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Errores masculinos en la primera cita
Hombres, atentos:
Por Nicoletta Fizzotti
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A todas nos emociona la perspectiva de una primera cita. Sentimos nervios, mariposas en el estómago y nos hacemos mil preguntas: ¿cómo será nuestro galán?; ¿pasará la prueba o se estrellará estrepitosamente? Su manera de comportarse será crucial para saber si tendrá acceso a una segunda cita o si nos hará gritar a todo pulmón: ¡next!
No pagar la cuenta
Ay, amigo, ¡date cuenta de que te toca pagar a vos la cuenta! Si no te sale una galantería a la primera, no va a salirte nunca. Hay muchas ocasiones para compartir la cuenta, pero la primera cita no es una de ellas. En esta ocasión, ponele la firma que tu pareja tomará nota de cada detalle, y que te hagas el ñembotavy a la hora de sacar la billetera, será un detalle un poco conspicuo para pasar desapercibido.
Si no te da el cuero para un restaurante chuchi, al menos hacete el cool invitándole a un food park o a una actividad benéfica. Pero si la llevás al restaurante más lindo, y a la hora de la cuenta justo tenés que irte al baño, ni dudes de que te pondrán el rótulo de tacaño devoto de la virgen del codo. Y creeme, querido, ¡fuiste! Obvio, perdiste mucho más de lo que te iba a costar invitar la cena.
No soltar el lelu
Sí, ya sabemos que mensajear en la mesa y en compañía de otras personas es un pecado que todos cometemos sin darnos cuenta. Hoy día, a nadie le da la cara como para tirar la primera piedra en este punto, pero al hacerlo en la primera cita estamos incursionando en un delito doloso. Una cita que no suelta el celular, está texteando a gritos: “no me gustás, no me importás”. Un candidato que se presenta en la primera cita con la actitud superada de un marido de 15 años es un atajo garantizado a una relación fallida.
Hablar de la ex
No hay nada peor que salir con un chico que aún tiene síndrome de abandono y que, tras la segunda copa de vino, se largue a dar una conferencia afligida sobre su ex. Por lo general, estos aparatos tienden a dos opciones: a- hablar mal de su ex; o b- llorar por su partida. Cualquiera de las dos alternativas es un monazo. Una mujer en su sano juicio va a preferir mil veces sentarse a escuchar a un vendedor de laxantes antes que escucharle a su date hablar sobre su ex. Caer en esto es simplemente pa-té-ti-co.
Que se vuelva mudo
Como es la primera cita, tienen que empezar a conocerse. Por lo tanto, hombres, por más de que sean más tímidos que monje de clausura, tienen que ponerle garra para romper el hielo, venciendo su timidez como sea. ¡No hay nada peor que salir con alguien que no habla! Imagínense la cantidad de silencios incómodos, miradas al techo o al piso y comentarios sobre el tiempo que tendrán que aguantar. Si voy a tener que compartir con alguien que no logra comunicarse conmigo, prefiero mil veces quedarme a ver Netflix con mi gato.
Ser verborrágico y monotemático
El único bodrio que supera al anterior es salir con el exacto opuesto. Imagínense hacerlo con alguien que, además de no callarse, no detenerse a escuchar y no dejarte hablar, habla insistentemente de un solo tema, que, para colmo, no te interesa en absoluto.
Si tienden a ser intensos con un tema que les apasiona un poco demasiado, mejor evitarlo en su primera cita. O sea, guarden su pasión por Cerro Porteño para la barra brava, no repitan demasiado un mismo punto (no hace falta hablar tres horas y media sobre la diferencia entre un Malbec francés y uno argentino) y, por amor al cielo, ¡eviten pasarse hablando de ustedes mismos! Sobre todo si van a mandarse la parte. Lo único que repele más que un verborrágico monotemático es un verborrágico monotemático egocentrista.
Malos modales
Imagínense a un candidato que llega a tu casa y te mensajea “afu” o, peor de los peores, te toca la bocina. Y ni esperemos que abra la puerta, ya que ni siquiera se baja del auto para saludarte. Luego, llegan al restaurante y, tras haber pronunciado mal la mitad del menú, se pone a comer con la boca abierta, dejándote ver hasta el último perejil de su guarnición. Acto seguido, se limpia la boca con el mantel y le pide al mozo un escarbadientes. De seguro, las mujeres no van a saber si es mejor largarse a correr o esconderse debajo de la mesa.
Que se te tire encima
Si bien cualquiera de los errores citados es un acto de autodestrucción, el peor error que pueden cometer en una primera cita es hacerse los babosos. No hay nada peor que un tipo que se te tira encima y que, aparte, se hace el romanticón a destiempo. Una de las peores citas que recuerdo terminó con el baboso borracho pidiéndome un beshito cuando me bajaba del auto. Evidentemente, en vez de un besito, ¡le di un portazo!
Si bien a todas las mujeres nos gusta que nos lisonjeen un poquito, detestamos la atención no solicitada; más que esos gestos melosos, odiamos que traten de meter mano donde no tienen acceso habilitado. Amigo, rescatate y contenete, porque con esta conducta lo único que vas a lograr es un tortazo.