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BRONCA CONTRA LOS OXXO'S
Alfonso Durazo ha girado instrucciones, bajo el argumento de protección para las tienditas y otros ‘changarros’, para que Ocso no abra sucursales en algunos municipios de Sonora. El gobierno de Sonora explica que ya no autorizarán mas tiendas llamadas Ocsos o de giro similar, en los municipios mas pequeños de Sonora principalmente de la Sierra, ya que perjudican a su economía como comunidades. Se explica que afectan la economía de los comerciantes locales, abarrotes, pequeñas tienditas y por ende la circulación monetaria ya de por si muy pequeña en esos municipios de menos de 20 mil habitantes. Se ha instruido a la Secretaría de Economía y a la Secretaría de Gobierno para que, en conjunto con los gobiernos de municipios menores no se autoricen la instalación de tiendas de conveniencia, tales como Ocsos, Cevenleven, Estras, y otras. Sonora tiene 72 municipios, de los cuales al menos 40 se ubican en la sierra de Sonora. De los 72 municipios, 49 localidades tienen menos de 10 mil habitantes y de estos, 22 son municipios que apenas sobrepasan los mil pobladores. El municipio menos habitado de la entidad es Onavas, tiene 365 habitantes, según el censo del INEGI de 2020.
De entrada, la prohibición aplicaría a los pueblos que se ubican en los 40 municipios de la zona serrana, donde abundan las rancherías. El número de tiendas
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Ocxo en México crece cada día, pues la empresa señala que se inauguran 3 nuevas sucursales diariamente.Las últimas cifras oficiales de la corporacion que es propietaria el grupo Garza Lagüera indican que hay 17 mil 400 en el país, al 5 de febrero de 2023; de las cuales 850 explotan en Sonora y 314 en Hermosillo. Femsa reportó 20,899 puntos de venta.
El horroroxxo
Entrar a una tienda a la que todos ingresan, es como entrar al país de las maravillas de Alicia, no existe ley, hay un país dentro de otro país, el clima interno es un oasis ante los 44 grados externos, las personas vestidas con un mameluco rojo son las más repugnantes del mundo, hay cámaras en cada esquina y nunca nunca tienen cambio. Buscas alrededor aquellas tienditas de abarrotes para pedir una lata, un frasquito de café, un litro de leche, pero se acabaron, ahora hay un escaparate cavernoso donde enfrente hay enormes congeladores de latas de cerveza y todo venden, todo, hasta una aguja para cocer, pero carísimos, inalcanzable para un salario mínimo de 142 pesos.
Eso sí, venden unas latas rojas y plateadas, en cantidades descomunales, dicen que alegran, que deprimen o que refrescan. Venden unas aguas negras enlatadas rojas o en botellas de vinilo, por millones y millones. Junto a bolsitas de frituras o pan endulzado con precios fuera de bor- da. Entro a comprar un plátano, “son seis pesos” dice la dependiente, pero cómo, ¿un plátano? Lo más probable es que no vendan plátanos ahí, el kilogramo lo dan en cuarenta pesos. Pero consigue una tiendita, una miscelánea, un abarrotes, ya no hay, esos que la doñita te daba hasta la feria en centavos, te daba las buenas tardes y te hacia la cuenta en un papel para envolver huevos.
Mi sobrino me habla, me insiste: “Tío ve por mi dinero y renvíamelo”. Llego barrido al Ocso son casi las ocho de la noche. “Señor no le puedo atender si no trae cubrebocas”. Salgo camino tres cuadras, regreso y vuelvo a insistir, “esta es la clave del envío”. --Señor ya se cerró el sistema para envíos. Aghh…. Chinen a su mare. Traigo 13 pesos con cincuenta centavos, me faltan cuarenta centavos, agarro la bebida, la pago y la cajera me responde: no puedo vendérle, faltan cuarenta centavos, -no los traigo adiós. Señor señor deténgase… le voy a echar la policía… Aghhhh… Chinen a su mare. Le pongo recarga al celular, “Son cien pesos me dice la dependiente”, lo pago, salgo de la caverna, y no entró la línea, regreso y preguntó qué pasó, -trae su ticket?-, no me lo diste, pero acabo de pagarlo, -no puedo hacer nada sin el ticket- . Aghhh… Chinen a su mare.
En estos negocios el cliente no interesa, es despreciado, maltratado, despojado de su dinerito, no son tiendas para pobres, es más lo sacan si entra un pobre, son tiendas para los que están dispuestos a pagar altos precios, sin control de la profeco. Son tiendas superfluas mortales para el pequeño comercio. Acaparadoras que venden cada año, tecate y cocacola por miles de millones de pesos, son el caldo de cultivo del alcoholismo y la drogadicción y provocan los altos índices de diabetes y obesidad. Pero pagan por el impuesto estatal en Sonora, por cada tienda anualmente de licencia de alcoholes, 350 mil pesos, que es una cantidad irrisoria en proporción a las utilidades obtenidas, pero con eso engordan los corruptos funcionarios gubernamentales. Sus propietarios son los Garza Lagüera, Antonio Fernández, etc. y están orgullosos de lo que hacen con la economía del país y con los consumidores, y ya se expandió a Perú y Brasil.
En cortito.
Valgame que el gobierno del estado y su sistema de comunicación se sientan tan poderosos que no cumplan y evadan cumplir con sus obligaciones de transparencia e incluso con la sentencia del ISTAI RR 333/22 que dicho sea de paso tiene un año la solicitud de información, A donde vamos a parar? diría el Buki. Que patético. Es la Cuata Tanfomachón de Durazo.