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larissa guerrero

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Miguel Monterrosas

Miguel Monterrosas

Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDo)

Mexicanos que no pudieron adquirir productos de canasta alimentaria aumentó de 17.3 a 21.9 millones

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Yareth Arciniega Villa Aumentó de 17.3 a 21.9 millones de personas entre 2018 y 2020, el número de mexicanos que no pudieron adquirir productos de la canasta alimentaria, aun destinando todo su ingreso, informó el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO).

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presentó las estimaciones de pobreza en el país 2018-2020 dónde señala que el porcentaje de la población en pobreza aumentó de 41.9% a 43.9%.

A través de un comunicado, LabDo expuso que las recomendaciones de mantener una alimentación balanceada como medida preventiva ante la COVID-19 hechas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) han sido difíciles de cumplir ante la desaceleración económica que impactó el bolsillo de millones de mexicanos.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aseguraron, los hogares en el país sufrieron durante el 2020 una reducción en sus ingresos de 5.8%.

Lo anterior, aunado al aumento en los precios de los alimentos a nivel global, desde mayo del año pasado, según reportes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), apuntaron.

En este sentido, señalaron, la información de la ENIGH, consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad LabDO destacó que, si bien el rubro de alimentos, bebidas y tabaco fue el que representó el mayor gasto tanto en 2018 como en 2020, fue en este último año en donde se identificó una caída de 5.9%, panorama que se explica por la pérdida del trabajo como principal fuente de ingresos. Aun con menos ingresos, expusieron, durante el 2020 cada hogar destinó, en promedio y de manera mensual, seis mil pesos a dicho rubro, en donde se priorizó la carne, seguido de cereales.

Por su parte, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presentó las estimaciones de pobreza en el país 2018-2020 dónde señala que el porcentaje de la población en pobreza aumentó de 41.9% a 43.9%.

Sin embargo, aclararon que un estudio de la firma especializada en investigación de mercados, Ipsos, permite avizorar los cambios de hábitos alimenticios en el país durante el 2020.

Lo anterior, tras darse a conocer que, en un comparativo entre 30 países, México ocupó el primer lugar en aumento de peso promedio con 8.5 kilos, por encima de Arabia Saudita con 8 kilos; Argentina con 7.9 kilos y Perú con 7.7 kilos. El promedio mundial fue de 6.1 kilogramos extra.

Asimismo, comunicaron que en el informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” publicado por la FAO, se señala que la prevalencia de la desnutrición aumentó en los últimos dos años, al pasar de 8.4% a 9.9%, lo que significa que entre 720 y 811 millones de personas a nivel mundial enfrentaron hambre durante el 2020.

LAs TriNCHErAs dE LA vErdAd

Larissa Guerrero*

Quién no ha estado en la típica situación en la cual, en plena discusión sale a colación la famosa frase; “mi verdad”. ¿Mi verdad?, ¿qué significa eso de “mi verdad”?, porque si es que acaso existe tal cosa como “mi verdad”, de forma implícita estoy también afirmando que existen además, de mi verdad, otras verdades. Verdades de quién, o quiénes.

Hablar de la verdad, no solo es una cuestión de la ciencia, o de las religiones, en realidad, la cuestión de la verdad es una cuestión que ha de ser democratizada, es decir, se trata de una necesidad de todo y para todos, porque hablar de la verdad, no es otra cosa más que hablar de la vida cotidiana. La verdad es aquella que día a día vivimos, porque nos acontece, porque la ejecutamos, la actuamos. Muchas veces se tiene la idea que la verdad es una cosa universal y absoluta, y aunque esto es cierto, no es absolutamente cierto. Estamos entrando al terreno del sí, pero no, o dicho formalmente al campo de la analogía. Lo que es cierto es que la verdad se dice de muchas maneras.

A expensas de ser enviada a la hoguera por mis colegas epistemólogos (aquellos que estudian el conocimiento y la verdad), me atrevo a afirmar que la verdad es, efectivamente, relativa. Es relativa a aquello que se conoce, a quien conoce, a quien habla, pues la verdad siempre va ligada a un sujeto que la piensa. Pero el que sea relativa, no quiere decir que sea una ficción, o que surja de un decreto mágico, y que la realidad se adecue a nuestros caprichos. No es así.

La verdad se define como la relación de adecuación (hacerse al modo de) entre el objeto (lo que se conoce) y la mente (quien conoce). qué significa esto, que la verdad sucede en el pensamiento de una persona al conocer el mundo real. Pero el problema es que el mundo real, no solamente es el mundo de

La verdad sucede en el pensamiento de una persona al conocer el mundo real.

afuera, el mundo objetivo; pues también existen los mundos interiores, es decir, los mundos subjetivos. Es tan verdadero que por la fuerza de gravedad caen las cosas al suelo, como es tan verdadero cuando alguien dice que el día es triste. En el primer caso se habla de una verdad universal, en el segundo caso de una verdad “mi verdad”. ¿Cuál es más verdadera? Yo me atrevería a decir que ambas. La verdad universal es una verdad objetiva, que se plantea la verdad de esa realidad desde el objeto mismo, por su parte la verdad “mi verdad”, es una verdad particular que se plantea desde el sujeto. Siguiendo el ejemplo del día, una verdad objetiva (universal) sería que el día está nublado, porque efectivamente hay nubes en el

cielo. El objeto de la verdad sería la realidad o existencia de las nubes en el cielo. En cuanto a la verdad subjetiva, se afirma que el día es triste, y el eje de la verdad es la realidad del sujeto, porque en el sujeto existe realmente una emoción de tristeza como respuesta psíquica al día nublado. Desde esta perspectiva es tan verdadero que el día esté nublado como la emoción de tristeza de alguien.

Al segundo tipo de verdad, me gusta llamarle verdad narrativa, se trata de una verdad que narra la propia vida, las propias experiencias, es una verdad biográfica, “mi verdad”, como el sí mismo la experimenta, la vive, la siente, la padece, actúa. ¿quién se atrevería a decir que una verdad narrativa no es verdadera, o que la verdad narrativa no es cierta, o real?

Más de una vez se ha tachado a esta sociedad moderna y posmoderna como una sociedad relativista, en el que cada quien tiene su verdad, y que lo más civilizado es la tolerancia, y aceptar que cada quien tenga su verdad. No pienso que esta afirmación sea del todo correcta, pues me parece que no somos una cultura tan esquizoide como para no saber que en efecto es una verdad objetiva, y qué una verdad narrativa. ¿Acaso somos tan psicóticos como para no saber que, en efecto, existen verdades universales?

El problema de nuestra sociedad posmoderna no es la verdad en sí, sino más bien, que estamos tan sumergidos en nuestras mismidades que raramente al comunicarnos, comunicamos las cosas desde la objetividad. Los problemas más gordos de comunicación y la convivencia, no son por cuestiones de verdad, son por cuestiones de narrativita, es decir, que no sabemos expresar, que lo que decimos cuando decimos algo, lo estamos diciendo desde nuestra subjetividad, y que lo que expresamos son verdades narrativas. Lo que comunicamos es la experiencia de la vida a través de nuestra gran maquinaria vivencial, que es un tejido de sentimientos, emociones, percepción, memoria, imaginación, experiencias previas, etc. Y tampoco somos capaces de poner freno a escuchar que lo que nos dicen es la verdad narrativa de otro yo, como el mío. Comunicar la verdad objetiva es muy simple, nadie podría negar en un día lluvioso que hay lluvia, o humedad. Pero sí negamos que un día lluvioso en una verdad narrativa tenga muchas otras verdades diferentes a la mía.

Lo más importante es que los seres humanos, en la vida que construimos día a día la verdad que compartimos es la verdad biográfica. Cuando vamos a contar una experiencia que hemos pasado de felicidad o tristeza a un amigo, una pareja, un familiar, lo que comunicamos es la verdad subjetiva, no la verdad objetiva que esa la mayoría de las veces es evidente. Y lo que tenemos que aprender a hacer, es a saber expresar desde qué trinchera estamos compartiendo una verdad, como también escuchar desde qué trinchera nos están compartiendo otras verdades.

Tu vida, mi vida es lo mismo que decir mi verdad y tu

La verdad es aquella que día a día vivimos, porque nos acontece, porque la ejecutamos, la actuamos.

verdad, y ninguna es ficción o mentira, claro que existe mi realidad y tu realidad, y eso no significa que seamos esquizofrénicos, o que estemos delirando, claro, el punto de equilibrio está en que mi realidad y mi verdad estén sintonizadas con la realidad y la verdad objetiva. Pues al fin de cuentos es la misma realidad, solo que una se experiencia desde el sujeto y la otra se dice desde el objeto, hay infinidad de versiones de verdad narrativa, tantas como sujetos, aunque la realidad y la experiencia sean la misma para todos. Así que cuando te digan que te hablas de “su verdad”, lo más recomendable es ponerte en los zapatos del otro.

*Directora de investigación y proyectos del Buró de Ingeniería Humana y Desarrollo de Responsabilidad Social. @laruskhi

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