ISSN: 2221-0369
Año 1 - Número 1
Lima-enero 2011
Director Rodolfo Monteverde Sotil Editor Rodolfo Monteverde Sotil Revisores de artículos Cristian Jacob / Sheylah Vásquez Salcedo / Rodolfo Monteverde Sotil Traducciones al inglés Santiago Barbich / Daniel Monteverde Sotil Difusión Mayra Delgado Valqui / Gaby Román Cruz Diseño y diagramación Ernesto Monteverde P. A. Fotografías de la carátula y de los índices Martín Chambi: Cargador de Chicha a Tinta (Sicuani, Cuzco 1940) / Vendedoras en mercado. Detalle (Chinchero, Cuzco 1927) Las opiniones vertidas, en los artículos publicados en esta revista, son de entera responsabilidad de cada autor. La revista no se hace responsable por el contenido de los mismos. © Prohibida la reproducción total o parcial de la revista sin el permiso expreso de su Director.
Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo Primera edición. Año 1. Número 1, enero 2011 Publicación cuatrimestral ISSN: 2221-0369 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-00350 Hecho por computadora Jr. La Libertad 119 Santa Patricia, La Molina. Lima-Perú https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ revistahaucaypata@gmail.com Todos los derechos reservados
Dedicatoria A todos los estudiantes de arqueologĂa del PerĂş: en ustedes decansa el futuro y protecciĂłn de nuestro patrimonio cultural. Y a la Sra. Luisa: mi gran abuela, madre y amiga, las cosas no volvieron a ser iguales desde que partiste (1916-2000).
REVISTA HAUCAYPATA Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo
Índice Editorial
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Relación de Colaboradores
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¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco? Rodolfo Monteverde Sotil
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Archivos Audiovisuales del Cuzco (Disponibles en Internet) Sheylah Vásquez Salcedo
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Inca sacred space, platforms and their potential soundscape. Preliminary observations at usnu from Ayacucho Frank Meddens y Millena Frouin
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Indiferencia y destrucción: El caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de Pisco-Ica Eberth Serrudo Torobeo
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Metalurgia doméstica durante la presencia inka en el valle Calchaquí Norte, SaltaArgentina Cristian Jacob
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Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob
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Entrevista al Dr. Ramiro Matos Mendieta Jolie Soto Pérez
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Normas editoriales
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Editorial
Los estudios arqueológicos del Tahuantinsuyo, en el Perú y Sudamérica, han dado un sorprendente avance en los últimos años. Hacemos colación a esto, por que usualmente el estudio del pasado incaico había partido y descansado solamente en base a los datos que las fuentes etnohistóricas nos podían brindar. Nosotros compartimos la idea de la interdisciplinariedad en las ciencias sociales. Pero asimismo, sostenemos que la arqueología es una ciencia por que por sí sola puede llegar a conocimientos que otras ciencias no pueden. Por ello, pensamos que la información directa de la contextualización de las evidencias materiales es de suma importancia en el intento por develar nuestro pasado prehispánico; en especial a lo que al imperio del Tahuantinsuyo concierne. Es así, que al requerir un medio a través del cual se difundan las investigaciones arqueológicas, en nuestro país, nos hemos propuesto emprender la publicación de la Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. La publicación de la Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, nace con la intención de cumplir tres objetivos que todo arqueólogo debe proponerse en su carrera profesional: la defensa del patrimonio arqueológico, la investigación del patrimonio arqueológico y la divulgación de sus investigaciones. Hemos planeado sacar hasta tres números anuales de nuestra revista; en esta ocación les presentamos el primero. Un análisis crítico y comparativo de las fuentes etnohistóricas y su confrontación con la evidencia arqueológica han permitido, a quien escribe, proponer hipotéticamente la conformación material del ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco. Sheylah Vásquez ha preparado una lista de enlaces en internet sobre archivos audiovisuales del Cuzco, muchos de ellos con más de 50 años de antiguedad. Frank Meddens y Millena Frouin nos presentan los resultados de sus observaciones e investigaciones de la sonoridad y el paisaje circundante relacionados a los ushnus de Ayacucho. Eberth Serrudo nos expone el caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo, en Pisco-Ica, actualmente en muy mal estado de conservación debido al abandono estatal, la indiferencia de los pobladores aledaños y por efecto del sismo del 2007. Colegas argentinos, nos presentan dos importantes estudios sobre la ocupación inca en ese país: de la metalurgia doméstica en el valle de Calchaquí Norte-Salta (Cristian Jacob) y de las evidencias materialiales en una tumba en La Huerta, Quebrada de Humahuaca-Jujuy (Ivan Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob). Complementa este primer número, una crítica y reflexiva entrevista al Dr. Ramino Matos Mendienta, realizada por Jolie Soto. Finalmente queremos dar las gracias a todos aquellos que colaboraron con sus artículos o en la preparación de la revista. Desde ya les hacemos llegar nuestra invitación para que participen con sus publicaciones en el segundo número de la revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, programado para mayo del presente año. Rodolfo Monteverde Sotil Director
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Lámina de Martín de Murúa. Detalle (Historia y Genealogía de los reyes incas del Perú. Códice Murúa. Colección Sean Galvin. 2004 [1590: Libro tercero]).
Colaboradores Claudia Aranda Licenciada en Arqueología (Universidad de Buenos Aires). Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Millena Frouin PhD. in Sedimentology (University of Rouen). Geomorphologa. Institute National the Recherches Archeologiques Preventives. Direction Interregionals Grand Est Nort. Cristian Jacob (Universidad de Buenos Aires). Instituto de Arqueología IDA. Ivan Leibowicz Licenciado en Arqueología (Universidad de Buenos Aires). Instituto de Arqueología IDA. Frank Meddens PhD. in Archaeology (University of London). FSA MIFA. Research Associate (Royal Holloway University of London). Director of Pre-Construct Archaeology. Rodolfo Monteverde Sotil Maestrista en Arqueología (Pontificia Universidad Católica del Perú). Bachiller en Arqueología (Universidad Nacional Federico Villarreal). Egresado de Historia del Arte (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Eberth Serrudo Torobeo Licenciado en Arqueología (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Quelcay SAC. Jolie Soto Pérez Estudiante de Historia del Arte (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Comisión Central de Inventario de Bienes Culturales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sheylah Vásquez Salcedo Estudiante de Arqueología (Universidad Nacional Federico Villarreal).
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¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco? Rodolfo Monteverde Sotil laspuertas48@hotmail.com
Resumen El presente trabajo, está basado en un análisis interdisciplinario que incluye no solo evidencia arqueológica sino también etnohistórica. En él proponemos tentativamente como habría sido el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco, capital del Tahuantinsuyo. En diversos asentamientos incaicos del Perú y Sudamérica se han reconocido y registrado ushnus en sus plazas principales, estos son básicamente plataformas de plantas cuadrangulares o rectangulares, de una o más plataformas superpuestas y ocasionalmente con escalinatas, vanos de acceso, pozos y canales en la parte superior. Si el Cuzco, fue el modelo ideal a recrear en diversos territorios por donde el imperio se expandía y asentaba, ¿acaso el ushnu de la plaza Haucaypata presentaba las mismas características que los ushnus foráneos al Cuzco? En un primer acercamiento podríamos afirmar que no, que en realidad éste distaría mucho de lo que convencionalmente se piensa cuando se habla de ushnus. Palabras claves: Ushnu, Cuzco, Tahuantinsuyo, Haucaypata, inca Abstract This work is based on an interdisciplinary approach that includes not only archaeological but also ethnohistorical evidence. We tentatively propose how did the ushnu of Haucaypata Square (located in Cuzco, capital of Tahuantinsuyo) look like. Ushnus have been recognized and registered in the main squares of several Inca settlements in Perú and South America. These platforms are basically of square or rectangular plant, have one or more platforms and occasionally overlapping stairways, access openings, wells and canals at the top. If Cuzco was the ideal model to be reproduced in different regions where the empire expanded and settled, does the Haucaypata ushnu have the same characteristics as ushnus outside Cuzco? In a first approach we could answer this question negatively; actually this ushnu is different from what is conventionally thought about ushnus. Keywords: Ushnu, Cuzco, Tahuantinsuyo, Haucaypata, inca Introducción En los últimos 20 años ha sido notorio el incremento de las publicaciones sobre trabajos arqueológicos (de excavaciones o prospecciones) realizados en ushnus localizados en asentamientos Tahuantinsuyo fuera del Cuzco: a nivel sudamericano (Hyslop 1990); en Pumpu, Junín (Matos 1994); en Shincal de Quimivil, Catamarca-Argentina (Raffino et. al. 1997); en Caxas, Aypate y Mitupampa, sierra de Piura (Astuhuamán 1998); en Maucallacta, Arequipa (Presbítero et. al. 2000-2001); en Curamba, Andahuaylas (Amorín y Alarcón 2001); en La Puruchuca,
Huaycán de Pariachi y San Juan de Pariachi, valle del Rímac-Lima (Villacorta 2003); en Huánuco Pampa, Huánuco (Pino 2004 y 2005 y Bar 2006-20071); y en Piedra Angosta, valle de Mala-Cañete (Monteverde 2008), sólo por mencionar algunas contribuciones recientes. El Licenciado Alfredo Bar Esquivel fue el Director del Proyecto Arqueológico de Puesta en Valor del Ushnu de Huánuco Pampa 2006-2007. Proyecto orientado a la restauración del muro oeste del ushnu y a la conservación preventiva del material arqueológico excavado por el Craig Morris en este sitio. 1
MONTEVERDE SOTIL, Rodolfo, 2011. ¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco? Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 1: 6-21. Lima.
Rodolfo Monteverde Sotil
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¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco?
Estas publicaciones han evidenciado que los ushnus se localizan en las plazas principales de los asentamientos, ya sea al centro o en uno de sus extremos internos o externos. Los ushnus consisten en ser una estructura arquitectónica de planta rectangular, cuadrangular o incluso trapezoidal; de una, dos o más plataformas superpuestas; con escalinatas y vanos de acceso; con tianas o asientos y pozos pequeños asociados a canales en su plataforma superior (P.e. Matos 1994, Raffino et. al. 1997, Astuhuamán 1998, Presbítero et. al. 20002001, Amorín y Alarcón 2001, Pino 2004 y 2005). Estas características, no están todas siempre presentes en uno solo, pero son las que reúnen con recurrencia los ushnus (Figura 01). Los ushnus cumplieron funciones diversas, dentro del asentamiento, como ser el lugar donde se bebían y vertían líquidos, donde se practicaban capacochas o sacrificios de niños, donde el inca precedía una serie de ceremonias políticas o militares, donde se practicaban observaciones astronómicas, etc. (Hyslop 1990, Pino 2004 y 2005, Zuidema 1989 y 1991 y Amorín y Alarcón 2001). Lamentablemente sobre el ushnu de la plaza Haucaypata, hoy plaza de Armas del Cuzco, u otros como el Hurin Haucaypata (o plaza Limacpampa Grande, al este del Templo del Sol (según Zuidema 1979, 1989 y 19912) (Figura 02), se conoce muy poco; ya que en general la arqueología cuzqueña nos ha brindado escasas luces sobre el Cuzco prehispánico (ver Ítalo Oberti 1983 y Brian Bauer 2008 quienes opinan al respecto). Por ejemplo, según Farrington y Raffino (1996) y Vargas (2007) en excavaciones arqueológicas realizadas por arqueólogos del INC-Cuzco en la parte central del Haucaypata, junto a la pileta de la plaza de Armas, se encontraron alineamientos de piedras de factura inca (Farrington y Raffino 1996) de estilo rústico (Vargas 2007) a tres metros de la superficie, asociados a figurinas de camélidos (de oro, plata, cobre y spondylus) halladas en un sector aledaño y a 80 cm. de la superficie (Figura 03). Pero la Municipalidad y el INC decidieron no continuar con los trabajos y cubrir todo lo hallado (Farrington y Raffino 1996). Lo cual 2
Bauer (2000) acepta como tentativa la localización de este ushnu en la plaza de Limacpampa Grande.
ha dejado varias incógnitas hasta el momento: ¿acaso se trataba del ushnu de esta plaza?, si es así, ¿cómo era este ushnu? y ¿este ushnu es similar a los localizados en asentamientos Tahuantinsuyo fuera del Cuzco? ¡Sólo excavando sistemáticamente y revisando críticamente las fuentes etnohistóricas (como generadoras de hipótesis) nos aproximaremos a la realidad. Por ello, mientras que excavaciones arqueológicas en el Haucaypata o en el Hurin Haucaypata no confirmen la ubicación exacta de estos ushnus, seguirán siendo, para nosotros, poco convincentes las observaciones astronómicas de Zuidema (1979, 1989 y 1991) quien no especificó en sus textos, necesariamente en base a pruebas materiales, sus localizaciones exactas, cuando propuso una serie de relaciones astronómicas entre estos, el Coricancha y el Sunturhuasi. Además, muchos planos del Cuzco, dentro de las propuestas de sus autores, que nos brindan tentativas reconstrucciones y localizaciones del ushnu de estas plazas y de los edificios que las rodeaban, al no tener mayor sustento arqueológico; existen muchas contradicciones entre ellos; como el Sunturhuasi, edificio de planta circular, que para Zuidema existía en el Haucaypata, pero para Rowe (2003) es improbable que así haya sido3. En la actualidad no se ha podido establecer en base a evidencia arqueológica cuales serían las verdaderas localizaciones de muchos de los edificios localizados en el sector monumental del Cuzco (zona comprendida entre los ríos Tullumayo y Saphy) que son mencionados en las crónicas. Lo cual ha dado pie a una serie de especulaciones. Así por ejemplo, Gasparini y Margolies (1977: 48 y 58) y Agurto Calvo (1980: 56) localizan al Quishuarcancha en el espacio que ocupa parte de la Catedral del Cuzco. Mientras que en el plano de Bauer (2008: 219 y 223) los templos de Quishuarcancha y Pucamarca están localizados juntos, aledaños al Acllahuasi y al Hatuncancha. Por su parte, Gasparini y Margolies (1977: 48 y 58), ubican en esta misma ubicación sólo al Pucamarca que no es precisada por Agurto Calvo (1980: 56). En un plano más temprano de Squier (1974 [1877]) vemos que él localizó al templo de Pucamarca en los espacios ocupados, en los planos de Bauer y Gasparini y Margolies, por el Hatuncancha y Pucamarca, sin precisar la localización del Quishuarcancha. Hyslop (1990: 35) emplea el mismo plano de Agurto Calvo (1980: 56). 3
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Figura 01: Fotograf铆as donde se puede apreciar la diversidad formal de los ushnus (dimensiones, factura y elementos constructivos). Elaborada por Rodolfo Monteverde S. 2010.
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¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco?
El presente ensayo pretende en base a una revisión crítica de las fuentes etnohistóricas coloniales analizar las características arquitectónicas o formales del ushnu de la plaza Haucaypata u otras de la capital del imperio del Tahuantinsuyo. Asimismo, nos valdremos del dato arqueológico, vertido en publicaciones, para permitirnos realizar una serie de comparaciones entre diversos asentamientos arqueológicos en y fuera del Cuzco, en los cuales podamos encontrar ciertas
similitudes o evidencias que nos ayuden a comprender como fue el ushnu del Haucaypata u otra plaza principal del Cuzco. Fuentes Etnohistóricas A continuación revisaremos las referencias etnohistóricas de siete cronistas, ordenados cronológicamente, que nos describen algunos aspectos formales de los ushnus del Cuzco. Ellos son: Juan de Betanzos (2010 [1551]); Pedro Cieza de León (1986 [1553]); Anónimo (1906 [Circa
Figura 02. Se aprecia la localización de algunas de las construcciones Tahuantinsuyo localizadas en el sector monumental del Cuzco (Entre los ríos Tullumayo y Saphy). Destacan las plazas Haucaypata (plaza de Armas) y Hurin Haucaypata (plaza Limacpampa Grande), en donde habían, según las crónicas, un ushnu en cada una. Plano elaborado por Rodolfo Monteverde Sotil 2010.
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1565]); Pedro Pizarro (1968 [1571]); Cristóbal de Molina (2008 [1574-1575]); Cristóbal de Albornoz (en Duviols 1984 [1582]) y Bernabé Cobo (en Rowe 1981 [1653]4). Juan de Betanzos (2010: 94-95 [1551: Cap. XI]). Este capítulo trata sobre la casa del Sol, el bulto del Sol y los ayunos que mandó hacer Inca Yupanqui. Betanzos hace referencia que no todos podían entrar al Templo del Sol a menos que fueran señores, por ello “…hizo poner en medio de la plaza del Cuzco donde ahora es el royo una piedra de la hechura de un pan de azúcar puntiaguda para arriba y enforrada e una faja de oro la cual piedra hizo ansi mismo labrar el día que mandó hacer el bulto del sol…” Luego señala que “…la piedra se puso en medio de la plaza del Cuzco hízose en ella [la plaza] un gran hoyo primero donde todos los de la ciudad chicos y grandes ofrescieron al sol las piezas de oro que les pareció y esto ofrecido cerraron el hoyo encima del cual hicieron y edificaron una pila de cantería de altor de medio estado [aprox. 0.84 m.]5 y en la redondez de la pila enterraron unos bultos de oro de largor de un dedo y del mismo gordor cada uno y estos bulticos que ansi enterraron en torno a la pila…y puestos en este orden los metieron debajo de la tierra de dentro de la pila…y en medio de la pila pusieron la piedra…”. Como hemos podido leer este cronista no denomina a esta piedra como ushnu. Pedro Cieza de León (1986: 69 [1553: fol. 30v.]). En la segunda parte de su crónica Cieza menciona, sin emplear el término ushnu, que “…en la gran plaza de la ciudad del Cuzco, estaua la piedra de la guerra que era grande, de la forma y hechura de un pan de azúcar, bien engastada y llena de oro…” Anónimo (1906: 151 y 158 [Circa 1565]). Señala que “…en medio de la plaza tenía un pilar de piedra muy labrada, de un estado de alto [1.6718 m.]… que le nombrauan Se piensa que Cobo no fue el autor original de la relación de los adoratorios del antiguo Cuzco. Si no que él copió un documento que fue escrito en el Cuzco entre 1559 y 1572. Rowe (1981) y Bauer (2000). 5 Según Agurto Calvo (1987: 277) un Estado es una antigua medida española de longitud que equivale a 1.6718 m. 4
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Osno…” Y al describir las actividades que se realizaban en setiembre o Cituaquilla [Situa] señala que “… en este mes se juntauan en el Cuzco todos los indios de toda la comarca, y juntos todos en la plaza principal, llamada Haocaypata, y allí hazían sus sacrificos al Sol con muchas ceremonias, en un pilar de piedra que tenían en medio de la plaza, con su teatro llamado Osno, y los hazían de corderos y rropas de precio y otras muchas cosas, y al pie del teatro vertían mucha chicha…que la ofrecían al Sol…” En esta cita el cronista ya emplea el término Osno. Pedro Pizarro (1968: 495 y 496 [1571]). Aunque tampoco emplea el término ushnu, comenta que “…unos…verquis de oro o de plata o de barro…y aquí echaban la chicha…Pues llenos estos verquis los derramaban en una piedra redonda que tenían por ídolo, en mitad de la plaza [Haucaypata], y echo alrededor una alberca pequeña a donde se consumía por unos caños que ellos tenían hechos por debajo de tierra…” Luego añade que “…estas cenizas que quedaban de estos fuegos que hacían… las echaban en este pilón que digo estaba en mitad de las plazas y piedra redonda a manera de teta…” Cristóbal de Molina (2008: 155 y 160 [1574-1575: fol. 11v. y fol. 14r.]). En su relato de la fiesta de la Situa, Molina menciona que “…luego la gente… salía a la plaza del Cuzco [Haucaypata]6…y en la plaza en medio della a do estaua el usño de oro que era a manera de pila a donde echauan el sacrificio de la chicha…” 6
Cristóbal de Molina no menciona explícitamente el nombre de la plaza desde donde 400 personas agrupados alrededor del ushnu partían en dirección a los cuatro suyos a arrojar los males fuera del Cuzco. Pensamos que Molina se refiere al ushnu del Haucaypata y no al del Hurin Haucaypata. Ya que el Haucaypata era la plaza principal de la llacta cuzqueña, de donde partían los cuatro caminos principales a los cuatro suyos y en términos generales era el centro simbólico de la Situa (Monteverde 2010). Santillana (2001: 263) también menciona que esta es la plaza señalada por Molina. Además, Garcilaso de la Vega (2005 [1609: Lib. 7mo, Cap. VI y VII]), refiere que era desde la actual plaza de Armas del Cuzco desde donde partían no 400 sino cuatro personas en dirección a los cuatro suyos durante la Situa. Por
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¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco?
Figura 03. Evidencias arqueológicas halladas en las excavaciones cercanas a la pileta de la plaza de Armas del Cuzco. Cimientos de muro a tres metros de profundidad y cuatro estatuillas nos invitan a reflexionar acerca de los datos proporcionados por las crónicas acerca del ushnu de esta plaza, especialmente sobre el pozo o pila que menciona, por ejemplo, Juan de Betanzos (2010: 94-95 [1551: Cap. XI]). Elaborada por Rodolfo Monteverde S. 2010.
Líneas más adelante, Molina agrega que al pedírsele al Hacedor, al Sol y al Trueno, con los cuales bebía el inca, para que les llegase otro año sin enfermedades que: “… tenia el sol delante de si vn uasso de oro grande en que hechaua el ynca chicha y de allí el sacerdote se le tomaua y la hechaua en el usño que como dicho es es a manera de pila de piedra enforrada en oro la qual tenia vn abujero debajo de tierra hasta las cassas del sol y el trueno y Hacedor … “ Cristóbal de Albornoz (en Duviols 1984: 256 [1582]). En su lista de las huacas de la región del Chinchaysuyo del Cuzco Albornoz menciona que “…usno era un pilar de oro donde bevían al Sol en la
plaza…”. Albornoz no especifica el nombre de la plaza, pero al ser este ushnu una huaca del Chinchaysuyo y al estar el Haucaypata en esta región suponemos que el autor se refiere a esta plaza. Bernabé Cobo (en Rowe 1981: 232 [1653]). En su relación de las huacas del Cuzco, Cobo menciona que la primera huaca del quinto ceque del Antisuyo [An.5:1] era “…una piedra llamada usno…en la plaza del Hurin aucaypata…”. Aunque Cobo no menciona al ushnu del Haucaypata7 refiere que la primera huaca del decimocuarto ceque del Cuntisuyo [Cu.14:1] (en Rowe 1981: 243 [1653]) “…era una una piedra no muy grande llamada
ello, para nosotros Zuidema (1979: 326) comete un error de interpretación del relato de la Situa de Molina al comentar que era desde el ushnu del Hurin Haucaypata de donde salían 400 personas en dirección de los cuatro suyos.
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Se acepta que la Relación de Huacas de Bernabé Cobo es incompleta (Rowe 1981 y Bauer 2000) ya que no menciona, entre otros edificios y lugares de la capital incaica, al ushnu de la plaza Haucaypata estructura de suma importancia en el Cuzco.
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oznuro8 que estaua en la chacara de los Gualparocas…”. Como hemos visto las primeras referencias al ushnu de la plaza Haucaypata se remontan a 1551 (con Betanzos), a solamente 17 años de la fundación española de la ciudad del Cuzco (1534) y se prolongan, manteniendo cierta recurrencia y similitudes entre ellas, hasta entrada la década del 80 del siglo XVI, recuérdese que es probable que la relación de Cobo, fechada en 1653, haya sido redactada entre 1559 y 1572 (Rowe 1981 y Bauer 2000) (Tabla 01). Pero las primeras denominaciones o empleo de un nombre propio para denominarlos como Osno (Anónimo), Usño (Molina) o Usno (Albornoz y Cobo) se dan a partir de los años 60 de ese siglo. Posteriormente, en el siglo XVII, las descripciones del ushnu del Cuzco, como la de Guamán Poma de Ayala (2008: 303 [1615: lámina 398]), se diferencian enormemente de las primeras referencias cronísticas. Así, Guamán Poma dibuja al ushnu del Cuzco como plataformas superpuestas, a modo de pirámide trunca, encima de las cuales está sentado Manco Inca (uno de los incas rebeldes de Vilcabamba) (Figura 04). Su recreación es muy similar a otra que realiza del ushnu de Cajamarca (2008: 292 [1615: lámina 384]) y al mismo tiempo es muy parecida a la versión de este ushnu de Martín de Murúa (2004 [1590]) (Figura 04). Pensamos que en el caso del Cuzco, la recreación de Guamán Poma está alejada de la realidad (1) no sólo por ser una representación tardía [1615] que representa a Manco Inca sentado sobre este ushnu; (2) estar probablemente basada en un ushnu foráneo (P.e. Vilcashuamán, como también lo haría el cronista Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui [1613]9); (3) porque sus láminas tienen fuerte influencia compositiva e iconográfica de Oznuro, Osno, Usnu, Vsno, Usnuni, Usño, Uzno, Ozno, Husnu y Usmo son algunos de los términos empleados en las crónicas coloniales para referirse a lo que convencionalmente hoy se denomina como ushnu (Pino 2010). La localización de oznuro [Cu.14:1] es desconocida (Bauer 2000). 9 “…y después de aber acabado trae a la plaza de haocay pata y en donde tenía su capac usno como en villcas y se asienta allí…” (1995: 92 [1613: fol. 32r.]). 8
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catálogos europeos medievales que llegaron a América para que fueran usados como modelos en la decoración pictórica de algunas iglesias del interior del Perú (Holland 2008) y (4) Por otro lado, se ha propuesto (Holland 2008) que una misma mano habría realizado los dibujos de Guamán Poma y Murúa. Es por ello que encontramos grandes similitudes entre las láminas de estos ushnus de ambos autores con una lámina medieval del año 900 dC. que representa al Rey Teodosio sentado en su trono y rodeado por su consejo (Figura 04). De los cronistas del siglo XVI, que se refieren a los ushnus cuzqueños, vemos que usualmente ellos hacen alusión a una plaza, coincidieron la mayoría en denominarla como Haucaypata, Hoacaypta o plaza del Cuzco (hoy plaza de Armas del Cuzco), y otros como Cobo mencionan la plaza de Hurin Haucaypata (plaza Limacpampa Grande) y la “…chacara de los Gualparocas…” cuya ubicación se desconoce en la actualidad. Asimismo, muchos de ellos coinciden en que: (1) el ushnu se localizaba en la parte media de esta plaza; (2) que era una piedra de forma ovalada, como un pan de azúcar o redonda pero puntiaguda; (3) que era de tamaño grande o de aproximadamente unos 1.68 metros de alto [un estado de alto: 1.6718 m.]; (4) que esta piedra estaba rodeada por una pila, pozo o alberca de piedra de aproximadamente unos 0.84 metros de alto [medio estado]; (5) que de esta pila salían canales subterráneos y (6) para algunos, tanto la piedra como la pila tenían una cubierta hecha en oro. Si nos valemos de los datos materiales que los arqueólogos del INC-Cuzco (ver Farrington y Raffino 1996 y Vargas 2007) hallaron en sus excavaciones (1) al lado de la pileta de la plaza de Armas del Cuzco o sea “en el Haucaypata”, (2) evidenciando alineamientos de piedras de factura inca que resultaron ser cimientos de muros de contención de alguna estructura (Figura 03) ¿no serían de la pila o la alberca del ushnu?, ¿acaso Juan de Betanzos (2010: 95 [1551: Cap. XI]) no dice que “…la piedra se puso en medio de la plaza del Cuzco [donde] hízose en ella un gran hoyo primero…?” y (3) si estos muros estaban asociados a cuatro figurinas de camélidos (Figura 03), nos preguntamos ¿acaso Betanzos (2010: 95 [1551: Cap. XI]) no menciona igualmente que “…y en la redondez de la pila enterraron unos bultos de oro de largor de un
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¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco?
dedo y del mismo gordor cada uno y estos bulticos que ansi enterraron en torno a la pila…”? Estos datos arqueológicos, sumados a la información etnohistórica, nos invitan a la discusión. Asimismo, los cronistas del siglo XVI no hacen alusión de los ushnus de la plaza Haucaypata, Hurin Haucaypata u otra del Cuzco como una estructura arquitectónica de una gran o más plataformas superpuestas o a modo de un edificio, como lo hiciera Cristóbal de Albornoz (En Duviols 1984: 202 [1582])
al referirse a los ushnus de Vilcashuamán (Ayacucho) y Huánuco Pampa (Huánuco): “…hay otra guaca…en las plazas de los pueblos que llaman uznos…..eran un bolo hecho de muchas piedras o de oro y plata…a todos les tenían hechos edificios… a hechura de torres de muy hermoza cantería…hanze de deshacer estos edificios que como son públicos….” La pregunta sería ¿por qué no se mencionan, de haber existido, estas características arquitectónicas de los ushnus del Cuzco? Una explicación interesante nos la brinda
Tabla 01. Se aprecian las características formales básicas y recurrentes del ushnu del Haucaypata, Hurin Haucaypata y de la chacara de Gualparocas que son mencionadas por los cronistas del siglo XVI. Rodolfo Monteverde Sotil 2010.
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Zuidema (1979, 1989 y 1991) quien propone que no se empleó el término ushnu en las crónicas prístinas del siglo XVI (o su símil quechua Usno, Osno, etc.), porque algunos cronistas estaban más interesados en describir una función específica del ushnu cuzqueño (P.e. libaciones, cultos religiosos, observaciones astronómicas, etc.) y que por ello sus descripciones son solamente de algunos de sus componentes (piedra o pila o canales donde se vierten líquidos o se observa el horizonte por ejemplo). Lo cual, pensamos, también pudo haber influido para dejar de lado el total de la descripción de las partes del ushnu del Cuzco, como las plataformas, por ejemplo, a “… modo edificios o a hechura de torres de muy hermoza cantería…” como señala Albornoz (En Duviols 1984: 202 [1582]) para referirse a los de Vilcashuamán y Huánuco Pampa. Pero propongamos otra alternativa y preguntémonos ¿y si los cronistas tempranos, más allá de sus intereses en describir la funcionalidad de estos ushnus cuzqueños, no estaban obviando mencionar grandes plataformas o hacer comparaciones con algún tipo de construcción como torre o edificio, para ayudarse en sus descripciones, porque estas características formales no eran como los ushnus de Vilcashuamán o Huánuco Pampa? Es decir, ¿y si los ushnus del Cuzco, descritos por Betanzos, Pedro Cieza de León, Pedro Pizarro, Anónimo, Cristóbal de Molina, Cristóbal de Albornoz y Bernabé Cobo, no fueron una gran plataforma o plataformas superpuestas como los ushnus localizados fuera del Cuzco sino solamente, como ellos lo señalan: grandes piedras, con una pila y con canales? A continuación pasaremos a analizar un asentamiento pre Tahuantinsuyo en el Cuzco y otros tres de filiación incaica, dos de ellos en el Cuzco y otro en el NW argentino (Catamarca), con la intención de ver si el registro arqueológico nos puede acercar a dilucidar si las formas materiales que señalan los cronistas del siglo XVI sobre los ushnus del Cuzco pueden ser ciertas o no. Grandes rocas en asentamientos pre Tahuantinsuyo Prospecciones superficiales y excavaciones arqueológicas en el asentamiento arqueológico
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de Choquepuquio10, localizado en la cuenca de Lucre, en el extremo este del valle del Cuzco (McEwan et. al 1995 y 2005), han permitido determinar que este asentamiento presenta una ocupación que va desde el Intermedio Temprano hasta el periodo colonial español (McEwan et. al 1995). Específicamente, unidades de excavaciones en el sector A, conformado por 12 grandes recintos aglutinados, reflejaron su ocupación durante el Intermedio Tardío; mientras que en superficie se hallaron material cerámico de estilo Lucre, Killke e Inca y evidencias de remodelaciones arquitectónicas en épocas del Tahuantinsuyo (McEwan et. al 2005). En este sector, en el patio de las estructuras A1 y A3 (las más representativas de este sector) (Figura 05), que son recintos, a modo de canchas, del Intermedio Tardío, con muros de aproximadamente dos metros de altura y con vanos de acceso, se localizan casi al centro afloramientos rocosos, uno en cada recinto. El afloramiento rocoso de la estructura A1, con una pequeña depresión tallada en él (McEwan et. al. 2005) presentaba en su lado sur un pozo o alberca poco profundo revestido con piedras, cuyo piso estaba cuidadosamente revestido con losas de piedras fijadas con arcilla. Dicho pozo estaba conectado, por el lado oeste, con un canal. Según los autores el agua circulaba por el canal, sobre el afloramiento y el pozo. Otros canales que entran en la estructura A1, al menos dos, drenaban agua en una fuente ubicada en el exterior. Por su parte, el patio de la estructura A3 también presenta un afloramiento rocoso con un pozo o alberca revestida con piedras, que era alimentado de agua a través de canales. Tanto los afloramientos rocosos de A1 y A3 han sido propuestos como huacas (McEwan et. al. 2005). En estas estructuras se practicarían un culto al agua (así lo demuestran los hallazgos en la estructura A1 donde se encontraron gran cantidad de vasijas, botellas, platos, ollas y vasos del Intermedio Tardío (que habrían sido usados en festines) y en cultos a los ancestros (se hallaron evidencias de entierro en muchos de los recintos del sector A) (McEwan et. al. 1995). En el lado este del sitio hay un manantial que tal vez le da el nombre de Choquepukio: Choque= oro y pukio= manantial (McEwan et. al 2005: 259). 10
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¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco?
Figura 04. Comparaciones entre las ilustraciones gráficas de Guamán Poma y Martín de Murúa y sus probables influencias de estampas medievales europeas en lo que concierne a la representación del ushnu como asiento del Inca. Elaborada por Rodolfo Monteverde Sotil 2010.
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Grandes rocas en asentamientos Tahuantinsuyo A continuación mencionaremos tres asentamientos Tahuantinsuyo, dos de ellos en el Cuzco y uno en la zona NW de Argentina, que podrían darnos algunas luces acerca de las características formales del ushnu de la plaza Haucaypata o de otras del Cuzco: (1) Al noreste de la llacta cuzqueña, dentro del Parque Arqueológico de Sacsayhuaman, se encuentra Quenqo Grande, un inmenso roquedal tallado anexado a una gran plaza semicircular con muros que presentan vanos de acceso y hornacinas. En uno de los extremos internos de la plaza, cercano al roquedal, hay una gran roca de seis metros de altura (Ángles Várgas 1990) sobre una suerte de pedestal o plataforma de planta rectangular de dos, probablemente tres, hiladas de sillar (Figura 06). (2) En
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Quispeguanca, en el valle del Urubamba (Farrington 1995 y 1998), en el sector B existe una gran plaza de 205 m. por 120 m. alrededor de la cual se organizan los edificios de ese sector y en cuyo centro se encuentra localiza una gran roca alargada sin tallar de unos 4 m. por 2.6 m. y cercana a la cual pasa un canal de agua. Asimismo, a esta plaza ingresa un tramo de camino inca (Farrington 1995 y 1998) (Figura 06) y (3) En Ampajango 2, valle de Yocavil, provincia de Catamarca, Argentina, en la plaza del sector IV existe una gran roca rodeada, en su parte inferior, de plataformas superpuestas11 y con una rampa o escalinata en uno de sus lados que permite acceder a la parte alta de la roca 11. En esta misma plaza existe otro peñasco o roca de menores dimensiones rodeado de una plataforma Tarrago y González (2005).
Figura 05. Se aprecia parcialmente el sector A del asentamiento pre Tahuantinsuyo de Choquepuquio (Cuzco). El cual, en los sectores A1 y A3, presenta grandes piedras o afloramientos rocosos con pozos y canales de características similares a las mencionadas en las crónicas hispanas sobre los ushnus del Cuzco. Elaborada por Rodolfo Monteverde Sotil 2010.
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ÂżCĂłmo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco?
Figura 06. Se aprecian grandes rocas localizadas en tres plazas Tahuantinsuyo; a las cuales, en algunos casos, se les han implementado plataformas, rampas y estĂĄn asociados a canales de agua. Figura elaborada por Rodolfo Monteverde S. 2010.
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(Tarrago y González 2005) (Figura 06). Debemos resaltar que aunque la roca de Quenqo Grande no ha sido propuesta como ushnu y por que por ahora evitamos discutir; que aunque la roca de Quispeguanca es solamente propuesta como ushnu más no analizada como tal por Farrington (1995 y 1998) y mientras que en Ampajango 2 la gran roca sí es considerada como un ushnu (Tarrago y González 2005). Podemos encontrar algunas recurrencias en ellas tres que nos hacen pensar en una intención tácita por parte del Tahuantinsuyo en relación a: (1) Localizar una gran roca o piedra en una plaza, en los tres casos y como señalan las crónicas respecto al ushnu del Haucaypata y Hurin Haucaypata; (2) Por ende asignarle un rol público a las grandes piedras, en los tres casos y al igual que el ushnu del Haucaypata y Hurin Haucaypata y; (3) Efectuar una implementación o adecuación cultural a las piedras o rocas (con pozos, canales y plataformas), no evidenciados en todas ellas, pero de manera similar como señalan las crónicas acerca del ushnu del Haucaypata por ejemplo. Estas tres características que hemos enumerado las encontramos presentes ya desde épocas anteriores al Tahuantinsuyo, en el mismo valle del Cuzco (Choquepuquio) donde se implementaron, igualmente, a grandes piedras con pozos y canales. Conclusiones Entonces, podemos concluir este modesto ensayo diciendo que es muy probable que las descripciones de Betanzos, Pedro Cieza de León, Anónimo, Pedro Pizarro, Cristóbal de Molina, Cristóbal de Albornoz y Bernabé Cobo no serían ajenas a la realidad del ushnu del Haucaypata, Hurin Haucaypata o de otra plaza del Cuzco. Donde las características formales de los ushnus cuzqueños distarían considerablemente de los localizados en asentamientos Tahuantinsuyo fuera de la capital del Imperio (P.e. Vilcashuamán en Ayacucho, Huánuco Pampa en Huánuco, Shincal de Quimivil en el NW argentino, Tambo Colorado en Pisco, etc.). Pero podemos reparar que sí se mantuvieron algunos elementos compositivos de los ushnus cuzqueños en los localizados fuera de esta llacta, como son los pozos y canales.
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El ushnu, al igual que el Templo del Sol, el Acllahuasi, entre otros, considerados como “infraestructura estatal tipo cuzqueña”, así como las plazas y canchas, que evidenciamos en diferentes asentamientos Tahuantinsuyo fuera del Cuzco, reflejan la materialización del concepto ideal de la capital cuzqueña como llacta que los incas puntualizaban por donde se expandían y asentaban (Ian Farrington 1998). Donde el modelo a seguir de la capital imperial fue repetir los modelos funcionales, rituales y simbólicos del sistema estatal incaico (Gasparini y Margolies (1977); es decir, se tomaron el significado y las funciones de las formas de esta “infraestructura estatal tipo cuzqueña”, por ejemplo del ushnu (de ahí la recurrencia en los ushnus foráneos al Cuzco de pozos y canales con la intención de reproducir las ceremonias de libaciones que se realizaban en los ushnus de la capital imperial) antes que la reproducción de sus formas mismas (por ello la gran diferencia entre los ushnus del Cuzco y los localizados fuera de esta llacta, es decir de una gran roca a una gran plataforma o plataformas superpuestas, respectivamente). Esperamos que este trabajo invite a la discusión y que pronto se puedan confrontar las propuestas discutidas y analizadas en él con evidencia de primera mano, es decir con el dato arqueológico obtenido en excavaciones. Agradecimientos Al profesor Genaro Barr, por sus revisiones. Al Arqueólogo Washington Camacho, Jefe del Parque Arqueológico Sacsayhuaman, por brindarme las facilidades para prospectar esta zona del Cuzco. A los señores Manuel Valdivia y Alfredo Gonzáles, trabajadores del Parque, por su apoyo. A la Arqueóloga UNFV Sue-Ellen Cruces Núñez por su compañía en los trabajos de campo en Cuzco y a Ernestito. Bibliografía AGURTO CALVO, Santiago, 1980. Cusco, la traza urbana de la ciudad inca. Proyecto PER 39-UNESCO-INC. Lima. 1987. Estudios acerca de la construcción, arquitectura y planeamiento incas. Cámara Peruana de Construcción. Lima. ANGLES VÁRGAS, Víctor, 1990. Sacsayhuaman, portento arquitectónico. Industrial Gráfica. Lima.
Rodolfo Monteverde Sotil
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Archivos Audiovisuales del Cuzco (Disponibles en Internet) Sheylah Vásquez Salcedo shey.vs@hotmail.com
Introducción Desde su fundación hispana, en 1534, la llacta cuzqueña sufrió una serie de cambios en su configuración espacial. Así por ejemplo, se cubrió el tramo del canal del río Saphy que cruzaba la plaza Haucaypata, hoy plaza de Armas (Figuras 01 y 02). En la República, en la primera mitad del siglo XX, se cubrieron los ríos Saphy y Tullumayo, dando paso a dos importantes avenidas del centro de la ciudad. Si a ello le sumamos los terremotos ocurridos, por ejemplo, en 1650 o 1950, la actual superposición arquitectónica (incaica-hispana-republicana) sobreviviente en la ciudad no es la misma a épocas pasadas. Por ello, encontramos valioso el siguiente material audiovisual disponible en internet [en Youtube, consultado en noviembre del 2010] de la ciudad del Cuzco, de sus alrededores y foráneos a ella. Ya que nos transporta entre 60 y 75 años en el pasado. Permitiéndonos, así, apreciar una ciudad arqueológica dinámica, con su arquitectura, con sus gentes, costumbres, fiestas religiosas cristianas (de transfondo prehispánico), etc., que afrontan día a día los vaivenes imprevistos de la vida, como la reconstrucción de la ciudad cuzqueña luego del terremoto de 1950.
Figura 01. Vista, desde la Catedral, de la plaza de Armas del Cuzco. (Rodolfo Monteverde-febrero 2010)
Lista de archivos audiovisuales: Video de 1934 del Cuzco (restaurado). De Pedro Sambarino. Archivo Peruano de Imagen y Sonido ARCHI. 2 capítulos: La arquitectura colonial y la fiesta del Santuario de Copacabana: http://www.youtube.com/ watch?v=A6HmaeA7JAQ Video de 1936 del Cuzco, Machu Picchu,
Ollantaytambo y Juliaca, hallado en la Universidad de Pensilvania. National Film Preservation Fundation. 3 partes: http://www.youtube.com/watch?v=Eecj8L8uE NU&feature=related h t t p : / / w w w . y o u t u b e . c o m / watch?v=YY83pVMROJ4&NR=1 http://www.youtube.com/watch?v=zetb2E6Z3 Lg&feature=related
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Sheylah Vásquez Salcedo
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Archivos audiovisuales del Cuzco (Disponibles en Internet)
Video de 1950 de Machu Picchu. Film Archive Penn Museum
http://www.youtube.com/watch?v=ElzD_ BDHUTM&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=L6xd0Ul 2EjM&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=zomNugl_ eww&feature=related
Video de 1950 de la ciudad del Cuzco luego del terremoto de ese año. Del Valle Sagrado y de Machu Picchu . 7 partes:
http://www.youtube.com/watch?v=RdjCX2ij MOE&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=YiZLuqJ ZvpY&feature=related http://www.youtube.com/watch?v=MzfidT0j kxI&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=RYO9Sdil5 c4&feature=related http://www.youtube.com/watch?v=boo2cfDV vMA&feature=related
Figura 02. Vista, desde la Catedral, de la Iglesia de la Compañia de Jesús y de plaza de Armas del Cuzco repleta de vendedores venidos desde diversas provincias cuzqueñas a ofrecer sus productos el día 24 de diciembre. (Rodolfo Monteverde-diciembre 2010)
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Inca sacred space, platforms and their potential Soundscapes, preliminary observations at usnu from Ayacucho Frank Meddens Meddens@vossnet.co.uk Millena Frouin millena.frouin@inrap.fr
Abstract Inca platforms forming part of an architectural complex commonly defined by the term usnu are in ethnohistorical sources described as being associated with ritual events involving performances of speech, music and dance. This paper reviews the performance role, its relevance and function and discusses their effectiveness with respect to the use of sound, based on experimental use of the human voice, the drum and a shell trumpet at a number of these sites. It is demonstrated that sound was a factor of some importance in the planning of the site of Usccunta and indeed that a particular instrument, the shell trumpet or pututu may have been considered in the layout of the largest communal space here. Keysword: Usnu, Usccunta, sound, pututo Resumen Las fuentes etnohistóricas refieren que los usnus, estructuras arquitectónicas incaicas que consisten básicamente en una plataforma, están asociados con eventos rituales que incluyen aspectos como discursos, música y danzas. El presente artículo examina el rol teatral de los usnus, basado en una investigación experimental del sonido: de la voz humana, del tambor y del pututo, en Usccunta, Ayacucho. Demostraremos que el sonido fue un factor importante en la planificación de este sitio y que la trompeta o el pututo fue tomado en cuenta al momento de elegir la localización espacial de este usnu. Palabras claves: Usnu, Usccunta, sonido, pututo Introduction The project on which this paper is based carried out investigations of Inca platform structures which are commonly found at the principal plazas of numerous Inca settlement sites. The project focused on the Department of Ayacucho over a series of field seasons in 1999, 2003, and from 2006 to 2010 (Fig. 01). The platforms have been recognized as representing one of the signature architectural forms used by the Incas in setting up their cultural dominance across the Andes at the time they established their imperial presence. They represent a particular form of Inca sacred space and examples are known from Vilcashuaman, Huanucopampa (Pino
Matos 2004). Pumpu (Matos 1994) as well as a large number of other sites. The current research has developed out of earlier investigations of the architectural complex identified by the term usnu and discussed in papers by Meddens, Pino Matos and Zuidema (Meddens 1997; Pino Matos 2004; Zuidema 1989a), and a pilot project looking at Inca stone faced platforms in the northern sector of the department of Ayacucho in 2003 and 2007 (Meddens et. al. 2008; 2010). Zuidema identified the fundamental aspect of the usnu concept as an element comprising a basin or location where liquids get absorbed into the ground. As well as formulating the crucial facet of its connecting the sky and mountain
MEDDENS, Frank y FROUIN, Millena, 2011. Inca sacred space, platforms and their potential Soundscapes, preliminary observations at usnu from Ayacucho. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 1: 24-40. Lima.
Frank Meddens y Millena Frouin Inca sacred space, platforms and their potential Soundscapes, preliminary observations at usnu from Ayacucho
Figure 01. Platforms investigated as part of the current study in the department of Ayacucho.
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deities through the contemporary world of the Incas with the ancestors in the world below through a vertical axis mundi type link (Zuidema 1989a). As noted in several earlier papers the term usnu in the ethnohistorical source material has been applied in a variety of complementary definitions (Meddens 1997; Meddens et. al. 2008; Meddens, McEwan and Vivanco 2010): referring to a throne of the Inka (Guamán Poma de Ayala 1980: 239, 357 [1583-1615]; Joan de Santa cruz Pachacuti Yamqui 1993: 200 [1613]), as a site of for human sacrifice (Guamán Poma de Ayala 1980: 236 [15831615]; Anónimo 1968: 157 [1580-1621]), as a basin or post of stone or gold in the plazas of towns, all associated with structures like towers built in beautiful stonework (such as at Vilcas, Pucara, Huánuco Viejo and Tiahuanaco); as a site where the Inka lords sat, drank to, and made sacrifices to the sun (Albornoz 1989: 176 [1570-1584]) as a ‘sitting’ stone, or a boundary marker when it is a large ‘sitting’ stone (González Holguín 1952 [1608]); as a stone on ceque lines (Cobo 1895: 27, 45 [1653]); as a site for solar observations (Anónimo 1968 [15801621]), and walling an usnu is mentioned in the Huarochirí manuscript (Salomon and Urioste 1991: 102; Meddens 1997; Meddens et. al. 2008). Sound, performance and stage The ushnu project, as part of the investigations carried out, included a pilot study of the soundscapes associated with the platforms investigated. The concept of soundscape was first introduced and discussed in considerable detail by Schafer (1977). In his view research of the subject seeks to find out ‘what is the relationship between man and the sounds of his environment and what happens when those sounds change’ (1977: 3-4). Soundscape can be understood as a landscape of sound, and the way this is interpreted by the individuals and social groups within it. It contributes to our understanding and interpretation of place and our connection with it. Practical applications of the notion of soundscape in archaeology and anthropology have been investigated by a range of scholars including Hamilton and her collaborators (Hamilton et al 2006). The investigation of soundscapes here at inca
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platform sites was considered important as the ethnohistorical source material indicates that the platforms where employed in a form of ‘performance theatre’ which included several forms of communication. These comprised visual movement, speech, song, music and dance. Betanzos notes that Huayna Capac when visiting a community would dress in the locals’ traditional costume and have his hair arranged like theirs, he would make libation offerings to the sun, address the population, dispense gifts to the people and they all danced and sang at the site of a platform in the main squares of their towns (Betanzos 1987: 185-186 [1551]). Cobo states that the Incas had two types of ritual festivals, seasonal ones and extraordinary ones; the latter being ones celebrated on for example the occasion of a drought, war or the coronation of a new Inca (Cobo 1895: 93). Pedro de Cieza de León mentions a shrine in Vilcas almost certainly the usnu, ‘where the lord would give his public addresses’. (Cieza de León 1947: 435 [1553]). Carabajal when describing the use the Inca makes of the ushnu at Vilcashuamán notes that the Inka is present on the platform under a large canopy called achigua made of bird feathers of ‘a thousand colors’, held up on poles made of gold. It was carried by 12 captains of ancient lineage (Carabajal 1965: 218 [1586]). Cobo describes the use of a shell trumpet (originating from the sea) during Capac Raymi in the principal plaza of Haucaypata (and therefore in close proximity to the usnu located there) in a dance called Guari (Cobo 1895: 98). This dance was part of the yearly initiation rites in which young boys were accepted in the ranks of the adult men. What becomes clear from the ethnographic source material is that the ritualised performances carried out at, or in the vicinity of these platforms had multiple characteristics many of which were standardised, repeated and replicated at each performance (Coben 2006: 226-228, 242). Replication of the ritual performances carried out at these sites at its most extensive comprised that of an entire site, such as that of Cusco itself. It, as located at the centre of Tawantinsuyu, represented the nucleus of the Inca world. The person of the Inka himself also conceptualised this core (Coben 2006; Farrington 1998: 5359). Other Cuscos comprising conceptually close replicas of the real thing were relatively few in
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Figure 02. Comparative drum results in mapped in isobel contours for some of the investigated sites.
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number and are represented by sites such as Huánuco Pampa, Tomebamba, Hatuncolla, Inkawasi and Incallajta. The usnu complex, including its basin and platform elements, in itself represents the hub at the centre, the axis mundi at the principal plaza (Coben 2006: 247) of Cusco and of all the new Cuscos constructed in the outlying provinces of the empire. Symbolically the usnu therefore can be seen as a shorthand metaphor for that larger concept of core, the axis mundi and by implication the person of the Inka. This explains the range of variation of the contexts in which usnu complexes can be found. The presence of the platform demonstrates the authority the Inca himself manifest as the axis mundi, which is represented by the structure itself, incorporating within it all aspects of the stage setting of the plaza, the larger centre and the core of the city of Cusco. At some level these elements become interchangeable. The sound evidence and background In the field a standard sound intensity measuring device was used for measuring sound levels in decibels. For each of the structures sampled sound levels were measured at incremental distances of 10 m., from the centre of all four faces of each structure, up to the point where levels dropped below 40dB, as at this level and below audibility and understanding are increasingly difficult. The limited number of data points resulted in a restricted coverage for each site. The data was plotted on same scale site plans to produce isobel maps for each site (Fig. 02). The surface area for each sampling location at the drop off point below 40 Db was calculated in square meters. For a sound source the human voice, a drum and an Andean shell trumpet known as a pututu (Fig. 03) were used. The human voice was employed using Spanish, Quechua and English. An attempt was made to establish whether Quechua lends itself better to projection over distance out in the open air. The results of the latter testing were inconclusive largely because our measuring equipment is not sensitive enough to adequately measure these kinds of differences. For the drum a large hollow instrument covered at both ends with cow hide was
Figure 03. Cirilo Vivanco Pomacanchari practicing the pututu.
employed as it fits Bernabe Cobo’s description of the drum or huancar commonly used by the Incas as being large or small fashioned out of a hollow log covered at both ends with llama hide, and it being played with a single drumstick (Cobo 1895: 229). For the shell trumpet or pututu a Strombus (Tricornis) galeatus with a modified periostracum with a hole drilled trough, and a resin tubular mouthpiece attached was used in the fieldwork. It should be noted that 39 to 44 examples of marine shell trumpets are known from archaeological contexts and collections as are a further 73 made of pottery made to copy the shell prototype (Herrera 2010: 18, 20). Surprisingly the examples from secure archaeological context date between circa 3,600 BC and AD 1050 (Herrera 2010: 18, 20). They have been associated with burials and offerings situated in temple complexes such as at Chavin de Huantar and Keushu (Herrera 2010: 8-24). The lack of later examples is particularly noteworthy as they are not infrequently mentioned in ethnohistorical sources and several are depicted in Guamán Poma’s work. Firstly he shows Challco Chima Inca (a high ranking Inka allied with Atahualpa’s faction blowing a pututu while leading the captured rival Inka Huascar away
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Figure 04. Pututu isobel contours for intihuatana 2 at Usccunta.
to his faith (Guamán Poma 1980 [1615]: 115 / 95). Then he shows it being used in a penance procession and states: ‘to the mountains and peaks they gave sound’, in ‘this procession of
hail and ice, and of lightning they carried their weapons, drums, flutes, trumpets and bells, crying out as they went’ (Guamán Poma 1980 [1615]: 284 / 258-259). With his depiction of
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the chasqui runner he notes ‘he who carries the shell’, ‘he carries his trumpet, putoto’, ‘wanting to be able make ready, (the next chasqui runner en route) ‘calling him with his guaylla quipa ‘(trumpet) from a distance as he approaches (Guamán Poma 1980 [1615]: 350 / 323). He also states that when the Inca travelled, musical instruments including drums, flutes and the pututu were used in the royal procession (Guamán Poma 1980: 306 [1615]). Where the Inca went music, drums and trumpets as well as dance were essential to the pageant. The continued use of trumpets as an appropriate offering to the apus in early colonial times, in this instance to the mountain deities and mines of Porco, Cuycoma, Chapoti, Suricaba and Aricaba in Bolivia, is confirmed by their discovery in such a context by Hernán González de la Casa. The date of this find is uncertain but must be prior to 1606 as the original document which carried the report was copied and certified in 1606 (Platt, BouysseCassagne and Harris 2006: 184-185). The pututu is specifically linked to water (Herrera 2010: 25) by the origin of the shell from the sea as well as its associations in mythology. Murua recounts the tale of Inca Yupanqui persuading a man dressed in red on a mountain pass near Cusco to refrain from playing his trumpet thus avoiding a unu pachacuti or cataclysm by water (Murua quoted in Zuidema 1989b: 349). What should also be noted is that musical instruments in a current ethnographic context have been found to be season specific in their use, with specific instruments being played during different times of the yearly agricultural cycle (Stobart 2006). Soundscape parameters In our sample several sites were re-tested over a period of days. Relative humidity tends to be low in the high altitude Altiplano environment where the platform sites are located. Air temperature during the daytime tends to be relatively low because of the altitude, though in the absence of cloud cover and shade the temperatures out in the sun can be relatively high. It was found that besides distance from and nature of the sound source wind speed and the configuration of the landscape were
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the most noticeable factors affecting sound intensity and audibility. Sound waves move through the atmosphere and they decrease in intensity with increasing distance, that decrease being equal to the square of the distance from the source; i.e. as the distance from the sound source doubles the intensity is quartered. Sound quality is affected by factors such as the nature and intensity of the source, temperature, humidity, wind levels, background noise, and the refractive, diffractive and reflective properties of the surrounding surfaces. Low pitched or low wavelength sounds can be heard over greater distances than high pitched high-wavelength ones and the human ear can hear sound in the range of 20 to 20,000 Hz, with the human voice usually being in the range of 500 to 2000 Hz although it can extend to 50 to 5000 Hz. Broadly speaking there are two types of sound sources; point and string sources (Moore 2005: 17). A point source would be relatively intermittent whereas a string source would be more continuous such as the sound of a procession, a large group of chanting people or the roar of a river. The decibel level of a string source (such as a pututu) decreases slower with distance and the difference is significant. The former will decrease approximately 6 dB with a doubling of the distance and the latter circa 3 dB (Egan 1988: 14; Moore 2005: 17-18). Soundscape results Our soundscape work and our approach to it developed over the period of the fieldwork. As a result our most extensive and complete data sets relate to voice information whereas we have less information on the drum and pututu. What became immediately obvious was that a sound source positioned at the centre of a platform would be inaudible to any audience present around the structure, with the sound effectively travelling above the heads of any listeners and therefore remaining inaudible. In order for a sound source to be successfully heard the source needed to be positioned on the top edge of the platform facing the audience. This makes sense of a statement by Cristobal de Molina, (as quoted by Morris and Thompson [1985: 59]) who notes that the Inca and three of his chief nobles would mount the platform in the main town squares to address the people and to
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Figure 05. Pututu isobel contours for Usccunta and other sites south of the Rio Pampas in Ayacucho.
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see and review the armies and assemblies. What remains an unanswered question here is, in those cases where there were four speakers addressing a group of listeners gathered around a platform whether these would have taken turns to speak, or whether a form of synchronised address was employed on these occasions. A second point to make is that on the Altiplano, after noon the wind tends to come up. Wind levels soon rise to the point that any speech is drowned out. These structures would therefore only be efficiently useable in a sound context during the morning hours. Voice data was collected from 14 platform locations. At the 40 Db level and above the space in which sound would be audible and understandable ranged from circa 5000 to circa 20,000 m2. Of the 14 sites where data was collected 10 or 66.7% ranged between 5,299.6 and 6,943.0 m2. There were four outliers where significantly larger areas where achievable, measuring 8470.10, 10821.90, 15599.20
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and 20297.10 m2 respectively. Of these two were administrative sites (Condormarca and Vilcashuam谩n), one a high altitude pilgrimage centre (Usccunta), one a mid valley isolated platform site (Usnupata) and the remaining ten high altitude isolated platform mountaintop locations. The 40 Db cut off point with voice data most commonly was at circa 50 m. from the platform wall face, although greater distances were occasionally observed, usually from only 1 of the 4 faces, of between 100 and 120 m as was a single instance of 180 m. The latter was at the site of Usccunta where even more remarkable sound results were obtained using the drum and pututu. The decibel limits for voice levels at the data points closest to the platform faces ranged from 50.6 to 65.4 Db. Drum and pututu data were collected from seven sites. These instruments were both more effective than the use of the voice, with the pututu being more effective still than the drum. The drum
Figure 06. Pututu isobel contours for Incapirqa Waminan.
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Figure 07. The platform at Incapirqa Waminan.
at the 40 Db cut off achieved areas measuring between 6,461.80 m2 and 20,740.60 m2 with one outlier at 83,166.10 m2. This reflected common distances of between 90 and 120 m from the platform face to one instance of 210 again at the site of Usccunta. At the 10 m point drum sound levels ranged from 50.4 to 76.7. Db The pututu as an instrument represents a string source and as noted above, the sound therefore decreases slower with distance from source. The measurements here mostly range from 3,904.70 m2 to 12,108.40 m2, although the lower measurement in this case is almost certainly due to lack of familiarity of the player with the instrument at the time the site was tested and the next area size up of 10,129.00 m2 appears more realistic. There are three significant outliers again from the site of Usccunta measuring 39,163.50 m2 and 126,848.30 m2 (Fig. 04 - 05) respectively and 65,964.36 m2 from Incapirca Waminan (Fig. 06). There are two usnu platforms at the Usccunta site and the larger of the two measurements here reflects a large level open plain around this platform whereas the smaller area reflects a more varied topography
in the immediate vicinity of this platform. At 10 m distance sound levels ranged from 62.4 to 79 Db. The distances to the 40 Db cut off point most commonly varied from 50 to 90 m with outliers of 180 to 510 m the latter being again at the site of Usccunta. At distances of around 500m individual features of the person producing the sound are lost, facial features are invisible and even hand and arm signals are difficult to distinguish with the naked eye. At Incapirca Waminan it is particularly along the north-eastern horizon that the results with the pututu were striking, reaching over 300m. The sound quality at Incapirca Waminan produced a noticeable echo. The sites of Usccunta and Incapirca Waminan clearly stand out from these results. Incapirca Waminan in this respect is unique among the other isolated mountaintop sites. This site is located on a rounded mountaintop on the Altiplano c. 27 km southeast of the city of Ayacucho, at UTM 599685 – 8522350 (WGS84), and at an altitude of 4372 m asl . This platform is situated on the summit of the mountain. It comprises three superimposed platforms (Fig. 07). The basal one is little more than a rectangular outline of rocks, or a very
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Figure 08. Partial plan of Usccunta.
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low double-faced fieldstone wall, barely a single rock in height, constructed directly on top of the ground surface. The wall width is 0.65 m. This lowest platform measures circa 32.7 m by 18.5 m. The second platform consists of a single faced wall, circa 1.07 m in height and measuring circa 24.5 m by 11.4 m. The third and final platform is contained within a double faced wall, c. 1.35 m in height and 0.65 m wide. This stage measures 22.8 m in length by 9.6 m in width. The walls of which are built out of selected and minimally modified fieldstone, comprising grey andesite. These appear to have been quarried from rock outcrops in the immediate vicinity of the monument. The rocks used measure from circa 0.3 x 0.3 m to c. 0.4 x 0.7 m. The form of the stonework and structure show that it is of Late Horizon Inca origin. The structure’s length axis is aligned on a north-east by south-west orientation of 73°. There are no steps or stairs facilitating access to the top. The location of the site of Inkapirqa Waminan (Fig. 01) offers a remarkable view of the major mountain peaks and ranges present. Uripe, Condoray, Qarawarasu, Apacheta and Rasuwillca can all be seen from this platform, as can many lesser peaks. Other cultural features present in the vicinity of the site include an ancient road, an apacheta, two chullpas and a huanca. The huanca is situated some 500 m. east of the platform and nearby this feature a small elongated mound was located with concentrations of worn LIP and LH pottery fragments on the surface. The two platforms present at Usccunta are in an unmistakably different configuration to those at the isolated high mountaintop structures represented in the rest of the sample. The site is located in Lucanas on the district boundary of Aucara with Cabana Sur (Fig. 01). It has two platforms and has a range of other structures present as well. Usccunta is large, measuring up to 80 hectares and has kallanka, chullpa and collca type structures present on the surface (Cavero 2010: 36-68, 86-89, 111113) (Fig. 08). It is spread over two mountain tops named Usccunta and Warmitalle (or Huarmitalle). Usccunta is the larger of the two, rounded in shape and delimited at various levels by
vertical cliff faces. The summit comprises a vertically rising rock face, which rises like pinnacle out of the centre of the peak. Warmitalle is immediately west of Usccunta and comprises a ragged stepped denuded peak which rises skyward. South east of Usccunta is a large plain on which the two usnu platforms present are situated. The topography rises again immediately south and southeast of the plain where a further rounded mountain feature named Canrarac is present with along its eastern slope a series of circa 40 circular structures measuring between 3.5 and 4 m. across. The principal archaeological remains present at Usccunta are spread across three sectors. The plain to the southeast, where besides the two platforms, rectangular and circular structures are present in the immediate vicinity of the ushnu nearest the mountain (Intiwatana 2) (Fig. 09). The rectangular structures appear to comprise a very damaged patio group at least some of the buildings of which were constructed of finely cut blocks of polygonal ashlar. The circular structures, again badly preserved are built of modified field stone and measure up to circa 4 - 5 m. across. The first terrace of the mountain, which can be accessed from a 1.5m wide and 6 m high staircase built of carefully selected and modified fieldstone, immediately northeast of Intiwatana 2 has at least 3 kallankas and three patio groups with rectangular buildings as well as a group of circular structures on the south and southwest side of the terrace. The wall width of the rectangular buildings is circa 0.6 to 0.7m. Three of the smaller ones measure 6.95 x 3.93 m.; 16.35 x 5.2 m. and 20.45 x 5.42 m. The rectangular buildings here include several built of cut stone polygonal ashlar. Further west there is no evidence for structural features, and to the north the remains of a series of circular corrals are found; and to the east a series of chullpa like and other smaller buildings are present. The second terrace accessed up a staircase through an opening in an up to 2.2 m high encircling wall, possibly of defensive nature, has large numbers, more than 100, roughly built small circular structures of variable diameters, grouped in 3 to 5 units around patio like spaces. These are all constructed of modified fieldstone and suggestive of temporary perhaps seasonal occupation / use. The top of the pinnacle forming the summit of Usccunta is crowned by a number of Saywas.
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Several cup marked rocks are present at the site. The two usnu platforms are situated at UTM 588109 – 8418974 (WGS84) at 4495 m asl (Intiwatana 2) (Fig. 09) and at 588373 – 8418523 at an altitude of 4481 m asl (Intiwatana 3). The two structures are separated by an open space measuring approximately 520m across. Intiwatana 2, the northern platform, is built on mid grey bedrock and has two tiers with the upper level measuring 15.25m by 9.93m and the lower 19.67 m by 12.59 m. The retaining wall of the upper tier is constructed of a finely fitted cut stone polygonal ashlar in grey andesite, the lower of modified fieldstone. Abutting the northern wall face and centrally placed is a 1.59 m wide staircase with 3 steps. The platform is on a length orientation of 334°. The southern platform (Intiwatana 3) is situated 19m lower than the northern one and is built on bedrock with a mid red colour. This platform too has two tiers the upper one measuring 16.40m by 9.76m, the lower 18.09 m by 11.53 m. The upper level is likewise constructed of finely fitted cut stone polygonal ashlar in grey andesite, while the lower platform is formed of modified fieldstone. The length orientation of Intiwatana 3 is on 341°. The architectural forms present are characteristic of the Late Intermediate Period and the Late Horizon and have Inca and Chanca/ Soras/Rucanas cultural affiliations. The cultural material collected at the site was limited to surface finds as none turned up in the excavations. It comprises 73 lithics representing basalt, obsidian, quartz and andesite artefacts, mostly flakes, and blades as well as some scrapers, waste flakes and chips, hammer stones, mortars and pestles and stone ‘balls’ which may alternatively have served as projectiles or in a game. In addition there are 676 potsherds, mostly jars and bowls including a single Middle Horizon face neck jar fragment and several pieces of aryballus. There are also several fragments of plates. Although a significant part of the assemblage is of uncertain date much of it pertains to the later pre-hispanic period, LIP or LH. Of the positively identifiable group the assemblage is dominated by a LIP component (232 sherds or 34.3% of the material) which is of Chanka/Soras/Rucanas affiliation including ‘Clunck ware’ and ‘Purple slipped ware’.
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A smaller but obvious group comprises Inca ceramics (13 sherds or 1.9%), largely aryballus and plate forms. There is a single badly eroded Face neck jar fragment of Middle Horizon date and Wari affiliation (probably epoch 2). There is a small copper or silver alloy spatula or spoon, with a human figure standing on top of the handle with the left hand pointing skyward and the right hand pointing to the ground. This object is probably Late Horizon in date. Similar artefacts are present in the collection of the ethnography museum in Berlin and are given a Chancay provenance here (Baessler 1906: 59, T12, Fig. 162). Finally modern activity is represented by a .22 caliber rifle cartridge case. The positioning of the usnu platforms, separated by the wide open plain, with one situated slightly higher than the other, one on grey white bedrock and the other on red material expresses the dual social structure of Inca communities. Usccunta is encircled by LIP – LH roads, and is immediately southwest of a major intersection of inter valley roads, one on a northeast – southwest, the other on a north – southeast orientation. An apacheta is located north of the site and Saywas are present on rocky outcrops around the site. Sizeable lakes comprising Laguna Turpococha to the northwest, Laguna Huancacocha to the south and Laguna Lliullisja to the southeast are all located within about 5 km of the site, with several streams draining away from the mountain to these reservoirs and beyond. A very notable aspect of the local environment is the presence of relatively large numbers of non-domesticate animal species observed during the time spent at this site, including Andean goose, condor, vicuna, foxes and puma. Usccunta represents a major wamani in the current mythology of the region and as noted by Cristobal de Albornoz a rock on top of Usccunta was the principal Huaca of the Soras (Duvoils 1967: 28). This rock is certain to be the rock feature still standing proud of the top of this mountain making it a distinguishing feature recognisable from 30 to 40 km distant. The site constituted a seasonal pilgrimage centre used by the Soras and Rucanas and later appropriated and used by the Incas. The site’s arrangement around the large flat plain with the two usnu platforms would have been used in seasonal celebrations including dance and music performances. Both would have
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Figure 09. The Intihuatana 2 platform at Usccunta.
visually and audibly demonstrated the social duality of the communities of the region much as can still be observed at present day community festivals in July and August where dance groups and musicians representing the community moieties play off against each other. Conclusions As noted above any sound source deployed at any of the platform sites tested would need to have been positioned on top of the perimeter walls of the structures rather than in the centre of the platform in order to be audible to any audience present. In this manner only the people facing this side of the platform would have been able to hear the sounds being produced in any detail. Furthermore sound would only be usable effectively in the morning, as after about noon wind levels tend to rise to such levels that they largely drown out sounds such as can be produced by the human voice, a drum or a pututu.
More tentatively the results of our fieldwork appear to demonstrate that sound may have been a particularly significant consideration at two of the 14 sites sampled. In case of the site of Usccunta there is no doubt that the platforms were carefully positioned in the large level plain, which forms such a major feature of this site in order to exploit both the specific acoustic properties of this sector as well as the fact that this would have been the prime position for large scale gatherings. The pilgrimage function of this particular site (Cavero 2010: 111-113) requires that on occasion large scale publicly visible communal ceremonies could be accommodated. The presence of two platforms here, one positioned slightly higher than the other, one on a red bedrock material the other on a grey/white bedrock suggest aspects of duality in the ceremonies conducted here. A concern with sound as one aspect of this does not come as a surprise, what does perhaps is that the positioning of the dual platforms here appears to have been laid out at the limits of possibly
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Figure 10. Comparative extent of the three sound sources plotted for Intihuatana 2 at Usccunta.
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Inca sacred space, platforms and their potential Soundscapes, preliminary observations at usnu from Ayacucho
the loudest sound instrument available to the Incas, the pututu (Herrera 2010: 17), perhaps confirming by this fact that this instrument was in the mind of those who planned and laid out the site (Fig. 10). The potential use of a pututu at a site where two platforms which are likely to have been elements of one or more usnu complexes can be best understood in the light of the fact that both usnu (Zuidema 1989a) and pututu (Herrera 2010) have a direct conceptual link with liquid and water and therefore with the rituals surrounding these. The fact that our sound results at other occupation, religious/administrative centres such as Condormarca and Vilcashuaman were unremarkable are almost certainly related to the fact that the reflective surfaces at both these sites as represented by the original Inca architecture present here have been largely destroyed in the case of the former and substantially modified at the latter site. Additionally only voice data were recorded at both and it would therefore be useful to carry out additional testing with a pututu at a future date. The at present anomalous results of the pututu at Incapirqa Waminan may be related to the specific topography around this site. With the use of the pututu here, unlike with the use of the human voice, a clear echo was obvious with the string source represented by the trumpet. Acknowledgements We thank the Arts and Humanities Research Council, the British Academy, the Instituto Nacional de Cultura for support, Dr Nick Branch, Professor Dr Rob Kemp, Cirilo Vivanco Pomacanchari and Dr Katie Willis for their contributions. Ernesto Valdez, Dannal Aramburu Venegas Pedro Enrique Arce de la Cruz, Miguel Canchari Huamani, Luis A. Córdova Altamirano, Juan Carlos Arango Claudio, René Remon Mendoza, Gamaniel Delfín De la Cruz Sulca, Delfín Huaranccay Lizarbe, Jesús Tineo Torre, Sabino Alexander Salvatierra Echavarría, Yoni Roca Gómez, Rolando Quispe Alcarraz, Jesus Nicanpr Ccollana Pariona, Ivan Leandro Vivanco Ramoz, Luis Rodolfo Monteverde Sotil, Aquilino Quispe Chauca, Marcial Campos Quicaño, Joanna Hurst, Dr Gabriel Ramón
and Francisco Ferreira for their hard work and good company. Bibliography ALBORNOZ, Cristobal de, 1989 [1581-1585]. Instrucción para descrubrir todas las Guacas del Piru y sus camayos y haziendas. En: Fabulas y mitos de los Inkas, Urbano, Henrique & Pierre Duvoils, Crónicas de América, 48, Historia 16. Madrid. ANÓNIMO, 1968 [1580-1621]. Relación de las costumbres antiguas de los naturales del Pirú: 151-181. Editado por Esteve Barba, Francisco, Crónicas de Interés Indígena, Biblioteca de Autores Españoles, Atlas. Madrid. BAESSLER, Arthur, 1906. Altperuanische metallgeräte, Verlag von Georg Reimer. Berlin. BETANZOS, Juan de, 1987. Suma y narración de los inkas. Edited by M. del Carmen Martin Rubio, BAE Editorial Atlas. Madrid. CARABAJAL, Pedro de, 1965 [1586]. Descripción fecha de la provincia de Vilcas Guaman por el Iustre Señor Don Pedro de Carabajal, Corregidor y Justicia Mayor della, ante Xpistobal de Gamboa, Escribano de su Juzgado, en el Año 1586: 203–219. En: Relaciones Geográficas de Indias— Perú, Jiménez de la Espada, M. Biblioteca de Autores Españoles, Atlas. Madrid. CAVERO PALOMINO, Yuri, 2010. Inkapamisan: ushnus y santuario inka en Ayacucho. Mercantil Ayacucho. Ayacucho. CIEZA DE LEÓN, Pedro de, 1947 [1553]. La Crónica del Perú. En: Biblioteca de Autores Españoles, Historiadores primitivos de Indias, Ediciones Atlas. Madrid. COBEN, Lawrence S., 2006. Other Cuzcos: Replicated Theaters of Inka Power: 223-260. In: Archaeology of Performance, edited by Takeshi Inomata and Lawrence S. Coben, Altamira Press. Oxford. COBO, Bernabé, el Padre, 1895 [1653]. Historia del Nuevo Mundo, IV, with notes by D.M. Jiménez de la. Sevilla. DUVIOLS, Pierre, 1967. Un inédit de Cristóbal de Albornoz: La instrucción para descubrir las Guacas del Pirú y sus camayos y haziendas. Journal de la Societé de Americanistes, 56 (1): 7-39.
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Indiferencia y destrucción: El caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de Pisco-Ica Eberth Serrudo Torobeo Eberthserrudo@quelcay.com
Resumen Como parte de su estrategia de dominación, el estado Inka implementó una serie de Tampus y centros administrativos articulados por un complejo sistema vial, todos ellos determinantes dentro del esquema político del Tawantinsuyo. Ubicado en una de las principales vías de penetración, como lo fue el valle de Pisco, Patipampa es uno de estos asentamientos Inka, que en las últimas décadas ha sufrido los estragos de la naturaleza y el olvido estatal. Nosotros hemos sido testigos de su parcial destrucción en los últimos años. Lo cual hace del registro fotográfico una herramienta indispensable en la investigación arqueológica, motivo de la presente nota. Palabras claves: Inkas, Valle de Pisco, sistema vial Inka, Tawantinsuyo Abstract As part of its strategy of domination, the Inka state implemented a series of administrative centers Tampus and articulated by a complex road system, all determinants in the political scheme of Tawantinsuyo. Located in one of the main access roads, as was the valley of Pisco, Patipampa is one of Inka settlements, which in recent decades has suffered the ravages of nature and state attention. We have witnessed its partial destruction in recent years. Making the photographic record an indispensable tool in archaeological research, the reason for this note. Keysword: Inkas, Pisco Valley, Inka Road System, Tawantinsuyo Introducción La gran mayoría de sitios arqueológicos en el país están en condición de abandono por parte del Estado, nuestra política cultural no los protege como debería ser. A ello, se suma la falta de interés y desidia de nuestras autoridades y de gran parte de las poblaciones locales colindantes que depredan y destruyen evidencias arqueológicas con la finalidad de ganar tierras de cultivo o “buscar tesoros”. Así, nuestro patrimonio sufre una constante destrucción. Sin embargo, un aspecto imposible de controlar, pero sí de prevenir, corresponde a los eventos naturales y factores climáticos, que de una u otra forma afectan paulatinamente los restos arqueológicos. Uno de los últimos eventos sísmicos ocurridos en el país fue el de agosto del 2007, cuyo epicentro fue la provincia de Pisco, departamento de Ica. El cual no solo produjo gran daño y destrucción
en las poblaciones y asentamientos modernos, sino también en nuestro patrimonio cultural arqueológico inmueble. Los cuales sufrieron daños irreparables e incluso la pérdida casi total de los mismos, así sucedió con Patipampa, Tampu Inka localizado en el valle de Pisco (Figuras 01 y 02). Antecedentes A pesar que el valle del río Pisco fue densamente habitado en épocas prehispánicas, no existen mayores investigaciones en la sección media del valle. Sin embargo, uno de los trabajos pioneros, cercanos al área, es el inventario parcial realizado por Dwight Wallace (1971) hacia finales de los años 50. Él identificó e hizo una breve descripción de una serie de asentamientos a lo largo de los valles de Chincha y Pisco. A principios de los años 80 John Hyslop (1984, 1990 y 1992), como parte de sus investigaciones del sistema vial Inka, realizó uno de los primeros
SERRUDO TOROBEO, Eberth, 2011. Indiferencia y destrucción: El caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de Pisco-Ica. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 1: 41-46. Lima.
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Indiferencia y destrucci贸n: El caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de Pisco-Ica
Figura 01. Camino Inka del valle de Pisco y localizaci贸n de Tampus Tawantinsuyo. Tomado de Hyslop 1984.
Figura 02. Estado de destrucci贸n y abandono en que se encuentra el recinto principal de Patipampa (Archivo Eberth Serrudo-agosto 2009).
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trabajos de registro sistemático en el sitio arqueológico de Patipampa. Él Logró identificar estilos cerámicos locales, Chanca, Inka y colonial y elaboró un pequeño croquis de las estructuras en pie, lamentablemente sin mayores detalles arquitectónicos (Figura 03). En la última década, durante la ejecución de las obras de ingeniería para la implementación del Poliducto Camisea, en el marco del Proyecto de Evaluación Arqueológica Poliducto Camisea-TGP-Tramo Sierra Variante Pisco, se registraron y excavaron arqueológicamente varios asentamientos prehispánicos ubicados en este valle, cerca de Patipampa, mas no en este sitio (Saavedra 2002). El asentamiento Inka de Patipampa Se encuentra ubicado en el valle medio del río Pisco, en las cercanías del centro poblado de Pampano, a la altura del km. 80 de la vía Los Libertadores, en la ruta de penetración Inka costa - sierra que articula asentamientos como Tambo Colorado, Huaytará e Inkahuasi (Figura 01). El camino Inka aún se puede observar en la margen izquierda del río Pisco (Figura 01), aunque Patipampa se encuentra en la margen derecha debió existir un ramal y una suerte de puente que lo unía al sistema vial. Patipampa está asentado en una plataforma aluvial a unos 60 m. del cauce del río Pisco, al lado de un cono de deyección de una quebrada seca que ocasionalmente lleva caudal de agua. Durante cientos de años se han ido destruyendo las estructuras arqueológicas de la zona debido a fenómenos naturales, el último sismo de Agosto del 2007 destruyó casi en su totalidad el núcleo central del Tampu de Patipampa. Hasta hoy en día Patipampa sigue ocupado por los lugareños, quienes han aprovechado el excelente estado de conservación de algunas estructuras, las cuales han adecuado a sus distintas necesidades (Figuras 02, 04, 08 y 09). Lastimosamente el devastador sismo del 2007 afectó significativamente dichas estructuras y en la actualidad queda muy poco de lo que fue uno de los principales Tampus en esta ruta Inka. En el 2002, 2003 y 2009 tuvimos la oportunidad de hacer un reconocimiento en la sección media del valle del río Pisco, área donde se ubica el Tampu de Patipampa, nuestra primera
Figura 03. Croquis de Patipampa. Tomado de Hyslop 1984.
Figura 04. Panorámica del sector central de Patipampa. A diferencia de la foto superior (Hyslop 1984) en la inferior (Archivo Eberth Serrudo-octubre 2002), además de su visible deterioro, se nota el empleo del espacio frontal como lugar de secado de la cosecha actual.
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impresión fue de asombro al ver el estado de conservación en que se hallaban las estructuras en pie, aún se distinguían recintos intactos con accesos de doble jamba, hastiales construidos con adobones Inka, cabeceras de muros con el nivel original, nichos trapezoidales, etc. (Figuras 05, 06, 07 y 08). El registro realizado por Hyslop, a inicios de los años 80´, demuestra estructuras rectangulares que posiblemente formaban parte de una Kancha y detalles arquitectónicos resaltantes como nichos y vanos trapezoidales de doble jamba (Figuras 03 y 04). Estas características del sitio, sumado a su ubicación estratégica y de articulación con la red vial Inka, denotan la gran importancia que tuvo dentro del esquema administrativo del valle. Para la construcción de los muros se utilizaron piedras de campo labradas, unidas con argamasa de barro (Figura 08) y para la edificación de los hastiales se utilizó el adobón paralelepípedo (Figura 05), típico Inka, de forma similar como se edificaron en los edificios principales en Huaytará e Inkawasi valle arriba (Rosales 1978, Serrudo 2010a y 2010b). Otro aspecto singular y resaltante de Patipampa era la presencia de dos muros en 90° que presentaban una serie de nichos trapezoidales de doble jamba con nicho posterior (Figura 06), igualmente, de patrón similar a los que existen valle arriba en los sitios de Inkahuasi y Huaytará, aunque la manufactura en estos últimos es más elaborada.
Figura 05. Detalle de uno de los hastiales que aún se observaban en el 2003, hoy desaparecidos (Archivo Eberth Serrudo-junio 2003).
Figura 06. Acceso de doble jamba de uno de los recintos principales aún en pie (Archivo Eberth Serrudo-agosto 2009).
Figura 07. Interior de uno de los recintos reutilizados que presentaba un vano sellado hoy desaparecido (Archivo Eberth Serrudo-junio 2003).
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En lo que respecta al material cultural registrado en superficie, los pobladores nos mostraron pequeños aríbalos que habían sido recuperados en los terrenos de cultivo. Estos presentaban diseños geométricos (rombos y líneas paralelas), además de cuencos de uso doméstico. Todos estos desaparecieron, durante el terremoto, entre los escombros de Patipampa. Aunque Hyslop encontró otros estilos cerámicos, nosotros no pudimos observarlos en superficie. Sin embargo, los pobladores indican que a fines de los años 90´ un huayco arrasó el sector oeste del sitio, donde existían terrenos de cultivo, y se llevó material cerámico fragmentado disperso superficialmente. Comentarios Finales El diseño del asentamiento compartía elementos arquitectónicos similares a sitios importantes distribuidos a lo largo del valle, como Tambo Colorado, Huaytará e Inkahuasi, diferenciados sólo por el paramento. Debido al uso de materiales de la zona y la manufactura con mano de obra local, es imposible determinar áreas de actividad mediante un reconocimiento de superficie, Coincidimos con Hyslop (1984) en que Patipampa cumplió una importante función en la cadena de centros político-administrativos unidos por la red vial Inka; así como en la administración de este sector del valle. En las últimas décadas la crecida del río Pisco y eventuales, pero significativos, eventos naturales han ido destruyendo paulatinamente Patipampa. El sismo del 2007 fue el que produjo daños más significativos. Esto hace que el registro fotográfico, tomado previo al evento sísmico, tenga gran valor pues se convierte en el único medio de recuperación de datos de la arquitectura arqueológica al igual que el registro gráfico obtenido por Hyslop en su investigación. Aunque la evidencia cultural en Patipampa ha sido disminuida a su mínima expresión, la investigación arqueológica debe iniciarse y complementarse, con estos registros, para entender y tratar de reconstruir posibles áreas de actividad, distribución arquitectónica, y patrón de asentamiento. Es innegable que los arqueólogos estamos en la obligación de realizar un registro detallado y sistemático en todas nuestras investigaciones,
Figura 08. Nicho de doble jamba con nicho posterior. Antes y después del sismo del 2007 (Archivo Eberth Serrudo-junio 2003 y agosto 2009).
Figura 09. Muro interior del recinto de doble jamba único remanente de la vista anterior (Archivo Eberth Serrudo-agosto 2009).
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puesto que en un futuro cercano nuestros registros podrían ser los únicos referentes a considerar en el estudio de sitios arqueológicos desaparecidos. Bibliografía HYSLOP, John, 1984. The Inka Road System. Studies in Archaeology, Academic Press, Inc. New York. 1990. Inka Settlement Planning. University of Texas Press. Austin. 1992. Qapaqñan El Sistema Vial Incaico Instituto Andino de Estudios Arqueológicos, Petróleos del Perú. Lima. ROSALES HUATUCO, Odón, 1978. El Templo de Huaytará. Actas del III Congreso del Hombre y la Cultura Andina Tomo I :235-249, Editor Ramiro Matos M. Lima.
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Metalurgia doméstica durante la presencia inka en el valle Calchaquí Norte, Salta-Argentina Cristian Jacob guadalurpias@hotmail.com
Resumen El eje de este trabajo se enfocará en la producción de las unidades domésticas y en cómo la cultura material, en este caso los objetos de metal sirven para crear y transformar las relaciones sociales. Entendemos que la tecnología está conformada por la conjunción de cosas, significados y poder, y que el proceso de producción tecnológico está estrechamente vinculado con el contexto cultural y social en el cual los sujetos construyen su valor y significación. Tomaremos como ejemplo para resolver estas preguntas el sitio arqueológico Cortaderas Derecha, ubicado en el Valle Calchaquí Norte, en la provincia de Salta, República Argentina. Palabras clave: Metalurgia, cultura material, Inkas, producción doméstica. Abstract This work will focus on the production of households units and how the material culture, in this case the metal objects, are used to create and transform social relations. We understand that technology is shaped by a combination of things, meanings and power, and the technological production process is closely linked to cultural and social context in which individuals construct their value and significance. As an example to answer these questions we chose the Cortaderas Derecha archaeological site located in the North Calchaquí Valley in the province of Salta, Argentina. Keywords: Metallurgy, material culture, Inkas, domestic production. Los procesos metalúrgicos al igual que la producción lítica y la cerámica no operan exclusivamente en la esfera tecnológica, puesto que implican, y siempre son productos, de sistemas sociales, debido a que los mismos se encuentran integrados mucho más estrechamente a contextos de uso social, dentro de la cultura material. Se entiende a la cultura material como un medio de comunicación involucrado en la práctica social, y puede ser usada para transformar y almacenar información social (Tilley 1989). En palabras de Gosden (2001):“Material culture affects us through our senses, especially if we include our haptic senses which allows our bodies to work on and in the
world in a muscular, physical manner”. La producción de la cultura material puede describirse como un proceso en el que los distintos grupos de interés e individuos traten de instituir significados autoritarios o establecidos frente a la capacidad inherente al individuo o individuos de crear sus propios esquemas cambiantes y libres (Hodder 1994). Como resultado, la cultura material, que la gente fábrica y usa, puede servir para mantener el consenso sobre el orden social o para resistirlo. De esta manera, el cambio social se manifiesta en determinadas ocasiones en cambios en el mundo material el cual sirve como la principal fuente para la objetivación de las relaciones y concepciones sociales (Miller 1985). Aunque dentro de cualquier sociedad, no todos los actores sociales comparten la misma
JACOB, Cristian, 2011. Metalurgia doméstica durante la presencia inka en el valle Cachalquí, Salta, Argentina. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 1: 47-55. Lima.
Cristian Jacob Metalurgia doméstica durante la presencia inka en el Valle Calchaquí Norte, Salta-Argentina
cultura material. En determinadas ocasiones, por ejemplo, un artefacto no es el que marca el status de un individuo, sino, el conjunto de procesos tecnológicos involucrados. Por lo tanto los componentes pueden ser también los productos finales, las materias primas utilizadas, las herramientas o simplemente las operaciones. Podemos pensar entonces que las tecnologías metalúrgicas fueron concebidas no sólo respondiendo a demandas prácticas sino también a relaciones sociales y políticas (Lemonnier 1992, Edmonds 1995, Sprovieri y Jacob 2001), ya que los sistemas tecnológicos sostienen relaciones recíprocas con los sistemas sociales a los que pertenecen (Lemonnier 1989). Lemonnier (1992) afirma que el estado del sistema tecnológico comprende por un lado los artefactos que existen, las secuencias operativas y las relaciones físicas entre las diferentes técnicas y por otra parte las representaciones sociales que subyacen a los procedimientos técnicos. Es de esta manera, que las técnicas son socialmente producidas y como tales están siempre inmersas en el sistema simbólico. Asimismo, las lógicas simbólicas que subyacen a la producción de una técnica determinada puede variar de lugar en lugar y de tiempo en tiempo. Según el autor, los estudios sobre tecnología pueden agruparse de dos maneras: los que están orientados a los efectos de los sistemas tecnológicos en la sociedad y la cultura y por otro lado los que se preocupan en lo que los grupos comunican cuando fabrican o usan artefactos. En este sentido adherimos a lo propuesto por Woolgar (1991:19): “ 1- los procesos y los artefactos tecnológicos contienen a la sociedad inmersa en ellos, 2- los intereses, y los significados propios de lo social son fijados a través de los artefactos y las trayectorias de los sistemas sociotécnicos y 3- los artefactos son instancias objetivadas que interpelan e interpretan a la sociedad”. Es debido a ello que apuntamos a un análisis de la tecnología como una interpretación del contexto social que sostiene o inhibe los significados producidos por los individuos. Entendemos que la tecnología está conformada por la conjunción de cosas, significados y poder (Pfaffenberger 1992), y que el proceso de producción tecnológico está estrechamente
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vinculado con el contexto cultural y social en el cual los sujetos construyen su valor y significación. Entonces, debemos comprender que una antropología de la tecnología se define entonces por las preguntas sobre donde y como las elecciones tecnológicas tienen lugar. El rol de los objetos en la reproducción social Es importante destacar que los bienes metálicos cumplen una función práctica en la sociedad, pero a la vez están cargados y son portadores de significados sociales con los cuales los individuos pueden negociar su posición ante la sociedad y pueden producir el cambio social (Hodder 1994). Los símbolos y sistemas de símbolos, que constituyen los principales elementos en la acción social, pueden verse funcionando de varias maneras. Bourdieu (1977), por ejemplo, sostiene que los sistemas de símbolos pueden tener tres funciones: ser un medio de comunicación, constituir un instrumento de conocimiento y construcción del mundo objetivo y finalmente ser un instrumento de dominación estableciendo y legitimando, a través de sus efectos ideológicos, la cultura dominante. La imposición de un tipo de discurso social sobre otros, implica la dominación de un grupo social (el que lo impone) sobre otro (el que lo acepta como orden legítimo). Es por ello que sujetos bien situados pueden manipular la cultura material como recurso y como sistema de señales para crear y transformar relaciones de poder y dominación (Bourdieu 1977, Giddens 1979, Shanks y Tilley 1987). Los grupos de poder social son los que establecen y tratan de imponer el significado legítimo que fije determinadas conductas sociales vinculadas directamente con sus intereses de control y dominio sobre el resto de la sociedad, se trata de gobernar a través de la materialidad. Usos y significado de los objetos Todos los aspectos de la producción cultural, en este caso los objetos metálicos, desempeñan un rol importante en la negociación y “fijación” del significado por parte de los individuos y grupos de interés en la sociedad. La “fijación” de significados es quizás más manifiesta en los centros de control y en los rituales públicos. En ellos se concentran los diversos ámbitos de la cultura, los elementos opuestos y se restablecen
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las estructuras dominantes (Hodder 1994). La producción de objetos es un proceso de transformación que incluye aspectos simbólicos y que suele ser internalizado por las sociedades como la transformación de “cosas de la naturaleza” en cosas de la sociedad” (Lazzari 1999), puesto que toda forma simbólica se produce, circula y se recibe dentro de contextos sociohistóricos específicos. Estamos de acuerdo con Gosden (2001) cuando argumenta: “Production is one of the most basic social processes, being the ultimate source of all physical and symbolically useful items. Production is a social process through which the labor of men, women, and children is combined to supply material wants and needs.” Tanto como objetos de prestigio o como artefactos de uso común y rutinario, los objetos juegan un rol importante en la producción y reproducción de las relaciones sociales dado que son confeccionados en el medio de ellas y a la vez ayudan a establecerlas (Lazzari 1999). Los artefactos que han construido los individuos no solo son una tecnología, son una institución social que se relaciona con otros tantos objetos, que posee una historia, donde diseña y facilita una dimensión perceptual y un uso social. Quizás, la diferente distribución de objetos de prestigios y objetos domésticos esté indicando la existencia de una contradicción estructural, alrededor de la cual se pudieron haber articulado tanto estrategias de dominación como de resistencia a la concentración de poder (Lazzari 1999). Sin embargo los objetos cotidianos resultan de gran importancia, ya que son poderosos por el simple hecho de estar al alcance de la mano. Pueden contribuir a persuadir activamente y de manera no explícita, a partir de su utilización en las prácticas cotidianas (Miller 1985, Edmonds 1995, Lazzari 1999). Hace algunos años el reconocimiento arqueológico del rango personal dentro de una sociedad dependía en parte del descubrimiento de los artefactos asociados al individuo, los cuales solían formar parte de los ajuares funerarios (Renfrew 1986). Como ejemplo de esta postura podríamos citar el caso de La Paya (Valle Calchaquí Norte), en donde la alta sofisticación de los objetos metálicos y su distribución en los enterratorios estaba
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sugiriendo la existencia de una producción artesanal especializada y un caracterizado ranking social (DeMarrais 1997). En la última década, en Europa, se examinó la cuestión de si los objetos funerarios que acompañan al individuo podían implicar necesariamente una vinculación a las actividades desarrolladas en vida por el sujeto. Sin embargo, hasta el momento no se ha analizado el asunto más interesante: el modo en que la vinculación a objetos especiales puede indicar un alto status. Si se crea un marco adecuado para realizar este tipo de investigaciones, entonces se contará con buenos prospectos para conocer mejor la conducta social de las sociedades pasadas. Muchos objetos de metal fueron aparentemente hechos más para mostrarse que para utilizarse, tal es el caso de los discos o cetros de mando, sugiriendo así que los mismos funcionaron como bienes de prestigio o marcadores de status. El control sobre la circulación de estos bienes se traduce en el control del sistema de status de la sociedad. De acuerdo con esto, González (1992) propone que para el noroeste argentino los metales operaron preferentemente en la esfera simbólica más que en la práctica y que el énfasis productivo estuvo dirigido a la obtención de bienes ornamentales en contraposición de los utilitarios (González y Peláez 1999). Los metales ofrecieron un vehículo de expresión del rango, por tanto, un nuevo canal de comunicación. En realidad esos metales no sólo reflejaban el grado prevaleciente de jerarquía social, pues ésta pudo haber existido con independencia de ello. Más bien, la propiedad de ostentación de los valiosos bienes metálicos quizá haya representado la parte esencial de la prominencia social de su dueño y contribuido en gran parte al prestigio de éste. Entonces, debemos convenir que tales materiales desempeñaron un papel activo, y no uno pasivo o de mero reflejo, en la formación misma de la estructura social (Renfrew 1986). Por ejemplo, se ha observado que en las piezas metálicas el color que se obtiene en la superficie es el que finalmente llega a ser el sello visual del objeto, comunicando mensajes culturales de poder. El color superficial era la manifestación externa de una naturaleza interna (Letchman 1988). Según Letchman, el color era una propiedad del metal cuyo logro y manipulación estimuló la mayoría de los desarrollos innovadores de las tecnologías
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metalúrgicas de los Andes. Otro ejemplo era el uso de objetos ornamentales como aretes, narigueras, pectorales, tocados; así también ropas especiales como una afirmación visual de status y posición asociada. Bravo (1987) refiriéndose a esto comenta: “Aunque concluyeran en la bárbara ceremonia de horadarse las orejas, para ostentar en ellas, como signo exclusivo de las más rancia nobleza, los ricos y pesados adornos de metales y piedras preciosas...” El metal se tornaba como un signo más evidente en las ceremonias de legitimación y crisis de la vida: “Las pruebas deben superarse airosamente, ante el orgullo de toda la parentela. Un gran banquete final, en el que se procura llevar al muchacho a un estado de profunda embriaguez, constituye la última fase de la gran ceremonia en la que los padrinos hacen las profundas incisiones de las orejas para colocar en ellas las imágenes de la nobleza...” (Bravo 1987). El metal era frecuentemente incluido como parte de las ofrendas funerarias ya que los mismos eran señalizadores sociales en la otra vida, como sucede en el sitio La Paya en el Valle Calchaquí (Ambrosetti 1902, 1904) o en La Huerta de Huacalera (Palma 1998) por nombrar algunos, aunque los ejemplos son muchos a lo largo del noroeste argentino. Aunque los arqueólogos han concluido a menudo que ciertos conjuntos de objetos indican el alto status del sujeto, no obstante como lo remarcamos anteriormente, la base precisa de tal enfoque nunca ha sido analizada de manera muy convincente. Como señalará Hodder (1994), los objetos prestigiosos hallados en tumbas u otros sitios que se relacionan con un individuo notable, no son meramente un reflejo de su alto status. Ahora bien, además existe un nivel de objetos más cotidianos y con menor carga simbólica evidente, que no parecen estar a simple vista involucrados en prácticas relacionadas con la construcción y la disputa del poder (Lazzari 1999), como por ejemplo podría ser un cincel o un topu. Entonces nos quedaría por responder: ¿Cuál era el valor que se les asignaba a estos objetos utilitarios dentro y fuera del contexto doméstico de uso o en contextos funerarios? Sin duda los bienes utilitarios al cambiar de esfera de acción vieron modificados sus significados
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y sus cargas simbólicas. Así, a partir de los hallazgos metálicos procedentes de la Tumba 11 de Vicús (Perú) Ríos y Retamoso (1993) sostienen: “Las piezas que se encuentran en la tumba son en su mayoría adornos personales e instrumentos de producción. Pensamos que el hecho de encontrarse tantos instrumentos, nos está indicando que no sólo tenían un valor utilitario, sino que eran objetos apreciados para ser colocados dentro del ajuar funerario...” Cortaderas Derecha El sitio Cortaderas Derecha está localizado sobre la margen derecha del río Potrero. Es una aldea compuesta principalmente por edificaciones de carácter residencial, con considerables desechos en superficie. Este sector del sitio cuenta con numerosos edificios, basurales, tumbas, y una estructura central Inka (23 m. x 23 m.), que podría ser una plaza amurallada (Fig. 01). Las personas que habitaron y trabajaron en el sitio eran individuos locales y no mitimaes traídos por el imperio a la región, esto se evidencia claramente al analizar la cerámica. El 90 % de la cerámica decorada hallada en este sitio es local (estilo Santamariano), el 5 % Inka, (Acuto et al 2004). Los individuos que habitaron Cortaderas Derecha, no parecen haber constituido una comunidad donde existían marcadas diferencias sociales. La evidencia arqueológica no muestra la presencia de una elite, o de un grupo dentro de esta comunidad que se haya diferenciado del resto o que haya tenido suficiente poder como para controlar la circulación de bienes, la fuerza de trabajo o los medios de producción (Acuto et al 2004). Las excavaciones efectuadas en Cortaderas Derecha arrojaron evidencias de actividades domésticas generales. Principalmente actividades culinarias (cocción de alimentos, huesos de camélidos con marcas de corte, artefactos líticos, etc.) y por otra parte producción textil a una escala reducida (torteros). Sin embargo, otras evidencias sugieren que los residentes de este sector del asentamiento también efectuaron actividades orientadas a los intereses imperiales. En este trabajo en particular nos vamos a referir a la producción metalúrgica que se llevó acabo en el sitio. Análisis de los materiales De las excavaciones de 2 unidades (basural
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Figura 01. Plano de Cortaderas Derecho y unidades excavadas. Tomado de Acuto et al. ( 2004).
y estructura cuadrangular central) y de las prospecciones que se realizaron en el sitio se recuperaron numerosas evidencias de actividades metalúrgicas, las cuales se enumeran a continuación. Estas incluyen no sólo el objeto metálico terminado en sí mismo, sino también detritos1 de producción como escorias y refractarios, los cuales actúan como indicadores de actividades metalúrgicas: Refractarios: se encontraron 14 fragmentos de moldes y crisoles, de los cuales 11 provienen de excavación. Por sus características, algunos de los moldes pueden haber sido utilizados para confeccionar lingotes, y otros, para obtener cinceles. (Fig. 02 y Fig. 03) Los procesos de producción y refinación producen grandes cantidades de detritos distintivos y durables. A partir del estudio de este material, los parámetros principales de este proceso pueden establecerse 1
Objetos terminados: sólo se recuperó un cincel de una estructura funeraria, el cual estaba formando parte del ajuar del individuo N° 1 (Fig 04). El entierro No. 1 corresponde a un individuo masculino adulto joven de 25-30 años de edad, depositado en posición primaria, de cúbito dorsal extendido. Las extremidades inferiores estaban flexionadas, y el cráneo y el coxal se encontraron apoyados y rodeados por rocas. Se recuperaron muchos tiestos samtamarianos y toscos sobre este cuerpo y un cincel metálico de unos 6 y así tener una comprensión directa sobre este proceso en particular. Los principales parámetros de los procesos metalúrgicos son la temperatura, la duración, las condiciones reductoras y por último la química general del proceso. La vitrificación de los refractarios (moldes y crisoles) pueden darnos indicadores de los dos primeros parámetros, en cambio el análisis de las escorias contienen evidencias del último.
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centímetros de longitud debajo de su cuello (Aranda et. al. 1999). Para determinar si era una aleación de cobre y estaño al cincel se le realizaron diversos análisis en ALUAR, Aluminio Argentino, los mismos se adjuntan a continuación. Muestra Nº 1: muestra extraída de una pieza pequeña de metal. Debido a que no se podía efectuar un ataque destructivo a la pieza ni extraerle algún pedazo, se obtuvo una muestra raspando suavemente la superficie del mismo. La cantidad obtenida fue alrededor de 80 gramos. Por la geometría de la pieza no fue posible efectuarle un diagrama de difracción de Rx (no se puede introducir en los portamuestras del equipo). Se le efectuó un análisis elemental por Espectrometría de Emisión con Fuente de Plasma –ICP- (la misma se realizó para ver de que metales estaba confeccionada la pieza y sus porcentajes). A la muestra se le atacó con una mezcla de ácidos nítrico y clorhídrico y los resultados obtenidos fueron los siguientes: Cu: 66.7% Al: 0.5% Si: 0.4% V: <0.01% Ca: 2.7%
Sn: 10.9% Ti: 0.12% Zn: 0.12% Cr: <0.01% Mg: 0.3% K: 0.3%
Fe: 0.5% Mn: 0.01% Pb: 0.15% Co: <0.01% Na: 0.3%
Podemos entonces afirmar que el cincel estaba confeccionado con una aleación de bronce estañifero dado que tiene un 66.7 % de cobre y un 10.9% de estaño. Restos minerales: los fragmentos recuperados fueron pocos (4) y de escaso tamaño, los cuales se identificaron como carbonatos de cobre (malaquita). Este material se destaca por su sencilla reducción con respecto a los sulfuros de cobre, los cuales implican procesos más numerosos y complejos para la obtención de cobre metálico (Fig. 05). Además se hallaron 7fragmentos de hematita, los cuales pueden haber sido utilizados como fundente. Otros hallazgos: se encontraron restos de escorias no metálicas y vidrio formado por exposición a temperaturas superiores a los a 1000° C. También se recuperaron concreciones de sedimentos alterados por altas temperaturas, los cuales no son necesariamente productos de actividades pirometalúrgicas.
Figura 02. Refractarios.
Figura 03. Refractarios.
Hasta el momento no se han encontrado escorias metálicas, lo que puede deberse a que en el procesamiento de las menas de este tipo de carbonatos no siempre se generan escorias
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ahora obtenidos, podemos afirmar que en el sitio Cortaderas Derecha se realizaron actividades metalúrgicas. Las mismas no evidencian una gran escala de producción relacionada con una economía imperial, sino que muestran por el momento una producción a nivel doméstico de ciertos ítems específicos (cinceles, lingotes). Esto podría indicar que la producción de bienes metálicos, a pesar de estar organizada a escala doméstica, estaba orientada a las necesidades estatales. A esta escala, el aprovechamiento del combustible no representa una tarea de envergadura y puede asegurarse a través de la recolección de un amplio rango de especies vegetales (churqui, tola, algarrobo, etc.) u otros productos orgánicos (guano), sin necesidad de desplazarse a grandes distancias. También el carbonato de cobre (malaquita) encontrado se destaca por su sencilla reducción con respecto a los sulfuros de cobre que implican más numerosos y más complejos procesos para la obtención de cobre metálico. Hasta el momento no se han encontrado escorias metálicas esto puede deberse a que en el procesamiento de las menas del tipo de los carbonatos no siempre se Figura 04. Enterratorio del individuo 1.
(Tylecote 1977)2. Discusión A modo de cierre, en este trabajo no adherimos a las posturas que proponen que los individuos quedan desafectados de las actividades diarias puesto que la práctica de una especialidad como la metalurgia no implica necesariamente el abandono de las actividades agrícolas, de pastoreo o de cocción de alimentos. Ahora bien, en base a los resultados, hasta Por lo general los carbonatos de cobre (malaquita, azurita) se encuentran en la parte superior de los depósitos minerales, de ahí que es fácil su extracción como así también su reducción. Por lo general se los encuentra asociado con el cuarzo. El método de reducción es sencillo en sí, si hablamos de óxidos de cobre o carbonatos. El proceso consta de moler estos carbonatos y mezclarlos con carbón de leña, en nuestro caso con algarrobo, churqui o yareta. Seguidamente se le coloca en el interior 2
Figura 05. Carbonato de cobre (malaquita). de un crisol y luego es introducido en un fogón, en el cual por la acción del calor y el carbón, los carbonatos se descomponen generando gases de carbono (monóxido y dióxido de carbono) logrando de esta manera que el cobre quede libre fundiéndose y depositándose en el fondo del crisol.
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generan escorias (Tylecote 1977). Estas unidades elementales de producción (unidades domésticas) son segmentadas e independientes. Las tradiciones tecnológicas simples, que generalmente corresponden a una producción basada en la unidad doméstica, requieren muy poca articulación tanto de los artesanos como de las tareas. Los miembros individuales de la familia completan el proceso de manufactura de principio a fin. Estas tradiciones simples pueden ser relativamente poco especializadas, si los consumidores y productores son miembros de la misma unidad doméstica predominantemente o pueden representar “industrias domésticas” especializadas donde los productores manufacturan bienes para un consumo no dependiente (Costin 1991). Pero debemos tener sumo cuidado cuando hablamos del tema especialidad–especialización debido a que especialidad no implica especialización, vale decir la práctica exclusiva, mediante una unidad de producción autónoma, de una actividad no vital que implica la transferencia continua de subsistencia hacia esta unidad especializada. Por ejemplo, en el sitio Cortaderas Derecha la práctica de una especialidad como la metalurgia no implica necesariamente el abandono de las actividades agrícolas o de pastoreo que allí se realizaban. Debido a ello, es que estamos en desacuerdo con las conclusiones obtenidas por DeMarrais para el sitio, puesto que no estamos encontrando evidencia que sustente la idea que en Cortaderas Derecha hubiera un cuerpo de artesanos locales, o no, trabajando para los inkas, cosa que si podría estar sucediendo en Potrero de Payogasta en el cual los inkas regularon la especialización artesanal y la producción de bienes suntuarios (Earle 1994). En cambio la evidencia parecería indicar una producción de tecnología bastante simple que no requirió el uso de huayras sino que parece haber sido satisfecha empleando crisoles. Es decir, una tecnología fácilmente manejable a nivel doméstico (Jacob 1999). Aunque sin embargo, la presencia de moldes para la manufactura de lingotes de bronce sugiere que la producción de bienes metálicos, a pesar de estar organizada a esta escala, estaba orientada a las necesidades estatales. En otras palabras, parecería ser que los residentes de Cortaderas Derecha no fabricaban bienes o adornos para ser
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consumidos o intercambiados a nivel local, sino que producían lingotes, seguramente apropiados por los inkas (Acuto et al 2004).
Figura 06. Óxido de hierro (hematita).
Agradecimientos Al personal de Aluar por los análisis realizados en sus laboratorios. A la gente con la que trabaje en Cortaderas: Félix, Marina, Valeria, Claudia y Leandro. A la escuelita de Cortaderas y sus maestros. A Miguel Xamena y Flia por habernos bancado tantas veces y a la gente que no. Bibliografía ACUTO, Félix; ARANDA, Claudia; JACOB, Cristian; LUNA, Leandro y Marina SPROVIERI, 2004. El impacto de la colonización inka en la vida social de las comunidades del valle Calchaquí norte. Revista Andina 39: 179-202. Cuzco. ARANDA, Claudia, JACOB, Cristian, SPROVIERI, Marina, y Leandro LUNA, 2000. Dominación y resistencia: el impacto Inka en el valle Calchaquí Norte. III Jornadas de Estudiantes de Arqueología. UBA. Ms. AMBROSETTI, Juan, 1902. El sepulcro de La Paya. Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, Tomo VIII (Ser. 3ª), pp. 119-148. Buenos Aires. 1904. El bronce de la Región Calchaquí. Anales del Museo de Buenos Aires. Tomo XI (Serie 3, t. IV): 163-314.
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Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Iván Leibowicz pinocarriaga@hotmail.com Claudia Aranda arandaclau@gmail.com Cristian Jacob guadalurpias@hotmail.com
Resumen En este trabajo presentamos las primeras aproximaciones al registro, tanto óseo como cultural, de una tumba de tiempos inkaicos en el sitio La Huerta, Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina). Para contextualizar los restos bioarqueológicos recuperados de este rasgo, también se caracterizarán la arquitectura de la tumba y los materiales que componían el acompañamiento de los difuntos. Estos son abundantes y variados, hallándose principalmente metales, maderas, restos faunísticos, restos vegetales y cerámica típicamente inkaica. Palabras claves: Inkas, Cultura material, Arquitectura, Bioarqueología Abstract In this paper we present the first attempts to record both bone and culturally, from a tomb of Inka times on the site La Huerta, Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina). To contextualize bioarchaeological remains recovered from this feature, also characterize the architecture of the tomb and the materials that made up the accompaniment of the dead. These are plentiful and varied, being mostly metals, wood, faunal remains, plant remains and pottery typically Inka. Keywords: Inkas, Material culture, Architecture, Bioarchaeology La Huerta y la Quebrada de Humahuaca La Quebrada de Humahuaca (Figura o1) fue anexada al Tawantinsuyu a comienzos del siglo XV. Los relatos de los cronistas españoles sitúan el comienzo de esta conquista bajo el reinado del décimo soberano cusqueño, Topa Inka Yupanqui, alrededor del año 1480 d.C. Los fechados radiocarbónicos de los primeros niveles de ocupación inkaica en La Huerta nos indican para ésta una fecha calibrada de 1412 D.C. (Palma 1998). Para el momento de la llegada de los inkas comienzan a aparecer en la región signos inequívocos de la acción imperial tales como el Qapacñan o camino Inka, los tambos, fortalezas, santuarios de altura y distintos
aspectos de la cultura material propios de la ocupación cusqueña. Durante esta etapa algunos sitios son abandonados casi en su totalidad, entre los que encontramos a Los Amarillos, Hornillos y Juella (Nielsen y Walker 1999: 166). Al tiempo que otros, como La Huerta, presentan signos de un gran crecimiento (Leibowicz 2007; Palma 1998, 2000; Raffino y Alvis 1993). Crecen también de gran modo en esta época los campos de cultivo de Alfarcito, Coctaca y Rodero a la vez que nuevos sitios como Putuquito y Juire son creados para iguales fines (Nielsen 1994). La Huerta (Figura 02), se encuentra a 3 km. al oriente de la confluencia de las quebradas de Humahuaca y La Huerta, a los 23° 28´ de latitud Sur y a 65° 17´ al Oeste. Está situada en
LEIBOWICZ, Iván, ARANDA, Claudia y JACOB, Cristian, 2011. Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de la Huerta, Quebrada de Humahuaca, Argentina. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 1: 56-67. Lima.
57 Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de la Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina un espolón que baja del cerro Sisilera, a 2700 metros sobre el nivel del mar y a una altura que va de los 10 a 50 metros sobre los ríos de La Huerta y Sisilera (Palma 1998, Raffino y Alvis 1993). Se trata de un gran agrupamiento semiurbano, de importante complejidad estructural interna (Palma 1998; Raffino 1988), el cual cuenta con 614 estructuras en superficie y 69 subterráneas, ocupando una superficie de algo más de 8 has. (Raffino y Alvis 1993 y Palma 1998). Si bien estudios recientes nos hacen pensar en que en el Período Tardío el sitio no tuvo la magnitud que se le adjudicaba (Leibowicz 2007), es importante destacar que La Huerta es considerada una proto-ciudad (Raffino 1988) del periodo preinka, la cual sufrió luego, bajo la dominación inkaica, profundas transformaciones. En primer lugar, una remodelación arquitectónica, la habría convertido en una cabecera administrativa (Raffino y Alvis 1993) y por otro lado se habría especializado como un centro productor de textiles (Raffino y Palma 1993). Se considera que La Huerta, junto con las instalaciones agrícolas de Coctaca al norte de la quebrada Troncal, es el sitio que mayores cambios arquitectónicos, impulsados desde Cusco, sufrió en la región (Raffino 1993). La remodelación de La Huerta, anteriormente mencionada, parece, según los investigadores que nos precedieron, haber quedado inconclusa (Raffino y Alvis 1993: 56). Esta situación se debe en parte a la ausencia de una clásica kancha inka (rectángulo perimetral compuesto, RPC) y a que carece de las típicas construcciones estatales como el ushnu o la aukaipata que caracterizan a las instalaciones estatales (Palma 1998, Raffino 1988 y Raffino y Alvis 1993). No obstante, existe en el centro del sitio un espacio despejado (Figura 03) y de superficie casi plana de 2400 m², que si bien puede no contar con todas las propiedades que se conocen para una aukaipata en el Kollasuyu (Raffino y Alvis 1993), no deja de ser un espacio creado y modificado por construcciones hechas bajo el poder imperial. Es importante mencionar también la presencia de dos recintos, ligeramente sobre elevados en uno de los costados de la probable plaza. Si bien catalogar a esta construcción como un posible ushnu nos parece temerario, no es algo que
Figura 01: Ubicación de la Quebrada de Humahuaca en el contexto inkaico y sus sitios más importantes.
debamos descartar en futuras investigaciones. Palma (1996) divide a La Huerta en 3 sectores, el sector B correspondería al inicio de la ocupación, el cual está datado radiocarbónicamente alrededor del 800 d.C. (Raffino y Alvis 1993) y que estuvo activo hasta la conquista inka. Se le adjudica la ocupación más temprana del sitio y cuenta con conjuntos de edificios relacionados a los momentos preinkaicos. El sector C, de acuerdo a los fechados obtenidos en el PS2, el basural más cercano al sector, se le ubica como contemporáneo a la ocupación inka. El mismo se encuentra atravesado por el camino imperial y fue la disposición de las estructuras y la cerámica de estilo yavi-chicha, recolectada en superficie, las que hicieron a Raffino y colaboradores sospechar que el sector fue producto de la instalación de mitimaes procedentes de la zona asignada etnohistóricamente a los chichas, como lo es la cuenca del río Grande de San Juan en la zona de Tupiza y las serranías chichas en el sur de Bolivia y el Norte y el Este de la Puna de Jujuy (Krapovickas y Aleksandrowiscz 1990). El sector A es aquel que se encuentra más profundamente relacionado con la presencia inkaica. El mismo cuenta con 2 edificios principales (E1 y E2) que cubren 1440 de los 7227 m² ocupados por recintos en todo el sitio.
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El Edificio 1, por su parte, cuenta con 12 recintos y una superficie de 640 m² más una explanada, el recinto 582 de 350 m.² (Raffino y Alvis 1993). Por su parte el Edificio 2, con 450 m.² de superficie, no presenta atributos arquitectónicos imperiales a excepción de su planta estructural. Asimismo, en este sector, particularmente en el Edificio 2, se han hallado las tumbas con la más rica parafernalia, las cuales fueron excavadas tempranamente por Debenedetti (1918). Allí se encontraron piezas como vinchas de plata y gran cantidad de instrumental textil. Es a partir de esto que se adjudica la ocupación de este edificio por parte de alguna autoridad local promovida por el Imperio y artesanos textiles o cumbiscamayoc (Raffino y Alvis 1993: 70). En este sector se encuentran la mayor cantidad de elementos diagnósticos de la arquitectura inka en el sitio, como grandes jambas en los accesos, muros dobles con refuerzo de banqueta, piedras canteadas y escalinatas de piedra (Figura 04). En el marco de una arqueología argentina, reticente a aceptar la presencia de restos inkaicos, estos rasgos fueron reconocidos tempranamente por Lafón (1956)
Figura 02: Plano de La Huerta. División por sectores. Redibujado de Palma (1998).
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como la presencia de algún reflejo extraño, como un cierto aire de familia con el Imperio. Dado el contexto anteriormente mencionado es necesario destacar que el autor veía a esta evidencia no como una acción directa del Tawantinsuyu, sino como el producto del accionar de otro pueblo, probablemente altiplánico, influenciado, este sí, por los inkas. El sector A de La Huerta Observando rápidamente el plano de La Huerta pueden notarse substanciales diferencias entre el diseño espacial del sector inka o A con los otros sectores del sitio. Una de las diferencias más significativas y dignas de mencionar es la evidente menor aglomeración de recintos que se ve en el sector A con relación al enmarañado sector B. Esta se hace más notoria principalmente en la zona ubicada al Este de los edificios 1 y 2, cruzando la cárcava que atraviesa el sitio. Allí encontramos espacios más abiertos entre grupos de, por lo general, tres o cuatro o cinco recintos. Se trata de un espacio más amplio, menos cargado que el de los sectores B y C donde los recintos se encuentran en un conglomerado, sin esta clase de espacios entre sí. Este es un detalle importante dentro de un contexto general del sitio, donde con la conquista inka se produce un crecimiento de la población (Leibowicz 2007) y se agudiza un inconveniente propio de los conglomerados del Período Tardío como lo es el hacinamiento y el deterioro de las condiciones higiénicas de la vida (Nielsen 1996, Palma 1998). Cabe destacar que las construcciones inkaicas ubicadas en el este del sector A del sitio, son las de mayor calidad constructiva de todo el sitio. Estos recintos cuentan con las piedras más finamente canteadas y en muchas oportunidades alcanzan un alto grado de conservación. Una prueba de esta baja degradación son algunas de sus paredes, como por ejemplo las del Edificio 1 las cuales tienen alturas superiores a los 2 metros. El recinto 204 en el contexto del sitio Un muy buen ejemplo de este tipo de recintos es el R 204 (Figura 05). Situado sobre una de las laderas del sitio, prácticamente asomando al vacío, es unos de los más claros exponentes de la fina arquitectura inkaica en La Huerta. Este recinto, que se encuentra intercomunicado
59 Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de la Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina y formando un conjunto junto al R 205, tiene como característica saliente de su arquitectura la presencia de muros dobles, los que se encuentran compuestos por piedras con un excelente canteado. Cabe destacar que las piedras se encuentran unidas con mortero de barro. Por otra parte es importante mencionar que en el muro Este del recinto, el mejor conservado de la estructura, encontramos los restos de un hastial. Fue en esta estructura, ubicada en una zona algo apartada del asentamiento, lindera solo a otro recinto, donde se reveló la presencia de arquitectura funeraria de una calidad constructiva notable (Jacob y Leibowicz 2005). En la esquina Sureste del recinto se halló, a la altura del piso de ocupación, una cista subrectangular de paredes
de piedra (Figura 06). Esta construcción contaba con una tapa de cierre confeccionada con grandes lajas, las cuales estaban colapsadas por el derrumbe anteriormente mencionado. Por el tipo de lajas y la forma en que las hallamos, pensamos que el cierre de la tumba debió ser en falsa bóveda. La tumba, como dijimos anteriormente, cuenta con una calidad arquitectónica poco frecuente, tiene una planta de tipo subcuadrangular, con medidas de 1,21 mts. por 1,18 mts., alcanzando una profundidad máxima de 1,50 mts. Es importante destacar que este tipo de hallazgos suele ser poco frecuente en La Huerta, debido al intenso huaqueo que sufrió el sitio. En este caso la estructura funeraria se encontraba protegida del accionar de los huaqueros gracias al importante derrumbe que tapaba todo ese
Figura 03: Sector central y plaza de La Huerta.
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ese sector del recinto, esto nos posibilitó encontrar este singular y significativo contexto. La tumba del Recinto 204 A continuación describiremos y analizaremos brevemente los materiales culturales hallados en la tumba y en las cercanías de la misma. En primer lugar podemos mencionar la presencia de piezas metálicas como aros y un tumi confeccionados en una aleación de bronce estañífero y una lámina producto de una aleación de oro y plata. Entre los materiales cerámicos se destacan fragmentos de cuellos y bordes de por lo menos dos aribaloides, un puco con asa lateral y fragmentos de dos platos pato, ambos con dos apéndices, siendo todas las piezas atribuibles al estilo Inka Provincial. En el terreno de los restos arqueobotánicos adquieren relevancia los recipientes elaborados en cucurbitáceas (calabazas), pintados en su exterior con pigmentos rojizos (hematina), los cuales contenían ajíes pequeños del tipo picante (Capsicum sp.) en su interior. Por su parte son abundantes los restos de yareta quemada (Azorella compacta), este especie vegetal es utilizada frecuentemente en los enterratorios a lo largo del mundo andino como sahumador. Se hallaron también tres pequeños fragmentos de cordelería y dos maníes quemados. Por su parte se hallaron en la tumba una inusual cantidad de artefactos de diversos tipos de madera (Figura 07), entre los cuales domina el algarrobo (Prosopis sp.). Los mismos se encontraban, en su mayoría, en un muy buen estado de conservación, siendo este un fenómeno poco frecuente en la región de estudio. Gran cantidad de estos artefactos de madera pertenecen al universo de la producción textil, entre ellos podemos mencionar una vinasa, instrumento que sirve para apretar la urdimbre, de 384 mm. de largo por 49 mm. de ancho, la cual se encontraba pintada de color rojo. También encontramos dos de los llamados cuchillones de madera, que erróneamente han sido asignados en mucha de la literatura arqueológica a las labores agrícolas, y que tendrían funciones similares a la vinasa, dentro del mundo textil. Siguiendo con estos materiales hallamos gran cantidad de torteros (de madera, calabaza e incluso uno de
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hueso hecho con una vértebra de camélido), tanto redondos como troncocónicos, decorados con pigmentos rojizos y con restos de husos, también se recuperaron agujas confeccionadas en espinas de cardón y maderas con punta aguzada fueron hallados en este singular contexto. Hay también gran cantidad de objetos y ecofactos de madera que no pertenecen al toolkit textil. Entre ellos podemos mencionar una gran cantidad de fragmentos de tabletas utilizadas en la deformación craneana, incluso uno de ellos apoyado sobre uno de los cráneos hallados. Contamos también con la presencia de campanas pintadas con pigmento rojizo, una pala, una cuchara, un astil, dos grandes palos retorcidos y pintados de rojo e infinidad de palitos, tanto decorados como no, también elaborados en este soporte orgánico. Finalmente es importante destacar la presencia de un plato de madera (Figura 08), que contaba con dos apéndices que lo asemejaban, de alguna manera, a los platos patos cerámicos. Otro tipo de materiales que aportan una importante evidencia son los restos arqueofaunístico. Podemos mencionar en primer lugar la abundancia de restos de camélidos, un hallazgo frecuente dentro de cualquier contexto en esta región. Si bien la mayor parte de la muestra pertenece a distintos tipos de huesos, sin evidencia de haber sido trabajados de alguna manera por los seres humanos que habitaron La Huerta, debemos destacar la presencia de una punta, confeccionada en este tipo de material. A 20 cm. de distancia, por fuera de la estructura funeraria, hallamos un puco con su boca hacia abajo, debajo del cual se encontraban gran cantidad de placas de mulita (Dasypus sp.), probablemente un caparazón entero que se desarmó con el paso del tiempo. Por su parte contamos con la presencia de anillos traqueales, distintos huesos y el cráneo de un pato, así como cascaras de huevos. Finalmente debemos mencionar un hallazgo peculiar: un caracol marino. Esto en sí no sería extraño ya que existe profusa documentación sobre la presencia de caracoles y valvas marinas en diversos contextos en todo el Noroeste Argentino, desde tiempos remotos. La particularidad de este espécimen, perteneciente a la especie Urosalpinx rushi, es su procedencia ya que el mismo habita las costas del Océano Atlántico, desde el Sur de Brasil hasta la costa de
61 Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de la Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina
Figura 04: Arquitectura inka en La Huerta.
la provincia de Buenos Aires en Argentina. Restos Humanos Daremos aquí una primera y preliminar aproximación al estudio de los restos humanos encontrados dentro de la tumba del recinto 204. Los restos óseos recuperados en la tumba presentan una conservación muy variable. Algunas piezas están bien conservadas, pero para la mayoría la categoría adecuada es regular/malo. Además, en el momento de la excavación los elementos óseos estaban mezclados, conformando un osario, situación que impidió establecer la asociación de aquellos pertenecientes a un mismo individuo. Por estos motivos, no puede aplicarse en este caso una propuesta multirregional (sensu Iscan 1989), por lo que el análisis de los restos óseos que ofrecían información sobre el sexo y la edad de los individuos inhumados en esta estructura, se realizaron en forma aislada.
La estimación del Número Mínimo de Individuos (NMI) se llevó a cabo en primer lugar evaluando el tipo de elemento y su lateralidad. Para la identificación se consultaron manuales de osteología (Bass 1987 y White y Folkens 1991). Posteriormente esos datos fueron ajustados con la información obtenida sobre la edad y el sexo. El sexo de los individuos se determinó evaluando los coxales, cráneos y mandíbulas presentes. Se relevaron variables tales como el ángulo de la escotadura ciática mayor, el criterio del arco, el arco superciliar, la apófisis mastoides, la prominencia mentoniana, etc., siguiendo el protocolo de Buikstra y Ubelaker (1994). Respecto de la edad, se evaluaron las morfologías de la superficie auricular y sínfisis púbica, de acuerdo a lo planteado por ese manual (Buikstra y Ubelaker 1994). Por último, pudo conocerse la estatura estimada de uno de los individuos representados en la muestra. En este caso, se aplicaron las fórmulas de regresión propuestas por Trotter y Gleser
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(1952, tomado de Bass 1987). El NMI es de 6: tres femeninos adultos, dos masculinos adultos, y un juvenil de sexo indeterminado, de entre 16 y 20 años de edad. Pudo estimarse la edad de muerte de dos de los individuos femeninos, mediante la evaluación de la sínfisis púbica. Una de esas estimaciones es de 40-45 años, y la otra de 45-49 años. También se estimó la estatura en vida de uno de los individuos femeninos, cuyo valor es de 1,55 +/- 0,04 m. Cabe destacar que se identificó además una esternebra de un individuo subadulto, pero dado que es la única pieza identificada para un individuo menor de 16 años, no se consideró adecuado incluirla dentro del cálculo del NMI, ya que seguramente se trata de un elemento intrusivo. Es decir, que no estaría indicando la inhumación de un cuerpo dentro del rasgo. Patologías Se identificaron numerosas lesiones patológicas en este conjunto óseo. Una tibia y un peroné derechos poseen señales de un proceso infeccioso (osteomielitis). Ambas diáfisis presentan un engrosamiento anormal, consecuencia del ingreso de algún agente patógeno a estos elementos óseos. Esto podría haber ocurrido, por ejemplo, como consecuencia de una fractura ósea o de alguna herida punzante o cortante en el tejido muscular. Esta última posibilidad sería más probable que haya sido la causa de la infección, ya que no se detectó ningún tipo de trauma en estos elementos óseos. Se trata probablemente de una infección en una etapa media de desarrollo, ya que no se identificaron cloacas de drenaje ni evidencias del sequestrum ni del involucrum. Por este motivo, es improbable que esta patología haya sido la causa de muerte del individuo (Ortner y Putschar 1984). Se identificó una fractura consolidada en el tercio medio de la diáfisis de un húmero derecho. La morfología del callo óseo y la angulación de este elemento hacen pensar que este individuo sufrió un trauma importante, probablemente con pérdida parcial de la capacidad muscular del miembro superior derecho. Numerosas piezas óseas presentaban uno o varios tipos de artrosis. La más común de ellas en este conjunto es la del tipo “pitting”, que se
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caracteriza por presentar numerosos orificios de pequeñas dimensiones en las superficies articulares, consecuencia de pequeños y repetitivos traumas y/o infecciones localizadas en el tejido óseo de piezas contiguas. Este es el caso, por ejemplo, de las articulaciones costovertebrales de una vértebra dorsal, en la carilla intervertebral inferior derecha de un axis, en dos epífisis distales de falanges proximales de la mano, etc. Otra manifestación artrósica es una deformación ósea ubicada en los bordes articulares, que puede abarcar un pequeño sector del mismo o registrarse en toda su extensión, y es denominada osteofito. Esta lesión pudo registrarse en epifísis proximales de falanges distales del pie, vértebras cervicales y lumbares, epífisis distal de un cúbito izquierdo, etc. Por último, otra manifestación más extrema es la eburnación, que da a la superficie articular una apariencia brillosa, producida por el contacto
Figura 05: Recinto 204 de La Huerta.
Figura 06: Tumba del Recinto 204 de La Huerta.
63 Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de la Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina directo y prolongado de las epífisis de una articulación. Este tipo de artrosis se identificó en la epífisis distal de una falange proximal de la mano. Cabe destacar que en varios casos pudieron registrarse dos o más tipos de artrosis en una misma articulación, como por ejemplo en una falange proximal de la mano (osteofitos y eburnación en epífisis distal), un primer metatarso derecho (eburnación y pitting en epífisis distal), etc. (Buikstra y Ubelaker 1994 y Ortner y Putschar 1984) La evidencia de artrosis detectada en este conjunto óseo permitiría afirmar que al menos uno de los individuos representados (muy probablemente un individuo adulto maduro) habría desarrollado actividades físicas que implicaron la exigencia sistemática de diversas articulaciones, principalmente de manos, pies y columna vertebral. Discusión Podemos observar que gran parte de los
materiales que forman este contexto mortuorio cuentan con una intima e irrefutable ligazón con la cultura inkaica, más precisamente con la que se generó en estas regiones conquistadas y alejadas del centro del Imperio. En primer lugar debemos destacar que la mayor parte de los objetos confeccionados en madera recuperados en la tumba del recinto 204 del sitio La Huerta, podrían ser catalogados como instrumental textil. Cabe mencionar que La Huerta poseía, antes de este trabajo y otros hallazgos aún sin publicar, la mitad de los instrumentos textiles conocidos para la Quebrada de Humahuaca (Raffino y Palma 1993). Esta característica llevó a Raffino (1993) a postular que La Huerta, bajo el dominio inkaico, fue un centro productor de textiles. Es conocido que los tejidos cumbi fueron uno de los elementos mas preciados dentro del mundo andino y su producción fue regulada celosamente por el Tawantinsuyu (Silverplatt 1987 y Hyslop 1990). Vemos entonces como este espacio y otros del sitio, donde se encuentran las
Figura 07: Artefactos de madera hallados en la tumba.
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más claras evidencias del poder inkaico, es donde mayor cantidad de evidencias relacionadas a la producción textil encontramos. Podemos decir, entonces, que ésta era una práctica que se multiplicó durante la ocupación inkaica al tiempo que se encontraba controlada por el estado. La idea de personas produciendo este tipo de materiales para el Imperio cobra vida al relacionar estos datos con los obtenidos por el análisis bioarqueológico. Los mismos dan cuenta de que al menos uno de los individuos adultos maduros presenta una artrosis producto de la exigencia física sobre sus manos, pies y columna, siendo estas las partes del cuerpo más comprometidas en la rigurosa actividad textil. Los telares de cintura (Figura 09), muy utilizados en aquella época, provocan sin duda este tipo de patologías. Siguiendo con los materiales hallados que dan cuenta del carácter inkaico de los mismos debemos mencionar a la punta de hueso de camélido. Este tipo de puntas son propias, para la región y el Noroeste argentino, de tiempos inkaicos, no encontrándose este tipo especímenes en contextos anteriores a la conquista imperial. A su vez representan un hallazgo significativo los pequeños recipientes de calabaza que contienen ajíes picantes (Capsicum sp.) en su interior. D´Altroy (2003) le atribuye a esta especie vegetal una importancia similar a la de la coca, siendo un bien muy codiciado al tiempo que distribuido por las elites. Sin intentar trazar un paralelo, dada la diferencia de magnitud entre una ceremonia y otra, podemos observar la importancia del ají en la ritualidad inka en la siguiente descripción de Betanzos (1987 [1551]) sobre la ceremonia de Purucaya, que Huayna Capac hace por la muerte de su madre: “...pasados seis meses despues de la muerte de esta señora hizo llamar Guayna Capac secretamente a los señores del Cuzco y dijoles que queria ir a comprar coca y aji a la provincia de Chinchasuyo para de vuelta hacer la fiesta de Purucaya a su madre porque habran de saber que Ynga Yupangue cuando constituyo que esta fiesta se le hiciese despues de sus dias mando que todo lo que en ella se gastase fuese comprado...por toda la tierra...” (1987: 189 [1551]) Vemos aquí, como el Inka explica a sus colaboradores más cercanos la necesidad
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de ir, incluso él personalmente, hacia el Chinchaysuyu a procurar suficiente cantidad de coca y ajíes para dicha celebración. Por otro lado, y en relación a las piezas cerámicas encontradas, ha sido documentado que los aribaloides y los platos pato son las dos formas inkas mas difundidas y de mayor ubicuidad en las provincias (Bray 2004). Estas vasijas se utilizaban para almacenar y servir tanto chicha como comida en grandes ceremonias de carácter público donde se reproducían y legitimaban concepciones religiosas y sociales que solidificaban el poder del Imperio (Leibowicz 2007). En estas ceremonias de comensalidad, se ponía en juego los valores ideológicos del Tawantinsuyu y se representaban principios fundamentales en la reproducción de la vida andina. De esta manera, vemos como estas formas cerámicas, a través del consumo de chicha, propiciaban y eran parte fundamental de estas fiestas, mediante la hospitalidad y la redistribución. Hemos encontrado un plato de madera cuya forma nos hizo de inmediato relacionarlo con los platos patos de cerámica. A este hallazgo debemos sumar y relacionar la presencia de
Figura 08: Detalle de la excavación donde se aprecia el plato de madera, huesos largos y cráneos.
65 Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de la Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina
Figura 09: Tejedoras andinas con telar de cintura.
varias partes esqueletales, incluida la cabeza, de un pato andino. Creemos que este animal fue puesto como ofrenda dentro de la tumba dado el carácter sagrado y ritual con el que contaba dentro de la cosmovisión inka, propiedad que le era conferida como habitante de los tres mundos observables, como lo son el agua, la tierra y el aire. No existen muchos animales que naden, vuelen y caminen como los patos, de allí su importancia y su representación en cerámica de importante usos públicos y rituales como los platos patos. Observamos entonces que, a una escala diferente en cuanto a la cantidad y calidad, los materiales hallados en esta tumba son claramente identificables como pertenecientes al periodo inkaico y son característicos de los acompañamientos mortuorios en diversas partes del Imperio. Materiales como aribaloides, platos pato, instrumentos para la producción textil, forman parte del ajuar de tumbas de importancia, y representativas de contextos muy diferentes, como las halladas en las faldas del Cerro Ampato (Arequipa, Perú) e incluso, siempre guardando una prudencial distancia en el nivel de los hallazgos, en las del Volcán Llullaillaco (Salta, Argentina). Finalmente queremos comentar que el Tawantinsuyu introdujo en las sociedades locales nuevas prácticas, nuevas jerarquías y un nuevo modo de vivir. Relacionados con los aspectos sagrados y religiosos de la vida andina.
Se apropió de espacios, mitos, leyendas, y se transformó en el nexo entre las sociedades conquistadas y los dioses. Se hizo parte de la historia de los conquistados, situándose en un lugar sagrado o divino. Asimismo, el nuevo orden se hace patente y se reproduce en las ceremonias donde los Inkas aparecen relacionados con las fuerzas sobrenaturales. Vemos, entonces, como los Inkas imponen una nueva materialidad y una nueva espacialidad en las sociedades conquistadas, y como los cambios en el orden político y social se ponen de manifiesto en ceremonias de celebración y conmemoración. La cultura material como agente activo en las relaciones sociales y como elemento significativamente constituido, juega un rol preponderante en esta situación de conquista y dominio por parte del Imperio. Agradecimientos: Especialmente al Dr. Jorge Palma, Director de este proyecto, por su apoyo y generosidad a lo largo de todos estos años. A Matías Medina y María Fernanda Robledo por el análisis del material arqueofaunístico, como también a la Sección de Vertebrados del Museo de La Plata. Bibliografía BASS, William, 1987. Human Osteology. A Laboratory and Field Manual. Special Pub. Nº 2. Missouri Archaeological Society. Columbia. Mo.
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67 Ivรกn Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob Materialidad en una tumba inka de los Andes del Sur. El caso de la Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina TROTTER, Mildred y Goldine GLESER, 1952. Estimation of stature from long bones of American Whites y Negroes. American Journal of Physical Anthropology 9: 427-440.
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Entrevista al Dr. Ramiro Matos Mendieta “…El camino Inca, nuestro camino, acorta distancias de un punto a otro; el camino moderno las alarga…” Jolie Soto Pérez jolie_soto@hotmail.com
Una curaduría dialógica e inclusiva Ramiro Matos Mendieta (Figura 01) es un reconocido arqueólogo peruano y una de las figuras más representativas de la curaduría contemporánea. Actualmente, es curador para Latinoamérica del National Museum of the American Indian, Smithsonian Institution (Nueva York-USA). En esta entrevista, realizada en noviembre de 2010, Lima-Perú, Matos nos brinda una reveladora reflexión sobre la curaduría como una práctica cultural dialógica e inclusiva, nos cuenta de su desempeño en dicho museo y nos da su visión de la curaduría en el Perú. Las palabras de Matos son enseñanza, donde resalta su apuesta por la participación de nativos indígenas en las exposiciones, a quienes llama curadores indígenas. Esta participación permite conciliar las concepciones científicas y académicas con las concepciones míticas, ancestrales y tradicionales de los diferentes pueblos latinoamericanos. Alternativa que debemos tener en cuenta para desarrollar una curaduría autentica en el Perú, sin parcialidades ni prejuicios. Jolie Soto Pérez (JSP): Quería empezar por preguntarle ¿cuál es la razón que lo llevó a elegir la curaduría y cómo fueron sus inicios? Ramiro Matos Mendieta (RMM): Lo mío es bastante inusual. Fui con una beca posdoctoral como arqueólogo al Smithsonian. Al año siguiente, tuve otra beca posdoctoral en el centro de investigaciones Dumbarton Oask de la Universidad de Harvard en Washington. Luego, después de dejar San Marcos, retorno al Smithsonian que acababa de crear un nuevo museo. El Smithsonian Institution tiene dieciocho museos y en el más reciente se llama Museo Nacional del Indígena Americano, dedicado exclusivamente a pueblos y culturas indígenas del continente americano, y soy curador de este nuevo museo; el cual es dirigido y administrado principlamente por indígenas. Ellos señalan las reglas para que sea radicalmente diferente a los museos tradicionales: el indígena no es simplemente un objeto museable, ni un objeto para adornar una exhibición, sino un sujeto activo, pensante y participante del programa del museo. Entonces, la única manera de cuidar que este museo tenga perfil, imagen y acciones indígenas es teniendo la cabeza del directorio
indígena y los principales cargos ocupados por ellos. La ley de creación del Museo Indígena Americano abarca desde Alaska a Tierra del Fuego. Y aunque algunos indígenas reclamaban que se dedique solo a Norteamérica, la ley de creación es muy clara. Por ello, estaban buscando un curador de Latinoamérica. En ese momento me contactaron y los requisitos para ocupar el cargo eran saber castellano, inglés y una lengua indígena –soy quechua hablante–, tener doctorado y tener investigaciones de campo en comunidades indígenas. Entonces, yo les presenté mi curriculum, les gustó y me contrataron. No entré como un especialista en curaduría, ingresé por una necesidad. JSP: ¿No tuvo ningún tipo de experiencia previa a la del Museo Smithsonian? RMM: No. Es más, cuando estuve aquí en Lima, como profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, hubo la posibilidad de que ocupara la Dirección del Museo de San Marcos, y del Museo Nacional de Antropología Arqueología e Historia del Perú; pero en ambos casos no me lo permitieron. Yo no tuve, entonces, ninguna experiencia museológica en el Perú, excepto el
SOTO PÉREZ, Jolie, 2011. Entrevista al Dr. Ramiro Matos Mendieta. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 1: 68-75. Lima.
Jolie Soto Pérez Entrevista al Dr. Ramiro Matos Mendieta
gabinete que yo mismo formé en el Colegio Real, el Gabinete de Investigaciones Arqueológicas; donde fundamos el Gabinete de Paleozoología, creamos el Taller de Tecnología Lítica y luego también hicimos un Taller de Ceremografía. Yo tenía profesores invitados del extranjero, estudiantes posgraduados, estudiantes peruanos y muchos de los que trabajaron conmigo ahora son profesores haciendo conservación y curaduría en estos gabinetes. JSP: ¿En qué consiste su labor en el Museo Indígena de Nueva York? RMM: Quiero aclarar un hecho. El NMAI por sus iniciales, tiene tres locales, en New York, Washington D.C. y Suitland, Maryland. El nuevo museo del Smithsonian en cierto modo es heredero del Museo del Indio Americano Heye Foundation, un museo privado creado por el señor George Gustav Heye en la ciudad de New York. Por eso el NMAI funcionó sus primeros años en el mismo local de Heye Foundation, y luego, en el edificio de la antigua Aduana de New York cedido por la Municipalidad de la ciudad. Por eso mis primeros dos años de trabajo fueron en New York. Muchos aspectos del museo son los mismos que rigen en todos los museos de Smithsonian y en otros museos tradicionales americanos o europeos. Por definición, el curador es el especialista en un área o una región cultural que debe saber, más o menos con detalle, la colección que guarda el museo y que procede de esa región, estar suficientemente preparado como para escribir un informe sobre ella, un ensayo para alimentar el contenido de las exhibiciones y reportes publicables, estar familiarizado con ellos como para recomendar los objetos museables destinados a la exhibición y para estar seguro de la calidad de conservación de cada objeto que está dentro de su área. Por eso, para mí fue un gran reto que acepté casi alegremente, ya que tuve que enfrentarme con la realidad de Latinoamérica desde México hasta Chile cuando en realidad sólo podía entenderme con el área andina. Con Brasil y Mesoamérica me costó muchísimo esfuerzo. Afortunadamente, dos años después se buscó y se contrató a otros curadores. Por lo tanto, ahora mismo soy curador para Sudamérica, y agradezco este reto porque tuve que aprender
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antropología brasileña, venezolana y trabajo en las dos dimensiones: arqueología y etnografía. JSP: ¿De qué manera ve usted la recepción de las muestras latinoamericanas en Estados Unidos? RMM: Hay una competencia de definiciones, de conceptos para confrontar las culturas norteamericanas con las culturas latinoamericanas. Las primeras fueron siempre marginadas, no tienen un gran imperio como los incas, los mayas o los aztecas. La civilización desarrollada está en la región latinoamericana, pero el museo está en los Estados Unidos y los indígenas norteamericanos tienen orgullo de su pasado, de su cultura. Quisieran poner lo suyo de manera comparable con los incas, con Machu Picchu o las pirámides mayas, pero eso es imposible. Entonces, para no tener ese problema de competencias y contradicciones, ellos querían concentrar museos sobre Norteamérica, para destacar los logros de las culturas indígenas de Estados Unidos y Canadá. Pero, repito, existe una Ley y, además, la colección tiene más o menos un millón de artefactos, donde un tercio, o sea unos trescientos mil, proceden de Latinoamérica. La ley norteamericana habla de tribus, como la comanche, los navajos, apache, etc. Y cuando se refieren a nosotros también se refieren a la tribu inca o la tribu maya. Esto fue una tarea muy difícil de afrontar, porque ellos no querían aceptar otra nomenclatura que no fuera la tribal. Ellos decían, por ejemplo, “Ramiro viene de la tribu quechua”. Una de los miembros de nuestro Consejo de Administración fue la doctora Linda Manzanilla, quien es una famosa arqueóloga mexicana. Ella tiene ascendencia maya, entonces decían “pertenece a la tribu maya”. Luego vinieron Jorge Flores Ochoa de Cusco y María Catrileo de Chile, los cuales nos ayudaron a aclarar la diferencia de las culturas indígenas del hemisferio. Todos estos miembros del Concejo se reúnen cada seis meses, es el Órgano Superior de Administración del museo, señala las políticas institucionales, aprueba los presupuestos, las exhibiciones, etc. Por fin ahora, después de tantos años, aceptan que el concepto y la definición de tribu funcionan solo para ellos, pero no para nosotros. Nosotros fuimos altas civilizaciones con imperios, con estados formados. Tienen que reconocer esta jerarquía. Nosotros somos el área de América
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nuclear, con grandes culturas, en cambio Norteamérica como las Pampas argentinas fueron América marginal. JSP: ¿De qué zonas de América Latina tienen más exposiciones? RMM: Tenemos, y esto ha sido uno de mis primeros logros, una amigable división de tareas, es decir, una división de obligaciones y responsabilidades y una división presupuestal. Como dije, un tercio de la colección es nuestra. Esto se convierte en nuestro indicador. Si el tercio de las exhibiciones es de América Latina, el tercio del presupuesto también es de nosotros. El tercio del personal también debería ser para nosotros, pero todavía no sucede así. JSP: ¿Qué país tiene más interés en realizar proyectos de curaduría? RMM: Ahí hay un poco de política. Antes del presidente Bush, teníamos presupuesto razonable asignado por el Gobierno Federal, del Smithsonian, y podíamos nosotros mismos hacer nuestros programas públicos, exhibiciones, publicaciones, etc. con cierta comodidad. Ahora no, estamos un poco dependiendo de las donaciones de afuera. Los donantes tienen intereses. Por ejemplo, Chile el año pasado quería una exposición Mapuche con motivo del bicentenario, como no teníamos dinero preguntaron cuánto se necesita, la suma era dos millones de dólares y ellos aceptaron donarla. Ahora en junio hicimos una exhibición de la Señora de Cao con el apoyo de Promperú, además se aprovechó para hacer una degustación de comida peruana y la ruta del pisco. Otra de las diferencias de nuestro museo es que es un museo vivo. Nosotros consideramos a las comunidades contemporáneas como continuidad de las colecciones. En el museo, tenemos un departamento de creencias indígenas. Ahí practicamos éstas de acuerdo al calendario indígena, de acuerdo a los cupos, por ese tercio que mencioné. Hace dos años, el solsticio nos tocó a nosotros. Llevé chamanes del Cusco y chamanes de Cotopaxi de Ecuador. El año pasado, tuvimos una exhibición vivencial de arte y música, llevamos Danzantes
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de Tijeras (Perú). A la gente le pareció una maravilla la exhibición al aire libre, fue una atracción enorme. Entonces, no solamente exhibimos objetos, pues los indígenas tienen muchas cosas fantásticas. La idea es que los objetos del pasado que los arqueólogos ven como piedras, cacharros o pedazos de cerámica muertos, se les de vida. Y ¿quién les da la vida? Nosotros, como descendientes contemporáneos. Así, tratamos de entender a estos objetos con los testimonios de los herederos vivos. JSP: Como responsable de una exposición o de un guión, ¿cuáles son las etapas o pasos a seguir para su realización? RMM: Eso es lo más engorroso. En este momento estoy a la mitad de una gran exposición. Estoy organizando la exhibición del Qhapaq Ñan (camino Inca). Son seis los países que intervienen. Estoy en competencia, casi peleando, con la Unesco, que no nos permite, mientras no se le declare Patrimonio de la Humanidad, tratar este tema como exhibición; y algunas autoridades actuales, como la señora Cecilia Bákula (Ex Directora del INC-Perú [Instituto Nacional de Cultura]), ponían problemas innecesarios a nuestra labor. Precisamente, ahora hemos conversando con el doctor Juan Ossio (Ministro de Cultura del Perú), quien nos ha dado carta blanca y vamos a hacer un convenio para que después de nuestra exposición en Washington la exhibición venga a Lima. JSP: Respecto a la recopilación de datos de los objetos, las características de las obras y las condiciones en las que deben ser expuestas ¿emplean algún método en especial? RMM: Nuestra metodología de exhibición es de visión indígena. Nosotros ya no exhibimos objetos simplemente, no se exhiben tradicionalmente períodos o algunas culturas. Exhibimos, básicamente, el tema inserto en ideas o las ideas sintetizadas en un tema. Qhapaq Ñan, por ejemplo, es un objeto arqueológico, pero también un objeto etnográfico que se sigue usando. Esto nos permite articular el presente con el pasado. El arqueólogo describe el objeto, pero el usuario también lo describe con su lenguaje y a su manera. El objetivo es cómo articular a los dos.
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En los documentos etnohistóricos tenemos otra línea de informaciones. Perfectamente podemos ver el camino vivo, porque el camino sigue vivo en la vida de los pueblos, de las comunidades. Si tenemos esta información, ¿con qué objetos vamos a ilustrar la sala de exhibición? Los arqueólogos sugieren de inmediato, por ejemplo, realizar mapas, planos. Y el indígena ¿qué sugiere?, ¿qué lleva en su viaje?, ¿qué carga? y ¿para qué el viaje? El arqueólogo define si el camino tiene tanto de ancho, tanto de largo, tiene tal estado de conservación, tiene cunetas, etc. El indígena dice no, el camino es el que nos lleva de acá para allá. El camino Inca, nuestro camino, acorta distancias de un punto a otro; el camino moderno las alarga. Entonces, son dos conceptos totalmente distintos deben ser articulados o al menos entendidos. En tal sentido, cómo vamos a articular a los dos en la sala de tal manera que no se desatienda la contribución académica y, a la vez, se prescinda del concepto tradicional. Esto es exactamente lo que en el Perú deberíamos hacer: etnoarqueología. En Europa se está desarrollando fuertemente la etnociencia, por ejemplo. Una vez que tenemos los objetos –normalmente no tenemos todos, completamos con prestamos–tratamos de buscar ambas informaciones, la del académico y la del heredero contemporáneo. Antes de que estos sean llevados a la sala de exhibición, nuestro Departamento de Conservación verifica el estilo exacto para la muestra. Este departamento es el mejor de todo el Smithsonian. Ahí trabajan los conservacionistas con la tecnología moderna, con todos los reactivos que recomienda el conocimiento académico científico, y con el conocimiento tradicional. La Fundación Getti, por ejemplo, nos ha dado dinero para llevar indígenas. ¿Cómo conserva el indígena sus mates, sus platos, sus tejidos o sus ojotas? Con la ayuda de ellos hemos restaurado muchas cosas. Los Mapuches, por ejemplo, han restaurado toda nuestra platería. JSP: Quiénes mejor que los indígenas para saber cómo conservar… RMM: Tenemos un gran conocimiento indígena junto al conocimiento moderno. Lo
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indígena es útil cuando se saben aprovechar sus conocimientos. En este momento tengo para la exhibición de Qhapaq Ñan a un grupo de seis ingenieros y la Fundación Nacional de Ciencias les ha dado cien mil dólares. Sin excavar y sin dañar nada están estudiando el camino con sensores electrónicos, miradores láser que pueden penetrar el subsuelo o tras una pared y saber exactamente el contenido, si el camino fue removido, cortado, excavado, si hay piedras, etc. durante el proceso de su construcción, es una maravilla. Para la muestra de Qhapaq Ñan también estamos ensayando con una laptop y una antena orientada a un satélite que hemos rentado para poder transmitir en tiempo real y desde el camino. El curador es el responsable de todo. JSP: En cuanto al trabajo interdisciplinario, ¿en qué grado puede enriquecer éste a una exposición? RMM: Muchísimo. En las exposiciones tradicionales, el curador habla por los objetos y a veces los mismos objetos, con distintos curadores, están hablando distintas cosas. El objeto habla a criterio del curador, sirve al criterio del curador. Ahora estamos independizando esta articulación del objeto con el curador para que el objeto hable, ya no el curador. Pero ¿cómo habla el objeto?, ahí viene la participación indígena. Tradicionalmente se dice interdisciplinario el trabajo entre el arqueólogo, el antropólogo, los historiadores, etc. Ahora, en ese paquete de especialistas entra la voz indígena. Ahora el indígena también tiene voz. Curiosamente, en toda mi experiencia con los amazónicos del Brasil, ellos han entendido mejor que muchos académicos qué es contexto. Ellos siempre están reclamando que si exhibimos solo el objeto no tiene contexto. Ellos dicen “si exhibimos la correa sola sin la falda, sin lo que sostiene, entonces esta misma correa puede servir para jalar un animalito o para cargar algo”. Hay que contextualizar, para ellos esto es asociar el objeto con su función. En el Qhapaq Ñan, para dar un ejemplo, tomando las crónicas de Guamán Poma de Ayala, el chasqui siempre está llevando un quipu donde lleva un mensaje. Cuando el indígena lleva de una comunidad a otra un mensaje también hablan de un quipu, el cual ya no usan pero sí el jepei o amarre especial. Dentro de este amarre están llevando la
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medicina y otras cosas, y para saber que todo está llegando utilizan también un nudo amarrado con un estilo único y propio. Entonces, el objeto está hablando dentro del contexto, ya no es simplemente el curador. El curador se desprende, pero tiene que saber cómo articular ese conocimiento intrínseco de los objetos. JSP: ¿Tiene algunas críticas en torno a los curadores actuales? La crítica más difundida es que siempre el curador trata de manipular las colecciones en base a su visión, tratando de imponer lo que ellos quieren que el espectador vea. RMM: El museo se separó de las galerías y de los anticuarios para potenciar un poco la investigación. Sin embargo, hay hoy en día muchos museos que no se diferencian mucho de los anticuarios o de las galerías comerciales. ¿qué exhiben estos? Siempre lo bonito, lo comercial, lo atractivo, y no les importa en qué orden, sino simplemente que llegue a la vista del visitante. El curador está pensando en el contenido histórico, cultural y de identidad. Ese es otro lenguaje. Por otro lado, los museos tradicionales exhiben por un sentido estético o cronológico. Acá tenemos muchas exhibiciones cronológicas: Chavín, Tiahuanaco, Inca. Ahora las nuevas exhibiciones son por temas, por ideas, no importa la secuencia. De tal manera que en este nuevo criterio el objeto debe hablar más, no debe ser manipulado por los curadores. He visto casos, y hay muchas publicaciones al respecto, como por ejemplo un objeto Moche ha sido utilizado hasta cinco veces para ser interpretado de cinco maneras diferentes según los curadores, y en ninguno de ellos se está hablando del objeto, de lo que realmente significó ni de lo que es. El objeto tiene que hablar más que el curador y no se debe manipular. Uno de los críticos decía que manipular los objetos es como la manipulación política de la gente. JSP: ¿Cómo ve la curaduría en el Perú? RMM: En mis conversaciones con mis colegas, profesores universitarios que ocupan cargos directivos, he tratado de hacerles ver
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que en el Perú tenemos un vacío de profesiones que se necesitan con urgencia. Se han abierto muchas escuelas de arqueología y se repiten siempre los mismos cursos y los mismos programas de hace cuarenta o cincuenta años. El Perú necesita museólogos, no tenemos una escuela museológica. El Perú necesita curadores, no hay una especialidad de curaduría, al extremo que muchas de las personas que trabajan en el Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú no saben qué es curaduría. El Perú necesita técnicos en conservación, no tenemos una escuela de conservación de objetos muebles. Cuando estuve en Cusco, a donde viajo dos o tres veces al año, durante una de mis primeras visitas una autoridad local, cuando le comenté que era curador, me dijo “¿De qué animalito te ocupas?”, porque pensó que el curador es el cuidador de los animales. JSP: Justamente el próximo año se inicia una nueva escuela de restauración y de conservación en la Facultad de Letras de la Universidad San Marcos, la acaban de presentar… RMM: Ojalá. Pero hay que saber ¿quién va a enseñar?, porque ese es otro de los problemas en nuestro país. En mi provincia, Huancavelica, tenemos tres universidades donde enseña cualquier médico de hospital o enfermeras dando cursos de alta especialidad y eso no está bien. Hay organismos internacionales que apoyan este tipo de iniciativas e internacionalmente se sabe que el Perú es uno de los países más privilegiados en patrimonio cultural arqueológico e histórico, pero no tenemos las especialidades para ocuparnos de este. Entonces, con toda seguridad que entidades como la Fundación Ford o cualquier otra entidad va a apoyar para traer especialistas. Ahora estoy llevando a Cusco especialistas en conservación de paredes de piedra, vamos a tomar como laboratorio Sacsayhuaman y va ser dirigido por el Dr. Alexei Vranich. El Dr. Vranich ha buscado Sacsayhuaman porque el INC había intervenido en los últimos cuatro años catorce lugares. De estos, con las lluvias de este año, trece se vinieron abajo y uno quedó. En la inspección concluyeron que el personal del INC estuvo equivocado en sus intervenciones. En el Perú como en muchas otras cosas se ha improvisado. Tenemos curadores improvisados y para no decir que son improvisados ni siquiera se usa el nombre.
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Si vas a cualquier museo peruano y preguntas quién es el curador te van a decir que no hay. No existe un puesto de curador, no hay un cargo de curador. JSP: Mencionando el tema de restauración, existe un taller de restauración en adobe que se hace en Chan Chan cada cierto tiempo… RMM: Si, ahí en ese caso vemos, por ejemplo, hay un gran apoyo por parte Italia. JSP: En cuanto a las exposiciones en el Perú, ¿usted cree que se ha llegado al objetivo, que debería buscar la curaduría, de formar un diálogo entre las piezas y los espectadores? RMM: Sí, en el Perú hubo muy buenas exhibiciones cuidadosamente dirigidas y manejadas por el curador principal, que acá no se llama curador, sino director de una exhibición u otros nombres. Como digo, una persona tiene que escribir el contenido, las leyendas, mirar la conservación, etc. Hace años Guillermo Lumbreras (arqueólogo peruano) hizo una bonita exhibición sobre Chavín en el Museo Nacional de Antropología, Arqueología e historia del Perú. Hace unos días estuve en una reunión en el Museo Nacional de Antropología con la doctora Carmen Arellano (arqueóloga peruana) y con Gary Urton (antropólogo norteamericano) quien es el especialista más calificado sobre quipus, y se está preparando una exhibición sobre ellos. Hace tres años hicieron, por ejemplo, una exhibición sobre tejidos Paracas, se llevaron esa misma muestra a París y brilló en el nuevo museo Quai Branly, fue una de las mejores exhibiciones. Entonces, sí han habido algunas exhibiciones destacables. Lo que he visto ahora en el Museo de la Nación lamentablemente no me ha gustado, todas están en desorden, es simplemente un muestrario de piezas. Como decía el doctor Jorge C. Muelle (Perú), son muestrarios no exhibiciones. JSP: En ese sentido, en una exhibición el modo temático es mejor que el modo cronológico. RMM: Si, mucho más el temático. Una exhibición siempre empieza con el título en el ingreso, que en los EE. UU se llama “welcome
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area” (área de bienvenida). El visitante sabe a qué puerta va a entrar y que encontrará; y eso que va a encontrar tiene que ser un objeto que impacte, de primera entrada, a la vista. Por ejemplo, para el Qhapaq Ñan estamos pensando en dos o tres cosas resaltantes, objetos cuyo impacto inmediatamente quede en el pensamiento y en el sentimiento de las personas, y que todo su recorrido por el museo sea como si los estuvieran guiando. Necesariamente al final tiene que haber un mensaje: ¿qué aprendí?, ¿para qué vine? y felicitarse a uno mismo por haber venido. Pero una exhibición cronológica no lleva a esto y, al final, ni se recuerda dónde es que estaba, por ejempló, la cerámica. Es fundamental el mensaje, por eso nosotros tenemos allá en los museos un departamento de educación. Este departamento dosifica que es para adultos, para secundaria y para los niños pequeñitos; para los cuales fabricamos rompecabezas y juegos, entonces los niños se van con un mensaje en la mente. JSP: En relación a esto ¿qué aspectos se deberían mejorar en el caso del Perú? RMM: Hay que empezar formando profesionales, no los tenemos. Con orgullo los norteamericanos dicen “este es un trabajo profesional, lo hicimos con profesionales”. Acá eso sería difícil. No hay profesionalismo porque no hay especialidad y no hay especialistas. Si me preguntas ¿quién es un montajista o un especialista? mi respuesta es que conozco uno en el Perú, Rodolfo Vera, después todos lo hacemos más o menos a buen criterio. Hay que mejorar la formación de los especialistas. Tienen que haber muchas prácticas, porque uno aprende malogrando lo del otro, y mejorar estando en constante interacción con los objetos, con las colecciones. Por ejemplo, en EE. UU, un país rico, se trabaja con muchos especialistas: el montajista agarra un objeto y se pregunta ¿cómo lo vamos a poner?, hay un especialista sólo para luces, hay otro especialista sólo para ruido, música o sonido, hay otro especialista en mediciones, etc. De esta manera, un mismo objeto es tratado por varias personas. Un montajista trabaja por lo menos con cinco o seis especialistas, entre ellos coordinan, es un trabajo en equipo grande. Eso aún no lo podemos alcanzar nosotros, pero con una constante interacción y con el sentido común pleno que
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tenemos, felizmente, bien desarrollado, yo creo que podemos llegar a hacer muy buenas exhibiciones. JSP: Volviendo al plano educativo, se desprende, pues, que una buena curaduría incentivaría, sin lugar a dudas, a los alumnos a ir a museos a complementar su aprendizaje. RMM: Esto ya escapa al museo, es ya política educativa del país. En EE. UU hay una cultura museológica, entre el 60 y 65 % de las visitas al museo son de estudiantes de los diferentes niveles, acá no tenemos eso. En ese país forma parte del plan curricular, hay toda una atención especial para ellos, que acá no tenemos porque todo ello demanda presupuesto. Si no hay presupuesto ni para las escuelas, pues tampoco para atender a los niños en museos. El Estado no invierte en educación. Mientras que nuestros gobiernos no entiendan que educación es inversión nunca tendremos éxito, pero con buen sentido humano se puede hacer algo con iniciativa, pasión, vocación. JSP: De todos sus logros obtenidos en la curaduría, ¿cuál destacaría de forma especial?, ¿cuál ha marcado su carrera como curador? RMM: Todavía sigue abierta la exhibición que se llama “Our Universes” (nuestros universos) donde nos ocupamos de la cosmología de los pueblos. Escogimos tres grupos: dos civilizaciones grandes, mayas e incas, y otra que nunca fue dominada por los Incas, los Mapuches. Para cada uno escogimos dos curadores Indígenas. Tratamos de buscar gente con la menor influencia de escuela, ya que en la escuela se enseña educación occidental y se desarticula el conocimiento tradicional. Nuestros curadores eran analfabetos, pero chamanes, líderes culturales. Los mayas, por ejemplo, ya nos hablaban del 2012 como el final de una era, no como el final del mundo. Ellos fueron muy claros: el mundo no va a desaparecer, pero van a haber trastornos en el espacio sideral, las estrellas se van a cruzar, van a haber más lluvias, terremotos, lo que estamos viviendo. Cuando llevé al museo el Calendario Maya pintado por diferentes arqueólogos ellos escogieron el
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que tenía menos errores, el de Linda Schele, lo redibujaron y es el calendario que hoy tenemos en exhibición señalando la fecha de inauguración del museo. Es gente analfabeta, en la educación convencional, pero muy sabia en la suya, sigue manejando su calendario, los rituales al tiempo, etc. Por otro lado, los mapuches en salud son increíbles. Asimismo, los quechuas que llevé al Smithsonian, del Ausangate, de la comunidad de Paqchanta (Cusco), como Nazario Turpo, son sabios realmente. Todavía siguen actuando en el mismo ushnu Inca (plataforma ceremonial), saben quiénes fueron los incas y saben la función del ushnu exactamente como lo describen ahora los arqueólogos. Leyendo los libros, dicen que la historia oral se transforma totalmente en la segunda o tercera generación, solo han pasado 500 años de transformaciones, por lo tanto muchas cosas todavía están allí. Con los quechuas aprendí la jerarquía de sacerdotes indígenas, siendo el estatus más alto el altumisa. Cuando le pedimos a Pacu, uno de los indígenas quechuas, que dibuje la ofrenda para el Inti (El Sol) dijo que no podía, pero cuando lo hizo era muy parecido al de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua (cronista indígena durante el Virreinato del Perú). La exhibición sobre las cosmologías,”Our Universes”, fue la mejor que hicimos. La exhibición se inauguró en el museo en el 2004, fue planeada para dos años pero el público la ha pedido y sigue todavía todo este año, en marzo del 2011 recién la vamos a desmontar. JSP: ¿En el futuro cómo ve la curaduría de temas peruanos aquí y en otras partes del mundo? RMM: Perú tiene un gran futuro, voy a contar otro ejemplo. Organicé una exhibición de cerámica y ni sabíamos el título. Entonces participamos dos arqueólogos y dos alfareros indígenas de Coxcatlan. Llevé de México al Director del Museo Nacional de Antropología, Felipe Solís, que fue uno de los mejores en alfarería y ceramografía preoccidental; y a un alfarero indígena, también mexicano, de Coxcatlan. Por la parte peruana yo actué como arqueólogo y llevé a un curador indígena del pueblo del templo de Wiracocha, Rajchi, en el Cusco. Después de una semana cuando empezamos a trabajar ya seriamente en las colecciones Felipe escoge las cerámicas y elige qué cosa quisiera mostrar para destacar de
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México. Se demoró entre tres y cuatro días para pensar qué poner. El indígena no, rápidamente empezó a escoger, “¿qué criterio tienes?”, le preguntamos. Él dice “nosotros tenemos las cerámicas que están relacionadas con el dios que vuela en el espacio, las cerámicas que están con nosotros y las cerámicas que recuerdan el subsuelo”, rápidamente escogió de todas partes. El andino dijo “claro, yo también, el espacio identificado con el cóndor, la tierra con los tigrillos y el subsuelo con el Amaru (serpiente)”. Ellos hicieron una selección fantástica y nosotros tuvimos que adecuarnos. Ahora, cómo escribir los contenidos, ellos nos dieron todos los argumentos y al final propusieron el titulo para la exhibición: “la tierra viene de la Pachamama, del suelo, con eso hacemos, con eso tomamos, con eso cocinamos; entonces nosotros somos hijos de Pachamama, hijos de la arcilla”.
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La exhibición se llama “born of clay” (nacidos de la arcilla). Felipe se fue contentísimo y estaba preparando una exhibición parecida en su museo. Me dijo: “yo voy a hacer una exposición tres veces más grande que ésta”. Estuvo trabajando con mucho entusiasmo y, lamentablemente, justo cuando estaba trabajando en ello le dio un ataque al corazón y murió. Este es un ejemplo para decir que el Perú tiene un gran futuro, podemos hacer grandes y muy buenas curadurías, originales, propias, surgidas de nuestra realidad, no copiando de otras partes. Podemos crear escuela de curadores acá. Tenemos gente que conoce y perfecciona textilería y cerámica tradicional, tallados, pintura, en fin. Con ayuda de ellos, convergiendo académicos y sabios tradicionales indígenas, podemos hacer exhibiciones maravillosas y la curaduría puede crecer como una nueva escuela en el Perú.
Figura 01. Dr. Ramiro Matos Mendieta. Foto tomada del Portal Oficial del Centro Cultural Argentino de Montaña. Accesible en internet. http://www.culturademontania.com.ar/Noticias/DES_cvitry-smithsonianUSA.htm. [Consultada 06 enero del 2011, 02:45 hrs.].
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completos (no sólo sus siglas). Se debe seguir el siguiente modelo: Artículo en una publicación colectiva: MEDDENS, Frank; BRANCH, Nicholas; VIVANCO, Cirilo; RIDDIFORD, Naomi y KEMP, Rob, 2008. High altitude Ushnu platforms in the Department of Ayacucho Peru, structure, ancestors and animating essence. En: Pre-Columbian landscapes of creation and origin: 315-355. (Editado por John Edward Staller). Springer. New York. Libros: MATOS, Ramiro, 1994. Pumpu, centro administrativo inka de la puna de Junín. Editorial Horizonte. Lima. Revistas: McEWAN, Gordon; GIBAJA, Arminda y CHATFIELD, Melissa, 2005. Arquitectura monumental en el Cuzco del periodo intermedio tardío: evidencias de continuidades en la reciprocidad ritual y el manejo administrativo entre los horizontes medio y tardío. Boletín de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Nro. 9: 257-280. Lima.
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Internet: TOPIC, John; LANGE TOPIC, Teresa y MELLY, Alfredo, 1999. Las investigaciones en Namanchugo. El oráculo de «Catequil». Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura (INC). Accesible en Internet http://www.mun ihuamachuco.gob.pe/milenario/huamachuco/ 2001.html [Consultada el 19-04-10, 12: 08 hrs.]. Fuente etnohistórica: MOLINA, Cristóbal de, 2008 [1574-1575]. Relación de las fábulas y ritos de los Incas. Julio Calvo Pérez y Henrique Urbano (edición, estudios y notas). Universidad de San Martín de Porres (USMP). Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología. Lima. Los agradecimientos van antes de la bibliografía y no deben exceder las 60 palabras. Las notas deben ser a pie de página y deben estar a tamaño 9, estilo Time New Roman, espacio simple y justificado. Agradecemos anticipadamente su participación y difusión.
Lima-PerĂş Enero 2011
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Index Editorial
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List of Collaborators
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How was the ushnu of Haucaypata square of Cuzco like? Rodolfo Monteverde Sotil
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Audiovisual archives from Cuzco (Available on internet) Sheylah Vásquez Salcedo
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Espacio sagrado Inca, plataformas y su potencialidades sonoras. preliminares en el departamento de Ayacucho Frank Meddens y Millena Frouin
Observaciones
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Indifference and Destruction: The Patipampa Case, which is a Tawantinsuyo settlement, in Pisco-Ica Valley Eberth Serrudo Torobeo
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Domestic Metallurgy during Inca presence in the Calchaqui-Norte Valley at SaltaArgentina Cristian Jacob
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Materiality in an Inka Tomb from Southern Andes. A case from La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Argentina Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob
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Interview to Dr. Ramiro Matos Mendieta Jolie Soto Pérez
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Editorial Norms
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