Revista Haucaypata Nro. 12. 2017

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ISSN: 2221-0369

Año 6- número 12

Lima - abril 2017


Director y editor Rodolfo Monteverde Sotil Comité editorial José Merrick / Alvaro Monteverde Sotil / Roberto Jordán / Jean Valdez Difusión Mayra Delgado Valqui Diseño y diagramación Ernesto Monteverde P. A. / Isabel Mansilla Fotografía de la carátula Mendigo en Ollantaytambo, Cuzco, 2015. Rodolfo Monteverde Sotil Fotografías del índice en español, editorial, relación de colaboradores y del índice en inglés Niña estudiando en el mercado de San Miguel / Pastora de Cuzcudén / Cocina en casa de Cuzcudén / Saliendo de la iglesia de San Pablo. Fotos tomadas por Rodolfo Monteverde Sotil en Cajamarca (2016) Las opiniones vertidas en los artículos publicados en esta revista son de entera responsabilidad de cada autor. La revista no se hace responsable por el contenido de los mismos. © Prohibida la reproducción total o parcial de la revista sin el permiso expreso de su director

Revista Haucaypata, investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo Año 6. Número 12, abril 2017 Publicación cuatrimestral ISSN: 2221-0369 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-00350 LATINDEX: 22532 Hecho por computadora Jr. La Libertad 119 Santa Patricia, La Molina. Lima-Perú https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ revistahaucaypata@gmail.com Todos los derechos reservados


Dedicatoria A todos los estudiantes y profesionales que se dedican a la investigaciรณn y protegen su patrimonio cultural, de a poquitos se hace mucho.


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Índice Editorial

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Relación de colaboradores

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Evidencias arqueológicas de la conquista hispana y el periodo de transición halladas por el Proyecto Ychsma en el edificio B4 de Pachacamac, valle de Lurín (2016) Estelle Praet, Sylvie Byl, Peter Eeckhout y Milton Lujan Dávila

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El camino de los llanos entre Paramonga y Santa: revisión de los caminos incas de la costa norcentral del Perú Jack Chávez Echevarría

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Análisis e implicancias de un remanente del sistema vial Tahuantinsuyu en Choquequirao, Cuzco, Perú Gori-Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

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Machupicchu y sus “personajes” ante las nociones de ucronía y reivindicación en un país pluri y multicultural como el Perú Mariana Mould de Pease

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Yanque en el valle del Colca (Caylloma, Arequipa). Historia y cultura en los siglos XV-XX Mario Sánchez Dávila

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Entrevista al Dr. Peter Eeckhout: director del Proyecto Arqueológico Ychsma, Investigaciones Arqueológicas en Pachacamac Rodolfo Monteverde Sotil

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Normas editoriales

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Editorial La revista peruana Haucaypata, investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo se enfoca en los estudios arqueológicos e interdisciplinarios del incanato, realizados en el Perú y Suramérica. La revista nació con la intención de cumplir tres objetivos que todo arqueólogo y profesional debe proponerse en su carrera: investigación, difusión y protección de su patrimonio cultural. En esta ocasión nos place entregarles el número 12, el cual contiene cinco artículos con enfoques y propuestas variadas así como una entrevista. De esta manera, desde hace seis años seguimos adelante con la importante tarea de difundir el conocimiento de nuestro pasado a través de esta revista de publicación recurrente y de acceso gratuito. Con este nuevo número hemos logrado publicar cerca de 80 textos, entre artículos, notas y entrevistas asociadas al Tahuantinsuyo. Desde hace más de 20 años el Proyecto Ychsma viene investigando en Pachacamac. Resultado de ello es el artículo, presentado por los colegas belgas Estelle Praet, Sylvie Byl, Peter Eeckhout (director) y el peruano Milton Lujan Dávila (co director), referido a las evidencias arqueológicas del periodo de transición entre el Tahuantinsuyo y el inicio del Virreinato peruano, halladas el año pasado en este importante santuario costeño. Por su parte, el arqueólogo peruano Jack Chávez Echevarría nos alcanza un estudio etnohistórico y arqueológico sobre los caminos prehispánicos de los “llanos” o de la costa reutilizados e implementados por los Incas. Sobre el Cuzco, capital imperial del Tahuantinsuyo, les presentamos dos importantes artículos escritos por investigadores peruanos. El primero de ellos estudia un remanente de camino hallado en Choquequirao y su autoría corresponde a los arqueólogos Gori-Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García. El segundo texto fue escrito por la destacada historiadora Mariana Mould de Pease y trata sobre la “propiedad” de Machupicchu. Además, el antropólogo nacional Mario Sánchez Dávila presenta un estudio diacrónico sobre la historia de Yanque, localizado en el valle del Colca, Arequipa. Finalmente, quien escribe esta editorial les alcanza una entrevista que le realizó recientemente al director del Proyecto Ychsma, el arqueólogo Belga Peter Eeckhout. Queremos agradecer a nuestro equipo editorial, a los autores que hacen posible la publicación de cada número y a nuestros lectores. Asimismo nuestro más sincero agradecimiento al Dr. Frank Meddens por su invalorable apoyo con la revista, y al Dr. Gabriel Ramón, director del proyecto de Investigación Cuzcudén por autorizarnos a publicar varias de las fotos que aparecen en este número. Los invitamos a visitar la revista en su página de Facebook y en https://sites.google.com/site/ revistahaucaypata/, donde podrán leer y descargar gratis todos nuestros números. Finalmente, invitamos a todos los arqueólogos y profesionales de diversas disciplinas, tanto peruanos como extranjeros, a participar en el próximo número programado para diciembre de 2017. Rodolfo Monteverde Sotil Director y Editor


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Colaboradores Sylvie Byl Centre de Recherche en Archeologie et Patrimoine, ULB Jack Chávez Echevarría Arqueólogo, Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) / Estudios de maestría en arqueología con mención en estudios andinos, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) Gori-Tumi Echevarría López Arqueólogo, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM)/ Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR) Peter Eeckhout Centre de Recherche en Archeologie et Patrimoine, ULB / Director del Proyecto Ychsma Milton Luján Dávila Arqueólogo, Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) / Co-director del Proyecto Ychsma Rodolfo Monteverde Sotil Arqueólogo / Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV)/ Historiador del arte, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM)/ Candidato a magíster en historia del arte latinoamericano y del Perú, UNMSM Mariana Mould de Pease Historiadora de la preservación cultural y gestora de la Colección Pease en la Biblioteca Nacional del Perú Estelle Praet Programa MEARAP, Universite libre de Bruxelles (ULB) Mario Sánchez Dávila Doctorante en antropología con mención en estudios Andinos, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) / Profesor de antropología social, Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) Zenobio Valencia García Arqueólogo. Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC)

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Evidencias arqueológicas de la conquista hispana y el periodo de transición halladas por el Proyecto Ychsma en el edificio B4 de Pachacamac, valle de Lurín (2016) Estelle Praet estelle.praet@gmail.com Sylvie Byl sylvie.byl@ulb.ac.be Peter Eeckhout peeckhou@ulb.ac.be Milton Luján Dávila miltonrld@gmail.com

Resumen Relatos tradicionales sobre la conquista del Perú son bien conocidos y universalmente aceptados: en 1535 Francisco Pizarro creó una nueva capital en el valle del Rímac, hoy ciudad de Lima. Para ello, desplazó a todos los habitantes de Pachacamac, dejando así abandonado el mayor sitio inca de peregrinaje costeño. Nuevas evidencias descubiertas durante las excavaciones realizadas en el edificio B4 de Pachacamac, por el Proyecto Ychsma en el 2016, están planteando nuevas preguntas sobre esta visión tradicional. Durante la última temporada de campo se descubrieron hojas con texto español escritas en pergaminos, que datan del siglo XVI dC. Asociadas a ellas se encontraron óseos de caballos y burros, una herradura y grafitis. Estas evidencias indican una continuidad, hasta ahora no reconocida, de la ocupación y de la construcción de edificios en Pachacamac a principios del siglo XVI, durante la época de transición entre las postrimerías del Tahuantinsuyo y el naciente Virreynato español. En este artículo discutimos la ocupación y usos originales de B4, así como sus transformaciones durante las primeras décadas de la presencia hispana en el Perú. Palabras claves: Inca, mediación indígena, periodo de transición, Horizonte Tardío, Pachacamac. Abstract Traditional accounts of the conquest of Peru are well known and universally accepted: in 1535 Francisco Pizarro founded a new capital in the Rimac valley, today known as the City of Lima. To this end, he displaced all the inhabitants of Pachacamac, thus leaving the principal Inca coastal pilgrimage centre abandoned. New evidence uncovered in the excavations of building B4 at Pachacamac by the Ichma Project in 2016 puts this traditional account in doubt. During the final fieldwork campaign, Spanish texts written on parchment, dating to the 16th century were discovered; associated with these were horse and donkey bones, a horseshoe, as well as graffiti. This evidence denotes a not previously recognised continuity of occupation and the construction of buildings at Pachacamac from the early 16th century during the transitional period, from the end of the Inca empire into the nascent viceroyalty. In this article the early occupation and use of building B4 are discussed, as is its transformation during the first decades of the Hispanic presence in Peru. Keywords: Inca, indigenous mediation, transitional period, Late Horizon, Pachacamac. Introducción Los relatos tradicionales de la conquista del

Perú son bien conocidos y universalmente aceptados: “en 1535, Francisco Pizarro, quien había

PRAET, Estelle, BYL, Sylvie, EECKHOUT, Peter y Milton LUJÁN DÁVILA, 2017. Evidencias arqueológicas de la conquista hispana y el periodo de transición halladas por el Proyecto Ychsma en el edificio B4 de Pachacamac, valle de Lurín (2016). Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 12: 6-22. Lima.


Estelle Praet, Sylvie Byl, Peter Eeckhout y Milton Luján Dávila Evidencias arqueológicas de la conquista hispana y el periodo de transición halladas por el Proyecto Ychsma en el edificio B4 de Pachacamac, valle de Lurín (2016)

Figura 1: Plano de Pachacamac, entre la primera y segunda muralla. Se señala la ubicación del sector B4.

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llegado dos años antes, decidió crear una nueva capital en el vecino valle del río Rímac, que luego sería la actual ciudad de Lima. Para lograrlo, desplazó a la fuerza a todos los habitantes de Pachacamac, dejando completamente abandonado este gran sitio de peregrinaje inca”1. Sin embargo, los nuevos hallazgos recuperados durante las excavaciones realizadas en Pachacamac por el Proyecto Ychsma en el 2016, específicamente en el edificio B4, están planteando algunas preguntas sobre esta visión tradicional. En este artículo, nos referiremos a la etapa acontecida después de la llegada de los españoles a Pachacamac con el término periodo de transición. Uno de los desafíos mayores de los contextos transicionales es encontrar un concepto que no esté muy connotado y que deje espacio a la agency o mediación indígena sin presentar una visión unilateral dominada por

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españoles. Los términos epi-colonial y postcolonial ponen énfasis en una situación donde los actores son los españoles y los indígenas son presentados no como actores sino como agentes pasivos. Lo que hemos encontrado durante nuestras excavaciones en el edificio B4 de Pachacamac ilustra una población local que reacciona a la llegada de los españoles con ingenio, apropiándose de los materiales culturales exógenos. Por eso, pensamos que el término transicional deja más espacio a una agency indígena, dentro de una propuesta de tiempo y espacio 1 Por ejemplo consultar las crónicas de: Bernabé Cobo (La fundación de Lima); Garcilaso de la Vega (Comentarios reales de los incas); Pedro Cieza de león (Crónica del Perú), entre otros. Respecto a estudios académicos contemporáneos revisar: Bueno (1982), Uhle (1991), María Rostworowski (1992), etc.

Figura 2: Plano de las excavaciones en B4.


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adecuados a los hechos ocurridos a la llegada de los españoles; ya que nos pareció más neutral que otras propuestas. A continuación expondremos y analizaremos los resultados del trabajo de campo y gabinete ejecutados por el Proyecto Ychsma el año pasado en Pachacamac; los cuales nos ayudarán a entender mejor el periodo de transición en este sitio durante la primera mitad del siglo XVI. Excavaciones en el edificio B4 El edificio B4 se ubica en la parte sureste de la Segunda Muralla y cubre una superficie aproximada de 4025 m² (figura 1). Un tercio de B4 se compone de dos patios: uno delantero y otro anexado al sur. El edificio principal es un recinto de planta cuadrangular con una entrada central en el lado este. Este edificio da acceso a un gran patio en cuyo centro hay una plataforma rectangular asociada a un patio pequeño rodeado de muros bajos con aberturas, que permiten un fácil desplazamiento. Así, el conjunto se conforma dentro del recinto cuadrangular mayor, una especie de deambulatorio alrededor de la plataforma y su patio. Durante la temporada 2016 el Proyecto Ychsma realizó intervenciones arqueológicas en 4 áreas funcionalmente diferentes del sector o edificio B4 (figura 2). El resultado de las excavaciones y análisis estratigráfico de cada unidad nos llevó a definir una sucesión de etapas, las cuales han sido fechadas de manera provisional sobre la base del material cultural identificado en el campo. El análisis completo de este material, así como los fechados absolutos, están en curso. La secuencia se puede resumir en la Tabla 1. Asimismo, la ocupación inicial del edificio queda por precisar. Sin embargo,

es muy posible que haya tenido una ocupación transicional del Intermedio Tardío al Horizonte Tardío, de acuerdo a una visión preliminar de la cultura material (cerámica) hallada dentro del contexto estratigráfico in situ. Durante el incanato el sector o edificio B4 sufrió modificaciones en su arquitectura, vinculadas con el incremento de una ocupación ritual y doméstica de los peregrinos que arribaron a Pachacamac. Esto concuerda, bastante bien, con la hipótesis de que este edificio sirvió para acoger a diversos peregrinos que acudían a Pachacamac, quienes desarrollaron actividades asociadas a ofrendas, ceremonias diversas, comensalía, entierros, entre otras (Eeckhout 2014: 8). Se tiene que subrayar el índole informal de esta ocupación, tal vez reflejado en los que “van y vienen”; es decir de la gran cantidad de personas que se quedan en el sitio durante periodos relativamente cortos. Esto encaja con el modelo del peregrinaje incaico descrito en las crónicas virreinales2. En este texto nos enfocaremos sobre la etapa siguiente, es decir durante el periodo de transición ocurrido entre el Tahuantinsuyo y el Virreinato. Al respecto, parece que el edificio B4 no fue abandonado durante este periodo, esto está reflejado en una serie de hallazgos que vamos a detallar en seguida. En la unidad U131 la entrada posterior fue tapada para construir una banqueta, que luego sería destruida, mientras se elaboran zanjas para casas de quincha asociadas a ocupaciones domésticas mixtas, es decir espacios relacionados a evidencias culturales pre y postvirreinales, que incluyen un basurero en la zona oeste. La capa 1C de esta unidad es una 2 Por ejemplo consultar: Estete (1924 [1533]) y Pizarro (1872 [1533]).

Tabla 1: Unidades/etapas/capas de las excavaciones en el B4 durante el 2016.


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Figura 3: Unidad 131, capa 1C, basura.

Figura 4: Hallazgo H13.

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acumulación semi compacta de color gris, compuesta por varios niveles de paja, coprolitos, numerosos vegetales (maíz, pacay, hojas de pacay, lúcuma, maní), muchos huesos de camélidos (varios con huellas de corte) y cérvidos, gran cantidad de fragmentos de cerámica, textiles, etc., presentes en un estrato con pendiente hacia el noroeste, que mide de 33 a 74 cm de espesor (figura 3). Los excrementos encontrados podrían ser de équidos que cubren rasgos arquitectónicos de la época Inca. En efecto, en el fondo de esta capa, cerca al piso se encontró el Hallazgo 13, que consta de una serie de elementos aplastados/rotos in situ, evidentemente los restos de una tumba del Horizonte Tardío saqueada3 (figura 4). No hubo paja o estiércol por debajo de estos hallazgos, lo que demuestra que el saqueo probablemente fue muy temprano, es decir en tiempos de la conquista, evento seguido directamente por la acumulación de basura. Así, el espacio cubierto por esta capa corresponde a un corredor que fue separado del resto de la U131 cuando se selló el acceso entre los muros 8 y 9 (figura 5). Llama la atención la presencia de una especie de estrella de 4 puntas de metal asociada a los vegetales que se observa en el estrato de relleno (figura 6). Carter y Helmer (2015) describen exactamente el mismo tipo de artefacto en una tumba Inca-Chimú hallada en Samanco, valle de Nepeña. Según los autores (Com. pers. 2016), son de cobre y de origen prehispánico, sin lugar a duda. Esto refuerza la idea de un contexto saqueado. Asimismo, esta capa es muy similar a la descrita por Quilter para el área doméstica de una ocupación virreinal del complejo El Brujo (Chicama). Quilter (2010: 107), quien asocia esta capa a un cambio 3 Componen el Hallazgo 13: H13a: tiestos de cerámica Inca-Pachacamac; H13b: tiestos de aríbalo inca; H13d: piel de animal con pelo beige y marrón, probablemente de un camélido; H13e: óseo animal indeterminado, de 25 cm de largo; H13f: textil marrón y beige y piel/pelo animal debajo de una piedra (90 x 65 cm); H13g: dos piezas de cobre en forma de estrella (4 puntas) de unos 3cm de diámetro; H13h: tiestos de cerámica inca de tipo cántaro; H13i: cerámica llena de maíz, coprolitos, tiestos. Cántaro de pasta negra que parece fue de uso doméstico. La pieza estuvo dispuesta sobre unos vegetales (cuerda, maíz, cañas); H13j: tiestos de cerámica de pasta anaranjada-negra y; H13k: una piedra negra cuadrada de unos 30 cm.

Figura 5: U131- U131, sello del acceso entre los muros 8 y 9.

en el modelo de ocupación, en términos concretos anuncia que “el carácter residencial de la ciudad parece haber cambiado desde una comunidad humana a un lugar de pocas personas con muchas ovejas y cabras”4. En el caso del B4 de Pachacamac, las heces podrían ser de caballos o burros que se mezclan con paja. Esto nos lleva a proponer que el área fue transformada en establos para équidos y, por lo tanto, corresponde a la época post-conquista. Hipótesis fortalecida por varios hallazgos como una una chaquira de vidrio azul, un pedazo de papel con 4 “The residential nature of the town appears to have changed from a community of humans to a locale for a relatively few people but great number of sheep and goats”. La traducción fue realizada por los autores de este texto.


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Figura 6: Estrella de 4 puntas de metal asociada a los vegetales que se observa en el estrato de relleno.

Figura 7: Herradura (Hallazgo H10).

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Figura 8: Falange un probable bóvido.

Figura 9: Costillas de un probable bóvido.

escritura y una herradura de metal (figura 7), encontrados en un hueco dentro de la capa 2 y rellenado con capa 1B de desechos y posible estiércol. La presencia de caballos en la época virreinal ha sido documentada por la arqueología. Una docena de herraduras se encontraron en las estructuras internas de Torata Alta, un centro administrativo nativo de Moquegua del cual se apoderaron los españoles (Rice 2011: 502). Otras herraduras también se mencionan en los sitios de Chimba Alta y Corpanto Viejo (Rice 2012: 250, figura 8). Es importante

diferenciar entre burros y caballos, pues los primeros sirvieron como animales de carga (Mazin 2009: 116), siendo muy explotados y reemplazados continuamente, lo que también llevaría a sugerir el reemplazo de las llamas por este animal de carga en esta etapa, mientras que los caballos están asociados a españoles de alto estatus (Rice 2012: 249-250). Con respecto a la herradura hallada en el edificio B4, su tamaño y forma parecen indicar que perteneció a un caballo. La U132-N, que está junto a la U131, muestra las mismas evidencias (U132N-capa 1B). Igual se


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observa en la U132-s, es decir huaquearía y uso del lugar como corral y otras actividades domésticas (132-n-capas 2A y 2B). El análisis preliminar de los restos arqueo-zoológicos reveló que en la U135, es decir en la esquina del patio principal, se encontraron costillas y vertebras de un probable bóvido debajo del derrumbe de los muros (figuras 8, 9 y 10). Sin embargo, esta capa está aún por fechar. Lo más sorprendente se observó en la U132-central, pues allí se construyeron los muros 1, 2, 3, conformando el recinto 1 (U132-C-capa 2). Debajo del piso 1 de la U132 central se encontró dos hallazgos (H18 y H20) de vegetal y papel con escrituras en castellano antiguo (figuras 11 y 12). Estos dos hallazgos se evidenciaron por debajo de unos 10 cm del piso, que no fueron disturbados. Otros fragmentos de papel se encontraron durante la limpieza de la entrada del recinto. Por lo tanto,

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estos hallazgos virreinales evidencian un fin postquem para la construcción del recinto, la cual se ubica a principios del período virreinal o de transición. El enlucido de los muros también corresponde a esta etapa y se encuentra muy bien conservado e incluyen grafitis: dos pescados con cabeza mirando hacia abajo y un jinete que lleva una especie de casco con penacho y una espada (figuras 13, 14 y 15). De hecho, no hay animales que lleven jinetes en los Andes. El mismo animal es bastante esquemático, pero parece que está en actitud de carrera, con las patas traseras levantadas, y lo que se ve por debajo del jinete podría ser una silla de montar. El tocado del jinete parece un casco español con penacho, tiene una mano hacia el cuello del animal en actitud de estar montando. Lo que hemos identificado como espada, por cierto, es un simple trazo, pero

Figura 10: Vértebras de un probable bóvido.


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parece tenerla levantada como espada, y no otra arma que podría ser autóctona. Admitimos que este último elemento es muy discutible, pero si se combina con todo los demás, y si se aceptan las propuestas, tiene sentido y coherencia. En un momento posterior, la entrada este del recinto 1 fue tapada con diferentes adobes y se añade el muro 5, conformando otra entrada hacia el norte (figura 16). Fuera de la entrada del recinto 132, en la capa superficial, se encontró una bolsa de piel sin curtir (H1), probablemente virreinal (figura 17), similar a una que Julio C. Tello (2010: 118) encontró en otro sector de Pachacamac, varios años atrás. En la U135 también se construyó un recinto en U (muro 12) con un piso asociado (piso 2), así como otro piso posterior (piso 1) (figura 18). Finalmente, podemos comentar que el edificio B4 fue posteriormente abandonado por completo en el periodo virreinal, incluyendo varios saqueos y colapsos de muros hasta la época contemporánea. Discusión Los descubrimientos más inesperados son, sin duda, las ofrendas de fragmentos de manuscritos (figura 19). El análisis paleográfico preliminar, realizado por la profesora Nila Martínez y

Figura 11: Hallazgos H18 de vegetal y papel con escrituras en castellano antiguo.

Figura 12: Hallazgos H20 de vegetal y papel con escrituras en castellano antiguo.

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Figura 13: Grafitis en el enlucido del muro este del Recinto 1.

Figura 14: Grafitis de dos peces con cabeza mirando hacia abajo.

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Figura 15: Grafiti: un jinete con una especie de casco con penacho y una espada.

Jimmy Martínez, confirma que estos datan de principios del siglo XVI. Los fragmentos parecen corresponder a dos documentos diferentes, uno de tipo oficial, tal vez una especie de acta notarial, y el otro más informal. Por desgracia, no se pudo reconstruir una página completa y el descubrimiento de otros fragmentos dispersos en varios lugares del edificio sugiere que ofrendas similares se hicieron y que se dispersaron los documentos originales. Lo que hace más sorprendente a este hallazgo es su asociación directa con una nueva fase constructiva del edificio. Las ofrendas de fundación son bastante comunes en la arqueología andina, y esta práctica parece haberse perpetuado en el período de transición. Obviamente no conocemos la identidad de los constructores y los ocupantes, pero la técnica utilizada y el diseño general del recinto 1 del B4 muestran una innegable continuidad

con la tradición prehispánica local. Además, el estilo y el tema de los grafitis en los enlucidos son reveladores. Por un lado tenemos la representación del pez, con marcado estilo prehispánico, y por otro un caballero con una espada sobre un caballo; todos ellos representados de manera esquemática. Esto nos lleva a pensar en la llegada de los primeros españoles a Pachacamac en enero de 1533 y en las muchas atrocidades que cometieron en este entonces (Estete 1891 [1534]). También las crónicas narran los torneos con jinetes y caballos combatiendo, como en la Edad Media, que se realizaron en Pachacamac entre los primeros conquistadores, particularmente cuando el conquistador Pedro de Alvarado paso por allí en 1534 (Martín Pastor 1942). En resumen, todo apunta a que fueron los nativos quienes realizaron los grafitis. Del mismo modo, todo el material alfarero asociado con la última


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Figura 16: Unidad 132. La entrada este del recinto 1 fue tapada con diferentes adobes.

Figura 17: Bolsa de piel sin curtir (Hallazgo H1). Fue probablemente virreinal.

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ocupación es de factura y estilo local Horizonte Tardío, es decir inca. Esto sugiere una ocupación mixta que implica gente local y, tal vez, extranjera con animales importados como caballos y quizás burros. También hay que destacar el cambio radical respecto a la función del B4: un edificio dedicado a los rituales y la comensalía se convierte en una especie de establo y espacio estrictamente doméstico. Es posible que la función original de comensalía explique por qué se alojaron allí los españoles en el siglo XVI, y luego rápidamente lo transformaron en un espacio doméstico, adaptándolo según sus necesidades. Por supuesto, teniendo en cuenta los frecuentes paseos y estancias de los españoles en Pachacamac a lo largo del siglo XVI, parece ilusorio identificar a individuos o a un grupo en particular. Varios escenarios se pueden imaginar en este sentido. En primer lugar, podría ser un área domestica ocupada por indígenas, decomisada para alojar a los caballos de los españoles (sobre todo en el sector sur de la U132, que presenta una capa compacta de coprolitos). En seguida, los nativos adquirieron papeles escritos que habrían asociado a plantas. De hecho,

en aquel entonces, los manuscritos eran artefactos totalmente desconocidos para ellos. En cuanto a la relación entre los nativos con el papel y la escritura, el estudio de Jeffrey Quilter (2010: 105-106) sobre la reocupación de áreas estratégicas hispanas en el complejo El Brujo es muy interesante. El autor interpreta la reutilización del papel hispano por los indígenas como una forma de resistencia, y piensa que “los documentos en papel eran posesiones específicamente españolas y herramientas de control de los nativos, pero una vez abandonados, fueron recogidos y utilizados por gentes locales”5. Los distintos hallazgos del B4 ilustran la existencia de relaciones bilaterales, lo que contrasta con la visión de colonizador/colonizado usualmente presentada. Recientes estudios ponen énfasis en el concepto de mediación indígena (Van Buren 2010: 151; Liebmann y Murphy 2010: 7-8; Oland et al. 2012: 4). El mismo, nos permite 5 “Paper documents were uniquely Spanish possessions and tools of control of native people but once abandoned, they were gathered up and used by local people”. La traducción fue realizada por los autores de este texto.

Figura 18: En la Unidad 135 también se construyó un recinto con planta en U (Muro 12).


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un mejor entendimiento de las realidades coloniales alejándose de una visión arraigada en las prácticas post colonialistas. De hecho, no se trata de una imposición de las prácticas de los colonizadores, sino más bien de un proceso dinámico (Rodríguez-Alegría 2016: 56) con una resistencia local que también fue notada en la Sede de Lima de 1536 (Murphy et al. 2010: 62). La llegada de los españoles no implica la ausencia de mediación de la población local como lo demuestran distintos hallazgos en Pachacamac y otros sitios. De un lado, se nota cierta continuidad de prácticas prehispánicas como las técnicas de construcción empleadas en el B4. De otro lado, nuevas prácticas ilustran la mezcla de dos tradiciones, como el uso de spondylus en los ritos bautismales (Wernke 2013: 184). El uso de materiales europeos por los indígenas y el uso de materiales locales por los españoles, son dos ejemplos de la numerosas prácticas que ocurrieron en este periodo transicional. Con respeto al uso de materiales europeos por los indígenas, el hallazgo de los papeles con escritura es el testimonio de una dinámica de resistencia indígena, como fue comentado anteriormente. Este tipo de prácticas, es decir

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la reapropiación de materiales ajenos, también fue observado en el sitio de El Cabo (República Dominicana) y descrito como una forma de integración a las redes de intercambio (Hoffman et al. 2014: 598). En el caso del B4, no tenemos suficientes elementos en cuanto a la percepción del papel por la población local y tampoco sabemos si fue intercambiado. Los artefactos que tienen ambos rasgos fueron descritos como productos de sincretismo o hibridad. En este caso, los dos términos tienen inconvenientes siendo respectivamente una connotación religiosa llevada por el término sincretismo y una idea de mezcla biológica y de equidad con el término hibridad. Pensamos que esos dos términos no convienen para describir los hallazgos 18 y 20: sería mejor hablar de reempleo. Si bien es imposible comprender el significado más profundo del papel recuperado, una cosa sí es cierta: el sitio no fue abandonado después de la conquista. A los hallazgos descritos, se suman las evidencias de ocupación posterior a la conquista descubiertas en otras excavaciones. Se trata mayormente de contextos funerarios en la Tercera Muralla (Uhle 1903: 62) o capas superficiales en diversos sectores de la

Figura 19: Fragmentos de manuscritos en proceso de restauración.


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Evidencias arqueológicas de la conquista hispana y el periodo de transición halladas por el Proyecto Ychsma en el edificio B4 de Pachacamac, valle de Lurín (2016)

Figura 20: Foto del siglo XIX del monasterio franciscano construido en el acllahuasi de Pachacamac. Se aprecia la adición de un arco. Imagen amablemente cedida por Francisco Vallejos.

Segunda Muralla de Pachacamac: Pirámide con rampa III (Eeckhout y Farfán 2000) y Edificio B1 (Eeckhout y Lujan 2014). Hasta el momento, los únicos restos arquitectónicos virreinales certificados resultan de la transformación del acllahuasi inca en el monasterio franciscano, incluyendo la adición de un arco, desgraciadamente destruido durante las obras de restauración realizadas bajo los auspicios de Julio C. Tello en el siglo pasado (Squier 1974: 36) (figura 20). Futuras excavaciones en el B4 y en otros sectores del sitio ayudarán a entender mejor esta etapa de transición casi desconocida por la arqueología en Pachacamac, así como el proceso de conquista española versus la resiliencia y mediación indígena. Agradecimientos El proyecto fue autorizado por el Ministerio de Cultura del Perú. Contó con el apoyo del Centre de Recherches en Archéologie et Patrimoine (CReA), la Fondation ULB, el FNRS, la Embajada de Bélgica en Perú y Engie. Agradecemos a todos los que participaron en la temporada 2016, así como a Francisco Vallejos por sus valiosos comentarios. Un agradecimiento especial para Céline Erauw (ULB) y Fabienne Pigiere (IRSNB) quienes se encargaron de la identificación arqueozoológica.

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El camino de los llanos entre Paramonga y Santa: revisión de los caminos incas de la costa norcentral del Perú Jack Chávez Echevarría jchaveze@pucp.pe

Resumen El camino costero de los incas o Camino de los Llanos, según los primeros cronistas españoles, uno de los cuales salía de la ciudad de Lima en dirección a San Miguel (Piura), ha sido estudiado principalmente sobre la base de fuentes etnohistóricas y de información proporcionada por los viajeros de los siglos XIX y XX. Específicamente, el tramo Paramonga-Santa, fue investigado por Alberto Regal, basándose en una supuesta existencia de tambos inca, que el licenciado Vaca de Castro, en 1543, reconoció en los poblados de Huarmey, Casma y Santa. El objetivo del presente ensayo es revisar dicha información y contrastarla con datos arqueológicos incas para determinar la existencia del tramo Paramonga-Santa. Palabras claves: Camino inca, camino de los llanos, Paramonga, Casma, Huarmey, Santa. Abstract The Inca coastal road or “The Road of the Flatlands (or plains)”, according to the earliest Spanish chroniclers one section of which exited Lima in the direction of San Miguel (Piura), has primarily been studied on the basis of ethnohistorical sources and the accounts of 19th and 20th century travelers. Particularly the section from Paramonga to Santa was studied by Francisco Regal. He based its route on the assumed existence of Inca waystations identified by the Spanish colonial administrator Vaca de Castro in 1543 at the settlements of Huarmey, Casma and Santa. The objective of the current paper is to revise the existing data and to contrast it with archaeological evidence of the Inca period to determine whether the Paramonga to Santa section existed or not. Keywords: Inca road, Road of the Flatlands (or plains), Paramonga, Casma, Huarmey, Santa. Introducción Definición de camino, su reconocimiento y filiación. Entre 1976 y 1978 se emprendieron, en la costa norte del Perú, los primeros estudios arqueológicos sobre caminos prehispánicos, a cargo de Marguerite Beck Colleen, investigadora de la Universidad de California. Su trabajo estudió los caminos tempranos en el valle de Moche, teniendo como base las investigaciones del Proyecto Chanchán-Valle de Moche (1969-1974), donde miembros del proyecto registraron y demostraron la existencia de caminos pre-inca (Beck 1979: 4). En su trabajo, la autora diferencia Paths (senda) y Road (camino). El primero es definido como una ruta que se ajusta a la superficie natural de la tierra, no implica una alteración planificada de su curso

y su delineamiento es causado por el constante uso y fricción de los pies con la tierra, así como el paso de los animales (figura 1). En el segundo caso los caminos involucran planificación y una considerable inversión de labor (figura 2). Asimismo, la metodología que utilizó para el reconocimiento de caminos se puede resumir en: 1) estudio de fotografías aéreas, 2) reconocimiento superficial y 3) recorrido de caminos y restos arqueológicos asociados. Luego empleó para la determinación de su cronología relativa el método de relaciones transversales (cross-cutting relationships), tomado de la geología, la asociación del material cerámico con los caminos y, principalmente, la asociación de los caminos con los sitios arqueológicos (Beck 1979 y 1991). Tiempo después, Hyslop en su trabajo sobre El

CHÁVEZ ECHEVARRÍA, Jack, 2017. El camino de los llanos entre Paramonga y Santa: revisión de los caminos incas de la costa norcentral del Perú. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 12: 23-38. Lima.


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Figura 1. Vista de un Paths o senda que bordea una quebrada para luego integrarse a un camino formal. Zona El Olivar, valle de Sechín, distrito de Casma. Foto tomada por Jack Chávez Echevarría en el 2012.

Figura 2. Vista de un road o camino, en el sitio de Pallka-Yaután delimitado por muros altos. Foto tomada por Jack Chávez Echevarría en el 2012.


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sistema vial inkaico (1984 y 1992), destacable por sus estudios de campo en varios sectores del área andina, define al camino como una ruta formalmente construida, que emplea elementos arquitectónicos que pueden ser delineación de banquinas, superficies preparadas, muros de retención, peldaños o superficies elevadas (Hyslop 1992: 32). En términos generales, el método de reconocimiento y datación relativa de los caminos incas que emplea, es el mismo que aplica Beck para sus estudios de caminos pre-incas de la costa norte. Otra definición importante de lo que es un camino es la que ensaya Trombold, sobre la base de los caminos antiguos del nuevo mundo. El autor reemplaza la palabra camino por ruta y distingue entre rutas formales e informales. Una ruta formal es aquella que muestra evidencia de planificación y propósito constructivo, reflejado en su rectitud y elementos asociados como afirmados, muros laterales, drenajes. Si bien hasta aquí la definición coincide con la expuesta por Beck y Hyslop, el autor añade otra característica importante al recalcar que no solo evidencian la inversión de labor constructiva en el mantenimiento e ingeniería, sino que es el resultado de un aparato organizado responsable de su implementación y que define evidencia física de rutas de viaje que significan comunicación entre dos puntos o áreas de actividad (Trombold 1991: 3). Según lo anotado, para la presente discusión, el término camino será entendido como una vía formalmente construida que denota planificación, inversión de labor y elementos constructivos. El cual es elaborado, básicamente, para el tránsito de personas, que buscan comunicación entre dos o más puntos o áreas de actividad. Además, su filiación será determinada teniendo en cuenta, principalmente, a los diferentes asentamientos que se ubiquen próximos al camino y el material cultural asociado a la vía. ¿La presencia de un sistema de caminos puede ser tomado como un indicador del nivel de complejidad social? Bajo una perspectiva evolucionista, Timothy Earle (1991: 10-14) señala que solos los chiefdoms (jefaturas) y sociedades de tipo estatal fueron capaces de construir este sistema formal de caminos, y sociedades menos desarrolladas solo pudieron haber transitado sobre paths o sendas. Si bien

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este tipo de enfoque es limitado, en la medida que orienta el desarrollo de manera lineal, nos puede ayudar a entender, hasta cierto punto, los cambios sociales; dado que si nos ordenamos en el tiempo, los primeros contactos interregionales durante el periodo Arcaico pudieron desarrollarse con ausencia de caminos, siguiendo rutas naturales, cuyo tránsito continuo sobre determinado espacio pudo generar una senda. Para Hassig (1991: 21-22), la naturaleza de los caminos y lo que nos pueden comunicar sobre las sociedades que lo construyeron, puede estar relacionado con el clima y el terreno local, dado que bajo condiciones favorables o de ligeras variaciones climáticas, como la superficie de los desiertos, estos pueden manifestarse en simples construcciones producidas por sociedades menos complejas. Esta hipótesis no tiene un sustento sólido, dado que la aparente simplicidad puede reflejar muchos aspectos sociales como: adecuación tecnológica sobre la naturaleza del terreno, funciones diferenciadas y estilo. Además, la tecnología y forma de construcción de un camino puede mantenerse o variar poco, durante miles de años, como lo ha demostrado Beck en la costa norte del Perú. Según los estudios de Schreiber (1991: 243), en el valle de Carhuarazo-Ayacucho, los caminos utilizados por los estados no necesariamente fueron construidos por estos, dado que frecuentemente incorporan caminos existentes. Si bien los caminos a los que alude la autora provienen de la entidad estatal Wari, reutilizados por los incas, esta misma estrategia pudo ser aplicada por los Wari, anexando caminos construidos en el interior del valle en épocas precedentes. Sin embargo, podemos asumir a priori lo que sostiene Hassig (1991: 24): “… las características de un sistema de caminos establecen al menos los estándares mínimos para reconocer el nivel de organización política en la que se encuentran…”. Esto puede ser deducido a través de la caracterización de los lugares o sitios de actividad que comunique, es decir la definición de los puntos extremos del camino. Dado que solo de esta forma podemos acercarnos a conocer al grupo social que construyó el camino, sus propósitos y motivaciones. ¿Qué es lo que se conoce en la literatura arqueológica como camino inca? El ingeniero Alberto Regal, uno de los pioneros en la investigación de caminos inca, engloba dentro de su estudio a todo como camino prehispánico,


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dado que reconoce que no puede precisar cuáles fueron verdaderamente los caminos del inca (Regal 2009: 21). Para Hyslop (1992: 32), el camino inca es principalmente una ruta usada por los incas, ya sea formal o no, relacionada a edificios y/o asentamientos vinculados al manejo del Tahuantinsuyo. Hyslop, dado que no encuentra una diferenciación tecnológica y/o estilística mayor entre caminos prehispánicos, ensaya una definición en la que prioriza la utilización de los caminos y sendas, por parte de los incas, para construir el Qhapaq Ñan o Sistema vial incaico (figura 3). Esta postura, aunque tiene sustento metodológico, sobredimensiona la capacidad de un estado en cuanto a inversión de recursos, dado que al no remarcar los tramos que presentan una clara asociación con edificaciones de carácter inca de otros, en cuyo trazo se encuentran edificaciones pre-incas, presenta una lectura equivocada del sistema vial. Esta percepción no contribuye a entender la dimensión cultural en la que se encontraban las sociedades, sobre todo de la costa norte, antes de la conquista inca, dado que presentaban una desarrollada infraestructura vial, que se remonta al periodo Formativo como lo señala Beck para el valle de Moche. Información histórica acerca del camino de los llanos Construcción del camino sobre la base de una lista de tambos. Tambos según Vaca de Castro. Las ordenanzas de tambos, elaboradas por el licenciado Vaca de Castro en 1543, a razón de observar en su trayecto de Quito a Cuzco un total despoblamiento de los “tambos” ubicados en las proximidades de los caminos, lo cual causaba una excesiva jornada de caminata a españoles y a los indígenas que servían en el transporte de cargas; ordena el reactivamiento de los caminos y tambos que funcionaban en tiempo de los incas. Sobre el recorrido que se hacía de la ciudad de Lima a Trujillo, señala una serie de tambos como por ejemplo Guaurua, Supe, Barranca, Paramonga, Guarmey, Cazma, Guambacho y Santa. Las siguientes líneas abordan una serie de puntos, mencionados en las ordenanzas, que discuten la ruta elegida por Vaca de Castro de Quito a Cuzco y la ubicación de los supuestos tambos incas, dado que algunos fueron construidos

durante el virreinato. Según el documento de ordenanzas, Vaca de Castro comenta que su recorrido de Quito a Cuzco lo hizo a través del camino de los llanos, pero la mayor parte del trayecto lo efectuó por la sierra (Vaca de Castro [1543] 1908: 428). Sin dar mayores referencias acerca del camino que eligió para bajar de la sierra hacia la costa; dado que hay una mayor probabilidad que tomara el camino real de la sierra hacia Lima y haya bajado por Paramonga, como lo hizo Hernando Pizarro en su viaje de Cajamarca a Pachacamac (Miguel Estete [1532-1533] 1917). Por lo que es probable que Vaca de Castro no conociera, por experiencia directa, un buen tramo del camino de los llanos. En otro pasaje, en el trayecto de Villa de la Plata a Arequipa, Vaca de Castro mandó a construir un tambo, porque el camino estaba despoblado (Vaca de Castro [1543] 1908: 439). Este tipo de situaciones pudo presentarse con mayor frecuencia en la costa norte, entre los valles de Paramonga y Casma, dado que este tramo parece haber sido una zona secundaria o periférica durante la conquista chimú e inca. Asimismo, el licenciado observó en su trayecto muchos sitios despoblados y quemados a consecuencias de las guerras, que podrían ser entre españoles con los indígenas y las guerras civiles entre Huáscar y Atahualpa. Por ello, dispone que se reparen los caminos, calzadas y puentes, dado que los pobladores destruyeron los caminos (Vaca de Castro [1543] 1908: 463). De esta manera muchos caminos usados en tiempo de los incas pudieron ser reconfigurados para adaptarlos a un nuevo transporte de cargas, como el uso de mulas y carretas. Por otro lado, es preciso señalar que Vaca de Castro nunca vio en funcionamiento un tambo, dado que es reiterativo en señalar que la mayor parte de sitios asociados al camino estaban despoblados o desolados, y en otras ocasiones el camino se encontraba destruido, por lo que los viajeros se salían de la ruta (Vaca de Castro 1908: 430, 435, 436, 439, 440, 441, 442, 447) . Caminos y tambos según Guaman Poma De Ayala. En su Nueva Crónica y Buen Gobierno, Guaman Poma menciona que en el tiempo de los incas había seis caminos1 reales gobernados por 1 En un inicio Guaman Poma menciona seis caminos

reales, pero luego expone siete (Guaman Poma [1614: 355[357] 2006: 327).


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Figura 3. Mapa del sistema vial inca elaborado por Hyslop empleando investigaciones precedentes, principalmente las de Alberto Regal. Imagen tomada de Hyslop 1992: 33, figura 1.1.


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un oficial real (Guaman Poma [1614: 355 [357]] 2006: 327), los cuales son los siguientes: 1- El primer camino real, por el arenal del Mar del Sur, por los llanos 2- El segundo camino real por Choclo Cocha, Carachi, Quilcata, Uata Cocha, Ura Pampa 3- El tercer camino real por Guaylla Cucho, Queca Machay, Poma Ranra 4- El cuarto camino real por Bilcas Guaman, Andaguaylas, y Guamanga 5- El quinto camino real sería Taya Caxa y Xauxa2 6- El sexto camino real es por la cordillera de la montaña 7- Y el séptimo camino real es de la montaña hacia la Mar del Norte De estos siete caminos reales, “puestos por los incas”, solo uno de ellos es por los llanos o arenal del Mar del Sur, y un segundo camino baja de la montaña hacia el Mar del Norte, que vendría a ser un camino transversal. Estos apuntes de Guaman Poma indicarían la gran importancia que tuvo las comunicaciones por la ruta de la sierra o montaña, además que el camino real lo divide en tramos, muchos de ellos uniendo asentamientos administrativos incas como Vilcashuamán y Jauja. Si la percepción de Guaman Poma y las noticias que tuvo sobre la construcción de los caminos hace referencia a algunos tramos, este modo de presentar los datos nos podría indicar que: 1- No todos los caminos fueron construidos por los incas, razón por la cual no los cita como caminos reales, 2- También se podría pensar que no estarían asociados a asentamientos importantes de carácter inca y, 3- No fueron construidos por los incas pero fueron remodelados y/o usados por ellos, colocando tambos a la vera del camino. Es importante mencionar que en el “Capítulo primero de los mezones y tanbos rreales y tanbillos de todo este rreyno”, Guaman Poma marca una ruta de Quito a Lima, teniendo como puntos Cajamarca, Chinchaycocha y Tarma. Para llegar a Lima se pasaba por Huarochirí a través del valle de Lurín hasta la costa, lo que convertiría a este paso en una de los caminos transversales de probable construcción inca; remarcando la ruta de Lima a Jauja y de Jauja a Quito (Guaman Poma [1614] 2006: 1004). De esto se desprende que el camino oficial o real

para trasladarse hacia el norte de Lima era a través del camino troncal de la sierra vía Jauja. Por otro lado, Guaman Poma ([1614: 1088 [1098]] 2006: 1004) señala que para ir “... de los llanos de Lima hazia el Cuzco...” se va por “... Sulco, tanbo rreal… Pachacamac… Mala, tambo de Asyac, Villa de Cañete, Santo Domingo, Villa de Piscuy…Villa de Ica...” . Seguramente la ruta continuaba hasta Nazca y luego subía a Cuzco, como lo señala Vaca de Castro. Esta ruta, documentada a través de la lista de tambos de Vaca de Castro, puede estar indicando el camino real de los llanos, de construcción inca, que menciona Guaman Poma en su relación de caminos reales. Itinerario de Hernando Pizarro de Cajamarca a Pachacamac. Según anota Miguel de Estete (1917: 83-84), el 6 de enero de 1533 el capitán Hernando Pizarro partió de Cajamarca rumbo a Pachacamac, con “… veinte de a caballo y ciertos escopeteros… [no se menciona el número]…”. La ruta que emplearon atraviesa la sierra de La Libertad y del departamento de Ancash, a través del valle del río Santa pasando por Corongo (capital de provincia) y Pachacoto (provincia de Recuay). En este punto abandonaron el camino real de la sierra, que se dirigía al Cuzco, y tomaron un camino transversal que desciende hasta Guaracanga (Huaricanga) y luego a Purpunga, un poblado que, según las descripciones de Estete, estaría fortificado, haciendo alusión al sitio conocido actualmente como “Fortaleza de Paramonga”3. Siguiendo con su recorrido, Hernando Pizarro tomó un camino “muy ancho que viene hecho a mano por las poblaciones de la costa, e tapiado de paredes de la una parte e de la otra” (Estete 1917: 84), y prosiguió por el camino costero atravesando los poblados de Guamanmayo, Guarua, Llachay, Suculachumbi, Armatambo hasta llegar a Pachacamac. En todos estos poblados, el capitán Hernando Pizarro y su gente son hospedados y alimentados en algunos sitios mencionados en la

2 Pese a que Guaman Poma no dice que es el quinto, asumo este número, dado el orden en que va mencionando los caminos reales y además el siguiente es el sexto (Guaman Poma [1614: 355[357] 2006: 327). 3 Urteaga en sus comentarios de pie de página (Estete 1917: 84; pie de página N°45), manifiesta que Estete haría referencia al pueblo de Paramonga, donde se hallan las ruinas, conocidas hoy como Fortaleza de Paramonga.


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ruta de la sierra, donde hay provisiones especiales para alimentar a los viajeros (como es el caso del poblado de Guaray4 [Carhuay]), así también se les proporciona en cada lugar gente que les ayuda con su cargamento, lo que podría tratarse de un sistema de tambos inca. Según lo anotado, el camino de los llanos al norte de Lima, estaría documentado desde el poblado de Paramonga hasta la altura de Huacho, y según lo descrito por Estete se encontraría

delimitado por grandes muros, presumiblemente, de tapial. Además, es preciso anotar que el 4 En este poblado de nombre Guaray, que para Urteaga se trataría de Carhuay en concordancia, según menciona este, con Antonio Raimondi [actualmente conocido como Carhuaz], Estete da cuenta que “[…] es de mucho mahíz e ganado, tanto que solamente para dar de comer al dicho capitán e la gente que con él yba, tenían en un corral más de doscientas cabezas de ganado” (Estete 1917: 83).

Figura 4. Sitios con cerámica inca en el valle de Chancay y Huaura. El número 12 es Pisquillo Chico y el número 7 es Quintay. Imagen tomada de Krzanowski 1991: 210, fig. 11.


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camino transversal transitado por Hernando Pizarro, marcaría otra ruta importante de comunicación con la costa. Anotaciones de Bernabé Cobo sobre los caminos incas. Cobo menciona que había dos caminos principales: uno por la sierra y otro por los llanos y costa de la mar. Además, señala que otros caminos, en número de cuatro o seis, cortaban a los principales, es decir eran caminos transversales: 1- El principal de estos caminos partía de Cuzco y descendía por Arequipa 2- Otro de Tumbes hasta la sierra, 3- Otro desde el valle de Trujillo con dirección a las provincias de Cajamarca y Chachapoyas, 4- Otro bajaba por el valle de Paramonga y 5- Otro desde Jauja a la ciudad de Los Reyes 6- Y por la provincia de Chuquiabo, otro desde la costa de la mar hasta las provincias de los Chunchos. En esta relación de los caminos transversales más importantes, el camino costero o de los llanos, en el extremo norte del Perú, se disponía de Tumbes hasta Trujillo y en este tramo existían dos caminos transversales que subían hasta la sierra; por lo que la mayor circulación de persona y bienes, en tiempo de los incas, debió ocurrir por estas vías, dado que en Tumbes el mayor centro administrativo pudo ser Cabeza

de Vaca y entre los valles de Jequetepeque y Moche los asentamientos Chimú con reocupación Inca destacan Farfán y Chiquitoy Viejo (Conrad 1977 y Mackey 2003). Luego de Trujillo, no se menciona otro camino transversal importante hasta Paramonga, por lo que podría estar indicando que este trecho (Trujillo-Paramonga) se realizaba por el camino de la sierra y no por la costa, o por lo menos era la ruta más transitada. Otro dato importante que menciona Cobo, cuando describe el camino de los llanos en el área de Lima, es que observa algunos tramos que van desde Caraguayllo hasta las lomas de junto a Surco, que comúnmente son llamados Callejón de Surco, por los altos muros de tapia que la delimitan, pero estos ya se encontraban en su mayoría derruidos o caídos (Cobo [1580-1657] 1964: 127). Evidencia arqueológica del camino de los llanos Entre el valle del río Chillón (Lima) y el valle de Culebras (Ancash). El camino de los llanos que sale de Lima con dirección norte está formado por grandes muros de tapial, algunos de ellos aún conservados por tramos visibles hasta la altura de Oquendo, Márquez y Hacienda Chuquitanta. Existe una clara asociación entre el camino y los sitios, con reocupación y remodelación inca, como los asentamientos de Cerro Respiro y Tambo

Figura 5. Vista de los cuatro caminos formales que parten del valle de Casma hacia el valle de Nepeña. De izquierda a derecha: línea roja (camino 1), línea anaranjada (camino 2), línea verde (camino 3), línea azul (camino 4). Los caminos 1 y 4 fueron recorridos por Wilson. Imagen trabajada empleando Google Earth.


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Inca (Ayala 2008 y 2011). Más al norte, entre los valles de Chancay y Huaura, no hay reportes o datos arqueológicos de caminos prehispánicos, pero si se registra ocupación inca en la parte media-alta del valle de Huaura en el sitio denominado Quintay (figura 4). Para estos valles Krzanowski (1991: 209-211) sostiene que la ocupación inca fue de manera pacífica y se mantuvieron las buenas relaciones con las élites de los asentamientos de Pisquillo Chico y Lauri. El proyecto de inventario de sitios arqueológicos en la zona del valle de Culebras, realizado en el 2002 por la Misión Polaca, no ha reportado caminos prehispánicos, como tampoco edificaciones o reocupaciones inca (Giersz 2003). Sin embargo, durante la fase Chaucas Jirca (1450-1532 dC), el sitio que da nombre a este periodo muestra cerámica de estilo inca polícromo y chimú-inca, pero constituye menos del 1% de la muestra total (Przadka 2011: 340). Valle de Casma, Nepeña y Santa. Los trabajos de patrones de asentamiento prehispánico en el valle de Casma, realizados en diversas temporadas por David J. Wilson (1994),

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arrojaron un total de 138 sitios asociados al período que él denomina Chimú-Inca o Manchan (1350 a-1532 dC)5. Estos se hallan concentrados en la parte baja del valle y una agrupación pequeña cerca del poblado de Yaután, ubicado a 40 km al noreste de Casma y aproximadamente a 750 metros de altitud. La asociación con este período se ha realizado teniendo en cuenta el material cerámico, tiestos chimú-inca, no hallándose fragmentos diagnósticos incas como polícromo, geométrico, helechos y formas típicas como aríbalos. En cuanto a la arquitectura, no se ha registrado construcciones de estilo inca y solo se ha reportado presencia de cerámica inca local en el asentamiento administrativo chimú de Puerto Pobre. Asimismo, las excavaciones en dicho sitio muestran una baja proporción de esta cerámica y una ocupación tardía y débil (Koschmieder 2011: 5 Este periodo abarca la ocupación chimú e inca, dado que después de la ocupación inca se siguió confeccionando cerámica de estilo chimú sin restricciones, por lo que resulta, para el autor, un poco difícil distinguir materialmente ambos periodos.

Figura 6a. Camino de calzada despejada con muros laterales de doble cara y rellenados al interior con piedras menudas y arena. Presenta aproximadamente 20 metros de ancho y se ubica en Pampa Colorada-valle de Casma. Asociados a este camino se registraron cerámica de diversos tipos, como se presentan en las siguientes figuras b y c. Foto tomada por Jack Chávez Echevarría en el 2012.


Jack Chávez Echevarría

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418-419). Esto puede estar ocurriendo en el centro regional chimú de Manchan durante la ocupación inca6, lo cual no significa que no se tuvo un control administrativo considerado, si revisamos la estrategia empleada por los incas en la costa norte, especialmente para el sitio de Farfán (Mackey 2003). En Casma se presentan cuatro caminos formales paralelos7, que cruzan de sur a norte el desierto hasta el valle de Nepeña. Estos se encuentran separados uno del otro en promedio 3 kilómetros (figura 5). Además, en Pampa Colorada, que es un desierto ubicado entre los ríos Casma y Sechín, se presenta un sistema de caminos que une la parte alta del valle de Casma con el valle de Sechín. Estos caminos datan de distintos periodos y algunos de ellos han sido construidos durante el periodo Formati-

posteriormente reutilizados y talvez modificados estructuralmente por sociedades que les dieron usos diversos (figuras 6a, 6b y 6c). Wilson anota que el camino ubicado hacia el extremo oeste (camino N° 1 para nosotros) es utilizado durante el periodo Manchan o chimú-inca y estaría conectando el centro administrativo de Manchan con el sitio arqueológico chimú de Huacatambo, ubicado entre el valle de Nepeña y Santa (ver figura 1 en Mackey 1990). Así, también, el sistema de caminos 6 Carol Mackey reporta durante sus excavaciones en Manchan, en la unidad 145, el hallazgo de vasijas de cerámica, una de ellas corresponde a un aríbalo (Mackey 1981: 82). 7 Estos caminos se caracterizan por presentar muros laterales de piedra de caras planas, teniendo como máximo tres hiladas. El ancho de estos caminos varía por tramos, de 13 a 25 metros.

Figura 6b. Tiestos pertenecientes al periodo Formativo (Pallka-Cerro Blanco Nepeña) y periodo Intermedio Tardío (Casma-Chimú). Foto tomada por Jack Chávez Echevarría en el 2012.


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Figura 6c. Fragmentos de vajilla de loza inglesa, testigos del tráfico comercial que se realizaba entre la sierra y costa a mediados del siglo XIX, según anota Antonio Raimondi en sus estudios sobre el departamento de Ancash. Basado en Raimondi 2006:116. Foto tomada por Jack Chávez Echevarría en el 2012.

ubicados en Pampa Colorada, de acuerdo a sitios asociados con cerámica chimú-inca, reportados a la vera del camino, estarían siendo utilizados en este periodo. Pero su utilización más intensa data del periodo Choloque (alrededor de 650-900 dC) u Horizonte Medio Temprano (figura 7), asociada con el surgimiento de la sociedad Casma (Wilson 1995). En el valle de Nepeña, los estudios de Donald Proulx (1968) no reportan asentamientos inca, pero en cambio registran cerámica chimú-inca, consistente en aríbalos negros y uno rojo, pertenecientes a la colección privada de la Hacienda San Jacinto. En lo referente al periodo Intermedio Tardío, Proulx identifica 16 sitios asociados, para lo cual relaciona la cerámica de estilo chimú y también identifica un estilo cerámico que denomina Nepeña Black-on-White,

que se desarrolla a partir de Nepeña Black-White-Red, asociado al Horizonte Medio. Este último estilo Vogel y Pacifico (2011: 369) lo asocian con cerámica funeraria de la cultura Casma, y Wilson (1989: 13) también la reporta asociada a los caminos que unen los valles de Casma, Nepeña y Santa, durante el Horizonte Medio Temprano. En el valle de Santa, Wilson (1988) reporta para el periodo Tambo Real Tardío (Horizonte Tardío) 78 sitios de los cuales la mayoría son habitacionales; cuya cerámica corresponde al estilo Casma-Chimú. Algunos de los sitios se encuentran asociados a dos caminos que unen el valle de Chao con el valle de Santa. Asimismo, menciona que estos caminos son más tempranos y provienen del periodo Tanguche Temprano u Horizonte Medio Temprano (Wilson 1988: 224-294), estos estarían asociados con el estilo Casma- inciso.


Jack Chávez Echevarría

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Figura 7. Red de caminos formales prehispánicos durante el periodo Choloque (u Horizonte Medio Temprano) en el valle de Casma. Imagen tomada de Wilson 1995: 225, figura 13.

Discusión: contrastación de la evidencia histórica y arqueológica Actualmente no existe evidencia arqueológica del camino de los llanos hacia el norte del río Chillón, solo por referencias históricas sabemos que existía un camino costero de Paramonga hacia Pachacamac, y que en su trayecto se ubicaron algunos sitios que pudieron fungir como tambos, cuyos nombres a la fecha siguen siendo utilizados como Paramonga, Huaura y Lachay. La existencia de este tramo resulta verosímil en la medida que Bernabé Cobo lo menciona como una vía importante de comunicación transversal entre la sierra y la costa a Paramonga. Esta fue la ruta que tomó Hernando Pizarro de Cajamarca a Pachacamac, sobre la cual Estete proporciona ciertos datos que pueden ser contrastados actualmente, como los nombres de pueblos y descripción del camino, que se correlaciona con los grandes muros de tapial que delimitan el camino, aún observable, en el valle del Chillón. En cuanto a la evidencia de sitios arqueológicos incas o con una clara ocupación inca, solo se encuentra definido el asentamiento de Quintay en el valle medio-alto de Huaura, otros sitios ubicados en el valle bajo, como Pisquillo Chico, no han sido

lo suficientemente estudiados para determinar cómo fue el sistema de dominación inca. Si bien, Vaca de Castro menciona al “tambo de Huarmey”, como parte del camino de los llanos entre Paramonga y Casma, es probable que se trate de algún pequeño asentamiento de influencia casma-chimú. Dado que este tramo se mantuvo marginado, sin ningún interés momentáneo durante la conquista chimú, en donde las principales instalaciones administrativas se encuentran en el valle de Casma (Manchan) y solo un sitio de avanzada en Paramonga. Es por esta razón que las comunicaciones con la frontera o periferia no se establecieron mediante caminos formales durante la ocupación chimú e inca, sino mediante simples sendas en zona de playa o en todo caso estas estuvieron en proceso de construcción. Este segmento de camino, quizás, es el mismo que describe Antonio Raimondi, entre PativilcaHuarmey y Huarmey-Casma, mencionando que recorre a poca distancia del mar, y se trata de una vía cuya mayor parte es de arena suelta (Raimondi [1873] 2006: 113-114). Esta ausencia de caminos y sitios con una clara asociación inca, se presenta hasta el valle de Culebras, donde solo se ha registrado una mínima cantidad de cerámica de estilo inca polícromo y chimú-inca, durante la


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la fase Chaucas Jirca. Cabe mencionar que este valle alcanza un desarrollo importante solo durante el Horizonte Medio, con el asentamiento de Ten Ten, el cual formaría parte de una confederación de señoríos, según Vogel (2011: 359), para la organización política casmeña, cuyo centro principal fue el sitio de Purgatorio en Casma. Según lo mencionado, los incas no invirtieron en la construcción de infraestructura en el valle de Casma y lo más probable es que hayan reutilizado instalaciones chimú para la administración política y económica de la región. En este punto, es preciso mencionar que Manchan se ubicó estratégicamente cerca de un antiguo camino costeño norte-sur y una ruta este-oeste que conducía hacia la sierra de Ancash a través del valle de Casma (Moore y Mackey 2008: 792). El investigador David Wilson (1994 y 1995) asocia el camino costero, norte-sur, al Horizonte Medio Temprano, caracterizándolo como un periodo muy desarrollado de integración pan-valle (periodo Choloque - alrededor de 650 a 900 dC), lo cual vendría a ser el desarrollo temprano de lo que Melissa Vogel (2011) denomina cultura Casma, que se trataría de una confederación y no de un estado, cuyo centro político fue el Purgatorio en el valle de Casma, Cerro La Cruz en el valle de Chao y Ten Ten en el valle de Culebras (Vogel 2011: 358-362). Estos datos proporcionados por investigaciones arqueológicas en el valle de Casma, nos estarían indicando, básicamente, que los incas no construyeron caminos y que la infraestructura vial inter valle se habría desarrollado en el Horizonte Medio Temprano, la cual habría llegado a su máxima expresión con la expansión chimú, que tenía como capital a Chan Chan en el valle de Moche. A su vez, se podría asumir que al sur del valle de Casma, el desarrollo vialformal no se desarrolló, dado que los caminos formales estarían asociados con la ubicación de asentamientos de tipo residencial-administrativo, durante estos periodos. Comentarios finales 1. La diferenciación entre camino y senda, se encuentra en que el primero involucra tres puntos básicos: a) planificación, b) fuerza laboral y c) elementos constructivos. Además, el trazo de un camino puede generarse a partir de una senda y su formalización por parte de una sociedad

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puede obedecer a distintas motivaciones de carácter económico, político e ideológico; cuyo análisis supondrá el esclarecimiento de las relaciones generadas entre dos puntos de actividad. Estos puntos extremos, así como los diversos elementos que se encuentren asociados al camino nos ayudaran a establecer una filiación cronológica relativa. 2. Los caminos y sendas no necesariamente denotan jerarquía en la complejidad social, dado que ambas vías de tránsito, pueden estar funcionando juntas en un sistema social determinado, generalmente por razones geográficas donde las formaciones naturales como quebradas muy estrechas pueden servir como límites y guía de la ruta, para luego retomar el camino formal. 3. Respecto a lo que se viene denominando como camino inca, ha primado el enfoque de Hyslop sobre uso y asociación de edificios vinculados al estado inca; por lo cual todo camino construido o no por el estado inca fue asumido como Qhapaq Ñan. Desde esta perspectiva, al incorporar caminos preexistentes al estado inca solo por su uso, se desconoce la tecnología vial y los propósitos que motivaron a las distintas sociedades pre incas que las construyeron. Lo que explicaría que la tecnología vial caminera “inca” sea tan diversa en distintos escenarios geográficos y niveles altitudinales semejantes, dificultando su reconocimiento. Un ejemplo claro lo constituye el registro de un tramo de camino costero de 190 km, realizado por Hyslop y Urrutia, en la costa norte del Perú (entre Zaña y Jequetepeque); en el cual Hyslop reconoce que su construcción estaría asociada a influencias Chimú o Moche tardío, pero al aplicar su fórmula de conversión de USO INCA = CAMINO INCA, hace que una tecnología desarrollada por una sociedad distinta y aplicada a una realidad determinada (empleo de postes de señalización en el desierto) forme parte del inventario tecnológico inca. Esto se puede ver plasmado si revisamos La Guía de Identificación y Registro del Qhapaq Ñan elaborada por el Ministerio de Cultura (2013 y 2016), donde mucha de esta tecnología pre inca es asumida como una modalidad para el reconocimiento de caminos inca. 4. La información etnohistórica consultada sobre el camino de los llanos, especialmente el tramo norte desde Paramonga a Trujillo, no presenta mayores datos que puedan ser contrastados con la lista de tambos elaborada por Vaca de Castro. Asimismo, Vaca de Castro deja entrever que no recorre todo el camino de los Llanos de


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Quito a Cuzco, sino que la mayor parte lo hace por la sierra, por lo que se presenta la duda de su paso en el tramo discutido. En cambio, el camino costero Paramonga-Nazca, resulta más verosímil en la medida que ha sido parcialmente transitado, en un primer tramo de Paramonga a Pachacamac por Hernando Pizarro, para luego ser delineado por Guaman Poma (en su ruta Lima-Cuzco) posiblemente hasta Nazca, en cuya ruta se encuentran diversos asentamientos incas como: Incahuasi, La Centinela, Lima la Vieja, Tambo Colorado, Paredones. 5. Por otro lado, sobre la base de los documentos discutidos, existió una ruta principal o camino real de Cuzco a Quito, que se hacía a través de la sierra y que comunicaba diferentes centros administrativos inca. En este punto la información etnohistórica es muy convergente, y además los datos proporcionados por Guaman Poma de Ayala nos pueden indicar que solo algunos tramos pueden ser llamados caminos reales, en la medida, tal vez, que estos fueron de planificación inca, o en todo caso fueron remodelados y/o ampliados de acuerdo a las estrategias de ocupación. 6. Los caminos transversales nos proporcionan otro dato importante, dado que fueron las vías por donde se bajaba de la sierra hacia la costa y viceversa. Entre los más transitados se destaca el de Tumbes hacia la sierra, el de Trujillo-Cajamarca y valle de Fortaleza por Paramonga. Estos dos últimos tramos transversales talvez nos estén indicando que se evitaba transitar por el camino de la costa en el tramo Trujillo-Paramonga, lo cual puede deberse a un clima demasiado árido y dificultoso para ser caminado o que carecía de una adecuada infraestructura vial de tambos. 7. Los escasos datos arqueológicos sobre componentes inca, entre los valles de Fortaleza y Santa, pueden estar reflejando una carencia de investigaciones acerca del tema o una reducida influencia inca en este sector de la costa norcentral. Respecto a la primera opción, en este artículo se ha contado con información arqueológica referente a los valles de Chancay, Culebras, Casma, Nepeña y Santa, faltando investigar más exhaustivamente a nivel bibliográfico del valle de Huarmey. A pesar de ello, se tiene una muestra preliminar considerable. Por lo tanto, se podría decir que la influencia inca en todo este sector es imperceptible bajo una óptica

de ocupación tradicional, comparándolo con la costa sur, donde el centro administrativo de Tambo Colorado, nos permite establecer las diferencias del caso. Los pocos fragmentos de estilo chimú-inca hallados en Puerto Pobre y en Manchan, no soportan a la fecha una interpretación de reocupación inca de los monumentos administrativos Chimú, por lo que habría que esperar mayores investigaciones en el área y visualizar por lo pronto un control desde el valle de Moche, utilizando la infraestructura vial diseñada desde el Horizonte Medio, reutilizada y modificada por los Chimú. Bibliografía AYALA CASTILLO, Ronal, 2008. El sitio arqueológico Cerro Respiro: Un caso de residencia de élite inca en el valle bajo del Chillón. Tesis para optar el grado de licenciado en arqueología. Universidad Nacional Federico Villarreal. Lima. 2011. Cerro Respiro: Un caso de residencia de élite inca en el valle bajo del Chillón. En Arquitectura prehispánica tardía: construcción y poder en los Andes centrales: 339-383. (Editado por Kevin Lane y Milton Luján). Universidad Católica Sedes Sapientiae. Lima. BECK, Colleen M., 1979. Ancient Road on the North Coast of Peru. Ph. D. dissertation, University of California at Berkeley. 1991. Cross-cutting relationship: the relative dating of ancient roads on the north coast of Peru. New Directions In Archaeology, Ancient road networks and settlement hierarchies in the new world: 66-79. (Editado por Charles D. Trombold).Cambridge University Press. COBO, Bernabé, 1956 [1580-1657]. Historia del Nuevo Mundo. (Editado por Mateos Francisco). Volumen 2, Madrid. CONRAD, Geoffrey W., 1977. Chiquitoy Viejo: An Inca Administrative Center in the Chicama Valley, Peru. Journal of Field Archaeology, Vol. 4, Nro. 1: 1-18. EARLE, Timothy, 1991. Paths and roads in evolutionary perspective. New Directions In Archaeology, Ancient road networks and settlement hierarchies in the new world: 10-16. (Editado por Charles D. Trombold). Cambridge University Press.


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Jack Chávez Echevarría El camino de los llanos entre Paramonga y Santa: revisión de los caminos incas de la costa norcentral del Perú

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Análisis e implicancias de un remanente del sistema vial Tahuantinsuyu en Choquequirao, Cuzco, Perú Gori-Tumi EchevarríaLópez goritumi@gmail.com Zenobio Valencia García zvalenciagarcia@gmail.com

Resumen El artículo examina el remanente de un camino arqueológico ubicado sobre la ladera superior del Sector VIII de Choquequirao, caracterizado por la presencia de andenes con decoración mural de llamas, única en la arquitectura imperial cuzqueña. Según los análisis, los autores plantean que este camino fue la ruta principal de ingreso a la llacta, desde el noroeste, conectando la zona interior de Vilcabamba con el asentamiento en la cuenca del río Apurímac. Este camino, que en su trayecto atraviesa regiones amazónicas, yungas y punas, accedía a Choquequirao por el Sector VIII (las llamas), haciendo su entrada al centro de la llacta por el mismo Haucaypata y usando uno de los dos vanos de acceso que existen en la plaza. Palabras claves: Choquequirao, camino, Haucaypata, portada, Vilcabamba. Abstract This article examines an archaeological road remnant situated on the upper slopes of section 8 of Choquequirao, characterized by the presence of terracing decorated with mural mosaics depicting llamas, which are unique in the Inca imperial architecture of Cusco. Resulting from its analysis the authors propose that this road formed the principal access into the town from the northeast, connecting the interior of Vilcabamba with this settlement in the Apurimac valley. This road, the route of which ran across the Amazonian jungle lands, foothills and high plains, entered Choquequirao via sector 8 (of the llamas), arriving at the center of the town across its Haucaypata, using one of the two access spaces existing in this plaza. Keywords: Choquequirao, road, Haucaypata, portal, Vilcabamba. Introducción Como parte de los trabajos de investigación en la llacta de Choquequirao, en octubre de 20051, se realizó el estudio de dos remanentes arquitectónicos hallados sobre la ladera alta del Subsector G, correspondientes al Sector VIII del asentamiento arqueológico. Los muros de estas edificaciones no mostraron una directa asociación constructiva, por lo que su presencia en la ladera se consideró inusual en términos de la ocupación del área, contrastando con las extensas edificaciones de andenerías ubicadas hacia la parte baja del sector; razón que motivó su examen arqueológico. El estudio se hizo mediante observación,

precedida por una limpieza general y la realización de un pequeño pozo de cateo en una de las estructuras. Los resultados del examen indicaron que los restos constituyen un fragmento de camino arqueológico que comunicaba el asentamiento imperial con la región interior de Vilcabamba; siendo la única vía que tenía acceso por la zona con decoración de llamas del Sector VIII de Choquequirao. El análisis de este hallazgo ha 1 La investigación en el Sector VIII de Choquequirao se realizó según Acuerdo Nº 153-2005-CTPA-INC-C de la Comisión Técnica Permanente de Arqueología de la Región Cusco, y la Resolución Directoral N° 1140/ INC-DREPH-D, de fecha 22 de agosto de 2005 del Instituto Nacional de Cultura.

ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi y VALENCIA GARCÍA, Zenobio, 2017. Análisis e implicancias de un remanente del sistema vial Tahuantinsuyu en Choquequirao, Cuzco, Perú. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 12: 39-55. Lima.


Gori-Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

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Análisis e implicancias de un remanente del sistema vial Tahuantinsuyu en Choquequirao, Cuzco, Perú

Figura 1. Mapa de ubicación de Choquequirao en la zona de Vilcabamba, entre las cuencas de los ríos Apurímac y Urubamba. Dibujado por Gori-Tumi Echevarría López 2011.

permitido inferir la relación funcional entre diversas edificaciones a lo largo de las vías de ingreso a la llacta por el noroeste, así como el importante papel que adquirió el Sector VIII durante la etapa tardía de la historia del asentamiento. El Subsector G en Choquequirao Choquequirao es un extenso asentamiento arqueológico Tahuantinsuyu ubicado en la margen derecha del río Apurímac, precisamente sobre el espolón elevado del cerro del mismo nombre, que corresponde a las estribaciones de la cordillera del Vilcabamba en el Cuzco (figura 1). La localización del asentamiento en la montaña ha condicionado la ubicación de los conjuntos arquitectónicos que la componen (13 sectores), los que se distribuyen básicamente siguiendo el perfil longitudinal de la cresta del cerro y sus laderas adyacentes, siendo distinguibles por su localización y tipo de edificación arquitectónica (Echevarría y Valencia 2011). De esta forma, el Sector VIII se sitúa hacia el oeste del asentamiento, emplazado sobre aproximadamente 500 m de talud marcado, cuya pendiente está orientada hacia el río Apurímac. El Sector VIII fue dividido en siete subsectores (A, B, C, D, E, F, y G) sobre la base de evidencia

arqueológica y contrastes entre las secciones con arquitectura monumental dentro del área (figura 2). De toda la división, el Subsector G es el único que no mostró una masiva ocupación constructiva, caracterizándose por presentar pequeñas edificaciones dispersas y una zona con basura arqueológica y material mueble sobre la superficie de la ladera (Echevarría y Valencia 2013). Este Subsector es bastante accidentado, presentando una pendiente vertical cubierta de vegetación amazónica, árboles y permanente maleza. Inmediatamente sobre el Subsector G se ubican los Sectores III y IV que corresponden a la parte monumental más antigua del asentamiento (Echevarría y Valencia 2008), prácticamente el centro de la llacta arqueológica. Hacia abajo, al oeste, se distribuyen los demás subsectores del Sector VIII (figura 3). Antecedentes En el 2005, como parte de la prospección completa del Sector VIII, se reconocieron dos edificaciones aisladas con muros expuestos hacia la parte superior de la ladera del Subsector G, en la misma área en la cual también se descubrió el único basural arqueológico de esta parte del asentamiento. Estas estructuras fueron examinadas en octubre de 2005, luego de que se terminó


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Figura 2. Foto del Sector VIII de Choquequirao, con los subsectores señalados. Foto tomada por Zenobio Valencia 2005.

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Gori-Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

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la excavación de la unidad 36 y de disponer la investigación del sistema mayor de andenerías del sector. Debido a que las dos edificaciones mostraban la misma naturaleza estructural y técnica, aunque emplazadas ligeramente a diferentes alturas, se procedió a la intervención de solo una de ellas. La edificación seleccionada (edificación 1) se presentó como un muro de contención aislado y cubierto por maleza y tierra, que no parecía ser parte evidente de una edificación mayor o tener una función específica aparente. Para el examen de la evidencia se plantearon dos hipótesis a nivel funcional. En primer lugar, se consideró que el muro podría haber correspondido a partes remanentes de antiguas construcciones hechas para habilitar un camino, ahora colapsado, el cual provendría de la zona norte del complejo arqueológico, donde aún quedan fragmentos de esta evidencia. En segundo lugar, se supuso que la estructura podría haber servido específicamente como un muro de contención, levantado para soportar los deslizamientos que se producen continuamente en la ladera en la que se encuentra. Estos planteamientos justificaron la intervención del muro seleccionado. A partir de aquí, los resultados del análisis y la relación con la demás evidencia arqueológica hallada en el asentamiento, podrían permitir la confirmación

de una de las hipótesis y el establecimiento de nuevas proposiciones sobre la naturaleza cultural y cronológica de esta evidencia, así como otros aspectos funcionales y arquitectónicos relacionados. Metodología El análisis de la edificación 1 se hizo a nivel superficial, mediante una excavación de poca escala, tratando de no alterar ningún contexto de deposición. Por ello se realizaron las siguientes acciones: a. Descripción y registro fotográfico extenso de toda la intervención. b. Limpieza completa de la estructura mediante el retiro de toda la maleza y tierra acumulada, incluyendo su paramento y cima. c. Excavación de un pequeño pozo exploratorio en la cima de la edificación para examinar su estructura interna. Análisis y resultados -La edificación: Se trató de una construcción formada por un muro de contención y un relleno de tierra (figura 4). El muro fue logrado con piedras de campo, hallándose en situación de deterioro estructural y exponiendo los extremos laterales derruidos y colapsados. La construcción se emplazó en una ladera de aproximadamente 50° de talud, cubierta por vegetación y tierra húmeda, aproximadamente a 20 metros bajo el nivel de

Figura 3. Mapa del Sector VIII de Choquequirao con los subsectores señalados en este trabajo. Mapa de COPESCO Nacional 2005.


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Figura 4. Imagen general de la primera edificación arqueológica hallada en el talud del Subsector G, Sector VIII de Choquequirao, en su estado original. Foto de Gori-Tumi Echevarría López 2005.

la plaza principal del Sector III del complejo arqueológico. La edificación expuso un solo paramento orientado hacia la pendiente en la ladera, por lo que es técnicamente una contención física de la misma. Este se levantó mediante el uso de rocas metamórficas —esquistos— de diversos tamaños, colocados en un aparejo irregular de tendencia lineal horizontal sin mortero evidente, conformando así un paramento llano con un talud vertical sin inclinaciones (figura 5). El muro presentó una altura de 0.85 m por 1.35 m de largo, exponiendo un retiro en la cima de aproximadamente 0.60 m hacia el talud. Hasta antes de la limpieza no fue posible reconocer la superficie total de la estructura ni el material interior de relleno debido a la cobertura vegetal presente. En perfil (figura 6), la estructura corta el talud natural creando una sección escalonada, la que se repite del mismo modo en la segunda edificación identificada en la ladera. Como mencionamos, al inicio solo se

pudo observar parte del paramento central, notándose además que el muro se ubicó entre dos afloraciones de roca. Luego de la limpieza, las características técnicas de la estructura se confirmaron (figura 7), corroborándose que los extremos laterales de la edificación estaban colapsados cuando debieron estar originalmente juntos o adosados a los afloramientos rocosos. Aunque la limpieza no alcanzó a la base estructural del muro, para no afectar su estabilidad, la cima, por el contrario, fue liberada de maleza (figura 8), no encontrándose ningún elemento estructura adicional, excepto los mismos materiales del remate del muro (figura 9) que se orientaron hacia la fachada sin ningún arreglo de aparejo diferenciado (figura 10). La cima de la edificación, la plataforma, mostró ser solo la parte superior del relleno interno formado por material suelto, contenido entre la ladera de la colina y el muro. Como se puede observar, la limpieza expuso más claramente las características de la estructura


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Figura 5. Paramento frontal de la edificación 1 en su estado original. Foto tomada por Gori-Tumi Echevarría López 2005.

que ya habían sido delineadas, incluyendo magnitudes, detalles estructurales, forma, situación en la ladera y su estado de conservación. Es importante recalcar que el muro no mostró mortero alguno (probablemente perdido por factores naturales), y no se reconocieron elementos o rasgos estructurales adicionales u otros materiales como artefactos de cerámica o lítico asociados a la estructura o en su entorno inmediato. De otro lado, la edificación 2 mostró similares características materiales y tecnológicas a la edificación intervenida (figura 11), ubicándose aproximadamente seis metros hacia el norte. La altura referencial entre estas edificaciones fue de aproximadamente 0.30 a 0.40 m desde la cima del muro de la primera estructura, dándole al conjunto una continuidad relativa en referencia al nivel horizontal sinuoso del terreno, aunque no se pudo reconocer detalladamente la topografía del área por la extensa cubierta de vegetación.

-Excavación: La excavación realizada cubrió un área cuadrangular de 0.45 m de ancho por 0.70 m de largo y 0.45 m de profundidad y estuvo ubicada sobre la sección lateral norte de la cima de la estructura arqueológica. El pozo de cateo se hizo siguiendo una depresión en la plataforma (figuras 8 y 9), mediante el retiro de la tierra superficial que cubría el área y un examen visual directo de la evidencia. Durante y luego de la intervención, se puedo comprobar que la parte interior de la edificación, hasta los 0.45 m de profundidad, no contenía ningún elemento arqueológico particular más allá de tierra y piedras que formaban parte de su relleno estructural; no reconociéndose estructuras o divisiones espaciales internas, ni artefactos muebles de ninguna clase. La tierra retirada consistió básicamente en material suelto y suave de color marrón con contenido de pocas raíces y pequeñas piedras (menos de 5 cm), estando en su mayor parte seco, sin constituir humus natural como el que se encuentra en la ladera del entorno. Esta tierra debió ser traída


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Figura 6. Dibujo de la sección del muro de la edificación 1. Elaborado por Gori-Tumi Echevarría López 2005.


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Figura 7. Paramento frontal de la edificación 1 después de su limpieza. Foto tomada por Gori-Tumi Echevarría López 2005.

Figura 8. Cima de la edificación durante su limpieza. Foto tomada por Gori-Tumi Echevarría López 2005.


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Figura 9. Excavación sobre la plataforma de la edificación 1. Foto de Gori-Tumi Echevarría López 2005.

y depositada exprofesamente para completar la estructura. Hasta el final de la excavación, que no alcanzó la base del muro, solo se reconocieron grandes bloques de piedras (más de 20 cm) los cuales aparecieron en posiciones no estructurales (figura 10), por lo que no corresponden al paramento, siendo únicamente parte del relleno de la estructura. El pozo, por su escala, no arrojó más información. Discusión Como se pudo ver en el análisis, la evidencia recuperada está muy circunscrita a la estructura, y sus aspectos técnicos y formales no facilitan el establecimiento de alguna relación funcional directa; no obstante que se pueda asumir la contención como una función estructural primaria del muro. La contención, sin embargo, no debe corresponder necesariamente a la función final del diseño de la edificación, por lo que es importante ampliar el contexto de

inclusión del material, para intentar una explicación más coherente. Al respecto, podemos indicar que la ladera, de aproximadamente 45 a 55° de talud, no expone muros de ningún tipo, no existiendo una contención del declive en toda el área directamente asociada, e inclusive en zonas donde es posible percibir situaciones críticas de deslizamiento. La falta de muros de contención en esta sección de la ladera, podría indicar que la edificación examinada no ha sido usada con tal fin, respondiendo más bien a otro carácter. Descartando la contención como la función principal, el planteamiento de que la edificación es parte de un camino, no obstante su fragmentación y aislamiento, se puede respaldar por el nivel de asociación entre las edificaciones halladas en la ladera, y por el descubrimiento de un vano de acceso2 y una sección de camino arqueológico (figura 12), sobre una pendiente elevada en el borde norte del Sector VIII, aproximadamente a 300 metros al noreste del muro examinado. Estos


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testimonios permiten establecer un contexto de articulación para la evidencia que estamos revisando; especialmente al considerar todos estos elementos dentro de un mismo esquema estructural, como partes constituyentes de una singular obra de ingeniería arqueológica. En este esquema, los muros hallados en la ladera deben corresponder a secciones particulares de un camino con calzada y muro de contención (contramuro), siendo la segunda edificación la que cumpliría la última función mencionada. Esta variación funcional explicaría la diferencia de nivel entre las estructuras, en especial para le edificación 2, cuya calzada debió colapsar en algún momento del pasado. Aunque tampoco se halló evidencia de un muro de contención arriba de la calzada en la primera estructura, esta carencia puede entenderse como un hecho normal dentro de un requerimiento estructural específico, dada las condiciones accidentadas de la ladera en que se encuentra la evidencia. Siguiendo la alineación de los muros, es posible proyectar el probable camino hacia el noroeste en dirección al vano de acceso y la sección de camino ubicados sobre el borde de la quebrada. Desde ese lugar, y siguiendo la topografía de la quebrada, el camino atravesaría

Figura 10. Vista del pozo excavado en la edificación 1. Foto de Gori-Tumi Echevarría López 2005.

Figura 11. Imagen general en su estado original de la segunda edificación arqueológica hallada en el talud del Subsector G, Sector VIII de Choquequirao. Foto tomada por Gori-Tumi Echevarría López 2005.


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todo el Sector VIII, teniendo como destino final el Haucaypata o la plaza principal de Choquequirao (figura 13). El punto de ingreso al sector, marcado geográficamente por el borde de la quebrada, se halla bajo el nivel del muro estudiado en la ladera, por lo que el camino avanza en proyección ascendente, lo que permite plantear la asociación contextual y funcional entre las estructuras mencionadas. De igual forma, el vano descubierto está relacionado al segmento del camino que sube desde el río Blanco, Pinchaunuyoq y Pajonal (figura 14), siendo un puesto de inflexión en la ruta para el ingreso a la quebrada que forma el Sector VIII. Este camino, examinado por nosotros la última semana de noviembre de 2005, está formado por una estructura de piedra asentada sobre una pendiente leve, edificada usando un

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aparejo rustico3; con un pavimento de tierra en la plataforma y sin contramuro. Estos detalles coinciden, salvo el contramuro, con las características básicas de la edificación 1, examinada en el Sector VIII, conformado en conjunto el mayor volumen de evidencia vial para el acceso a Choquequirao desde el norte. Tomando como base la evidencia expuesta, podemos proponer que durante el Tahuantinsuyu, el camino arqueológico que se dirigía a Choquequirao desde el noroeste, venía de la zona de Yanama y Cotacoca e ingresaba a la llacta por las andenerías de Pinchaunuyoq, subiendo hasta el 2 Este vano fue descubierto en el 2005 por el arqueólogo Julio Álvarez por cuenta del Proyecto Cápac Ñam. 3 Las características particulares del aparejo no pudieron ser examinadas porque estaba cubierto con maleza.

Figura 12. Vano de acceso sobre el borde norte del Sector VIII, en el camino de acceso a Choquequirao. Foto tomada por Zenobio Valencia 2005.


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Figura 13. Haucaypata o plaza principal de Choquequirao, en segundo plano, vista desde el norte. En primer plano los palacios y edificios reales y más adelante el acceso principal a la plaza, con la colina apuntada llamada “usno” de fondo. Foto tomada por Gori-Tumi Echevarría López 2005.

Sector VIII —las Llamas—, antes de acceder finalmente al núcleo central del asentamiento imperial. En la actualidad se usa parcialmente esta ruta, pero al subir la ladera y pasar sobre Pinchaunuyoq y el sitio tardío —pre Tahuantinsuyu— de Pajonal, la ruta se orienta hacia el este escalando la montaña para alcanzar el espolón y luego bajar a la zona urbana de Choquequirao desde el Sector I o conjunto arquitectónico superior (figuras 13 y 14). Esta última trayectoria del camino actual puede haberse implementado cuando decayó el asentamiento y el Sector VIII quedó abandonado, deteriorándose la vía por esa zona debido a las extremadamente accidentadas condiciones de la topografía. De esta manera se perdió el acceso a la llacta desde el noroeste. No obstante, el camino actual de acceso desde el noroeste no tiene que ser necesariamente post Tahuantinsuyu, si consideramos que existen al menos dos sectores con ocupaciones

anteriores al asentamiento cusqueño en la parte central de Choquequirao, en el Sector II1 (Talleres de vivienda) y en el Sector IX (Pikihuasi), que se habrían beneficiado de esta ruta de acceso. Si el camino que atraviesa el Sector VIII se hizo intencionalmente para redireccionar el ingreso a la llacta, este pudo haber sido habilitado cuando se edificó la primera serie de andenes del Subsector E en el Sector VIII (figura 3), al inicio de la ocupación de la quebrada, antes de la edificación de la segunda ampliación constructiva del sector, que incluyó las llamas blancas. El camino elaborado bajo el control cuzqueño, habría modificado el sistema de acceso local a toda la zona desde el noroeste, que originalmente debió seguir un eje de asentamientos entre Pajonal, el Sector II1 y el Sector IX, replanteando las vías de comunicación según las nuevas necesidades urbanísticas cuzqueñas. Es interesante anotar además, que desde el siglo XIX el camino sobre el espolón rocoso fue el que


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se utilizó para las primeras exploraciones al sitio, tal como detallan las descripciones de De Sartiges (1999), Angrand (en Romero 2006 [1909]) y Heald (En Bingham 1913); pero ninguna de estas expediciones dejó registros explícitos de los caminos y sus características particulares4. Lo que es obvio, es que la ruta por el Sector VIII fue rápidamente descartada y recién fue descubierta por nosotros y el equipo del Capaq Ñan en el 2005. Tecnológicamente la diferencia entre los caminos de acceso descritos es sustancial. Toda la vía imperial por el norte, la misma que atraviesa el Sector VIII, está construida usando terraplenes y muros de contención; mientras que los caminos locales son, aparentemente, simples senderos sobre suelo natural. Una vez en la llacta, los caminos son pavimentados con lajas de piedra, como se puede ver al pie del

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Sector VII por donde pasa el camino principal (figura 15), o bien delimitados perfectamente con 4 Una referencia interesante es la que describe De Sartiges cuando emprende la subida por la ladera que lleva a Choquequirao, viniendo desde Yanama, y que creemos es la que esta inmediatamente después de cruzar el río Blanco y atraviesa los sitios de Pinchaunuyoq y Pajonal. De Sartiges mando quemar las hierbas de la zona probablemente para clarear el acceso, él dice: “En cierto lugar sin nombre, dejamos el lecho del torrente y establecimos nuestro campamento hacia la izquierda en una meseta rodeada de malezas. Se envió a una parte de los indios a quemar las altas hierbas y las malezas del sendero que debíamos recorrer al día siguiente. Fue un inmenso incendio cuya flama lanzó magníficos reflejos sobre la roca cortada a pico que se hallaba delante de nosotros a la derecha del torrente. La lluvia, de la que no teníamos medio alguno para defendernos, nos interrumpió bruscamente en nuestra admiración ante ese gran efecto de luz. Juramos todos como arrieros” (De Sartiges 1999: 196).

Figura 14. Mapa del complejo arqueológico Choquequirao con los sectores mencionados en este trabajo. Mapa elaborado por COPESCO Nacional 2005.


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estructuras y accesos escalonados. No se puede extender una división técnica mayor porque consideramos que durante el Tahuantinsuyu existió una plena flexibilidad tecnológica en la edificación de este tipo de estructuras, lo que se debe en mucho a la variación en las condiciones medioambientales en las que se presentan estas edificaciones; hecho que ha sido reconocido tipológicamente en Vilcabamba (Duffait 2005). Un aspecto relevante de comentar concierne al vano de acceso ya mencionado, el cual fue hallado sobre una peña rocosa hacia el borde norte de la quebrada que forma el Sector VIII, y que presentó 2.30 m de alto por 1 m de ancho (figura 12). La escala de esta medida sugiere definidamente que este camino tenía un uso restringido, donde el vano tendría una función complementaria especial. La estrechés del vano, en comparación con la proporción antropométrica de los camélidos, indica claramente que solo podrían transitar animales sin carga y personas en filas singulares. El diseño del

camino y el vano, que se dirigía directamente al Haucaypata a través del sector con la escena de llamas (figura 16), confieren jerarquía a esta ruta. Se puede inferir entonces, que el vano fue elaborado como un punto especial de control para el ingreso a la llacta durante la vigencia del Tahuantinsuyu. La ubicación del vano es bastante indicativa de su función, pero hay que aclarar que este no correspondería al de una portada principal de entrada a Choquequirao. Consideramos que el ingreso a la llacta se encuentra en el mismo conjunto arquitectónico que conforma el Haucaypata; donde han existido al menos dos accesos principales con sus respectivos vanos. Uno entre la kallanca de las argollas y el inicio de las Paqchas ceremoniales5, y el segundo por el vano monumental de doble jamba, que comunica la plaza principal con la zona posterior del Sector IV (figura 17), hacia el sur. Es bastante probable que el punto de acceso a la llacta haya variado según crecía el sentamiento, y cambiaba el sentido funcional de la arquitectura. El camino y los vanos

Figura 15. Camino pavimentado en el Sector VII de Choquequirao. Foto tomada por Gori-Tumi Echevarría López 2005.


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Figura 16. Escena de llamas blancas sobre los andenes del subsector D, Sector VIII de Choquequirao. Foto tomada por Gori-Tumi Echevarría López 2005.

ayudan a corroborar los cambios en la organización del Haucaypata durante el Tahuantinsuyu. Conclusiones La mayor parte de los indicios presentados indican que el fragmento de muro examinado corresponde a la estructura basal de un camino, el cual cruzó parte de la ladera del Sector VIII con dirección al Haucaypata o plaza principal del Choquequirao (es decir al Sector III), siendo además una efectiva estructura de contención de la pendiente en la que se inscribe, aunque esta no haya sido la razón principal de su erección. La función de contención del muro es consustancial a la estructura y se puede argumentar que no fue su función primaria si la comparamos con los muros de contención para

las terrazas y los andenes de las edificaciones de las partes bajas del sector, con otra escala y un parámetro estructural de mayor volumen. A partir de su abandono, la premisa estructural puede explicar la desaparición de la mayor parte del camino por un largo proceso de colapso y derrumbe, que fue provocado además por las extremas 5 Este acceso es en parte observable en los dibujos de Angrand realizados en la primera mitad del siglo XIX (Echevarría y Valencia 2012: 53, figura 2), y en el mismo sitio al verificar una inclinación inusual en el perfil de uno de los muros del sistema de Paqchas hacia el Sector VIII, que sugiere un vano trapezoidal con una jamba aislada, la que ahora se presenta sin su par opuesto y con la sección superior truncada. Este vano fue probablemente destruido en parte durante la reconstrucción de Choquequirao en la década del noventa del siglo pasado.


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Figura 17. Portal monumental de acceso al Haucaypata de Choquequirao desde el sur. Foto tomada por Gori-Tumi Echevarría López 2005.

condiciones geomorfológicas del territorio en que se localiza, especialmente por la inestabilidad de la ladera o de los bordes levantados de la quebrada. El muro examinado debió mantenerse en su ubicación actual gracias a que se edificó sobre y colindante a un afloramiento rocoso; de esta forma la resistencia del muro se debería más a su ubicación que a su tecnología constructiva. Estos mismos aspectos tecnológicos, por ejemplo la calidad y característica del aparejo, no permiten hacer inferencias directas sobre la función de la edificación, que está indicada más por la ubicación y el diseño particular de la estructura. Como se sugiere, más allá de la estructura, las evidencias contextuales indican que los muros son parte de un sistema vial que, viniendo del noroeste, atraviesa todo el Sector VIII en su decurso hacia la parte central de la llacta de Choquequirao. Tomando en cuenta que en el sector se encuentran los andenes con representaciones de llamas y otros motivos geométricos,

es evidente que este paso sirvió de una antesala espectacular al ingreso al asentamiento imperial, aspecto que va más allá de los condicionamientos funcionales relacionados a la arquitectura y las andenerías en esta zona. Aunque consideramos que el camino debió construirse cuando se habilitó la primera sección de andenes del Sector VIII, durante el tiempo de Pachacutec, es probable que esta ruta hacia la llacta haya adquirido mayor relevancia durante la época de Túpac Yupanqui, cuando se edificaron los grandes proyectos de andenerías y la escena con llamas blancas (Echevarría y Valencia 2008 y 2011). Todos los aspectos mencionados son indicadores de una elevada jerarquía para la zona, implicando que el acceso por el noroeste pudo convertirse en el ingreso principal a Choquequirao durante la vigencia del imperio cuzqueño. Esto se ve reflejado también en la historia constructiva del sector, que progresó en complejidad durante el Tahuantinsuyu, y por la presencia de los vanos de acceso ubicados hacia el límite


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del Sector VIII, y en el Sector IV que da ingreso directo al Haucaypata. El camino del noroeste, que atraviesa el Sector VIII y asciende por la quebrada hacia el centro mismo de Choquequirao, da, en este contexto, sentido funcional al vano o portada monumental que acabamos de mencionar, ubicada en el cuello del espolón que soporta la sección más antigua del asentamiento, permitiendo así el ingreso por el sur, al menos durante la época más tardía del asentamiento. De esta manera toda la evidencia, de la cual las estructuras estudiadas son parte, confluyen en un solo sistema vial, que funcionó hasta el siglo XVI, decayendo luego de la invasión española. El abandono de Choquequirao y el colapso de la ruta de acceso por el noroeste no permitieron comprender algunos los aspectos funcionales de esta llacta, que ahora parecen aclararse, al menos parcialmente, con estos estudios. Bibliografía BINGHAM, Hiram, 1913. In the wonderland of Peru. The work accomplished by the Peruvian Expedition of 1912, under the auspices of Yale University and the National Geographic Society. The National Geographic Magazine, XXIV, (4): 387-573. DE SARTIGES, Eugene, 1999. Las Ruinas de Choquequirao. En De Vilcabamba a Camisea. Historiografía de la Provincia de la Convención: 192-199. (Editado por Manuel Jesús Aparicio. Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. Cusco. DUFFAIT, Eerwan, 2005. La red prehispánica de la cordillera de Vilcabamba (Departamento del Cusco, Perú): un esbozo de estudio preliminar. En De l´Altiplano mexicain à la Patagonie: 79-91. (Edited by Cyril Giorgi). BAR International Series. England. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi y Zenobio VALENCIA GARCÍA, 2008. Arquitectura y Contexto Arqueológico. Sector VIII, andenes “Las Llamas” de Choquequirao. Investigaciones Sociales, XII (20): 66-83. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi y Zenobio VALENCIA GARCÍA, 2011. Choquequirao, un asentamiento imperial cusqueño del siglo XV en la Amazonía andina. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del

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Tahuantinsuyo, Nro. 2: 32-43. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi y Zenobio VALENCIA GARCÍA, 2012. Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX, el caso de Choquequirao, Cusco. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 5: 46-61. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi y Zenobio VALENCIA GARCÍA, 2013. Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 6: 10-28. ROMERO, Carlos, 2006 [1909]. Informe sobre las ruinas de Choquequirao. Boletín de Lima, Nro. 146: 46-51.


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Machupicchu y sus “personajes” ante las nociones de ucronía y reivindicación en un país pluri y multicultural como el Perú Mariana Mould de Pease curaca@terra.com.pe A través del Perú rural están dispersas las ruinas de miles de casas hacienda, reducidas a pórticos rotos y paredes derrumbadas. Estas decadentes estructuras recuerdan una de las reformas agrarias más radicales jamás efectuadas en un país no comunista. En la década de 1970 un gobierno militar de izquierda expropió 15.286 propiedades rurales y 9 millones de hectáreas (22m acres) de tierra. Fue una respuesta de mano dura a la desigualdad en la tenencia de la tierra bruta y las relaciones laborales casi serviles que se derivan de la conquista española… Asuntos más importantes están en juego en esta diferencia. A los tenedores de bonos peruanos de hecho se les ha hecho justicia en términos generales. Pero como publicó el antropólogo peruano Enrique Mayer, acerca de la reforma agraria: La ironía es que los propietarios, que se quejaron de la falta de un debido proceso legal en la expropiación, son quienes sus padres y abuelos hicieron patentemente caso omiso de las leyes o arbitrariamente las manipularon en su beneficio. Un intento riguroso para aplicar el estado de derecho a la historia comenzaría con los conquistadores…1

Resumen El juicio por la propiedad del Santuario Histórico de Machupicchu, que dos familias como descendientes de antiguos hacendados, y sus abogados, todos cuzqueños, llevan contra el Estado Peruano actualmente ante el Poder Judicial, es el punto de partida para presentar a algunos de los “personajes” que han influido en los aspectos arqueológicos, antropológicos e históricos del devenir de esta llacta inca después de las primeras visitas que allí efectuara Hiram Bingham, entre 1909 y 1915. La finalidad ética de este texto es aportar a la mejor comprensión de la autenticidad jurídica hispano andina de Machupicchu y su entorno natural en el Perú del siglo XXI. Palabras claves: arqueología, antropología, historia, justicia. Abstract The lawsuit for the rights to the Historic Sanctuary of Machu Picchu taken out by two families as descendants of its former landowners and their attorney, all cuzqueños, presently taken out against the Peruvian government before the high court of Peru, is the starting point to portray some of the characters that have influenced the archaeological, anthropological and historical aspects of the evolution of this Inca town after the first visits that Hiram Bingham made there between 1909 and 1915. The ethical purpose of this paper is to contribute to the better understanding of the Hispanic Andean legal reality of Machu Picchu and its natural environment in 21th century Peru. Keywords: archaeology, anthropology, history, justice. Un acercamiento indispensable Los Incas construyeron Machupicchu, bajo la advocación de su culto solar, al extender el Tahuantinsuyo hacia el norte del Cuzco en perfecto ensamblaje con su entorno cultural y

natural andino en el siglo XV (Pease [1972] 2014). En tiempos virreinales, así como en el siglo XIX, al estar esta impresionante llacta en las alturas del Antisuyo prehispánico, nadie osó construir sobre sus muros o con sus piedras ensambladas

MOULD DE PEASE, Mariana, 2017. Machupicchu y sus “personajes” ante las nociones de ucronía y reivindicación en un país pluri y multicultural como el Perú. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 12: 56-67. Lima.


Mariana Mould de Pease

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perfectamente. Así, estas tierras y sus edificaciones permanecieron en manos indígenas hasta el siglo XIX cuando Ramón Nadal, con triquiñuelas, se apoderó de esta área, como ha demostrado el etnohistoriador Dr. Donato Amado Gonzáles (2013), investigador de la Dirección Regional de Cultura-Cusco, luego de investigar en archivos del Cuzco, Lima y España. Este documento forma parte del Expediente Judicial: 02228-2005-0-1001-JR-CI-08, presentado ante el Poder Judicial del Perú durante el proceso de reivindicación por la propiedad de Machupicchu, que el abogado Fausto 1 “Los riesgos de campaña de un fondo de cobertura que llevan al desprestigio de los acuerdos de libre comercio”. The Economist, Londres, 16 de julio de 2016. A partir de la edición impresa: Las Américas, Accesible en: http://www.economist.com/news/ americas/21702218-hedge-funds-campaign-risksbringing-free-trade-deals-disrepute-lets-sue-conquistadors [Consultada el 09-11-2016, 08:00 hrs.]. El resaltado lo ha realizado la autora de este texto.

Salinas Lovón lleva contra el Estado peruano. La justicia emana de los hechos estudiados por la arqueología, antropología e historia, entre otras ciencias humanas y sociales documentalmente verificables. Este trabajo interdisciplinario no es una ucronía; es decir, una especulación sobre realidades alternativas y/o ficticias de acontecimientos y circunstancias que se han desarrollado de diferente forma o manera de cómo han sido comúnmente dados a conocer; tal es así que Franklin Pease G.Y., mi esposo, se graduó de bachiller en derecho con una tesis sobre el concepto de derecho entre los Incas (1965). El abogado Fausto Salinas Lovón en representación de las familias que enjuician al Estado peruano, por la propiedad de Machupicchu, expuso en términos académicos en el conversatorio organizado por la Facultad y el Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú2, que hablar de arqueología, antropología e historia andina es una ucronía (Mould de Pease 2015: 116, nota 5). La dación presidencial y subsecuente derogación congresal del D.L. 1198, en octubre de 2015,

Marzo de 1975. Franklin Pease G.Y. y Manuel Chávez Ballón en Machupicchu. Desde la historia y la arqueología, respectivamente, hicieron importantes contribuciones al mejor entendimiento de la presencia del estado inca al norte del Cuzco.


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promulgado durante la gestión ministerial de cultura de la señora Diana Álvarez Calderón Gallo, como norma legal para reactivar la economía, pretendía entregar en concesión los sitios arqueológicos a empresas y/o personas naturales privadas; fue ocasión propicia para que el Dr. Fausto Salinas Lovón, publicara que: “Después de la derogatoria del Decreto Legislativo 1198 claro que es necesario empezar a impulsar la gestión y la propiedad de los bienes culturales, como es necesario hablar de gestión privada de todos los bienes y medios de producción. Sin embargo, para hacer estos en el plano cultural, debemos dejar de lado el viejo jarabe que ha empleado la autoridad cultural durante toda su existencia y empezar a predicar conforme a la Constitución y a los instrumentos internacionales, no conforme a las ucronías que postulan sus caducas asesoras”3. Fausto Salinas Lovón aparentemente no es consciente que la Nación es representada por el Estado y que en los países con gobiernos democráticos, como el Perú, las políticas públicas se renuevan periódicamente en el marco de la Constitución y de las leyes; así como de otras normas que emanan de nuestra Carta Magna. Consecuentemente, es pertinente tener en cuenta que el quinquenio gubernamental que nos llevará al Bicentenario está presidido por el economista Pedro Pablo Kuczynski cuyos lineamientos políticos promueven supuestamente el cambio en términos políticos. A mi entender, estos años son propicios para, dentro de nuestro marco constitucional y legal, ampliar la asociación público-privada, en la gestión de los bienes y medios de producción vigente, a los bienes culturales y también a las industrias culturales4. Ello implica crear fórmulas conforme 2 Conversatorio realizado el 1 de diciembre de 2014 y titulado Machu Picchu: ¿propiedad privada o propiedad pública? 3http://www.lampadia.com/opiniones/faustosalinas-lovon/el-ministerio-de-cultura-toma-desu-propia-medicina/ [Consultada el 20-09-2015, 09:00 hrs.]. 4 Este entendimiento lo expuse en Aguas Calientes/ Machupicchu Pueblo, durante la presentación del libro sobre Hiram Bingham (1875-1956) escrito por el médico Uriel García Cáceres, pariente y padrino de Fausto Salinas Lovón. Al respecto leer la nota de la antropóloga y comunicadora Bertha Bermudez Zamalloa en el diario El Sol del Cusco, del martes 3 de mayo de 2016.

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a la Constitución y a los instrumentos internacionales en las que el Estado no ceda a privados y/o particulares la gestión y la propiedad de los bienes culturales. Este entendimiento se sustenta en que los bienes culturales son propiedad de la Nación, como es el caso del Santuario Histórico de Machupicchu, y que el Gobierno representa al Estado Nación que es el Perú y asume su función tutelar aun cuando delegue determinadas funciones de preservación y uso de esta llacta inca a instituciones sin fines de lucro; es decir, que generen recursos económicos sin perder de vista sus fines altruistas5. Rememoraciones centenarias El servirse en términos personales de Machupicchu se remonta a fines de 1909, cuando Hiram Bingham, como profesor de historia latinoamericana de la Universidad de Yale, comenzó sus trabajos arqueológicos siguiendo los criterios científicos de ese momento en la Cordillera de Vilcabamba. El 24 de julio de 1911, en conferencia de prensa convocada por esta prestigiosa casa de altos estudios, anunció en inglés que allí estaba Machupicchu, la ciudadela inca. A lo largo de su vida se empeñó en demostrar que nunca había sido conocida por los conquistadores españoles, que sus descendientes fuesen criollos o mestizos y que nunca había sido ocupada masivamente, como fue el caso del Cuzco, Ollantaytambo y otras llactas cuzqueñas6. 5 Respecto a este tema léase las reflexiones del arqueólogo Henry Tantaleán 2016 [en línea]. 6 La apreciación de Bingham de que Machupicchu nunca tuvo ocupación española, criolla o mestiza, que implicara la construcción sobre las edificaciones incaicas, es el sustento arqueológico, antropológico e histórico de la Ley General de Patrimonio Cultural Nº 28296, que emana de la Constitución Peruana de 1993. Artículo 6.- Propiedad de bien cultural inmueble integrante del Patrimonio Cultural de la Nación 6.1. Todo bien inmueble integrante del Patrimonio Cultural de la Nación de carácter prehispánico es de propiedad del Estado, así como sus partes integrantes y/o accesorias y sus componentes descubiertos o por descubrir, independientemente de que se encuentre ubicado en predio de propiedad pública o privada. Dicho bien inmueble integrante del Patrimonio Cultural de la Nación tiene la condición de intangible, inalienable e imprescriptible, siendo administrado únicamente por el Estado. 6.2 Toda construcción edificada sobre restos prehispánicos conforman una sola unidad inmobiliaria, sin perjuicio del derecho de expropiación por el Estado, de ser el caso, si fuera conveniente


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Después de este anuncio Bingham avanzó rápida y unilateralmente en sus exploraciones arqueológicas desde una perspectiva interdisciplinaria con el apoyo de la política cultural del primer gobierno del presidente Augusto B. Leguía (1908-1912). Leguía asumió que así promovía la atención internacional hacía nuestro país aunque cambiaba autoritariamente el rumbo de la política cultural de su predecesor, el hacendado y empresario José Pardo (19041908), en relación a las investigaciones arqueológicas cuya conservación había sido encargada al Instituto Histórico del Perú, fundado en 1905, cuyo objeto y trabajos era recoger y conservar ordenadamente documentos y otros materiales útiles para el estudio de la Historia7. Bingham dirigió la Expedición Científica Peruana de Yale como premonitoriamente había sido descrita por el primer director del Instituto Histórico del Perú: “Aquí cansados estamos de verlo, llega cualquier viajero, toma una cuadrilla de peones y se echa á desenterrar momias y objetos, sin permiso de nadie, como si estuviese en casa propia para no dejar más que el recuerdo de su paso”. (Larrabure Unanue 1906: 129-130). para su conservación o restauración. El ejercicio del derecho de propiedad sobre los inmuebles a que se refiere el presente inciso se encuentra sujeto a las condiciones y límites previstos en la presente Ley. 6.3 El propietario del predio donde exista un bien inmueble integrante del Patrimonio Cultural de la Nación de carácter prehispánico está obligado a registrar dicho bien, protegerlo y conservarlo, evitando su abandono, depredación y/o destrucción, conforme a las disposiciones que dicte el Instituto Nacional de Cultura, en las que precisa las responsabilidades comunes del Estado y del propietario del bien. Cualquier acto que perturbe la intangibilidad de tales bienes deberá ser inmediatamente puesto en conocimiento del Instituto Nacional de Cultura. El incumplimiento de estos deberes por negligencia o dolo acarrea responsabilidad administrativa, civil y penal, según corresponda. 6.4 El bien inmueble integrante del Patrimonio Cultural de la Nación que pertenezca al período posterior al prehispánico, de propiedad privada, conserva la condición de particular. Su propietario está sujeto a las obligaciones y límites establecidos en la presente Ley. Lamentablemente, el arqueólogo Dr. Federico Kauffmann (2013) en su importante libro sobre Machupicchu, no trata el tema de la propiedad de Machupicchu y su entorno natural, solo lo alude. 7 Véase los Estatutos en Revista Histórica 1906: 110-119.

Bingham tenía el favor político de Leguía y, así, subrepticiamente influyó en el presidente para que promulgara el DS Nº 2612, el 19 de agosto de 1911, que modificaba el DS del 27 de abril de 1893 sobre excavaciones o estudio de antigüedades peruanas. Leguía le facilitó cartas de presentación del Gobierno, dirigidas a las autoridades locales cuzqueñas, para que procediera por cuenta propia en Machupicchu y áreas aledañas. El presidente Leguía impuso desde Lima una política cultural que irritó a la población cuzqueña (Mould de Pease 2003: 141-142). Consecuentemente, el empresario y periodista Guillermo Billinghurst (1912-1914), como el siguiente máximo gobernante del país, cambió radicalmente esta política cultural dependiente de la Presidencia de la República; entre otras razones porque desde el Cuzco el Dr. Luis E. Valcárcel denunció que Bingham se llevaba a Yale valiosos materiales arqueológicos. Bingham en represalia hizo detener a Valcárcel por la policía y fue la inmediata intervención de Albert A. Giesecke la que le devolvió a Valcárcel su libertad, como alguna vez conversé con su nieta, la historiadora Dra. Margarita Giesecke. Valcárcel ([1964] 2011: 89-103) nos ha dejado un primer recuento sobre lo que Bingham se llevó de Machupicchu para depositarlo en Yale. Este es tema que debo retomar, a la brevedad que me sea posible. Billinghurst fue derrocado por Oscar R. Benavides (1914-1915). José Pardo volvió a la presidencia entre 1915 y 1919. Posteriormente Leguía le hizo golpe de Estado, debido la anarquía política y social imperante, y gobernó durante once años seguidos (1919-1930). En este turbulento periodo de nuestra vida política se emitieron las Resoluciones Supremas del 31 de octubre de 1912 y del 27 de enero de 1916, que fueron el punto de partida para iniciar el proceso de repatriación, dentro del largo plazo de la política de restitución cultural internacional, de los materiales arqueológicos y los manuscritos coloniales que Bingham compró y sacó de contrabando de nuestro país y que todavía se conservan en la Universidad de Yale porque en el Memorándum de Entendimiento que suscribió con el Perú, para iniciar la devolución de estos bienes culturales a su lugar de origen, no se les tomó en cuenta. Este es un proceso de largo alcance cuyo primer paso se dio con motivo del centenario de la llegada de Bingham a Machupicchu.


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Machupicchu. Fotografía tomada el 24 de julio de 1911 por Hiram Bingham al sargento Fabián Carrasco con el niño que debe ser Pablito Recharte. Sin ellos, el explorador y profesor universitario no hubiera llegado ese día a la llacta inca que luego hizo famosísima.

Estoy documentando este proceso en la Colección Franklin Pease G.Y. para la historia andina del Perú, que está siendo puesta en valor en la Biblioteca Nacional del Perú, para que un día sea completado por iniciativa de algún representante de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, del Ministerio de Cultura y/o de la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural del Congreso. En mis contribuciones a este proceso reiteradamente destaco que en el museo que se ha montado en la Casa Concha del Cuzco sobre las exploraciones de Bingham en Machupicchu, para contextualizar la exhibición de la mínima repatriación de materiales arqueológicos y restos humanos efectuada, apremia que se tenga en cuenta la versión digitalizada de los papeles de Bingham, como director de la Expedición Científica Peruana de Yale; este punto fue especificado por la embajadora de los EEUU en el Perú, con motivo del centenario de la llegada de Bingham a esta llacta inca y los estoy contextualizando en pertinentes publicaciones (Mould de Pease 2003: 149-151; 2011 y 2016).

Este explorador excepcionalmente comunicativo enviaba los materiales arqueológicos, que excavaba y compraba, a la Universidad de Yale . Hasta que en 1913 Julio C. Tello, como jefe de la sección de arqueología de un naciente Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, hoy establecido en Pueblo Libre, estuvo entre quienes cuestionaron este proceder que trasgredía la legislación peruana. El antropólogo Dr. John V. Murra, a quién frecuenté al lado de Franklin Pease G.Y., solía contar que el sabio de Huarochirí paró las ambiciones de Bingham para obtener del Gobierno peruano una concesión en exclusiva por 20 años, para que Yale efectuara investigaciones interdisciplinarias en el sur andino del Perú, teniendo como eje central a Machupicchu. Tello, que había regresado al Perú después de optar entre 1909 y 1911 una maestría en antropología en la Universidad de Harvard, informó de estas intenciones a Frederic Ward Putman director del Museo Peabody de Arqueología y Antropología de Harvard. Este ilustre investigador, a su vez, denunció ante el presidente de los EEUU, William H. Taft, que esa concesión


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en exclusividad era un atentado contra la libre investigación científica. En Yale también hay un Museo Peabody de Arqueología y Antropología y se justifica precisar aquí que ambos fueron donados por el mismo magnate estadounidense. Cual fuera la relación entre Bingham y Tello, éste último, como es de dominio público, también estudió Machupicchu. Por ello, es pertinente tener presente que Valcárcel (2013: 477) dijo: “… Julio C. Tello para quienes lo conocimos de cerca, no solo fue el arqueólogo eminente, el hombre de estudio consagrado a su especialidad, sino uno de los espíritus más inquietos y una de las voluntades más enérgicas que ha producido nuestro medio”. En 1915 Bingham se alejó del Perú y de su descubrimiento científico de Machupicchu, concentrándose en hacer giras por Estados Unidos y Europa para dar a conocer la ciudad perdida de los Incas como el último lugar que había en América para explorar en soledad. Ahora, solo recordaremos que fue William L. Morkill, como presidente de una compañía británica de comercio e inversiones en Lima denominada Peruvian Corporation, quien resultó instrumental para transportar los aludidos bienes culturales muebles del Cuzco a Yale. En reconocimiento, Hiram Bingham le dio su nombre al lago de origen glacial sobre el cual se yergue la ciudad del Cuzco, como identificó en 1912 la Expedición Científica Peruana de Yale. Morkill formó su propia colección de antigüedades peruanas, que en 1938 fue adquirida por el Museo Nacional del Indio Americano (Bingham 1989: 306)8. En este período Tello también enviaba al Harvard Peabody Museum materiales arqueológicos, y muy especialmente restos humanos, como nos decía Murra, su ferviente admirador por ser el primer indígena que se encumbraba dentro de las más altas esferas de la arqueología y antropología hispano andina y mundial. Por ello, le propuso a Franklin Pease G.Y. publicar en la Revista Histórica, del Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú, su testamento dado que, cuando 8 Ver las fichas técnicas de estos objetos en: http://www.nmai.si.edu/searchcollections/item. aspx?regid=92&irn=212846 [Consultada el 14-092016, 11:00 hrs.].

se cumplía el centenario de su nacimiento, se cuestionaba que su discípulo y arqueólogo Toribio Mejía Xesspe hubiera publicado, con el nombre de ambos, los informes de sus trabajos arqueológicos en que se desempeñó como su asistente. Este documento apareció sin ninguna contextualización ni editor (Pease 1983). El periplo de Tello por universidades y centros de investigación europeos así como estadounidenses, lo hicieron tomar conciencia de la urgencia y necesidad de formalizar la propiedad de los bienes culturales muebles e inmuebles peruanos. Así, ingresó a la política como diputado por Huarochirí entre 1917 y 1929, comenzando la redacción de la ley 6634 que fue promulgada por Leguía el 13 de junio de 1929 y que a menudo es todavía aludida como la ley de Tello. Su artículo 5 dice así: “Si los inmuebles a que se refieren los artículos precedentes estuviesen situados en terrenos de propiedad particular, podrá el Estado expropiar dichos terrenos con arreglo a la ley en extensión superficial que baste para su conservación y las exploraciones científicas que baste para su conservación y las exploraciones científicas a que se presten”. Tello también apelaba al mecenazgo para comprar bienes arqueológicos muebles que consideraba debían estar en el Museo de Arqueología y Antropología que había creado dentro de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, como han demostrado Astuhuamán y Daggett (2006: 23). Cuando nos aproximábamos al Centenario de la Independencia tengamos presente que Tello también puso bienes arqueológicos muebles que había excavado o quizás comprado bajo la custodia perpetua del Instituto de Investigaciones que creó con carácter nacional y que ubicó adosado al recién formado Museo Boliviariano instalado en la llamada Quinta de los Libertadores, en Pueblo Libre. Este es ahora el conjunto monumental que alberga desde 1992 al Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Los criterios de Tello para repartir estos bienes culturales prehispánicos, que había excavado o comprado, entre el museo arqueológico sanmarquino y el instituto de investigaciones arqueológicas, que había fundado en paralelo, aún no han sido esclarecidos. También debo precisar aquí, por ser pertinente al juicio sobre la propiedad de Machupicchu, que no hay evidencia documental de que Tello hubiera


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pagado -expropiado- para dotar al Estado Peruano de los terrenos circundantes a los sitios arqueológicos, Esta es mi conclusión luego de estudiar los textos publicados sobre la vida y la obra del “Padre de la Arqueología Peruana”. Proyecciones de una historia medular a la identidad peruana El hacendado y abogado cuzqueño José Emilio Abrill Vizcarra, como esposo de Tomasa Ferro Vizcarra, quien había recibido en herencia el fundo rústico Primavera, en cuyos terrenos se asentaba Machupicchu, quizás conoció en 1915 a Tello, cuando el sabio de Huarochirí visitó el Cuzco. Abrill como miembro del Congreso, que nos dio la Constitución de 1933, se acercó a Tello para aplicar las condiciones y circunstancias en Machupicchu de la Ley 6634, que el arqueólogo ayudó a redactar y que Leguía promulgó en 1929. Sin embargo, este hacendado cuzqueño no logró comprender que tanto los bienes arqueológicos inmuebles como los muebles, que estaban en posesión particular, pertenecían al Perú. Yo acoto que Abrill hizo algunos esfuerzos, como integrante del Poder Legislativo del gobierno presidido por el general Oscar R Benavides (1933-39), para que la arqueología en nuestro país estudiara y representara la pluriculturalidad y multiculturalidad hispano andina. Específicamente, y en colaboración con Tello proponía las funciones que la arqueología debía tener dentro del territorio nacional, como he podido corroborar por gentil mediación del funcionario Javier Pacheco Álvarez del Villar. En el Archivo del Congreso de la República está el expediente titulado: Monumentos arqueológicos. Monumentos históricos. Iniciado el 17 de marzo de 1926. Número 1001 del año 1928, que luego sería la Ley 6634. Este expediente incluye también la creación del Patronato de Arqueología; así como los borradores que evidencian el desenvolvimiento congresal de esta norma legal que ha marcado la jurisprudencia peruana en temas y asuntos de preservación cultural. Aquí solo esbozo el proceder de Abrill como persona ligada al devenir histórico de Machupicchu, quien recurrió a triqueñuelas congresales para que esta llacta inca y su entorno natural se consideraran su propiedad privada inmueble, que debía ser expropiada por el Estado Peruano, como se puede verificar en el diario

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de debates parlamentarios y su subsecuente documentación. Por ahora, solo puedo decir que concluido su periodo congresal Abrill siguió presionando sobre los funcionarios públicos y así, el 6 de diciembre de 1944, consiguió que el Ministerio de Educación ratifique la Resolución Ministerial Nº 2511, del 27 de mayo de 1935 que, en conformidad con el artículo 22º de la Ley 6634, resuelve que el fundo Primavera le sea expropiado. Ninguna de estas normas legales se publicó en el diario oficial El Peruano. Este esbozo de Abrill Vizcarra evidencia que el etnohistoriador Dr. José Carlos de la Puente Luna en el 2007, tiene un entendimiento parcializado del mundo hispano andino desde que puso en la solapa de su libro sobre curacas hechiceros de Jauja, que: “Actualmente investiga el surgimiento de las comunidades indígenas coloniales a través de los viajes de distintos señores étnicos a la corte del Rey de España entre los siglos XVI y XVII, así como la historia que está detrás de la propiedad de Machu Picchu”. Es decir, como etnohistoriador de la Puente Luna no es imparcial y objetivo cuando estudia el mundo andino desde las fuentes históricas españolas complementadas con la arqueología y la antropología. Años después, de la Puente con el periodista Sergio Vilela afirmaron que: “… el reclamo de los Abrill no es un disparate. Un prestigioso jurista peruano explicó en un diario de Lima toda la confusión…” (Vilela y De la Puente 2011: 66-67). Se refieren a que en el 2003 las y los descendientes del matrimonio Abrill Ferro, junto con el abogado Fausto Salinas Lovón, enjuiciaron al Estado peruano para ser reivindicados como propietarios del Santuario Histórico de Machupicchu, teniendo como base legal la Ley 6634, retomando, así, la manera en que su antepasado, como integrante cuzqueño del Congreso Constituyente de 1931, se sirvió de variadas y diferentes triquiñuelas -aquí solo esbozadas- para tergiversar el entendimiento que para el largo plazo de la historia peruana debemos tener en observancia del Decreto Supremo N° 89, Lima, 2 de abril de 1822: “Los monumentos de la antigüedad del Perú son propiedad de la nación, porque pertenecen a la gloria que se deriva de ellos…”. El texto de los autores citados, publicado por El Comercio, diario que se vende masivamente en el Perú, avala el histórico y sesgado entendimiento de que la legalidad peruana tiene como único referente cultural la jurisprudencia occidental y la


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historia de España en el Perú. Al respecto este influyente diario dice que se trata de “El libro que cambió la historia de la maravilla peruana” y sustenta esta generalizadora y tergiversada afirmación en los respectivos puntos de vista del periodista Raúl Vargas y del novelista Alonso Cueto, como se puede comprobar en El Comercio del 23 de enero de 20119. Desde su fundación en 1839, este diario lleva en la primera página la frase: independencia y veracidad. Insto al periódico más antiguo del Perú a entrevistar a quienes se especializan en la arqueología, la historia y la antropología de Machupicchu sobre la importancia de este libro para la mejor compresión de esta llacta inca en el Perú del siglo XXI. El desarrollo con identidad nacional pluricultural y multicultural requiere de los aportes de las ciencias humanas y sociales. Este libro de El Comercio, cuya carátula nos pregunta quién es dueño de la 9 Véase el portal: http//ELCOMERCIO.PE/MACHUPICCHU.

ciudadela de los incas, sin poner los indispensables signos de interrogación, conduce con evasivas literarias a sus lectores a no cuestionarse -histórica, ética y/o legalmente- la manera en que Abrill Vizcarra, como integrante del Congreso Constituyente que estuvo en funciones entre 1931 y 1933 y luego como legislador hasta 1939, tramitó a través del Patronato Arqueológico del Cusco una carta, que el gobierno central le enviara, informándole que se había dado la “Resolución Suprema N° 2511, por acuerdo del Consejo de Ministros para comunicarle que la solicitud de expropiación había sido aceptada” (Vilela & de la Puente 2011: 86). El capítulo 3 del libro, titulado “Los dueños”, parece haber sido escrito para diluir convenientemente la relación entre el poder político y la propiedad privada tanto de la tierra como de los monumentos arqueológicos que en ella se yerguen, desde los primeros momentos del Perú hasta estos días en que los descendientes del matrimonio Abrill Ferro han iniciado una querella contra el Estado peruano por la propiedad de Machupicchu ante la Corte

Lámina publicada por Hiram Bingham sobre el método de acarreo de los aríbalos. Tomado de Bingham, Hiram, 1979. Machu Picchu, a citadel of the Incas, p.124. Hacker Art Books. Nueva York.


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Superior de Justicia del Cusco. Roxana Abrill Nuñez, su nieta, lo corrobora al decir que tiene conocimiento de que su abuelo trabajó con Julio C Tello para dar la Ley 6624, que es la primera que dice “… a partir de ahora, todo los objetos antiguos de los Incas deben de pertenecer al Estado, es decir todas las construcciones, acueductos, etc…”10. En términos también personales debo esclarecer que Sergio Vilela y José Carlos de la Puente (2011: 187-188) tergiversan, con las triquiñuelas que los caracterizan, la relación de Machupicchu con sus “personajes”, cuando dicen: “Mariana Mould es una damnificada de Machu Picchu, como Roxana Abrill o como Germán Echegaray. A diferencia de ellos, sin embargo, Mould es una reconocida investigadora de esta llacta inca, como a ella le gusta llamarla. La marginación que uno siente es muy fuerte. ¿Qué cosecho yo?, diría Mould esa tarde de verano limeño en un intento de justificarse la importancia de su cruzada solitaria”. Esta afirmación y arbitraria comparación sustentada en unas declaraciones mías grabadas en mi casa, en enero de 2008, han sido manipuladas. Por eso, solicité a José Carlos una copia del documento digital, pero hasta ahora se niega rotundamente a entregar una copia de esta grabación para que se integre al Centro de Documentación y Referencia Machupicchu que es parte de la Colección Franklin Pease G.Y. para la historia andina del Perú (Mould de Pease 2015). La decisión de contribuir al mejor entendimiento de Machupicchu me acompaña desde siempre. Hay personas que hacen interpretaciones tendenciosas sobre mi acercamiento a Machupicchu, en estos tiempos en que solo parece interesar cuánto dinero podemos obtener cuando “explotamos” el patrimonio cultural prehispánico del Perú. Quienes pensamos que el dinero es medio para el buen vivir más no su finalidad, en relación al uso del patrimonio cultural arqueológico, histórico y/o antropológico, efectivamente somos marginales 10 Para mayor información sobre los argumentos que tiene Roxana Abrill para considerar que ella y su familia son propietarios de esta llacta inca, ver la entrevista que le hace la periodista cuzqueña Patricia Marín en: http://www.valicha.com/index. php/2011-portal-de-historia-y-patrimonio/289-losreclamos-de-las-hermanas-abril [Consultada el 1008- 2016, 16:00 hrs.].

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al devenir del Perú del siglo XXI. Sin embargo, nunca me he preguntado: ¿Qué cosecho yo? por mis aportes a la mejor comprensión histórica de Machupicchu11. Ante la mentirosa forma en que Vilela y de la Puente presentan mi trabajo por esta llacta inca en el siglo XXI, ahora digo textualmente que quiero incorporar criterios, principios y valores hispano andinos intangibles al devenir de esta llacta inca en el largo plazo de la Historia Universal. Este entendimiento mío difiere de la relación que con Machupicchu tienen Roxana Abrill y su familia como descendientes del matrimonio de José Emilio Abrill Vizcarra y su parienta Tomasa Ferro Vizcarra, habida cuenta que su antepasado ya era viudo cuando en 1944 vendió parte de las tierras familiares donde se ubica esta llacta 11 En el 2008 contribuí a divulgar mapas y otros documentos existentes en archivos peruanos y estadounidenses que mostraban a Machupicchu en la Cordillera de Vilcabamba antes de la primera visita que le hiciera Hiram Bingham el 24 de julio de 1911. Así, daba continuidad a la tarea que había iniciado en el 2003 con la publicación de un libro que incluía la Resolución Suprema del 16 de junio de 1887 por la cual el Gobierno del Perú se asociaba con la Compañía Anónima Explotadora de las Huacas del Inca Limitada, presidida por el ingeniero alemán Augusto R. Berns, para hacer excavaciones en las huacas incásicas y construcciones gentilicias ubicadas en la provincia de la Convención del departamento del Cuzco, con la finalidad pecuniaria de venderlos y/o exportarlos. Estos documentos notariales fueron también impresos y distribuidos por Berns, aludiendo a la explotación anónima de las Huacas del Inca Limitada con la finalidad de captar inversionistas para su compañía. En el 2004 se me presentó Paolo Greer, estadounidense y viajero frecuente al Perú, porque había leído mi libro publicado el año anterior. Me comentó que entre los papeles personales de Hiram Bingham, que se conservan en la Universidad de Yale, había decimonónicas copias de la documentación bilateral que llevaba el apropiado nombre de Huaca del Inca (Para mayor información sobre Greer ver lo que sobre él escribe el viajero inglés Hugh Thomson 2001: 259-263). En el 2006 fui con Paolo Greer a la Biblioteca Nacional del Perú y comprobamos que allí se conservaban estos papeles que evidencian que el Gobierno en 1887 daba en concesión privada la explotación de estos espacios prehispánicos. Greer se negó a que difundiéramos conjuntamente, y desde el Cuzco, esta documentación con el argumento de que los peruanos no podríamos manejar esta información y se generaría una irracional huaquería; ya que Berns en su mapa también consignó la existencia de unas minas de plata cuya explotación, ahora, ya no es rentable. La divulgación digital en el 2008 desde el Cuzco -gracias a la asociación sin fines


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inca -en circunstancias que no están documentalmente esclarecidas- a los esposos Julio Zavaleta Flores y Rosa Zavaleta Álvarez. Diferimos porque como descendientes de antiguos hacendados cuzqueños se identifican únicamente con los orígenes españoles de nuestro país y rechazan cualquier posibilidad de tomar en cuenta los derechos prehispánicos sobre los sitios arqueológicos y sus respectivas áreas circundantes que los peruanos tenemos, dadas nuestra pluriculturalidades y multiculturalidades (Mould de Pease 2005: 2007-2009.) Debo también decir que el abogado Fausto Salinas Lovón sostiene en el expediente Nro. 22382005, que mis aportes al mejor entendimiento de la autenticidad peruana de Machupicchu carecen de valor porque soy historiadora y no abogada. Este abogado cuzqueño en nombre de Blanca Angélica Zavaleta Zavaleta apela la sentencia emitida por el 3° Juzgado Civil de la Corte Superior de Justicia del Cusco presentando el expediente Nro. 02228-2005-0-1001-JRCI-03. La Corte determina que las demandas de ella y su familia son infundadas y que no deben ser declarados dueños de los terrenos que constituyen el área de protección de esta llacta inca.

Es decir, la Corte considera procedente el valor probatorio de mis artículos sobre Machupicchu Esta es otra astucia, es decir, Salinas intenta ocultar que la jurisprudencia occidental se basa en la historia y la ética de esta sociedad y pretende desestimar que somos un país pluricultural. Los sitios arqueológicos así como los monumentos históricos, al igual que sus respectivas áreas de protección, a lo largo del tiempo son esenciales en el devenir social regulado por el derecho que emana de sus relaciones humanas que determinan el contenido y el carácter de sus leyes. Este entendimiento del derecho peruano se apoya en el ítem 19 del artículo 2° de la Constitución: “Toda persona tiene derecho: A su identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la Nación. Esta histórica interrelación cultural y étnica emana de nuestra multiculturalidad”. Además, el artículo 49° de la Constitución dice que: “El Cusco es la capital histórica del Perú”. Consecuentemente, este texto contribuye a la incorporación de este mandato constitucional al Perú del siglo XXI por ser tarea de la historia, la ética y la jurisprudencia como sucede en otras partes del mundo donde floreció una alta cultura que edificó sitios

de lucro: Pro Cultura Clorinda Matto de Turnerde estos documentos, hizo que Paolo Greer dijera y siga diciendo, a diestra y siniestra, que en nuestro país le habían robado su descubrimiento documental, como ha escrito Mark Adams en su libro, publicado por el Centenario de la llegada de Bingham a Machupicchu, que busca paso a paso redescubrir la ciudad perdida de los Incas (2011: 185-86; 231-232, 238-46, 283 y 290). La Biblioteca Nacional hizo en Lima -sin ninguna participación mía- entre julio y agosto de 2011 una exposición que mostraba en versión digital los documentos de Berns y su propuesta para explotar la Huaca del Inca cuyo guion le daba el debido crédito a Paolo Greer, entonces, ¿por qué sigue diciendo en conversaciones personales que me ha apropiado de su descubrimiento? Aquí esbozo y sustento que Greer, así como también las familias cuzqueñas Abrill y Zavaleta, que han enjuiciado al Estado Peruano por la propiedad de la Huaca del Inca y su entorno natural andino, que ahora llamamos Santuario Histórico de Machupicchu, no logran entender -o no quieren entender- que esta decimonónica documentación como toda fuente escrita de información histórica tiene diversas lecturas e interpretaciones éticas y legales para la mentalidad occidental. Es pertinente consignar que el 19 de diciembre de 2014 la Dirección Regional Desconcentrada de Cultura del Cuzco mediante el oficio Nro. 2008-2014-DDC-CUS/MC solicitó al Dr. Ramón

Mujica Pinilla, director nacional de la Biblioteca Nacional del Perú, copia de los referidos documentos de Berns. El director se los negó a través del oficio Nro. 194-2015-BNP/DN, fechado el 18 de marzo de 2015, y dirigido a Mario Huapaya Nava, secretario general del Ministerio de Cultura, en Lima; quién a su vez le hizo llegar al arquitecto Ricardo Ruiz Caro, director de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco, el Memorándum Nro. 210-2010-2015-SG/MC, al adjuntarle esta decisión desfavorable del Dr Ramón Mujica Pinilla a la colaboración entre instituciones del sector público de cultura para el mejor entendimiento del Santuario Histórico de Machupicchu. Este proceder del Dr. Mujica ejemplifica una vez más como algunos funcionarios públicos -que como en este caso son encumbrados “personajes”- aún en el siglo XXI siguen manipulando el libre acceso a la documentación que custodian en nombre de la Nación peruana. Reitero que cuando los españoles introdujeron en los Andes la noción occidental de historia, así como la escritura en papel, comenzaron a generar documentación que evidencia, como lo ha demostrado Donato Amado, que antes de la primera visita de Bingham a la Huaca del Inca y por supuesto también después se entendía -se entiende- que los sitios arqueológicos, espacios sagrados sin construcción occidental encima, son propiedad de la Nación y están bajo la tutela del Estado, dirigido por los subsecuentes “personajes” que conforman tanto el Gobierno central como el regional cuzqueño.


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arqueológicos y monumentos históricos que ahora son impresionantes atractivos turísticos generadores de ingresos económicos que a veces llevan a determinados “personajes” a tergiversar los fundamentos pluriculturales de los países, en beneficio propio. Por los medios de comunicación televisivos y radiales, cuando nos aproximábamos al Centenario de la primera visita de Bingham a Machupicchu, yo comentaba que el agricultor Julio Carlos Zavaleta Zavaleta había declarado a El Comercio, el 20 de marzo de 2005, que existían transnacionales que estaban interesadas en promover el turismo y comprar los fundos Q´ente y Santa Rita de Q´ente, afirmando que tenía guardado los títulos de propiedad y que no podía mostrarlos por razones de seguridad. Vilela y de la Puente dicen que la prensa convirtió en una comedia mediática las declaraciones de Zavaleta. Consecuentemente, preciso que los descendientes de los matrimonios Abrill Ferro y Zavaleta Zavaleta en este período recurrieron a los medios nacionales e internacionales de comunicación para difundir sus reclamos al Estado Peruano para que “... les devuelvan Machupicchu...” (Vilela y de la Puente 2011: 84).

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Concluyo, retomando el párrafo que encabeza este texto, para decir que la antigua noción de propiedad privada de la tierra en el Perú está condicionada, incluso en el siglo XXI, por nuestra pluralidad étnica y multiculturalidad, que enfrentó la violencia de las huestes españolas de Francisco Pizarro. La noción española de propiedad de la tierra a lo largo de los siglos se ha impuesto con engaños sobre las poblaciones indígenas que alguna vez conformaron el Tahuantinsuyo. Aquí, someramente he expuesto que la arqueología, la antropología y la historia no son una ucronía, como pretende con triquiñuelas hacer creer el abogado, que cuestiona ante el Poder Judicial del Perú, que el Estado Peruano debe administrar y gestionar Machupicchu en nombre de la Nación Peruana. Bibliografía ADAMS, Mark, 2011. Turn Right at Machu Picchu. Rediscovering the Lost City One Step at the Time. Dutton. Nueva York. AMADO GONZÁLES, Donato, 2013. Sustento histórico jurídico del origen y posesión de la propiedad predial del Santuario Histórico-Parque Arqueológico Nacional de Machupicchu. Informe No.005-2013 –PANM-DDC-CUS/MC del 28 de marzo. Dirección Regional Desconcentrada de Cultura. Cuzco. ASTUHUAMÁN, GONZÁLES, César y Richard DAGGETT, 2006. Julio César Tello Rojas: Arqueólogo. Una Biografía. Accesible en Internet. http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/libros/historia/paracas_1/01_ astuhuam%C3%A1n.pdf [Consultada el 25-102016, 10:00 hrs.]. BINGHAM, Alfred, 1989. Portrait of an Explorer. Hiram Bingham, discoverer of Machu Picchu. Ames. Iowa State University Press. ESTATUTOS, 1906. Instituto Histórico del Perú. Revista Histórica, Tomo I, Nro. 1:110-119. Lima. GARCÍA CÁCERES, Uriel, 2016. Las aventuras de Hiram Bingham. Fondo Editorial Mateo Salinas Ocampo. Cuzco.

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Mariana Mould de Pease

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Machupicchu y sus “personajes” ante las nociones de ucronía y reivindicación en un país pluri y multicultural como el Perú

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Yanque en el valle del Colca (Caylloma, Arequipa). Historia y cultura en los siglos XV-XX Mario Sánchez Dávila mario.sanchez.davila@gmail.com

Resumen Este artículo reconstruye, a través de fuentes de archivo (etnohistóricas y antropológicas), la historia de la privilegiada y estratégica posición política y económica de Yanque dentro del valle del Colca: como sede central del poder del Señorío Collagua que controlaba la parte norte, este y sureste del valle (siglos X-XV); como centro administrativo del Tahuantinsuyo (siglos XV-XVI); como capital de corregimiento y repartimiento virreynal (siglos XVI-XVIII); como capital de la provincia de Caylloma en la República Aristocrática (mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX) y; como espacio turístico donde se concentra la mayor cantidad de hoteles de todo el valle (desde finales del siglo XX hasta la actualidad). Palabras claves: Historia, antropología, Arequipa, Yanque. Abstract This article reconstructs, by means of archival sources (ethno-historical and anthropological), a history of the privileged and strategic political and economic position of Yanque in the Colca Valley: as a central seat of power of the Collagua estate which controlled the north, east and southeast parts of the Valley from the X to XV centuries; as a center of administration of Inca Tahuantinsuyu, in the Valley from the XV to XVI centuries; as the center of the municipality and region during the Spanish viceroyalty, from the XVI to XVIII centuries; as the capital of the province of Caylloma since the mid-nineteenth century to the early twentieth century, in the “Aristocratic Republic”; and as a tourist area where the largest number of hotels across the Valley is concentrated, since the late twentieth century to the present. Keywords: History, anthropology, Arequipa, Yanque. Introducción La comunidad de Yanque, a 3417 msnm, es uno de los 16 distritos que conforman la provincia de Caylloma, localizada en el departamento de Arequipa, al sur de los Andes peruanos. Yanque está a 150 km al noreste de la ciudad de Arequipa, a tres horas de camino por medio de una carretera asfaltada. Tiene como límites geográficos a las comunidades de Ichupampa, Coporaque, Achoma y Chivay. La comunidad se encuentra inserta geográficamente dentro del valle del Colca y la cordillera interandina que divide las cuencas del Pacífico y del Atlántico. La zona pertenece a una región donde habitan vicuñas y cóndores dentro de una compleja ecología que comprende tanto un área de puna (donde la explotación de pastizales ha permitido la actividad ganadera de

alpacas y llamas); un área de sistemas de andenería y terrazas de cultivos (donde la diversidad de pisos altitudinales ha permitido el sembrío y cultivo de papa, maíz, quinua, trigo, cebada, haba y alfalfa) y; un área de nevados y montañas como Ampato (6265 msnm), Sabancaya (5976 msnm), Hualca Hualca (6025 msnm), Bomboya (5200 msnm), Waranqanti (5379 msnm) y Mismi (5598 msnm) (Figura 1). En Yanque, el quechua no tiene presencia en dimensiones tan visibles hacia afuera de la comunidad; pero al interior de la misma el quechua permanece vivo en la interacción de una serie de contextos sociales (como la producción y ritualización de la agricultura) y actores sociales (como los adultos y adultos mayores) más tradicionales. La agricultura ha comenzado a ser desplazada paulatinamente, como actividad económica central

SÁNCHEZ DÁVILA, Mario, 2017. Yanque en el valle del Colca (Caylloma, Arequipa). Historia y cultura en los siglos XV-XX. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 12: 68- 78. Lima.


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Figura 1. La comunidad de Yanque en el valle del Colca. Tomado de Valderrama y Escalante (1988).

para la comunidad, por una pluriactividad asalariada. Así, en Yanque ya no se dedican sólo a la agricultura, sino también a otras actividades y servicios complementarios, como la ganadería, la artesanía, el transporte, la construcción y el turismo. La comunidad de Yanque ha ocupado una privilegiada y estratégica posición política y económica dentro del valle del Colca: como sede central del poder del Señorío Collagua que controlaba la parte norte, este y sureste del valle, hacia los siglos X-XV; como centro de administración del Tahuantinsuyo, hacia los siglos XV-XVI; como capital de corregimiento y repartimiento del Virreynato, hacia los siglos XVI-XVIII; como capital de la provincia de Caylloma desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX y; como espacio turístico donde se concentra la mayor cantidad de hoteles de todo el valle desde finales del siglo XX hasta la actualidad. En ese sentido, la comunidad de Yanque es el resultado histórico de diversas y diferentes tradiciones y moderni-

modernidades, tanto pasadas como presentes, que han innovado, negociado y redefinido su complejo panorama actual. Así, pues, este artículo reconstruye, a través de fuentes de archivo (etnohistóricas y antropológicas), la historia de Yanque desde los periodos del Señorío Collagua, el Tahuantinsuyo, el Virreynato y la República Aristocrática. Y es que las transformaciones socio-culturales que la actual comunidad de Yanque experimentó en su historia pasada son fundamentales para comprender la configuración de su historia presente. El Señorío Collagua Entre los siglos X-XV, existían dos grupos étnicos que dominaban la zona del valle del Colca, cuyo origen se remonta al periodo Intermedio Tardío de los Andes centrales, ocurrido luego de la decadencia de la cultura Huari (De Romaña 1988). Dichas etnias eran el grupo minoritario de los Cabanas, que controlaba la parte suroeste, y el grupo mayoritario de los Collaguas, que controlaba la parte norte, este y sureste (Neira 1961).


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Entre ambas etnias existían considerables diferencias. Por ejemplo, en términos lingüísticos, los Cabanas hablaban quechua y los Collaguas aymara (Torero 1972; Málaga 1977; Bertonio [1612] 1984). En términos de procedencia, los Cabanas decían venir del nevado Hualca Hualca y los Collaguas afirmaban proceder del volcán Collaguata. Por último, en términos de prácticas identitarias de deformación craneana, los Cabanas aplanaban y ensachaban sus cabezas para simularla a la forma de la montaña Hualca Hualca, y los Collaguas vendaban la cabeza de los recién nacidos con el objetivo de comprimir, adelgazar y alargar sus cráneos para moldearlos a la forma conoide del volcán Collaguata (Cook 2011). La etnia Cabana tenía su centro de poder político en lo que hoy sería el actual distrito de Cabanaconde, mientras que la etnia Collagua contaba con dos sub-grupos: Lari-Collaguas y Yanque-Collaguas, siendo en la parcialidad de Hanan del segundo grupo donde se concentraba el poder del gobierno regional (Cock 1976), y cuya sede se ubicaba en lo que hoy sería el actual distrito de Coporaque (Ulloa Mogollón [1586] 1965). La base productiva de ambas etnias les permitió desarrollar, entre otros testimonios, tecnologías agrícolas de alta calidad en el manejo del agua y la tierra, tales como las terrazas agrícolas artificiales mejor conocidas como andenes (Treacy 1994); sistemas de distribución de canales de riego y depósitos colgantes de alimentos o colcas, todavía observables desde el puente Chininia (Málaga 1977), donde se almacenaba grandes cantidades de alimento para la época de escasez, especialmente maíz, quinua, cañigua y chuño (Gutiérrez et al. 1986). El Tahuantinsuyo A mediados del siglo XV, estimulados por la victoria de los Incas sobre los Chancas en Yahuarpampa, el Tahuantinsuyo comenzó a expandirse geo-políticamente por el valle del Colca (Gutiérrez et al. 1986). Durante el gobierno del inca Pachacútec (1438-1471), se encargó a los miembros de la panaca real del general Mayta Cápac que conquistasen la región Collagua del valle, como señala el fraile Oré (1598), logrando establecerse en la comunidad de Coporaque, cuya incorporación al incanato fue sellada por una alianza

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matrimonial con hija del cacique de los Collaguas, Mama Tancaray-Yacchi (Cobo [1892-1896] 1956; De la Vega [1609] 1959; Cieza de León [1880] 1967; De Betanzos [1551] 1987), y se construyó un palacio de cobre, destruido hacia 1548 por Gonzalo Pizarro para fabricar herrajes y campanas. Aunque el periodo de dominio incaico en el valle del Colca fue relativamente corto, la comunidad de Yanque no sólo fue residencia de los más importantes curacas del valle, ya que también lo fue el centro de administración incaica durante el Tahuantinsuyo (Wernke 2006). Y es que el imperio Inca no sólo expandió los canales y andenes pre-incaicos, sino que también impuso un sistema de demarcación geográfica utilizado para una eficiente administración social, la división en mitades Hanansaya (jurisdicción de arriba) y Hurinsaya (jurisdicción de abajo). Aunque la evidencia arqueológica sugiere que los pueblos del valle del Colca ya tenían una división dual del espacio antes de la conquista incaica (Treacy 1994; Zuidema 1995; Cook 2011). A su vez, este sistema complementaba un sistema de consolidación lingüística (el quechua como lengua oficial) utilizado para una efectiva administración política que, a diferencia del idioma que llegaron a imponer los colonos españoles, respetaba las diferencias étnicas locales de los grupos conquistados (Gelles 2002). Tal vez por esa razón, y a pesar que el Tahuantinsuyo utilizó estratégicamente un programa similar al español para reducir y reubicar a las diversas poblaciones en tiempos de su dominación y expansión política sobre el territorio andino (Rowe 1946), la colonización incaica en el valle del Colca, a diferencia de lo que sucedió con los Chancas, Conchucos, Cañaris, Chachapoyas, Huancas y Lupacas, no tuvo considerable resistencia de los Cabanas y los Collaguas, quienes siguieron venerando a sus huacas, mientras las prestaciones de fuerza laboral que les imponía el Estado incaico eran mitigadas por lógicas andinas de reciprocidad y redistribución (Cook 2011), que paliaban la fuerte estratificación interna propiciada por los incas (Benavides 1988a). El Virreynato Hacia 1532, con la llegada de los españoles, comienza la caída del Tahuantinsuyo a partir del encuentro entre el inca Atahualpa y Francisco Pizarro en la plaza de Cajamarca. Pero no es sino hasta 1540 cuando Francisco Pizarro instaura


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tres repartimientos: Lari-Collaguas, destinado a Marcos Retamoso; Cabanaconde, destinado a Alonso Rodríguez; y, el principal repartimiento, por su riqueza ganadera y agrícola, YanqueCollaguas, destinado a su hermano, Gonzalo Pizarro, hecho que indica no sólo que las mejores tierras fueron encargadas a un familiar, sino también que pone de manifiesto la importancia de la zona (Málaga 1977). Hacia 1548, cuando muere Gonzalo Pizarro, Yanque-Collaguas pasa a Francisco Noguerol de Ulloa y luego al control directo de la Corona española en 1565, instaurándose esta como una capital de corregimiento y repartimiento hispano durante el Virreynato, y desde donde se fundaron las reducciones de Callalli, Tuti, Cayma, Chivay, Coporaque, Achoma, Tisco, Sibayo, Caylloma y el mismo Yanque, sede donde residía el Corregidor (Valderrama y Escalante 1988 y 1997). Precisamente por eso es que hacia 1586 el corregidor Ulloa y Mogollón ([1586] 1965) afirmaba que Yanqui era el pueblo en el que residen los señores principales, aunque existen otras versiones que señalan que Yanque proviene del quechua Lankillanki, nombre de una pequeña flor multicolor, e incluso de un tratamiento que se les daba a los más nobles

tratamiento que se les daba a los más nobles de los antiguos pobladores del Kollasuyo, de acuerdo con Guardia Mayorga (1971). Y, efectivamente, en las visitas de 1604 y 1615-1617 (Robinson 2006), así como en las visitas de 1591 (Pease 1977), se puede observar que los caciques centrales de Collana Hanansaya y Hurinsaya vivían en Yanque, y que no sólo eran jefes de sus respectivos ayllus y parcialidades, sino también gobernadores de todo el repartimiento Yanque-Collaguas y de toda la provincia de Collaguas (Benavides 1989) (Figura 2). Aunque la primera encomienda fue en 1535, no fue sino hasta 1574 que la administración virreynal funda los pueblos del valle del Colca (Gade y Escobar 1982). Hacia 1575, el virrey Francisco de Toledo aplica el programa de reducciones o pueblo de indios como estrategia política de tributación y explotación (Merluzzi 2014). Y si bien este programa fue trazado para agrupar a la población andina dispersa dentro de una zona de concentración con el fin de administrarla fácilmente, una de las consecuencias más importantes fue el aislamiento y quebrantamiento de las viejas estructuras lógicas intercomunales de control vertical de archipiélagos ecológicos andinos (Gade y Escobar 1982; Murra 1985) o de territorialidad

Figura 2. La plaza central y la vestimentas femeninas, entre otros derroteros espaciales y materiales, son herencia virreynal que perduran hasta hoy en la comunidad de Yanque.


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discontinua (Rostworowski 1982). En ese sentido, las reducciones fueron establecidas imitando el trazado espacial de los pueblos españoles, con una plaza central, una iglesia y una alcaldía, en lugares alejados no sólo de las chacras y acequias, sino también de las huacas, intentando imposibilitar las prácticas paganas andinas (Gutiérrez et al. 1986). Así, este nuevo sistema de administración virreynal ocasionó que la mayor parte de los pobladores del pueblo de Uyo-Uyo (lo que hoy se conoce como Yanque antiguo, donde en 1560 los franciscanos fundaron el primer templo del valle del Colca, y lo que ahora es un conjunto de ruinas que forman parte del circuito turístico de la comunidad) se vieran forzados a trasladarse al actual Yanque, abandonando sus casas y distanciándose de sus terrenos productivos, hacia 1572, como resultado de un programa de reordenamiento demográfico andino recomendado por los gobernadores anteriores (Zevallos 2006). Pero el corregimiento o provincia de Almoguer de Yanque o Yanque nuevo se fundó dentro de los límites de una aldea ya existente conocida por los españoles como La Brota (Pease 1977), y cuyos pasadizos de acceso eran de piedra labrada, envestidas de figuras de serpientes, llamas y caracoles tallados superficialmente (Cook 2011). Sin embargo, las reformas toledanas del Virreynato no solamente instauraron derroteros espaciales para agrupar, controlar y administrar a los grupos dominados, sino también derroteros materiales (que persisten hasta la actualidad) para identificar y diferenciar las etnias conquistadas. Así, las mujeres cabanas comenzaron a portar un sombrero ovalado bordado con múltiples colores, mientras que las mujeres Collaguas empezaron a llevar un sombrero cilíndrico de color blanco y plateado (Femenías 1991); pero también los vestidos Cabanas y Collaguas contemporáneos constituyeron prendas andinas de origen español1, cuya paleta cromática es la misma que la de sus respectivos sombreros. De esta manera, los Cabanas y Collaguas ya no se diferenciaban entre ellos por la forma de sus cabezas, sino por los sombreros y vestidos instaurados por los españoles, quienes desaprobaron la deformación cráneana como práctica de distinción étnica. Por último, se instauraron también derroteros lingüísticos para adoctrinar religiosamente a la

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población andina: el proceso de quechuización de las comunidades colqueñas fue una estrategia del proyecto colonial de homogenización cultural por parte de los españoles (Manrique 1986). Y no fue sino hasta el 20 de enero de 1586, medio siglo después de la invasión española, que las autoridades virreynales y los funcionarios del Consejo de Indias realizaron su primer intento sistemático de recolección de información histórica del valle del Colca en la plaza de Yanque (Cook 2011). Poco después, se asientan los templos y las devociones a las vírgenes y santos católicos, y el universo cosmológico religioso católico se fusiona con el universo cosmológico religioso quechua (Marzal 2005; Celestino y Meyers 1981; Fuenzalida 1970). Así, el templo de la Inmaculada Concepción de Yanque (reconstruido en el siglo XVIII) fue edificado sobre la base de la iglesia que los franciscanos levantaron en 1560, bajo el mando de fray Pedro de los Ríos, con propósitos evangelizadores (Tord 1983 y Benavides 1994) y basados en doctrinas de instrucción religiosa que pregonaban la pobreza, el sacrificio y la obediencia (Benavides 1988a). De esta vicaría dependían los centros de adoctrinamiento religioso de Chivay, Coporaque y Achoma (Málaga 1977). Asimismo, se reconocen e incorporan estratégicamente a la administración pública viejas autoridades andinas, caciques (kurakas o “señores naturales” reconocidos por su prestigio entre los locales), para la imposición y recaudación de tributos y mitas, así como para el gobierno indirecto de los españoles (Benavides 1988a). De este modo, la Corona enviaba funcionarios para realizar visitas (censos de la población indígena) a los caciques sobre los bienes y cantidad de tributarios (Robinson 2006), exonerándolos a los mismos de tributos y mitas, e incluso retribuyéndoles un salario (Benavides 1988b). Y fueron precisamente los elevados tributos y las mitas obligatorias, entre otros factores, lo que, para finales del siglo XVI, causó la decadencia de las reducciones toledanas (Gutiérrez et al. 1986). A esta época de explotación virreynal, habría que añadir el fenómeno de la eliminación de la mita de plaza urbana (donde la fuerza laboral indígena era utilizada para la construcción civil y los 1 En el 2012 la Organización Mundial de Trajes Típicos eligió a las vestimentas femeninas Cabanas y Collaguas como los vestidos típicos más lujosos del mundo.


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servicios en los conventos) y la agregación de la mita de minas, a raíz del descubrimiento de las minas de plata en Caylloma, hacia 1626, y cuyo auge de abusos y excesos duró aproximadamente hasta la sublevación indígena de 1780 (Manrique 1986). De esta manera, en Caylloma se estableció una ‘Caja Real’ que llevaba un control registral de los tributos y, Yanque se convirtió en su capital provincial y, por ello, en una comunidad próspera durante el siglo XVIII (Flores-Galindo 1977). Es por eso que Yanque comenzó, desde entonces, a experimentar fuertes procesos de migración intercomunal e inter-departamental que la posicionaron como una comunidad menos aislada y más intercomunicada con su entorno geográfico cercano y lejano (Cook 1982 y Manrique 1986), reflejados también al interior de la comunidad, donde, solo a partir del siglo XVIII, los miembros de Hurinsaya y Hanansaya podían casarse entre sí (Gutiérrez et al. 1986), así como también en el sistema de comercio e intercambio interandino de abastecimiento de productos que no se generaban en Yanque y el valle del Colca (Pease 1981). A esta época, también habría que añadirle no sólo el decaimiento que experimenta Yanque y el valle del Colca en la producción agrícola y ganadera en detrimento de la mano de obra y fuerza laboral empleada en la minería (Gutiérrez et al. 1986), sino también habría que mencionar la reducción demográfica que sufrió el valle del Colca a causa de los diversos desastres naturales (como inundaciones, terremotos, sequías y plagas agrícolas) y enfermedades epidémicas (como sarampión, viruela, tifus e influenza), catástrofes que terminaron por reducir fuertemente el número de la población indígena hasta la cifra de 10,000 para finales del siglo XVIII (Cook 1981 y 1982). Pero aún más importante es la transformación estructural que sufrió la comunidad de Yanque –así como muchas otras comunidades del valle del Colca y, en general, del mundo andino– basada en la reciprocidad y la redistribución, a partir del modelo de explotación que se impuso durante el desarrollo del periodo del Virreynato (con las reducciones, los tributos, las mitas y la evangelización), obligando al campesino colqueño a romper, como se evidencia en las visitas virreynales (Benavides 1988a), con la posibilidad de controlar los distintos pisos ecológicos simultáneamente, y de acceder a

a los recursos que producía cada nicho específico, por medio de colonias permanentemente asentadas en islas o archipiélagos verticales distanciadas territorialmente del núcleo, pero relacionadas con este a partir de las relaciones de parentesco social y el tráfico continuo de la producción (Murra 1972), y amputando ya no sólo el control y el acceso a los nichos productivos, sino también una estructura social basada en lazos económicos y políticos (Murra 1984). Y es que la imposición hispana del sistema económico de mercado y de la moneda, como un intermediario que posibilitaba la compra y venta de bienes y servicios, se unió a la eliminación de la redistribución estatal andina y al establecimiento de una concepción de reciprocidad basada en la explotación de la mano de obra indígena (Gutiérrez et al. 1986 y Alberti y Mayer 1974). Por ello, a diferencia de lo que sucedió durante el Tahuantinsuyo, a partir del Virreynato, las comunidades del valle del Colca han estado sometidas a una extracción del excedente económico, tanto en fuerza de trabajo como en producción agropecuaria, fenómeno que violentó una racionalidad andina de la productividad orientada a la satisfacción de las necesidades de la población, y que ocasionó, por un lado, procesos migratorios estacionales e indisolubles, y, por otro, una economía campesina cada vez más dependiente del mercado para abastecerse con la compra de los productos que no produce (Manrique 1986). La República aristocrática Este periodo se caracterizó por el dominio político de la oligarquía peruana hasta 1919, la privatización de las tierras, el feudalismo de las haciendas, la explotación de las minas y la exportación de la lana, entre otros, fueron algunos de los importantes cambios que se produjeron en este periodo hasta mediados del siglo XX. En 1866, fue creado el distrito de Yanque y constituyó, hasta la tercera década del siglo XX, la capital de la provincia de Caylloma. Hacia 1826, Simón Bolívar elimina el cacicazgo y la mita (no el tributo, que solo cambió de nombre a Contribución Voluntaria Indígena), pero desconoce la propiedad comunal, al establecer una nueva ley de tierras, hecho que permitió la venta de las tierras de las comunidades y que ocasionó el surgimiento de los grupos de poder de párrocos y comerciantes adinerados de la zona (Manrique 1986). Esta misma relación


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Figura 3. La progresiva aparición de las Comisiones de Regantes en Yanque, entre otros reconocimientos estatales, permitió empoderar a los comuneros frente a actores sociales externos a la comunidad.

disfuncional entre los intereses del Estado y los de la comunidad andina aparece reafirmada hacia 1876, cuando se decretó la prohibición a las comunidades indígenas de interpelar con acciones legales las ventas de sus terrenos llevadas a cabo por terceros (Cook 2011). Aunque esta relación de dominación y abusos sobre los habitantes del valle del Colca también se había evidenciado durante todo el siglo XIX, con el pongaje (servicios obligatorios a gobernadores, curas y obraje público), y siguió siendo evidente entre 1919 y 1930, con la aplicación de la Ley de Conscripción Vial que forzaba a la mano de obra indígena a trabajar en la construcción de carreteras públicas y otras obras civiles (Benavides 1988a). Aunque en el valle del Colca no existieron haciendas agrícolas, a fines del siglo XIX el auge de la lana de ovino posibilitó la creación de haciendas ganaderas de puna, permitiendo que la producción de la fibra de alpaca, llama y vicuña se concentre en manos de la comunidad, aunque sus ganancias comerciales se encontraban subordinadas por la hegemonía de las casas mercantiles de la oligarquía dominante de la ciudad de Arequipa, así como también por la

amplia gama de intermediarios que se distribuía el excedente económico generado por el campesinado (Flores-Galindo 1977; Manrique 1986; Benavides 1988a). Este auge posibilitó la construcción de vías de transporte interdepartamentales (como el Ferrocarril del Sur de Arequipa-Puno-Cuzco en 1870), permitiendo el retorno al comercio interandino de la producción ganadera (Gutiérrez et al. 1986), reactivando la economía de subsistencia y el sistema de intercambio intercomunal de trueques (Wallis 1977), aunque no sólo desde los primeros años del virreynato se comercializaban las llamas y alpacas, sino también desde la época prehispánica los productos de la puna ya eran intercambiados por los granos del valle del Colca (Benavides 1988a) (Figura 3). Aunque este auge también facilitó la aparición y el control de los mistis (foráneos que comenzaron a residir en el valle del Colca, con dominio del castellano, experiencia en transacciones monetarias, contactos comerciales citadinos, relación clientelística con el Estado, mecanismos judiciales y acceso al poder político local), que culminaron por sedimentar su hegemonía económico-política con la apropiación, a través


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de juicios y contratos fraudulentos, de territorios agrícolas y ganaderos privados de miembros de la comunidad (Manrique 1986, 1991 y 2001), hasta que los habitantes de Yanque Hurinsaya y Yanque Hanansaya iniciaron el proceso de su reconocimiento legal y su empoderamiento político como Comunidades Campesinas, a partir de la Ley de Reforma Agraria (1969) promulgada por el gobierno de Juan Velasco Alvarado, aunque Yanque ya era una Comunidad Indígena desde el gobierno de Augusto B. Leguía, con la Constitución de 1920. Es por eso que todavía hasta hoy se les recuerda como Kala Misti: extranjeros que no tienen nada y que vienen a quitarlo todo. Los curas llevaron a los mistis (sus parientes mestizos) a Yanque, donde consiguieron una relación de amistad, privilegios y compadrazgos con los sacerdotes de la región. La posición de poder que detentaban familias como los Rivera, Suarez o Huerta era tal que los campesinos se tenían que quitar el sombrero e inclinar la cabeza cuando se cruzaban con sus miembros por las calles (Hagen 1979). En ese contexto, el distrito de Chivay se vuelve un centro de acopio y, consecuentemente, una comunidad con prosperidad comercial. Y es entonces cuando este reclama volverse la capital de la provincia de Caylloma en 1932, hecho que luego sería legitimado por la construcción de la primera carretera asentada Arequipa-Chivay hacia 1959, motivada por la explotación de cobre, zinc y plomo en las minas de Madrigal, y que unía a los pueblos de la margen izquierda del río Colca, desde Chivay hasta Cabanaconde (Benavides 1983). En 1983 se desarrolló el proyecto Majes Siguas, sector Colca, un programa de irrigación agro-energético que posibilitó, todavía más, las condiciones para un creciente mercado laboral, al proponer desviar el agua del río Colca mediante una bocatoma para irrigar las pampas de Majes y Siguas, proyecto que, sin embargo, después de un tiempo, posibilitó la expropiación de 166 hectáreas de tierras cultivo del valle del Colca. Pero, el auge mercantil permitió solamente que terratenientes se enriquezcan con la privatización de las tierras, pues la mita minera del siglo XVIII había diezmado muchas zonas de terraceo, así como varias zonas de infraestructura de riego, causando la pérdida de tierras agrícolas para las comunidades del valle

(Manrique 1986). El 3 de mayo de 1955 se creó legalmente (Ley Nº 12301) el pueblo de Yanque. Y, de acuerdo con el Libro de Actas de la Comunidad de Indígenas de Yanque, las parcialidades de Yanque Hurinsaya y Yanque Hanansaya, hacia 1965 (Resolución Suprema Nº 387) y 1967 (Resolución Suprema Nº 098), respectivamente, fueron inscritas oficialmente dentro del Registro de Comunidades Indígenas, y posteriormente fueron reconocidas como dos Comunidades Campesinas diferentes. No obstante, hacia 1983 ambas parcialidades no sólo poseen pocas tierras comunales (ya que los terrenos agrícolas son, más bien, de propiedad particular, heredados o comprados), sino que también han perdido acceso a los pastos de altura, a las minas de sal de Lluta y a los valles costeños, tal y como se describe en las crónicas y visitas del siglo XVI y XVII, lo que ocasiona que la economía familiar yanqueña busque actividades productivas complementarias a la agricultura y la ganadería, como el jornal agrícola, la construcción civil, el comercio de artesanía, el flete de animales e incluso la migración temporal o permanente a la ciudad (Benavides 1983), lo cual marcó, desde mediados del siglo XX, el inicio de un notable proceso de interrelación urbana y global (Cook 2006). Y es que, a lo largo de su historia presente, la comunidad de Yanque ha venido ocupando una notable posición económica dentro del valle del Colca: como lugar donde se concentra la mayor cantidad y calidad de hoteles de todo el valle, a partir de fines del siglo XX hasta la actualidad. Recordemos que hacia finales del siglo XIX Yanque deja de ser la capital de la provincia de Caylloma, siendo desplazado por Chivay; por ello, pierde su posicionamiento político y estratégico dentro del valle del Colca. Es así que, por un breve periodo de tiempo, la comunidad de Yanque pasó por un proceso de invisibilidad política, hecho que le permitió mantenerse al margen de la voraz dinámica comercial evidenciable en Chivay, con su basta oferta de restaurantes turísticos, cabinas de Internet, mercados ambulatorios, hospedajes, locutorios, venta de artesanías, entre otros. Y es precisamente por ello que Yanque conservó un paisaje rural más tradicional, hecho que le permitió insertarse en una forma de turismo rural familiar y privado, y, a su vez, recuperar una notable posición económica dentro del valle del Colca.


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Entrevista al Dr. Peter Eeckhout: director del Proyecto Arqueológico Ychsma, Investigaciones Arqueológicas en Pachacamac Rodolfo Monteverde Sotil Laspuertas48@gmail.com “… lo que vemos sobre la superficie de Pachacamac son solo las evidencias material tardías del sitio, debajo de ellas hay mucho aún por descubrir. Lo que apreciamos es solamente la punta del iceberg; es decir la parte que no vemos, la que está debajo, es mucho más cuantiosa y compleja. La historia de Pachacamac es algo que todavía queda por esclarecer en muchos de aspectos…” (Peter Eeckhout)

Presentación Peter Eeckhout (PE), de nacionalidad belga, obtuvo una maestría (1991) y un PhD (1997) en historia del arte y arqueología en la Universidad Libre de Bruselas. Desde fines del siglo pasado se dedica a la docencia universitaria en su casa de estudios, dictando la cátedra de historia del arte y arqueología. Sus tópicos principales de enseñanza son las sociedades complejas, los rituales funerarios y la arquitectura monumental en el área andina de Perú, Bolivia y Ecuador. Es miembro de varias sociedades arqueológicas como la Sociedad de Americanistas Belga, la Sociedad de Arqueología Americana y el Colegio de Arqueólogos del Perú. En los últimos 20 años ha excavado en Pachacamac. En 1993 empezó sus investigaciones arqueológicas en este importante sitio prehispánico del valle de Lurín como parte del Proyecto Ychsma, asumiendo su dirección al año siguiente. Gracias a sus trabajos ha publicado diversos textos en destacadas revistas y casas editoriales. Actualmente se prepara para iniciar una nueva temporada de campo en el 2018, junto con su colega y codirector peruano Milton Luján Dávila, mientras continúa analizando los materiales arqueológicos encontrados en temporadas pasadas. A continuación les entregamos una entrevista que le realizamos en marzo (RM) a este destacado investigador quien con mayor recurrencia, en la historia de la arqueología peruana, ha excavado en las dos últimas décadas en Pachacamac. Asimismo, les acercamos una resumida relación bibliográfica de sus principales publicaciones.

Dr. Peter Eeckhout. Temporada de excavaciones 2016 en Pachacamac.

RM: ¿Buenas tarde, nos podría decir cómo fue su acercamiento a la arqueología y cómo se interesó en los estudios prehispánicos del Perú? PE: Me interesé en América prehispánica a través del estudio de la cultura Maya. En un

inicio mis preferencia académicas estaban dirigidas al arte pero conforme fui avanzando mis estudios me di cuenta que me interesaba más la arqueología. Cuando empecé mis estudios no pensé dedicarme a la investigación. Pero luego

MONTEVERDE SOTIL, Rodolfo, 2017. Entrevista al Dr. Peter Eeckhout: director del Proyecto Arqueológico Ychsma, Investigaciones Arqueológicas en Pachacamac. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 12: 79-90. Lima.


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Entrevista al Dr. Peter Eeckhout: director del Proyecto Arqueológico Ychsma, Investigaciones Arqueológicas en Pachacamac

de finalizar el primer año de universidad me di cuenta de que eso era realmente lo que quería. Yo ya tenía una tesis de licenciatura bien avanzada sobre temas que nada tenían que ver con la costa prehispánica del Perú, pues estaba relacionada a estudios contemporáneos sobre la Amazonia, pero se presentó un proyecto al que me invitó mi profesor para que participara como arqueólogo. Este proyecto, que me permitió viajar por primera vez al Perú en 1993, fue organizado por los Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas en colaboración con el ex Instituto Nacional de Cultura del Perú. Gracias a este proyecto escribí mi tesis doctoral sobre Pachacamac. Esta fue una oportunidad extraordinaria para mí, ya que en ese momento no existía una tradición de excavaciones arqueológicas belgas en América del Sur. Así, en 1993 se inició el Proyecto Ychsma, que luego se convertiría en mi proyecto y en el de la Universidad Libre de Bruselas. RM: ¿En qué lugares del Perú ha excavado? PE: Solo he excavado en sitios tardíos del valle de Lurín, especialmente en Pachacamac. Por lo tanto, me considero como parte de una especie de tradición arqueológica europea, que se caracteriza por la peculiaridad de tener arqueólogos que se dedican exclusivamente a un solo sitio. Esto, claro, es una opción por supuesto. Yo al inicio no pensaba dedicarme tanto tiempo a Pachacamac, pero el sitio es tan rico, arqueológicamente hablando, que luego de casi 25 años aún sigo trabajando en él. RM: ¿En qué año inició sus investigaciones en Pachacamac, cuántas temporadas lleva? PE: Iniciaron en 1993, pero tomé la dirección del proyecto a partir del año siguiente. De esta manera he estado trabajando en Pachacamac alrededor de 12 o 13 temporadas. La última temporada fue en el 2016. Este año me he dedicado al estudio de los materiales excavados, como fue el caso en el 2015. Ahora, si combinamos las temporadas de excavaciones con las de los estudios de los materiales, en total he realizado más o menos 20 temporadas de investigaciones en Perú. RM: ¿Podría decirse que es uno de los arqueólogos que más ha excavado en Pachacamac? PE: Pienso que sí. Nosotros excavamos un

Excavaciones en el edificio B15 (2014).

promedio de 400 a 500 m² por temporada en Pachacamac, esto significa que el Proyecto Ychsma es el que más ha intervenido arqueológicamente este importante sitio prehispánico de Lima. Además, Pachacamac no es solo un excelente sitio para excavar sino también para restaurar y ejecutar proyectos de puestas en valor, actividades que muy bien ha sabido ejecutar las autoridades peruanas, sobre todo el Museo de Sitio de Pachacamac. RM: ¿Cómo fueron los inicios del Proyecto Ychsma en comparación a sus últimas temporadas en Pachacamac? PE: Es una pregunta muy amplia para poder responder. Pero puedo decir que en un inicio no conocíamos muy bien el área de Pachacamac, por ende no conocíamos bien el terreno donde excavábamos, no sabíamos que había debajo del suelo donde caminamos. Pero ahora, con la experiencia


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acumulada en Pachacamac, la estrategia de excavación se ha vuelto mucho más coherente, estructurada y ya sabemos específicamente donde excavar para encontrar las respuestas a nuestras preguntas iniciales. En ese sentido hemos mejorado con el paso de los años, porque no es fácil, para nada, excavar un sitio monumental como Pachacamac, uno de los más grandes del Perú. Por eso siempre fue y es importante manejar un plan de excavaciones bien pensado, eso es sumamente necesario antes de intervenir Pachacamac. En lo que respecta a los asuntos administrativos, estos siempre fueron muy complicados y actualmente lo son mucho más. Esto se debe, por supuesto, a la importancia creciente que ha tomado Pachacamac para las autoridades peruanas, sobre todo ahora que está incluido en la red del Cápac Ñan, como parte del patrimonio cultural de la UNESCO, por lo tanto se multiplican los trámites administrativos para poder excavar en Pachacamac. RM: ¿Quiénes han conformado su equipo principal de investigación, peruanos o belgas, desde un inicio hasta la actualidad? PE: Durante muchos años tuve como codirector al arqueólogo peruano Carlos Farfán, profesor de la Universidad Nacional Federico

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Villarreal. Desde el 2012 mi codirector es Milton Lujan Dávila, arqueólogo de la misma casa de estudios, con quien mantengo una excelente relación, tanto en los trabajos de campo como en los de gabinete, razón por la cual hemos logrado realizar varias publicaciones académicas. Mi equipo principal, es decir mis colaboradores más importantes, está conformado principalmente por peruanos, por ejemplo los jefes de campo, etc. Te puedo mencionar a Milagros Esteban, Laura Vásquez, entre otros destacados arqueólogos. En lo que respecta a los profesionales belgas puedo mencionar, por ejemplo, a mi jefa de conservación Kusi Colonna-Preti, una especialista en el tema que se formó conmigo en la arqueología, pero luego estudio conservación. En el área de antropología física está el doctor Larry Owens, de la Universidad de Londres y ahora de la Universidad de Winchester. Además, el Proyecto Ychsma tiene docenas de acuerdos con especialistas y laboratorios a través del mundo. Gran parte de ellos son del Perú, por ejemplo contamos con el apoyo de colegas peruanos expertos en arqueobotánica, arqueozoología, estudios líticos, etc. RM: ¿Cómo logra el Proyecto Ychsma financiar sus investigaciones en Pachacamac? PE: Bueno, primero debo decirte que no hay

Excavaciones en el edificio B15 (2014).


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Entrevista al Dr. Peter Eeckhout: director del Proyecto Arqueológico Ychsma, Investigaciones Arqueológicas en Pachacamac

Excavaciones en el edificio B4 (2016).

ningún apoyo económico peruano. En general el financiamiento procede de fondos belgas y extranjeros. Por suerte, el Proyecto Ychsma siempre tiene la importante ayuda del Fondo Nacional Belga de la Investigación Científica, que es una agencia pública, y de la Universidad Libre de Bruselas. También, de manera puntual, debo señalar que hemos sido beneficiados con fondos norteamericanos como la National Geographic Society o la Fundación Brenan. Además, hemos tenido el soporte económico de la Fundación Engie (conocida en el Perú como Enersur).

o proyecto nosotros proponemos nuestro plan de trabajo y luego entregamos nuestros informes al Ministerio de Cultura. Hasta el momento siempre hemos tenido las autorizaciones respectivas. Sin embargo, debo decir que hasta el 2011 recibíamos, como parte del convenio que teníamos con el Ministerio de Cultura, apoyo del Museo de Sitio de Pachacamac, el cual nos brindaba un almacén para guardar nuestro material arqueológico. Pero ahora ya no contamos con esta ayuda, por eso debo alquilar un inmueble en Lurín para poder albergar y estudiar el material excavado en Pachacamac.

RM: ¿Recibe apoyo económico de instituciones peruanas o del Ministerio de Cultura del Perú? PE: Como te comenté, no. Siempre he tenido que buscar fondos económicos en el extranjero para ejecutar las temporadas de investigaciones en el Perú. Como cualquier otro arqueólogo

RM: ¿Específicamente en qué consiste una temporada de campo, cuánto dura, cómo se organiza, cómo se estructura el proyecto (excavaciones, conservación, gabinete, etc.)? PE: Antes de iniciar la temporada de campo durante varias semanas preparamos todo lo relacionado al proyecto. El trabajo de campo dura


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Excavaciones en el edificio B4 (2016).

más o menos dos meses, a la par que se realiza el trabajo de gabinete (inventario). Al finalizar las excavaciones, durante 8 o 9 semanas ejecutamos los trabajos post excavaciones que incluyen el tapado de los pozos de excavados y el tratamiento de los materiales encontrados, como su conservación y estudio. Esta última parte, en la última temporada, empezó durante la fase de excavaciones, pues contamos con un equipo específicamente ligado a los trabajos de gabinete y conservación. Sin embargo, como siempre los estudios post excavaciones continúan todo el resto del año. RM: ¿En cuántas áreas o zonas o estructuras ha excavado en Pachacamac? PE: Hasta la fecha hemos abierto unas 140 unidades de excavación, que van desde unos metros cuadrados hasta varias docenas de metros cuadrados. Nosotros nos hemos enfocado exclusivamente en la Segunda Muralla de Pachacamac, en lo que concierne a excavaciones, pero a nivel general hemos hecho varios levantamientos topográficos del sitio. Principalmente hemos excavado en estructuras monumentales de la Segunda Muralla como, por ejemplo, en las pirámides con rampa, en la zona que llamamos Cementerio 1 (localizado cerca de la Muralla Sagrada), en el Edificio E8 (conjunto

de depósitos del periodo inca) y, últimamente, en los Edificios B15 y B4, que conforman parte de la nueva etapa del Proyecto Ychsma que empezó en el 2014. RM: ¿Qué nos puede decir sobre sus últimos descubrimientos, sobre la arquitectura o el material mueble excavado en Pachacamac? PE: Es una pregunta bastante complicada de responder. Básicamente lo que me ha interesado en los últimos años es todo lo que está relacionado con la práctica del peregrinaje hacia Pachacamac y sus modalidades. Es decir, ¿dónde se acogían los peregrinos?, ¿qué hacían mientras permanecían en Pachacamac y cómo se puede determinar esto arqueológicamente?, ¿cuál fue el impacto del peregrinaje en el diseño de Pachacamac y en su entorno ambiental? Hasta la fecha hemos obtenido importantes datos gracias a nuestras diversas unidades de excavaciones que hemos abierto en este santuario costeño. RM: ¿Sobre Pachacamac que tanto se conoce? PE: Para mí se conoce mucho más sobre Pachacamac desde los últimos 20 años gracias al Proyecto Ychsma, pero también gracias a los otros proyectos que han venido desarrollándose en el sitio durante ese tiempo. Sobre todo se conoce mucho mejor todo lo que concierne a la cultura


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Ychsma. Cuando empezó el Proyecto Ychsma, la palabra ychsma casi ni se conocía. Pero ahora sí, se le ha reconocido como una cultura prehispánica, que abarcó parte de la costa central del Perú durante los periodos tardíos. Entonces, podemos considerar que hay un avance muy grande en lo que respecta a los estudios sobre Pachacamac. ¿Qué nos queda por conocer?, yo pienso que mucho. No olvidemos que lo que vemos sobre la superficie de Pachacamac son solo las evidencias material tardías del sitio, debajo de ellas hay mucho aún por descubrir. Lo que apreciamos es solamente la punta del iceberg; es decir la parte que no vemos, la que está debajo, es mucho más cuantiosa y compleja. La historia de Pachacamac es algo que todavía queda por esclarecer en muchos de sus aspectos. RM: ¿Cuál fue la importancia inca en el valle de Lurín y en especial en Pachacamac? PE: Pachacamac existió antes de los incas, pero con ellos el sitio sufrió un gran impacto, incluyendo el valle de Lurín. ¿Por qué?, porque este sitio y valle tuvieron una especial importancia en la ideología de los cuzqueños quienes consideraban a Pachacamac como una de las extremidades del mundo, esto está manifestado en el libro sobre los mitos y ritos de Huarochirí. Entonces, por esta razón, los incas invirtieron mucho en Pachacamac hasta el punto de convertirlo en un asentamiento de suma importancia imperial, enfocándose en los peregrinajes al sitio y en darle realce a su valor religioso para -y en eso estoy de acuerdo con otros arqueólogos que han trabajado en otros sitios de similar importancia como la isla del Sol en el Titicaca- crear una identidad común o puntos de referencia común para todas las poblaciones de diferentes pueblos, que los incas lograron integrar a su imperio. El hecho de tener huacas de referencia, para peregrinajes comunes, fue parte de la estrategia inca para crear una identidad imperial para todos los pueblos que conformaron el Tahuantinsuyo. Por lo tanto el impacto inca fue enorme en Pachacamac. Por tal razón se puede considerar al Horizonte Tardío como el periodo del auge de Pachacamac. RM: ¿Cuál es el acercamiento de los estudiantes de la ULB con los trabajos del Proyecto Ychsma en Pachacamac?

PE: Obviamente muchos de mis estudiantes han participado en el Proyecto Ychsma a lo largo de los años. Nosotros no hacemos field school, es decir ellos no tienen que pagar para participar, tampoco los estudiantes peruanos. Pero, sin embargo, durante su presencia en las temporadas de campo los formamos como arqueólogos, enseñándoles las técnicas de excavaciones y la importancia de trabajar en un sitio monumental como Pachacamac. Varios de mis estudiantes han realizado tesis de licenciatura y hasta tesis de doctorado con temas referidos a este sitio costeño. En total no podría decir con precisión cuantos alumnos belgas han venido a trabajar conmigo al Perú, se me escapa ese dato. Lo que sí sé es que los primeros estudiantes que vinieron fue en el 2000 y solo fueron dos porque en ese entonces trabajaba con un equipo principalmente peruano, pero con el paso de los años la presencia de mis alumnos de la ULB, excavando en Pachacamac, se ha multiplicado considerablemente, llegando a ser ocho o nueve en las últimas temporadas. RM: ¿Cuántos estudiantes peruanos han trabajado en su proyecto en Pachacamac? PE: Varios. Ellos han sido mucho más en comparación a mis alumnos belgas. Ellos han participado conmigo desde mis inicios allá por el año de 1993. Siempre hemos acogido a estudiantes de las tres principales universidades limeñas que enseñan arqueología: Universidad Nacional Federico Villarreal, Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Pontificia Universidad Católica del Perú. RM: ¿Cuántos de ellos han sustentado tesis sobre Pachacamac? PE: De Perú han sido dos. Uno de ellos de la San Marcos y la otra de la Católica. El primero sustento una tesis de licenciatura sobre la cerámica de la Pirámide 3 y la segunda sustentó una tesis de maestría acerca de la cerámica inca de Pachacamac. RM: ¿Podría esbozar algunas similitudes o diferencias entre los estudiantes de arqueología belgas y peruanos, por ejemplo en lo que respecta a métodos de excavaciones, interpretaciones arqueológicas, etc.? PE: Yo he notado, y esto es solo mi punto de vista, que hasta hace unos años los estudiantes peruanos tenían una formación mucho mejor que


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Excavaciones en el edificio B15 (2016).

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La arqueóloga Sylvie Byl, jefa de campo, durante las excavaciones en el edificio B4 (2016).

mis estudiantes de Bélgica, sobre todo en lo que respecta a técnicas de excavación, registro, experiencia de campo, etc. Era por esa razón que yo venía al Perú solo con dos estudiantes belgas, quienes aprendían de sus compañeros peruanos durante las excavaciones en Pachacamac. Yo siempre excavaba y excavo en diferentes sectores. En cada uno de ellos designo a estudiantes de la ULB, quienes quedan bajo la supervisión de un jefe de campo peruano. Esto les permitía, y permite, aprender considerablemente de los peruanos. En cierta forma esto ha cambiado con el paso de los años. Ahora los estudiantes peruanos más se dedican a estudiar, a pasar sus exámenes, a seguir cursos, etc., que ha conseguir más experiencia de campo. Por lo tanto, la diferencia en campo, entre belgas y peruanos, ha disminuido mucho. En lo que concierne a la experiencia teórica o a los conocimientos arqueológicos que ambos poseen, la diferencia que existe entre ellos es que los estudiantes peruanos se enfocan -no por su culpa

sino porque así es la currícula universitaria- exclusivamente a la arqueología peruana, ya que la arqueología de otras partes del mundo es poco enseñada o valorada en los claustros universitarios. En Bélgica es distinto y en general en Europa no es igual. Es decir, allá no solo se llevan cursos o se realizan trabajos de campo relacionados a nuestros países o regiones. En Europa se difunde una cátedra universitaria mucho más amplia que abarca otras zonas de nuestro continente o mundiales. Por ejemplo, en Bruselas enseñamos arqueología de todos los continentes, obviamente con enfoques en la prehistoria e historia europea, pero también sobre la arqueología e historia de África, Asia y por supuesto de América. Esto, al mismo tiempo, marca otra diferencia entre peruanos y belgas, ya que los primeros saben mucho más de su propia arqueología e historia, ya que la estudian exclusivamente, a diferencia de los europeos. Pero esto, a su vez, los limita de plantearse comparaciones teóricas con otros desarrollos culturales antiguos en otras


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Pachacamac, que culminará en el 2019. La próxima temporada tendrá lugar en el 2018. Actualmente estamos estudiando todo el material arqueológico excavado. Hace poco acabamos de terminar los estudios arqueobotánicos, están por terminar los estudios de las plumas que hemos hallado, están en curso los estudios de las piezas líticas, ya terminamos los análisis malacológicos, estamos por iniciar los análisis de los pigmentos de las pinturas murales que encontramos en el 2014 y en el 2016, entre otros. Entonces, básicamente estamos intentando tener una visión holística del total de los materiales que hemos encontrado en Pachacamac. RM: ¿Piensa excavar en otros sitios arqueológicos peruanos o americanos? PE: No por el momento, por más que dirijo otro proyecto arqueológico en América del Sur, el cual es un proyecto de arqueología sub acuática en el lago Titicaca. Este está, por llamarlo de algún modo, bajo la dirección efectiva de mi asistente el Dr. Christophe Delaere.

Hallazgo de una tinaja en el edificio B4 (2016) con Marie-Julie Declercq (conservadora), Sylvie Byl, Estelle Praet (Master europeo en arqueología y arte precolombino, ULB).

zonas del mundo, que en el caso de los estudiantes europeos les es más fácil realizar. Por ello, les recomiendo a los estudiantes peruanos no encasillarse solamente en la historia o arqueología de su país sino mirar un poco más afuera, lo digo con todo respeto. RM: ¿Qué planes a futuro sobre Pachacamac, qué análisis va a realizar, cuándo empieza una nueva temporada del Proyecto Ychsma? PE: Actualmente estamos ejecutando un proyecto de cinco años acerca del peregrinaje en

RM: ¿Cuál es su opinión o postura sobre el MUNA (Museo Nacional)? PE: Ante todo considero que el MUNA es un asunto íntegramente peruano, pues hablamos de gestión del patrimonio nacional, tanto mueble, es decir los objetos que se expondrán en sus vitrinas y los que almacenarán en sus depósitos, como inmueble, es decir el lugar elegido para estos fines. Por esta razón, es que siendo extranjero no me parece adecuado que adopte una postura publica al respecto. Sin embargo, considerando la estrecha vinculación que tengo como investigador con el sitio de Pachacamac estoy muy al tanto de la situación, sobre la cual la gente me pregunta mucho al respecto. A mí me parece muy sano que haya un debate sobre el MUNA en el Perú, pero lamento que este debate haya llegado muy tarde, pues las obras ya empezaron, con los cuestionamientos que todos conocen al respecto. Recién hubo un anuncio de parte del Ministerio de Cultura del Perú, diciendo que la obra iba a reducirse de 75.000 a 12.000 m², pero no sé si esto será la solución. En este debate, me parece que la postura defendida por el colega peruano Walter Alva es la más coherente. Por otro lado, observo que varias objeciones y críticas se han hecho sobre personas y no sobre sus proyectos o ideas. Encuentro importante que no se debe personalizar


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el debate, sino más bien se debe enfocar el debate en hallar la mejor solución, sin prejuicios y, más que todo, tomando en cuenta el bienestar del mismo patrimonio arqueológico del Perú. RM: ¿Menciónenos un arqueólogo peruano o extranjero referente para usted, alguien a quién admire? PE: Para mí la referencia principal que tengo, arqueológicamente hablando, es el alemán Max Uhle. No solamente porque fue el primero en excavar de manera científica en Pachacamac, sino también porque si uno analiza el contexto en el cual él empezó sus investigaciones, verá que casi no había antecedente arqueológico de nada en el Perú, él realmente fundó e inició una serie de conceptos, de cronologías y descubrió muchas culturas. Actualmente varias de sus propuestas siguen vigentes. Así que para mí él es una referencia esencial. También admiro mucho, entre los arqueólogos vivos, a mi colega Izumi Shimada, quien es para mí un investigador de gran valor, que ha dedicado prácticamente toda su vida a la arqueología peruana

y que, por sus numerosas publicaciones y estudios, ha aportado mucho al conocimiento del Perú prehispánico. Pienso que es un científico muy profesional, muy minucioso. RM: ¿Qué nos puede decir de la arqueología peruana, es la misma desde que empezó a trabajar en el Perú o hay cambios sustanciales? PE: El cambio más obvio es lo que concierne a lo que se llama “evaluaciones” y todo lo que tiene que ver con la arqueología de contrato. Esto ha cambiado drásticamente el paisaje de la arqueología profesional en el Perú. Necesitaría bastante tiempo para poder exponer los conceptos de lo que se puede pensar sobre esto. Yo espero que, ahora que el Perú está mejorando económicamente, no se deje de lado a las investigaciones arqueológicas, a las investigaciones científicas, porque es muy importante proteger y estudiar el patrimonio arqueológico, esta es una tarea sumamente valiosa y necesaria. Yo sé que la arqueología de contrato es una buena forma de vivir, y los arqueólogos necesitan ganar dinero honradamente, mientras que la investigación no paga bien, sin embargo es importante investigar.

Excavaciones en el edificio B15 (2014).


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Equipo del Proyecto Ychsma del 2016.

RM: ¿Qué podría decirles a los estudiantes o profesionales peruanos que se dedican a la arqueología? PE: Suerte [risas]. Podría decir que aunque la arqueología de contrato es muy beneficiosa económicamente para los que se dedican a ella, no debemos perder la esencia de la arqueología por la cual todos nosotros postulamos a la universidad y nos graduamos como arqueólogos, es decir el interés por investigar nuestro pasado. Por ello, hay que dedicar una parte de nuestro tiempo a la investigación, esto es muy importante. Síntesis bibliográfica del entrevistado EECKHOUT, Peter, 1999. Pachacamac durant l’Intermédiaire récent: Etude d’un site monumental préhispanique de la Côte centrale du Pérou. Hadrian Books Ltd, Oxford. 1999. The palaces of the lords of Ychsma: an archaeological reappraisal of the function of pyramids with ramps at Pachacamac, Central coast of Peru. Journal of American Archaeology, Nro. 17-18-19: 217-254. 2003. Ancient monuments and patterns of

power at Pachacamac, Central coast of Peru. Beiträge zur allgemeinen und vergleichenden Archäologie, Nro. 23: 139-182. 2004. Arqueología de la costa central del Perú en los periodos tardíos. (Editor). Instituto francés de estudios andinos (IFEA). Lima. 2005. War and conflicts in Precolumbian Mesoamerica and the Andes. (Editado por Peter Eeckhout and Geneviève). Le Fort. Hadrian Books Ltd. Oxford. EECKHOUT, Peter y Larry OWENS, 2008. Human sacrifice at Pachacamac. Latin American Antiquity, Nro. 19(4): 375-398. EECKHOUT, Peter, 2010. Nuevas evidencias sobre costumbres funerarias en Pachacamac. En Max Uhle (1856-1944): Evaluaciones de sus investigaciones y obras: 151-163. (Editado por Peter Kaulicke, Manuela Fischer, Peter Masson y Gregor Wolff). Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima. 2010. How (good) Was it to be the king? Current Research on the Archaeology of Palaces in Ancient America. Latin American Antiquity, Nro. 21(4): 459-466.


Rodolfo Monteverde Sotil Entrevista al Dr. Peter Eeckhout: director del Proyecto Arqueolรณgico Ychsma, Investigaciones Arqueolรณgicas en Pachacamac

2012. Inca storage and accounting facilities at Pachacamac. Andean past, Nro. 10: 212-238. 2013. Change and permanency on the coast of ancient Peru: The religious site of Pachacamac. World archaeology, Nro. 45(1): 119-142. EECKHOUT, Peter y Milton LUJร N, 2014. Un complejo de almacenamiento inca en Pachacamac. Revista Studium, Nro. 18: 51-80. EECKHOUT, Peter, 2015. The return of the living dead: funerary practices and models in the ancient Andes. (Editado por Peter Eeckhout y Larry Owens). Cambridge University Press. New York. 2015. Middle Horizon and the Southern Andean iconographic series on the central coast of Peru. In Images in Action: the Southern Andean Iconographic Series. (Edited by W. H. Isbell) University of California, Los Angeles. (En prensa). EECKHOUT, Peter y Larry OWENS, 2015. Making waves? Human sensitivities to palaeoenvironmental disturbances at Pachacamac: A preliminary study of the bioarchaeological evidence. In Unveiling Pachacamac. (Edited by Giancarlo Marcone and C. McEwan). University Press of Florida, Gainesville. (En prensa).

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completos (no sólo sus siglas). Se debe seguir el siguiente modelo: Artículo en una publicación colectiva: MEDDENS, Frank; BRANCH, Nicholas; VIVANCO, Cirilo; RIDDIFORD, Naomi y KEMP, Rob, 2008. High altitude Ushnu platforms in the Department of Ayacucho Peru, structure, ancestors and animating essence. En: Pre-Columbian landscapes of creation and origin: 315-355. (Editado por John Edward Staller). Springer. New York. Libros: MATOS, Ramiro, 1994. Pumpu, centro administrativo inka de la puna de Junín. Editorial Horizonte. Lima. Revistas: McEWAN, Gordon; GIBAJA, Arminda y CHATFIELD, Melissa, 2005. Arquitectura monumental en el Cuzco del periodo intermedio tardío: evidencias de continuidades en la reciprocidad ritual y el manejo administrativo entre los horizontes medio y tardío. Boletín de Arqueología PUCP, Nro. 9: 257-280. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima.

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Internet: TOPIC, John; LANGE TOPIC, Teresa y MELLY, Alfredo, 1999. Las investigaciones en Namanchugo. El oráculo de «Catequil». Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura (INC). Accesible en Internet http:// www.munihuamachuco.gob.pe/milenario/ huamachuco/2001.html [Consultada el 19-0410, 12: 08 hrs.]. Fuente etnohistórica: MOLINA, Cristóbal de, 2008 [1574-1575]. Relación de las fábulas y ritos de los Incas. Julio Calvo Pérez y Henrique Urbano (edición, estudios y notas). Universidad de San Martín de Porres (USMP). Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología. Lima. Los agradecimientos van antes de la bibliografía y no deben exceder las 60 palabras. Las notas deben ser a pie de página y deben estar a tamaño 9, estilo Time New Roman, espacio simple y justificado. Agradecemos anticipadamente su participación y difusión.


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Nro. 1. Enero 2011 http://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-1-2011 ¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco? Rodolfo Monteverde Sotil - Archivos Audiovisuales del Cuzco (Disponibles en Internet) Sheylah Vásquez Salcedo - Inca sacred space, platforms and their potential soundscape. Preliminary observations at usnu from Ayacucho Frank Meddens y Millena Frouin Indiferencia y destrucción: El caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de PiscoIca Eberth Serrudo Torobeo - Metalurgia doméstica durante la presencia Inka en el valle Calchaquí Norte, Salta-Argentina Cristian Jacob - Materialidad en una tumba Inka de los Andes del Sur. El caso de La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob - Entrevista al Dr. Ramiro Matos Mendieta Jolie Soto Pérez

Nro. 2. Mayo 2011 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-2-2011 Esculturas zoomorfas talladas en afloramientos rocosos dentro del Parque Arqueológico de SacsayhuamanCuzco Rodolfo Monteverde Sotil - Choquequirao, un asentamiento imperial cusqueño del siglo XV en la Amazonía andina Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García - Aproximación a los queros incaicos de la colonia. Un ejemplar de estilo transicionalformal del Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú Victor Falcón Huayta - Antes de la presencia Inca: desentramando la homogeneidad de la cultura material de las unidades domésticas de Juella en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Santiago Barbich - Montañas sagradas en los confines del imperio Inka: Nevado montañoso de Cachi, Salta-Argentina Cristian Jacob e Ivan Leibowicz - El poderío de la Coya durante el auge del imperio incaico Alicia Alvarado Escudero - Entrevista al Dr. Federico Kauffmann Doig Sheylah Vásquez Salcedo


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Nro. 3. Noviembre 2011 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-3-2011 Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre - Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco Federico Kauffmann Doig - The Late Intermediate Period egalitarian polities of Ayacucho and Apurímac Frank Meddens - Producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy- Argentina Ivan Leibowicz y Cristian Jacob - San Marcos, Huagil y Huaca Doris: tres sitios Inca de la Huaranga de Pacarán, valle del río Cañete, Lima Milena Vega-Centeno Alzamora - Proyecto de Investigación Arqueológica Pacarán 01, valle medio del río Cañete, Lima Favio Ramírez Muñoz, Guido Casaverde Ríos y Gori Tumi Echevarría López- Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza Soriano Rodolfo Monteverde Sotil.

Nro. 4. junio 2012 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-4-2012 La Luna como objeto liminal en la concepción del tiempo indicativo entre los incas Ricardo Moyano - Construyendo narrativas de la Capacocha Cristian Jacob e Ivan Leibowicz - Tiana: asiento Inca Victor Falcón Huayta - Evidencias materiales de dos huacas del sistema de Ceques cuzqueño: Chincana Grande y Laqo. Parque Arqueológico de Sacsayhuamán-Cuzco Rodolfo Monteverde Sotil - Cultos, rituales y paisajes sagrados en los Andes Centrales, siglo XVII: Apo Parato, Junín Andrea Gonzáles Lombardi y César Astuhuamán Gonzáles - Vasijas incas en los confines del imperio: los aríbalos y platos ornitomorfos de la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, Argentina María Andrea Runcio - Una reseña sobre El Shincal: Una capital administrativa Inka al Sur del Kollasuyu. Catamarca, Argentina Guillermina Couso - Entrevista al Dr. Juan Ossio Acuña Rodolfo Monteverde Sotil.


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Nro. 5. diciembre 2012 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/home/ revista-haucaypata-nro-5-2012 Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda - Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe metodológico de las investigaciones arqueobotánicas de la temporada 2012 en Pachacamac, Lima Tatiana Stellian - El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca Rommel Angeles Falcón - Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García - Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas Reinaldo Andrés Moralejo - Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios Rodolfo Monteverde Sotil.

Nro. 6. mayo 2013 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/home/ revista-haucaypata-nro-6-2013

Cuzco y Machu Pijchu Manuel Chávez Ballón Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García - El Usno de Tamburco: vínculos de una plataforma ceremonial Inca con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyu. Apurímac José Luis Pino Matos y Wendy Moreano Montalván - Huancasragau: un asentamiento Inca en la cuenca del río Gorgor. Cajatambo-Lima Arturo Ruiz - ¿Cuándo comenzó “a existir” el arte rupestre incaico? Victor Falcón Huayta - El incómodo patrimonio arqueológico en la “modernización” de Lima: construcción de túneles, la ampliación de la avenida Javier Prado Este y la afectación de PuruchucoHuaquerones Rodolfo Monteverde Sotil.


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Nro. 7. diciembre 2013 http://issuu.com/revistahaucaypata.iat/docs/revista_ haucaypata._nro._7._2013

El Museo Machu Picchu de la Casa Concha, Cuzco Victor Falcón Huayta - “El sermón del cura”, la religión Inca y su relación con el cristianismo en la obra de Cristóbal de Molina Christian Giovanni Cancho - Incanäni: un complejo funerario Wamalli con indicios de arte rupestre Inca en el Alto Marañón, Huánuco-Perú Carlo José Alonso Ordóñez Inga Observaciones a las excavaciones de rescate realizadas por la Municipalidad de Ate-Ministerio de Cultura en el sitio arqueológico de Puruchuco-Huaquerones, Lima-2013 Alberto Bueno Mendoza y Gori Tumi Echevarría López - La procedencia de los ¿collis?: una propuesta y perspectiva desde el Manuscrito de Huarochirí, Lima-Perú Antonio Raymondi Cárdenas.

Nro. 8. mayo 2014 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/home/ revista-haucaypata-nro-6-2013 The abandonment process at Tambokancha (Zurite, Cuzco): Inca actions and rituals of site closure Ian Farrington - Esculturas zoomorfas del Parque Arqueológico de Sacsayhuamán, Cuzco: una aproximación a su entendimiento simbólico Rodolfo Monteverde Sotil - El ushnu, el qhapaq ñan y las huacas en el Altiplano del Chinchaycocha. Una aproximación a las estrategias de apropiación y control territorial Inca, desde la lectura de los paisajes rituales y la astronomía José Luis Pino Matos y Wendy Moreano Montalván - Los calzados utilizados por los Incas para las altas montañas Christian Vitry - Las fuentes etnohistóricas y la arqueología de montaña en el estudio de los escenarios incaicos en altas cumbres Constanza Ceruti - Paisajes rituales incaicos. Una mirada desde las crónicas coloniales Ivan Leibowicz, Cristian Jacob, Félix Acuto y Alejandro Ferrari - Presentación del libro: Inca sacred space: landscape, site and symbol in the Andes, 2014. Frank Meddens, Katie Willis, Colin McEwan y Nicholas Branch (editores). Editorial Archetype. Londres Frank Meddens.


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Nro. 9. enero 2015 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-9-2015

Más allá y más arriba del Cuzco. En torno a los ushnus de puna durante el Horizonte Tardío Gabriel Ramón Joffré - Quilcas en Sillustani, Puno. Cronología e implicancias Berenguela Sánchez y Gori Tumi Echevarría - Peregrinación andina al santuario de alta montaña en la cima del cerro Sixilera, norte de Argentina María Constanza Ceruti - Formaciones sociales en el noroeste argentino. Variabilidad prehispánica en el surandino durante el Periodo de Desarrollos Regionales y el estado Inca Verónica I. Williams - Divulgar para conocer, conocer para querer y proteger nuestro patrimonio cultural Rodolfo Monteverde Sotil.

Nro. 10. agosto 2015 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ revista-haucaypata-nro-10-2015 La arquitectura Inca de los Subsectores IIB y VB de Huánuco Pampa: excavación, identificación y registro de sus aspectos constructivos y estructurales Carlo José Ordóñez - Inkapintay: arte rupestre de resistencia Inca a la conquista española del Tawantinsuyu Victor Falcón - La ocupación Inca del valle de Cotahuasi, Arequipa-Perú Justin Jennings y Willy Yépez Álvarez - Los caminos rituales del volcán Llullaillaco, Argentina (6739 msnm) Christian Vitry - Rocas del Qhapaq Ñan: wankas y mojones en los caminos duales a las cumbres sagradas de la sierra de Famatina (La Rioja - Argentina) Sergio Martin - Una nota sobre el símbolo Chakana Federico Kauffmann Doig - Evidencias arqueológicas incas en la ciudad del Cuzco en estado de abandono y bajo amenaza de daño y destrucción - Rodolfo Monteverde Sotil


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Nro. 11. junio 2016 https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ revista-haucaypata-nro-11-2016 El conocimiento indígena y los puentes colgantes de los Andes centrales Lidio M. Valdez - Los Walser del monte Rosa y los carnavales a orillas del lago Bodensee: influencias de ritos y creencias alpinos en la peregrinación andina de Qoyllur rit’i María Constanza Ceruti - Espacios públicos durante el Período Intermedio Tardío en Juella, Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina Ivan Leibowicz - Análisis de arte rupestre en el Qhapaq Ñan: dominación y conquista ritual Inca en Famatina (La Rioja, Argentina) Sergio Martin - Quilcas en el Santuario Histórico de Machupicchu-Parque Arqueológico Nacional de Machupicchu: análisis y perspectivas arqueológicas Fernando Astete, José Miguel Bastante Abuhadba y Gori Tumi Echevarría López - El Tahuantinsuyo en Pampa de Flores A y B, valle de Lurín, Lima Jorge Carlos Alvino Loli y Consuelo González Madueño


Auspician:


REVISTA HAUCAYPATA Lima-Perú abril 2017


REVISTA HAUCAYPATA Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Index Editorial

4

List of Collaborators

5

Archaeological evidence for the Spanish conquest and transitional period identified by the Ychma Project in building B4 at Pachacamac in the Lurín Valley (2016) Estelle Praet, Sylvie Byl, Peter Eeckhout y Milton Lujan Dávila

6

The road of “los llanos” between Paramonga and Santa: review of the inca road of the norcentral coast of Peru Jack Chávez Echevarría

23

Analysis and implications of a remnant of the Inca road at Choquequirao, Cusco, Peru Gori-Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

39

Machu Picchu and its “characters” vis-à-vis notions of uchronia and restitution in a pluri and multicultural country such as Peru Mariana Mould de Pease

56

Yanque in the Colca Valley (Caylloma, Arequipa). History and Culture throughout the XVXX centuries Mario Sánchez Dávila

68

Interview with Dr. Peter Eeckhout: director of the Ichma Archaeological Project, Archaeological Investigations of Pachacamac Rodolfo Monteverde Sotil

79

Editorials Norms

91


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