Revista Haucaypata. Nro. 6. 2013

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ISSN: 2221-0369

Año 2 - Número 6

Lima-mayo 2013


Director y Editor Rodolfo Monteverde Sotil Edición Fiorella Burga Gil / Ivan Leibowicz / Tatiana Stellian Difusión Mayra Delgado Valqui Diseño y diagramación Ernesto Monteverde P. A. Fotografía de la carátula Rodolfo Monteverde Sotil, 2012. Poblador de Chachapoyas, Chachapoyas Imágenes de los índices y de la relación de colaboradores Rodolfo Monteverde Sotil, 2013. Museo de Sitio de Chinchero, Cuzco / Camino a Sacsayhuamán, Cuzco / Vendedora ambulante en la ciudad del Cuzco, Cuzco Las opiniones vertidas, en los artículos publicados en esta revista, son de entera responsabilidad de cada autor. La revista no se hace responsable por el contenido de los mismos. © Prohibida la reproducción total o parcial de la revista sin el permiso expreso de su Director.

Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo Año 2. Número 6, mayo 2013 Publicación cuatrimestral ISSN: 2221-0369 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-00350 Hecho por computadora Jr. La Libertad 119 Santa Patricia, La Molina. Lima-Perú https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ revistahaucaypata@gmail.com Todos los derechos reservados


Dedicatoria A Manuel Chávez Ballón (Puno 1919 - Cuzco 2000). Incansable docente, investigador, protector y difusor de nuestro pasado arqueológico cuzqueño. Machu Picchu (Cuzco), 1962. Detalle. De izquierda a derecha: Bernardino Ojeda, Manuel Chávez Ballón y Fidel Ramos. Foto cedida por B. Ojeda en el 2012.


REVISTA HAUCAYPATA Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Índice Editorial

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Relación de Colaboradores

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Cuzco y Machu Pijchu Manuel Chávez Ballón

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Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

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El Usno de Tamburco: vínculos de una plataforma ceremonial Inca con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyu. Apurímac José Luis Pino Matos y Wendy Moreano Montalván

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Huancasragau: un asentamiento Inca en la cuenca del río Gorgor. CajatamboLima Arturo Ruiz Estrada

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¿Cuándo comenzó “a existir” el arte rupestre incaico? Victor Falcón Huayta

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El incómodo patrimonio arqueológico en la “modernización” de Lima: construcción de túneles, la ampliación de la avenida Javier Prado Este y la afectación de Puruchuco-Huaquerones Rodolfo Monteverde Sotil

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Normas editoriales

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Editorial

La Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, es una publicación peruana cuatrimestral que se centra en los estudios arqueológicos e interdisciplinarios, tanto nacionales como internacionales, del Imperio incaico. La revista nació con la intención de cumplir tres objetivos que todo arqueólogo debe proponerse en su carrera: investigación y difusión del patrimonio arqueológico y su protección. Luego de haber publicado cinco números, entre el 2011 y el 2012, les alcanzamos el sexto; el cual contiene seis artículos. En este número, dedicado al reconocido investigador peruano Manuel Chávez Ballón, presentamos un importante artículo, escrito por él, sobre Machu Picchu. Exponemos los resultados de las excavaciones realizadas por Gori Echevarría López y Zenobio Valencia García en un basural arqueológico del monumental sitio de Choquequirao. José Luis Pino Matos y Wendy Moreano Montalván nos hacen llegar sus estudios y propuestas sobre el usno de Tamburco, Apurímac, y su relación con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyo. Arturo Ruiz Estrada nos entrega una síntesis de su exploración arqueológica en la cuenca de Gorgor, Cajatambo, en donde describe y analiza el asentamiento Inca de Huancasragau. Por su parte, Victor Falcón Huayta realiza una detallada revisión de la historia de las investigaciones sobre arte rupestre incaico, tanto en el Perú como a nivel sudamericano. Y quien escribe esta editorial les entrega un artículo sobre los conflictos entre “modernidad“ y patrimonio arqueológico, centrándose en el reciente caso de Puruchuco-Huaquerones, el cual parcialmente será afectado para ampliar una moderna avenida limeña. Como siempre, queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a todos aquellos que han colaborado con sus artículos y participado en la realización del sexto número de la Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Además, queremos agradecer a los lectores por los comentarios críticos y por la buena acogida de los números anteriores de la revista. Con la entrega del presente número podemos decir que estamos orgullosos de seguir cumpliendo con la meta de publicar una revista arqueológica e interdisciplinaria de temática incaica en casi dos años y medio consecutivos. Con esta sexta entrega, hemos logrado difundir 37 artículos, cuatro entrevistas realizadas a científicos sociales y han participado 35 autores de distintas partes del Perú y del mundo. Desde ya invitamos a todos los arqueólogos, estudiantes de arqueología y profesionales de otras ciencias a publicar en el séptimo número de la Revista Haucaypata, programado para el mes de setiembre de 2013.

Rodolfo Monteverde Sotil Director y Editor


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Colaboradores Manuel Chávez Ballón † Arqueólogo y Docente (Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco). Gori Tumi Echevarría López Arqueólogo y candidato a Doctor en Historia del Arte (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Victor Falcón Huayta Licenciado en Arqueología (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Rodolfo Monteverde Sotil Maestrista en Arqueología (Pontificia Universidad Católica del Perú). Licenciado en Arqueología (Universidad Nacional Federico Villarreal). Bachiller en Historia del Arte (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Wendy Moreano Montalván Arqueóloga (Universidad Nacional Federico Villarreal). Consultora en gestión de patrimonio cultural. José Luis Pino Matos Arqueólogo (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Consultor en gestión de patrimonio cultural. Arturo Ruiz Estrada Doctor en Arqueología (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Instituto de Investigaciones Histórico Sociales (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Zenobio Valencia García Arqueólogo (Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco).

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Cuzco y Machu Pijchu1 Manuel Chávez Ballón2

Hay dos centros urbanos que muestran claramente los principios que rigieron el Urbanismo Inca, pese a tener categorías diferentes, y son CUZCO y MACHUPIJCHU. La Ciudad del Cuzco, Capital del TAWANTINSUYU, se llamó QOSQO, y está al centro de las 4 regiones que conformaban el Imperio de los Incas, representando en una admirable síntesis geográfica, política y cultural, todo el Imperio. El Centro de la Ciudad quedaba en el cruce de los 4 caminos principales, ubicado por precisión en el extremo sur de la Plaza Waqaypata, actual Plaza de Armas, punto de referencia para describir y dividir el Cuzco Inca, que tenía 2 sectores claramente definidos: I. EL NÚCLEO URBANO, con 2 barrios, y II. EL SECTOR PERIFÉRICO, con 12 barrios. Grandes áreas verdes o andenerías separaban ambos Sectores y los unían 36 calles, de primera, segunda y tercera categoría. I. EL NÚCLEO URBANO O SECTOR CENTRAL. Tenía la forma aproximada de un triángulo escaleno, o de un felino estilizado, con 2.600 metros de largo y 600 metros de ancho mayor, delimitado por 2 riachuelos, por la unión de los mismos en PUMAQCHUPAN (Cola de Puma), y la Fortaleza de SAQSUMA (Cabeza Sobresaliente), dominando la Ciudad desde su extremo Nor-Oeste. II. EL SECTOR PERIFÉRICO. Con 12 barrios, estaba dividido en 4 sectores que correspondían 1

Artículo tomado de: CHÁVEZ BALLÓN, Manuel, 1971. Cuzco y Machu-Pijchu. Wayka. Nro. 4-5: 1- 4. Programa Académico de Antropología. Departamento de Antropología, Arqueología y Sociología. Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco. Cuzco. Un ejemplar de la revista está en la biblioteca central de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Transcripción fiel del artículo original para la revista Haucaypata. Nro. 6, 2013: Rodolfo Monteverde Sotil. Nuestros comentarios los haremos e indicaremos a pie de página con nuestras siglas (RMS).

a los 4 SUYUS o Regiones del TAWANTINSUYU, definidas por las direcciones a los 4 puntos cardinales, orientadas desde el cruce de los 4 caminos, en el centro del Cuzco, de manera que el CHINCHASUYU, quedaba entre el Norte y el Oeste, el ANTISUYU entre el Norte y el Este, el QOLLASUYU entre el Sur y el Este, y el KUNTINSUYU 2

(RMS): Nació en Puno el 2 de junio de 1919 y murió en la ciudad del Cuzco el 12 de junio de 2000. En 1937 ingresó a la facultad de Letras de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco (UNSAAC) y en 1940 ingresó a la facultad de Pedagogía y Educación de San Marcos. Su tesis de bachillerato en Humanidades (1943) lleva el título de Los restos arqueológicos del sur del Perú, visitados por la misión arqueológica peruana de 1942. En ese año junto con Julio C. Tello participó en la investigación y conservación de Wiñay Wayna. Fue secretario del Museo Nacional de Antropología y Arqueología de Lima (1944-1945) y profesor principal de la carrera de arqueología de la UNSAAC (1948). En 1949 excavó en Pucara. En 1952 trabajó en Batan Orqo. Descubrió Marcavalle en 1953. Al año siguiente trabajó en la expedición de la Universidad de Berkeley dirigida por John Rowe. Fue miembro honorario de la Sociedad Científica del Cuzco (1957). En 1958 excavó en Puno con Richard Schaedel. Fue profesor de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima (1960). En 1961 excavó en Chavín y en 1964 integró la expedición en Huánuco de la Universidad de Cornell y de Tokio. Cuatro años después formó parte del equipo peruano en la misión española en Chinchero dirigida por Alcina Franch. Fue jefe de Arqueología de la Casa de la Cultura del Perú (1964 a 1965). En 1968 dirigió la investigación y restauración del Recinto 2 del conjunto de la Roca Sagrada de Machu Picchu. Fue arqueólogo de Machu Picchu entre 1966 y 1971 y director del Museo en este sitio (1968 a 1974). Participó en la creación de la carrera profesional de arqueología de la UNSAAC junto con Luis Barrera Murillo y Abraham Valencia Espinoza. En 1990 se retiró de la docencia universitaria. Nos ha dejado una importante bibliografía arqueológica. Resumen bibliográfico tomado de: VALENCIA ZEGARRA, Alfredo, 2003. Introducción al estudio bibliográfico de Manuel Chávez Ballón. Arqueológicas. Nro. 26: 27-33. Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú. Publicación del Instituto de Investigaciones Antropológicas. Instituto Nacional de Cultura Lima.

CHÁVEZ BALLÓN, Manuel, 2013. Cuzco y Machu Pijchu. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 6: 6-9. Lima.


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Cuzco y Machu Pijchu

entre el Sur y el Oeste, con 3 barrios en cada SUYU. El Núcleo Urbano o Sector Central estaba dividido por el camino al ANTISUYU en dos grandes Barrios, uno Alto, llamado Janan, y otro Bajo llamado URIN, cada uno con 6 calles transversales paralelas a dicho camino, y 6 longitudinales, paralelas a los riachuelos de SAPHY (raíz) y CHOQUECHACA-TULLUMAYO, y a los caminos hacia el CHINCHAYSUYU y QOLLASULLU. Las prolongaciones de estas calles hacia los 12 Barrios del Sector Periférico, formaban 36 calles que irradiaban de la forma de Felino o Sector Nuclear, la mayoría de las cuales se conservan todavía. Hay evidencias para afirmar que a los 12 Barrios del Sector Periférico seguían otros 12 barrios más alejados, que rodeaban a los primeros, cual un segundo collar de poblaciones satélites, dando a toda la Ciudad una extensión de 4 kilómetros de largo por igual de ancho, en las cabeceras del Valle del Cuzco, atravesada por 5 riachuelos canalizados, que drenaban las aguas hacia el río Huatanay, donde se unían o amarraban, como su nombre WATANAY lo indica. De esta Ciudad del Cuzco, con sus Sectores NUCLEAR y PERIFÉRICO, con sus 36 calles, grandes áreas verdes, y sus 24 barrios agrupados conforme a los 4 SUYUS, salían 12 caminos hacia las 4 Regiones del Imperio, 3 a cada Región, como una prolongación de las 12 calles principales que partiendo de la Plaza Principal de WAQAYPATA, pasaban por los Barrios Periféricos. Cuatro de estas 12 calles eran las más principales, posiblemente por su carácter económico y antiguo; las otras calles o caminos al parecer tenían carácter militar y religioso, a juzgar por la dirección y sitios que llegaban. Así era en síntesis el Cuzco Inca cuyo trazo urbano conserva hasta hoy. La CIUDADELA INCA DE MACHU-PIJCHU. Fue posiblemente Vilcabamba la Vieja, la “Universidad de la Idolatría” o Vitcus o Pitcus, mencionado por los Cronistas del siglo XVI como el último baluarte de la resistencia Inca a la Conquista Española. Está ubicada a 100 kilómetros al Nor-Oeste de la Ciudad del Cuzco, o sea a 2 días de camino por la ruta Inca de Chinchero, Ollanta, Quenty, que están a media jornada. Ocupa la cabecera de la Selva Amazónica y el límite entre la Región del CHINCHAYSUYU con

el ANTISUYU. Tiene 700 metros de largo, de Norte a Sur, por 300 metros de ancho, situado entre los cerros de WAYNA PIJCHU al norte y MACHU PIJCHU al Sur, a 450 metros de altura sobre la margen izquierda del río URUBAMBA o WILKAMAYU, y a 2450 metros sobre el nivel del mar. Como Cuzco, tiene 2 Sectores: I. SECTOR URBANO O CENTRAL, y II. SECTOR AGRÍCOLA O PERIFÉRICO DE ANDENERÍAS. Murallas, acantilados y bosques separan ambos Sectores, y los unen 8 caminos principales que atraviesan el Sector Urbano en forma de calles. I. EL SECTOR URBANO O CENTRAL se divide claramente en 2 barrios: A. BARRIO ALTO, y B. BARRIO BAJO, que podrían denominarse también Barrio Occidental y Barrio Oriental respectivamente. Cuatro calles transversales y cuatro longitudinales principales delimitan no sólo estos 2 Barrios y las Plazas, sino 12 GRUPOS de Casas o KANCHAS, que junto a los 2 grupos de Casas del Sector Agrícola hacen un total d 14 Grupos con 216 recintos o habitaciones, para todo Machupijchu. Estos 14 GRUPOS de Casas o KANCHAS están distribuidos simétricamente en 2 barrios, a 7 Grupos en cada Barrio, y delimitadas por calles, andenes, jardines y murallas. Si numeramos estos GRUPOS o KANCHAS del 1 al 7, de Sur-Este a Nor-Oeste, en cada Barrio, separadamente, tendríamos que los Grupos del Barrio Alto, que quedan a la izquierda del visitante que ingresa por el Hotel, se hallan casi al frente con 7 Grupos del Barrio Bajo, que están a la derecha, y además los que tienen igual número con semejantes en sus elementos arquitectónicos, lo que parece indicar funciones correlaciónales, con predominio de los grupos del Barrio Alto, así al Grupo 1 del Barrio Bajo, le corresponde el Grupo 1 del Barrio Alto, denominados Guardianes de Abajo (URIN TAMPU) y Guardianes de Arriba (JANAN TAMPU), respectivamente. El siguiente esquema gráfico simplificado, mostrará más fácilmente la ubicación de los Sectores, Barrios y Grupos indicados (Figura 1)3. Las denominaciones que se han dado a cada uno de estos 14 Grupos varían actualmente, pero todas están basadas en las de Hiram Bingham, el descubridor de Machupijchu. Si comparamos 3

(RMS): La numeración es nuestra.


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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 1.

Tabla 1.

estos Grupos de Casas con los elementos urbanísticos y KANCHAS o Grupos de Casas con los elementos urbanísticos y KANCHAS o Grupos de Casas que tenía el Cuzco Inca4, podríamos intentar las siguientes identificaciones y denominaciones, provisionalmente, mientras se halle mayores evidencias documentales y monumentales (Tabla 1)5.

Si seguimos usando el método comparativo, abusando de él, podríamos hallar semejanzas con las Plazas, Cerros, Caminos, SUYUS o Secciones de Machupijchu con los de Cuzco, basados en el principio de que esta Ciudadela Inca fue un pequeño Cuzco, y que los Incas trasladaban sus denominaciones cuzqueñas a los otros pueblos que fundaban u ocupaban, como sucedió con Quito

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(RMS): Al parecer hay un error tipográfico.

(RMS): La numeración es nuestra.


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Cuzco y Machu Pijchu

y Huánuco. Luego las Plazas de Machupijchu podrían compararse con las Plazas de WAQAYPATA, KUSIPATA, RIMAQPAMPA, CHUKIPAMPA Y QOLQAMPATA; en el cerro de Machupijchu podría identificarse WANAKAURI, en Waynapijchu la Fortaleza de SAQSAUMA o Sacsayhuaman, y hasta habría coincidencias con los 4 caminos principales que salen de Machupijchu, del total de 12, a razón de 3 por cada SUYU, Región o Punto Cardinal. Finalmente, habíamos dicho que Machupijchu tenía un total de 216 recintos o habitaciones, las que podría clasificarse en 4 tipos y distribuirse en la siguiente forma: a. Tipo de 4 paredes o dormitorios: 79 (28 en el Barrio Alto y 51 en el Bajo); b. Tipo de 3 paredes o talleres: 74 (28 en el Barrio Alto y 51 en el Bajo); c. Tipo de 2

pisos o depósitos: 41 (7 para el Alto y 34 para el Bajo): y d. Tipos raros, o sea adoratorios, cuevas, salones comunales y circulares: 22 (10 en el Barrio Alto y 12 en el Bajo). En conclusión, nos preguntamos: ¿Habría sido Machupijchu una versión de la ciudad del Cuzco realizada en pequeño y a la mayor perfección, como fue Cuzco un pequeño TAWANTINSUYU o Imperio de las 4 regiones? Si es que Machupijchu es VITCUS, Capital de la provincia de Vilcabamba, ¿Sería el Inca Pachacuti el que lo planificó y ejecutó por 1450 d. de C. como lo hiciera con Cuzco, Ollantaytambo y Pisac? Estas y otras preguntas falta contestarlas. Machupijchu, enero de 1971


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Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao Gori Tumi Echevarría López goritumi@gmail.com Zenobio Valencia García zvalenciagarcia@gmail.com

Resumen El presente artículo describe las excavaciones arqueológicas realizadas en un depósito de desechos culturales interpretado como un basural del Sector VIII de Choquequirao. Para su propósito los autores revisan los procedimientos de la excavación, los resultados y evalúan parte de los artefactos recuperados haciendo inferencias sobre la proveniencia, actividad y cronología, que estos implican; concluyéndose que corresponden a la ocupación cusqueña de la zona, relacionada a la expansión temprana del Tahuantinsuyu. Palabras claves: Choquequirao, Sector VIII, desechos, cerámica, lítico. Abstract This article describes archaeological excavations in Sector VIII of Choquequirao, in a deposit of archaeological rubbish interpreted as a garbage dump. For its purpose the authors review the procedures of the excavation, the results, and evaluate part of the recovered artifacts making inferences about the origin, activity, and chronology that these materials involve; concluding that they correspond to the Cusco culture occupation in the area, related to the early expansion of the Tahuantinsuyu. Keywords: Choquequirao, Sector VIII, rubbish, pottery, lithic. Introducción Entre el 14 y el 16 de octubre de 2005 el primer autor de este reporte fue asignado por Zenobio Valencia, para realizar excavaciones arqueológicas en el Sector VIII, Subsector G de Choquequirao. El área en mención es una ladera marcada, de aproximadamente 45 a 50 grados de declive; la cual estuvo compuesta en superficie por tierra suelta, piedras, material orgánico moderno y abundante material arqueológico. Las excavaciones arrojaron información relevante sobre la ocupación cultural del área, que implica a algunos sectores importantes del sitio, fuera del sector VIII, y al complejo de andenerías que se encuentran en las laderas bajas del mismo sector VIII. El Sector VIII - Sub Sector G Choquequirao es un extenso complejo arqueo-

lógico ubicado en la región de Vilcabamba en el Cusco, sobre la margen derecha del río Apurímac, en una zona caracterizada por grandes y accidentadas formaciones montañosas y gran cobertura vegetal, que debe considerarse plena Amazonía andina (Figura 1). El complejo posee 13 sectores delimitados y un número no reconocido aún de otras evidencias, como pequeños asentamientos, caminos, entre otros. El Sector VIII ocupa un lugar preferente por su ubicación cercana al núcleo del asentamiento principal y por la existencia de las únicas muestras gráficas de camélidos (llamas) en gran escala hechas sobre andenes con rocas blancas (Echevarría 2008 y Echevarría y Valencia 2009 y 2010). El Sector VIII es un impresionante sistema de andenes de más de 500 m. de longitud. Para su estudio fue dividido en siete subsectores (A, B, C, D, E, F, y G), aislados usando saltos o espacios

ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi y VALENCIA GARCÍA, ZENOBIO, 2013. Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 6: 10-28. Lima.


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Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao

Figura 1. Mapa de ubicación de Choquequirao entre las cuencas de Apurímac y Urubamba, la zona de Vilcabamba, Andahuaylas y Cusco.

en la consecución arquitectónica del complejo (Figura 2). De esta forma el Subsector G, se caracteriza por no exponer arquitectura de andenes y por una importante presencia de material arqueológico mueble en superficie. Estos materiales se distribuyen en la ladera de manera visible confundiéndose con restos orgánicos como hojas y ramas. La distribución general de esta evidencia comprende una pequeña área ovalada, que es una sección menor de toda el área general del Subsector G. Este Subsector presenta un relieve muy accidentado, cubierto de bosque y con talud marcado; constituyendo el espacio intermedio que divide la zona monumental central y principal de Choquequirao (Sectores III y IV) del complejo de andenes del Sector VIII. En esta zona, además, se localizaron secciones del camino de acceso a Choquequirao que venía del NW. De acuerdo a los objetivos de la investigación, la ejecución de una unidad de excavación en el Subsector G se realizó con la intención de hacer un reconocimiento arqueológico de una zona catalogada como un “basural” en ladera para dilucidar su valor cultural; ya que hasta ese entonces no había sido objeto de un examen detallado. Metodología Previamente a nuestra intervención en el Subsector G, la zona fue afectada por una re-

colección parcial de superficie dirigida por el arqueólogo Zenobio Valencia, sobre una unidad especial seleccionada para tal fin, la cual fue subdividida en seis secciones, nominadas en una secuencia lineal del 1 al 6 por este autor y así se mantuvieron hasta el final de las labores. Las seis cuadrículas comprendidas en esta unidad, de 3 x 3 m. cada una, se orientaron al norte y se distribuyeron siguiendo el declive de la ladera, de arriba hacia abajo, en tres secciones con uno, dos y tres cuadrantes respectivamente; por lo que la unidad total tiene la forma de una greca escalonada con 54 m² de área total (Figura 3). Esta área fue nuevamente afectada por nosotros mediante una recolección total del material arqueológico, a los que se sumó un registro fotográfico intensivo (Figura 4). Posteriormente se decidió excavar la Cuadricula 5 ubicada en la base de la unidad, es decir al sur. El criterio de selección se basó en el supuesto que la cuadricula pudo recibir un mayor volumen de desechos, debido al declive ligeramente menos marcado en esta sección de la ladera. La excavación se realizó por niveles naturales, siguiendo las capas superpuestas de material terrestre acumulado, lo que se acompañó con un detallado registro gráfico. La distinción entre los estratos o capas se hizo por alguna característica física del suelo (componente material) la cual se realizó independientemente de la presencia o


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Figura 2. Foto del Sector VIII de Choquequirao con los sectores delimitados.

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Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao

Figura 3. Dibujo de planta de las cuadrículas de recolección cerámica y excavación, Unidad 36. Subsector G, Sector VIII de Choquequirao.

ausencia de materiales arqueológicos en la estratigrafía. Resultados Nuestro trabajo permitió documentar dos capas en la Cuadrícula 5 (capa superficial y capa 1), las que arrojaron importantes materiales e información cultural. La descripción de la superficie de la unidad, de las capas excavadas y de los materiales recuperados sigue a continuación. Hay que advertir que la nomenclatura de las capas fueron provisionales. Estratigrafía -Superficie. La superficie expuso a simple vista material orgánico, principalmente raíces y hojas, además de material inorgánico como tierra y piedras chicas y medianas (-5 cm. y -15 cm. aproximadamente); así como objetos arqueológicos entre artefactos cerámicos y líticos, todo en situación suelta. El nivel superficial cubrió

entre 2 y 5 cm., aproximadamente, de acumulación sin ninguna consistencia o compactación (Figura 5). -Capa superficial. Mostró las mismas características de composición de la superficie, particularizándose por constituir una capa de consistencia más compacta, con gran cantidad de raíces introduciéndose en el sustrato de humus, del cual pueden considerarse su parte más externa. La presencia de piedras pequeñas y medianas, también caracterizan esta capa, así como la exposición de abundante material arqueológico, entre cerámica y lítico. La capa tuvo una consistencia suave y un espesor variable entre 6 y 10 cm. aproximadamente (Figura 6). -Capa 1. Mostró una consistencia más compacta que la anterior, con un contenido extensivo de humus terroso negro con pocas raíces y piedras grandes (+20 cm.), y una importante presencia de objetos de arcilla modelada tosca en mayor proporción al material lítico y a la cerámica fina que continua


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Figura 4. Vista de la superficie de la Cuadricula 2 con artefactos expuestos, Unidad 36. Subsector G, Sector VIII de Choquequirao.

de la capa anterior. La capa 1, además, se caracterizó por la emergencia del afloramiento rocoso que define el borde de la colina y que sirvió de soporte al humus formado naturalmente. La capa alcanzó su base en la roca, donde ésta se presentó, aunque nunca se alcanzó su final en la estratigrafía debido a la suspensión de la excavación dada la falta de material arqueológico en parte más interna (Figura 7). Hasta el final

de la excavación la capa tuvo un espesor variable entre 8 y 25 cm. (Figuras 8 y 9). Los materiales arqueológicos Una corta variación de objetos arqueológicos fueron recuperados, los cuales incluyen únicamente dos categorías artefactuales: alfarería y lítico. Debido a que todo este material requiere un análisis especial separado, es que una relación con fines


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Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao

Figura 5. Superficie de la Cuadricula 5 con artefactos expuestos, Unidad 36. Subsector G, Sector VIII de Choquequirao.

Figura 6. Cuadrícula 5, Final de la Capa 1 (antes Capa superficial)


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Figura 7. Dibujo de planta del final de la Capa 2 (antes Capa 1).

Figura 8. Cuadr铆cula 5, excavaci贸n de la Capa 2 (antes Capa 1).

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Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao

Figura 9. Cuadrícula 5, final de la Capa 2 (antes Capa 1).

estadísticos se presenta en este artículo (ver Tablas 1, 2, 3 y 4). Hay que indicar que la distinción entre el material alfarero, como es descrito en las tablas, se basa en la clara y contundente variación que estos artefactos presentan, lo cual es producto de la naturaleza técnica que le es propia y que no se expone en este documento como una categorización rigurosa basada en una clasificación singular. La arcilla modelada tosca se distingue de la cerámica fina por su tratamiento tecnológico. Presenta una consistencia sólida y ligera de paredes gruesas (+2 cm.), aparentemente modelada. La composición de la pasta incluyó poco temperante de piedras según se puede deducir por los fragmentos recogidos, aunque aún falta un mayor examen. La cocción fue oxidante y a altas temperaturas, dando como resultado

una estructura porosa y de poco peso, con secciones calcinadas y en algunos ejemplos casi fundidas. La superficie fue alisada y tuvo un tratamiento similar al estucado, a juzgar por las capas de paja con arcilla y arcilla fina exterior que aún han sobrevivido. Ninguna pieza presentó decoración pero no se descarta pintura exterior. Por su parte, la cerámica fina es bastante característica respecto a la ocupación principal del asentamiento, como se podría esperar de sitios Tahuantinsuyu (Chávez 1961), e incluye piezas de cocción oxidante, pasta fina, superficie tratada mediante pulido simple o alisado fino y decoración de pintura positiva en los fragmentos que han sobrevivido mejor al deterioro. Aunque más adelante se va a evaluar mejor el material cerámico, aún deben hacerse análisis específicos. El material lítico, grosso modo, se compone de restos de talla y piezas de desecho en roca de tipo


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Tabla 1. Cuadro cuantitativo de materiales arqueológicos recuperados de superficie en todas la cuadriculas de la unidad de excavación.

Tabla 2. Cuadro cuantitativo de materiales arqueológicos recuperados en la Capa Superficial (Capa 1) de la Cuadrícula 5.

Tabla 3. Cuadro cuantitativo de materiales arqueológicos recuperados en la Capa 1 (Capa2) de la Cuadrícula 5.

aplita, además de fragmentos de recipientes logrados en roca del tipo calcocuarcita. Estas clases de materiales, como es obvio en los cuadros, se contabilizaron en conjunto, hasta individualizar su análisis1. Discusión Vamos a enfocar la discusión en tres aspec-

tos: la estratigrafía, la naturaleza de los materiales y la naturaleza de la deposición. Sin embargo, debemos empezar con algunos comentarios respecto al procedimiento de excavación. Como se ha podido ver en los resultados, la excavación arrojó dos estratos naturales superpuestos y una superficie de deposición reciente. Estos estratos fueron definidos, fundamental-


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Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao

Tabla 4. Cuadro cuantitativo general de materiales arqueológicos recuperados en la unidad de excavación del Subsector G.

mente, de acuerdo a la característica del terreno (capas físicas) y no a la variación en los materiales componentes, por lo cual el valor de las capas es estrictamente físico. Las capas, sin embargo, definidas sobre una distinción multivariable, fueron nominadas de forma irregular (ver nombres de las primeras capas) debido a una ambigüedad en la descripción de una de las variables que permitieron tal distinción, en este caso la presencia de material orgánico (raíces y plantas). La presencia de material orgánico en “superficie” y en la “capa superficial” puede considerarse una coincidencia en el registro, más no debería indicar una misma capa literalmente hablando, tal como se puede pensar de la nominación propuesta durante la excavación. Es por tanto más coherente reconsiderar la nomenclatura. Una lectura más apropiada debe indicar la estratigrafía basada en dos estadios de formación del registro estratigráfico: un nivel superficial, y dos capas superpuestas. Así, la nomenclatura debe replantearse de la siguiente manera: a. Superficie, b. Capa 1 (“Capa Superficial”), y c. Capa 2 (“Capa 1”). Dado el registro y la recolección de material previamente etiquetad0, la nominación original no se ha alterado, excepto en esta discusión para fines interpretativos. 1

Una descripción de sus características y uso de estos tipos de roca en la arquitectura del Sector VIII de Choquequirao ha sido previamente expuesto por los autores en otro estudio (Echevarría y Valencia 2008).

-Acerca de la estratigrafía Resumiendo la estratigrafía tenemos: la Capa 1 (superior), caracterizada por la presencia de raíces y piedras pequeñas y medianas; y la Capa 2 (inferior) caracterizada por tierra limpia asociada a piedras grandes y a la base rocosa de la colina (Figura 10). Los estratos, tal como puede deducirse de la descripción, aunque distintos, se asocian a un único proceso de formación de suelo, el cual es resultado del acarreamiento de material inorgánico y de la descomposición de material orgánico, resultando en la formación de humus. Aunque la capa 2, nunca fue agotada por la excavación, es claro que ésta tuvo su final en la roca madre de la ladera, la cual se presentaba como secciones extendidas de afloramientos rocosos con superficies fragmentadas en pequeños clastos (tipo cascajo) formadas por descomposición. Habiendo mencionado que la excavación se detuvo debido a la falta de material cultural (alfarería y lítico), es entonces factible proponer que los materiales culturales se depositaron únicamente sobre un exclusivo evento de formación geológica, el cual consistió en la acumulación de sedimentos y en la formación de humus natural en la ladera alta del Sector VIII. El tiempo que tomó esta acumulación, dentro del sustrato natural, nos es desconocido en términos geológicos. -Acerca de los artefactos Es relevante notar que todas las capas de la excavación arrojaron abundante material cultural, lo que indica que la deposición fue ininterrumpida mientras duró la formación natural del suelo. Esta acumulación fue también selectiva dado el reducido grupo de artefactos excavados por no-


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Figura 10. Corte estratigráfico de la excavación de la Cuadrícula 5.

sotros. La variación en la categorías de artefactos (alfarería y lítico) parece exponer un comportamiento definido y constante hacia la actividad que generó la acumulación, aunque con cambios en la frecuencia de determinados tipos de objetos (ver Tablas). A pesar que desconocemos exactamente la naturaleza funcional y la procedencia del material cerámico, es posible inferir, en el caso de la cerámica tosca (Figura 11 y 12), que este artefacto ha sido parte de contenedores o grandes vasijas modeladas que se usaron en contextos de almacenamiento como colcas u otros, como parece indicar la evidencia hallada en diferentes sectores del complejo2. La disposición como desecho y su naturaleza mayoritariamente quemada, en algunos casos hasta fundida, revela sin embargo que este material ha podido servir también en contextos secundarios, como bases de quema, antes de ser finalmente descartados. En el caso de la cerámica fina (Figura 13 y 14) se ha podido reconocer, grosso modo, una varia2

En el sector II “Colcas”, se registran edificaciones en cuyo interior se presentan “bases” de contenedores cuadrangulares elaborados en el mismo tipo de material reconocido en nuestras excavaciones. Estas bases son considerablemente anchas, aprox. 2 x 2m. y fueron excavadas en temporadas anteriores.

ción de formas de vasijas fragmentadas, que van desde chuas (platos), pyuñun (cantaros pequeños), mancas (ollas), pukus (bowls), raquis (vasijas de boca grande), urpus (cantaros, ‘aribalos’). Todos en diferentes proporciones, aunque destacando la presencia mayoritaria (en la unidad de excavación) de cuerpos y cuellos de pyuñuns o urpus, dato que esperamos corroborar con el análisis cerámico. Aunque la evidencia muestra que ambos tipos de alfarería se depositaron en forma paralela, las variaciones cuantitativas, por capas (ver Tablas), parecen indicar también que algunas actividades excluyentes se llevaron a cabo con mayor frecuencia en determinados momentos durante la acumulación del depósito; aunque guardamos nuestras reservas dada la escala de la excavación. No obstante hasta aquí es claro que al menos dos actividades, que involucran el almacenamiento de productos y el servicio doméstico, se estuvieron llevando a cabo durante la historia de la deposición, lo que puede probablemente extenderse a toda el área de la ladera que fue afectada por este proceso. En el caso del material lítico tenemos una variación de dos tipos de desechos hasta ahora reconocidos. El primero consiste en restos de talla y piezas fragmentadas de cilindros de roca tipo aplita (Figura 15 y 16), mientras el segundo consiste en restos de vasijas pulidas formando platos de base


Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García Excavaciones arqueológicas en un “basural” del Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao

Figura 11 . Arcilla modelada tosca (cerámica gruesa) excavada in situ, Cuadrícula 5, Capa 2.

Figura 12. Arcilla modelada tosca (cerámica gruesa) en gabinete, Cuadrícula 5, Capa 1.

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Figura 13. Cerámica fina, cuello de urpu, excavada in situ, Cuadrícula 5, Capa 2.

Figura 14. Cerámica fina, cuello de urpu, en gabinete, Cuadrícula 5, Capa 2.

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plana con paredes rectas, en roca calcocuarcita (Figura 17). Basado en el examen preliminar de estos materiales, es claro que provienen de contextos de usos completamente diferenciados. El contexto de proveniencia de estos materiales aporta datos importantes respecto al origen de parte de los desechos encontrados en las excavaciones. El caso de la roca aplita es relevante. Este material fue extraído de canteras locales3 y fue utilizado, en todas de las muestras conocidas, como elementos de la arquitectura monumental, los cuales se encuentran únicamente en los sectores II y III del complejo arqueológico. El trabajo en piedra aplita es diagnostico acerca de la reducción de esta roca para formar cilindros, los cuales se incrustan como “clavos” en espacios estructurales de los muros de varios edificios de los sectores II y III, un ejemplo relevante puede ser la kallanka mayor de la plaza donde los detalles volados en roca aplita aparecen en forma masiva (Figura 18). Si el material fue reducido in situ, es decir en los edificios, y los tipos exactos de roca son confirmados, entonces tenemos un dato seguro que revalida la procedencia de parte de los desechos. Hay que anotar sin embargo, respecto a los

fragmentos y cilindros de aplita, que estos pueden ser desechos del proceso de elaboración de los elementos arquitectónicos y pudieron ser elaborados en talleres especiales, los cuales no son conocidos hasta el momento. Siendo este el caso, es posible que los talleres se hayan encontrado cerca de los edificios hacia la cima de la ladera desde donde, es posible, estos restos fueron arrojados originalmente. La aplita, a diferencia del otro material lítico, mantiene una presencia continua desde la Capa 2 hasta la superficie, variando en proporción de acuerdo al tipo de desecho material que esta roca supone. Así se ha reconocido principalmente desechos de talla en la superficie, variando a piezas enteras y pocos desechos en la Capa 1, hasta reconocerse únicamente piezas enteras hasta la mitad de la Capa 2, siempre en menos proporción de la cerámica. Esta claro, de acuerdo a nuestras observaciones en la cuadrícula de excavación, que los cilindros 3

Las cuales se encuentran en afloramientos de roca dispersos en la zona, nosotros hemos reconocido personalmente estas “venas” discontinuas en varias áreas del sector VIII.

Figura 15. Cilindro lítico en roca aplita excavada in situ, Cuadrícula 5, Capa 2.


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Figura 16. Cilindro lítico en roca aplita en gabinete, Cuadrícula 5, Capa 2.

Figura 17. Artefacto lítico en roca calcocuarcita (¿crisol?), en gabinete, Cuadrícula 5, Capa 1.

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Figura 18. Piezas líticas de roca aplica en su posición original en la arquitectura monumental del Sector III de Choquequirao.


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de aplita aparecen posteriormente a cualquier material cerámico en el depósito cultural, lo cual indica que la industria relacionada a su trabajo es posterior a cualquier uso de la cerámica, principalmente de la cerámica modelada tosca que es primera en el registro; siempre dentro de la escala que supone la muestra excavada. El otro tipo de material lítico, del cual se registraron muy pocos ejemplos en comparación a la aplita, consistió de platos pulidos en una roca de textura granulosa (calcocuarcita), los cuales fueron reconocidos primariamente, in situ, como “crisoles” por el segundo autor de este reporte. Este material fue identificado únicamente en la Capa 1 y no presentó un patrón de deposición comparable al de los demás artefactos asociados, por lo que se infiere una situación esporádica de uso. Visto este análisis, es claro que la mayor parte del material cultural identificado ha constituido un grupo muy compacto, el cual puede asociarse intra sitio de forma funcional, si pensamos que corresponden a actividades vinculadas al movimiento social de la llacta. De acuerdo a esto, podemos comprender al menos tres categorías de actividades que son implicadas directamente por estos artefactos: almacenamiento y quema, servicio doméstico o ceremonial y reducción de lítico para edificaciones. Las actividades comprendidas en estas categorías pueden por supuesto extenderse y haberse realizado simultáneamente si asumimos una procedencia general uniforme; aunque para corroborar este planteamiento todavía debemos establecer relaciones formales y técnicas más precisas con los materiales excavados en los sectores principales del complejo arqueológico, los que aún espera su realización. -Acerca de la naturaleza del depósito Hasta donde se ha podido reconocer, el área de deposición (en la que se inscribe la cuadricula excavada) es bastante localizada y comprende una zona de forma ovalada de aproximadamente 50 m. de largo por 30 m. de ancho en una ladera marcada de talud variable. Como se puede reconocer del área completa del subsector (Figura 1) este depósito afectó solo una pequeña parte de la ladera, donde los materiales se mezclaron y se incorporaron al proceso de formación del suelo. Dadas las condiciones físicas de la ladera es

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obvio que el material arqueológico ha sufrido los efectos de la dinámica del suelo, lo que significa que ha sido removido y arrastrado colina abajo, hasta quedar estabilizado en las condiciones que nuestra intervención ha verificado. Se infiere a partir de aquí que existen concentraciones variables de artefactos, los cuales se han formado principalmente por la diferencia en la topografía de la ladera de la colina y la ubicación de la zona de arrojo. Los artefactos deben considerarse en contexto primario, más allá de su proceso de formación como depósito arqueológico. Al respecto, la unidad de excavación, ubicada al inicio del tercio inferior de la zona de concentración material, parece haber acumulado una cantidad importante de artefactos en comparación a otras zonas de la ladera; lo que se debe, como ya hemos expuesto, a la variación topográfica del área. Esta acumulación podría ofrecer una interesante perspectiva para poder evaluar la historia de la deposición, especialmente tomando en cuenta la variación cuantitativa entre los materiales excavados, principalmente los cerámicos. Por supuesto debe advertirse que se trata solo de una muestra circunscrita y estas relaciones deben ser aún contrastadas con otros datos. Evaluando la cerámica modelada tosca, vemos que se presenta ininterrumpidamente en todas las capas de la excavación, aunque con frecuencias variables. De acuerdo a nuestras observaciones, esta cerámica aparece en mayor proporción en superficie y en la Capa 2 (más profunda), mientras en la Capa 1 resalta un mayor volumen de la cerámica fina. Si consideramos que la cerámica tosca corresponde a un solo tipo de material, frente a la variación formal en la cerámica fina, es claro que su desecho provino de alguna actividad particular específica. La proporción porcentual de los artefactos es muy interesante respecto a los materiales cerámicos, confirmando nuestras primeras observaciones. En superficie (las 6 cuadriculas) la cerámica tosca se presenta con un 76.57% del total la muestra, contra un 23.43% de la cerámica fina. En la Capa 1 de la Cuadrícula 5, por el contrario, la cerámica fina adquiere una proporción mayor diametralmente opuesta, con un 74.19%, contra un 25.81% de la cerámica tosca. Finalmente en la Capa 2 (más profunda), la cerámica tosca recupera su proporción original (77.02%) contra un 22.98% de la cerámica fina. Esta variación alternada en la frecuencia de de-


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posición cerámica, si consideramos que la cerámica tosca aparece primero en el registro, puede significar que ha existido una intermitencia en el volumen del tipo de actividad que estos desechos han implicado; lo cual podría ser relevante para inferir diferencias de actividades en las áreas con arquitectura expuesta. La variación en la frecuencia del volumen de deposición, por material, es también evidencia de que el grueso del depósito se ha formado en un lapso de tiempo en el cual han podido haber fluctuaciones en el tipo y cantidad de desechos, los que incluyen además material lítico usado en la arquitectura monumental de la llacta; esto podría indicar que cierto tipo de actividades se hicieron con mayor incidencia en ciertos periodos de tiempo. Hasta aquí no estamos afirmando que toda el área de deposición completa haya sido afectada de la misma manera que nuestra unidad de excavación, y guardamos nuestras reservas hasta que se amplíen las investigaciones. No obstante, los flujos de actividad expresados fragmentariamente por los desechos de algunos materiales arqueológicos parecen indicar ciertas dinámicas sociales durante toda la ocupación arqueológica del sitio, que hasta hoy no habían sido advertidas. -Acerca de la cronología y la asociación cultural Todo el material recuperado en este depósito constituye parte del conjunto de evidencia arqueológica del Sector VIII, que se caracteriza principalmente por su arquitectura agrícola y un variado sistema de andenerías. Este depósito sin embargo se encuentra ubicado al inicio del sector y no se vincula directamente con la arquitectura arqueológica, salvo mediante una simple relación espacial en la ladera que se proyecta hacia el oeste. Aunque una asociación puede ser sugerida por este hecho, los materiales no parecen estar vinculados directamente a toda el área construida dado el componente artefactual que presenta, con restos líticos, vajilla cerámica y restos de bloques de arcilla modelada gruesa, que indican fuertes vinculaciones con los sectores II, III y IV de Choquequirao. Es importante destacar, para establecer mejor el tipo de la relación espacial entre la andenería y el depósito de la ladera, que nuestras investigaciones (registros y excavaciones)4 no revelaron ninguna concentración de desechos, basurales o acumulaciones de cerámica u

otros, en la arquitectura del Sector VIII, lo que parece indicar que las edificaciones del sector no soportaron el tipo de actividad que generó los restos del Subsector G. Esto ayuda a convalidar la vinculación entre el la zona principal de la llacta y la basura arqueológica excavada por nosotros. Hasta este punto, podemos confirmar que parte de los restos hallados, la cerámica modelada tosca y los clavos de roca, efectivamente se vinculan a actividades relacionadas a los sectores II y III de Choquequirao, y esto es muy importante para estimar la cronología y la asociación cultural en conjunto. En este sentido hemos podido determinar, mediante investigaciones relacionadas en el complejo arqueológico, que los sectores centrales del asentamiento principal corresponden a la ocupación cusqueña que hemos llamado la “���������������������������������������������� llacta���������������������������������������� imperial temprana” (Echevarría y Valencia 2011), la cual fue edificada durante el gobierno del Inca Pachacuti (Echevarría y Valencia 2008 y 2009). Es muy posible por lo tanto que el depósito de desechos se iniciara durante esa época y se haya mantenido permanente hasta el abandono del sitio. Aunque aún falta analizar la cerámica, la variación formal de los fragmentos recuperados, que ya mencionamos, apuntan a corroborar los estimados temporales, confirmando la cronología y soportando la asociación a la cultura Cusco imperial del siglo XV al XVI. Fue la implementación de las facilidades para la ocupación cusqueña del sitio la que produjo los desechos examinados, probablemente desde la expansión inicial del Imperio de Tahuantinsuyu a toda la cuenca del Apurímac. Conclusiones Evaluando en conjunto la excavación, podemos establecer que, dado el tipo de evidencia, su posición estratigráfica, y el tipo de deposición implicado, todo el conjunto de artefactos recuperados corresponde a un evento cultural sostenido que puede ser interpretado como los vestigios de diferentes actividades sociales relacionadas y llevadas a cabo en el sector central y principal de la llacta, de las que parecen constituir sus desechos materiales. Se trata entonces de un basural arqueológico relacionado a la ocupación cusqueña del área durante los siglos XV y XVI. 4

Un artículo sobre las excavaciones en el sistema de andenes del Sector VIII se encuentra en preparación.


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La evidencia indica también que este basural no estuvo directamente asociado a las grandes e importantes edificaciones de andenes que pueblan las laderas bajas del sector VIII, habiéndose originado probablemente desde antes de la construcción de esta infraestructura, manteniendo una relación constante y permanente con los sectores centrales de la llacta. Esta es evidencia de un comportamiento que no había sido advertido antes para Choquequirao y constituye nueva y relevante información sobre las actividades que se llevaron a cabo en el asentamiento. Nuevas investigaciones en el enorme complejo arqueológico de Choquequirao, pero especialmente en las zonas centrales intervenidas por la restauración de COPESCO, con seguridad van a afianzar y complementar la información vertida aquí, de esta forma podremos aumentar nuestro conocimiento sobre esta llacta, y su larga y aún poco conocida historia. Agradecimientos Los autores desean agradecer a los revisores anónimos por sus valiosas observaciones para mejorar el artículo. Todos los errores y omisiones son de los autores. Bibliografía CHÁVEZ BALLÓN, Manuel, 1961 La alfarería de Machupicchu. Revista del Museo e Instituto Arqueológico. Nro. 19: 182-184. Cusco. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi, 2008. Choquequirao. Un estudio Arqueológico de su Arte Figurativo. Hipocampo Editores. Lima. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi y Zenobio VALENCIA GARCÍA, 2008. Arquitectura y Contexto Arqueológico. Sector VIII, andenes “Las Llamas” de Choquequirao. Investigaciones Sociales. Vol. 12, Nro. 20: 66-83. Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi y Zenobio VALENCIA GARCÍA, 2009. The “Llamas” from Choquequirao: a 15th-century Cusco Imperial rock art. Rock Art Research. Vol. 26, Nro. 2: 213-223. Australia. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi y VALEN-

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CIA GARCÍA, Zenobio, 2010. Las llamas de Choquequirao, arte imperial cusqueño en roca del siglo XV. Investigaciones Sociales. Vol. 14, Nro. 24: 67-88. Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi y VALENCIA GARCÍA, Zenobio, 2011. Choquequirao, un asentamiento imperial cusqueño del siglo XV en la Amazonía andina. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 2: 32-43. Lima.


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El Usno de Tamburco: vínculos de una plataforma ceremonial Inca con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyu. Apurímac José Luis Pino Matos josepinomatos@gmail.com Wendy Moreano Montalván wendymoreano@gmail.com

Resumen Se presentan los recientes estudios de un Usno, que consiste en una plataforma ceremonial escalonada Inca, ubicada en el distrito de Tamburco, provincia de Abancay, departamento de Apurímac. Esta investigación muestra los detalles arquitectónicos y orientaciones de dicha plataforma ceremonial, así como su relación paisajística con la montaña Ampay, una cumbre nevada importante de la zona de Apurímac, como también su importancia en el contexto de la ruta Inca hacia el Chinchaysuyu y su conexión con otros paisajes sagrados. Palabras claves: Imperio Inca, Usno, Tamburco, paisaje sagrado. Abstract In this article, we present recent investigations of an Usno, which consists of a stepped Inca ceremonial platform, located in the Tamburco district, of the province of Abancay, in the department of Apurimac. This research considers the architectural details and orientation of the ceremonial platform, and its relationship with the local landscape and the Ampay mountain, an important snow capped summit within the Apurimac region, as well as its ritual importance in the context of the Inca road into Chinchaysuyu and its connection with other sacred landscapes. Keywords: Inca Empire, Usno, Tamburco, sacred landscape. Introducción El Usno en la época Inca, tuvo una particular importancia en las ceremonias públicas. Sus relaciones históricas, características físicas y posibles funciones, que se observaron en el Cuzco y sitios significativos del Tawantinsuyu, son referidos en importantes estudios precedentes (Zuidema 1980; Rowe 1990 y 2003; Hyslop 1990), en algunos casos con más detalle para el Chinchaysuyu (Shea 1966 y 1968; Matos 1986 y 1994; Meddens 1997; Meddens et al. 2008; Makowski y Ruggles 2011), otros para la zona del Cuntisuyu (Ziołkowski 2008) y de la misma manera para algunos casos de la zona del Collasuyu (Raffino et al. 1997; Lynch et al. 2010; Moyano 2010). Estudios recientes sobre estas plataformas que se encontraban en las plazas de las capitales y tambos Inca como también en zonas altas de montañas y nevados,

nos indican su importancia a nivel ritual, estos estudios reseñan investigaciones previas, analizan con más detalle las fuentes etnohistóricas y asimismo plantean la relación de estas construcciones con las libaciones ceremoniales que se realizaban en las principales festividades del calendario incaico (Pino 2004, 2005, 2010a, 2010b y 2010c; Monteverde 2010 y 2011). Para la zona de Apurímac, las referencias sobre un sitio Inca con presencia de plataforma ceremonial Usno, han sido reportadas para el tambo de Curamba (Del Mar 2006 y Vetter et al. 2008), pero para el tambo que debió existir en Abancay, las referencias escritas son muy pocas. La principal evidencia que existe es la arqueológica, entre las que destacan los vestigios de arquitectura Inca en Tamburco, que constituye la evidencia material que ha permitido identificarla y asociarla con esta época.

PINO MATOS, José Luis y MOREANO MONTALVÁN, Wendy, 2013. El Usno de Tamburco: vínculos de una plataforma ceremonial Inca con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyu. Apurímac. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 6: 29-40. Lima.


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El Usno de Tamburco: vínculos de una plataforma ceremonial Inca con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyu. Apurímac

Antecedentes El Usno de Tamburco, a nivel local también es conocido en lengua quechua como Usnomocco ó Usno-moqo, para referirse a un elevado promontorio que asoma en medio del distrito y que sirve como punto de referencia y mirador de libre acceso en la zona. Entre los estudios arqueológicos previos sobre este Usno, se encuentran las prospecciones y excavaciones que realizaron Gladys Lagos y Avelina Quispe en 1991, quienes lo ubican en sus reconocimientos, describen como una plataforma cuadrangular, denominan como Usno-moqo y proponen su filiación Inca a partir de sus excavaciones al pie del mismo (Lagos y Quispe 1993 y Lagos 1999). Algunos años más tarde, Italo Oberti plantea la importancia ritual de este Usno en el periodo Inca, levanta un plano detallado del sitio y refiere que Shirley Alpaca, halló material óseo asociado a cerámica Inca, piezas de oro y valvas de spondylus sp. (Oberti 1997: 15-21). Posteriores publicaciones, que refieren sobre este tipo de construcciones escalonadas ubicadas en el camino Inca

del Chinchaysuyu (Espinoza 2002: 171 y Julien 2012: 153, 165), plantean que Tamburco se trataría del Tambo de Abancay o Amancay, el cual figura en la listas de tambos que se tienen de laColonia (Vaca de Castro 1908 [1543]; Guaman Poma 1987 [1615]; Pizarro 1968: 568 [1571]). En este artículo, en base a la información precedente, presentamos un análisis con más incidencia en los aspectos arquitectónicos, estructurales y sobre todo paisajísticos. Ubicación El distrito de Tamburco se encuentra en el Departamento de Apurímac, al pie del nevado Ampay, al NE de la ciudad de Abancay. El camino Inca que viene de Cuzco a Vilcashuamán (Ayacucho), atraviesa este distrito. En este lugar quedan los vestigios de una construcción incaica, a 50 metros de la plaza de armas del distrito en mención, accediendo por la mitad de la primera cuadra de la calle Micaela Bastidas, hacia la derecha cuesta arriba. La ubicación exacta de esta construcción Inca es la siguiente: Coordenadas Geográficas: 72°52´20´´ longitud oeste; 13°37´16´´ latitud

Figura 1. Ubicación de Tamburco al pie del santuario de Ampay. Abancay-Apurimac.


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Figura 2. Plano y orientaciones del Usno de Tamburco.

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Figura 3. Paramento frontal del Usno. Lado NW.

sur, Coordenadas UTM-WGS 84, Zona 18S 730187 este; 8493136 norte y con una altitud de 2610 msnm (Figura 1). Descripción El Usno consta de una sola construcción en un terreno semi- inclinado, dentro de una zona urbana. Es un edificio piramidal trunco de tres plataformas superpuestas, planta rectangular de 35 m. de largo, 22 m. de ancho y 8 m. de alto, con una escalinata adosada en el lado NW que va desde la base de la plataforma hasta la cima (Figura 2). Los materiales utilizados para la edificación son básicamente piedra y barro. En la parte superior de la plataforma se observa la traza de un pequeño recinto rectangular a desnivel ubicado al costado de una formación rocosa que aflora en esta cima. Tomando como referencia la escalinata, el frontis de esta construcción es de 334° de Azimut (de SE a NW). Técnica constructiva La identificación de las características constructivas se realizó utilizando los parámetros de descripción para muros arqueológicos planteados y usados por el arquitecto Santiago Agurto Calvo (1980 y 1987) en el estudio de la arquitectura Inca en Cuzco. Para el registro arquitectónico en campo, los muros de cada uno de los cuatro lados de las plata-

formas superpuestas y algunos componentes se han enumerado de la siguiente manera: -Primera plataforma o plataforma inferior: Muros 1, 2, 3, 4. -La única escalinata se ha enumerado arquitectónicamente como 5. -Segunda plataforma o plataforma media: Muros 6, 7, 8, 9. -Tercera plataforma o plataforma superior: Muros 10, 11, 12, 13. -El recinto a desnivel o receptáculo de cantos rodados: 14. -La roca o el afloramiento rocoso que sobresale en la cima de la plataforma: 15. Características Las tres plataformas del edificio piramidal rectangular del Usno están conformadas estructuralmente por muros de contención con relleno de piedras y barro. La escalinata adosada a las tres plataformas, sirve de contrafuerte estructural de la plataforma hacia el NW. El tipo de aparejo es rústico, la naturaleza de las piedras es caliza con un tamaño promedio que va de 20 cm. a 40 cm., la junta de las piedras es rústica y la argamasa que une las piedras es de tierra arcillosa. El estado y los perfiles de las piedras fueron desbastadas. Estructuralmente los muros tienen un asentado acuñado de estructura transversal, un asentado desigual de estructura


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Figura 4. Presencia de pachillas en la estructura interna del muro SE del Usno.

Figura 5. Hilada ordenada en la base del muro SE.

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de estructura vertical y un asentado variable de estructura horizontal. Por ello se observa que la técnica de construcción es compuesta y el sentido de las hiladas es semi-ordenada, de acuerdo a la clasificación de las técnicas constructivas descritas por Agurto Calvo (1980 y 1987) (Figura 3). En la estructura interna de los muros se observa presencia de cuñas o pachillas, consolidadas con argamasa de barro (Figura 4). Asimismo, hacia el lado SE, en la base, se puede apreciar hiladas superpuestas ordenadas con piedras desbastadas con forma aplanada y rectangular, también con presencia de cuñas o pachillas (Figura 5). Esta tecnología constructiva observada en el Usno, es bastante similar a las características de Llañukancha, Inga Pinkuyllunan y Qorhuani (Lagos 1999: 56, 63-65), sitios arqueológicos próximos a Tamburco en dirección al Cuzco. Particularidades arquitectónico-ceremoniales En la parte central de la cima del Usno, se puede apreciar un pequeño recinto rectangular a desnivel, que posiblemente se trataría de un receptáculo o pozo de ofrendas líquidas. Esta estructura rectangular mide aproximadamente 2.5 m. por 1.5 m. Ha sido construida con piedra semi-canteada de aparejo rústico y con presencia de cantos rodados en su interior (Figura 6).

Este receptáculo fue construido adosado y al pie de la parte superior de un afloramiento rocoso que sobresale en esta cima hacia el lado SW. Asimismo, se observa que este afloramiento rocoso de naturaleza caliza, presenta hendiduras y aristas naturales (Figura 7). Vínculos del Usno con el paisaje local La sociedad Inca, siempre tuvo en cuenta su cosmovisión al momento de planificar ciertos asentamientos. Es muy probable, en este contexto, que el paisaje local haya desempeñado un rol importante en el diseño de las plataformas ceremoniales. Planteamos los siguientes vínculos: -Por la ubicación: La plataforma Usno, como referimos previamente, se construyó en una superficie semi-inclinada al pie y hacia el SE del nevado Ampay. -Por el lugar de emplazamiento: Si bien la plataforma fue edificada al pie del nevado Ampay, esta construcción se realizó sobre un afloramiento rocoso vertical notable (más de 10 m. de alto aproximadamente). Por el tamaño de la superficie rocosa, la plataforma superpuesta rodeó por sus cuatro lados, con muros de contención, al afloramiento rocoso. Afloramiento que al ser de grandes proporciones, con forma puntiaguda en su parte superior y presentar algunas concavidades, debió tener una importancia particular.

Figura 6. Receptáculo o pozo de ofrendas del Usno de Tamburco.


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-Por el acondicionamiento arquitectónico: En este caso, la construcción por tener alrededor de 8 m. de alto, destaca en el paisaje local, visualizando cualquier acción que se lleve a cabo en su cima, desde los espacios próximos a ella. De la misma manera, una evidencia que vincula directamente con el espacio local inmediato, es la implementación de un pequeño recinto a desnivel, a manera de receptáculo adosado y al pie del afloramiento rocoso que sobresale por la cima de la plataforma (Figura 8). Este receptáculo pudo haber servido como pozo de ofrendas líquidas de connotación ritual, que por contener un relleno de piedras sueltas y cantos rodados en su interior, debió drenar fácilmente cualquier líquido hacia la roca y la parte interna de la estructura. Es decir, de modo ex profeso, el afloramiento rocoso fue cubierto en gran parte por la plataforma Usno, dejando al descubierto solo su parte superior. -Por la orientación: La orientación principal

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del Usno es hacia el lado NW a 334° de Azimut, que es hacia donde se dirige la escalinata de la edificación. Esta orientación es hacia las formaciones rocosas más altas y abruptas de la cima del nevado Ampay (5100 msnm). Del mismo modo, la orientación inversa de la escalinata, hacia el lado SE a 154° de Azimut, se orienta hacia las formaciones rocosas superiores del macizo de Yonayma y las partes altas de la zona de Lambrama. La orientación principal del Usno (a 334° de Azimut), no necesariamente tiene una implicancia astronómica directa, pero si una relación con los primeros rayos solares, todos los días del año cuando el cielo se encuentra despejado. Pues, por ser la cima del nevado Ampay el horizonte más alto de todos los cerros de la zona y ser sus formaciones rocosas de la cima las que primero se iluminan cuando sale el sol, la orientación cobra más sentido e importancia (Figura 9). -Por la presencia de material Inca en la montaña referencial: La montaña Ampay, se considera

Figura 7. Roca o afloramiento rocoso en la cima del Usno de Tamburco.


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El Usno de Tamburco: vínculos de una plataforma ceremonial Inca con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyu. Apurímac

Figura 8. Corte transversal SW-NE del Usno de Tamburco.

Figura 9. Panorámica del nevado Ampay observada desde Tamburco.

una de las más importantes de la zona de Apurímac, por su tamaño, altitud y su cumbre nevada, debiendo tener similares consideraciones por la sociedad Inca, como demuestran los hallazgos arqueológicos realizados en las cercanías de su cima. Investigaciones previas refieren evidencias de vasijas de cerámica con decoración Inca, en una cueva con el mismo nombre de Ampay, que se encuentra cercana a la cima (Lagos 1999: 43-47). -Por su ubicación sobre la ruta local: La ruta pedestre más importante que va por las faldas del Ampay, que viene de Cuzco hacia el puente Pachachaca, se denomina localmente “Ranrañan” (camino de piedra o camino pedregoso) (Lagos 1999: 66). Esta ruta viene del NE, llega hasta el Usno, atraviesa Tamburco y de ahí

continua hacia el SW. Asimismo, el Usno de Tamburco está conectado mediante el camino Inca, hacia el este con el Usno de Saywiti (Castro 2011) ó del tambo de Curahuasi (Guaman Poma 1987: 1172 [1615: fol. 1090 [1100] y Julien 2012: 153); y hacia el oeste con el Usno del tambo de Cochacajas ó Cocha Caxas (Guaman Poma 1987: 1172 [1615: fol. 1090 [1100]), que se encuentra al costado de la laguna del mismo nombre y al pie de la montaña de Corahuire (Ccorawiri) la cual figura como una huaca importante en la lista de adoratorios de Cristóbal de Albornoz (1967: 28 [1582]). Estas plataformas son ejemplos de los Usno que los Incas construían en cada quebrada (Santa Cruz Pachacuti 1995: 96-97 [1613: fol. 33v.]) que se concebían además como huacas generales de los caminos reales (Albornoz (1967: 24 [1582]).


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Figura 10. Vista panorámica y reconstrucción idealizada del Usno de Tamburco.

Conclusiones Podemos concluir que el diseño de la construcción del Usno en Tamburco, se realizó tomando en cuenta aspectos paisajísticos notables a los cuales debieron estar asociados sus aspectos rituales. Tanto la cima del nevado Ampay como la roca sobre la que se construyó el Usno debieron ser Huacas o adoratorios importantes. La forma del Usno de Tamburco, es similar a las plataformas de Curamba en Apurímac y Vilcashuamán en Ayacucho (Figura 10), pero más rústica en su construcción (Morris y Von Hagen 2011: 137). Los Usno eran considerados Huacas de los caminos reales (Albornoz 1967: 24 [1582]), en este sentido, estas plataformas monumentales con la forma descrita, constituían “escenarios” de los actos públicos llevados a cabo en cada ocasión ceremonial importante del calendario Inca, donde se recreaba una teatralidad del poder para legitimar a las autoridades protagónicas (Pino 2004: 309 y Coben 2006 y 2012). Al conectarse estas plataformas con el paisaje sagrado local, en la ruta principal del camino Inca hacia el Chinchaysuyu (Pino 2004: 309 y Julien 2012), configuraban un paisaje local, con el nevado Ampay como Huaca, como un paisaje imperial mediante la conexión con el camino y la orientación enfatizada de la plataforma Inca hacia la montaña mencionada. Esta acción de construir plataformas Inca como la de Tamburco, es una evidencia del afán de venerar y conectar simbólicamente los sitios sagrados locales de los territorios que conquistaban, creando de esta manera una red

de paisajes sagrados interconectados. La ruta del Chinchaysuyu es posible que haya sido la más importante del imperio Inca, por lo que se construyeron en ésta muchos centros importantes (Hyslop 1992: 106-108) y con mayor intensidad (Julien 2012: 163). En este sentido, un aspecto importante fue replicar características ceremoniales del Cuzco en las zonas conquistadas (Coben 2012: 226), sobre todo replicar el Usno, como el que existió en la plaza del Cuzco de donde salían los caminos en dirección a los cuatro suyus (Niles 1992: 349). De este modo, tomando como ejemplo el de Tamburco, los Usno eran puntos de confluencia de los caminos y a la vez fueron puntos de convergencia de las direcciones hacia los aspectos notables del paisaje local, puntos donde confluían y salían ciertas rutas de peregrinaje hacia las huacas integradas al imperio y que debieron usarse con mucha intensidad, sobre todo en el Chinchaysuyu. Estos puntos de confluencia de las vías peatonales, se convertirían además en puntos y centros de organización del espacio local en la cosmovisión de muchas sociedades andinas prehispánicas. Esta concepción de vías y rumbos, se puede percibir aún en algunas comunidades actuales de los Andes centrales (Urton 2006), donde los viajeros al llegar a las apachetas y a los puntos de cruce de los caminos, obligadamente se detienen a ofrecer coca y realizar libaciones con chicha o aguardiente diciendo en quechua: “maypin cruz chaypin Dios” que quiere decir “donde hay cruz esta Dios”.


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El Usno de Tamburco: vínculos de una plataforma ceremonial Inca con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyu. Apurímac

Agradecimientos Queremos agradecer especialmente al eminente historiador Lucio Castro Tamayo por el apoyo y las facilidades prestadas. Al señor Fernando Zuñiga Gutierrez ilustre alcalde de Tamburco por la hospitalidad y apoyo. A Rodrigo Carpio Challque por su apoyo y deseo de proteger el patrimonio cultural de Apurímac. A Krzysztof Makowski, Idilio Santillana y Marco Curatola por su asesoramiento. A Ramiro y Norma Matos por su apoyo y comentarios. A las honorables y aguerridas personas de Tamburco y a la distinguida Familia Moreano de Pachaconas.

RU). Lima.

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Huancasragau: un asentamiento Inca en la cuenca del río Gorgor. CajatamboLima Arturo Ruiz Estrada aruizestrada@gmail.com

Resumen El presente informe expone los resultados de una exploración arqueológica que realizamos en 1986 en el sitio de Huancasragau, distrito de Gorgor, provincia de Cajatambo, departamento de Lima. Se trata de un complejo cuya arquitectura responde al patrón de instalaciones incaicas que se distribuyeron durante la expansión estatal del Tahuantinsuyo. Las razones de su emplazamiento obedecieron a la estrategia imperial de control de áreas intermedias entre la costa y la floresta tropical. Su presencia en la región de Cajatambo significó el debilitamiento de los gobiernos autónomos locales. Palabras claves: Huancasragau, Gorgor, Cajatambo, Tahuantinsuyo, Alto Pativilca. Abstract The current report recounts the results of an archaeological exploration completed in 1986 of the Huancasragau site, in the district of Gorgor, the province of Cajatambo, in the department of Lima. This concerns an architectural complex which represents a state installation of a type associated with the imperial expansion of Tawantinsuyu. The reasons for its positioning here concern the imperial strategy of controlling intermediate areas between the coast and the tropical forest. Its presence in the Cajatambo region confirms a destabilisation of the autonomy of the local political power structures. Keywords: Huancasragau, Gorgor, Cajatambo, Tahuantinsuyo, High Pativilca. Antecedentes Prácticamente la arqueología de la región norandina del departamento de Lima y en particular de las zonas de Cajatambo y Gorgor no es conocida, razón por la cual no contamos con datos que puedan servirnos para dilucidar aspectos sociales y políticos que se dieron en dichas zonas en épocas prehispánicas. Existen relatos de viajeros como Antonio Raimondi, quien recorrió la zona y anotó sus impresiones de viaje hacia fines del siglo XIX, pero no consignó referencia alguna relacionada a sitios arqueológicos (Raimondi 1873). Para los tiempos coloniales se cita que el pueblo de Gorgor era el noveno curato de la provincia de Cajatambo. Comprendía entonces cuatro anexos: Huancapón, Palpas, Chingos y Cajamarquilla (Bueno 1951). Son también de interés los procesos de la guerra ideológica emprendida por el poder colonial contra las religiones nativas en las cuales se tocó aconteci-

mientos suscitados en Gorgor y toda la región de Cajatambo (García Cabrera 1994 y Duviols 2003). El pueblo de Gorgor estuvo integrado antiguamente en la gran provincia de Cajatambo pero al transcurrir del tiempo y con las nuevas divisiones políticas nacionales, pasó a formar un nuevo distrito pero siempre ligado a la misma provincia. A continuación ofrecemos los resultados de una exploración en la cuenca del río Gorgor por cuyas laderas se advierten varios conjuntos arqueológicos de diferentes épocas. No es posible tratar de todos estos sitios, pero intentamos presentar una primera visión del complejo arqueológico de Huancasragau cuyas particularidades arquitectónicas merecen resaltar por tratarse de una urbe andina de factura incaica. Exploración arqueológica (1986) En 1986 hicimos una exploración en los asentamientos prehispánicos más accesibles al cami-

RUIZ ESTRADA, Arturo, 2013. Huancasragau: un asentamiento Inca en la cuenca del río Gorgor, CajatamboLima. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 6: 41-48. Lima.


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Huancasragau: un asentamiento Inca en la cuenca del río Gorgor, Cajatambo-Lima

no de herradura que une los pueblos de Gorgor y Huancapón. De esa manera reconocimos en la zona de Gorgor algunos sitios arqueológicos: Gurgurjirca, Huancasragau y Siscay como asentamientos con arquitectura que sugiere la existencia de antiguas urbes en esta parte del valle. En Huancapón hicimos nuestras observaciones en los sitios de Aynancruz y Matagualpa donde registramos expresiones de arte rupestre y en las partes altas identificamos los complejos arqueológicos de Cucunragau, Gepapun, Auquimarca, Condorcayán, Lagshag,

Ratarpún y Huancapunragau. En este caso se trata de conjuntos arquitectónicos construidos de piedra y barro como expresión de la existencia de varias urbes que revelan una importante población de apreciable índice demográfico. Nuestras exploraciones en la misma zona de Cajatambo, nos permitieron identificar varios conjuntos arqueológicos como los de Tambomarca, Chiraumarca, Guarash, Shanog y Milpug, cuyos vestigios revelan ocupaciones que abarcan vastos periodos de desarrollo en esa área, desde tiempos que atribuimos al Precerámico (P.e. Milpug)

Figura 1. Localización de Huancasragau. Distrito de Gorgor, provincia de Cajatambo, departamento de Lima.


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Figura 2. Valle de Gorgor en la accidentada geograf铆a de la provincia de Cajatambo.

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Huancasragau: un asentamiento Inca en la cuenca del río Gorgor, Cajatambo-Lima

hasta la conquista del estado Inca. Después que identificáramos los asentamientos referidos, publicamos dos breves notas y un artículo para dar cuenta de la presencia del complejo de Huancasragau en la zona de Gorgor como obra de la conquista incaica; del sitio de Milpug en Cajatambo como vestigio de una ocupación precerámica y; del abrigo rocoso con pictografías de Matagualpa en Huancapón (Ruiz 1986, 1991 y 2012). Recientemente se vienen realizando investigaciones para comprender el desarrollo de la civilización en estos territorios. Sin embargo, tales investigaciones solo comprenden el curso inferior de la cuenca de Gorgor, quedando la parte alta fuera del interés de tales investigaciones. El complejo arqueológico de Huancasragau Huancasragau se localiza en el distrito de Gorgor, provincia de Cajatambo, región de Lima y

está a 3700 msnm (Figura 1). Ocupa una ladera en la margen izquierda del rio Gorgor en la parte alta del valle de Pativilca, a los pies de los macizos rocosos de Huaraca, Condorsenja y las quebradas de Cuash y Socshi (Figura 2). Específicamente Huancasragau se emplaza en una ladera al pie de las estribaciones del cerro del mismo nombre. Se accede a este sitio desde el mismo pueblo de Gorgor por un camino de herradura que comunica con los restos arquitectónicos. Todo el complejo arqueológico se encontraba cubierto de maleza y arbustos espinosos que dificultaron el acceso y obstaculizaron anotar mayores detalles. Allí distinguimos, de acuerdo a la naturaleza de las edificaciones, los siguientes sectores: 1) Un sector residencial. Los edificios principales de este sector ocupan una explanada donde hemos identificado unos 10 grandes recintos que rodean una plaza cuadrangular. Esta plaza, cuyas dimensiones son de 24.50 m. por 24.20 m.,

Figura 3. Gran recinto de planta rectangular con altas paredes construidas de piedra y barro en el complejo incaico de Huancasragau. Se ubica al pie de una ladera junto a una plaza y otras estructuras. Numerosas andenerías de tiempos incaicos se observan en la parte posterior de estos edificios.


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Figura 4. Estructura de planta rectangular elaborada con bloques canteados unidos con barro. Huancasragau.

muestra todavía el piso cubierto con lajas. Los edificios de planta rectangular están construidos a base de piedras canteadas unidas con barro mezcladas con piedras menudas. Las esquinas están bien marcadas tanto al interior como al exterior. Los bloques que conforman las paredes muestran las caras planas en ambos lados de los paramentos. Un edificio ubicado junto a la plaza, cuyas medidas tomadas al interior son de 7 m. por 2.80 m., tiene 10 hornacinas (Figura 3). Otro adyacente tiene 5 m. por 4.80 m. Un tercer edificio mide 9.65 m. de largo por 2.50 m. de ancho y conserva aún 22 hornacinas trapezoidales (Figura 4). La altura del paramento norte de esta estructura es de 5 m. Por otro lado, hemos comprobado que para el tratamiento de los bloques de los muros, en ningún caso se usó la piedra labrada y pulida como las del estilo clásico cusqueño. Es posible que hayan estado enlucidas, pero tales evidencias ya no eran visibles, salvo en algunas paredes del interior de los recintos

donde se notan vestigios de revoque de barro. Algunos de los paramentos interiores presentan hornacinas de forma trapezoidal (Figura 5) e igualmente vanos de similar estilo. 2) En la ladera inmediata hay un sector agrícola con numerosas andenerías que se distribuyen hasta la parte más alta del sitio, donde existe un estanque de planta circular y un edificio semicircular que mide 9 m. de este a oeste y 5.80 m. de sur a norte que, al parecer, habría sido un mirador. 3) Al lado oeste del estanque se ven otros edificios donde destaca un recinto que tiene 11.40 m. de este a oeste y 6.50 m. de norte a sur. La alfarería Observamos en la superficie del sitio varios fragmentos de alfarería cuyas características responden al estilo clásico cusqueño. Son fragmentos de los típicos cántaros denominados aríbalos cuya forma y decoración permite reconocerlos claramente como tales. Aparecen grandes fragmentos


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Huancasragau: un asentamiento Inca en la cuenca del río Gorgor, Cajatambo-Lima

de estos recipientes justamente hacia la plaza del sitio. La asociación de estos fragmentos con las unidades arquitectónicas constituye la prueba evidente de haberse construido Huancasragau bajo el patrón constructivo incaico. Consideraciones generales En nuestra opinión los conjuntos arquitectónicos reconocidos en las áreas de Huancapón y Gorgor responden, por un lado, a la antigua tradición edificatoria preinca de urbes con recintos de planta rectangular que predominan en el área de la actual provincia de Cajatambo. Además, entre los escombros de estos sitios observamos un tipo de alfarería denominado Cayash. Como se recuerda el estilo Cayash fue definido por la expedición científica Polaca a los Andes hace algunos años (Krzanowski 1986) y consiste en una modalidad alfarera decorada con impresiones circulares en la superficie externa de las vasijas que corresponde a los grupos sociales preinca de la región.

La presencia humana en el valle de Gorgor desde tiempos prehispánicos tempranos corrobora la importancia de esta zona como un territorio que ofrecía buenas condiciones agrícolas y presencia de pastos de altura para la ganadería de camélidos andinos. Fue, entonces, que el antiguo poblador de Gorgor supo adaptarse a esas condiciones y logró modificar y manejar su territorio para obtener mejores éxitos de supervivencia. Esas condiciones ambientales estuvieron igualmente en la mira de los conquistadores inca. El complejo de Huancasragau significa la intromisión de las huestes incaicas en el valle de Gorgor, pues las edificaciones allí presentes no hacen sino imitar a las construcciones netamente cusqueñas. Existen estructuras de planta rectangular con vanos trapezoidales, hornacinas también trapezoidales, una plaza y fragmentos de alfarería típica del estilo incaico. La elección del lugar donde se levantó Huancasragau obedeció a una estrategia política emanada del Cusco que apuntaba al control y dominio de

Figura 5. Detalle de las hornacinas de forma trapezoidal en los paramentos interiores de los edificios del complejo incaico de Huancasragau.


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los numerosos ayllus ubicados en el tramo del valle de Gorgor. La construcción de una urbe inca en dicha zona significa que sus gobernantes le otorgaron a ésta una especial importancia como para construirla según su propio modelo en razón a que allí debía residir la autoridad venida del Cusco. De no haber mediado dicha circunstancia ellos hubiesen ocupado algún pueblo tradicional del valle de Gorgor. Si consideramos la posición estratégica de la cuenca del Pativilca como uno de los valles que limita la región del Norte Chico con otros más septentrionales, así como por ser una vía fluvial que vincula, desde el punto de vista geográfico, la zona del litoral del Pacífico con la región altondina, podemos comprender la importancia de localizar un asentamiento que controlase los territorios de su entorno para asegurar el dominio cusqueño. Es posible entonces proponer que la construcción de un complejo incaico en este valle haya tenido una orientación geopolítica y económica en función a la expansión e intereses del Tahuantinsuyo. Existen varios ejemplos del accionar incaico en áreas limítrofes o en zonas de acceso a importantes fuentes de recursos tanto hacia los llanos del litoral como a las áreas nororientales de la Amazonía. En este sentido, el complejo de Huancasragau obedeció a la estrategia del gobierno cusqueño en captar áreas que facilitaran el control de otros grupos humanos, así como para tener acceso a la fuerza de trabajo y la producción de éstos. De otro lado, el emplazamiento del sitio obedece, al parecer, al control de las cabeceras de las cuencas que fluyen hacia la zona costeña, a los propios territorios de la antigua provincia de Cajatambo y hacia la ceja de selva. Para el caso de la región cajatambina se comprueba con la instalación de centros vinculados a la administración incaica en otros valles próximos como Capillapunta en Chiquián en el valle de Ambar, alturas del río Supe, o con el asentamiento de Lampastambo localizado en las alturas del pueblo de Chiquián al sur de la llamada pampa de Lampas en la cuenca del río Negro, afluente del Pativilca. Posiblemente estos centros funcionaban como los que intermediaban el flujo de productos selváticos hacia la zona costeña del Norte Chico como lo prueban los hallazgos de materiales exóticos de la floresta tropical en los cemen-

terios arqueológicos del área Chancay. Para el gobierno de los Incas debió ser estratégico intervenir en dichos puntos intermedios entre la selva y la costa, lo cual explicaría la instalación del complejo arqueológico de Huancasragau como un punto más en la cadena de centros administrativos para el control ejercido por los soberanos del Tahuantinsuyo a lo largo del territorio andino; entre otros emplazados en los antiguos dominios de la antigua provincia de Cajatambo. Desde luego que Huancasragau tuvo una menor jerarquía de acuerdo a las modestas dimensiones que tiene si la comparamos con otros centros administrativos, fuera de Cajatambo, como Huánuco Pampa o Pumpu, por ejemplo. Como la mayor parte de las urbes arqueológicas de la región de Cajatambo, advertimos que la de Huancasragau se encuentra en estado ruinoso. El sector de los andenes se hallaba prácticamente intacto pero al mismo tiempo estaba cubierto de numerosos arbustos espinosos. Su abandono debió producirse cuando el poder de los incas fue suplantado por el nuevo régimen de la autoridad hispana. Para concluir, debemos advertir que el presente informe constituye una primera aproximación al conocimiento del complejo arqueológico de Huancasragau pero los análisis mucho más detallados quedan para ser realizados en posteriores trabajos. Se requiere ejecutar excavaciones y levantamientos topográficos como también tareas de conservación que permitan poder exhibir la naturaleza de un centro administrativo construido en el valle de Gorgor y el área de la antigua provincia de Cajatambo por mandato de los soberanos incas. Agradecimientos En la exploración de Huancasragau fui apoyado por el ya desaparecido profesor Máximo Luna Jiménez quien fue un excelente guía y promotor de las investigaciones en la región de Gorgor, Huancapón y Cajatambo. Mi agradecimiento también a los señores Fermín Luna Ríos y Hernán Luna Ríos con quienes exploramos los monumentos de Huancasragau. Igualmente, agradezco al profesor Julio Cotrina, cuya desinteresada colaboración permitió la identificación de los complejos arqueológicos del pueblo de Huancapón. Bibliografía BUENO, Cosme, 1951. Descripción de las provin-


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Huancasragau: un asentamiento Inca en la cuenca del río Gorgor, Cajatambo-Lima

cias del Perú (1764-1778). En Geografía del Perú Virreinal, Siglo XVIII. Lima. DUVIOLS, Pierre, 2003. Procesos y visitas de idolatrías. Cajatambo, siglo XVII. Instituto Francés de Estudios Andinos. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima GARCÍA, Juan Carlos, 1994. Ofensas a Dios, pleitos e injurias. Causas de Idolatrías y hechicerías. Cajatambo. Siglos XVII-XIX. Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas. Cusco. KRZANOWSKI, Andrzej, 1986. Cayash Prehispánico. Polska Academia Nauk Oddzial Krakowie. Nro. 25. Polonia.

RAIMONDI, Antonio, 1873. El Departamento de Ancash y sus riquezas minerales. El Nacional. Lima. RUIZ ESTRADA, Arturo, 1986. Huancasragau: una ciudadela incaica en el valle de Gorgor. Caxatambo. Revista sobre el Folklore e Historia de la provincia de Cajatambo. Nro. 4, Año XXXII, Vol. 1: 12-15. Lima. RUIZ ESTRADA, Arturo, 1991. Antigüedad del Hombre en Cajatambo. Los Especiales de Huacho. Año 2, Nro. 16, 24 de mayo: 4-5. Huacho. RUIZ ESTRADA, Arturo, 2012. El Arte Rupestre de Huancapón. Rupestreweb. Disponible en Internet http://www.rupestreweb.info/huancapon.html [Consultado 24-05-13; 23:55 hrs.]


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¿Cuándo comenzó “a existir” el arte rupestre incaico? Victor Falcón Huayta vic1falcon@hotmail.com A la memoria de los arqueólogos Wilbert Rodrigo Rojas (cusqueño) y Marta Ruíz (argentina), estudiosos del arte rupestre de su tierra

Resumen Hace quince años un reconocido arqueólogo andinista, en una obra de síntesis sobre el arte rupestre a nivel continental, sostuvo que en el Tahuantinsuyo no se practicaban representaciones rupestres. Ahora, la mayor parte de los investigadores de esta temática estamos de acuerdo en que esa premisa estuvo equivocada. ¿Qué cambió?, ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿dónde? En este artículo esbozaremos algunas respuestas a estas preguntas a la luz de los principales avances en los estudios del arte rupestre Inca hasta la fecha. Palabras claves: Arte rupestre, pictografías, incas, historia, investigación. Abstract Fifteen years ago, an established andean archeologist maintained that there was no rock art in Tahuantinsuyo. Nowadays, almost the all rock art specialists agree that this assertion was wrong. What has changed? when? and where? In this article we will expand on some of the answers to these questions in the light of the principal advances in Inca rock art studies to date. Keywords: Rock art, pictography, incas, history, research. Introducción Hace menos de dos décadas el arte rupestre incaico eran prácticamente desconocido y menos objeto de interés sistemático en el Perú. A nivel continental, quince años atrás, se publicó por primera vez una síntesis del “Arte Prehistórico de América”, con énfasis en las representaciones rupestres. En ésta se sostenía que: “Lo único que puede darse por probado es que en el ámbito imperial incaico (ca. 1400-1532) no se practicaba el arte rupestre” (Schobinger 1997: 189 y 191). Sin embargo, desde comienzos del XVII cronistas de la talla de Felipe Guaman Poma de Ayala (1993 [1615]) y Garcilaso de la Vega (1976 [1609]), eventualmente, mencionan representaciones rupestres incaicas. En esta ocasión se hará un esbozo de estas referencias a partir de las primeras informaciones aparecidas a comienzos del XX, cuando se inicia la arqueología científica en el Perú, con la presencia

y actividad del alemán Max Uhle y del peruano Julio C. Tello. En esa época estas referencias versaban sobre los restos incaicos en las vecindades del Cusco. Hacia el otro extremo de nuestra historia reciente, los nuevos aportes en el estudio de este tipo de arte incaico, tanto en su área nuclear como en las regiones incorporadas al Tahuantinsuyo –realizadas por colegas de países vecinos como Chile y Argentina–, están modificando el supuesto antes citado. El Cusco, pionero en el estudio del arte rupestre Inca En el contexto histórico de la “República Aristocrática” peruana (1895-1919) el país intentaba marchar acorde a las pautas económicas, culturales y científicas emanadas desde Europa y Estados Unidos. Los gobiernos de entonces consideraban que para modernizar estos campos del quehacer nacional lo mejor era contar con los servicios de profesionales de esas procedencias.

FALCÓN HUAYTA, Victor, 2013. ¿Cuándo comenzó “a existir” el arte rupestre incaico? Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 6: 49-66. Lima.


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Así, se contrata en 1906 al alemán Max Uhle (1856-1944) para dar impulso a la arqueología o “prehistoria” en el país, o, en 1910, al norteamericano Albert A. Giesecke (1883-1968) para reiniciar –como Rector– las actividades de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC 2012). Las líneas previas sirven para introducirnos a la aparición de la Revista Universitaria del Cuzco, fundada por Giesecke el 15 de julio de 1912 (UNSAAC 2012). Este medio académico de comunicación trimestral llegó a tener 140 ediciones y se perfiló con cierta continuidad hasta poco más allá de mediados del siglo XX, otorgando prestigio a esa institución. En este órgano universitario y en esta época de la historia nacional, se registran un par de referencias de arte rupestre incaico cuyo nivel descriptivo preliminar se mantendría por décadas sin mayor avance en sus análisis, cuando no, ignoradas casi por completo. En la Revista Universitaria de la UNSAAC

José Gabriel Cosío, aborda la descripción de tres sitios incas en el “valle del Vilcanota”, actual “valle sagrado de los Incas”: Salapunku-Ccorihuayrachina y Torontoy. Vale la pena citar en detalle el párrafo pertinente a las pictografías: “En Salapunku hai [sic] tres cosas que ver i que en conjunto dan idea del carácter i fin de la construcción: un pequeño recinto abierto en el muro de un metro de frente, a partir de la puerta i dos de largo a derecha e izquierda; una curiosa acequia que en una pronunciadísima pendiente baja del cerro i parece venir desde el lugar de las nieves, llamada suysuyocc (el que cierne), acequia defendida de la parte que da a la quebrada por un parapeto de piedra i barro que cierra la acequia i evita que el agua se derrame en su curso i unas imágenes del SOL y de la LUNA pintadas con tierra colorada a una altura considerable con relación al camino, i que como ocurre con relación al sitio INKAPINTA [sic], a la entrada de Ollantaitambo, está en sitio inaccesible.” (Cosío 1922: 5).

Figura 1. Pictografías de Salapunku (Foto: Rainer Hostnig).


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Aquí, Cosío menciona dos sitios con pictografías rupestres que tácitamente asigna a la autoría Inca: por un lado, a las que postula como las imágenes del Sol y de la Luna del complejo ritual de Salapunku, a las cuales coloca en el contexto de un santuario dedicado al Apu nevado Suysuyocc y, por otro lado, la pictografía de “Incapinta” [sic] ubicada a la entrada de Ollantaytambo. Cabe señalar que esta sería la única fuente en donde Cosío hace referencia a las pinturas de Salapunko, pues la fuente “Cosio 1924” no ha podido ser ubicada, tanto en las bibliografía de los artículos que la mencionan (Hostnig 2006 y 2008a) así como por comunicación personal del autor que la refiere. Por su parte, el destacado estudioso del pasado incaico Luis E. Valcárcel hace referencia a estas mismas pictografías –y en esta misma revista– en los siguientes términos: “En lo alto de un peñasco, cerca al pueblo y fuerte antiguo de Tampu, los viajeros reconocen la figura de un guerrero pintada con ocre rojo indeleble. Esta representación antropomórfica es perfecta al parecer y no se remonta a las edades primitivas del petroglifo y las pictografías de la caverna. El sitio en que aparece la pintura es inaccesible, a más de 40 metros sobre la tierra. El artista debió trabajar descolgado desde la cuchilla.” (Valcárcel 1926: 13 y 14). “Pictografías de Salapunku. En peña viva a una altura de 8 a 10 m., están pintadas dos figuras: a) Un disco con 19 rayos. b) Debajo de la anterior: un cuadrado, macizo. Ambas pictografías son de un color rojo sangre. Pueden ser vistas desde el camino. En las rocas que bajan hacia el río Willkamayu, en este mismo sitio, hay también otras pictografías muy borrosas. Son líneas de diversa combinación.” (Valcárcel 1926: 14). Constatamos que en un órgano universitario cusqueño –con una continuidad no igualada al presente– se mencionaron pictografías rupestres incaicas en su contexto paisajístico, espacial y arquitectónico ensayándose hipótesis sobre su significado. Las exploraciones en territorio cusqueño prosiguieron y se noticiaron sitios con arte rupestre, principalmente petroglifos, pero sin ir más allá del reporte preliminar, dibujos a mano alzada y sin propuestas de filiación cultural (P.e. Pardo 1942). Estos párrafos servirán para ilustrarnos al respecto: “Los petroglifos estudiados, correspondientes

a los diversos sectores de la Provincia de La Convención, por el Prof. Bües, son de singular importancia; pero, desgraciadamente nada definitivo, ni aproximado siquiera podemos decir nosotros, pues, la tarea es dificilísima y el problema complejo, casi imposible de resolver, en el estado actual de la ciencia arqueológica.” (Pardo 1942: 12) “¿Qué hombres fueron los que esculpieron estos símbolos?, ¿Cómo y cuándo? ¿Qué significan? El misterio más profundo rodea estas enigmáticas inscripciones, no se puede desentrañar; y así, permanecerán eternamente, abatidas por el tiempo, lamidas por la inclemencia atmosférica, permanecerán mudas, sin revelarnos el secreto íntimo que atesoran.” (Pardo 1942: 13). Este mismo autor menciona la pictografía rupestre de Inkapintay en su itinerario a “Machupijchu” del siguiente modo: “Incapintay: en esta misma ruta, en el Km. 64 del Ferrocarril, sobre un enorme peñón contiguo a Puncu puncu, en lo alto de un roquedal, se divisa la figura de un hombre con el brazo levantado, pintado en rojo. Se trata de una importante pictografía.” (Pardo 1941: 10). Posteriormente, casi cuarenta años después de las primeras referencias en la Revista Universitaria del Cusco, César García Rosell consigna a Inkapintay en su Diccionario Arqueológico del Perú del siguiente modo: “INCA PINTAY (Prov. Urubamba) Roca pintada en rojo sobre el amarillo de la piedra, de 20 m de alto. Silueta de un guerrero, incaico.” (García 1964: 137). En resumen, se puede decir que al principio el arte rupestre en la región del Cusco fue objeto de atención por parte de académicos que lo documentaron preliminarmente pero no profundizaron en su estudio. Asimismo, los petroglifos, fueron objeto de interés y reportes por parte de profesionales de otras disciplinas y aficionados a estas expresiones culturales, con las cuales se encontraban durante sus trabajos de campo. Como por ejemplo: el ingeniero alemán Christian Bues o los misioneros Pío Aza, Vicente Cenitagoya y Joaquín Barriales (Barriales 1970: 69 y Hostnig 2006: 46). El estudio del arte rupestre desde Lima Paralelamente y en la capital del país, entre diciembre de 1962 y enero de 1963 se produjo un acontecimiento breve pero notable en el derrotero de la investigación del arte rupestre peruano, la Primera Exposición Nacional de Quilcas, efec-


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Figura 2. Paraje de Inkapintay. La flecha indica el lugar donde se ubica la pictografía (Foto: Victor Falcón).


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tuada en el sótano de la Facultad de Letras en la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), a instancias del célebre geógrafo –discípulo de Julio C. Tello– Javier Pulgar Vidal. En su calidad de Director del Departamento de Geografía de esta universidad, Pulgar Vidal llevó adelante una muestra inédita en el quehacer académico nacional presentando calcos de 24 “centros de quilcas”, como él las llamaba; 149 láminas que hacían un total de dos mil figuras que debieron constituir una excelente muestra de este género de representaciones, limitadas a pictografías y petroglifos (Pulgar Vidal 1962/1963). Cabe indicar que el geógrafo, presentó, asimismo, un mapa del Perú con la ubicación de 279 lugares donde se consigna el término “grafía” y sus topónimos representativos: quilca, quillca, quil, quilla, quirca, quelca, quellca y quell (Pulgar Vidal 1962/1963. Presentación). En cierto modo, podría considerarse como un primer inventario nacional y un intento por denominar y usar topónimos nativos del quechua como un método válido en el registro y estudio del arte rupestre peruano. El esfuerzo de Pulgar Vidal en la investigación toponímica vinculada a las quilcas o representaciones rupestres pareciera no haber calado muy hondo en el ambiente académico capitalino o sanmarquino en particular. Sin embargo, esta impresión puede deberse a la baja “masa crítica” que, entonces, tenía la comunidad de arqueólogos que residía y desarrollaba sus actividades en la capital del país. Esta situación fue cambiando paulatinamente a raíz del interés por las representaciones rupestres a nivel internacional. En efecto, al decir de Eloy Linares Málaga –otro de los estudiosos pioneros en el tema– a las expresiones rupestres se las había tratado siempre como temas exóticos o raros a los que la ciencia sólo “entraba de canto”. La abundancia de materiales de estudio, en primer lugar y de investigaciones aunque aisladas, en segundo término permitieron que en el XXXVII Congreso Internacional de Americanistas de Buenos Aires y Mar del Plata (Argentina) se realizara el Primer Simposio de Arte Rupestre Internacional (Linares 1969: 24). En este evento, Linares solicitó la sede para el II Simposio Internacional Americano de Arte Rupestre, el mismo que se realizó en Huánuco en 1967, con

el auspicio de la Universidad Nacional Hermilio Valdizán (Linares 1969: 24). Del mismo modo, este acontecimiento académico internacional no tuvo mayor repercusión en las principales universidades nacionales y el estatus de las expresiones rupestres siguió en un nivel secundario –cuando eran consideradas– y, hasta hace poco, no eran “elegibles” como tema relevante para una tesis de licenciatura. Un estudio sobre la arqueología de la sierra central del país sirvió como espacio para un capítulo que, por su intento de síntesis nacional y su actualización de lo avanzado hasta entonces, puede ser considerado como antesala para lo que sucedería en el próximo siglo. Me refiero a “Arte Rupestre”, capítulo 11 del libro Pueblos y culturas de la sierra central del Perú, editado por Duccio Bonavía y Rogger Ravines (Bonavía y Ravines 1972), dos de los arqueólogos que, desde Lima, hicieron importantes aportes al estudio del arte rupestre peruano con numerosas contribuciones en este rubro. Incluso, el segundo de los mencionados, se doctoró con la tesis Toquepala: estratigrafía y secuencia (1971), toda una rara avis en aquel entonces (Ver Hostnig 2003: 358 y 382). En esta línea cabe mencionar los trabajos que desarrollara Jorge C. Muelle en Toquepala –cueva y pinturas descubiertas por el trujillano Emilio Gonzales, un alumno de Richard Schaedel– en la década de los sesenta del siglo pasado desde el Museo Nacional de Antropología y Arqueología (actual MNAAHP), sentando un hito en cuanto a metodología y resultados en el estudio de pictografías en los Andes Centrales (Muelle 1969 y 1970). Un documento oficial importante en las dos últimas décadas del XX fue el primer inventario nacional de arte rupestre a instancias del entonces Instituto Nacional de Cultura en donde, sin embargo, se consignan sólo seis sitios rupestres en Cusco (Ravines 1986). Hasta aquí no tenemos estudios de representaciones rupestres incaicas –en particular– impulsados desde la capital del país. Luego de esta publicación el estudio del arte rupestre en el Perú sufre una suerte de parálisis debido en gran parte a las condiciones políticas y económicas por las que atravesó el país. Muchos proyectos arqueológicos importantes –sobre todo aquéllos desarrollados en la sierra– se suspenden, cuando no, se paralizan definitivamente. La desarticulación del Instituto Nacional de Cultura y la reducción a su mínima expresión


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durante la década de los noventa –en el marco de la aplicación de una política neoliberal a ultranza– termina por liquidar todo esfuerzo estatal en el ámbito del estudio y protección del patrimonio arqueológico nacional en general y, con ello, del arte rupestre en particular. No obstante a fines del siglo XX aparece un libro que intenta sintetizar lo que se había avanzado hasta entonces en el tema (Guffroy 1999). Se centra principalmente en representaciones rupestres, pictóricas y petroglifos, intentando una clasificación general. Aquí no se menciona al arte rupestre Inca. El arte rupestre Inca en el siglo XXI En el año 2003 se publica un segundo inventario nacional a iniciativa del ingeniero agrónomo austríaco Rainer Hostnig, en donde se consignan ochenta sitios con arte rupestre para el Cusco, de los cuales cuarenta y cuatro son pictografías (Hostnig 2003). Para el año 2006 esa cantidad de yacimientos rupestres, en la misma jurisdicción, se encontraba “casi duplicada” (Hostnig 2006: 46). Estas cifras nos dan una idea del nuevo brío que, a comienzos del XXI han tomado los registros de representaciones rupestres en el Cusco debido a varios factores que podemos agrupar en: 1) La presencia de proyectos de evaluación arqueológica (PEA) impulsados por mineras y obras de infraestructura en general, 2) Las tesis de estudiantes de arqueología de la UNSAAC, 3) El Proyecto Qhapaq Ñan de la filial Cusco del Ministerio de Cultura (ex Instituto Nacional de Cultura) y 4) Investigaciones individuales (Hostnig 2006: 46). En este caso, el Cusco es un buen índice para diagnosticar lo que venía sucediendo en este tema en el resto del Perú. Volviendo a las pictografías rupestres incaicas, pasaría más de medio siglo para que otro estudioso cusqueño se refiriera a Inkapintay- de manera más precisa- estableciendo su identidad, la circunstancia histórica de su ejecución y su singularidad extraordinaria en una revista cultural local de escasa circulación y que ejerció un -igualmente- escaso impacto en los estudios actuales y en la valoración de las expresiones pictográficas incaicas. Así, a principio de este siglo -casi ochenta años después de las primeras referencias- Inkapintay atrajo la atención del antropólogo cusqueño Jorge Flores Ochoa quien, por primera vez, establece

la relación entre esta pictografía y el personaje histórico Manco Inca en base a la referencia cronística de Guaman Poma de Ayala (Flores Ochoa 2001). Sin embargo, le atribuye rasgos que no ostenta, como la presencia de brazos que sostienen un escudo y una lanza, tal vez debido a que sólo le fue posible observarla desde la pista asfaltada ya que su acceso es difícil. En su inventario de 2003 Hostnig consigna este lugar como “Inka Pintayoq 1 (o Inkapintay)” y presenta el primer dibujo moderno de la imagen realizada en base a observaciones con prismáticos desde la misma pista adyacente (Hostnig 2003: 112). Por su parte, los arqueólogos de la UNSAAC Wilbert Rodrigo Rojas y Francisco Huarcaya fueron los primeros que se animaron a realizar sus tesis de licenciatura en base al relevamiento y análisis de pictografías rupestres cusqueñas empleando, incluso, algunas técnicas arqueométricas. Estudiaron las pictografías rupestres de Mant´o, Molino, Chawaytiri y Wayoq´ari asignándolas al Horizonte Tardío (Rodrigo y Huarcaya 2003). Lamentablemente, esta incipiente especialización –en el estudio del arte rupestre local, e Inca en particular– de profesionales egresados de la UNSAAC, al parecer, no ha tenido la suficiente continuidad. Sin embargo, por esos años se configuraba un interés cada vez más evidente en el estudio del arte rupestre en general que se reflejó en otra convocatoria a un evento especializado en este tipo de expresión cultural. El Primer Encuentro Peruano de Arte Rupestre1 del 2004 que organicé inspirado en mi participación en el VI Simposio Internacional de Arte Rupestre realizado el año 2003 en Jujuy, Argentina. Casi al mismo tiempo se iniciaron la serie de simposios nacionales que reúnen a los interesados en el tema cada dos años y que ha mantenido continuidad al presente. Estas fueron las siguientes: I en Cusco (2004), II en Trujillo (2006), III en Huaraz (2008), IV en Ayacucho (2010) y, próximamente, la 5ta edición se realizaría el año 2013 en la ciudad de Lima bajo el auspicio de la UNMSM. Precisamente, en el marco del Primer Simposio Nacional de Arte Rupestre de Cusco un estudio de 1

Accesible en internet (http://rupestreweb.tripod. com/epar1.html) [Consultada el 6/02/2013, 18:00 hrs.].


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Figura 3. Diseños de Mant’o. Redibujado de Rodrigo y Huarcaya 2003.

representaciones rupestres antropomorfas incaicas relacionadas a su expansión imperial fue presentado por Arturo Ruíz. El sitio de “Chanque”, ubicado en el distrito de Olto, provincia de Luya, región de Amazonas, es –sostiene el autor– “uno de los centros de arte rupestre más extensos de la región… conocido hasta ahora” (Ruíz 2007: 98). Aunque los resultados fueron presentados con carácter preliminar, los fundamentos de este artículo son útiles para esbozar una metodología de investigación multidisciplinar que aportaría significativamente al entendimiento del arte rupestre Inca y las diferentes estrategias de incorporación y dominio del Tahuantinsuyo en los Andes. En conclusión, el autor sostiene que “No sería pues desatinado afirmar que en tiempos incaicos se registraban mediante pinturas en las rocas, la presencia de los conquistadores quechuas en las nuevas regiones incorporadas” (Ruíz

2007: 108). En el año 2004 y dentro de un amplio estudio sobre La abstracción andina y las imágenes coloniales de los queros (primera edición en inglés, 2002) el norteamericano Thomas Cummins pasa revista a dos pictografías mencionadas por cronistas andinos, una de las cuales era bastante “conocida”: Inkapintay y la otra la llamaremos provisionalmente como “los cóndores”, ambas de indudable factura incaica y con contexto históricos y mentores identificados (Cummnis 2004: 183-184). Ofrece, asimismo, un dibujo que ilustra la pictografía de Inkapintay hecho por Jhoann Moritz Rugendas en 1844, pero redibujado del original. Es el suizo Jean-Pierre Protzen quien ofrece la reproducción fidedigna del esbozo de Rugendas en el marco de su estudio sobre la Arquitectura y construcción incas en Ollantaytambo (Protzen 2005: 331). A pesar de ser referencias en el contexto de estudios más amplios,


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Figura 4. Uncu y tumi (cuchillo ceremonial) de Chanque (Foto: Arturo Ruíz Estrada).

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Figura 5. Pictografía de Q’chuqaqa, Urubamba, Valle de Yucay, Cusco (Foto: Rainer Hostnig).

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estos dos investigadores ofrecen valiosos comentarios y documentos para reflexionar en torno al arte rupestre Inca. En el 2006 se realizó el VII Simposio Internacional de Arte Rupestre en Arica, Chile. En este marco se debe mencionar el importante enfoque de Tantaleán y Pinedo sobre los petroglifos del valle medio del río Mala, departamento de Lima, durante la ápoca Inca (Tantaleán y Pinedo 2009). Los autores contextualizan el “corredor” o vía natural de comunicación en que se habría constituido el valle de Mala –para comunicar la sierra (Huarochirí, Yauyos) con la costa central– entramándose con caminos transversales hacia el norte (Chilca) y el sur (Omas), los cuales fueron formalizados o refor-

zados durante la época Inca mediante asentamientos imperiales estratégicamente ubicados y articulados con esta malla de caminos. Los petroglifos se hallarían complementando este sistema incaico de dominio territorial (Tantaleán y Pinedo 2009: 178). En el mismo año (2006) Rainer Hostnig publica “Distribución, iconografía y funcionalidad de las pinturas rupestres de la época Inca en el departamento del Cusco…” en donde presenta los antecedentes históricos de los aportes sobre el tema, en lo que puede ser considerado el área nuclear del Tahuantinsuyo, en donde identifica 25 sitios “que pueden adscribirse –con alta probabilidad en unos casos, y con certeza, en otros– al periodo incaico del Cusco…”, asimismo ensaya compara-

Figura 6. Representación incaica de Inkapintay (Foto: Victor Falcón).


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ciones iconográficas y una clasificación de las pictografías de acuerdo a su función, subrayando el carácter preliminar de su aporte (Hostnig 2006: 47). Posteriormente, un poco más cauto, el autor publica representaciones rupestres de “posible filiación Inca” en un web site especializado en arte rupestre (http://www. rupestreweb.info/). En síntesis, sus estudios se realizaron a través de visitas y registros preliminares a los sitios de arte rupestre Inca del valle de Yucay y zonas vecinas al Cusco, desarrollando un estudio específico para el sitio de Mant´o (Hostnig 2008a y 2008b). Por nuestra parte, en el 2008 nos interesamos por Inkapintay y en el 2009 ascendimos hasta la pictografía para examinarla de cerca. Realizamos algunos hallazgos que sólo se pueden discernir con una observación in situ de la imagen. En síntesis, pensamos que esta pictografía atribuida a Manco Inca se sustenta en una tradición iconográfica y técnica de sólidos antecedentes prehispánicos, estimulados por el trance violento de un conflicto y/o suscitado por la conquista española. Esta vez en el rol de conquistado y perseguido, Manco habría intentado una respuesta, a la vez tradicional e innovadora, contextuada en la llacta que fortificó y defendió por unos meses del asedio español y sus aliados aborígenes. Este no es sino un episodio histórico que explicaría esta imagen en el contexto de Ollantaytambo, de la lucha de resistencia y rechazo a los hispanos y del paisaje circundante que refuerza su mensaje y simbolismo (Falcón 2010). Finalmente, cabe mencionar la presentación de un hallazgo que, se postula, sería la escena rupestre mencionada por Garcilaso de la Vega cuando refirió: “Y fue que en una pena altisima, que entre otras muchas hay en el paraje donde su padre paro cuando salio del Cuzco retirandose de los Chancas, mando pintar dos aves que los indios llaman cuntur, ... Dos aves de estas mando pintar. La una con las alas cerradas y la cabeza baja y encogida, como se ponen las aves, por fieras que sean, cuando se quieren esconder; tenia el rostro hacia Collasuyu y las espaldas al Cuzco. La otra mando pintar en contrario, el rostro vuelto a la ciudad y feroz, con las alas abiertas, como que iba volando a hacer alguna presa. Decian los indios que el un cuntur figuraba a su padre, que habia salido huyendo del Cuzco e iba a es-

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conderse en el Collao, y el otro representaba al Inca Viracocha, que habia vuelto volando a defender la ciudad y todo su Imperio.” (Garcilaso [1609] 1976). El posible hallazgo de la pictografía descrita por Garcilaso fue presentado formalmente en dos ocasiones, la primera de ellas en el XVI Congreso Nacional de Estudiantes de Arqueología (Cusco, 13-18 de octubre de 2008) y, la segunda, en el XVII Congreso Peruano del Hombre y la Cultura Andina y Amazónica (Huacho, 22-27 de agosto de 2011) la que tuvimos ocasión de presenciar. Previamente, había sido referida como “Sitio s.n. (Los Cóndores)” señalándose que “En octubre de 2006, sin embargo, un joven arqueólogo del Cusco de apellido Valencia me informó haber encontrado restos de pintura rupestre en la zona de Oropesa –la cabeza y el cuello de un cóndor que según él representarían el panel descrito por Garcilaso de la Vega” (Hostnig 2006: 52, 53). No conocemos un informe o artículo detallado sobre esta pictografía, pero cabe mencionar que, por lo que observamos en la ponencia de Huacho, gran parte de ésta se encuentra cubierta –y protegida– por una fina capa de barro que impide apreciar la representación rupestre de manera integral, dejando expuesta solamente pequeños sectores que podrían mostrar rasgos de un ser ornitomorfo pero –como lo expresamos a Jhon Valencia Córdova– no de un cóndor, al menos no en forma clara. En una nota titulada “El cóndor de Viracoha” (Echevarría 2008) se denomina al sitio “Condorqaqa”. La primera presentación formal, arriba indicada, estuvo bajo la autoría de los arqueólogos cusqueños Jhon Valencia Córdova y Zenobio Valencia García. En el año 2004 Zenobio Valencia García, en el marco de un proyecto financiado por el fondo contravalor Perú/Francia, realiza el descubrimiento de un sector de andenes decorados con camélidos blancos, un tipo singular de arte rupestre denominado “arquitectual” en Choquequirao. Camélidos estilizados definidos a través de bloques de piedra blanca que, asimismo, constituyen la mampostería de los muros de contención del andén. Este hallazgo ha merecido amplia atención y presentaciones públicas, así como también, una serie de publicaciones en los últimos años (2005-2012) que tienen por autores a los peruanos Zenobio Valencia García, Gori Tumi Echevarría, además del arqueólogo francés


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Figura 7. Llama blanca de Choquequirao (Foto: Harleyca-Wikipedia).

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Patrice Lecoq y la arqueóloga chilena Marcela Sepúlveda. Estos aportes van desde exposiciones detalladas de las representaciones en su contexto arquitectónico e histórico (Echevarría y Valencia 2008, 2010, 2011 y 2012), hasta contextualizaciones más amplias a nivel del área andina (Lecoq 2009 y Sepúlveda 2008). El contexto regional de la investigación del arte rupestre Inca Veamos ahora qué pasó a nivel sudamericano con respecto al arte rupestre Inca. Hace poco más de una década se sostenía que: “poco se sabe acerca del arte rupestre durante este período. No sabemos si esto es resultado de un sesgo debido a la monumentalidad de las obras arquitectónicas, la enorme riqueza artesanal y la complejidad social de la época, o simplemente la evidencia de su escasa importancia cultural.” (Gallardo y Vilches 2001: 35). Se admitía, sin embargo, que ciertas obras que simulan campos y canales tallados sobre rocas hablaban: “a favor de la estrecha interacción promovida por los funcionarios del Inka para maximizar la ganancia arrancada al trabajo de la población local, también sugiere una intervención en el campo de la reproducción simbólica y social de estas comunidades, pues la uniformidad de esta producción serial permitía un equilibrio entre las imposiciones del poder central y la relativa libertad de los dominados de crear beneficios a nivel del propio imaginario comunal.” (Gallardo y Vilches 2001: 37). Hace siete años otra obra de síntesis señalaba que: “Sin lugar a dudas, y tal como lo han considerado otros investigadores, el arte parietal no fue una manifestación artística de mucha trascendencia para los inkas ya que no dejaron importantes vestigios de ellas en los diversos suyos o provincias ocupadas.” (Podestá et al. 2005: 41). Aunque los autores admitían que: “al aparente escaso interés del Inka por ejecutar arte rupestre, se le suma la dificultad por parte de los investigadores en identificarlo y así poder distinguirlo de expresiones más antiguas.” (Podestá et al. 2005: 43). Lo cual parecía ser un problema que tendría que ver más con la ausencia de metodologías adecuadas para captar, registrar e interpretar las diferentes modalidades del arte rupestre Inca –o expresiones rupestres estimuladas por la

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presencia incaica– a lo largo y ancho del Tahuantinsuyo. Se han realizado estudios de arte rupestre relacionado con los incas y su expansión en la quebrada de Humahuaca –noroeste argentino– haciendo énfasis en la teoría del paisaje y la simbología asociada a las sociedades conquistadoras imperiales (Hernández Llosas 2006 y Williams 2008). Una perspectiva similar ha sido aplicada para el norte de Chile a través del estudio de los petroglifos asociados al Qhapaq Ñan, asentamientos agropastoriles y rutas de caravaneros en un contexto geográfico de desierto (Berenguer et al. 2006; Sepúlveda 2004; Valenzuela et al. 2004). Tal vez, más evidentes y tajantes son los aportes de Ruiz (2002) y Ruiz y Chorolque (2007) sobre la filiación Inca de algunas escenas del arte rupestre de “Rinconada” (Jujuy, noroeste argentino), concretamente de personajes antropomorfos vestidos con uncus con íconos incas según dibujos de Guaman Poma de Ayala (1993 [1615])– del llamado “Panel Boman” y “Alero de los unkus”. Gracias a las referencias de Betanzos (1987 [1551]) se plantea que el “Panel Boman” testimoniaría el paso de Thopa Inka Yupanqui por esas regiones (Ruiz 2002: 204 y Ruiz y Chorolque 2007: 145 y 146). Cuando las relaciones que se pueden establecer entre las imágenes y la filiación Inca, definidas por su recurrencia en cualquier soporte no son claras, vale decir, cuando no son tan obviamente “incaicas”, se han desarrollado planteamientos que inciden en análisis espaciales. Por ejemplo, los campos de petroglifos en la zona central de Chile (cuenca superior del río Aconcagua), donde la diferenciación de una semiótica y conjuntos iconográficos vinculados a culturas del periodo “intermedio tardío” (local) y “tardío” (Inca) pueden segregarse claramente, con la particularidad que las ejecuciones del último de los periodos no sean necesariamente supervisadas por agentes del Tahuantinsuyo, sino por pobladores locales impactados por su presencia (Troncoso 2004 y 2005). Este es, en términos generales, el estado de los avances en la investigación del arte rupestre Inca. En este contexto se llevó a cabo el simposio “Arte rupestre incaico: evaluaciones y posibilidades”, en el marco del Congreso Internacional, Arqueología y Arte Rupestre, 25 años SIARB- IX SIAR (Simposio Internacional de Arte Rupestre),


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Figura 8. Personajes con bandas aserradas, presiden el “Panel Boman”. Redibujado de Ruíz y Chorolque, 2007.

realizado en la ciudad de La Paz entre el 25 y 29 de junio de 2012. Se fundamentó en que: “Durante los últimos años, a partir de una serie de investigaciones realizadas tanto en los alrededores del Cuzco, como en diferentes territorios del Tawantinsuyu, diversos autores han planteado la existencia de un arte rupestre de época incaica. Sin embargo, no hay todavía un consenso sobre la factibilidad ni la idoneidad de tal asignación. Es así como, mientras, por un lado, las amplias secuencias de producción de arte rupestre registradas en algunos territorios conducen a preguntarse por qué no se habría producido este tipo de manifestaciones visuales durante el Período Tardío (Período Inca); por otro lado la ausencia de claros referentes visuales que corten todo el espacio del imperio (como ocurre en cierta medida, con la arquitectura, la vialidad, la cerámica, los textiles, etc.) levanta dudas sobre la posibilidad real de un arte rupestre incaico.” (Strecker 2012: 79). Asimismo, en esta reunión se pretendió definir las metodologías que permitan detectar esta producción visual inca, directa o indirecta, así como, “las dinámicas que este tipo de

materialidad alcanza en las diferentes provincias del Tawantinsuyu” (Strecker 2012: 79). El Simposio fue coordinado por Andrés Troncoso de la Universidad de Chile. Se presentaron ocho ponencias, cinco de colegas de Chile, una ponencia de Argentina, otra de los Estados Unidos y, una invitación inesperada, nos permitió exponer un póster sobre el tema. Como se puede ver, el interés de los colegas de Chile es notable, lo cual se deduce también de la continuidad de los autores en el estudio de estas representaciones en los periodos vinculados, las materialidades correspondientes y el desarrollo de metodologías específicas, al punto que han conformado casi una corriente o grupo de estudio especializado en la temática con importantes aportes. Conclusiones Desde luego, la intención del título de este artículo fue provocar y se refiere a una “existencia” de las representaciones rupestres incaicas para la sociedad que ahora las observa luego de siglos, tanto desde el punto de la arqueología como del “patrimonialista”. Desde que las representaciones rupestres incaicas –o realizadas en el marco de la gestación y expansión del imperio del Ta-


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Figura 9. Andrés Troncoso y Paola González. Simposio “Arte rupestre incaico: evaluaciones y posibilidades”. IX SIAR (Simposio Internacional de Arte Rupestre), La Paz 2012. (Foto: Victor Falcón).

huantinsuyo– parecen tener diferentes motivaciones, lugares y ocasiones la posibilidad de esbozar un cuadro que registre su complejidad y matices aún parece estar más adelante. Sin embargo, la historia de su investigación nos muestra que: a) su estudio evoluciona en correlación con las disciplinas histórico sociales y, en particular, de la arqueología, b) avanza hacia un mayor nivel de especialización en su abordaje, registro y análisis, c) se deja entrever una mayor complejidad de los contextos históricos y materiales de las representaciones rupestres y, por ende, de su explicación y d) demanda una mayor aplicación de enfoques interdisciplinarios. Otra conclusión importante es que puede señalarse a los primeros años del presente siglo el momento histórico en donde se da un incremento en el interés y dinámica en los estudios sobre el arte rupestre Inca en la región. Lo cual podría contextualizarse en el mayor auge que toman las investigaciones arqueológicas en general, aunado al periodo de crecimiento económico sostenible y plena democratización, particularmente, en el Perú. Además, volvemos a insistir, la diversidad y la complejidad de este

tipo de representaciones durante el Tahuantinsuyo –y un poco más allá, en la Colonia– puede asumir matices tan amplios, variados y sorprendentes como su corta historia. Hay que decir, finalmente, que en la actualidad los arqueólogos más especializados y sostenidamente dedicados al estudio de las representaciones rupestres incaicas –o estimuladas por su presencia y/o interacción con los pueblos que conquistaba– se encuentran en las áreas que podrían considerarse más alejadas del “núcleo” del Tahuantinsuyo (Chile y Argentina). En este sentido, quedan por hacer mayores esfuerzos en el Perú para desarrollar estudios más intensos y análisis más finos de este tipo de expresiones culturales incaicas y, de este modo, a través de la compulsa y discusión de los resultados en diferentes regiones, seguir avanzando productivamente en los simposios especializados que, de forma notable e interesante, aún se realizan exclusivamente en los países andinos. Agradecimientos Agradezco al Dr. Arturo Ruíz Estrada, al Ing. Rainer Hostnig y a Francisco Merino Jiménez, así como, a los revisores de esta revista por la


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gentileza de sus aportes que han mejorado este artículo. La versión preliminar de este trabajo fue presentado en el marco de la conferencia Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios (22 de setiembre de 2012) desarrollado en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y organizado por la revista Haucaypata, investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. La responsabilidad del recuento histórico es del autor. Bibliografía BARRIALES, Joaquín, 1970. Petroglifos y restos de una cultura en el río Sihuaniro. Boletín del Seminario de Arqueología. Nro. 5: 69-71. Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva Agüero. Lima. BETANZOS, Juan de, 1987 [1551]. Suma y narración de los incas. (Editado por María del Carmen Martín Rubio). Atlas. Madrid. RAVINES Rogger y Duccio BONAVIA, 1972. Arte Rupestre (Capítulo 11). En: Pueblos y culturas de la sierra central del Perú: 129-139. (Editado por Duccio Bonavía y Rogger Ravines). Cerro de Pasco Corporation. Lima. COSIO, José Gabriel, 1922. Estudios arqueológicos: Salapuncu - Ccorihuayrachina y Torontoy, restos históricos. Revista Universitaria. Año XI, Junio, Nro. 37: 3-10. Universidad Nacional San Antonio Abad. Cuzco. CUMMINS, Thomas, 2004. Brindis con el Inca. La abstracción andina y las imágenes coloniales de los queros. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Embajada de los Estados Unidos de América y Universidad Mayor de San Andrés. Lima. ECHEVARRÍA López, Gori Tumi, 2008. El Cóndor de Viracocha. Accesible en Internet https://groups.google. com/forum/?hl=es&fromgroups#!topic/ apar_peru/hACEA1mHb00 [consultado 30/07/2012; 18:36 hras.]. ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi y Zenobio VALENCIA GARCÍA, 2008. Arquitectura y contexto Arqueológico, Sector VIII, andenes “las llamas” de Choquequirao. Investigaciones Sociales. Nro. 20: 63-83. Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional

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El incómodo patrimonio arqueológico en la “modernización” de Lima: construcción de túneles, la ampliación de la avenida Javier Prado Este y la afectación de Puruchuco-Huaquerones Rodolfo Monteverde Sotil laspuertas48@gmail.com

Resumen El complejo arqueológico de Puruchuco-Huaquerones, tardíamente ocupado por los incas, está localizado en el distrito limeño de Ate. Por más de 30 años se ha pretendido alterarlo físicamente para prolongar la avenida Javier Prado Este, en pro del “desarrollo y modernización” de la ciudad. Destrucción que ha sido promovida por alcaldes de Lima y Ate y respaldada por el ex Instituto Nacional de Cultura y hoy por el Ministerio de Cultura. Pero su afectación no es un caso aislado ni nuevo en el desarrollo urbano de Lima. Por tal motivo exponemos una síntesis de las intenciones por destruir otros sitios arqueológicos para realizar obras públicas en la ciudad y analizamos los antecedentes y el actual contexto de la futura alteración de Puruchuco-Huaquerones, donde el interés económico de empresas privadas prima sobre su protección e investigación. Palabras claves: Puruchuco-Huaquerones, distrito de Ate, avenida Javier Prado, Ministerio de Cultura. Abstract The archaeological site of Puruchuco-Huaquerones, was a late feature of Inca activity in the Lima district of Ate. For more than 30 years a pretence has been maintained in which its physical location was shifted to facilitate the extension of the avenue of Javier Prado East to ‘benefit’ the development and modernisation of the city. This represents a destructive process which has been encouraged by the mayors of Lima and Ate and supported by the former National Institute of Culture, the present Ministry of Culture. This case is neither unique nor new in the urban development of Lima. For this reason we develop a synthesis of the motivations and intentions involved in the destruction of other archaeological sites in the execution of public works in the city and analyse the antecedents and present context of planned future changes to Puruchuco-Huaquerones, where the economic interests of private companies again wins out over its protection and investigation. Keywords: Puruchuco-Huaquerones, district of Ate, Javier Prado avenue, Ministry of Culture. Introducción En el 2011 el arqueólogo peruano Ramiro Matos comentó: “El camino inca, nuestro camino, acorta distancias…; el camino moderno las alarga” (Soto 2011: 68). Y no se equivocó. Sus palabras podrían muy bien sintetizar la polémica que ha dividido a arqueólogos, vecinos del distrito limeño de Ate y opiniones en general ante la intención, desde hace varias décadas, de alterar físicamente parte del sitio arqueológico de Puruchuco-Huaquerones, para ampliar la avenida Javier Prado Este, una de las más importantes vías de circulación de Lima. Intención que pronto será realidad; ya que la

propuesta de la Municipalidad de Ate ha sido respaldada por el Ministerio de Cultura. La actitud frente al patrimonio nacional no ha sido nada positiva en los últimos 90 años. Según Narvéz sf [en línea] la destrucción del patrimonio arqueológico inmueble de la capital peruana, desde las primeras décadas del siglo pasado, se debe principalmente a la acción de las urbanizadoras; al Estado y municipios cuando construyen obras públicas; a invasiones y a la reconstrucción de sitios arqueológicos para su habilitación al turismo. A las cuales podríamos agregar que muchas huacas en Lima, y en general en todo el país, han sido convertidas, por los propios vecinos, en

MONTEVERDE SOTIL, Rodolfo, 2013. El incómodo patrimonio arqueológico en la “modernización” de Lima: construcción de túneles, la ampliación de la avenida Javier Prado Este y la afectación de Puruchuco-Huaquerones. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 6: 67-91. Lima.


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El incómodo patrimonio arqueológico en la “modernización” de Lima: construcción de túneles, la ampliación de la avenida Javier Prado Este y la afectación de Puruchuco-Huaquerones

informales vertederos de basura o en improvisadas losas deportivas. Estos factores no siempre se han dado por aislado y en muchos casos han perjudicado de una u otra forma, sincrónica y diacrónicamente, al patrimonio arqueológico inmueble de Lima. Donde las huacas han sido vistas, por los encargados en llevar a cabo la construcción de alguna obra pública o privada, formal o informal, como piedras en el camino que obstaculizan el “progreso y la modernización” de esta ciudad1. “En el país se desconoce cuántas [huacas] quedan,... la falta de presupuesto para un plan de conservación les da un destino incierto… en Lima son pocas las huacas conservadas, muchas de ellas por participación de la empresa privada y proyectos gubernamentales…” (Luis Cáceres, en Las huacas, lugares sagrados… 2012 [en línea]); lo cual evidencia la poca voluntad del Estado para proteger su patrimonio. Además, resalta el problema técnico metodológico para su registro y delimitación por parte del Ministerio de Cultura; ya que “… la mayoría de los sitios son declarados patrimonio cultural de la Nación, pero no se indica cuál es su área intangible. De esa omisión se aprovechan invasores y urbanizadores para violentarlas, también alcaldes para construir sobre ellas parques y campos deportivos… Los sitios que no han sido declarados patrimonio cultural prácticamente desaparecen por estar abandonados a su suerte…”. (Cristian Vizconde, en Las huacas, lugares sagrados… 2012 [en línea]). 1

La expansión urbana moderna no solo afecta al patrimonio arqueológico sino también a viviendas construidas en diversos estilos arquitectónicos, como el neocolonial, durante el siglo pasado, que bien pudieron haber sido consideradas por el Estado como patrimonio cultural inmueble republicano, evitando de alguna forma su destrucción. Estas viviendas estaban ubicadas, principalmente, en importantes avenidas de Lima. Luego de haber sido vendidas por sus propietarios a empresas inmobiliarias y de haber sido derrumbas se construyeron enormes edificios multifamiliares o empresariales. Estos últimos pueden llegar a tener más de 30 pisos. De esta manera hoy grandes avenidas limeñas como Javier Prado, Salaverry, Arequipa, entre otras, lucen modernos edificios o, sin exagerar, en cada dos cuadras se está realizando la construcción de un nuevo inmueble.

Por eso no llama la atención que de los monumentos arqueológicos que existían en algunos distritos de la capital como Lima, Breña, San Miguel, Pueblo Libre y Magdalena del Mar, sólo el 27% sobrevivía hacia 1994 (Narváez sf [en línea]). Luego de nueve años del estudio de Narváez, es muy probable que el porcentaje de destrucción del patrimonio arqueológico inmueble limeño haya aumentado considerablemente ante la vista y paciencia, y muchas veces bajo el “amparo”, de los órganos competentes del Estado encargados de su protección, a razón de los factores mencionados en los párrafos superiores. A continuación, a manera de antecedente, haremos una breve síntesis de la destrucción paulatina, durante casi 100 años, de la huacas Concha y San Marcos; esta última, en años reciente, iba a ser afectada cuando la Municipalidad de Lima pretendió ampliar la avenida Venezuela. Finalmente nos centraremos en la futura destrucción parcial de Puruchuco-Huaquerones, un importante sitio con ocupación pre Inca e Inca; ya que en breve se iniciará la prolongación de la avenida Javier Prado Este y la construcción de dos túneles a través de su área declara intangible en 1985 y Patrimonio Cultural de la Nación en el 2001. Antecedentes: huacas Concha y San Marcos (UNMSM) La Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) se encuentra localizada en el cruce de las avenidas Venezuela y Universitaria en el distrito de Cercado de Lima. En los años 20 del siglo pasado se habilitó la Venezuela, ex Progreso, sobre un antiguo camino de hacienda que cruzaba una sección baja de la huaca San Marcos. La obra provocó serios daños a la huaca, estructurales y paisajísticos, ya que se cubrieron sus taludes y toda el área intervenida con cemento y material moderno. Además la nueva avenida separó la huaca San Marcos y huaca 21, que prácticamente estaban unidas (Echevarría 2008 [en línea]) (figuras 1 y 2). En 1938 el Gobierno propuso, por Resolución Suprema, la construcción de un nuevo Estadio Nacional (El plan del nuevo estadio 1938: 19); convirtiéndose así en un proyecto político deportivo nacional (Meza 2009: 248). La localización y construcción del Estadio, al oeste de la ciudad, se correspondía a la expansión urbana de Lima de fines del 30. Esta zona fue proyectada como un nuevo espacio urbano con residencias, estable-


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Figura 1. Foto desde el NW de la huaca San Marcos tomada en 1994. Echevarría 2008 [en línea].

Figura 2. Sección de la huaca San Marcos destruida en la ampliación de la Av. Venezuela en el siglo pasado. Foto de Julio C. Tello 1999, en Echevarría 2008 [en línea].

cimientos industriales y comerciales y espacios deportivos y recreativos (Meza 2009: 249). La obra del Estadio estuvo a cargo del Ministerio de Fomento. Luego que el Estado aprobó los planos se inició su construcción, que duró tres años (Meza 2009: 248). Durante los trabajos se desbastó el talud de la huaca Concha, se levantaron tribunas occidentales sobre el mismo y se destruyó su cima, rebajándola 16 m. para usarse como material de relleno (Narváez sf [en línea]) (figura 3). En 1951 el Gobierno del Perú le cedió a la UNMSM el Estadio Nacional (hoy Estadio San Marcos) y el área arqueológica de la zona (parte del Complejo Maranga) para que construyera su campus (Meza 2009: 243). De esta manera el Estadio, las huacas San Marcos y Concha y otros monumentos arqueológicos quedaron dentro de su perímetro. Muchos de ellos fueron destruidos cuando se erigieron los pabellones universitarios (Narváez sf [en línea]). A fines de 1989 se inició la ampliación de la avenida Universitaria. Durante los trabajos se afectó un tramo de camino prehispánico, cerca de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), a pesar que se plantearon varias opciones como la de construir un puente aéreo sobre él para preservarlo. Sin embargo, sin hacer caso a los reclamos, el entonces alcalde de Lima, Jorge del Castillo, mandó destruir un amplio sector del camino, que hoy ya no existe2. Además, durante la extensión de la avenida hacia la UNMSM, quedaron expuestos varios fardos funerarios (Narváez sf [en línea] y Orrego 2012 [en línea]).


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Figura 3. Evidencias arqueológicas dentro de la UNMSM. Nótese la construcción del Estadio sobre la huaca Concha. Tomado de Echevarría 1995 [en línea].

En los 90 el Gobierno de Alberto Fujimori firmó un convenio con la UNMSM para remodelar el Estadio San Marcos. La obra fue ejecutada por la Corporación de Ingeniería Civil (Echevarría 1995: 37 [en línea]). Se hicieron dos grandes forados en la huaca Concha (30 m. por 10m. y 14 m. de profundidad) para construir baños, estacionamientos, etc.; aflorando instantáneamente material arqueológico3 (Echevarría 1995: 37 y 38 [en línea]). A pesar de las protestas de la Escuela de Arqueología de esta casa de estudios, de la prensa, dos procesos penales y multas por parte del Instituto Nacional de Cultura (INC), continuaron los trabajos, cuyos costos se elevaron a 3 millones de dólares. La inestabilidad de la hua2

Hoy el único tramo de camino prehispánico de la zona es el que está dentro del campus de la PUCP. 3 El arqueólogo Echevarría elaboró un análisis de estos materiales que fueron protegidos y rescatados íntegramente, por los estudiantes del primer año de arqueología de la UNMSM, en agosto de 1993 (Echevarría 1995: 37 [en línea]).

ca ha impedido que hasta la fecha se estrene deportivamente este Estadio. Sin embargo, es alquilado por la UNMSM para la realización de eventos musicales. En el 2008 la Municipalidad de Lima, durante la gestión de Luis Castañeda, tenía planeado ejecutar la ampliación de la avenida Venezuela y construir un bypass (avenidas Venezuela y Universitaria) con el financiamiento de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (Tavera [en línea]). Luego de llegar a un acuerdo con el Municipio, la UNMSM cedió, en el 2007, 28 mil m² de su propiedad para la ejecución de la obra (Espejo 2008c [en línea]) (figuras 4 y 5). Pero los encargados de las obras y las autoridades sanmarquinas, de entonces, no tomaron en cuenta que estas afectarían parte de la huaca San Marcos y otras aledañas (Echevarría 2008 [en línea] y Espejo 2008b [en línea]) o tal vez no les importaba; ya que: (1) en el 2007, cuando la arqueóloga Ruth Shady se percató del peligro que sufriría la huaca San Marcos advirtió personalmente y envió cartas al rector de la UNMSM Luis Izquierdo, a la Municipalidad de Lima y al


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Figura 4. Las líneas rojas indican la proyección de la ampliación de la Av. Venezuela. En el 2008 la Municipalidad de Lima pretendía cortar la huaca San Marcos y afectar las huacas aledañas. La línea blanca indica el antiguo muro perimétrico de la UNMSM. Basado en Echevarría 2008 [en línea].

Figura 5. Ampliación de la Av. Venezuela que afectaría la huaca San Marcos en el 2008. Tomado de Tavera sf [en línea].


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INC, pero nunca recibió respuesta alguna (Espejo 2008a [en línea]); (2) el Municipio no mostraba, en los planos de la obra, la localización de las huacas (Shady, en Espejo 2008a [en línea]) y; (3) la entonces directora del INC Cecilia Bákula comentó: “A lo largo del tiempo, mucho material arqueológico se ha destruido, es el riesgo de la modernidad” (Espejo 2008a [en línea]). Es así, que tanto Izquierdo como los representantes de la Municipalidad mentían a la opinión pública negando que se fuera a destruir la huaca San Marcos. Cuando en realidad su destrucción parcial había sido planificada desde un inicio. Por ejemplo: Los ingenieros hicieron marcas en el muro perimétrico que rodea la huaca y la asesora de proyectos de la Municipalidad de Lima, Carola Cuadros, aseguraba que “…la comuna capitalina no debe hacer ninguna evaluación arqueológica… porque las obras que se ejecutan no comprometen a ningún monumento…” (Espejo 2008a y 2008c [en línea]). Además, según estudios de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y el Colegio de Ingenieros de Lima (CIL) el bypass carecía de sustento técnico; ya que el flujo vial en la zona no lo requería (Gavidia 2008 [en línea] y Espejo 2008c [en línea]) y que la mejor opción para salvaguardar la huaca San Marcos era construir una rotonda (Gavidia 2008 [en línea]). Luego que el rector de la UNMSM, tardíamente se retractara de su apoyo a la obra, que la Municipalidad obstinadamente se empeñara en seguir adelante (Espejo 2008b y c [en línea]) y de una acalorada y casi heroica defensa de los estudiantes sanmarquinos, se logró anular las intenciones ediles y salvar la integridad de las huacas. A la actualidad la obra, mal planificada y atentatoria contra el patrimonio arqueológico, ha quedado inconclusa y abandonada, es zona de alto índice delincuencial debido al poco alumbrado eléctrico y genera caos vehicular que pone en peligro, diariamente, la vida de los estudiantes universitarios. La prolongación de la avenida Javier Prado Este y la alteración del espolón de Puruchuco o cerro Mayorazgo La avenida Javier Prado, que se prolonga de este a oeste y viceversa. Es una de las principales vías de circulación que une diversos

distritos, por ejemplo: Ate, La Molina, Surco, San Borja, San Isidro, Magdalena y San Miguel. Desde hace varios años han habido intenciones de prolongarla, hacia el este, hasta la Carretera Central. Para lo cual se ha pretendido alterar el espolón de Puruchuco (distrito de Ate), desde la década de los años 70 del siglo pasado; cuando el Instituto Metropolitano planificó la extensión de esta avenida contra el espolón o cerro (Cook, en Hulerig 2011 [en línea]). El 12 de junio de 1985 la Resolución Directoral del INC 02954, firmada por Augusto Tamayo Vargas, señalaba que “la prolongación de la Av. Javier Prado y otras obras conexas, de llevarse a cabo atentarán contra conservación del Conjunto Monumental Puruchuco.”. Por tal motivo, en la misma Resolución, declaró intangible “… el área de 73 Has. + 2,602 m² que abarca los monumentos: Puruchuco, Huaquerones y el Cerro que los separa…” y aprobó el plano Nro. 01-T-85, el cual delimitaba su área intangible (figura 6). Posteriormente un Decreto de la Municipalidad de Lima, con fecha 21 de enero de 1986 y firmado por Henry Pease García, teniente alcalde, no daba visto bueno para la prolongación de dicha avenida, señalando que “… de conformidad con la citada Ley [Ley Orgánica de Municipalidades], es función de la Municipalidad de Lima Metropolitana promover y asegurar la defensa y conservación de los monumentos arqueológicos, históricos y artísticos… se ha detectado que el trazo vigente de la avenida Javier Prado, en el sector del Distrito de Ate, afecta el área intangible de la zona arqueológica de Puruchuco-Huaquerones… con la opinión favorable del Director Municipal de Desarrollo Urbano decreta:... Artículo 3ro... queda sin efecto la prolongación de la Av. Javier Prado en el sector comprendido entre la curva de su intersección con la Av. Separadora Industrial y Carretera Central… con excepción de los tramos ya ejecutados…” (Decreto de Alcaldía Nro.? 1986)5 (el subrayado es nuestro). Lamentablemente, la protección estatal de Puruchuco-Huaquerones duró poco; ya que tres años 4

Esto además se indica en el panel in situ colocado por el ex Instituto Nacional de Cultura: “Complejo arqueológico Puruchuco-Huaquerones (Cerro Mayorazgo). Zona Intangible. Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación. R.D.N Nro. 295-INC, 1985. Ley 28296”. El subrayado es nuestro.


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Figura 6. Plano de intangibilidad de 1985 de Puruchuco-Huaquerones. Nótese el futuro cruce de la prolongación Javier Prado Este por área intangible, destruyendo el espolón y beneficiando al centro comercial Real Plaza. Basado en Resolución Directoral del INC 0295.


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Figura 7. Plano de topográfico de Puruchuco-Huaquerones. Nótese el futuro cruce de la prolongación Javier Prado Este por área intangible, destruyendo el espolón y beneficiando al centro comercial Real Plaza. Basado en una lámina cedida por Ingrid Ccoyllo en mayo del 2013.


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después, el alcalde de Lima Jorge del Castillo, el mismo que había amparado la destrucción del camino prehispánico cuando se amplió la avenida universitaria, restituyó el destructivo trazo original de la avenida Javier Prado Este6 (Pretenden destruir Puruchuco… 2013: 17). En los 90 el Concejo de Ate convocó a Luis Lumbreras para realizar un proyecto de evaluación y rescate. En el 2001, antes de ser director del INC, lleva a cabo el estudio y recomienda la construcción de un paso subterráneo por el espolón de Puruchuco, “porque no se encontraron restos arqueológicos que puedan ser preservados, más allá de algunas terrazas de contención usadas para fines agrícolas y algunas piedras dispersas” (Expertos acusan al director del INC de avalar destrucción de Puruchuco 2004) (el subrayado es nuestro). Si estas no son evidencias arqueológicas dignas de ser preservadas, estamos frente a una terrible realidad que se prolonga hasta hoy en día: el valorar nuestro patrimonio en base a su monumentalidad, donde Machu Picchu o Kuelap valen más que una “pequeña” huaca. En base a su informe en el 2002 se firmó un convenio entre los gobiernos locales y el INC para aprobar las medidas de mitigación que atenuarían el impacto de la obra. Serían dos hectáreas las que se separarían de un total de 200 (Cook, en Hulerig 2011 [en línea]). Años más tarde el INC, a través del artículo 2 de la Resolución Directoral Nacional Nro. 268/INC del 16 de mayo del 2003, firmada por Lumbreras (Lizarzaburu 2011 [en línea]), aprobó la ejecución de la obra de proyección de la avenida Javier Prado Este, la cual pretendía cortar a tajo abierto el espolón de Puruchuco (Resolución Directoral Nro. 318-2013-DGPC5

La copia de este decreto nos fue cedida, en mayo de 2013, por Ingrid Ccoyllo Sulca, vicepresidente del Comité de Defensa y Desarrollo de Puruchuco. La copia no es muy legible por lo que no se nota el número del Decreto. 6 Entre 1987 y 1990 el Estado no hizo nada cuando tres asentamientos humanos (AA.HH) invadieron Puruchuco Huaquerones. Por ejemplo, el AA.HH Túpac Amaru, localizado hasta la fecha dentro del área intangible, fue reconocido oficialmente por la Municipalidad de Ate como parte de un proyecto de vivienda el mismo año que ocupó esta área en 1989 (Pretenden destruir Puruchuco… 2013: 17).

VMPCIC/MC). Esta decisión fue tomada, según el propio Lumbreras, porque “tanto el alcalde de Lima de entonces, Alberto Andrade, como el vicepresidente, Raúl Diez Canseco… querían que se hiciera esta obra, pero como arqueólogo siempre sostuve que la mejor opción era el túnel…” (Lizarzaburu 2011 [en línea]) (figura 7). Alarmantes las declaraciones de Lumbreras porque acá no se trata de satisfacer lo que quieren las autoridades, acá lo indiscutible es la protección del patrimonio. Si él como arqueólogo y como director del INC sabía que el tajo abierto destruiría el espolón de Puruchuco ¿por qué firmo dicha resolución si pocos años antes él mismo había propuesto túneles a desnivel?, ¿acaso su nuevo cargo como Director del INC le hizo cambiar de opinión? Entre las exigencias de la Resolución Nro. 268/ INC estaban: garantizar el acceso a los sectores arqueológicos; presentar y ejecutar un proyecto de evaluación arqueológico (PEA); supervisión permanente del INC; realizar trabajos de conservación arqueológica y; rehabilitación y mantenimiento de los sectores adyacentes a las áreas materia de rescate y corte del espolón de Puruchuco. Es así, que al año siguiente la Resolución Directoral Nro. 00019-/INC-DREPH/DA, con fecha 5 de marzo de 2004, autorizó al licenciado Martín Córdova Herrera la ejecución del Proyecto de Evaluación y Rescate Arqueológico en el Área de Ampliación de la Avenida Javier Prado Este-Zona Arqueológica Puruchuco-Huaquerones, en el distrito de Ate Vitarte, provincia y departamento de Lima. Proyecto que intervendría en los sitos 57A “anexo Puruchuco”, 58A, 58B y 58C, mediante la realización de trabajos de evaluación, rescate, conservación y monitoreo arqueológico por un periodo de 18 meses (figuras 7 y 8). En este proyecto estuvo involucrado el arqueólogo Guillermo Cook. Él señala en una entrevista (Hulerig 2011 [en línea]), que la Municipalidad de Lima le pidió ejecutar la evaluación y rescate del área adyacente al espolón de Puruchuco en el 2004. En dos fotografías tomadas en ese año7 se pueden ver los muros prehispánicos “rescatados” por este proyecto. “Legal y técnicamente” pueden considerarse como rescate los trabajos de Córdova y Cook, pero en la práctica, como es evidente en las fotografías, es una clara destrucción del patrimonio arqueológico en pro de la ampliación de una avenida; porque no se trataban de “pe-


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Figura 8. Evidencias arqueológicas encontradas en los trabajos de rescate del 2004 en Puruchuco. Tomado de Expertos acusan al director del INC de avalar destrucción de Puruchuco 2004.

queños muros dispersos” sino de muros de más de 1 m. de altura y con una proyección lineal horizontal de más de 8 m. (figura 9). 7

Fotos cedidas en mayo de 2013 por Ingrid Ccoyllo Sulca, vicepresidente del Comité de Defensa y Desarrollo de Puruchuco. Ccoyllo asegura que la ejecución de este proyecto estuvo a cargo de la empresa de Cook.

Seis años después, el 28 de enero de 2010, el informe final de este proyecto fue aprobado por el INC a través de la Resolución Directoral Nacional Nro. 116/ INC (Resolución Directoral Nro. 318-2013-DGPC-VMPCIC/MC). En abril de 2012, en el Oficio Nro. 047-2012DM/MC el ministro de cultura, Luis Peirano elaboró junto con las instituciones involucradas en la prolongación de la Javier Prado los “Términos


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Figura 9. Trabajos de desmontaje de muros en el espolón de Puruchuco en el “rescate” del 2004. Nótese en la foto inferior su destrucción y separación de los muros del espolón. Fotos cedidas por Ingrid Ccoyllo en mayo del 2013.

de Referencia” para definir los criterios técnicos para evitar el corte a tajo abierto del espolón de Puruchuco, ya que “atentaría contra la preservación de este importante complejo arqueológico” (Resolución Directoral Nro.

318-2013-DGPC-VMPCIC/MC). Pero en este mismo Oficio queda claro el interés del Ministerio de Cultura, por la realización de la obra en Puruchuco, cuando Peirano se dirige al ministro de transportes y comunicaciones “… mucho


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Figura 10. Trabajos de estudios técnicos del espolón de Puruchuco en junio de 2012. Se introdujo maquinaria pesada y se perforó en un sitio declarado intangible y Patrimonio cultural de la Nación. Fotos cedidas por Ingrid Ccoyllo en mayo del 2013.


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Figura 11. Proyección de la avenida Javier Prado Este a través del espolón de Puruchuco. Nótese los paneles azules que lo declaran intangible. La nueva avenida pasará cerca del centro comercial Real Plaza Este. Se puede ver la concentración de muros arqueológicos en su superficie. Foto superior tomada de Lizarzaburu 2012 [en línea]. Las otras dos fotos fueron cedidas por Ingrid Ccoyllo en mayo del 2013.


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agradeceré a usted se proceda con la aprobación de la obra Túneles de Puruchuco y Accesos complementarios a fin de concretar este anhelado proyecto.” (el subrayado es nuestro) (Oficio Nro. 047-2012-DM/MC). Entre mayo y junio de ese año el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) realizó trabajos técnicos en el espolón de Puruchuco para evaluar el futuro impacto de la construcción de los túneles. Personal del MTC introdujo maquinaria pesada y perforó el espolón dañando evidencia arqueológica (Ccoyllo, com. pers. 2013) (figura 10). A pesar que este sitio arqueológico había sido declaro intangible el 12 de junio de 1985 (Resolución Directoral del INC 0295) y Patrimonio Cultural de la Nación el 20 de enero de 2001 (Resolución Directoral Nacional Nro. 082/ INC). Sin embargo, estos fueron autorizados, según Oficio firmado por Ana María Hoyle, directora general del patrimonio cultural, 24 de setiembre de 2012, por el propio Ministerio de Cultura (Oficio Nro. 1214-2012-DGPC-VMPCIC/MC). Meses después, el 7 de agosto, el alcalde de la Municipalidad de Ate presentó el Oficio Nro. 218-2012/MDA-A, en el cual señalaba que el licenciado José Quinto Palacios había presentado el Informe Arqueológico a Nivel de Diagnóstico para el Estudio Definitivo de los Túneles de Puruchuco y Accesos en respuesta al Oficio del mes de abril, e indicaba que el informe se había elaborado de acuerdo a la normatividad del Ministerio de Cultura y a los “Términos de Referencia” desarrollados por PROVIAS NACIONAL del MTC (Resolución Directoral Nro. 318-2013-DGPC-VMPCIC/MC). Luego que el arqueólogo Quinto subsanara las observaciones de la Dirección de Arqueología del Ministerio de Cultura, se aprobó su informe, el 7 de enero de 2013, a través del Informe Técnico Nro. 030-2013-CGM-DA/MC. Recomendándose que se presente y realice un proyecto de conservación (específicamente en los Sectores: 58, 58A, 58B, 58C, Palacio Puruchuco y Anexo 01), de rescate arqueológico y un plan de monitoreo arqueológico (Resolución Directoral Nro. 318-2013-DGPC-VMPCIC/MC). Parte de estas recomendaciones son contradictorias. Si en el 2004 se habían “rescatado muros” en los sectores 58A, 58B y 58C, lados norte, oeste y este, respectivamente, del espolón de Puruchuco, entonces ¿por qué el Ministerio de Cul-

tura recomendaba trabajos de conservación en estos mismos sectores? Evidentemente porque era conciente que la potencialidad arqueológica, donde se tiene proyectado prolongar la Javier Prado y construir los túneles, es incuestionable e innegable (figuras 11, 12 y 13). Los proyectos de monitoreo, rescate y conservación fueron presentados por la Municipalidad de Ate a fines de 2012 e inicios de 2013: Primero: el 27 de diciembre el licenciado Pablo Augusto Escarcena Marzano solicitó autorización para realizar el Plan de Monitoreo Arqueológico para la obra: construcción y mejoramiento de la Av. Javier Prado Este, distrito de Ate-Lima (Resolución Directoral Nro. 318-2013-DGPCVMPCIC/MC). Segundo: descontando los días festivos de fin de año, rápidamente la arqueóloga Carmen Gabe presentó el 3 de enero de 2013 el Proyecto de Emergencia y Rescate para la Autorización de la Obra: Túneles de Puruchuco Adicional del Proyecto Integral Construcción y Mejoramiento de la Avenida Javier Prado Este (Resolución Directoral Nro. 319-2013-DGPC-VMPCIC/MC). El área total a ser intervenida (2839.49 m²) se localizaría en la parte central y oeste del espolón de Puruchuco y comprendía dos sectores: Área de Rescate de Remanentes (774 m²) y Área de Intervención (2065.49 m²). Cabe resaltar que el lado oeste (58B) ya había sido rescatado parcialmente en el 2004. Tercero: el 7 de ese mes se presentó el Proyecto de Conservación Zona Arqueológica de Puruchuco Huaquerones a cargo del licenciado Gonzalo Javier Rodríguez Carpio (Resolución Directoral 324-2013-DGPC-VMPCIC/MC). Como podemos notar, estos tres proyectos fueron presentados antes e incluso el mismo día en que fue aprobado el informe del arqueólogo Quinto (7 de enero 2013). Casi cuatro meses después, mediante resoluciones directorales con la misma fecha, 3 de mayo de 2013, fueron aprobados por Ana María Hoyle, directora general del patrimonio cultural (Resoluciones Directorales: Nro. 318-2013-DGPC-VMPCIC/MC, Nro. 319-2013-DGPC-VMPCIC/MC y Nro. 324-2013DGPC-VMPCIC/MC) (tabla 1). La celeridad en la atención de estos proyectos nuevamente deja en claro el apoyo del Ministerio de Cultura por la realización de la construcción de los túneles y de la ampliación de la Javier Prado. Los que estamos acostumbrados a tratar con


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Figura 12. Evidencias arqueológicas en el lado oeste del espolón de Puruchuco recientemente descubiertas y que en breve serán desmanteladas. Fotos cedidas por Ingrid Ccoyllo en mayo del 2013.

el Ministerio de Cultura sabemos que una Resolución Directoral, aprobando la ejecución de un proyecto, toma en promedio más de medio año y a veces más de uno. Pero el Ministerio le aprobó a la Municipalidad de Ate, en sólo

cuatro meses, tres proyectos el mismo día. Y probablemente hubiera sido menor el tiempo si los arqueólogos contratados por la alcaldía de Ate no se hubieran demorado en levantar las observaciones de los proyectos. Tema contradictorio,


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Tabla 1. Proyectos de rescate, monitoreo y conservación presentados por la Municipalidad de Ate al Ministerio de Cultura y probados el mismo día en solo cuatro meses. Basado en: Resoluciones Directorales: Nro. 318-2013DGPC-VMPCIC/MC, Nro. 319-2013-DGPC-VMPCIC/MC y Nro. 324-2013-DGPC-VMPCIC/MC.

cuando es el trámite burocrático del Ministerio el que demora la revisión y aprobación de los proyectos; ya que un mismo arqueólogo del

Ministerio puede manejar hasta 20 expedientes al mismo tiempo (Grau 2013: a16). También se puede notar el apuro e informalidad


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Figura 13. Evidencias arqueol贸gicas en el espol贸n de Puruchuco. Fotos cedidas por Ingrid Ccoyllo en mayo del 2013.


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de la Municipalidad de Ate; ya que la arqueóloga Carmen Gabe, fue contratada para firmar el proyecto de rescate teniendo pendiente la entrega de un informe final de un proyecto anterior (Resolución Directoral Nro. 319-2013DGPC-VMPCIC/MC); con lo cual estaba impedida, profesional y éticamente, de hacerlo en representación de la Municipalidad. Otro punto que nos llama la atención es la falta de metodología, que hace hincapié el Ministerio, con respecto a este mismo proyecto, en dos observaciones que hizo primero a Carmen Gabe y luego a Martín Chanta Vargas, quien reemplazó a la arqueóloga (Resolución Directoral Nro. 319-2013-DGPC-VMPCIC/MC). Esta falta de metodología también se hace evidente en los cambios de títulos de los proyectos de rescate y conservación. En este último no se iban a realizar excavaciones pero luego se decidió hacerlo debido a la alta probabilidad de presencia de materiales arqueológicos en áreas no investigadas arqueológicamente y considerando los antecedentes de proyectos de evaluación y rescate (Resolución Directoral 324-2013-DGPC-VMPCIC/MC). Es decir, la evaluación ocular que todo arqueólogo debe realizar antes de aceptar firmar y redactar un proyecto en donde se propondrá como se va a intervenir arqueológicamente un terreno, no fue bien desarrollada por el arqueólogo Gonzalo Javier Rodríguez Carpio. Pensamos que si un arqueólogo no tiene claro cómo hacer una investigación, es un terrible vacío académico y profesional; razón por la cual se convierte automáticamente “el rescate o la conservación arqueológica” en “destrucción arqueológica”. La inversión privada vs la protección de Puruchuco-Huaquerones El grupo empresarial peruano Interbank, con una inversión de 70 millones de dólares, está construyendo el centro comercial Real Plaza Este en un área, de 140 mil m², en la proximidad NE del espolón de Puruchuco. A la actualidad el Real Plaza cuenta con ocho locales en todo el Perú, que reciben 75 millones de visitantes anualmente y tienen ventas por más de 500 millones de dólares al año (Real Plaza Lima Este-Ate Vitarte 2011 [en línea]). El Real Plaza Este será el más grande centro comercial localizado en la zona este de Lima. Zona que cuenta con un mercado potencial de unos 2 millones

de habitantes con un ingreso familiar promedio que supera los 2 mil nuevos soles mensuales (Real Plaza Lima Este-Ate Vitarte 2011 [en línea]). Según el video promocional del Real Plaza Este, la ubicación de este centro comercial, entre la Carretera Central y la nueva prolongación de la Javier Prado, permitirá “un fácil acceso del público de la zona y de distritos vecinos como La Molina, Santa Anita, El Agustino, Chaclacayo, Chosica y San Juan de Lurigancho”; con lo cual se estima que 2.5 millones de personas visitaran dicho centro comercial anualmente; para lo cual contará con 2 mil estacionamientos (Real Plaza Lima Este-Ate Vitarte 2011 [en línea]). La prolongación de la avenida Javier Prado tendrá seis carriles, tres de ida y tres de vuelta, y reducirá de 40 a 10 minutos el tráfico en la zona. Cruzará de oeste a este el espolón de Puruchuco a través de dos túneles, al ras del suelo, que tendrán una longitud de 75 m., cuyo costo será de 12 millones de nuevos soles (Lizarzaburu 2011 [en línea] y 2012: a20) (figura 14). Según Cook la viabilidad del Real Plaza Este no es posible sin el corte del espolón de Puruchuco (Cook, en Hulerig 2011 [en línea]); ya que no permitiría un rápido y fácil acceso, hasta la puerta misma de este centro comercial, a los visitantes que vienen desde distritos ubicados al oeste (La Molina, Surco, San Borja, San Isidro, etc.). Por ello, según una fuente del Poder Ejecutivo, el grupo Interbank8 habría influido en la decisión para que no se le construya a desnivel y se perfore el espolón (Lizarzaburu 2012: a20). Además, en palabras de Oscar Benavides, actual alcalde de Ate, la construcción de un túnel a desnivel no es viable porque “habría que enterrarlo una cuadra antes y por donde saldría no sería propicio” (Lizarzaburu 2012: a20). Con lo cual el alcalde deja en claro el alto costo económico que no se quiere asumir y la intención de beneficiar al Real Plaza Este. 8

Cabe mencionar el proyecto de la inmobiliaria Ciudaris, que financiada por el banco Interbank, ha puesto a la venta en los últimos meses sus departamentos, en un controvertido proyecto de 20 pisos frente a la huaca Mateo Salado en Pueblo Libre (Lizarzaburu 2012: a20). Desde que esta huaca fue recuperada de la invasión y del abandono a la que estaba sometida por años y puesta en valor, desde el 2007, el precio de las propiedades ubicadas entorno a ella se ha incrementado considerablemente (Gamarra 2011 [en línea] y Lizarzaburu 2012: a20).


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Figura 14. Imagen de la animación 3D de los túneles que cruzarán al ras del suelo el espolón de Puruchuco. Cedido por Ingrid Ccoyllo en mayo del 2013.

Asimismo, la nueva prolongación Javier Prado Este conectará al centro comercial con el Estadio Monumental del equipo de fútbol Universitario9. Con lo cual el Estadio se beneficiará, no solo vial sino también económicamente, con la implementación de tiendas comerciales en su entorno y, al mismo tiempo, las personas que acudan a conciertos musicales o eventos deportivos en el Estadio, podrán asistir, antes o después, al Real Plaza Este. El centro comercial y la prolongación de la Javier Prado también beneficiará el valor de los inmuebles de Ate, afectado seriamente luego que fue inaugurado dicho Estadio en el 2000. Antes de su construcción esta zona era considerada como residencial y tranquila, pero hoy el vandalismo reina por las calles de Ate y se genera congestión vehicular cuando se realiza un partido de fútbol. Actualmente esta parte del distrito es considerada como zona deprimida, ya que existen casas abandonadas, terrenos 9

Cabe recordar que en el 2004 el Club Universitario intentó ampliar la Javier Prado porque la Copa América se jugaría en su Estadio (Cook, en Hulerig 2011 [en línea]).

sin construir y hay gran cantidad de talleres de carpintería y mecánica. (El valor de los inmuebles aledaños al… 2008 [en línea]). Por eso no llama la atención el interés de la Municipalidad de Ate para habilitar o repotenciar económicamente esta área del distrito. La primera propuesta para intervenir el espolón de Puruchuco era hacer un tajo abierto, es decir partirlo en dos. Años después se propuso construir túneles a desnivel por debajo de él e incluso construir un puente aéreo (Entrevista a Luis Peirano 2012). Pero ahora se va a penetrar el espolón y la avenida pasará, por él, a ras del suelo. Sea como fuera, estas modalidades afectan considerablemente su estabilidad y a la presencia de restos arqueológicos en su superficie (estructura del Horizonte Medio Tardío, reocupada en época Inca. Cook, en Hulerig 2011 [en línea]), aledaño y soterrado en él. Al respecto el Ministerio de Cultura ha señalado que “reciente estudios para los Túneles de Puruchuco han reconocido en el Área de Intervención la existencia de estructuras remanentes solo en el lado Oeste del espolón Noroeste del Cerro Mayorazgo, correspondientes al Sector 58B, por lo que se propone el rescate de las estructuras de


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remanentes existentes dentro del área de los túneles y de la implementación del proyecto vial” (el subrayado es nuestro) (Resolución Directoral Nro. 319-2013-DGPC-VMPCIC/MC). Sin embargo, actualmente también son visibles evidencias arqueológicas (arquitectura) en la superficie de los lados norte y este del espolón. Obviamente, luego de más de 10 años de “rescates” la configuración arquitectónica y arqueológica del espolón de Puruchuco ha sido considerablemente destruida y alterada. Con lo cual el Ministerio de Cultura miente, en pro de los túneles, diciendo que hoy sólo hay remanentes en el lado oeste del espolón y que, por ende, la viabilidad del proyecto de los túneles es factible. Asimismo, a pesar de las declaraciones del Ministerio de Cultura y que personal del INC señalara en el 2007 “… que ellos ya han recogido todo el material patrimonial que estaba en el perímetro por donde se hará la ampliación de la referida vía…” (Salazar y Peralta 2007: a3), el temor, hoy en día, ante la posibilidad de hallar evidencia arqueológica soterrada en el espolón de Puruchuco queda evidenciado cuando el proyecto de conservación, presentado el 7 de enero del 2013, decidió cambiar su metodología de investigación y hacer unidades de excavación debido a la “… alta probabilidad de presencia de materiales arqueológicos en áreas no investigadas arqueológicamente y considerando los antecedentes de proyectos de evaluación y rescate…” (Resolución Directoral 324-2013-DGPC-VMPCIC/MC). A la fecha, llama la atención el silencio del Colegio de Arqueólogos del Perú y de las universidades que cuentan con escuelas de arqueología (San Marcos, Villareal y Católica). A excepción de ICOMOS Perú, el Colegio de Arquitectos (CAP), la Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR) o el Instituto Peruano de Derecho Ambiental y Patrimonio Cultural (IPDAPC), las demás instituciones relacionadas al patrimonio del país brillan por su indiferencia. Incluso muchos arqueólogos nacionales están a favor de la postura del Ministerio de Cultura, ya que, según ellos, el desarrollo de la ciudad no puede detenerse por “unos cuantos bloques arqueológicos”. Es más, el ex presidente del Perú, Alan García, uno de los propulsores del corte del cerro, comento en una ocasión: “tres muertitos no van a detener el progreso” (Cook, en Hule-

rig 2011 [en línea]). Lamentablemente son pocos los arqueólogos que han salido en defensa de Puruchuco enfrentándose al gigante económico de la inversión privada y al desinterés del Estado y el Ministerio de Cultura por protegerlo. Nuevamente los estudiantes de arqueología han dado el buen ejemplo en comparación a sus casas de estudio y profesores, y han organizado marchas de protesta. También destaca la corajuda postura desde hace 15 años de un pequeño grupo vecinal de Ate, que asociados como Comité de Defensa y Desarrollo de Puruchuco, desde el 2009, vienen defendiendo la integridad de este sitio arqueológico. La tarea no ha sido fácil para ellos y mucho menos últimamente. Se han tenido que enfrentar a los serenos de la Municipalidad de Ate que les impiden acercarse al espolón de Puruchuco e incluso su vicepresidenta Ingrid Ccoyllo ha recibido amenazas telefónicas del actual ministro de cultura: “... si siguen molestando el corte del espolón será a tajo abierto…” (Ccoyllo, com. pers. 2013). Además, el Comité también se dedica a la limpieza y mantenimiento de Puruchuco (figura 15). Asimismo, destaca Eliseo Talancha, representante del IPDAPC, quien ha denunciado, hace pocos días, ante la Fiscalía de la Nación, al ministro de cultura Luis Peirano, al viceministro de patrimonio cultural Rafael Varón y a la directora general del patrimonio cultural Ana María Hoyle, por no cumplir sus funciones de protección del patrimonio arqueológico de Puruchuco (Grau 2013: a16 y Barboza 2013 [en línea]). Pero el que sean juzgados o sancionados es otro tema, que lamentablemente pensamos nunca se llevará a cabo. Por el momento estas autoridades siguen en sus puestos y la obra urbana en desarrollo. Epílogo Este año se concretará la ampliación de la avenida Javier Prado Este, construyéndose túneles al ras del suelo a través del espolón de Puruchuco. Este es el epílogo de más de tres décadas por llevar a cabo esta obra; 25 años de que PuruchucoHuaquerones fue invadida por los asentamientos humanos Túpac Amaru, Micaela Bastidas y Portales de Puruchuco y; casi 13 de que construyó el Estadio Monumental de Universitario. De esta manera, en todos estos años este importante sitio arqueológico de Lima ha sido constantemente dañado y descontextualizo ante la poca voluntad y desinterés del Estado, el ex INC, el Ministerio


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Figura 15. El Comité de Protección y Desarrollo de Puruchuco encargados de la conservación y limpieza de Puruchuco. Foto cedida por Ingrid Ccoyllo en mayo del 2013.

de Cultura y la Municipalidad de Ate por protegerlo. Es más “Huaquerones” se deriva del continuo “huaqueo” que ha sufrido este sitio por décadas (figuras 7 y 16). Asimismo, el Estado, el Municipio de Ate, el ex INC o el actual Ministerio de Cultura no han apoyado su investigación arqueológica o la publicación de textos científicos. Por ejemplo, más allá de las publicaciones en la revista Nacional Geographic, el Estado nunca ha promovido la investigación o publicación de las excavaciones, entre 1999 y el 2001, de Guillermo Cook, quien halló un cementerio Inca en Puruchuco con más de 1286 fardos funerarios e individuos muertos en el proceso de la conquista hispana (Cook en Hulerig 2011 [en línea]). Parte de las evidencias arqueológicas fueron entregadas al INC y se depositaron en el Museo de la Nación. De ahí fueron llevadas no se sabe dónde. Los fardos que corresponden a la rebelión inca están en el Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú. En el 2004 el

Municipio ofreció construir áreas de exhibición y depósitos pero a la fecha no se ha concretado y Cook tuvo que conservar parte de ellos hasta el 2008, cuando los entrego al INC (Cook en Hulerig 2011 [en línea]). De más está decir que el ex INC o Ministerio de Cultura no han difundido los resultados de los “rescates” efectuados por más de una década en el espolón de Puruchuco o los trabajos de evaluación arqueológica en el área donde se está construyendo el centro comercial Real Plaza Este, ni como informes ni como artículos. Por ende, lo que se “rescató” o evaluó sólo queda en el recuerdo de los arqueólogos participantes y en el archivo del Ministerio de Cultura. En más de 90 años el avance urbano de Lima ha destruido y alterado sitios arqueológicos. Lo que ha sucedido con la evidencia arqueológica en la UNMSM es similar a lo que ha sufrido PuruchucoHuaquerones: (1) desprotección y amparo estatal en su afectación; (2) abuso de poder del ex INC, Ministerio de Cultura y municipalidades; (3) pri-


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Figura 16. En la foto superior se aprecia una deteriorada caseta del ex INC, que hoy ya no existe debido a su abandono, muros arqueológicos dañados por delincuentes y basura en sitio intangible de Puruchuco-Huaquerones. Tomado de: Pretenden destruir Puruchuco... 2013: 20.


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vilegio en la construcción de obras públicas sobre la salvaguarda del patrimonio arqueológico; (4) nula investigación de estos sitios financiada por el Estado o municipalidades; (5) ninguna publicación científica de los trabajos realizados por el ex INC o Ministerio de Cultura; (6) escaso apoyo de las universidades e instituciones relacionadas al patrimonio nacional y; (7) en su protección han resaltado los estudiantes de arqueología y asociaciones o comités, que sin mayor apoyo han salido en sus defensa. A estos antecedentes hay que sumarle el actual boom inmobiliario de Lima y el reciente Decreto Supremo 054-2013-PCM En los últimos 16 años la venta y demanda de inmuebles en Lima ha crecido en un 70.8 % según la Cámara Peruana de Construcción (CAPECO) (La venta de viviendas… 2013 [en línea]). Este boom de inversión inmobiliaria incluye la construcción de grandes centros comerciales y edificios multifamiliares o empresariales y el alza de los precios de terrenos e inmuebles en la capital. Boom constructivo y de inversiones privadas respaldadas por el Estado a través del Decreto Supremo 054-2013-PCM. Legalmente este Decreto es anti constitucional porque va en contra de leyes y normas estatales que protegen al patrimonio nacional (Talancha 2013 y Valencia 2013 [en línea]). En base a este Decreto, el Ministerio de Cultura ha aprobado, el 30 de mayo de 2013, las normas y procedimientos para la emisión del Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) (Resolución Viceministerial Nro. 0372013-VMPCIC-MC). Las cuales dejan a la deriva la protección del patrimonio arqueológico y favorecen a la inversión privada y pública, entre otros motivos porque (1) el Ministerio deberá emitir el CIRA en un plazo de 20 días hábiles, sino se aplicará el silencio administrativo; (2) Luego de emitido el CIRA se deberá presentar un Proyecto de Monitoreo Arqueológico PMA, el cual deberá ser aprobado en 10 días hábiles caso contrario será aprobado automáticamente y; (3) si existen infraestructuras modernas en el lugar que se desee invertir no será necesario tramitar un CIRA y tan solo bastará presentar un PMA. A esto hay que sumarle que no existe un catastro completo de todos los sitios arqueológicos nacionales, por ende “lo que no se conoce no se puede proteger”. La “modernidad” en el país se está concibien-

do como una ciudad con centros comerciales, elevados edificios (multifamiliares o empresariales) y con amplias y rápidas vías de circulación. En esta concepción, el patrimonio arqueológico ha sido negado si su monumentalidad no es beneficiable al turismo principalmente extranjero y se le debe “destruir” para que la “modernidad” sea una realidad en Lima. Esto es evidente en el video promocional en 3D de la obra en Ate, elaborado por el MTC (Animación 3D Túnel cerro Puruchuco [en línea]), y en el video promocional del Real Plaza Este (Real Plaza Lima Este-Ate Vitarte 2011 [en línea]). En ellos se puede ver un “moderno” e idealizado distrito con elegante, decorosa y vertical arquitectura y cruzado por una rápida y amplia avenida Javier Prado; videos en los cuales, además, no se ha recreado virtualmente ninguna evidencia arqueológica de Puruchuco-Huaquerones. De esta manera se está concibiendo el futuro sin pasado arqueológico: “hay que destruirlo para avanzar” es el mensaje entre líneas del MTC, la Municipalidad de Ate, el Ministerio de Cultura, el propio Estado y las empresas privadas. Agradecimientos A Ingrid Ccoyllo Sullca, vicepresidenta del Comité de Defensa y Desarrollo de Puruchuco por cederme una entrevista y facilitarme documentos, planos, dibujos y fotos empleados en la elaboración de este texto; y en general a los miembros del Comité por su inquebrantable lucha por proteger Puruchuco. Asimismo a Ernesto P.A. Bibliografía Animación 3D Túnel cerro Puruchuco, 2012. Construcción de paso a desnivel en la intersección vial de las avenidas Javier Prado y Nicolás Ayllón. Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Municipalidad de Ate-Secretaría de Imagen Institucional y Comunicaciones. YouTube. Accesible en Internet http://www.youtube.com/ watch?v=-F3CYZH10j4 [consultada 3-06-2013, 00:30 hrs.]. BARBOZA, K, 2013 (31 de mayo). Denuncia penal contra ministro de cultura por omisión de funciones. Correo. Accesible en Internet http://diariocorreo.pe/ultimas/ noticias/4828172/denuncia-penal-contra-ministro-de-cultura-po [consultada 31-05-2013, 18:40 hrs.].


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Normas editoriales Nota Los artículos son evaluados por el Comité de Revisores, competente con la temática de nuestra revista. El responsable en última instancia de las decisiones sobre la publicación de los artículos es el Director de la revista. Dependiendo del Comité de Revisores y del Director, si las correcciones son menores, el manuscrito será aceptado para su publicación. Si las correcciones son mayores, el manuscrito será reenviado a los autores para su revisión. En caso de una segunda evaluación negativa, el artículo será definitivamente rechazado. Los autores de los artículos publicados recibirán una copia de la revista. Responsabilidad de los autores Los autores son responsables por las ideas y datos de sus artículos (veracidad de lo que se escribe, imágenes, autorías, citas bibliográficas, etc.). Envíos Los artículos deben enviarse a: Rodolfo Monteverde Sotil, Director y Editor de la Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, al correo electrónico revistahaucaypata@gmail.com. En Word para Windows, con archivos separados para texto, tablas y cada una de las figuras, que deben tener una resolución mínima de 300 dpi y estar en formato jpg. Le rogamos ajustarse a estos requisitos y a las siguientes normas: La extensión total del artículo no debe sobrepasar las 10 páginas enumeradas (incluyendo título, datos del o de los autores, resumen, palabras claves, contenido, bibliografía, agradecimientos y notas a pie de página), a espacio simple y justificado. Los cuales deben ir en tamaño 11, time new roman. A excepción de las leyendas de las tablas e imágenes y las notas a pie de página que deben ir en tamaño 9. El título (en español e inglés) debe ir centrado en la parte superior de la primera página y en negrita. El nombre, apellido, profesión o ocupación, institución a la que pertenece o pertenecen y correo electrónico del o de los autores del artículo debe ir debajo del título, en cursiva y alineado al lado derecho. El resumen del artículo (en español e inglés) debe ir debajo de los datos del o de los autores del artículo. Debe tener entre 90 y 120 palabras cada uno. Debajo del resumen (en cada idioma) debe ir un máximo de cuatro palabras claves (descriptores) en ambos idiomas.

El contenido de los artículos (introducción, capítulos, discusión y/o conclusiones) pueden ser redactados en español o inglés. Las figuras y/o tablas deben ser enumeradas correlativamente e ir entre paréntesis en el contenido del artículo. Por ejemplo: (figura 1 o fig. 1) y (tabla 1). Tanto las figuras como las tablas deben tener una pequeña leyenda, en tamaño 9, time new roman y no deben exceder las 40 palabras. Las citas van entre paréntesis, con solo el apellido paterno del o de los autores, el año de la publicación y el número de página de ser el caso. Por ejemplo (Matos 1972: 95) o Matos (1972: 95). En caso de ser una cita etnohistórica irá de la siguiente forma: (Molina 2008: 98 [1574-1574: 34v]) o Molina (2008: 98 [1574-1574: 34v]). De ser una cita tomada de Internet irá como se indica: (Topic et al. 1999 [en línea]) o Topic et al. (1999 [en línea]). La bibliografía debe incluir todas las citas del texto y sólo éstas. La bibliografía se presenta al final del artículo, después de los agradecimientos, y ordenada alfabéticamente por el apellido del o de los autores citados. Los títulos de las revistas y los nombres de las instituciones se indicarán


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completos (no sólo sus siglas). Se debe seguir el siguiente modelo: Artículo en una publicación colectiva: MEDDENS, Frank; BRANCH, Nicholas; VIVANCO, Cirilo; RIDDIFORD, Naomi y KEMP, Rob, 2008. High altitude Ushnu platforms in the Department of Ayacucho Peru, structure, ancestors and animating essence. En: Pre-Columbian landscapes of creation and origin: 315-355. (Editado por John Edward Staller). Springer. New York. Libros: MATOS, Ramiro, 1994. Pumpu, centro administrativo inka de la puna de Junín. Editorial Horizonte. Lima. Revistas: McEWAN, Gordon; GIBAJA, Arminda y CHATFIELD, Melissa, 2005. Arquitectura monumental en el Cuzco del periodo intermedio tardío: evidencias de continuidades en la reciprocidad ritual y el manejo administrativo entre los horizontes medio y tardío. Boletín de Arqueología PUCP, Nro. 9: 257-280. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima.

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Internet: TOPIC, John; LANGE TOPIC, Teresa y MELLY, Alfredo, 1999. Las investigaciones en Namanchugo. El oráculo de «Catequil». Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura (INC). Accesible en Internet http:// www.munihuamachuco.gob.pe/milenario/ huamachuco/2001.html [Consultada el 19-0410, 12: 08 hrs.]. Fuente etnohistórica: MOLINA, Cristóbal de, 2008 [1574-1575]. Relación de las fábulas y ritos de los Incas. Julio Calvo Pérez y Henrique Urbano (edición, estudios y notas). Universidad de San Martín de Porres (USMP). Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología. Lima. Los agradecimientos van antes de la bibliografía y no deben exceder las 60 palabras. Las notas deben ser a pie de página y deben estar a tamaño 9, estilo Time New Roman, espacio simple y justificado. Agradecemos anticipadamente su participación y difusión.


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Nro. 1. Enero 2011. http://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-1-2011 ¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco? Rodolfo Monteverde Sotil - Archivos Audiovisuales del Cuzco (Disponibles en Internet) Sheylah Vásquez Salcedo - Inca sacred space, platforms and their potential soundscape. Preliminary observations at usnu from Ayacucho Frank Meddens y Millena Frouin - Indiferencia y destrucción: El caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de Pisco-Ica Eberth Serrudo Torobeo - Metalurgia doméstica durante la presencia Inka en el valle Calchaquí Norte, Salta-Argentina Cristian Jacob - Materialidad en una tumba Inka de los Andes del Sur. El caso de La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob - Entrevista al Dr. Ramiro Matos Mendieta Jolie Soto Pérez

Nro. 2. Mayo 2011. https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-2-2011 Esculturas zoomorfas talladas en afloramientos rocosos dentro del Parque Arqueológico de SacsayhuamanCuzco Rodolfo Monteverde Sotil - Choquequirao, un asentamiento imperial cusqueño del siglo XV en la Amazonía andina Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García - Aproximación a los queros incaicos de la colonia. Un ejemplar de estilo transicionalformal del Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú Victor Falcón Huayta - Antes de la presencia Inca: desentramando la homogeneidad de la cultura material de las unidades domésticas de Juella en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Santiago Barbich - Montañas sagradas en los confines del imperio Inka: Nevado montañoso de Cachi, Salta-Argentina Cristian Jacob e Ivan Leibowicz - El poderío de la Coya durante el auge del imperio incaico Alicia Alvarado Escudero - Entrevista al Dr. Federico Kauffmann Doig Sheylah Vásquez Salcedo


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Nro. 3. Noviembre 2011. https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-3-2011 Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre - Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco Federico Kauffmann Doig - The Late Intermediate Period egalitarian polities of Ayacucho and Apurímac Frank Meddens - Producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy- Argentina Ivan Leibowicz y Cristian Jacob - San Marcos, Huagil y Huaca Doris: tres sitios Inca de la Huaranga de Pacarán, valle del río Cañete, Lima Milena Vega-Centeno Alzamora - Proyecto de Investigación Arqueológica Pacarán 01, valle medio del río Cañete, Lima Favio Ramírez Muñoz, Guido Casaverde Ríos y Gori Tumi Echevarría López- Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza Soriano Rodolfo Monteverde Sotil.

Nro. 4. junio 2012. https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/ home/revista-haucaypata-nro-4-2012 La Luna como objeto liminal en la concepción del tiempo indicativo entre los incas Ricardo Moyano Construyendo narrativas de la Capacocha Cristian Jacob e Ivan Leibowicz - Tiana: asiento Inca Victor Falcón Huayta - Evidencias materiales de dos huacas del sistema de Ceques cuzqueño: Chincana Grande y Laqo. Parque Arqueológico de Sacsayhuamán-Cuzco Rodolfo Monteverde Sotil - Cultos, rituales y paisajes sagrados en los Andes Centrales, siglo XVII: Apo Parato, Junín Andrea Gonzáles Lombardi y César Astuhuamán Gonzáles - Vasijas incas en los confines del imperio: los aríbalos y platos ornitomorfos de la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, Argentina María Andrea Runcio - Una reseña sobre El Shincal: Una capital administrativa Inka al Sur del Kollasuyu. Catamarca, Argentina Guillermina Couso - Entrevista al Dr. Juan Ossio Acuña Rodolfo Monteverde Sotil.


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Nro. 5. Diciembre 2012. https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/home/ revista-haucaypata-nro-5-2012 Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda - Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe metodológico de las investigaciones arqueobotánicas de la temporada 2012 en Pachacamac, Lima Tatiana Stellian - El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca Rommel Angeles Falcón - Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García - Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas Reinaldo Andrés Moralejo - Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios Rodolfo Monteverde Sotil.


Auspician:


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Index Editorial

4

List of Collaborators

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Cuzco and Machu Pijchu Manuel Chávez Ballón

6

Archaeological excavations in a “garbage dump” of Sector VIII, Subsector G, Choquequirao Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

10

The Usno of Tamburco: links of an Inca ceremonial platform with the local landscape along the Chinchaysuyu route. Apurímac José Luis Pino Matos y Wendy Moreano Montalván

29

Huancasragau: an Inca settlement in the Gorgor river. Cajatambo-Lima Ruiz Estrada

41

When did the inca rock art begin “to be”? Victor Falcón Huayta

49

The awkward archaeological heritage and the “modernisation” of Lima: tunnel construction and the widening of the Javier Prado East Avenue and its impact on Puruchuco-Huaquerones Rodolfo Monteverde Sotil

67

Editorial Norms

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