuidado. No

ido. Observo como observaría

contento

un espectador, esperando a qué

con

llevarme

su

ostentosa corbata, ha decidido

conduce tanto absurdo.

que es insuficiente: “Pero, ¿no pensará

usarla

con

esa

camisa

desastrosa?”,

ha

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—Muy bien, muy bien... Pero siento que algo falta, que algo no está bien...

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Revista Esperpento —Quizá sea el calzado, señor —acusa el vendedor de trajes, mirando con desprecio mis Convers de tela y suela de goma, visiblemente gastada y manchada. —Pero claro, era... ¡eso! ¿Por qué no lo habré notado antes?

varios días... jum, una cabellera larga y rebelde, visiblemente despeinada por el viento. —Deberíamos darle una visita al barbero, ¿no cree? —¡Y cómo no! —respondo efusivo—... Todos deben ganarse su propio pan y yo no puedo impedirlo, ¿verdad?

Y de nuevo estoy en la calle, esta vez a la busca de un buen par de zapatos de cuero brillante, impecable y

Pero antes, si no es problema, preferiría visitar el baño — y escapo sonriente al más cercano.

crujiente, tan impecables como el traje, la camisa y la

Por supuesto que no, me digo, mi gran hermano

corbata, como una vida de trabajo de oficina sin la más

solamente quiere incluirme en su mundo a las malas...

mínima mancha, como una vida sin arrugas. Y yo cada

Ahora es un vestido de paño fino, vestir-como-una-

vez menos yo, cada vez dejando una

persona-decente, una afeitada al ras y un

prenda de mí mismo olvidada a la

corte de cabello, peinarse con gomina, y

carrera, cada vez pareciéndome más al

después será un empleo mecánico en un

común y simple humano, cada vez

cubículo de oficina en el que estaré

siendo más un “ciudadano de bien” —

oxidándome por los próximos veinte

por lo menos en el vestir.

años... Si eso es lo que quiere, tendrá que

Y bueno, zapatos brillantes al fin y al

atraparme, si es que puede.

cabo, impecables, de cuero crujiente a

Saber que todo empezó con una

cada paso... Tan brillantes que se podía

impecable corbata... Y con una corbata,

ver la cima de los edificios grises

perfectamente anudada, terminará.

detalladamente reflejada.

La

desato

de

mi

cuello

con

queda

tranquilidad —frente al espejo, como se

mirándome de pies a cabeza con aire de

debe—, le hago un, juzgo, buen par de

aparente satisfacción, aunque a mí no me

nudos corredizos. Me la vuelvo a poner

engaña. Yo sé que para él hace falta algo

lentamente alrededor del cuello como

más,

para lucirla adecuadamente.

Mi

querido

que

hermano

aun

convencido,

no

está

que

se

del

inquisitiva

todo y

Ya está.

silenciosamente busca la deficiencia.

Ahora sí que me atrape, si es que

Observa atentamente: zapatos de cuero brillantes, impecables y crujientes;

puede. Pero no me quejo, seguro que tenía buenas intenciones.

pantalón de paño inglés; saco, tan inglés como el pantalón; camisa de corte

Y por lo menos seré un cadáver bien vestido...

italiano, rosada como dicta la moda; corbata

perfecta

y

correctamente

anudada... jum, barba incipiente de

Y no se podrá decir de mí que no supe cómo usar una buena e impecable corbata perfectamente anudada al cuello.

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ÚSESE SOLO EN CASO DE EMERGENCIA... Por Proyecto Esperpento

Figurémonos que es usted un transeúnte desprevenido que

no estarían de más para avivar a las cuadrillas de violentos.

deambula

Una vez calculado el aparente poderío de la masa, diríjase frugalmente a su Gabinete de „Patafísica más

tranquilamente por

cercano y, una vez aprovisionado con lo esencial y

una

necesario, rompa la monótona algarabía de la masa insurrecta con su marcha inquietable de Hombre Libre —

calle cualquiera

brincos, cabriolas, arremetidas, estocadas a la nada, de

su ciudad. Ahora figurémonos que es un día esplendoroso, escandalosamente soleado, imperdonablemente azul... Y de repente, la anarquía se toma sus calles a la vuelta de cualquier esquina.

agitación premeditada y disparos al aire son estrictamente necesarios. Pero primero démosle una ojeada a nuestro Gabinete y sus pertrechos. Encontrará usted a mano derecha la siempre infalible Máquina de Descerebramiento Portátil —en adelante MaDePo—,

No, no debe usted preocuparse ni alterarse; mucho menos entregarse al pánico más femenino — con gritos, lloriqueos y espasmos—;

minucioso artículo creado por el Señor Ubú, Doctor en „Patafísica,

que

solamente

las

personas

vulgares

confundirían con la más común de las hachas. A mano

tampoco unirse provisionalmente a las hordas de anarquistas que pueblan las calles.

izquierda, cosa de no perderse, se encuentra la inextinguible

Usted, apaciblemente, finja ver despreocupadamente

Candela Verde

la hora en su reloj, observe con ensimismamiento y hasta

que hará la diversión de los incineradores y

con entusiasmo —eso sí, de lejos, como todo buen

pirómanos, así como de niños y gentes entendidas en el

entusiasmo— a las masas que violentan el asfalto —unos

bello arte de la quema; suele confundírsele con un simple

cuantos

extintor, pero se le puede diferenciar con facilidad por el

¡Vivan las Fuerzas Armierdras!

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Revista Esperpento constante humo expelido en forma de música armónica.

inmaculado brillo de sus zapatos, suceso indeseado que

Si se fija en el centro del Gabinete, encontrará una

llamaría la atención de cualquier esclavo, de cuyas buenas

Gidouille retráctil

y serviles intenciones abiertamente debe cuidarse. Luego

que hace las veces de soga atragantadora y colgadora,

solo es cosa de aprovisionarse de las phynanzas ajenas

según haya necesidad. También encontrará usted una Talega

justamente devueltas a su Talega gracias a un arte tan controvertido.

por aquello que “es más fácil echarlos a la talega que pedir permiso”. Igualmente, un

El incomprendido Arte del Descerebramiento, como podrá observarse, no consiste solamente en hacer saltar

Contorsionador de Onejas y Narices,

unos vulgares sesos sobre la muchedumbre extasiada y el

el

asfalto inmaculado, en

Pellizca-puercos miniaturizado,

bañar

noble invención del Reverendo Rábano, que permite

en

un máximo de acción con un mínimo de esfuerzo, una

sangre,

Bomba de mierdra perfectamente armada. Y, por

huesos

supuesto, una infaltable

y

Corona de Rey de Polonia,

viscosidades

por las dudas —no sea que un golpe de estado estalle

a los asistentes y transeúntes. Funciona más bien como

en un momento indeterminado en las tierras polacas y

una purga colectiva, como evento cívico a la antigua

tenga necesidad de demostrar su inalienable derecho al

usanza. Como suerte de vomitivo evento público que

trono.

limpia y renueva a una sociedad en evidente decadencia y

Una vez patafísicamente armado y patafísicamente

ruina. Por tanto no es de extrañar que de cuando en

dispuesto, nomás es cosa de encontrar un consumado

cuando y de forma periódica la sociedad se mire a sí

filisteo en quien probar el agudo filo de nuestra MaDePo,

misma como enemiga y termine por autodeglutirse en una

arma de nuestra natural preferencia en vista a su potencial

dinámica propia de la autopreservación.

eficacia. La forma más estética y monstruosa, sin lugar a dudas, será cuando éste se encuentre de espaldas entregado al pánico más enfermizo o a la inútil tarea de esconder sus phynanzas entre sus calzones. Hay que

Pero recuerde, úselo solo en caso de emergencia, en

acercarse de la forma más sigilosa, cosa que no se alarme

Ciclo de Descerebramiento General, Lunar o Legislativo,

y emita un chillido común a su especie —al que todo

de histeria colectiva o de totalidad simpleza. Mientras,

filisteo acude más por entrometido que por solidario—,

evite usted la tentación de armarse, con cada ocasión que

atacando de tal forma que el brazo y la MaDePo se

pase cerca de un Gabinete, mirando de soslayo el arsenal

alineen formando ángulo recto con el resto del cuerpo; un

„patafísico. Y recuerde, para ellos no funciona más que en

ángulo mayor o menor de 90º daría como resultado un

caso de incendio.

desparramamiento tal de sesos de rentista sobre el

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Revista Esperpento

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